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"Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 3 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
AWWWWWWWWWWWWWW !
KFJHLKSDJHFJHFÑSF
ME ENCANTO!
QUE ROMANTICO ! *O*
SIGUELA TE LO SUPLICO !!!!!!!!!!!
KFJHLKSDJHFJHFÑSF
ME ENCANTO!
QUE ROMANTICO ! *O*
SIGUELA TE LO SUPLICO !!!!!!!!!!!
locasxjonas
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Siguelaaa por amor de diosss!
Esta novee cada dia me adictaa mass!
Siguelaa porfisss!
Siguelaaaaaa
Amoo como escribess!
Att: tu megaa adictisiimaa lectoraa!
Esta novee cada dia me adictaa mass!
Siguelaa porfisss!
Siguelaaaaaa
Amoo como escribess!
Att: tu megaa adictisiimaa lectoraa!
Yhosdaly
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
hola nueva lectora :D
me encanta tu nove
segui pronto
me encanta tu nove
segui pronto
aranzhitha
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Diosss siguelaa
Newuaa te pasamos de paginaa!
Siguelaa
Siguela
Siguela
Siguela
Newuaa te pasamos de paginaa!
Siguelaa
Siguela
Siguela
Siguela
Yhosdaly
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
me encanto el ultimo capitulo :)
me encantan los italianos, son tan sexis :twisted:
quiero conocer uno
por cierto quiero un capi
me encantan los italianos, son tan sexis :twisted:
quiero conocer uno
por cierto quiero un capi
aranzhitha
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
DIOS, ME FASCINA SÍGUELA
POR FAVOR!!! :)
POR FAVOR!!! :)
Marce
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Siguelaaa qeremos cap...
Joe com la deja ir así!:/
Siguelaaaa :)
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
ohhh mamasitaa ese capiii si k a sido de lo lindoo noo¿?¿?¿? me rekete-encantoo"!"!"!"!"! esta super-mega-hiper-chula :D hahahha siguelaa ohh k sexy fue joe noo¿?¿?¿? y la rayiz no se keda a tras eeeeeeeeeeeee ¬¬ :P hahhahh siguela me encantaaa ahyy espero k se vuelvan a encontrar enseriiitoo ojalaaa k sea pronntoo haha siguelaaa :lol!:
Invitado
Invitado
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
omj noooo como asi
no sevan a ver mas :(
que trsite s
iguela menecanta
no sevan a ver mas :(
que trsite s
iguela menecanta
andreita
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Diiiioooooooos *,* esta demasiado buena *W* Sube pronto *W*
Little'Skyscraper
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Capítulo-.5
ServidasXD Un beso, ciao♥
Las luces de Londres parecían alargarse indefinidamente. ___(Tn) tenía la impresión de que llevaban horas sobrevolando la ciudad. ¿Cuándo aterrizarían? Los nervios le aceleraron el pulso, en parte de emoción, en parte de ansia. Por primera vez en su vida, no sabía lo que iba a hacer a continuación.
Joseph dominaba sus pensamientos. Y su cuerpo, irritado y dolorido, le recordaba con cada movimiento la pasión que habían compartido. No se arrepentía ni se avergonzaba, todo había sido tan natural... Su parte romántica deseaba que hubiera durado, que hubiera habido más. El beso frente al albergue había alimentado aún más su deseo. No se imaginaba respondiendo con tanta entrega a nadie que no fuera él.
Maldición. Él estaba en Italia y ella en Inglaterra. Y nunca volverían a verse.
Se obligó a concentrarse en Kate. Iban a Londres a que alcanzara el éxito, y lo haría porque no había nada más importante para ella. Le gustaba poder ayudarla: la acompañaría tocando en sus audiciones, la ayudaría a practicar... Llevaba toda la vida colocando a los demás por delante de ella. Pero sabía que debía solucionar sus propios problemas pronto, en cuanto su hermana se estabilizara. Porque su vida iba a cambiar, después de Joseph ya nada sería igual.
Sonrió, al tiempo que el avión aterrizaba.
A la salida del aeropuerto, Kate advirtió que un chófer sostenía un cartón con sus nombres. ___(Tn) se acercó a él, con el corazón disparado preguntándose qué mensaje tendría para ellas. El hombre las saludó con una inclinación de cabeza y una amplia sonrisa.
-Me han encargado llevarlas a donde deseen.
En italiano. ___(Tn) casi se quedó sin aliento. ¿Podría llevarlas a Italia? Sí, ¡por favor!
-¿Quién se lo ha encargado? -inquirió, sin atreverse a soñar con la respuesta.
-Joseph Jonas.
A ___(Tn) le invadió la alegría.
-Graccie -respondió tímidamente, sonriendo.
¿Joseph había organizado aquello? ¿Cómo?
El conductor sonrió más ampliamente, se hizo cargo de las maletas y las condujo al coche. Kate rió feliz. No se trataba de un taxi, sino de un coche elegante y potente, más grande incluso que el que utilizaba Joseph en Verona.
___(Tn) se sintió una farsante al llegar al modesto alojamiento en un coche tan lujoso.
Mientras sacaban las maletas, no supo si debía o no dar propina al chófer, así que sacó el monedero para curarse en salud. Él lo vio y negó con la cabeza.
-No, por favor. Joseph es un buen jefe, pero me despediría en el acto si acepto dinero de usted -informó, y dejó las maletas en recepción.
___(Tn) se ilusionó de pies a cabeza. ¿Dónde estaba Joseph? ¿Qué quería? Pero no hubo ningún mensaje, ninguna nota, nada. Y el chófer, su último enlace con él, sonrió y se marchó sin más.
Para cuando ___(Tn) subió a su habitación, Kate ya se había apropiado de la litera de arriba y estaba sacando un sobre. Uno que ___(Tn) había visto demasiadas veces para su gusto.
-¿Crees que es muy tarde para telefonear a este hombre?
-¿A ti qué te parece? -respondió, incapaz de disimular su enfado, mientras señalaba la noche oscura.
Kate no se dio cuenta. Leyó la nota por millonésima vez.
-Creo que todo va a salir bien ¡fuimos muy afortunadas de conocerlo!
___(Tn) ya no estaba tan segura. Contempló la letra firme de Joseph, facilitando los detalles de un directivo en un sello discográfico internacional. Le dolía la manera en que él había movido los hilos en favor de su hermana, y sin embargo con ella no había hecho ningún intento de seguir en contacto. De hecho, la nota que le había dado a Kate estaba escrita en papel de carta de un hotel, sin una dirección, un e-mail ni nada que le permitiera ponerse en contacto con él de nuevo. Él le había dicho que sólo podía ofrecerle un recuerdo y, aunque su mente lo aceptaba, su corazón no lo conseguía. No podía dejar de preguntarse por qué había enviado a su chófer. ¿Y por qué no le había dejado un mensaje?
