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MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA)

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Mensaje por PEZA Vie 23 Ago 2013, 6:49 pm

5/5
 
Capítulo 7
 
 
Habían pasado ya dos semanas y (TN) y Kevin vivían en una nube de felicidad. Salían juntos con Charles, daban largos paseos mientras el pequeño saltaba delante de ellos o iban a pescar al apartado remanso del lago donde él la había besado por primera vez. Las noches las pasaban siempre juntos, uno en brazos del otro, bien en la habitación de ella bien en la de él. Hasta el momento no se habían planteado nada más allá de la inmensa felicidad que los embargaba. Él hacía sus preparativos en secreto para casarse con ella, anulando cada inconveniente que surgía; ella vivía el amor que sentía por él entregándose totalmente, sin ningún temor por lo que pudiera perder; ambos se hallaban profundamente enamorados por primera vez en sus vidas y se sentían atónitos ante la maravilla de lo que los unía.
Una tarde (TN)  estaba tomando té con su madre, ignoraba que por toda la casa corrían rumores sobre su posible relación con el conde, pero la voz de su madre la hizo tomar conciencia de la desagradable realidad:
- Hija mía, ¿es verdad lo que dicen sobre ti y Lord Kevin?
(TN)  notó que su pulso se paraba pero tratando de ganar tiempo contestó con otra pregunta:
- ¿Y qué dicen, mamá?
- Pues que sois amantes y no me extrañaría nada viendo la cantidad de tiempo que pasáis juntos últimamente.
- Pasamos tiempo juntos por Charles…
- Vamos cariño –su madre, impaciente, tomó su mano- sabes que puedes confiar en mí, aunque sé que no me va a gustar lo que vas a decirme.
- Mamá…- a su pesar su voz sonó titubeante – no es lo que parece, entre nosotros existe un afecto…sincero.
- Por tu parte estoy segura que sí –fue la dura respuesta de su madre- pero… ¿por parte de Lord Kevin?
(TN)  recordó los frecuentes paseos que compartían en los que él la tomaba tiernamente de la mano o la cintura, sin que Charles, en su inocencia, manifestase la más mínima extrañeza; entonces él le hablaba de sus inquietudes, de sus gestiones para invertir en la nueva línea de ferrocarril, de las expectativas que tenía puestas en su hijo y siempre la incluía a ella en sus planes de futuro; recordó también las ardientes noches que compartían cuando se unían con una mezcla sublime de ternura y pasión, entonces él murmuraba que la amaba.
- También mamá: él me lo ha dicho.
Su madre movió la cabeza con pesadumbre
- Aún así, hija mía, ¿adónde crees que os llevará esta situación? Los condes no se casan con las hijas de sus mayordomos…
- Mamá sé que él me ama y yo lo amo a él y por ahora eso es todo lo que me importa – sin dar tiempo a su madre a que le respondiera se levantó de la mesa y salió, pero la profunda sensatez que siempre la había caracterizado le decía que en las palabras de su madre había una verdad innegable. Sabía que su actitud la consternaba profundamente: lo que para ella era tan simple y tan natural como dejarse llevar por el amor que compartía con Lord Kevin, era visto como un escándalo por todos los demás, pero era incapaz de arrepentirse y ni siquiera su parte más juiciosa encontraba razones para rechazar algo que la hacía tan feliz.
 
Hacía varios días que no veía a Lucas ya que estaba totalmente absorta en su relación con el conde, así que, presa de la inquietud que la conversación con su madre había provocado en ella, decidió hacerle una visita a su gran amigo. Él no sabía nada de los sentimientos que experimentaba por Lord Kevin y eso hacía que sintiera una desagradable punzada de culpabilidad ya que Lucas sí confiaba totalmente en ella y le contaba de forma detallada los considerables progresos en su relación con Emily.
 
