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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 16 Ago 2014, 1:34 pm

Ficha de la serie:
Título: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam
Autora: E. L. James,
Adaptación: PipeAlejandroMalik
Género: Hot, Drama
Contenido: Drama, relaciones sexuales explícitas hombre por hombre, amor.
Todos los derechos a la autora E.L. James.
 
Sinopsis:
La romántica, sensual, erótica y totalmente adictiva historia de la apasionada relación entre un estudiante universitario y un joven multimillonario. Cincuenta sombras más oscuras es la segunda parte de la trilogía Cincuenta sombras, que se inició con Cincuenta sombras de Malik, y cuya tercera parte es Cincuenta sombras liberadas. Cincuenta sombras más oscuras, es la historia de Liam Payne que intimidado por las peculiares prácticas eróticas y los oscuros secretos del atractivo y atormentado empresario Zayn Malik decide romper con él y embarcarse en una nueva carrera profesional en una editorial de Seattle. Pero el deseo por Zayn todavía domina cada uno de sus pensamientos, y cuando finalmente él le propone retomar su aventura, Zayn no puede resistirse. Reanudan entonces su tórrida y sensual relación, pero mientras Zayn lucha contra sus propios demonios del pasado, Liam debe enfrentarse a la ira y la envidia de los hombres que lo precedieron, y tomar la decisión más importante de su vida.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

Su querido amigo Pipe está de regreso con una nueva adaptación. Y es nada más y nada menos que la segunda parte de la trilogía de 5 sombras, una de las historias mejor recibidas en los últimos años, es buena, un poco extrema, pero bueno, espero que la reciban bien, no era la historia que quería compartirles pero esto es un favor especial para uno de mis lectores de mi antigua adaptación, espero la disfruten, los quiero.
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 16 Ago 2014, 1:35 pm

Prólogo
            Él ha vuelto. Mamá está dormida o vuelve a estar enferma.           
Yo me escondo y me acurruco debajo de la mesa de la cocina. Veo a mamá a través de mis dedos. Está dormida en el sofá. Su mano cae sobre la alfombra verde y pegajosa, y él lleva sus botas grandes con la hebilla brillante y está de pie junto a mamá, gritando.           
Pega a mamá con un cinturón. «¡Levanta! ¡Levanta! Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta.»          
Mamá hace un ruido, como si sollozara. «Para. Por favor, para.» Mamá no grita. Mamá se acurruca más.           
Yo tengo los dedos metidos en las orejas, y cierro los ojos. El ruido cesa.           
Él se da la vuelta y veo sus botas cuando irrumpe en la cocina.           
Todavía lleva el cinturón. Intenta encontrarme.           

Se agacha y sonríe. Huele mal. A cigarrillos y alcohol. «Aquí estás, mierdecilla.»            Un gemido escalofriante le despierta. ¡Dios! Está empapado en sudor y su corazón late desaforadamente. ¿Qué coño? Se sienta de un salto en la cama y se coge la cabeza con ambas manos. Dios… Han vuelto. El ruido era yo. Respira profunda y acompasadamente, para despejarse la mente y las fosas nasales del olor a bourbon barato y a cigarrillos Camel rancios.
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 16 Ago 2014, 1:43 pm

Capítulo I:
He sobrevivido al tercer día post-Zayn, y a mi primer día en el trabajo. Me ha ido bien distraerme. El tiempo ha pasado volando entre una nebulosa de caras nuevas, trabajo por hacer y el señor Jack Hyde. El señor Jack Hyde… se apoya en mi mesa, y sus ojos azules brillan cuando baja la mirada y me sonríe.           
—Un trabajo excelente, Liam. Me parece que formaremos un gran equipo.
Yo tuerzo los labios hacia arriba y consigo algo parecido a una sonrisa.
—Yo ya me voy, si te parece bien —murmuro.           
—Claro, son las cinco y media. Nos veremos mañana.           
—Buenas tardes, Jack.           
—Buenas tardes, Liam.           
Recojo mis cosas, me pongo la chaqueta y me dirijo a la puerta. Una vez en la calle, aspiro profundamente el aire de Seattle a primera hora de la tarde. Eso no basta para llenar el vacío de mi pecho, un vacío que siento desde el sábado por la mañana, una grieta desgarradora que me recuerda lo que he perdido. Camino hacia la parada del autobús con la cabeza gacha, mirándome los pies y pensando cómo será estar sin mi querido Wanda, mi viejo Escarabajo… o sin el Audi.            Descarto inmediatamente esa posibilidad. No. No pienso en él. Naturalmente que puedo permitirme un coche; un coche nuevo y bonito. Sospecho que él ha sido muy generoso con el pago, y eso me deja un sabor amargo en la boca, pero aparto esa idea e intento mantener la mente en blanco y tan aturdido como sea posible. No puedo pensar en él. No quiero empezar a llorar otra vez… en plena calle, no.           
El apartamento está vacío. Echo de menos a Harry, y lo imagino tumbado en una playa de Barbados bebiendo sorbitos de un combinado frío. Enciendo la pantalla plana del televisor para que el ruido llene el vacío y dé cierta sensación de compañía, pero ni la escucho ni la miro. Me siento y observo fijamente la pared de ladrillo. Estoy entumecido. Solo siento dolor. ¿Cuánto tendré que soportar esto?            El timbre de la puerta me saca de golpe de mi abatimiento y siento un brinco en el corazón. ¿Quién puede ser? Pulso el interfono.           
—Un paquete para el joven Payne —contesta una voz monótona e impersonal, y la decepción me parte en dos.           
Bajo las escaleras, indiferente, y me encuentro con un chico apoyado en la puerta principal que masca chicle de forma ruidosa y lleva una gran caja de cartón. Firmo la entrega del paquete y me lo llevo arriba. Es una caja enorme y, curiosamente, liviana. Dentro hay dos docenas de rosas de tallo largo y una tarjeta.
 “Felicidades por tu primer día en el trabajo. Espero que haya ido bien. Y gracias por el planeador. Has sido muy amable. Ocupa un lugar preferente en mi mesa.            Zayn”           
Me quedo mirando la tarjeta impresa, la grieta de mi pecho se ensancha. Sin duda, esto lo ha enviado su asistente. Probablemente Zayn ha tenido muy poco que ver. Me duele demasiado pensar eso. Observo las rosas: son preciosas, y no soy capaz de tirarlas a la basura. Voy hacia la cocina, diligente, a buscar un jarrón.            Y así se establece un patrón: despertar, trabajar, llorar, dormir. Bueno, tratar de dormir. No consigo huir de él ni en sueños. Sus ardientes ojos marrones, su mirada perdida, su cabello castaño y brillante, todo me persigue. Y la música… tanta música… no soporto oír ningún tipo de música. Procuro evitarla a toda costa. Incluso las melodías de los anuncios me hacen temblar.           
No he hablado con nadie, ni siquiera con mi madre, ni con Ray. Ahora mismo soy incapaz de tener una conversación banal. No, no quiero nada de eso. Me he convertido en mi propia isla independiente. Una tierra saqueada y devastada por la guerra, donde no crece nada y cuyo porvenir es inhóspito. Sí, ese soy yo. Puedo interactuar de forma impersonal en el trabajo, pero nada más. Si hablo con mamá, sé que acabaré más destrozado aún… y ya no me queda nada por destrozar.            Me cuesta comer. El miércoles a la hora del almuerzo conseguí comerme una taza de yogur, y era lo primero que había comido desde el viernes. Estoy sobreviviendo gracias a una recién descubierta tolerancia a base de cafés con leche y Coca-Cola light. Lo que me mantiene en marcha es la cafeína, pero me provoca ansiedad.            Jack ha empezado a estar muy encima de mí, me molesta, me hace preguntas personales. ¿Qué quiere? Yo me muestro educado, pero he de mantenerle a distancia.           
Me siento y reviso un montón de correspondencia dirigida a él, y me gusta distraerme con esa tarea insignificante. Suena un aviso de correo electrónico y rápidamente compruebo de quién es.           
Santo cielo. Un correo de Christian. Oh, no, aquí no… en el trabajo no.           
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik       
Fecha: 8 de junio de 2011 14:05           
Para: Liam Payne           
Asunto: Mañana           
Querido Liam:           
Perdona esta intromisión en el trabajo. Espero que esté yendo bien. ¿Recibiste mis flores?           
Me he dado cuenta de que mañana es la inauguración de la exposición de tu amigo en la galería, y estoy seguro de que no has tenido tiempo de comprarte un coche, y eso está lejos. Me encantaría acompañarte… si te apetece.
Házmelo saber.           
Zayn Malik          
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.     
__________________________________________________________________     
Mis ojos se llenan de lágrimas. Dejo mi mesa a toda prisa, corro al lavabo y me escondo en uno de los compartimentos. La exposición de José. Maldita sea. La había olvidado por completo y le prometí que iría. Oh, no, Zayn tiene razón, ¿cómo voy a ir hasta allí?           
Me aprieto las sienes. ¿Por qué no me ha telefoneado José? Ahora que lo pienso… ¿por qué no ha telefoneado nadie? He estado tan absorto que no me he dado cuenta de que mi móvil no sonaba.           
¡Maldita sea! ¡Soy un idiota! Aún está desviado a la BlackBerry. Dios santo. Zayn ha estado recibiendo mis llamadas; a menos que haya tirado la BlackBerry. ¿Cómo ha conseguido mi dirección electrónica?           
Sabe qué número calzo; no creo que una dirección de correo electrónico le suponga un gran problema.           
¿Puedo volver a verle? ¿Puedo soportarlo? ¿Quiero verle? Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás, mientras la tristeza y la añoranza destrozan mis entrañas. Claro que sí.           
Quizá, quizá puedo decirle que he cambiado de idea… No, no, no. No puedo estar con alguien que siente placer haciéndome daño, alguien que no puede quererme.            Fogonazos de recuerdos torturan mi mente: el planeador, cogerse las manos, besarse, la bañera, su delicadeza, su humor, y su mirada sexy, oscura, pensativa. Le echo de menos. Hace cinco días, cinco días de agonía que me han parecido eternos.           
Por las noches lloro hasta quedarme dormido, deseando no haberme marchado, deseando que él fuera diferente, deseando que estuviéramos juntos. ¿Cuánto durará este sentimiento horrible y abrumador? Vivo un calvario.           
Me rodeo el cuerpo con los brazos, me abrazo fuerte, me sostengo a mí misma. Le echo de menos. Realmente le echo de menos… le quiero. Sencillamente.            ¡Liam Payne, estás en el trabajo! He de ser fuerte, pero quiero ir a la exposición de José y, en el fondo, mi lado masoquista quiere ver a Zayn. Inspiro profundamente y vuelvo a mi mesa.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 8 de junio de 2011 14:25           
Para: Zayn Malik          
Asunto: Mañana           
Hola, Zayn:           
Gracias por las flores; son preciosas.           
Sí, te agradecería que me acompañaras.
Gracias.           
Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP           
__________________________________________________________________
Reviso mi móvil y veo que las llamadas siguen desviadas a la BlackBerry. Jack está en una reunión, así que llamo rápidamente a José.           
—Hola, José, soy Liam.           
—Hola, desaparecido.           
Su tono es tan cariñoso y agradable que casi basta con eso para provocarme otra crisis.           
—No puedo hablar mucho. ¿A qué hora he de estar mañana en tu exposición?            —Pero ¿vendrás?           
Parece emocionado.           
—Sí, claro.           
Al imaginar su gesto de satisfacción, sonrío sinceramente por primera vez en cinco días.           
—A las siete y media.           
—Pues nos vemos allí. Adiós, José.           
—Adiós, Liam.           
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik          
Fecha: 8 de junio de 2011 14:27           
Para: Liam Payne           
Asunto: Mañana           
Querido Liam:           
¿A qué hora paso a recogerte?           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.   
__________________________________________________________________       
De: Liam Payne           
Fecha: 8 de junio de 2011 14:32           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Mañana           
La exposición de José se inaugura a las 19.30. ¿A qué hora te parece bien?            Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
__________________________________________________________________           
De: Zayn Malik           
Fecha: 8 de junio de 2011 14:34           
Para: Liam Payne           
Asunto: Mañana           
Querido Liam:
Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las 17.45.           
Tengo muchas ganas de verte.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.   
__________________________________________________________________       
De: Liam Payne           
Fecha: 8 de junio de 2011 14:38           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Mañana           
Hasta entonces, pues.           
Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP           
__________________________________________________________________
Oh, Dios. Voy a ver a Zayn, y por primera vez en cinco días, mi estado de ánimo mejora un ápice y me atrevo a preguntarme cómo habrá estado él.           
¿Me ha echado de menos? Seguramente no como yo a él. ¿Ha encontrado a un nuevo sumiso de dondequiera que los saque? Esa idea me hace tanto daño que la desecho inmediatamente. Miro el montón de correspondencia que he de clasificar para Jack, y me pongo a ello, mientras lucho por expulsar a Zayn fuera de mi mente una vez más.           
Por la noche doy vueltas y vueltas en la cama intentando dormir. Es la primera vez en varios días que no he llorado hasta quedarme dormido.           
Visualizo mentalmente la cara de Zayn la última vez que le vi, cuando me marché de su apartamento. Su expresión torturada me persigue. Recuerdo que él no quería que me fuera, lo cual me resultó muy extraño. ¿Por qué iba a quedarme si las cosas habían llegado a un punto muerto? Los dos evitábamos nuestros propios conflictos: mi miedo al castigo, su miedo a… ¿qué? ¿Al amor?           
Me doy la vuelta, me invade una tristeza insoportable, y me abrazo a la almohada. Él no merece que le quieran. ¿Por qué se siente así? ¿Tiene algo que ver con su infancia? ¿Con su madre biológica, la puta adicta al crack? Esos pensamientos me acechan hasta la madrugada, cuando finalmente caigo agotada en un sueño convulso.           
El día pasa muy, muy despacio, y Jack se muestra inusualmente atento. Sospecho que es por la camisa morada y las botas negras que le he robado del armario a Harry, pero trato de no pensar demasiado en eso. Decido ir a comprarme ropa con mi primera paga. La camisa me queda más holgada de lo debido, pero finjo que no me doy cuenta.           
Por fin son las cinco y media, recojo mi chaqueta y mis cosas, e intento mantener la calma. ¡Voy a verle!           
—¿Sales con alguien esta noche? —pregunta Jack cuando pasa junto a mi mesa al salir.           
—Sí. No. La verdad es que no.          
Arquea una ceja y me mira, claramente intrigado.
—¿Un novio?           
Me ruborizo.           
—No, un amigo. Un ex novio.           
—A lo mejor mañana te apetece ir a tomar una copa después del trabajo. Has tenido una primera semana magnífica, Liam. Deberíamos celebrarlo.            Sonríe, y en su cara aparece una emoción desconocida que me incomoda.            Se mete las manos en los bolsillos y sale tranquilamente por la puerta. Veo su espalda que se aleja y frunzo el ceño. ¿Tomar copas con el jefe es buena idea?            Meneo la cabeza. Primero he de enfrentarme a una noche con Zayn Malik. ¿Cómo voy a hacerlo? Corro al lavabo a darme los últimos toques.           
Me examino la cara con severidad en el enorme espejo de la pared durante un buen rato. Estoy pálido como siempre, con unos círculos negros alrededor de los ojos demasiado grandes. Se me ve demacrado, angustiado. Ojalá supiera maquillarme. Me pellizco las mejillas, confiando en que cojan un poco de color. Me arreglo el pelo para que me caiga con naturalidad por la espalda, e inspiro profundamente. Tendrá que bastar con eso.           
Cruzo nervioso el vestíbulo y, al pasar por recepción, saludo con una sonrisa a Claire. Creo que ella y yo podríamos ser amigos. Jack está hablando con Elizabeth mientras yo voy hacia la puerta, y él corre a abrírmela con una sonrisa enorme.           
—Pasa, Liam —murmura.           
—Gracias —sonrío, avergonzado.           
Fuera, junto al bordillo, Taylor espera. Abre la puerta de atrás del coche. Vacilante, me giro para mirar de reojo a Jack, que ha salido detrás de mí. Está contemplando el Audi SUV, consternado.           
Me giro de nuevo, me encamino hacia el coche y subo detrás, y allí está él sentado —Zayn Malik—, con su traje gris, sin corbata y el cuello de la camisa blanca desabrochado. Sus ojos grises brillan.           
Se me seca la boca. Está soberbio, pero me mira con mala cara. ¿Por qué?           
—¿Cuánto hace que no has comido? —me suelta en cuanto entro y Taylor cierra la puerta.           
Maldita sea.           
—Hola, Zayn. Yo también me alegro de verte.           
—No estoy de humor para aguantar tu lengua viperina. Contéstame.           
Sus ojos centellean.           
Por Dios…           
—Mmm… He comido un yogur al mediodía. Ah… y un plátano.           
—¿Cuándo fue la última vez que comiste de verdad? —pregunta, mordaz.            Taylor ocupa discretamente su puesto al volante, pone en marcha el coche y se incorpora al tráfico.
            Yo levanto la vista y Jack me hace un gesto, aunque no sé qué ve a través del cristal oscuro. Le devuelvo el saludo.           
—¿Quién es ese? —suelta Zayn.           
—Mi jefe.           
Miro a hurtadillas al guapísimo hombre que tengo al lado y que contrae los labios con firmeza.           
—¿Bueno? ¿Tu última comida?           
—Zayn, la verdad es que eso no es asunto tuyo —murmuro, sintiéndome extraordinariamente valiente.           
—Todo lo que haces es asunto mío. Dime.           
No, no lo es. Yo gruño fastidiado, pongo los ojos en blanco, y Zayn entorna la mirada. Y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas de reír. Intento reprimir esa risita que amenaza con escaparse. Zayn suaviza el gesto mientras yo me esfuerzo en poner cara seria, y veo que la sombra de una sonrisa aflora a sus maravillosos labios perfilados.           
—¿Bien? —pregunta en un tono más conciliador.           
—Pasta alla vongole, el viernes pasado —susurro.           
Él cierra los ojos, y la ira, y posiblemente el pesar, barren su rostro.           
—Ya —dice con una voz totalmente inexpresiva—. Diría que desde entonces has perdido cinco kilos, seguramente más. Por favor, come, Liam —me reprende.            Yo bajo la vista hacia los dedos, que mantengo unidos en el regazo. ¿Por qué siempre hace que me sienta como un niño descarriado?           
Se gira hacia mí.           
—¿Cómo estás? —pregunta, todavía con voz suave.            
Pues, la verdad, estoy destrozado… Trago saliva.           
—Si te dijera que estoy bien, te mentiría.           
Él inspira intensamente.           
—Yo estoy igual —musita, se inclina hacia mí y me coge la mano—. Te echo de menos —añade.           
Oh, no. Piel con piel.           
—Zayn, yo…           
—Liam, por favor. Tenemos que hablar.           
Voy a llorar. No.           
—Zayn, yo… por favor… he llorado mucho —añado, intentando controlar mis emociones.           
—Oh, cariño, no. —Tira de mi mano y sin darme cuenta estoy sobre su regazo. Me ha rodeado con sus brazos y ha hundido la nariz en mi pelo—. Te he echado tanto de menos, Liam —susurra.           
Yo quiero zafarme de él, mantener cierta distancia, pero me envuelve con sus brazos. Me aprieta contra su pecho. Me derrito. Oh, aquí es donde quiero estar.            Apoyo la cabeza en él y me besa el pelo repetidas veces. Este es mi hogar. Huele a lino, a suavizante, a gel, y a mi aroma favorito… Zayn. Durante un segundo me permito fantasear con que todo irá bien, y eso apacigua mi alma inquieta.            Unos minutos después, Taylor aparca junto a la acera, aunque todavía no hemos salido de la ciudad.           
—Ven —Zayn me aparta de su regazo—, hemos llegado.           
¿Qué?           
—Al helipuerto… en lo alto de este edificio.           
Zayn mira hacia la alta torre a modo de explicación.           
Claro. El Charlie Tango. Taylor abre la puerta y salgo. Me dedica una sonrisa afectuosa y paternal que hace que me sienta segura. Yo le sonrío a mi vez.
—Debería devolverte el pañuelo.           
—Quédeselo, joven Payne, con mis mejores deseos.           
Me ruborizo mientras Zayn rodea el coche y me coge de la mano. Intrigado, mira a Taylor, que le devuelve una mirada impasible que no trasluce nada.           
—¿A las nueve? —le dice Zayn.           
—Sí, señor.           
Zayn asiente, se da la vuelta y me conduce a través de la puerta doble al majestuoso vestíbulo. Yo me deleito con el tacto de su mano ancha y sus dedos largos y hábiles, curvados sobre los míos. Noto ese tirón familiar… me siento atraído, como Ícaro hacia su sol. Yo ya me he quemado, y sin embargo aquí estoy otra vez.           
Al llegar al ascensor, él pulsa el botón de llamada. Yo le observo a hurtadillas y él exhibe su enigmática media sonrisa. Cuando se abren las puertas, me suelta la mano y me hace pasar.           
Las puertas se cierran y me atrevo a mirarle otra vez. Él baja los ojos hacia mí, esos vívidos ojos marrones, y ahí está, esa electricidad en el aire que nos rodea. Palpable. Casi puedo saborear cómo late entre nosotros y nos atrae mutuamente.           
—Oh, Dios —jadeo, y disfruto un segundo de la intensidad de esta atracción primitiva y visceral.           
—Yo también lo noto —dice con ojos intensos y turbios.           
Un deseo oscuro y letal inunda mi entrepierna. Él me sujeta la mano y me acaricia los nudillos con el pulgar, y todos los músculos de mis entrañas se tensan deliciosa e intensamente.           
¿Cómo puede seguir provocándome esto?           
—Por favor, no te muerdas el labio, Liam —susurra.           
Levanto la mirada hacia él y me suelto el labio. Le deseo. Aquí, ahora, en el ascensor. ¿Cómo iba a ser de otro modo?           
—Ya sabes qué efecto tiene eso en mí —murmura.           
Oh, todavía ejerzo efecto sobre él. La diosa que llevo dentro despierta de sus cinco días de enfurruñamiento.           
De golpe se abren las puertas, se rompe el hechizo y estamos en la azotea. Hace viento y, a pesar de la chaqueta negra, tengo frío. Zayn me rodea con el brazo, me atrae hacia él y vamos a toda prisa hasta el centro del helipuerto, donde está el Charlie Tango con sus hélices girando despacio.           
Un hombre alto y rubio, de mandíbula cuadrada y con traje oscuro, baja de un salto, se agacha y corre hacia nosotros. Le estrecha la mano a Zayn y grita por encima del ruido de las hélices.           
—Listo para despegar, señor. ¡Todo suyo!           
—¿Lo has revisado todo?           
—Sí, señor.           
—¿Lo recogerás hacia las ocho y media?           
—Sí, señor.            
—Taylor te espera en la entrada.           
—Gracias, señor Malik. Que tenga un vuelo agradable hasta Portland. Señor —me saluda.           
Zayn asiente sin soltarme, se agacha y me lleva hasta la puerta del helicóptero.            Una vez dentro me abrocha fuerte el arnés, y tensa las correas. Me dedica una mirada de complicidad y esa sonrisa secreta suya.           
—Esto debería impedir que te muevas del sitio —murmura—. Debo decir que me gusta cómo te queda el arnés. No toques nada.            
Yo me pongo muy colorado, y él desliza el dedo índice por mi mejilla antes de pasarme los cascos. A mí también me gustaría tocarte, pero no me dejarás. Frunzo el ceño. Además, ha apretado tanto las correas que apenas puedo moverme.           
Ocupa su asiento y se ata también, luego empieza a hacer todas las comprobaciones previas al despegue. Es tan competente… Resulta muy seductor. Se pone los cascos, gira un mando y las hélices cogen velocidad, ensordeciéndome.           
Se vuelve hacia mí y me mira.           
—¿Listo, cariño?           
Su voz resuena a través de los cascos.           
—Sí.           
Esboza esa sonrisa juvenil… que llevo tanto tiempo sin ver.           
—Torre de Sea-Tac, aquí Charlie Tango Golf… Golf Echo Hotel, listo para despegar hacia Portland vía PDX. Solicito confirmación, corto.           
La voz impersonal del controlador aéreo contesta con las instrucciones.           
—Roger, torre, Charlie Tango preparado.           
Zayn gira dos mandos, sujeta la palanca, y el helicóptero se eleva suave y lentamente hacia el cielo crepuscular.           
Seattle y mi estómago quedan allá abajo, y hay tanto que ver…
—Nosotros ya hemos perseguido el amanecer, Liam, ahora el anochecer.           
Su voz me llega a través de los cascos. Me giro para mirarle, boquiabierto.            ¿Qué significa eso? ¿Cómo es capaz de decir cosas tan románticas? Sonríe, y no puedo evitar corresponderle con timidez.           
—Esta vez se ven más cosas aparte de la puesta de sol —dice.            
La última vez que volamos a Seattle era de noche, pero la vista de este atardecer es espectacular, de otro mundo, literalmente. Sobrevolamos los edificios más altos, y subimos más y más.           
—El Escala está por ahí. —Señala hacia el edificio—. Boeing allá, y ahora verás la Aguja Espacial.           
Estiro el cuello.           
—Nunca he estado allí.           
—Yo te llevaré… podemos ir a comer.           
—Zayn, lo hemos dejado.           
 —Ya lo sé. Pero de todos modos puedo llevarte allí y alimentarte.           
Me mira fijamente.           
Yo muevo la cabeza, enrojezco, y opto por una actitud algo menos beligerante.           
—Esto de aquí arriba es precioso, gracias.           
—Es impresionante, ¿verdad?           
—Es impresionante que puedas hacer esto.           
—¿Un halago de su parte, joven Payne? Es que soy un hombre con muy diversos talentos.           
—Soy muy consciente de ello, señor Malik.           
Se vuelve y sonríe satisfecho, y por primera vez en cinco días me tranquilizo un poco. A lo mejor esto no estará tan mal.           
—¿Qué tal el nuevo trabajo?           
—Bien, gracias. Interesante.            
—¿Cómo es tu jefe?           
—Ah, está bien.           
¿Cómo voy a decirle a Zayn que Jack me incomoda? Se gira hacia mí y se me queda mirando.           
—¿Qué pasa?           
—Aparte de lo obvio, nada.           
—¿Lo obvio?           
—Ay, Zayn, la verdad es que a veces eres realmente obtuso.           
—¿Obtuso? ¿Yo? Tengo la impresión de que no me gusta ese tono, joven Payme.           
—Vale, pues entonces olvídalo.
Tuerce los labios a modo de sonrisa.           
—He echado de menos esa lengua viperina.           
Ahogo un jadeo y quiero chillar: ¡Yo he echado de menos… todo lo tuyo, no solo tu lengua! Pero me quedo callado, y miro a través de la pecera de vidrio que es el parabrisas del Charlie Tango, mientras seguimos hacia el sur. A nuestra derecha se ve el crepúsculo y el sol que se hunde en el horizonte —una naranja enorme, resplandeciente y abrasadora—, y es evidente que yo, Ícaro otra vez, vuelo demasiado cerca.           

