The Maze Runner.

¿Es necesario decir que me ha encantado? Hmmm... ¡Nah, lo diré! Me ha encantado  
Me gustó, como todas han dicho antes, que hayas escrito las perspectivas de ambos personajes; simplemente...  funcionó bastante bien.

Mi capítulo ya casi está listo, sólo denme un momento para editarlo editarlo y lo subo. Paz, pipol 

P.S. ¿enserio, Alec? ¿"novia de la rubia teñida y flaca sexy de Newt"? Jesús, morí

Respirando profundamente, la pelinegra trató una vez más de controlarse a sí misma y no comenzar a lanzar juramentos a diestra y siniestra.

Quería gritar improperios en medio de la llanura y que el eco rebotara en las paredes gigantes de piedra que los rodeaban para que todos la escucharan, pero se había prometido a sí misma no parecer una loca como primera impresión.

Rebeca.

Ese era su nombre.

Lo había recordado cuando despertó en el ascensor entre la oscuridad, el aire rancio y los sollozos de las otras chicas que habían despertado antes que ella.

Una mezcla de confusión, inquietud y curiosidad se había apoderado de su cabeza desde que había salido de la estructura metálica con la ayuda de un castaño que, si no se equivocaba, se había ido ya hace minutos con los muchachos que cargaban a las chicas que estaban desmayadas misteriosamente.

La chica giró su cabeza hacia las otras muchachas despiertas y advirtió que no era la única que buscaba respuestas: todas tenían la misma expresión conmocionada en sus rostros.

Llorar.

Bramar.

Reclamar.

Maldecir.

Correr.

Huir.

Vomitar.

No estaba segura de lo que sentía realmente...

Y las miradas curiosas de los habitantes no ayudaban de mucho.

Todos ellos las observaban entre maravillados y confundidos; como si fueran fenómenos.

¿Qué acaso nunca han visto a una mujer? Se preguntó a sí misma, pero un pensamiento recorrió vagamente su memoria y decidió apartar la idea tan rápido como pudo.

Rebeca se obligó a levantar la mirada otra vez e inspeccionó todo el lugar: no se había dado cuenta de que ahora todos los adolescentes se hallaban congregados, haciendo un círculo alrededor de alguien que trataba de poner orden y comenzaba a dar instrucciones.

Los ojos castaños de la muchacha intentaron visualizar al dueño de la voz pero, estando atrás de la multitud, sólo pudo distinguir la cabellera rubia del chico que hablaba.

De pronto, el alboroto disminuyó de una forma increíble y el silencio volvió a la estancia.

Ahora la curiosidad estaba por sobre todo.

El nudo de miedo había abandonado el pecho de la chica y pensó que ese momento más que nunca era el apropiado para resolver preguntas.

Golpeando algunos hombros y recibiendo un par codazos como respuesta, la joven se abrió paso entre la aglomeración de chicos sin siquiera pedir disculpas por los daños.

Estaba desconcertada y lo único que quería saber era dónde y qué estaba pasando exactamente.

Ya era obvio de por sí que era la primera vez que algo como esto ocurría, pero eso no era suficiente para saciar su sed de conocimiento.

Aceleró su caminar como pudo y se deslizó ágilmente por los espacios vacíos del mar de chicos.

Y cuando por fin creyó que su pequeña travesía había acabado y llegó a su destino, el rubio ya no estaba y la congregación había comenzado a disiparse; cada quien volvía a lo suyo.

Desorientada, y molesta por no haber podido ser más rápida, con un movimiento brusco de su pierna hizo que un poco de césped saliera volando; bufó, se cruzó de brazos y se dirigió al árbol más cercano en su camino. 
Permitiendo que su espalda rozara el áspero tronco, se dejó caer con fuerza sobre las raíces que sobresalían del suelo.

Instantáneamente, sintió una mirada sobre ella. Ladeó la cabeza y no tardó en encontrar a aquel intruso que la observaba.


—Maldita sea – masculló amargamente.

Y tenía sus razones.

Porque era el rubio. 

El mismo al que ella estaba buscando momentos antes.

De la nada, tuvo ganas de golpearlo y reclamarle por haberse ido.  

Pero ya no tenía fuerzas para levantarse otra vez.

Frunciendo el entrecejo y esbozando un minúsculo mohín, la chica apartó la mirada del muchacho, se resignó, apoyó su cabeza en el árbol hacia atrás, cerró los ojos y dejó que una corriente de aire se precipitara contra su rostro.

Un descanso.

Eso era lo único que ella necesitaba.

Y por primera vez desde que había llegado, dejó que su mente quedara en blanco.

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Son cuatro hojas de Word, aunque eso se ve demasiado corto u.u lamento la tardanza y también que él capítulo sea aburrido. Prometo que el próximo será mejor. Acepto sin problemas la falta que merezco por pasar el límite de días asignados para subir c:
Saludos