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Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Empty Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.

Mensaje por MickyEche Mar 03 Nov 2020, 7:09 pm

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 SFEqK4u
PRIMERA CITA

MickyEche
Ana
x
Tyler

Tyler
 
La palabra “amor” por parte de ese extraño me deja pasmado. Mi mirada salta del hombre a Milah como si estuviera en un partido de tenis. Ella parece algo tensa e incómoda. No entiendo absolutamente nada por un instante, no obstante, mi cabeza hace click y el rompecabezas se arma en ella. 
 
“Él debe ser el prometido de Milah” ―  pienso. ― “Pobre idiota, si supiera que su novia quiere pretender que no existe.”
 
Sin embargo, todavía hay alguien que no logro encajar en la ecuación: el muchachito flacucho de rulos que parece querer matarnos con la mirada al señor prometido y a mí.
 
El tipo pomposo la abraza mientras la levanta del suelo, le da un beso y me sorprende la cara que pone de petrificada en ese instante, como si aquel beso no fuera bien recibido. Ella le susurra algo al oído y el pobre idiota, como he decidido apodarlo, sonríe. 
 
Esta escena es como una telenovela y, sinceramente, no estoy para estas cosas. Me decido a arreglar la rueda del señor flacucho y acudir a Milah cuando necesite que la salve de estos dos tipos cargados de testosterona. 
 
Siento la mirada de flacucho justo en mi nuca y, sin mirarlo, le digo:
 
No te preocupes, puedo con esto. Siéntate en los sillones de ahí señaló justo tras él. El tipo parece tan anonadado que lo hace sin rechistar.
 
―  Finn, él es mi amigo Tyler Harrison. la presentación me toma por sorpresa y no puedo evitar sonrojarme. Tomó el primer trapo que veo por ahí e intento limpiar mis manos para estrechar la suya que se está acercando, pero lamentablemente la mugre no sale. Sin embargo, no puedo rechazarlo por lo que la tomo, aunque mi mano esté llena de mugre.
 
Tyler Harrison. Soy Finheas Lowell, prometido de Milah. ¿Nos conocimos antes? ¿Te vi en la fiesta? Lo lamento, soy muy malo para los rostros. La amabilidad e ingenuidad del tipo me sorprende, está claro que no sabe lo que hace su novia cuando no ve. Miro a Milah mientras levanto las cejas en señal de ayuda.
 
No, no nos hemos encontrado. No soy esa clase de amigos de Milah la sinceridad con las que fluyen mis palabras me sorprende bastante y vuelvo a mirar a Milah, esta vez implorando ayuda antes de cagarla.
 
Tyler y yo somos amigos ocasionales. ¿En serio está diciendo eso? Aunque si el pobre hombre es tan idiota como creo, no va a notar la tensión sexual que había en al ambiente cuando entro al taller. ― ¡No! Es decir, Tyler y yo nos conocemos desde hace mucho, sólo que nos reencontramos después de la fiesta... por eso no lo recuerdas. 
 
Igualmente hermano, ni invitado por la reina de Inglaterra hubiese ido… tengo que salir de este lugar, o hacer que se vayan lo antes posible. Hago sonar mi garganta y me aparto de ellos. Sé que Milah me observa y también sé que piensa que soy un idiota. 
 
Tomo nuevamente la llanta de señor flacucho e intento hacer de cuenta que trabajo cuando solo estoy intentando escuchar las conversaciones a mis espaldas. El idiota sentado en el sillón parece darse cuenta y una risa burlista sale de este cuerpito escuálido. 
 
― ¿Tu amigo? Ni siquiera yo sé quién es. ― Dice aguantando una carcajada. Me sonrojo bastante. De alguna forma siento que nuestra relación de Milah se está volviendo ilegal en algún punto de esta conversación.
 
―Basta, Nick. ― ¿Nick? Me pregunto si será la persona que creo que es. Mi cabeza hace click por segunda vez y recuerdo el anillo colgando en el cuello de Milah y no en su mano ¿podrá ser posible que esta sea la razón por la cual Milah se siente tan desesperada por salir de este lugar? Creo que ya resolví la “x” de la ecuación.
 
― ¿Por qué no nos hablas de tu amiguito, Milah? Se veían tan entusiasmados compartiendo esa cerveza, que podría jurar que iba a besarte.                                                 
De pronto una vocecita suave que resuena todo el tiempo en mi cabeza aparece y ruego a ese Dios que aman mis padres que todo esto sea un sueño.
 
― Hola Tyler ― el ceño de Ana esta fruncido y su voz más grave, como si algo le hubiera molestado.
 
― ¿Un beso? ― dice Finheas confundido y sin duda incomodo por lo comprometedor que sonó eso lo expresado por señor flacucho alias Nick. Antes de siquiera presentarnos siento que lo odio bastante y siento algo de miedo por lo que pudo haber escuchado Ana ― Creo que deberíamos irnos. ¿Te parece? ― pregunta aún con la sonrisa amistosa, aunque ahora un poco forzada. 
 
Milah me lanza una mirada rápida antes de asentir, pero apenas se voltea su prometido, se voltea y le muestra el dedo medio hacia Nick, moviendo los labios con un “Jodete”
 
 ― Adiós, Mills. ― le dice el castaño con un tono sarcástico a Milah. 
Después de la rápida huida de Milah y señor prometido le digo a Ana lo más amable que me sale que se siente al lado del señor flacucho así puedo terminar rápidamente de arregla su rueda.

Cada tanta echo una mirada hacia Ana, aunque ella está muy concentrada en revisar el taller minuciosamente.
En cuanto termino tomo mi dinero y si hubiese podido le hubiera dado una patada para que se fuera don flacucho. Sinceramente, esta ha sido una de las tardes más vergonzosas que he pasado en toda mi vida.

Enjuago mis manos en la pileta del baño aun sin hablar con Ana. Cuando estoy cerca ella se pone de pie y me enfrenta con su mirada angelical.

— ¿Estabas tomando cerveza, Tyler? — pregunta y me siento respirar de nuevo. Si por supuesto que me iba a preguntar sobre el beso que no me di cuenta que también se había mencionado la bebida alcohólica.

— Si — respondo simplemente evitando dar más explicaciones.

— ¿Por qué lo haces? Sabes muy bien que La Palabra de Sabiduría son revelaciones de profetas donde dice claramente que no debemos…

— Lo sé, Ana, lo sé. Crecí en el mismo lugar que tú. Sé lo que dicen los profetas sobre el alcohol. Pero solo es un trago, eso no hace que sea alcohólico. Después de todo, esa es la preocupación de los lideres: que tengamos que ser dependientes de algo y no lo soy. — Respondo sabiendo que hay mucha verdad en mis palabras.

— Pero podrías serlo sino paras. — no puedo evitar que su carita me de ternura: los labios fruncido igual que el ceño, parece una bebé a punto de largar el llanto.

— Como digas. Igualmente, ¿Qué haces aquí, Ana? — intento cambiar de tema sé que si sigo no me dejara en paz hasta que le dé la razón, cosa que no pasara.

— No lo recuerdas, ¿no?

— ¿El qué? — busco en mi cabeza con mucha intensidad y no puedo encontrar que es lo que no recuerdo.

— ¡Tyler! — exclama Ana con pesadez mientras levanta sus brazos en señal de indignación.

— Ana, te juro que no lo sé. No entiendo el que tenía que recordar. Dame una pista: si no me acerco me dirás frio y si lo hago caliente, ¿quieres? — sonrió por mi idea.

— ¡Tyler, hoy es nuestra primera cita! — comienza la frase con voz baja para luego terminar gritándome.
No lo puedo creer, no puedo creer que lo olvide. Eso pasa cuando Milah da una vuelta con mi vida: de pronto olvido todo y mi mundo parece centrarse en ella. Sin embargo, después aparece Anita para darme una buena paliza de realidad, como lo hace justo en este preciso momento.

— No, ¿es hoy? — pregunto —¿Quiero decir, estas completamente segura? — reparo en su vestimenta y hay una confirmación inmediata. Trae un lindo vestido azul, con sandalias negras y un bolso negro también, sobrio, muy al estilo Ana. Cuando veo su cara, cuando realmente la veo detenidamente me doy cuenta que… — ¿Eso es maquillaje? — no puedo evitar decir mientras intento tocar su cara. Me da un chirlo en la mano.

— Si, es maquillaje. Pero ya veo que lo use para nada, así que mejor me voy.

Cuando comienza a dar media vuelta la tomo por el brazo:

— ¿Sabes? Voy a cerrar, vamos a mi departamento: me bañare, me cambiare y saldremos. — Digo mientras comienzo a juntar mis cosas.

— ¡No no no! Yo nunca he estado en un lugar sola con un hombre — dice Ana muy convencida de sus palabras.

— Anita, no te voy a hacer nada — digo acercándome poco a poco hasta estar frente a ella, logrando ponerla nerviosa. — ¿O acaso te da miedo?

— Cla… Claro que no, yo no temo a nada. Vamos — a pesar de la inseguridad en sus palabras, toma su bolso y se dirige a la salida en una señal clara de que nos tenemos que ir.

— Como digas, princesa Ana — digo y una gran sonrisa aparece en mi cara.

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 5O5YgJU


Ana.


El departamento está a un par de cuadras del taller, me siento bastante incomoda y mi rostro está comenzando a sudar gracias a todos los productos que me aplico mi hermana en la cara. Ella y Luke se encargaron de comprarme el vestido que traigo puesto. Mita me maquillo y se encargó de que las ondas en mi cabello estuvieran en su lugar. Cuando me traían en el auto de Luke parecían explotar de la felicidad, cuando baje del auto gritaron y aplaudieron como locos.

El lugar donde vive Tyler es un monoambiente bastante sucio y desordenado. Consta de una cocina, una mini nevera y un lavaplatos lleno. Una mesa redonda con solo tres sillas está en medio. Una cortina divide la “cocina” del “dormitorio”. La cortina esta corrida por lo que puedo ver una puerta justo en los pies de la cama, ese debe ser el baño.

— Voy a bañarme, espera por aquí — dice indicando el área en general. Toma algo entre las montañas de ropa que hay sobre una cajonera y desaparece tras la puerta.

Miro el desastre y lo vuelvo a mirar: esto es un asco. Mis tics me gobiernas y lo próximo que sé que estoy haciendo es ordenar todo el departamento. A la ropa la ordeno en distintos cajones, lavo los platos y limpio con un trapo los muebles. Cuando Tyler sale del baño tiene un departamento nuevo.

— ¿De verdad esta así esto? — parecía asombrado y contento a la vez.

— No pude contra mí, necesitaba hacerlo. — respondo levantando mis hombros.

— Es genial, gracias Anita.

— De nada… creo.

Tyler.


El departamento esta reluciente y Ana esta parada en medio de él con una sonrisa tímida. De pronto, con ella en la habitación todo parece mejor.

— Tenemos que irnos —digo. —No tenemos reservación, así que tendremos que buscar…

— O solo podríamos quedarnos aquí y comer comida para llevar — Ana me interrumpe.

Quiero decirle que sí, porque todo sería mucho más cómodo. Sin embargo, sé que tengo que hacer algo especial por ella.

— No, Ana, quiero que sea…

— Insisto — una sonrisita aparece en su cara y veo que está hablando en serio. No me queda más que decir:
—Bien, princesa Ana…


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— Asi que, déjame entender, cuando eras niño ¿yo te gustaba, no es así? — vuelve a preguntar riendo. Para mi es una confesión importante, pero ella parece tomarlo a la ligera por lo que yo también lo hago.

— Si, es verdad — comento riendo y tomando agua en copa de vino.

Ana de pronto se pone seria y me miras a los ojos, de tal forma que me siento intimidado.

— Tyler, dime la verdad. Tranquilamente podrías hacerte un lado y seguir con tu vida tranquila, ¿Por qué quieres intentar esto? — dice moviendo su mano entre nosotros. — ¿Por qué necesitas esto? — la sonrisa se mantiene en su rostro.

— Ana… Es difícil, a decir verdad. Simplemente deseo, pido, quiero… volver a sentir algo en mi espíritu, algo de lo que sentía cuando era niño. Algo que… nunca no he hablado con nadie de esto… simplemente quiero sentir — después de varias pausas siento que no he dicho nada, más cuando veo el rostro de Ana sé que me entendió, que sabe lo que realmente siento.

— Lo entiendo, Ty, de verdad lo hago.

A lo largo de la velada decidimos tácitamente no volver a hablar de sentimientos importantes, aunque todo lo que hablamos parece contener sentimientos importantes. Descubro a una Ana desenvuelta, simpática y llena de una sana energía. El coqueteo no falto, ella a pesar de querer sentirse segura se nota a leguas su nerviosismo y eso me deja fascinado.

Las cuatro de la mañana aparecen de forma muy rápida y cuando le propongo a Ana quedarse ella dice que sí. Ella toma mi cama mientras que yo duermo en el piso. Me estoy durmiendo, pero un sentimiento se mueve dentro de mí, creo que es esperanza y felicidad.


Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 5O5YgJU


Parece que no dormí más de dos horas cuando siento como abren la puerta de mi departamento y la cierran de una patada. Me incorporo rápidamente.

— Uy, esto no se ve bien — dice mi hermano mayor, Dylan mirando hacia a Ana y hacia mi.

emme





holi:
MickyEche
MickyEche


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Mensaje por 14th moon Mar 17 Nov 2020, 6:27 pm

*la canción: pov de Ariana Grande*
Mickyyy:
14th moon
14th moon


https://mickasouterspace.tumblr.com/

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Mensaje por lovesick Vie 20 Nov 2020, 9:29 pm

Mikaaaa:
lovesick
lovesick


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Mensaje por lovesick Dom 10 Ene 2021, 7:51 pm

#
What lovers do
Lovesick | Micky Eche | Flower | Especial P.1


<--inicia post de rol derecha-->
Milah&Nicholas
Intimacy+Passion-Commitment
NICHOLAS

Y podrás llamar a la línea de emergencia...
para decir mi nombre.
 
Podrás gritarles a todos que soy una sinvergüenza
con la paleta en la boca, y mi ron con coca,
que me llamas tonta porque mi boca te provoca.
 
Llama al 911 y diles que no te equivocas.
Que te dejo huellas y recuerdos de algunas de nuestras guerras.
 
Niña tonta.
No sé qué hacer conmigo para estar contigo.
No hablas pero sé que lo tratas.
Y a cada rato me dices: vas provocando un incendio
me quitas el aliento,
quiero que te detengas
porque estoy hecha trizas,
no importa el tiempo,
en el otoño o en el invierno,
y no te olvides de decirme que mis besos te saben a veneno.
 
Que mis palabras te matan porque no sé quedarme callada,
que creo en cuentos de hadas porque soy una mimada,
que por las noches arremolino la cama, y platico con tu alma.
 
Llama al 911... y diles que soy atómica, atípica,
qué me llamas amor y no entiendes la razón.
Que me amas mucho y tal vez yo...
 
Cierro el pequeño diario de un manotazo, Milah me lo había regalado adornado deliberadamente con tres párrafos de rimas simples en el último cumpleaños que pasamos juntos y luego yo se lo había devuelto con un cuarto, al final volvió a mi con otros dos.
 
Ese había sido el inicio del fin. 
 
Sacó el cigarrillo de mis labios contra el cenicero y me recuesto en el piso de lo que se supone que será la sala de estar de mi nuevo departamento, uno que aún está lleno de cajas, ropa tirada, ni siquiera a medio terminar. 
 
Un departamento en el que te sientes completamente solo, me dice aquella Milah de cabellos rosas y palabras cortantes que suele aparecer en mi vida cuando menos me lo espero, tiene esa sonrisa atrevida que solía amenazarme a cada segundo. 
 
― ¡Agh! ¡Tu ni siquiera estás aquí! ¡No eres real! ― Le grito. ― Eres un producto de mi soledad, la cual disfruto, sólo para aclarar, así que vete. 
 
¿Y entonces por qué me buscaste entre tus cosas? ¿Necesitabas recordar lo mucho que te amaba? 
 
Y ahí iba la primera pedrada. ― Pensaba tirarlo. 
 
Mientes. 
 
― Me amabas. Pasado. No estás aquí… ― Digo más para mi mismo. ― Estás con Finheas. Comprometida con tu beach boy californiano, niña tonta. ― Casi puedo estirar mi mano y llevarla hacia su nuca para atraerla hacia mi rostro. 
 
¿Por qué?
 
―No lo sé.— Y entonces, ahí acostado en el suelo comienzo a recordar lo que había sucedido hace dos meses:
 
¿Finheas?
¿Quién mierda es Finheas?
 
—¿Qué? — Dejo caer mi mano aun lado de mi cuerpo procesando el nombre que acaba de decirme, y entonces hace ese gesto perteneciente a los Townsend: enreda un mechón de su pelo rubio en sus dedos mientras se muerde el labio inferior de manera inconsciente. — ¿Un chico?  — No puedo evitar ceder ante mi propia curiosidad. — Por supuesto que sí. — Ella se había ido de Nueva York siguiendo mis pasos y al parecer en estos cinco años también había conocido a alguien más. La observó con detenimiento y por unos momentos me parece tan pequeña que no puedo evitar sentirme ligeramente mejor, no sé si lo que sale de mi es una risa burlona o un lamento. — Maldición, Milah. —No reconozco mi propia voz.
 
¿Acaso estaba engañando a ese imbécil y me estaba usando para ello?
 
— ¡Oh, por dios! — Milah soltó aire por las fosas nasales. — ¡No! —  Su expresión dura me acorrala, era obvio que ella sabría lo que pasaba por mi cabeza, siempre había sido así y esta no iba a ser la excepción.— ¡Killian tenía razón! ¡No sé qué esperaba de ti! Por qué siempre espero algo de ti cuando yo sé que… ¡Soy tan estúpida! 
 
— ¡Tienes toda la razón, no sé qué esperabas que yo te dijera! — Cerró los ojos con fuerza, y cuando los abrió, lo entendí todo porque esa mirada ya la había visto antes no sólo en ella sino también en Theodore, su padre, y era de decepción.
 
Dejé salir un suspiro pesado, volviendo a la realidad.

¿Seguro, Nick?
 
Recalque. — ¡No lo sé! ¡No sé porque te comprometiste con él!
 
Por unos segundos la voz se calló. 
 
― No sé porqué. ― Mi voz sale con cierto recelo, cierro los ojos por un momento esperando que ella desaparezca pidiendo que para cuando los abra, por fin pueda estar en paz pero eso no sucede porque también me invade aquel otro recuerdo de lo que había sucedido hace unos días en el taller:

― Adiós, Mills. ― El sarcasmo en mi voz es evidente y la veo caminar tras de su adorado Finn, en cuanto desaparece de mi campo visual giró a ver al mecánico sin perder tiempo. 

¿Y quién carajos eres tú?

Él me mira del mismo modo; si no fuera por la chica que está frente a él diría que se acercaría a ahorcarme, los iris azules como el mar se niegan a alejarse de mi por hacer el mundo de Milah arder; su gesto, el del chico,  lo encontré divertido, tan dispuesto a querer ser su príncipe azul.
 
Observo al par intercambiar unas cuantas palabras aún con él teniendo un ojo sobre mí, su amiga me brinda una sonrisita tímida al acercarse a los asientos pero estoy tan desconcertado con todo lo que acaba de pasar que ni siquiera puedo responderle el gesto, ver a Milah irse me deja un mal sabor de boca que lo único que quiero es llegar a casa, embriagarme y escribir un poco antes de volverme loco. 

El mecánico hace su trabajo en un santiamén por suerte y en cuánto le pagó le sonrió de oreja a oreja. ― ¿Se te ofrece algo más? ― Pregunta cortante. 

— ¿Cuándo la conociste? — Lo tomo desprevenido pero antes de que me responda termino con esto. —Olvidalo. Ha sido todo, Tyler Harrison. — Anunció yo antes de subir a mi auto.

Vuelvo a la realidad en cuanto abro los ojos, Milah está recostada a mi lado. 
 
1869 días, Nick.
1869 días me tomó volver a la ciudad que tanto amo. 
 
Me levanto del suelo buscando todo lo necesario, el traje colgando de un gancho sobre la puerta, la cartera en la barra, y aquel maldito boleto. Mis pies se mueven de manera rápida a través de los escalones y cuando llegó a las calles de Nueva York me doy cuenta de que mi corazón palpita con fuerza dentro de mi pecho, me inclino sobre mis piernas cuando reconozco esto, lo he sentido antes.
 
Me sentía vacío. 
Y yo solo me lo había provocado.
 
Las palabras de mamá diciéndome que en mi habitación no encontraría las respuestas se fijan en mi mente como un mantra mientras miro el reloj en mi mano y de inmediato caigo en la cuenta de que me he olvidado de todo el manojo de llaves que poseo pero en especial las del coche las del coche, así que me acerco a la acera y como cualquier neoyorquino levantó el brazo. —¡Taxi!
 
MILAH
 
¿Te crees eso de que todas las grandes historias de amor son trágicas?
 
Las luces dentro del Opera se apagan dejándonos a todos en completa oscuridad, las luces amarillas brillan sobre la escenografía, primer acto; en un pueblo de la época medieval hay un hombre que está enamorado. 

Albrecht es un hombre noble que también está interesado en la misma mujer que el primer hombre, que es cazador, y ella al parecer está encantada de ese noble que se hace pasar por otro pueblerino. 
 
Evito asomar la cabeza por cualquier espacio donde pueda echar a mirar hacia el público, escuchar su voz en mi cabeza sólo es señal de lo poco concentrada que me encuentro. ― No ahora, Milah. No ahora. ― Me pellizco las mejillas e intento controlar mi nerviosismo repentino.
 
Es el último espectáculo por parte del Sr. Edevan y la compañía aquí en Nueva York pero posiblemente era uno de los más importantes para cualquier bailarín como yo, ya que el American Ballet Theatre había hecho la petición de ofrecer una fecha más con la intención de reclutar e invitar a unos cuantos miembros para presentarse junto con ellos en las próximas fechas. 
 
Yo me quedaría porque había sido invitada para ser colaboradora en unas cuantas clases de universidades cercanas, pero ensayar y bailar con otra compañía importante era otro nivel.
 
La ambición… ¿No te recuerda a alguien? 
 
Escucho mi señal y lo interesante del ballet es que siempre puedo ser alguien más; me mentalizo en que estoy aquí, en el lugar donde siempre soñé estar, en la primera última vez de este gran acto siendo Giselle. 
 
Y todo se siente como un sueño, sonrió y salgo de una de las pequeñas casitas con un Tendu, seguido de un Pas couru mientras escuchó la ovación del público y me dirijo hacia el centro del escenario. 
 
NICHOLAS

― ¿Conoce otro camino? ― Preguntó desde la cabina de atrás metiendo la cabeza dentro del taxi al ver que el tránsito en New York le provocaría estrés con solo mirarlo. 
 
― Estamos literalmente en la vía del centro, aunque conociera otro camino no podría llevarte a él desde acá. ― Baja su vidrio y estira su cuerpo para meter uno de los vidrios laterales ya que segundos después pasa alguien con su moto. ― ¿Acaso tienes prisa? A donde quiera que vayas, llegarás tarde de cualquier manera. 
 
Saco un par de billetes antes de bajar del taxi y echar a correr entre los autos, dándoles una ligera palmada para que me noten antes de que alguno me atropelle. 
 
Nunca he tenido una gran resistencia, siempre he sido muy delgado, torpe e irritante. Correr con un traje debería ser considerado un deporte, siento que en cualquier momento resbalaré por la acera y con mi falta de suerte terminaré con algo más que un moretón.
 
MILAH
 
Debo ir a la par de Loys con unos Attitude fuertes y elegantes, la historia continua con un pueblo en época de celebración, donde todos se divierten y danzan, sin embargo a la fiesta entran un príncipe y su hija, Bathilde. Todo parece ir de maravilla, tanto que la madre de Giselle les ofrece posada en su casa. 
 
Pero más adelante, Hilarión trata de demostrar con una espada que Loys es un noble, y aún con esto Giselle decide creer en su amado tan ciega y estúpidamente, sin embargo Hilarión no se rinde y no hace más que tocar el cuerno que hace el llamado a los nobles y su séquito de cacería donde Bathilde reconoce a Albercht que sin descaro toma su mano; Giselle pide explicaciones negándose a creer la verdad y comienza a perder la cabeza por un corazón roto. 
 
Mis manos viajan hasta mi cabello y jalan la pequeña tiara de flores que le ha brindado Bathilde a Giselle, mi cabello cae a los lados y giro hacia el público donde las luces me vuelven su foco de atención; siento mi corazón latir mil por hora mientras camino en el escenario, no veo en lo absoluto los rostros que han venido a ver el ballet y es un alivio porque me hace sentir a salvo, mi rostro se arruga de dolor de pronto por esta ironía y mi espalda se encorva mientras me abrazo a mi misma porque parece que estoy en una declaración de guerra y también una redención. 

Giro, salto y corro con todos y para todos, para finalmente ir una vez más tras los brazos de Albercht quién me sostendrá unos cuantos segundos antes de dejarme caer al suelo y morir. 
 
NICHOLAS
 
Llegó a la explanada del Opera con el boleto en los labios y el saco negro en mis manos, creo que he corrido más de una manzana y por alguna razón aún no estoy cansado, sino todo lo contrario, aunque mi corazón late con fuerza y respiro con pesadez nada importa, cuando cruzo el umbral me obligo a caminar en vez de correr.
 
― Holanecesirtoentrar. Este… este es mi boleto. ― El hombre del otro lado me observa con curiosidad mientras hago un esfuerzo por recuperar el aliento. ― Por favor. 
 
― Lo lamento, señor. El segundo acto ya ha iniciado hace cuarto de hora y ...
 
― La mujer… la bailarina… Milah. ― Busco precipitadamente su rostro para señalarlo y lo encuentro en uno de los pósteres que tienen en la pared. ― Giselle, ella es, bueno… — Contarle mi vida me hace sentir incomodo que llevo unos dedos hacia el cuello de la camisa para aflojarlo. —  Fue mi novia, ¿si? Quiero estar aquí. Necesito verla. Seré extremadamente silencioso. ― Le pido a duras penas mientras que observo todo el lugar, jamás había entrado y me sentiría más atraído a lo bello que es si no tuviera prisa. ― Por favor. 
 
El hombre parece pensárselo un poco tal vez porque estoy sudado o porque mi historia lo ha conmovido, lo que sea, solo espero que funcione. ― Lo lamento, señor. No puedo dejarlo pasar. 
 
― Por favor. — Sé que he puesto al hombre en una situación incómoda así como también sé que el protocolo es rechazarme y si sigo insistiendo posiblemente llamara a seguridad. — Haré lo que sea. — Digo sonando muy prometedor. ― ¿Quiere dinero? No tengo mucho conmigo ahora pero yo puedo ofrecerle… 
 
¡A la mierda!
 
Brinco la cinta que me separa de las escaleras adornadas por una gran alfombra roja y tragó saliva antes de comenzar a subirlas casi a zancadas.― ¡Señor! ¡Señor vuelva acá o llamaré a seguridad! 
 
― ¡Entenderé si los llama! ― Grito de regreso, recordándome a una época donde Killian, Milah y yo corríamos por los pasillos de la escuela para huir de las clases, pero la fantasía de entrar por cualquiera de las puertas se ve arruinada a mitad de camino, dos hombres ya me esperan en uno de los caminos de la escalera porque es de esas que divide su estructura en dos, pero por el otro lado también ya hay seguridad que no me queda de otra más que levantar las manos y dejar que me escolten. 
 
MILAH
 
En este punto, Albercht delira con el alma de Giselle y comparten un baile en la oscuridad del bosque, cerca de la tumba de Giselle alejándose apenas con un  par de Grand Jeté.
 
¿Por qué sigue amando a quien la condenó?
 
Y lo siento, es como una corazonada de lo que esta apunto de pasar y comienza a suceder en cámara lenta, al caer del último Grand Jeté posiciono mal el peso de mi cuerpo sobre mi pie perdiendo el equilibrio y caigo en el escenario. 
 
Es inevitable que los espectadores exclamen un: ¡Oh! que me pone los pelos de punta, a penas me reincorporo, terminó con los pasos que debo antes de salir del telón seguida de Ulises unos segundos después. 
 
Inclino mi cuerpo hacia adelante sobre mis rodillas creyendo que en cualquier momento vomitaré, mientras mis compañeras pasan posando una mano sobre mi hombro ajenas a todo lo que me está pasando. ―¿Crees poder salir? ―Pregunta Ulises mientras me limpió las lágrimas que ya se deslizan sobre mi mejilla, también escucho a alguien ordenar que llamen a mi suplente.
 
― ¡Yo lo haré! ― Digo en un pequeño grito. ― Yo lo haré. Maldición. ― Muevo los dedos de los pies por dentro de la zapatilla y el dolor que siento no es nada más que el del esfuerzo que he hecho. ― Estoy bien. ―  Tampoco veo sangre, lo que significa que me he vendado muy bien o no me he roto nada aún, pero al dar un paso de prueba siento la molestia de una torcedura. 
 