* * *            
PipeAlejandroMalik
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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 16 Ago 2014, 1:44 pm

Capítulo I Parte II           
El crepúsculo nos ha seguido desde Seattle, y el cielo está repleto de ópalos, rosas y aguamarinas perfectamente mezclados, como solo sabe hacerlo la madre naturaleza. La tarde es clara y fría, y las luces de Portland centellean y parpadean para darnos la bienvenida cuando Zayn aterriza en el helipuerto. Estamos en lo alto de ese extraño edificio de Portland de ladrillo marrón del que partimos por primera vez hace menos de tres semanas.           
La verdad es que hace muy poco. Sin embargo, siento que conozco a Zayn de toda la vida. Él maniobra para detener el Charlie Tango, y finalmente las hélices se paran, y lo único que oigo por los auriculares es mi propia respiración. Mmm. Esto me recuerda por un momento la experiencia Thomas Tallis. Palidezco. Ahora mismo no tengo ningunas ganas de pensar en eso.           
Zayn se desata el arnés y se inclina para desabrocharme el mío.          
 —¿Ha tenido buen viaje, joven Payne? —pregunta con voz amable y un brillo en sus ojos marrones.           
—Sí, gracias, señor Malik —contesto, educado.           
—Bueno, vayamos a ver las fotos del chico.           
Tiende la mano, coge la mía y bajo del Charlie Tango.           
Un hombre de pelo canoso con barba se acerca para recibirnos con una enorme sonrisa. Le reconozco: es el mismo anciano de la última vez que estuvimos aquí.            —Joe.           
Zayn sonríe y me suelta la mano para estrechar la del hombre con afecto.            
—Vigílalo para Stephan. Llegará hacia las ocho o las nueve.           
—Eso haré, señor Malik. Señor —dice, y me hace un gesto con la cabeza —. El coche espera abajo, señor. Ah, y el ascensor está estropeado, tendrán que bajar por las escaleras.            
—Gracias, Joe.           
Zayn me coge de la mano, y vamos hacia las escaleras de emergencia.           
—Con esas botas tienes suerte de que solo haya tres pisos —masculla con tono de reproche.
 No me digas.           
—¿No te gustan las botas?           
—Me gustan mucho, Liam. —Se le enturbia la mirada y creo que va a añadir algo, pero se calla—. Ven. Iremos despacio. No quiero que te caigas y te rompas la crisma.           
Permanecemos sentados en silencio mientras nuestro chófer nos conduce a la galería. Mi ansiedad ha vuelto en plena forma, y me doy cuenta de que el rato que hemos pasado en el Charlie Tango ha sido la calma que precede a la tormenta. Zayn está callado y pensativo… inquieto incluso; la atmósfera relajada que había entre ambos ha desaparecido. Hay tantas cosas que quiero decir, pero el trayecto es demasiado corto. Zayn mira meditabundo por la ventanilla.           
—José es solo un amigo —murmuro.           
Zayn se gira y me mira, pero sus ojos oscuros y cautelosos no dejan entrever nada. Su boca… ay, su boca es provocativa y perturbadora. La recuerdo sobre mí… por todas partes. Me arde la piel. Él se revuelve en el asiento y frunce el ceño.           
—Tienes unos ojos preciosos, que ahora parecen demasiado grandes para tu cara, Liam. Por favor, dime que comerás.           
—Sí, Zayn, comeré —contesto de forma automática y displicente.           
—Lo digo en serio.           
—¿Ah, sí?           
No puedo reprimir el tono desdeñoso. Sinceramente, qué cínico es este hombre… este hombre que me ha hecho pasar un calvario estos últimos días. No, eso no es verdad, yo mismo me he sometido al calvario. No. Ha sido él. Muevo la cabeza, confuso.           
—No quiero pelearme contigo, Liam. Quiero que vuelvas, y te quiero sano —dice en voz baja.           
—Pero no ha cambiado nada. Tú sigues siendo Cincuenta Sombras.           
—Hablaremos a la vuelta. Ya hemos llegado.           
El coche aparca frente a la galería, y Zayn baja y me deja con la palabra en la boca. Me abre la puerta del coche y salgo.           
—¿Por qué haces eso? —digo, en voz más alta de lo que pretendía.           
—¿Hacer qué? —replica sorprendido.           
—Decir algo como eso y luego callarte.            
—Liam, estamos aquí, donde tú quieres estar. Ahora centrémonos en esto y después hablamos. No me apetece demasiado montar un numerito en la calle.            Me ruborizo y miro alrededor. Tiene razón. Es demasiado público. Me mira y aprieto los labios.           
—De acuerdo —acepto de mal humor.           
Me da la mano y me conduce al interior del edificio.
            Estamos en un almacén rehabilitado: paredes de ladrillo, suelos de madera oscura, techos blancos y tuberías del mismo color. Es espacioso y moderno, y hay bastantes personas deambulando por la galería, bebiendo vino y admirando la obra de José. Al darme cuenta de que José ha cumplido su sueño, mis problemas se desvanecen por un momento. ¡Así se hace, José!           
—Buenas noches y bienvenidos a la exposición de José Rodríguez —nos da la bienvenida una mujer joven vestida de negro, con el pelo castaño muy corto, los labios pintados de rojo brillante y unos enormes pendientes de aro.           
Me echa un breve vistazo, luego otro a Zayn, mucho más prolongado de lo estrictamente necesario, después vuelve a mirarme, pestañea y se ruboriza.            Arqueo una ceja. Es mío… o lo era. Me esfuerzo por no mirarla mal, y cuando sus ojos vuelven a centrarse, pestañea de nuevo.            
—Ah, eres tú, Liam. Nos encanta que tú también formes parte de todo esto.            Sonríe, me entrega un folleto y me lleva a una mesa con bebidas y un refrigerio.           
—¿La conoces?           
Zayn frunce el ceño.           
Yo digo que no con la cabeza, igualmente desconcertada.           
Él encoge los hombros, con aire distraído.          
 —¿Qué quieres beber?           
—Una copa de vino blanco, gracias.           
Hace un gesto de contrariedad, pero se muerde la lengua y se dirige al servicio de bar.           
—¡Liam!           
José se acerca presuroso a través de un nutrido grupo de gente.           
¡Madre mía! Lleva traje. Tiene buen aspecto y me sonríe. Me abre los brazos, me estrecha con fuerza. Y hago cuanto puedo para no echarme a llorar. Mi amigo, mi único amigo ahora que Harry está fuera. Tengo los ojos llenos de lágrimas.           
—Liam, me alegro muchísimo de que hayas venido —me susurra al oído, y de pronto se calla, me aparta un poco y me observa.           
—¿Qué?           
—Oye, ¿estás bien? Pareces… bueno, raro. Dios mío, ¿has perdido peso?            Parpadeo para no llorar. Él también… no.           
—Estoy bien, José. Y muy contento por ti. Felicidades por la exposición.           
Al ver la preocupación reflejada en su cara tan familiar, se me quiebra la voz, pero he de guardar la compostura.           
—¿Cómo has venido? —pregunta.           
—Me ha traído Zayn —digo con repentino recelo.           
—Ah. —A José le cambia la cara, se le ensombrece el gesto y me suelta—. ¿Dónde está?
—Por ahí, pidiendo las bebidas.           
Cabeceo en dirección a Zayn, y veo que está charlando tranquilamente con alguien en la cola. Cuando dirijo los ojos hacia él, levanta la vista y nos sostenemos la mirada. Y durante ese breve instante me quedo paralizado, contemplando a ese hombre increíblemente guapo que me observa con cierta emoción mal disimulada. Su expresión ardiente me abrasa por dentro y por un momento ambos nos perdemos en nuestras miradas.            
Dios… Ese maravilloso hombre quiere que vuelva con él, y en lo más profundo de mi ser una dulce sensación de felicidad se abre lentamente como una campánula al amanecer.           
—¡Liam! —José me distrae y me siento arrastrado otra vez al aquí y ahora —. Estoy encantado de que hayas venido… Escucha, tengo que avisarte…           
De repente, la señorita de cabello muy corto y carmín rojo le interrumpe.          
 —José, la periodista del Portland Printz ha venido a verte. Vamos.           
Me dedica una sonrisa cortés.           
—¿Has visto cómo mola esto? La fama. —José sonríe de oreja a oreja, y es tan feliz que no puedo evitar hacer lo mismo—. Luego te veo, Liam.           
Me besa la mejilla y veo cómo se acerca con paso resuelto a una mujer que está al lado de un fotógrafo alto y desgarbado.           
Hay obras fotográficas de José por todas partes, algunas de ellas colocadas sobre unos lienzos enormes. Las hay monocromas y en color. Muchos de los paisajes poseen una belleza etérea. Hay una fotografía del lago de Vancouver tomada a primera hora de la tarde, en la que unas nubes rosadas se reflejan en la quietud del agua. Y durante un segundo, me siento transportada por esa tranquilidad y esa paz. Es algo extraordinario.           
Zayn aparece a mi lado, inspiro profundamente y trago saliva, intentando recuperar parte del equilibrio perdido. Me pasa mi copa de vino blanco.           
—¿Está a la altura?           
Mi voz tiene un tono más normal.           
Él me mira desconcertado.           
—El vino.           
—No. No suele estarlo en este tipo de eventos. El chico tiene bastante talento, ¿verdad?           
Zayn está contemplando la foto del lago.           
—¿Por qué crees que le pedí que te hiciera un retrato? —digo, sin poder evitar un deje de orgullo.           
Él, impasible, aparta los ojos de la fotografía y me mira.           
—¿Zayn Malik? —El fotógrafo del Portland Printz se acerca a Zayn—. ¿Puedo hacerle una fotografía, señor?           
—Claro.
Zayn esconde el rictus. Yo doy un paso atrás, pero él me sujeta la mano y me pone a su lado. El fotógrafo nos mira a ambos, incapaz de disimular la sorpresa.           
—Gracias, señor Malik.
—Dispara un par de fotos—. ¿Joven…? — pregunta.           
—Payne —contesto.            
—Gracias, joven Payne.           
Y se marcha a toda prisa.           
—Busqué en internet fotos tuyas con alguna chica. No hay ninguna. Por eso Harry creía que eras gay.           
Los labios de Zaynn esbozan una sonrisa.           
—Eso explica tu inapropiada pregunta. No. Yo no salgo con chicas, Liam… solo contigo. Pero eso ya lo sabes —dice con ojos vehementes, sinceros.           
—¿Así que nunca sales por ahí con tus… —miro alrededor inquieto para comprobar que nadie puede oírnos—… sumisos?           
—A veces. Pero eso no son citas. De compras, ya sabes.           
Encoge los hombros sin dejar de mirarme a los ojos.           
Ah, o sea que solo en el cuarto de juegos… su cuarto rojo del dolor y su apartamento. No sé qué sentir ante eso.           
—Solo contigo, Liam —susurra.           
Yo enrojezco y me miro los dedos. A su manera, le importo.           
—Este amigo tuyo parece más un fotógrafo de paisajes que de retratos. Vamos a ver.           
Me tiende la mano y yo la acepto.           
Damos una vuelta, vemos varias obras más, y me fijo en una pareja que me saluda con un gesto de la cabeza y una sonrisa enorme, como si me conocieran. Debe de ser porque estoy con Zayn, pero el chico me mira con total descaro. Es extraño.           
Damos la vuelta a la esquina y entonces veo por qué la gente me ha estado mirando de esa forma tan rara. En la pared del fondo hay colgados siete enormes retratos… míos.           
Empalidezco de golpe y me los quedo mirando atónito, estupefacto. Yo: haciendo pucheros, riendo, frunciendo el ceño, seria, risueña. Son todos primeros planos enormes, todos en blanco y negro.           
¡Vaya! Recuerdo a José trajinando por ahí con la cámara cuando vino a verme un par de veces, y cuando había ido con él para hacer de chófer y de ayudante. Yo creía que eran simples instantáneas. No fotos ingenuamente robadas.            Petrificado, Zayn mira fijamente todas las fotografías, una por una.           
—Por lo visto no soy el único —musita en tono enigmático, con los labios apretados.           
Creo que está enfadado.           
—Perdona —dice, y su centelleante mirada marrón me deja paralizada momentáneamente.           
Se da la vuelta y se dirige al mostrador de recepción.           
¿Qué le pasa ahora? Anonadado, le veo charlar animadamente con la señorita de cabello muy corto y carmín rojo. Saca la cartera y entrega una tarjeta de crédito.            Dios mío. Debe de haber comprado una de las fotografías.           
—Hola, tú eres la musa. Son unas fotos fantásticas.           
Es un chico con una melena rubia y brillante, que me sobresalta. Noto una mano en el codo: es Zayn, ha vuelto.           
—Eres un tipo con suerte.           
El melenas rubio sonríe a Zayn, que le mira con frialdad.           
—Pues sí —masculla de mal humor, y me lleva aparte.           
—¿Acabas de comprar una de estas?           
—¿Una de estas? —replica, sin dejar de mirarlas.           
—¿Has comprado más de una?           
Pone los ojos en blanco.           
—Las he comprado todas, Liam. No quiero que un desconocido te coma con los ojos en la intimidad de su casa.           
Mi primera reacción es reírme.           
—¿Prefieres ser tú? —inquiero.           
Se me queda mirando. Mi audacia le ha cogido desprevenido, creo, pero intenta disimular que le hace gracia.           
—Francamente, sí.           
—Pervertido —le digo, y me muerdo el labio inferior para no sonreír.           
Se queda con la boca abierta; ahora es obvio que esto le divierte. Se rasca la barbilla, pensativo.           
—Eso no puedo negarlo, Liam.           
Mueve la cabeza con una mirada más dulce, risueña.           
—Me gustaría hablarlo contigo luego, pero he firmado un acuerdo de confidencialidad.           
Suspira, y su expresión se ensombrece al mirarme.           
—Lo que me gustaría hacerle a esa lengua tan viperina.           
Jadeo, sé muy bien a qué se refiere.           
—Eres muy grosero.           
Intento parecer escandalizado y lo consigo. ¿Es que no conoce límites?           
Me sonríe con ironía, y después tuerce el gesto.           
—Se te ve muy relajado en esas fotos, Liam. Yo no suelo verte así.           
¿Qué? ¡Vaya! Cambio de tema —sin la menor lógica— de las bromas a la seriedad.           
Me ruborizo y bajo la mirada. Me echa la cabeza hacia atrás, e inspiro profundamente al sentir el tacto de sus dedos.           
—Yo quiero que te relajes conmigo —susurra.           
Ha desaparecido cualquier rastro de broma.           
Vuelvo a sentir un aleteo de felicidad interior. Pero ¿cómo puede ser esto? Creo que tenemos problemas.           
—Si quieres eso, tienes que dejar de intimidarme —replico.          
 —Tú tienes que aprender a expresarte y a decirme cómo te sientes — replica a su vez con los ojos centelleantes.           
Suspiro.           
—Zayn, tú me querías sumiso. Ahí está el problema. En la definición de sumiso… me lo dijiste una vez en un correo electrónico. —Hago una pausa para tratar de recordar las palabras—. Me parece que los sinónimos eran, y cito: «obediente, complaciente, humilde, pasivo, resignado, paciente, dócil, contenido». No debía mirarte. Ni hablarte a menos que me dieras permiso. ¿Qué esperabas? —digo entre dientes.           
Continúo, y él frunce aún más el ceño.           
—Estar contigo es muy desconcertante. No quieres que te desafíe, pero después te gusta mi «lengua viperina». Exiges obediencia, menos cuando no la quieres, para así poder castigarme. Cuando estoy contigo nunca sé a qué atenerme, sencillamente.           
Entorna los ojos.           
—Bien expresado, joven Payne, como siempre. —Su voz es gélida—. Venga, vamos a comer.           
—Solo hace media hora que hemos llegado.           
—Ya has visto las fotos, ya has hablado con el chico.           
—Se llama José.           
—Has hablado con José… ese hombre que la última vez que le vi intentaba meterte la lengua en la boca a la fuerza cuando estabas borracho y mareado —gruñe.           
—Él nunca me ha pegado —le replico.           
Zayn me mira enfadado, la ira saliéndole por todos los poros.           
—Esto es un golpe bajo, Liam —me susurra, amenazante.           
Me pongo pálido, y Zayn, crispado de rabia apenas contenida, se pasa las manos por el pelo. Le sostengo la mirada.           
—Te llevo a comer algo. Parece que estés a punto de desmayarte. Busca a ese chico y despídete.           
—¿Podemos quedarnos un rato más, por favor?          
—No. Ve… ahora… a despedirte.           
Me hierve la sangre y le miro fijamente. Señor Maldito Obseso del Control. La ira es buena. La ira es mejor que los lloriqueos.           
Desvío la mirada despacio y recorro la sala en busca de José. Estáhablando con un grupo de chicas. Camino hacia él y me alejo de Cincuenta. ¿Solo porque me ha acompañado hasta aquí tengo que hacer lo que me diga? ¿Quién demonios se cree que es?           
Las jóvenes están embebidas en la conversación de José, en todas y cada una de sus palabras. Una de ellas reprime un gritito cuando me acerco, sin duda me reconoce de los retratos.           
—José.           
—Liam. Perdonadme, chicas.           
José les sonríe y me pasa un brazo sobre los hombros. En cierto sentido tiene gracia: José, siempre tan tranquilo y discreto, impresionando a las damas.           
—Pareces enfadado —dice.           
—Tengo que irme —musito ofuscado.           
—Acabas de llegar.           
—Ya lo sé, pero Zayn tiene que volver. Las fotos son fantásticas, José… eres muy bueno.            
Él sonríe de oreja a oreja.           
—Me ha encantado verte.           
Me da un abrazo enorme, me coge en volandas y me da una vuelta, de manera que veo a Zayn al fondo de la galería. Pone mala cara, y me doy cuenta de que es porque estoy en brazos de José. Así que, con un movimiento perfectamente calculado, le echo los brazos alrededor del cuello. Me parece que Zayn está a punto de tener un ataque. Se le oscurecen los ojos hasta un punto bastante siniestro, y se acerca muy despacio hacia nosotros.           
—Gracias por avisarme de lo de mis retratos —mascullo.           
—Hostia. Lo siento, Liam. Debería habértelo dicho. ¿Te gustan?           
Su pregunta me deja momentáneamente desconcertado.           
—Mmm… no lo sé —contesto con franqueza.           
—Bueno, están todos vendidos, así que a alguien le gustan. ¿A que es fantástico? Eres un chico de póster.           
Y me abraza más fuerte. Cuando Zayn llega me fulmina con la mirada, aunque por suerte José no le ve.           
José me suelta.           
—No seas tan caro de ver, Liam. Ah, señor Malik, buenas noches.           
—Señor Rodríguez, realmente impresionante. Lo siento pero no podemos quedarnos, hemos de volver a Seattle —dice Zayn con educada frialdad, enfatizando sutilmente el plural mientras me coge de la mano—. ¿Liam?           
—Adiós, José. Felicidades otra vez.           
Le doy un beso fugaz en la mejilla y, sin que apenas me dé cuenta, Zayn me saca a rastras del edificio. Sé que arde de rabia en silencio, pero yo también.           
Echa un vistazo arriba y abajo de la calle; luego, de pronto, se dirige hacia la izquierda y me lleva hasta un callejón silencioso, y me empuja bruscamente contra la pared. Me sujeta la cara entre las manos, obligándome a alzar la vista hacia sus ojos fervientes y decididos.           
Yo jadeo y su boca se abate sobre la mía. Me besa con violencia. Nuestros dientes chocan un segundo y luego me mete la lengua entre los labios.           
El deseo estalla en todo mi cuerpo como en el Cuatro de Julio, y respondo a sus besos con idéntico ardor, entrelazo las manos en su pelo y tiro de él con fuerza. Él gruñe, y ese sonido sordo y sexy del fondo de su garganta reverbera en mi interior, y Zayn desliza la mano por mi cuerpo, hasta la parte de arriba del muslo, y sus dedos hurgan en mi piel a través de mi camisa morada.           
Yo vierto toda la angustia y el desengaño de los últimos días en nuestro beso, le ato a mí… y en ese momento de pasión ciega, me doy cuenta de que él hace lo mismo, de que siente lo mismo.           
Zayn interrumpe el beso, jadeante. Sus ojos hierven de deseo, encendiendo la sangre ya ardiente que palpita por todo mi cuerpo. Tengo la boca entreabierta e intento recuperar un aire precioso, hacer que vuelva a mis pulmones.           
—Tú… eres… mío —gruñe, enfatizando cada palabra. Me aparta de un empujón y se dobla con las manos apoyadas en las rodillas, como si hubiera corrido una maratón—. Por Dios santo, Liam.           
Yo me apoyo en la pared jadeando e intento controlar la desatada reacción de mi cuerpo, trato de recuperar el equilibrio.           
—Lo siento —balbuceo en cuanto recobro el aliento.           
—Más te vale. Sé lo que estabas haciendo. ¿Deseas al fotógrafo, Liam? Es evidente que él siente algo por ti.           
Muevo la cabeza con aire culpable.           
—No. Solo es un amigo.           
—Durante toda mi vida adulta he intentado evitar cualquier tipo de emoción intensa. Y sin embargo tú… tú me provocas sentimientos que me son totalmente ajenos. Es muy… —arruga la frente, buscando la palabra—… perturbador. A mí me gusta el control, Liam, y contigo eso… —se incorpora, me mira intensamente—… simplemente se evapora.           
Hace un gesto vago con la mano, luego se la pasa por el pelo y respira profundamente. Me coge la mano.           
—Vamos, tenemos que hablar, y tú tienes que comer.
 
