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Mensaje por Kamm Kay :33 Mar 11 Feb 2014, 7:37 pm

Me haras llorar
e-e na mentira
haha no de hecho no
que iba a decir
Y no me acuerdo
hhaha
siguela
Kamm Kay :33
Kamm Kay :33


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CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 Empty Re: CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut)

Mensaje por iaraprosperi21 Miér 12 Feb 2014, 3:30 pm

Holaa
Me encanta!! CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 3275125450 
Seguila pronto  :bye:
iaraprosperi21
iaraprosperi21


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CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 Empty Re: CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut)

Mensaje por ziamandlarrylovereal1905 Miér 12 Feb 2014, 5:18 pm

HOLA, NUEVA LECTORA :canto: 
ME ENCANTA!!!!!!!!!!!! CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 1244184562  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 3275125450  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 918334782 
SIGUELA PRONTO CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 4229596405 
 :bye:  :bye:  :bye:
ziamandlarrylovereal1905
ziamandlarrylovereal1905


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Mensaje por I'mLarryShipper Jue 13 Feb 2014, 2:31 pm

Hola!
Nueva lectora!!
Me super gusta la nove :love:
Al fin Harry pudo correrse sin el vibrador, espero que garchen pronto!
Seguila por favor!!!!
Saludos :hug:
I'mLarryShipper
I'mLarryShipper


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CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 Empty Capitulo 4 Completo.

Mensaje por L(ove)arry Stylinson Vie 14 Feb 2014, 11:50 pm

Preparado puntualmente a las siete, Harry esperó nervioso la llegada de Louis.
 
Vestido de acuerdo al clima caluroso de agosto, llevaba un traje gris, sin corbata y el cuello de la camisa blanca desabrochado y los clásicos zapatos negros. Había soñado con una maravillosa noche, y de hecho, resultó un sueño muy agradable —si mal no recordaba, soñó con Louis. Algo así como una calurosa noche y un paseo por el bosque, que terminó con un apasionado interludio al lado de un fresco riachuelo.
 
Todo en el sueño pareció vívido y real, excepto por Louis y él mismo. Sabía que era Louis, pudo sentirle y saborearle, pero no pudo verle. Excepto sus ojos. Ojos de un azul cielo, que brillaba con una luminiscencia sobrenatural. Aquellos ojos deberían haberle provocado miedo, pero resultaron extrañamente irresistibles.
 
Harry alejó esos pensamientos cuando vio aparecer el coche de Louis. Sintió como se tensaban sus entrañas. Había pensado que terminaría sup­e­rando el estremecimiento que le recorría el estómago cada vez que le veía. Pero por lo visto no sucedería esa noche.
 
Él salió ágilmente del coche y se dirigió hacia el porche donde Harry le esperaba en un silencioso aturdimiento.
 
—Ah Dios mío —suspiró. La realidad de la situación lo golpeó como si fuera una avalancha—. Estoy saliendo con un bombón.
 
Louis caminaba con el suave y confiado deslizamiento de un depredador seguro de su dominio. Iba vestido de manera sencilla, conjuntando el blanco y el negro. Unas botas negras, unos vaqueros negros ajustados y una holgada camisa blanca con el cuello abierto, revelando el inicio de los rizos que, Harry lo sabía, le cubrían toda la extensión de su duro y musculoso pecho.
 
El sol del atardecer se reflejó en su cabello, mostrando destellos castaños y dorados. Llegó hasta el menor y se quitó las gafas de sol que protegían sus ojos, observando su absoluta inmovilidad, envolviéndolo en el celeste calor de su mirada.
 
Un temblor de reconocimiento lo recorrió —el inherente reconocimiento de un hombre ante la presencia de un macho alfa. Los machos alfa exigían sumisión. Comenzaron a embargarlo necesidades que nunca había llegado a admitir o explorar. Imaginarse siendo dominado y con una total pérdida de control le causó una agitación y confusión irritante.
 
Harry se encontró sumido en una serie de emociones contrapuestas, de una pura y primaria lujuria a un miedo que instigaba su instinto de conservación. Ponerse en manos de este hombre, darle su confianza, era lo más tentador y lo más aterrador que había tenido que afrontar en toda su vida.
 
Se obligó a permanecer de pie, aunque sintiera el impulso de girar y echar a correr para buscar la seguridad, la suya y la del otro hombre. Valientemente encontró su mirada de admiración.
 
Louis se acercó al porche y estudió a Harry.
 
Se lo veía dulce e inocente en su casual atuendo. Su rizado cabello oscuro, junto con su traje, destacaban el color lechoso de su suave y cálida piel. Sin embargo, un silencioso gruñido retumbó en su pecho.
 
Sabía la pasión que encubría ese exterior tan cándido.
 
El gran y perverso lobo estaba ansioso por jugar.
 
Para un observador normal Harry parecería tranquilo y sereno, pero Louis podía sentir su confusión interior. Su aguda visión detectó la dilatación de sus pupilas y el oscurecimiento del iris mientras sus emociones giraban. Pudo oler el inicio de su deseo, así como el miedo que lo corrompía.
 
La instintiva necesidad de tomar al hombre de su elección le sacudió con fuerza. Si hubiera sido cualquier otro hombre habría dejado que su naturaleza dominante le gobernara y tomara lo que quería. Sus antiguos compañeros habían comprendido sus necesidades y deseos, y sabían que lo suyo solo era un arreglo temporal. No hubo necesidad de ningún tipo de precaución o cautela. Los apetitos habían sido saciados, siendo satisfechos por ambas partes, y la relación finalizaba sin ningún tipo de cólera o recriminación.
 
Harry era impredecible. Que se tratara de su compañero resultaba indiscutible, y su derecho a tomarlo innegable, pero a pesar de mostrar a veces un difícil y espinoso exterior, poseía un corazón sensible y un alma apacible. Y lo habían hecho daño. Su confianza traicionada y su seguridad en sí mismo minada.
 




El lobo reconocía La  necesidad de Harry ser dominado y controlado. El hombre reconocía su necesidad de ternura y seguridad. Presionar en cualquiera de las dos direcciones llevaría consigo el fracaso. Juntos, los dos lados de su naturaleza, buscarían un equilibrio que le conseguiría como recompensa el amor y la confianza de Harry.




Louis subió hasta el porche, con sus ojos mostrando confianza y firmeza, se detuvo ante Harry.
 
—Estás precioso, cariño.
 
—Gracias —contestó tímidamente, contento ante sus palabras de alabanza.
 
—Ahora relájate. No tienes que tomar ninguna decisión trascendental. No va a pasar nada malo. Nos vamos a conocer un poco mejor  y, siendo optimistas, disfrutaremos de nuestra mutua compañía. ¿De acuerdo?
 
Harry hizo un gesto afirmativo y se relajó un poco, hasta que su mano le cubrió la barbilla y su boca bajó posándose en la del rizado. Su nivel de tensión subió por las nubes, después se detuvo y cayó en picado cuando se derritió con el calor de su tierno beso. Sus labios se movieron lentamente sobre los suyos, frotaron y se deslizaron hasta fundirse a la perfección. Los labios de Harry se abrieron con un suspiro y la lengua de Louis se deslizó en su interior lánguidamente, explorando lentamente la cálida caverna de su boca. La lengua del mayor rozó la de Harry  acariciando y animando para que participase. Él accedió de buen grado y le siguió hacia su boca para iniciar sus propias lentas y calurosas exploraciones.
 
Louis gruñó su aprobación y de mala gana se retiró, dando por finalizado el beso.
 
—A no ser que quieras que esta tarde termine ahora mismo, conmigo tomándote aquí sobre el porche, te sugiero que nos vayamos —le advirtió, con el humor tiñendo su tono y una sonrisa en los labios.
 
Harry se ruborizó mientras recordaba el sexo telefónico de la noche anterior.
 
—Vámonos —le insistió el ojiverde.
 
Conociendo demasiado bien lo rápido que Louis podía despertar su deseo, le agarró de la mano y le arrastró por el porche bajando los escalones.
 
—A propósito, he olvidado darte las gracias —dijo con una sonrisa rápida.
 
-¿Por qué? —preguntó Harry mientras Louis lo acomodaba en el asiento del pasajero.
 
Vio como daba la vuelta hacia el otro lado del coche y se sentaba en el lado del conductor.
 
Louis arrancó el coche y echó marcha atrás por el camino de la entrada.
 
—Porque no creo que nadie me haya dicho nunca que soy un bombón.
 
Un estupefacto silencio llenó el coche, al momento Harry comenzó a balbucear.
 
—¡Cómo… no has podido oír… Louis!
 
La risa masculina del ojiazul llenó el coche mientras aceleraba, deslizándole suavemente calle abajo.
 
*********************************************************
 
Varias horas más tarde, cuando los restos de la cena fueron retirados de la mesa, Harry dirigió una mirada pensativa a Louis.
 
Era un cambio refrescante en comparación con sus otras citas. Sus modales eran intachables, se mostraba cortés y considerado de una manera natural. Su sentido del humor era agudo y encantador. Se expresaba con inteligencia e ingenio sobre una variedad de temas. Su naturaleza inquisitiva se dejó ver mientras se exploraban con preguntas cuidadosamente formuladas.
 
Todo eso provocó en su interior un nivel tan alto de excitación que le costó mantener el control. La calidez de su mirada recorrió su piel como si se tratara de dedos fantasmales, haciendo que se sintiera chamuscado. La anticipación le llenó de emoción y todo su nerviosismo desapareció mientras contemplaba las diferentes posibilidades.
 




O’Neal había sido la elección perfecta para su primera cita. Los reservados eran altos y acogedores, dando a los comensales una ilusión de aislamiento. La decoración era elegante, pero no fría. En cuanto a la vestimenta, uno podía ser tan formal o informal como lo deseara. Y la comida era de lo mejor del mundo. Pero lo que más valor tenía para Harry era la familiaridad que se respiraba. En esta situación, con la excitante y enervante presencia de Louis, la familiaridad lo ayudaba a mantenerse tranquilo.




La camarera se acercó para rellenar sus tazas de té helado, provocando una pausa en la conversación. Harry descansó la barbilla sobre su mano y le estudió pensativo.
 
-¿Qué profundo y oscuro pensamiento vaga por tu cabeza, dulzura? —preguntó Louis con una sonrisa.
 
-¿Por qué tengo la impresión de que a veces puedes leerme la mente? —Preguntó a su vez Harry con absoluta seriedad, preguntándose también, de manera absurda, si podría imaginarse las ideas que tomaban forma en su cabeza—. No puedes ¿Verdad?
 
Louis se burló.
 
—Con mucha dificultad.
 
Extendió la mano y acarició con los dedos la sedosa piel de su mejilla.
 
—Tienes unos ojos muy expresivos. Y soy un experto en leer el lenguaje corporal.
 
-¿Oh? —Harry estaba intrigado— ¿Qué te dice el lenguaje de mi cuerpo?
 
Louis se puso serio mientras lo consideraba.
 
