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El muchacho de los ojos tristes. {HS}

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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Vie 30 Mayo 2014, 4:09 pm


Ficha
Título: El muchacho de los ojos tristes.
Autor: Dayana. Aportación de los primeros capítulos por Vianney.
Adaptación: Sólo primeros capítulos.
Género: drama.
Advertencias: Soy la reina del drama, así que piénsalo bien antes de leer.
Otras páginas: tumblr {incompleta}.


Sinopsis.


Cuando la hija del mega empresario de Londres, Sunshine Beit, se pierde en el pequeño pueblo de Holmes Chapel, no le queda de otra que ir a pedir información del camino que debe tomar a la cafetería Mattmew, donde casualmente trabaja el pobre Harry Styles, pero la chica queda tan maravillada con los encantos del muchacho de ojos vacíos que hace lo posible por volver a verlo. Ella, intrigada por la personalidad del chico de hermosa sonrisa, crea una amistad con Harry y así saber más de él. 
Harry Styles siempre hizo lo posible para no dar pistas de su dolor interno y externo regalando sonrisas vacías y siendo tan humilde y amble con todos. Culpándose de dejar paralitica a su madre, Harry marca sus muñecas, así librando un poco del dolor emocional. Pero cuando la extrovertida Ginebra hace lo posible para saber más sobre él, Harry no podrá ocultar más su dolor, esperando que la chica se aleje de él y lo deje seguir autodestruyendose a sí mismo.


_______________________________

Hola, soy Dayana, chilena, dieciséis años. Esta fic ya la había subido pero tuve problemas, la deje y eso, ahora he regresado para continuarla, y también, he editado unas cositas, cambiado otras, etc, etc.
Giovana me ha prestado su cuenta para continuar porque no quiero crearme una propia, ya que a veces estoy un poco ausente. De igual forma, espero que les guste y aviso que subiré todo lo que ya había adelantado en las próximas horas, quizá el domingo o mañana mismo actualice el capítulo donde me había quedado.
Como bien dice en la ficha, los primeros capítulos no son de mi propiedad, pero a partir del capítulo cinco en adelante todo lo escrito aquí es mío.


Última edición por matthew. el Vie 30 Mayo 2014, 4:17 pm, editado 2 veces
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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Vie 30 Mayo 2014, 4:16 pm


Prólogo.
❛❛—the beautiful girls are not charged.



Tenía dos minutos de retraso y su jefa ya no le perdonará un retardo más; ya van dos meses igual y la señora Martha necesita que su personal esté activo, aunque sería difícil echar a Harry después de cinco años trabajando ahí. Debería haberle dicho a Liam que lo llamara para despertarse, pero el sueño le venció que sólo llego a su habitación y ni pudo avisarle a su mamá que había llegado del colegio. Ni un apocalipsis zombie lo hubiera despertado de todos modos. 
Ayer tuvo los exámenes finales del trimestre de todas las materias y eso lo tenía muerto, además de ayudar a Liam a estudiar un poco porque el rendirá hasta el lunes. Después paso por algo de comida para él y su mamá, que al final no comió por caer rendido en su cama. Y hoy, sólo comió la mitad porque despertó muy tarde y eso a regañadientes por parte de Anne. 
Alcanzo a ver la cafetería a lo lejos y a la señora Bell —su jefa— entrando a ella; su moño en el cabello la distinguía, además de ser la única que lleva colores vivos en invierno. Uf, al menos no llegó tan tarde. Apuró su paso y entro un poco antes de que se cerrara la puerta completamente.
—Buenos días, Harry —saludó la señora Bell antes de ir atrás del mostrador y tomar su delantal guinda que tiene impreso "Mattmew" en medio de él. 
—Buenos días, señora Bell —respondió el rizado con una sonrisa, yendo donde estaba colgado su delantal también.
La señora Bell lo reprendió con un gruñido y caminó al pequeño armario donde estaba la escoba para empezar a barrer. Nunca le gusto que le dijeran señora, prefería que le dijeran Martha, pero eso era algo que Harry nunca hizo, tenía un total respeto por su jefa, tan solo por haberle dado el trabajo hace unos cuantos años, que era cuando más lo necesitaba.
—No se preocupe —dijo Harry tomando la escoba—, yo lo hago. Usted póngase a contar las mesas o llame a su novio —le guiñó un ojo, pícaro.
—Harry —suspiró Martha—, en primera, sabes que me casé hace dos años, y segundo, te pago para atender a los clientes, no para limpiar el lugar, ya te lo he dicho. No estoy tan gastada ni tan vieja para hacerlo, cariño.
—Lo sé, pero es mejor avivar la llama, ¿no lo cree? —le volvió a guiñar un ojo y caminó afuera para limpiar el lugar. Martha bufó y caminó de nuevo atrás del mostrador con una sonrisa. Harry era desesperante cuando quería, pero aún así le tenía un gran cariño, como al hijo que nunca tuvo.
—Un día te va a dar un colapso de tanto esfuerzo, cariño —le alcanzo a decir antes de que la puerta cerrase.
Harry asomó la cabeza sonriendo y habló.
—En mi entierro, cuando dé su discurso, dirá «Era excelente con la escoba».—y salió de nuevo.
Era un caso perdido. Harry nunca va a entender que no debe esforzarse tanto, hoy casi es despedido por su rutina pesada. Con la universidad y su trabajo en la cafetería, además de ir al gimnasio y ayudar a su nada inteligente amigo Liam diariamente para aprobar sus materias, ni para novia tiene tiempo el chico. Y eso tenía preocupa a Anne tanto como a Martha, se supone que Harry debería estar disfrutando lo que queda de su adolescencia, pero en lugar de eso está estudiando y trabajando para mantener a su madre.
Afuera el rizado barría la calle mientras saludaba a quien pasase por ahí, cualquiera diría que es un completo loco, pero no, Harry simplemente quiere hacer un buen día para los demás, como siempre. 
Era una lastima que nadie se de cuenta que esa sonrisa es falsa y esos ojos verdes están completamente vacíos, como también que esa playera de manga larga esconda mucho dolor. Nadie sabía que Harry tenía un horrible dolor escondido detrás de esa sonrisa, como tampoco que lo aliviaba lastimándose a sí mismo, ni sus más cercanos lo sabían, que eran su madre y su mejor amigo, Niall. Y por una parte estaba bien para él, así no lo internaban en uno de esos centros para locos y podía terminar la Universidad para conseguir un trabajo y darle una mejor vida a Anne que tanto ha hecho por él.
La nieve había cesado ayer en la tarde, por lo cual la calle estaba llena de charcos y uno que otro de lodo. Harry terminaba de barrer los pequeños charcos cuando alcanzó a ver a su mejor amigo caminando por la acera. Niall iba frotándose las manos cubiertas de guantes mientras saludaba a la anciana de la florería de enfrente. Ya estando afuera del local ambos chocaron puños sin decir palabra, sólo dándose una de las más sinceras sonrisas. Niall entró en la cafetería para empezar su jornada del día. 
Desde afuera se podía escuchar el regaño de Martha hacia Niall por llegar tarde y como éste le hablaba cariñosamente para no hacerla enojar. Ambos eran unos aduladores con su jefa, y eso era algo que ella no reprochaba, le encantaba recibir este tipo de atención. ¿Y quien no querría atención de dos muchachos apuestos? 
El rizado entró y le dio la escoba a Martha para que el limpiara las mesas junto con Niall, quien le guiñó un ojo sonriendo. 
Las mesas de madera eran pocas y la barra no muy grande por lo que terminaron rápido y antes de que se pusieran a platicar un poco llegó el primer cliente.
—Es mío —avisó Niall caminando a la mesa donde se encontraba el señor. Harry suspiró recostando la cabeza en sus manos detrás del mostrador, mirando a nada y pensando en mucho. Otra vez los recuerdos de ese día lo atormentaban y sentía que le picaban las muñecas. No, ahora no puede.
—Harry —lo llamó Martha—, no ha llegado Nick, necesito que vayas a la cocina ahora.
—De acuerdo —le respondió con una sonrisa, agradeciendo esa distracción. Si había algo que el rizado amaba era cocinar, por eso aprovechaba cuando el sobrino de su jefa no iba. 


El día había sido muy pesado, y aún eran las cinco de la tarde. Puesto que el invierno aún no termina y el frío está a todo lo que da, una cafetería es perfecta para la ocasión. 
Harry atendía todas las mesas que podía, al igual que Niall, mientras Megan y Martha lo hacían en la barra, Nick ya se encontraba cocinando. 
Un frío aire entró junto con una chica castaña fastidiada. Caminó directamente a la única mesa que estaba desocupada, en un rincón del lugar. Puesto que Niall estaba ocupado en una mesa, Harry fue a atender a la muchacha que estaba tratando de llamar a alguien por su celular.
—Buenas tardes, señorita. Soy Harry, su mesero. ¿Qué desea ordenar? —dijo sonriente haciendo a la chica sonrojarse por haberlo notado antes. La voz rasposa de Harry provocó un escalofrío en la espina dorsal de ella haciéndola cerrar los ojos.
—Uh, hola, quisiera un capuchino y una rebanada de pastel de trufa —dijo mirando lo primero que encontró en el menú al cual no había puesto atención.
—Si me permite, señorita —dijo Harry acercándose a ella para señalarle algo en el menú—, el pastel de trufa sabe mejor con un café de crema irlandesa. —Le sonrió de nuevo y se alejo de la mesa.
La chica estaba roja por la cercanía de aquel muchacho que sólo conocía hace unos minutos pero aún así asintió mirando sus manos entrelazadas encima de la mesa. Harry se fue rápidamente, angustiado de haber hecho algo mal. Ella se estaba arrepintiendo de su comportamiento tan anormal y recordó la sonrisa de Harry, esa sonrisa hermosa pero con algo, algo triste, se dijo. 
No recordaba que estaba en una cafetería hasta que una taza de café humeante y un pedazo de pastel estuvieron frente a ella. El rizado le sonrío a modo de disculpa por la interrupción a sus pensamientos.
—Aquí tiene, señorita —le dijo.
—Duh, oye, no me digas así, me haces sentir de la edad de mi madre —dijo con gracia haciendo reír al rizado—. Me llamo Sunshine, Harry. —Shine estiró su mano en dirección al ruloso quien la tomo con delicadeza dando un escalofrío a la castaña. Sus manos están heladas, se dijo. Ella le sonrío contagiando a Harry sacando a luz otra vez esos pensamientos sobre lo extraña que es su sonrisa. Soltaron sus manos y Shine miró de nuevo su taza de café. Se veía delicioso.
—Un gusto. Que lo disfrutes, Sunshine —dijo el ojiverde alejándose a atender otra mesa recién ocupada.
La castaña saboreaba cada trozo del pastel como si fuera un manjar, pero era delicioso. No sabía como nunca había pisado esa cafetería, bueno, teniendo en cuenta que apenas acababa de llegar al estado y ese pueblo no es muy grande. Y ahora que lo pensaba, su padre aún no le había hablado para decirle la dirección de su casa. Estaba perdida, completamente. Dio un trago a su café haciéndola disiparse de todos sus pensamientos. Harry tenía razón, sabe delicioso con este café, se dijo. 
Terminó de comer y aún estaba sin noticias de Max, y eso le hartaba, le molestaba mucho que su padre ni siquiera respondiera ni una de sus llamadas o mensajes por culpa del trabajo, a ella y a su familia. 
Harry llegó un poco después aún con esa sonrisa, extraña, según Sunshine y habló.
—¿Todo en orden? —preguntó.
—Todo perfecto, Harry —dijo la chica rápidamente. Pensó un momento y después murmuró, indecisa—. Bueno, acabo de llegar aquí y me he perdido. Según mi madre estoy cerca, pero necesito ir a la ciudad más cercana de aquí. Si me pudieras ayudar... te lo agradecería muchisimo —hizo un puchero con el labio inferior, que a Harry le pareció tierno.
—Claro —murmuró el rizado peinando su cabello hacia atrás con una mano. Completamente sexy, según ella. —Mira, te vas aquí todo derecho —dijo señalando al este—, y en la primera avenida a la izquierda te llevará a la carretera, serán como veinte kilómetros más. Te tardarás a lo mucho cuarenta minutos —calculó tocándose el labio inferior con el dedo índice.
—Muchas gracias, Harry, acabas de darme mi cama para dormir —dijo con gracia sacando una risa de ambos.
—No es nada, Sunshine. ¿Necesitas algo más?
—No, sólo la cuenta, por favor. 
—A las chicas hermosas no se les cobra —dijo el rizado haciendo que las mejillas de la castaña tomen color.
—Enserio —murmuró ella.
—Es enserio, chica —le aseguró Harry sonriendo.
Ella se paró acomodando su chaqueta para cubrirse del viento y buscó algo en su pantalón. Le sonrió a Harry mientras dejaba un billete en la mesa y caminaba rápidamente a la salida sin darle tiempo al rizado de alcanzarla.
El ojiverde suspiró pesadamente y tomó el billete de la mesa para ir al mostrador donde estaba Martha sonriéndole y mirando a la salida alternativamente. Harry negó con la cabeza y fue a atender a su nuevo cliente. 
Que necia, pensó sonriendo.
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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Vie 30 Mayo 2014, 4:24 pm


Capítulo 01.
❛❛—Harry doesn't work today.