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

Hasta aquí el primer capítulo, la historia me gusta, espero que a ustedes también. El motivo por el cual no la subí desde 50 sombras es porque confío en que ya la hayan leído, he visto que han subido mucho en este foro, por favor si les gusta hagánmelo saber en un comentario. Hasta pronto. Aún no sé con que frecuencia subiré. Y les prometo que el lunes tendrán noticias de La Fuerza del Destino. Lo juro. 
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por Lohan212 Mar 19 Ago 2014, 8:05 pm

GRACIAS por adaptar esta historia, en este foro la han dejado a la mitad y tenia un buen numero de lectores espero que ya vayan sumándose. Es una historia que me gusta y solo quería leerla en Ziam, Zayn es tan insondable y ya quiero conocer sus 50 sombras. Siguela pronto ¡Gracias Again!
Lohan212
Lohan212


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Mensaje por jeancarlo889 Vie 29 Ago 2014, 8:57 am

Hola!!!
aquí jean molestando....
mmmm!!!
yo aun no termino de leer la primera...
aaahhh
pero hasta donde leí esta me gusta y cuando termine de leerla de inmediato me paso por este tema...
wuii
voy a terminar de leer...espero que cuando regrese ya hayas subido caps...
jijiji
cuídate...
BYE
jeancarlo889
jeancarlo889


