English love affair. | resultados.

Me siento entumecida mirando la pared de la ducha, he estado sentada bajo el agua helada más minutos de los que puedo imaginar solo pensado en su rostro, escuchando una y otra vez sus palabras en mi mente y tratando de convencerme de que tal vez mañana el dolor no siga aquí, en mi pecho... en mi corazón. Pero no es tan fácil mentirme a mí misma como le miento a mi familia y amigos cada vez que me preguntan ¿cómo lo llevas? porque la máscara de la normalidad se cae en cuanto me encuentro entre cuatro paredes con solo mi compañía… Yo y la cascara que queda de mi persona.
Miro mis manos, se han puesto muy blancas y tienen aspecto a pasas de uvas por mantenerlas mucho tiempo debajo del agua, también, me doy cuenta, el agua cada vez se pone más fría y los chorros de está golpean a mi espalda como pequeñas astillas de vidrio abriéndose paso en mi espalda, el dolor que me provoca cada nuevo golpe de agua helada es bienvenido ya que de alguna manera retorcida prefiero sentir millones de veces dolor físico antes que todo este dolor emocional.
A pesar de todo lo que estoy pensando me paro de la bañera vacía en la que me encuentro, cierro la canilla y salgo; sin cubrir mi cuerpo me paro frente al gran espejo que mi madre insistió en que debía tener y observo mi reflejo comenzando con los pies y subiendo lentamente la mirada, miro mis piernas blancas y bastantes largas, luego observo como mi estómago luce más plano que hace un mes, salto a mi cara, mis labios rosados están lastimados, y recuerdo como durante estas ultima semanas me los he estado mordiendo por los nervios. Mis ojos perdieron aquel brillo que él decía amar, aquel que nunca me había dado cuenta que tenía hasta que lo conocí.
 
— ¡Deja de hacer eso! ¿Porque siempre me miras así?—Había exclamado avergonzada por su escrutinio tan profundo. Louis solo continuo mirándome y se encogió de hombros como cada vez que le preguntaba algo.
—    ¿Hacer qué? ¿Mirarte cómo? —Ahora entiendo que por la sonrisa que me dio luego de preguntarme eso sabía exactamente que le estaba preguntando, solo que por aquel entonces cuando nos estábamos conociendo él tenía esta rara manía de responderme con otra pregunta para molestarme o incomodarme.
— Eso, lo que sigues haciendo, siempre me miras a los ojos. Es algo raro ¿sabes?— Recuerdo que le había contestado de mala manera, odiaba cuando él me miraba de esta forma, era tan intenso todo con Louis. Nunca sabía con qué iba a salir, y como cada vez su respuesta me hizo quedar atónita.
—    ¿Raro? ¿Acaso te parece raro que tus ojos me parezcan tan atractivos que cada vez que los veo siento que me pierdo en el brillo de ellos? ¿Eso es raro? Entonces me apunto para todo lo raro porque tus ojos son del color azul más hermoso que vi en mi vida, pero eso no es lo más impresionante de ellos, sino este brillo que tienen. Tus ojos me dan esperanza ¿sabes? Tú, y tus ojos son la primera e única cosa en el mundo que me da esperanza. ¿Eso es muy raro para ti? 
 
El recuerdo hace que quiera llorar pero no tengo más lágrimas, no después de una semana entera llorando a cada segundo. Mis ojos, esos que el encontraba tan hermosos ya se han secado. No tienen ni una lagrima más.
Me cambio en silencio, con la mente corriendo como una película de amor, de recuerdos en recuerdos, y en todos ellos se encuentra él. En modo robot bajo las escaleras de mi casa, encontrándome con la mirada de tristeza absoluta de mis padres, sin ninguna palabra los tres salimos de casa vestidos de negro para ir a despedir al primer y gran amor de mi vida.
 
 
En menos de dos segundos de bajar del auto decido que odio las miradas fijas que la gente me da, pero más que nada odio sus expresiones de lástima que no pueden enmascarar a tiempo cuando les devuelvo la mirada. Ahora entiendo porque a Louis le molestaba tanto estar entre un grupo numeroso de gente, seguramente a él también lo miraban de esta forma, quizás para él era aún peor por su estado de salud y lo que este provocaba en su imagen. Deseo marcharme de aquí pero eso no es posible, jamás me perdonaría no haber dicho mi último adiós a Louis, el increíblemente bondadoso y valiente Louis, mi gran amor, mi primer y único amor.
—Tranquila hija, pronto todo terminará. — No puedo evitar la mirada atónita, ¿que mi madre acaso está loca? ¿Pronto terminará? esto nunca terminará. Porque el hecho de que él esté muerto y a punto de ser enterrado tres metros bajo tierra no quiere decir que esto para mi haya terminado. El fantasma de los "y si..." "¿Qué habría pasado si Louis conseguía aquel costoso tratamiento?" "¿y si Louis me hubiese dejado pagar por él?" Hay muchos escenarios que podrían haber sido y no fueron, y no estoy segura de porque tuvo que irse. Pero si algo tengo bien claro es que esto nunca terminará, de eso estoy segura.
Caminamos adentro en silencio, todo el mundo sigue cada uno de mis pasos con la mirada, y yo me dedico a hacer como si nada de eso importará.  Llegamos a la primer fila de asientos en la iglesia en donde se encuentra Mariah, la madre de Louis, que sin decir una palabra se toma un tiempo para dejar de llorar y corre directo hacia mí, antes de saber que está pasando sus brazos me rodean y aprietan a mi alrededor. El cuerpo de Mariah se sacude violentamente contra mí, un nudo enorme se forma en mi garganta. Sebastián el gran y fuerte padre de Louis se nos acerca y quita lentamente a su ex mujer de su abrazo a mí alrededor.
 
