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Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
●LalalandJonas† escribió:Ok, tengo que decirlo, soy FAN de la Taylor en la novela hahahaha ella es la mejooooor amigaaa hahahahahaha Ya me imaginaba yo las intenciones con las que habia sugerido que el Nick fuera el que cuidara a la rayis durante sus primeros dias en New York hahahaha Ojala & el plan de la Tay funcionee!!
Pleasee girl SIGUELAA & thanks por la bienvenida!
XOXO
Haha lo se a mi tambien me gustaria una mejor amiga asi(?.gracias por leer :)
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Muffin_Nickita_Jonas92 escribió:Jaja amo a Tay y a _____! y a Nick! una ternura que no sepa nada de herramientas y que le importe la opinión de ______!:D me encanto el capitulo y sobre todo lo que dijo Tay al final! Jaja venganza! Por favor, siguela pronto! Me has dejado intrigada con ese de que mañana pasa lo bueno!^.^ xoxxo<33'
Lo se es un tierno *-*,gracias por leer (:
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
DIOS MIO ESA TAYLOR CONSTE QUE SE ME HACE QUE NICK QUERIA ALGO CON _____ e_e SEGUILAAA PLZZZZ
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
JOE ES UN CELOSO Y TAY ES GENIAL!!!!!
NICK ESTA DOIDO POR LA RAYS!!!
SIGUELAAA!!!
NICK ESTA DOIDO POR LA RAYS!!!
SIGUELAAA!!!
*Stephanie*
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
heyitsnicktanii escribió:●LalalandJonas† escribió:Ok, tengo que decirlo, soy FAN de la Taylor en la novela hahahaha ella es la mejooooor amigaaa hahahahahaha Ya me imaginaba yo las intenciones con las que habia sugerido que el Nick fuera el que cuidara a la rayis durante sus primeros dias en New York hahahaha Ojala & el plan de la Tay funcionee!!
Pleasee girl SIGUELAA & thanks por la bienvenida!
XOXO
Haha lo se a mi tambien me gustaria una mejor amiga asi(?.gracias por leer :)
Hahahahaha Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii yo tambien quiero una amiga como ella haha Aww es que tu novela esta genial, tus adaptaciones son geniales!
.Lu' Anne Lovegood.
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Hola chicas como estan?espero que genial,de verdad me da mucho gusto que les este gustando la nove,y adivinen como estoy de buenas,por que hablo con mi mejor amigo haha (cosa que solo pasa los viernes &&' sabado les podre dos capis :lol!: espero que los disfruten &&' agradescanle a mi beffo Walter
Capitulo 4
_____ observó con satisfacción cómo Nick se quedaba con la boca abierta. Luego, lo vio bajar la vista a las cajas y se preguntó si habría indagado en su contenido.
-Pero puedes estar tranquilo -dijo ella-, porque no voy a seducirte.
-¿Por qué no? Quiero decir... claro que no. Acabamos de conocernos -mantuvo la vista en las cajas.
-Las has registrado -se atrevió a decir ella finalmente.
-¡Pero no a propósito! -se puso tan rojo como un tomate-. Usé las cajas como escalera y una de ellas se volcó. Tuve que volver a meter los libros.
-Oye, si vas a ser mi canguro tenemos que dejar las cosas claras. Lo que yo quiero es empaparme de la atmósfera de la gran ciudad, y eso incluye un montón de citas con un montón de hombres diferentes. Quiero ampliar mi visión del mundo, expandir mis horizontes, apreciar la variedad de...
-Hablando de eso, me gustaría señalar que si traes aquí a un hombre, va a dar por supuestas algunas cosas.
-Si traigo aquí a un hombre será porque quiero acostarme con él... a excepción de ti, claro.
-Bien -parecía estar inquieto-. Porque en cuanto vea esa... -señaló la cama con la mano-, no podrás hablar con él de otra cosa que no sea de sexo.
-Pero es que no quiero hablar de ninguna otra cosa. Ese hombre será uno de los elegidos para aumentar mi experiencia.
-¡Genial! Porque con una cama tan grande en medio de la salita no se podrá hablar de nada.
-Nick, ¿alguna vez te has acostado con una chica en el asiento trasero de un coche?
-No, yo...
-¡Por supuesto que no! Taylor dijo que tu familia es más rica que la reina Isabel... ¡Vaya! Eso ha sido de mal gusto, ¿verdad? No quería ofenderte, de verdad que no.
-No me has ofendido. Mi familia es más rica que la reina Isabel. Nunca me he montado en un utilitario a solas con una chica.
-No te has perdido gran cosa -dijo ella con un resoplido-. Bueno, el sexo es una cosa, pero hacerlo en un pequeño utilitario no es la mejor forma de disfrutarlo. Siempre hay alguien que sale con una torcedura o con un chichón. En invierno corres el peligro de congelarte, y en verano no puedes bajar las ventanas sin que los mosquitos te coman vivo. Y luego siempre está la posibilidad de que en el momento sublime aparezca la policía y te ilumine con una linterna. Eso basta para enfriar los ánimos más caldeados.
-Puedo imaginármelo.
-Por eso quería la cama más grande que pudiera encontrar.
Él le sostuvo la mirada por un largo momento.
-Lo único que digo es que eres consciente del mensaje que dejas implícito con la cama aquí.
Aquellos ojos marrones eran letales. _____ deseó otra vez que Taylor no se lo hubiera presentado tan pronto. Le habría gustado conocerlo algunas semanas después, cuando ya se hubiera organizado.
-Y como mi ángel de la guarda, tu obligación es advertirme de los mensajes que dé. Lo entiendo. ¿Quieres comprobar mi vestuario?
-Eh... supongo que podría echar un vistazo, pero no podré hacerme una idea de cómo te queda la ropa a menos que te la vea puesta. Quiero decir, en una percha no tiene forma ni...
-¡Vamos, déjate de bromas! -dijo ella sonriendo. Meg tenía razón: era un tipo agradable y concienzudo-. No te preocupes, Nick. Tendré mucho cuidado con las visitas. Y en cuanto al dosel, no tienes por qué ayudarme. Seguro que tienes otras cosas que hacer para esta tarde.
-No hay problema; puedo quedarme a ayudar - miró a su alrededor-. ¿Dónde está?
-En esa caja. Pero lo digo en serio; puedo hacerlo yo sola. Prefiero reservarte para esta noche.
-¿Perdón?
-Oh, lo siento -se sintió como una idiota-. Había pensado que esta noche empezarías con tu labor de canguro. Pero seguramente tengas una cita, considerando que es sábado y demás. No importa.
-Eh, no, no tengo ninguna cita. Me parece bien empezar esta noche.
-¿En serio? ¡Genial! -en el fondo no le importaba quién la acompañase aquella noche. Se moría de ganas por pasear por la Quinta Avenida, tomar una copa en cualquier club de jazz, o subir a la Estatua de la Libertad para maravillarse con la vista nocturna.
-¿Qué te gustaría hacer? -le preguntó él.
-¡Todo! -apenas podía esperar-. Quiero ir a algún pub donde toquen el piano o donde haya representaciones... ¡Oh, seguro que hay una pista de hielo en el Rockefeller Center!
-¿Te apetece ver algo en Broadway?
-Sí, pero esta noche no. Duraría demasiado tiempo, y además, a estas horas no será posible conseguir entradas para algo que merezca la pena.
-No te preocupes por eso. Yo puedo conseguir las entradas.
-Sí, bueno, y pagar un brazo y una pierna por ellas. Eso acabaría con mi presupuesto en un abrir y cerrar de ojos.
-No tenía intención de que pagaras tú.
______ se dio cuenta de que había otro punto que aclarar.
-Es muy amable por tu parte, pero seré yo quien pague lo mío. He pasado años ahorrando para la diversión neoyorquina. La semana pasada llevé diez huchas de monedas al banco. Mientras no gaste el dinero en una cena en Four Seasons, me debería durar una temporada.
-______, eso es absurdo. Durante las dos próximas semanas seré yo quien corra con los gastos. Así podrás emplear el dinero en comprar muebles o lo que necesites.
Ella cruzó los brazos al pecho. No le gustaba que etiquetasen sus planes de diversión como «absurdos».
-Lo que de verdad necesito es pasármelo bien en la ciudad. El único mueble que me hace falta para ello ya está aquí. Sé que ahorrar dinero en una hucha puede sonarle ridículo a un hombre con tantos recursos como tú, pero me ha encantado hacerlo. Ahora llega el turno de mi recompensa, y el dinero va a cumplir la función que tengo pensada.
-Pero...
-Tú ya has hecho bastante anulando tus posibles citas para hoy, y lo justo es que sea yo quien te invite. De hecho, eso es lo que voy a hacer.
-De eso nada. Si accedo a esto es por hacerles un favor a unos amigos.
-De acuerdo -aceptó ella. Un estremecimiento de placer le recorrió el cuerpo al oír su declaración.
Nick no sólo era guapo y agradable, sino muy sexy.
Por desgracia, seguro que a ella la veía como a una palurda. Era tarde para cambiar la primera impresión, pero tal vez pudiera impresionarlo si le mostraba la cama terminada, con el dosel y las sábanas puestas.
Naturalmente, nunca se acostaría con ella en esa cama, pero sería gratificante saber que lo había esperado. Y para ello tenía que mandarlo a casa y pedirle que volviera a las pocas horas, cuando la cama tuviera el efecto deseado.
-Si vamos a salir esta noche, me gustaría tomar un baño primero -dijo ella-. Así que no hace falta que nos molestemos con el dosel.
-¿Por qué no lo ponemos y lo dejamos todo listo?
