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Sangre Caliente (Joe y ____)

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Mensaje por SoryJonas Mar 01 Mayo 2012, 4:27 pm

hola! nueva y fiel lectora siguela!
SoryJonas
SoryJonas


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Sangre Caliente (Joe y ____) - Página 2 Empty Re: Sangre Caliente (Joe y ____)

Mensaje por fernanda Mar 01 Mayo 2012, 5:58 pm

OH POR DIOS!
al fin la encontré :cheers:
me costo muchisimo , pero aqui estoy
y enserio espero que la sigas , por que ya estoy desesperada!!!
SÍGUELA!
fernanda
fernanda


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Sangre Caliente (Joe y ____) - Página 2 Empty Re: Sangre Caliente (Joe y ____)

Mensaje por sofiii1 Mar 01 Mayo 2012, 10:55 pm

Capítulo 5



—Lo siento —repitió _____, odiando la textura irregular de su voz—. En realidad no pasó nada entre Johnny yo. Sólo un beso.
Joseph estaba de pie de espaldas a ella, desnudo pero inmóvil. La conmoción de las tres violentas estocadas y luego el abandono, le había hecho entender a la fuerza el punto que había pretendido castigarla. Y se lo merecía por pensar que podía manipularlo con un juego tan infantil.
Levantó una mano desde las caderas, tiró de la banda elástica que le sujetaba el cabello y deslizó los dedos por las gruesas hebras, peinándolas. El largo enredo negro le golpeó de lleno entre los omóplatos. Le picaban los dedos por enredarlos a través de ellos, tirar con fuerza y hacerse respingar y gruñir. Pero, ¿le daría la oportunidad? Y si lo hacía, ¿la perdonaría y le dejaría tratar de hacer las cosas bien?
—Voy a tomar una ducha —dijo, la voz un susurro ronco—. Usa la que está en esta habitación. Bajaré al vestíbulo. Encuentra algo mío para ponerte.
Se alejó sin mirar atrás y el estómago de _____ se apretó. Moviéndose tan lenta y cuidadosamente como una anciana, se escabulló de la cama y se dirigió al baño. Encendió la luz, se agarró al mostrador debajo del espejo y se quedó mirando su imagen.
Con razón no había querido quedarse. Tenía el pelo pegoteado al cráneo. No estaba maquillada pero tenía barro en el mentón y en la mejilla.
Probablemente le había dejado la ropa de cama sucia y reconoció una sombría satisfacción por el hecho. Había sido idea de él después de todo… ese rápido adentro y afuera que la había dejado temblando de deseo insatisfecho.
Arrugó la nariz cuando abrió las piernas. El semen le manchaba los muslos y se percató que ninguno de los dos había pensado en usar un condón. No iba a mencionarlo. Tenía la esperanza que nada viniese de ello, pero estaba condenada si se permitiría parecer más vulnerable a los ojos de él. Ya se había disculpado con lágrimas engrosándole la voz.
Agarró una toalla del estante al lado de la ducha, la lanzó sobre la parte superior del compartimiento y entró en la bañera antes de abrir la canilla.
El agua fría se calentó, luego hirvió mientras se restregaba. Al final se apoyó contra los fríos azulejos y dejó que el agua se deslizara sobre la piel, apaciguándola, arrullándola en un pacífico estado de ánimo donde su mirada furiosa no la podría lastimar.
Cuando se le arrugaron los dedos de los pies y de las manos, cerró el agua y se secó, envolviéndose la toalla alrededor del cuerpo, entró en el dormitorio con recelo.
No sabía si estaba aliviada o decepcionada por encontrarlo aún vacío, pero rebuscó entre los cajones una camiseta y un par de pantalones cortos con una cintura con lazo que ciñó alrededor de sus estrechas caderas.
Y sólo porque no quería que la pensara una cobarde total, abrió la puerta y se deslizó a través de ella dirigiéndose hacia la sala de estar.
Estaba de pie en las sombras crecientes, mirando hacia afuera por los grandes ventanales. Afuera, los rayos dentados encendían las nubes y se movían raudamente hacia la tierra.
No quería llamar la atención, pero el suspenso la estaba matando.
—¿Vas a llevarme a casa ahora?
Los hombros de Joseph se tensaron.
—Lo haré cuando haya terminado contigo.
_____ tragó con fuerza y alzó la barbilla, asumiendo una postura más desafiante de lo que sabía podía sostener.
—La tormenta no puede durar mucho.
—¿Haciendo planes para regresar a pie a Canyon? —contestó, la voz tensa y enfadada.
—¿Realmente pretendes mantenerme aquí? Pudiste haber conseguido más placer de un agujero en la madera que de mí.
Un músculo a lo largo del borde cortante de la mandíbula se flexionó.
—Obtuve lo que quería. ¿Crees que me debería importar que no lo disfrutaras?
Si no lo hacía, ¿por qué parecía tan infeliz? Empujando a un lado su propio dolor, _____ pensó en ello por un instante. Aún no había acabado.
Respiró profundo, recopilando fuerzas de la tormenta que sabía podía estallar de nuevo con un paso en falso. El fusible de Joseph era simplemente muy pequeño.
—Realmente podría llegar a odiarte.
—Entonces estaríamos parejos.
La respiración se le entrecortó con un agudo jadeo. Seguramente, le había dolido, pero ella exageró la reacción.
—Caminaré al jodido pueblo —dijo mordiendo las palabras.
—No hasta que yo lo diga.
—¿No crees que la gente a la larga me buscará? ¿Piensas que no les diré lo qué me hiciste?
Volvió la mirada para trabarla con la de ella.
—¿Vas a quejarte porque te follé y te dejé hambrienta?
La conmoción aspiró el aire de sus pulmones; un jadeo ahogado le avivó la furia.
—No crees que voy a decirles que tú… —se detuvo, incapaz de mentir y decir la odiosa palabra.
—¿Qué te violé? —dijo con voz sedosa—. ¿Es eso lo que hice?
Negó con la cabeza. Había hecho algo. Algo tan perjudicial, tanto daño. No la había perdonado.
—¿Les dirás que te secuestré? —continuó con el sedoso tono.
—Si no fue antes, es ahora. Quiero ir a casa.
La mano de Joseph salió disparada y ella se apartó, pero él era más rápido, le agarró un puño de cabello y le acercó bruscamente la cara hacia él, obligándola a ponerse en punta de pies.
_____ se agarró instintivamente de sus hombros para mantener el equilibrio y sintió la flexión de los músculos fuertes. Se humedeció los labios, afianzando la mirada en su boca.
—¿Es cierto? ¿Quieres ir a casa? —susurró. El tono seguro y sin emoción de su voz golpeó donde un grito no lo haría—. Te llevaré a casa ahora. Si me lo pides.
Ella leyó la advertencia en la voz. Si decía sí, entonces habían terminado.
Algo en la mirada oscura y despiadada hizo a _____ enderezar la espalda, cortar el arrepentimiento. Si esto era todo por venganza, entonces tal vez ya era hora de que tomara un poco por su cuenta.
Pero no iba a hablar de su rendición. Le sostuvo la mirada, los labios apretados en una línea recta.
Apretó el agarre en su pelo y la arrastró más alto.
El cuero cabello le quemaba, pero también lo hacían sus labios cuando la boca de Joseph devoró la suya. Abrió la boca para jadear y él le metió la lengua, deslizándola profundo, barriendo la lengua de ella, el suave paladar, enrollándola para beber a lengüetazos por detrás de los dientes. La saboreó tan a fondo que sintió como si la arrasara de nuevo, más que cuando había acariciado su polla con tres cortos empujes dentro de ella.
Cuando se retiró, le sostuvo la mirada.
—Asegúrate de lo que quieres —dijo repitiendo las palabras que había dicho antes de que ella hubiera salido con Johnny.
Entonces, como ahora, sabía exactamente lo que quería. A él. Profundo dentro de ella, metiendo cada pedazo de su polla profundo y duro, follándola por mucho tiempo después que se hubiera hecho pedazos como cristal.
Aún en puntas de pie, se encontró con su mirada de párpados pesados.
—Mis necesidades no han cambiado ni un poco —murmuró, dejando la respuesta ambigua. ¿Por qué darle todo cuando él no tenía intención de valorar su entrega?
Relajó el agarre y los talones de _____ encontraron el suelo de nuevo, pero las rodillas se tambalearon y cayó contra él. Los brazos de Joseph lentamente la rodearon y por un momento, ella se rindió al abrazo, bebiendo del picante olor a limpio del jabón que había usado para bañarse.