Harry iba retrasado como siempre a su primera clase del día. Ayer domingo se quedó hasta tarde en la cafetería porque tuvo que cubrir a Megan, y llegó hecho polvo a su casa ya que él día fue aún más pesado que el sábado. Hoy en la mañana despertó por las pesadillas que lo atormentaban noche tras noche y como consiguiente, nuevas marcas en sus brazos aparecieron para ser cubiertas por su chamarra azul.
Entró rápidamente al aula y se sentó en uno de los lugares de en frente, que eran los únicos que quedaban vacíos. Visualizó a Liam atrás, con sus amigos y le dio una sonrisa rápida, la cual Liam correspondió también rápidamente para pasar desapercibido. 
Liam era un gran amigo de Harry, se conocieron hace un año cuando al rizado le estaban apunto de dar una paliza, ahí llegó Liam impidiéndolo y desde entonces mantienen una amistad secreta para pasar desapercibidos, ambos. A Liam le convenía no decir nada de eso ya que es un chico lleno de popularidad por todos lados, y Harry, a él no le importaba eso, sabía que Liam era un gran amigo y una gran persona, lastima que se deja influenciar mucho por las apariencias. Aunque la fama de Liam llegó cuando su cuerpo ya no era de un niño, se estaba transformando en un joven musculoso por tanto esfuerzo en el gimnasio, de hecho, reprobó un año por estar más allí, que estudiando.
Como era de esperarse la maestra de álgebra llegó diez minutos tarde con su taza de café en una mano y la carpeta de papeles en otra. Una señora de unos cuarenta y tantos, muy bajita y de cabello corto negro, sus ojeras ya notables hacían saber que no duerme mucho, pero esa sonrisa que traía siempre en su cara decía que amaba su trabajo.
—Buenos días, chicos —saludó—. Liam, Carla y Ginny, los quiero aquí en frente, harán su prueba. Los demás, podrían aprovechar la hora para terminar trabajos, el viernes evaluaré todo —avisó sentándose en el escritorio y comenzando a rebuscar en su carpeta.
Harry tomó sus cosas y salió del aula como la mitad de su clase, mientras los otros hacían sus trabajos pendientes. No era un secreto que Harry era el más inteligente de su clase, como tampoco que pasaba desapercibido para la mayoría de todo el instituto, menos para cinco personas; sus dos amigos Niall y Liam, Vera y sus dos amigas. 
Vera fue la chica que humilló a Harry cuando este le pidió una cita, así incrementó su popularidad y ahora se podría decir que ha tocado el cuerpo de mas o menos la mitad del instituto de los varones. Cuando estaban por terminar las clases del año pasado Harry la invitó a salir, pero la chica lo humilló en la cafetería atestada de estudiantes diciéndole que nunca saldría con un pobre becado. Y bueno, lo de la beca era cierto pero sus palabras fueron tan crueles que Harry casi se destruía a sí mismo y faltó a la universidad por las dos semanas que faltaban del curso. Ahora ella y sus dos seguidoras le hacen la vida más imposible de lo que ya es, sólo que ahora él es un invisible para todos exceptuando unos cuantos de su clase que al menos saben su nombre. ¿Pero como comparamos unas cuantas personas, a lo mucho diez, con todo un instituto de tres mil estudiantes? Y eso agradecía el ruloso, pasar desapercibido.
Le quedaban treinta minutos para desperdiciar antes de su siguiente clase y Niall aún no había llegado, eso a Harry le preocupaba, si Niall no pasaba esos exámenes podría repetir el curso completo o peor aún, ser expulsado.
Caminó directamente a la cafetería para desayunar algo ya que en la mañana no le dio tiempo y al entrar vio al rubio en una mesa de la esquina comiendo una de esas hamburguesas monstruo junto con unas papas y un jugo, típico de Niall. Sonrió sin pensarlo y caminó a la barra para pedir su comida. Pagó y fue directamente con su amigo que ya estaba por acabar.
—Por esto faltaste a la clase de álgebra, rubio —dijo sentándose frente a él.
—Marcie me avisó que no habría clase porque les hará pruebas a los que faltaron el viernes, castaño —respondió éste tomando de su jugo.
—¿Y desde cuando le hablas a Marcie, tú? 
—Desde hoy, cuando le pregunté por qué no estaba en el aula —dijo tranquilamente mientras se metía un puño de papas a la boca—. ¿No desayunaste? —preguntó extrañado de que Harry coma antes de las once, y eran las ocho.
—No, y tu tampoco.
—Yo si, hombre, sólo que una rebanada de pizza y una malteada no llenan.
—Se me olvidaba que eras Niall, Niall —murmuró Harry sonríendole a su amigo y después soltaron una carcajada porque era cierto. Niall era el único chico en Chesire que podría comerse una rebanada de pizza, una hamburguesa monstruo, una orden de papas, un jugo y una malteada en una mañana, y lo peor de todo es que no engordaba.
—Oye —le llamó el rubio—, se me olvidó preguntarte ayer. Martha me dijo que una chica coqueteó contigo el sábado y que era linda.
Harry abrió los ojos como platos al darse cuenta de lo chismosa que podría llegar a ser su jefa.
—¿Sí? —susurró.
—Si. ¿Me dirás su nombre? ¿Cómo era? Vamos, Harry, ¿te dio su número?
—Se llama Sunshine, según ella, y era bajita, así como Martha, pelo castaño claro y ojos no recuerdo si eran verdes o azules. Pero no me estaba coqueteando, Niall.
—¿Seguro? —preguntó dudoso.
—Seguro, rubio.
Niall suspiró y se desparramó en su silla.
—De acuerdo. Pero ¿te dio su número? —insistió.
—No —sentenció Harry mirando mal a Niall.
—Uf.

{****}

Dejó las llaves en la barra de la cocina mientras buscaba algo de comer. Sacó el helado de vainilla de la nevera y después agarró una cuchara mientras iba al patio trasero para comérselo. Se sentó en el pasto y se metió una cucharada del helado a la boca, saboreandolo.
—Mi amor, hace horas que te esperaba —le dijo su madre desde adentro.
—No exageres, mamá, apenas son las seis —le contestó Sunshine poniendo los ojos en blanco.
—Bueno, uno ni siquiera puede preocuparse por su hijos en estas épocas, cariño —dramatizó la señora Beit. La chica resoplo mientras se metía otra cucharada de helado a la boca.
—Como sea. Oye, iré a Holmes Chapel a cenar, ¿quieres venir? —le preguntó esperanzada. Amaba que su madre le acompañara a todos los lugares, así se distraían las dos, y si su hermana quiere pueden ir las tres.
—¿Tan lejos? 
—El sábado encontré una cafetería con un pastel delicioso, deberías probarlo, mamá.
—Uf, entonces vamos —sonrió—. Tu padre no llegará hasta las once —dio un largo suspiro. Shine se levantó del pasto y entró a la casa seguida de su madre.
—Duh, mamá ¿no has pensado que mi papá tiene una amante?
—No, cariño. Nos amamos y además, el sexo sigue siendo bueno —le guiñó un ojo a su hija.
—¡La la la la! —gritó la castaña tapándose los oídos—. No quería saber eso, es asqueroso —se quejó. Guardó el helado en su lugar y dio media vuelta.
—Querías saber si pensaba que tenía una amante, y por las razones que te dí pienso que no —le sonrió tiernamente desde la barra de la cocina—. ¿Va a ir tu hermana con nosotras?
—No lo sé, ¿podrías preguntarle en lo que yo voy a cambiarme? —pidió yendo a las escaleras y subiéndolas de dos en dos.
Entró a su habitación y caminó rápidamente al cuarto de baño para darse una ducha. Había ido a visitar las dos universidades que le quedaban cerca, pero una ya no tenía vacantes puesto que están a mitad del curso y Sunshine solo le faltaba el último año para salir de ahí, la otra, para su mala suerte estaba más lejos y no le quedó de otra más que inscribirse allí.
Salió envuelta en una toalla y buscó su ropa, nada formal ni elegante, hasta se podría decir que un poco desarreglada, unos jeans, unas botas negras y una playera de su banda favorita. Se dejó el cabello suelto y puso un poco de rimel a sus ojos. Tomó su bolso del escritorio y bajo las escaleras rumbo a la sala donde estaban su madre y su hermana mayor, Romina, una pelirroja y de ojos mieles —igual que su madre—, con varios centímetros de más que la castaña.
Salieron juntas en el auto de Romina, un Audi Q5 blanco. Una fatal opción según la castaña, ella prefería mil veces su Camaro negro.
Entraron en el pequeño pueblo media hora después y Shine le dio instrucciones a su hermana para llegar a esa cafetería. Cinco minutos después estacionaron el auto a unos cuantos locales más lejos y entraron al lugar, pero ahora había algo nuevo, algo diferente. Y es que Harry no trabaja hoy, lunes.
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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Vie 30 Mayo 2014, 4:31 pm


Capítulo 02.
❛❛—This is for being a horrible person.



Harry se encerró en su habitación dejando su bolso del gimnasio a un lado de la puerta y fue directamente a su armario para sacar la pequeña cajita de madera. Estaba enojado consigo mismo, mucho. Se sentó en su cama con ella y tomó un cigarrillo de ahí, se lo puso en la boca y lo encendió. Dio una gran calada y contuvo el humo para después sacarlo por la nariz. Sacó una de las tantas navajas también y la miró detenidamente. Se preguntaba cómo tan pequeña cosa podía darle tanto placer y a la vez hacerle tanto daño. Se quitó su camisa a cuadros de manga larga y miró sus muñecas llenas de líneas rojas, unas mas grandes que otras, otras atravesadas, una gran capa de cicatrices le cubrían hasta un poco abajo de la altura del codo. Dio otra calada al cigarrillo y soltó el humo, tomó la navaja de nuevo mientras sostenía su cigarro con la boca y la paso una vez por su brazo izquierdo. Esta es porque aún no puedes defenderte tu mismo, imbécil, se dijo. La sangre corría por su brazo cayendo a gotas en la loseta y de los ojos de Harry ya comenzaban a salir lagrimas. Dio otra calada al cigarrillo y lo dejo en una esquina de su escritorio. Puso de nuevo esa cosa en su brazo y dio otra pasada.
«Esta es por estar castigado hoy, idiota»
«Esta es por haber dejado que Vera te molestara de nuevo»
«Esta es ser una horrible persona»
Lagrimas caían por la cara del rizado mientras presionaba cada vez más fuerte la navaja.
«Esta es por no esforzarte más, maldito debilucho»
«Esta es por ser un mal hijo»
Cerraba los ojos mientras pasaba esa cosa de nuevo por su brazo como si sintiera placer ser castigado. Lo malo aquí es que él no tenía la culpa de nada.
«Esta es por permitir que el marica que se hacía llamar tu padre golpeara incontables veces a mamá»
«Y esta es por... dejar a tu madre paralitica, hijo de puta»
Ocho, en total se había hecho ocho cortes más abriendo los anteriores. Se dejo caer en el piso llorando y con la sangre manchando su playera y pantalón. Agarró el cigarrillo y lo puso en su boca para dar otra calada. Soltó el humo pensando lo que estaría pasado si no se hubiera escapado cuando tenía diez años, el día de la tragedia. Dejó la navaja en su lugar de nuevo y suspiro. Cerró los ojos fuertemente esperando que así se contuviera su llanto, además de la gran comezón que le empezaba a dar en sus brazos.
Escuchó ruidos abajo haciéndolo abrir los ojos y supuso que su tía ya había llegado. El rizado se levantó de golpe y abrió la ventana para que el humo saliera. Dio la última calada a su cigarro y lo apagó para después aventarlo por la ventana. Guardó la cajita en su lugar y saco papel de su escritorio para limpiar su desastre. Terminando tiró todo en el cesto de basura y salió corriendo de su habitación al baño para curarse los brazos. 
—¡Harry! —gritó su tía, Belén.
—¡Ya voy! —le devolvió el gesto el rizado. Puso alcohol en un poco de algodón y presionó en sus cortes apretando los labios para no soltar un alarido. Cerró los ojos fuertemente mientras frotaba el algodón contra su brazo. El alcohol dolía horrores, pero era necesario para limpiarse. 
Cuando hubo terminado se miró en el espejo agarró de esas gotas para los ojos rojos y se las puso. Salió corriendo del baño a su habitación y tomó el primer suéter que encontró. Se lo puso mientras bajaba las escaleras y caminó directamente a la cocina donde seguramente estarían las dos mujeres de esa casa.
—¿Cómo están las dos mujeres más hermosas del mundo? —dijo entrando sonriente. El muchacho sabe esconder sus sentimientos muy bien.
—Hasta que te dignas a bajar, ¿pues que tanto haces allá arriba? —le preguntó su madre sin malicia. Harry se puso nerviosos al instante, se mordió el labio y mintió como sólo él sabe hacerlo.
—Tarea, ya sabes, esta semana son evaluaciones.
Saludó a su tía con un beso en la mejilla y después a su madre dándole uno en la frente y otros cuantos en las mejillas. Se sentó en un banco de la barra y recostó su cabeza entre las manos. Amaba ver a su madre así de feliz como ahora, pero siempre se reprochaba a sí mismo que podría ser más feliz caminando y haciendo las cosas por ella misma. Si no fuera por su tía que ahora está aquí, seguramente Anne estaría en su habitación leyendo algún libro viejo. Debía ser y mostrarse fuerte para Anne.
Un pensamiento lo hizo pararse de un brinco y correr arriba. Su madre y su tía se miraron confundidas y después soltaron una carcajada por el comportamiento del rizado. Había quedado con Liam para ayudarlo con las tareas a las siete. Y ya son cinco para las siete.
Acomodó sus libretas y la carpeta en su mochila y también buscó otras cuantas cosas que tal vez necesitaría, nunca se sabe con Liam Payne. Bajó de dos en dos las escaleras y le gritó a su madre que iría con Liam. Salió antes de que le hiciera un reproche y cerró la puerta con seguro para después encaminarse a la casa de su amigo.
Liam salió rápido con las llaves de su auto moviéndose por sus manos caminando a la cochera, seguido por el rizado que no decía nada. Ambos se adentraron en el auto y salieron de la residencia sin camino alguno. Harry se preguntaba por qué no hacían el trabajo en su casa.
—No quiero ver a mi padre ahora —explicó Liam a la pregunta no formulada del rizado. Harry asintió sin decir nada porque sabe la mala relación que tiene el castaño con su padre. —¿Vamos a Mattmew? —preguntó.
—De acuerdo  —dijo mientras acomoda unos cabellos rebeldes hacia atrás.


Entrando a la cafetería se sentía ese aura de amor y el exquisito olor a café que tanto ama Harry. Ambos saludaron a Martha y fueron a una mesa a lado de la ventana, al sentarse llegó la señora Bell con dos chocolates y unos muffins de nuez, favorito de ambos. Sacaron sus cosas de estudio y empezaron con los trabajos atrasados de Liam, principalmente de álgebra que es la primera que se podía llevar. Mientras hacían el trabajo Harry sentía ese ambiente denso y extraño pasando a través de él, como si fuera algo raro. Pasó la mirada por todo el lugar mientras le daba un sorbo a su taza hasta que se encontró con una melena castaña conocida y dos pelirrojas frente a ella, riéndose. Sonrió por inercia y hubiera deseado que Niall estuviera ahí para que conozca a la chica, pero ahora el rubio tenía una aburrida cena familiar. Aunque puede que se esté equivocando y no sea Sunshine. Sacudió la cabeza para alejar pensamientos que no tienen nada que ver con álgebra y volvió su vista a la ecuación que apenas iba por la mitad.