-No importa. No creo que esta noche vaya a meter a nadie en la cama.
-¡En eso estoy de acuerdo! Y ya que estamos con las reglas, aquí va otra: si sales de este apartamento conmigo, tendrás que volver conmigo. Nada de traer a ningún extraño.
-¡Pues claro que no! Que sea una chica de campo no significa que no tenga educación. Si conozco a algún candidato, nos limitaremos a intercambiar los teléfonos. Y si me pregunta por ti le diré que eres gay.
-¿Qué?
-No quiero que piense que soy esa clase de chica que va quedando con otros hombres mientras sale con uno.
-Entonces haz el favor de decir que soy tu hermano o tu primo -le clavó su penetrante mirada-. Nueva York es más pequeña de lo que crees.
-No parecemos parientes -observó ella.
-No importa. Dilo de todas formas.
-Como quieras, si insistes...
Él suspiró y se rascó la nuca.
-¿Sabes? Para serte sincero te diré que no me seduce mucho la idea de parecer un chulo mientras tú te dedicas a pedir números de teléfono.
Ella dudó por un instante.
-Tal vez debamos olvidar todo esto -mientras más pensaba en pasar la noche con él, menos preparado lo veía para cumplir con su papel. Parecía empeñado en poner todas las restricciones posibles. Y ella había esperado su aventura demasiado tiempo como para tolerar cualquier obstáculo-. Seguro que Taylor lo entenderá, si te digo que no nos llevamos bien. Sabe lo difícil que puedo ser a veces, así que solo me culpará a mí.
Él negó con la cabeza.
-No, esto ya no tiene nada que ver con Tay. Ahora que te he conocido, no puedo dejar que vayas sola por Nueva York en tu primera noche de sábado. Y no te molestes en decirme que te quedarás en casa porque no te creeré.
-Claro que quiero salir -reconoció ella-. Llegue el jueves por la noche y pasé todo el viernes en la agencia. Taylor y Joe me llevaron a cenar, pero ella estaba muy cansada, así que nos fuimos temprano a su casa. Me pasé despierta casi toda la noche, deseando salir y explorar la ciudad.
-¿Qué te parece si hacemos un trato? -se metió las manos en los bolsillos traseros.
-¿Qué trato? -como cualquier mujer, era muy sensible ante aquella postura tan masculina.
-En esta primera noche no buscarás ninguna cita ni intercambiarás el teléfono con nadie. Yo seré tu única compañía, te enseñaré la ciudad y mañana volveremos a negociar las condiciones.
-De acuerdo -le gustaba la idea de ser su única cita.
-¿Seguro que no quieres colocar el dosel?
-Seguro.
-Bien, entonces te recogeré a las ocho.
-Estaré lista -iba a recogerla a las ocho.
Eso demostraba que ya estaba en la gran ciudad. En Virtue las citas empezaban mucho más temprano. Y también acababan mucho antes, ya que todo cerraba antes de las diez. A cualquier chica que alargase la hora se la consideraba automáticamente una ninfómana.
-¿Tienes un buen abrigo?
-Por supuesto -puso una mueca al pensar en su horrorosa chaqueta. Quería esperar a ver la última moda antes de comprarse un buen abrigo de diseño. Y tendría que esperar también a recuperarse del gasto de la cama.
-De acuerdo. Entonces, hasta luego -recogió su abrigó, le sonrió y salió por la puerta.
Capitulo 4
_____ observó con satisfacción cómo Nick se quedaba con la boca abierta. Luego, lo vio bajar la vista a las cajas y se preguntó si habría indagado en su contenido.
-Pero puedes estar tranquilo -dijo ella-, porque no voy a seducirte.
-¿Por qué no? Quiero decir... claro que no. Acabamos de conocernos -mantuvo la vista en las cajas.
-Las has registrado -se atrevió a decir ella finalmente.
-¡Pero no a propósito! -se puso tan rojo como un tomate-. Usé las cajas como escalera y una de ellas se volcó. Tuve que volver a meter los libros.
-Oye, si vas a ser mi canguro tenemos que dejar las cosas claras. Lo que yo quiero es empaparme de la atmósfera de la gran ciudad, y eso incluye un montón de citas con un montón de hombres diferentes. Quiero ampliar mi visión del mundo, expandir mis horizontes, apreciar la variedad de...
-Hablando de eso, me gustaría señalar que si traes aquí a un hombre, va a dar por supuestas algunas cosas.
-Si traigo aquí a un hombre será porque quiero acostarme con él... a excepción de ti, claro.
-Bien -parecía estar inquieto-. Porque en cuanto vea esa... -señaló la cama con la mano-, no podrás hablar con él de otra cosa que no sea de sexo.
-Pero es que no quiero hablar de ninguna otra cosa. Ese hombre será uno de los elegidos para aumentar mi experiencia.
-¡Genial! Porque con una cama tan grande en medio de la salita no se podrá hablar de nada.
-Nick, ¿alguna vez te has acostado con una chica en el asiento trasero de un coche?
-No, yo...
-¡Por supuesto que no! Taylor dijo que tu familia es más rica que la reina Isabel... ¡Vaya! Eso ha sido de mal gusto, ¿verdad? No quería ofenderte, de verdad que no.
-No me has ofendido. Mi familia es más rica que la reina Isabel. Nunca me he montado en un utilitario a solas con una chica.
-No te has perdido gran cosa -dijo ella con un resoplido-. Bueno, el sexo es una cosa, pero hacerlo en un pequeño utilitario no es la mejor forma de disfrutarlo. Siempre hay alguien que sale con una torcedura o con un chichón. En invierno corres el peligro de congelarte, y en verano no puedes bajar las ventanas sin que los mosquitos te coman vivo. Y luego siempre está la posibilidad de que en el momento sublime aparezca la policía y te ilumine con una linterna. Eso basta para enfriar los ánimos más caldeados.
-Puedo imaginármelo.
-Por eso quería la cama más grande que pudiera encontrar.
Él le sostuvo la mirada por un largo momento.
-Lo único que digo es que eres consciente del mensaje que dejas implícito con la cama aquí.
Aquellos ojos marrones eran letales. _____ deseó otra vez que Taylor no se lo hubiera presentado tan pronto. Le habría gustado conocerlo algunas semanas después, cuando ya se hubiera organizado.
-Y como mi ángel de la guarda, tu obligación es advertirme de los mensajes que dé. Lo entiendo. ¿Quieres comprobar mi vestuario?
-Eh... supongo que podría echar un vistazo, pero no podré hacerme una idea de cómo te queda la ropa a menos que te la vea puesta. Quiero decir, en una percha no tiene forma ni...
-¡Vamos, déjate de bromas! -dijo ella sonriendo. Meg tenía razón: era un tipo agradable y concienzudo-. No te preocupes, Nick. Tendré mucho cuidado con las visitas. Y en cuanto al dosel, no tienes por qué ayudarme. Seguro que tienes otras cosas que hacer para esta tarde.
-No hay problema; puedo quedarme a ayudar - miró a su alrededor-. ¿Dónde está?
-En esa caja. Pero lo digo en serio; puedo hacerlo yo sola. Prefiero reservarte para esta noche.
-¿Perdón?
-Oh, lo siento -se sintió como una idiota-. Había pensado que esta noche empezarías con tu labor de canguro. Pero seguramente tengas una cita, considerando que es sábado y demás. No importa.
-Eh, no, no tengo ninguna cita. Me parece bien empezar esta noche.
-¿En serio? ¡Genial! -en el fondo no le importaba quién la acompañase aquella noche. Se moría de ganas por pasear por la Quinta Avenida, tomar una copa en cualquier club de jazz, o subir a la Estatua de la Libertad para maravillarse con la vista nocturna.
-¿Qué te gustaría hacer? -le preguntó él.
-¡Todo! -apenas podía esperar-. Quiero ir a algún pub donde toquen el piano o donde haya representaciones... ¡Oh, seguro que hay una pista de hielo en el Rockefeller Center!
-¿Te apetece ver algo en Broadway?
-Sí, pero esta noche no. Duraría demasiado tiempo, y además, a estas horas no será posible conseguir entradas para algo que merezca la pena.
-No te preocupes por eso. Yo puedo conseguir las entradas.
-Sí, bueno, y pagar un brazo y una pierna por ellas. Eso acabaría con mi presupuesto en un abrir y cerrar de ojos.
-No tenía intención de que pagaras tú.
______ se dio cuenta de que había otro punto que aclarar.
-Es muy amable por tu parte, pero seré yo quien pague lo mío. He pasado años ahorrando para la diversión neoyorquina. La semana pasada llevé diez huchas de monedas al banco. Mientras no gaste el dinero en una cena en Four Seasons, me debería durar una temporada.
-______, eso es absurdo. Durante las dos próximas semanas seré yo quien corra con los gastos. Así podrás emplear el dinero en comprar muebles o lo que necesites.
Ella cruzó los brazos al pecho. No le gustaba que etiquetasen sus planes de diversión como «absurdos».
-Lo que de verdad necesito es pasármelo bien en la ciudad. El único mueble que me hace falta para ello ya está aquí. Sé que ahorrar dinero en una hucha puede sonarle ridículo a un hombre con tantos recursos como tú, pero me ha encantado hacerlo. Ahora llega el turno de mi recompensa, y el dinero va a cumplir la función que tengo pensada.
-Pero...
-Tú ya has hecho bastante anulando tus posibles citas para hoy, y lo justo es que sea yo quien te invite. De hecho, eso es lo que voy a hacer.
-De eso nada. Si accedo a esto es por hacerles un favor a unos amigos.
