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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Sangre Caliente (Joe y ____)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Re: Sangre Caliente (Joe y ____)
ahhhhh.... la rayis posiblemente este embarazadaaaaa.... ahhhhhh siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
@ntonella
Re: Sangre Caliente (Joe y ____)
Joseph presionó las manos de _____ en la almohada debajo de la cabeza y se echó hacia atrás, barriendo el cuerpo desnudo con una mirada posesiva.
—Todo mío —susurró, dejando caer un beso en un pezón rosa pálido.
—Para hacer lo que quieras —aceptó _____, dejando que el cabello de Joseph se le filtrara a través de los dedos.
Acarició con la nariz el costado del redondeado pecho.
—He sido un hijo de puta.
—Uh-huh.
—Simplemente caigo en la cuenta de que nunca los besé —dijo, zambulléndose otra vez para reclamar una apretada punta.
_____ gimió y levantó un muslo para montarle la cadera.
Él captó la indirecta y se acercó, soltando el pezón y pasando rápidamente arriba hasta que su cara se sostuvo por encima de la de ella.
Se besaron en una lenta y dulce fusión de labios. Cuando se separaron para tomar aire, él ya estaba azuzándola entre los resbaladizos pliegues. La mirada de _____ se aferró a la de Joseph. Confianza, placer y un anhelo conmovedor se reflejaban en los ojos húmedos y verdes y en los suaves labios entreabiertos.
El calor llenó el pecho de Joseph. Le rodeó la cara y apoyó la frente contra la de ella.
—Te amo, _____.
—También te amo. —Sonrió, la humedad de los ojos vertiéndose por los cabellos rubios.
Las caderas de _____ ondularon, levantándose para facilitarle la entrada. El calor líquido le rodeó la polla y comenzó a moverse dentro de ella.
_____ suspiró y lo rodeó con las piernas, luego deslizó los brazos por debajo de él para rasguñar con los dedos su columna vertebral.
Joseph se estremeció. El momento era perfecto. Presionando contra la piel suave y cálida, se sumergió dentro de un coño tan apretado y mojado que se sentía como un puño humedecido aferrándose a su polla. Su mente flotó a la deriva, imaginando pasar muchos días y noches hundiéndose entre los muslos de su mujer, reclamándole en cuerpo y alma.
—Esto es hermoso, pero quiero todo de ti.
Joseph enterró el rostro en la esquina suave del hombro de _____ para ocultar una sonrisa, ferozmente contento fuera igual de posesiva con él.
Joseph se echó hacia atrás, poniéndose de rodillas. Las piernas de _____ cayeron y él enganchó los brazos por debajo de las rodillas de su mujer, levantándole el culo de la cama.
_____ alargó la mano entre ellos, le aferró la polla en un puño ávido y la calzó bien en la entrada nuevamente. Luego las extendió por encima de la cabeza para sujetar con fuerza la cabecera y le brindó una mirada que lo había intrigado desde el momento en que la conoció. Levantó la barbilla. Los ojos de _____ centellando desafiantes.
Los párpados de Joseph descendieron y sus labios formaron una sonrisa pequeña y apretada. Empujó duro, metiéndose hasta el fondo, luego se retiró y se estrelló de nuevo en su interior. Lo hizo una y otra vez, viendo la cara bronceada de _____ tensarse y sonrojarse con un rosado más profundo y los pechos balancease con la vigorosa follada.
—¡Dios querido, Joseph! —dijo entre dientes—. ¡Más!
Una sonrisa sopló como una ráfaga de él, le dejó caer las piernas, la instó a darse vuelta y la puso de rodillas. Le cubrió la espalda y le besó la nuca sudorosa.
—¿Cómo lo quieres, cariño?
Llevó una mano hacia atrás para acariciarle la mejilla.
—Sucio. Duro.
Le besó el hombro y se enderezó. Luego la empujó entre los hombros hasta que se apoyó en los codos y su dulce culo se levantó delante de él. Joseph rió. _____ nunca hacia lo esperado. Él no lo haría tampoco.