El dolor no se iría fácilmente, ni tampoco morirían enseguida sus esperanzas.
-Vete a dormir, Kate -murmuró, y se echó en la litera de abajo.
Intentó no hablar ni pensar en él, y deseó poder apartarlo y contemplarlo como un recuerdo. Falló en dos de las tres cosas.
Tres semanas después, ___(Tn) caminaba tranquilamente de regreso al albergue. Se hallaba en el mismo punto que cuando había aterrizado. En teoría, debería haber encontrado un empleo pronto. Había trabajado muchos años, al principio como dependienta, había ido subiendo hasta alcanzar el puesto de gerente y tenía fabulosas referencias. Pero, en lugar de ella, había sido Kate quien había conseguido empleo en una tienda de música, quien se había alquilado una habitación y quien había telefoneado al contacto de Joseph. Las cosas empezaban a cambiar. El hombre había estado esperando esa llamada, la habían invitado a una audición y ella los había impresionado.
Sin embargo, a ___(Tn) no le había sucedido nada parecido. Pero había sido decisión suya. Después de lo ocurrido en Italia, de experimentar ese placer, descubrir una identidad aparte de Kate, darse cuenta de lo que se había estado perdiendo... lo último que quería era recrear la vida que tenía en Nueva Zelanda. Quería una vida nueva, suya, y por eso no había buscado empleo de dependienta. Tan sólo necesitaba decidir qué tipo de empleo deseaba, algo que no era tan fácil. Pero había ahorrado mucho, podía vivir frugalmente y así disponer de más tiempo para pensárselo.
Se paseaba por las calles y los lugares turísticos, empapándose de todo. Sabía que no quería regresar a Nueva Zelanda, pero tampoco estaba segura de querer quedarse en Londres. Así que exploraba la ciudad mientras podía.
No tener ninguna responsabilidad le provocaba una sensación extraña. Por primera vez en su vida, no tenía que cocinar para nadie, ni cuidar de nadie. No tenía horarios ni obligaciones. No tenía ninguna exigencia real. ¿Acaso no había soñado con eso desde hacía mucho? Por fin, era libre de observar y no hacer nada. Pero estar sola, sintiéndose sola a veces, no era tan divertido como debería haber sido.
Oyó cerrarse una puerta cerca y se giró. Reconoció el coche gris. Tuvo que esforzarse para seguir caminando en línea recta, pero se rindió, deteniéndose y viendo a Joseph llegar a su lado.
-___(Tn)...
Su acento extranjero era más pronunciado que la primera vez que habían hablado. Ella se mordió el labio por dentro para contener el impulso de ir hacia él y decirle lo mucho que se alegraba de verlo, porque no estaba segura de qué hacía él allí. ¿Realmente estaba allí?
Él dio otro paso y la tomó de la mano. Era él, real, lleno de vitalidad y con un traje tan ajustado, que ella tuvo que cerrar los ojos un instante.
-¿Qué haces aquí?
¿Esa voz suave era la suya?
-Quería ver cómo te iba -murmuró él e inspiró hondo-. Todavía vives en el albergue.
-Sí.
-Sin embargo, Kate vive en un piso. ¿Cómo ha sucedido?
Ése era Joseph, siempre directo al grano. ___(Tn) advirtió el juicio en su pregunta. Debía de haberse enterado por su colega de la industria musical.
-Es joven -comenzó ___(Tn)-, y está disfrutando la libertad de la vida adulta. No la juzgues.
-¿Qué me dices de tu libertad? ¿Qué hacías tú cuando tenías dieciocho años?
-Lo mío fue diferente. Me alegra que Kate no tenga que enfrentarse a lo mismo que yo.
Kate había hecho amigos, estaba trabajando duro y divirtiéndose. ¿Por qué no iba a hacerlo?
-Tal vez. Pero no ha mostrado ni una pizca de lealtad.
-Yo le dije que se marchara.
Nunca había querido retener a Kate, su único objetivo había sido verla volar. Tan sólo, no esperaba que sucediera tan pronto.
-Aun así, no debería haberlo hecho. Su familia debería significar más para ella.
La parte dolida de ___(Tn) estaba de acuerdo con él, pero no podía decírselo, no podía admitir los fallos de Kate; su propio sentido de lealtad no se lo permitía. Darse cuenta de que su hermana pequeña ya era adulta y no la necesitaba, la había herido en lo más vivo, sobre todo porque la había pillado desprevenida. Era ella quien todavía estaba decidiendo qué rumbo quería tomar, y no necesitaba que él insistiera en ese punto. ¿Qué estaba haciendo él allí?
-He estado en Milán.
Joseph cambió bruscamente de tema al ver que ella se entristecía. No había pretendido herirla, sólo quería saber qué estaba ocurriendo.
-Volví a Londres ayer por la noche -añadió.
No le contó que había adelantado su regreso casi una semana porque necesitaba verla. Y, una vez que la tenía delante, se moría de ganas de tenerla entre sus brazos. Quería ver fuego en su mirada, no el dolor que ahora destilaba. Pero ella se había quedado inmóvil. Tal vez él no debería haber mencionado a Kate, pero se había quedado perplejo al enterarse de que la joven se había mudado con otros aspirantes a artistas y casi se había olvidado de ___(Tn). Había mandado a su chófer al aeropuerto para que llegaran sanas y salvas a su albergue, pero también para conocer dónde se alojaban. Desde el principio, había sabido que volvería a ver a ___(Tn).
No podía dejar de mirarla.
-Entonces, ¿por qué estás aquí ahora?
Sus dedos temblorosos la delataron.
-Porque te echaba de menos.
Joseph notó cómo todo su cuerpo se tensaba ante aquella admisión, y ante su deseo. Tuvo que luchar contra el impulso de atraerla hacia sí y fundirse con ella a la perfección.
-¿Y qué más?
¿Era furia o pasión lo que imprimía ese brillo a sus ojos verdes? Él no pudo resistirse, no pudo contener sus palabras.
-Porque quería verte de nuevo.
-Pues ya estás viéndome.
-Ya sabes a qué me refiero.
-¿Quieres volver a hacer cosas malas conmigo? -lo desafió ella, mirándolo intensamente.