-De acuerdo -aceptó ella. Un estremecimiento de placer le recorrió el cuerpo al oír su declaración.
Nick no sólo era guapo y agradable, sino muy sexy.
Por desgracia, seguro que a ella la veía como a una palurda. Era tarde para cambiar la primera impresión, pero tal vez pudiera impresionarlo si le mostraba la cama terminada, con el dosel y las sábanas puestas.
Naturalmente, nunca se acostaría con ella en esa cama, pero sería gratificante saber que lo había esperado. Y para ello tenía que mandarlo a casa y pedirle que volviera a las pocas horas, cuando la cama tuviera el efecto deseado.
-Si vamos a salir esta noche, me gustaría tomar un baño primero -dijo ella-. Así que no hace falta que nos molestemos con el dosel.
-¿Por qué no lo ponemos y lo dejamos todo listo?
-No importa. No creo que esta noche vaya a meter a nadie en la cama.
-¡En eso estoy de acuerdo! Y ya que estamos con las reglas, aquí va otra: si sales de este apartamento conmigo, tendrás que volver conmigo. Nada de traer a ningún extraño.
-¡Pues claro que no! Que sea una chica de campo no significa que no tenga educación. Si conozco a algún candidato, nos limitaremos a intercambiar los teléfonos. Y si me pregunta por ti le diré que eres gay.
-¿Qué?
-No quiero que piense que soy esa clase de chica que va quedando con otros hombres mientras sale con uno.
-Entonces haz el favor de decir que soy tu hermano o tu primo -le clavó su penetrante mirada-. Nueva York es más pequeña de lo que crees.
-No parecemos parientes -observó ella.
-No importa. Dilo de todas formas.
-Como quieras, si insistes...
Él suspiró y se rascó la nuca.
-¿Sabes? Para serte sincero te diré que no me seduce mucho la idea de parecer un chulo mientras tú te dedicas a pedir números de teléfono.
Ella dudó por un instante.
-Tal vez debamos olvidar todo esto -mientras más pensaba en pasar la noche con él, menos preparado lo veía para cumplir con su papel. Parecía empeñado en poner todas las restricciones posibles. Y ella había esperado su aventura demasiado tiempo como para tolerar cualquier obstáculo-. Seguro que Taylor lo entenderá, si te digo que no nos llevamos bien. Sabe lo difícil que puedo ser a veces, así que solo me culpará a mí.
Él negó con la cabeza.
-No, esto ya no tiene nada que ver con Tay. Ahora que te he conocido, no puedo dejar que vayas sola por Nueva York en tu primera noche de sábado. Y no te molestes en decirme que te quedarás en casa porque no te creeré.
-Claro que quiero salir -reconoció ella-. Llegue el jueves por la noche y pasé todo el viernes en la agencia. Taylor y Joe me llevaron a cenar, pero ella estaba muy cansada, así que nos fuimos temprano a su casa. Me pasé despierta casi toda la noche, deseando salir y explorar la ciudad.
-¿Qué te parece si hacemos un trato? -se metió las manos en los bolsillos traseros.
-¿Qué trato? -como cualquier mujer, era muy sensible ante aquella postura tan masculina.
-En esta primera noche no buscarás ninguna cita ni intercambiarás el teléfono con nadie. Yo seré tu única compañía, te enseñaré la ciudad y mañana volveremos a negociar las condiciones.
-De acuerdo -le gustaba la idea de ser su única cita.
-¿Seguro que no quieres colocar el dosel?
-Seguro.
-Bien, entonces te recogeré a las ocho.
-Estaré lista -iba a recogerla a las ocho.
Eso demostraba que ya estaba en la gran ciudad. En Virtue las citas empezaban mucho más temprano. Y también acababan mucho antes, ya que todo cerraba antes de las diez. A cualquier chica que alargase la hora se la consideraba automáticamente una ninfómana.
-¿Tienes un buen abrigo?
-Por supuesto -puso una mueca al pensar en su horrorosa chaqueta. Quería esperar a ver la última moda antes de comprarse un buen abrigo de diseño. Y tendría que esperar también a recuperarse del gasto de la cama.
-De acuerdo. Entonces, hasta luego -recogió su abrigó, le sonrió y salió por la puerta.
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Cinco horas más tarde, Nick llamó con un silbido a un taxi y le dio al conductor la dirección de ______. En el bolsillo llevaba cuidadosamente doblado el itinerario que seguirían esa noche. Le había costado toda la tarde hacerlo, y estaba orgulloso del resultado. No se le presentaba todos los días la oportunidad de enseñar su ciudad favorita.
A él no le gustaba especialmente lo novedoso, pero con _____ estaba descubriendo lo emocionante que podía ser. En el rato que habían permanecido separados había tenido tiempo para analizar el efecto que una mujer así le producía. Taylor era muy ingenua al pensar que acabarían juntos, pero era innegable que existía cierta química entre los dos.
Era una lástima que _____ fuese amiga de Tay y de Joe. Si la hubiera conocido por su cuenta habría sido la compañera perfecta. Nunca hubiera imaginado que una chica de campo le interesase, pero tenía que reconocer que su falta de sofisticación lo excitaba. Se moría de impaciencia por ver su reacción al programa que había preparado.
También se la imaginaba saltando en la gigantesca alcoba. Podía imaginárselo con preocupante facilidad. Tenía que esforzarse por olvidarlo si no quería poner en peligro su amistad con Tay y con Joe. Especialmente con Joe.
Tal vez fuera el momento de buscar a otro amigo soltero con quien salir, pero no quería precipitarse. Los amigos como Joe no aparecían muy a menudo. La realidad era que no asumía el nuevo rol matrimonial de Joe.
Cuando el taxi se detuvo frente al bloque de ______, Nick estaba temblando de emoción. Se palpó el bolsillo para comprobar que el itinerario seguía allí, y le dijo al taxista que esperara. El creciente importe del taxímetro le haría salir cuanto antes del apartamento.
En el ascensor se preguntó si hubiera sido más rápido subir por las escaleras. Había llegado puntual, pero temía que ella lo estuviese esperando en el rellano, con el abrigo puesto y pateando el suelo con impaciencia.
Salió corriendo en cuanto las puertas se abrieron y llamó al timbre por segunda vez aquel día. La primera vez se había sentido impaciente y un poco irritado con Tay. En esos momentos sólo sentía impaciencia, pero por una razón distinta. Su respiración era diferente, y hasta los latidos de su corazón eran diferentes.
Tal y como se esperaba, _____ no tardó en abrirle la puerta. Pero no se había puesto aún el abrigo. De hecho, no se había puesto casi nada. Su falda negra era muy corta y ajustada, y dejaba ver unas piernas cubiertas con medias que le recordaron la foto de la boda.
Se forzó a no mirarle las piernas y alzó la vista. Entonces descubrió que el jersey negro era igualmente ceñido, y que se ajustaba a unos apetitosos pechos y a una cintura tan estrecha que podría abarcarla con las dos manos. Estaba... lista para la acción, pensó él mientras tragaba saliva.
-Vamos, entra -le agarró la mano y lo hizo pasar-. Quiero enseñarte la cama.
Nick no quería ver la cama. Solo quería irse de allí lo antes posible, pero ella lo arrastraba hacia el interior en penumbra.
Hasta entonces no se habían tocado, y la experiencia le resultó deliciosa. Su mano era cálida, suave y eléctrica. Pero el tacto no fue nada en comparación con la escena que había preparado.
Las velas chisporroteaban en los alféizares de las ventanas y sobre las cajas que había colocado como mesitas de noche. No había otra luz en la salita, por lo que los rincones sin amueblar se ocultaban en las sombras y la cama aparecía en toda su gloria.
Había conseguido montar el dosel ella sola. La pesada tela color marfil cubría el techo de la cama y separaba el interior con una cortina, dando el aspecto de una tienda árabe. Los almohadones y las sábanas eran de negro satén, y estaban dobladas hacia fuera insinuando una invitación.
-¿Qué te parece?
¿Parecer? Ningún hombre podría pensar ante semejante exhibición de fantasía sexual. Pero sí podía reaccionar, y Nick esperó que su abrigo de piel pudiera cubrir lo que le estaba pasando.
-¿Verdad que es preciosa? -volvió a preguntar ella.
-Es... um... muy... bonita.
-Es lo que siempre había soñado. Quería que vieras el resultado final. Así que dime, ¿qué te parece como hombre? ¿Lo ves demasiado femenino y recargado? Porque no quiero que a un hombre le cueste relajarse en esta cama.
-Yo, eh... -tuvo que aclararse la garganta, y entonces cometió el error de mirarla para responderle.
______ estaba apoyada en el mostrador de la cocina americana. La luz de las velas se reflejaba en sus rizos parecía enfatizar las curvas que mostraban la falda y el jersey.
-Estás dudando -dijo ella decepcionada-. Así que hay algo que no he hecho bien. ¿Qué es?
-No, nada... Es una cama estupenda.
-¿En serio? -la sonrisa le iluminó el rostro-. ¿De verdad lo crees?
-Sí.
-¿Quieres quitarte los zapatos y probarla? No me importa que arrugues las sabanas.
Nick se preguntó si sería tan ingenua como para pedirle algo así sin segundas intenciones. En cualquier caso, por nada del mundo se tumbaría en esa cama.
-¡Vamos, Nick! Yo ya la he probado, y te garantizo que es lo más cómodo que verás en tu vida. Seguí mi instinto al comprarla y ahí esta... Es perfecta.
Había otra razón que no recordaba y que le impedía aceptar la invitación. Era una sensación incómoda que... ¡El taxi! Lo había olvidado por completo.