—¿Tienes hambre? —preguntó, la voz profunda retumbando por debajo de la mejilla que se acurrucaba contra el cuerpo.
Asintió con la cabeza, no confiando en su voz. ¿Estaba hambrienta?
Joseph bajó los brazos y dio un paso atrás.
—La cocina está en esa dirección —gruñó, levantando la barbilla hacia la puerta.
_____ le estudió la expresión por un toque de humor, pero la máscara implacable estaba en su sitio. Lo siguió hasta la cocina, advirtiéndose de no abalanzarse sobre cualquier cosa sexualmente ambigua o que estuviera segura de quedar desilusionada.
Tomó un taburete de la encimera de mármol y lo observó como sacó pan de una alacena y carne asada, tomate y lechuga del refrigerador. La imagen de él, descalzo, el pelo humedeciendo una camiseta color marrón que se estiraba alrededor de los bíceps y el trasero modelado por los vaqueros azules, era tan apetitosa como el olor de la comida que preparaba. No había comido más de un par de barras de granola desde el desayuno.
Se deslizó del taburete y se dirigió al refrigerador.
—¿Qué tienes para beber?
—Coca-cola en el estante inferior. Cerveza en la puerta.
Eligió un par de cervezas, esperando que un poco de alcohol pudiera aliviar la tensión entre ellos.
Sentándose codo a codo en la encimera, comieron en silencio. _____ era consciente de cada movimiento de la mandíbula de él mientras masticaba y vio por el rabillo del ojo cuando empinó la cerveza para un largo trago.
—¿No vas a comer? —murmuró.
Ella parpadeó y dio un mordisco al sándwich. Con la cantidad de calorías que había quemado hoy, debería haber estado muerta de hambre, pero la conciencia sexual parecía haber interrumpido las sinapsis que enviaba ese mensaje al cerebro.
Estaba en sobrecarga sensorial, sentada junto a él, sintiéndose empequeñecida por su tamaño, admirando el tono bronce de su piel, los largos cabellos rozando los brazos y recordando como las grandes manos ahuecadas alrededor del sándwich se sentían acariciándole la piel.
De repente abrumada por el momento, dejó el sándwich, bebió un trago de cerveza y luego alejó la botella y el plato. No tenía sentido pretender que podía mantener esta informalidad o fingir que no estaba esperando que la llevara al dormitorio y exigir otra dulce venganza sobre su cuerpo.
Se aclaró la voz.
—¿Terminaste? Recogeré los platos.
—Eso puede esperar.
_____ se quedó quieta, deseando que su corazón desacelerara sus frenéticos latidos.
Los dedos le rodearon la muñeca, la tiró del taburete, la sacó de la cocina y la llevó de regreso por el pasillo a la habitación. Esta vez, él entró, apagó la lámpara del techo y apartó bruscamente la cortina que cubría el ventanal.
El cielo era negro como tinta con ocasionales manchas de luz iluminando las oscuras y turbulentas nubes. La ventana miraba hacia el largo camino de grava que conducía desde el portón de hierro forjado de la entrada de la propiedad al garaje al otro lado de la casa.
Joseph regresó a ella, tironeándola hacia la ventana y girándola para dejarla frente a ella. Dio un paso detrás de ella, las manos descansando sobre las muescas de las caderas.
—¿Crees que nos daremos cuenta cuando Johnny regrese a casa?
Ella se sacudió, sabiendo que no era la única siendo castigada por el paso en falso de la otra noche.
—¿Por qué me importaría? —preguntó, la voz tosca y rasposa.
—Respuesta correcta. —Las manos se ahuecaron en los pechos y los estrujó.
_____ se apoyó contra él mientras le acariciaba los pechos y ahuecaba los montículos, haciendo deslizar el pulgar a través de las excitadas puntas. Las caderas presionadas en las de ella, la polla vestida haciendo surcos contra las nalgas.
La respiración de _____ se aceleró. Le aferró los costados de los muslos y los mantuvo apretados, haciéndole saber sin palabras una vez más que estaba dispuesta.
Las manos de Joseph se deslizaron lentamente por su vientre, luego subieron por debajo de la camisa. Las palmas callosas pasaron rozando quemando la piel mientras le empujaba hacia arriba la camiseta y se la pasaba bruscamente por encima de la cabeza.
Ella cerró los ojos cuando las palmas se asentaron en sus pechos otra vez, masajeando, los pulgares dando golpecitos a los maduros pezones hasta que ella hizo rodar la cabeza en su pecho y arqueó la espalda.
Las manos pasaron rozando debajo de los pantalones cortos y se los empujó sobre las caderas para dejarlos caer al piso. Desnuda, con él completamente vestido detrás de ella, deseó que tuviera el valor de darse vuelta y desnudarlo completamente, pero esperó, dejándolo marcar el ritmo, dándole lo que exigía de ella… rendición.
—Inclínate y agarra el alféizar de la ventana.
_____ se volvió y ladeó la cabeza, tratando de leerle la expresión, pero se encontró frustrada como de costumbre.
—Soy demasiado pequeña de pie en el piso…
—¿Dije que quería follarte?
Jesucristo, se había enamorado de un sádico. Entonces, ¿por qué su cuerpo estaba comenzando a vibrar?
Dio un paso atrás y ella también. Luego, extendió los brazos, se inclinó y agarró el borde del revestimiento de madera.
Los pies de él separaron ampliamente los de ella y una vez más, se abría para él, los pliegues separándose en un húmedo suspiro.
Dos grandes manos le rodearon el culo, levantándole las nalgas y extendiéndolas.
—¿Crees que te mereces una zurra? —susurró.
—¡No! —espetó, pero se contuvo de decir más. Cada vez que abría la boca se metía en más problemas con él.
—¿Te gustó lo que hice el otro día? —Le deslizó los dedos entre los pliegues y tuvo su respuesta en la ráfaga de crema que le empapó el canal interior.
La risa suave la hizo apretar los dientes, pero permaneció en silencio, esperando que él decida cómo quería tomarla.
Levantó una mano y ella se preparó psicológicamente, tensó los hombros, la cabeza bien alta. La palma de la mano aterrizó todo a lo largo del coño en una picante bofetada. Su coño se apretó.
Lo hizo de nuevo, el sonido haciéndola respingar porque era húmedo y caliente. El aire siseó entre los dientes de _____. Los dedos acariciaron dentro de ella, luego se retiraron. Otra bofetada y las rodillas le temblaban.
_____ se agarró más fuerte a la carcasa y bajó la cabeza entre los brazos, porque ninguna cantidad de resistencia pasiva le haría esto menos humillante de aceptar. Había descubierto una parte de ella que no sabía que existía. Una parte que deseaba ardientemente el escozor de su dominación física.
Largos lengüetazos acariciaron a lo largo los pliegues esparcidos y ella gimió, porque amaba las cosas que él había hecho antes con su perversa lengua.
—No he sido capaz de quitarme tu sabor de mi boca —gimió.
—Prueba hacer gárgaras —dijo rechinando los dientes, la voz suave y enrarecida, tan diferente a ella, que deseó no haber dicho nada.
Los labios se fruncieron alrededor del clítoris, lo chupó y luego lo soltó con un audible chasquido. Repitió la acción una y otra vez, hasta que ella estuvo dispuesta a gritar porque nunca dejó que la urgente necesidad dentro de ella aumentara.
—Me gustaría follarte así. Observando tu hermoso culo. Pero tienes razón. Eres demasiado pequeña.
—¿En la cama entonces? —jadeó.
—Arrodíllate en el borde.
Ella se enderezó y se volvió hacia la cama, sorprendida de verlo todavía completamente vestido. Lo había olvidado.
—¿Te gustaría que te desnude?
Aspiró profundamente.
—Adelante.
_____ nunca había sido tímida con un hombre, pero Joseph la ponía nerviosa, porque realmente le importaba si lo complacía y esperaba que al final de todo esto la perdonara.
Ahora, se quedó quieto, los ojos brillando en la oscuridad, observando como ella poco a poco se aproximaba.
Se acercó, la mirada a la deriva por el ancho y sólido pecho, extendió la mano para agarrar un puñado de algodón y arrastrarle la camiseta hacia arriba.