Cuando bajó la cabeza Sunshine volteó inmediatamente por las miradas que le daba su hermana señalando algo atrás, era Harry con otro chico castaño haciendo lo que supuso era tarea.
—¿Lo conoces? —preguntó Romina.
—Fue el chico que me atendió el sábado aquí —contestó sin pensarlo, aún mirando a Harry que fruncía el ceño por algo que seguramente no entendía.
—¡Ajá! Por eso querías venir —acusó—. Y bueno, no está feo.
—No, no fue por él. ¡Por Dios, Romi! Si, fue muy amable y ya, además ¿no te has convencido con este pastel? —preguntó señalando su plato que estaba a la mitad.
—Bueno, pues te aviso que se te quedó mirando y después sonrió —murmuró la pelirroja entrecerrando los ojos haciendo que las mejillas de Shine tomaran color—. Mira, hasta te pusiste roja.
La señora Beit soltó una carcajada por las cosas que decían sus hijas, pero en algo no se equivocaba, y era que la mirada de su hija tenía un brillo. Shine empezó a pelear con su hermana como niñas pequeñas, lo que a su madre le daba mucha ternura. Se supone que tienen dieciocho y veinte, se dijo admirándolas.
—De acuerdo —intervino Bea, su madre—. Cállense ambas, además, Romina, no querrás que tu hermana empiece contigo y Louis —insinuó haciendo que su hija soltara una risita nerviosa, negó con la cabeza y le sacó la lengua a Shine.
Ambas resoplaron y se cruzaron de brazos recargándose en su asiento. Sunshine miró de reojo si Harry seguía ahí y éste tenia la vista clavada en ella. El rizado le sonrío, de nuevo con ese toque triste, y alzó una mano a modo de saludo, que fue correspondido por ella con una sonrisa tímida. Ambos se quedaron mirando a los ojos como si fueran los únicos en el lugar, hasta que la castaña bajo la cabeza y puso un mechón de su cabello detrás de la oreja. Harry lamió su labio inferior y después lo mordió para no seguir sonriendo.
Se volvieron a mirar y ambos desviaron la vista porque eso les provocó electricidad. Esa pequeña mirada les dio tanto que los dos regresaron a sus cosas, sin decirse nada.

Hasta que Sunshine estuvo en su cama pensó en los ojos de Harry; su forma, las pestañas largas y rizadas, el color, ese color verde transparente que denota tristeza. Se enterró más en la colcha y se propuso algo para saber por qué se comporta de esa manera con Harry y por qué él siempre parece estar triste, aún cuando sonríe, y esa es ir a buscarlo y entablar una conversación con él y si el destino quiere, puedan ser amigos.


Última edición por matthew. el Vie 30 Mayo 2014, 4:41 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Invitado Vie 30 Mayo 2014, 4:41 pm


Capítulo 03.
❛❛—Don't you have one for me?.



Se despertó temprano, como siempre por el tono de su celular diciéndole que tenía un mensaje. Tomó el aparato del suelo y vio que esta vez era de Niall avisándole que pasará por el hoy treinta minutos antes de las ocho para ir a Mattmew para desayunar juntos. Al menos tenía una buen razón para levantarlo a esa hora, no es como si Harry no fuera madrugador, simplemente, por una u otra cosa, sin importar cuan temprano haya despertado, terminaba legando tarde a la escuela o cualquier otro lugar.
Era viernes, y el aura de tensión alrededor del rizado se iba despejando, ya que por lo general Vera no iba los viernes, y esperaba que tampoco el tipo que se la pasó molestándolo esta semana. No le había dicho a Liam porque sería humillante decirle a tu amigo que te defienda, y mucho menos a Niall porque le diría a Liam de cualquier forma, así que dejaba que lo molestaran y después se desquitaba consigo mismo al final del día.
Caminó perezosamente al baño para darse una ducha, preguntándose por qué Niall querría ir a desayunar con él antes de ir al instituto, pudiendo hacerlo en la cafetería de allí. Se sacó su ropa y entró a la ducha, con el agua tibia —sin llegar a lo caliente porque el frío no dejaba— se despejó de sus pensamientos mientras se lavaba. Terminando se enredó una toalla en su cadera y salió corriendo a su habitación por si a su tía se le ocurría levantarse antes de tiempo y terminara viendo sus brazos.
Bajó unos minutos después con el cabello aún húmedo y vestido con una playera negra simple, un suéter de lana encima, unos jeans negros ya gastados y sus incomparables botas cafés. Tomó su mochila del sofá y revisó si su horario estaba completo y ordenado, aunque sabía que así era. 
Su madre iba saliendo de su habitación a un lado de las escaleras hacia el baño. Vio a Harry y le sonrió maternalmente mientras se acomodaba el cabello de un lado.
—Buenos días, mi amor —dijo—. ¿Por qué tan temprano?
—Niall quiere que lo acompañe a la cafetería —le respondió el rizado acercándose a su madre para depositar un beso en su frente. Le sonrió de lado y se alejó un poco para verla mejor. 
El timbre sonó y Harry se dirigió a la puerta tomando sus llaves de la ventana que estaba a lado. La abrió y Niall entró inmediatamente para darle un abrazo efusivo a Harry. Se colgó de su cuello y enredo sus pies en la cintura del ojiverde. Anne rió ante la escena haciendo que Niall se soltara con la cara roja de vergüenza.
—Hola, tía —saludó el rubio rascándose el cuello.
—Hola, Niall.
Anne se mordió el labio para disimular su risa pero no le funcionó y terminó riéndose estruendosamente. Harry la acompañó en la risa palmeando el hombro de su amigo.
—Vamos, Niall, se nos hace tarde —dijo Harry entre risas—. Nos vemos al rato mamá.
—Adiós, tía. —Se despidieron ambos y salieron por la puerta empujándose.
El barrio donde vivía Harry era el más pobre de Holmes Chapel, mucho más abajo que donde vivían Niall y Liam. Habían tipos fumando, chicos rayando paredes y más, pero entre todos se conocían, así que si a alguien se le ocurría pisar la pequeña casa donde vivía el rizado se las vería con él y con Liam, bueno, mejor dicho con Liam. La casa de Harry consistía en dos pisos, tres habitaciones, dos baños y un cuarto que compartía la cocina y la sala, se podría decir que eran los ricos de aquel barrio con casas pequeñas y otras casi cayéndose de lo viejas.
Unos niños estaban fumando en una esquina mientras el rubio y su amigo pasaban por ahí, y el rizado como mayor de ellos debería poner orden ahí y no dejar que ese tipo de cosas pasaran por su vivienda dijo:
—¿No tienen uno para mi? 
Niall le dio un leve empujón a Harry que tenía la mano estirada hacia los niños. Uno de ellos sacó una cajetilla del bolsillo y se la aventó al rizado para sacar un cigarrillo de allí y el encendedor. Dio una calada larga al encenderlo y su cuerpo se relajó al contacto con el humo, como si hubiera estado miles de años sin fumar, aunque sólo haya pasado una noche. Lanzó la cajetilla a su dueño y le dio un agradecimiento con la cabeza caminando con el rubio a su lado.
—No sé como no te ha dado un cáncer si ya llevas cinco años con esa porquería —dijo el rubio un poco después.
—Yo tampoco —contestó Harry sumiéndose en recuerdos.


Entraron a la cafetería y se sentaron en la barra para platicar un rato con Martha en lo que estaba su desayuno. Poco después llegó ella con su chocolate y moffins de nuez recién salidos del horno.
—¿Para qué me trajiste, rubio? —le preguntó el rizado sorbiendo un poco de chocolate.
—Nada más, tengo hambre —se encogió de hombros mordiendo su moffin.
—Harry, deberías dejar de hacer preguntas obvias a Niall —dijo Martha riendo mientras cobraba en la caja a un cliente.
—Exacto —asintió el rubio.
Harry le dio un mordisco al moffin que tenía en la mano y después un sorbo a su taza pensando en qué le regalará a Anne ahora que se acercaba su cumpleaños. No tenía nada pensado y nada que sepa que quiere ella, nada. Un escalofrío le recorrió en la espina dorsal cuando la puerta se abrió haciéndolo enderezarse y mirar la puerta que ya estaba cerrada y sin nadie cerca.
—¿Sentiste eso? —le preguntó el rizado a su amigo.
—Si, hace frío —dijo Niall terminándose el segundo moffin.
Harry suspiró, porque eso no era exactamente lo que quería decir, era la extraña sensación de frío y a la vez calor, como si se sintiera nervioso pero sin estarlo, como ser observado. Se escondió detrás de su taza y miró a todos alrededor de él, encontrándose con unos ojos azules mirándole extraño. La reconoció de inmediato y le sonrió a forma de saludo, era Sunshine. ¿Me estará siguiendo?, se preguntó. Ella le respondió alzando una mano y sonriendole tímidamente, olvidándose de su mueca cuando le vio la espalda a Harry. El ojiverde se levantó de su asiento luego de ver la invitación que le hizo Sunshine con la mano. Es hora de conocerlo, se dijo la castaña.
—Hola —susurró ella cuando Harry estuvo en la mesa.
—Hola, Sun —murmuró él sonriendo.
Se miraron detenidamente a los ojos, ella preguntándose el por qué de su mueca al sonreír y él aún con la duda de si la castaña lo sigue o no. Harry no pudo aguantar más y apartó la vista, necesitaba saber eso.
—Oye, ¿acaso me sigues? —dijo lo más casual que pudo, pero eso no funcionó ya que la cara de ofensa era muy notoria en ella.
—¿Qué? —preguntó—. ¿Yo seguirte? No. —La castaña no sabía que decir ante la pregunta, no esperaba eso.
—Bueno, creo que eso fue muy grosero de mi parte —se retractó el rizado—. Lo siento, pero, últimamente te veo hasta en la sopa —se excusó.
—Podría decirte lo mismo, Harry —contraatacó ella, después de recobrar el habla.
—De acuerdo, ¿qué haces aquí, chica? —Le dio otro sorbo a su chocolate a punto de terminarse y entrelazó las manos encima de la mesa. Shine se mordió el labio preguntándose si era bueno o malo lo que está haciendo.
—Pues... —dijo después de un rato— vine a desayunar antes de ir al instituto.
—¿Enserio? ¿En donde vas? —preguntó interesado.
—En Academia Northwich —murmuró con un tono de fastidio.
—Yo también voy ahí, Sun —exclamó el rizado sonriendo—. Si quieres nos vamos juntos, no sé, te puedo mostrar la escuela.
—¿Harías eso por mi? —preguntó ilusionada—. Muchas gracias, sabes, no conozco a nadie aquí. —Miró atrás del rizado y visualizo a un rubio observándolos. Se preguntó por qué no venía. —Harry, tu amigo nos está comiendo con la mirada —susurró mirando la mesa.
El ojiverde abrió los ojos como platos por haberse olvidado de Niall. Miró atrás y ahí estaba el rubio sonriendole, se mordió el labio para no hacerlo pero finalmente le correspondió.
—Deberías invitarlo —sugirió la castaña.
Harry le hizo una seña a Niall y poco después ya estaba ahí el rubio, entre ambos.
—Uh, Niall, ella es Sunshine, Sunshine él es Niall, mi mejor amigo —los presentó y ella sonrió al rubio a modo de saludo, pero él tomó su mano y la beso haciendo reír a la castaña.
—Eso es del siglo de mi madre —dijo—. Aunque es lindo, claro.
—Bueno, nunca es malo la caballerosidad, ¿o si? —preguntó el rubio.
—Eh, Sun irá con nosotros al instituto —anunció Harry a su amigo.
—No —negó ella. Ambos la miraron con el ceño fruncido y la castaña hizo un ademan con la mano—. Yo los llevo a ustedes, traje auto.
—Bueno, pues debemos irnos ya, las clases empiezan a las nueve. —El rizado se levantó y fue donde Martha para pagar pero ella no lo acepto, y tampoco de la chica.
—Sólo una vez, cariño —suplicó ella—. Yo invito esta, anda, se te hace tarde —los corrió a los tres, quienes no tuvieron de otra que aceptar.
—Acá está mi coche.
Ambos siguieron a Sunshine hasta llegar a su Camaro Z28 del setenta rojo. Niall chifló al ver la reliquia que tenía ella como auto y lo tocó sin poderlo creer.
—Es una joya, ya no hay de estos —dijo luego de inspeccionarlo todo.
—Me gusta lo clásico —explicó—. Vamos. —Los tres se montaron al auto con Niall atrás y éste arrancó en un viaje de media hora hasta la Academia Northwich.
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Mensaje por Invitado Sáb 31 Mayo 2014, 4:21 pm


Capítulo 04.
❛❛—Even the strongest person cry.