Le hacen el llamado a Ulises y sin que nadie pueda interponerse me colocó en mi posición para salir a mi señal tras una de los telones. 
 
Lo siguiente que sucede es que las Willis que como almas vengativas matan a Hilarión y después querrán hacer lo mismo con Albrecht. 
 
Me siento como una paria al salir pero logro realizar la coreografía con el dolor punzando mi pie, Ulises me observa con una pizca de inseguridad en cada movimiento como si temiera lastimarme, toma de mi cintura y me eleva un par de veces por los aires como Giselle, quién le ha suplicado a la reina de las Willis perdonar el alma de Albrecht, y finalmente Giselle al carecer de odio es también liberada. 
 
Cuando las luces se apagan y cierran el telón a penas si soy consciente de que el espectáculo ha terminado. 
 
NICHOLAS
 
Billy entra por detrás de la barra, viene con unos pantalones negros de tela y una camiseta del mismo color, no puede evitar hacer ese gesto de preocupación que hacen los amigos cuando ven a alguien dispuesto a dejar que su vida se vaya por la borda. 
 
― Los letreros dicen que habrá Jazz en vivo. ― Digo mientras revuelvo mi trago. ―  ¿A dónde fuiste? ― Le pregunto para variar. 
 
― Opera Metropolitan.― Suelta el rubio mientras me llena mi vaso, se pasa una mano por detrás de la cabeza sin dejar de observarme. Seguramente Monique, la madre de Milah, lo había invitado.― ¿Cuánto tiempo llevas así? 
 
― Una hora y media, tal vez. ― Una leve risa me invade de pensar lo cerca que estuve.―  ¿Ella vendrá, verdad? ― Le preguntó.
 
― Claro que lo hará, pero si fuera tú, hoy me mantendría a raya con cualquier locura.― Dice como si quisiera que me tomará su consejo de manera seria. 
 
― ¿Por qué? Creí que mi inestabilidad era una de mis cualidades. 
 
― Porque se ha caído mientras bailaba, Nick. ― Se mete a la boca una cereza en almíbar que ha sacado de alguno de los contenedores tras la barra. Debe estar furiosa consigo misma, pienso al instante.― No creo que tolere que si quiera el hecho de que estén bajo el mismo techo. 
 
― Soy un cliente habitual del Theo's desde siempre, además no me he metido en problemas. ― Aún. 
 
― Ok, buena suerte con ello.― Vuelve a meterse una de las cerezas a la boca y se escucha como truena bajo sus dientes. ― Y sólo para aclarar, si se les ocurre inciar otra pelea no dudaré en dejar que la policía se los lleve a ti... o a ti ― Dice inclinando la cabeza hacia otra dirección. 
 
― Milah. ― Está de pie a mi lado, metida en un bonito vestido negro con una chamarra deportiva encima, mi indiscreción me lleva a mirarle las piernas y efectivamente alcanzó a ver la venda en uno de sus pies. 
 
Ella pasa de mi, se recarga sobre la barra y levanta una mano. ― Una ronda de tequilas dobles. 
 
No sabía exactamente cómo iniciar una conversación con ella ahora que estaba aquí. Así que agarro fuerzas mientras bebo un sorbo de mi vaso. ― Billy me dijo lo que sucedió. 
 
Milah pasa de estar completamente seria a sonreír de una manera malévola mientras fija la mirada verde y sombría en mi. ― ¿Y qué fue lo que sucedió? ― Cuando llegan con sus tequilas se bebe uno de un trago y no puede evitar carraspear un poco. 
 
― No soy bueno consolando a las personas pero los errores pasan, Mills.
 
―Déjame en paz, Nicholas. 
 
― Milah.
 
― Sí. ¡Vaya que fue un error! Así como fue un error haberme acercado a ti hace tres meses. ¿Feliz? ― Habla de manera rápida antes de cerrar los ojos con fuerza y beberse el segundo de un trago. ― ¿Y sabes cuál fue mi tercer error? Esperar algo de ti, me olvidé de que eres el maldito Nicholas Audrey. 
 
― Si, pues no perdiste el tiempo en cometer el cuarto comprometiéndote con Finheas Lowell. 
 
― ¿Por qué sería un error? ¿Por qué no eres tú?
 
Bebo el whisky restante en mi vaso. ― ¿En donde está por cierto? ¿No debería esta consolándote? ¿O evitando que hables conmigo? ¿Tan rápido te perdono lo del auto descompuesto?  ― Digo antes de poder evitarlo iniciando con el pie izquierdo, de nuevo soy un gran suspiro porque no es aquí a donde quería llevar la conversación, Milah da un paso hacia la izquierda alejándose de mí y la tomó de la muñeca. 
 
― ¿Hasta cuándo vas a seguir metiéndote en mi vida? 
 
― Hasta que admitas que has llevado esto demasiado lejos. — Susurro. — Termina con esto. 
 
― Tienes que estar de puta broma, Nicholas. 
 
La suelto y llevó una mano hasta mi bolsillo trasero mostrándole el boleto que había conseguido y lo pongo sobre la barra porque nunca habrá un mejor momento, quiero decirle que encontré el diario, que corrí varias cuadras para verla o que intenté sobornar al de recepción del OM, pero todo se resume sólo a un ― Me vetaron del Opera Metropolitan. ― Deja de mirarme directo a los ojos pero también evita mirar el pedazo de papel arrugado. — Planeaba…  —¿Por qué no abro la boca cuando debería? — Planeo decirte que… 
 
— ¡Tyler! 

Ana&Tyler
-Intimacy-Passion+Commitment
TYLER

La ceja de Dylan comienza a elevarse y una sonrisa pícara se marca en su rostro. Está claro que no tiene idea que la chica recostada a mi lado es nada más ni nada menos que Ana Zillio.

Antes que pueda emitir sonido me levanto tropezando con las colchas esparcidas para llegar a taparle la boca: con una mano lo hago y con la otra pongo mi dedo índice en mis labios en forma vertical para indicarle que no se le ocurra hablar. Doy la vuelta para mirar a Ana y parece estar todavía en un profundo sueño. Amaría verla más de cerca y en soledad, porque así podría apreciar mejor su belleza, sin embargo, la paz que emana al verla dormir la puedo sentir desde mi lugar.

Encamino a mi hermano mayor hacia el balcón mientras lo tomo de un brazo. Abro y cierro cuidadosamente la puerta. Cuando me doy vuelta su cara es de seriedad. Todo lo contrario a lo que esperaba ver.

─ Ya vi a la chica en tu cama. Es Ana, Ana Zillio.─ la mirada de Dylan es penetrante. Creo que está a punto de romper uno de sus principios sagrados y darme un puñetazo en el medio de la cara. ─ ¿Cómo es que se te ocurrió? ¡Sabes que esto está mal, Tyler! ¡Es contra las reglas!

─ Lo sé, Dylan, pero ni siquiera hemos hecho algo inapropiado. Ella solo está durmiendo en mis sabanas. ─ reparo en lo que digo y en lo mal que ha sonado esa última frase. ─ ¡Y yo ni siquiera estoy en mi cama! ¡Estaba justo debajo de ella!

Eso tampoco sonó bien.

─ ¡Mierda! Quiero decir…─ inspiro mientras muevo mis manos frenéticamente.

─ Sigue echando leña al fuego que estás quedándote tú solito hermano. ─ me da una mirada de regaño aunque de su pecho brota una risa suave. ─ Así nunca vas a conquistar a esa chica, Ty.

Él menea la cabeza aun sonriendo a lo que yo respondo: ─ No quiero conquistarle… ¡Es decir si!… pero no en este momento… luego… ¡pero no cuando tengamos noventa!  Y después está la otra rubia…

─ ¿Qué otra rubia? ─ pregunta con el ceño fruncido, pero antes de que yo pueda inventar otra excusa, él abre los ojos como platos y se lleva una de sus manos a la boca. ─ ¡No puede ser! ¡¿Estás jugando con las hermanas Zillio?! ¡¿Qué te sucede, Tyler?!

─ ¡¿Qué?! ¡¿Mita?! ¡No! ─digo haciendo una mueca. ­­─ ¡Cualquiera tendría que estar un siglo rogándole para que se dignara a mirarlo! ¡Además no he caído tan bajo como para salir con las dos!

Dylan asiente poniendo una mano en su cadera mientras que con la otra rasca su frente en forma pensativa. ─ Tienes razón, hermanito. Mita nunca me aceptó. Así que dudo que te acepte a ti.

─ ¿Por qué? ─ pregunto poniendo mis manos en mi cintura, retando a que este idiota diga algo de mi belleza.

─ Tú eres el que me sigue en edad y en belleza. ─ dice de lo más normal. ─ ¿Es que no es obvio? Tenemos que aceptar que mamá y papá no pusieron las mismas ganas en Kyle y Lynus como en nosotros.

No le podía discutir. Era verdad. Nuestras bellezas a comparación de nuestros hermanos sobresalen.

Asiento con la cabeza, ambos mirándonos en el reflejo del vidrio de la puerta corrediza. ─ Somos hermosos. ─ comento, pasando el brazo por los hombros de Dylan mientras damos nuestra mejor sonrisa.

De pronto, y sin esperarlo, una cabeza rubia despeinada y en su cara el maquillaje corrido fue lo que apareció del otro lado haciendo que saltemos del susto.

Una Ana con el ceño fruncido, golpea el vidrio con delicadeza mientras entrecierra los ojos, pero, en cuanto ve a Dylan desaparece tan pronto como apareció solo que esta vez con los ojos muy abiertos.

─ ¿Sabes que hermano? Ahora pongo en duda tu belleza. La has espantado.

ANA

¡No puede ser!  Pienso a la vez que mis pies se trasladan rápidamente al baño de Tyler y cierro la puerta poniéndole pestillo. 

Me pongo frente al espejo, apoyo mis manos en el lavabo y cuento hasta diez.

1, respiro, 2, exhalo, 3, respiro, 4 exhalo…

Abro mis ojos lo más calmada que puedo, pero solo dura unos instantes. El maquillaje corrido hace que me espante lo que provoca que de un grito. Tyler inmediatamente intenta abrir la puerta desesperadamente.

─ ¡Ana! ¡¿Qué es lo que pasa?! ¡¿Qué tienes?! ¡Por favor! ¡Déjame entrar!

Al otro lado de la puerta escucho a Dylan comentar: ─ Estabas yendo bien hasta que mencionaste esas dos últimas palabras. La chica nunca te dejará entrar, a NINGUN lado si eres así de intenso.

Tomo el jabón y lo refriego por todo mi rostro junto a un poco de agua en un intento desesperado por quitarme el maquillaje. Cinco minutos después estoy terminando de hacer la raya al medio en mi cabeza para dejar mi cabello ligeramente aceptable. En ningún momento Tyler se ha apartado de la puerta todavía insistiendo que le abra.

Cuando me siento lista abro la puerta y Tyler casi cae adentro del baño junto conmigo. Él se aparta y salgo lentamente encontrándome con el rostro de Dylan mirándome atentamente como si quisiera reprimir una carcajada.

Suspiro. ─ Buenos días, Dylan. ¿Cómo estás? ─ pregunto educadamente.

─ Parece que la niña Zillio ha crecido. A través del vidrio te veías algo distorsionada pero debo decir que te has convertido en una hermosa mujercita. Ya sé por qué mi hermano estaba tan embobado contigo cuando eran pequeños ─ suelta una breve risita. Dirijo mi mirada a Tyler quien parece querer matar a su hermano.

─ Muchísimas gracias por tu cumplido, creo ¿Tu esposa se encuentra bien? ─ pregunto de forma cortés intentando mantener la compostura. ­─ Creo que la última vez que la vi estaba a punto de parir.

─ Skylar está muy bien, gracias por preguntar. Y si, orgullosamente puedo decir que soy padre de dos hermosas niñas ─ responde con una sonrisa de padre orgulloso.

Hay algo que no me cierra, hace casi menos de un año que vi a la esposa de Dylan, ¿Cómo es posible…? ─ ¿Dos?

─ Gemelas: Arizona y Dakota. Ya sabes, la familia de Skylar, bastante patriota. ─ dice haciendo alusión a los nombres de sus hijas. ─ Así que ya sabes, ten cuidado después de casarte con mi hermano. Los Harrison solemos venir de a pares, si no me crees pregúntale a Lynus. El tercer embarazo de su mujer fue de mellizos. ─ Miro discretamente hacia Tyler, mi cara está roja pero no quiero darle el placer a Dylan de intimidarme.

Como si la respuesta estuviera ahí dispuesta a usarse en alguna parte de mi cabeza, le respondo: ─ Está el uso de los anticonceptivos para los primeros años de matrimonio.

Tyler me mira asombrado. No lo puedo creer y él al parecer tampoco, ni siquiera Dylan lo puede creer, hasta Mita no lo podría creer si se lo contase.

Con los ojos abiertos y dando un suspiro de derrota, el hermano de Tyler responde: ─  Touché.

Yergo mi cabeza en señal de triunfo y levanto mi mentón con orgullo, delicadamente tomo mi bolso y de él extraigo mi celular. Mi compostura se va al carajo cuando en la pantalla veo la hora: 11:40. Y además de eso el ícono de las llamadas perdidas parpadea una y otra vez: son cuarenta llamadas de mamá y tres de Mita. 

Ahogo un pequeño grito a lo que Tyler inmediatamente responde con urgencia intentando calmarme.

─ Hermano, ahora si se te va a morir. ─ ríe Dylan ante mi desgracia.

─ ¡Cállate! ¡Está por sufrir un ataque!

─ ¡Basta! ─ grito perdiendo la cordura. ─ Lo que necesito en este momento es llegar a casa.

─ ¡Yo te llevo! ─ dice levantando su mano y tomando prontamente unas llaves.

─ Espera ¿Tú no tienes uno de esos aparatos del demonio? ─ pregunto exasperada.

─ ¿Una moto?─ inquiere con el ceño fruncido.

Escucho como Dylan suelta una carcajada estridente. Parece que toda mi persona le causa gracia.

─ ¡Si! Una de esas cosas. No está en mis planes subirme a una de esas. No quiero morir. Apuesto a que no tienes casco ¿cierto? ─ pregunto levantando una ceja y sabiendo la respuesta. 

Tyler se ve derrotado. ─ ¡Ja! Lo sabía. Pediré un taxi.

─ Ty, toma. ─ habla Dylan pasándole unas llaves. ─ Mi auto está estacionado abajo.

El viaje en la Sandero roja del hermano de Tyler se pasa en un abrir y cerrar de ojos. No hay conversación ya que mi mente está maquinando una excusa aceptable para darle a mi madre. Al llegar Tyler insiste en entrar conmigo al departamento para explicar a mi madre lo sucedido. Lo persuado de que no lo haga ya que no quiero pasar vergüenza frente al que podría ser mi futuro marido.

Entro a la cocina sigilosamente con la esperanza que no haya nadie, pero al parecer en estos días la suerte nunca está de mi lado. Lo primero que veo es a Mita hacer la comida, el olor es delicioso como todo lo que cocina ella.

─ ¡Ana Zillio! ¿Dónde estabas? ─ grita enojada mamá.

Suspiro y largo lo primero que se me viene a la mente. ─ ¿Me creerías si te dijera que estuve orando?

Mita suelta una carcajada ahogada a lo cual mamá la regaña y luego dirige de nuevo su atención hacia mí. ─ Si tuvieras diez años, te lo creería. ¿En qué te has convertido, Ana? ¡Tú no eres así!

Suelto un suspiro. ─ Lo sé.

─ Entonces respóndeme ¿Dónde has estado? ─ pregunta mamá cruzándose de brazos.

─ Me he quedado dormida en la casa de Tyler. ─ no he logrado terminar de mencionar la frase completa cuando distingo por detrás de mamá a Mita levantando sus brazos y moviendo su cadera mientras dice en silencio “esa es mi hermana” con el dedo índice apuntándome.

─ ¡Ana Zillio! ─ grita mamá de una forma que nunca antes lo había hecho. Veo como ella inspira profundamente intentando acomodar sus pensamientos. ─ Ana, mi amor, Nuestro Padre Celestial le dio la bendición al obispo Harrison de poder tener la revelación de que en algún momento Tyler y tú tendrían que sellarse por la eternidad. Pero eso no significa que dejes de tratar a tu cuerpo como un templo y que dejes de lado tu castidad. Tendrías que haberte reservado al matrimonio, mi amor…

─ ¿Qué? ¡No! Mamá no he hecho eso… solo me quede a dormir porque era demasiado tarde para volver así que Ty me acogió en su departamento.  

─ ¡Ay! ¡Bendito sea al cielo! ─ exclama mamá en un suspiro y suelta un gesto de alivio. ─ Cariño eso me deja más tranquila. ¿Estas segura que fue solamente por eso? ─ asiento de forma obediente. ─Está bien, querida. La próxima vez que pase algo así preferirías que me avisaras. Creo que va a ser bueno después de comer tener una charla sobre nuestro cuerpo… eso va para ti también Mita.

─ Como sea, mamá. La comida ya está lista, así que será mejor que pongan la mesa. ─ dice Mita con una sonrisa de oreja a oreja como si acabara de sacar la lotería.
Paso el resto de la tarde en mi habitación luego de excusarme de la mesa prontamente alegando que tenía dolor de cabeza. Quería evitar “la charla” de mamá y retrasarla todo lo que fuera posible. Lamentablemente mi madre está de vacaciones ya que es maestra y pasa el noventa por ciento del tiempo en casa.
A las nueve de la noche y cuando recién empecé a conciliar el sueño siento como alguien tira de mis sábanas y me despierta de forma abrupta.

─ ¡Anita! Vamos. ─ ordena Mita mientras me pasa un vestido de ella y luego tira en mi cama un par de zapatos.

─ ¿A dónde vamos? ─ pregunto somnolienta.

─ Theo's en la 52 de la séptima avenida, cerca de Central Park. Luke nos pasa a buscar en quince minutos así que date prisa.

En un abrir y cerrar de ojos estoy subida al destartalado coche de Luke que nos conduce al bar nombrado por mi hermana.

El ambiente del lugar hace que te sientas cómodo a pesar de las luces tenues. Nunca había estado en un lugar así y me siento algo extraña, aún no sé porqué estamos aquí.

La camarera viene trayéndonos los tragos pedidos: un gin para Luke, coca- cola para Mita y para mí.

Es entonces cuando me aventuro a preguntar. ─ ¿Por qué vinimos aquí?

Mita sonríe con picardía. ─ Hoy celebraremos algo muy especial que ha sucedido. ─ habla con tono alegre. ─ Anita rompió las reglas de casa por primera vez. ¿Te lo puedes creer?

Luke con la sonrisa más grande que he visto, ríe y me da unas palmaditas en la espalda. ─ Entonces brindaremos por Anita.

Rasco mi frente y trato de disimular mi sonrojo. ─ Mita, tampoco es para tanto.

─ ¡Oh, sí que lo es! ─responde Luke tomando un trago de gin. ─ ¡Brindemos por la pequeña Anita! ─chocamos nuestros vasos. ─ ¿Qué es lo que hiciste durante toda la noche? Eso no me lo contó Mita.

Veo como entre ellos intercambian una mirada cómplice, Mita exclama: ─ ¡Sí! ¡Queremos saber!  ─ Y empiezo mi relato. De forma resumida les cuento como Tyler casi se olvida de nuestra cita y lo desesperado que estaba por llevarme a algún lugar; como terminamos en su apartamento, como acabe durmiendo en su cama y también el episodio al día siguiente con su hermano.

─ ¡Ay sí! Recuerdo a Dylan. Era un pesado roñoso. ─ comenta Mita.

─ Te querrías morir por no aceptar sus invitaciones a salir ─ susurro hacia mi hermana.

─ Nunca estaría con un Harrison.

─ Eso lo dices ahora. Yo tampoco pretendía estar con uno de ellos. ─ levanto los brazos en señal de derrota.

─ Si, pero a ti te queda el único soltero. ─ ríe Mita.

─ ¡Oye Luke! ─ exclamo. ─ ¿Por qué estás tan callado?

Frunce el ceño para luego decir. ─ Ana, ¿ese de allá no es Tyler? ¿Tu Tyler?

Al darme vuelta compruebo efectivamente que al otro lado de la habitación se encuentran Tyler y Dylan. Pero con ellos una despampanante rubia también.

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Iris&Alexander
-Intimacy+Passion+Commitment
IRIS

¿Incómodo? ¿Tenso? ¿Raro?

La situación aún seguía extraña entre nosotros, puedo sentirlo. No nos estamos dirigiendo la palabra a pesar de que hoy es noche de cita. En otras circunstancias estaríamos intercambiando más palabras que simples monosílabos o sonidos. 

Alex llamó esta mañana reservando una mesa para cenar. Me pareció un poco tarde porque según sé, las reservaciones se hacían días antes. Pero no me quejaré, aprecio el gesto.

No le di mucha vuelta a la situación. Concentrada en la aplicación de sombra en mis ojos, ¿es demasiada? me pregunto, ugh odio maquillarme. Pero se supone que esta noche es especial y debo dedicarle todo mi esfuerzo. Mi vestido está tendido en la cama y mis zapatos frente a este en el suelo. 

Escucho la llave de la ducha cerrarse y segundos después Alex aparece, sale del baño con la toalla envuelta en la cadera y otra en su cabeza tratando de secar su cabello. A través del reflejo del espejo puedo ver como está mojando el piso con sus pies. No puedo evitar que mi ojo haga ese reflejo involuntario y este hace un “tick”, me molesta que no se seque bien antes de salir. 

─ Alex te vas a resbalar, ten cuidado. ─ Hablo a la vez que hago la colita de mi delineado. 

No responde más que un solo “mmh”. 

Termino mi maquillaje satisfecha con el resultado. Agradezco mentalmente a Olivia por enseñarme cómo hacer el perfecto delineado superior. 

─ Iris, ¿usarás el vestido bordo brillante? 

─ No, el amarillo. ¿Por qué? ─ Pregunto.

─ Es que pensaba usar la camisa color vino. La cual hace juego. ─ Hace una mueca tipo sonrisa, no es justo jugar así.

Lo admito. Me tomó por sorpresa. Nunca hemos combinado ropa. Ni siquiera tenemos los conocidos “matching outfits” que suelen usar las parejas. Acto que consideramos ridículo. Es extraño.

Me levanto de la silla en dirección al armario, busco entre los colgadores el vestido bordo. Lo contemplo por unos segundos. No lo uso desde la fiesta de año nuevo del año pasado. 

Recuerdo exactamente cuando compré esta prenda. Ese día, hacía un poco de frío, era otoño y estaban en sale algunas prendas de la temporada anterior. Luego de hacer mi mejor acto de ruego había logrado conseguir que Alex me acompañara de compras, no tuvo opción más que aceptar, tampoco tenía tanto trabajo.

Ese día me sentía frustrada, ningún vestido y/o blusas me quedaban bien. Mi autoestima estaba por los subsuelos. En el momento que estaba por rendirme y salir del local, Alex tira de mi brazo para mostrarme un vestido de un rojo oscuro, la tela era de lentejuelas. Si debía ser sincera, lo había visto pero no me animé a probarlo. 

Con una media sonrisa apuntó con su cabeza hacia los probadores. 

Una vez puesto. Salí del cubículo para mostrárselo a Alex, y cuando me vio, su mirada se abrió. “Te queda hermoso ese vestido, Iris” no lo pensé dos veces y lo compré. 

Ahora lo contemplo. Solía tener el cabello largo aquel tiempo ¿Me quedaría ahora?

❥❥❥❥❥

─ Vamos Iris, llegaremos tarde. ─ Escucho la voz de mi novio desde la sala.

Con los tacos en mano salgo de la habitación. Siento la mirada de Alex sobre mi, espero que el vestido no se haya vuelto corto o algo por el estilo. Camino a su encuentro en la puerta.

─ ¿Te decidiste por el bordo? Estas perfecta.. ─ Me guiña el ojo, seguido de recorrer con su mirada toda mi figura. El calor sube a mis mejillas.

─ Vamos de una vez. ─ Lo empujo levemente fuera del departamento.

El viaje en Uber es tranquilo. Ambos vamos mirando las ventanas, sin hablar. Aunque nuestras manos están entrelazadas. Será porque es nuestro intento de recuperar esto o porque tenemos miedo de soltarla y lastimar al otro. 

Un sentimiento me invade y no se como describirlo, es como una paz que no dura demasiado. Es como si me encontrara en el ojo del tornado. Estamos tranquilos pero ¿por cuanto?

ALEXANDER

Estoy nervioso. 

No es normal en mí. Hice esto antes. Una cita como otras que tuvimos. Entonces porque me siento de esta manera. 

Estamos dentro del auto, por suerte el conductor tiene el aire acondicionado de lo contrario estaría sudando. De hecho, mi mano, la cual está agarrando la de mi novia está empezando a sentir humedad. 

─ No, por favor.─ Hago mímica sin soltar sonido alguno.

Mi pierna está moviéndose de arriba abajo incontables veces. ¿Seguro que es una cita como las que hemos pasado? 

Respiro profundo. Siento la mirada curiosa de Iris, debo permanecer en calma. No quiero que piense que estoy nervioso o algo por el estilo. Hace unos instantes me porte como todo un chico cool y coquetee con ella. Pero parece que estoy en camino a mi primera cita. 

¿Cómo fue mi primera cita con Iris? No lo recuerdo bien, solo me acuerdo de que no conseguí besarla ese día por mi estupido trasero inmaduro. A pesar de que ya tenía experiencia, sentí miedo.

¿La última cita? ¿Cuenta ir de compras al supermercado? Fue hace semanas. Por esas fechas el trabajo en la revista había bajado por la publicación reciente, y luego de recuperar las horas de sueño, fui arrastrado por mi novia para salir. 

Considero citas todo momento que pase con ella. Solo la necesito a ella. 

Haré todo lo necesario para arreglar este malentendido. Porque eso es. Un malentendido. No hay razón para alarmarse y pensar que esta relación se va a acabar. Si ambos ponemos de nuestra parte lograremos solucionar el malentendido.

Esta cita tiene que solucionarlo.

IRIS 

El gran cartel iluminado que expone el nombre “Theo 's” es muy elegante. Debo admitir que el lugar no está tan mal. La entrada tiene una plantas decorativas. Aunque pasa desapercibido la fachada, resaltando el nombre. Observo con sorpresa, hay fila para entrar. 

Me apeo del auto y mientras Alex le paga al conductor de uber escucho como también le pide su número de contacto para que nos venga a buscar más tarde.

No está de más decir que mi outfit llama la atención. ¿Quién usa un vestido de lentejuelas rojo? Yo. Siento la presencia de Alexander a mi lado e instintivamente me engancho a su brazo. Su compañía me dio un plus y borro esa pequeña duda de timidez. Definitivamente hice una buena elección.

Mi novio es atractivo, eso lo admito y te lo justifico. Solo tienes que echarle un vistazo a su rostro, tiene rasgos asiáticos diferentes a un hombre promedio de Corea. Un tono de piel más oscuro que el mío. Unos ojos grandes para la forma peculiar rasgada, con una mirada penetrante. Su nariz es lo suficientemente grande y que de alguna forma complementa la simetría de su cara. Sus labios no son ni gruesos ni finos, es un perfecto intermedio. 

Podría ser un actor o un modelo, en mi opinión. 

Si tengo que hablar sobre mí. Peco de vanidad al decir que no estoy nada mal. Es más, he recibido elogios por mi linda sonrisa. Además este vestido resalta mi figura. 

¿Soy una mala persona si quiero que las personas sientan envidia de mi novio y de mi?

En mi cabeza, nos vemos como si fuéramos celebridades. Caminando con la mirada recelosa de las personas que desean o se mi novio o yo. Uno que otro flash de una cámara y la luz que delata que están filmando nuestra entrada.
 
Aunque todo se interrumpe cuando suena el móvil de Alex. 

Él observa el ID del contacto y se tensa dudando unos segundos en contestar. Me pregunto quién será.

─ Christopher, ¿qué sucede? 

No logro escuchar nada, ya que mi acompañante me dio la espalda para hablar con su hermano.

ALEXANDER

La persona incorrecta en el momento incorrecto. Dios. ¿Acaso hice algo para merecer esto? 

Respira Alexander. No dejes que esto te perturbe. Ella no va arruinar mi noche con Iris.

─ Sabes que no soy Christopher.─ Frunzo el entrecejo con fastidio. Tenía una leve sospecha de que el traidor de mi hermano haría esta jugada. Solo traes problemas, Christopher.

─ Escucha, solo te contesto para decirte que dejes de molestarme.

─ Solo quiero que hablemos, hijo. ─ Al escuchar esa palabra tan ajena en su voz como si se tratase de un interruptor mi ira saltó.

─ No te atrevas a llamarme así. Yo no soy tu hijo, así que déjame en paz y encárgate de tus otros hijos.─ Exclamé.