—Te relajas, tus movimientos son naturales, no tensos ni estudiados. Tus ojos se encuentran con los míos directamente, sin vergüenza, y con cierta reflexión. Tu conversación es suave, no afectada. Te abres a mí, revelándote. Diría que estás perdiendo el miedo a lo que nos sucede. Disfrutas de mi compañía. Eres feliz. Y por el leve oscurecimiento de tus ojos, cosa que sucede de vez en cuando, diría que te preguntas como será cuando hagamos el amor.
 
Harry le escuchó en un asombrado silencio. Parecía haber examinado su alma. Parecía mentira que una conexión tan abierta y fácil, se hubiera formado en tan poco tiempo. Sintió como el rubor le cubría las mejillas y un temblor le recorrió los nervios comprimiendo su pecho, cuando su último comentario acertó por completo.
 
-¿Cómo de cerca me he quedado? —Lo observó, pues a pesar de ser en tono de broma, le exigía la verdad.
 
—Cerca, muy cerca —admitió Harry valerosamente.
 
—Tengo la intención de ponerme aún más cerca, Harry—prometió Louis. El ardor en su voz lo acarició.
 
—Louis, yo… —comenzó, pero después se detuvo, cuando la atención de Louis se desvió hacia una pareja que se acercaba.
 
Harry notó como se le dilataban las fosas nasales y el destello cauteloso en sus ojos. Para él eran desconocidos, pero al parecer Louis si los conocía. Observó cómo se levantaba, mostrando una postura claramente agresiva.
 
—Louis, se te ve más hermoso que nunca. —La mujer que le habló se apoyó en él, dándole un beso en la mejilla.
 
—Lillian. —Su expresión permaneció neutra mientras se giraba hacia el hombre que la acompañaba—. No creo que me hayan presentado a tu amigo, aunque me parece familiar.
 
Las palabras de Louis poseían un sutil desafío. Harry le observó, desconcertado por su actitud.
 
El hombre le ofreció la mano.
 
—Reece Cofield —se presentó a sí mismo—. Y tiene razón, nunca hemos sido presentados formalmente.
 
Harry examinó, curioso, a la pareja.
 
La mujer era alta y morena de rasgos exóticos, con la suave melena a media altura y unos elegantes rizos. Llevaba un corto y muy ajustado vestido de color negro que lucía una coqueta abertura, revelando sus esculturales piernas. Los tacones de ocho centímetros —según Harry, zapatos de mujerzuela— le daban una imagen general de profesional del sexo.
 
El hombre la igualaba en altura y se le veía sano y hermoso, con el cabello negro y ojos marrones. Encontró curioso el respeto con el que se dirigía a Louis.
 
Tomando posesión del brazo de Louis, Lillian giró su atención hacia Harry.
 
—Preséntame a tu compañero, Louis —le ordenó alegremente.
 
—Harry Styles, te presento a Lillian Adair y su amigo, Reece Cofield.
 




—No solo eres una cosita muy dulce —declaró Lillian con un dulzor que goteaba veneno—, sino que, además, llevas un atuendo que me encanta, querido. Tienes la buena suerte de ser capaz de parecer un maestro con él.




En vez de enfadarse, Harry burbujeó de diversión, ante la doble intencionalidad de su elogio.
 
—Bueno, gracias —le devolvió Harry—. Yo también te envidio, aunque tu ropa es muy llamativa. Otra mujer sin tu clase y sofisticación se parecería exactamente a una puta de lujo.
 
Dos bufidos ahogados de diversión masculina encolerizaron a Lillian, que se enderezó y dirigió su atención hacia otra dirección. Estaba determinada a humillar totalmente a este débil humano.
 
—Te he echado de menos, Louis. Espero con ansia la próxima noche que pasemos juntos.
 
Un remolino de diferentes emociones emanó de los cuatro, lanzados repentinamente dentro de un congelado cuadro.
 
La reacción de Harry fue de una dolorosa punzada que rápidamente ocultó. Una veloz ojeada hacia Louis le reveló que la diversión había desaparecido de su rostro, siendo sustituida por cólera y repugnancia. Comprendió que el pasado de él no era asunto suyo. A pesar de eso, saber que había tenido una relación con esa hermosa y totalmente maliciosa mujer, resultó un golpe. Evitó la mirada que envió en su dirección.
 
En lugar de eso volvió su atención a Lillian y quedó algo sorprendido al ver un destello de pesar en sus ojos mientras miraba a Reece. La reacción de Lillian parecía revelar cierto sentimiento hacia el hombre. ¿Entonces por qué lo humillaba de esta manera?
 
De Reece emanaban disgusto y decepción. La cólera bulló en sus ojos mientras alejaba a Lillian de Louis.
 
—Vamos Lillian —la empujó, rompiendo la silenciosa quietud—. Estoy seguro de que Harry y Louis tienen mejores cosas que hacer que aguantar el parloteo de una muchachita charlatana.
 
Girando debido al leve empujón de Reece, Lillian dejó caer su bolso, derramando su contenido. Dio un consternado grito.
 
-¡Oh querido, que torpe soy!
 
Louis y Reece se agacharon para recuperar las dispersas pertenencias, deseosos, por diferentes motivos, de que Lillian siguiera su camino.
 
—Harry, querido, hay un lápiz de labios junto a tu pie, si fueras tan amable… —le indicó dulcemente.
 
Antes de que ingeniosamente volcara su bolso, Lillian había cogido un pequeño frasco que mantuvo en la mano. Con la atención de todoa dispersa, nadie notó como lo vertía, con subrepticia rapidez, en la copa de Harry. Su expresión mostró una presumida diversión aun antes de que se vaciara el frasco.
 
Con todos sus bienes en su sitio, Lillian tomó el brazo de Reece, agradeciéndoles su ayuda.
 
—Que tengáis una maravillosa tarde —gorgojeó. La satisfecha sonrisa que le produjo su secreto conocimiento quedó oculta al girarse y llevarse a Reece.
 
Louis volvió a ocupar su asiento y encontró la mirada expectante de Harry.
 
—Fue una noche, hace dos años —declaró, con cierto nerviosismo se pasó una inquieta mano por el cabello—. Demonios, ni siquiera era de noche. Supe que fue un error en cuanto sucedió.
 
—Al parecer le causaste una gran impresión —le dijo Harry, bebiendo inconsciente el brebaje que se ocultaba en su té.
 
Louis hizo una mueca.
 




—Lillian no es impresionable. Se dedica a coleccionar hombres. Le intriga que alguien pueda rechazarla. Se le llama síndrome del “deseo inalcanzable”. Si la hubiera seguido por todos lados adulándola, se hubiera deshecho de mí. —Hizo una pausa, pensativo—. Si Cofield quiere que le tome en serio, le valdría más comenzar a demostrar un poquito más de dureza. Lillian no responde a la bondad, es demasiado dominante. Necesita a alguien que la iguale en fuerza.




Harry elevó las cejas ante el profundo análisis que Louis le había hecho a Lillian.
 
—Parece que la conoces de algo más que unas pocas horas. —Su tono goteaba sarcasmo.
 
Louis sonrió ampliamente, imperturbable a la punzante observación de Harry y, en su interior, contento del posesivo comportamiento de su compañero.
 
—También soy un estudiante muy observador de la naturaleza humana, cariño.
 
Su “hum” estaba lleno de incertidumbre, pero cambió de tema. El tono de Louis mostraba sinceridad y sus ojos mantenían una verdad incuestionable. Se inclinó hacia delante, capturándole con la mirada.
 
—Louis ¿Qué es lo que haces?
 
-¿Hago? —“Allá vamos”, pensó. Va a ser bastante difícil.
 
—Ya sabes, de profesión. No te he oído mencionar a qué te dedicas.
 
Louis cruzó los dedos mentalmente.
 
—Imagino que tú le llamarías profesión independiente.
 
—¿Pero cuál? —preguntó Harry.
 
—Soy una especie de consultor —adornó Louis, contento de poder decir algo que bordeaba la verdad.
 
Harry continuó sondeando.
 
—¿Quién te consulta y sobre qué?
 
Louis sabía que no podría esquivar sus preguntas con vagas generalidades durante mucho tiempo.
 
—En cuanto a qué, me consultan sobre muchos temas, soy algo así como un especialista en diagnóstico de problemas. Y sobre quién, por ahora va a tener que seguir siendo confidencial.
 
La frente de Harry se frunció ante su sonrisa.
 
—Me intrigas, Louis. ¿No serás un espía, verdad?
 
Louis se rió y negó la acusación.
 
—Te lo diré con el tiempo, dulzura —le prometió—, pero primero tú y yo tenemos que mantener una muy seria discusión. —Evitando cualquier nueva pregunta, Louis se levantó y cogió su cartera para pagar la cuenta pendiente—. ¿Estás preparada para que nos vayamos?
 
—Lo estoy —admitió, aceptando la poco satisfactoria explicación.
 
Siguiendo el ejemplo de Louis, se levantó de su silla. Mientras él sacaba el dinero para pagar la cuenta, Harry tomó la copa de té helado y se tomó el resto del contenido.
 
El aire nocturno había refrescado y dio la bienvenida al calor del brazo de Louis que le cubría los hombros mientras salían del restaurante. Andando hacia el coche, sintió un repentino mareo. Se sujetó a su brazo hasta que se le pasó.
 
—¿Qué pasa, cariño? —La preocupada cara de Louis ocupó el foco de su visión.
 
—He sentido un pequeño mareo durante unos momentos. Espero no haber pillado ninguna enfermedad —comentó, disgustado ante esa idea—. Odio estar enfermo.
 
—Si enfermas, jugaremos a los médicos hasta que estés mejor —bromeó con una exagerada mirada lasciva que provocó unas risillas a Harry.
 
Louis abrió la puerta del coche y colocó al rizado cuidadosamente en su interior. Algo iba definitivamente mal. Sintió como sus movimientos eran lentos e inseguros. Sus manos se agitaron cuando se deterioró su coordinación. Tenía problemas con el cinturón de seguridad y cuando se acercó para ayudarlo, sus grandes ojos mostraron la creciente angustia.
 
—Sujétate, amor, te llevaré a casa —lo calmó mostrando tranquilidad.
 




Harry hizo un gesto afirmativo mientras Louis cerraba su puerta y daba la vuelta al coche. Un temblor sacudió su cuerpo cuando un fuerte calambre se aferró a su estómago. Tragó con fuerza, mortificado ante la idea de vomitar en el hermoso coche.




—Deprisa, Louis —suplicó—. Empiezo a sentirme realmente enfermo.
 
—Intenta relajarte. Apoya la cabeza y cierra los ojos, llegaremos enseguida —se esforzó en continuar con el tono tranquilo, ocultando su preocupación.
 
Louis condujo con rápida eficacia, la hora tardía ayudaba, pues la ausencia de tráfico mantuvo despejado su camino. Deteniéndose lo suficiente como para asegurarse de que el camino estaba despejado, pasó de largo todas las señales de Stop y los semáforos en rojo.
 
Harry prorrumpió en un sudor frío, y suaves gemidos pasaron por sus labios de manera inconsciente, mientras luchaba por mantener el control. Había olvidado todo lo que la rodeaba.
 