Por su parte, Kevin se hallaba en la biblioteca con su amigo Alistair. Le estaba mostrando un precioso anillo de oro con un gran diamante grisáceo engarzado; lo había adquirido en su última visita a Londres y el color de la piedra le había recordado el color de los ojos de (TN).
- Sin duda le va a encantar… ¿cómo podría ser de otra forma? – dando una profunda calada a su puro continuó: -seguro que jamás habría imaginado lucir semejante alhaja y mucho menos atrapar a un conde.
Kevin lo miró con desagrado.
- Alistair, no sigas por ese camino. La estás juzgando mal, jamás he conocido a una persona más noble y sincera que ella.
Alistair rió sardónicamente.
- Tranquilo amigo, te creo, es sólo que la sorpresa de verte enamorado me tiene bastante desorientado –se apoyó sobre los codos para acercarse a su amigo y prosiguió: - ¿cuándo piensas declararte a tu amada?
- Bueno, primero se lo comunicaré a mi madre, quiero que todo sea perfecto cuando le pida a (TN)  que sea mi esposa….
- Y primero debes calmar al dragón, ¿no es eso?
- Exactamente.
Alistair soltó un silbido especulativo.
- Puedo asegurarte que no te envidio nada.
 
La condesa viuda se hallaba, como casi siempre, en la sala verde, pero a diferencia de la mayoría de las tardes no tomaba su té tranquilamente con alguna de sus más distinguidas vecinas si no que daba vueltas de un lado a otro. A sus oídos había llegado un rumor de lo más inquietante y a pesar de lo inapropiado que resultaba el recurrir a su doncella, decidió olvidar las convenciones a favor de su tranquilidad.
- Emily.
- ¿Sí milady?
- ¿Qué sabes tú de esos rumores que corren sobre mi hijo y la institutriz?
Emily sintió como el sudor mojaba las palmas de sus manos. Como casi todos, había visto cómo se estrechaba la relación entre Lord Kevin y (TN)  y había oído los rumores que afirmaban que eran amantes, pero no sabía si darles crédito o no, ya que, si bien era cierto que últimamente Elizabeth frecuentaba menos la compañía de Lucas, aún seguía habiendo un estrecho contacto entre ellos y ella no sabía qué pensar al respecto. ¿Estaría la institutriz jugando con ambos? ¿O quizá aprovechaba el evidente interés del conde para su propio beneficio? No sabía qué estaba sucediendo realmente pero había algo que no cuadraba; a pesar de que Lucas manifestaba un evidente interés por ella, aún veía amenazada su posición. Con cautela decidió responder a la condesa con la verdad:
- Es notorio el interés del conde hacia ella, pero no sé si la señorita Sommington le corresponde totalmente.
Y ante la mirada inquisitiva de la condesa le habló de todas sus sospechas, de los encuentros entre (TN)  y Lucas y de las veces que él le había hablado de ella con un cariño evidente. Tras estas confidencias, la condesa echó a Emily con un gesto; necesitaba meditar sobre todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Podría entender que su hijo quisiera tener a la joven como amante, ella era atractiva y él, al fin y al cabo, era un hombre joven y por lo que sabía, con un sano apetito sexual; pero le extrañaba mucho el tiempo que pasaba con ella, el brillo que veía en su mirada y la cantidad de veces que lo oía reír sin motivo aparente. No temía que su hijo tuviese alguna idea inapropiada, ella lo había educado para que adoptase el papel que le correspondía, que no era otro que el de séptimo conde de Colchester, y si bien ya había proporcionado un heredero al título, no estaría de más que asegurase su descendencia y para ello sólo sería válida una unión con una mujer perteneciente a la nobleza. A pesar de que estaba segura de que su hijo pensaba lo mismo que ella, había algo que la intranquilizaba. Decidió observar mejor a su alrededor, tanto a su hijo como a la señorita Sommington.
 
