Werewolf »Resultados.

—Abby, es tarde ¿Qué estás haciendo? —Mi mamá se asomó por la puerta del dormitorio. No podía verla en la oscuridad, pero seguramente ella sí podía verme por la luz que irradiaba la pantalla de mi computadora. Cuidé bien mis expresiones.

—Escribo, ¿Qué parece que hago? —Quise ver su reacción, pero solo vi oscuridad, aun así sabía que seguía ahí. No quería ser grosera con ella, pero no había cosa que odiara más que me molestaran cuando estaba escribiendo.

—Cuida ese tono, jovencita. —Nuevamente, mantuve neutras mis expresiones y continué en lo mío. —¿Qué escribes, cartas a ese futuro esposo? —Inmediatamente encendí la luz del velador y la miré atónita.

—¡Mamá! —Prácticamente chillé. Habíamos arreglado no hablar del tema ni del hecho que ella haya leído mis cartas “accidentalmente”. Durante aquellos dos años me había costado más de lo imaginable olvidar las tonterías que hacía de niña. Por supuesto, nunca pude hacerlo. Nunca pude olvidar su partida, ya que ese fue uno de los peores años de mi vida. Los recuerdos y el repentino enojo se notaron en mi cara, pues la gracia en los labios de mi mamá se borró. Ella se había dado cuenta de que el chiste no me había caído bien.

—Lo siento. —Carraspeó e intentó continuar. No tenía interés en escuchar lo que quería decirme. —Este… No te duermas tarde ¿Ok?

—Cierra la puerta luego de salir. —Mi voz salió más fría de lo que había planeado. Tuve que mantener el valor de hace unos segundos cuando mi madre me dejó nuevamente sola en mi habitación.

Sin duda yo era la causa de que las cosas estuvieran complicadas. Pero me sentía escusada por todo el dolor que llevaba dentro. Hace dos años atrás, mi papá falleció en un accidente automovilístico. Aun me provocaba un nudo en la garganta recordar ese día, así que pensé que escribir acerca de cómo me sentía iba a ayudarme. Mi papá siempre había sido mi mejor amigo y protector, podía contarle lo que sea y siempre pasábamos el tiempo juntos. No lo suficiente como para herir los sentimientos de mi mamá, pero sin dudas era con mi padre con quien mejor me llevaba. O al menos así fue hasta que entré a la adolescencia. Ahora tengo la certeza de que la causa del desgaste de nuestra relación fue la aparición de otro sujeto masculino en mi vida. Yo me había enamorado, y de repente los consejos de mi padre acerca de cómo noquear a alguien o el truco para saber pescar, ya no me servían. Puedo admitir que dejé que nuestra relación se deteriorara en aquellos dos años, cuando lo único en lo que pensaba era en… Ese chico.

Esto solo hizo que la partida de mi padre me hiciera añicos, sin mencionar que aquel chico también partió de mi vida el mismo año. Solo que claro, él aun vivía. Aunque del otro lado del océano, pero vivía.

Hoy, dos años después de haber perdido a aquellas dos personas, aun sigo intentando recomponer mis pensamientos y sentimientos acerca de lo que pasó. Él nunca se fijó en mí como yo deseaba, aunque era la única que estaba cuando sus amigos lo abandonaban. Gracias a él, no pude apreciar los últimos años con la persona a quien más admiraba en el mundo. Había cambiado. El dolor se había endurecido dentro de mí, para protegerme de dolores venideros.

Nunca perdí la esperanza de que algún día regresara. Cuando lo hiciera se llevaría la sorpresa de que no soy la misma. Es increíble las cosas que uno puede lograr cuando no se deja pisotear por los demás. Es decir, ¡Vamos! ¿De qué me sirvió tanta bondad? Maltratada la mitad de la secundaria e ignorada por el único chico que alguna vez quise. Nunca fui muy femenina que digamos, un novio no era lo primero que había en mi lista de deseos. No quería crecer, no quería llegar a la pubertad, no quería dejar de ser la niña de mi padre. Sin embargo, me olvidé de todo eso cuando conocí a Harry.

Sí, Harry Styles. Mierda, decir su nombre no suena tan liberador como esperaba. Es más bien como un cuchillo en la garganta. El único chico que me gustó y en verdad quise. Quien cara a cara me dijo que no estaba interesado en mí. Para él no era ni siquiera una amiga, era solo una compañera de clase más. Seguramente, otra de tantas que llevaba detrás de él. Estaba embobado por otra chica de la clase, alguien a quien juro no recordar. Hasta ese día yo había creído en lo de sé tú misma. Nunca pensé que la existencias de aquellas Barbies fuera importante ni mucho menos amenazadora.