Sin que él se percatara, su repentina enfermedad había levantado las sospechas deLouis. Sacó su teléfono móvil e hizo una llamada.
 
El coche redujo la marcha y entró en una larga y sinuosa vereda. Harry abrió los ojos y luchó por enfocar la mirada.
 
—Esta no es mi casa —murmuró, cuando la fachada de ladrillo y piedra nadó ante su vista.
 
—No, es la mía. Era la más cercana, cariño, y el doctor Maigrey ya está de camino.
 
Desorientado y luchando contra las nauseas, Harry no protestó cuando Louis, con mucho cuidado, lo cogió en brazos y lo llevó hacia su casa. La ingravidez, junto con el ligero movimiento durante el traslado, casi fue su perdición.
 
—El baño, deprisa —gritó.
 
Se aguantó mientras Louis subía los escalones de dos en dos, depositándolo en el baño justo a tiempo. Harry cayó de rodillas ante el inodoro y perdió la lucha. Unos minutos después se percató de que Louis todavía estaba con él.
 
—Dios, Louis, sal de aquí —jadeó cuando sintió otro calambre.
 
—Imposible. Limítate a dejarlo estar, cariño. Me quedo donde estoy.
 
Harry sintió como su brazo le rodeaba la cintura, extendiendo la mano sobre el diafragma, y le realizaba un ligero masaje. Su otra mano sujetó su pelo. Canturreó suaves y reconfortantes palabras, mientras él soportaba cada espasmo.
 
Cuando la crisis fue remitiendo, Louis cogió una manopla y la humedeció con agua fresca. Harry cerró los ojos mientras se la pasaba por el rostro. Sus párpados y labios estaban levemente hinchados, su tez pálida. Cuando abrió los ojos, él sonrió comprensivo.
 
—Esta es la experiencia más humillante de mi vida —le reveló Harry. Estaba exhausto y aturdido.
 
—¡Louis!
 
Una fuerte voz de hombre llamó desde abajo.
 
—Es el doctor Maigrey —le explicó Louis, presionándole el hombro. Entró en el dormitorio para gritar hacia abajo—: Arriba, doc.
 
El doctor Maigrey entró en el baño con un aire de calmada confianza.
 
—¿Cuál es el problema? —preguntó y escuchó la explicación de Louis.
 
Miró a Harry, observando las pupilas dilatadas, la piel húmeda y su movimiento vacilante. Cuando se inclinó para escuchar su corazón con el estetoscopio, captó un olor débil pero familiar.
 
—¿Has tomado algún tipo de medicamento, ya sea con receta o sin ella, durante las últimas horas, Harry? —Ante la respuesta negativa, preparó una jeringuilla— Te voy a tomar una pequeña muestra de sangre —le explicó.
Mirando la aguja, sintió como su estómago se tensaba de nuevo.
 
—¿Podría salir un minuto, por favor? —le suplicó.
 
—Señor, he visto casi todo lo que el cuerpo humano puede excretar. Haz lo que tengas que hacer.




 Desvalidamente, Harry se giró y saludó de nuevo al que parecía ser su nuevo y mejor amigo. Después, Louis le volvió a limpiar la cara.




—Este se está convirtiendo en un día verdaderamente memorable para mí —dijo sarcástico pese a su incomodidad—. Ahora he vomitado ante dos hermosos hombres en vez de uno. —Lentas lágrimas de frustración e impotencia cayeron por sus pálidas mejillas.
 
—Está bien, cariño —lo calmó Louis abrazándolo y meciéndolo lentamente.
 
—No me acunes, Louis—le pidió Harry,mientras luchaba por mantener el control—. Es como estar sobre un barco. También me mareo —le advirtió, mientras Louis le impelía a que se sentara al borde de la bañera.
 
El doctor Maigrey se rió ante su comentario, mientras tomaba una muestra de su sangre, después llenó otra jeringuilla con el líquido de un pequeño frasco.
 
—Te voy a poner una inyección que debería detener las nauseas —le explicó.
 
—Bendito seas —suspiró con sinceridad, estremeciéndose ligeramente ante el pequeño pinchazo de la aguja.
 
El alivio relajó sus tensos músculos.
 
—Esto debería lograrlo, querido. Quiero que descanses y bebas mucho líquido en cuanto tu estómago se asiente. Tienes que recuperar lo que has perdido —le ordenó con amabilidad.
 
—Gracias, Dr. Maigrey —contestó, con evidente gratitud—. Realmente aprecio su ayuda. No creí que los médicos siguieran haciendo visitas a domicilio.
 
—Bueno, Louis y yo nos conocemos desde hace algunos años y le debo un par de favores. Cuídate, Harry. Te haré saber el resultado de los análisis de sangre. —Subrepticiamente le hizo señas a Louis para que le siguiera fuera del cuarto de baño.
 
—Tengo que hablar contigo —le explicó John quedamente, mientras se dirigía hacia la puerta del dormitorio.
 
—Deja que acomode a Harry y enseguida bajo —concordó Louis—. Sírvete una copa o asalta la cocina si te apetece.
 
Alisó el ceño y volvió al cuarto de baño para encontrar a Harry todavía sentado al borde de la bañera. Se arrodilló ante él, y le pasó la mano por el pelo.
 
—¿Te sientes mejor, cariño?
 
Hizo un gesto afirmativo.
 
—Sí. —Sus ojos parecían enormes en la pálida cara, y estaban surcados por sombras oscuras bajo ellos. Harry extendió su temblorosa mano y le acarició la cálida piel de su mejilla—. Gracias.
 
Louis sintió como si hubiera tocado su misma alma con sus ojos, sus gestos y sus sencillas palabras. Capturó las heladas manos del rizado y le transfirió su calor.
 
—Siempre te cuidaré, Harry—le prometió.
 
Él se rió.
 
—¿Ahora me vas a llevar a casa?
 
—No, cariño, te quedarás aquí donde pueda vigilarte. Y puedes ahorrarte la discusión. No es negociable —le advirtió Louis con tranquila determinación.
 
Consideró sus opciones y cedió sin lucha.
 
—De acuerdo ¿Tienes un cepillo de dientes que pueda usar?
 
Louis sonrió y le sujetó juguetonamente la barbilla.
 
—Muchacho lista.
 
Rió entre dientes cuando Harry le sacó la lengua. Le dio el cepillo de dientes y desapareció en el dormitorio, para reaparecer con una camiseta y una bata que su madre le había regalado en navidad y que raras veces utilizaba.
 




—He pensado que quizás podrías usar esto —explicó, poniéndolo sobre la encimera del lavabo—. ¿Quieres tomar un baño o una ducha antes de acostarte? —Ante su gesto afirmativo, sacó un par de toallas limpias del armario.




—Deberías tomar un baño —le sugirió—. Es posible que te dé un mareo estando bajo la ducha, o —se calló e intentó adoptar un gesto inocente pero falló totalmente cuando una malvada sonrisa cubrió sus labios— podrías esperarme y nos duchamos juntos. Solo para asegurarme que no te caes —dijo de manera inteligente.
 
Harry frunció el ceño.
 
—Ya has tenido el privilegio de verme vomitar —dijo sarcásticamente—. Solo permito un número limitado de intimidades por día. ¡Sal de aquí!
 
Louis se sintió aliviado ante su capacidad de bromear. Ya estaba mejor.
 
—Me iré —le concedió, depositando un beso sobre su frente—. Pero ten cuidado.
 
Cuando la puerta se cerró tras él, Harry se encorvó sobre el borde de la bañera, sintiendo las rodillas inestables. Juntando las restantes y menguantes fuerzas, se cepilló los dientes y lentamente se desnudó. Ajustando la temperatura del agua, entró en la ducha y suspiró mientras el agua caliente caía en torrente sobre su dolorido cuerpo. Su mente desconectó durante un momento y se sorprendió balanceándose. Pensar lo que Louis le diría si se caía en la bañera, le acicateó para que terminara lo más rápidamente posible. Se secó y se puso la camisa de hombre, encogiéndose de hombros ante la ausencia de ropa interior limpia. Cubriéndose con la bata, salió del cuarto de baño y entró en la habitación, preguntándose dónde dormiría.
 
No dispuesto a meterse en la que podía ser la cama de Louis, se estableció sobre la cómoda silla junto a la ventana y casi de inmediato se quedó dormido.
 
************************************************************
 
Escaleras abajo, en la cocina, el Dr. Maigrey se aplicaba a fondo en un emparedado de rosbif cuando Louis entró. Le saludo con su emparedado y tragó.
 
—Confío plenamente en que un lupino disponga de la mejor ternera. Esta se la compraste a Dave Newberry, en el Sheraton, ¿verdad?
 
—Culpable. Nadie posee terneras como las de Dave —reconoció Louis. Se sentó a la mesa, enfrente de John—. Cuéntame.
 
—Lo drogaron —declaró John sin rodeos—. ¿Notaste ese débil, pero penetrante olor? —Ante la afirmación de Louis, continuó—: Es una mezcla especial de distintas hierbas y drogas. Ha estado recorriendo todas las zonas que suelen visitar los jóvenes lupinos, que lo utilizan para aumentar su diversión. Para nuestra raza es relativamente inofensivo, considerando la resistencia que tenemos a las sustancias adictivas. ¿Para un humano…? Bueno, ya has visto el resultado.
 
—Hija de puta. —La calmada ira de Louis, hizo que casi sintiera pena por el culpable. Casi.
 




—Por suerte, lo puso enfermo antes de que su sistema lo absorbiera por completo. Juzgando la dilatación de sus pupilas y la pérdida de funcionalidad motora, diría que si no se hubiera deshecho del contenido de su estómago, en estos momentos habría estado en una condición mucho más seria.




Louis se levantó y comenzó a pasearse por la cocina.
 
—Voy a matar a esa puta —juró.
 
—¿A quién? —John mantuvo un tono estable.
 
Nunca había visto a Louis tan cerca de perder el control. Pensó que las consecuencias no serían nada buenas.
 
—A Lillian Adair. —Escupió el nombre con un juramento—. Se presentó mientras Harry y yo cenábamos en el O’Neal. Dejó caer su bolso cuando se marchaba después de su, eh, cordial visita. Tuvo que ser cuando le echó lo que fuera a la copa de Harry. Estábamos distraídos recogiendo su mierda del suelo. Ella y su amigo Reece Cofield eran los únicos que se encontraban cerca, y él en ningún momento se acercó lo suficiente como para poder haberlo hecho, estoy seguro.
 
—Esto es muy serio, pero no puedes echarte encima de ellos medio en guerra —le aconsejó John—, haciendo acusaciones sin pruebas, pues lo único que traería serían problemas.
 
—Lo sé —concedió Louis—. Pero no puedo dejar que esto quede impune.
 
—Ya pensarás algo. Por ahora, estate tranquilo y usa la cabeza. —Suspiró y recogió su maletín, dirigiéndose a la puerta.
 
Louis le palmeó en el hombro.
 