Levantó los brazos y ella se paró en puntas de pie para pasársela bruscamente sobre la cabeza. Luego, le desabrochó el botón de la cintura del pantalón y lentamente le bajó la cremallera en la parte delantera de los vaqueros. El raspado era tan fuerte en el silencio que los rodeaba como las agitadas respiraciones de _____.
Deslizó los dedos por la mezclilla hasta las caderas y empujó, bajándole los vaqueros hasta los tobillos.
_____ se arrodilló para sujetarle los pantalones mientras él salía de cada pierna y entonces miró hacia arriba, obteniendo su primera vista frontal de su polla.
Sobresalía hacia arriba desde un nido de vellos negros y crespos. La punta era contundente y redonda, el eje grueso y surcado de venas.
El aliento de _____ soplaba contra él y su polla se sacudió. _____ no pudo resistirse, lo rodeó con los dedos y frotó la mejilla a lo largo de su eje. El calor satinado y vaporoso le resbaló por la piel e inspiró el aroma almizclado y limpio.
Dirigió una mirada interrogante hacia arriba, pero no podía decir de los labios apretados y la mirada estrecha si estaba complacido con su interés o impaciente por que subiera a la cama.
Su excitación se agudizó. Y la rabia se precipitó a la superficie nuevamente. Joseph quería su rendición. La deseaba bailando al son de su melodía hasta que creyera que había pagado lo suficiente por el precio de su orgullo.
Bien, ella tenía un montón de orgullo propio y necesitaba recuperar su debilitado temple. Si alguna vez lo convencía de que era su pareja, su compañero, tenía que verla como equivalente en orgullo y ferocidad.
Permitió que una pequeña sonrisa le curvara las esquinas de los labios, luego apuntó su polla hacia arriba y se sumergió debajo para beber a lengüetazos de sus bolas.
Murmuró algo bajo, probablemente sucio, pero a ella no le importó. Le lamió las duras y redondas bolas, pasando suavemente la lengua sobre el escaso y crespo vello. Las rodeó, levantando el saco a la boca y la abrió para tragarlo adonde la vaporosa humedad de la boca lo encerró. Chupó, amablemente al principio, a continuación más vigorosamente, raspando la piel con la lengua, tironeando fuerte con los labios, hasta que los dedos de Joseph se metieron en su cabello y la sujetaron con firmeza.
Ella murmuró, en lo profundo de su garganta, diciéndole lo mucho que amaba el sabor de su piel, lo mucho que saboreaba la masculinidad que él le entregaba a su cuidado.
Cuando las soltó, presionó un beso en cada testículo y luego deslizó los labios, las mejillas y la nariz hasta su polla.
Levantándose sobre las rodillas, lo apuntó hacia la boca y trabó la mirada con la de él, entonces se meció hacia adelante lo suficiente para chupar la punta entre los labios.
Abrió la boca y el siguiente gemido fue para sí misma, porque ya su coño se humedecía mientras imaginaba el contundente grosor empujando hacia adentro, estirando su canal, acariciando más profundo de lo que lo había hecho antes cuando la ropa había interferido.
Lo rodeó con ambas manos, deslizándolas hacia arriba y hacia abajo de su polla, apretando mientras le mordisqueaba la satinada cabeza. Arremolinó la lengua dentro de la boca, capturando el semen pre seminal que escapaba de la delgada rendija, luego codiciosamente lo mimó.
—Joder, _____. —Los dedos le tironearon el cabello, tratando de obligarla a levantarse, pero ella se sumergió hacia adelante, abriendo la mandíbula para tragárselo. Cuando la polla chocó con la parte posterior de la garganta, succionó fuerte y se retiró, luego se hundió otra vez y otra vez, hasta que las caderas de Joseph comenzaron empujar hacia adelante y le folló la boca.
Lo trabajó con apretados puños y boca, hasta que los deslizamientos ya no fueron más suaves o superficiales. Hasta que le dolió la mandíbula y se le acalambraron los dedos, pero él no se corrió.
Una mirada a la cara de Joseph y ella supo que no era parte del plan. El rostro estaba tenso y los labios tirados hacia atrás contra los dientes apretados.
Se sacó la polla, metiéndose la corona en la boca, humedeciendo la punta con su saliva, luego besándola antes de aferrarse de las caderas de Joseph y levantarse inestablemente.
Lo rodeó y se metió en la cama, de rodillas en el borde, de modo que su culo estaba ahora lo suficientemente alto para que él permaneciera de pie detrás de ella y la follara.
La palma le golpeó el coño mojado una vez más, haciéndola jadear e inclinarse más. A continuación arremolinó los dedos y rápidamente los retiró.
_____ se apoyó sobre los codos, mirando hacia adelante y esperando para que él la penetre como deseaba.
Una gran mano se cerró en uno de los costados de la cadera y la gruesa y redondeada cabeza de su polla se frotó de arriba abajo en los pliegues.
_____ contuvo la respiración mientras se deslizaba dentro de ella. Apretó los puños en la colcha debajo de ella cuando él lentamente se abrió camino hacia el interior con cortas y firmes estocadas.
Su coño se apretaba y relajaba en torno a él, acariciándole el eje con cada centímetro. Los tiernos tejidos de sus paredes internas ardían, no acostumbrados al espesor que la llenaba tan profundamente, pero la humedad se filtraba incesantemente alrededor de él, facilitándole el camino.
Amabas manos la aferraron con más fuerza ahora, empujándola hacia atrás y hacia adelante mientras su polla se hundía y se retiraba, introduciéndose más profundo con cada deslizamiento, hasta que su ingle y sus pelotas chasquearon húmedamente contra ella.
Las bruscas estocadas, se hicieron más fuertes, más agudas, golpeándole el culo de la manera que lo quería.
_____ metió la cara en la ropa de cama, mordiéndose los labios para acallar los gritos, pero las ondas ya estaban abriéndose camino hacia las tiernas paredes interiores y sabía que no duraría mucho.
Había esperado demasiado tiempo por este momento, soñado con él, toqueteándose en la oscuridad de incontables noches mientras se imaginaba cómo se sentiría.
Pero toda fantasía se quedaba corta ante esta gozosa realidad. Su coño nunca había dolido de esta manera. Su cuerpo y su corazón nunca se habían sentido tan plenos.
—Joseph —gimió.
—Está bien —jadeó él—. Córrete para mí. Córrete ahora.
Y lo hizo, el placer creciendo desmesuradamente dentro de ella, enrollándose firmemente alrededor del vientre, provocando eléctricas sacudidas de placer que aumentaron y aumentaron… hasta que explotó en una ráfaga de calor que la hizo inclinarse hacia atrás bajo la tensión y la tuvo abriendo la boca alrededor de un grito penetrante.
Joseph se estrelló contra ella, golpeando su coño, apretándose más cerca cuando la empujó más lejos arriba de la cama, recostándose sobre ella cuando las rodillas de _____ colapsaron y se hundió hacia adelante incapaz de moverse.
Él se corrió con frenéticas sacudidas y un largo y agónico gemido. La hirviente humedad salía a chorros dentro de ella.
Finalmente con las piernas colgando en el borde de la cama donde se habían deslizado por debajo de ella, el cuerpo de Joseph cayó, las caderas aún meneándose, su polla batiendo crema espesa y semen. _____ inspiraba profundo y ásperamente por la boca, tratando de aquietar su corazón.
La boca de Joseph se deslizó por los hombros, le chupó la piel detrás del cuello y luego su cabeza cayó sobre el colchón al lado de la de ella.
Yacían en una postura desgarbada, mitad sobre y mitad fuera del colchón y los labios de _____ se crisparon.
Abrió los ojos y lo encontró mirándola, la boca relajándose en una tímida sonrisa.
—¿Te dejé hambrienta esta vez?
—Creo que me mataste.
Los focos delanteros brillaron a la distancia y ella se volvió hacia la ventana. Un gemido débil y falto de energía se le escapó de los labios.
—Nos verá.
Joseph no se apartó para levantarse de un salto y cubrirlos. Su cuerpo se tensó contra ella.
—Espero que lo haga.
sofiii1
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Sangre Caliente (Joe y ____) - Página 2 Empty Re: Sangre Caliente (Joe y ____)