─  Alexander…─ Escucho un sollozo del otro lado de la línea. Increíble.

─ No vengas con tus lágrimas de cocodrilo y tu teatro de telenovela, pero que digo si ese es tu trabajo, actuar.─ Ciego por la ira escupo esas palabras. 

Hay una pausa. 

─ Bien, así va ser entonces.─  Chasquea la lengua.- Sé donde estás y con quien estás en este preciso momento. Iris es una chica muy linda. Dejame felicitarte por tu elección.─  Permanezco en silencio.─ Christopher me contó todo. Tienen una linda y larga relación, construida con amistad y sinceridad. Pero parece que le estás ocultando algo. Le has dicho que estoy muerta y eso me lastima hijo. 

─ ¿Y qué planeas hacer? ¿Vas a aparecer y decirle la verdad a Iris? Sólo conseguirás empeorar la situación y que te odie más por atentar contra lo único que me hace feliz. No creo que quieras eso ¿no? ─ Sonrío.

─ Alexander, te falta mucho para poder perturbar a una actriz como dices. Ven a la casa de Christopher ahora.

Corta la llamada.

Paso mi mano por mi cara con frustración. ¿Qué debo hacer? 

Sin pensarlo dos veces le invento una excusa a Iris, sobre que mi hermano se encuentra en mal estado y que si o si debo ir con él. Su reacción ante mis palabras es de preocupación, y sugiere cancelar la reservación y venir otro día. Logro convencerla con la promesa de volver en 30 minutos.

Espero no tardar más. 

Levanto el brazo en señal de pedir un taxi. Entro con rapidez al vehículo y le indico la dirección al hombre tras el volante. Observo como me alejo de Iris, quien aún mantiene su mirada preocupada.


IRIS

Si tengo que enumerar un top 10 de citas más extrañas que he tenido pues, para comenzar, no habría un ranking. Esta es la única. Se lo haré pagar algún día.

Las citas con Alex son espontáneas la mayoría de las veces. La definición de cita en el diccionario de Alexander es definida como cualquier momento en el cual estemos los dos solos. Incluye cualquier actividad pero si o si, ambos presentes.

Recuerdo muy bien nuestra primera cita. De hecho no me enteré que era una cita hasta después de terminar mi helado, que él amablemente había pagado. Cuando me pidió salir, habíamos fijado un día y planificado que haríamos. Todo cambió al siguiente día. Me llevó a una heladería con la excusa de que tenía calor y que quería comer helado. Mi compañia daba igual pero insistió en que lo acompañara porque sus amigos se habían ido temprano. 

Me tomó de la mano y fuimos a pasear por una plaza que quedaba cerca. Hablamos de las cosas que nos gustan y las que no. Aunque fui yo la que habló más durante la cita ya que él solo se dedico a mirarme con esos ojos brillantes y escuchar la sarta de tonterías que decía. 

En ese momento descubrí que Alex era alguien con quien los planes no iban a funcionar.

En efecto, se está cumpliendo. 

Exacto, Alexander me dejó en el bar. Según me dijo, es una emergencia familiar. Christopher se encuentra borracho en otro bar a unas calles de aquí y no hay nadie que lo lleve a su departamento porque sus amigos están igual o peor.

No estoy molesta. Es más, me ofrecí a acompañarlo pero me negó la participación.

Así que aquí estoy. Sentada en una mesa cuadrada de tipo alto con bancos altos. Frente a mi esta un adorno decorativo con una vela y otra silla destinada a mi acompañante que llegará más tarde.

Alex se veía algo molesto cuando terminó su llamada. Es más, durante esta también se encontraba algo inestable. Lo cual me hace dudar con respecto a que si de verdad se trataba de Christopher. ¿Y si me está ocultando algo?

Dudas pequeñas llevan a dudas grandes.

Lo primero que cruza mi mente es un engaño, pero elimino esa opción al instante. Él no me engañaría, lo conozco bien y sé que sería incapaz. Si tengo que analizar y argumentar el porqué no lo haría, lo puedo reducir a que Alexander es un hombre simple y directo. No es capaz de mantener una doble vida... pero ¿qué estoy diciendo? Por dios hace un día el hombre está peleando conmigo sobre que no quiere perder lo nuestro. 

Vuelvo a preguntarme si me está ocultando algo. Y a juzgar por cómo actuó lo más seguro es que sí. Trato de no pensar mucho en la situación pero se me hace imposible. ¿No confía en mí? Tal vez me cuente más adelante, o se lo guarde y siga fingiendo e inventando excusas. Más dudas y preguntas invaden mi cabeza. 

Creo que necesitaré un trago. 


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Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Empty Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.

Mensaje por 14th moon Mar 16 Mar 2021, 11:16 pm

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Jealousy and wishes
Lovesick | Micky Eche | Flower | Especial Pt. 2


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Milah&Nicholas
Intimacy+Passion-Commitment
NICHOLAS

Tyler Harrison había aparecido en el Theo’ s acompañado de otra persona que me tenía sin cuidado pero escuchar a Milah llamarlo por su nombre hizo que un sentimiento en mi pecho apareciera, era distinto. Y nunca antes lo había sentido, incluso cuando ella y yo solíamos salir.

Pero en algunas de mis publicaciones había escrito sobre ellos, así que sé de lo que se trata y no me agrada: Celos.

La sonrisa en su rostro no es espontánea, sí, estaba feliz de ver al maldito Tyler pero definitivamente no era la mejor sorpresa de su noche, aunque él no lo nota porque queda tan embobado con Milah, y también porque no la conoce tanto como yo lo hago.

Los ojos azules tan oscuros e intensos se posan en mí; no hago nada ante la mirada del charming prince que parece estar atento a cualquier movimiento mío. ¿De dónde sacaste a este chico? Milah y yo compartimos un largo y profundo silencio, Intento pasar un mechón rubio rebelde tras la oreja de Milah, pero ella lo evita de un manotazo.

¿Dime Milah, es por Tyler o lo haces por Finheas?

—Milah. — Susurre. — Détente.

― Nuestra conversación terminó, Nicholas.

— ¡Deja de jugar! — Pido.

Milah inclina la cabeza a mi dirección creando un espacio incluso más intímo entre nosotros dos. — No estoy jugando, Nick. — Responde ella con seriedad absoluta. — Te amaba. — Dice mirando mis labios. — Me fuí de Nueva York porque todo me recordaba a ti, a nosotros. No fue por lo que escribiste, ni fue por la verdad que nos encaraste a mi madre, a Lee, a Sebastian y a mí. Ni siquiera a mi padre. No fue por nada de lo que nos has hecho, de lo que me hiciste. Fue por ti, porque me dejaste aquí. Sin ti.

Mi mejor amigo. Mi otra mitad.

El fantasma de la Milah de cabellos rosas aparece a su lado con los ojos cristalizados, asustada como una niña pequeña, con la mano aferrándose a la chamarra de la Milah que ya no parecía ir contra marea sino que se había convertido en una. Tenía esa aura salvaje mucho más resplandeciente sobre ella, como si estuviera advirtiendo que arrasaría con todo lo que se pusiera en su camino.

— Me abandonaste y no te importó. — Soy consciente de cómo tenso mi mandíbula involuntariamente, así mismo de cómo se arruga el espacio entre mis cejas. Milah se aleja de mí aún con esa expresión fría que no puedo evitar intentar alcanzarla pero de nuevo esquiva mi mano. — Así que Dios quiera que no esté jugando porque podría tener el capricho de volverte mi proyecto personal y ambos sabemos lo buena contrincante que soy.

— Volverás a mí. — Digo con convicción, incluso después de haber escuchado ese ultimátum.

— No. No lo haré.

Sí, lo harás. Porque un día despertarás en esa casa cerca de la playa que seguro Finheas te comprará, y te preguntarás si realmente esa es la vida que querías. Una vida tranquila, de esas que no te hacen sentir nada, que no tienen nada más que un compromiso, pura rutina, no tienen intimidad ni mucho menos pasión. ¿Y qué crees? Verás que no es así. Porque no soy yo. Y porque esa mujer no eres tú.

Puedo ver un brillo diabólico en los ojos de Milah, al menos sé que reacciona ante todo lo que he dicho. ― Pero está bien. ¿Quieres continuar con esta farsa? ¡Hagámoslo! ¡Vete al carajo, niña tonta

― ¡Mirame hacerlo, imbécil! ― Dicho eso, comienza a caminar en dirección a Tyler Harrison sorprendiéndolo por completo en cuanto lo envuelve en un abrazo.

Maldición.

Ni siquiera reparó en Milah y Tyler al levantarme de la barra terminando mi trago, haciéndole una señal al bartender de que querré otro y que me busqué a donde sea que vaya.

Debe haber sido en algún momento mientras peleaba con Milah cuando los músicos hicieron su entrada, pues la música Jazz inunda mis oídos de manera armoniosa y melancólica, siendo honestos, parece que se están burlando de mi corazón roto e incontrolable.

― ¿Tengo el corazón roto? ― Me pregunto a mi mismo aunque no sé si quiero saber la respuesta.  Uno de los meseros del Theo 's se me acerca y me da mi vaso lleno, lo bebo al instante. ― Lo que no arregla el amor, lo arregla el alcohol.

Giró el banco que tengo enfrente del respaldo y me acomodó en ella, a decir verdad, lo más lejos posible de Milah para que ni por casualidad la pueda volver a ver esta noche aunque en el fondo sea lo único que desee.

― La música… ¿Crees que suena ideal para la ocasión? ― Me pregunta una voz dulce.

Una chica pelinegra que está sentada en el otro extremo, en la misma mesa que yo. Su rostro es deleitoso y fino, parece una muñeca asiática; con la piel blanca y ese delineado que hace que sus ojos se vean mucho más grandes, además ese labial caramelo que resalta su labios dándole un aspecto suave y elegante.

Parece ser el tipo de mujer sobre la que debería comenzar a escribir. Mi sentido común me dice que baje la mirada antes de avergonzarla con mi mal hábito de querer recordarlo todo.

Carraspeo un poco la garganta para asegurarme de que no tenga la voz prendiendo de un hilo. ― Si hablas de esas donde un desconocido se sienta en tu mesa, entonces sí. ― Observo el entorno; ella tiene un portavasos debajo de su trago, además de una servilleta doblada a la mitad. ― Es perfecta. ― Suelto. ― Lamento haberme sentado. No estaba pensando y ciertamente no te vi.

― No hay problema. ― Suelta devolviéndole la vista a los músicos.

― ¿No vienes muy seguido, verdad? ― Preguntó, admirandola de nuevo su perfil, la pequeña nariz, el contorno de sus labios, el modo en el que cae ese mechón de pelo liso sobre su hombro. ¿Por qué salí sin mi libreta de notas? Ah, ya recuerdo. ―Me refiero a que no te he visto antes. ― Theo 's se había convertido en mi segunda casa tiempo antes de mi enemistad con los Townsend. Bueno que si hago mejor mis cuentas, en ese entonces dudo mucho que ella siquiera pudiera entrar.

No parecía tener más de 26 ni menos de 22. Creo que es evidente en mi rostro que estoy pensando de más y que me arrepiento de haberle hecho esa pregunta porque ella me sonríe tímidamente que no sé si se está burlando de mí o simplemente le parezco entretenido.

― No, no vengo muy seguido. ¿Y tú?

― Comienzo a creer que tal vez demasiado. ― Intento no pensar en que cierta rubia es hija del dueño del lugar y que tal vez siga viniendo sólo porque existe la posibilidad de siempre encontrarla aquí. Incluso también puedo decir que vengo por Killian. ― Seguro esperas a alguien.

Esperaba.― Responde de inmediato. Pasa uno de sus delicados dedos sobre la boquilla del vaso apenas creando un sonido. ― Creo que me han dejado plantada.

¿Pero qué clase de idiota creyó que traerte a un bar era bueno para la primera cita? ¿Por qué no tuvo las agallas de decirte que no vendría?

― A veces los hombres somos unos imbéciles. ― Suelto esperando que mi mala palabra no le parezca exagerada y me tome por vulgar. La verdad es que jamás necesite preocuparme por las palabras; mis padres, los Townsend, Billy, además de Milah y Lee e incluso Sebastian me lo hicieron mucho más fácil. Aunque por otro lado tratar con los demás siempre me resultó un poco difícil, en especial con las chicas.

¿Cuándo fue que cambió todo eso?

La muñeca asiática se lleva una mano a la boca tapándose la sonrisa, el gesto en sí me hace reír un poco, Milah jamás habría ocultado su diversión en primer lugar ni mucho menos su sonrisa preciosa. ¿Qué? ¡No! ¡Deja de pensar en ella! ― Este imbécil tiene un nombre.

―No sé si hablas de ti o de la persona que me no se presentó.― Responde con cierta burla, arruga los ojos con un encanto que me hace relajarme. Me deje de sentir como un invasor por sentarme en su mesa.

― ¡Ah! Veo que tienes sentido del humor. ― Y por primera vez en la noche comienzo a reír junto con ella, evito lucir sorprendido por eso, por mi propio cambio de humor. Pero sí, mis hombros se mueven hacia arriba mientras el sonido sale de mi boca que parece que estoy disfrutando hablar con ella.

Paso mi mano por encima de la mesa, esquivando la vela y se la ofrezco. ― Nicholas.

Ella me devuelve el gesto con un buen apretón. ― Iris.

Iris. Iris. Iris.

La de hermosos colores.

Sí. En efecto, pareces estar llena de vida.


― No me dijiste si tú esperas alguien.

― Porque no lo hago. ― Me resisto a la idea de girar la cabeza por casualidad y buscar con la mirada  a Milah. Vamos, Nick. Tienes a una chica hermosa frente a ti, ¿acaso no puedes divertirte? ― Sólo estoy aquí por la música y el buen alcohol.

― Mhmm. ¿Entonces eres un fanático o un adicto?

― Diría que ambas. Todos somos adictos a algo, ¿no es así? ― O a alguien.

― ¿Crees que soy adicta a algo? ― Preguntó ella con curiosidad.

― No. Me sorprendería mucho si siquiera fumarás un cigarrillo. ― Admito. — Pareces ser una chica buena del estilo girlfriend material.

Iris comenta ágilmente. — Las apariencias engañan.

— ¿Por qué querrías fingir ser alguien que no eres? — Comentó al instante a la chica de mejillas rosadas, no sé si sus ojos parecen querer delatarla. De cualquier modo sería una lástima que Iris también cayera en ese juego.— Mejor te invito un trago. Cómo compensación por ser un entrometido. — Levanto mi mano para llamar al mesero.

— Hacía mucho que no me hacían preguntas así.

— Así que te deje sin palabras.

Ella se muerde el labio inferior. — Tal vez sólo me estaba tomando mi tiempo para responderte.

De nuevo, no puedo evitar sonreír mientras el mesero se acerca a nuestra mesa, en definitiva estoy interesado naturalmente en ella. — ¿Qué le puedo ofrecer, señor?

— 3 preguntas más. — Interrumpe Iris antes de que yo conteste. — 3 preguntas cada uno. Después de eso, no volveremos a cuestionarnos. — Iris, me has tomado desprevenido.   

— La señorita pedirá 3 preguntas y yo también, por favor. — El camarero que parpadea un par de veces creyendo que le estamos tomando el pelo, mientras me entrega mi trago faltante. — ¿Tienen algo como eso? — El chico asiente aunque no está muy convencido. — Estoy seguro de que si le dices al barman que Nicholas Audrey te pidió dos rondas de 3 preguntas lo preparará. Theo 's jamás me ha decepcionado. — Me arrepiento al instante de haber dicho eso último pero trato de controlarme.

¿Por qué parece que hoy no puedo con mis sentimientos como si fuera un adolescente?

Para este punto el mesero debe creer que soy un estúpido pero de nuevo asiente antes de irse otra vez. Iris se tapa el rostro con ambas manos y creo que alcanzó a escuchar su risa por lo bajo. — No puedo creer que hiciste eso.

En realidad, yo tampoco.

— He hecho cosas peores, si te soy honesto. 

MILAH

Hace más de 1869 días...


— Quítate esa esa horrible camisa. — Digo una vez que estoy a su lado, sus ojos azules no pueden evitar lucir asombrados, pues yo “la chica del otro de la acera” he cruzado por puro impulso y ahora estamos uno al lado del otro. No sé por qué lo hice. — ¿Quién te persigue? — Miro por detrás de mi hombro, esperando ver a alguien.

— Mi padre.

— Ah. ¿Así que te has rebelado? — Digo yo en cuanto lo veo haciéndome caso, se afloja la corbata, que también es excesiva para mi gusto y para alguien como él, después desabrocha la camisa blanca que me enferma de sólo verla porque lo hace lucir como banquero, se queda únicamente en una playera del mismo color que trae debajo, sin duda un buen cambio. Ahora parece sólo un chico guapo, a la moda. Le robó el saco y la camisa de las manos, antes de que diga algo la tiró al primer basurero que veo.

— ¡Tyler! — Grita una voz tras de nosotros, un hombre como la edad que tiene… tenía papá. El chico voltea con una expresión preocupada, pero reconozco esa picardía en su rostro. Verlo salir del Templo y cruzar miradas era algo más que una casualidad.

Tomo de su mano, atrayendo su atención y descubriendo que los ojos azules parecen querer devorarse el mundo, que está listo. Eso me hace sonreír. Vaya… después de una eternidad. — Si quieres podemos huir.


Actualidad...

Tyler no puede evitar desviar rápidamente la mirada a Nicholas mientras yo hago todo lo posible por no girar a verlo, pero cuando llegó con él lo envuelvo en un abrazo rápido, al principio reconozco la tensión del contacto físico pero después se relaja. Las manos de Tyler me envuelven unos segundos y me hacen querer fingir que no vi a Nick y que aún puedo salvar mi noche. — Bienvenidos a Theo's. — Digo yo a él y a su acompañante que tiene cierto parecido con Ty. — Debiste avisarme que vendrías. Pude reservarte un buen lugar para tí y tú…

— Hermano. — Suelta Tyler, dándole una palmada sobre su hombro al otro chico que parece mayor que él. Sin duda los Harrison comparten buenos genes. — Dylan, te presento a una vieja amiga, Milah Townsend. — Aunque el Theo’s tenga las luces bajas puedo ver como estos dos se echan un par de miradas, de esas que te dan la sospecha de que han estado hablando de ti. — Milah, él es Dylan Harrison.

— Jamás creí que tendría el placer de conocer a otro Harrison.

— Somos multitud, si me lo preguntas. — Dice Tyler, quién ya se ha percatado de las vendas que llevo en el pie. — ¿Qué te sucedió? — Suelta con un poco de angustia.

Un recuerdo llegó en mal momento. — Yo me caí en el escenario. — No puedo evitar sentirme como una completa estúpida en cuanto lo digo, creo que en mi rostro es evidente porque Tyler no mueve ni un sólo músculo mientras que Dylan se mueve incómodo.

— Deberías ir a casa, Milah. Descansar, no estar aquí… haciendo lo que sea que estés haciendo aquí. — Señala Ty metiendo las manos en su bolsillos como si estuviera buscando algo.  — Vamos, yo te llevo.

— Si quisiera estar en casa estaría allá, Ty. — Le aclaro frunciendo el ceño. — Y lo que yo necesito ahora es embriagarme. — Exagero eso último para que no quede duda de cuales son mis planes.

— ¿Trabajas aquí? — Pregunta Dylan mientras nos observa con curiosidad. Apostaba a que se preguntaba de donde rayos me conocía su hermano menor, me es difícil descifrar si me está juzgando.

— No. Theo 's era el bar de mi padre: Theodore Townsend. — Al mencionarlo carraspeo un poco, incómoda, hacía mucho que no mencionaba el nombre de mi padre en voz alta. — Y ahora es de mi madre.

— ¿Y tienes hermanos?

— Sólo Killian y con él fue suficiente.

— ¿Y tienes…

— ¡Dylan! — Se queja Tyler chasqueando la lengua. — ¿Eres policía o qué?

— Sí, Dylan. ¿Eres policía o qué? — Digo yo con una sonrisa, aunque en verdad quiero saber sus intenciones pero él no hace más que encogerse de hombros.

— No, es sólo que…

— ¡Dylan! — Tyler lleva una mano a su boca antes de que diga algo más, el gesto me hace reír porque me recuerda a mí, a Lee y a Nick. Espera. ¿Qué? Ninguno de ellos se da cuenta de que por unos instantes me muerdo el labio tembloroso intentando que la nostalgia no se apodere de mí, porque también estoy enojada.

De pronto soy consciente de cómo la música está llenando el lugar con un poco de Jazz , ¡Santa mierda! ¿Acaso no pueden tocar algo menos lento? — Vamos, estoy segura de que Theo’s puede ofrecerles algo de calidad. —

Tyler es el primero en detenerse, les hago una señal con la cabeza para que me sigan hacia algún lugar dentro de Theo’s que tenga el letrero “reservado” pero que yo sé que están ahí sólo para evitar la congestión. 
Tyler se posiciona a mi lado mientras Dylan se mantiene atrás. — ¿Estás segura de que no quieres irte? — Pregunta Tyler de nuevo.

— ¿A caso quieres estar conmigo a solas? — Le doy un codazo juguetón, ni siquiera giró para observar su reacción porque me la sé de memoria. — Tranquilo, Tyler. No necesito que me rescates esta vez y creo que tú tampoco, a mi parecer Dylan no es tan molesto como lo podría ser Killian.

Tyler se rasca la cabeza. — ¿Te puedo preguntar algo?

— Ya lo estás haciendo.

— ¿Qué sucedió con tu prometido? — Escucharlo decir eso me toma desprevenida.

— ¿Qué sucedió con la tuya? — Digo devolviéndole el favor aunque ya sé la respuesta a eso. Tyler decide guardar su respuesta sin saber cómo continuar la conversación. ¿Ya estás entrando en razón sobre casarte con alguien que no amas? — Finn no te odia, si eso es a lo que te refieres y sí eso te deja dormir en paz.

— No tienes contigo tu collar, ni tu anillo en él o en tu mano.

— Le estás quitando el trabajo de policía a tu hermano. — No puedo evitar estar a la defensiva en cuanto a Finheas, sé que no es la intención de Tyler hacerme sentir atacada, después de todo, mi mal humor es culpa de Nick. Debes relajarte. — Tuve presentación, no puedo portar otro accesorio que no sea el vestuario que debo usar, así que lo dejé en casa. — Bajo la voz sólo para que él pueda escucharme y evitar la fuga de información teniendo a su hermano cerca. — Y le expliqué a Finn que eres pésimo coqueteando y que en todo caso la que te coqueteaba era yo. — No puedo evitar reír en cuanto digo eso último, juraría que si le pongo una mano en la frente a Tyler parecería que tiene fiebre.

Tyler se muerde el labio por unos segundos mientras trata de ocultar su vergüenza. Finalmente hago que un mesero nos siga para que pueda atenderlos en una de mis mesas favoritas, la que está cerca de la gran pecera que también tiene vista directa hacia la tarima, donde los músicos tocan.

Dylan es el primero en sentarse, aunque Tyler se queda de pie al igual que yo mientras conversamos. — ¿En serio le dijiste eso a tu prometido?

— ¿Qué parte? ¿Qué no sabes coquetear? ¿O qué te estaba coqueteando?

— Milah.

— Ambas.

❥❥❥❥❥


Hace unos cuantos días...


Finn camina varios metros delante de mí sin tener idea alguna sobre a dónde se está dirigiendo. Me mantengo atrás, sé que necesita su espacio pero yo necesito que él… ni siquiera sé que necesito ahora mismo. Sí. Posiblemente Tyler y yo nos habríamos besado sino fuera porque llegó Nicholas, pero eso no pasó. Y la sóla idea de saber que Finn está sufriendo por eso me hace sentir terrible. Cómo cuándo…

Mi cara choca contra la espalda fornida de Finheas, no sé en qué momento ha dejado de caminar, incluso así siento la tensión entre nosotros, así que me alejo de él de inmediato aunque Finn por su parte me toma de la mano antes de dar otro paso hacia atrás. — Dime. ¿Me estoy perdiendo de algo? Porque comienzo a sospechar que es así, Milah. — Le da un vistazo rápido al anillo que lleva en el cuello y evita hacer algún gesto que lo delate demasiado, sé que él preferiría verlo en mi dedo, en donde se supone que debería estar.

— Sabes que está colgando de una cadena porque me da miedo perderlo.— Finheas es del tipo encantador, de esos que tu familia ama y puede que más que a ti. Es honesto, bondadoso, leal. Es de los que se muerde la lengua para no decirte lo que piensa si es que eso puede herirte. Y luego estaba yo, siendo todo lo contrario. Como ahora

— Finheas.

— ¿Estás dudando sobre nuestro compromiso? — Suelta directo como una bala. Bajo la mirada porque sé que esto sale a la luz por nuestras discusiones recientes.

— No. Yo no… No estoy dudando, es sólo que yo… ¡No me quiero casar tan pronto!— Ni siquiera puedo evitar decirlo sin tacto, las personas a nuestro alrededor nos inundan de prejuicios. Pero Finheas palidece ante lo que acabo de gritar, así que busco todo mi autocontrol porque si continuaba así sólo lograría empeorar las cosas. — Quiero casarme pero no quiero hacerlo en este momento sólo porque se supone que eso es lo que deberíamos hacer. Tampoco quiero preocuparme por planear una boda justo cuando estoy a nada de cumplir mi sueño.

— ¿Por eso dejaste que el mecánico coqueteara contigo? — Cuando lo dice veo en su rostro el arrepentimiento pero enseguida comienza a querer saber más. — ¿Quiénes son? ¿Y porque uno de ellos te llamó Mills? ¿Y por qué dijo que estaban a punto de besarse?

— ¡Tyler no coqueteaba conmigo! ¡Sus creencias no se lo permitirían! — Le aclaro pero no sé qué tanto de eso sea verdad. — En todo caso, yo…  fui quién le coqueteo a él.

— ¡Oh, Milah! ¿Y se supone que eso debe hacerme sentir mejor?— Exclama dolido. — ¡Siento que no te conozco en lo absoluto desde que llegaste aquí!

— ¡Finn, eso no es cierto!

— Sí lo es. ¿Y te digo qué? ¡Parece que todos lo hacen menos yo!— Grita con desdén.


❥❥❥❥❥


Actualidad. 

Tyler parece estar sorprendido por lo que acabo de confesar. —Para ser alguien que se casará pronto, estás muy interesado en mi compromiso. Pero te diré algo…

— ¿Qué?

Suelto un suspiro exagerado mientras me cruzo de brazos. — Tu “Ana Zillio” también está aquí.

Tyler ríe ingenuamente. — ¡Por supuesto que no! Ni en mil años estaría en un lugar como este. —  Enarco una ceja porque Theo 's literalmente está en uno de los lugares más codiciados de Nueva York y ya contaba con verdadero prestigio. — Lo decía por el alcohol, más que nada. — Dice disculpándose.

— Me pareces ridículamente tierno en este momento, pero no estoy mintiendo. — Tomo su mentón con dos dedos y lo obligó a girar su barbilla en dirección a la mesa donde está Ana Zillio compartiendo una mesa con una pareja. No sé que encuentro más divertido, el hecho de que a Tyler jamás se le haya cruzado por la cabeza que Ana es libre de divertirse o el hecho de que ella finja no habernos visto primero. — ¿Y tú Tyler? ¿Le dijiste a Ana lo que estaba apunto de pasar ese día? 

Ana&Tyler
-Intimacy-Passion+Commitment
TYLER


Mi cabeza instintivamente gira en la dirección en la que Milah la guía. Siento como mis ojos se abren como platos. Lo veo y no puedo creerlo. De entre todos los lugares de Nueva York Ana está aquí.

Dylan suelta una carcajada detrás de mí y siento que estoy al borde de un infarto.

Por supuesto ella no está mirando en mi dirección, sin embargo el color de sus mejillas delatan que no hace mucho lo estaba haciendo. Con ella se encuentra un muchacho que no hace más que mirar al techo como si hubiese sido captado en un acto de vandalismo y Mita, los ojos de la hermana de Ana están clavados en mí de manera penetrante, como si estuviera a punto de matarme.

— ¿Y tú Tyler? ¿Le dijiste a Ana lo que estaba a punto de pasar ese día? — Pregunta Milah, casi de una forma maliciosa. — ¡Tyler! — Siento la voz de Milah lejos cuando Ana se atreve a mirar y mis ojos se conectan con los de ella por un segundo. Siento el sentimiento de culpabilidad pesando en mi pecho, como si la estuviera engañando, aunque no es así…. ¿O sí? — ¡Tyler!

Inmediatamente despego mis ojos de los de Ana, me encojo de hombros y volteo hacia mi hermano cuando Mita modula “Te matare” y con su dedo índice atraviesa el ancho de su cuello.

— Dylan, ayúdame. — Suplico como si los servicios de mi hermano fueran necesarios para que detenga a la hermana de Ana. ─ Estoy quedándome calvo con la mirada de Mita…. ¡Hasta acaba de amenazarme!