—Gracias, Doc, realmente te agradezco que vinieras. —Hizo una pausa, pensativo—. Y por el buen consejo.
 
—No importa, Louis. Vigila a Harry durante un par de días. El único problema que preveo puede ser por algún trastorno en el estómago, dejé algunas píldoras arriba, sobre la mesilla. Mantenlo vigilado por si acaso.
 
—Ah, tengo la intención de cuidarlo —sonrió Louis—. Es mío, mi compañero.
 
John se mostró encantado.
 
—¡Felicidades! No está marcado. No tenía ni la menor idea.
 
—Él tampoco, todavía —confesó Louis con una nerviosa sonrisa.
 
John rió entre dientes.
 
—Buena suerte, amigo. Presiento que cuando está en condiciones debe mostrarse bastante batallador.
 
—Oh, sí —estuvo de acuerdo Louis—. Mi Harry puede ser verdaderamente explosivo.
 
—Bien por él. Esto hace que aumente la pasión. —John hizo una pausa y dijo las palabras ceremoniales—: Que disfrutéis de la cacería.
 
—Gracias compañero —contestó Louis, ofreciéndole la mano como despedida.
 
Cerró y regresó arriba, deseoso de comprobar cómo estaba Harry. Lo encontró profundamente dormido en la silla de su dormitorio. Se acercó silenciosamente a él, contento de ver como había regresado algo de color a sus mejillas.
 
Cuando se inclinó y lo levantó en sus brazos, Harry se revolvió irritado.
 
—¿Por qué no te has metido en la cama, cariño? —le preguntó suavemente.
 
—No sabía dónde querías que lo hiciera —masculló bostezando.
 
—Debajo de mí sería estupendo —murmuró.
 
—¿Umm?
 
Louis sonrió.
 




Era bueno que estuviera soñoliento, pensó. Le quitó la bata y lo acostó en la cama. Apagó las luces, se desnudó con rapidez y se unió a él. Un profundo suspiro de satisfacción escapó de sus labios cuando Harry inmediatamente se acurrucó contra él.  Admitió la buena voluntad de su cuerpo, por permitir su presencia en la cama sin tener que luchar con sus habituales deseos sexuales. La preocupación por lo que había sufrido, junto con sus instintos protectores, al parecer, mantenían su libido controlada. Acercó su cara al pelo del menor, durmiéndose con la seguridad de que se encontraba mejor y estaba donde debía estar.




Unas horas más tarde, no estuvo tan seguro. Harry comenzó a retorcerse y se despertó, inmediatamente preocupado.
 
—¿Estás bien, cariño? —susurró, inclinándose hacia él, que tiraba de la camiseta que llevaba puesta.
 
—Tengo calor, no quiero esto —refunfuñó mientras luchaba contra la ropa.
 
—Espera, dulzura, yo te lo quito. —Louis suspiró y consiguió desenredar la camisa, sacándosela limpiamente por la cabeza.
 
Inmediatamente Harry se relajó, cayendo de nuevo en el sueño. E inmediatamente Louis se excitó.
 
—Ten compasión —gimió respetuosamente, tragando cuando Harry se estiró en pacifico abandono.
 
Su estupenda visión nocturna le permitió verlo con bastante claridad. Su cuerpo era suave, redondeado y con curvas en todos los sitios correspondientes.
Extendió la mano y la colocó ligeramente en la plenitud firme de un pecho. Al instante el pezón se erizó contra su palma. Arrastró la mano lentamente hacia su abdomen. Su piel era suave y cálida, seda y raso bajo el lento deslizar de sus dedos. Se detuvo al llegar a los suaves rizos que coronaban sus esculturales muslos, cuando Harry se revolvió agitado.
 
Cernido sobre el ojiverde, quedó hipnotizado por su olor. Su nariz siguió la huella que su mano había dejado, mientras inspiraba el intoxicante aroma de su compañero. Al llegar a su monte, cerró los ojos e inhaló profundamente. Se imaginó tomando su polla, su lengua deslizándose por toda su longitud. Un gruñido bajo surgió de su garganta, haciéndole regresar al presente.
 
“Ha estado enfermo, ha estado enfermo, ha estado enfermo”, se repitió una y otra vez, y con un doloroso gemido retiró la mano, cubriendo la tentación de su cuerpo con las mantas. Louis se tumbó en su lado, esperando que haber ocultado la tentación visual, le ayudara.
 
Su esperanza fue efímera. Harry se le acercó de nuevo.  Sus pezones se clavaron en su espalda, mientras sus suaves curvas se pegaban a él. Podía sentir la caricia de su miembro rosando sus nalgas.
 
—Señor bendito —gimió, endureciéndose para aguantar toda la noche esa frustrante tortura.
 
********************************************************************************
 
Harry despertó bruscamente y a solas muy temprano. Se sentó en la cama, aturdido y confundido, con una vaga noción de necesitar volver a casa, rondándole por la cabeza. Se vistió temblorosamente con la bata que habían dejado a los pies de la cama y se quedó erguido con total desamparo en mitad de la habitación, sin saber que más hacer.
 
Habiendo escuchado los débiles movimiento en el piso de arriba, Louis subió para comprobar su estado.
 
—¿Vas a algún sitio, pequeño? —preguntó con cariño.
 
Se lo veía atractivo y, aún así, dulce, todo soñoliento y despeinado.
 
Harry se pasó indeciso la mano por el pelo.
 
—Pensé que debía irme a casa… pero estoy tan desorientado —se quejó irritado.
 
—¡Ah!, cariño, ven aquí! —Louis se acercó, ofreciendo sus brazos. Harry se dejó llevar a su abrazo.
 
Sentándose al borde de la cama, colocó a Harry sobre su regazo.
 
—¿Te duele algo en particular?
 
—El estómago me duele un poco —le contestó—. Pero por encima de todo me siento hecho polvo. —Descansó la cabeza sobre su hombro.
 
—Doc. ha dejado algunas pastillas para tu estómago. —Louis le indicó el frasquito que había encima de la mesilla—. Dijo que era posible que lo necesitaras. Voy a meterte de nuevo en la cama. —Lo levantó y se dirigió al lazo que anudaba la bata que llevaba.
 
—¡Hey! Alto ahí —dijo, dando un paso atrás.
 
—Harry, sabes que no te gusta dormir con ropa, por lo que es mejor que te quites la bata ahora —le dijo de manera razonable.
 




El menor  le dedicó un feroz ceño.




—Yo sé que no me gusta dormir con nada pero, ¿cómo lo sabes tú? —En cuanto hizo la pregunta, el recuerdo de un cálido y desnudo cuerpo pegado al suyo, apareció en su memoria— ¡Dormiste conmigo! —le acusó.
 
—Sí, lo hice —admitió Louis con calma. Lo observó con una seria y fija mirada—. Te puedes ir acostumbrando, porque va a pasar bastante a menudo de ahora en adelante.
 
Abrió la boca, para hablar, pero solo pudo emitir ruidos incoherentes.
 
Louis ladeó la cabeza.
 
—Pareces un pescado.
 
—Tú… tú no puedes haber dicho eso —jadeó indignado.
 
—Bueno, dulzura, hacías los mismos gestos de un pescado —bromeó deliberadamente, imitando los gestos con su boca.
 
—Ya sabes lo que quiero decir, ese comentario de “dormir juntos” —siseó.
 
Louis sonrió, pero después reconsideró su mal humor.
 
—Entre nosotros está ocurriendo algo especial Harry —declaró de manera solemne—. Sé que lo percibes igual que yo. —Esperó expectante su admisión. El rizado hizo un gesto afirmativo, poco dispuesto pero, sin embargo de aceptación—. Sé que esto no es fácil para ti, cariño. La traición es algo a lo que es difícil reponerse. Pero Harry… —Louis tomó la cara de él entre sus manos—… si me das el beneficio de la duda, te demostraré que puedes confiar en mí, tal como voy a confiar en ti. —Sus labios tocaron suavemente los de Harry—. Pero por ahora, vamos a centrarnos en que te recuperes, ¿De acuerdo?
 
—De acuerdo —concordó. Harry se sentía hipnotizada por Louis.
 
Su pero y su por, le desarmaban, se encontró cada vez más dispuesto a creer en el ojiazul.
Cogió las píldoras que le ofreció y se las tomó con un vaso entero de agua, sin haberse dado cuenta hasta entonces de lo sediento que estaba.
 
—¿Más? —le ofreció, indicando la jarra de agua—. John dijo que necesitarías muchos líquidos.
 
—Creo que por ahora es suficiente. Gracias —le contestó, permaneciendo torpemente de pie a la espera de que se marchase.       
 
Louis  sofocó una sonrisa.
 
—Ya sabes que te he visto desnudo —le recordó.
 
—Sí, pero yo no te he visto verme desnudo, y si no te importa, quiero aplazar esa experiencia un poco más. —Un atractivo rubor iluminó sus mejillas.
 
—Es un progreso. —La sonrisa cariñosa de Louis, junto con la calidez de sus ojos, mantuvieron cautivo a Harry.
 
—¿El qué? —preguntó ligeramente molesto.
 
—Que admitas que estaremos desnudos juntos. A eso le llamo definitivamente un progreso —le dijo, con un pícaro guiño.
 
Harry sintió una punzada de emoción por su comentario, mientras una sonrisa escapaba a sus labios.
 
—Márchate, Louis —le pidió.
 
—Estaré abajo por si necesitas algo —le informó con una sonrisa burlona.
 
Plantó un rápido beso en sus labios y lo dejó para que se desvistiera en la intimidad.
 
Harry se acurrucó bajo las cálidas mantas. Una somnolienta satisfacción lo cubrió mientras las medicinas asentaban su estómago. Bostezando, se colocó de lado y se adormeció con una diminuta sonrisa en los labios.
Escaleras abajo, Louis se movió por la cocina con experta facilidad. Se preparó café y una tortilla de jamón y queso, tarareando todo el rato una desafinada melodía. Sus pensamientos centrados en el hombre que en esos momentos calentaba su cama.
 
Harry  constituía un intrigante contraste. Dulce, tímido, ingenuo e inocente y sexy, de vez en cuando exasperante, obstinado e impetuosamente independiente. Le estimulaba y desafiaba como ningún otro hombre lo había hecho. Su mente y su cuerpo vibraban con una avalancha de emociones que él le provocaba.
 




Louis pensó en sus padres y supo indudablemente que esto era lo que ellos tenían, lo que sentían el uno por el otro.




Sabía lo contentos que se pondrían cuando supieran que había encontrado a su compañero. Su padre seguramente lloraría, pensó con una sonrisa. Era bastante emocional, como Harry, y no lo cambiaría por nada del mundo.
Pensó en llamarlos, pero descartó esa idea. Era mejor esperar, hasta comunicarle a Harry su condición de hombre lobo. Exhaló un profundo suspiro. Decir que estaba preocupado, era decir poco. Harry debería tratar con una revelación bastante traumática. Dependía de su naturaleza inteligente, compasiva y del creciente afecto que sentía por él, que pudiera aceptar la verdad de su doble naturaleza.
 