Con un repentino alivio le dijo que el taxi estaba esperando en la calle.
-¡Oh!, ¿por qué no me lo has dicho antes? -corrió por la habitación soplando las velas.
-No importa. Es solo que... -dejó de hablar cuando ella apagó la última vela. La casa quedó completamente a oscuras, salvo por la débil luz que entraba por la ventana.
-¡Vaya! Parece que me he precipitado -dijo ella con una risita- Espera a que encuentre el interruptor
Nick no estaba dispuesto a quedarse a oscuras con aquella amenaza sexual. Avanzó a tientas hacia la puerta. Tendría que haber un interruptor en...
Los dos chocaron entre ellos y los dos gritaron asustados. El brazo de Nick le tocó el pecho y la pierna se enredó con las suyas. Tuvo que sujetarla para guardar el equilibrio.
-¡Lo siento! -se disculpó ella riendo-. Iba hacia la puerta.
-Yo también -la soltó cuando ambos se enderezaron, pero no lo bastante pronto como para evitar que la sangre le hirviera de deseo y lo conmocionara un apretón en la ingle.
Se quedó de pie intentando sofocar la necesidad. Siempre había sido muy bueno en eso, gracias al entrenamiento en reprimir las emociones que recibió de niño. Sus padres creían que las emociones eran muy poco oportunas, y aquello demostraba que tenían razón.
-Vale, acabo de encontrar un interruptor. Veamos qué enciende.
Se oyó un clic y una bombilla se encendió sobre la puerta, creando un efecto de foco en torno a _____. Ella sonrió y alzó los brazos.
-Les presentamos a... ¡Rose Lee!
Nick se quedó con la boca seca. Era preciosa, demonios. Demasiado hermosa para ignorarla.
-Bueno, ya está bien de tonterías -dijo ella- Voy por mi bolsa y nos iremos.
Él asintió. Se había quedado fascinado por la imagen bajo la luz. Se preguntó cómo era posible que Joe no hubiera apreciado su belleza.
Su amigo solo había dicho que era muy alegre. Pero claro, no se podía esperar otra cosa, estaba casado. Ella corrió hacia lo que originalmente fue el dormitorio y volvió enseguida con una pequeña mochila negra. De algún modo él consiguió llevarla hasta la puerta sin decirle que había cambiado de opinión y que quería probar la cama. En cuanto saliera del apartamento estaría a salvo. Ese era su único objetivo. Huir de aquel enorme lecho de pasión y de aquellos focos que convertían a ________ en una bailarina de striptease de ensueño.
A él no le gustaba especialmente lo novedoso, pero con _____ estaba descubriendo lo emocionante que podía ser. En el rato que habían permanecido separados había tenido tiempo para analizar el efecto que una mujer así le producía. Taylor era muy ingenua al pensar que acabarían juntos, pero era innegable que existía cierta química entre los dos.
Era una lástima que _____ fuese amiga de Tay y de Joe. Si la hubiera conocido por su cuenta habría sido la compañera perfecta. Nunca hubiera imaginado que una chica de campo le interesase, pero tenía que reconocer que su falta de sofisticación lo excitaba. Se moría de impaciencia por ver su reacción al programa que había preparado.
También se la imaginaba saltando en la gigantesca alcoba. Podía imaginárselo con preocupante facilidad. Tenía que esforzarse por olvidarlo si no quería poner en peligro su amistad con Tay y con Joe. Especialmente con Joe.
Tal vez fuera el momento de buscar a otro amigo soltero con quien salir, pero no quería precipitarse. Los amigos como Joe no aparecían muy a menudo. La realidad era que no asumía el nuevo rol matrimonial de Joe.
Cuando el taxi se detuvo frente al bloque de ______, Nick estaba temblando de emoción. Se palpó el bolsillo para comprobar que el itinerario seguía allí, y le dijo al taxista que esperara. El creciente importe del taxímetro le haría salir cuanto antes del apartamento.
En el ascensor se preguntó si hubiera sido más rápido subir por las escaleras. Había llegado puntual, pero temía que ella lo estuviese esperando en el rellano, con el abrigo puesto y pateando el suelo con impaciencia.
Salió corriendo en cuanto las puertas se abrieron y llamó al timbre por segunda vez aquel día. La primera vez se había sentido impaciente y un poco irritado con Tay. En esos momentos sólo sentía impaciencia, pero por una razón distinta. Su respiración era diferente, y hasta los latidos de su corazón eran diferentes.
Tal y como se esperaba, _____ no tardó en abrirle la puerta. Pero no se había puesto aún el abrigo. De hecho, no se había puesto casi nada. Su falda negra era muy corta y ajustada, y dejaba ver unas piernas cubiertas con medias que le recordaron la foto de la boda.
Se forzó a no mirarle las piernas y alzó la vista. Entonces descubrió que el jersey negro era igualmente ceñido, y que se ajustaba a unos apetitosos pechos y a una cintura tan estrecha que podría abarcarla con las dos manos. Estaba... lista para la acción, pensó él mientras tragaba saliva.
-Vamos, entra -le agarró la mano y lo hizo pasar-. Quiero enseñarte la cama.
Nick no quería ver la cama. Solo quería irse de allí lo antes posible, pero ella lo arrastraba hacia el interior en penumbra.
Hasta entonces no se habían tocado, y la experiencia le resultó deliciosa. Su mano era cálida, suave y eléctrica. Pero el tacto no fue nada en comparación con la escena que había preparado.
Las velas chisporroteaban en los alféizares de las ventanas y sobre las cajas que había colocado como mesitas de noche. No había otra luz en la salita, por lo que los rincones sin amueblar se ocultaban en las sombras y la cama aparecía en toda su gloria.
Había conseguido montar el dosel ella sola. La pesada tela color marfil cubría el techo de la cama y separaba el interior con una cortina, dando el aspecto de una tienda árabe. Los almohadones y las sábanas eran de negro satén, y estaban dobladas hacia fuera insinuando una invitación.
-¿Qué te parece?
¿Parecer? Ningún hombre podría pensar ante semejante exhibición de fantasía sexual. Pero sí podía reaccionar, y Nick esperó que su abrigo de piel pudiera cubrir lo que le estaba pasando.
-¿Verdad que es preciosa? -volvió a preguntar ella.
-Es... um... muy... bonita.
-Es lo que siempre había soñado. Quería que vieras el resultado final. Así que dime, ¿qué te parece como hombre? ¿Lo ves demasiado femenino y recargado? Porque no quiero que a un hombre le cueste relajarse en esta cama.
-Yo, eh... -tuvo que aclararse la garganta, y entonces cometió el error de mirarla para responderle.
______ estaba apoyada en el mostrador de la cocina americana. La luz de las velas se reflejaba en sus rizos parecía enfatizar las curvas que mostraban la falda y el jersey.
-Estás dudando -dijo ella decepcionada-. Así que hay algo que no he hecho bien. ¿Qué es?
-No, nada... Es una cama estupenda.
-¿En serio? -la sonrisa le iluminó el rostro-. ¿De verdad lo crees?
-Sí.
-¿Quieres quitarte los zapatos y probarla? No me importa que arrugues las sabanas.
Nick se preguntó si sería tan ingenua como para pedirle algo así sin segundas intenciones. En cualquier caso, por nada del mundo se tumbaría en esa cama.
-¡Vamos, Nick! Yo ya la he probado, y te garantizo que es lo más cómodo que verás en tu vida. Seguí mi instinto al comprarla y ahí esta... Es perfecta.
Había otra razón que no recordaba y que le impedía aceptar la invitación. Era una sensación incómoda que... ¡El taxi! Lo había olvidado por completo.
Con un repentino alivio le dijo que el taxi estaba esperando en la calle.
-¡Oh!, ¿por qué no me lo has dicho antes? -corrió por la habitación soplando las velas.
-No importa. Es solo que... -dejó de hablar cuando ella apagó la última vela. La casa quedó completamente a oscuras, salvo por la débil luz que entraba por la ventana.
-¡Vaya! Parece que me he precipitado -dijo ella con una risita- Espera a que encuentre el interruptor
Nick no estaba dispuesto a quedarse a oscuras con aquella amenaza sexual. Avanzó a tientas hacia la puerta. Tendría que haber un interruptor en...
Los dos chocaron entre ellos y los dos gritaron asustados. El brazo de Nick le tocó el pecho y la pierna se enredó con las suyas. Tuvo que sujetarla para guardar el equilibrio.
-¡Lo siento! -se disculpó ella riendo-. Iba hacia la puerta.
-Yo también -la soltó cuando ambos se enderezaron, pero no lo bastante pronto como para evitar que la sangre le hirviera de deseo y lo conmocionara un apretón en la ingle.
Se quedó de pie intentando sofocar la necesidad. Siempre había sido muy bueno en eso, gracias al entrenamiento en reprimir las emociones que recibió de niño. Sus padres creían que las emociones eran muy poco oportunas, y aquello demostraba que tenían razón.
-Vale, acabo de encontrar un interruptor. Veamos qué enciende.
Se oyó un clic y una bombilla se encendió sobre la puerta, creando un efecto de foco en torno a _____. Ella sonrió y alzó los brazos.
-Les presentamos a... ¡Rose Lee!
Nick se quedó con la boca seca. Era preciosa, demonios. Demasiado hermosa para ignorarla.
-Bueno, ya está bien de tonterías -dijo ella- Voy por mi bolsa y nos iremos.
Él asintió. Se había quedado fascinado por la imagen bajo la luz. Se preguntó cómo era posible que Joe no hubiera apreciado su belleza.