 
—Lo siento tanto querida, siento que él te haya arrastrado a todo este dolor. Mi hijo sabia su destino y sin embargo hizo que te enamorarás de él y te atrajo hasta este enorme huracán de emociones toxicas. — No puedo creer las palabras que salen de los labios de este hombre, del hombre que Louis tanto admiraba y amaba. Furiosa con Sebastián me acerco hasta que estamos cara a cara, Mariah da un suspiro tembloroso, murmurando algo para que me tranquilice.
— Tú no sabes nada, no tienes derecho a hablar así de tu hijo. Él no me arrastro a nada, Louis jamás quiso todo esto, tú hijo me advirtió una y otra vez lo que podía pasar pero ¿sabes una cosa? estaba dispuesta a vivir todo esto solo por tener la oportunidad que tuve con él de crear cada momento que tuvimos juntos. Volvería a hacer cada cosa solo por ver su sonrisa y escuchar sus horribles chistes sin sentido. Por favor, no vuelvas a hablar nunca así de Louis en mi presencia. Él te admiraba y quería tener la oportunidad de ser como tú, me alegro que no esté aquí para escucharte. — Los cuatros adultos a mi alrededor se quedan en silencio mirándome, Sebastián murmura un "lo siento" estrangulado y se marcha.  El dolor comienza a volverse insoportable, lo siento de la punta de mi cabeza hasta mi dedo pequeño del pie; un profundo vació se alza en mi pecho, y por primera vez me doy cuenta que de ahora en más voy a tener que sobrevivir con él.
 
En algún momento en mi discurso las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, pero aun así no me doy cuenta hasta que mi madre me pasa un pulgar por ellas, limpiándolas.
— Mamá ya no lo soporto más, quiero que se vaya, no puedo aguantar más este profundo dolor aquí— Señalo mi corazón, mi pobre y roto corazón adolescente.
— Natasha, querida, te prometo que pronto vas a poder manejar este dolor. Quizás no mañana, ni tampoco el mes próximo pero sé que eres la chica más valiente y fuerte del mundo, por eso vas a poder salir adelante. Tienes mucho por delante Tash. — Asiento aunque sus palabras no tienen ni un sentido para mí, no soy fuerte, no como él lo era.
 
 
Mi vista está al frente pero en realidad no estoy mirando. Solo con observar un momento aquel blanco ataúd de madera que tienes dentro al muchacho que amaba, y todas sus promesas de un futuro brillante juntos mi estómago se revuelve así que solo dejo de formar parte de este mundo y me voy al mío propio, donde Louis está vivo y yo soy simplemente una chica feliz que lo ama con cada parte de su ser.
Caminaba por los fríos pasillos del hospital, mi madre se había caído de las escaleras hace unos días lo que hizo que se quebrará su pierna derecha, aquella era la tercera visita que le hacía pero de alguna forma inexplicable se sentía diferente, todo se sentía diferente desde que puse el primer pie en la entrada del lugar. Algo dentro de mí me decía que iba a pasar algo que iba a cambiarlo todo. Entonces lo más loco paso, cuando las puertas del ascensor se abrieron el más hermoso chico, con la más hermosa sonrisa, y los más hermosos ojos se paró frente a mí, mirándome como si fuese la chica más hermosa del mundo. Había tanta electricidad en el aire, o tal vez era solo yo y mis hormonas locas.
— Oh wow, ¿estoy en el cielo? Porque sin dudas tú eres un ángel. — Recuerdo que reí como loca, ¿vamos? ¿De verdad? esa era la peor línea del mundo, no, del universo.
— Y sin dudas tú eres un payaso. — Le había contestado y él sonrió como si mi respuesta fuese lo más chistoso e inteligente dicho.
— Culpa a los antibióticos y toda esa basura que está recorriendo mi cuerpo en este momento. —Volvió a sonreír, dos pequeños hoyuelos se formaron en sus mejillas dándole un aspecto de niño adorable. —Pero en realidad pienso que eres un ángel con todo ese pelo castaño y ojos celestes, eres la cosa más brillante y hermosa que he visto en mucho, mucho tiempo.
Una sacudida en mi brazo me saca del recuerdo del día más feliz de mi vida, miro a mi padre borrando inmediatamente la sonrisa que se había formado en mis labios ante el recuerdo de como conocí a Louis. A veces cuando me meto en mi propio mundo puedo fingir que nada de esto en realidad sucedió, pero tan pronto como vuelvo a la realidad el dolor y la oscuridad siguen justo allí, esperando por mí.
—Tash-lee es hora de decir adiós. — Simples palabras que me hundieron hasta el fondo de la desesperación.