Haría cualquier cosa que tuviera que hacer para ayudar a Harry a aceptar una realidad que rompería todas sus ideas preconcebidas. Si al final le rechazaba, tendría que dejarlo ir. Pero de esa manera perdería dos partes cruciales de su mismo ser, que nunca recuperaría, su corazón y su alma.



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Bueno les dejo el capitulo cuatro, lo siento por subir despues de 30 años, pero mejor tarde que nunca (?
comenten si les gusto el capitulo. besos :hug: 


Última edición por L(ove)arry Stylinson el Sáb 15 Feb 2014, 12:59 am, editado 1 vez
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Mensaje por L(ove)arry Stylinson Vie 14 Feb 2014, 11:50 pm

Kamm Kay :33 escribió:Me haras llorar
e-e na mentira
haha no de hecho no
que iba a decir
Y no me acuerdo
hhaha
siguela
JAJAJA ya la segui!  :love:
L(ove)arry Stylinson
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Mensaje por L(ove)arry Stylinson Vie 14 Feb 2014, 11:51 pm

iaraprosperi21 escribió:Holaa
Me encanta!! CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 3275125450 
Seguila pronto  :bye:
Hola! que suerte que te encanta.
ya la segui!  :P  :hug:
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Mensaje por L(ove)arry Stylinson Vie 14 Feb 2014, 11:52 pm

ziamandlarrylovereal1905 escribió:HOLA, NUEVA LECTORA :canto: 
ME ENCANTA!!!!!!!!!!!! CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 1244184562  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 3275125450  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 918334782 
SIGUELA PRONTO CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 4229596405 
 :bye:  :bye:  :bye:
Hola! Bienvenida fjhfdsjhfdksjsd.
Gracias y ya la segui!  :(L):
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Mensaje por Invitado Sáb 15 Feb 2014, 5:55 am

Hola cariño!!
Hay que capitulo mas lindo y diu, me dio como asquito imaginarme a Harry vomitando. Pero que zorra mas grande es esa puta, drogandolo. Todo por que Harry le dijo la verdad, la mona aunque se vista de seda, mona queda. Perra desgraciada, que se pudra. Hay se nota que me cayo como el orto? :3, Lou que mono es con Harry, lo adoro, con su doble sentido y adorabilidad perruna(? Es muy lindo que Louis ya quiera compartir con sus familiares la idea de que Harry  ya sea su compañero, o que mayoritariamente Harry ya sea suyo. Me encanto el capitulo, y note que fue bastante Largo, cosa de lo cual te agradezco. Me encanta leer tu adaptacion, espero que la sigas pronto. Besos cuídate  :(L): .
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Mensaje por @Daniela1D Sáb 15 Feb 2014, 6:22 am

Estuvo hermoso, sigula cuando puedas :3
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Mensaje por Nelshipper Sáb 15 Feb 2014, 12:47 pm

Ay no !! Yo no quiero que louis quede asi si harry lo rechaza por ser hombre lobo :(
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Mensaje por MyKryptonitLarry Dom 16 Feb 2014, 12:07 pm

Tienes que seguirlaaaa!!!! Quedo buenisimaaaa!!! o.o'
MyKryptonitLarry
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Mensaje por iaraprosperi21 Dom 16 Feb 2014, 1:13 pm

Siiiiii
Otro capitulooo CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 350222609  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 350222609  CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 350222609 

Me encantan cuando son bien largos  :aah:  :eaea:   


Subi el proximo prontooo :canto: 
 :bye:
iaraprosperi21
iaraprosperi21


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Mensaje por Kamm Kay :33 Dom 16 Feb 2014, 4:31 pm

y 30 años despues andrea 
(o sea, yo)
Sigue aqui c:
Si ya vi que la seguiste
que....puta.
Pobre Hachi
:/
ya pues ya me voy :*
Te quero beshos
Kamm Kay :33
Kamm Kay :33


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CONFIAR EN UN LOBO-(Larry Stylinson/Adaptación/Smut) - Página 5 Empty Capitulo 5 1ra parte.

Mensaje por L(ove)arry Stylinson Lun 17 Feb 2014, 6:40 am

La verdad, no era como había esperado acabar la noche cuando acordaron la cita. Admiró el alto cabecero antiguo de la cama, mientras pasaba su mano sobre la madera tallada. El aparador y la mesita de noche eran de estilo antiguo —junto con un lavabo— a juego con la cama. Todos estaban hechos con formidables piezas de roble color castaño claro.
 
La gruesa alfombra marrón con tonos dorados, protegió sus pies desnudos mientras caminaba alrededor. Echó un vistazo al armario abierto, para ver la ropa de Louis colgada en su interior. Por la razón que fuera, el verla agitó algo en su interior. Su naturaleza inquieta hizo que se acercara a las puertas abiertas que permitían el paso a un patio enorme en la parte trasera. Una pequeña fuente se hallaba en el centro de un claro, cubierto de césped y rodeado por grandes árboles. El agua se esparcía y centelleaba con la luz del sol, cuando esta se derramaba hacía abajo formando una pequeña cascada y caía en un fondo rodeado por rocas cubiertas de musgo.
 
Harry pudo distinguir las lisas y vistosas formas de los peces moviéndose en el fondo. Alejándose de esta vista, decidió que necesitaba una ducha. Comenzó a recoger la ropa que había llevado puesta, hasta que reconoció la pequeña maleta abierta en el suelo, cerca de la silla donde primeramente se había quedado dormido.
 
Varios pares de vaqueros y suéteres estaban extendidos en la silla, junto con la ropa interior. También estaban su cepillo de dientes, el del pelo, el champú y otros artículos de tocador.
 
Conmovido por la consideración de Louis, tomó los utensilios y rápidamente se introdujo en el cuarto de baño. Surgiendo limpio y renovado, bajó las escaleras, admirando la casa mientras buscaba a Louis.
 
Los cuartos estaban decorados con elegancia, cálidos y acogedores. Nunca había prestado mucha atención a la decoración por estilos y períodos, pero, aún así, reconocía que muchos de los adornos eran preciadas antigüedades. Dando un toque de buen gusto y estilo.
 
Al escuchar un murmullo de voces, Harry se detuvo cuando recorría el pasillo. Echó una ojeada a la puerta abierta y descubrió el despacho de Louis, hallándole a él mismo detrás de su escritorio, pero no vio a nadie más.
 
Le  hizo señas para que entrara.
 
—¿Te sientes mejor, cariño? —preguntó cuando se levantó y se le acercó.
 
—Divino de la muerte, amorcito. —Esa respuesta vino desde el altavoz del teléfono, de una voz muy sarcástica, y muy varonil.
 
—Tú no, estúpido. Acaba de entrar Harry.
 
Louis lo atrapó y le estampó un beso caliente y muy lento sobre los labios, que el rizado le respondió con impaciencia.
 
—Mis orejas escucharon bien —dijo la voz.
 
Caminando hacia el escritorio, Louis se sentó y lo depositó en su regazo.
 
—Harry, me gustaría presentarte a Jace Mckenna . Afortunadamente no puedes verlo, porque si no, caerías enfermo de nuevo.
 
Harry resopló intentando esconder la risa.
 

—Louis, eres el mismísimo diablo, sabes que si me viera tu hombre, te abandonaría tan rápido que no sabrías quien te habría golpeado. Siempre esta celoso de mí, dulzura —replicó Jace.


 
—Me alegra conocerte,Jace. —Harry se rió—. Estoy seguro de que Louis solo exagera. —Se retorció cuando le hizo cosquillas en las costillas como venganza.
 
—¿Jace, estás seguro de querer participar en lo que estuvimos hablando?
 
Louis regresó a los negocios, impaciente por concluir los asuntos y así poder concentrarse en Harry.
 
El doctor Maigrey había llamado a Jace para que se les uniera y así poder extender de una manera más rápida algunos comentarios sobre cierta medicina, que administrada por una persona desconocida, había enfermado al  compañero de Louis. Como no era un tema para tomarlo a broma, John sintió la necesidad de concienciar a la comunidad lupina sobre la potencial amenaza que esta medicina tenía para sus vecinos, los humanos.
 
Jace  llamó a Louis, seguro de que la discreción del doctor le había impedido revelar todos los hechos. La perfidia de Lillian no le resultó ninguna sorpresa, en vista de su inclinación, bastante conocida, hacia Louis.
 
—Voy a hacerlo Louis, definitivamente no queremos más incidentes desa­gradables. Puedo dejar caer alguna especulación de una fuente desconocida, si sabes lo que quiero decir. Esto debería conseguir que cierta persona sea consciente del hecho de que sus acciones no han pasado desapercibidas. Harry, ha sido muy agradable hablar contigo. Estoy seguro de que nos encontraremos en persona pronto, y así podrás comprobar que tengo mejor planta que nuestro amigo Louis.
 
—Ni en sueños —se mofó Louis, cortando la comunicación.
 
Después de su terrible noche, estaba aliviado de encontrarse en perfecto estado; descansó la cabeza sobre Harry sintiéndose algo retozón.
 
Él pasó los brazos alrededor del cuello de Louis y se puso a besarlo hasta dejarlo sin sentido. Sus labios exploraron su boca con movimientos entre juguetones y lentos, lánguidos, que le hicieron entrar en calor pero a fuego lento. Cuando su lengua se deslizó entre sus labios separándolos para luego introducirla, el calor comenzó a arremolinarse en su vientre. Y cuando Harry lo sorbió suavemente con la lengua y empezó a jugar con la suya, vamos, ya estaba en estado de ebullición.
 
El menor descubrió que la erección de Louis crecía contra su cadera, y se contorsionó para acercarse. El hombre se deleitó ante la capacidad de incitar su pasión. Tembló ante la sensación que le causó su mano, cuando se deslizo hacia un lado y paso sobre su cadera hasta posarla en su tenso glúteo cubierto con unos jeans, y lo masajeó con firmeza.
 
—Te sientes mejor —observó Louis ronco.
 
—Mucho mejor —contestó sucintamente, impaciente por seguir con el juego.
 
Cuando los de Harry labios se cerraron sobre los de él, su estómago emitió una fuerte queja. Ambos se detuvieron, perplejos. Louis sonrió abiertamente y Harry se puso como las amapolas, avergonzado ante las fuertes demandas de su estómago.
 
—¿Esto significa que tengo que alimentarte antes de que satisfagamos otras hambres, hum?
 
La mirada de Louis se mostraba llena de una promesa al rojo vivo.
 
—Hombre, podrías darme algo para comer —admitió Harry, frotando su estómago—. Después de todo, perdí esa maravillosa cena que me preparaste anoche.
 
—No me lo recuerdes —lo reprendió Louis fingiendo un escalofrió. Se levantó de la silla y lo colocó sobre sus pies—. Voy a sufrir pesadillas con ese tema.
 
Harry apretó su brazo cuando lo apartó entre risas.
 

—Te dije que te marcharas, pero nooo, tenías que ser noble y quedarte.