Sujetando ambos cachetes, apretó, luego los soltó y le dio una picante palmada a cada uno.
La cara de _____ se hundió en la cama.
—Por favor, por favor, por favor…
Se agarró la polla justamente debajo de la corona e hizo círculos en la raja de _____, humedeciendo la punta.
—No juegues. Fóllame. ¡Ahora!
Joseph humedeció la punta de su polla y la masajeo con el pulgar, luego frotó la punta sobre el pequeño y fruncido agujero por encima de su coño.
—¿Joseph? —preguntó _____, la voz atenuándose, la alarma haciendo tensar los muslos y las nalgas.
—Respira lentamente, relájate. Confías en mí, ¿verdad? —dijo con voz áspera, disfrutando de la manera en que ella temblaba.
La espalda de _____ se levantó y cayó con respiraciones superficiales y Joseph lo tomó como el permiso para continuar. Colocó su polla contra la entrada, presionó los pulgares contra ambos lados para abrirla y se dobló para empujar hacia adentro.
Su aliento silbó entre sus dientes cuando la intensa presión lo rodeó.
La cabeza de _____ se hundió con más fuerza contra la cama, los puños aferrando la colcha con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos.
—Respira amor —susurró—. Déjame entrar.
—No puedo —gimió—. Quema.
—¿Es tan malo? —preguntó, bajando rápidamente una mano por debajo de su polla, acariciándole el coño con los dedos.
Crema hirviendo le empapó las manos y Joseph humedeció los dedos para lubricarse aun más la polla, deseando haberlo pensado con anticipación, así tener un tubo de lubricante a mano.
Pero no podía detenerse ahora. A menos que ella se lo pidiera. Una palabra y se retiraría aunque lo matara.
Sin embargo, _____ continuó gimiendo debajo de él. Le sujetó el clítoris y comenzó a hacer círculos sobre él. Cuando un espasmo pequeño y sexy se tensó alrededor de sus dedos, empujó un poco más profundo en su culo y se retiró, follándolo cada vez más profundo.
Su clítoris maduró, endureciéndose hasta poder tomarlo entre sus dedos. Suavemente presiono alrededor de él hasta que sintió un leve estrechamiento en la base y se lo estrujó.
_____ se puso rígida debajo de él.
—¿Demasiado? —susurró apremiante.
—¡Joder! Joseph… Joseph —Sacudió con fuerza las caderas, a continuación las sacudió de nuevo.
Suficiente aliento. Se hundió en su culo, haciendo más profundas sus estocadas mientras sujeta el clítoris firmemente y lo hacía rodar entre los dedos, evaluando su comodidad con la manipulación, por el tenor de sus descarnados y gimoteantes gritos.
El apretado anillo de músculos le cernió la polla lo suficiente para impedir que se corra. Lo necesitaba, porque se estaba hundiendo todo a lo largo del ardiente tejido, los dedos empapados en seda líquida.
La respiración de _____ se atasco y gritó, empujando hacia atrás para encontrarlo. Cuando dejó de estremecerse, le soltó el clítoris, le aferró las caderas y martilló duramente su culo hasta que estalló su corrida. Joseph cerró los ojos, los dedos profundamente hundidos en la carne de _____ mientras la empujaba hacia adelante y hacia atrás.
Cuando el atormentador placer desapareció, su pecho subía y bajaba por las profundas aspiraciones en sus hambrientos pulmones y su atención giró de sus necesidades a las de ella.
Se salió lentamente y le recostó las caderas hacia un lado de la cama, luego se tendió a su lado, abrazándola.
—¿Estás bien? —preguntó, deslizando la mejilla sobre el hombro de ella.
La mano de _____ subió, sin rumbo, vacilante y él la alcanzó para asirla y llevársela hacia los labios.
—¿Te lastimé?
—Una pequeña advertencia la próxima vez —dijo con voz débil—. Parece que no puedo… recuperar el aliento.
No había contestado. Maldita sea. Se desenredó de ella y camino a grandes zancadas hacia el baño donde se lavó y embebió un paño en agua humeante. Cuando regresó, estaba en la misma posición en que la había dejado.