No, aun no estaba lista para despedirme de él, nunca lo estaría. Dios, lo necesito de vuelta. ¿Porque te llevaste a un alma tan pura y bondadosa? Nunca lo entendería. Nunca lo perdonaría. Nunca lo superaría.
—    Voy a esperar hasta que todos hayan salido. Necesito un tiempo a solas con él mamá. — Murmuro y mi madre asiente, ¿Qué más puede hacer? De ninguna forma voy a decir mi adiós frente a toda esta gente, la cual en su mayoría no estuvo para Louis cuando aún respiraba.
Observo como muchos pasan a despedirse, algunos murmuran palabras entre sollozos, otros solo le tocan la cara, o manos, en forma de “adiós”. Mariah y Sebastián son los últimos en pasar; Mariah se aferra a su hijo con todas sus fuerzas preguntando una y otra vez “¿Por qué él?” y repitiéndole que lo ama, que siempre va a ser su niño. Por su parte Sebastián me sorprende cuando se quiebra, toda su rudeza es dejada de lado en el momento en que toma las manos de Louis y comienza a llorar, como si recién ahora este cayendo que su hijo no va a volver a casa. Ya no puedo ver más esto, me rompe el corazón la imagen. Agacho la cabeza y trago saliva, trato de no escuchar ni ver más nada hasta que sea mi turno.
— Natasha cielo, es momento de que te despidas de nuestro hijo. Él te amaba mucho ¿lo sabes? — Ante el sonido de la voz de Sebastián levanto la vista. Sus palabras me sorprenden, él simplemente nunca me hablo tan directamente y la emoción en su voz es tan fuerte, esta tan roto como yo por todo esto, ahora aunque no sea algo bueno tenemos algo en común. Yo perdí a la persona que quería darle cada uno de mis días y el perdió a su hijo, al cual trajo al mundo.
—    Lo sé, y yo lo amo también. — Me paro de mi asiento, y con todo el peso del mundo sobre mis hombros camino lentamente hacia Louis, directamente hacia el ataúd donde va a estar hasta que su cuerpo se convierta en nada más que polvo.
Cada paso que doy va aumentando la sensación de que mi historia de amor llega a su final, que el fin de un “Natasha y Louis” está a punto de pasar, nuestra en un principio hermosa historia de amor tiene un fin, uno trágico y de esos que dejan un sabor amargo en la boca. Finalmente estoy a su lado, Sebastián coge a su ex mujer de la mano y la saca de la iglesia, entonces, aquí estoy sola, con Louis y muchas palabras que no puedo comenzar a decir.

—    H-hola Lou— Mi voz es temblorosa, mi respiración sale rápida e irregular, no puedo quitar la vista del chico acostado en este perfecto ataúd, él no se ve como Louis. Los ojos de este chico están cerrados y lucen hinchados, sin vida, los de Louis eran estos hermosos ojos brillantes y celestes, siempre alegres, llenos de vida. Su piel esta amarillenta, con un aspecto horrible. Sus labios están blancos y una mueca de tristeza está pegada a ellos. Dios, Louis no es este chico, él siempre estaba brillando a pesar de cualquier cosa, bromeando, riendo, siendo feliz. Esta no es la última imagen que quiero llevarme de él. “No llores Tash, por favor no llores” me aliento a mí misma sin sentido alguno ya que no he podido parar desde que lo vi.
—    No sé cómo empezar amor, yo estoy tan llena de dolor justo ahora, simplemente no puedo entrar en mi cabeza que todo esto es real porque parece ayer cuando vi tu cara frente a ese asesor, recuerdo que tu sonrisa me desarmó, tienes la sonrisa más hermosa del mundo ¿lo sabes? Lou tu siempre decías que yo era muy valiente pero te equivocaste, no lo soy, no puedo ser valiente si no estás a mi lado. Te juro que no hay nada que no haría por no escuchar tu voz otra vez.  — Sin poder aguantar más tomo sus manos y las entrelazo con las mías, él esta tan frió, sin pensar comienzo a frotar su piel para darle calor. — Oh amor necesito que me perdones porque podría haber hecho más para ayudarte.

Me acerco al chico que queda de lo que fue Louis y tomo su cara con una de mis manos, acariciándolo suavemente, nuestros rostros están cerca y no lo soporto más, lentamente pongo mis labios sobre los suyos para nuestro último beso y el terror se abre camino hacia mi cuerpo. Yo no puedo decirle adiós, no puedo dejarlo ir.
—Lo siento Louis, oh Dios lo siento mucho pero no puedo, no puedo decir adiós, no quiero dejarte ir, aún no estoy lista. Te amo y creo que jamás podre amar a alguien de nuevo, siempre voy a ser tuya, lo prometo.