La Academia Northwich era una universidad prestigiada de Cheshire construida a base de ladrillo rojo en principios del siglo XX con siete edificios de dos plantas, cuatro son para dar clases y los otros tres son para hospedar a algunos estudiantes. En este momento Sunshine y Harry estaban en el edificio principal caminando a la primera clase que casualmente tenían juntos. Niall estaba libre, y seguramente iría a comer en la cafetería de nuevo.
—Todos me miran —susurró la castaña a un lado del rizado.
—No todos, sólo los chicos y algunas chicas —contestó Harry agachando la cabeza. Resulta que nunca había sido tomando en cuenta y ahora es el centro de atención por ser el acompañante de Shine. 
Ella notó esa reacción del ojiverde pero pensó que él es tímido, aunque no demostró eso cuando se conocieron, de hecho, hasta coquetearon ambos. Sunshine ya se estaba confundiendo con tantos pensamientos que no notó cuando una chica se les acercaba, más bien a Harry. Era Vera.
Harry se maldijo por lo bajo y suspiro, esperando la grande que le viene encima. Ahora, además de soportar sus insultos, quedará mal frente a todos aquellos que no le quitan los ojo encima, y mucho peor, de su nueva amiga.
—Hola, Harry —chilló Vera sonriendo hipócritamente. No había notado a la castaña a lado de él, y sería mejor que siguiera así. Ambos pararon su paso y Harry ya sentía las ganas de vomitar muy fuertes.
«Aguanta, imbécil»
—Hola, Vera —dijo con dificultad. Shine miró a ambos y dejó su vista en la chica frente a ella, después vio como dos chicas se acercaban y tomaban posición atrás de la morocha.
—¿Por qué estás nervioso, lindo? ¿Aún te gusto, o tu mano ya te quitó las ganas?
Todos se rieron de aquello, menos Harry quien bajo la cabeza esperando que la castaña se burlara de él también, pero no lo hizo. Alzó la vista a ella que lo miraba, como esperando que contestara o algo, sólo que Harry es muy cobarde para eso. Se miraron por unos segundos más hasta que Vera volvió a hablar.
—No me digas que te comió la lengua tu gata, ¿cómo se llama? Amy, Abi, Anne, se llama Anne ¿no es así? —murmuró la chica mirando divertidamente a Harry.
Le dolió mucho al rizado escuchar eso, que le hagan burla a él y lo insulten lo soportaba, pero su madre, a ella no deberían hacerle eso, pero no podía y no quería hacer nada en contra, una parte porque sabe que le irá peor después, y otra porque no serviría de nada. 
No quería saber como aquella chica sabía el nombre de su madre, sólo quería morirse en ese instante. Las ganas de llorar ya lo estaban matando y sus ojos picaban, pero no podía dejarse ver de esa forma. No en público, estúpido, se dijo. Inhalo profundamente y cerró los ojos aguantando todas esas lagrimas que serán derramadas más tarde.
Levantó la cabeza y abrió los ojos mucho más calmado, se mordió el labio y enfocó la vista en la alta morocha frente a él.
—Vamos, cariño, déjame escuchar tu hermosa voz —lo alentó Vera, burlándose—. Te prometo que si me convences, tal vez esta vez puedas recibir más que un beso —le guiño un ojo.
Sunshine no aguantó más aquella humillación, aunque no fuera para ella, pero no podía soportar como se burlaban del, hasta ahora, único amigo. Caminó delante de Harry y miró a Vera como si la quisiera matar. La apuntó con el dedo índice y entrecerró los ojos.
—¿Quien crees que eres, linda? —dijo pausadamente—. No puedes tratar así a la gente.
El rizado bajó la mirada a la chica que lo defendía. Se meterá en problemas por mi culpa, se dijo. Ya estaba planeando cómo desquitarse después con su cuerpo.
—¿Tú quien eres? —cuestionó la morocha—. Yo trato a quien se me da la gana como yo quiera, cariño, y si no quieres estar en mi lista será mejor que te largues de aquí —amenazó.
—Mira, ¿cómo te llamas? ¿Vera? —preguntó, pero rápidamente levantó una mano, callándola—. Bueno, como sea, si no quieres que te rompa esas uñas de segunda y te quite tus extensiones lárgate tú.
Todos se amontonaron en bola para ver el pleito que iba comenzando, unos abuchearon a Shine y otros a Vera. ¿Quien dará el primer golpe?
—¿Por qué defiendes a tan poca cosa como eso? —pregunto la morena señalando a Harry detrás de la castaña—. ¿Qué es de ti? ¿O eres su puta personal, linda? ¿Cayó tan bajo que tiene que pagar para ya no cansar su mano? 
La castaña ya no se resistió y le dio una cachetada a Vera, una muy fuerte. Ambas se quedaron mirando, hasta que la morena se lanzó a Shine, pero ésta fue más rápida que esquivo su mano tomándola del otro brazo y empujándola a los casilleros. Los alumnos se sorprendieron de la técnica, pero el más sorprendido era Harry, no podía creer que alguien, además de Liam, lo estuviera defendiendo.
Shine le quitó el cabello del oído y se acerco.
—Mira, zorra de cuarta —susurró—, soy la novia de Harry, y si te le vuelves a acercar te irá peor —lo último lo dijo muy bajo para que nadie escuchara. —Mi padre es Max Beit, si, si, el millonario ese, si quiero puedo contratarte de sirvienta, linda, o puedo correrte de este lugar, pero no me quieres obligar a eso ¿verdad? —la morocha negó—. Me alegro. Búscate un tipo con quien follar en lugar de molestar a personas. 
La soltó bruscamente dejándola paralizada y peinó su cabello acercándose a Harry que aún no se salía del shock mientras la otra chica recogía sus cosas e iba lejos de allí. Miró a todos los que la rodeaban y bufó.
—¿Ustedes también van a molestar? ¡Váyanse a ver los calzones del director! —gritó. Miró a Harry y le sonrió disculpándose. Él le correspondió con una sonrisa de lado y articulando un "gracias".

{***}

La clase de historia universal no podía ser más aburrida, según Shine. Van dos veces que está a punto de dormirse de tantas explicaciones acerca de cómo afectó la segunda guerra mundial a varios países del primer mundo. Estaba sola en esta clase según su horario ya que Harry tenía biología y Niall también.
—Sunshine, salte de mi clase, por favor —dijo el profesor de unos veinti tantos y treinta pocos haciendo que toda la clase volteara a verla. Ella se sonrojó y mordió su labio encogiéndose en su asiento.
—¿Por qué? —murmuró.
—Porque te estas durmiendo, linda —contestó el joven tranquilamente—. Sé que es aburrido, pero si viene el director y te ve durmiendo aquí nos irá mal a ambos, mejor ahórrate eso yéndote a dormir al patio.
La castaña se sorprendió por la amabilidad pero no dijo nada, sólo recogió sus cosas y salió del aula. Caminó por todo el pasillo hasta llegar a las escaleras bajándolas de dos en dos hasta el baño de chicas. Cerró la puerta tras de sí y caminó al lavabo para echarse un poco de agua en la cara.
No entendía lo que le pasaba si durmió temprano ayer, porque sabía que tardaría mucho en despertarse. Se miró en el espejo y vio las grandes ojeras que tenía, se veía horrible, parecía zombie. Sunshine pensó que tal vez sería por la ansiedad se nueva ciudad y nueva escuela. Secó su cara y saco un corrector de la mochila, puso un poco alrededor de sus ojos, peinó su cabello y arregló su suéter negro de punto. Dio una última mirada a su aspecto y salió del baño con destino a la cafetería, quizá con comida se le quite el sueño.
Paró su caminar cuando escuchó un quejido en el pasillo que estaba a su izquierda. Un golpe sordo y otro contra los casilleros la hicieron caminar instintivamente al lugar de donde provenían esos ruidos. Sujetó fuertemente su mochila de la correa y asomó su cabeza por encima de la pared de granito viendo como tres chicos, uno moreno y otros dos rubios, se amontonaban alrededor de algo en el piso. Un rubio gritó una grosería haciendo que los otros dos se rieran y golpearan a ese algo. Cuando se quejó fue donde Shine se dio cuenta que era un chico hecho un ovillo siendo acorralado de esos tres tipos.
—No está tu noviecita para defenderte ahora —se burló el moreno y le dio una patada en las costillas. El chico en el piso tosió fuertemente y escupió la sangre que provocó la patada.
—No... No es mi novia —susurró en un quejido y alzó la cabeza.
La castaña cerró los ojos y gimió al escuchar su voz. Era Harry.
Otra patada en las costillas recibió el rizado sacando un quejido más fuerte de su boca. Shine quería correr y darle unos cuantos golpes a aquellos tipos pero no podía, se le había olvidado como caminar, hubiera gritado también, pero su voz no estaba con ella en esos instantes. Dio un largo suspiro pensando en que podría hacer para que detuvieran la golpiza contra Harry porque sabía que ella sola no podría contra tres monstruos musculosos, entonces caminó a la puerta más cercana sin hacer ruido, la abrió y cerró fuertemente para que se escuchara del otro lado del pasillo. Espero hasta los pasos se escucharan menos y corrió donde Harry estaba tosiendo y tratando de levantarse en un torpe intento. Se puso en cuclillas frente a él y lo tomó del rostro haciendo que éste la mirara.
Una punzada en la boca del estómago tuvo la castaña al ver la sangre que corría por la cara de Harry. Acarició su rostro con las yemas de los dedos y sus ojos se volvieron llorosos. Quería llorar, no sólo por verlo así, sino también la impotencia que sentía al no saber qué hacer ahora. Éste tenía la vista clavada en el piso, conteniendo las lágrimas también, sintiendo vergüenza por sí mismo e incrementando su odio ante el gran miedo que tiene al enfrentarse a las personas. Además de haberle ayudado hace un rato, ahora también, y lo peor es que lo encuentra tirado en el pasillo, con lo que parece una costilla rota, la cara llena de sangre, uno que otro moretón y un ojo hinchado.
—Mírame —pidió la chica en un susurro. Limpió un poco de sangre de su mejilla con el dedo.
Harry alzó la vista hasta esos ojos azules que lo observaban tristemente y expulso un sollozo de la garganta. Unas lágrimas salieron de sus ojos e inmediatamente fueron limpiadas por los dedos de Sunshine aún en su rostro. Sostuvo la respiración aguantando todo ese llanto, cerró los ojos fuertemente aunque le doliera hasta el cabello y contuvo un quejido.
—No es malo llorar, ¿sabes? —murmuró ella viendo los intentos de Harry por retener en llanto. El abrió los ojos poco a poco, esperando que ya no caigan nuevas lágrimas. La vista se le dificultaba con los ojos llorosos y uno de ellos hinchado.
—Lo es para mí —gimió en respuesta el rizado. Ella quitó sus manos de la cara de él mirándolo de arriba a abajo, viendo donde le habían tocado los golpes.
—Hasta la persona más fuerte llora, Harry —inquirió, esperando que así pueda sacar todo lo que retiene dentro.
Entonces él se derrumbó frente a ella, con dolor, con impotencia, con odio. Bajó la cabeza dejando que las lágrimas salieran de sus ojos esmeraldas, ni fuerza tenía para levantar un brazo. Ella se sentó a un lado de él y lo abrazo con cuidado. No fue uno de esos abrazos que das cuando encuentras a un amigo, mucho menos de los que recibes de algún familiar lejano, son de esos abrazos que quieres que te den a todas horas, todos los días, de esos que te dan fuerza, amor, consuelo y protección, todo en un sólo gesto que para quien lo recibe se queda grabado en la memoria. Y así sucedió con Harry; sacó un gran peso de encima —que no sabía que tenía— dejando en su lugar mucha fuerza, pero sobre todo, mucho alivio.
Se quedaron un rato más así, juntos, abrazados, Shine consolándolo y él sollozando en su cuello, aferrándose a ella como si no supiera nadar y estuviera a mar abierto sin nada, más ella fuera la única tabla para salvar su vida. 
El llanto fue parando de poco a poco dejando a su paso unas horcadas, pero aun así Harry no quería separarse ni un momento de Sunshine, como si la anterior metáfora estuviera sucediendo ahora. Ella no se quejaba, acariciaba su espalda mientras le daba palabras de aliento al chico como «sácalo todo» o «los voy a matar cuando sepa que estás mejor», pero ni un sólo "todo va a estar bien" salió de su boca, porque sabía que esas palabras no servían de nada, ella más que nadie sabía eso. Se separó un poco el rizado tomándolo de los hombros para mirar su cara con los ojos rojos e hinchados, limpió los restos de lágrimas con los dedos y le sonrió aguantando el llanto por verlo así, tan... mal.
—Tenemos que irnos —avisó la castaña—. Vamos al baño a limpiarte y después a mi casa —sugirió levantándose. Él asintió tratando de levantarse pero falló en el intento. Sunshine tomó el codo de Harry y puso otra mano en su espalda para hacer fuerza, con cuidado de no tocarlo mucho, lo ayudó a pararse. La castaña agarró las cosas de él y caminaron hasta el baño de mujeres.
—¿Estás loca? —preguntó él viendo la puerta.
—No hay nadie, vamos.
En el lavabo ella sacó unas toallitas húmedas mientras el rizado se lavaba la cara procurando no moverse mucho por sus costillas.
—¿Por qué te hicieron esto? —cuestionó ella viendo como Harry quitaba los restos de sangre de la cara. Quería evitar el tema del llanto por ahora, de cualquier forma, ¿cómo no llorar por algo así?
—Por… —el rizado recordó las palabras de uno de los rubios «¿Cuánto pagaste a la chica por protección, ah? Seguro y también pagas sexo con ella» En realidad, esa no era una buena razón para golpearlo, pero dado que no hablaban de otra cosa, así lo supuso Harry— nada —respondió finalmente. Tomó una de las toallitas que le pasaba Shine y secó su cara, quitando todo resto de sangre. Tenía la cabeza baja para no mirarla, le daba vergüenza después de haber llorado abrazado a ella por más de quince minutos.
—De acuerdo, no me dirás —suspiró—. No hay problema, por ahora; espera a que lleguemos a mi casa.
—¿Qué? No —negó el ojiverde repetidamente con la cabeza—. No puedo saltarme clases, o faltar —agregó.
—Harry, te acaban de dar una golpiza de la que yo no me levantaría en días, quizá semanas, no te puedo dejar aquí así —murmuró observándolo. Él levantó la vista, sorprendido de preocuparle demasiado a la castaña—. Además, sólo es una clase la que te falta ¿no es así? —cuestionó y Harry asintió—. Mi horario termina con esta clase, vamos, mi madre tiene una pomada para moretones y golpes.
Harry suspiró porque no tenía de otra, o se quedaba y Liam lo vería para armar todo un problema enorme, además de que tendría que soportar el dolor del abdomen que tiene por una hora más y otra hora caminando hasta su casa. O fácilmente irse con Sunshine cómodamente en su auto, faltar a una clase y llegar bien a su casa después.
—De acuerdo —aceptó—, pero, tengo que ir a avisarle a Niall sino se asustará mucho cuando no llegue a la clase.
—Dile desde tu celular —dijo ella, sonriendo internamente por lograr que Harry acepte su invitación.
—Eh… pues... aquellos tipos lo rompieron —susurró incómodamente, rascándose el cuello. Recordó que lo sacaron de su pantalón y lo aventaron hasta el otro lado del pasillo, unos diez metros más o menos. La castaña suspiró pesadamente, y por poco hace un berrinche por lo malditos que eran esos chicos, pero controló sus nervios, sacó el celular de sus jeans y se lo pasó a Harry.
—Llámalo, envíale un mensaje, yo que sé.
El rizado se sorprendió por tan lujoso aparato; un IPhone 5, dorado, y su lindo protector en forma de paleta; su celular apenas y servía para hacer llamadas, recibir mensajes y enviarlos, lo necesario. Agradeció internamente a Liam por prestarle su IPhone cuando le daba tutorías y así saber usar uno, era casi igual al de ella, sólo que se veía menos costoso, mucho menos. Escribió un mensaje a Niall diciendo que se podía ir solo a casa, esperando que el rubio tuviera su teléfono en vibrador ya que lo sacarían de la clase o peor aún, tendría que leer el mensaje frente a todos. 
—Ya está, Sun.
Le entregó el aparato y revisó en el espejo que su ropa no estuviera llena de sangre, lamentablemente su suéter tenía gotas en todo lo que es del abdomen hasta el cuello, sus mangas estaban rojas por haberse limpiado antes de ahí. Shine también lo vio pero prefirió no decir nada, después le prestaría una playera porque estaba segura que la sangre había traspasado la tela.
—Bien —dijo la castaña y revisó la hora en el teléfono—, tenemos cinco minutos antes de que termine la hora y seamos vistos por toda la escuela. ¿Puedes caminar rápido? —preguntó.
—No estoy seguro —ladeó la cabeza—. Supongo.
—Pues espero que puedas con quince metros por minuto o moriremos aplastados.
Colgó ambas mochilas a su hombro, tomó la mano de Harry y lo jaló afuera del baño. Pasaron por varios pasillos, las oficinas principales y salieron escondiéndose de todo lo que se moviera, parecían espías.
—Parece que matamos a alguien y estamos escapando —dijo ella soltando una risita. Llegaron al estacionamiento atestado de autos, motos y algunas bicicletas, pero no fue difícil localizar el Camaro de ella ya que era el más viejo y mejor cuidado de allí.
—O ninjas-espías-vendedores-de-drogas-mata-personas —agregó él. Se encogió de hombros restándole importancia caminando al lado del copiloto, esperó a que Shine entrara y le quitara el seguro a la puerta y después entró cuidadosamente, tratando de no mover mucho las costillas.
—¿Seguro que no te duele? —preguntó la castaña viendo el esfuerzo que hacía éste. Encendió el motor cuando Harry estuvo dentro y arrancó.
—He recibido peores —respondió luego de un rato.
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Mensaje por Invitado Sáb 31 Mayo 2014, 4:44 pm


Capítulo 05.
❛❛—You have nice hair, and pretty green eyes.