Esa noche cuando Kevin se deslizó sigilosamente en la habitación de (TN), la encontró totalmente vestida y mirando absorta por la ventana, ni siquiera se volvió cuando escuchó la puerta. Él se acercó y la abrazó por detrás depositando un tierno beso en su nuca; ella se estremeció y sonrió pero Kevin notó que estaba a miles de kilómetros de allí. Suavemente la volvió entre sus brazos hasta que sus ojos se encontraron a un palmo de los de ella.
- ¿Qué te pasa? –su voz sonó más dura de lo que pretendía pero un extraño escalofrío le había recorrido la columna y no pudo evitarlo. Siempre la había encontrado receptiva y ansiosa, jamás tan distante.
Ella intentó esquivar su mirada, pero él le sujetó firmemente la barbilla y se lo impidió.
- Kevin… ¿adónde nos lleva esto?
Él sonrió y posó suavemente sus labios sobre los de ella, luego los separó y la miró. Todo el amor que sentía por ella se reflejaba en sus ojos.
- Cariño, ¿confías en mí?
(TN)  lo miró titubeante, intentó leer en las profundidades de los ojos masculinos y todo lo que pudo ver le instaba a confiar en él. Era imposible que todo lo que compartían estuviese sólo en su imaginación.
- Sí, Kevin, en realidad confío en ti, pero….
- Shhhh, no digas nada más, bésame.
Su respuesta lo llenó de satisfacción, si en algún momento había albergado la más mínima duda sobre el paso que se disponía a dar, se disipó en ese mismo instante. Jamás había sentido nada parecido a lo que sentía por ella y sabía que jamás volvería a sentirlo.
 
Al día siguiente Kevin citó a su madre en la biblioteca. Estaba decidido a no demorar más su compromiso con (TN)  y quería comunicárselo cuanto antes a la condesa viuda para neutralizar la férrea oposición que esperaba por su parte. Luego hablaría con el señor y la señora Sommington; sonrió para sí ya que iba a ser una situación muy peculiar el dirigirse humildemente a su mayordomo y a su ama de llaves para solicitarles la mano de su hija. Se le ocurrió que, una vez que se formalizase el compromiso debería buscar nuevo personal ya que no sería demasiado ortodoxo que sus futuros suegros fuesen asalariados suyos. En ese momento oyó cómo se abría la puerta y su madre apareció acompañada de su joven doncella.
- Si no le importa Emily, me gustaría hablar con mi madre a solas.
Su madre se limitó a hacer un gesto con la mano y Emily, haciendo una profunda reverencia salió silenciosamente. La condesa viuda se arrellanó cómodamente en el diván y miró fijamente a su hijo, esperando a que este comenzase a hablar. Él se levantó, se apoyó en el enorme escritorio y rompió el silencio diciendo:
- Madre, he tomado la decisión de volver a casarme.
La condesa cerró los ojos mientras un desagradable presentimiento se apoderaba de ella.
- Veo, por la expresión de su cara, que no le ha tomado por sorpresa la noticia.
Ella lo miró fijamente mientras unas duras palabras salían de sus labios:
- No puede decirse que hayas sido un ejemplo de discreción precisamente – se adelantó en el diván y le dijo: - Continúa con lo que sea que quieres decirme.
Kevin no pudo dejar de admirar la fría compostura de su madre; la expresión de su cara le había revelado que sabía quién era la elegida para ser la nueva condesa de Colchester y a pesar de eso se mantenía sentada conservando toda la dignidad de su rango.
- Bien, el que tenga una idea de lo que voy a comunicarle hará que sea más fácil: voy a solicitar la mano de la señorita Sommington.
- ¡Ja! ¿Qué broma es esa? ¡¡¿Solicitar su mano dices?!! – la condesa no sólo levantó ostensiblemente la voz, si no que ella misma se incorporó del diván y se acercó a su hijo: - ¿Acaso crees que cuando el conde de Colchester les otorgue semejante honor a unos sirvientes ellos van a tener algo que considerar?
- Pienso hacerlo todo como se debe y desde este mismo momento voy a ofrecer todos mis respetos a los que en breve pretendo que sean mi familia.
- Jamás consentiré que mi único hijo deshonre su título casándose tan por debajo de su posición.
- Madre, me temo que no está en posición de decidir ni impedir nada.
- Eso ya lo veremos – a la vez que soltaba estas furiosas palabras, la condesa viuda salió de la biblioteca dando un portazo.
Kevin encendió un puro y se sentó tras el enorme escritorio que coronaba la biblioteca a fumárselo tranquilamente. Lo peor ya estaba hecho: su madre debía saber que su oposición sólo iba a ser en forma de pataleta, él no le iba a permitir nada más.
PEZA
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Mensaje por PEZA Vie 23 Ago 2013, 6:52 pm