Cuidadosamente, la limpió y luego la cubrió con la sábana.
—¿No vas a volver? —le preguntó.
Cuando la miró a la cara, notó la fatiga que ahondaba las arrugas al lado de los labios.
Debería haberse sentido culpable, pero una vez más, el hijo de puta que era, sintió un arrebato de alegría de que la hubiera agotado, que hubiera reclamado otra parte de ella.
—Eres mía, _____.
Abrió los ojos y encerró la mirada con la de él.
—Soy tuya. —Una sonrisa apareció en las comisuras de sus labios—. Pero estoy dolorida.
—Lo siento —gruñó.
Curvó una ceja.
—No, no lo sientes.
—Tienes razón —sonrió—. ¿Te hice daño?
—¿Por qué debo responder a eso? ¿Cuándo no va a hacer que te sientas otra cosa excepto… viril?
Joseph se acostó en la cama, la espalda contra la cabecera y la atrajo contra su pecho.
Ella tenía la cabeza inclinada, las mejillas deslizándose sobre el pecho.
—Podría hacerme adicta a esta sensación.
—¿A estar dolorida?
Arrugó la nariz.
—No seas idiota. —Relajó el rostro y él podría haber jurado que comenzó a brillar—. Podría convertirme en adicta a tu amor. Mi cuerpo entero se siente completamente sin huesos, pero también nunca me he sentido tan viva.
—¿Mejor que arañar tu camino hasta la cima de los acantilados Fortress sin cuerdas?
—Eres más temible. Podría dar un paso en falso…
—Entonces no tienes que preocuparte, _____. No te dejaré caer. —Le besó la frente—. Duerme.
Ella se acurrucó más cerca y cerró los ojos, quedándose dormida en instantes.
Joseph extendió la mano y apagó la lámpara. Cuando cerró los ojos, se preguntó cuánto tiempo Mavis podría sostener la excusa de enferma, porque no iba a dejar a _____ abandonar su cama hasta que dijera que Sí.
Fin
—Todo mío —susurró, dejando caer un beso en un pezón rosa pálido.
—Para hacer lo que quieras —aceptó _____, dejando que el cabello de Joseph se le filtrara a través de los dedos.
Acarició con la nariz el costado del redondeado pecho.
—He sido un hijo de puta.
—Uh-huh.
—Simplemente caigo en la cuenta de que nunca los besé —dijo, zambulléndose otra vez para reclamar una apretada punta.
_____ gimió y levantó un muslo para montarle la cadera.
Él captó la indirecta y se acercó, soltando el pezón y pasando rápidamente arriba hasta que su cara se sostuvo por encima de la de ella.
Se besaron en una lenta y dulce fusión de labios. Cuando se separaron para tomar aire, él ya estaba azuzándola entre los resbaladizos pliegues. La mirada de _____ se aferró a la de Joseph. Confianza, placer y un anhelo conmovedor se reflejaban en los ojos húmedos y verdes y en los suaves labios entreabiertos.
El calor llenó el pecho de Joseph. Le rodeó la cara y apoyó la frente contra la de ella.
—Te amo, _____.
—También te amo. —Sonrió, la humedad de los ojos vertiéndose por los cabellos rubios.
Las caderas de _____ ondularon, levantándose para facilitarle la entrada. El calor líquido le rodeó la polla y comenzó a moverse dentro de ella.
_____ suspiró y lo rodeó con las piernas, luego deslizó los brazos por debajo de él para rasguñar con los dedos su columna vertebral.
Joseph se estremeció. El momento era perfecto. Presionando contra la piel suave y cálida, se sumergió dentro de un coño tan apretado y mojado que se sentía como un puño humedecido aferrándose a su polla. Su mente flotó a la deriva, imaginando pasar muchos días y noches hundiéndose entre los muslos de su mujer, reclamándole en cuerpo y alma.
—Esto es hermoso, pero quiero todo de ti.
Joseph enterró el rostro en la esquina suave del hombro de _____ para ocultar una sonrisa, ferozmente contento fuera igual de posesiva con él.