Por segunda vez Dylan se ríe a carcajadas hasta ponerse como un tomate. ¿Cómo es que mi sufrimiento le pueda causar tanta gracia?

— Tienes más drama que Las Kardashian. — Comenta mi hermano tomando un poco de soda para aclararse la garganta.

Una risita por lo bajo viene de Milah. — ¿En serio, Dy? ¿Me comparas con un grupo de chicas con lujos?

Él sonríe. — Es un programa muy bueno. Con Sky lo vemos todas las veces que podemos. 

La rubia menea su cabeza, dando su opinión en silencio sobre el programa.

— ¡Es en serio! — Casi grito en busca de auxilio. La mirada de Milah parece estar en una cancha de tenis, mirando de un lado a otro con gracia.

Milah se cruza de brazos. — ¿Estos son los dramas familiares? — Pregunta la rubia con una sonrisa en la cara.

Frunzo el ceño. — ¡No! — Le respondo de forma desesperada y me dirijo a Dylan. — Te cuidaré a las niñas los fines de semana siguientes, si quieres lo hago hasta que acabe el año. — Digo apoyando mis manos sobre la mesa para darle énfasis a esta última frase.

Dylan se recuesta en su silla mientras me mira, la gracia pinta su rostro. ─ Tentador, pero me gusta el drama.

— Debes dejar de juntarte con Skyler.

Mi hermano frunce el ceño y hace un gesto con sus manos, levantándolas para luego golpear sus piernas. — Como quieres que haga eso si es mi esposa.

Me siento casi afiebrado como si estuviera a punto de darme un síncope.

— No exageres, Tyler. Enfrenta tus miedos. — Dice Milah dando media vuelta y encaminandose a la mesa de Ana.

ANA

Desde que Tyler miró hacia donde estábamos siento que los nervios van creciendo de una forma descomunal dentro de mí. Estoy segura de que si Mita no me tuviera agarrada debajo de la mesa, ya hubiese huido del lugar.
 
— Ya deja de mirarlos. — Susurro en voz baja hacia Mita.
 
— No. No lo voy a hacer, ese pequeño sorete debe saber que está en graves problemas.
 
Busco la ayuda de Luke con la mirada, pero al parecer él está centrado en la figura de la esbelta rubia que se dirige hacia nosotros. Comienzo a hiperventilar mientras intento zafarme del agarre de mi hermana que al parecer se hace más fuerte.
 
— Por favor, Mita. Suéltame. — Le suplico en un susurro una vez más pero mis palabras no hacen efecto.
 
La rubia esbelta se acerca a la mesa con una sonrisa la cual podría decir que es maliciosa. Ella pone sus manos en la mesa y nos mira con una ceja levantada. — Bienvenidos Theo 's. ¿Tienen algún problema con nosotros o por qué no dejan de mirarnos? 
 
— No, no hay ninguna clase de problema… — Comienzo a decir pero Mita me interrumpe. 
 
— El problema no es contigo, Princesa de las Nieves sino con el zopenco de allá atrás. — Dice señalando a Tyler que venía caminando. 
 
Luke abre su boca ligeramente. Siendo un espectador de la situación que se está por venir.
 
— ¿Con mi Ty? ¿Por qué? Ha estado conmigo desde que llegó y no lo he visto ofender a nadie, Defensora de la Paz. — Comento la chica. Mita está hirviendo y lo sé. Creo que está a punto de explotar.
 
— Por eso mismo, cariño. No tendría que haberse acercado a ti en toda la noche siquiera. Es el prometido de mi hermana.
 
— Que yo sepa él no le ha propuesto matrimonio a nadie, y sí lo hace no lo hará por gusto, sino porque quiere complacer a su padre y a tu Dios. Dicho eso, creo que se ha acercado a mí porque le resulto más estimulante. ¿No te parece? — Mi hermana está a punto de saltar de su silla cuando la freno con mi mano libre.
 
— La señorita aquí tiene razón, Mita. Tyler todavía no me ha hecho una propuesta formal, por lo tanto no estamos comprometidos. Para ti tal vez quiera complacer a su padre y a Dios, pero eso ya queda en sus manos, no en las mías. Yo no lo estoy obligando a nada, estamos intentándolo. Estoy siendo solo un instrumento en las manos de Dios. Y, si, tal vez su compañía sea bastante estimulante, aunque estoy segura de que él no se había percatado de nuestra presencia hasta que usted se lo hizo notar, ¿no es así? — Termino mi discurso de la manera más civilizada posible y respiro de forma profunda. Los ojos de Mita están como platos al no poder creer que acabo de contestar a una agresión por primera vez en mi vida.
 
Ella esboza una sonrisa divertida. — ¿Intentándolo? Te diré algo, si en verdad quisiera comprometerse contigo no estarían intentándolo, en primer lugar. Si de verdad te importara más Tyler, te negarias a esta idea absurda, estoy segura de que llevas más tiempo conociéndolo pero te aseguro que no tienes idea de quién es él realmente. — La mano de Mita oprime con fuerza la mía. La situación me recuerda a cuando éramos pequeñas y nos tomábamos de la mano en momentos difíciles. Ahora me doy cuenta que mi hermana nunca me soltaría.
 
— Tal vez en tu absurda vida no entre la idea de que hay algo más grande que nosotros, un Dios como en el que nosotras creemos y en el que Tyler quiere volver a intentar creer, pero nosotras creemos firmemente en Él. Por algo Tyler accedió a conocerse con mi hermana, ¿no crees? Es la idea, intentar saber quién es él realmente antes de dar el primer gran paso… pobrecita, parece no entenderlo. — Mi hermana dice esto último dirigiéndose a mí, como si la rubia fuera bastante tonta. 
 
Tyler, quien ya está parado al lado de la rubia me mira suplicante, como pidiéndome perdón.
 
La rubia pone sus manos en sus caderas. — Tyler, tus conocidas parecen no saber la razón por la que te fuiste en primer lugar, creo que no aceptan que el mundo puede ser igual o más interesante que una creencia que se pasa a través de siglos con la misma información de siempre. — Ella mira a Tyler en señal de una respuesta. — No entiendo siquiera porque quieres hacerlo. Nosotros nos conocimos sin intentar nada y después de eso volvimos a encontrarnos sin necesidad de buscarnos. 
 
Mi casi prometido comienza a cambiar su peso de un pie a otro, maña que tiene desde que lo conozco, es decir, toda la vida ya que no recuerdo una vida sin los Harrison en ella. 
 
— Milah, creo que es… — Tyler no termina la frase ya que un Dylan sonriente aparece abrazándolo por detrás.
 
— Hermanito, parece que vas a tener que cuidar a las niñas después de todo. — Dice y suelta una carcajada. — Ana, un gusto verte de nuevo. Y… ¡Mita! No has cambiado en nada, sigues siendo la misma busca pleitos de siempre.
 
— Un gusto verte, Dylan, tu… has cambiado, ¿son entradas eso que veo ahí? — Mita sonríe falsamente.
 
— Si, entradas de paternidad, no lo entenderías. No conozco a tu amigo, él es… — Deja la frase incompleta esperando que mi hermana conteste.
 
— Él es Luke, mi novio. — Dice de forma cortante a lo que yo me quedo en una pieza ¿Le está dando celos?
 
Veo como Luke frunce el ceño y abre sus ojos grandes.
 
— Sí, claro. Siempre te gustaron los flacuchentos. — Comenta de forma despectiva. — En fin, Milah preciosa, creo que tenemos que dejar que Ana y Tyler hablen tranquilos, la pobre ha sufrido muchas emociones y necesita un par de explicaciones.
 
— Sólo lo hago porque creo que tienes razón. Ya sabes en donde encontrarme, Tyler. Espero que veas primero por ti. Por cierto, gracias por la charla, Defensora de la Paz.

TYLER

Siento revivir cuando Dylan se introduce en la conversación, aunque no necesariamente quiero hablar con Ana en este momento. Me siento incomodo al no poder descifrar sus emociones.

Tomo la mano de Ana y nos guío a una esquina alejada cerca de un gran ventanal que da a un patio interno. Al llegar ella se sienta en el alféizar de la ventana y yo la sigo.

Ella cruza sus piernas, es toda una dama. En ese momento me hace sentir como una copia barata de Shrek. Me mira a los ojos esperando a que hable, pero no emito ni una sola palabra, esto continúa un par de segundos hasta que suspira: — Tu amiga parece agradable. Bah, lo sería si no hubiese criticado nuestra religión, nuestro intento de conocernos y a mi hermana.

— Si, Milah… Es especial. — Digo en un intento de defenderla.

— Especialmente desagradable. — Contesta Ana a lo que yo ahogo una pequeña risa mirando hacia otro lado, sintiéndome culpable por encontrarlo divertido. — ¿Cómo es eso de que ella sabe porque te alejaste de la iglesia? — Pregunta.

— Es una larga historia.

— Parece una vieja amiga. — Dice rodando los ojos. ¿Ana está celosa? Mi corazón salta y no entiendo por qué.

No puedo evitar preguntarle: — ¿Tú estás...? — Comienzo a indagar pero un grito agudo interrumpe nuestra conversación.

Ambos volteamos nuestras cabezas hacia dónde vino aquel estridente sonido. Dos cabezas rubias aparecen en nuestro campo de visión: Una es Milah con su vestimenta completamente empapada del gin que estaba en la mesa de Ana, y la otra es Mita quien tiene un vaso vacío en su mano justo encima de la cabeza de la bailarina; En el rostro de la hermana de Ana aparece una gran sonrisa malévola.

— ¡Maldita perra! — Grita Milah.

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Iris&Alexander
-Intimacy+Passion+Commitment
IRIS

Aún no siento los efectos del alcohol. Levanto mi mano a la altura de mis ojos. La muevo para comprobar si veo un efecto de clonación o algún signo de borrachera. ¿Qué rayos estoy diciendo? No logro ver nada así que me resigno y la bajo.

Las cantidad de veces que estoy apretando el botoncito de bloqueo de mi móvil para ver si tengo algún mensaje, son incontables. Cero mensajes. Observo a mi alrededor y un sentimiento de pena me invade. Pero es reemplazado por irritación, causada por Alex.

Se supone que frente a mí debería estar mi novio, es nuestra noche de cita. La velada sería de ensueño. Disfrutariamos de la comida que ofrecen, como rabas o unas papas fritas. Beberíamos mucho con la suerte de que ninguno conduce, tomaríamos un taxi y nos la pasariamos pegados uno encima de otro durante el viaje porque somos ese tipos de borrachos. Aunque conociendo bien a Alex él se mantendría sobrio para protegerme. Ugh que buen novio.

En los planes, la noche finalizaría de dos maneras. Ambos tan cansados que nos acostamos a dormir sin cambiarnos de ropa sobre el cubrecama, pero abrazados porque tenemos frío. O si alguno hace un movimiento, probablemente yo, nos besamos y tenemos sexo. La segunda me simpatiza más. Oops!

Al instante, la razón por la cual estoy sola, viene a mi y vuelvo a sentirme mal, culpa. Puede que sea verdad que Chris necesita ayuda. Desconfiar de él solo me hace sentir horrible. ¿Soy la peor novia? Le doy un trago a mi bebida, con un brindis imaginario por mi soledad.

Las luces se tornan un poco tenues. Frunzo el ceño al no escuchar más la música de fondo previa. Una parte del recinto se ilumina, lo que presumo es un pequeño escenario.

— ¿Música en vivo? — hablo para mí y hago una mueca. Doy otro sorbo a mi trago.

Reconozco los instrumentos lo que me indica que se trata de Jazz.

No pasa ni un minuto del inicio del show que ya tengo la canción entre ceja y ceja. No odio el jazz pero personalmente no quiero escucharlo esta noche y menos en este mismo momento.

Es la ambientación ideal para una cita romántica, dos personas a luz de las velas disfrutando de unos tragos mientras se dedican miradas coquetas. Dios, ¿por qué me odias tanto?

Ocupada mirando a los músicos, de soslayo veo que alguien se sentó en la silla que tengo en frente. Fijo mis ojos en la persona. Se trata de un hombre. Parece no estar consciente de mi presencia así que tomo el atrevimiento de mirarlo. Tiene un perfil bastante marcado. Caucásico y de rasgos británicos. Atractivo. Puedo verlo en películas independientes francesas, sonrío ante mi pensamiento.

❥❥❥❥❥


Tardo unos segundos en procesar lo que dijo el hombre frente a mi. ¿Debería tomar enserio lo que acaba de decir? Le doy vueltas a sus palabras tratando de encontrar alguna situación que ejemplifique sus acciones. Busco en su rostro algún atisbo de “estoy bromeando” pero lo único que encuentro es un semblante tranquilo. ¿Que ocultas Nicholas?

Ahora, soy yo la entrometida. Parpadeo para alejar esos pensamientos.

Los tragos llegan. El mío tiene un sorbete, el cual uso para batir el líquido con la idea de que el hielo se desintegre más rápido y reducir el efecto del alcohol.

— Mmm chico con secretos, ya veo. — Me recargo mejor en la mesa. — Puesto que que me juzgaste por mi apariencia hace un rato, permíteme hacer lo mismo ¿si?

— ¿Qué hay de las 3 preguntas? — Pregunta confundido.

— Solo quiero conversar contigo. — Hago una pausa. — Además parece que nos quedan dos para cada uno.

— Adelante. — Hace un gesto con la mano invitándome a hablar.

Me detengo simulando que pienso, aprieto los labios y entrecierro mis ojos.

— Me das la impresión de que eres el tipo de chico que posee esa presencia avasalladora con el cual quieres involucrarte pero sabes que hay peligro. — Estoy siendo honesta. Observo como su postura cambia. ¿Dije algo malo? — Además no te presentaría a mis padres nunca. — Suelto lo último para aliviar el ambiente.

Nicholas solo deja ir una pequeña carcajada. No sé si es algo bueno o no. — Me mataste Iris. — Lleva la mano derecha hacia su corazón fingiendo estar herido. — Me catalogaste como el chico para pasar el rato.

— No, no, no quise decir eso. — Río por los nervios aunque no estoy arrepentida de lo que dije. — Lo que intento decir es que a veces el pasar el rato no es una mala idea. — Acentúo lo de “pasar el rato” segura de que él entendiera.

Nicholas abre los ojos. Está sorprendido por lo que acabo de decir. Creeme hasta yo lo estoy. No es que no sepa lidiar con hombres. Lo únicos encuentros con un especimen del sexo masculino, son contados con una mano. Tales fueron: Leo donde la conversación fue sobre el trabajo, mi padre que solo pregunta si estoy bien y si me alcanza el dinero. Oh y por supuesto mi…

— Está bien. Me disculpo. — Inclina la cabeza en un pequeña reverencia de disculpas. — No debí asumir que eras una “buena chica” — Resalta el “buena chica” y siento que está jugando conmigo.

Tratar con este chico sería difícil. Pero entretenido.

Sí debo admitir algo, es que la estoy pasando bien. Socializar con una persona que no conozco y que además es un hombre sube dos puntos mi vara de autoestima. Estoy visualizando en mi mente, el rostro de Olivia orgullosa de mí. Ella dice que necesito diversión así que acepto esto y me dejaré llevar. Quiero saber como finaliza.

La música de la banda que al principio solo eran lentas empezaron a acelerar el ritmo. Creo haber escuchado este ritmo en algunas películas. Por alguna razón la encuentro de mi gusto y empiezo a mover uno de mis pies al son del ritmo.

Nicholas quien ha mantenido silencio me observa. Algo está pasando por su mente.

— Iris, tengo una segunda pregunta. — Se pone de pie. Le da un sorbo a su trago y lo deja sin terminar.

— Dime. — Contesto por inercia. ¿Por qué se levantó?

— ¿Bailas conmigo? — Su mano se extiende frente a mi. Me quedo anonadada ante su propuesta.

Hago un gesto de terror, y es que me siento aterrorizada. No hay forma que yo baile esto. No sé hacerlo. Quiero declinar la oferta pero una parte de mi despierta, me dice que vaya y lo intente. Nada puede salir mal. ¿Verdad?

Acepto su mano, la tomo y con delicadeza me lleva hasta el espacio donde se supone es la pista para bailar. 

❥❥❥❥❥


ALEX

Ingreso con rapidez al edificio. Me doy cuenta de que estoy ignorando mi alrededor al momento donde escucho a la lejanía los gritos del portero, pienso en una disculpa que no logra salir porque ya se está cerrando la puerta del ascensor.

Piso 5to. Puerta 3.

No tengo necesidad de tocar la puerta porque se abre ante mi.

— ¿Cómo sabías que yo… ? — Mi pregunta muere cuando mi hermano, que está con una mano en la puerta y en la otra tiene un teléfono.

— Si, no se preocupe señor Watters es mi hermano, el idiota. — Le dedico una mirada de poco amigos. Lo último no era necesario. Cuelga el aparato y se mueve para un costado liberando el paso. — ¿Vas a entrar?

Empezamos mal.

Ingreso arrastrando mis pies, mi corazón está latiendo con fuerza por los nervios y la reciente corrida. Siento la presencia de la mujer. Además del asqueroso perfume que lleva puesto, el cual perfora mis fosas nasales con su aroma fuerte. No quiero mirarla por lo que fijo mi vista en otro lado.

El departamento de Chirstopher es más grande que el mío. Tal vez la vida de soltero que lleva, es la que lo hace ver más grande. Tiene ese toque elegante y moderno, algo que me esperaría de un hombre de su calibre. Es un abogado no se me hace raro lo lujos que posee. Su cuenta en el banco debe tener más ceros que el mío. Asqueroso, en el buen sentido. ¿Lo hay?

No te odio ni te envidio hermano pero ahora no eres mi persona favorita.

— Solo quiero que sepan que tienen 15 minutos. Después me voy.

— Que insolente eres Alexander. — Suspira con frustración. — Ni siquiera te dignas en saludar a nuestra madre.

Ganas no me faltan de responderle una grosería pero quiero mantenerme calmado. No quiero llegar con Iris todo agitado. Estoy parado esperando a que digan algo. Trato de evitar todo contacto visual con la mujer. Trago saliva.

No puedo creer que me obliguen a hacer esto… — Hola MinJi. — Quiero evitar que mi voz suene a burla pero estoy fallando. — ¿Cómo es tu apellido ahora? ¿Licht? Oh, un momento ese es el de tu ex esposo. — La boca me sabe amarga. Lastima que quien se ofendió no fue la susodicha, si no Chris.

— ¡Alexander! — Exclama mi hermano.

— Chirstopher no es necesario. Sé que tu hermano habla desde su rencor. — Su voz calmada me enfurece más. Respira Alex. — Quiero que sepas que me encuentro muy triste por tu actitud hacia mi. Sé que no hice las cosas bien en el pasado y por eso volví. Quiero arreglar las cosas con ustedes. Son mi familia, los estimo mucho y aunque tal vez no volvamos a unirnos como antes quiero estar en buenos términos con al menos mi hijos.

— Dejamos de ser familia el día que saliste por la puerta de nuestra casa. — Me cruzo de brazos. — Y mi respuesta sigue siendo no. ¿Acaso no te cansa recibir tantas negativas? No quiero tener que ver contigo. Si fuera posible me cambiaría el ADN para no tener que llevar tu podrida sangre…

Mi hermano se levanta de donde estaba sentado y camina hacia mí a grandes zancadas. Agarra con fuerza el cuello de mi camisa. Su rostro gentil se transformó en uno lleno de ira y enojo. Su acción me toma desprevenido. Nunca lo había visto así. Él siempre fue el que mediaba los problemas, el más benévolo de los dos, el más apreciado por ser tan bueno con todo el mundo.

— ¿Qué demonios te pasa Alex? ¿Por qué tienes que ser así de terco? Lastimas a mamá y a mí con esta actitud rebelde de niño inmaduro, eres un adulto. — Dice tirando de mi camisa zarandeándome. — Actúa como tal.

La mujer empieza a alterarse y nos habla pidiendo que nos calmemos. Sus peticiones son ignoradas. La mirada llena de furia de la persona frente a mi, que ya no reconozco es la que opaca mi atención. Esta es la primera vez que Christopher o yo recurrimos a la violencia. Nuestras discusiones son verbales, la fuerza física nunca fue necesaria. Me duele que nos encontremos en esta situación y todo por esta mujer.

— Y tú me lastimaste el día que decidiste ponerte del lado de esta mujer. — Hablo con dificultad mientras forcejeo un poco para soltarme.

— No estás entendiendo… — Le tiembla la voz por la emoción. 

— No. — Lo interrumpo de golpe. — Ustedes son los que no entienden. — Levanto la voz. — No necesito esto ahora.

— ¿Y cuánto tiempo vas a esperar? — Cuestiona Christopher. La mujer se levanta y camina hasta estar a su lado. Apoya su mano en el hombro de mi hermano.

— Yo decido cuando. No me presionen más. — Trago el nudo que se estaba formando y como última acción, les dedico una mirada.

A grandes pasos camino hacia la puerta. Una vez fuera del departamento me pongo de cuclillas y llevo mis manos a mi rostro. Respiro evitando que las emociones se desborden, las mantuve bien hasta el momento no permitiré que salgan.

— No necesitas esto Alexander. — Repito en un suspiro.

Recuperado, camino hasta el ascensor. Toco el botón de la planta baja. Vuelvo a pasar por el portero. Esta vez no lo ignoro, es más le hago una reverencia en forma de disculpa. Él frunce el ceño, se encuentra extrañado por mi forma de disculparme. No paso por alto el gran reloj que decora la entrada del edificio. Las manecillas doradas indican que son pasadas las 23hs.

¿Cuánto tiempo tarde?

Corro hacia la calle en busca de un taxi. Tengo que llegar con Iris al bar. Pero lo que me preocupa es cómo le explico todo esto. Mi excusa de “mi hermano en problemas” no creo que haya sido suficiente. Conociendo a Iris ahora debe estar sola y molesta conmigo. O tal vez se fue. Y me lo merezco. Tal vez todo se solucionaría si le digo la verdad a Iris. Pero… ¿siempre hay un "pero", verdad Alex? 

❥❥❥❥❥


Esta vez sí que estoy tardando. Dios. Maldigo las calles de Nueva York que siempre están llenas de autos. Suelto con pesadez un suspiro. El conductor me da una mirada a través del espejo retrovisor. Es como si me dijera “No fastidies mocoso” Soy un adulto señor.

Le doy un vistazo a las calles, y reconozco la zona. Estamos cerca. Solo nos quedan algunas calles derecho y luego dos más girando a la derecha. Una idea fugaz cruza mi cabeza. Palmeo mi pantalón en busca de mi billetera.

— Me quedo aquí. — Le informo al señor en el volante. — Tenga. Conserve el cambio. — No lo dejo responder y salgo del auto.

Empieza mi maratón de caminar rápido. Si algo aprendí en las calles, es que no debo correr porque pensaran que he robado algo y estoy en persecución. No quiero más problemas.

Dos cuadras más.

Siento las gotas de transpiración que se deslizan en mi rostro. Aun seguimos en verano, que horror, pienso. Ruego internamente que Iris siga en el bar porque el pensar que ella se fue sola me preocupa.

Llego a Theo’s y me salto la fila. Me acerco a la recepcionista y le sonrió algo incómodo y avergonzado por mi estado agitado. Seguro debe pensar que llego tarde a una cita. Y tiene razón. Le informo sobre la reservación que hice y que tengo a alguien esperándome. Amablemente la joven me deja entrar al establecimiento.

El ambiente es tranquilo. Noto que hay algo diferente a las veces que vengo aquí. Lo encuentro más sofisticado. Hay una banda o al menos la hubo, porque los instrumentos están quietos y las luces están apagadas en el escenario.

Entre las personas sentadas o paradas empiezo a buscar a mi novia. El vestido rojo de lentejuelas. Frunzo el ceño al no encontrarla por ningún lado. ¿Dónde estás Iris? Doy un segundo vistazo. Nada. Como si fuera un foco se ilumina una idea en mi cerebro. Le voy a marcar al móvil. Tal vez está en el tocador o ¿salió? 

Busco entre mis bolsillos el aparato, maldiciendo a mi mismo por no pensar antes. La desesperación se apodera de mí al no encontrar rastro del móvil sobre mí. Lo tenía conmigo cuando me fui para lo de Christopher, ¿Dónde puede estar?

El taxi. Trato de hacer memoria pero nada viene a mi. Maldición. Lo perdí. Ahora no sé como comunicarme con Iris, de quien tampoco sé su paradero. ¿Esto podría seguir empeorando?

Maldición.





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Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Empty Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.

Mensaje por lovesick Dom 25 Abr 2021, 8:05 pm

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What you made me do
Lovesick | Micky Eche | 14th moon | Especial Pt. 3


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Milah&Nicholas
Intimacy+Passion-Commitment
NICHOLAS

La mano de Iris resulta ser la más suave y pequeña que he tocado nunca; su tacto es gentil y no tiene las asperezas como alguien que conozco. 

¿Cómo las manos de Milah por entrenar? Estúpido. 

Nuestro paso es muy lento, espero que no lo noté pero es casi obvio que nunca he sido el gran bailarín, así que invitarla a bailar ha sido una carta que he decidido jugar sobre todo cuando yo estaba siendo literalmente el tema de conversación. Tal vez ese sea mi modo de evitar que otra chica se decepcione por no ser algo que debo ser.  Pero me niego a aceptar que he invitado a Iris a la pista sólo porque puede existir la posibilidad de que cierta rubia me vea haciéndolo. Una idea que se había metido a mi cabeza en un segundo. 

¿Por qué estoy pensando en eso? No. Sé que una parte de mi se siente egoístamente feliz de que su cita la haya dejado plantada porque hacía mucho que no tenía una buena noche, bueno… a decir verdad parte de ello había sido mi culpa, jamás creí que Milah pudiera interesarse por alguien más. Mucho menos por alguien como Finheas Lowell. 

Milah tonta.

Pero a la única que descubro mirándome es a Iris, rebosante de curiosidad. Sublime. — ¿Acaso ya te diste cuenta de que tengo dos pies izquierdos?

— No sé puede tener todo en esta vida. — Comenta orgullosa, haciéndome reír de nuevo,  pero no puedo evitar diferir. Es parte de mi, como diría mi señora madre, me gusta pelear. 

— ¿Así que estás diciendo que si no fuera guapo, sabría bailar?  

— Jamás dije que fueras guapo. 

— Pero tampoco has dicho lo contrario. 

— Bueno, tú tampoco me has dicho que soy guapa. — Señala antes de darse cuenta de que lo ha hecho, inclina su cabeza hacia un lado, seguramente pensando como superar esto,  seguramente los tragos que hemos bebido antes comienzan a hacer efecto, porque lo único que hago es reírme de nuevo, además me siento un poco más liviano, y atrevido. 

— Porque tal vez con eso quiero decir que sabes bailar. — Me da un empujón amistoso directo en mi hombro mientras seguimos con nuestro baile lento. — Supongo que es lo que debería hacer. Después podría invitarte a ir a un lugar más privado como mi departamento, no lo sé. Saldríamos del Theo's y tomaríamos un taxi donde tendríamos un poco de coqueteo sexual y nada sutil en el asiento trasero. — Tomo de su mano y la encaminó a dar una vuelta, como no sé bailar me tomo mi tiempo en esto. Cuando vuelve a estar cara a cara conmigo puedo ver cierta consternación en sus ojos, las mejillas rojas, Iris es una de las personas más expresivas con las que me he topado en esta vida, me acercó lo suficiente para poder decirle —Te estoy tomando el pelo, Iris. — en un susurro cerca de su oreja. 

— ¿Así que no planeas hacerlo? 

—  La noche es joven. —  Me encojo de hombros. — Pero todos ya saben que eres la más guapa de aquí.

— Estoy segura de que hay al menos otras diez chicas mucho más guapas que yo. — Comenta haciéndose la lista. 

— Posiblemente, pero no quería que te sintieras mal. — Le saco la lengua, observó cómo levanta ligeramente la comisura de sus labios en un intento por no sonreír completamente. — Hablando de eso, esta música me está distrayendo, me hace sentir un poco tonto, como si estuviéramos en una cita. 

— ¿Tan rápido estás huyendo del compromiso? 

— Oye… te recuerdo que fue a ti a quien dejaron plantada. — Y a mi me rechazaron. Diría que casi de inmediato me doy cuenta de que no debí decir eso. Maldición. Doy un gran suspiro pesado sabiendo que no puedo arruinarlo más.

De pronto la balada termina y comienza una mucho más movida… creo que la conozco. 



MILAH

Nicholas y otra chica están bailando. 

Bailando la canción que sonó en Central Park para nosotros; aquella noche en la que mi corazón se quería salir de mi pecho al verlo a mi lado, tan arrogante, tan repentino, tan él. Esa noche en la que como una estúpida lo seguí. La noche en la que después de varios años él me robó un beso y más tarde el aliento en su cama. 