Mensaje por @ntonella Miér 02 Mayo 2012, 11:00 am

N U E V A L E C T O R A . . . . ! ! ! :bounce: :bounce: :bounce:
S I G U E L A . . . . . . . . . . . . . ;)
me encantaron los CAPS.. :D
@ntonella
@ntonella


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Sangre Caliente (Joe y ____) - Página 2 Empty Re: Sangre Caliente (Joe y ____)

Mensaje por @ntonella Lun 14 Mayo 2012, 8:25 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
@ntonella
@ntonella


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Mensaje por SoryJonas Lun 14 Mayo 2012, 9:32 pm

siguela
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Mensaje por sofiii1 Mar 15 Mayo 2012, 4:56 pm

Capítulo 6



Joseph se incorporó, apuntaló el peso en un solo brazo, pero no apartó la parte inferior del cuerpo. Miró por la ventana.
Las luces brillaban a través del cristal, disminuyendo, luego desaparecieron abruptamente cuando el motor aceleró al máximo y la camioneta avanzó velozmente.
—¿Era necesario? —susurró, la voz amortiguada porque había dejado caer la cabeza en el colchón.
—Totalmente. —Joseph le envolvió el brazo alrededor de la cintura, levantándola bruscamente contra él.
Un portazo en la distancia, pero _____ no pudo reunir la fuerza para estar preocupada. Los pasos pisotearon el piso de madera, deteniéndose fuera de la puerta del dormitorio de Joseph.
Joseph los giró a ambos y se sentó al borde de la cama, trayéndola con él y extendiéndole las piernas a ambos lados de sus rodillas, mientras mantenía la polla alojada en el interior de su apretado coño.
La puerta se abrió bruscamente, rebotando contra la pared. Joseph deslizó los dedos entre las piernas de _____ y le masajeó el clítoris.
_____ extendió las manos entre las piernas para rodear la mano de él tratando de apartarlo a la fuerza, pero no se movió. Le asió las muñecas, apretó y trató de traer sus piernas sobre las rodillas de Joseph, pero él las abrió más y ella se derrumbó, tumbándose contra él, su sexo más expuesto que antes.
Los pasos de las botas rayaron el piso, acercándose a ellos, rodeando el final de la cama hasta que Johnny se paró frente a ellos. Miró a Joseph con una expresión tensa e impasible grabada en el rostro, luego la mirada cayó donde los dedos y la polla de Joseph desaparecían.
—No pensé que la traerías aquí hermano —dijo en voz baja—. No después de la otra noche.
—Es mía —dijo Joseph, la voz tranquila, aunque el cuerpo tensó debajo de _____—. No le di elección.
La mirada se levantó para encontrar la de ella.
—¿Toda tuya? ¿O vamos a compartir?
—Joseph, por favor —dijo, empujándole las muñecas—. ¿Es una prueba? —preguntó, retorciéndose con fuerza ahora—. Ya te dije, la otra noche fue un error. Nunca lo quise.
—¿Estás segura? —le susurró Joseph en su oreja—. ¿O estoy nadando en mentiras? —arremolinó la punta del dedo sobre el duro botón y ella tembló.
Su coño le brindó una caricia involuntaria, apretándolo para retenerlo en el interior, el húmedo sonido sumando puntos al escueto alegato.
_____ gimió.
—Detengan esto, los dos.
—Hermano —dijo Johnny, ampliando su estancia delante de ellos—. Mejor patéame hacia la puerta ahora, o voy a conseguir una muestra de sabor de lo que voy a tener.
Joseph le acercó la cara hasta que ella le encontró la mirada.
—Dijiste que fue simplemente un beso, que fue un suplente mío.
La mirada de _____ se aferró a la de él, deseando que la escuche, esperando que esta vez le creyera.
—Esa era la verdad. Nunca lo quise.
Joseph apretó la mandíbula, luego se volvió hacia Johnny.
—La dama no te quiere. Sal de aquí ahora.
—¿Crees que me hubiera follado si hubiera llegado primero a ella?
—No con ella. No te dejaré tenerla. Ahora sal. No hemos terminado.
Johnny cerró los puños a los costados. Lanzó una mirada caliente a _____ y luego les dio la espalda a ambos. La puerta se cerró de un portazo detrás él.
—¿Esto fue todo por él? —preguntó _____ con temblorosa voz—. ¿Me quisiste porque él me quería también?
Joseph no respondió de inmediato. La verdad la dañaría. Dejó caer la cabeza hacia atrás mientras los brazos se cerraban más apretados alrededor de _____ porque ella estaba peleándolo en serio ahora, las uñas arañándole los muslos. El cuerpo de _____ corcoveaba y, finalmente, desalojó su polla.
Rodó hacia el costado, girándola, colocándose sobre ella, arrastrándola arriba de la cama hasta que se tumbaron en el centro de ella, el cuerpo de él estirado sobre el de _____.
—Tenía que saber que había perdido el juego —dijo rechinando los dientes.
—¿Esto es un jodido juego? —Giró ampliamente el brazo, aterrizando el puño contra el costado de la cabeza de Joseph.
—Su juego —dijo, luego extendió la mano para agarrarle el puño antes de que el próximo puñetazo aterrizara—. Johnny nunca nos dejaría en paz si cree que hay alguna posibilidad de interponerse entre nosotros.
El cuerpo de _____ corcoveó otra vez, el muslo se movió bruscamente para un costado, luego la rodilla regresó para azotar su cadera. Era fuerte. Tendría moretones. Pero maldición si el fuego en sus ojos no lo incitó.
Forcejear con _____ era como sujetar un pescado vivo entre las manos desnudas. Finalmente, le trabó los pies con los tobillos, le estiró los brazos por encima de la cabeza y esperó hasta que su cuerpo le estrujó el aire de los pulmones y dejó de tener la fuerza para luchar contra de él.
—¿Crees que no hundiré mis dientes en alguna parte? —dijo, la voz temblando de rabia.
—No quieres hacerme daño. No seriamente.
—¿Y cómo llegaste a esa errónea conclusión de mierda?
—Pudiste haber ido por mis bolas una o dos veces allí, me podrías haber alcanzado de lleno entre las piernas y podrías haberme tenido. No querías hacerme daño.
Alzó la barbilla.
—Retorcí las bolas de Johnny. Para librarme de él la otra noche.
—Pero no me hubieras hecho eso a mí. Ni siquiera si te hubiera incitado lo suficientemente duro.
—¿Por qué hiciste eso? —susurró—. ¿Por qué dejaste que me vea de esa manera? ¿No podría simplemente esperar hasta la mañana cuando salgamos por la puerta? ¿Por qué humillarme así?