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Vie 19 Sep 2014, 1:21 pm

Capítulo II.
Me lleva a un restaurante pequeño e íntimo.           
—Habrá que conformarse con este sitio —refunfuña Zayn—. Tenemos poco tiempo.           
A mí el local me parece bien. Sillas de madera, manteles de lino y paredes del mismo color que el cuarto de juegos de Zayn —rojo sangre intenso—, con espejitos dorados colocados arbitrariamente, velas blancas y jarroncitos con rosas blancas. Ella Fitzgerald se oye bajito de fondo, cantándole a esa cosa llamada amor. Es muy romántico.           
El camarero nos conduce a una mesa para dos en un pequeño reservado, y yo me siento, con aprensión, preguntándome qué va a decir.           
—No tenemos mucho tiempo —le dice Zayn al camarero cuando nos sentamos—, así que los dos tomaremos un solomillo al punto, con salsa bearnesa si tienen, con patatas fritas y verduras, lo que tenga el chef; y tráigame la carta de vinos.           
—Ahora mismo, señor.           
El camarero, sorprendido por la fría y tranquila eficiencia de Zayn, desaparece.
Zayn pone su BlackBerry sobre la mesa. Madre mía, ¿es que no puedo escoger?           
—¿Y si a mí no me gusta el solomillo?           
Suspira.           
—No empieces, Liam.           
—No soy un niño pequeño, Zayn.           
—Pues deja de actuar como si lo fueras.           
Es como si me hubiera abofeteado. Le miro y pestañeo. De modo que será así, una conversación agitada, tensa, aunque en un escenario muy romántico, pero sin flores ni corazones, eso seguro.           
—¿Soy una cría porque no me gusta el solomillo? —murmuro, intentando ocultar que estoy dolido.           
—Por ponerme celoso aposta. Es infantil hacer eso. ¿Tan poco te importan los sentimientos de tu amigo como para manipularle de esa manera?           
Zaynn aprieta los labios, que se convierten en una fina línea, y frunce el ceño mientras el camarero vuelve con la carta de vinos.           
Me ruborizo. No había pensado en eso. Pobre José… Desde luego, no quiero darle esperanzas. De repente me siento avergonzado. Zayn tiene parte de razón: fue muy desconsiderado hacer eso. Examina la carta de vinos.           
—¿Te gustaría escoger el vino? —pregunta y arquea las cejas, expectante, es la arrogancia personificada.           
Sabe que no entiendo nada de vinos.           
—Escoge tú —contesto, hosco pero escarmentado.           
—Dos copas de Shiraz del valle de Barossa, por favor.           
—Esto… ese vino solo lo servimos por botella, señor.           
—Pues una botella —espeta Zayn.           
—Señor —se retira dócilmente, y no le culpo por ello.           
Miro ceñudo a Cincuenta. ¿Qué le carcome? Ah, probablemente sea yo, y en algún lugar de lo más profundo de mi mente, la diosa que llevo dentro se alza somnolienta y sonríe. Ha estado durmiendo una temporada.           
—Estás muy arisco.           
Me mira impasible.           
—Me pregunto por qué será.           
—Bueno, está bien establecer el tono para una charla íntima y sincera sobre el futuro, ¿no te parece?           
Le sonrío con dulzura.           
Aprieta la boca dibujando una línea firme, pero luego, casi de mala gana, sus labios se curvan hacia arriba y sé que está intentando disimular una sonrisa.           
—Lo siento —dice.           
—Disculpas aceptadas, y me complace informarte de que no he decidido convertirme en vegetariano desde la última vez que comimos.           
—Eso es discutible, dado que esa fue la última vez que comiste.           
—Ahí esta otra vez esa palabra: «discutible».           
—Discutible —dice con buen humor, y su mirada se suaviza. Se pasa la mano por el pelo y vuelve a ponerse serio—. Liam, la última vez que hablamos me dejaste. Estoy un poco nervioso. Te he dicho que quiero que vuelvas, y tú has dicho… nada.           
Tiene una mirada intensa y expectante, y un candor que me desarma totalmente. ¿Qué demonios digo a eso?           
—Te he extrañado… te he extrañado realmente, Zayn. Estos últimos días han sido… difíciles.           
Trago saliva, y siento crecer un nudo en la garganta al recordar mi desesperada angustia desde que le dejé.           
Esta última semana ha sido la peor de mi vida, un dolor casi indescriptible. No se puede comparar con nada. Pero la realidad me golpea y me devuelve a mi sitio.           
—No ha cambiado nada. Yo no puedo ser lo que tú quieres que sea —digo, forzando a las palabras a pasar a través del nudo de mi garganta.           
—Tú eres lo que yo quiero que seas —dice en voz baja y enfática.           
—No, Zayn, no lo soy.           
—Estás enfadado por lo que pasó la última vez. Me porté como un idiota. Y tú… tú también. ¿Por qué no usaste la palabra de seguridad, Liam?           
Su tono ha cambiado, ahora es acusador.           
¿Qué? Vaya… cambio de rumbo.           
—Contéstame.            
—No lo sé. Estaba abrumado. Intenté ser lo que tú querías que fuera, intenté soportar el dolor, y se me fue de la cabeza. ¿Sabes…?, lo olvidé —susurro, avergonzado, y encojo los hombros a modo de disculpa.           
Quizá podríamos habernos evitado todo este drama.           
—¡Lo olvidaste! —me suelta horrorizado, se agarra a los lados de la mesa y me mira fijamente.           
Yo me marchito bajo esa mirada. ¡Maldita sea! Vuelve a estar furioso. La diosa que llevo dentro también me observa. ¿Ves dónde te has metido tú solita?           
—¿Cómo voy a confiar en ti? —dice ahora en voz baja—. ¿Podré confiar alguna vez?           
Llega el camarero con nuestro vino y nosotros seguimos mirándonos, ojos miel a marrones. Ambos llenos de reproches no expresados, mientras el camarero saca el corcho con innecesaria ceremonia y sirve un poco de vino en la copa de Zayn. Automáticamente, Zayn la coge y bebe un sorbo.           
—Está bien —dice cortante.           
El camarero nos llena las copas con cuidado, deja la botella en la mesa y se retira a toda prisa. Zayn no ha apartado la vista de mí en todo el rato. Yo soy el primero en rendirme, rompo el contacto visual, levanto mi copa y bebo un buen trago. Sin saborearlo apenas.           
—Lo siento —murmuro.           
De pronto me siento estúpido. Le dejé porque creía que éramos incompatibles, pero ¿me está diciendo que podría haberle parado?           
—¿Qué sientes?           
—No haber usado la palabra de seguridad.           
Él cierra los ojos, parece aliviado.           
—Podríamos habernos evitado todo este sufrimiento —musita.           
—Parece que tú estás bien.           
Más que bien. Pareces tú.           
—Las apariencias engañan —dice en voz baja—. Estoy de todo menos bien. Tengo la sensación de que el sol se ha puesto y no ha salido durante cinco días, Liam. Vivo en una noche perpetua.           
Me quita la respiración oír que lo reconoce. Oh, Dios, como yo.           
—Me dijiste que nunca te irías, pero en cuanto la cosa se pone dura, coges la puerta y te vas.           
—¿Cuándo dije que nunca me iría?           
—En sueños. Creo que fue la cosa más reconfortante que he oído en mucho tiempo, Liam. Y me sentí relajado.           
Se me encoge el corazón y cojo la copa de vino.           
—Dijiste que me querías —susurra—. ¿Eso pertenece ya al pasado? —dice en voz baja, cargada de ansiedad.           
—No, Zayn, no.           
Se le ve tan vulnerable al exhalar…           
—Bien —murmura.           
Esa revelación me deja atónito. Ha cambiado de opinión. Antes, cuando le decía que le quería, se quedaba horrorizado. El camarero vuelve. Nos coloca rápidamente los platos delante y se esfuma de inmediato.           
Dios mío. Comida.           
—Come —ordena Zayn.            
En el fondo estoy hambriento, pero ahora mismo tengo un nudo en el estómago. Estar sentado frente al único hombre al que he amado en mi vida, hablando de nuestro incierto futuro, no favorece un apetito saludable. Miro mi comida con recelo.          
 —Que Dios me ayude, Liam; si no comes, te tumbaré encima de mis rodillas aquí en este restaurante, y no tendrá nada que ver con mi gratificación sexual. ¡Come!           
No te sulfures, Malik. Mi subconsciente me mira por encima de sus gafas de media luna. Ella está totalmente de acuerdo con Cincuenta Sombras.           
—Vale, comeré. Calma los picores de tu mano suelta, por favor.           
Él no sonríe y sigue observándome. Yo cojo de mala gana el cuchillo y el tenedor y corto el solomillo. Oh, está tan bueno que se deshace en la boca. Tengo hambre, hambre de verdad. Mastico y él se relaja de forma evidente.            Cenamos en silencio. La música ha cambiado. Se oye de fondo una suave voz de mujer, y sus palabras son el eco de mis pensamientos. Desde que él entró en mi vida, ya nunca seré la misma.           
Miro a Cincuenta. Está comiendo y mirándome. Hambre, anhelo, ansiedad, combinados en una mirada ardiente.           
—¿Sabes quién canta? —pregunto, intentando mantener una conversación normal.           
Zayn se para y escucha.           
—No… pero sea quien sea es buena.           
—A mí también me gusta.           
Finalmente, esboza su enigmática sonrisa privada. ¿Qué está planeando?           
—¿Qué? —pregunto.           
Él menea la cabeza.           
—Come —dice gentilmente.           
Me he comido la mitad del plato. No puedo más. ¿Cómo podría negociarlo?
—No puedo más. ¿He comido bastante para el señor?            
Él me observa impasible sin contestar, y consulta su reloj.           
—De verdad que estoy lleno —añado, y bebo un sorbo del delicioso vino.           
—Hemos de irnos enseguida. Higgins está aquí, y mañana tienes que levantarte pronto para ir a trabajar.           
—Tú también.           
—Yo funciono habiendo dormido mucho menos que tú, Liam. Al menos has comido algo.           
—¿Volveremos con el Charlie Tango?           
—No, creo que me tomaré una copa. Higgins nos recogerá. Además, así al menos te tendré en el coche para mí solo durante unas horas. ¿Qué podemos hacer aparte de hablar?           
Oh, ese es su plan.           
Zayn llama al camarero para pedirle la cuenta, luego coge su BlackBerry y hace una llamada.           
—Estamos en Le Picotin, Tercera Avenida Sudoeste.           
Y cuelga. Sigue siendo muy cortante por teléfono.           
—Eres muy cortante con Higgins; de hecho, con la mayoría de la gente.            
—Simplemente voy directo al grano, Liam.           
—Esta noche no has ido al grano. No ha cambiado nada, Zayn.           
—Tengo que hacerte una proposición.           
—Esto empezó con una proposición.           
—Una proposición diferente.            
Vuelve el camarero, y Zayn le entrega su tarjeta de crédito sin mirar la cuenta. Me analiza con la mirada mientras el camarero pasa la tarjeta. Su teléfono vibra una vez, y él lo observa detenidamente.           
¿Tiene una proposición? ¿Y ahora qué? Me vienen a la mente un par de posibilidades: un secuestro, trabajar para él. No, nada tiene sentido. Zayn acaba de pagar.           
—Vamos. Higgins está fuera.           
Nos levantamos y me coge la mano.            
—No quiero perderte, Liam.           
Me besa los nudillos con cariño, y la caricia de sus labios en mi piel reverbera en todo mi cuerpo.           
El Audi espera fuera. Zayn me abre la puerta. Subo y me hundo en la piel suntuosa. Él se dirige al asiento del conductor, Higgins sale del coche y hablan un momento. Eso no es habitual en ellos. Estoy intrigado. ¿De qué hablan? Al cabo de un momento suben los dos y observo a Zayn, que luce su expresión impasible y mira al frente.           
Me concedo un momento para examinar su perfil: nariz recta, labios carnosos y perfilados, el pelo que le cae deliciosamente sobre la frente. Seguro que este hombre divino no es para mí.           
Una música suave inunda la parte de atrás del coche, una espectacular pieza orquestal que no conozco, y Higgins se incorpora al escaso tráfico en dirección a la interestatal 5 y a Seattle.           
Zayn se gira para mirarme.           
—Como iba diciendo, Liam, tengo que hacerte una proposición.           
Miro de reojo a Higgins, nervioso.           
—Higgins no te oye —asegura Zayn.           
—¿Cómo?           
—Higgins —le llama Zayn.           
Higgins no contesta. Vuelve a llamarle, y sigue sin responder. Zayn se inclina y le da un golpecito en el hombro. Higgins se quita un tapón del oído que yo no había visto.           
—¿Sí, señor?           
—Gracias, Higgins. No pasa nada; sigue escuchando.           
—Señor.           
—¿Estás contento? Está escuchando su iPod. Puccini. Olvida que está presente. Como yo.           
—¿Tú le has pedido expresamente que lo hiciera?           
—Sí.           
Ah.           
—Vale. ¿Tu propuesta?           
De repente, Zayn adopta una actitud decidida y profesional. Dios… Vamos a negociar un pacto. Yo escucho atentamente.           
—Primero, deja que te pregunte una cosa. ¿Tú quieres una relación vainilla convencional y sosa, sin sexo pervertido ni nada?           
Me quedo con la boca abierta.           
—¿Sexo pervertido? —levanto la voz.           
—Sexo pervertido.           
—No puedo creer que hayas dicho eso.           
Miro nervioso a Higgins.          
 —Bueno, pues sí. Contesta —dice tranquilamente.           
Me ruborizo. La diosa que llevo dentro está ahora inclinada de rodillas ante mí, con las manos unidas en un gesto de súplica.           
—A mí me gusta tu perversión sexual —susurro.          
 —Eso pensaba. Entonces, ¿qué es lo que no te gusta?           
No poder tocarte. Que disfrutes con mi dolor, los azotes con el cinturón…            
—La amenaza de un castigo cruel e inusual.           
—¿Y eso qué quiere decir?
—Bueno, tienes todas esas varas y fustas y esas cosas en tu cuarto de juegos, que me dan un miedo espantoso. No quiero que uses eso conmigo.           
—Vale, o sea que nada de fustas ni varas… ni tampoco cinturones —dice sardónico.           
Yo le observo desconcertado.           
—¿Estás intentando redefinir los límites de la dureza?           
—En absoluto. Solo intento entenderte, tener una idea más clara de lo que te gusta o no.           
—Fundamentalmente, Zayn, lo que me cuesta más aceptar es que disfrutes haciéndome daño. Y pensar que lo harás porque he traspasado determinada línea arbitraria.           
—Pero no es arbitraria, hay una lista de normas escritas.           
—Yo no quiero una lista de normas.           
—¿Ninguna?           
—Nada de normas.           
Niego con la cabeza, pero estoy muy asustado. ¿Qué pretende con esto?           
—Pero ¿no te importa si te doy unos azotes?            
—¿Unos azotes con qué?           
—Con esto.           
Levanta la mano.           
Me siento avergonzado e incómodo.           
—No, la verdad es que no. Sobre todo con esas bolas de plata…           
Gracias a Dios que está oscuro; al recordar aquella noche me arde la cara y se me quiebra la voz. Sí… hazlo otra vez.           
Él me sonríe.           
—Sí, aquello estuvo bien.           
—Más que bien —musito.           
—O sea que eres capaz de soportar cierto grado de dolor.           
Me encojo de hombros.           
—Sí, supongo.           
¿Qué pretende con todo esto? Mi nivel de ansiedad ha subido varios grados en la escala de Richter.           
Él se acaricia el mentón, sumido en sus pensamientos.           
—Liam, quiero volver a empezar. Pasar por la fase vainilla y luego, cuando confíes más en mí y yo confíe en que tú serás sincero y te comunicarás conmigo, quizá podamos ir a más y hacer algunas de las cosas que a mí me gusta hacer.           
Yo le miro con la boca abierta y la mente totalmente en blanco, como un ordenador que se ha quedado colgado. Creo que está angustiado, pero no puedo verle bien, porque estamos sumidos en la noche de Oregón. Y al final se me ocurre… eso es.           
