Los 8 elementos / Cerrado /

El viento de otoño era demasiado molesto para la morena.
 
Las ramas del espino arañaban la ventana de lo largas que eran y Rowan solamente con pereza se levantó de su asiento e ignoro la furiosa mirada que su profesor le dirigió solo para cerrar la ventanilla.
Rowan se retorció en su asiento y coloco sus dos pies en el suelo. Su alborotada y oscura melena se sacudía por todas partes y puedo notar que era por culpa de la ventanilla, la cual estaba abierta de nuevo.
 Al salir de la clase, agobiada y sin entender ni una sola palabra sobre algunas de las teorías y/o hipótesis sobre las colonizaciones y nuevas leyes que se generaron en la Europa medieval recogió su cabello en una coleta y se restregó los ojos con el puño de su mano derecha.
— ¡Hey, Bugg! –le grito, nada más ni nada menos que Nicola  Hellber,  compañera de sociología. Si no se equivocaba.
Bufo.  El peso de los libros en  su espalda la ponía cansada, y más si no llegaba a tomar el autobús de regreso, caminar 10 kilómetros no es muy agradable con el frio de este jueves.
— ¿Qué pasa, Nicola? – pregunto mientras rodaba los ojos.
—Necesito un favor.
— ¿De qué tipo? —suspiro la morena observando la cansada cara de la castaña, pudo notar como los ojos grises de ella se opacaban con el rojo de sus ojos. O estaba cansada y agobiada o había fumado alguna yerba.
— ¿Podrías ir hoy a la cafetería, la de la esquina, hoy hay una junta sobre la recaudación de fondos para el baile de fin de invierno? – dijo Nicola soltando un bostezo.
— ¿Hoy? Tengo tarea de matemática.
—Por favor, Rowan, esto es bastante estresante, mira cuando te postulaste para ser parte del periódico escolar el año pasado y luego de ser rechazada, yo tuve una charla contigo, ¿recuerdas? – pregunto la castaña a lo que la morena asintió mientras observaba ningún punto en particular. Sabía hacia donde iba esto. — Yo sabía que tenías potencial, por lo cual te dije que si me ayudabas cuando más lo necesite te dejaría ser parte del equipo este año. Este es ese momento.
—Para que sepas, Nicola. Eso fue hace un año, yo no tenía demasiadas responsabilidades, como las tareas y el ganarme la beca para Oxford – comenzó a excusarse pero fue interrumpida.
— ¡Oxford queda a miles de kilómetros de aquí! ¡En otro continente!
La morena la miro seriamente y se dio media vuelta, para seguir con su camino, dirigiéndose hacia la salida del instituto y dejando a Nicola con las palabras en la boca.
Bajaba rápidamente las escaleras de la entrada con una expresión que dejaba ver que hacía unos pocos segundos tenía el ceño fruncido.
—Mira, Rowan, esto es bastante fácil — grito Nicola, comenzando a correr atrás de ella y sosteniendo su bolso entre brazos.
La morena se detuvo y la miro fijamente con sus oscuros ojos. Como la noche.
Dejando bastante intimidada a la castaña.
— ¿Qué?
—Yo hoy iré a la reunión en el café, solo si tú pasas por la biblioteca a buscar unos documentos que necesita la dirección para la nueva inscripción de los nuevos alumnos, los de intercambio. Te darna un creidito extra. Perfecto para poner en tu historial, ¿no lo crees?
— ¿Esto no es un juego, verdad? – pregunto desconfiada.
—Claro que no, estuve encerrada toda la mañana en la sala de ordenadores realizando todas las noticias que tenemos retrasadas para el periódico, sin olvidar que también tengo tareas y soy presidenta del consejo estudiantil. ¿Bromearía justo hoy y ahora? — pregunto sonando algo ofendida por la anterior pregunta.
—Está bien, lo hare, ¿algo más? – dijo resignada.
—Sí, entrega todo antes de las siete. Eres la mejor, Rowan Bugg.
—Sí, claro, claro… Ve.
(***)
Comenzó a buscar entre la sección de documentos, según el bibliotecario, el estante donde se encontraba la parte de escuelas.
Empezó a desesperarse cuando se dio cuenta de que ya eran las siete menos veinte, según el reloj que colgaba en la pared del edificio, la cual tenía algunas manchas de humedad.
Se había quedado realizando los ejercicios de matemática, los cuales eran para mañana y estudiando su ensayo sobre la literatura en el siglo XIX para la clase de literatura.
Cuando por fin puedo conseguir la maldita carpeta la cual se titulaba “Ley estudiantil en el extranjero”  la introdujo en su bolsa y salió corriendo del asentamiento, ignorando las llamadas de atención del bibliotecario llamado Joseph, por correr.
La escuela quedaban a unas seis cuadras de la biblioteca, pero al ser invierno y al ser unas calles muy poco transcurridas decidió correr lo más rápido que pudo, como nunca hacía, ni siquiera para la clase de gimnasia.
Entro y al final del pasillo pudo ver al conserje con la cocinera platicando.
— ¡Disculpen! – Grito captando la atención de ambos— ¿Saben dónde puedo dejar los papeles sobre los alumnos de intercambio?
—Ve al despacho del director y déjalos en la gaveta bordo que se encuentra al lado de la ventanilla— respondió la amigable cocinera mientras sonreía.
— ¡Muchas gracias!
(***)
Luego de dejar los papeles donde correspondían se dirigió hacia el escritorio del director. Pudo observar que en este se encontraban miles de fotos y expedientes, pero les resto importancia. Hasta que luego de hacer un mal movimiento con su bolso en su espalda uno callo, al igual que todos los papeles que contenían.
Rápidamente de arrojo al suelo a levantar todo y dejarlo en su lugar.
 
Entre el montón de papeles se encontraba una foto. Y allí lo vio.