-¿Cosas malas? -repitió él, devolviéndole el desafío.
Ella cerró los ojos.
-Cosas salvajes.
Había sido una tarde salvaje y maravillosa, pero él se negaba a considerarlo algo malo, ambos lo habían deseado. Todavía lo deseaban, sólo tenía que lograr que ella lo admitiera. Lo único que quería era otro revolcón juntos. Odiaba admitirlo, pero una vez no había sido suficiente.
-Di que sí, ___(Tn), y podríamos repetirlo.
___(Tn) luchó contra la satisfacción que la invadía. Él todavía la deseaba. Había ido a buscarla por esa razón: un deseo implacable.
¿Acaso ella no llevaba días sufriéndolo también? Pero intentó que su lado racional se impusiera al instinto básico que la dominaba. Aquello era diferente, podía terminar en un problema. Tal y como había sucedido, ella se había sentido en inferioridad. Aquella vez tenía que ser diferente, tenía que haber más.
Inspiró hondo y habló lentamente.
-Esa tarde tuvo de todo, fue perfecta. ¿Deberíamos arriesgarnos a arruinar su recuerdo?
-Sí -afirmó él sin dudar.
-¿Por qué?
Él se acercó un paso más.
-Porque no fue perfecta. Nos quedamos con ganas -respondió, inclinándose sobre ella.
___(Tn) sintió un cosquilleo en los labios ante la cercanía y los recuerdos del pasado mezclándose con el presente. Le parecía natural y adecuado ir un poco más allá.
Posó su boca sobre la de él. La habría entreabierto y lo habría acogido si él no se hubiera apartado. Pero lo hizo, unos centímetros, y ella no pudo controlar su gemido de frustración.
Joseph sonrió levemente y la miró con determinación.
-¿Lo ves?
A su alrededor, pasaban los trabajadores regresando a sus hogares, yendo al gimnasio, a sus actividades tras una dura jornada en la oficina. Pero en el espacio en el que ___(Tn) y Joseph se encontraban, había quietud, aparte de su respiración pausada.
-Vamos a cenar -sugirió él.
-No voy vestida para ir a un restaurante.
Vio que él la recorría con la mirada y supo lo que estaba pensando: encantado, él se la merendaría allí mismo.
-Cena. Ahora -dijo él, como si hubiera perdido la capacidad para formar frases.
-De acuerdo.
Igual que ella había perdido la capacidad de pensar.
Conforme ___(Tn) miraba por la ventana, todo su cuerpo se estremeció al recordar el éxtasis alcanzado. Sólo podía atender a su pulso acelerado, no a las razones de su mente. Una parte de su tensión provenía de cautela, el resto de añoranza. Él tenía la vista clavada en la carretera y el ceño fruncido, demasiado concentrado para el poco tráfico que había.
-¿Has tenido mucho trabajo? -preguntó ella
Era algo sin importancia, pero necesitaba romper el silencio.
-Mucho -respondió él, y fue evidente que se esforzó por continuar-. Siempre hay mucho que hacer, pero en las dos últimas semanas las cosas han sido una auténtica locura. ¿Y tú? ¿Has encontrado empleo?
-No he buscado mucho. Todavía estoy decidiendo a qué me quiero dedicar.
-¿Y estás disfrutando de no trabajar?
-No echo de menos estar de pie todo el día -dijo ella y rió-. Es extraño no tener que estar en algún sitio a una hora concreta, ni tener la obligación de socializar.
Había pasado más de un día sin hablar con nadie, en aquella dudad superpoblada.
-¿Qué has hecho estos días?
-Caminar, hacer turismo. Hay muchas cosas que ver en Londres.
-Total, que te has pasado de pie todo el día -bromeó él.
-Es un poco diferente -dijo ella con una sonrisa.
Al poco tiempo, estaban de regreso en el corazón de la ciudad. Joseph dejó el coche en el aparcamiento y acompañó a ___(Tn) a la puerta de su casa. Al entrar, desactivó la alarma. Ella accedió a un vestíbulo acogedor y espacioso, de colores relajantes y suelo de madera. Amplia, de techos altos y puertas grandes, y con una larga escalera, la casa era muy bonita.
Joseph no se detuvo a hacerle un recorrido, la llevó directamente a la cocina al fondo de la planta baja y encendió el horno. Luego sacó una botella de vino tinto y un paquete de colines. ___(Tn) observó cada movimiento lleno de seguridad de aquel cuerpo bello y fuerte. Se le estaba haciendo la boca agua, y no era por la comida.
Lo vio sacar una bandeja del horno repleta de verduras, asadas a la perfección, como acompañamiento a un trozo de carne en el centro.
-¿Algo que habías preparado antes? -inquirió, maravillada.
Él esbozó una medio sonrisa.
-Tengo asistenta, Micaela. Trabaja de lunes a viernes, y los fines de semana cuando es necesario.
Por supuesto que él tenía empleados en su casa, a ella le parecía bien. Había sido idea suya, igual que el picnic en Verona. Los recuerdos activaron sus músculos. ___(Tn) agarró el paquete de colines, lo que fuera con tal de mantener las manos lejos de él. El dolor de su interior iba en aumento: lo tenía tan cerca, y lo deseaba tanto...
-¿Tienes hambre? -preguntó él, atento a la bandeja hasta dejarla en la mesa de la cocina.
___(Tn) respondió con un sonido, porque no se sentía capaz de hablar. Tenía la voz ronca de deseo.
Él se giró y la fulminó con sus atentos ojos:
-No te contengas, ___(Tn).
Ella se liberó de aquella intensa mirada y sacó otro colín del paquete. Entonces, él dio dos pasos y se internó en su espacio, obligándola a mirarlo. ___(Tn) supo que comprendía lo mucho que lo deseaba. Y, como para probarlo, él le acarició el cuello, bajó por su escote y posó una mano en su seno acariciándole el pezón erecto igual que semanas antes.
El colín se hizo pedazos.
Una sonrisa iluminó el rostro de él. Su otra mano se deslizó pierna arriba, debajo de la falda y hasta las bragas. ___(Tn) ahogó un grito de placer cuando él rebasó el elástico y empezó a acariciarla en su cálida humedad.
-Joseph...
-Si estás hambrienta, ___(Tn) -le instruyó él solemnemente-, no deberías contenerte. Nunca.
Así que no lo hizo, no podía. Por dentro era lava pura. Siempre se había creído racional, juiciosa, fría, pero estaba toda excitada y ardiente. Comenzó a mover su pelvis contra la mano de él, lo besó con la boca entreabierta y ansiosa, lo recorrió con sus manos.