Joseph se echó hacia atrás, poniéndose de rodillas. Las piernas de _____ cayeron y él enganchó los brazos por debajo de las rodillas de su mujer, levantándole el culo de la cama.
_____ alargó la mano entre ellos, le aferró la polla en un puño ávido y la calzó bien en la entrada nuevamente. Luego las extendió por encima de la cabeza para sujetar con fuerza la cabecera y le brindó una mirada que lo había intrigado desde el momento en que la conoció. Levantó la barbilla. Los ojos de _____ centellando desafiantes.
Los párpados de Joseph descendieron y sus labios formaron una sonrisa pequeña y apretada. Empujó duro, metiéndose hasta el fondo, luego se retiró y se estrelló de nuevo en su interior. Lo hizo una y otra vez, viendo la cara bronceada de _____ tensarse y sonrojarse con un rosado más profundo y los pechos balancease con la vigorosa follada.
—¡Dios querido, Joseph! —dijo entre dientes—. ¡Más!
Una sonrisa sopló como una ráfaga de él, le dejó caer las piernas, la instó a darse vuelta y la puso de rodillas. Le cubrió la espalda y le besó la nuca sudorosa.
—¿Cómo lo quieres, cariño?
Llevó una mano hacia atrás para acariciarle la mejilla.
—Sucio. Duro.
Le besó el hombro y se enderezó. Luego la empujó entre los hombros hasta que se apoyó en los codos y su dulce culo se levantó delante de él. Joseph rió. _____ nunca hacia lo esperado. Él no lo haría tampoco.
Sujetando ambos cachetes, apretó, luego los soltó y le dio una picante palmada a cada uno.
La cara de _____ se hundió en la cama.
—Por favor, por favor, por favor…
Se agarró la polla justamente debajo de la corona e hizo círculos en la raja de _____, humedeciendo la punta.
—No juegues. Fóllame. ¡Ahora!
Joseph humedeció la punta de su polla y la masajeo con el pulgar, luego frotó la punta sobre el pequeño y fruncido agujero por encima de su coño.
—¿Joseph? —preguntó _____, la voz atenuándose, la alarma haciendo tensar los muslos y las nalgas.
—Respira lentamente, relájate. Confías en mí, ¿verdad? —dijo con voz áspera, disfrutando de la manera en que ella temblaba.
La espalda de _____ se levantó y cayó con respiraciones superficiales y Joseph lo tomó como el permiso para continuar. Colocó su polla contra la entrada, presionó los pulgares contra ambos lados para abrirla y se dobló para empujar hacia adentro.
Su aliento silbó entre sus dientes cuando la intensa presión lo rodeó.
La cabeza de _____ se hundió con más fuerza contra la cama, los puños aferrando la colcha con tanta fuerza que los nudillos estaban blancos.
—Respira amor —susurró—. Déjame entrar.
—No puedo —gimió—. Quema.
—¿Es tan malo? —preguntó, bajando rápidamente una mano por debajo de su polla, acariciándole el coño con los dedos.
Crema hirviendo le empapó las manos y Joseph humedeció los dedos para lubricarse aun más la polla, deseando haberlo pensado con anticipación, así tener un tubo de lubricante a mano.
Pero no podía detenerse ahora. A menos que ella se lo pidiera. Una palabra y se retiraría aunque lo matara.
Sin embargo, _____ continuó gimiendo debajo de él. Le sujetó el clítoris y comenzó a hacer círculos sobre él. Cuando un espasmo pequeño y sexy se tensó alrededor de sus dedos, empujó un poco más profundo en su culo y se retiró, follándolo cada vez más profundo.
Su clítoris maduró, endureciéndose hasta poder tomarlo entre sus dedos. Suavemente presiono alrededor de él hasta que sintió un leve estrechamiento en la base y se lo estrujó.
_____ se puso rígida debajo de él.
—¿Demasiado? —susurró apremiante.
—¡Joder! Joseph… Joseph —Sacudió con fuerza las caderas, a continuación las sacudió de nuevo.