—¿Ahora si me dirás por qué? —preguntó la castaña llegando a la sala con un pequeño botiquín. Se sentó a un lado del rizado y dejó la caja en la mesa frente a ellos.
Él aún no salía de su ensoñación al ver la enorme casa de Shine, la habitación en la que ahora se encontraban bien podría ser la mitad del primer piso de su casa, mucho menos se había planteado que ella sería la hija del empresario más rico de Londres, si no es que de la Unión Inglesa. Había tantos cuadros y cosas valiosas por todos lados del lugar que lo hacía ver como un museo en vez de un hogar, aunque las enormes ventanas le daban tanta luz y la mayoría de las decoraciones eran en colores pasteles. Dejo caer la vista en sus manos apenado, en su hogar no hay esos lujos o algo de valor, pero esa casa es de ellos y eso es lo que importa.
—¿Porque, qué? —Harry tragó saliva, rebanándose los sesos en inventar una excusa. Tenía que ser una muy buena si no quería más preguntas. Se removió en el sillón mirando a todos lados en busca de algo que lo ayudara.
—¿Por qué te golpearon?
Ella sacó algodón y alcohol de la pequeña caja de metal, miró al chico determinadamente, esta vez no se libraría de la pregunta, esperaría hasta que él se digne a contestar y después lo ayudaría a quitar cada rastro de moretones y demás.
—Bueno... —comenzó él— iba a los baños cuando me llegó un mensaje de mi mamá y...
—Ve al grano, Harry —lo apuró haciendo que el rizado levantara la vista—. Dime la verdad, ¿por qué te golpearon? No puedo permitir que eso pase, no, suficiente fue con la chica aquella.
El ojiverde se sonrojó recordando lo que pasó con Vera en la mañana y bajo de nuevo la mirada, era una vergüenza para Harry que lo tuviera que defender una chica porque él mismo no puede. Su animo decayó cuando se dio cuenta de las cosas, ahora, además de tener a Liam de protector, también estaría Sun, ¿y después qué? ¿Se uniría Martha, Nick, su tía, y hasta su vecino en un equipo de protección para ahuyentar a cualquiera que se acerque de más a Harry? Sería patético. No permitiría que eso pasara, sería mejor alejar a la chica lo más que pueda y después trataría de seguir su vida como antes.
—Estoy esperando una respuesta, Harry —dijo ella presionándolo. Si no se inventaba algo ahora terminaría quedando como un mal mentiroso —que no es— y diciendo la verdad.
—A eso iba —dijo finalmente, después de pensarlo bien—. Estaba mirando mi celular y no me fije que estaba a punto de tropezar con uno de ellos, entonces sucedió y me caí encima del moreno y... —se quedó callado, al no saber que más inventar.
—¿Se enojó y te golpeó? —preguntó Shine aún con duda en si decía la verdad.
—Si, si —afirmó tartamudeando—, eso fue lo que pasó. El chico me empujó y después sus amigos empezaron con las patadas, después él me golpeó las costillas y luego me levantaron para azotarme contra la pared —se encontró diciendo el rizado, pero Sunshine ya no le creyó. Lo hubiera hecho si se hubiera quedado callado con la primera oración, pero ahora se daba cuenta que era falso, ya que un mentiroso siempre agrega cosas de más a la mentira pensando que así quedará más creíble, y eso lo sabía por experiencia. Se quedó callada unos largos minutos, tratando de encontrar la verdad a eso, pero tenía dos opciones; una, Harry seguramente estaba amenazado por aquellos tipos, o dos, la verdad era vergonzosa y no quería revelarla. Se planteó las dos para ver cual era más creíble, pero ambas estaban al mismo nivel.
—De acuerdo —dijo finalmente y dio un suspiro—. Quítate el suéter y la playera, vamos a curar esas heridas.
Harry se sobresaltó, no quería quitarse la ropa, más bien, no podía, se vería todo. Los nervios llegaron a su pie haciéndolo golpear el piso constantemente, la presión en el pecho era signo de su miedo y su respiración aumento el ritmo. Se maldijo por no haber pensado en eso, ¿cómo lo iban a curar sin quitarse la ropa? Que estúpido.
—¿Quieres que me quite —tragó en seco— la ropa?
—No pensarás que el alcohol y la pomada traspasen la tela, ¿o sí? —inquirió ella—. Además, no es como si nunca hubiera visto el cuerpo de un chico. Y no me refiero a eso, pervertido —aclaró cuando vio las comisuras de los labios de Harry elevarse. —Anda, la ropa —y la sonrisa de Harry se desvaneció.
—Tengo frío —murmuró.
—Te quitas la ropa o te dejo con el cuerpo dolido —dijo en un tono sugerente, todo lo contrario a como debería sonar. Su cara se tornó roja cuando las cejas del rizado se levantaron haciendo que le vuelva la sonrisa, no quería pensar así, pero el tono de la frase lo dejo relajarse un poco. —Harry, me estás dejando ver como una pervertida. Por favor, la ropa, te prestaré una playera cuando terminemos.
—Eh... —piensa rápido, tonto— de verdad, tengo frío.
—Pues no veo la forma de quitar esos moretones sin que te saques la playera.
—De acuerdo, pero sólo es en las costillas.
Dicho esto se levantó del sillón con cuidado y tomó el borde del suéter junto con la playera levantando ambas prendas al mismo tiempo dejando al descubierto su abdomen lleno de tatuajes, que si no estuviera lleno de moretones de varios colores, probablemente le hubiera parecido sexy a Shine. Ella nunca hubiera imaginado que Harry tuviera tatuajes, pero daddo que tampoco pensaba que él fuera tan tímido en la escuela comenzaba a dudar de su intuición, y estaba acostumbrada a ver ese tipo de marcas permanentes por su amigo Louis, así que no preguntó por ellos. Harry sacó la cabeza de sus prendas y las dejó a la altura de los codos, tapando eso que no debería verse. Se sentó de nuevo quedando de espaldas a la chica dándole una vista de cuan mallugado estaba.
—Empieza —permitió—, pero rápido, tengo frío.
—Estás horrible —empezó ella viendo detalladamente cada una de los golpes, algunos hasta eran raspones. Mojó un pedazo de algodón en alcohol y lo frotó en la parte baja de la espalda, que era donde tenía un raspón de casi quince centímetros. Harry saltó a causa del ardo que le provocó haciendo una mueca y maldiciendo por lo bajo. —¿Duele?
—No, se siente como alcohol quemándote la carne, simplemente —ironizó el rizado.
—No tienes que ser sarcástico. Entiendo perfectamente —gruñó Sunshine. —Además, tienes que soportarlo un poco más, después pondré la pomada que no duele nada.

Media hora después, Sunshine ya estaba por acabar y Harry no sentía algún tipo de dolor interno o externo en su abdomen.
—¿Qué tiene esa cosa que me estás echando, chica? —preguntó él tratando de ver el frasco, pero no podía voltear completamente la cabeza.
—No sé, tiene sustancias que duermen los músculos mientras otras sustancias curan las heridas, algo así dijo mi madre —se encogió de hombros restando importancia.
—Hablando de ella, ¿donde está? 
—No sé, creo que jugando pocker con sus amigas, o alguna de esas cosas que hacen las señoras cuando sus maridos trabajan.
Harry sonrió por inercia, imaginándose que su madre podría hacer lo mismo en estos momentos, salir con su tía, llevarla de paseo, usar su coche... caminar.
—Listo, estás limpio —avisó. —Pero dime —interrumpió la castaña a sus pensamientos—, ¿qué hay de tu familia? —Guardó las cosas en el botiquín. 
Él reprimió un gruñido, recordando que desde hace cinco años su familia sólo eran Anne y él, desde que el hijo de puta de su padre se largó con otra tipa a gastar su dinero han sido ellos dos solamente, y ahora se incluía su tía. 
Se volteó a mirar Sunshine de frente, preguntándose si es bueno tenerle tanta confianza a una chica que acaba de conocer y ya ha salvado su vida dos veces.
—Mi familia es mi madre, y mi tía —dijo cortante.
—¿Y tu padre?
—Se largó con otra tipa —soltó el gruñido finalmente. La castaña se golpeó mentalmente la frente por ser tan chismosa.
—Lo lamento tanto —se disculpó.
—No deberías, era un mal nacido que nos golpeaba —dijo con repugnancia.
—Entonces, no —le sonrió tímidamente al rizado. Harry se preguntó por un momento cómo es que esa chica era tan linda y comprensiva con él, aún apenas conociéndose, ya le había contado más de lo que debería y no ha salido corriendo con sus amigas gritando que ganó la apuesta, bueno, si tuviera amigas aquí. Recuerda la vez que le sucedió eso, una chica de primero fue corriendo con sus amigas cuando él le había besado, después se enteró que fue una apuesta. Linda vida que tienes, Styles.
—Sabes —se encontró diciendo—, tiene tiempo que no hablo con una chica que no sea mi madre, mi tía, o la dueña de la cafetería —rió al último por su inexistente conexión con las chicas.
—Eso es raro, digo, eres guapo, tienes bonito cabello y bonitos ojos verdes —alagó ella aún sonríendole.
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Mensaje por Invitado Sáb 31 Mayo 2014, 6:11 pm


Capítulo 06.
❛❛—Beautiful and perfect Harry Styles has a girl.



Su turno estaban por terminar, bueno, en realidad estaba  por cerrar la cafetería, pero es casi lo mismo. Martha estaba haciendo las cuentas mientras Megan atendía al último cliente del lugar, Nick terminaba de limpiar la cocina y Harry hacía su tarea, o lo que podía de ella ya que necesitaba internet para la mayoría.
Aún  con la tarea en la cabeza no podía sacar el pequeño comentario de Sunshine de su mente «Eres guapo, tienes bonito cabello y bonitos ojos verdes». Las palabras le saltaban a la mente una y otra vez, una y otra vez por encima de las ecuaciones que presuntamente estaba respondiendo, no podía negar que esas palabras le habían alegrado el día, y posiblemente la semana o el mes, pero aún así necesitaba sacársela de la mente y terminar la tarea que tanto le estaba jodiendo la cabeza.
Se dio por vencido tres minutos después cuando se había dado cuenta de que estaba quince minutos estancado con la misma ecuación, soltó el lápiz y talló sus ojos en un reflejo del cansancio que tenía. Miró a sus costados y se dio cuenta que ahora sólo estaba él y Martha. ¿Tan perdido estaba que no se dio cuenta cuando Megan se había ido? Cerró la libreta y guardo su material escolar en su mochila mientras recibía una mirada penetrante de la señora que tenía a lado, Harry no sabía como describirla, si era de interés o reprochandole algo, nunca se sabe con la jefa.
—¿Qué? —se atrevió a preguntar.
—Hoy atendiste de muy buen humor —le acusó la señora curvando una sonrisa—, mucho mejor que todos los días, le sonreías a todo el mundo, incluso a la señora amargada que viene cada día, he notado que ese suéter no es tuyo y mejor aún, no pudiste responder esas sumas de tu libreta. Ahora, quiero saber quien es la elegida, cariño.
El rizado soltó una risita nerviosa y el calor le subió a las mejillas, se maldijo ser tan predecible. Mordió su labio inventando una mentira, pero sabía que con cosas amorosas no era bueno, no le quedaba de otra que decir la verdad.
—Primero que nada... —comenzó, pero fue interrumpido.
—Primero que nada ¡cuernos! Sé tus tácticas de evasivas, dime el nombre, edad y cuando la conociste. —Le dio una mirada inquisidora, esperando muy interesadamente la gran respuesta. Harry suspiro derrotado pero aún así, sonrió como no lo había hecho en semanas, quizá meses, teniendo ya muy en cuenta las palabras de su amiga.
—Sunshine, dieciocho, el sábado. Pero quiero aclarar que sólo es una amiga, nada más.
—¿Es aquella chica, la que te coqueteó? —Martha abrió la boca en forma de 'o' esperando que Harry lo confirmara.
—Si, ayer estaba aquí, vamos en la misma escuela.
—¡Por fin! El hermoso y perfecto Harry Styles tiene una chica.
Harry tragó en seco al escuchar sus palabras, le dolía que le dijeran perfecto cuando sabe muy bien que ni a bueno llega, al menos así piensa. Se mordió el labio nuevamente para evitar decir algo de lo que después se pueda arrepentir y miró sus manos. Martha esperaba una respuesta, pero no la obtuvo hasta después de unos segundos, y no era lo que pensaba.
—Ya es tarde, tengo que ir a casa —murmuró el ojiverde tomando sus cosas.
—Vete ya —asintió ella—, tu madre me mataría si llegas muy noche a casa.
Harry le gritó a Nick un hasta luego y después le dio un beso en la mejilla a su jefa. Salió del local al frío aire de Chesire, estaban a mediados de Diciembre, y en ese entonces era la época más fría de todo el año. Colgó la mochila en un hombro, metió sus manos en las bolsas de aquella chaqueta que gustosamente le prestó Sunshine tratando de que el frío no le atraviese la ropa y encaminó a su casa a través de las calles nevadas del pequeño pueblo, aún pensando en todo lo que platicó con Shine. Hablaron de varias cosas después del pequeño cumplido que recibió el rizado, como los profesores de la Universidad, las horas diarias, y también del por qué ella estaba fuera cuando encontró a Harry en aquel estado. Ojalá me hubiera dado ese profesor, se dijo.