—Tenía que enviarle un mensaje que pudiera comprender.
—Lo que dijo sobre compartir, ¿pensaste que yo iría por ello?
Joseph suspiró.
—No soy perfecto, _____.
Ella resopló.
—Tuve que dejarlo ver eso, pero no me gustó compartir la vista. Estaba celoso. Y admitiré que puedo resultar malditamente desagradable cuando pienso en ti con él.
—Este concurso de-quien-tiene-la-polla-más-grande no empezó conmigo, ¿verdad? Me metiste en el medio de ello esta noche, tengo derecho a saber por qué.
—¿Terminaste de luchar contra mí?
Ella sorbió por la nariz.
—Depende.
—Voy a dejarte ir. Arroja más puñetazos y saldré a buscar la cinta adhesiva otra vez.
—Eres tan hijo de puta como tu hermano.
Las lágrimas en la voz de _____ acabaron con las fuerzas de Joseph. La mirada cayó lejos de la de ella y se bajó, acostándose sobre la espalda. Si decidía irse ahora, no la detendría.
_____ se sentó en el borde de la cama, de espaldas a él.
—Aún quiero saber por qué.
Era más fácil de esta manera, no teniendo que encontrarse con su mirada.
—Mi hermano y yo nos odiamos a muerte. Nuestro padre nos puso a competir uno con el otro por todo. Deportes, calificaciones escolares, por una camioneta, un caballo, su amor. Supongo que he ganado, porque me dejó una participación mayoritaria en el rancho.
—Suena como un verdadero hijo de puta.
—Lo era. No puedo decir que estuve todo hecho pedazos cuando murió. Me comprometí en matrimonio con una chica en Canyon.
—¿Una rubia?
La mandíbula de Joseph se tensó.
—Sí, era muy bonita y diminuta, como tú.
_____ sacudió la cabeza.
—Y tú me juzgaste por usar a Johnny como un sustituto.
—Esas son las únicas similitudes que compartes. Pam era dulce.
Una risa corta y áspera salió como una ráfaga de ella.
—Asumo que Johnny se entrometió.
—La sedujo. Los encontré a ambos en mi cama.
La mano de _____ se cerró alrededor de un puñado de sábana.
—Esto se ve más y más sórdido por segundos.
—No quise follarte por Pam o Johnny. Te quería para mí.
—Pero no podías dejar de aprovechar la situación para anotarte un punto con tu hermano tampoco.
—No. Quería que se vaya. Quería que sepa…
—¿Qué perdió? —Dio vuelta la cabeza, la mirada líquida quitándole completamente el ánimo.
El pecho de Joseph se apretó. Diciéndolo en voz alta, admitiendo sus intenciones menos que honorables, lo hizo sentirse avergonzado.
—Lo siento, _____.
—¿Y yo debería escucharte ahora porque tú estuviste tan dispuesto a oír mis disculpas?
—Nunca quise decir…
—No lo puedes decir, ¿verdad? Tenías la intención de lastimarme. Tenías la intención de frotar la nariz de tu hermano en mi coño. —Se puso de pie, la mirada barriendo el piso hasta que encontró la ropa y la recogió. La sostuvo delante de ella, luego levantó la mirada de nuevo—. Creo que preferiría que él me lleve de regreso al parque.
Joseph tragó con fuerza. Incapaz de forzar otra palabra a atravesar la garganta en llamas, la observó cuando caminó hacia el cuarto de baño y cerró silenciosamente la puerta detrás de ella.
Clavó la mirada en el cielorraso cuando el agua comenzó a caer, finalmente contemplando sus acciones desde el punto de vista de ella y arribando a la misma conclusión… era un bastardo. La había usado, al igual que Johnny tenía la intención de hacer.
El problema era, ahora que se había terminado, que no sabía cómo la dejaría marcharse. No había salido a perseguirla. No había querido influir en la atracción que echaba chispas entre ellos porque le había importado lo suficiente para querer algo mejor para ella que meterla en una batalla contra su hermano.
Ahora, probablemente era demasiado tarde para hacer las paces. Nunca confiaría en él de nuevo.
Joseph se restregó una mano sobre la cara, luego se levantó. Se vistió en la oscuridad y encendió la luz para que ella supiera que estaba sola cuando saliera y cerró las cortinas.
Luego echó a andar a las zancadas por el pasillo hasta el dormitorio de su hermano, solamente para encontrarlo vacío.
Johnny estaba en la cocina, consumiendo poco a poco una cerveza sobre la mesa de la cocina. Entrecerró los ojos cuando Joseph se acercó.
—Quiere que la lleves de regreso —dijo Joseph en voz baja, sintiendo la familiar tensión aumentar sobre los hombros y los brazos.
Johnny comenzó a sonreír, pero Joseph levantó la mano.
—Déjala en paz. Ha tenido suficiente de nosotros.
Su hermano apoyó la cerveza en la mesa. La expresión mermando desde una sonrisa de autosatisfacción a una pensativa cara seria.
—La llevaré. No me entrometeré con ella.
Joseph asintió con la cabeza y a continuación se volvió para irse.
—Pam no era la ideal para ti —dijo Johnny en voz baja detrás de él—. Lo sabes, ¿no?
—¿Me estás diciendo que la follaste como un favor hacia mí?
—Pam no era la ideal. Le gustaba darnos falsas esperanzas a ambos. La dejé. No supe de qué otro modo demostrártelo.
—Estás diciendo que no te trajo satisfacción hacerlo. En mi cama.
—No dije que no lo disfruté. Pero _____ no es Pam. La besé. Pero tuve que apoyarla contra la pared y obligarla a hacerlo. No se lo esperaba. Simplemente mala suerte que tú acertaste a estar allí. Su mala suerte.
—Me viste allí.
—Por supuesto. Cuando ella rodeó mis bolas, pensé que había cambiado de idea. Pero estuvo malditamente cerca de romperlas retorciéndolas. Es perfecta para ti, hombre.
Joseph gruñó.
—Es bueno saberlo, pero un poco demasiado tarde para cambiar nada.
—No me daría por vencido si fuera tú. Ella es fuerte. Dura. Puede aguantar tus cabreadas.
—No necesito tu consejo.
—Nunca has querido escuchar una cosa que salga de mi boca, pero te informo. Ella te ama.
—Es demasiado tarde.
—Tal vez lo es. Llevaré a tu chica a casa. Luego me encamino a San Antonio.
Joseph se volvió hacia su hermano y le disparó una mirada inquisitiva.
—Hay una finca en venta a la que le he echado el ojo desde hace algún tiempo. Reuní el dinero. Me iré de aquí.
—¿Debido a _____?
Johnny resopló.
—Porque es el momento de ser yo mismo. Ambos tenemos que dejar ir el pasado.
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Mensaje por SoryJonas Miér 16 Mayo 2012, 1:44 pm