Todas las habitaciones estaban maravillosamente diseñadas. Había una isleta colocada en el centro de la cocina. Era lo suficientemente grande como para que una zona contuviera un fregadero y en la otra se situaran tres sillas, de forma que pudiera servir ocasionalmente como mesa para comer. Admiró el suelo de piedra y pasó una mano acariciando la encimera de granito verde. Los muebles eran de madera natural, con todos los electrodomésticos incorporados e invisibles.
 
—Tengo algo de rosbif por aquí —le sugirió Louis, inclinándose ante el refrigerador abierto. Luego se giró hacia Harry—. ¿Emparedados y ensalada de col? O si lo prefieres tengo pollo en el congelador, lo puedo descongelar con el microondas.
 
—El rosbif es suficiente —estuvo de acuerdo, y le ayudó a prepararlo; Louis repartió los ingredientes que Harry fue depositando sobre la isleta. El ojiverde Le observó mientras comenzaba a poner la mesa—. Eres bastante práctico en la cocina —comentó—. ¿Dónde están los platos?
 
Louis  fue a por ellos, mientras contestaba a su observación.
 
—Un hombre tiene que ser capaz de cuidarse a sí mismo. Me lo enseñó mi padre. Por supuesto, esa creencia fue muy apoyada por mi madre —añadió con una pesarosa sonrisa.
 
—¿Dónde están tus padres, Louis? —le preguntó, tomando un cuchillo y cortando un tomate con cuidado.
 
—En este momento en Escocia —contestó—. Viajan mucho. Cuando mi padre se retiró, decidieron que querían visitar algunos de los lugares sobre los que habían leído. —Hizo una pausa—. ¿Caliente o frío? —preguntó, indicando el suculento plato de rosbif.
 
—Caliente, por favor. —Harry sonrió—. Esta casa es realmente hermosa, pero ¿no es terriblemente grande para ti solo?
 
Cuando la carne de vaca se calentó en el microondas, Louis extendió la mahonesa en las rebanadas de pan, pasándoselas a Harry para que colocara la lechuga y el tomate.
 
—Esta era la casa de mis padres. Éramos cinco, incluyendo a mi hermana y a mi hermano. Como soy el mayor, decidieron dejarme esta propiedad a mí, mientras que a Kate y a Dylan les dejaron otras propiedades. —Se agachó para darle un persistente beso en los labios—. Si hubieras sido un chico de la localidad, ya sabrías todo esto.
 
Harry saboreó su beso y retrocedió, alzando una ceja en su dirección.
 
—¿Supongo que todas los muchachos y muchachas de aquí se pelearían por ti?
 
—Bueno, ya sabes como es esto…
 
Louis se atuso el pelo.
 
—No importa, Señor Modesto —se mofó Harry.
 
Siguieron jugando y bromeando durante la comida, después se dedicaron a recoger, haciendo que la tarde fuera agradable, relajante.
 
Cuando colocaron el último de los platos después de secarle, Harry le hizo una pregunta que la había estado carcomiendo desde su conversación con Jace.
 

—Louis, sé que soy algo curioso, pero, ¿a qué se refería Jace con eso de que de esa manera cierta persona sería consciente de que sus acciones no habían pasado desapercibidas? ¿Y qué incidentes desagradables estáis tratando de evitar?


Louis lo miro cariñosamente.
 
—Sí, es una conversación que debemos tener. —Asintiendo con la cabeza prosiguió—: Ahora es un buen momento. Vamos a mi despacho y nos pondremos cómodos.
 
Harry le siguió algo dudoso. Sospechaba que esta conversación iba a tratar algunas cuestiones serias y bastante sensibles. Solo esperó que Louis no fuera algo parecido a un emigrante ilegal.
 
Por su parte, Louis luchaba con algunas otras dudas bastante serias. Había llegado el momento de ponerlo en antecedentes sobre su herencia, antes de que Harry, sin contar con el conocimiento de que era su compañero, empezara a preocuparse. Sabía que le gustaba y que se sentía sexualmente atraído, pero quería algo más. Quería su amor —el amor por parte de un compañero era de suma importancia, vital. Solo con su amor él sería capaz de aceptar al lobo.
 
Aun cuando había descubierto lo que Harry representaba para él, su primera atracción fue puramente física. Después de pasar cierto tiempo con él, aprendería cada una de las facetas que conformaban a Harry Styles. Ya lo encontraba fascinante y estimulante, física, mental y emocionalmente.
 
Con sus amantes anteriores, había disfrutado de los considerables encuentros físicos y apasionados. Con Harry, Louis había ido más allá de la unión física.
 
Por primera vez en su vida, se encontró queriendo más. Sus sentimientos iban más allá de la preocupación y el afecto. Se vio pasando cada uno de sus días con él. Compartiendo su vida con él. Teniendo hijos con él.
 

Amándolo. 


Comprender esto fue como recibir una patada en el estómago por parte de una mula. Pensar que fuera incapaz de aceptar su doble naturaleza, que lo despreciara, era intolerable. Su futuro descansaba en sus manos, una vida llena de amor, con su compañero y familia, o la existencia solitaria de estar sin él. Nunca se había encontrado en una situación donde no tuviera el control. Le hacía sentir extraño e intranquilo.
 
Cuando entraron en el despacho, Louis rezó para que los sentimientos de Harry hacia él fueran lo suficientemente fuertes como para aceptar lo que le iba a revelar. Lo hizo sentarse en el sofá, mientras que él se sentó en la mesa del centro, tomando sus manos. Mirando profundamente en sus ojos, comenzó:
 
—Los incidentes desagradables que queremos evitar son del tipo de lo que te pasó anoche. Fuiste drogado, Harry.
 
La confusión llenó sus ojos.
 
—¿Drogado? Pero, ¿por qué?, ¿cómo?
 
—Lillian Adair —reveló Louis, con un claro tono condenatorio—. El cómo, lo sospecho, simplemente vertiendo una sustancia en tu té, mientras estábamos en O’Neal. ¿Recuerdas cuando dejó caer el bolso? Todos nos distrajimos. En cuanto al por qué, unos pequeños celos. Lleva tiempo tratando de añadirme a su lista de trofeos y yo no coopero. Realmente lo siento, Harry. Te hizo daño por mi culpa.
 
Harry pudo ver cólera mezclada con remordimiento y, cómo no, ¿ansiedad? ¿Seguramente no pensaría que le iba a culpar?
 
—No es culpa tuya —le consoló, apretando sus manos—. ¿Pero no deberíamos comunicárselo a la policía?
 
Louis se levantó y comenzó a caminar con pasos largos y pausados.
 
—Solo hay un problema con esto, amor. No tenemos ninguna prueba. Ningún testigo, ningún “fue cogida con las manos en la masa”, ninguna huella digital en tu vaso, nada. Solo sería nuestra palabra contra la suya.
 
Se colocó delante de Harry, sus ojos estaban llenos de seriedad y preocupación, cosa que nunca le había visto antes.
 
—Hay otra razón por la que no querría comunicar esto, aunque tuviéramos pruebas. —Ante el perplejo ceño fruncido de Harry prosiguió—: Y es debido a lo que es.
 
Pequeñas punzadas de ansiedad comenzaron a crearse dentro del rizado.
 
—¿Qué quieres decir con lo que es? —preguntó Harry quedamente.
 
—Lillian es una mujer lobo, Harry. Como yo.
 
Harry contempló a Louis mientras innumerables emociones bullían en su interior. Una divertida incredulidad comenzó a destacar.
 

—Eres un hombre lobo —declaró rotundamente. Una repentina cólera empezó a recorrerlo de pies a cabeza—. Esto me suena a finalizar una relación, pero estoy algo perplejo porque me parece que me perdí la broma. —Se levantó y anduvo con largos pasos mientras Louis lo miraba silenciosamente. No podía creerselo que acababa de contarle. Pero entonces, ¿por qué sino lo diría? Un dolor punzante comenzó a formarse en su interior. Parándose detrás del sofá, fijó la mirada sobre Louis. Su voz tembló con la emoción contenida—. Dijiste que podría confiar en ti, y te creí. Creí en ti, pero desde el principio solo has estado esperando el momento para ponerme en ridículo. —Hizo una pausa, respirando con fuerza, rechazando las lágrimas que amenazaban con salir—. Bueno, pues has tenido éxito. Solo que no entiendo el porqué. ¿Por qué esta treta tan elaborada?


Incapaz de esperar una respuesta, se dio la vuelta ciegamente, dejando salir las lagrimas que picaban sus ojos. Daño. Confusión. Cólera. Desilusión. Todos entremezclados dentro de él como un guiso burbujeante. Caminó hasta la puerta, desesperado por alejarse de la fuente de su dolor.
 
Cuando llegó a la entrada, Louis lo sujetó por la muñeca.
 
—No te vayas.
 
Su voz era tranquila, controlada.
 
—Deja que me vaya, Louis.
 
Harry no pudo engañarle, notó su confusión.
 
—No puedo, Harry, eres mi compañero —le comunicó.
 
Alzó la cabeza y sin pensárselo dos veces, levantó la mano y le dio una bofetada. Harry jadeó, incrédulo y horrorizado, se quedó inmóvil. Un silencio sobrenatural llenó el cuarto mientras se contemplaban el uno al otro.
 
Louis rompió el silencio, hablando rotundamente, sin emoción.
 
—Creo que esto me da el permiso para acaparar un poco más de tu tiempo.
 
La vergüenza y el remordimiento desgarraron a Harry. Finalmente asintió de forma inestable, sin saber a quién odiaba más, a sí mismo por cometer este acto violento, o a Louis por provocarlo.
 
Volviendo a sus posiciones iníciales, se sentaron uno enfrente del otro, pero esta vez como adversarios. Louis observó a Harry silenciosamente, todavía luchando con su creciente dolor y cólera.
 
—Hace años, cuando un lobo encontraba a su compañero lo tomaba. Sin ninguna explicación, sin ninguna disculpa. Ahora procuramos ser más civilizados y halagadores, por lo que cortejamos a nuestra compañero. Soy un alfa. —Su voz decayó sonando como un profundo ronroneo, aunque la advertencia era claramente evidente—. En esta situación solo puedo tolerar muy poca cantidad de civilización.
 
Los ojos de Harry se dilataron, mostrando su incertidumbre.
 
¿Sería posible que le hubiera dicho la verdad?
 
Unos momentos antes, los ojos de Louis habían mostrado un misterioso brillo. Pudo sentir las ondas de calor que emitía y la clara intención escrita en su cara. También pudo ver la erección estirando la tela de sus vaqueros. Una involuntaria onda de excitación lo recorrió cuando se encontró respondiendo a su dominio.
 
—¿Qué vas a hacer?
 
Luchó por controlar su voz.
 
Louis reconoció el leve temblor, su parte lobo se apaciguo ante su inconsciente sumisión.
 

—Voy a demostrar que puedes confiar en mí. Que no te he mentido. Que soy un hombre lobo, y —se inclinó acercándose, brillantes chispas saltaban dentro de sus ojos— que eres mi compañero. Voy a transformarme para ti. Aquí... Ahora…En este momento.


Harry sintió pánico.
 