Cuando Harry llegó a su casa encontró a su madre a lado de su tía preparando la cena, ambas platicando de cosas tribales y riendo de vez en cuando. Saludo a su tía y después a Anne regalándoles a cada una sonrisa, una sonrisa falsa que todos los que la vieran pensarían que en verdad, Harry es feliz.
—Pronto va a estar la cena, bebé —avisó su madre sonríendole. Harry asintió y caminó escaleras arriba para dejar sus cosas.
—Voy a darme una ducha —gritó cerrando la puerta de su habitación, no sin antes escuchar una aprobación de su tía. Puso seguro a la puerta, dejó sus cosas el pie de la cama y caminó rápidamente a su armario para sacar de nuevo esa cajita de metal que tantos recuerdos guardaba.
Se sentó en el piso, a un lado del armario y abrió la caja, sacó la cajetilla de cigarros y haciendo lo que diariamente, lo prendió dando una enorme calada haciendo que el humo casi toque sus pulmones, sacándolo por la nariz lentamente y reteniendo lo más que puede para relajarse, hizo lo mismo otra vez, pero ahora lo sacó por la boca. Sintió que se derretía por el gran alivio que éste le da al contacto, cerró los ojos olvidándose de todo alrededor y concentrándose en esa pequeña frase que aún no lograba sacar de su cabeza «Eres guapo, tienes bonito cabello y bonitos ojos verdes». ¿Tanto le costaba aceptar que una chica se lo había dicho? Y no cualquier chica, sino una chica hermosa, y millonaria. Millonaria, suspiró Harry dando otra calada al cigarro que estaba a la mitad ahora.
—¿De verdad te vas a creer esa mierda? —se dijo a sí mismo con coraje—. ¡Es obvio que te tiene lastima! —masculló y pronto se vio envuelto en un llanto silencioso.
Miró el interior de la caja y recordó lo que pasó hoy. Las muñecas le comenzaron a picar, pero no debería, hoy no. Mordiéndose el labio, Harry atacaba las ganas de tomar una de esas cuchillas y pasarla por sus brazos, estaba reprimiendo las inmensas ansias de saber que pasaría si lo hace, aunque ya tuviera muy en claro que pasa cuando lo hace. Dio otra calada al cigarrillo, esperando que eso controlase sus actos y pensamientos, pero sin pensarlo ya tenía una de esas cosas en la mano, mirándola detalladamente como siempre. Un escalofrío le recorrió la espalda cuando toco el filo, se imaginó lo bien que se sentiría después de pasarla una, o dos veces por su brazo.
Con una última calada terminó el cigarro y lo apagó aventandolo por la ventana después de dar una largo suspiro. Tomó los rizos que le caían sobre la frente con una mano y los acomodó hacia atrás, aunque no funciono porque de nuevo estaban esparcidos en su cara cuando agachó la mirada hacia la navaja. Recordó la gran mentira que le dijo a Sunshine y una ola de culpabilidad lo azotó, no era su intención, sin embargo se sintió bien al hacerlo, y ahora debería ser castigado. ¿Qué mejor que hiriéndose el mismo, para saber el nivel de dolor?
Recordó lo débil que se vio al no poder defenderse de esos chicos y ahora si sentía que aquella cosa filosa debería estar en sus brazos. Quitó la chaqueta y esa camisa de su cuerpo dejándolas en su cama, miró las cicatrices de sus muñecas hasta los codos, Harry se preguntó que haría cuando tenga suficientes y no quepan más, ¿donde agregaría otras, si así lo quisiera?
Un gran alivio lo inundo cuando la navaja paso atravesando algunos cortes que se había hecho anteriormente, casi gruñó del placer, pero no debería sentir placer sino dolor, así que la pasó de nuevo por estar feliz de eso. Unos cuantos cortes más soltó la navaja en su lugar y acomodó todo lo que hizo, para su suerte, esta vez no derramó ni una mancha en el suelo. Guardó la caja en su lugar y corrió al baño para darse la ducha que había dicho.
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Mensaje por Invitado Sáb 31 Mayo 2014, 6:29 pm

A partir de este capítulo será narrado por Harry, olvidé decirlo, pero buano. No sabía muy bien con cual me acomodaba más, si en tercera o primera persona, así que traté de usar ambas.


Capítulo 07.
❛❛—Not finished playing yesterday.



Bajé las escaleras fingiendo una sonrisa, de esas que normalmente suelo usar en mi casa, frente a mi madre. Entré a la cocina desechando las imágenes que hace un rato viví en mi habitación, con esa pequeña cajita de metal, mi gran compañera, pero sin borrar gesto alguno en mi rostro hasta que las chicas de la casa me vieron, entonces quité la sonrisa y me senté en la barra para esperar mi plato, callado. Mi mamá se veía tan feliz ayudando —en lo poco que puede— a mi tía, se veía tan hermosa sonriendo como lo estaba haciendo últimamente, tan viva.
—¿Sucede algo, Harry? —preocupada, preguntó mi mamá acercándose a mi. No quiero asustarla, aunque si lo pienso bien, no sucede algo más aparte de mi maldita vida de perro que llevo, a excepción de Sun, pero yo también he notado que no estoy gastando bromas como lo hice ayer, o antier, así que me pregunto ¿me sucede algo?
—No —mentí, o tal vez no, ni siquiera lo sé—, estoy un poco cansado, eso es todo —le sonreí para que no se preocupara, esperando que no haya notado la duda en mi voz.
—Te sucede algo —aseguró mi tía—, y es una chica —agregó.
—No.
¡Genial! Mi voz tenía que temblar ahora.
—¿Cómo se llama? —interrogó mi madre esta vez. Frustrado de mi intento de mentir, suspiré para ganar tiempo, más que nada. ¿Por qué ahora se me daba tan mal mentir, cuando ya llevaba cinco años de mi vida haciéndolo perfectamente?
—Sunshine.
—¡Ajá! —mi tía chasqueó la lengua y empezó a servir los platos de la deliciosa sopa que preparó.
—Pero —quiero pensar, interrumpí sus pensamientos prosaicos que quien sabe a donde iban a llegar— es una amiga.
—Obviamente es una amiga, Harold, no puedes tener una relación sin antes conocerse, oye —me llamó cuando el plato estuvo frente a mi—, no me digas que en estos tiempos basta con saber sus nombres para tener sexo.
—¡Belén! —riñó mi madre con los ojos abiertos.
—Anne, por favor, Harry tiene dieciocho, por supuesto que sabe de esto, es un adulto, un adulto que aún ve las caricaturas los sábados por la mañana —aclaró.
Solté una risita que trataba de controlar, pero eso no lograría que contestara. No iba a responder nada más, claro que no, si no podía mentir, al menos no iba a hablar y que se quedaran con la duda.
Probé la sopa y como lo suponía, estaba deliciosa.

{***}

Llevaba apenas unos minutos afuera cuando vi a Niall doblando la esquina de la calle, mirando la pantalla de su celular sin fijarse en que está a punto de pisar al perro de la vecina. Alzo la vista un poco antes de llegar al animal y por suerte alcanzo a saltarlo haciendo que el cachorro saliera corriendo a su casa.
Sin poderme aguantar solté una risa tonta mientras caminaba a su encuentro aferrándome a la correa de mi mochila, él me recibió con una de las más hermosas y sinceras sonrisas que yo no tardé en corresponder, y si, sé que suena gay, pero es la verdad, al menos esto es verdad.
Niall ha sonreído así para mi desde hace siete años, cuando lo conocí en el colegio gracias a que los dos quedamos encerrados en la cafetería, él por comer tarde y yo por... bueno, a mi me encerraron a propósito. Después de pasar casi un día en aquel lugar llegó el cuidador a abrirnos y fuimos libres, al día siguiente noté que estábamos en el mismo grupo, bueno, en realidad el me lo dijo cuando se sentó a mi lado porque al parecer era nuevo en el pueblo, aunque por un rumor que escuché y la verdad no sé de quien, él siempre había ido a esa escuela, pero en turno vespertino, después se cambió de turno porque en la salida de la tarde había mucho vandalismo. Nunca le tomé mucha importancia a eso porque mientras tuviera al teñido cerca era suficiente, aunque no entendía porque me hablaba, es decir, al chico marginado, solo, pobre, golpeado, triste, cuando puede tener mejor compañía con alguien de su clase y que no compre su ropa en las rebajas de otoño, o en las tiendas de segunda mano.
Me abrazó fuertemente por la cintura cuando guardó el celular en el bolsillo trasero de su pantalón, yo hice lo mismo por su cuello. Aún no entiendo por qué siempre hace esto, es decir, me sonríe y después me abraza tan fuertemente, casi asfixiándome, como si de una novela romántica se tratara. Nos soltamos un poco después ya que el grupo de niños que generosamente me regalaron un cigarrillo ayer nos llamaron gays.
Niall sabía que no debe hacerles caso, así que sin más nos dirigimos a la escuela en una tranquila caminata ya que llevábamos veinte minutos de ventaja.
—¿Qué hiciste para tener que saltarte la última clase? —preguntó de la nada. Me tomó desprevenido, que lo único que alcancé a hacer fue mirarlo de reojo y decir un quedo
—¿Eh?
—¿Por qué te fuiste en la última clase, ayer? —intentó de nuevo, también echando un vistazo hacia mi y después regresando su vista al frente.
Me quedé callado, no me esperaba la pregunta, más bien, no me la esperaba de él, de Liam todavía ya que era un entrometido de primera, pero ¿de mi rubio? Después de un tiempo sin responder, las comisuras de su boca se levantan haciendo una sonrisa picara. 
¿Qué?
—Te fuiste con Shine —aseguró dándome una mirada... rara. Posé mi vista en él, tratando con fuerzas darle a entender que estaba loco.
Levantó una ceja cuando no le respondí.
—No —mascullé finalmente. Y me maldije por mi voz chillona y queda, eso obviamente me delataría. 
Le sostuve la mirada por un rato. Esmeralda contra Celeste peleando una batalla que no tengo ni idea cuando comenzó, ni el por qué del acontecimiento. Fui el primero en caer por los ojos abrasadores de Niall, no puedo con tanta ternura, perversión y profundidad combinada en su mirada.
—Si, si lo hiciste, pero no te preguntaré más porque no quiero saber los detalles, sucio —me acusó, ladeando la cabeza, aún con esa tonta sonrisa suya.
—¿Sabes? —empecé, pero en ese mismo instante olvidé lo que iba a decir— Quiero un cigarrillo—murmuré deseoso después de unos minutos, haciendo que Niall soltara un gruñido. 
Me sentía ansioso, casi sofocado, pareciera que no he fumado en meses, aunque apenas son unas horas desde ayer en la noche. Rebusqué en mi mochila la pequeña cajetilla de cartón donde tengo tres cigarros y un encendedor para ocasiones como está, saqué el seleccionado y lo prendí ya en mi boca. Di una calada llenando a mi organismo de ese humo venenoso que mata lentamente, se sentía deliciosamente bien que después de soltar el veneno humeante rápidamente di otra calada, volviendo a ahogar mis pensamientos con él.
—No sé ni por qué mierdas haces eso, ni tampoco por qué aún te cubro con Anne en lugar de decirle de tu vicio —dijo Niall a la mitad de mi adicción.
—Porque me relaja, además, no lo puedo controlar, y me cubres porque eres mi mejor amigo. Así que cállate o habla de otra cosa.

Estábamos a punto de llegar a la escuela, no sé en que se me fue el tiempo, quizá en la charla con Niall, quizá no.
Los recuerdos de ayer me golpean en la cabeza, nublándome la vista de ellos, recordando todo y a la vez nada, y no sé por qué sucede esto ahora, y tampoco si así va a ser todo el día. A lo mejor es un aviso del destino, pero como yo no creo en eso, está bien para mi mientras no encuentre a los matones de nuevo.
Llegando me despedí de Niall porque teníamos distintas clases ahora y a mi me tocaba hasta el otro lado del instituto. Caminé rápidamente a través de todos los estudiantes que se pasaban por mi camino, tratando de alejar de mi mente los traumatizantes, vergonzosos y dolorosos recuerdos de ayer. No es que de verdad me sienta mal, porque realmente, realmente no siento nada respecto al tema, ni dolor, o alguna de esas cosas, pero apuesto a que si se lo digo a alguien sonaría tan tristemente mal que me tendrían compasión y me llenarían de dulces ¿a que si? De acuerdo, eso es lo que quiero pensar, pero si suena mal ¿verdad?
Sin darme cuenta ya estaba en mi lugar habitual de tomas mis clases, al frente, en la orilla, a lado de las arañas de la sala. No suena tan mal después de un tiempo, si todos lo ven desde mi punto de vista, las arañas no te harán nada si no las provocas, y además, puedo recargarme contra la pared si quiero, incluso la silla tiene un lindo y hermoso "aquí va el pobre" en letras grandes, para quien no lo sabe y se le ocurra sentarse en mi lugar. Eso está bien para mi, es mi sala favorita porque es la única donde tengo un asiento preferente y así llegue tarde siempre será para mi.
Saqué mi material y apunté la fecha en una esquina de la hoja mientras en la contraportada ponía mi nombre. Estaba tan absorto en hacer que quedara perfectamente marcado el «Styles» que no me di cuenta cuando alguien se sentó a lado de mi, hasta que escuché un «hola» salir de sus labios con ese bonito y chistoso tono de voz. Levanté la vista lentamente para mirar a la chica sonriéndome. ¿Qué no se cansa de seguirme aún?
—Hola —susurré con la boca seca. Tosí un poco en busca de que el nudo en mi garganta —de dudosa procedencia— se quitara.
—También tengo Desarrollo Personal —me explicó aún sin preguntarle, con un tono de voz demasiado entusiasta, o emocionado, que sé yo.
—Ah —fue lo único que dije. Vamos, ¿donde está la conexión cerebro-boca cuando lo necesito?
—Oye, ¿tienes algo? Estás muy callado, o te caigo mal —abrió sus ojos de golpe—. ¿Te caigo mal, hay algo malo en mi, qué sucede?
—Eh... nada. Es que, ando un poco distraído, no dormí bien —mentí, mas o menos.
Le sonreí, esperando que con eso bastara, pero vi en sus ojos un reflejo de duda, y después de interés.
—De acuerdo. Por cierto, ¿no te duele nada?
Negué.
—¡Lo sabía! Esa pomada es mágica ¿a que si? A mi mamá le compuso una cortada en toda la mano, la muy mensa quería hacer comida, pero como no sabe...
Se quedó callada, viendo a algo, o alguien atrás de mi, como si fuera Harry Potter y la Cámara de los Secretos, se quedó petrificada. Volteé lentamente y si tres segundos antes me hubieran dicho que no lo hiciera... no, de todos modos lo hubiera hecho.
Los tres mastodontes de ayer estaban en la puerta mirándome descaradamente, pareciera que soy su presa y ellos están a punto de comerme.
—¡Styles! —alardeó el moreno—. No terminamos de jugar ayer. —Y sin más se fue, no sin antes darme una sonrisa peligrosa. 
Uh, tengo problemas.
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Mensaje por Shelley Dom 01 Jun 2014, 5:16 am

Al final hiciste otro tema, espero que subas los otros caps pronto. xx
Shelley
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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Dom 01 Jun 2014, 10:00 am

Ana(: escribió:Al final hiciste otro tema, espero que subas los otros caps pronto. xx
Si, uería evitar problemas así que mejor creé otro xd, estoy en eso, linda, pronto sigo.
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Mensaje por Invitado Dom 01 Jun 2014, 10:13 am

Este capítulo está dividido en tres partes, you know, nunca lo terminaba hasta donde quería. Por ahora, creo que es el mas largo de todos.