Puede que ahora suene más al estilo Jazz, Swing o algo como eso. Pero es la misma canción. Mi respiración se vuelve entrecortada. 

Nicholas la toma de la cintura y él definitivamente cumple su papel en este baile. Él es quien dirige y la mueve a ella de manera agraciada por toda la pista, al compás de la canción,  la sonrisa en la chica me dice que se está divirtiendo, e incluso Nicholas parece estarlo disfrutando. 

¿De dónde había salido ella? ¿Acaso es alguna chica del pasado? No. Conozco a las “chicas del pasado”. Yo soy su “chica del pasado”.

Pero tampoco es que pueda recriminar algo, no tengo el derecho. Ella es una chica pelinegra, pequeña, delicada, de ojos redondos, estúpidamente adorable. Es preciosa, de hecho. Una belleza asiática.  

Para este punto ambos están en su propio mundo, así que no me sorprendería que las luces se apagaran en el Theo’s, y que los reflectores de pronto decidieran alumbrar sólo a ellos. Están en su propia comedia romántica donde yo soy esa “ex o amiga” a la que todo mundo odia porque el protagonista vuelve un par de veces a ella para un día no volver nunca más.  Es casi palpable en el ambiente la intimidad de la que se han apropiado. 

Y me siento como una invasora, bajo el techo del maldito bar de mi familia. 
Maldición. 

Quiero moverme, pero mis piernas no responden y si lo hacen temo que pueda caer; sigo con los ojos bien abiertos y  puestos sobre el baile agraciado de Nicholas Audrey. — Nadie apostaría que la única vez que aceptaste bailar conmigo fue porque estabas borracho y un poco drogado. — Susurro con nostalgia, y sí, siento un poco de recelo. Debo ser la más patética de todas. Estoy felizmente comprometida. ¿Entonces por qué no puedo sacarme de la cabeza ese recuerdo de hace más de 5 años?

Y sé que estoy juzgando a la chica con dureza por estar bailando con él; porque me luce pérdida cada vez que debe soltarlo o alejarse un poco. Pero más allá del brillo en sus ojos que la delata, por no hablar de la gran sonrisa blanca, reconozco que está maravillada. 

Puedo verme en ella. Es el efecto de Nicholas Audrey. 

Y él tan ignorante de todo lo que está pasando, mueve los hombros al ritmo de la música, cierra sus ojos un poco y se limita a sonreír mientras regocija un poco su alma maldita mientras que yo sólo me quedo mirándolo como una tonta desde donde estoy. 

La manera en la que su cabello castaño se mueve sobre su cabeza que se ladea de un lado a otro como si estuviera fluyendo con el aire, la manera en la que disfruta la música me hace quedarme aquí. 

Ella, en un movimiento atrevido, coloca una de sus manos cerca de su cuello, y diría que no sucede nada sino fuera por la satisfacción en el rostro de Nicholas al descubrir que esto tiene algo que va más allá de un buen momento. 

Conozco a Nick. La manera en la que la está mirando ahora, tan intenso, tan despreocupado, es algo que no tiene precio. Ella parece comprender ese sentimiento. Acerca su rostro al de ella de repente porque en este preciso segundo, no hay nadie más para él, y lo observó acercar la punta de la nariz a su cabello… — ¡Oh, por amor de …  mierda! — Doy media vuelta y me siento culpable por haber presenciado eso, que incluso siento un poco de vergüenza. 

En algún momento de mi huida hacia la dirección contraria de Nick me encontré con Billy en una periquera que no perdió tiempo en abrir la boca y descubrir parte de lo que sucedió.

— Creí que ustedes dos… 

— Ni lo menciones. — Me siento traumatizada. Jamás lo había visto en acción. No con otra persona que no fuera yo. Levantó la mano esperando que algún mesero me vea, quién sea, pero necesito un trago. — ¿En dónde está mi mamá? Creo que cambié de opinión, me embriagaré en casa.

Billy no duda en poner los ojos en blanco por mi comentario que pareció hacer un perfect timing justo cuando él planeaba beber de su vaso. Lo pone sobre la mesa y lo empuja suavemente con dos dedos. — No hay nada como verificar todo por cuenta propia, eso o se fue a casa desde hace veinte minutos. 

El White Russian baja por mi garganta tan rápido que creo que me congele el cerebro. — Sí. Evita que lo haga de nuevo, en especial  si el Innombrable está presente. 

— ¿Ahora que se hicieron? 

— Mmm. En mi defensa nada que él no me haya hecho antes. ¿Sabes? A veces esto se siente como un divorcio, sólo  te diré que tu custodia sigue siendo compartida. 

Billy se ríe de mis gestos de desagrado, pero en ese momento siento como un líquido frío comienza a escurrir de mi cabeza hacia mi cuello y mi ropa. El olor a alcohol me empapa. Al girar sólo puedo ver a la Defensora de la Paz, de pie mirándome hacia abajo con una gran sonrisa victoriosa. 

— Ay, mi hermana te quería invitar un trago, pero supongo que se me cayó. 

— ¡Maldita perra! — Grito mientras me incorporo, lo único que se me ocurre hacer al momento es quitarme la chamarra, pero el alcohol ha adherido el vestido a mis bustos.


NICHOLAS

Por unos segundos, me siento como un traidor.

¿Qué estoy haciendo?

Y es como si la burbuja en la que me he metido explotara trayéndome de vuelta a la realidad en cuanto escuchó la voz de Milah entre todos los sonidos. 

Milah.


Milah.

Mi Milah. 


MILAH

Billy también se ha levantado, creo que no sabe muy bien cómo reaccionar ante una situación como esta en especial si una de las involucradas soy yo. 

Por mi parte, estoy intentando controlar mi enojo. — Tranquila, Milah. No pasa nada. — Dice Billy a susurros, aunque es obvio que ya estamos llamando demasiado la atención, y es obvio que pasa algo.

Piensa en mamá. Piensa en Lee. Piensa en Bástian. Piensa en Theo 's. ¡No podemos estar en otro escándalo!

La rubia coloca el vaso sobre mi mesa, buscando cruzar la mirada conmigo. — Te lo dejare en claro, Princesa de las Nieves. Aléjate de ellos. No te metas en su… 

— ¡Tú! ¡Cierra la puta boca! — Ordené a gritos con más fuerza de la que pretendía. ¿Qué hago? ¿Podría pedir que la saquen por alborotadora? Ella me lanzó el trago encima, ¿no? 

— Vamos, Milah. — Habla Billy en un intento por atraer mi atención. — Deja esto así. 

— ¡¿Dejar esto así?! — Refunfuño en dirección hacia  Billy y esa es la gota que derrama mi vaso. — ¡Pero si ella fue quién se acercó a nuestra mesa a derramar el trago! — En mi arrebato, empujo  lo que se encuentra sobre la misma al suelo quebrándolo todo por completo. Si no fuera porque estoy tan molesta me habría percatado de que Billy sólo trata de ayudarme. — ¡Y tú mojigata retrógrada! ¡Deja que tu hermana comience a arreglar sus malditos problemas ella sola! 

Creo que hacer una mención implícita de Ana Zillio sólo hace que la entrometida de su hermana se enoje más porque da un paso hacia mi dirección, y en mi mente eso sólo significa una cosa: pelea. 

Cuando menos me doy cuenta, estoy sobre la rubia y todo a mi alrededor parece suceder en cámara lenta con la música Jazz orquestando nuestra escena; la he derrumbado de un puñetazo porque si algo aprendí del bastardo mentiroso, también conocido como Nicholas, fue que sorprenderlos nunca está de más. 

Aunque mi ventaja me dura menos de lo que esperaba, porque nadie pensó que la chica religiosa estuviera tan dispuesta a responder mi golpe del mismo modo. Cuando siento el impacto de sus nudillos contra mi mentón pierdo el equilibrio y caigo a su lado. 

❥❥❥❥❥


— ¡Estás exagerando! — Grito desde mi lugar en la celda. — ¡No te iba a matar!

— ¡Me estabas asfixiando! ¡Literalmente tenías tus manos alrededor de mi cuello! — Grita Mita sentada desde su esquina, imitando cómo la estaba agarrando, no puedo evitar reír aunque dolorosamente, estoy segura de que me quedará un moretón que durará un par de días. 

— ¡Señoritas! ¡Ambas! Dejen de gritar o se les negará su derecho a pagar su multa y en cambio pasarán 72 hrs. haciendo servicio comunitario. —  Nos señala la oficial que nos ha detenido. 

Algún cliente en el Theo’s debió informar de la pelea porque minutos después la Defensora de la Paz y yo fuimos detenidas. Billy salió tras de mí, al igual que el novio, su hermana, Dylan y por supuesto, Tyler Harrison sin saber muy bien a quién mirar.

Lo único que pude decirle a Billy fue un nombre antes de subir a la patrulla. 

— Sé que tengo derecho a hacer una llamada. — Digo yo caminando como loca en mi pequeña celda. — ¡Quiero hacer mi llamada!

— La hará cuando terminemos de procesar su declaración, señorita. Ahora por favor guarde silencio. —  Señala la oficial con cara de pocos amigos y una minúscula pizca de paciencia. Por lo bajo escucho la risa burlona de Mita, no me queda de otra que sentarme sin antes levantar el dedo medio a su dirección.

Muérete, imbécil. 

Luego de media hora, a ambas nos sacan de nuestras celdas. —  Sin pelear. Andando. —  Y nos dirigimos por el mismo pasillo por el que habíamos ingresado hacía por lo menos un par de horas. — Revisen que sean todas sus pertenencias y firmen. 

— ¿Qué sucederá después, oficial? —  Pregunta Mita, mientras yo sólo me cruzo de brazos esperándola. Fui arrestada sin ninguna pertenencia, mis llaves habían quedado guardadas en mi chamarra y en Theo 's jamás había usado mi identificación o dinero. 

—  Primor; ya han pagado tu multa por alterar el orden público, ya sabes después de haberse peleado en el bar y asustar a los clientes.— Señala la policía, Mita simplemente traga saliva. Una parte de mi se divierte con lo que estoy presenciando, supongo que esto no será bien visto en su familia, como tampoco será bien visto en la mía. 

Mierda. 

—  ¿Quién ha pagado lo mío? —  Vuelve a preguntar ella mientras nos hacen dar nuestra última firma en lo que parece ser un tipo de recepción, pero del otro lado del cristal puedo ver perfectamente quién está detrás de todo esto. 

Después de todo, sí respondió a mi llamado. 

—  Mi familia, Defensora de la Paz. —  Añado yo cruzando del otro lado. Y ahí están todos. El novio de Mita. Ana Zillio. Tyler Harrison y por supuesto, Sebastián Rossi. 

Todos se levantan al mismo tiempo sin decir palabra alguna, con la atención puesta en el imponente Bastián, quien pasa de mi sin siquiera mirarme y se dirige a Mita. No duda en estudiarla rápidamente y sinceramente no sé qué es lo que hará, pero sé que no será bueno.— La próxima vez que piense en tirar el trago a alguien asegúrese de que no sea la futura dueña del bar. 

—  ¡Bastián! —  Puedo ver como le muestra una sonrisa de oreja a oreja. Incluso yo siento un poco de pena por Mita, a quién se le han puesto las mejillas rojas pero se mantiene callada. 

—  Sin rencores, Srita. Zillio. Estamos a mano. Los Townsend han pagado su multa, puede seguir frecuentando al bar, pero absténgase de causar otro alboroto. — Bastián no dirige la mirada a nadie más luego de dar media vuelta y salir por las puertas de cristal, dejándome a mí con todos los demás. 

El primero al que miro es a Tyler Harrison que está aún lado de Ana Zillio, y siendo honesta es el único que me importa. 

En realidad, no sé muy bien qué podría decirle mucho menos con todos los demás atentos a nosotros, me muerdo el interior de la mejilla mientras Ana es la primera en moverse y pasar por mi lado para abrazar a su hermana, junto con su novio, acepto que ella aligera un poco el ambiente sobre nosotros aunque no lo suficiente. 

—  Supongo que sólo te ocasione más problemas de los que … — Los brazos de Tyler me rodean por sorpresa, pero aunque me reconforta más de lo que me gustaría y me llena de su calor, soy yo la que decide romper este contacto físico entre nosotros. 

A juzgar por la expresión en su rostro, diría que lo he herido más de lo que pretendía. — Milah. —  Suena confundido. 

Me mentalizo a mi misma para no acercarme a él y tocarlo, llevando una de mis manos hacia mi brazo contrario. Quiero decirle que todo entre nosotros está bien, que él golpe que me propinó Mita ni siquiera me dolió si con eso lo hago sentir mejor. Qué sigo siendo aquella chica que lo besó y lo abandonó en el taxi después de uno de los mejores días de mi vida. —  Creo que esta vez, ya nos divertimos lo suficiente, Tyler. —  Es lo único que sale de mí, salgo de la estación de policías sin mirar atrás. 

Ana&Tyler
-Intimacy-Passion+Commitment
ANA

Me quedo congelada y no puedo más que mirar a mi hermana.

¿Qué es lo que ha hecho?

Observó a Tyler que quedó igual de impactado que yo, pero ambos quedamos pasmados cuando Milah le propina un golpe a Mita y esta última no tarda en devolvérselo.

— ¿E-esa es m-mi hermana? — preguntó de manera inconsciente al chico a mi lado.

— C-creo q-que sí. — responde Tyler quien se incorpora inmediatamente en cuanto ve a Luke recibir un codazo accidental de una de las chicas en un intento de separarlas y a Dylan sostenerlo.

No lo pienso ni un minuto y voy a gritarle a Mita que pare, pero mi hermana parece estar poseída mientras grita y jala fuertemente los pelos de la rubia. Milah tiene las manos en su cuello en un intento de estrangular.

Un fuerte jadeo sale de mi parte y me giro hacia Dylan con una mirada llena de desesperación.

Tocó el brazo del hermano de Tyler llamando su atención. — Por favor, Dylan. Haz algo. — suplico.

Para mi sorpresa es Tyler el que está agarrando la cintura de Milah. Al ver esto el más grande de los Harrison va hacia Mita.

— ¡No te metas en esto, Tyler! ¡Y tú zopenco estúpido suéltame! — grita mi hermana y puedo ver cómo se forma una pequeña sonrisa en el rostro de Dylan.

¿Cómo le puede parecer gracioso?

Y lo entiendo. Ver la cara y las palabras que suelta la boca de Mita en una pelea que intenta ganar, es gracioso. Pero no río cuando sé que horas después tendremos una seria conversación. 

Corro hacia Luke quien quiere de nuevo introducirse en la pelea de las chicas.

Lo sostengo de los hombros y hago que me mire. — No, tú siéntate aquí. — lo empujo despacio hacia atrás haciendo que se siente en una de las sillas libres en la barra. — No te meterás. Sabes qué Mita después te odiara y ahora que son novios…— dejo la frase incompleta.

Frunce el ceño y con una voz aguda que me hace reír un poco, grita: — ¿Cómo? ¡¿Cómo pudiste creerlo?! ¡Es obvio que le está dando celos al hermano de tu novio!

Un escalofrío corre por mi cuerpo. Esta vez soy la que grita con voz aguda. — ¿Qué? ¡¿Tengo novio?! Quiero decir… Solo tuvimos una cita.

— ¡¿Qué?! ¡Hay mujeres que son complicadas! — grita por encima del bullicio de la pelea. — ¡Pero ustedes, Las hermanas Zillio vuelven a los hombres locos! — Su vista se desvía hacia un punto atrás mío y cuando estoy a punto de contestarle, comenta: — Por suerte que no es tu novio. Parece estar muy entretenido con su amiga rubia.

Al girar mi cabeza me encuentro con una imagen que rompe un trocito de mi corazón.

No puedo hacerle esto a Tyler.


Él no me quiere.  

En ese momento los policías entran al bar y se dirigen hacia el lugar donde ambas muchachas intentan seguir una pelea que ya ha llegado a su final.

Las esposan a ambas y mi corazón cae a mis pies.

❥❥❥❥❥


Suspiro cuando ya no puedo estar más sentada. Quiero entrar en pánico, pero no puedo romperme ahora mismo. Eso sería injusto para Mita quien siempre ha estado a mi lado.

Camino de un lado a otro, mirando hacia abajo mientras que con mi mano tocó la cuerda dorada que cuelga en mi cuello y le ruego a mi Padre Celestial que perdone los pecados de Mita esta noche.

El tiempo no parece correr, han pasado solo cinco minutos desde que vi por última vez mi celular y una hora y media desde que estamos aquí.

Tyler ha intentado entablar una conversación conmigo tres veces, pero yo lo he evitado.

En esta media hora he hablado mas con Dylan de lo que he hecho toda una vida. Ahora sé que Dakota es mucho más intranquila que Arizona y que Arizona va más de cuerpo de lo que lo hace Dakota.

Luke está callado, siente que si habla se desangrara. Su cabeza está tirada hacia atrás en el banco donde estamos todos sentados y con su mano sostiene una bolsa de hielo a la altura de su nariz.

Me siento y miro nuevamente mi reloj.

Cinco minutos.

— Voy a morir — pienso.

Intento concentrarme en el patrón del piso de la comisaría, veo como los círculos y líneas se entrecruzan en las baldosas, casi como si estuvieran bailando. Cuando mi cuerpo está intentando por fin relajarse un par de zapatos aparecen en mi campo de visión. Subo mi mirada con rapidez percatándome que son los zapatos de un oficial, mi espalda se pone derecha involuntariamente.

Por un segundo pienso que vienen a llevarme por ser la razón del pleito, pero todo eso se borra de mi mente cuando una sonrisa amable y un rostro amigable me reciben.

— ¡Derek! — exclamó mientras me levanto y me tiro a los brazos del policía que está de pie frente mío.

Sus brazos me envuelven mientras siento cómo su pecho vibra por una pequeña risa alegre. — ¡Anita! ¿Qué hace una chica como tú por aquí, en un lugar como este? — pregunta en cuanto nos separamos.

Suspiro. — Es una larga historia.

— Adivino. Es Mita. — dice.

— Si… mi hermana se ha metido en un problema. Y esta vez es serio.

— Lo suponía. — se sienta en el banquillo. — Con un carácter como el de Mita es imposible no esperarse algún pleito.

Me siento. — ¿Ya leíste su expediente? — inquiero con una ceja levantada.

— Sí. — contesta algo avergonzado por mi acusación anterior. — Al leer el apellido temí que fueras tú.

Ambos nos reímos. — Sí, porque yo soy la persona más problemática de tooodo el mundo.

— Ahora que lo pienso mejor, es casi imposible que tú estés aquí por voluntad propia.

Le doy un empujón suave en el brazo que solo le saca una carcajada.

— Muero de sed. — digo mirando la mancha de humedad en el techo.

— ¿No estás pensando en lamer la mancha en el techo, no? — pregunta robándome una carcajada nuevamente.

— Creo que se ve apetecible en estos momentos.

Derek palmea mi rodilla mientras se levanta. — Vamos, detrás del escritorio hay un dispensador de agua.

Sigo los pasos de mi amigo. Derek comenzó a investigar en la Iglesia hace seis meses y desde el principio hicimos buenas amigos. Se ha convertido en un buen amigo y en casa estamos entusiasmados ya que próximamente se acerca la fecha de su bautismo.



TYLER

Estoy cruzado de brazo cuando veo desaparecer a Ana con ese ridículo policía que la abrazo.

¿Por qué coquetea tanto con ella?

Me inclino hacia Dylan quien no para de escribirle mensajes a Skyler sobre lo ocurrido en el bar.

— Dylan. — siseo llamando su atención. — ¿Puedes ver a Ana desde aquí?

Mi hermano deja de mirar el teléfono y gira la cabeza en la dirección por donde Ana se ha ido. — Sí, y tú también. El escritorio es alto, pero estoy seguro que puedes ver su cabeza desde aquí.

— Dylan. ¿Estaban coqueteando? — pregunto tratando de no ser una vieja chismosa como me suelen decir mis hermanos.

— Cállate, vieja chismosa. — ríe Dylan. — No lo sé, Tyler. Creo que le estaba diciendo lo bonita que era.

Frunzo el ceño. — ¡Eso no es verdad! Escuche lo que dijo.

— Y si lo escuchaste, entonces ¿Para qué me preguntas? — Mi hermano tuerce la cabeza algo confundido.

— Lo sé, pero me refiero si su charla en general fue un coqueteo.

Dylan me mira incrédulo. — No te entiendo, hermanito. ¿Estás admitiendo que no sabes coquetear?

Se me escapa una pequeña risa nerviosa. — Claro que sé. 

Una carcajada sale por los labios de Dylan. — Entonces, experto. Tendrías que saberlo.

Mi hermano deja de prestarme atención y vuelve a su teléfono.

Miro mis zapatillas, pero rápidamente mis ojos vuelan a la cabeza de Ana nuevamente.

— Dylan, ¿y ahora mismo están coqueteando?

— Tyyyylerr. — exclama mi hermano.

— Perdón, solo dime ¿De qué estarán hablando?

Mi hermano manda un último mensaje y bloquea su teléfono.

— Mira, por la forma en que la cabeza de Ana se está moviendo, pienso que puede estar besándolo. Y las Zillio besan bien. — dice con una sonrisa mientras se toca los labios.

— ¿Y tú cómo sabes eso?

Mi hermano sacude su cabeza. — Tyler, si quieres saber de qué están conversando. Ve y averígualo.       

Muevo mi cabeza de lado a lado, dubitativo. — ¿No creas que puedas ir tú? — pregunto poniendo cara de perro mojado.

Dylan empieza a negar cuando se detiene abruptamente y cambia su respuesta: — Está bien. Lo haré.

Mi hermano se levanta y en dos zancadas está al lado del escritorio. Una de las cosas que siempre ha caracterizado a Dylan es su voz fuerte y potente así que no me cuesta escuchar cuando dice: — Hola Ana. Tyler quiere saber si están coqueteando.

En estos momentos estoy odiando a Dylan. Siento como el calor va subiendo a través de mi cuello y llega a mi cara, y esta se incendia al ver a la rubia venir directamente hacia a mi escoltada por los dos muchachos.

Ana me enfrenta y me mira directamente a los ojos. Está enfurecida, pero lo único que puedo hacer es admirar su belleza. — ¿Por qué no vienes y me lo preguntas tú? — la pequeña princesa Ana parece estar bastante molesta conmigo.

Estoy a punto de responder cuando la voz del oficial me salva y veo a las protagonistas de la pelea venir tras él.

No había notado el momento en el que un muchacho se había posicionado a nuestro lado.

Ana abraza a su hermana fuertemente.

El desconocido le da indicaciones a Mita que no puedo recordar ya que me dirijo hacia Milah sin pensarlo. La abrazó con firmeza, aunque ella se desprende de mis brazos.

Estoy algo confundido y herido.

— Creo que esta vez, ya nos divertimos lo suficiente, Tyler. — Dicho eso, sale de la estación de policías.


ANA

La vuelta a casa fue silenciosa. Me abstuve de regañar a mi hermana y en lugar de eso tome su mano todo el camino a casa.

Al pararnos frente a la puerta del edificio ambas sabíamos que el castigo sería terrible. Habíamos superado el toque de queda por una hora.

—¿Sin miedo al éxito hermanita? — pregunta mi hermana.

Aprieto su mano. — Sin miedo al éxito. — Y nos adentramos a casa.


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Iris&Alexander
-Intimacy+Passion+Commitment
IRIS 

¿Cuándo fue la última vez que me sentí así? 

Hago mi mayor esfuerzo en buscar un sentimiento parecido a este pero no logro encontrarlo. Me siento nublada, como si estuviera sedada. Mi cuerpo se mueve por sí solo. Cierro los ojos para sentirlo con más profundidad. 

La música, el ambiente silencioso con algunas voces de charla de fondo, me transportan a los años 20’ donde todo era fiesta, bailes y el jazz sonaba por todos lados, o algo así. Es obvio que no pasé esa época, por lo que mis especulaciones venían del material filmográfico que he visto.

Si tuviera que asignar una podría, Midnight in Paris o The Great Gatsby o la más dulce e inocente: La princesa y el Sapo, la adaptación de Disney. Y la amplia cantidad de películas ubicadas en ese tiempo, de las cuales no tuve la oportunidad de ver.

Abro los ojos y me cruzo con la mirada oscura de Nicholas. Un aire de realización de mis acciones me invade. Donde estoy y que estoy haciendo. La fantasía en mi cabeza se establece Estoy bailando con el hombre de ojos verdes esmeralda. Ese verde que ahora está lleno de fuego, es intenso. Mis manos están sujetas con la fuerza suficiente para no soltarme mientras hace que de un giro, dos, tres, me suelta. Me detengo y lo busco. Debo parecer un perro asustado al no encontrar su persona, unos segundos de agonía y después unas manos me toman de la cintura, me atraen hacia él.

Es un momento íntimo entre los dos. Ambos nos vamos acercando moviéndonos en son de música suave y el compás del jazz. ¿Cuándo fue la última vez que bailé? Sí, el show que di con la música de Queen mientras limpiaba el departamento durante las vacaciones o cuando hicimos esa obra musical en el secundario. No, déjenme reformular la pregunta ¿Cuándo fue la última vez baile de esta manera? A diferencia de mi, Nicholas sabía moverse. Se desplazaba por la pista como si fuera un profesional. Encantador. 

Dejándome llevar por sus movimientos me sumerjo en ese verde avellana intenso olvidándome de todo.

La ilusión no dura mucho cuando el murmullo de las gente se eleva, centrando toda la atención en un sector del establecimiento. Es una pelea ahora entre el grupo de jazz y las circunstancias que suceden en las mesas del fondo. Si bien la música no se detiene, Nicholas lo hace. Sus ojos se abren, y voltea al instante como si reconociera una de las voces del altercado. 

De espaldas mío y con una de sus manos aun sosteniendo la mía. Lo observo con detenimiento, esta tenso y puedo sentir el atisbo de preocupación. Cambio mi perspectiva para ver lo que sucede que tiene a Nick tan perturbado. Parece una discusión que se ha elevado y de un simple intercambio de palabras tranquilas a una de insultos. Son dos mujeres. Ambas rubias y de tez pálidas. Lo único que las diferencia es que una de ellas tiene el cabello rizado y la otra lacio. Intento registrar los rostros, y noto que la rubia de cabello lacio se me hace familiar, se parece a alguien que conozco. En lo que trato de rebuscar en mi memoria la situación se agrava. 

No es de mi incumbencia lo que sucede en las vidas de otros, pero lo único que quiero saber es porque Nicholas está tan enfocado en ellos. ¿Serán conocidos de él? ¿Tiene mucha curiosidad? ¿Es de esas personas altruistas que quieren resolverlo todo? 

Nicholas cambia su postura y sus pies intentan moverse hacia adelante pero no puede avanzar ya que su mano sigue entrelazada con la mía. Gira su rostro y su expresión se relaja, como si recién se diera cuenta que está conmigo. Suelta mi mano en un repentino momento y resiento la falta de calor en ella.

— ¿Sucede algo? — pregunto inocente. 

Sus ojos miran hacia un costado del suelo, y piensa en lo que va a hacer. — No — carraspea — no pasa nada. 

— Vaya escena se está armando ¿no? — sonrió burlona y apunto con mi barbilla en dirección de las mujeres. Él me responde con una mueca. — Ya que nuestro baile fue arruinado ¿vamos por un trago o prefieres..? 

— Si, volvamos a la mesa. — me interrumpe abruptamente. Da un último vistazo hacia atrás y empieza a caminar hacia la mesa. 

Si bien volví a tener su atención. Siento que él no está conmigo. Tal vez debí dejarlo partir. Empiezo a especular sobre la relación de Nicholas y esas personas. Preguntarle directamente me haría ver un metiche pero ignorar el hecho me hace ver como un desinteresada. 

Estamos en silencio, y no es cómodo. Siento que debería decir algo, ¿pero que? En lo que Nicholas busca con la mirada a uno de los meseros. Me bajo del asiento, me arreglo bien el vestido. Con toda la fuerza que tengo, levanto la silla que nos enfrentaba, a un lado de Nicholas. Ahora estamos uno al lado del otro.

Sonrío — Hola, no te molesta o ¿si?

— En absoluto. — me guiña el ojo. 

— Ahora podemos hablar tranquilamente. — levanto los hombros con aire de inocencia.

Mi apariencia física no es de las “sexys”, pero puedo ser encantadora manejando un rostro asiático adorable. Llevo mi melena hacia atrás y apoyo mis codos sobre la mesa y apoyo mi barbilla en ellos. 

— ¿Qué desean ordenar? — el mismo mesero que nos atendió vuelve a nuestra mesa. Tiene el rostro de que no quiere pasar por la misma confusión de antes. 

Para su suerte esta vez pedimos algo coherente. Rio ante el recuerdo. 

— Oye, ¿puedo preguntarte algo?

— Sí, claro. — Hay algo de nerviosismo en su respuesta, es por mi tono de voz con la que hice la pregunta.