Ahora me doy cuenta de lo ciega que estaba, él no quería un amigo más, no le llamaba la atención mis atuendos desprolijos y peinados revoltosos. Él solo se fijaba en piernas descubiertas, faldas cortas y cabellos perfectamente peinados.

Pues bien, si eso es lo que quiere, eso es lo que tendrá. Bueno, al menos es lo que intentará tener. Porque, Harry Styles, no te la haré tan fácil esta vez.

Te veo. Siento como se tensa cada uno de mis músculos, pero finjo que nada ocurre, finjo que no estás aquí. ¿Cómo logras causar estas sensaciones sin siquiera mirarme? El tiempo pasa y me pierdo pensando en ti, en tus ojos, tu sonrisa, tu cabello y tu voz. Me volteo a verte y me pregunto en qué estarás pensando. No en mí, obviamente. Se supone que no debería, pero sonrío interiormente. Quererte es hermoso, y duele como nada que haya sentido antes.

El día pasa, pero yo no avanzo. Estoy estancado en ti, en ese suspiro que soltaste del que nadie tomó cuidado. Quisiera ayudarte, quisiera quitarte todo dolor. Yo podría llevar tu peso en mi espalda, con tal de verte sonreír de nuevo. Pero ¿Qué puedo hacer? Observarte, nada más que eso, porque soy un cobarde. Me pregunto si él te querrá como yo lo hago. ¿No lo ves? Estamos en la misma situación, la persona que queremos no nos corresponde y yo te entiendo, en verdad lo hago. Es por esto que el mundo es tan injusto.

Tus palabras, calan hasta lo más profundo de mis huesos, cuando posiblemente no eres consciente de ello. ¿Te divierte verme sufrir? ¿Es por eso que tomas mi mano de esta manera? Eres cruel, y lo sabes. Sabes como tu mirada me derrite, como tus promesas me ilusionan, sabes que voy a creer lealmente en cada cosa que me digas, sabes que no importa los errores que cometas, siempre estaré rendido ante tu sonrisa.

¿Acaso te hice algún mal? ¿Acaso el dolor que me causas está justificado por alguna de mis acciones? ¿No ves que todo lo que hago es quererte? No, por supuesto que no. No ves nada. A veces olvido, que no puedes ver dentro de mi corazón, nunca tendrás en cuenta cuan sinceros son mis sentimientos. Porque estás ciega, al igual que yo. Actúo a pesar de mi ceguera y salgo herido por no ver tus verdaderas intenciones, ¿Es que no haces tú lo mismo? No escuchas la verdad detrás de mis palabras, los sentimientos a través de mi sonrisa, o los secretos escondidos en mi mirada. No puedes verlos, nadie puede.

Pero yo te veo. Quiero que confíes en mí, que me veas, que me tomes en cuenta. Prometo no lastimarte, te prometo que no te dejaré de lado. Te puedo prometer y dar un millón de cosas, si tan solo fueras capaz de corresponderme, si tan solo te dignaras a ver lo que siento. Porque así como yo, sé que eres capaz de ver en mi corazón, porque te conozco.

Aunque no quisiera hacerlo, te conozco y amo cada detalle de ti. Entonces el tiempo podría pasar y los cambios golpearían sin piedad nuestras vidas vulnerables y yo no me movería, nunca sería capaz de irme de tu lado, aunque no estés tomando mi mano, aunque no sientas mi presencia, aunque yo esté lejos y no me quede otra que seguir mi camino, mi corazón estára donde pertenece, que es contigo. Solo te pido una cosa: no lo rompas, que es muy frágil. ¡Date cuenta! Abre los ojos, míralo, cuídalo, no lo ames si no quieres, pero protégelo, porque te pertenecerá hasta que yo sea capaz de regresar por él.

Hasta que pueda ver a alguien más, porque sabes... Sabes que solo tengo ojos para ti. Crees que eres invisible, pero yo te veo. Y te amo.

Quizás estas palabras nunca lleguen a ser leídas por ti, este trozo de papel jamás estará en tus manos, si tengo suerte. Pero al escribirlo me convencí de que si soy capaz de admitirlo, podré confesártelo.