Capítulo 08.
❛❛—Are you afraid?


PRIMERA PARTE.

Tenía diez minutos antes de que el almuerzo terminara y para mi suerte no había topado a los chicos esos y tampoco a Sun, gracias a Dios.
Estaba en una esquina de la cafetería muy alejado de todos, donde seguramente nadie me notaría, escondiendo mi cara en un libro que no estoy seguro si es de historia o geografía y tratando de que las papas a la francesa que consiguió Niall para mi entren a mi boca en lugar de caer en el libro. Aunque después de pensarlo casi cinco minutos no encuentro razón para que esconda mi rostro, además de los chicos que seguramente me darán de nuevo una golpiza, si no es hoy será mañana o pasado, pensando en adelantar las cosas y dejarlos hacer lo que quieran, pero hay algo que me detiene y no sé qué cosa es exactamente, simplemente, cuando camino sin esconderme algo me arrastra y me obliga a tener la cara detrás de un libro y esconderme detrás de alguien.
—¿Qué estás escondiendo, Harry? —preguntó Niall mirándome a través de sus pestañas. 
—Nada —respondí rápidamente, echándome un puño de papas a la boca.
—Entonces deja de parecer que mataste a alguien.
—No puedo.
—¿Por qué? —cuestionó, elevando una de sus cejas.
—Cosas mías —le resté importancia—. Pareces mi madre. Sabes, mejor deberías estar estudiando y haciendo tus tareas para no reprobar.
Él bufó  y atacó de nuevo su comida, que consistía en tres rebanadas de pizza, unas papas y una coca-cola light. Já, como si eso amortiguara toda la grasa que consume.
—Claro, yo tengo que hacer mi tarea solo, pero a Liam lo ayudas sólo por ser guapo.
Al principio pensé que lo decía enserio, ya iba a decirle un montón de cosas e incluso iba a tirarle su comida por pensar así, pero después de ver las comisuras de su boca levantadas me di cuenta que estaba jugando.
—Además, ya no tengo que preocuparme de eso —dijo elevando sus hombros, mirando el único pedazo que le quedaba de pizza. Despertó mi curiosidad, pero la verdad tenía unas enormes ganas de descansar, que incluso no quería gastar palabras en preguntar. De algún modo, y lo sabía perfectamente, Niall terminaría diciéndome en tres... dos... uno... —Mi padre quiere regresar a Irlanda.
Lo sabía, el rubio no podía guardarse las pala... ¿QUÉ? Lo miré, dejando el libro de golpe en la mesa, con la boca abierta y sin embargo, necesitada de palabras.


{****}


Maldito seas Liam, por querer faltar precisamente este día habiendo mañana y el viernes para hacerlo. Tal vez hoy si pueda salir librado de ésta, aunque con mi suerte de perro no lo creo. No importa que ya sean las cuatro de la tarde, donde se supone que ya nadie debe de estar en los edificios a excepción de las oficinas principales y la biblioteca, puede que los matones me hayan esperado para terminar lo que no pudieron ayer. No quiero pensar así, además que lo tengo bien merecido por haber dejado que Sun haya hecho lo que sea que haya hecho ayer con Vera. Debí arrastrarla del cabello si era necesario para que no se metiera en problemas como este, bueno, aunque al que metió en problemas fue a mi.
Guardé todas mis cosas en la mochila cuando hube terminado la tarea de Física. Con la sangre en mis orejas, haciendo un zumbido sordo de los nervios y la ansiedad de lo que pueda pasar después, caminé directamente a la salida de la biblioteca después de poner los libros que ocupé en su lugar y despedirme de Carmen, la encargada de vigilar la sala.
Iba a mitad de mi recorrido a la salida del edificio cuando escuche mi apellido a unos cuantos metros atrás de mi. La bilis subió a mi garganta inmediatamente, nublando mi vista y revolviendo mi estomago a su paso. Sabía que no tenía tanta suerte. Tragué intentando que el mal sabor de boca se fuera, pero fue en vano, no creo que lo haga a menos que saque todo lo que tengo en el estomago.
Apenas volteé mi cabeza vi la sombra de una sonrisa perversa en el moreno, y como los otros dos rubios se tronaban los dedos de las manos. Bien, tengo dos opciones y ninguna es lo suficientemente buena, una, puedo esperar hasta que lleguen y ambos no ahorremos tiempo y palabras, o echar a correr aunque tenga cero posibilidades de llegar a la parada del autobús antes de que me atrapen ya que estos jeans ajustados no me lo permitirían.
Sin darme cuenta mis pies se estaban moviendo hasta la salida cada vez más rápido, y para cuando me di cuenta, escuché los pesados pies de los tres haciendo eco en el pasillo cada vez más cerca de mi. No tenía otra alternativa, corrí lo más rápido que me permitía esta ropa por el edificio olvidándome de las nauseas, pero un poco antes de llegar a la puerta jalaron de mi suéter hacia atrás haciéndome tambalear y caer en el frío piso. Alcé la vista con miedo, más que nada preguntándome si cuando esto acabe al menos pase algo bueno y haya nadie en casa.
—Te atrapé —masculló un rubio con la mirada turbia.
Respiré hondo, poniendo mi mochila frente a mi como si de un escudo se tratara. Cerré los ojos y tragué saliva para hacer que el nudo en mi garganta bajase.
—¿Tienes miedo? —preguntó el moreno levantándome del suéter. No me dejó responder porque me arrastró a la sala más cercana empujándome dentro y cerrando con seguro detrás de él y los otros dos rubios.
Tragué saliva de nuevo, mirándolo con los ojos como platos y mis sentidos alerta. Bien, esto va a estar fuerte.


{****}


Llegué a casa apenas sosteniéndome, con los ojos hinchados y dejándome ver apenas lo justo para no ir tambaleándome por la calle. El sol ya se había metido lo suficiente para empeorar mi vista hace como media hora, se me hacía muy difícil diferenciar entre una piedra y un gato pequeño o un pájaro, además de que iba agarrándome de cada cosa para no perder el equilibrio por mi pie que al parecer, tiene un esguince.
Llamé a mi madre con voz temblorosa y un poco ronca después de cerrar la puerta y para mi terrible suerte, agradezco que nadie haya contestado. Tal vez se habían ido a comprar para hacer la cena ya que el refrigerador está descompuesto y las cosas se echarían a perder si las dejamos afuera.
Dejé mi mochila en el sillón de camino al teléfono que estaba en la cocina. Marqué el número de Liam pero atendió el buzón, no quería perder más tiempo así que le dije una mentira de por qué no fui al gimnasio hoy. Tal vez mañana me haría algún reclamo, pero es lo que menos importa ahora con mi cuerpo adolorido. Mi boca tenía el sabor a sangre aún después de una hora y el dolor de las costillas junto con los moretones del cuello se hacían más presentes.
Cojeé hasta mi habitación cerrándola con seguro una vez que llegué. Me senté en la cama con cuidado de no moverme de más. Agradecí a Sun por el frasco de pomada que amablemente me dio por si tenía dolor en otro lugar mientras lo sacaba de un cajón del viejo escritorio de madera. Levanté la playera junto con el suéter con una mano mientras con la otra tomaba un poco del analgésico y lo frotaba en los moretones. Poco a poco empezaba a sentir que el dolor y ardor iba desapareciendo dejando a su paso alivio.
Cuando acabé me quité por completo la parte de arriba de ropa dejando a la vista mi abdomen cubierto de tatuajes. Recuerdo que ese día aposté con Liam trescientos euros más lo del tatuaje a que si lo hacía, poco después ambos salíamos del local, yo trescientos euros más rico y Liam quinientos más pobre. Já, poco después tuve el regaño de mi vida con mi mamá porque Liam había sido tan estúpido que se le salió decirlo una vez que la saludó. Sonreí ante el recuerdo porque es uno de los pocos que en verdad me ha gustado compartir con Liam.
Después quité los ojos de la tinta en mi piel para ponerla en mis brazos llenos de líneas que ahora tenían sangre seca, la sonrisa se curvó hacia abajo y mis ojos empezaron a picar mientras trataba de contar todos esos cortes. Recuerdos de lo pasado hace unas horas me embargaron de repente, mareándome con tal rapidez que corrí al baño para sacar toda la bilis, y de paso, lo que comí en el almuerzo. Me limpié la boca cuando terminé, mirándome en el pedazo de espejo que cuelga de la pared.
Ese chico de ahí no soy yo.
Harry en realidad no es Harry.
Y ahora lo seré menos sin mi teñido a lado. Niall se irá a Irlanda en una semana y yo me quedaré solo de nuevo. ¿A quien le haré bromas acerca de comida ahora?
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Mensaje por Invitado Dom 01 Jun 2014, 11:26 am


Capítulo 08.
❛❛—You are a fucking suicidal.

SEGUNDA PARTE.

Entré de nuevo a mi pieza, poniendo seguro y quitándome los zapatos camino a la cama, me senté a mitad en posición de indio mientras veía la foto que tenía con Niall el día de su cumpleaños número doce, unos meses después de conocernos. En ese entonces mi padre aún vivía con nosotros, y mi madre aún podía moverse por toda la casa sin limitarse en nada, como ahora. Teníamos un lindo hogar por el vecindario de Liam, más grande y mejor que está casa. La tomé de mi escritorio y saqué la imagen del porta retratos.
Una sonrisa se extendió por mi rostro al recordar aquel día como si hubiera sido ayer que pinchamos una llanta de la bicicleta nueva de Niall, un regalo de su hermano. El recuerdo se mantenía fresco en mi mente aún después de siete años desde el suceso. El rubio quería ver si era tan resistente como había alardeado Greg cuando se la mostró, unos minutos después ambos salimos corriendo al patio con una aguja en mano y cinco más tarde entramos llorando porque ni siquiera habíamos montado en ella y ya estaba inservible.
Acaricié la imagen que tenía en las manos y me llegó una pregunta que me provocó ansiedad. ¿Qué va a ser de mi en unos días? Niall era la única compañía con la que contaba para todo, era un hermano para mi y ahora vamos a separarnos, después de siete años juntos. Se me formó un nudo en la garganta al imaginarme sólo un día en la escuela sin él, y también en la cafetería. Sería terrible.
Dejé la fotografía de lado y me tumbé en la cama. Estoy malditamente cansado, y no sé por qué... Oh, si, hace unas horas fui golpeado.
—¡No puedo mover un dedo! —me quejé en voz alta, mirando el techo medio despintado de mi habitación y con los pies colgando.


{****}


Salí de la sala cuando ya no había nadie ahí. Caminé por el largo pasillo tranquilamente mientras sacaba un chocolate de mi bolsillo. Estaba a punto de quitar la envoltura cuando escuché mi nombre detrás de mi. Giré lentamente sobre mis talones, guardando el chocolate para otra ocasión y me encontré con la pequeña de Sun sonriéndome ampliamente. Le devolví el gesto por costumbre y esperé hasta que llegó a mi lado.
—¿En donde te escondes? —preguntó tocándome el hombro, aunque se tuvo que estirar un poco para hacerlo.
—Eres tu la que se esconde —murmuré mirando su mano y después a ella, se dio cuenta de eso y rápidamente la quitó.
Le señalé las escaleras con la cabeza para que me acompañara a salir. Eran las de emergencia, hechas de metal y estaban afuera del edificio, rara vez las usaba, pero ahora me quedaban cerca. Caminábamos cómodamente en silencio, al menos de mi parte, hasta que ella habló de nuevo.
—¿Harry? 
—Hmm... —dije distraidamente, mirando los hilos que colgaban de la correa de mi mochila. La miré cuando no prosiguió. —¿Qué?
Íbamos bajando la primera parte de las escaleras, pero la manga de mi suéter se atoró en el barandal así que lo jalé hacia arriba haciendo que mi brazo saliera al aire, mostrando las líneas carmín de diferentes tamaños. Dejé de respirar cuando lo noté, mi labio inferior tembló al mismo tiempo que giraba la cabeza para saber si Sunshine lo había visto, y como lo imaginé, lo hizo.
Sus ojos miraban descaradamente mi brazo que ya estaba a mi costado y tapando los cortes. Tomé una gran bocanada de aire pensando en las palabras exactas que debería decir, cerré los ojos fuertemente por pocos segundos y los abrí. Tenía que excusarme de alguna manera, pero no había cómo, no tenía las palabras.
Iba a decir lo que sea en ese instante, pero ella me ganó.
—¿Por qué? —cuestionó con los ojos llorosos y mirándome fijamente. Su cara se transformó en una mueca de enojo. ¿Por qué se enoja? Sus ojos me miraron ahora, con una nota de furia en ellos. —¡Eres un maldito suicida!
Supe que esto ya no tenía excusa, que no podría seguir fingiendo y que ella ya no estaba conmigo.

