Night Life || Harry Styles

C A P I T U L O 1

C A P I T U L O 2

-¡Y CON USTEDES, CANDY!- los aullidos hicieron que los nervios aumentaran mientras me veía en el espejo. El corsé, me apretaba demasiado pero hacia ver a mi figura mucho mas curvilínea y atraía más a las propinas y bailes privados. Vi a Candy pasar a mi lado corriendo como si una manada de perros la estuvieran persiguiendo. Me lanzo un beso con un “Buena suerte”, casi gritando. En solo dos minutos, la música de David Guetta. Sonó en todo el bar y no dude que los hombres estuvieran con una cubeta de baba al lado. Candy era una de las mejores chicas. Sobre todo con aquel acento sureño. Era una chica vaquera, como yo. Veníamos del mismo lugar, pero de diferente situación. 

-Ley, tu turno- escuche Rey llamarme por mi apodo y asentí torpemente hacia él. Ray era un hombre de treinta años, que era el encargado del lugar. El hombre, para mi impresión no era de aquellos repugnantes hombres que te encuentras en este lugar, en cambio. Es demasiado respetuoso para creerlo. 

Retoque mi maquillaje, con un poco de brillo y sombra en mis ojos. Se veían malditamente enormes, con el lápiz negro debajo. Y más verdes pardos que nunca. Como Candy, corrí hacia mi posición. Detrás de unas cortinas de seda, color azul metálico –mi favorito- y escuche como Ray anunciaba mi entrada. 

-¿QUIEREN OTRA VAQUERA?!- grito Ray haciendo que los lujuriosos hombres gritaran en afirmación. -¿Quiere a Ley?- y aquí nuevamente los gritos desenfrenados. Me hubiera sentido con autoestima si fueran hombres de mi edad, no que me doblaran y posiblemente con esposas. -¡LEY, CARINO!, ¿PORQUE NO HACES LO TUYO?!- las cortinas cayeron en cuanto finalizo al oración y todos los hombres gritaron y agitaban sus billetes como lobos hambrientos mientras que “Blurred lines” se escuchaba por los parlantes. Trague el sentimiento amargo y asqueroso de mi cuerpo e hice lo mío. 

A la mañana siguiente.

-Es mejor que estés despierta, por tienes cinco minutos- al escuchar la voz de Ellit me levante como si me hubiera arrogado un balde de agua. Solo me coloque la ropa, toda adormilada y lavaba mis dientes en un tiempo record. Tomando mi bolso y sin cepillarme, salí como vaca loca del departamento. Detrás de mi Ellit venia gritando que me detuviera o que disminuyera el paso, ni en joda. 

-Date prisa- le grite a la pequeña criatura que se veía ya agitada por seguirme el paso. Ellit se coloco a mi lado, recostándose en su casillero para retomar un poco de aire fresco que posiblemente no absorbió por haberme alcanzado.

-En serio, un día de estos. Te voy a poner una correa- reí entre dientes con su comentario y ella también. Se quito del casillero para tomar sus libros. Desde que llegamos a la universidad, gane algo de respeto por casi destruirle todo el rostro a Jessica. Y también aleje a personas pero ¿Qué va?, solo me importaba Ellit. -¿Hiciste la tarea de William?- 

-¡JODER!- cerré mi casillero con fuerza. ¿Cómo pude olvidarme de esa mierda? 

-Eso fue un no- cerro ella también el suyo pero con calma. Algo que no está en mi vocabulario. 

Llegamos a clase de matemáticas donde el profesor William por suerte no había llegado. Todos los demás ya habían retomado su asiento y eso hicimos nosotras igual. Ya había pasado media hora y ni el profesor William o alguien para avisarnos entran al aula, aunque para mí era reconfortante porque no había ni un solo problema. 

La hora había terminado y nadie se inmuto a entrar. -¿Qué carajo?, ¿Dónde está ese rabo verde?- mire a Ellit con una ceja levantada. Rara la vez en que ofendía algún maestro. -¿Qué?, yo también tengo algo de Hillow, en mi sangre. 

Las clases fueron un completo asco aburrido. Por suerte Ellit, salió a una sesión de estudio y me dio tiempo para tomar mi bolso deportivo y correr hacia la parada de autobuses. Recordándome mentalmente de porque hago esto, saque un cambio de monedas mientras venia el autobús que me llevaría a mi destino o mejor dicho a mi infierno. Hoy Ray me tenía unos privados, lo que significaba que mañana ya tendría lo de mi colegiatura. 

-Debes usar esto- chillo Candy, pasando sobre las demás bailarinas que se estaban dando un último retoque. Candy me estaba balanceando un pequeño corsé como el de ayer, pero verde y con más lentejuelas plateadas. –Hará resaltar tu color de ojos, aparte. En los privados, con la luz baja, hará que su polla se tense- en realidad la tensaba soy yo. 

Y así fue. Cuando termine mis dos privados con lo que pude completar la colegiatura. Fui hacia mi último privado, que solo constaba con bailar y quitarme un poco de prendas. El dejar mi culo al descubierto no era algo que admirara. Secando las lágrimas silenciosas de mi rostro, abrí la puerta. Donde me sorprendí al ver no solo un hombre, si no tres mirándome, o mejor dicho, devorándome desde su lugar. 

¿Cuándo fue que entre al paraíso?, con sus cabellos cobrizos, rubios y esos ojos. Jesús, ¿Este no era el lugar de Candy?, mire hacia el letrero que estaba detrás de mí, con mi nombre. Sep, este es mío. Observe a cada uno de los hombres con mis manos tiritando. Dos se encontraban de pie, tomando algo que puede ser ron, mientras que el tercero estaba sentado en un sillón de cuero, trague hondo cuando note sus ojos oscuros recorrerme todo el rostro, con su boca mordiendo su dedo anular. 

-¿Te vas a quedar ahí?- gruño el hombre del sillón con una gata sonrisa. Negué y en cuanto la canción comenzó, me recordé él porque estoy aquí.  

No tengo padres.

No tengo hermanos.

Debo pagar mi colegiatura.

Nadie me da empleo sin experiencia.

Esto es por mi futuro.