Tomo aire. — ¿Cómo es que puedes bailar así? Me sorprendiste mucho. 

Literalmente pude ver como le regresaba el alma al cuerpo. Acto seguido, se echa una carcajada.

— Discúlpame Iris, me tomaste de sorpresa con esa pregunta y tú luciendo toda linda. — Me deja sin palabras, siento calor en mis mejillas. - Respondiendo tu pregunta, solo sé bailar este ritmo entre otros no soy un profesional si es a lo que querías llegar. 

— Es que fue muy increíble. Los movimientos fueron muy wow - resalte el “wow” con un gesto con las manos. — En un principio creí que haríamos el ridículo, aunque lo decía más por mi que por ti. No tenía ni idea de como bailar este tipo de música, pero me llevaste con tanta naturalidad. Podría jurar que te dedicabas a eso. — Él solo sonreía ante mis palabras de adulación. — Oh! y cuando me hiciste girar y terminé con esa pose — Repetí los pasos con mis brazos, aún sentada.

Mi plan era hacerlo reír y demostrar lo fascinada que estaba pero al momento que siento que mi mano izquierda, al extenderse, hace impacto en el rostro de Nicholas, todo termina. Aparto mi mano con rapidez y lo miro soltar un sonido de dolor mientras lleva sus manos a su nariz. 

Maldición. Lo arruine todo. 

— Mierda. Como lo siento Nick, ¿estás bien? — Mi voz suena temblorosa y como no estarlo, si acabo de golpearlo. Quiero acercarme pero él aún sigue con cubriéndose. 

— Estoy bien, tranquila, no fue nada. — Levanta su rostro, como queriendo mostrar que está bien. Sin embargo, una línea de sangre empieza a salir de una de sus fosas nasales. 

— ¡Oh por dios! ¡No puede ser! Necesitamos algo para parar la sangre, creo que tengo pañuelitos en mi bolso. — Mis acciones apresuradas llamaron la atención de algunas personas y antes de que creyeran de que lo hice apropósito. — ¡Fue un accidente! 

Le extiendo un papelito para que ponga para parar la sangre.

— No está parando. El bar debe tener un botiquín o algo, iré a preguntar — Tengo mis manos en su rostro.

— Déjalo, ya va a pasar. Solo debo mirar hacia arriba. — Murmura en lo que levanta la cabeza.

— Creo que debería llevarte a un hospital cercano, hay guardia las 24hs. — Anuncio mientras busco en mi móvil un hospital. 

— No es necesario Iris. 

— Pero… ¿Y si te rompí la nariz? Es extraño que no pare de sangrar. Déjame llevarte, tengo dinero, yo pagaré todo los gastos. Enserio vamos… — Lo mire con mi mejor expresión triste. 


ALEX

— ¿Disculpa? ¿Por casualidad no habrás visto a una chica asiática, de cabello negro más o menos de este largo... — Apunto la altura hasta los hombros. - con flequillo? Lleva puesto un vestido de lentejuelas rojo. 

El mesero me da una respuesta negativa. Maldición. Todo es mi culpa. Si no hubiera perdido el móvil, ya le hubiera marcado. Necesito ponerme en contacto con ella. Saber si esta en casa. No quiero pensar lo peor. 

Vamos Alexander, tranquilo. Cabeza fría. Ahora debemos conseguir una forma de comunicarnos. El bar debe tener un teléfono, si lo tienen.

Intercepto a otro mesero. 

— Hola, emm... necesito hacer una llamada y me sin batería en el móvil. ¿No tendrán un teléfono? 

— Disculpe señor. Los clientes no pueden hacer llamadas. Lo siento. — Responde cortésmente. Cubro mi rostro con mis manos y suelto un suspiro. — Oh, pero si es de suma urgencia puedo prestarle mi móvil. 

❥❥❥❥❥


— ¿Hola? 

— ¡Iris! Amor ¿donde estas? — Exclamó. Estoy en la parte de los vestidores de empleados.

—Alexander… — suelta y es todo lo que dice. 

— Sí, soy Alexander. ¿Estás en casa? Perdón amor, me tomó mucho tiempo lidiar con mi hermano. Te contaré todo. Y te compensaré lo de hoy.

Ella no dice nada. Lo cual aumenta mi preocupación. Pego más el aparato a mi oído para escuchar los sonidos de fondo. De repente, escucho una voz a través de un parlante.

— Iris ¿En dónde estás? 

— Estoy en el hospital — Murmura en voz baja. — Pero tranquilo no es por mi, yo estoy bien. — Se atropella con las palabras. 

— ¿Cuál hospital? Voy para allá. 


IRIS

Tan pronto veo a Nicholas salir del consultorio de la guardia, me levanto de prisa. tiene un algodoncito y una cinta, que rodea su nariz. El vendaje hace que me preocupe más. Por lo que corro hacia él. 

— ¿Estas bien, Nick? -— Me apresuro a hablar. El ojiverde asiente. 

— Bien, señor Audrey lo único que necesita es reposo la pequeña sutura podría abrirse en las próximos días, así que cuidado con lo que hace con la nariz. — Señala el doctor, seguido le da un apretón de manos. 

La mirada del hombre canoso se fija en mí.— Usted es ¿familiar? ¿o…?

— Solo soy una amiga. — Levanto mi mano en forma de saludo. —  ¡Muchas gracias doctor! — De la emoción se me escapó una reverencia. El hombre me mira extrañado.

En lo que vamos caminando hacia el mostrador para pagar y dar unos datos de salida, Nick me cuenta que tenía. Al parecer, mi golpe hizo que una de las pequeñas venitas de la nariz se rasgara, ahí el porqué del sangrado excesivo.
El doctor le “suturó” con una aparatito que supuestamente cauteriza la herida con calor, la quemó para cerrarlo.

Pagamos todo, de hecho pagué yo. Mi cuenta en la tarjeta no se verá bien. A pesar de que la víctima de mi golpe, quiso aportar se lo negué. 

— Perdóname una vez más, arruiné tu atractivo rostro. — Hice un pequeño puchero en lo que guardaba mi billetera.

— Tranquila Iris. Fue un accidente, además …

— ¡Amor! 

Mis ojos se abren por la sorpresa. Alexander, quien fue el dueño del grito, ingresa por la puerta y se acerca hacia nosotros.

Alexander. Mi novio. Entonces la llamada de hace un rato no la imagine. Parpadeo un par de veces.

— Alex, ¿Qué haces aquí? 

— Vine a buscarte. — Parece que no se dio cuenta o está ignorando a la persona que tengo a lado. Miro a Nick quien tiene una expresión de confusión. Alex sigue mis acciones. — ¿Quién es él? — Frunce el ceño.

Maldición. Estoy entre dos torres. Oh parece que Nick es más alto que Alex. Interesante. Despierta Iris, no deberías concentrarte en ello. ¡Dios! Cómo pude olvidarme de mi novio. ¿Acaso la estaba pasando tan bien que se me pasó? No hice nada malo o ¿si? Solo hice un amigo. Un lindo amigo con el que bailé y tenía pensamientos de… Ay no. 

Ambos hombres intercambian miradas en lo que debato conmigo misma cómo proseguir. 

— Soy Nicholas Audrey. — La voz de nariz del caucásico me toma por sorpresa. — ¿La llamaste “amor”? ¿Tú quién eres?

— Alexander Choi, el novio. — Se lleva las manos en los bolsillos del pantalón, adoptando una posición de “chico malo”. ¿Hola, este es mi novio que escucha a Norah Jones y Daniel Caesar?

Nicholas entrecierra los ojos como si estuviera descifrando un enigma. — Así que, ¿eres esa persona que dejó plantada a Iris en Theo's? 

— No la deje plantada. — Responde Alex con dureza. 

— Ah no claro, discúlpame. — Hace un gesto de perdón llevando su mano a su pecho. — Sólo decidiste no aparecer en tu cita.

Cállate Nicholas, por favor. Ruego mentalmente. Sé que no trata de hacer daño pero este es mi error. Me siento terriblemente avergonzada. Esto es un malentendido. Además, nunca he visto así a Alex y no sé qué sucederá. 

Aún seguimos dentro del hospital y prefiero evitar causar otra escena. Fue suficiente lo sucedido en el bar. Necesito resolver esto ahora. 

— Alex, él es solo un amigo que conocí en el bar. Sin querer lo golpee y lo acompañé a la guardia. Es todo. — Intervengo antes de que se saquen conclusiones sin sentido.

Alexander se le queda viendo a Nicholas. Pareciese que lo estuviera analizando. Los centímetros que se llevan de diferencia son mínimos pero de todos modos, mi novio eleva la barbilla con arrogancia.  Al instante le cambia la expresión y abre los ojos a la realización. 

— Tu… — Lo apunta con el dedo. — ¿No nos hemos visto antes? Aunque con la venda en la nariz es un poco difícil.— Nicholas y yo no decimos nada. El castaño lo mira como si a mi novio le faltase un tornillo. — ¡Si! eres tú, el sujeto que habló conmigo en el bar la otra noche.

— ¿La otra noche? — Pregunta Nick con confusión.

— ¿Qué otra noche? — A su par, mi pregunta sale a la vez.

¿Me perdí de algo? Mi pregunta es ignorada en lo que ambos hombres a mi costado están teniendo un momento de almas que se conocen de otra vida. . 

— Eres tú, el tipo con los problemas con su nov…— Se detiene en plena oración. Y nuestras miradas se cruzan. Lo observo llevarse la mano a la boca. - Oh, mierda. Amigo, no pasó nada entre ella y yo, solo conversamos y nada más. 

— Hola — Llamo su atención. — Sigo aquí, Iris. ¿Ustedes se conocen?

Ambos hombres se miran mutuamente y sueltan una risa corta. 

— Oh bueno, sólo nos hemos visto dos o tres veces, no estoy tan seguro. — Alex se lleva una mano a la cabeza y se rasca la nuca. — Por cierto, dijiste que te llamas Nicholas Audrey, es un placer. — Extiende su mano.

— Alexander… ¿Choi? — Estrecha la mano de mi novio, a la vez que este asiente ante su pregunta. — Vaya, me recuerda al nombre de un escritor que admiro.

— ¿Seyong Choi? 

— Exacto, ¿lo conoces?  

— Es mi padre. 

— ¡¿Qué?! 

Los siguientes 15 minutos pasaron lentos. Salimos del hospital para no seguir estorbando la salida. Pensando que sería el cierre de la noche, intenté despedirme de Nicholas, pero no tuve la oportunidad ya que mi novio le había robado la atención y ambos tenían una amena charla. Maldición. Hace una hora estaban a nada de pelearse invocando el poder de Grayskull y ahora parece que son amigos. 

Mi novio y el chico que me acompañó esta noche. No sé si sentirme avergonzada o feliz o exitada.




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Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Empty Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.

Mensaje por lovesick Dom 16 Mayo 2021, 11:24 pm

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Los problemas son mi especialidad P1

Lovesick
Milah
X
Nicholas
Milah

No recuerdo cuando fue que Sebastian y yo nos distanciamos. Siempre actuó como un hermano mayor para Lee y  para mí. Era tan genial pasar el rato con él, amaba cuando nos recogía a mi y a Lee a la escuela, porque  todos nos preguntarán quién era el chico rubio con cara de pocos amigos, que conducía aquel Jeep, que al parecer sólo lo volvía tremendamente más atractivo para los de secundaria

Bastian me hacia sentir segura.

Iba por la vida siendo mi protector, aunque no tan exagerado como Killian, al que a veces se le pasa un poquito la mano, como cuando tuve mi primera cita... con Nicholas

¿En qué momento eché todo a perder?

Y ahora que conduce en completo silencio a mi lado me hace sentir como basura.

― Gracias por ...

― ¡Cierra la boca que no lo hice por ti! ―No se molesta en ocultar el ceño fruncido.― Fue porque no iba a dejar que nos hundieras en tu mierda otra vez, el Theo's no puede volver a estar en un escándalo, ni mucho menos nosotros. ¿Por qué crees que le pagué a la chica Zillio? ¿Por que soy indulgente? Así que no creas ni por un segundo que fue por ti, que si por mi fuera te hubiera dejado pasar la noche encerrada. 

Antes de que pueda decir algo termina nuestra conversación bajando el vidrio provocando que el ruido opaque nuestro silencio. 

En el fondo, tal vez por eso había llamado a Bastian. Sé que es el único que estaría dispuesto ir a contramarea con tal de salvar nuestros traseros, al igual que papá. Cuando llegamos al departamento de mamá sé que debería de decir algo aunque dudo que él quiera escucharlo:

Bien, aquí vamos. ― Te devolveré el dinero, debió ser una molestia para ti...

― Sólo baja de mi auto.

― Sebastian.

― ¡¿Qué es lo que quieres, Milah?! ¿Hablar? Bien, vamos a hablar. ― Grita enfurecido. ― ¡No sé que es lo que me enoja más el hecho de que vayas por la vida creyendo que tus acciones no nos afectan o que tengas un pésimo gusto en los hombres!

Honestamente no veía eso venir. 

Continua. ―Por tú expresión creo que no sabías que estaba enterado. ― Una sonrisa nada amable se muestra en su rostro, toma el volante con fuerza mientras intenta relajarse después de su arrebato. ― Billy me contó que Nicholas Audrey estaba en el bar, y también, mencionó que te vio con otro chicos que no reconoce. Y vamos, Milah. La mayoría de los problemas que has ocasionado y que nos involucran tienen que ver con un hombre. Entona de más eso último. 

― Nicholas no tiene nada que ver con esto. ― Le defiendo al instante.― Hablamos, eso es todo. Le dije que ya me cansé de él.

― Por ahora.― Pregunta sin darle mucha importancia a Nick.― ¿Y el otro?

― ¿Acaso eres mi padre? ― Contesto sin poder morderme la lengua. 

Sus labios se quieren curvear en una muy leve sonrisa. ― No, Milah. No soy tu padre... pero pa... ― Se interrumpe. ― Theodore estaría tan decepcionado de ti porque parece que estás intentando se...

―¡Yo no engañe a Fhineas con nadie! ¡Me divertí con Nicholas antes de que Fhinn me propusiera matrimonio! ¡Y Tyler es mi amigo! ¡Y si no fuera por él jamás habría tomado ese vuelo que me sacó de aquí en primer lugar ! ― Me doy cuenta de que estoy al borde del llanto.
― Deberías irte, Milah. 

―¡Ya entendí que quieres que baje del puto auto! ― Me muerdo los labios en un intento de controlar el temblor de mi boca y salgo de su auto. ―¡Púdrete! ― Grito en cuanto escuchó como Bastian baja también este vidrio.

Habla serio. ―Deberías irte de Nueva York y volver con Fhineas a Inglaterra. Estoy seguro que te echa de menos.

Espera a que entre al edificio antes de marcharse. 

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Cuando entro a casa varios minutos después, la única persona que me espera caminando de un lado a otro es mi madre. No puede evitar cruzar toda la estancia para llegar hasta a mi y envolverme en sus brazos. ― Mira cómo estás. ― Toma delicadamente mi mentón y examina de manera rápida mi rostro. ― Vamos, veamos que hay en el congelador para evitar que se inflame más.

― En realidad, sólo quiero tomar una ducha. Por si no lo has notado apesto a alcohol que no ingerí. ― Asiente.

― ¿Fuiste tú quién inició? ― Me pregunta, mientras pasa un mechón por detrás de mi oreja e intenta no mirar el moretón. 

Me muerdo el interior de la mejilla. ― Sí. Intenté que... 

― Fhineas llamó hace unos minutos. ― Interrumpe ella de manera seca y distante. ― Tuve que decirle, deberías llamarlo, suena muy preocupado. 

― Perdí mis cosas. 

― Billy las tiene en el Theo's. Mañana pasaré por ellas, será mejor que ... no estés cerca por unos días. ― Ruedo los ojos y paso de largo. 

―Por supuesto, mantenerme fuera del ojo público mientras se calman las cosas. Conozco la rutina. Hablaré con Fhinn. 

Dejo a mamá en la estancia mientras camino directo a las escaleras antes de subir a mi habitación, cuando estoy en mi complejo de cuatro paredes no puedo evitar echarme a llorar. 

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 5O5YgJU

Sebastian logró que nada fuera de lo normal se comentara del Theo's los días siguientes; y todo terminó en un chisme común de unas chicas peleando. Lo que sea que haya hecho funcionó, porque Killian al volver a Nueva York llegó a casa preguntando si nosotros sabíamos lo que había ocurrido. 

Mamá le ocultó el hecho de que yo era una de esas chicas y por supuesto, Billy también lo hizo. Además ya no había rastro de ese moreton que Mita me había provocado, como si nunca hubiera ocurrido. 

Por mi ventana a veces veía a la gente pasar mientras me fumaba alguno que otro cigarrillo y bebía vino ya que aún no podía ir al Theo's, incluso encontré interesante ver como algunas hojas marchitas se estacaban en el balcón de mi habitación anunciando la llegada del Otoño.

En un abrir y cerrar de ojos, me di cuenta que habían pasado ya tres meses desde que llegué a Nueva York con la compañía. Tres meses desde mi reencuentro con Nicholas. Casi tres meses desde nuestro beso, baile y sexo casual... 

Sebastian tiene razón. Los hombres de mi vida son la causa de todos mis problemas.

De algún modo cuando estoy con Nick parece que mi vida se detiene por un segundo antes de ir a mil por hora. Cuando estoy con él me vuelvo una persona distinta... imprudente. Como cuando tenía 17 o 18. 

Intento no vagar en la idea de que tal vez, esa noche en el Theo's terminó con esa chica asiática en su departamento. ― ¿A mi qué me importa? ¡Maaaldición! ― Cierro la ventana y me dejó caer sobre el colchón. 

También habían pasado tres meses desde que volví a ver a Tyler.

Y hablando del Rey de Roma; mi celular sonó de pronto, en la pantalla pude ver "Ty Ty H" tal y como lo había guardado  después de haber bailado con él en el Opera. Desde entonces me ha estado llamando, supongo que ahora es consciente de que lo estoy ignorando apropósito. 

Me duele no contestarle, siempre ha sido tan dulce y amable conmigo que me siento mal por no... ― ¿Milah? ― ¡Carajo! ¡Carajo! He pulsado el botón de contestar llamada. ―¿Podemos hablar?
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Mensaje por lovesick Dom 16 Mayo 2021, 11:54 pm

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Original
Los problemas son mi especialidad P2

Lovesick
Nicholas
X
Milah
Nicholas

Esta tarde había salido con la intención de regresar con Milah a mi lado o jamás volver al departamento. Pero ninguna de esas dos cosas sucedió. Regresé, aunque no solo, si contamos la nariz lastimada, el hecho de que fui vetado del Opera Metropolitan y que también logré quedar en una especie de triángulo amoroso muy malentendido. 

Ni siquiera me molesto en llegar a la cama, me deshago de los zapatos tan rápido como puedo antes de recostarme en el feo sofá que había conseguido. Algo bueno había salido de todo esto, me había divertido con Iris... mucho antes de enterarme que Alex era "mi amigo del bar"

Oh, genial. ― En algún momento se me paso por la cabeza besar a Iris. Y todo lo que ha ocurrido desde que publique... eso... habría sido para nada. ― Meto las manos a mis bolsillos en un intento de sacar todo lo que pueda incomodarme antes de dejarme llevar por el sueño, los analgésicos están cumpliendo su labor, entre mis dedos siento el pequeño pedazo de papel del boleto para Giselle.

Había ignorado por completo los gritos de Milah a unos cuantos metros cerca de mí por estar concentrado en Iris, y luego cuando quise ir con ella yo simplemente no pude. 

¿En qué problemas te metiste ahora, niña tonta? ¿Debería llamarte para saber si estás bien? 

Pero cuando estoy a punto de tomar el teléfono descarto la idea. De cualquier manera si le hablará, estoy casi seguro de que no contestaría. 
Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 5O5YgJU

Un par de días después...

―¡Ya te dije que no lo sé! ¡No sé porque no he podido escribir! ― Grito con enojo mientras mi papá me mira despectivamente desde su escritorio. ― Pero eso no significa que no he trabajado en ello. Descubrí qué necesito, pero mientras no lo tenga estoy pérdido. 

― ¡Llevas aquí poco más de tres meses!

― ¿Quieres que me vaya? ¡Ni siquiera vivo con ustedes! ― Papá de nuevo toma asiento. ― Es más; ¡Mamá amenazó con derrumbar la puerta de mi departamento! ¡Cuando abrí la puerta estaba en esa pose lista para tirarla de una patada sobre unos tacones de unos ocho centímetros!

― ¿En serio? ― Pregunta papá con otro tono de voz, como cuando uno está completamente enamorado. Creo que hasta los ojos le han cambiado. Enarco una ceja. ― Uhm, sí. ― Carraspea recobrando la compostura. ― Eso suena a tu madre. 

― Creí que Theodore era quién te defendía del bullying. ― Anunció mientras observo su oficina, hacía mucho que no venía aquí, a la Universidad de Nueva York. 

Papá de pronto ríe como si le acabará de contar el mejor chiste de su vida. ― ¡Uy no! ¿Quién crees que defendía a este par de nerds? ― Me encojo de hombros. ― Tu madre, por supuesto. Ventajas de ser cinta negra en Taekwondo. 

― Me sorprende que no se haya lastimado un pie en esa posición. 

― Te sorprendería aún más si supieras todo lo que aún puede hacer. ― Dice orgulloso. 

―¡Qué asco! Creo que voy a vomitar. 

― Si bueno, espero que recuerdes en donde están los baños porque el salón que está a lado será donde impartirás un par de charlas o clases. Como quieras llamarlo. Es un favor que he cobrado, pero podría ser de ayuda para tu... bloqueo.

― Gracias, pero paso. ― Anuncio levantándome del sillón de cuero más cómodo en el que me he sentado nunca. ― Esto no es algo que tú debas arreglarme, es algo que debo hacer solo. 

― De cualquier modo lo harás. ― Le observo colocarse los lentes antes de abrir el New York Times de hoy. ― Puedes verlo como un pago por cualquier travesura que hayas hecho en el pasado y de la cuál tuve que sacarte de aprietos. 

― Sabes que la mayoría de esas travesuras ni siquiera fueron mías, en mi defensa los Townsend siempre han sido tan ― ¿Espontáneos, energéticos y preciosos? ― problemáticos. 

― Nicholas, conozco a mi sangre.  En todo caso, jamás te obligarían a hacer algo que no quieres. Ahora, cierra la puerta antes de irte. Comienzas el jueves. 

― ¿Y de qué se supone que voy a hablar?

― No sé, de lo que quieras. ― Cambia de página el periódico. ― No voy a hacerte tu trabajo. ― Sonríe complacido. ― Qué te diviertas. 

Cuando me encuentro afuera en el pasillo me siento un poco irritado. Papá no lo sabe pero he intentado estos días sentarme y escribir. Pero nada sale y no porque no tenga ideas, sino porque al parecer no me atrevo a escribirlas. 

Porque todo lo que se me ocurre giran alrededor de Milah.  Es sumamente ridículo, pero cierto. Ya lo sabía. Lo descubrí en el cumpleaños de Monique, justo cuando Milah me dijo que ella había aceptado casarse con Fhineas Lowell.
 
Comienzo a pensar que tal vez ya lo sabía, desde antes de volver a Nueva York. Cuando veo los baños, apresuro el paso pero no me doy cuenta de que alguien está abriendo una de las  puertas y me termina dando en la cara. 

― ¡Mierda! ― Grito al sentir el impacto en mi nariz, de manera casi inmediata comienza a sangrar de nuevo, no tengo de otra más que acercarme rápidamente al lavabo y escupir un poco mientras inclino la cabeza hacia atrás. Aunque por el espejo puedo distinguir una pequeña cabeza de cabellos negros asomarse por arriba de la puerta del baño. ― No tienes porque esconderte, sé que ha sido un accidente. 

― ¿Nicholas― Esa voz.

¿Iris?― Preguntó confundido antes de volver a escupir un poco más de sangre. 

― ¡Ay, no! ¿Otra vez te lastime? ― Pregunta saliendo del baño, y acercándose rápidamente a mi.― ¿Qué haces aquí? ― Dice mientras se lava antes de tocarme el rostro y ayudándome con mi desastre nasal.
 
― A menos que los baños sean mixtos, estoy seguro de que yo debería hacerte la misma pregunta. 

― No me digas que eres un pervertido. ― Dice burlona.

¿Qué? ¡No! 

 Bienvenido al baño de mujeres entonces.― Ella tiene razón, no hay urinales y en cambio en la entrada puedo ver una caja dispensadora de toallas femeninas.  No hay urinales, genio. 

― Mierda. No me di cuenta, venía distraído. 

― ¿Deberíamos ir al hospital? ― Distingo la preocupación en sus ojos. No sé en que momento me he inclinado un poco sólo para que ella pueda alcanzarme cómodamente, tiene una mano sobre el puente de mi nariz mientras que la otra está posada en mi mejilla. Comienza a ponerse un poco roja en cuanto se da cuenta de que estamos haciendo contacto visual y de inmediato me suelta. 

― No, estoy bien. ― Digo quitándome el tapón de papel que me he hecho en la nariz. ― ¿Lo ves? ― Asiente antes de darme la espalda, mientras me lavo la nariz y enjuago mi boca del sabor a hierro. ―¿Así que vienes a clases o te estás fugando? ― Pregunto con una sonrisa. 

― Lo mismo digo. ¿Vienes a clases por la tarde o te estás fugando? 

― Ninguna de las dos. Al menos no hoy. Creo que hablaré en unas cuantas pero aún no estoy tan seguro. 

― ¿Sobre qué? 

― Esa es una buena pregunta. ―Respondo. ― Anda, salgamos de aquí antes de que crean que hemos tenido un faje o algo parecido en los baños, y  te meta en problemas. ― Digo haciendo énfasis en ello, la tomo de la mano y nos acerco a ambos a la puerta mientras abro lentamente el baño para asomar la cabeza. ― Según mi padre, son mi especialidad. 

― Déjame actualizar tus registros entonces, de chico de una noche a uno problemático.

Miro a Iris lucir una enorme sonrisa en su rostro, sin duda divertida por la situación en la que estamos. ―¿Así que eso te inquieta?

Hay muchas otras cosas que me inquietan. ― ¿Cómo tu relación con Alex? Creo que a mi también me inquieta un poco saber qué es lo que ocurre. Aunque también me inquieta saber que fue lo sucedió con Milah esa noche y ... al parecer todo el amor. 


―Creo que ya sé de qué hablaré. Recuérdame invitarte un trago si es que no terminamos en detención. ― Bromeo. 

― ¿De qué hablarás entonces? ― Susurra Iris a mis espaldas. 

¿Qué tal te suena "Del amor y otras inquietudes"? 
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Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 Empty Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.

Mensaje por 14th moon Mar 15 Jun 2021, 5:38 pm

AAAA SOLO DIRE UNA COSA DE NUETRO ESPECIAL: DRAMTICO Y GRACISO, mis dos pasiones, como ya lo dije la pelea de chicas me hizo reír jashajsh y el hecho que todo termine mal CJAU debería ser algo nuestro para tener en cuenta en el próximo especial!!

Ahora si el comentario
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Mensaje por 14th moon Mar 15 Jun 2021, 7:00 pm

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 De112355a1252bcddaadb0897efcd9a568ded85b
viaje por los recuerdos pt. 1

14th moon
Iris
x
Alexander

— ¡Iris ya no hay crema dental!

No fastidies tan temprano hombre. Frunzo el ceño mientras cambio de posición y me acurruco más entre las sábanas.

En mi plan de volver a mi sueño previo siento una presión en mis pies.

— Despierta bella durmiente, ¿no dijiste que tenías clases hoy? — Su suave tono de voz es como una caricia a mis oídos.

No doy respuesta y me dejo envolver más por las suaves caricias que Alex está haciendo sobre mi pierna. Pero como todo lo bueno que hay, no dura para siempre. En dos segundos siento como la sabana es despojada de mi.

— Vamos Iris, vas a llegar tarde. — Palmea suavemente mi muslo dos veces.

— Ya, ya estoy despierta. — Con pereza me siento y bostezo sin abrir los ojos.

— ¿Dónde quedó mi novia de la secundaria que tenía todo perfectamente organizado, hasta nuestras citas? — Comenta con aire de burla.

— Muy gracioso. — Lo fulmino con la mirada y le saco la lengua. — Esa niña estructurada se esfumó cuando un chico tiró su agenda al jardín de su casa el día de su graduación. — Él carcajea y se queda mirándome con una sonrisa.

¿Tengo algo en la cara? ah si, mi cara de “recién levantada”. Debo tener los ojos hinchados ¡qué horror! Ya es suficiente tener ojos rasgados pero cuando se hinchan, literalmente, no existen.

— ¿Qué tanto me ves? — Hago puchero como si estuviera molesta.

Él solo niega con la cabeza. Sus manos, cálidas, me toman de las mejillas. Poco a poco se acerca a mí y cierro automáticamente los ojos, sus labios rozan los míos. Es un beso casto al principio pero al momento en el que siento que sus labios se abren decido parar la acción.