Él gimió conforme introducía más profundamente sus dedos.
-Llevo deseando hacer esto de nuevo desde que te dejé en Verona.
-¿Y por qué has tardado tanto?
-Soy terco.
-¿Por qué quieres luchar contra ello? -inquirió ella jadeante.
Le bajó los pantalones bruscamente y le rodeó el miembro con las manos, íntima y exigente. Todo se desató: el beso fue duro y apasionado, y sus manos provocaron mucho más, hasta que ambos estaban temblando. Los dientes mordisquearon las lenguas penetraron, y a pesar de eso, para ella no era suficiente. Gimió cuando él separó su boca.
-Así no es como... -dijo, y al mirarla a los ojos el fuego explotó entre ellos, incandescente e imparable.
Sonriendo, ella lo agarró de la nuca y lo atrajo hacia su boca hambrienta. Pasaron momentos, minutos, horas, perdidos en otro beso tan apasionado que casi dolía.
Él la sujetó de los brazos.
-No. Antes tenemos que hablar. Y antes de eso, deberíamos comer.
-No voy a desmayarme por no comer todavía. Hablemos entonces -le espetó ella, frustrada.
Él la miró intensamente.
-Esto sólo puede ser una aventura, ___(Tn). Es todo lo que puedo ofrecer.
-¿Por qué?
¿Por qué poner límites antes de que realmente hubiera comenzado? ¿Por qué no esperar a ver por dónde transcurría?
Silencio. Y la mirada de él cada vez más sombría.
-¿Alguien te hizo daño, Joseph?
-Mucho.
-Yo no te haré daño.
Él le gustaba. Quería conocerlo más.
-Lo sé -afirmó él rotundo-, porque no te lo permitiré.
La soltó.
-Pero yo tampoco quiero hacerte daño a ti.
-¿Quién dice que lo harás?
Posó sus manos sobre el pecho de él, molesta por su arrogancia.
-Tal vez lo único que quiero de ti es eso, sexo apasionado y nada más.
Él la miró con el ceño fruncido.
-Ya que estamos siendo sinceros, déjame aclarar algo: yo no tengo pareja, no me comprometo. Estuve casado una vez y no lo repetiré.
Ella se tensó, absorbiendo el impacto de aquellas palabras, pero él continuó con su brutal sinceridad.
-Nada de compromiso, ___(Tn). Nada de ataduras. Sabiendo eso, ¿deseas continuar?
Ella miró sus ojos sombríos, sus rasgos, su piel cetrina, su boca carnosa. ¿Sólo unas cuantas noches de enloquecedora pasión? Ya era demasiado tarde.
-¿Acaso no acabo de decirlo? Sexo apasionado y nada más. Digamos que te considero mi aventura amorosa vacacional.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Entonces, que así sea -dijo él, e impidió cualquier otro pensamiento con pocas palabras y mucha acción.
Sus manos invadieron íntimamente el cuerpo de ella, su boca la buscó ansiosa, bloqueando cualquier otra cosa que no fueran puras sensaciones. Aquella pasión, nacida de deseo contenido y repentina ira, la acercó rápidamente al clímax. De nuevo, posó sus manos en lo que deseaba tener en su interior y lo atrajo hacia sí, cada vez más rápida y firmemente.
Él se puso un preservativo y, ambos vestidos, con la cena esperando, se entrelazaron íntimamente, a un ritmo frenético y desesperado para alcanzar el placer. Segundos después, sus cuerpos se estremecían violentamente.
Tras el eco de sus gritos, sólo se oía su respiración acelerada. ___(Tn) abrió los ojos y advirtió cierto arrepentimiento en los de él.
-Vaya... -murmuró él-, creo que eso era el aperitivo.
Ella inspiró hondo, dio un paso atrás, se apoyó en la encimera a su espalda e intentó comportarse con normalidad, como si aquel derretirse fuera algo habitual.
-Estoy deseando probar el plato principal.
Él enarcó las cejas.
-Pues yo estoy deseando llegar al postre.
Joseph se ruborizó. Ella no había pretendido... Vio que él le guiñaba un ojo y, con las mejillas encendidas, se dio la vuelta y se arregló la ropa. Cuando hubo reunido el valor y la calma para girarse de nuevo, vio que él también se había recompuesto.
Joseph se concentró en servir la cena, rápida y eficientemente. ___(Tn) se concentró en respirar y mantenerse en pie.
-¿Estás bien? -le preguntó él.
-Eso creo.
-Comamos, ¿de acuerdo?
La cena fue divina: carne que se deshacía en la boca, verduras marinadas... pero la mente de ___(Tn) estaba demasiado acelerada como para apreciarlo de verdad.
Él sujetó el tenedor con la mano izquierda, mientras con la otra mano agarró la de ella. No de manera posesiva ni sexual. Era simplemente un deseo de estar en contado. Ella lo apreciaba, necesitaba esa conexión. Aunque entre los dos no hubiera algo a largo plazo, necesitaba saber que se cuidaban mutuamente.
-¿Tienes teléfono móvil?
-La semana pasada me compré uno de prepago.
Para responder a las llamadas de agencias de empleo a las que todavía tenía que apuntarse. Para mantener el contado con su hermana, que estaba demasiado ocupada como para preocuparse por ella.
-Voy a darte mi número -anunció él, tras retirar los platos, tomándola en sus brazos-. Esta vez no me conformaré con un solo bocado, quiero el banquete completo.
La besó apasionadamente y la llevó en brazos a una habitación fresca e impersonal.
-¿No es tu dormitorio? -inquirió ella, con la visión borrosa.
-Mi dormitorio está desordenado, no puedo permitir que lo veas en ese estado -respondió él, y la besó de nuevo, hasta que a ella dejó de importarle nada que no fuera tenerlo dentro de sí.
Después, tumbada exhausta y satisfecha, ___(Tn) empezó a preguntarse qué sucedería a continuación. Decidió tantear el terreno.
-Debería regresar al albergue.
Él, a su lado, no dijo nada.
-Todas mis cosas están allí -añadió ella.
-Te llevaré.
___(Tn) se dijo que no debería sentir aquella desilusión, cuando la esperaba, pero igualmente se le encogió el corazón. El no quería que se quedara ni siquiera el resto de la noche. Su aventura tan sólo suponía cubrir una urgencia, rascarse la herida y nada más.