Desperté sudado y con la respiración a mil. Esto no me podía estar pasando a mi, no ahora. Tallé mis ojos porque los sentí picar, miré el pequeño reloj que encontré hace unos días y me di cuenta entonces que ni siquiera había amanecido. Mi corazón aún latía fuerte pero se iba acompasando poco a poco. Sólo fue una pesadilla, no es y no será verdad, me repetí varias veces esa frase intentando creérmela, pero sé que de algún modo, esto va a pasar algún día.
Salí de la cama porque sentía mi cuerpo pegajoso por el sudor, caminé al baño para asearme. Me mojé la cara y lavé los dientes con las imágenes de la pesadilla en mis ojos. Se sentía tan real
Mi cuerpo tembló al recordar aquella frase. «¡Eres una maldito suicida!» No, no lo soy, si fuera un suicida ya hubiera intentado matarme, o hecho algo al respecto, pero yo no quiero matarme, no aún.
Nadie entiende que yo hago esto porque lo merezco, bueno, si lo supieran no lo entenderían. Merezco sufrir por todo lo que he hecho y por lo que soy. 
«Eres un maldito suicida»
La frase llegó a mi otra vez en un susurro demasiado bajo y lento, invitándome a creerlo. No, yo no soy de ese tipo de persona, yo sí quiero vivir.
Fui de nuevo a mi habitación para ponerme unos tenis, una sudadera y sacar un cigarro. Salí a la calle en segundos y comencé a caminar sin rumbo con el cigarrillo en mi boca. No pensaba alejarme mucho, ya que es peligroso estar a las cinco de la mañana por estas calles, pero necesito que el aire frío me pegué para tranquilizarme y también necesito estar solo, sin paredes que me asfixien ni nada.
Caminé quince minutos y sin darme cuenta estaba por el barrio de Liam y Niall, mejor dicho de Liam. Aún no me hago a la idea de que Niall se fue hace dos días a Irlanda. Ya siento que no podré yo solo con esta carga, sin nadie que me haga reír, con quien compartir bromas, porque no es lo mismo con Sun, además, con ella apenas me veo en el almuerzo y en tres clases que nos tocan juntos, y eso si la señorita se decide a asistir a clases.
Me acerqué al pequeño parque que estaba por aquí y me di cuenta que tan cambiado estaba todo. Cuando era pequeño los columpios y demás juegos estaban llenos de vida, ahora no son más que lugar para que los pandilleros pinten.
Me senté en un columpio provocando que las cadenas hicieran un horrible ruido en protesta. Mi cigarrillo estaba a medio terminar, yo apenas había comenzado a sentir el humo caliente en mis pulmones. El cielo aún estaba oscuro pero en el horizonte se veían unas franjas naranjas muy pequeñas. 
Bostecé, sin darme cuenta de que aún tenía sueño por las escasas cinco horas que dormí.
Tiré la colilla de cigarro por ahí cuando terminé, miré mis pies con los ojos medio abiertos. Si que tengo sueño.
Sentí unos trotes ligeros cerca de mi y alcé  la vista, encontrándome con un cuerpo delgado corriendo alrededor del parque, vestía un pantalón deportivo negro y una sudadera ajustada gris. Ella sintió mi mirada y se giró para verme, ladeó la cabeza de lado y después se acercó a mi.
Creo que la conozco, debe ser la hermana de Sunshine, Romina.
—Eres Harry, ¿cierto?
Vaya, que directa.
—Ah, si —respondí torpemente. Ella me sonrió  y sin duda alguna supe que era su hermana, ambas tiene la misma sonrisa.
—Genial. Eres el amigo de mi hermana, Shine. Me ha hablado mucho de ti, dijo que eras guapo pero no pensé que tanto...
—Espera —carraspeé, con las mejillas rojas por el cumplido. Sonreí un poco por lo parecidas que son, las dos igual de habladoras—. ¿Te ha hablado de mi?
—Si, por supuesto. Eres el único amigo que tiene aquí, tú sabes, la chica es medio rara —hizo un gesto con la mano para restarle importancia. —¿Qué haces aquí a esta hora, y solo?
Tosí un poco por lo rápida y fluida que iba nuestra plática, es fácil hablar con los Beit por lo que me doy cuenta.
—Desperté hace un rato y soy de esas personas que no pueden volver a dormir —mentira, ahora mismo estaría durmiendo de nuevo—, tú sabes.
—Claro, a mi me pasa lo mismo, por eso salgo a correr cuando sucede. Oh, soy tan grosera, olvidé presentarme, lo siento. Soy Romina, un gusto —me extendió la mano y guiñó un ojo. Es linda.
Me di cuenta de que las mangas de mi sudadera eran cortas, así que me acerqué un paso y le tomé la mano. Quedamos un poco cerca, pero nada de que preocuparse. Le sonreí con la boca cerrada y la solté.
Miró el reloj en su muñeca y después a mi.
—Oye, son las cinco y media. ¿Te gustaría ir a desayunar conmigo? Mi auto está aquí cerca, y podremos tener una vista hermosa del amanecer.
Lo pensé un minuto y acepté, al final de cuentas, es hermana de mi amiga, ¿qué podría pasar?
Caminamos en silencio a su auto, por lo poco que sé de coches puedo decir que era un Audi, pero no sabía diferenciar qué tipo. Me abrió la puerta del copiloto y arrancó camino a... no sé.
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Mensaje por Invitado Dom 01 Jun 2014, 11:37 am


Capítulo 08.
❛❛—And told him my middle name!


TERCERA PARTE.
Llegamos a su casa en poco tiempo, debe haber sido porque la chica condujo a noventa por hora, posiblemente.
Salimos del auto y caminamos tranquilamente hasta la entrada. No se me había ocurrido que me podía encontrar con Sun hasta que cruzamos la puerta. ¿Qué pensaría ella de esto?
Esta era la primera vez que pisaba la casa porque anteriormente se encontraban en una residencia un poco más pequeña y lejana del pueblo. Recuerdo que Sunshine me dijo que por este motivo había faltado el martes a la escuela. Las estancias estaban acomodadas de diferente manera a como suponía, a diferencia de la primera casa, en la entrada tenían un pasillo un poco estrecho en vez de la sala enorme.
Romina iba prendiendo las luces a cada lado que pasábamos y yo sólo la seguía, sin chistar y sin decir nada. Al final del pasillo habían unas escaleras de loseta café de diferentes tonos, variaban desde el pastel hasta el más oscuro y se encontraban en el lado derecho, pero Romina siguió hasta la última puerta del lado izquierdo y me hizo un ademan para que entrara. 
Me quedé sin palabras al descubrir la enorme cocina. Las paredes estaban pintadas de un tono azul griseo muy claro y los muebles eran negros, mientras que los utensilios y las pequeñas cosas que estaban eran de un tono plateado brillante, y todo estaba perfectamente acomodado. Me encantó el lugar, estoy enamorado de la cocina, literalmente.
—Veamos —susurró la pelirroja mirando dentro del refrigerador y sacándome de mi ensoñación. Alzó la cabeza por encima de la puerta y me sonrió, no pude evitar devolverle el gesto. —Tengo de todo un poco, así que dime que quieres desayunar.

Terminamos comiendo cereal con leche porque ninguno de los dos nos decidíamos, pero no era un cereal con leche común y corriente, no, éste contenía fresa, kiwi, moras azules y miel. Aunque la cocina terminó hecha un desastre por Romina que intentó hacer hot cakes, pero cuando iba a hacerlos yo, la masa se había terminado.
Unos pasos se escucharon en el pasillo y después la voz de una mujer, supuse que sería su madre. ¿Todos se levantan tan temprano aquí?
Como lo supuse, una señora pelirroja de ojos claros y muy guapa entró a la cocina vestida deportivamente. Se quedó parada cuando me vio y después sonrió a lo grande. Es lindo sentirse así; estar en un lugar y que todos te reciban con una sonrisa y eso.
—¿Quien eres, cariño? —se acercó demasiado a mi y me acarició la mejilla. No me quejo de eso, absolutamente.
Le sonreí abiertamente y me entraron unas ganas enormes de reír, hasta que escuché un carraspeo a mi lado.
—Es Harry —me presentó Romina—, el amigo de Alexia —miró a su madre intensamente hasta que la señora se alejó un poco.
—Un gusto, cariño —sonrió—. Soy Bea, su mamá.
Le sonreí disculpándome, y no sé si era por la mirada de Romina, o porque yo le seguí el juego. Me di cuenta de que Sunshine tenía dos nombres que si los decía en voz alta sonaban muy formal, me imaginé por un segundo a ella estando en una oficina, detrás de un escritorio enorme; la licenciada Sunshine Alexia Beit. 
Já, apenas y va tres veces a la semana al colegio y yo pienso en ella como licenciada.
—¿Qué haces aquí tan temprano, Harry? Digo, son las seis y media y a esta hora todos deberían estar dormidos.
—Menos nosotros —agregó su hija, comiendo un poco de cereal—. Me creerías que lo encontré en el parque por donde viven los Payne —dijo distraidamente mientras servía más leche a su plato.
—¿De verdad? —Sacó una jarra de jugo del refrigerador, me ofreció pero negué. —¿Qué hacías tan temprano por allá? —Me dio una mirada reprobatoria.
—¿Conocen a la familia Payne? —pregunté verdaderamente confundido, Shine no lo había comentado. Bueno, tampoco es que siempre habláramos de ella.
—Oh, si —Bea respondió—, son amigos de la familia, pero Alexia nunca se ha llevado bien con Liam, el hijo menor.
—¿Por qué?
Esto se tornaba divertido, ya me imagino verlos a los dos cuando yo mismo los presente, si no es que ya se han encontrado antes.
—De pequeños, Alexia pensaba que Liam le estaba robando a Romina sólo porque ellos dos eran mejores amigos, tú sabes. —me guiñó un ojo, y no supe que significaba eso.
Con que no se llevan bien, eh. Lo creo de Alexia, pero no de Liam. Los imagino de pequeños, Alexia golpeando a Liam con su muñeca mientras él trataba de defenderse diciendo que no estaba haciendo nada malo, y a Romina gritando para que vinieran a separarlos. La imagen me hizo reír tanto que las dos mujeres que me acompañaban me miraron extraño, pero no dijeron nada. Era como si estuvieran acostumbradas a ese tipo de acciones.
—¿Tú los conoces? —preguntó la pelirroja a mi lado.
—Ah, si, Liam es mi amigo.
Romina escupió la leche que tomaba, me miró con una cara de sorpresa, mientras Bea me hacia una seña con la mano para restarle importancia.
—Limpias eso —le ordenó a su hija.
Volví mi vista al plato de cereal que tenía frente a mi, ya estaba a la mitad. Una pregunta me pasó por la mente y se fue tan rápido como vino. ¿Por qué Bea no había dicho nada del desastre con los hot cakes?
Alguien entró rápidamente pero se detuvo frente a mi, supe quien era cuando miré su playera de Arctic Monkeys. Alexia había llegado.
Le sonreí ampliamente pero ella me miró con mala cara. ¿Qué tengo?
—Hola, Alexia —la saludé.
Exhaló aire cerrando los ojos, después los abrió y miró a su hermana.
—¡Y le dijiste mi segundo nombre! —soltó alzando las manos, matando a su hermana con la mirada.
Alguien no amaneció de buenas....
La susodicha se encogió de hombros limpiando la leche derramada. Las ganas de reírme eran enormes, pero sabía que sería aún peor si lo hacía.
—¿A qué hora te vas? —le preguntó Alexia a su madre.
—Cuando amanezca.
—Claro —respondió irónicamente, como retractándose de su pregunta porque era estúpida. Me miró, chasqueó la lengua y como si nada se sirvió un plato de cereal igual al mío. Se sentó a mi lado y empezó a comer, ignorándome olímpicamente.
—Alexia —le advirtió Bea. Ella suspiró dejando el plato de lado y volteó a verme.
—¡Hola, Harry! —sonrió—. ¿Qué haces aquí? No, no me digas. Eres muy tempranero, eh.
Y como si nada hubiera pasado antes, me metí en una extensa plática con ella de diferentes temas cada dos minutos.
Por el rabillo del ojo pude ver como Romina le susurraba algo a su madre y después se acercó a nosotros.
—¿Sabías que Harry es amigo de Liam? —preguntó de repente, en ese instante supe por donde iba la cosa, pero quería ver la reacción de Sunshine.
Vi como se quedaba con la boca abierta primero, y después su cara cambió radicalmente por una mueca de confusión, y después de furia.
—¿Por qué no me lo dijiste? —exigió saber.
—Tampoco comentaste que lo conocías —me excusé.
—¡Porque es un maldito roba hermanas!
—Cariño —la tranquilizó Bea—, ya han pasado once años de eso, ¿no crees que es un poco infantil lo que haces?
—Le hablas de niñerías a la pequeña de la casa —se burló Romina.
—Lo que sea —dijo Bea, poniendo los ojos en blanco, creo que esto le hartaba—, va a amanecer. Vamos al patio —me sonrió cuando la miré confundido.
—Vamos —Sunshine me tomó de la mano llevándome con ella a través de la puerta de la cocina que conducía al patio y yo había ignorado hasta ahora.
El patio trasero era inmensamente inmenso, sin exagerar. Todo estaba cubierto de pasto a excepción de la piscina a la derecha, tenía pequeñas jardineras regadas por toda la extensión y cubiertas de flores como las azucenas, lilas, margaritas y más. A mitad del patio estaba un árbol enorme rodeado de rosas blancas y azules, contrastando entre ellas y entre las flores de las jardineras cercanas. Era completamente hermoso, pero lo que llamó más mi atención fue el horizonte más allá de él, no me había dado cuenta que la casa estaba construida cerca del acantilado que colinda con la ciudad vecina, haciendo que el lugar tomará mucha más belleza de la que ya tenía. Si ponía atención se podía ver la costa a lo lejos, y unos pequeños rayos de sol ya se colaban entre las montañas al este. Todo eso combinando con el frío clima y el sentimiento de la navidad próxima hacían de esto algo increíblemente mágico.
La imagen era espectacular, perfecta para una fotografía.
Me quedé con la boca abierta por un bien rato hasta que Romina me sacó de mi mismo para llevarme al barandal que había al final del patio, aunque quedaban metros más para llegar a la punta del acantilado, sabía que el barandal de vidrio lo habían puesto por seguridad.
—¿Verdad que es hermoso? —suspiró.
—Es increíble —corregí—. Mágico.
—Estoy de acuerdo contigo —dijo Alexia a mi izquierda, mirando hipnotizada cómo iba saliendo el sol poco a poco.
—Y yo —terció Bea a mi derecha, a un lado de Romina.
Nos quedamos por minutos ahí parados hasta que el sol se pusiera completamente y entonces, una nube gris tapo la mayoría de él dejando en sombra a la ciudad.
Esa imagen hizo metáfora a mi vida en estos momentos. A veces feliz y lleno de vida, a veces triste, deprimido, solo y apagado.


Última edición por matthew. el Dom 01 Jun 2014, 7:05 pm, editado 1 vez
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El muchacho de los ojos tristes. {HS} Empty Re: El muchacho de los ojos tristes. {HS}

Mensaje por Invitado Dom 01 Jun 2014, 1:58 pm

Bueno, sinceramente quería esperar a que subieras todos los capítulos para poder comentar, pero se me hace inevitable. Leeré todos los capítulos otra vez, porque como te dije, amo esta novela. Ya quiero leer el doce, estoy muy feliz que estés aquí de nuevo El muchacho de los ojos tristes. {HS} 1477071114 cuídate y besos.
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