Su amigo solo había dicho que era muy alegre. Pero claro, no se podía esperar otra cosa, estaba casado. Ella corrió hacia lo que originalmente fue el dormitorio y volvió enseguida con una pequeña mochila negra. De algún modo él consiguió llevarla hasta la puerta sin decirle que había cambiado de opinión y que quería probar la cama. En cuanto saliera del apartamento estaría a salvo. Ese era su único objetivo. Huir de aquel enorme lecho de pasión y de aquellos focos que convertían a ________ en una bailarina de striptease de ensueño.
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Capitulo 5
Mientras bajaban en el ascensor ______ miraba con envidia el lujoso abrigo de piel de Nick. Lo hacía parecer oscuro y misterioso, como un espía. Y era lo que ella quería, en cuanto pudiese permitírselo. Se acabaron las ropas sencillas. Sería una mujer elegante, enigmática y peligrosa.
Pero lo primero había sido la cama, y esperaba no haberse excedido.
-En serio, Nick, quiero que me digas lo que piensas de la cama. Si crees que las sábanas son escandalosas, las cambiaré por otras que no griten «¡sexo!». Tal vez sea demasiado obvio.
Él se aclaró la garganta y ella notó que lo había hecho varias veces,
-No estarás pillando un resfriado, ¿verdad? Porque no quiero obligarte a salir si no te encuentras bien.
-Me encuentro muy bien -le aseguró él-. ¿Por qué crees que estoy enfermo?
-Bueno, estás muy callado, y no haces más que toser y aclararte la garganta. Hasta me ha parecido notar que tienes la voz un poco rasposa. Deja que te toque la frente.
Él se apartó para evitar que lo tocara.
-No tengo fiebre.
-Pues no me lo creo. No te muevas -intentó ponerle la mano en la frente y él siguió resistiéndose- A Taylor y a Joe no les gustaría que te sacara a la calle si estás enfermo.
Finalmente, él la agarró por las muñecas.
-No estoy enfermo, ¿de acuerdo?
-Oooh...
A ella le encantaba que un hombre se hiciera dueño de la situación. Era tan sexy, y sus manos eran tan fuertes... Igual que las de los granjeros con los que había crecido. Pero seguro que él no era tan torpe como ellos.
-¿Si te sintieras mal me lo dirías?
-Sí, te lo diría -dejó escapar un breve suspiro y la soltó.
Ella lamentó perder el contacto. Aquel tacto le había hecho desear más. Un hombre como Nick sabía cómo acariciar a una mujer. Tembló solo de pensarlo.
-¿Tienes frío? -le preguntó él-. ¡Santo Dios! No has traído ningún abrigo. No me explico cómo no me he dado cuenta -el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, pero él volvió a pulsar el botón del cuarto piso-. Tenemos que subir por tu abrigo. Ahí fuera hace frío.
-No quiero mi abrigo -pulsó el botón de bajada, pero era demasiado tarde.
-¿Cómo que no lo quieres? No puedes salir sin nada.
Ella puso una mueca de exasperación.
-He venido a Nueva York para huir de los consejos paternales. Tengo veintiséis años y saldré sin un abrigo si me da la gana -se había probado la chaqueta, pero, tal y como se temía, le daba un aspecto horrible.
-No puedes hablar en serio -dijo él-. ¡No llevas casi nada! Mírame a mí; voy con calcetines, camisa, chaqueta y un abrigo. Y tú solo vas con medias de nylon, una minifalda y un jersey fino.
¡Qué estupendo que se hubiera fijado con tanta atención en su ropa! _____ se preguntó si lo habría impresionado. A menos que estuviera equivocada, creía haber visto un brillo de lujuria en sus ojos... Perfecto.
-El único modo de sobrevivir ahí fuera es con un buen abrigo, largo y cálido.
-No tengo ningún buen abrigo largo y cálido.
-Pero algo tendrás. Nadie viene a Nueva York en enero sin algo de abrigo.
-Sí, tengo algo, y es horrible. Me niego a salir en mi primera noche con una chaqueta naranja y azul. Antes prefiero salir desnuda.
Él volvió a aclararse la garganta.
-¿Lo ves? Estás enfermo.
-No, no; no lo estoy -dijo él curvando los labios. Ella comprobó horrorizada cómo se estaba reprimiendo la risa.
Oh, Dios... sus peores temores se habían hecho realidad. Al gran hombre de ciudad lo divertía que la palurda de pueblo prefiriera pasearse desnuda antes que exhibir su horrible chaqueta por Nueva York.
Las puertas del ascensor se abrieron, y ella solo pudo pensar en escapar.
-¿Sabes qué? No tengo ganas de salir. Estoy rendida. Supongo que será por un efecto retardado del jet lag. Lo mejor será que me vaya a la cama. Buenas noches.
Él la agarró por el brazo antes de que llegara a la puerta.
-Espera.
______ sintió de nuevo aquella deliciosa conexión. Pero ya no era lo mismo. No podía excitarse sexualmente con un hombre que se reía de ella en secreto. Quizá también había pensado que la cama era ridícula. Por eso carraspeaba tanto. Lo que hacía era intentar controlar su risa.
Cuando lo conoció le había parecido un caballero medieval con un estricto código de honor. Por lo visto aquel código impedía que una dama saliera sin abrigo, lo cual era de agradecer, pero lo había estropeado todo por su sonrisa desdeñosa.
Aunque en aquellos momentos ya no sonreía, y sus marrones ojos parecían preocupados.
-Si esto es por el abrigo...
-¿El abrigo? -ella hizo un gesto con la mano-. No, claro que no. Me duele la cabeza.
-Seguro que tienes aspirinas en casa -él siguió con la mano en su brazo- . Vamos adentro.
A pesar de todo, a ella le encantaba la seguridad con la que le sujetaba el brazo. El jersey era tan fino que podía sentir las puntas de los dedos a través del tejido. La sensación le provocó tanto calor en el cuerpo que cualquier abrigo hubiera sobrado.
En cuanto él empezó a tirar de ella por el pasillo, la invadió un sentimiento de culpa.
-No me duele la cabeza -reconoció-. Es por el asunto del abrigo. Sé que te resulta ridículo, pero no soportaría salir con esa chaqueta. Tendría que haberlo previsto hace semanas, cuando fantaseaba sobre este momento. Pero no lo hice, y ahora no puedo comprarme un abrigo nuevo porque me lo he gastado todo en la cama, lo cual también te parecerá ridículo.
-No, de ninguna manera.
-Está bien -se preguntó si él se habría dado cuenta de que le estaba deslizando el pulgar por el antebrazo. Seguramente solo fuera un acto reflejo. -Puedes decírmelo. Me llevará un tiempo convertirme en una mujer sofisticada de la gran ciudad. Tiempo y dinero. De momento no puedo permitirme un abrigo como el tuyo, así que prefiero no llevar nada. No tendré frío si me muevo deprisa.
Él parpadeó de asombro.
-¿Te gusta este abrigo?
-Me encanta. Es como si tuviera escrito el nombre de Nueva York.
-Entonces la solución es muy simple -le soltó el brazo y empezó a quitarse el abrigo.
-Eh, ¿qué estás haciendo?
-Prestarte mi abrigo.
-¡Ni se te ocurra! -lo agarró por el cuello para impedir que se lo quitara-. ¡No lo hagas!
Él se detuvo.
-¿Temes parecer ridícula? Sé que te quedará un poco grande, pero puedes subirte las mangas. De largo te quedará bien, ya que a mí solo me llega por las rodillas.
-No temo parecer ridícula -al agarrarlo por el cuello comprobó la suavidad de la piel.
-Entonces póntelo -dijo él quitándose el abrigo, y se lo tendió.
Ella cerró los puños.
-Esa no es solución. Tú te quedarás sin abrigo, créeme si te digo que no aceptarás mi chaqueta.
-No importa. Nos pasaremos por mi apartamento y me pondré otro. Además, así podrás ver la mesita y las sillas plegables. Adelante, quítate la mochila y, pruébatelo -lo sostuvo por los hombros y lo sacudió.
-No estoy segura... -en realidad, se moría de ganas por introducir sus brazos en las mangas.
-Es lo mejor. Date la vuelta y póntelo.
Ella se rindió a la tentación. Dejó la mochila en el suelo y se dio la vuelta. Con un movimiento tan suave que le hizo contener la respiración, él le puso el abrigo. La sensación fue comparable a la de un orgasmo. El forro acariciaba el dorso de sus manos, y el olor a loción y a cuero hizo que le temblaran las rodillas.
Él la rodeó y la miró de frente.
-No está mal. Déjame que te suba las mangas.
Ella cerró los ojos mientras él le doblaba las mangas con un cuidado exquisito. Cualquier hombre que prestara tanta atención en arremangar un abrigo, sabría cómo excitar el cuerpo de una mujer.
-Átate el cinturón y recoge tu mochila.
Trudy abrió los ojos y lo vio mirarla con una expresión de ternura. Entonces supo que además de ser un amante experto, debía de ser dulce y cariñoso.
La idea la hizo temblar de emoción y le costó mucho trabajo atarse el cinturón. Sin dejar de temblar, se agachó para recoger la mochila y se la colgó a la espalda.
-Vámonos -la tomó del brazo y se dirigieron hacia el ascensor.
Aunque ella no podía sentir el tacto de su mano a través de la piel, estaba encantada de que la tocase con tanta despreocupación. No significaba nada, desde luego, pero algún que otro roce amistoso haría la noche más emocionante.