Se vistió rápidamente, mientras él se marchaba a cambiarse de ropa, negándose a permitir que el vacío que sentía acabara con su satisfacción. Según bajaba al salón, su corazón se endureció. Aquello era su regalo, ¿no se acordaba? Era su oportunidad de dar y recibir lo que ella deseaba. Y todavía lo deseaba.
Él estaba esperándola, vestido con vaqueros y camiseta, totalmente apetecible.
El trayecto al albergue transcurrió en silencio. Al llegar, él detuvo el coche en la puerta y se desabrochó el cinturón de seguridad.
-No entres -rogó ella, queriendo conservar algo del placer que habían experimentado.
Él no la besó, pero la miró tan ardientemente que fue como si lo hubiera hecho.
-Estaré en contacto.
Joseph dominaba sus pensamientos. Y su cuerpo, irritado y dolorido, le recordaba con cada movimiento la pasión que habían compartido. No se arrepentía ni se avergonzaba, todo había sido tan natural... Su parte romántica deseaba que hubiera durado, que hubiera habido más. El beso frente al albergue había alimentado aún más su deseo. No se imaginaba respondiendo con tanta entrega a nadie que no fuera él.
Maldición. Él estaba en Italia y ella en Inglaterra. Y nunca volverían a verse.
Se obligó a concentrarse en Kate. Iban a Londres a que alcanzara el éxito, y lo haría porque no había nada más importante para ella. Le gustaba poder ayudarla: la acompañaría tocando en sus audiciones, la ayudaría a practicar... Llevaba toda la vida colocando a los demás por delante de ella. Pero sabía que debía solucionar sus propios problemas pronto, en cuanto su hermana se estabilizara. Porque su vida iba a cambiar, después de Joseph ya nada sería igual.
Sonrió, al tiempo que el avión aterrizaba.
A la salida del aeropuerto, Kate advirtió que un chófer sostenía un cartón con sus nombres. ___(Tn) se acercó a él, con el corazón disparado preguntándose qué mensaje tendría para ellas. El hombre las saludó con una inclinación de cabeza y una amplia sonrisa.
-Me han encargado llevarlas a donde deseen.
En italiano. ___(Tn) casi se quedó sin aliento. ¿Podría llevarlas a Italia? Sí, ¡por favor!
-¿Quién se lo ha encargado? -inquirió, sin atreverse a soñar con la respuesta.
-Joseph Jonas.
A ___(Tn) le invadió la alegría.
-Graccie -respondió tímidamente, sonriendo.
¿Joseph había organizado aquello? ¿Cómo?
El conductor sonrió más ampliamente, se hizo cargo de las maletas y las condujo al coche. Kate rió feliz. No se trataba de un taxi, sino de un coche elegante y potente, más grande incluso que el que utilizaba Joseph en Verona.
___(Tn) se sintió una farsante al llegar al modesto alojamiento en un coche tan lujoso.
Mientras sacaban las maletas, no supo si debía o no dar propina al chófer, así que sacó el monedero para curarse en salud. Él lo vio y negó con la cabeza.
-No, por favor. Joseph es un buen jefe, pero me despediría en el acto si acepto dinero de usted -informó, y dejó las maletas en recepción.
___(Tn) se ilusionó de pies a cabeza. ¿Dónde estaba Joseph? ¿Qué quería? Pero no hubo ningún mensaje, ninguna nota, nada. Y el chófer, su último enlace con él, sonrió y se marchó sin más.
Para cuando ___(Tn) subió a su habitación, Kate ya se había apropiado de la litera de arriba y estaba sacando un sobre. Uno que ___(Tn) había visto demasiadas veces para su gusto.
-¿Crees que es muy tarde para telefonear a este hombre?
-¿A ti qué te parece? -respondió, incapaz de disimular su enfado, mientras señalaba la noche oscura.
Kate no se dio cuenta. Leyó la nota por millonésima vez.
-Creo que todo va a salir bien ¡fuimos muy afortunadas de conocerlo!
___(Tn) ya no estaba tan segura. Contempló la letra firme de Joseph, facilitando los detalles de un directivo en un sello discográfico internacional. Le dolía la manera en que él había movido los hilos en favor de su hermana, y sin embargo con ella no había hecho ningún intento de seguir en contacto. De hecho, la nota que le había dado a Kate estaba escrita en papel de carta de un hotel, sin una dirección, un e-mail ni nada que le permitiera ponerse en contacto con él de nuevo. Él le había dicho que sólo podía ofrecerle un recuerdo y, aunque su mente lo aceptaba, su corazón no lo conseguía. No podía dejar de preguntarse por qué había enviado a su chófer. ¿Y por qué no le había dejado un mensaje?
El dolor no se iría fácilmente, ni tampoco morirían enseguida sus esperanzas.
-Vete a dormir, Kate -murmuró, y se echó en la litera de abajo.
Intentó no hablar ni pensar en él, y deseó poder apartarlo y contemplarlo como un recuerdo. Falló en dos de las tres cosas.
Tres semanas después, ___(Tn) caminaba tranquilamente de regreso al albergue. Se hallaba en el mismo punto que cuando había aterrizado. En teoría, debería haber encontrado un empleo pronto. Había trabajado muchos años, al principio como dependienta, había ido subiendo hasta alcanzar el puesto de gerente y tenía fabulosas referencias. Pero, en lugar de ella, había sido Kate quien había conseguido empleo en una tienda de música, quien se había alquilado una habitación y quien había telefoneado al contacto de Joseph. Las cosas empezaban a cambiar. El hombre había estado esperando esa llamada, la habían invitado a una audición y ella los había impresionado.
Sin embargo, a ___(Tn) no le había sucedido nada parecido. Pero había sido decisión suya. Después de lo ocurrido en Italia, de experimentar ese placer, descubrir una identidad aparte de Kate, darse cuenta de lo que se había estado perdiendo... lo último que quería era recrear la vida que tenía en Nueva Zelanda. Quería una vida nueva, suya, y por eso no había buscado empleo de dependienta. Tan sólo necesitaba decidir qué tipo de empleo deseaba, algo que no era tan fácil. Pero había ahorrado mucho, podía vivir frugalmente y así disponer de más tiempo para pensárselo.
Se paseaba por las calles y los lugares turísticos, empapándose de todo. Sabía que no quería regresar a Nueva Zelanda, pero tampoco estaba segura de querer quedarse en Londres. Así que exploraba la ciudad mientras podía.
