the x factor: uk. { harry styles.

No podía estar más nervioso. Mis manos sudaban de una forma incontrolada, empezaba a creer que agua caía a mis pies cada vez que intentaba secarlas contra mis pantalones, pero sencillamente eran cosas de mi imaginación. Mamá no dejaba de sonreír a mi lado, creyendo aparentar una expresión tranquila en vez de la que se moría por salir corriendo.
A pocos metros de mí, frente a un pequeño grupo de cámaras y micrófonos, un chico pocos años mayor que yo hablaba sobre como había llegado aquí y porqué creía que podría entrar en el programa. Realmente no me detuve a pensar que yo podría ser ese chico, y que, en cualquier momento, ése tumulto de lentes y cables iba a estar rodeándome en menos de cinco minutos. Con suerte, mamá saldría corriendo antes que yo y podría excusarme ante las cámaras para salir a buscarla.
— ¿Nervioso? — Gemma sacudió mi brazo un poco, moviéndolo a su antojo para calcular mi estado nervioso. Negué con la cabeza, sintiendo que eso era justo lo que no debía hacer en ése momento. Probablemente hubiera vomitado si no hubiese sido porque no había comido nada desde la noche anterior.
— Realmente te ves nervioso. — Rió un poco ella para luego darme un codazo. La miré abriendo los ojos, sentía mis labios gotear sarcasmo.
— Verdaderamente obvio, Sherlock. — Inquirí para tranquilizarme. Mi voz sonaba más ronca de lo normal, probablemente los nervios hubieran creado ese efecto en mí cada vez que abriera la boca para decir algo.
Gemma elevó una ceja, dispuesta a responder con un comentario ingenioso acerca de mi tono.
— Chicos, comportaos. Falta poco. — Dijo mamá, quizá intentando no perder la compostura. Ella se veía más nerviosa que yo, si es que eso era posible.
Apreté por última vez los puños, esperando conseguir que mis manos dejaran de sudar contra la ropa que llevaba. Simplemente relájate. No es tan difícil, Harry. Una vocecita en mi cabeza repetía una y otra vez las mismas palabras, como si fuera tan fácil de sobrellevar.
— ¡Siguiente! — Dijo el gorila sentado frente a una pequeña mesa llena de papeles y números demasiado largos como para poder pronunciarlos. Mamá me empujó hacia delante en el momento que el gorila cruzaba los brazos sobre su enorme pecho.
— ¿Nombre? — Masculló, cansado de preguntar siempre las mismas cosas.
— Harry Styles. — Respondí, sorprendido de que mi voz no fallara en el intento. El hombre con la cabeza afeitada apuntó mi nombre en una gran lista de ellos y lanzó una alentadora mirada hacia mi.
— ¿Edad?
— Dieciséis.
— ¿De dónde eres?
— Cheshire, Reino Unido. — Volvía a responder mientras él dirigía sus regordetes dedos hacia un ordenador y tecleaba mi nacionalidad.
— Bien, ¿número de acompañantes? — Preguntó por último viendo detrás de mi.
— Eh, siete. — Dije, recordando todos aquellos que habían venido para apoyarme.
— Está bien. — Afirmó el hombre. — Toma tu número y suerte, Harry.
— Muchas gracias. — Conseguí pronunciar mientras él me entregaba una pegatina con un largo número escrito en él. Mamá la tomó por mí y le sonrió al hombre, agradecida por su amabilidad.
Nunca había sentido eso. Realmente estaba haciendo esto. Iba a cantar frente a miles de personas una canción que había escuchado cientos de veces; en verdad temía que la letra se me olvidase en el último segundo, pero ahí íbamos, directos al meollo del asunto.
Sólo cabía esperar y dado que era el 165998, lo haría durante bastante tiempo.


— Dios mío, mamá. — Dije, escabulléndome del agarre de mi padre. — No puedo hacerlo.
— Sí puedes, Harry. No vas a echarte atrás ahora. Has llegado lejos, cariño, y no voy a dejar que lo desperdicies. — Me sonrió, cogiéndome de los hombros como si estuviera orgullosa de mí. — Ahora ve, ¡patéales el trasero a esos tontos!
Reí ante su comentario y mis nervios disminuyeron (sorprendentemente). Cada uno ahí me dio un golpe de apoyo o un abrazo, y el presentador me entregó un micrófono para usarlo en la actuación. Bien, respira hondo. Relájate. Piensa que estás en la ducha, estás cantando en la ducha como cualquier otro día. Es normal. Casual, incluso.
Di unos ligeros pero rápidos pasos hacia delante y me sorprendí al escuchar aplausos nada más pisar el escenario. Mis nervios alcanzaron alturas más grandes que el Everest y la Estatua de la Libertad unidas, pero realmente se sentía bien.
Simon Cowell estaba a la derecha del todo, sentado junto a Nicole Scherzinger y Louis Walsh, quién me veía con su inigualable cara de póker. El público gritaba cosas que no llegaba a entender y me pregunté, por un segundo, cómo sería estar en un estadio como éste o incluso ¡más grande! ¿Cómo sería estar frente a todo un fandom que grita tu nombre y canta tus canciones? Quizá lo sabría algún día.

— Hola. — Dijo Simon mirándome divertido. Dirigí el micrófono a mi sonriente boca, dispuesto a responder.
— Hola.
— Un gusto conocerte, ¿cuál es tu nombre? — Inquirió, viendo unos papeles sobre su mesa.
— Soy Harry Styles. — Respondí, sintiendo la piel arder cuando la gente gritó emocionada.
— Bien... — Continuó diciendo mientras veía a su alrededor. — Harry, ¿cuántos años tienes?
— Tengo dieciséis. — Sonreí.
— Muy bien, ahora háblame de ti. — Dijo cambiando su cara a una más seria. Mi estómago se removió. Oh, dios mío. Realmente debía decir más de una palabra.
— Emh... trabajo en una panadería. — Me atreví a decir, viendo la cara que ponía Louis Walsh cada vez que me disponía a responder.
— Harry, dejaste la escuela y ¿ahora trabajas ahí? — Me incitó Simon a continuar.
— Trabajo los sábados. — Intenté explicar. — Pero ya acabé el instituto, así que volveré en Septiembre.
— ¿Qué quieres estudiar?
— Eh, Leyes. Sociología, Negocios y algo más pero no estoy muy seguro. — Dije, contando con el dedo las opciones que me venían a la mente nada más pensar en los estudios.
— Whoa. — Respondió y me vi obligado a sonreír cuando el público silbó en mi dirección. — Bueno, — Dijo, moviendo un bolígrafo que no había visto en su mano. — ¿y qué haces aquí?
Oh, esa es una muy buena pregunta.
— Bueno, siempre quise audicionar pero era demasiado pequeño. — Respondí, recordando todas esas tardes viendo el programa en televisión.
— Perfecto, ¿y qué vas a cantar?
— "Isn't She Lovely" de Stevie Wonder. — Mi cabeza sólo hacía más que repetir la letra de esa canción, intentado que no se me fuera de la mente a la hora de empezar a cantar.
La gente gritó feliz en respuesta y la piel se me puso de gallina durante un segundo.
— Muy bien, buena suerte.
Cálmate. Respira, inspira. Lo único que podía salir mal ahora es que me desmayase, pero esa no era una opción. Mamá estaba aquí por mí, Papá estaba aquí por mí. Mi hermana estaba aquí. Todos esperaban que lo hiciese y, lo iba a hacer. El micrófono se sentía cómodo en mi mano, casi perfecto para mí. Y, durante un segundo, sólo se oía el sonido de mi voz.