—¡Espera! —Gritó— Espera, por favor, tengo que saber…
 
—¿Qué necesitas saber? —preguntó con impaciencia.
 
—No, aunque no crea nada de lo que va a pasar, pero, aún así… —se mordió el labio—… ¿Me reconocerás?
 
Louis reconocio su miedo e incertidumbre. Su necesidad de proteger y consolar se reafirmó en su interior. Tomó su mano, entrelazando los dedos con los de Harry.
 
—Te reconoceré, Harry. Mantenemos una completa conciencia. Solo que de una manera diferente.
 
Reconfortado, se relajó volviendo a la normalidad y aprovechó la oportunidad para preguntar:
 
—¿No se parecerá a esas películas del cine clásico donde la cara del tipo crece alargándose, y sus manos se convierten en garras o algo por el estilo, verdad? Siempre me ha parecido un poco vulgar.
 

La tensión entre ellos se rompió. Louis bufó divertido.


—No, ocurre muy rápido. Un híbrido hombre lobo se transforma por entero, solo se es consciente de nuestra energía cuando lo hacemos. Ahora mismo solo soy un hombre, al instante cambio a lobo, con solo un parpadeo. —Se rió de él—. ¿Preparado? —Ante su gesto afirmativo, movió la mesa de centro hasta colocarla delante de la chimenea, haciendo sitio.
 
Harry siguió cada uno de los movimientos de Louis, tragando con fuerza cuando se situó de pie ante de él y comenzó a desnudarse.
 
—¡Eh! ¿Te tienes que quitar la ropa? 
 
Notó como se le secaba la boca.
 
Él asintió con la cabeza, un movimiento lento, atractivo, ufano, que comunicaba riqueza en ese sentido. Tocando con la punta del pie las botas, las desplazó a un lado. La mirada de Harry fue capturada cuando Louis abrió el botón de su bragueta y despacio bajó la cremallera por encima de su prominente erección. Harry sintió como el calor le subía a la cara mientras inconscientemente se retorcía en el sofá.
 
Habiendo casi olvidado la razón principal para que se desnudara, Harry miró con expectación cuando la ropa cayó. Incluso en estas circunstancias, el ver a Louis en cueros era una maldita compensación.
 
Lentamente se desabotonó la camisa, cada botón que se deshacía revelaba más músculos.Con elegante facilidad tiró de los faldones de su camisa para sacarla de los vaqueros y encogió sus amplios hombros para sacársela, dejándola caer sobre la silla que había a su espalda.
 
Harry permaneció pegado al sofá, luchando contra el impulso de tirarse sobre él. Observó la flexión de los músculos de sus hombros y brazos cuando enganchó sus pulgares en el cinturón de sus vaqueros y los bajó hasta el suelo. La espera resultó interminable; hasta que los vaqueros revelaron lentamente el tesoro escondido, fue una pura tortura. Harry sintió que su miembro se levantaba por la tensión.
 
Louis se enderezó cuando sus vaqueros golpearon el suelo. Dio un paso para salir de ellos, cada pulgada lista para un orgasmo, permaneció de pie mostrando su cuerpo de manera orgullosa.
 
—Por todos los santos, eres Batman — Harry susurró reverente.
 
Su aliento y el latido de su corazón comenzaron a ir más rápido cuando un repentino acceso de calor barrió su cuerpo.
 
El paquete, en su totalidad, devastó sus sentidos. Era como una estatua griega esculpida, no en mármol, sino en carne, hueso y puro músculo. Y allí en el centro, exigiendo su atención, la más larga, la más dura, y la más gruesa de las erecciones que él hubiera visto jamás. Una larga columna de marfil rodeada de venas palpitantes. La cabeza, en forma de ciruela sonrojada por la sangre, sobresalía del sensible tejido. Aquella columna orgullosa, descomunal, nunca podría ser ocultada por una hoja de parra.
 
Encantado por lo que veía, Harry estaba impaciente por olvidar todo lo referente a los hombres lobo y seguir con lo que le parecía más interesante. Se esforzó por dejar de mirar la erección de Louis y encontrar sus ojos. El aliento se le quedó momentáneamente atascado ante el profundo brillo de sus ojos. Azul brillante, caliente, incinerante, fundido. Cualquier idea que tuviera de resistir desapareció cuando vio sus intenciones. Al contrario, esto encendió su pasión, abasteciendo de combustible su necesidad, preparándolo para la combustión.
 
—¿Preparado? —repitió Louis, su voz fue un gruñido profundo, ronco.
 
Harry tembló ante la impaciencia de su voz. Sabiendo que solo esperaba su consentimiento, su mirada dio un nuevo barrido por su cuerpo. Excitado por la ola de calor que lo recorrió cuando lo hizo, asintió con la cabeza.
 
La imagen de Louis vaciló, alterándose, brillando tenuemente… transformándose. Harry tuvo casi vértigo cuando sus ojos trataron de seguir el aspecto borroso del movimiento. Parpadeó, sacudió la cabeza y volvió a enfocar solo para encontrar un enorme lobo donde antes había estado Louis.
 
Se quedó paralizado. Cuando su vista se volvió borrosa, comprendió que había olvidado respirar. Tomando aire, temeroso de hacer cualquier movimiento, se humedeció los resecos labios con la lengua.
 
¿Louis?
 
Su susurro tembló en el aire.
 

El lobo se acercó despacio a él y Harry luchó contra el abrumador impulso de echar a correr. El aliento se atascó en sus pulmones cuando el hocico se aproximó a su cara. Cuando pensó que perdería la batalla por no soltar un aterrorizado grito, una larga y áspera lengua acarició su mejilla.


 Harry parpadeó asombrado.
 
—¿Louis? —repitió él.
 
El lobo acarició con el hocico la mano que tenía posada en el muslo. Tentativamente, la levantó, la colocó sobre la cabeza y acarició lentamente su cuello. Miró fijamente en las profundidades de sus  ojos azules y le reconoció de manera indiscutible.
 
—Oh, Dios mío. Eres tú. Realmente eres tú. —Estaba boquiabierto por la fascinación—. Eres hermoso —exclamó suavemente entre risas y lágrimas.
 
Ahora sus manos se movieron y se alzaron sobre la piel gruesa alrededor de su cuello. Su cara, notando las marcas más oscuras que se realzaban alrededor de sus ojos y hocico. Su grueso pelaje resultaba liso y saludable, suave y mullido bajo sus manos errantes. La parte superior de su pelaje era igualita a la mata de su pelo, mezclado con mechas doradas y ligeros toques de luz rojiza. Esta se entremezclaba con el ligero color que fluía bajo sus patas, pecho y bajo vientre.
 
Harry podía sentir cada uno de los músculos que había bajo sus manos. Se maravilló de la criatura aparentemente salvaje que había ante él, sabiendo que nunca le haría daño. Con esa revelación, llegó el conocimiento del hecho tan importante que había colocado en sus manos. Confiaba en él. Louis había confiado en él para que conociera quién y qué era.
 
Lo inundó una ola de gran emoción. Había muy pocas personas en su vida que confiaran en él y en quien él confiara. Sus padres, su hermana, Clare y Brian. Cada uno de ellos, además, acompañado por un amor incondicional. Gestos de Louis, sus palabras y acciones a lo largo de estos pocos días, fluían por su cabeza. Su bondad y preocupación, su sonrisa, fuerza e inteligencia, la pasión que sentía por Harry, la pasión que Louis también causaba en él.
 
Sus palabras “Eres mi compañero” resonaron en su cabeza. Y ahora daban otro sentido a sus acciones. A su amor.
 
—Eres mi compañero —le dijo Harry en un suave murmullo—, me llenas de asombro. —Levantándose, retrocedió ante el lobo y se quitó su camisa por la cabeza—. Eres mi compañero —repitió con firmeza—. Transfórmate. Cambia ahora mismo.
 
Sus manos fueron al botón de sus vaqueros, tirando hasta abrirlo. Deslizando la cremallera hacia abajo, se quitó los vaqueros y los boxers al mismo tiempo. Su mirada se quedó prendada en Louis hasta que comenzó un brillo y un ligero movimiento.
 
Louis estaba enfrente de Harry, maravillosamente desnudo y totalmente erguido. El rizado se lanzó hacia sus brazos donde le esperaban su calor, fuerza, protección y amor.
 
—Louis, Louis, Louis.
 
Cantó su nombre como un rezo, mientras se presionaba ferozmente.
 
El lobo pasó las manos sobre su pelo, trayéndolo hacia sí.
 
—¿Me aceptas? —exigió— ¿Tal como soy, Harry?
 
—¡Sí! Con todos tus atributos. —Sus propias manos se alzaron, deslizándose por su pelo, entrelazándolo, capturándolo—. Te amo y te quiero, te necesito ahora mismo, Louis. Ahora.
 
Sus bocas se unieron salvajemente mientras luchaban por acercarse todo lo que podían. Su apasionada confesión había puesto a Louis por las nubes. La necesidad primitiva de aparearse, llenó su cabeza con una neblina roja que les hizo caer al suelo. Rodaron, luchando para colocarse encima del otro.
 
Louis lo fijó sobre la alfombra al tiempo que su boca lo exploraba. Juguetonamente, le mordisqueó la mandíbula bajando por su garganta mientras Harry saltaba y luchaba bajo él. El placer y la frustración hicieron que se retorciera gimiendo y soltado un quejido cuando la boca de él encontró su pecho. Sus dientes sujetaron ligeramente su endurecido pezón cuando lo succionó.
 
Las uñas de Harry se hincaron en sus hombros mientras curvaba la espalda extasiado. La boca de Louis se movió hacia el otro pecho, succionándole vigorosamente, haciéndolo arquearse y morderle el hombro como reacción. Un gruñido retumbó en las profundidades de su pecho.
 
Harry le empujó con violencia.
 
—Déjame —jadeó, y él cedió, rodando sobre su propia espalda.
 

Harry lo atacó sin vacilar. Recorrió con la lengua su fuerte columna empezando por la garganta, lamiendo, mordiendo y seguidamente calmando el dolor del mordisco con otra caricia de su lengua. Deslizó la mano hasta su pecho, pellizcando ligeramente su pezón. Colocó su boca sobre el otro pecho, moviendo la lengua en perezosos y excitantes círculos, alrededor del endurecido brote.


Le encantó cuando Louis se estremeció gimiendo. Ver como se retorcía bajo sus caricias y se tensaba mientras su mano se arrastraba hacia la parte baja de su estómago y después a su ingle. Capturó su palpitante y sólido mástil con la mano, apretándole fuertemente. Sus caderas se alzaron del suelo de forma convulsiva.
 
Sintió un espasmo como reacción, al mismo tiempo que su miembro palpitaba ya con pre semen recorriéndolo. Con ciega lujuria se asentó a horcajadas sobre sus caderas, disponiéndose a montar su sexo erecto. El agujero de su culo estaba abierto, ansiando ser llenado. El olor acre de su excitación llenó el aire.
 
—No —ordenó Louis ronco, deteniendo su movimiento durante solo un momento.
 