No tener ninguna responsabilidad le provocaba una sensación extraña. Por primera vez en su vida, no tenía que cocinar para nadie, ni cuidar de nadie. No tenía horarios ni obligaciones. No tenía ninguna exigencia real. ¿Acaso no había soñado con eso desde hacía mucho? Por fin, era libre de observar y no hacer nada. Pero estar sola, sintiéndose sola a veces, no era tan divertido como debería haber sido.
Oyó cerrarse una puerta cerca y se giró. Reconoció el coche gris. Tuvo que esforzarse para seguir caminando en línea recta, pero se rindió, deteniéndose y viendo a Joseph llegar a su lado.
-___(Tn)...
Su acento extranjero era más pronunciado que la primera vez que habían hablado. Ella se mordió el labio por dentro para contener el impulso de ir hacia él y decirle lo mucho que se alegraba de verlo, porque no estaba segura de qué hacía él allí. ¿Realmente estaba allí?
Él dio otro paso y la tomó de la mano. Era él, real, lleno de vitalidad y con un traje tan ajustado, que ella tuvo que cerrar los ojos un instante.
-¿Qué haces aquí?
¿Esa voz suave era la suya?
-Quería ver cómo te iba -murmuró él e inspiró hondo-. Todavía vives en el albergue.
-Sí.
-Sin embargo, Kate vive en un piso. ¿Cómo ha sucedido?
Ése era Joseph, siempre directo al grano. ___(Tn) advirtió el juicio en su pregunta. Debía de haberse enterado por su colega de la industria musical.
-Es joven -comenzó ___(Tn)-, y está disfrutando la libertad de la vida adulta. No la juzgues.
-¿Qué me dices de tu libertad? ¿Qué hacías tú cuando tenías dieciocho años?
-Lo mío fue diferente. Me alegra que Kate no tenga que enfrentarse a lo mismo que yo.
Kate había hecho amigos, estaba trabajando duro y divirtiéndose. ¿Por qué no iba a hacerlo?
-Tal vez. Pero no ha mostrado ni una pizca de lealtad.
-Yo le dije que se marchara.
Nunca había querido retener a Kate, su único objetivo había sido verla volar. Tan sólo, no esperaba que sucediera tan pronto.
-Aun así, no debería haberlo hecho. Su familia debería significar más para ella.
La parte dolida de ___(Tn) estaba de acuerdo con él, pero no podía decírselo, no podía admitir los fallos de Kate; su propio sentido de lealtad no se lo permitía. Darse cuenta de que su hermana pequeña ya era adulta y no la necesitaba, la había herido en lo más vivo, sobre todo porque la había pillado desprevenida. Era ella quien todavía estaba decidiendo qué rumbo quería tomar, y no necesitaba que él insistiera en ese punto. ¿Qué estaba haciendo él allí?
-He estado en Milán.
Joseph cambió bruscamente de tema al ver que ella se entristecía. No había pretendido herirla, sólo quería saber qué estaba ocurriendo.
-Volví a Londres ayer por la noche -añadió.
No le contó que había adelantado su regreso casi una semana porque necesitaba verla. Y, una vez que la tenía delante, se moría de ganas de tenerla entre sus brazos. Quería ver fuego en su mirada, no el dolor que ahora destilaba. Pero ella se había quedado inmóvil. Tal vez él no debería haber mencionado a Kate, pero se había quedado perplejo al enterarse de que la joven se había mudado con otros aspirantes a artistas y casi se había olvidado de ___(Tn). Había mandado a su chófer al aeropuerto para que llegaran sanas y salvas a su albergue, pero también para conocer dónde se alojaban. Desde el principio, había sabido que volvería a ver a ___(Tn).
No podía dejar de mirarla.
-Entonces, ¿por qué estás aquí ahora?
Sus dedos temblorosos la delataron.
-Porque te echaba de menos.
Joseph notó cómo todo su cuerpo se tensaba ante aquella admisión, y ante su deseo. Tuvo que luchar contra el impulso de atraerla hacia sí y fundirse con ella a la perfección.
-¿Y qué más?
¿Era furia o pasión lo que imprimía ese brillo a sus ojos verdes? Él no pudo resistirse, no pudo contener sus palabras.
-Porque quería verte de nuevo.
-Pues ya estás viéndome.
-Ya sabes a qué me refiero.
-¿Quieres volver a hacer cosas malas conmigo? -lo desafió ella, mirándolo intensamente.
-¿Cosas malas? -repitió él, devolviéndole el desafío.
Ella cerró los ojos.
-Cosas salvajes.
Había sido una tarde salvaje y maravillosa, pero él se negaba a considerarlo algo malo, ambos lo habían deseado. Todavía lo deseaban, sólo tenía que lograr que ella lo admitiera. Lo único que quería era otro revolcón juntos. Odiaba admitirlo, pero una vez no había sido suficiente.
-Di que sí, ___(Tn), y podríamos repetirlo.
___(Tn) luchó contra la satisfacción que la invadía. Él todavía la deseaba. Había ido a buscarla por esa razón: un deseo implacable.
¿Acaso ella no llevaba días sufriéndolo también? Pero intentó que su lado racional se impusiera al instinto básico que la dominaba. Aquello era diferente, podía terminar en un problema. Tal y como había sucedido, ella se había sentido en inferioridad. Aquella vez tenía que ser diferente, tenía que haber más.
Inspiró hondo y habló lentamente.
-Esa tarde tuvo de todo, fue perfecta. ¿Deberíamos arriesgarnos a arruinar su recuerdo?
-Sí -afirmó él sin dudar.
-¿Por qué?
Él se acercó un paso más.
-Porque no fue perfecta. Nos quedamos con ganas -respondió, inclinándose sobre ella.
___(Tn) sintió un cosquilleo en los labios ante la cercanía y los recuerdos del pasado mezclándose con el presente. Le parecía natural y adecuado ir un poco más allá.
Posó su boca sobre la de él. La habría entreabierto y lo habría acogido si él no se hubiera apartado. Pero lo hizo, unos centímetros, y ella no pudo controlar su gemido de frustración.
Joseph sonrió levemente y la miró con determinación.
-¿Lo ves?
A su alrededor, pasaban los trabajadores regresando a sus hogares, yendo al gimnasio, a sus actividades tras una dura jornada en la oficina. Pero en el espacio en el que ___(Tn) y Joseph se encontraban, había quietud, aparte de su respiración pausada.
-Vamos a cenar -sugirió él.
-No voy vestida para ir a un restaurante.
Vio que él la recorría con la mirada y supo lo que estaba pensando: encantado, él se la merendaría allí mismo.