— No, Alex — Lo empujo levemente. — Tengo aliento de mañana.

— ¿Acaso importa? ya nos habíamos besado en las mañanas. — Cuestiona.

Es cierto. Pero por alguna razón, hoy no quise. Es extraño ¿no?

Al ver que no respondo, Alex se levanta y se va.

Una cosa más me resulta extraña. El hecho de que Alexander no me haya preguntado o mencionado sobre la noche en Theo’s y el incidente con Nicholas, quien resultó ser ¿un conocido/amigo de mi novio? No encuentro una respuesta con sentido por lo que decido dejar la duda pendiente para después.

Si debo ser sincera conmigo misma esperaba una reacción de su parte ¿enojo? ¿ser ignorada?… ¿celos? Por dios, lo deseaba. No pido una escena de novela donde la discusión entre hombres se pone intensa hasta que los puños salen disparados pero hello quiero algo de interés. Desde hace unos días sé que algo entre nosotros se perdió. Alexander está cambiando, yo estoy cambiando y la habitación se siente fría.

El resto de la mañana transcurre como siempre. Me aseo y me cambio, finalizo mi estadía en el cuarto dejándolo todo ordenado. Salgo y desde mi perspectiva, puedo ver la cocina. Alex está tomando un té mientras lee algo en su móvil, seguro su itinerario de hoy. Esta semana seguro caminará a las corridas porque la nueva edición de la revista está a punto de lanzarse y debe asegurarse que el modelo sea aprobado por la editora en jefe.

— Deje café preparado para ti. — Habla sin mirarme. ¿Estará enojado por lo del no beso?

Musito en silencio. — Gracias.

Camino lentamente hasta la isla, pasando por el pequeño pasillo que se forma por la habitación adicional y la pequeña sala, que a veces se transforma en comedor, unos pasos más adelante doy con la isla con mesa de granito blanco y negro. Lentamente la rodeo hasta llegar a la cocina.

Una vez cerca al radar de Alex escucho que está tarareando una canción mientras está concentrado en su móvil. La melodía suena tan afinada que recuerdo que Alex solía cantar, de acuerdo, aún lo hace pero no lo hace seguido.

En la secundaria, él estaba en el club de teatro y cuando realizaban musicales obtenía el protagónico fácilmente. Supongo que ese lado artístico lo sacó de su madre. En esos días, mis amigos me contaban de las obras en las que estuvo, las cuales no vi porque todavía no había sido transferida. Según me contaron entre risas Alex se vio ridículo interpretando a Danny Zuko y a Troy Bolton, comentario que provocó calores en el castaño.

De hecho, algunos compañeros y profesores pensaron que se dedicaría a eso, pero por alguna razón no le interesa el mundo de la música ni el entretenimiento. Si me atrevo a suponer podría ser por la pérdida de su madre, le afectó mucho eso.

Sirvo mi café y lo tomo con la mente sumida en los recuerdos.

Del amor y otras inquietudes | N.C. - Página 5 C0580dfc67c98b51cb8808eab6ab7a3b664e0584


Estoy llegando tarde. Estoy llegando tarde. Estoy llegando muy tarde.

La entrada está desierta y los pasillos también ¿por qué? porque todos se encuentran en clase ahora. Doy pasos largos hasta el ascensor el cual se encuentra a medio cerrar. Para mi suerte, el hombre que limpia que estaba justo limpiando el piso me vio y lo detuvo.

— Muchas gracias. — Suelto apurada y le sonrío a medida que las puertas se cierran.

En lo que el cubículo asciende, estoy leyendo los mensajes del grupo de la clase, por lo que logro descifrar, la clase ya empezó. Estoy muerta. La clase de hoy es Taller Oratorio V y si mal no recuerdo el castigo por llegar tarde es presentarte voluntario en el siguiente debate.

Son seis pisos ¿por que se toma tanto tiempo llegar? Empiezo a confirmar mi teoría sobre que los ascensores huelen el miedo de los estudiantes.

Doy dos golpes a la puerta del aula. A los segundos, el rostro de la profesora con una sonrisa de lado, expresando “caíste, te atrape” me recibe. Abre más la puerta y no habla hasta que entro y busco mi asiento.

— Gracias señorita Na por unirte hoy y ¡que bueno! justo estábamos buscando oradores para el debate de la próxima semana. — Era obvio esto lo esperaba, rodeo los ojos. — No escuche su respuesta ¿alumna?

— Sí, profesora.

Al ser el aula de oratoria tiene una forma de auditorio. Desde mi punto de vista, el pizarrón adelante y a su derecha la puerta por donde entramos. Paredes bicolor, en lo superior blanco que lo continúa hasta el techo y el otro color es gris. Los asientos son en semicírculo que se hace más ancho a la par de las escaleras. Mi asiento usual es el 3er escalón pero como llegué tarde me resigno a los de arriba, siendo más específica el 6to.

Una vez sentada saco mi cuaderno y mi cartuchera. Empiezo a tratar de concentrarme en la efusiva descripción de uno de los autores, que no puedo evitar distraerme y me percato de la presencia a mi lado.

Es una chica de cabello corto, de perfil se puede apreciar el delineado, que resalta sus ojos color avellana. Tiene la piel pálida, más que la mía, que hasta podría interpretar a Blancanieves en una obra, una reinterpretación moderna. Exacto.

Blancanieves al darse cuenta de mi mirada voltea bruscamente. Wow. Durante unos segundos tuve miedo. Le sonrío sin mostrar dientes y la saludo con la mano. Ella solo hace una mueca y vuelve su atención al pizarrón.

Okey, eso fue incomodo.

La clase transcurre sin ningún problema. El temario para esta materia es sencillo, nos asignan un autor literario o de columnas y debemos realizar un ensayo y exponerlo. O hacer una investigación sobre temas controversiales de actualidad y debatirlo. Después de todo, la técnica y teoría lo llevamos en los talleres pasados.

— Ahora sí, préstenme mucha atención. Hablé con el director y a partir del jueves me acompañará un ex graduado de la carrera. Dará algunas charlas sobre temas que podremos usar para debatir y así puedan conocer a lo que se enfrentarán en el futuro.

Tan pronto finalizó el anuncio los murmullos empezaron.

— ¿De quién se trata profesora? — Pregunta una chica de la primera fila.

— Sorpresa. — Hace un gesto con la mano. — Solo voy a decir que es un joven conocido, sus libros y columnas, son bastante populares y hasta controversiales. Por más está decir que lo que tiene de talentoso lo tiene de apuesto. — Guiño en nuestra dirección. Oh por dios. 

Gran error. Al aludir que se trata de un hombre joven masculino y además “apuesto” ha vuelto de las mujeres de la clase una colegialas de secundario. Dios ¡cálmense! Todo esto me llevó a un recuerdo de la secundaria, exactamente. Me recargo cruzando los brazo y fijo la vista en la mesa.

[Año 2012]

— Dinos la verdad Iris, sales con Alexander Choi, ¿verdad?

Es la 5ta pregunta que me hacen en lo que va de la mañana. ¿Porque de la noche a la mañana el cuerpo estudiantil le interesa tanto que si estoy saliendo con Alex? Ni que fuera tan popular. Giro los ojos y decido ignorar a las niñas de 2do año.

— Oye, ¿A dónde vas? — Chilla una.

— ¡Ven! se los dije, están saliendo. — Refunfuña otra.

— Maldita sea…

Agobiada por las preguntas, camino lo más lejos que puedo y ya no logro escuchar las múltiples quejas de las niñas al ingresar al baño. Suspiro y apoyo mis manos en el lavamanos. Me miro al espejo y empiezo a darme ánimos. ¡Vamos Iris, respira y relájate!

La verdad es que es cierto. Estoy saliendo con el famoso Alexander Choi. Al parecer, el porqué se convirtió en noticia el hecho de que él es de los asiáticos “atractivos” del colegio y yo no soy más que la nueva. ¿Qué es esto una novela pre-adolescente? La popularidad de Alex se resume a que es el “actor” de las obras estudiantiles, solo eso. Tanto es la admiración que ¿tiene admiradoras? ¿qué rayos? no puedo lidiar con esto, Olivia donde estás…

— ¡Oh por dios! Iris Na, la novia de Choi ¿eh? ni un año aquí y ¿ya te ligaste a una de las celebridades? Te admiro chica.

Volteo con el ceño fruncido y es una de mis compañeras de clase, Keyla. Se está arreglando los rizos dorados mientras prosigue con las preguntas y adulaciones.

A este paso, no creo que dure lo mío con Alexander.

Son todas unas colegialas inmaduras. ¡Ugh! — El comentario de Blancanieves me saca del recuerdo. — ¿No lo crees?

— Totalmente. — Como si leyera mi mente. Empiezo a reír y ella al verme sonríe algo confundida.

Luego de la crítica masiva a las compañeras de carrera, Blancanieves ahora con nuevo nombre: Veronica Salvatore. Un nombre atrevido para una muchacha de tal porte. ¡Vaya actitud! Solo le falta una moto y una prenda de ropa o algo que diga “abajo el capitalismo” o “muerte al gobierno, vivan los gatitos”.

Al finalizar la segunda clase que compartimos y de manera de hacer tiempo hasta la última clase, Ronnie me invitó a almorzar. Fuimos a la cafetería de la universidad donde adquirimos unos sándwiches y fruta, acompañado de un jugo de naranja en mi caso y agua para la castaña.

En el camino en busca de un lugar para estar tranquilas, empecé a hacerle preguntas para conocerla mejor. Es mayor que yo en edad, tiene 27 años. Me contó que vive sola, desde que se graduó de la secundaria y tiene dos hermanas, no es muy cercana con ellas pero la menor de todas, Mara, suele caerle en su casa cuando la “necesita” y la manera con la que se escuchó eso pensé: tampoco se lleva bien con ella. Trabaja en una radio como locutora y estudia periodismo para expandirse en el área de la comunicación.

Descubrí que coincidimos en algunos pensamientos y opiniones sobre ciertos temas, además de que nos gustan los mismos géneros en libros. Es una fanática más de los libros del padre de Alex. Si le dijera que mi novio es el hijo del gran SeYong Choi… quisiera ver su reacción.

— Oye, hemos hablado bastante de mí, y eso que no me gusta hacerlo. — Me corta cuando estaba dispuesta a preguntarle algo más. 

— Perdón. — Levanto los hombros avergonzada.

— Okey — Cambia de posición. — Cuéntame de tí. Lo que sea.

— Mmmh — Pienso como debería empezar. — Como sabes, tengo 24 años, vivo en Brooklyn con mi novio Alexander, llevamos 8 años juntos. Mis padres tienen una empresa de inversiones donde a veces trabajo ahí hasta que ter-…

— Espera un minuto, detente - hace una señal de stop con la mano — Hay mucho que procesar, dices que tienes un novio ¡¿con el que estuviste seis años?! — Asiento sorprendida — ¿Cómo es eso? yo no podría estar con la misma persona más de 3 meses.

— Bueno es algo difícil creo, lo conozco desde la secundaria y…

— ¡¿De la secundaria?! No puede ser, esto quiero escucharlo desde el principio, desde el cómo se conocieron, ¿acaso fue amor a primera vista, como una película cliché?

Cliché.

[Año 2012]

Abandonada por mi mejor amiga, quien no tuvo otra mejor idea que irse con su novio en vez de practicar los servicios de tenis que tenemos que hacer. Me encontraba sola en la parte de atrás del colegio con una raqueta, la pelota y la pared. 

— Esta es por tu cabeza Olivia Hollister. — Lancé la pelota hacia arriba y con toda mi fuerza la golpeé con la raqueta.

Nunca practiques con ira, decía el profesor, porque algo puede salir mal. En efecto sucedió, la pelota rebotó contra la pared y me sobrepasó en altura. Al momento que me di vuelta la pelota había colisionado con la cabeza de alguien. Un chico.

Corrí hacia él que estaba solo y tenía una mano sosteniendo su mochila y la otra su cabeza.

— ¡Auch! — Se quejó. — ¿Por qué me pegaste? — Masculla adolorido.

— ¡Cómo lo siento! Enserio no calculé la fuerza. Ay déjame ver, con permiso. — Tomé entre mis manos su cabeza y la incliné hacia la altura de mi visión, ya que él era más alto que yo. — Por suerte no tienes nada, está un poco rojo nada más. — Hablaba mientras le revisaba la cabeza. No me di cuenta de mi acción confiada hasta que él carraspeó. Pasé la línea del espacio personal. Así no te criaron Iris, me reprendí. Lo solté por inercia y él fue levantando lentamente la cabeza y sus ojos estaban posados sobre mí al igual que los míos en él.

Que lindo es…

Los siguientes segundos duraron una eternidad. La luz del día favorecía su rostro, resaltaba sus facciones adorables y atractivas, sí, es extremadamente atractivo. Me sentía deslumbrada tanto, que mi boca estaba medio abierta. ¡Por dios Iris, recupérate!

Creo que escucho una canción de fondo aunque no se cual es, pero sé que la escuché…


— No tengo nada ¿no? — Su voz parecía un suspiro.

— No… um — Mire mis zapatillas, me siento tan avergonzada. — Discúlpame enserio, no fue mi intención. — Las palabras salían atropelladamente. — Me tengo que ir. — Hice una reverencia y me fui corriendo.

Era la opción más sensata.


— ¡Quiero vomitar! — Fingió una arcada — Pero en el buen sentido. Toda tu historia es tan de novela teen, dios necesito un trago.

Reí antes los comentarios de Ronnie. Me acordé de Olivia, quien reaccionó así cuando le conté lo sucedido, al día siguiente del accidente.

La espectadora de mi cuento de hadas le dio un trago a su botella de agua. — Prosigue Iris, estoy disfrutándolo aunque no lo parezca. — Río.

— Pasados días después del incidente de la pelota de tenis, había momentos en los que nos cruzábamos en los pasillos y en la cafetería. Nos buscábamos con la mirada. Él era un año mayor que yo, no coincidimos en ninguna clase por esa razón solo nos limitamos a eso. — Mire el suelo sintiéndome un poco tímida. Fijo mi vista en un punto x en el suelo y continúe con la historia.
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Mensaje por 14th moon Mar 15 Jun 2021, 7:31 pm

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viaje por los recuerdos pt. 2

14th moon
Alexander
x
Iris
ctrl+supr  (borrar)

Es la quinta vez que borro la paleta de colores de la revista. Esta empezando la temporada de otoño y los colores navegan de un amarillo apagado a un bordo borgoña. Por alguna razón no puedo concentrarme hoy. Mi cabeza es un desastre.

— Como quisiera hacer un ctrl+supr a mis pensamientos. — Murmuro.

— Wow. — Interviene Wendy quien pareció escuchar mi comentario. Comentario privado. — Ni estamos en la etapa de edición final y ¿ya andas de mal humor? ¿pasa algo?

No sé si de verdad le interesa mi estado de ánimo o solo le preocupa el trabajo. Tenemos una semana para que quede todo perfecto y todavía no mandamos el preliminar para que lo apruebe la editora en jefe.

— Vamos Wendy, no lo molestes debe ser algo personal. — Farfulla Mark, quien se levantó de la mesa de mediciones para buscar algo del escritorio de la rubia.

— Bien, no me interesa. Sea lo que sea que te esté rondando en la cabeza te conviene deshacerte de eso, sabes que estamos hasta el cuello con trabajo. Así que sal y toma algo de aire. — La forma en la que lo dijo parecía una orden.

Guardo mi móvil. Me levanto y camino hasta el perchero de pie dónde está mi saco. Salgo del estudio con la voz de Wendy exclamando “sólo 15 minutos Choi”. Con “salir a tomar aire” nos referimos a ir al sector de fumadores del piso.

En el edificio, cada piso tiene una habitación tipo balcón, es pequeño a diferencia de las oficinas pero es bien ventilado. Tiene la cantidad necesaria y suficiente de postes donde depositar cigarrillos usados. Aquí la mayoría de empleados para lidiar con el estrés consume estos palitos, hasta mi compañera es víctima de los cigarrillos. La minoría que no lo hace, incluido yo, usamos este lugar para despejarnos un poco.

Entro y no hay nadie, ya que no es hora del almuerzo o del descanso. Me apoyo en el barandal y suspiro. Llevo la mirada al cielo, el cual está empezando a nublarse y el viento que se lleva las hojas de los árboles con violencia anuncia que en cualquier momento puede llover.

Es más que obvio que estoy molesto, pero ¿cuál es la razón? A la altura de la situación hay una lista con opciones correctas. Debatir la más molesta y problemática me llevaría toda una tarde. Primero está el tema de familia, después otro problema es mi relación con Iris, que aunque quiera pasarlo no puedo ignorarlo.

Sin embargo, pierdo el control de mi cabeza y se abre la sesión de debate dentro de esta. Algunas partes de mi representadas como sentimientos están participando para debatir cómo solucionar los problemas.

El primer tema: Mi madre está callada, al igual que Christopher. Algo planean seguro. Todo se resolvería si conversaras con la mujer y llegasen a una tregua, menciona el Alex racional. No, eso no. ¡De ninguna manera! Esa mujer no merece nada, ni que nos refiramos a ella como nuestra madre, interviene el Alex enojado. Solo dos hablan, ¿qué opinas Alex depresivo? y ¿Alex feliz? El chico feliz no vino hoy, no se siente bajo el sol últimamente, susurra el mini yo que está tapado con un buzo con capucha. Yo digo que vayamos a casa a descansar y que Iris nos de mimos, a menos que siga rara como estuvo hoy en la mañana. Oh no, Iris. ¿Tenemos problemas con Iris? esto es culpa de Alex racional ¿no? ese tipo me cae mal. Para tu información quien tiene el control siempre es Alex calmado, así si tenemos problemas con nuestro novia es su culpa. ¡Ella se rehusó a besarnos! Iris ya no nos quiere. Cálmate Alex depresivo, todo va a estar bien. Sigue diciendo esa frase, ni tú te lo crees. La versión racional y enojada hablaron al unísono.

Sacudo la cabeza, aunque me cause un mareo. La sesión termina, junto con mi estabilidad mental. Literal. Resoplo con desesperación, no pude calmarme ni un poco. Inhalo aire profundamente y cuando estoy por enderezarme para irme, veo en las calles a una pareja de adolescentes riendo. La juventud de secundaria, donde tus únicos problemas solo era aprobar con las notas necesaria para poder graduarse e iniciar la idealizada independencia.

Los contempló por un tiempo, recordando mi pasado en la secundaria: mis amigos y mi familia la cual todavia seguia completa. No era un estudiante aplicado como lo fue mi hermano, el único 10 que obtuve fue en las actividades extracurriculares como en deportes y el club de teatro, lo cuales disfruté mucho. El cantar y actuar, no era muy difícil para mí, después de todo algo tuve que sacar de la mujer que me dio la vida. 

En mi último año conocí a Iris. Fue en el colegio, en el patios de deportes. Iba de camino al armario de utilería para buscar una pelota de fútbol e ir a jugar con mis amigos. Algo que no supe prevenir es que al ofrecerme a ir podría traerme tanta mala suerte como para que una pelota me golpeara. Luego esa mala suerte pasó a buena cuando la ví. Sus ojos redondos como bambi llenos de brillo y culpa por su error.

Sonreí para mi.

[Año 2012]

— Que extraño eres Alex, primero te obsesionas con leer los libros de papá, encima los que hablan de romance. — Hace un gesto con las manos como si se tratara de algo espeluznante. — Luego se te da por saquear la la despensa. Y ahora me pides que te deje en la escuela un viernes por la tarde, pudiendo jugar videojuegos con tu querido hermano. — Enumera cada razón de mi extraño comportamiento como si estuviera buscando un factor común.

— No esfuerces tu cerebro, no podrás aprenderte la constitución nacional. — Comento con burla.

— Okey niño respondón, bájate de mi auto. — Se abalanza sobre mí para abrir la puerta.

Desabrocho el cinturón y salgo, camino hacia el baúl del auto. Lo abro y saco una caja.

— Bien, papá me pidió que te esperara, así que no te tardes. — Aviso mi hermano. Cierro la baulera y con la caja entre mis brazos camino hacia la puerta delantera del auto.

— Puedes irte Chris, no es necesario cualquier cosa te llamo. — La voz me sonaba entrecortada por la fuerza que empleaba para sostener mi carga.

— ¿Enserio? — Me dedica una mirada incrédula.

— Si, fuera, vete ¡shuu!

— Bueno, me voy encima no sé porqué tanto misterio ni que fueras a… — Se queda callado unos segundos, los cuales hacen que se me erice la piel. ¿Me descubrió?

— ¡Aish! no es lo que piensas. Adiós Christopher. — Remarque la palabra de despedida. No quería un interrogatorio ahora. Me alejo de mi hermano a toda velocidad hacia la entrada del colegio.

Todo el alumnado fue avisado la última semana acerca de un evento de caridad organizado por el club del periódico escolar. Era viernes y a pesar de que, lo último que quieren hacer los alumnos es ir a un evento de caridad después de clases, me sorprendió la cantidad de gente que se presentó. Se ve que no soy el único.

Bien, lo admito. No hubiera venido si fuera un evento cualquiera. El hecho de que lo haya organizado este club me llamó la atención. Según me informaron mis amigos la chica que me golpeó la cabeza con la pelota de tenis forma parte de esto. Las probabilidades de hablar con ella aquí era más altas que a comparación del día a día.

Si iba a aprovechar esta oportunidad, tenía que hacerlo bien. Día anterior vacíe la despensa de conservas de mi padre y lo puse todo en una caja junto con algunos víveres aptos para donar.

Entré y pregunté por la sección de comidas. Ahí estaba ella, anotando algo en su libreta. Esa aura de inocencia y luz en ella que se intensificaban cada vez que sonreía. Maldición, creo que es más que un “me gusta”.

— Iris, tienes gente. — Canturreo la chica morena de la mesa vecina. Así que se llama Iris.

— ¡Ah, si! Disculpa. — Estaba de espaldas, voltea y me sonríe.

— Hola — Aclaro la garganta. — Vengo a dejarte esto, son algunas latas con conservas que tenía en mi casa. No es mucho, lo sé pero espero ayudar. — Los ojos de bambi bajan hasta el paquete en mis manos y siento calor en mis mejillas.

— Está perfecto. — Otra sonrisa despampanante, ella quiere matarme. — Muchas gracias por tu donación. Puedes dejarlo en la mesa … um ¿tu nombre?

¿Parezco tranquilo? estoy temblando por dentro.

— Alexander Choi. — Asiente y toma su libreta para anotarlo. Necesito saber su nombre completo, aquí voy, respira Alex. — ¿Cu-cuál es tu… nombre?

— Iris Na.

Volvemos a quedarnos mirando el uno al otro sin decirnos nada. Me siento como una masa de timidez pura. Ella me convierte en esto. Me pregunto si así se sintió mi papá cuando conoció a mi madre o como cuando mi hermano mira al auto que le regalaron nuestros padres por su graduación e ingreso a la universidad de leyes.


Ese día me quedé a ayudarlos en la colecta. No solo le hice un bien a la sociedad, si no que también a mí mismo pasando el día con Iris y conocerla.

El móvil en el bolsillo de mi saco vibra. Los recuerdos se borran. Apuesto que es un mensaje de Wendy pidiendo que vuelva a la oficina. Saco el aparato y lo confirmo al ver la letra mayúscula en tono imperativo. Suspiro resignado y miro el cielo que aun sigue cubierto de nubes. Salgo del balconcito. ¿Cuándo va a salir el sol?
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Mensaje por lovesick Jue 08 Jul 2021, 1:21 am

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Mensaje por MickyEche Vie 09 Jul 2021, 12:59 pm

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REVELACIONES

MickyEche
Ana
x
Tyler

Ana.


La noche de Theo’s nos había dejado una buena enseñanza a mi hermana y a mí. Primero que nada: las peleas pueden llevar a las personas a la cárcel, en eso las películas no estaban tan alejadas de la realidad. Segundo: un moretón tarda más de siete días en curarse. Y tercero: Grace Simpson no es una madre tan paciente como parece.


Mi madre nos había impuesto un castigo por lo que restaba del otoño, lo cual era duro ya que la estación recién comenzaba. Nuestro castigo se reducía a no salir de casa más que para nuestras actividades laborales o estudiantiles. También teníamos permitidas, por supuesto, las actividades de servicio y todo lo que estuviera dedicado al Señor o nuestro prójimo. Para mí era sencillo, mi rutina no había cambiado demasiado pero Mita nunca fue muy dedicada al servicio y solo salía para ir a trabajar, parecía una leona enjaulada.


Este sábado había decidido prestarme como obrera en el templo: solía venir con mi hermana pero luego del incidente en el bar su recomendación había sido suspendida y no podía ingresar al templo.


La mañana había sido pacifica, hermosa. Estaba acompañada de personas como yo, y también de Nuestro Señor. Al mediodía había salido del Templo para comer algo pero antes de entrar decidí dar un paseo por los jardines.


Noto como poco a poco los árboles se están desnudando aunque los jardines están tan limpios como siempre. Las flores desprenden exquisitos olores que me hacen sentir completamente en paz, después de mucho tiempo. Una brisa suave, el último vestigio del verano, rozaba mi piel y movía mi falda a un compás silencioso.


Me siento tranquila en una de las bancas para disfrutar plenamente de todo lo que me rodea. Me encuentro tan ensimismada disfrutando de mi soledad que no noto como alguien me mira desde la banca del frente hasta que abro los ojos. La señora Kendall me mira atentamente, no puedo disimular mi emoción cuando salgo corriendo y cuzo el sendero para abrazarla.


─ Mi Anita, querida, me has abandonado, belleza. ─ Y es cierto. Desde que mi vida se volvió un pequeño desastre no he tenido la oportunidad de llegar tan seguido por su casa. Mis cuidados han cesado después de que su hijo tomara un empleo en la ciudad donde puede estar a tiempo parcial con ella.


─ Si, lo siento. No he sido buena amiga, eso es verdad ─ admito culpable.


─ Querida, eso no importa ahora mismo. Yo quiero saber, ¿Qué paso para que a tu hermana le suspendieran la recomendación? ─ pregunta con un brillo en sus pequeños ojos. Ella siempre fue chismosa y es algo que no pasa a pesar de los años.


─ Señora Kendall, por favor, estamos en la casa del Señor ─ digo mientras abro los ojos tan grandes como puedo.


─ Niña, al Señor no creo que le moleste saber que dos amigas se están poniendo al día. ─ Me guiña un ojo y me mira intrigante.


─ Creo… creo que está bien. ─ Me rindo, esta vieja anciana sabe qué hacer cuando quiere algo. ─ Fue una… una pelea, en un bar. Mita solo de defendió de… de alguien ─esto último lo digo algo dudosa. ─ Pero, sabe cómo es Mita, sus maneras nunca son las mejores.


─ Yo sabía que esa niña algún día iba a darle algo de acción a esta familia ─comenta con una sonrisa pícara.


─ Si, creo que Mita es la oveja negra en algún punto, ¿no? ─ La carcajada que suelto suena algo forzada.


─ Querida, por el momento es ella.


─ ¿Por el momento? ─ pregunto algo confundida.


─ Si, por el momento. Todavía no has sacado tu potencial a la luz, estoy segura que tienes mucho para dar ─ ella parece satisfecha con su contestación pero a mí me confunde aún más.


─ No entiendo, señora Kendall, yo…


─ Niña, es hora de que empieces a creer en ti misma un poco más. Eres brillante pero aún no te has dado cuenta. Puedes llegar a ser tan descarada, tan atrevida y tan llena de vida como tu hermana ─ todo esto lo dice mirando al horizonte mientras que con una mano acaricia su larga trenza gris.


─ No estoy segura de querer ser la oveja negra… ─ cuando intento hablar nuevamente la anciana vuelve a cortar mi respuesta.
─ Cariño, ser la oveja negra no es un crimen, es un privilegio ─ aconseja con una sonrisa. ─ Yo solía serlo.


─ Señora Kendall, ¿Cómo es posible? ─ pregunto asombrada.


─ Ana, nunca fui una sierva fiel del Señor, también he tenido mis desvíos y mis travesuras ─ comenta riendo para sí misma, recordando tiempos que ya quedaron atrás hace mucho tiempo. ─ A lo que quiero llegar con todo esto, es que está bien equivocarse, mi querida Anita. Está bien salirse de la línea y seguir el corazón cuando este lo pide. Ahora quiero que me cuentes algo niña, ¿Qué es lo que atormenta esa cabecita? ¿Qué es lo que hace que el brillo en tus ojos no sea el de siempre? ─ El aire chismoso se ha ido de su mirada, ahora solo hay preocupación.


Y no puedo evitar volcar todo, así que empiezo a hablar…
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Tyler.