Suficiente aliento. Se hundió en su culo, haciendo más profundas sus estocadas mientras sujeta el clítoris firmemente y lo hacía rodar entre los dedos, evaluando su comodidad con la manipulación, por el tenor de sus descarnados y gimoteantes gritos.
El apretado anillo de músculos le cernió la polla lo suficiente para impedir que se corra. Lo necesitaba, porque se estaba hundiendo todo a lo largo del ardiente tejido, los dedos empapados en seda líquida.
La respiración de _____ se atasco y gritó, empujando hacia atrás para encontrarlo. Cuando dejó de estremecerse, le soltó el clítoris, le aferró las caderas y martilló duramente su culo hasta que estalló su corrida. Joseph cerró los ojos, los dedos profundamente hundidos en la carne de _____ mientras la empujaba hacia adelante y hacia atrás.
Cuando el atormentador placer desapareció, su pecho subía y bajaba por las profundas aspiraciones en sus hambrientos pulmones y su atención giró de sus necesidades a las de ella.
Se salió lentamente y le recostó las caderas hacia un lado de la cama, luego se tendió a su lado, abrazándola.
—¿Estás bien? —preguntó, deslizando la mejilla sobre el hombro de ella.
La mano de _____ subió, sin rumbo, vacilante y él la alcanzó para asirla y llevársela hacia los labios.
—¿Te lastimé?
—Una pequeña advertencia la próxima vez —dijo con voz débil—. Parece que no puedo… recuperar el aliento.
No había contestado. Maldita sea. Se desenredó de ella y camino a grandes zancadas hacia el baño donde se lavó y embebió un paño en agua humeante. Cuando regresó, estaba en la misma posición en que la había dejado.
Cuidadosamente, la limpió y luego la cubrió con la sábana.
—¿No vas a volver? —le preguntó.
Cuando la miró a la cara, notó la fatiga que ahondaba las arrugas al lado de los labios.
Debería haberse sentido culpable, pero una vez más, el hijo de puta que era, sintió un arrebato de alegría de que la hubiera agotado, que hubiera reclamado otra parte de ella.
—Eres mía, _____.
Abrió los ojos y encerró la mirada con la de él.
—Soy tuya. —Una sonrisa apareció en las comisuras de sus labios—. Pero estoy dolorida.
—Lo siento —gruñó.
Curvó una ceja.
—No, no lo sientes.
—Tienes razón —sonrió—. ¿Te hice daño?
—¿Por qué debo responder a eso? ¿Cuándo no va a hacer que te sientas otra cosa excepto… viril?
Joseph se acostó en la cama, la espalda contra la cabecera y la atrajo contra su pecho.
Ella tenía la cabeza inclinada, las mejillas deslizándose sobre el pecho.
—Podría hacerme adicta a esta sensación.
—¿A estar dolorida?
Arrugó la nariz.
—No seas idiota. —Relajó el rostro y él podría haber jurado que comenzó a brillar—. Podría convertirme en adicta a tu amor. Mi cuerpo entero se siente completamente sin huesos, pero también nunca me he sentido tan viva.
—¿Mejor que arañar tu camino hasta la cima de los acantilados Fortress sin cuerdas?
—Eres más temible. Podría dar un paso en falso…
—Entonces no tienes que preocuparte, _____. No te dejaré caer. —Le besó la frente—. Duerme.
Ella se acurrucó más cerca y cerró los ojos, quedándose dormida en instantes.
Joseph extendió la mano y apagó la lámpara. Cuando cerró los ojos, se preguntó cuánto tiempo Mavis podría sostener la excusa de enferma, porque no iba a dejar a _____ abandonar su cama hasta que dijera que Sí.
Fin
sofiii1
Re: Sangre Caliente (Joe y ____)
m encatiiii pense
que no la ibas a segur nunca!!
estuvo hemrosaç
sube otra
que no la ibas a segur nunca!!
estuvo hemrosaç
sube otra
andreita
Re: Sangre Caliente (Joe y ____)
seguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
JBisJonasBrotherss
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
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