-Cena. Ahora -dijo él, como si hubiera perdido la capacidad para formar frases.
-De acuerdo.
Igual que ella había perdido la capacidad de pensar.
Conforme ___(Tn) miraba por la ventana, todo su cuerpo se estremeció al recordar el éxtasis alcanzado. Sólo podía atender a su pulso acelerado, no a las razones de su mente. Una parte de su tensión provenía de cautela, el resto de añoranza. Él tenía la vista clavada en la carretera y el ceño fruncido, demasiado concentrado para el poco tráfico que había.
-¿Has tenido mucho trabajo? -preguntó ella
Era algo sin importancia, pero necesitaba romper el silencio.
-Mucho -respondió él, y fue evidente que se esforzó por continuar-. Siempre hay mucho que hacer, pero en las dos últimas semanas las cosas han sido una auténtica locura. ¿Y tú? ¿Has encontrado empleo?
-No he buscado mucho. Todavía estoy decidiendo a qué me quiero dedicar.
-¿Y estás disfrutando de no trabajar?
-No echo de menos estar de pie todo el día -dijo ella y rió-. Es extraño no tener que estar en algún sitio a una hora concreta, ni tener la obligación de socializar.
Había pasado más de un día sin hablar con nadie, en aquella dudad superpoblada.
-¿Qué has hecho estos días?
-Caminar, hacer turismo. Hay muchas cosas que ver en Londres.
-Total, que te has pasado de pie todo el día -bromeó él.
-Es un poco diferente -dijo ella con una sonrisa.
Al poco tiempo, estaban de regreso en el corazón de la ciudad. Joseph dejó el coche en el aparcamiento y acompañó a ___(Tn) a la puerta de su casa. Al entrar, desactivó la alarma. Ella accedió a un vestíbulo acogedor y espacioso, de colores relajantes y suelo de madera. Amplia, de techos altos y puertas grandes, y con una larga escalera, la casa era muy bonita.
Joseph no se detuvo a hacerle un recorrido, la llevó directamente a la cocina al fondo de la planta baja y encendió el horno. Luego sacó una botella de vino tinto y un paquete de colines. ___(Tn) observó cada movimiento lleno de seguridad de aquel cuerpo bello y fuerte. Se le estaba haciendo la boca agua, y no era por la comida.
Lo vio sacar una bandeja del horno repleta de verduras, asadas a la perfección, como acompañamiento a un trozo de carne en el centro.
-¿Algo que habías preparado antes? -inquirió, maravillada.
Él esbozó una medio sonrisa.
-Tengo asistenta, Micaela. Trabaja de lunes a viernes, y los fines de semana cuando es necesario.
Por supuesto que él tenía empleados en su casa, a ella le parecía bien. Había sido idea suya, igual que el picnic en Verona. Los recuerdos activaron sus músculos. ___(Tn) agarró el paquete de colines, lo que fuera con tal de mantener las manos lejos de él. El dolor de su interior iba en aumento: lo tenía tan cerca, y lo deseaba tanto...
-¿Tienes hambre? -preguntó él, atento a la bandeja hasta dejarla en la mesa de la cocina.
___(Tn) respondió con un sonido, porque no se sentía capaz de hablar. Tenía la voz ronca de deseo.
Él se giró y la fulminó con sus atentos ojos:
-No te contengas, ___(Tn).
Ella se liberó de aquella intensa mirada y sacó otro colín del paquete. Entonces, él dio dos pasos y se internó en su espacio, obligándola a mirarlo. ___(Tn) supo que comprendía lo mucho que lo deseaba. Y, como para probarlo, él le acarició el cuello, bajó por su escote y posó una mano en su seno acariciándole el pezón erecto igual que semanas antes.
El colín se hizo pedazos.
Una sonrisa iluminó el rostro de él. Su otra mano se deslizó pierna arriba, debajo de la falda y hasta las bragas. ___(Tn) ahogó un grito de placer cuando él rebasó el elástico y empezó a acariciarla en su cálida humedad.
-Joseph...
-Si estás hambrienta, ___(Tn) -le instruyó él solemnemente-, no deberías contenerte. Nunca.
Así que no lo hizo, no podía. Por dentro era lava pura. Siempre se había creído racional, juiciosa, fría, pero estaba toda excitada y ardiente. Comenzó a mover su pelvis contra la mano de él, lo besó con la boca entreabierta y ansiosa, lo recorrió con sus manos.
Él gimió conforme introducía más profundamente sus dedos.
-Llevo deseando hacer esto de nuevo desde que te dejé en Verona.
-¿Y por qué has tardado tanto?
-Soy terco.
-¿Por qué quieres luchar contra ello? -inquirió ella jadeante.
Le bajó los pantalones bruscamente y le rodeó el miembro con las manos, íntima y exigente. Todo se desató: el beso fue duro y apasionado, y sus manos provocaron mucho más, hasta que ambos estaban temblando. Los dientes mordisquearon las lenguas penetraron, y a pesar de eso, para ella no era suficiente. Gimió cuando él separó su boca.
-Así no es como... -dijo, y al mirarla a los ojos el fuego explotó entre ellos, incandescente e imparable.
Sonriendo, ella lo agarró de la nuca y lo atrajo hacia su boca hambrienta. Pasaron momentos, minutos, horas, perdidos en otro beso tan apasionado que casi dolía.
Él la sujetó de los brazos.
-No. Antes tenemos que hablar. Y antes de eso, deberíamos comer.
-No voy a desmayarme por no comer todavía. Hablemos entonces -le espetó ella, frustrada.
Él la miró intensamente.
-Esto sólo puede ser una aventura, ___(Tn). Es todo lo que puedo ofrecer.
-¿Por qué?
¿Por qué poner límites antes de que realmente hubiera comenzado? ¿Por qué no esperar a ver por dónde transcurría?
Silencio. Y la mirada de él cada vez más sombría.
-¿Alguien te hizo daño, Joseph?
-Mucho.
-Yo no te haré daño.
Él le gustaba. Quería conocerlo más.
-Lo sé -afirmó él rotundo-, porque no te lo permitiré.
La soltó.
-Pero yo tampoco quiero hacerte daño a ti.
-¿Quién dice que lo harás?
Posó sus manos sobre el pecho de él, molesta por su arrogancia.
-Tal vez lo único que quiero de ti es eso, sexo apasionado y nada más.
Él la miró con el ceño fruncido.
-Ya que estamos siendo sinceros, déjame aclarar algo: yo no tengo pareja, no me comprometo. Estuve casado una vez y no lo repetiré.