Y luego estaba la oportunidad de ver su apartamento. Se moría de curiosidad por saber cómo vivía un soltero en Nueva York. Así sabría cómo preparar el escenario adecuado cuando invitase a uno a su casa. Tenía que ver la cama de Nick para comprobar si la suya propia era de mal gusto.
Mientras bajaban en el ascensor ______ miraba con envidia el lujoso abrigo de piel de Nick. Lo hacía parecer oscuro y misterioso, como un espía. Y era lo que ella quería, en cuanto pudiese permitírselo. Se acabaron las ropas sencillas. Sería una mujer elegante, enigmática y peligrosa.
Pero lo primero había sido la cama, y esperaba no haberse excedido.
-En serio, Nick, quiero que me digas lo que piensas de la cama. Si crees que las sábanas son escandalosas, las cambiaré por otras que no griten «¡sexo!». Tal vez sea demasiado obvio.
Él se aclaró la garganta y ella notó que lo había hecho varias veces,
-No estarás pillando un resfriado, ¿verdad? Porque no quiero obligarte a salir si no te encuentras bien.
-Me encuentro muy bien -le aseguró él-. ¿Por qué crees que estoy enfermo?
-Bueno, estás muy callado, y no haces más que toser y aclararte la garganta. Hasta me ha parecido notar que tienes la voz un poco rasposa. Deja que te toque la frente.
Él se apartó para evitar que lo tocara.
-No tengo fiebre.
-Pues no me lo creo. No te muevas -intentó ponerle la mano en la frente y él siguió resistiéndose- A Taylor y a Joe no les gustaría que te sacara a la calle si estás enfermo.
Finalmente, él la agarró por las muñecas.
-No estoy enfermo, ¿de acuerdo?
-Oooh...
A ella le encantaba que un hombre se hiciera dueño de la situación. Era tan sexy, y sus manos eran tan fuertes... Igual que las de los granjeros con los que había crecido. Pero seguro que él no era tan torpe como ellos.
-¿Si te sintieras mal me lo dirías?
-Sí, te lo diría -dejó escapar un breve suspiro y la soltó.
Ella lamentó perder el contacto. Aquel tacto le había hecho desear más. Un hombre como Nick sabía cómo acariciar a una mujer. Tembló solo de pensarlo.
-¿Tienes frío? -le preguntó él-. ¡Santo Dios! No has traído ningún abrigo. No me explico cómo no me he dado cuenta -el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, pero él volvió a pulsar el botón del cuarto piso-. Tenemos que subir por tu abrigo. Ahí fuera hace frío.
-No quiero mi abrigo -pulsó el botón de bajada, pero era demasiado tarde.
-¿Cómo que no lo quieres? No puedes salir sin nada.
Ella puso una mueca de exasperación.
-He venido a Nueva York para huir de los consejos paternales. Tengo veintiséis años y saldré sin un abrigo si me da la gana -se había probado la chaqueta, pero, tal y como se temía, le daba un aspecto horrible.
-No puedes hablar en serio -dijo él-. ¡No llevas casi nada! Mírame a mí; voy con calcetines, camisa, chaqueta y un abrigo. Y tú solo vas con medias de nylon, una minifalda y un jersey fino.
¡Qué estupendo que se hubiera fijado con tanta atención en su ropa! _____ se preguntó si lo habría impresionado. A menos que estuviera equivocada, creía haber visto un brillo de lujuria en sus ojos... Perfecto.
-El único modo de sobrevivir ahí fuera es con un buen abrigo, largo y cálido.
-No tengo ningún buen abrigo largo y cálido.
-Pero algo tendrás. Nadie viene a Nueva York en enero sin algo de abrigo.
-Sí, tengo algo, y es horrible. Me niego a salir en mi primera noche con una chaqueta naranja y azul. Antes prefiero salir desnuda.
Él volvió a aclararse la garganta.
-¿Lo ves? Estás enfermo.
-No, no; no lo estoy -dijo él curvando los labios. Ella comprobó horrorizada cómo se estaba reprimiendo la risa.
Oh, Dios... sus peores temores se habían hecho realidad. Al gran hombre de ciudad lo divertía que la palurda de pueblo prefiriera pasearse desnuda antes que exhibir su horrible chaqueta por Nueva York.
Las puertas del ascensor se abrieron, y ella solo pudo pensar en escapar.
-¿Sabes qué? No tengo ganas de salir. Estoy rendida. Supongo que será por un efecto retardado del jet lag. Lo mejor será que me vaya a la cama. Buenas noches.
Él la agarró por el brazo antes de que llegara a la puerta.
-Espera.
______ sintió de nuevo aquella deliciosa conexión. Pero ya no era lo mismo. No podía excitarse sexualmente con un hombre que se reía de ella en secreto. Quizá también había pensado que la cama era ridícula. Por eso carraspeaba tanto. Lo que hacía era intentar controlar su risa.
Cuando lo conoció le había parecido un caballero medieval con un estricto código de honor. Por lo visto aquel código impedía que una dama saliera sin abrigo, lo cual era de agradecer, pero lo había estropeado todo por su sonrisa desdeñosa.
Aunque en aquellos momentos ya no sonreía, y sus marrones ojos parecían preocupados.
-Si esto es por el abrigo...
-¿El abrigo? -ella hizo un gesto con la mano-. No, claro que no. Me duele la cabeza.
-Seguro que tienes aspirinas en casa -él siguió con la mano en su brazo- . Vamos adentro.
A pesar de todo, a ella le encantaba la seguridad con la que le sujetaba el brazo. El jersey era tan fino que podía sentir las puntas de los dedos a través del tejido. La sensación le provocó tanto calor en el cuerpo que cualquier abrigo hubiera sobrado.
En cuanto él empezó a tirar de ella por el pasillo, la invadió un sentimiento de culpa.
-No me duele la cabeza -reconoció-. Es por el asunto del abrigo. Sé que te resulta ridículo, pero no soportaría salir con esa chaqueta. Tendría que haberlo previsto hace semanas, cuando fantaseaba sobre este momento. Pero no lo hice, y ahora no puedo comprarme un abrigo nuevo porque me lo he gastado todo en la cama, lo cual también te parecerá ridículo.
-No, de ninguna manera.
-Está bien -se preguntó si él se habría dado cuenta de que le estaba deslizando el pulgar por el antebrazo. Seguramente solo fuera un acto reflejo. -Puedes decírmelo. Me llevará un tiempo convertirme en una mujer sofisticada de la gran ciudad. Tiempo y dinero. De momento no puedo permitirme un abrigo como el tuyo, así que prefiero no llevar nada. No tendré frío si me muevo deprisa.
Él parpadeó de asombro.
-¿Te gusta este abrigo?
-Me encanta. Es como si tuviera escrito el nombre de Nueva York.
-Entonces la solución es muy simple -le soltó el brazo y empezó a quitarse el abrigo.
-Eh, ¿qué estás haciendo?
-Prestarte mi abrigo.
-¡Ni se te ocurra! -lo agarró por el cuello para impedir que se lo quitara-. ¡No lo hagas!
Él se detuvo.
-¿Temes parecer ridícula? Sé que te quedará un poco grande, pero puedes subirte las mangas. De largo te quedará bien, ya que a mí solo me llega por las rodillas.
-No temo parecer ridícula -al agarrarlo por el cuello comprobó la suavidad de la piel.
-Entonces póntelo -dijo él quitándose el abrigo, y se lo tendió.
Ella cerró los puños.
-Esa no es solución. Tú te quedarás sin abrigo, créeme si te digo que no aceptarás mi chaqueta.
-No importa. Nos pasaremos por mi apartamento y me pondré otro. Además, así podrás ver la mesita y las sillas plegables. Adelante, quítate la mochila y, pruébatelo -lo sostuvo por los hombros y lo sacudió.
-No estoy segura... -en realidad, se moría de ganas por introducir sus brazos en las mangas.
-Es lo mejor. Date la vuelta y póntelo.
Ella se rindió a la tentación. Dejó la mochila en el suelo y se dio la vuelta. Con un movimiento tan suave que le hizo contener la respiración, él le puso el abrigo. La sensación fue comparable a la de un orgasmo. El forro acariciaba el dorso de sus manos, y el olor a loción y a cuero hizo que le temblaran las rodillas.
Él la rodeó y la miró de frente.
-No está mal. Déjame que te suba las mangas.
Ella cerró los ojos mientras él le doblaba las mangas con un cuidado exquisito. Cualquier hombre que prestara tanta atención en arremangar un abrigo, sabría cómo excitar el cuerpo de una mujer.
-Átate el cinturón y recoge tu mochila.
Trudy abrió los ojos y lo vio mirarla con una expresión de ternura. Entonces supo que además de ser un amante experto, debía de ser dulce y cariñoso.
La idea la hizo temblar de emoción y le costó mucho trabajo atarse el cinturón. Sin dejar de temblar, se agachó para recoger la mochila y se la colgó a la espalda.
-Vámonos -la tomó del brazo y se dirigieron hacia el ascensor.
Aunque ella no podía sentir el tacto de su mano a través de la piel, estaba encantada de que la tocase con tanta despreocupación. No significaba nada, desde luego, pero algún que otro roce amistoso haría la noche más emocionante.
Y luego estaba la oportunidad de ver su apartamento. Se moría de curiosidad por saber cómo vivía un soltero en Nueva York. Así sabría cómo preparar el escenario adecuado cuando invitase a uno a su casa. Tenía que ver la cama de Nick para comprobar si la suya propia era de mal gusto.
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Cuando salieron a la calle el aire gélido la azotó en la cara. Nick tenía razón. Sin un buen abrigo se habría congelado en pocos segundos. Sintió otro remordimiento cuando vio el taxi y pensó en el tiempo que lo había hecho esperar.