pero que?! maldito Joe :( siguela!
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Mensaje por @ntonella Vie 25 Mayo 2012, 10:27 am

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
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Mensaje por sofiii1 Sáb 26 Mayo 2012, 1:04 pm

_____ se pegó a la puerta del acompañante hasta el parque. Había ignorado cada intento de conversación que Johnny había hecho. Volvió la cabeza cuando le había preguntado si le apetecía la música. Dobló los brazos sobre el pecho cuando le había preguntado si hacía demasiado frío.
—De acuerdo, lo entiendo. Soy la última persona en la tierra con la que quieres hablar —murmuró.
_____ bufó y pulsó el interruptor para bajar la ventanilla, prefiriendo el aroma del aire fresco de la lluvia al de él.
—Siento haberte metido en el medio de esto —le dijo en voz baja—. No me di cuenta cuánto te lastimábamos hasta que te vi en su regazo.
_____ se tensó, esperando que no estuviera a punto de comenzar a hablar acerca de todo lo que había visto.
—Eres más de lo que merece.
—Malditamente cierto —murmuró _____.
Johnny soltó una risa suave y sexy y _____ lo miró con desdén.
—Sé que no tengo nada que quieras —le dijo con una sonrisa torcida—. Y a decir verdad, no me gustan las rubias. Sólo quería que lo sepas.
—Pero no te importó joder con el corazón de una chica por venganza —masculló.
—Por lo que sé, nunca toqué el tuyo, estoy asumiendo que Joseph te dijo todo sobre Pam. —Él asintió con la cabeza, apretando los labios—. Era dulce. Y fácil. Joseph no tenía edad cuando pensó que era algo que tenía que hacer. Encontrar una esposa. Comenzar a tener hijos. Pam parecía ansiosa por el sexo de cualquier manera… Y podría haber funcionado. Pero la vi coqueteando con otro hombre. Por mucho que me disguste mi hermano, tenía que hacer algo.
—¿No podrías habérselo dicho simplemente?
—¿Y él me creería?
_____ resopló con furia.
—Tiene problemas de confianza.
—No empezaron conmigo, lo juro.
—Vuestro padre.
—Sip. Jugaba con nosotros enfrentándonos uno al otro. Pensó que nos haría más duros. Las cosas entre mi hermano y yo siempre estuvieron tensas, pero después de Pam… —La mirada de Johnny se apartó del camino cuando ella le echó un vistazo, borrando su habitual humor socarrón—. No entendí porque me trajo al parque para conocerte.
—Debió haber sido una prueba. Para ver si fallaba.
—Eso es lo que pensé también. Creí que tú eras una trampa explosiva o un telegrama cableado para explotar. Nunca imaginé que me dejaría en contacto con alguien que le importaba.
—Bien, sorpresa, sorpresa. Tenías razón.
—Pero no la tenía. Pienso que tal vez la prueba era para mí. Fallé, _____.
—Y me siento mucho mejor sabiendo que me utilizó para determinar si tú podrías aparentar ser una persona decente. —_____ negó con la cabeza, sintiéndose aún más deprimida—. Ese es mi coche. Gira aquí.
Johnny detuvo la camioneta al lado del vehículo y ella tiró de la manija para abrir la puerta.
La mano de Johnny se cerró alrededor del brazo de _____.
Bajó la mirada a ella y luego la levantó hacia él.
Soltó el agarre al instante.
—_____. No lo abandones. A él le importas.
—Que yo sepa lo estás diciendo porque sabes nos haríamos desgraciados uno al otro por el resto de nuestras vidas.
—No es cierto. Puedo no llevarme bien con él. Pero es toda la familia que tengo. Lo quiero ver feliz.
Ella le estudió la mirada, leyó arrepentimiento y tuvo la esperanza por el bien de él que fuera real.
—Ustedes dos pudieron haber estado muy unidos si no estuvieran tan ocupados destrozándose uno al otro.
—Simplemente me lo estoy imaginando. Aunque no sé si Joseph alguna vez cambiará ese modo de pensar. Jodí todo.
—Sip, lo hiciste. Pero no lo dejes escapar tan fácil. Lo que él hizo esta noche… —Ella apretó los labios y bajó la mirada.
Johnny le tomó la barbilla y le giró el rostro hacia él.
—Ánimo. Vi su cara después que te metiste en la ducha. Sabe que la jodió y está asustado.
Los ojos de _____ se llenaron de lágrimas, rápidamente pestañeó. Si Joseph sentía sólo un fragmento de su desesperación, entonces habría esperanzas.
—Bien. Lo dejaré quedarse así por algún tiempo.
—Hazlo —dijo en voz baja—. Tiene que apreciar lo que tiene en ti.
Abrió la puerta y se deslizó al suelo, los comienzos de una sonrisa tironeándole de los labios.
Johnny tocó la bocina y ella levantó la mano sin mirar atrás. Nunca miraba hacia atrás.