Ella se tensó, absorbiendo el impacto de aquellas palabras, pero él continuó con su brutal sinceridad.
-Nada de compromiso, ___(Tn). Nada de ataduras. Sabiendo eso, ¿deseas continuar?
Ella miró sus ojos sombríos, sus rasgos, su piel cetrina, su boca carnosa. ¿Sólo unas cuantas noches de enloquecedora pasión? Ya era demasiado tarde.
-¿Acaso no acabo de decirlo? Sexo apasionado y nada más. Digamos que te considero mi aventura amorosa vacacional.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Entonces, que así sea -dijo él, e impidió cualquier otro pensamiento con pocas palabras y mucha acción.
Sus manos invadieron íntimamente el cuerpo de ella, su boca la buscó ansiosa, bloqueando cualquier otra cosa que no fueran puras sensaciones. Aquella pasión, nacida de deseo contenido y repentina ira, la acercó rápidamente al clímax. De nuevo, posó sus manos en lo que deseaba tener en su interior y lo atrajo hacia sí, cada vez más rápida y firmemente.
Él se puso un preservativo y, ambos vestidos, con la cena esperando, se entrelazaron íntimamente, a un ritmo frenético y desesperado para alcanzar el placer. Segundos después, sus cuerpos se estremecían violentamente.
Tras el eco de sus gritos, sólo se oía su respiración acelerada. ___(Tn) abrió los ojos y advirtió cierto arrepentimiento en los de él.
-Vaya... -murmuró él-, creo que eso era el aperitivo.
Ella inspiró hondo, dio un paso atrás, se apoyó en la encimera a su espalda e intentó comportarse con normalidad, como si aquel derretirse fuera algo habitual.
-Estoy deseando probar el plato principal.
Él enarcó las cejas.
-Pues yo estoy deseando llegar al postre.
Joseph se ruborizó. Ella no había pretendido... Vio que él le guiñaba un ojo y, con las mejillas encendidas, se dio la vuelta y se arregló la ropa. Cuando hubo reunido el valor y la calma para girarse de nuevo, vio que él también se había recompuesto.
Joseph se concentró en servir la cena, rápida y eficientemente. ___(Tn) se concentró en respirar y mantenerse en pie.
-¿Estás bien? -le preguntó él.
-Eso creo.
-Comamos, ¿de acuerdo?
La cena fue divina: carne que se deshacía en la boca, verduras marinadas... pero la mente de ___(Tn) estaba demasiado acelerada como para apreciarlo de verdad.
Él sujetó el tenedor con la mano izquierda, mientras con la otra mano agarró la de ella. No de manera posesiva ni sexual. Era simplemente un deseo de estar en contado. Ella lo apreciaba, necesitaba esa conexión. Aunque entre los dos no hubiera algo a largo plazo, necesitaba saber que se cuidaban mutuamente.
-¿Tienes teléfono móvil?
-La semana pasada me compré uno de prepago.
Para responder a las llamadas de agencias de empleo a las que todavía tenía que apuntarse. Para mantener el contado con su hermana, que estaba demasiado ocupada como para preocuparse por ella.
-Voy a darte mi número -anunció él, tras retirar los platos, tomándola en sus brazos-. Esta vez no me conformaré con un solo bocado, quiero el banquete completo.
La besó apasionadamente y la llevó en brazos a una habitación fresca e impersonal.
-¿No es tu dormitorio? -inquirió ella, con la visión borrosa.
-Mi dormitorio está desordenado, no puedo permitir que lo veas en ese estado -respondió él, y la besó de nuevo, hasta que a ella dejó de importarle nada que no fuera tenerlo dentro de sí.
Después, tumbada exhausta y satisfecha, ___(Tn) empezó a preguntarse qué sucedería a continuación. Decidió tantear el terreno.
-Debería regresar al albergue.
Él, a su lado, no dijo nada.
-Todas mis cosas están allí -añadió ella.
-Te llevaré.
___(Tn) se dijo que no debería sentir aquella desilusión, cuando la esperaba, pero igualmente se le encogió el corazón. El no quería que se quedara ni siquiera el resto de la noche. Su aventura tan sólo suponía cubrir una urgencia, rascarse la herida y nada más.
Se vistió rápidamente, mientras él se marchaba a cambiarse de ropa, negándose a permitir que el vacío que sentía acabara con su satisfacción. Según bajaba al salón, su corazón se endureció. Aquello era su regalo, ¿no se acordaba? Era su oportunidad de dar y recibir lo que ella deseaba. Y todavía lo deseaba.
Él estaba esperándola, vestido con vaqueros y camiseta, totalmente apetecible.
El trayecto al albergue transcurrió en silencio. Al llegar, él detuvo el coche en la puerta y se desabrochó el cinturón de seguridad.
-No entres -rogó ella, queriendo conservar algo del placer que habían experimentado.
Él no la besó, pero la miró tan ardientemente que fue como si lo hubiera hecho.
-Estaré en contacto.
ServidasXD Un beso, ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
me encanto pero enserioq ue latima que joe soloq ueire "sexo"
que feo
caundo pones maraton???
que feo
caundo pones maraton???
andreita
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
Diosssss
Otraaa vezz me dejaste picadaaa!
Ahhhhh Siguelaaaa x amor de diosss!
Esta novee cada dia me adicta masss y mas!!
Siguelaaaa
Dioss estuvieron juntos x segunda ves de MUCHAS q Faltan!
Siguelaaa porfisss
Y Yaa porfiss vee pensando en un maraton!
Es q ya llevamos varias paginasss!! Y muero x saber q pasaa!!
Siguelaaa
Att: tu mmegaaa fiell lectoraaa!!!
Otraaa vezz me dejaste picadaaa!
Ahhhhh Siguelaaaa x amor de diosss!
Esta novee cada dia me adicta masss y mas!!
Siguelaaaa
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Y Yaa porfiss vee pensando en un maraton!
Es q ya llevamos varias paginasss!! Y muero x saber q pasaa!!
Siguelaaa
Att: tu mmegaaa fiell lectoraaa!!!
Yhosdaly
Re: "Entre las sábanas del Italiano" (Joe&Tu)[TERMINADA]
OMGGGGGGGGGGGGGG!!!!!!!!!
SII, SUBE MARATÓOON :B
te lo agradeceriamos demasiado
:DD
amo esta novela *-*
SII, SUBE MARATÓOON :B
te lo agradeceriamos demasiado
:DD
amo esta novela *-*
IlseJonasLovato
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