Él desea la luz, pero ¿puedo pedirle que haga esto por mí? ¿Y es que acaso a mí no me gusta la oscuridad? Cierta oscuridad, en ciertos momentos. Recuerdos de la noche de Thomas Tallis vagan sugerentes por mi mente.            
—¿Y los castigos?           
—Nada de castigos —Niega con la cabeza—. Ni uno.           
—¿Y las normas?           
—Nada de normas.           
—¿Ninguna? Pero tú necesitas ciertas cosas.           
—Te necesito más a ti, Liam. Estos últimos días han sido infernales. Todos mis instintos me dicen que te deje marchar, que no te merezco.           
»Esas fotos que te hizo ese chico… comprendo cómo te ve. Estás tan guapo y se te ve tan relajado… No es que ahora no estés precioso, pero estás aquí sentado y veo tu dolor. Es duro saber que he sido yo quien te ha hecho sentir así.           
»Pero yo soy un hombre egoísta. Te deseé desde que apareciste en mi despacho. Eres exquisito, sincero, cálido, fuerte, listo, seductoramente inocente; la lista es infinita. Me tienes cautivado. Te deseo, e imaginar que te posea otro es como si un cuchillo hurgara en mi alma oscura.           
Se me seca la boca. Dios… Si esto no es una declaración de amor, no sé qué es. Y las palabras surgen a borbotones de mi boca, como de una presa que revienta.           
—Zayn, ¿por qué piensas que tienes un alma oscura? Yo nunca lo diría. Triste quizá, pero eres un buen hombre. Lo noto… eres generoso, eres amable, y nunca me has mentido. Y yo no lo he intentado realmente en serio.           
»El sábado pasado fue una terrible conmoción para todo mi ser. Fue como si sonara la alarma y despertara: me di cuenta de que hasta entonces tú habías sido condescendiente conmigo y de que yo no podía ser la persona que tú querías que fuera. Luego, después de marcharme, caí en la cuenta de que el daño que me habías infligido no era tan malo como el dolor de perderte. Yo quiero complacerte, pero es duro.           
—Tú me complaces siempre —susurra—. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?            
—Nunca sé qué estás pensando. A veces te cierras tanto… como una isla. Me intimidas. Por eso me callo. No sé de qué humor vas a estar. Pasas del negro al blanco y de nuevo al negro en una fracción de segundo. Eso me confunde, y no me dejas tocarte, y yo tengo un inmenso deseo de demostrarte cuánto te quiero.           
Él me mira en la oscuridad y parpadea, con recelo creo, y ya no soy capaz de contenerme más. Me desabrocho el cinturón y me coloco en su regazo, por sorpresa, y le cojo la cabeza con ambas manos.           
—Te quiero, Zayn Malik. Y tú estás dispuesto a hacer todo esto por mí. Soy yo quien no lo merece, y lo único que lamento es no poder hacer todas esas cosas por ti. A lo mejor, con el tiempo… pero sí, acepto tu proposición. ¿Dónde firmo?           
Él desliza sus brazos a mi alrededor y me estrecha contra sí.
—Oh, Li —gime, y hunde la nariz en mi cabello.           
Permanecemos sentados, abrazándonos mutuamente, escuchando la música del coche… una pieza de piano relajante… reflejo de nuestros sentimientos, la dulce calma después de la tormenta. Me acurruco en sus brazos, apoyo la cabeza en el hueco de su cuello.            
—Que me toques es un límite infranqueable para mí, Liam —murmura.           
—Lo sé. Me gustaría entender por qué.           
Al cabo de un momento, suspira y dice en voz baja:           
—Tuve una infancia espantosa. Uno de los chulos de la puta adicta al crack… —Se le quiebra la voz, y su cuerpo se tensa al recordar algún terror inimaginable—. No puedo recordar aquello —susurra, estremeciéndose.           
De pronto se me encoge el corazón al recordar esas horribles marcas de quemaduras que tiene en la piel. Oh, Zayn. Me abrazo a su cuello con más fuerza.           
—¿Te maltrataba? ¿Tu madre? —le digo con voz queda y preñada de lágrimas.           
—No, que yo recuerde. No se ocupaba de mí. No me protegía de su chulo. —Resopla—. Creo que era yo quien la cuidaba a ella. Cuando al final consiguió matarse, pasaron cuatro días hasta que alguien avisó y nos encontraron… eso lo recuerdo.           
No puedo evitar un gemido de horror. Cielo santo… Siento la bilis subirme a la garganta.           
—Eso es espantoso, terrible —susurro.           
—Cincuenta sombras —murmura.           
Aprieto los labios contra su cuello, buscando y ofreciendo consuelo, mientras imagino a un crío de ojos marrones, sucio y solo, junto al cuerpo de su madre muerta.           
Oh, Zayn. Aspiro su aroma. Huele divinamente, es mi fragancia favorita en el mundo entero. Él tensa los brazos a mi alrededor y besa mi cabello, y yo me quedo sentada y envuelta en su abrazo mientras Higgins nos conduce a través de la noche.           
* * *
Cuando me despierto, estamos cruzando Seattle.           
—Eh —dice Zayn en voz baja.           
—Perdona —balbuceo mientras me incorporo, parpadeo y me desperezo, aún en sus brazos, sobre su regazo.           
—Estaría eternamente mirando cómo duermes, Li.           
—¿He dicho algo?           
—No. Casi hemos llegado a tu casa.           
—Oh, ¿no vamos a la tuya?           
—No.
Enderezo la espalda y le miro.           
—¿Por qué no?           
—Porque mañanas tienes que trabajar.           
—Oh —digo con un mohín.           
—¿Por qué, tenías algo en mente?           
Me ruborizo.           
—Bueno, puede…           
Se echa a reír.           
—Liam, no pienso volver a tocarte, no hasta que me lo supliques.           
—¡Qué!           
—Así empezarás a comunicarte conmigo. La próxima vez que hagamos el amor, tendrás que decirme exactamente qué quieres, con todo detalle.           
—Oh.           
Me aparta de su regazo en cuanto Higgins aparca delante de mi apartamento. Zayn baja de un salto y me abre la puerta del coche.           
—Tengo una cosa para ti.           
Se dirige a la parte de atrás del coche, abre el maletero y saca un gran paquete de regalo. ¿Qué demonios es eso?           
—Ábrelo cuando estés dentro.           
—¿No vas a pasar?           
—No, Liam.           
—¿Y cuándo te veré?           
—Mañana.           
—Mi jefe quiere que salga a tomar una copa con él mañana.            
Zayn endurece el gesto.           
—¿Eso quiere?           
Su voz está impregnada de una amenaza latente.           
—Para celebrar mi primera semana —añado enseguida.           
—¿Dónde?           
—No lo sé.           
—Podría pasar a recogerte por allí.           
—Vale… Te mandaré un correo o un mensaje.           
—Bien.           
Me acompaña hasta la entrada del vestíbulo y espera mientras saco las llaves del bolso. Cuando abro la puerta, se inclina, me coge la barbilla y me echa la cabeza hacia atrás. Deja la boca suspendida sobre la mía, cierra los ojos y dibuja un reguero de besos desde el rabillo de un ojo hasta la comisura de mi boca.           
Siento que mis entrañas se abren y se derriten, y se me escapa un leve quejido.           
—Hasta mañana —musita él.
—Buenas noches, Zayn.           
Percibo el anhelo en mi voz.           
Él sonríe.           
—Entra —ordena.           
Yo cruzo el vestíbulo cargado con el misterioso paquete.            }
—Hasta luego, nene —dice, luego se da la vuelta con su elegancia natural y vuelve al coche.           
Una vez dentro del apartamento, abro la caja del regalo y descubro mi portátil MacBook Pro, la BlackBerry y otra caja rectangular. ¿Qué es esto? Desenvuelvo el papel de plata. Dentro hay un estuche de piel negra alargado.           
Lo abro y es un iPad. Madre mía… un iPad. Sobre la pantalla hay una tarjeta blanca con un mensaje escrito a mano por Zayn:           
Liam… esto es para ti.           
Sé lo que quieres oír.           
La música que hay aquí lo dice por mí.           
Zayn           
Tengo una recopilación grabada por Zayn Malik en forma de iPad de última generación. Meneo la cabeza con disgusto por el despilfarro, pero en el fondo me encanta. Jack tiene uno en la oficina, así que sé cómo funciona.           
Lo enciendo y, cuando aparece la imagen del escritorio, reprimo un grito: una pequeña maqueta de planeador. Dios. Es el Blanik L23 que le regalé, montado en una peana de vidrio, sobre lo que creo que es el escritorio del estudio de Zayn. Me quedo boquiabierto.           
¡Lo montó! Lo montó de verdad. Ahora recuerdo que lo mencionó en la nota de las flores. Me flaquean las piernas, y en este instante sé que ha pensado mucho en ese regalo.           
Deslizo la flecha de la parte inferior de la pantalla para desbloquearla y vuelvo a ahogar un gemido. El fondo de pantalla es una foto de Zayn y de mí en el entoldado de la fiesta de mi graduación. Es la que publicó el Seattle Times. Zayn está tan guapo que no puedo evitar sonreír de oreja a oreja. ¡Sí, y es mío!
Doy un golpecito con el dedo y la imagen de pantalla cambia, y aparecen varias nuevas. Una aplicación Kindle, iBooks, Words… lo que sea todo eso.           
Por Dios. ¿ La Biblioteca Británica? Pulso el icono y aparece un menú: COLECCIÓN HISTÓRICA. Me desplazo hacia abajo y selecciono NOVELAS DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. Otro menú. Presiono en el título: EL AMERICANO DE HENRY JAMES. Se abre una nueva ventana, que me ofrece una copia del libro escaneada para lectura. Cielo santo… ¡es una primera edición, publicada en 1879, y la tengo en mi iPad! Me ha comprado la Biblioteca Británica, y solo he de darle a un botón.           
Salgo rápidamente, sabiendo que soy capaz de perderme en esta aplicación eternamente. Localizo una aplicación de «buena alimentación» que hace que ponga los ojos en blanco y sonría al mismo tiempo, otra de noticias, una del tiempo, pero él en su nota hablaba de música. Vuelvo a la pantalla principal, pulso el icono de iPod y aparece una lista de títulos. Voy pasando las canciones y la selección me hace sonreír. Thomas Tallis… me costará olvidarme de eso. Al fin y al cabo la oí dos veces, mientras me azotaba y me follaba.           
«Witchcraft.» Mi sonrisa se expande… bailando alrededor del gran salón. La pieza de Bach de Marcello… Oh, no, eso es demasiado triste para mi estado de ánimo actual. Mmm. Jeff Buckley… sí, he oído hablar de él. Snow Patrol, mi grupo favorito, y una canción titulada «Principles of Lust» de Enigma. Típico de Christian. Sonrío. Otra llamada «Possession»… oh, sí, muy Cincuenta Sombras. Y unas cuantas más que no conozco.           
Selecciono una canción que me llama la atención, y le doy al play. Se titula «Try» de Nelly Furtado. Ella empieza a cantar, y su voz es como un pañuelo de seda que se enrolla a mi alrededor y me envuelve. Me tumbo en la cama.           
¿Esto significa que Zayn va a intentarlo? ¿Intentará esta relación nueva? Me embebo de la letra mirando al techo, intentando entender este giro. Él me extrañó. Yo le extrañé. Debe de sentir algo por mí. A la fuerza. Este iPad, estas canciones, estas aplicaciones… lo nuestro le importa. Le importa de verdad. Mi corazón se llena de esperanza.           
Termina la canción y tengo los ojos rebosantes de lágrimas. Rápidamente selecciono otra: «The Scientist» de Coldplay, uno de los grupos preferidos de Harry. Conozco el tema, pero nunca he escuchado la letra de verdad. Cierro los ojos y dejo que las palabras me inunden y me invadan.           
Empiezan a brotar las lágrimas. No puedo contenerlas. Si esto no es una disculpa, ¿qué es? Oh, Zayn.           
¿O es una invitación? ¿Contestará a mis preguntas? ¿Estoy sacando demasiadas conclusiones de esto? Probablemente, esté sacando demasiadas conclusiones de esto.           
Me enjugo las lágrimas. Tengo que mandarle un e-mail para darle las gracias. Salto de la cama para coger el cacharro.           
Coldplay sigue sonando, mientras me siento en la cama con las piernas cruzadas. El Mac se enciende y me conecto.
__________________________________________________________________           
De: Liam Payne           
Fecha: 9 de junio de 2011 23:56           
Para: Zayn Malik           
Asunto: IPAD           
Me has hecho llorar otra vez.           
Me encanta el iPad.           
Me encantan las canciones.
Me encanta la aplicación de la Biblioteca Británica.           
Te quiero.           
Gracias.           
Buenas noches.           
Li xx           
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De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 00:03           
Para: Liam Payne           
Asunto: iPad           
Me encanta que te guste. Yo también me he comprado uno.           
Ahora, si estuviera allí, te secaría las lágrimas a besos.           
Pero no estoy… así que vete a dormir.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
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Su respuesta me hace sonreír… siempre tan dominante, siempre tan Zayn. ¿Esto cambiará, también? Y en ese momento me doy cuenta de que espero que no. Me gusta tal cual es —autoritario—, mientras yo pueda enfrentarme sin miedo al castigo.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 00:07           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Señor Gruñón           
Suenas igual de dominante que siempre, posiblemente tenso y probablemente malhumorado, señor Malik.           
Yo sé algo que podría aliviar eso. Pero es verdad que no estás aquí… no me dejarías quedarme y esperas que te suplique…           
Sueña con ello, señor.           
Li xx           
P.D.: Veo que también has incluido la versión de Stalker’s Anthem de «Every Breath You Take». Disfruto mucho de tu sentido del humor, pero ¿lo sabe el doctor Flynn?           
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De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 00:10           
Para: Liam Payne           
Asunto: Tranquilidad tipo zen           
Mi queridísimo joven Payne:           
En las relaciones vainilla también hay azotes, ¿sabes? Normalmente consentidos y en un contexto sexual… pero yo estaría muy contento de hacer una excepción con usted.           
Te tranquilizará saber que el doctor Flynn también disfruta con mi sentido del humor.            
Ahora, por favor, vete a dormir; si no, mañana no servirás para nada.           
Por cierto… suplicarás, créeme. Y lo estoy deseando.           
Zayn Malik           
Presidente tenso de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 00:12           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Buenas noches, dulces sueños           
Bueno, ya que lo has pedido con tanta amabilidad, y como me encanta tu deliciosa amenaza, me acurrucaré con el iPad que me has dado con tanto cariño y me quedaré dormida ojeando la Biblioteca Británica, escuchando la música que habla por ti.           
Li xx
           __________________________________________________________________
De:> Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 00:15           
Para: Liam Payne           
Asunto: Una petición más           
Sueña conmigo.           
x           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
¿Soñar contigo, Zayn Malik? Siempre.           
Me pongo rápidamente el pijama, me cepillo los dientes y me meto en la cama. Me pongo los auriculares, saco el globo deshinchado del Charlie Tango de debajo de la almohada y me abrazo a él.           
Estoy radiante de alegría, y mi boca entreabierta dibuja una sonrisa enorme y bobalicona. Cómo cambia todo en un día. ¿Cómo voy a poder dormir?           
José González empieza a cantar una melodía cadenciosa con un hipnótico acorde de guitarra, y me sumerjo lentamente en el sueño, maravillado de que el mundo se haya arreglado en una noche, y preguntándome vagamente si debería hacer una lista de temas para Zayn.
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por Lohan212 Vie 26 Sep 2014, 10:34 pm