GRACIAS A TODAS LAS LECTORAS Y A TODAS LAS FANTASMAS TAMBIEN JAJAJAJAJ
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Mensaje por fernanda Sáb 26 Mayo 2012, 3:22 pm

AAAAAAAAAAAH!
POR FAVOR SÍGUELA!
no puedo creer todo lo que paso :O
enserio tienes que continuar! :X
fernanda
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Mensaje por @ntonella Jue 31 Mayo 2012, 3:00 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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Mensaje por SoryJonas Jue 31 Mayo 2012, 6:09 pm

siguela!
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Mensaje por @ntonella Sáb 02 Jun 2012, 12:03 pm

sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
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Mensaje por sofiii1 Sáb 02 Jun 2012, 3:20 pm

—¿Más flores? —preguntó Mavis, inclinándose sobre el jarrón lleno de margaritas y rosas color rojo anaranjado para inspirar el perfume.
—Uh-huh —dijo _____, fingiendo interés en el informe que estaba terminando—. Llévalas a la mesa de informes. Alegrarán el lugar.
—Y él volverá otra vez y pensará que no te gustaron.
—No quiero flores de él.
Mavis atrapó la nota situada entre las flores, leyéndola en vos alta.
—Lo siento. ¿Cuántas veces lo ha dicho?
—No llevo la cuenta —mintió _____—. Lo creeré cuando lo diga en serio.
Mavis cloqueó.
—Eres una mujer dura, _____ McIntyre.
_____ sonrió. No lo era. No realmente. Había descubierto que tenía un corazón grande y estúpido cuando llegó el primer ramo y rompió a llorar.
—Deja de vegetar, muchacha. Brody ya tiene las manos llenas con los problemas en el parque.
—¿En serio? —dijo _____, escribiendo SAVE y cerrando. Metió la mano en el cajón por la radio—. Olvidé encenderla.
—Te está esperando en el Mesquite Camping Ground. Dijo algo acerca de un pendenciero partidario de las fiestas y de encontrar algo interesante.
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Lo hice, pero estabas lejos, soñando. Tienen que haber sido las flores.
—Ya te dije. No me importan las flores.
—No, pero no puedes decir lo mismo del hombre que las envió. ¿Puedes? —dijo sonriendo.
_____ frunció el ceño, pero no pudo mantener la expresión por mucho tiempo. Los labios le temblaron con una sonrisa.
—Te veré más tarde, Mavis. —Agregó en tono seco—. Mejor ir al rescate de Brody. —Sacó las llaves del escritorio y se dirigió al vehículo, ansiosa por salir al sol y lejos de los guiños maliciosos y digresiones que había estado recibiendo del resto del personal del parque una vez que las flores habían comenzado a llegar.
Joseph no había faltado a enviarle algo hermoso para saludarla cada mañana durante la última semana.
No que ella pensase por un minuto que reconciliarse sería un suave paseo una vez que devolvió las muchas invitaciones que él había enviado.
Había pinchado el cuero bruñido de Joseph, penetrando profundo… aunque sabía que él no se había esforzado por luchar contra la atracción que estalló caliente entre ellos como yesca seca en un incendio forestal.
Que ella ejerciera ese tipo de poder sobre un hombre tan poderoso y masculino la emocionaba hasta la médula. No es que le facilitase trabajar el camino de regreso a sus favores y a su cama. El hombre merecía preguntarte si alguna vez lo perdonaría.
Sin embargo, las defensas lentamente se desmoronaban, más bien como esa cornisa en que se había encontrado encaramada. No estaba segura si duraría otro día.
Encontró a Brody, parado al borde de la carretera, haciéndole gestos con las manos.
—He oído que tienes las manos llenas —gritó cuando se bajó.
—Sip. ¿Qué te llevó tanto tiempo? ¿Soñar con rosas? —gruñó Brody, seguido de una sonrisa rápida que le marcó hoyuelos en las mejillas.
_____ lo fulminó con la mirada, pero se echó a reír.
—¿Qué tienes?
—Una fiesta fuera de control, que manejaré, pero tengo algo más, que es apropiado para ti.
_____ levantó la ceja y lo siguió por el camino de herradura. Un agujero recientemente cavado estaba colocado en el centro. Una pala y una caja de plástico colocado junto a él.
—Lo encontré justo así. Se ve reciente.
Otra caja de explosivos. _____ se arrodilló al lado de la caja y levantó la tapa. En el interior había una hoja doblada con una serie de coordenadas y una brillante brújula que el GPS de excursionistas, al lado de ella, requería.
Brody carraspeó.
Ella levantó la vista mientras él sacaba una pequeña caja de plástico de su bolsillo y se la entregaba.
—Tu misión, si decides aceptarla, agente McIntyre, es encontrar el siguiente premio.
Tomándola, _____ echó un vistazo al GPS y a la nota que sostenía y luego miró la expresión divertida de Brody.
—¿Qué está pasando aquí?
—¿Dónde crees que te llevarán estas coordenadas?
_____ las introdujo en el rastreador y señaló hacia el borde norte. El punto de luz en el mapa topográfico dentro de la pantalla de la pequeña computadora parecía como si estuviera justo en el medio de la propiedad de Joseph Jonas.
—Pensé que te podría gustar quedarte con esto —dijo Brody con un guiño.
_____ se levantó de la tierra, mirándolo con desconfianza. Algo se estaba cociendo.
—Está fuera de la propiedad del parque. ¿Por qué debería?
Brody puso los ojos en blanco.
—Dale al muchacho un descanso —dijo—. Sigue el rastro.
_____ se embolsó el rastreador.
—Está bien. Voy a morder. Me pondré en contacto contigo más tarde.
—Hazlo. Buena suerte.
_____ miró por encima del hombro cuando se volvió y vio la enorme sonrisa que rápidamente se borró del rostro de su amigo. Definitivamente, algo estaba marchando, sin embargo luchó contra la vertiginosa ráfaga de esperanza que se levantó en su interior al pensar en qué, o quién la estaría esperando al final del sendero.
¿No lo sabía?, las coordenadas la llevaban directamente de vuelta a la alambrada cortada que ella había visto antes de que Joseph la sacara a la rastra para un poco de placer vespertino.