Apretó los muslos y desoyó su orden hasta que, girando su descomunal cuerpo, de nuevo Harry se encontró sujeto al suelo. Trató de luchar para quedar libre, pero fue en vano. Con un gruñido de fracaso, reconoció su fuerza superior.
 
—Esta primera vez, será a mi manera —gruñó Louis enigmáticamente, haciendo que Harry rodara  sobre su estómago.
 
El ojiverde siguió cada una de las instrucciones, cuando le impulsó sobre sus manos y rodillas. Su duro cuerpo cubrió el suyo. Se sintió abrasado por el calor que la piel de el mayor generaba contra la suya. La dura erección estaba anidada en la hendidura de su trasero. El suave y rizado vello del pecho raspaba su espalda, haciéndolo temblar.
 
Sintió el cuerpo de Louis apretarse con fuerza contra el suyo. Su profundo gemido, entre jadeos, llenó su oído cuando su lengua lamió el orificio tentándolo e incitándolo. Harry intentó acallar fallidamente los ansiosos y torturados gemidos de necesidad que desgarraban su garganta.
 
—Abajo —pidió Louis bruscamente, haciendo presión entre sus omóplatos.
 
Cayó sobre sus codos, dejando a Harry totalmente expuesto. Su consentimiento trajo un gruñido de aprobación, junto con un deslizante barrido de su lengua a lo largo de su columna vertebral. Terminó el recorrido hundiendo los dientes en un tenso glúteo, haciéndolo gritar sorprendido. Harry abrió los muslos urgiéndole, entonces sintió un breve cosquilleo producido por su pelo cuando Louis se agachó para capturar con su boca su hinchada polla. Su lengua se deslizó por el falo, primero lamiendo lentamente, y después succionándolo, absorbiendo el hechicero olor de su excitación.
 
Harry se alzó sobre sus brazos soltando un gemido que se transformó en un grito ahogado cuando la palma de Louis aterrizó en su glúteo con un resonante golpe.
 
—Abajo —le ordenó de nuevo, con un tono enérgico.
 

Gimiendo, obedeció, agachándose con sumisión. Sus muslos temblaron por la anticipación y brincó cuando le sintió tocar la punta de su miembro con la garganta de Louis. Lo saco completamente de su boca para de nuevo su lengua comenzar  la dulce tortura.


 
Harry lanzó un grito, sus dedos se cerraron formando puños mientras buscaba alguna manera de sostenerse. Las pasadas hábiles de la lengua de Louis contra su pene lo conducía cada vez más y más alto.
 
Louis bebía el néctar de Harry mientras fluía de su miembro. Estaba intoxicado por su gusto y olor. Sus gritos frenéticos, y la demanda palpitante de su propio pene, consiguieron penetrar en su subconsciente. Alzándose sobre Harry, colocó la hinchada cabeza de su verga en la entrada del culo de él. Con un empujón rápido y poco profundo entró en Harry mientras lo cubría de nuevo.
 
—Mi compañero —gruñó de manera firme y posesiva. Mordiéndole en el hombro, empujó.
 
El gemido de placer de Harry resonó cuando el grueso miembro se deslizó más y más profundo, hasta que cada pulgada fue sepultada en su interior. Su febril culo le dio la bienvenida. Primero estirándose y temblando para acomodarlo, luego apretándole, aprisionándole. Se meció lentamente contra Harry, hacia delante y hacia atrás, con profundos empujes. A su vez, el ojiverde empujaba hacia atrás con fuerza, alentándole, exigiéndole más.
 
Louis inició un ritmo diferente, profundizando aún más sus embestidas y enviando su verga hasta lo más profundo de su agujero. Empujó y se retiró, empujó y se retiró. Monótonamente, sin parar, una y otra vez. Ambos perdidos en el calor primordial del acoplamiento. Los gruñidos del esfuerzo acompañaron el sonido continuado de carne contra carne. Resplandeciendo, la ardiente piel brilló debido al sudor, bajo la luz de la lámpara. Harry tomo su polla y empezó a masturbarse. El peso de Louis testículos, cargados con la semilla, golpeaba rítmicamente contra Harry. Cada golpe de bombeo, conducía la cabeza palpitante de su eje a un mayor contacto, dirigiéndole hasta el trasero de Harry. Sus gemidos apreciativos acompañaban el movimiento exhaustivo de sus caderas cuando el rizado se alzaba contra él para obtener más.
 
Louis los condujo más alto, hasta que quedaron sobre el precipicio de un placer tan agudo, que solo una línea de demarcación evitaba que fuera dolor. El miembro de Harry convulsionándose, junto con sus frenéticos gritos, anunciaron su inminente orgasmo. Derramando su semen sobre su estomago y el de Louis.
 
El ojiazul se hundió, quedando preso en aquel apretado culo, su sitiado miembro explotó. Pronunció un gutural e intenso gruñido, empujando profundamente, mientras la caliente corriente de su espesa semilla lleno a Harry por completo. Los músculos, debilitados por liberación, perdieron fuerza haciéndole caer al suelo sobre el menor.
 
Harry siguió emitiendo pequeños gemidos cuando las ondas de su orgasmo ordeñaron el duro eje. Los murmullos ininteligibles de Louis le calmaron, al tiempo que él pasaba sus brazos a su alrededor, haciendo que sus cuerpos rodaran para quedar de lado pero sin separarse. Louis alzó una pierna por encima de su cuerpo. Una mano se cerró sobre su pecho, frotando el alargado pezón contra su palma. Su otra mano se deslizó sensualmente hacia abajo, por su satinada y húmeda piel. Esto desencadenó una nueva ola de expectación, desde su vientre hasta su húmedo pene. Su culo todavía albergaba su semi erguido pene.
 
Suavemente agarro la verga de Harry, empezando a masajearla. Con la base de su mano aplicó presión en la hendidura de la cabeza de su pene. Este hizo que hondas de placer se extendieran por todo su cuerpo.
 
Harry tembló y gimió bajo la caricia. Jadeando, cuando Louis comenzó a moverse con un golpe mesuradamente lento.
 
—Otra vez —exhaló sobre el oído de Harry.
 

Un temblor bajó por su espalda cuando él mordisqueó el lóbulo de su oreja. Martirizó la sensible piel detrás de su oído. La mano que sujetaba su pecho se apretó sobre aquella sensibilizada carne. Sus dedos encontraron el hinchado pezón, apretándolo ligeramente y tirando de él. Su verga, ahora totalmente erecta, quedó firmemente asentada en su culo.


El tiempo dejó de existir cuando se apropió de la flexible carne que le daba la bienvenida. Ya no podía distinguir entre el toque de sus manos o labios o lengua y la de su verga. Cerrando los ojos, se abandonó a la cruda y dura sensación de su posesión.
 
Louis bebió los gritos de placer de su compañero.
 
El olor acre del sexo llenó sus fosas nasales mientras sus manos se llenaban de su carne. Moldeó su cuerpo alrededor del suyo, empujando con decidido vigor. Los inequívocos zumbidos de la próxima liberación revoloteaban en la base de su espalda. Abrió más sus piernas haciendo que fuera más fácil el acceso para él. Su cuerpo se puso rígido, luego convulsionó contra él cuando Harry explotó en otro orgasmo sin siquiera haber tocado su miembro, manchándolos nuevamente. Su gemido implorante, cargado del placer atormentado, rasgó el aire.
 
Louis agarró sus caderas, gruñendo con cada empuje en su palpitante y apretado canal. Conduciéndose por instinto, de nuevo presiono los dientes en la suave carne entre cuello y hombro, manteniéndose silencioso con empujes controlados. Recibió las pulsaciones directamente sobre su eje, haciendo que una erupción de calor les diera la bienvenida.
 
Agotados, se amoldaron uno al lado del otro. El tiempo pasó sin darse cuenta. Los latidos de sus corazones se normalizaron. La tensión desapareció de sus músculos. Los alientos, antes ásperos y jadeantes, volvieron a ser parejos. El sudor se enfrió y secó. Harry suspiró, temblando.
 
Los brazos de Louis se apretaron alrededor de él.
 
—¿Tienes frío? —preguntó él.
 
—Uh-uh —contestó Harry, acurrucándose hacia atrás en su abrazo—. ¿Louis?
 
—¿Mmmm? —le contestó con un estruendo bostezo.
 
—Me has mordido.
 
—Uh-huh —coincidió él.
 
—¿Ahora me voy a convertir en un hombre lobo? —preguntó denuevo.
 
—Uh-uh —negó él.
 
—Ah?
 
La desilusión teñía su voz.
 
Louis se apoyó sobre el codo, alzándose. Harry se reclinó hacia atrás para encontrar sus ojos y después los alzó para encararlo.
 
—¿Quieres convertirte en hombre lobo? —preguntó con seriedad.
 

—Bueno… —comenzó, moviendo los dedos ociosamente sobre la alfombra—… ¿Has tenido alguna vez un sueño, que estás seguro no te va a ocurrir nunca?


Inclinando la cabeza en su dirección, continuó.
 
—Eso es lo que me pasa. He leído libros y me he imaginado lo que sentiría al ser un vampiro o un hombre lobo o un cambiaformas de alguna clase, o tener poderes mágicos. ¿Te parece extraño? —le preguntó, alzando la vista hacia él, dudoso, tímido.
 
Louis sonrió.
 
—Para nada. —Se inclinó para pasar un mechón de su pelo por detrás de su oreja—. Tienes una mente abierta en lo referente a las posibilidades de otras formas de vida. En determinadas circunstancias, puede resultar algo muy conveniente.
 
Harry le devolvió la sonrisa.
 
—De todos modos, pensaba que si tú me mordías, según lo que he leído siempre parece ser la forma más habitual en que un humano se convierte en hombre lobo, pues a mí no me importaría. —Su mirada se volvió pensativa—. Pero creo que eso no es posible.
 
Louis reconsideró esto durante un momento.
 
—Es posible —admitió.
 
—¿Lo es? —Harry se sentó, dejando al descubierto su polla  — ¿Cómo?
Apartando los ojos de su maravilloso miembro, le sugirió.
 
—¿Por qué no nos duchamos y nos vestimos antes de que salte otra vez sobre ti? Entonces tal vez pueda explicarte todos los detalles sin babear.
 
Harry sonrió descaradamente y alcanzó los boxers que él había dejado caer al suelo. Ya de pie, se lo puso y preguntó:
 
—¿Mejor?
 
—Algo —se quejó él.
 
—Ven —le animó —. Compartiré la ducha contigo.
 
Con una carcajada salió corriendo de la habitación. Louis saltó sobre sus pies y le siguió. Las pisadas resonaron por la escalera. Harry chilló cuando él lo alcanzó a la entrada del dormitorio y atrapándolo con un gruñido, lo colocó sobre su hombro, haciéndole reír mientras llevaba su premio al cuarto de baño.
 

* * * * *


Hola! bueno les dejo la primera parte de este capitulo, la segunda parte es mas corta pero solo pude llegar a adaptar esto. Comenten si les gusto (obvio que les gusto pervertidas  creepygusta )  besos  :hug: 
L(ove)arry Stylinson
L(ove)arry Stylinson


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