Han puesto las cartas en la mesa ¡Regresaron! :') The scientist es la mejor disculpa seguro, la escuché por un mes completo. Que bueno que la has seguido, creí que ya no la seguirías :c \o/ Higgings regreso. Siguela pronto Saludos!!
Lohan212
Lohan212


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 27 Sep 2014, 3:47 pm

pashaline_05 escribió:Han puesto las cartas en la mesa ¡Regresaron! :') The scientist es la mejor disculpa seguro, la escuché por un mes completo. Que bueno que la has seguido, creí que ya no la seguirías :c \o/ Higgings regreso.  Siguela pronto Saludos!!
Es que ester par no pueden estar separados, son el uno para el otro. The scientist me encanta, es de mis favoritas,. Claro que la seguiré, a mis lectores lo que pidan, ahora lo sigo:)
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 27 Sep 2014, 3:49 pm

jeancarlo889 escribió:
Hola!!!
aquí jean molestando....
mmmm!!!
yo aun no termino de leer la primera...
aaahhh
pero hasta donde leí esta me gusta y cuando termine de leerla de inmediato me paso por este tema...
wuii
voy a terminar de leer...espero que cuando regrese ya hayas subido caps...
jijiji
cuídate...
BYE
Hola Jeancin :) tú nunca molestas, pues en cuanto termines la primera pásate por aquí, la segunda parte es mucho mejor que la primera, me encanta, gracias por pasarte:)
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 27 Sep 2014, 3:59 pm