-¡Yo pagaré a medias la factura del taxi! -gritó para hacerse oír por encima del viento y del tráfico.
-Ya lo veremos -le dijo al oído mientras le abría la puerta.
Al sentir el aliento contra su piel por poco se derritió, pero entonces recordó que si le había susurrado al oído era para no ponerse a gritar como ella. Y si su voz sonaba tan sexy era porque así debía de sonar cuando hablaba en voz baja.
El taxi se internó en el denso tráfico nocturno, y se dirigió hacia el apartamento de Nick como si fuera un asunto de vida o muerte. A ______ le encantaba aquella alocada forma de conducir. Era lo que había visto en las películas, y la hubiera decepcionado ver lo contrario.
Nick sacó un teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta e hizo una llamada. _____ oyó con emoción cómo hacía una reserva para cenar... ¡Para cenar! No se le había ocurrido semejante posibilidad cuando quedaron para salir a las ocho.
-Espero que puedas aguantar un poco -le dijo él-. He reservado mesa para las nueve.
-Estupendo -respondió con una sonrisa.
Se prometió que nunca sabría nada del sándwich que se había tomado una hora antes.
-¿Adónde iremos? -su deseo era ir a un sitio famoso como el 21 o Elaine's. Pero su cartera decía lo contrario.
-Es un pequeño restaurante tailandés. Tiene muy buena fama, y la sopa de limón es excelente.
-Suena genial -cosmopolita y étnico a la vez, pensó con satisfacción. Y aunque la sopa de limón le pareciera algo repugnante, se la comería sin dudarlo.
-Creo que te gustará. El dueño es un cliente mío. Hace un par de meses le facilité un buen aprovisionamiento, y desde entonces no hace más que insistir en que vaya a cenar con una pareja.
_____ lo miró con recelo; sospechaba que aquello fuera una farsa para que ella no tuviese que pagar.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente -respondió él con una sonrisa-. Pero reconozco que acepté su invitación para que tu cartera no se viera muy afectada. Sé que quieres pagar los gastos, pero no creo que tengas ni la más remota idea de lo caro que puede ser el entretenimiento en esta ciudad.
-Ya me lo advirtió Taylor -estar sentada a su lado, absorbiendo el dulce misterio de su sonrisa, era más entretenido que cualquier cosa que pudiera hacer en Virtue. No le importaba nada el dinero-. Pero no tendrías que llevarme a mí a ese sitio. Deberías haber aceptado la invitación con una cita de verdad.
-Esto es una cita de verdad.
-Oh -sintió un estremecimiento. Era muy emocionante oírlo decir aquello.
-Y además, quiero compartirlo con alguien que sepa apreciarlo. No quiero llevar a nadie que lo vea como una simple comida en un restaurante tailandés.
-Créeme, yo no lo veré así -esperó que no sirvieran pulpo o sushi, pero se prometió que comería cualquier cosas que le pusieran delante, incluso gusanos fritos. Tenía que demostrarle a Nick que no se había equivocado invitándola a ella.
-Ya hemos llegado.
Ella miró por la ventanilla y tragó saliva. El edificio tenía un conserje.
-¿Pasa algo?
-No, no -le dijo con una sonrisa, Todo es perfecto.
Nick estaba en serios problemas. Todo lo referente a aquella mujer lo fascinaba, y el deseo de llevársela a la cama crecía por momentos. Y saber que ella buscaba esa clase de experiencia hacía mucho más difícil luchar contra la tentación, Y esa cama... cielos, realmente pedía a gritos que en ella se desatara un apasionado encuentro sexual.
Mientras la ayudaba a salir del taxi, observó ensimismado lo bien que le quedaba su abrigo. Cuando se lo prestó había creído solucionar un problema, pero en vez de eso se encontraba con un problema mayor.
La visión de una rodilla desnuda entre los faldones lo torturaba sin remedio.
Tal vez fuera por los libros que había visto en su casa, o tal vez por cómo había sido su última aventura, que había terminado dos meses atrás por mutuo aburrimiento.
Pero en _____ nada podía resultar aburrido. Todo lo contrario. No podía apartar los ojos de ella, y mantuvo su mano sujeta cuando salieron del taxi y se dirigieron hacia la puerta. El tacto le resultaba delicioso.
Nunca había pensado antes en eso, pero no todas las mujeres sabían cómo estrechar las manos. _____ sí sabía. Su apretón era firme, pero no demasiado fuerte, y sus dedos lo tocaban como si estuviera encajando dos piezas de un puzzle. Estaba claro que sabía cómo mover su cuerpo, y no sólo por haberlo leído en libros de seducción. Parecía tener un talento innato.
Saludó a Ernesto, el conserje, con la cortesía automática que le habían inculcado desde que nació, y entraron en el vestíbulo.
-Un conserje -susurró _____ con admiración-. Nunca he atravesado una puerta sostenida por un conserje.
-Es un buen hombre. Su hija está intentando ser bailarina en Broadway
A Nick lo sorprendió poder hablar, cuando solo podía pensar en el cuerpo de _____ y en colmo iba a reprimirse para no seducirla.
Era muy bueno en la seducción, pero no podía hacerlo por las razones que se repetía una y otra vez. Además, era la primera noche de _____ en Nueva York, y seguramente no querría pasarla en el apartamento de un hombre. No era el recuerdo que había estado esperando tantos años.
-¡Mira el ascensor! Puedo ver mi cara reflejada en el metal. ¿Lo pulen a diario?
-Creo que dos veces al día -entraron los dos solos en el ascensor.
-Huele estupendamente a cera -dijo ella tomando una profunda inspiración.
-Seguramente también le den cera dos veces al día -se estaba convirtiendo en un maníaco del sexo. Nunca había pensado en untar de cera dos cuerpos desnudos...
La verdad era que nunca había probado nada nuevo en lo referente al sexo. La única novedad era cambiar de pareja muy a menudo, y siempre con mujeres de la misma clase. Empezaba a preguntarse en secreto si su sexualidad sería la de un hombre normal.
Para convencerse le bastaba con una simple mirada a ______. Entonces se sentía como un adolescente con las hormonas disparadas. _____ era completamente distinta a sus anteriores citas. Incluso olía de un modo diferente. Quizá él asociara un perfume de cien dólares el frasco con el aburrimiento sexual. ____ olía a vainilla, y él deseaba saborear cada centímetro de su piel.
-Hasta los ascensores son un regalo para mí -lo miró con sus grandes ojos verdes brillando de entusiasmo-. Creo que son tan sexuales... con ese cilindro subiendo y bajando por el hueco...
A Nick se le aceleró el corazón.
-Yo... eh... nunca lo había pensado así.
-Algún día tendré que hacerlo en un ascensor.
Si seguía hablando así, aquel día estaría a la vuelta de la esquina.
-¿Eso está bien?
-¿Lo has hecho tu alguna vez?
-No -por lo visto se había perdido casi todo.
-Supongo que estarás tan acostumbrado a usar ascensores que nunca se te ha ocurrido. Tienes que perdonarme por imaginar estas locuras. Y no te reprimas si tienes que llamarme la atención. Eso mejorara mis modales, y así no pareceré una palurda cuando empiece a salir con chicos de ciudad.
-Entonces, ¿esto que hacemos no es salir? -se sentía un poco ofendido por el comentario.
-No, esto no cuenta. Apenas me he sacudido las briznas de heno del pelo, así que aún estás con la chica de campo que soy. Pero dame un poco de tiempo y seré como cualquier mujer de Nueva York.
Él no supo qué responderle. Quería decirle que no cambiara, que siendo como era lo excitaba más que cualquier otra mujer...
Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron a tiempo y le evitaron dar una respuesta. Saber que ella no lo consideraba como un candidato para el sexo tal vez pudiera apagar su excitación, y así podrían entrar en su apartamento por el abrigo y nada más.
Contaba con eso.
Nose a ustedes pero a mi me da muchar ternura Nick :arre: al menos por el momento :twisted: haha espero que les gustaran los capitulos &&' les propongo algo si llegan a la pagina 5 mañana les subo maraton,que les parece?al fin que ya viene lo bueno :yonofui: ,bueno comenten mucho las quiero :hug:
-¡Yo pagaré a medias la factura del taxi! -gritó para hacerse oír por encima del viento y del tráfico.
-Ya lo veremos -le dijo al oído mientras le abría la puerta.
Al sentir el aliento contra su piel por poco se derritió, pero entonces recordó que si le había susurrado al oído era para no ponerse a gritar como ella. Y si su voz sonaba tan sexy era porque así debía de sonar cuando hablaba en voz baja.
El taxi se internó en el denso tráfico nocturno, y se dirigió hacia el apartamento de Nick como si fuera un asunto de vida o muerte. A ______ le encantaba aquella alocada forma de conducir. Era lo que había visto en las películas, y la hubiera decepcionado ver lo contrario.
Nick sacó un teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta e hizo una llamada. _____ oyó con emoción cómo hacía una reserva para cenar... ¡Para cenar! No se le había ocurrido semejante posibilidad cuando quedaron para salir a las ocho.
-Espero que puedas aguantar un poco -le dijo él-. He reservado mesa para las nueve.
-Estupendo -respondió con una sonrisa.
Se prometió que nunca sabría nada del sándwich que se había tomado una hora antes.
-¿Adónde iremos? -su deseo era ir a un sitio famoso como el 21 o Elaine's. Pero su cartera decía lo contrario.
-Es un pequeño restaurante tailandés. Tiene muy buena fama, y la sopa de limón es excelente.