Aparcó debajo del árbol de mezquite y apagó el motor, luego se abrió paso a través de la alambrada y hacia la seca hierba al borde del arroyo. Siguió el punto de luz hacia un recodo en el fondo del arroyo y miró a su alrededor.
Ningún revelador montículo de tierra estaba en las cercanías y ningún ranchero sexy la esperaba en el lugar. Pensando que había sido el blanco de una broma de mal gusto, se volvió para regresar a la camioneta y encontró a Joseph de pie en medio del sendero detrás de ella.
Su corazón dio un vuelco en el pecho. Levantó el GPS y la nota.
—¿Idea tuya?
Joseph negó con la cabeza.
—De Mavis. Fue la mejor de alrededor de una docena de ellas. Estaba desilusionada porque no me ajuste a su plan de resucitar la antigua costumbre comanche del secuestro. —Los labios de Joseph se curvaron en una lamentable sonrisa, que se desvaneció rápidamente cuando ella no la devolvió.
—¿Ustedes dos han estado conspirando? —dijo, manteniendo el tono parejo—. ¿Por qué?
—No me devolvías las llamadas.
—Tal vez no estaba dispuesta a hablar contigo.
El pecho de Joseph se levantó, luego cayó. La luz se opacó en sus ojos.
—Supongo que esto fue una mala idea. —Concluyo desviando la mirada—. ¿Te han gustado las flores?
_____ inclinó el mentón.
—¿A qué chica no le gustarían?
Arqueó una ceja oscura. Los ojos regresaron para trabarse con los de ella.
—Me refiero a lo que escribí en cada tarjeta.
La profunda trama de la voz y la necesidad evidente en las tensas facciones la convencieron. Una espiral de tensión, un delicioso indicio de expectativa se desplegó dentro de ella.
—Disculpa aceptada.
Tragó saliva y se acercó un paso.
—Johnny se ha ido.
—¿Sería cruel si digo que me alegro? No sabía cómo iba a mirarlo a los ojos a plena luz del día.
—Espero no se haya ido por mucho tiempo.
—¿Eso es un problema?
—Depende si puedes mirarlo a él y a mí y no volverte un cavernícola.
La boca de Joseph se crispó.
—Ver que me miras así es todo lo que quiero.
—¿Así cómo? —dijo sin aliento.
Sus manos se cerraron alrededor de los brazos de _____ y la atrajo hacia él.
—Como si no pudieras esperar ni un segundo más para tenerme deslizándome dentro de ti.
_____ acurrucó las caderas más cerca y Joseph separó más las piernas. Su polla se endureció contra el bajo vientre de ella.
—A pesar de todo este lugar no es el ideal —susurró—. ¿No pudiste haber colocado las coordenadas de tu dormitorio?
—No te quería corriendo en otra dirección.
_____ cerró los ojos y recostó la mejilla contra el hombro de Joseph.
—He terminado de correr. He terminado de luchar, al menos que ambos lo disfrutemos.
El pecho de Joseph tembló.
—Siempre ganaré. Soy más grande que tú.
—Soy más mala, pero te dejaré ganar.
Los brazos se deslizaron lentamente hasta rodear la cintura de _____.
—¿Por qué te gusta estar a mi merced? —preguntó, la mejilla acariciándole el cabello.
—Me gusta estar completamente accesible. Vulnerable. Tal vez incluso un poco temerosa.
—Jamás te lastimaré de nuevo.
—No hagas promesas que no te permitiré mantener.
—¿Te gusta ser zurrada?
—Una certera bofetada puede ser muy… inspiradora.
—¿La camioneta?
Levantó la cabeza y arrugó la nariz.
—Simplemente no quemaría mi culo tan pronto otra vez.
—¿Vienes a casa conmigo ahora?
Ella sonrió, luego gimió y asentó la frente contra el pecho de Joseph.
—No puedo. Estoy de servicio. Simplemente no puedo ausentarme.
—Estás cubierta.
Inclinó la cabeza hacia atrás para disfrutar de la maliciosa sonrisa que le curvaba los labios firmes.
—¿Mavis?
—Ella ha colocado una tapadera. Te fuiste a casa enferma. Te atrapó vomitando en el retrete.
Los ojos de _____ se ampliaron y le dio un puñetazo en el brazo.
—Todos van a pensar que estoy embarazada.
—¿Es una posibilidad?
La boca de _____ se abrió para negarlo, pero entonces recordó.
—No usaste condón. No estoy tomando la píldora.
Se encogió de hombros.
—Estoy sano.
—Yo también.
—¿Sería tan malo?
—Depende.
—Siempre estás moderando tus respuestas. ¿Lo sería?
—Depende de cómo te sentirías al respecto. Odiaría hacer que Mavis parezca una mentirosa. Una dulce señora mayor como ella. —_____ sonrió, relajándose cuando las manos de Joseph se movieron desde su cintura para rodearle las mejillas. Se levantó en puntas de pie para encontrarse con su beso—. Necesito una jodida escalera —murmuró cuando la boca de Joseph se levantó de la de ella.
—No cuando estamos horizontales, cariño.
_____ sonrió, sintiendo la vista un poco empañada y tratando de no dejarle descifrar la profunda satisfacción que sentía estando de pie dentro de su abrazo. No estaba dispuesta a darle todo lo que exigía… no todavía. Y no porque no hubiera pagado por lastimarla. Ella había hecho su parte de daño al corazón y al orgullo de Joseph.
Quería saborear el recorrido. Ni en un millón de años pudo imaginar querer a un hombre tan ferozmente.
Si todo lo que hubiera sentido fuera una fuerte atracción, podría haberle sacado partido por el puro placer y marcharse. Pero no había tenido prevista la persecución implacable de Joseph, que la había divertido y desconcertado. Había aterrizado duro en una pendiente resbaladiza y se había acercado peligrosamente a perder todo.
Cuando Joseph se dobló para capturarle sus labios de nuevo, se aferró de sus hombros y se levantó para encontrarlo a medio camino. Había pensado que escalar los acantilados era la máxima emoción, pero reclamar el corazón de Joseph simplemente podría resultar la mayor alegría.
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