Si hay algo que nos caracteriza a los Harrison son los ojos grises azulados y el comedor está poblado de ellos. Me encontraba en mi casa paterna para un almuerzo familiar, de esos que no tenemos hace muchos años. Todos mis hermanos se encuentran aquí: Lynus, Kyle y, por supuesto Dylan. Ellos estaban acompañados por sus esposas e hijos. Este lugar parece convertirse en cualquier momento en una guardería.


No pude aguantar mucho, por lo que decidí salir al balcón a tomar un poco de aire que no esté contaminado con olor a bebe.
Estoy a punto de humillarme nuevamente al llamar a Milah, llamados que nunca fueron contestados hasta hoy. Ella contesta y mi corazón palpita con fuerza.


─ ¿Milah? ─ pregunto ansioso. ─ ¿Podemos hablar?


En el preciso instante en que estoy seguro que va a contestar mi pregunta una mano aparece en mi hombro y toman mi celular. Es Dylan.


─ ¿En serio, Tyler? ¿Milah? ─ pregunta mientras corta la llamada. ─ Hermano, vales más que eso. Ella no quiere hablar contigo y tú tienes otras responsabilidades.


─ Tal vez estoy cansado de esas responsabilidades, Dylan. Tal vez no quiero asumir la responsabilidad de estar con Ana ─ digo algo exasperado.


─ Lo que tú digas, Tyler, aunque me decepcionas debo decir ─ dice mirándome con una sonrisa forzada mientras se aleja, aunque vuelve rápidamente y me dice: ─ ¿Sabes qué? Eres un cobarde.


Sus palabras me chocan bastante y estoy a punto de contestar cuando mi madre se asoma a decir que la comida esta lista.


¿Cobarde? Pff… Como si el amara a la mujer que tiene al lado.


Hago una mueca de desagrado a la nada y luego miro hacia los ojos hermosos de mi madre quien con una sonrisa me espera a que entre.


Una vez ya dentro, cruzo mis brazos como lo hacen los demás mientras que Dylan da pie a las bendiciones que Nuestro Padre Celestial nos ha dado hoy en día. En esa oración pido (mentalmente) que Él me guie en el camino correcto.


En cuanto mi hermano dice la última frase, empezamos a comer el riquísimo estofado que mamá a preparado con mucho amor, todos los sabemos que es su condimento especial.


Sin poder evitarlo doy un repaso en mis hermanos y en sus parejas. Mis ojos inmediatamente van al matrimonio de Kyle y su esposa quien, sin poder evitarlo, entrelaza su mano con la de mi hermano haciendo que él sonría y bese sus dedos. Eso parece llenarla de una gran alegría inmensa a su mujer ya que una sonrisa enorme abarca todo su rostro.


Luego, fijo mis ojos en el matrimonio de mi hermano mayor, Lynus, quien parece no querer ver a su mujer y ese sentimiento es compartido por su esposa. En ningún momento se han tocado las manos ni se han mirado desde que vinieron. Y, ahora que observo mejor, su hijo mayor esta entremedio de ellos como si él fuese la excusa justa para no estar juntos.


Eso hace que recuerde al tercero de mis hermanos, Dylan. He visto como ambos se miran entre si y puedo deducir que solo tienen un amor que no va mas alla de la amistad. Ese cariño que solo los mejores amigos se dan.


Dylan toma un sorbo de su vaso de agua y suspira. ─ ¿Admirando la belleza que me ha dado Nuestro padre celestial, hermano? ─ pregunta el egocéntrico de mi hermano, mirándome y levantando una ceja coqueta.


Vuelco los ojos. ─ No, me quede sorprendido de que tengo a la “Hermanastra fea” de Shrek como hermano.


Ambos sentimos la mirada de advertencia de nuestros padres por ende miramos hacia otro lado.


─ Cállate y come, Tyler. ─ susurra mi hermano copiando mi acción de tomar un bocado grande del estofado.


El almuerzo siguió en un ambiente lleno de tranquilidad y risas como solo nuestros padres pueden crearlo. Eso fue así hasta que todos decidieron en levantarse y en ayudar a mamá con las cosas.


Después de hacer nuestros deberes, Dylan me acompaño al balcón donde mis hermanos mayores se encontraban.


Lynus estaba apoyado en la baranda del balcón con sus brazos cruzados arriba de su pecho, de una forma elegante mientras que Kyle estaba sentado en una silla negra con sus brazos apoyados en sus piernas y sus manos entrelazadas.


El tercero de mis hermanos cierra las puertas, dejándonos mucha privacidad, más de lo que me gustaría.


─ Esto es injusto. ─ La confusión se hace presente en sus rostros. ─ Ustedes son tres, yo solo uno.


Dylan ríe, apretándose el tabique con el dedo índice y el pulgar. Eso hace que Kyle esboce una sonrisa y que Lynus ruede los ojos ante mi inmadurez.


─ ¿Cuántos años tienes? ¿Cinco?


Pongo una mano en mi pecho, indignado por lo que dijo. ─ Por lo menos yo si conservo a mi niño interior, anciano. ─ pasó una mano por mi cabello. ─ Y eso hace que mi encanto sea mágico en las mujeres.


Lynus suspira. ─ Compórtate, Tyler. Tenemos que hablar de algo importante.


Empiezo a moverme nervioso y a frotar mis manos contra mi vaquero. ─ D-de que vamos a hablar. ─ digo todo esto trabándome y dando una sonrisa de boca cerrada.


─ Tyler, hemos llegado a la conclusión de que… ─ empieza a decir Kyle, pero Lynus lo interrumpe sin poder evitarlo.


─ Tienes que madurar, poner en orden tus responsabilidades y caer en la cuenta de que tienes que comprometerte con Ana.


Dylan aparece a mi lado y da una sonrisa sin ganas. ─ Estaba hablando Kyle, Lynus. ─ Los ojos de mi hermano se dirigen hacia mí. ─ Lo estamos diciendo por tu propio bien, hermanito. Es hora.


─ Anita es una chica hermosa, dulce y llena de bondad. Sé que ambos serian felices. ─ dice Kyle. ─ Hasta puedes lograr un matrimonio como el mío o mucho mejor.


─ Solo dale una oportunidad al amor, Ty. ─ aconseja Dylan apoyando su mano en mi hombro.


─ O puedo tener un matrimonio como el de Lynus o el tuyo. ─ digo dirigiendo mi mirada hacia mi hermano y eso hace que Dylan baje su mano. ─ No quiero verme en la obligación de estar con alguien que no quiero como mi esposa o que no pueda ni acercarme a ella.


─ Si, no niego que sea asi. ─ dice mi hermano como si tuviera las palabras correctas.  ─ Pero también puedes tener uno como el de Kyle. Si no arriesgas, no tienes la oportunidad de ganar.  


Lynus frunce el ceño. ─ ¿Estas insinuando de que mi matrimonio es un fracaso?


Kyle abre los ojos. ─ ¿Estas preguntando en serio o forma parte de tu sentido del humor?


─ Pff… todo el mundo lo nota, incluso nuestros padres están pendientes de su situación. ─ comenta Dylan. ─ Y si esperas que los miembros de la iglesia no se hayan enterado, entonces estas muy ciego.


─ Hablas mal de mi matrimonio, pero no has visto el tuyo. ─ se defiende Lynus.


Dylan esboza una gran sonrisa. ─ Hermano, tu matrimonio es un fracaso tanto como el mío. ─ El tercero de mis hermanos se pone al frente mío acaparando mi atención. ─ Pero, Ty, tienes que entender que tienes que arriesgar. Algunos ganamos, otros perdemos, otros como yo estamos en situación media, pero nunca vas a saber que va a pasar sino arriesgas.


─ Pero no quiero arriesgarme con Anita.


Dylan niega con la cabeza sin poder creerlo. ─ ¿En serio, Tyler? ¿Aun piensas que Milah mata su cabeza pensando en ti? Pues, te doy la respuesta y es un no porque si fuera así, tendrías el buzón de voz lleno de mensajes de ella.   
 
Frunzo el ceño. ─ Eso fue hiriente, Dylan.


─ Eso se suponía que tenías que sentir, hermano.


Observo de reojo como Lynus y Kyle se miran con extrañeza.


─ Esperen, ¿De qué estamos hablando? ─ pregunta Kyle, rascándose entre medio de las cejas.


─ No es coherente lo que están diciendo. ─ comenta Lynus. ─ ¿Quién es Milah?


Lo quiero matar. Lo voy a matar.  


Mi hermano hace un gesto con la mano, quitándole importancia al tema. ─ Eso no es importante, chicos. Enfóquense en lo que estamos hablando.


Mientras una discusión se formaba entre mis hermanos, las palabras de todos llegaron a alguna parte de mi corazón.


Entonces lo supe.


Reprimí una sonrisa, no queriendo ilusionarme por lo que estaba por hacer.


─ Volveré antes de que anochezca. ─ digo y con eso salgo de ahí. 


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Ana.


Al terminar mi relato la señora Kendall tiene lágrimas en los ojos, como si verme joven le trajera nostalgia a su ser.


─ Mi Ana… lo que te puedo decir que el miedo te está comiendo ─ dice y me mira a los ojos.


─ No creo que sea miedo, creo que va más allá de eso. Es terror. Entienda que para mí este terreno es inexplorado y siento terror a arriesgarme, señora Kendall ─ estoy llorando, estoy llorando porque he volcado todo lo que tenía en mi ser, he volcado todo mis sentimientos, mis inseguridades. Le he contado todo desde aquel domingo en la capilla cuando mi vida cambio.


─ Anita, de eso se trata la vida, cariño. En la vida tienes que arriesgar, no quedarte cómoda, sino más bien ir más allá de lo que crees que puedes llegar a ser. Tienes que aprender a ser independiente y tomar tus propias decisiones, siempre que creas que es lo correcto. Tienes que saber que el Señor sabe porque pone las cosas en tu camino y tal vez no es necesario seguir sus reglas para cumplir con su objetivo. Pero para cumplir con su objetivo tienes que estar segura de ti misma y de lo que quieres hacer ─ su discurso me conmueve.


La señora Kendall es caracterizada en la congregación por ser bohemia y se la ha estigmatizado por esto mismo. Pero ahora entiendo, entiendo que ella sabe, que ella ha vivido, que está llena de sabiduría. Entiendo que sus pensamientos van más allá de nuestra religión y conoce la vida más allá de nuestro entorno. Ahora me doy cuenta que cree en Nuestro Padre pero también sabe que creer en uno mismo vale muchísimo.


─ Pero cariño, quiero saber ¿Puede llegar a quererlo? ─ por su mirada sé que ella sabe la respuesta.


─ Señora Kendall, creo que ya lo hago ─ y siento como una carga muy pesada se va de mis hombros.



─ ¿Y que estas esperando? ─ pregunta curiosa y otra vez esa anciana sabe de antemano lo que voy a hacer, por lo tanto beso su mejilla y salgo corriendo tan rápido como me permite la falda hacia la puerta de la entrada a los jardines para tomar un taxi hacia el taller de Tyler.


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Tyler.


─ Tyler, ¡Tyler! ¿Dónde vas? ─ pregunta mamá cuando estoy afuera de la casa.


Corro hasta ella y le doy un beso en la frente. ─ Volveré tan pronto como sea posible. ─ digo montándome en la moto, haciéndola arrancar y entrando a la calle, llevándome un bocinazo por parte de un auto que no vi por mi desesperación. ─ ¡Disculpe!


Trato de ir lo más calmado posible y de respetar los semáforos, pero se me es imposible mantener mi ansiedad por lo que busco todos los atajos que sean posibles para llegar a mi destino.


Cuando llego y me detengo, mi celular empieza a sonar. Miro la pantalla y Milah aparece en ella, estoy a punto de atender a la llamada, pero mi dedo índice se dirige a rechazarla.


Corro hacia la entrada del Templo y estoy a punto de adentrarme cuando mis pies se detienen abruptamente.


Su cabello rubio, sus ojos celestes hermosos, sus mejillas y toda de ella están frente mío.


─ Ana. ─ pronuncio sin poder creerlo.



─ Tyler. ─ dice mi nombre sin poder creer lo que está pasando. 




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Mensaje por lovesick Dom 11 Jul 2021, 7:06 pm

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Mensaje por 14th moon Dom 12 Sep 2021, 8:00 pm

Tentaciones
14th moon | I want to be yours | Iris Na x Alexander Choi

—…Se podría decir que después de ese día en el gimnasio empezamos a salir. Es más, se quedó a ayudarnos con las colecta. Lo cual estaba de más pero bueno, se ve que quería estar ahí. —Levanto los hombros y le doy un sorbo al juego cítrico.

—Obvio que fue por tí. Se notaba a kilómetros y eso que no estuve ahí. —Carcajeo la castaña.

—Resumiendo lo demás, una vez finalizamos ambas la secundaria nos mudamos juntos aquí para estudiar y hacer nuestra vida. Vivimos juntos. Él trabaja en una revista muy conocida como diseñador de arte. —Comenté mientras juntaba los envoltorios de los sandwiches para tirarlos. —Estamos bien, creo. —Suspiré.

Segundos después, la realización de mis acciones caía sobre mí. Acabo de suspirar y ¿mi expresión? ¿Cómo me vi? Espero que no se haya dado cuenta de mis inquietudes. No puedo abrumar a alguien más sobre mis problemas amorosos, ya fue suficiente con el guapo chico del bar. Por cierto, hablando de Nicholas, debería encontrarme con él para aclarar lo que pasó.

—Iris —Escucho mi nombre a la lejanía, parpadeo para despejarme. —Iris

—Dime, Veronica.

—Ronnie por favor, si me dices Veronica siento que estoy hablando con mis padres. —Asiento con una sonrisa. Estoy esperando a que prosiga hablar pero ella le da un trago a su jugo primero. —Sabes, tengo esta duda y no quiero que te ofendas. Recapitulando tu perfecta relación de ensueño, ¿nunca estuviste con nadie a parte de tu chico Alexander? Así como un desliz, tentada por la manzana prohibida. —Frunzo el ceño. —O sea no me malentiendas es admirable estar con una misma persona, más si es tu primer novio, pero ¿No se han separado por un tiempo aunque sea? o ¿nunca te casaste de él?

—No, ninguna de esas cosas. —Niego al instante. ¿Cansarme de Alex? yo nunca...

—Okey, bien por ti. Creo. —Hace una mueca y sus palabras se perciben amargas. —Al menos espero que el sexo sea bueno. —Comenta con intención de aligerar el ambiente.

Sexo. Acto íntimo que comparten las personas ya sea en pareja o no. También se lo conoce como “hacer el amor” pero en vocabularios de novios o esposos que se encuentran ¿enamorados? Sí, digamos que sí.

—Si te soy sincera no recuerdo la última vez que lo hicimos. —Suelto una risita nerviosa y juego con mi cabello. Mi respuesta me dejó cohibida ante semejante verdad.

—¡¿Cómo?! Espera un segundo, no se han acostado ¿acaso se están guardando hasta el casamiento como esas parejas religiosas? —Exclama “ofendida” aunque parece más sorprendida. Quiero responder pero me interrumpe. —No puede ser niña ¿qué les pasó? ¿acaso tienen padres exigentes? Tendría sentido, ya que ambos son asiáticos...

—¡Ronnie! —Llamó la atención de la recién nombrada. Sus ojos grandes se hacen más grandes de lo posible. —Alex y yo hemos tenido sexo pero —Siento las mejillas ardiendo, que vergüenza, trágame tierra por favor. —últimamente no.

Nunca pensé en toda mi vida escuchar a una mujer reírse con tanta euforia. Me hace pensar que me equivoqué de carrera y debería dedicarme a ser comediante. ¿Dije algo gracioso?

Cuando termina de reír, sus ojos estaban brillosos por la emoción. Inhala. —Enserio Iris, ¿están en un tiempo de sequía con tu novio o algo por el estilo?

—No lo sé. —Musito —Sólo es que no se da el momento. —Levanto mis hombros. No me está gustando el tema de conversación porque sé que ella tiene razón al burlarse.

—Buscar el momento ideal no funciona. Debes ir, tomarlo por el cuello de la remera o lo que esté usando, besarlo y decirle que quieres sexo. Simple y sencillo. —Guiña el ojo al mismo tiempo que chasquea con los dedos. ¿Enserio es así de fácil?

Damos por cerrado el tema de conversación al notar que nuestro tiempo de descanso se había acabado hace media hora. Desde esta narrativa hasta el final, verán a dos chicas tratando de llegar en tiempo récord a la clase de Historia cultural. 

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━


Al finalizar las clases decidí pasar por la empresa. No había razón alguna, sólo quería ir. Seguro pensaran que estoy loca. Tengo unos días libres para no ir pero aquí estoy tomando un taxi camino al distrito empresarial. Decido mandarle un mensaje a Olivia para avisarle de mi visita. La respuesta no tarda en llegar aunque la reacción que recibí no era la que esperaba. Que extraño.

Por la ventanilla observo cómo nos acercamos a mi destino. A unas calles de la zona céntrica de Nueva York se halla la zona más gris y sin vida de la ciudad. El distrito empresarial, donde las únicas personas que caminan son pingüinos en traje y primeras damas bien vestidas. Observo mi atuendo: unos jeans anchos y una camiseta rayada con una remera de banda. Tanto el taxista como yo nos cohibimos. Debí ponerme al menos un vestido.

Y si ya me sentía pequeña con respecto al lugar, recuerdo que la entrada principal de la empresa es con desviación en forma de semicírculo que te permite acercarte más a la entrada. El taxi se detiene y la mirada del ballet se descifra como “quienes son, fuera de aquí gente corriente”. Me reprendo a mi misma mientras le pago al taxista. Una vez fuera del vehículo, aseguro la cartera a mi hombro y en lo que doy un paso, una persona se interpone en mi camino. Una mujer rubia, con un traje pantalón que resalta todos sus atributos. Lleva su celular en la oreja, y discute sobre unas cuentas con el remitente. La mujer de negocios de hoy en día. Wow. Abro los ojos de admiración.

Si todos voltearon ante la mujer de negocios para admirarla, a mí ni me dedicaron ni una, solo la de “chica intrusa” ¿Acaso no saben que soy la hija de los dueños? Insignificante detalle. No encajo en los estereotipos frívolos de la hija de empresarios. La idea me causa gracia.

En lo que camino a la recepción para dar mi nombre siento una mano sobre mi hombro. Giro y me cruzo con un cuello así que levanto la vista y la mirada café de Leo me reciben.

—¡Iris! Hace mucho que no te veo. —Su voz expresa felicidad y supongo que sonríe, no lo sé con seguridad porque me está abrazando y mi campo de visión se oscureció. La fragancia del perfume de marca invade mis fosas nasales, es almizcle y ¿menta?.

—Leo, no respiro. —Me quejo con dificultad.

—Lo siento. —Dice entre risas. Sus ojos cafés brillan, sí está feliz. Devuelvo la sonrisa —¿Cómo estás? con todo el trabajo que estoy teniendo ya ni te veo ni en los corredores.

—He traicionado a la empresa con la facultad. —Finjo una expresión de tristeza.

—Me rompes el corazón. —Sigue el juego y se lleva una mano al pecho, actuando dolido.

La pequeña sobre-actuación nos causa risa, tanta que logramos llamar la atención de los otros trabajadores quienes nos ven de forma divertida o nos odian en silencio por hacer bullicio. Quien diría que el abogado de los dueños y la hija estarían haciendo semejante actuación.

Es de hecho que alguien con el porte y físico de Leo llame la atención, pero en mi caso ni el de seguridad sabía quién era yo. En lo que mis pensamientos fluyen, la rubia de negocios se acerca a nosotros. Una vez entra a nuestro espacio, la mujer hace un tipo de conversación con Leo a la que no soy invitada.

Observo con detenimiento el perfil de Leo y me doy cuenta del semblante serio que ahora lleva. Siempre he escuchado lo que algunas empleadas dicen, que es muy profesional y sobre todo muy atractivo, sumado a una sarta de vulgaridades que de tan solo recordarlas, me ruborizan. La altura es una característica ideal, la proporción muscular perfecta ¿se puede saber con solo usar un traje? Aunque si me preguntan cuál es su mejor cualidad física respondería que...

—Iris —Parpadeo sorprendida. — Te presento a Amanda, es la gerente del departamento de ventas. —La señala. Vuelvo a verla con una sonrisa. La mujer sólo me responde con una mueca y sus ojos me escanean de arriba a abajo. ¿Tengo algo malo? —Amanda, ella es Iris Na. Trabaja en el área de recursos humanos. —La mueca se transforma en una sonrisa de superioridad. —Realiza los desempeños de cada trabajador y decide quien no es indispensable para la empresa. Más está decir que es la hija del Presidente Na. —Tanto la mujer como yo nos sorprendemos al escuchar lo último. Giro a ver a Leo en busca de una explicación y solo lleva una sonrisa de satisfacción.

Leo lo sabía. Él sabía que la mujer me estaba haciendo de menos hasta que escuchó que era la hija del Presidente. Creo que lo quiero más.

Amanda se excusa con que tiene trabajo que hacer y se despide solamente de Leo.

—Gracias —Hablo mientras observo a la mujer irse por su camino.

—Se lo merecía. Noté cómo te ignoró y miró de manera despectiva. Nadie tiene el derecho de hacerte eso. Si alguien aquí se atreve a meterse contigo rendirá cuentas conmigo, soy un abogado y puedo arruinarle la vida. —La pasividad con la que pronunció lo último me dejo anonadada. —Yo te protejo, ¿si? —Su mano se apoya en mi cabeza y ese hábito raro de hermano mayor que tiene conmigo, sale nuevamente.

Sin embargo, algo que no predije fue que esa misma mano descendiera y ahora se encuentra en mi mejilla. Me obliga a verlo a la cara, sus facciones japonesas perfectas, su cabello oscuro peinado para atrás con unos mechones que le caen por gravedad sobre la ceja. Sus ojos cafes, cuya expresión es ternura mezclado con afecto. Sus labios gruesos, esbozando una pequeña sonrisa que transmite seguridad y confianza. El corazón me late con fuerza y con rapidez que lo escucho en mi oídos. Siento calor en mis mejillas y sudor en mis manos. ¿Qué es esto?

El momento se corta cuando suena el celular de Leo. Él contesta la llamada, dejándome toda sedada bajo la esencia de su presencia.

—Tu padre me necesita en su oficina. Nos vemos después ¿no?

Asiento sin pensar y observo su camino hacia los ascensores. No puedo evitar rememorar la escena que tuvimos… su rostro a una distancia anormal. Suspiro intentando despabilarme.

Durante todo el día lo único que pude pensar era en Leo Yamada

━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━


Viernes, amado viernes, al fin llegas.

La semana estuvo complicada. Desde el examen sorpresa en psicosociales, que dejó en claro que debo estudiar más para compensar mi calificación con el ensayo final, a la pelea que tuve con Alexander, que por cierto aun no nos hablamos “bien”. Finalizando con la carga de trabajo que tengo porque una de mis compañeras pidió permiso de maternidad. Y como no olvidar el incidente con Leo y la mujer de negocios, Amanda.

Necesito una salida. Despotricar y distraerme. Y con quién más si no con Olivia. Hace mucho que no la veo, por los corredores de la empresa no está y cuando paso por su área me dicen que no salió. Lo último que sé de ella es que estaba saliendo con un empleado de la empresa y eso fue porque compartieron una historia de ellos dos en instagram.

Me fijo la hora y tengo 20 minutos antes de que el segundo periodo de clases empiece. Es pasado el mediodía así que en la empresa están en descanso. Sin pensarlo abro los contactos y aprieto el botón de llamar. La foto de Olivia aparece en la pantalla.

—Hola, Olivia habla.

Me sorprende el tono de voz que tiene, bastante neutral y calmado para ser Olivia.

—¡Livie! —Exclamo —¿Cómo estás? hace mucho que no te veo, te extraño —Alargo la vocal.

—Estoy bien. Sólo estuve a full con el trabajo.

—No me digas, que voy y hablo con mi papá para que te reduzcan el horario.— Bromeo con esperanza de hacerla reír pero sólo consigo un jadeo de su parte. —Aunque sí te entiendo, con la facultad, los trabajos prácticos y la empresa y Alex —Tomó aire. —No sabes lo que nos pasó a Alex y a mí el otro día...

—Iris, se acabó el tiempo de descanso. Me tengo que ir. Adiós. —Me interrumpe y cuelga. No me dejó despedirme. ¿Hice algo mal?

Toda esta situación logra bajarme el ánimo. Ingreso a la facultad para ir reservando el lugar para la clase de Oratoria. En el camino, pasando por una máquina expendedora de comida rápida me entra el deseo de tomar una bebida energizante. De mi bolsillo trasero, saco un billete para meterlo en la máquina. Para mi mala suerte, el papel es rechazado.

—No está tan arrugado, dale comételo. —Mascullo con rabia en mi segundo intento.

Intento con otro billete pero también es rechazado. Maldición.

Sin progreso. Suspiro cansada. Hoy no es mi día, es más que obvio. El universo no quiere que ingiera azúcares y conservantes. Pero quiero esa bebida energizante y esto es un tema de orgullo ahora.

Si la situación no podría empeorar, siento a una persona atrás mío esperando usar la máquina. Por el reflejo puedo ver que es un hombre de contextura lánguida. Indirectamente está transmitiendo vibras de que me apure. 

—Adelante es toda tuya. —Rendida lo dejo pasar.

Empiezo a guardar los billetes rechazados en la billetera para irme. Derrotada por una máquina.

—¿Iris? —Escucho mi nombre y levanto mi cabeza por inercia.

Nicholas.

Abro los ojos y suelto aire con una sonrisa. —Nick, ¿qué haces aquí?

—¿Será que el destino nos reúne por tercera vez?

—Eso parece ser, la segunda vez fue coincidencia, la tercera debe significar algo. —Él levanta las cejas afirmando mi inducción. Su atención se desvía hacia la máquina donde con facilidad ingresó un billete y sacó una botella de agua. ¿Es broma verdad? Suelto un pequeño gruñido por mi previo altercado.

—Oh, ¿querías algo de la máquina?

—Sí, una bebida energética pero parece que la máquina odia mis billetes.

Nick ríe y procede a hacer una compra. - Aquí tiene damisela, yo invito.

—Pero...

—Insisto. —Me interrumpe inclinando hacia mí la lata.

—Gracias. —Sonrió sintiéndome tímida. —Por cierto, ¿cómo está tu nariz? Quise preguntarte al día siguiente pero me di cuenta que no tenía tu número.

—¿Acaso me estás pidiendo mi número de celular? Me siento halagado pero eres una mujer casada y yo no creo...

Suelto una risa y lo interrumpo. —Detente, deja de bromear hablo en serio.

—Estoy bien. —Apunta a su nariz. —Ni un moretón.

—Me alegro, a este punto temía tener que pagarte una rinoplastia. —La sonrisa juguetona que intento hacer falla y sólo una mueca sale.

—Iris, mírame. —Habla de repente.

—¿Qué sucede?

Otra vez, ojos que transmiten una emoción que no sé descifrar. Siento un pseudo-deja vu

—Eso te pregunto a ti, No estás irradiando colores, de hecho diría que estás azul. —Irradiando colores... ¿Es tan obvio mi estado de ánimo? Se ve que no puedo ocultarlo. No todos tenemos la habilidad de Alex de ocultar sentimientos. Ugh. Sigo molesta con él.

La preocupación de Nick es como ese faro de luz que ilumina la oscuridad de mi estado. Al menos le importo a alguien. Las únicas personas a las que pensé que podrían al menos interesarse en mí no lo hacen; él llega y demuestra interés. Pero, ¿qué clase de relación tengo con Nicholas? No es mi novio, no es mi amigo, ni lo que sea que es Leo para mi. Es un conocido que de alguna manera... ¿congeniamos? si a esto se le dice llevarse bien, de hecho, todos nuestros encuentros son casualidades o “destino” como él dijo entre bromas.

En mi silencio. Nick abre la boca para hablar. —No estás bien. —Murmura en silencio.—Si te sientes cómoda y te libera del peso puedes contarme. —Sus palabras me dejan perpleja. ¿Qué debo hacer ahora?

El ambiente se siente cómodo. Sin pensarlo, levanto mi mano en un gesto desesperado por alcanzar la luz. Él dice que soy un ser que irradia luz. Es un cumplido bastante obvio y banal, como darle rosas a una mujer que se llama Rosa enunciando la frase de: “una flor para otra flor” ¡Por dios! hasta me genera vergüenza. Si soy alguien que irradia luz, ahora me encuentro corrompida por la oscuridad. He liberado toda mi luz y ahora necesito recargarme.

Con mis ojos aún conectados a los de Nick, mi mano se posa en su mejilla. He tocado la luz y se siente tan cálido que deseo sumergirme más. En mi avaricia, la mano que estaba libre toca la luz. Quiero dejarme llevar y abrazar por esta calidez.

—¿Sería tan malo acercarme un poco más a la luz? —Murmuro inconscientemente.

Cierro los ojos y me acerco un poco más. 




noches buenas:
14th moon
14th moon


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