Capítulo III
            Lo único bueno de estar sin coche es que, en el autobús que me lleva al trabajo, puedo enchufar los auriculares al iPad que llevo en el bolso y escuchar todas las maravillosas piezas que Zayn me ha grabado. Cuando llego a la oficina, tengo una estúpida sonrisa dibujada en la cara.           
Jack levanta los ojos hacia mí, atónito.           
—Buenos días, Li. Estás… radiante.           
Su comentario me sonroja. ¡Qué inapropiado!            
—He dormido bien, gracias, Jack. Buenos días.           
Frunce el ceño.           
—¿Puedes leer esto por mí y redactarme los informes correspondientes para la hora de comer, por favor? —Me entrega cuatro manuscritos. Ante mi gesto de horror, añade—: Solo los primeros capítulos.           
—Claro.           
Sonrío aliviado, y él me responde con una gran sonrisa.           
Conecto el ordenador para empezar a trabajar, mientras me termino el café con leche y me como un plátano. Hay un correo electrónico de Zayn.           
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 08:05           
Para: Liam Payne           
Asunto: Ayúdame…           
Espero que hayas desayunado.            
Te eché en falta anoche.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
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De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 08:33            
Para: Zayn Malik           
Asunto: Libros viejos…           
Estoy comiéndome un plátano mientras tecleo. Llevaba varios días sin desayunar, de manera que supone un paso adelante. Me encanta la aplicación de la Biblioteca Británica… he empezado a releer Robinson Crusoe… y, naturalmente, te quiero.           
Ahora déjame en paz: intento trabajar.           
Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 08:36           
Para: Liam Payne           
Asunto: ¿Eso es lo único que has comido?           
Puedes esforzarte más. Necesitarás energía para suplicar.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 08:39           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Pesado           
Señor Malik, intento trabajar para ganarme la vida… y es usted quien suplicará.           
Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP           
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 08:36           
Para: Liam Payne           
Asunto: ¡Vamos!           
Vaya, joven Payne, me encantan los desafíos…           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
Estoy sentado frente a la pantalla sonriendo como una idiota. Pero tengo que leer esos capítulos para Jack y escribir informes sobre todos ellos. Coloco los manuscritos sobre mi mesa y empiezo.           
A la hora de comer voy a la tienda a buscar un bocadillo de pastrami mientras escucho la lista de temas de mi iPad. El primero es de Nitin Sawhney, una pieza tradicional titulada «Homelands»… es buena. El señor Malik tiene un gusto musical ecléctico. Vuelvo hacia atrás y escucho una pieza clásica: «Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis», de Ralph Vaughan Williams. Oh, Cincuenta tiene sentido del humor, y le quiero por eso. ¿Se me borrará esta estúpida sonrisa de la cara alguna vez?           
La tarde pasa lentamente. En un momento de inactividad, decido escribirle un correo a Zayn.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 16:05           
Para: Zayn Malik         
Asunto: Aburrido…           
Estoy mano sobre mano.           
¿Cómo estás?           
¿Qué estás haciendo?
Liam Payne           
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP           
__________________________________________________________________
De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 16:15           
Para: Liam Payne           
Asunto: Tus manos           
Deberías venir a trabajar conmigo.           
No estarías mano sobre mano.           
Estoy seguro de que yo podría darles mejor uso.           
De hecho, se me ocurren varias opciones…           
Yo estoy con fusiones y adquisiciones rutinarias.           
Todo es muy árido.           
Tus correos electrónicos en SIP se monitorizan.           
Zayn Malik           
Presidente distraído de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
Oh, Dios. No tenía ni idea. ¿Cómo demonios lo sabe él? Observo la pantalla con el ceño fruncido, reviso rápidamente los e-mails que he enviado y los voy borrando.           
A las cinco y media en punto, Jack se acerca a mi mesa. Lleva un atuendo informal de viernes, es decir, unos tejanos y una camisa negra.           
—¿Una copa, Li? Solemos ir a tomar una rápida al bar de enfrente.           
—¿Solemos…? —pregunto, esperanzado.           
—Sí, vamos casi todos… ¿vienes?           
Por alguna razón desconocida, que no quiero analizar demasiado a fondo, me invade una sensación de alivio.           
—Me encantaría. ¿Cómo se llama el bar?           
—Fifty’s.           
—Me tomas el pelo.           
Me mira extrañado.           
—No. ¿Tiene algún significado para ti?           
—No, perdona. Nos vemos ahora allí.           
—¿Qué te apetecerá beber?           
—Una cerveza, por favor.           
—Muy bien.           
Voy al baño y le mando un e-mail a Zayn desde la BlackBerry.           
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De: Liam Payne            
Fecha: 10 de junio de 2011 17:36           
Para: Zayn Malik           
Asunto: Encajarás perfectamente           
Vamos a ir a un bar que se llama Fifty’s.
Para mí esto es una mina inagotable de bromas y risas.           
Tengo muchas ganas de encontrarme allí contigo, señor Malik.           
Li xx           
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De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 17:38           
Para: Liam Payne           
Asunto: Riesgos           
Las minas son muy, muy peligrosas.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
De: Liam Payne           
Fecha: 10 de junio de 2011 17:40           
Para: Zayn Malik           
Asunto: ¿Riesgos?           
¿Qué quieres decir con eso?           
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De: Zayn Malik           
Fecha: 10 de junio de 2011 17:42           
Para: Liam Payne           
Asunto: Simplemente…           
Era un comentario, joven Payne.           
Hasta pronto.           
Más pronto que tarde, nene.           
Zayn Malik           
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.           
__________________________________________________________________
Me miro en el espejo. Cómo puede cambiar todo en un día. Tengo más color en las mejillas y me brillan los ojos. Es el efecto Zayn Malik. Discutir un poco con él por e-mail provoca eso en un chico. Sonrío ante mi imagen y me aliso la camisa azul claro… la que Higgins compró para mí. Llevo también mis vaqueros favoritos. La mayoría de los hombres de la oficina llevan tejanos o pantalones de vestir. Tendré que invertir también en un par de pantalones de vestir. Puede que lo haga este fin de semana e ingrese el talón que Zayn me dio por Wanda, mi Escarabajo.            Cuando salgo del edificio, oigo que gritan mi nombre.           
—¿Joven Payne?           
Me vuelvo, sorprendido, y un chico joven con la piel cenicienta se me acerca con cautela. Parece un fantasma… tan pálido y extrañamente inexpresivo.           
—¿Joven Liam Payne? —repite, y sus facciones permanecen estáticas aunque esté hablando.           
—¿Sí?            
Se para en la acera y se me queda mirando como a un metro de distancia, y yo, totalmente inmóvil, le devuelvo la mirada. ¿Quién es? ¿Qué quiere?
—¿Puedo ayudarte? —pregunto.           
¿Cómo sabe mi nombre?           
—No… solo quería verte.           
Habla con una voz muy baja, inquietante. Y tiene un pelo oscuro como el mío, que contrasta radicalmente con su piel blanca. Sus ojos son castaños, color whisky, pero inexpresivos. No hay la menor chispa de vida en ellos. La tristeza aparece grabada en su precioso y pálido rostro.           
—Lo siento… pero estoy en desventaja —le digo educadamente, intentando ignorar el escalofrío de advertencia que me sube por la columna vertebral.            Lo miro de cerca, y tiene un aspecto raro, descuidado y desvalido. La ropa que lleva le va dos tallas grande, incluida la gabardina de marca.           
Se echa a reír, con un sonido extraño y discordante que incrementa mi ansiedad.           
—¿Qué tienes tú que yo no tenga? —pregunta con tristeza.           
Mi ansiedad se convierte en miedo.           
—Perdona… ¿quién eres?           
—¿Yo? No soy nadie.           
Levanta un brazo para pasarse la mano por la melena que le llega al hombro, y al hacerlo se le levanta la manga de la gabardina y se le ve un sucio vendaje alrededor de la muñeca.           
Dios…           
—Que tenga un buen día, joven Payne.           
Da media vuelta y sube andando la calle mientras yo me quedo clavado en el sitio. Veo cómo su delgada silueta desaparece de mi vista, perdiéndose entre los trabajadores que salen en masa de sus despachos.           
¿De qué iba eso?           
Confuso, cruzo la calle hasta el bar, intentando asimilar lo que acaba de pasar, mientras mi subconsciente levanta su fea cabeza y me dice entre dientes: El tiene algo que ver con Zayn.           
El Fifty’s es un bar impersonal y cavernoso, con banderines y pósters de béisbol colgados en las paredes. Jack está en la barra con Elizabeth y Courtney, la otra ayudante editorial, dos tipos de contabilidad y Claire, de recepción, con sus característicos aros de plata.           
—¡Hola, Li!           
Jack me pasa una botella de Bud.           
—Salud… gracias —murmuro, afectado todavía por mi encuentro con el Chico Fantasma.           
—Salud.           
Chocamos las botellas y él sigue conversando con Elizabeth. Claire me sonríe con simpatía.
—¿Cómo te ha ido tu primera semana? —pregunta.           
—Bien, gracias. Todo el mundo ha sido muy amable.           
—Hoy se te ve mucho más contento.           
—Es viernes —balbuceo enseguida—. ¿Y tú, tienes planes para el fin de semana?           
Mi táctica de distracción patentada funciona, estoy salvada. Resulta que Claire tiene seis hermanos y se va a Tacoma a una gran reunión familiar. Se muestra bastante locuaz y me doy cuenta de que no he hablado con alguien de mi edad desde que Harry se fue a Barbados.           
Con aire distraído, me pregunto cómo estará Harry… y Louis. Tengo que acordarme de preguntarle a Zayn si ha sabido algo de ellos. Ah, y Ethan, el hermano de Harry, volverá el martes que viene, y se instalará en nuestro apartamento. No creo que a Zayn le guste demasiado eso. Mi encuentro de antes con el extraño Chico Fantasma va desapareciendo de mi mente.            
Mientras charlo con Claire, Elizabeth me pasa otra cerveza.           
—Gracias —le sonrío.           
Resulta muy fácil charlar con Claire —se nota que le gusta hablar—, y me bebo una tercera cerveza sin darme cuenta, cortesía de uno de los chicos de contabilidad.           
Cuando Elizabeth y Courtney se van, Jack se viene con Claire y conmigo. ¿Dónde está Zayn? Uno de los tipos de contabilidad se pone a hablar con Claire.          
 —Li, ¿crees que tomaste una buena decisión viniendo a trabajar con nosotros?            Jack habla en un tono suave y está un poco demasiado cerca. Pero he notado que tiene tendencia a hacer eso con todo el mundo, incluso en la oficina.           
—Esta semana he estado muy a gusto, gracias, Jack. Sí, creo que tomé la decisión correcta.           
—Eres un chico muy listo, Li. Llegarás lejos.           
Me ruborizo.            
—Gracias —mascullo, porque no sé qué más decir.           
—¿Vives lejos?           
—En el barrio de Pike Market.           
—No muy lejos de mi casa. —Sonriendo, se acerca aún más y se apoya en la barra, casi acorralándome—. ¿Tienes planes este fin de semana?           
—Bueno… eh…           
Le siento antes de verle. Es como si todo mi cuerpo estuviera sintonizado con el hecho de su presencia. Se relaja y se despierta a la vez, una dualidad interior y rara… y noto esa extraña corriente eléctrica.           
Zayn me pasa el brazo alrededor del hombro como una muestra de afecto aparentemente relajada, pero yo sé que no es así. Está reclamando un derecho, y en esta ocasión, es muy bien recibido. Me besa suavemente el pelo.           
—Hola, nene —murmura.           
Al sentir su brazo que me rodea no puedo evitar sentir alivio, y excitación. Me acerca hacia sí, y yo levanto la vista para mirarle mientras él observa a Jack, impasible. Entonces se gira hacia mí y me dedica una media sonrisa fugaz, seguida de un beso rápido. Lleva una americana azul marino de raya diplomática, con unos vaqueros y una camisa blanca desabrochada. Está para comérselo.            Jack se aparta, incómodo.           
—Jack, este es Zayn —balbuceo en tono de disculpa. ¿Por qué me estoy disculpando?—. Zayn, Jack.           
—Yo soy el novio —dice Zayn con una sonrisita fría que no alcanza a sus ojos, mientras le estrecha la mano a Jack.           
Yo levanto la vista hacia mi jefe, que está evaluando mentalmente al magnífico espécimen varonil que tiene delante.           
—Yo soy el jefe —replica Jack, arrogante—. Li me habló de un ex novio.            Ay, Dios. No te conviene jugar a este juego con Cincuenta.           
—Bueno, ya no soy un ex —responde Zayn tranquilamente—. Vamos, nene, hemos de irnos.           
—Por favor, quedaos a tomar una copa con nosotros —dice Jack con amabilidad.           
No creo que sea buena idea. ¿Por qué resulta tan incómodo esto? Miro de reojo a Claire, que, naturalmente, contempla a Zayn con la boca abierta y franco deleite carnal. ¿Cuándo dejará de preocuparme el efecto que provoca en otras mujeres?           
—Tenemos planes —apunta Zayn con su sonrisa enigmática.           
¿Ah, sí? Y un escalofrío de expectación recorre mi cuerpo.           
—Quizá en otra ocasión —añade—. Vamos —me dice cogiéndome la mano.           
—Hasta el lunes.           
Sonrío a Jack, a Claire y al tipo de contabilidad, tratando de ignorar el gesto de disgusto de Jack, y salgo por la puerta detrás de Zayn.           
Higgins está al volante del Audi, que espera junto a la acera.          
 —¿Por qué me ha parecido eso un concurso de a ver quién mea más lejos? —le pregunto Zayn cuando me abre la puerta del coche.           
—Porque lo era —murmura, me dedica su sonrisa enigmática y luego cierra la puerta.           
—Hola, Higgins —le digo, y nuestras miradas se encuentran en el retrovisor.           
—Joven Payne —me saluda Higgins con una amplia sonrisa.           
Zayn se sienta a mi lado, me sujeta la mano y me besa suavemente los nudillos.
—Hola —dice bajito.           
Mis mejillas se tiñen de rosa, sé que Higgins nos oye, y agradezco que no vea la mirada abrasadora y terriblemente excitante que me dedica Zayn. Tengo que echar mano de toda mi contención para no lanzarme sobre él aquí mismo, en el asiento de atrás del coche.           
Oh, el asiento de atrás del coche… mmm.           
—Hola —jadeo, con la boca seca.           
—¿Qué te gustaría hacer esta noche?           
—Creí que dijiste que teníamos planes.           
—Oh, yo sé lo que me gustaría hacer, Liam. Te pregunto qué quieres hacer tú.            Yo le sonrío radiante.           
—Ya veo —dice con una perversa risita—. Pues… a suplicar entonces. ¿Quieres suplicar en mi casa o en la tuya?           
Inclina la cabeza y me dedica esa sonrisa tan sexy suya.           
—Creo que eres muy presuntuoso, señor Malik. Pero, para variar, podríamos hacerlo en mi apartamento.           
Me muerdo el labio deliberadamente y su expresión se ensombrece.           
—Higgins, a casa del joven Payne, por favor.           
—Señor —asiente Higgins, y se incorpora al tráfico.           
—¿Qué tal te ha ido el día? —pregunta.           
—Bien. ¿Y el tuyo?            
—Bien, gracias.           
Su enorme sonrisa se refleja en la mía, y vuelve a besarme la mano.           
—Estás guapísimo —dice.           
—Tú también.           
—Tu jefe, Jack Hyde, ¿es bueno en su trabajo?           
¡Vaya! Esto sí que es un cambio de tema repentino. Frunzo el ceño.           
—¿Por qué? ¿Esto tiene algo que ver con vuestro concurso de meadas?           
Zayn sonríe maliciosamente.           
—Ese hombre quiere meterse en tus boxers, Liam —dice con sequedad.           
Siento que las mejillas me arden, abro la boca nervioso, y echo un vistazo a Higgins.           
—Bueno, que quiera lo que le dé la gana… ¿por qué estamos hablando de esto? Ya sabes que él no me interesa en absoluto. Solo es mi jefe.           
—Esa es la cuestión. Quiere lo que es mío. Necesito saber si hace bien su trabajo.            Me encojo de hombros.           
—Creo que sí.
¿Adónde quiere ir a parar con esto?           
—Bien, más le vale dejarte en paz, o acabará de patitas en la calle.            
—Zayn, ¿de qué hablas? No ha hecho nada malo… Todavía. Solo se acerca demasiado.           
—Si hace cualquier intento o acercamiento, me lo dices. Se llama conducta inmoral grave… o acoso sexual.           
—Solo ha sido una copa después del trabajo.           
—Lo digo en serio. Un movimiento en falso y se va a la calle.           
—Tú no tienes poder para eso. —¡Por Dios! Y antes de ponerle los ojos en blanco, caigo en la cuenta, y es como si chocara contra un camión de mercancías a toda velocidad—. ¿O sí, Zayn?           
Me dedica su sonrisa enigmática.           
—Vas a comprar la empresa —murmuro horrorizado.           
En respuesta al pánico de mi voz aparece su sonrisa.           
—No exactamente.           
—La has comprado. SIP. Ya.           
Me mira cauteloso y pestañea.           
—Es posible.           
—¿La has comprado o no?           
—La he comprado.           
¿Qué demonios…?           
—¿Por qué? —grito, espantado.           
Oh, sinceramente, esto ya es demasiado.           
—Porque puedo, Liam. Necesito que estés a salvo.           
—¡Pero dijiste que no interferirías en mi carrera profesional!           
—Y no lo haré.           
Aparto mi mano de la suya.           
—Zayn…           
Me faltan las palabras.           
—¿Estás enfadado conmigo?           
—Sí. Claro que estoy enfadado contigo. —Estoy furioso—. Quiero decir, ¿qué clase de ejecutivo responsable toma decisiones basadas en quien se esté tirando en ese momento?           
Palidezco y vuelvo a mirar inquieta y de reojo a Higgins, que nos ignora estoicamente.           
Maldición. ¡Vaya un momento para que se estropee el filtro de control cerebro-boca!           
Zayn abre la suya, luego vuelve a cerrarla y me mira con mala cara. Yo le devuelvo la mirada. Mientras ambos nos fulminamos con la vista, la atmósfera en el interior del coche se degrada de reunión cariñosa a gélida, con palabras implícitas y reproches en potencia.           
Afortunadamente, nuestro incómodo trayecto en coche no dura mucho, y Higgins aparca por fin frente a mi apartamento.           
Yo salgo a toda prisa del vehículo, sin esperar a que nadie me abra la puerta.            Oigo que Zayn le dice a Higgins entre dientes:           
—Creo que más vale que esperes aquí.           
Noto que le tengo detrás, mientras rebusco en el bolso intentando encontrar las llaves de la puerta principal.           
—Liam —dice con calma, como si yo fuera una especie de animal acorralado.            Suspiro y me giro para mirarle a la cara. Estoy tan enfadado con él que mi rabia es palpable… una criatura tenebrosa que amenaza con ahogarme.           
—Primero, hace tiempo que no te follo… mucho tiempo, tal como yo lo siento; y segundo, quería entrar en el negocio editorial. De las cuatro empresas que hay Seattle, SIP es la más rentable, pero está pasando por un mal momento y va a estancarse… necesita diversificarse.           
Yo le miro fija, gélidamente. Sus ojos son tan intensos, amenazadores incluso, pero endiabladamente sexys. Podría perderme en sus grises profundidades.           
—Así que ahora eres mi jefe —replico.           
—Técnicamente, soy el jefe del jefe de tu jefe.           
—Y, técnicamente, esto es conducta inmoral grave: el hecho de que me esté tirando al jefe del jefe de mi jefe.           
—En este momento, estás discutiendo con él —responde Zayn irritado.           
—Eso es porque es un auténtico gilipollas —mascullo.           
Zayn, atónito, da un paso hacia atrás. Ay, Dios. ¿He ido demasiado lejos?           
—¿Un gilipollas? —murmura mientras su cara adquiere una expresión divertida.            ¡Maldita sea! ¡Estoy enfadado contigo, no me hagas reír!           
—Sí.           
Me esfuerzo por mantener mi actitud de ultraje moral.           
—¿Un gilipollas? —repite Zayn.           
Esta vez sus labios se tuercen para disimular una sonrisa.           
—¡No me hagas reír cuando estoy enfadado contigo! —grito.           
Y él sonríe, enseñando toda la dentadura con esa sonrisa deslumbrante de muchachote americano, y yo no puedo contenerme. Sonrío y me echo a reír también. ¿Cómo podría no afectarme la alegría que veo en su sonrisa?           
—El que tenga una maldita sonrisa estúpida en la cara no significa que no esté cabreadísimo contigo —digo sin aliento, intentando reprimir mi risita tonta deanimadora de instituto.           
Se inclina y creo que va a besarme, pero no lo hace. Me huele el pelo e inspira profundamente.            
—Eres imprevisible, joven Payne, como siempre. —Se incorpora de nuevo y me observa, con una chispa de humor en los ojos—. ¿Piensas invitarme o vas a enviarme a casa por ejercer mi derecho democrático, como ciudadano americano, empresario y consumidor, de comprar lo que me dé la real gana?           
—¿Has hablado con el doctor Flynn de eso?           
Se ríe.           
—¿Vas a dejarme entrar o no, Liam?           
Yo intento ponerle mala cara —morderme el labio ayuda—, pero sonrío al abrir la puerta. Zayn se da la vuelta, le hace un gesto a Higgins, y el Audi se marcha.            Es raro estar con Zayn Malik en el apartamento. Parece un sitio muy pequeño para él.           
Sigo enfadado: su acoso no tiene límites, y ahora caigo que es así como supo que los correos de SIP estaban monitorizados. Seguramente sabe más de SIP que yo. Esa idea me resulta desagradable.           
¿Qué puedo hacer? ¿Por qué tiene esa necesidad de mantenerme a salvo? Soy un adulto —más o menos—, por el amor de Dios… ¿Qué puedo hacer para tranquilizarle?           
Observo su cara mientras se pasea por la habitación como un animal enjaulado, y mi rabia disminuye. Verle aquí, en mi espacio, cuando creí que habíamos terminado, es reconfortante. Más que reconfortante… le quiero, y mi corazón se expande con un júbilo exaltado y embriagador. Él echa un vistazo por todas partes, examinando el entorno.           
—Es bonito —dice.           
—Los padres de Harry lo compraron para el.           
Asiente abstraído y sus vivaces ojos marrones descansan en los míos, me miran.           
—Esto… ¿quieres beber algo? —susurro, ruborizado por los nervios.           
—No, gracias, Liam.           
Su mirada se ensombrece.           
¿Por qué estoy tan nervioso?           
—¿Qué te gustaría hacer, Liam? —pregunta dulcemente mientras camina hacia mí, salvaje y ardiente—. Yo sé lo que quiero hacer —añade en voz baja.            Me echo hacia atrás y choco contra el cemento de la cocina tipo isla.           
—Sigo enfadado contigo.           
—Lo sé.
Me sonríe con un amago de disculpa y yo me derrito… bueno, quizá no esté tan enfadado.           
—¿Te apetece comer algo? —pregunto.           
Él asiente despacio.           
—Sí, a ti —murmura.           
Mi cuerpo se tensa de cintura para abajo. Solo su voz basta para seducirme, pero esa mirada, esa hambrienta mirada de deseo urgente… Oh, Dios.           
Está de pie delante de mí, sin llegar a tocarme. Baja la vista, me mira a los ojos y el calor que irradia su cuerpo me inunda. Siento un ardor sofocante que me aturde y las piernas como si fueran de gelatina, mientras un deseo oscuro me recorre las entrañas. Le deseo.           
—¿Has comido hoy? —murmura.           
—Un bocadillo al mediodía —susurro.            
No quiero hablar de comida.           
Entorna los ojos.           
—Tienes que comer.           
—La verdad es que ahora no tengo hambre… de comida.           
—¿De qué tiene hambre, joven Payne?           
—Creo que ya lo sabe, señor Malik.           
Se inclina y nuevamente creo que va a besarme, pero no lo hace.           
—¿Quieres que te bese, Liam? —me susurra bajito al oído.           
—Sí —digo sin aliento.           
—¿Dónde?           
—Por todas partes.           
—Vas a tener que especificar un poco más. Ya te dije que no pienso tocarte hasta que me supliques y me digas qué debo hacer.           
Estoy perdido; no está jugando limpio.           
—Por favor —murmuro.           
—Por favor, ¿qué?           
—Tócame.            
—¿Dónde, nene?           
Está tan tentadoramente cerca, su aroma es tan embriagador… Alargo la mano, y él se aparta inmediatamente.           
—No, no —me recrimina, y abre los ojos con una repentina expresión de alarma.           
—¿Qué?            
No… vuelve.           
—No.           
Niega con la cabeza.           
—¿Nada de nada?
 No puedo reprimir el anhelo de mi voz.           
Me mira desconcertado y su duda me envalentona. Doy un paso hacia él, y se aparta, levanta las manos para defenderse, pero sonriendo.           
—Oye, Li…           
Es una advertencia, y se pasa la mano por el pelo, exasperado.           
—A veces no te importa —comento quejoso—. Quizá debería ir a buscar un rotulador y podríamos hacer un mapa de las zonas prohibidas.           
Arquea una ceja.           
—No es mala idea. ¿Dónde está tu dormitorio?           
Señalo con la cabeza. ¿Está cambiando de tema aposta?           
—¿Has seguido tomando la píldora?           
Maldita sea. La píldora.           
Al ver mi gesto le cambia la cara.           
—No —mascullo.           
—Ya —dice, y junta los labios en una fina línea—. Ven, comamos algo.           
—¡Creía que íbamos a acostarnos! Yo quiero acostarme contigo.           
—Lo sé, nene.           
Sonríe y de repente viene hacia mí, me sujeta las muñecas, me atrae a sus brazos y me estrecha contra su cuerpo.           
—Tú tienes que comer, y yo también —murmura, y baja hacia mí sus ardientes ojos marrones—. Además… la expectación es clave en la seducción, y la verdad es que ahora mismo estoy muy interesado en posponer la gratificación.            Ah… ¿desde cuándo?           
—Yo ya he sido seducido y quiero mi gratificación ahora. Te suplicaré, por favor —digo casi gimoteante.           
Me sonríe con ternura.           
—Come. Estás demasiado flaco.           
Me besa la frente y me suelta.           
Esto es un juego, parte de algún plan diabólico. Le frunzo el ceño.           
—Sigo enfadado porque compraras SIP, y ahora estoy enfadado porque me haces esperar —digo haciendo un puchero.           
—El caballero está enfadada, ¿eh? Después de comer te sentirás mejor.           
—Ya sé después de qué me sentiré mejor.           
—Liam Payne, estoy escandalizado —dice en tono burlón.           
—Deja de burlarte de mí. No estás jugando limpio.           
Disimula la sonrisa mordiéndose el labio inferior. Tiene un aspecto sencillamente adorable… de Zayn travieso que juega con mi libido. Si mis armas de seducción fueran mejores, sabría qué hacer, pero no poder tocarle lo hace aún más difícil.            La diosa que llevo dentro entorna los ojos y parece pensativa. Hemos de trabajar en eso.           
Mientras Zayn y yo nos miramos fijamente —yo ardiente, molesto y anhelante, y él, relajado, divirtiéndose a mi costa—, caigo en la cuenta de que no tengo comida en el piso.           
—Podría cocinar algo… pero tendremos que ir a comprar.           
—¿A comprar?           
—La comida.           
—¿No tienes nada aquí?           
Se le endurece el gesto.           
Yo niego con la cabeza. Dios, parece bastante enfadado.           
—Pues vamos a comprar —dice en tono severo y, girando sobre sus talones, va hacia la puerta y me la abre de par en par.           
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste en un supermercado?           
Zayn parece fuera de lugar, pero me sigue diligentemente, cargando con la cesta de la compra.           
—No me acuerdo.           
—¿La señora Jones se encarga de todas las compras?           
—Creo que Higgins la ayuda. No estoy seguro.           
—¿Te parece bien algo salteado? Es rápido.            
—Un salteado suena bien.           
Zayn sonríe, sin duda imaginando qué hay detrás de mi deseo de preparar algo rápido.           
—¿Hace mucho que trabajan para ti?           
—Higgins, cuatro años, me parece. La señora Jones más o menos lo mismo. ¿Por qué no tenías comida en el apartamento?           
—Ya sabes por qué —murmuro, ruborizado.           
—Fuiste tú quien me dejó —masculla, molesto.           
—Ya lo sé —replico en voz muy baja; no quiero que me lo recuerde.            Llegamos a la caja y nos ponemos en la cola sin hablar.           
Si no me hubiera ido, ¿me habrías ofrecido la alternativa vainilla?, me pregunto vagamente.           
—¿Tienes algo para beber? —dice, devolviéndome al presente.           
—Cerveza… creo.           
—Compraré un poco de vino.           
Ay, Dios. No estoy seguro de qué tipo de vino tienen en el supermercado Ernie’s. Zayn vuelve con las manos vacías y una mueca de disgusto.           
—Aquí al lado hay una buena licorería —digo enseguida.           
—Veré qué tienen.            
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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 27 Sep 2014, 4:00 pm