-Suena genial -cosmopolita y étnico a la vez, pensó con satisfacción. Y aunque la sopa de limón le pareciera algo repugnante, se la comería sin dudarlo.
-Creo que te gustará. El dueño es un cliente mío. Hace un par de meses le facilité un buen aprovisionamiento, y desde entonces no hace más que insistir en que vaya a cenar con una pareja.
_____ lo miró con recelo; sospechaba que aquello fuera una farsa para que ella no tuviese que pagar.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente -respondió él con una sonrisa-. Pero reconozco que acepté su invitación para que tu cartera no se viera muy afectada. Sé que quieres pagar los gastos, pero no creo que tengas ni la más remota idea de lo caro que puede ser el entretenimiento en esta ciudad.
-Ya me lo advirtió Taylor -estar sentada a su lado, absorbiendo el dulce misterio de su sonrisa, era más entretenido que cualquier cosa que pudiera hacer en Virtue. No le importaba nada el dinero-. Pero no tendrías que llevarme a mí a ese sitio. Deberías haber aceptado la invitación con una cita de verdad.
-Esto es una cita de verdad.
-Oh -sintió un estremecimiento. Era muy emocionante oírlo decir aquello.
-Y además, quiero compartirlo con alguien que sepa apreciarlo. No quiero llevar a nadie que lo vea como una simple comida en un restaurante tailandés.
-Créeme, yo no lo veré así -esperó que no sirvieran pulpo o sushi, pero se prometió que comería cualquier cosas que le pusieran delante, incluso gusanos fritos. Tenía que demostrarle a Nick que no se había equivocado invitándola a ella.
-Ya hemos llegado.
Ella miró por la ventanilla y tragó saliva. El edificio tenía un conserje.
-¿Pasa algo?
-No, no -le dijo con una sonrisa, Todo es perfecto.
Nick estaba en serios problemas. Todo lo referente a aquella mujer lo fascinaba, y el deseo de llevársela a la cama crecía por momentos. Y saber que ella buscaba esa clase de experiencia hacía mucho más difícil luchar contra la tentación, Y esa cama... cielos, realmente pedía a gritos que en ella se desatara un apasionado encuentro sexual.
Mientras la ayudaba a salir del taxi, observó ensimismado lo bien que le quedaba su abrigo. Cuando se lo prestó había creído solucionar un problema, pero en vez de eso se encontraba con un problema mayor.
La visión de una rodilla desnuda entre los faldones lo torturaba sin remedio.
Tal vez fuera por los libros que había visto en su casa, o tal vez por cómo había sido su última aventura, que había terminado dos meses atrás por mutuo aburrimiento.
Pero en _____ nada podía resultar aburrido. Todo lo contrario. No podía apartar los ojos de ella, y mantuvo su mano sujeta cuando salieron del taxi y se dirigieron hacia la puerta. El tacto le resultaba delicioso.
Nunca había pensado antes en eso, pero no todas las mujeres sabían cómo estrechar las manos. _____ sí sabía. Su apretón era firme, pero no demasiado fuerte, y sus dedos lo tocaban como si estuviera encajando dos piezas de un puzzle. Estaba claro que sabía cómo mover su cuerpo, y no sólo por haberlo leído en libros de seducción. Parecía tener un talento innato.
Saludó a Ernesto, el conserje, con la cortesía automática que le habían inculcado desde que nació, y entraron en el vestíbulo.
-Un conserje -susurró _____ con admiración-. Nunca he atravesado una puerta sostenida por un conserje.
-Es un buen hombre. Su hija está intentando ser bailarina en Broadway
A Nick lo sorprendió poder hablar, cuando solo podía pensar en el cuerpo de _____ y en colmo iba a reprimirse para no seducirla.
Era muy bueno en la seducción, pero no podía hacerlo por las razones que se repetía una y otra vez. Además, era la primera noche de _____ en Nueva York, y seguramente no querría pasarla en el apartamento de un hombre. No era el recuerdo que había estado esperando tantos años.
-¡Mira el ascensor! Puedo ver mi cara reflejada en el metal. ¿Lo pulen a diario?
-Creo que dos veces al día -entraron los dos solos en el ascensor.
-Huele estupendamente a cera -dijo ella tomando una profunda inspiración.
-Seguramente también le den cera dos veces al día -se estaba convirtiendo en un maníaco del sexo. Nunca había pensado en untar de cera dos cuerpos desnudos...
La verdad era que nunca había probado nada nuevo en lo referente al sexo. La única novedad era cambiar de pareja muy a menudo, y siempre con mujeres de la misma clase. Empezaba a preguntarse en secreto si su sexualidad sería la de un hombre normal.
Para convencerse le bastaba con una simple mirada a ______. Entonces se sentía como un adolescente con las hormonas disparadas. _____ era completamente distinta a sus anteriores citas. Incluso olía de un modo diferente. Quizá él asociara un perfume de cien dólares el frasco con el aburrimiento sexual. ____ olía a vainilla, y él deseaba saborear cada centímetro de su piel.
-Hasta los ascensores son un regalo para mí -lo miró con sus grandes ojos verdes brillando de entusiasmo-. Creo que son tan sexuales... con ese cilindro subiendo y bajando por el hueco...
A Nick se le aceleró el corazón.
-Yo... eh... nunca lo había pensado así.
-Algún día tendré que hacerlo en un ascensor.
Si seguía hablando así, aquel día estaría a la vuelta de la esquina.
-¿Eso está bien?
-¿Lo has hecho tu alguna vez?
-No -por lo visto se había perdido casi todo.
-Supongo que estarás tan acostumbrado a usar ascensores que nunca se te ha ocurrido. Tienes que perdonarme por imaginar estas locuras. Y no te reprimas si tienes que llamarme la atención. Eso mejorara mis modales, y así no pareceré una palurda cuando empiece a salir con chicos de ciudad.
-Entonces, ¿esto que hacemos no es salir? -se sentía un poco ofendido por el comentario.
-No, esto no cuenta. Apenas me he sacudido las briznas de heno del pelo, así que aún estás con la chica de campo que soy. Pero dame un poco de tiempo y seré como cualquier mujer de Nueva York.
Él no supo qué responderle. Quería decirle que no cambiara, que siendo como era lo excitaba más que cualquier otra mujer...
Por suerte, las puertas del ascensor se abrieron a tiempo y le evitaron dar una respuesta. Saber que ella no lo consideraba como un candidato para el sexo tal vez pudiera apagar su excitación, y así podrían entrar en su apartamento por el abrigo y nada más.
Contaba con eso.
Nose a ustedes pero a mi me da muchar ternura Nick :arre: al menos por el momento :twisted: haha espero que les gustaran los capitulos &&' les propongo algo si llegan a la pagina 5 mañana les subo maraton,que les parece?al fin que ya viene lo bueno :yonofui: ,bueno comenten mucho las quiero :hug:
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
●LalalandJonas† escribió:heyitsnicktanii escribió:●LalalandJonas† escribió:Ok, tengo que decirlo, soy FAN de la Taylor en la novela hahahaha ella es la mejooooor amigaaa hahahahahaha Ya me imaginaba yo las intenciones con las que habia sugerido que el Nick fuera el que cuidara a la rayis durante sus primeros dias en New York hahahaha Ojala & el plan de la Tay funcionee!!
Pleasee girl SIGUELAA & thanks por la bienvenida!
XOXO
Haha lo se a mi tambien me gustaria una mejor amiga asi(?.gracias por leer :)Hahahahaha Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii yo tambien quiero una amiga como ella haha Aww es que tu novela esta genial, tus adaptaciones son geniales!
Haha deberiamos hacer un casting para conseguirnos una amiga asi :twisted: ,aws gracias :) que bueno que te gusten :bounce:
heyitsnicktanii
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Awwwws Nick es sumamente encantador! Pobrecito! Si supiera que _______ realmente si quiere salir con el y no precisamente a un restaurante tailandés!1313 Jaja por favor siguela pronto!;) oye... Y se pueden poner varios comentarios de una persona para la pagina 5 o no?:) bueno... De cualquier forma pondré unos cuantos!^.^
Muffin_Nickita_Jonas92
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Me alegro de que hayas hablado con tu amigo Walter! Si se llama así verdad?:$ y gracias por habernos subido otro capitulo! Eres genial!:)
Muffin_Nickita_Jonas92
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
No es muy común que haga esto pero... Tengo curiosidad!:) Como te llamas? Cuantos años tienes? De donde eres? Cual es tu color favorito? Cual es tu película favorita? Tu canción favorita? Que tipo de música te gusta? Que te gustaría estudiar? Te gusta One Direction? (Jeje ya se que soy muy preguntona, pronuncia hago esto y quería intentarlo, espero que no te moleste:D)
Muffin_Nickita_Jonas92
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Ummm, ese pronuncia de arriba no era eh? Jaja es que el iPod noble quiere y hace solito sus conjeturas de lo que realmente deseo decir!-.- ja ummm tengo otra pregunta! Te gusta la película de Up? Wall-E? O mejor dicho, cual es tu película favorita de Disney? Ok, por ahora lo dejo así!:) si puedo y si quieres mas tarde pongo mas comentarios!:) xoxxo<33'
Muffin_Nickita_Jonas92
Re: Pasiones encadenadas Adaptacion [Nick y tu]
Hola!!!! Nueva lectora :)
Me mata la cama jajja pobre nick
Siiiii quiero maraton siguela pronto si esta muy bunena la nove :)
Me mata la cama jajja pobre nick
Siiiii quiero maraton siguela pronto si esta muy bunena la nove :)
zai
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