Quizá deberíamos ir a su piso, y así no pasaríamos por todo este lío. Le veo salir por la puerta muy decidido, con su elegancia natural. Dos mujeres que entran se paran y se quedan mirando. Ah, sí, mirad a mi Cincuenta Sombras, pienso con cierto desaliento.           
Le deseo tal como le recuerdo, en mi cama, pero se está haciendo mucho de rogar. A lo mejor yo debería hacer lo mismo. La diosa que llevo dentro asiente frenéticamente. Y mientras hago cola, se nos ocurre un plan. Mmm…           
Zayn entra con las bolsas de la compra al apartamento. Ha cargado con ellas todo el camino desde que salimos de la tienda. Se le ve muy raro, muy distinto de su porte habitual de presidente.           
—Se te ve muy… doméstico.           
—Nadie me había acusado de eso antes —dice con sequedad.           
Coloca las bolsas sobre la encimera de la isla de la cocina. Mientras yo empiezo a vaciarlas, él saca una botella de vino y busca un sacacorchos.           
—Este sitio aún es nuevo para mí. Me parece que el abridor está en ese cajón de allí —digo, señalando con la barbilla.           
Esto parece tan… normal. Dos personas que se están conociendo, que se disponen a comer. Y, sin embargo, es tan raro. El miedo que siempre sentía en su presencia ha desaparecido. Ya hemos hecho tantas cosas juntos que me ruborizo solo de pensarlo, y aun así apenas le conozco.           
—¿En qué estás pensando?           
Zayn interrumpe mis fantasías mientras se quita la americana de rayas y la deja sobre el sofá.           
—En lo poco que te conozco, en realidad.            
Se me queda mirando y sus ojos se apaciguan.           
—Me conoces mejor que nadie.           
—No creo que eso sea verdad.           
De pronto, y totalmente en contra de mi voluntad, la señora Robinson aparece en mi mente.           
—La cuestión, Liam, es que soy una persona muy, muy cerrada.          
Me ofrece una copa de vino blanco.           
—Salud —dice.           
—Salud —contesto, y bebo un sorbo mientras él mete la botella en la nevera.           
—¿Puedo ayudarte con eso? —pregunta.           
—No, no hace falta… siéntate.           
—Me gustaría ayudar.           
Parece sincero.           
—Puedes picar las verduras.           
—No sé cocinar —dice, mirando con suspicacia el cuchillo que le doy.           
—Supongo que no lo necesitas.           
Le pongo delante una tabla para cortar y unos pimientos rojos. Los mira, confundido.           
—¿Nunca has picado una verdura?           
—No.                    
Lo miro riendo.           
—¿Te estás riendo de mí?           
—Por lo visto hay algo que yo sé hacer y tú no. Reconozcámoslo, Zayn, creo que esto es nuevo. Ven, te enseñaré.           
Le rozo y se aparta. La diosa que llevo dentro se incorpora y observa.           
—Así —digo, mientras corto el pimiento rojo y aparto las semillas con cuidado.           
—Parece bastante fácil.           
—No deberías tener ningún problema para conseguirlo —le aseguro con ironía.           
Él me observa impasible un momento y después se pone a ello, mientras yo comienzo a preparar los dados de pollo. Empieza a cortar, con cuidado, despacio. Por favor… así estaremos aquí todo el día.           
Me lavo las manos y busco el wok, el aceite y los demás ingredientes que necesito, rozándole repetidas veces: con la cadera, el brazo, la espalda, las manos. Toquecitos inocentes. Cada vez que lo hago, él se queda muy quieto.           
—Sé lo que estás haciendo, Liam —murmura sombrío, mientras sigue aún con el primer pimiento.           
—Creo que se llama cocinar —digo, moviendo las pestañas.           
Cojo otro cuchillo y me coloco a su lado para pelar y cortar el ajo, las chalotas y las judías verdes, chocando con él a cada momento.           
—Lo haces bastante bien —musita mientras empieza con el segundo pimiento rojo.           
—¿Picar? —Le miro y aleteo las pestañas—. Son años de práctica.           
Vuelvo a rozarle, está vez con el trasero. Él se queda inmóvil otra vez.           
—Si vuelves a hacer eso, Liam, te follaré en el suelo de la cocina.           
Oh, vaya, esto funciona.           
—Primero tendrás que suplicarme.           
—¿Me estás desafiando?           
—Puede.           
Deja el cuchillo y, lentamente, da un paso hacia mí. Le arden los ojos. Se inclina a mi lado, apaga el gas. El aceite del wok deja de crepitar casi al instante.           
—Creo que comeremos después —dice—. Mete el pollo en la nevera.           
Esta es una frase que nunca habría esperado oír de labios de Zayn, y solo él puede hacer que suene erótica, muy erótica. Cojo el bol con los dados de pollo, le pongo un plato encima con manos algo temblorosas y lo guardo en la nevera. Cuando me doy la vuelta, él está a mi lado.
—¿Así que vas a suplicar? —susurro, mirando audazmente sus ojos turbios.           
—No, Liam. —Menea la cabeza—. Nada de súplicas.           
Su voz es tenue y seductora.           
Y nos quedamos mirándonos el uno al otro, embebiéndonos el uno del otro… el ambiente se va cargando, casi saltan chispas, sin que ninguno diga nada, solo mirando. Me muerdo el labio cuando el deseo por ese hombre me domina con ánimo de venganza, incendia mi cuerpo, me roba el aliento, me inunda de cintura para abajo. Veo mis reacciones reflejadas en su semblante, en sus ojos.           
De golpe, me agarra por las caderas y me arrastra hacia él, mientras yo hundo las manos en su cabello y su boca me reclama. Me empuja contra la nevera, y oigo la vaga protesta de la hilera de botellas y tarros en el interior, mientras su lengua encuentra la mía. Yo jadeo en su boca, y una de sus manos me sujeta el pelo y me echa hacia atrás la cabeza mientras nos besamos salvajemente.           
—¿Qué quieres,Liam? —jadea.           
—A ti —gimo.           
—¿Dónde?           
—En la cama.           
Me suelta, me coge en brazos y me lleva deprisa y sin aparente esfuerzo a mi dormitorio. Me deja de pie junto a la cama, se inclina y enciende la luz de la mesita. Echa una ojeada rápida a la habitación y se apresura a correr las cortinas beige.            
—¿Ahora qué? —dice en voz baja.           
—Hazme el amor.           
—¿Cómo?           
Madre mía.           
—Tienes que decírmelo, nene.           
Por Dios…           
—Desnúdame —digo ya jadeando.           
Él sonríe, mete el dedo índice en la abertura de mi camisa y tira hacia él.          
 —Buen chico —murmura, y sin apartar sus ardientes ojos de mí, empieza a desabrocharme despacio.           
Con cuidado, apoyo las manos en sus brazos para mantener el equilibrio. Él no protesta. Sus brazos son una zona segura. Cuando ha terminado con los botones, me saca la camisa por debajo de los hombros, y yo le suelto para dejar que la prenda caiga al suelo. Él se inclina hasta la cintura de mis vaqueros, desabrocha el botón y baja la cremallera.           
—Dime lo que quieres, Liam.           
Le centellean los ojos. Separa los labios y respira entrecortadamente.           
—Bésame desde aquí hasta aquí —susurro deslizando un dedo desde la base de la oreja hasta la garganta.           
Él me aparta el pelo de esa línea de fuego y se inclina, dejando un rastro de besos suaves y cariñosos por el trazado de mi dedo, y luego de vuelta.           
—Mis vaqueros y el boxer —murmuro, y él, pegado a mi cuello, sonríe antes de dejarse caer de rodillas ante mí.           
Oh, me siento tan poderoso. Mete los pulgares en mis pantalones y me los quita con cuidado por las piernas junto con mi boxer. Yo doy un paso al lado para librarme de los zapatos y la ropa, de manera que me quedo solo con una playera tipo sport. Él se para y alza la mirada expectante, pero no se levanta.           
—¿Ahora qué, Liam?           
—Bésame —musito.           
—¿Dónde?           
—Ya sabes dónde.           
—¿Dónde?           
Ah, es implacable. Avergonzado, señalo rápidamente la cúspide de mis muslos y él sonríe de par en par. Cierro los ojos, mortificado pero al mismo tiempo increíblemente excitado.           
—Oh, encantado —dice entre risas.           
Me besa y despliega la lengua, su lengua experta en dar placer. Yo gimo y me agarro a su cabello. Él no para, me rodea el esfínter con la lengua y me vuelve loco, una vez y otra, una vuelta y otra. Ahhh… solo hace… ¿cuánto? Oh…           
—Zayn, por favor —suplico.           
No quiero correrme de pie. No tengo fuerzas.           
—¿Por favor qué, Liam?           
—Hazme el amor.           
—Es lo que hago —susurra, exhalando suavemente en mi entrepierna.           
—No. Te quiero dentro de mí.           
—¿Estás seguro?           
—Por favor.           
No ceja en su exquisita y dulce tortura. Gimo en voz alta.           
—Zayn… por favor.           
Se levanta y me mira de arriba abajo, y en sus labios brilla la prueba de mi excitación.           
Es tan erótico…           
—¿Y bien? —pregunta.           
—¿Y bien, qué? —digo sin aliento y mirándole con un ansia febril.           
—Yo sigo vestido.           
Le miro boquiabierto y confundido.           
¿Desnudarle? Sí, eso puedo hacerlo. Me acerco a su camisa y él da un paso atrás.           
—Ah, no —me riñe.           
Por Dios, quiere decir los vaqueros.
Uf… y eso me da una idea. La diosa que llevo dentro me aclama a gritos y me pongo de rodillas ante él. Con dedos temblorosos y bastante torpeza, le desabrocho el cinturón y la bragueta, después tiro de sus vaqueros y sus calzoncillos hacia abajo, y lo libero. Wow.            
Alzo la vista a través de las pestañas, y él me está mirando con… ¿qué? ¿Inquietud? ¿Asombro? ¿Sorpresa?           
Da un paso a un lado para zafarse de los pantalones, se quita los calcetines, y yo lo tomo en mi mano, y aprieto y tiro hacia atrás como él me ha enseñado. Gime y se tensa, respirando con dificultad entre los dientes apretados. Con mucho tiento, me meto su miembro en mi boca y chupo… fuerte. Mmm, sabe tan bien…           
—Ah. Li… oh, despacio.           
Me coge la cabeza tiernamente, y yo le empujo más al fondo de mi boca, y junto los labios, tan fuerte como puedo, me cubro los dientes y chupo fuerte.            
—Joder —masculla.           
Oh, es un sonido agradable, sugerente y sexy, así que vuelvo a hacerlo, hundo la boca hasta el fondo y hago girar la lengua alrededor de la punta. Mmm… me siento como Afrodita.           
—Li, ya basta. Para.            
Vuelvo a hacerlo (suplica, Malik, suplica), y otra vez.           
—Li, ya has demostrado lo que querías —gruñe entre dientes—. No quiero correrme en tu boca.           
Lo hago otra vez, y él se inclina, me agarra por los hombros, me pone en pie de golpe y me tira sobre la cama. Se quita la camisa por la cabeza, y luego, como un buen chico, se agacha para sacar un paquetito plateado del bolsillo de sus vaqueros tirados en el suelo. Está jadeando, como yo.           
—Quítate la sport —ordena.           
Me incorporo y hago lo que me dice.           
—Túmbate. Quiero mirarte.           
Me tumbo, y alzo la vista hacia él mientras saca el condón. Le deseo tanto. Me mira y se relame.           
—Eres precioso, Liam Payne.           
Se inclina sobre la cama, y lentamente se arrastra sobre mí, besándome al hacerlo. Besa mis dos pechos y juguetea con mis tetillas por turnos, mientras yo jadeo y me retuerzo debajo de él, pero no se detiene.           
No… Para. Te deseo.           
—Zayn, por favor.           
—¿Por favor, qué? —murmura entre mis pechos.          
 —Te quiero dentro de mí.           
—¿Ah, sí?           
—Por favor.
Sin dejar de mirarme, me separa las piernas con las suyas y se mueve hasta quedar suspendido sobre mí. Sin apartar sus ojos de los míos, se hunde en mi interior con un ritmo deliciosamente lento.           
Cierro los ojos, deleitándome en la lentitud, en la sensación exquisita de su posesión, e instintivamente arqueo la pelvis para recibirle, para unirme a él, gimiendo en voz alta. Él se retira suavemente y vuelve a colmarme muy despacio. Mis dedos encuentran el camino hasta su pelo sedoso y rebelde, y él sigue moviéndose muy despacio, dentro y fuera una y otra vez.           
—Más rápido, Zayn, más rápido… por favor.           
Baja la vista, me mira triunfante y me besa con dureza, y luego empieza a moverse de verdad —castigador, implacable… oh, Dios—, y sé que esto no durará mucho. Adopta un ritmo palpitante. Yo empiezo a acelerarme, mis piernas se tensan debajo de él.           
—Vamos, nene —gime—. Dámelo.           
Sus palabras son mi detonante, y estallo de forma escandalosa, arrolladora, en un millón de pedazos en torno a él, y él sigue gritando mi nombre.           
—¡Li! ¡Oh, joder, Li!            
Se derrumba encima de mí, hundiendo la cabeza en mi cuello.
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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por Lohan212 Vie 03 Oct 2014, 7:29 pm

Ya empiezo a leer!!!! Gracias por seguirla!
Lohan212
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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por Lohan212 Mar 07 Oct 2014, 1:41 pm

CONTINUALAAAA Por favor #Suplicante "Zayn doméstico" ahahaha es muy genial que hayan regresado :') No puedo esperar a que la sigas hazlo pronto. Saludos!!
Lohan212
Lohan212


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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 06 Nov 2014, 7:17 pm

pashaline_05 escribió:CONTINUALAAAA Por favor #Suplicante "Zayn doméstico" ahahaha es muy genial que hayan regresado :') No puedo esperar a que la sigas hazlo pronto. Saludos!!
Hola:)
Una enorme disculpa por no subir antes, pero he tenido algunos problemas personales y con mi internet, pero ya estoy de regreso, espero que te guste, ya actualizaré más pronto, lo prometo
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Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras Ziam

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