Pues bien, listo el maraton espero y sea de su agrado. Que esten bien y disfruten de Kevin.
PEZA
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MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA)

Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 6:13 pm

Capítulo 8
 
 
Kevin se hallaba desayunando solo en el enorme salón; ese sería el día en que pediría a (TN) que se casara con él. Sonrió pensando en la sorpresa que iba a recibir la joven, para él sería el segundo matrimonio aunque este nada tendría que ver con el primero; por un instante su mente voló al pasado, al momento de su boda con Sara, la madre de Charles. Había intentado ser un buen esposo, la había tratado con cortesía y ternura, pero no la había amado: eso no impidió que sintiera profundamente la muerte sin sentido de su joven esposa. Debía admitir que no había comparación posible entre los pálidos sentimientos que había experimentado por Sara y la turbulenta pasión que sentía por (TN), una pasión que hacía que la añorara cada segundo que pasaba alejado de ella; no era solamente que la unión de sus cuerpos fuese perfecta, que lo era; además había descubierto en ella a una persona con la que compartir sus pensamientos, que tenía opiniones inteligentes sobre casi todo, una persona sincera, leal y divertida. Le costaba imaginar un futuro en el que ella no estuviera presente, pero eso no sucedería ya que ese mismo día oficializarían su unión.
En ese momento la llegada de su madre interrumpió sus pensamientos; él se levantó cortésmente y esperó a que ella tomara asiento para volver a sentarse. Sommington se acercó para servir el té a su madre y ella le pidió que los dejara solos. Esa noche la condesa no había podido conciliar el sueño: la impotencia y la incredulidad no le habían dejado pegar ojo. Demasiado tarde se acordó de lo que su doncella le había comentado, el día anterior cuando su hijo le había manifestado la absurda intención de desposarse con la institutriz se había sentido demasiado indignada como para hacer nada más que salir furiosamente de la biblioteca pero esa mañana había tomado la determinación de hablar con su hijo sin falta; rezó porque las sospechas de Emily fueran ciertas, conocía perfectamente el carácter de su hijo y sabía que su orgullo era con diferencia el mayor de sus defectos y jamás perdonaría una traición, por mínima que fuese.
Kevin observó la dura línea del mentón de su madre tan parecida a la suya propia y temió un nuevo intento por parte de esta de disuadirlo de sus planes respecto a (TN). La miró a los ojos fijamente y esperó a que empezara a hablar. Esta no tardó mucho:
- Hijo mío, hay algo que no te conté ayer.
- Adelante.
En pocas palabras su madre le habló de las visitas diarias de (TN) a Lucas, la estrecha relación que parecía unirlos y los paseos solitarios que a veces daban por los jardines y el cercano bosque. Él escuchó en silencio.
- ¿Eso es todo madre?
- ¿Te parece poco? –la condesa levantó ligeramente la voz - ¿No se te ha ocurrido pensar que estás haciendo el papel de tonto y pelele en manos de esa jovencita? –esta última palabra sonó a los oídos de Kevin como si de un insulto se tratase.
- Lo único que se me ocurre es que sus intentos de hacerme cambiar de opinión son cada vez más patéticos y ahora –añadió levantándose de la mesa – si no tiene nada más que añadir, tengo cosas importantes que hacer.
La condesa lo vio alejarse con la mandíbula tensa y las manos agarradas fuertemente al bastón. Pensó en ir a hablar con la joven e intentar intimidarla pero sabía que si ella se lo contaba a su hijo tendría problemas. Lo conocía lo suficiente como para saber que no permitiría ese tipo de interferencias en sus asuntos.
Tras salir del comedor, Kevin se dirigió con fuertes zancadas hacia el establo. Tenía intención de cabalgar por sus terrenos como casi todas las mañanas pero debía reconocer que había algo que le molestaba, una inquietud que antes no estaba allí ; a su pesar las palabras de su madre le daban vueltas en la cabeza, también él se había preguntado alguna vez por la relación que unía a (TN) con el mozo de cuadras pero siempre había ocurrido algo que le distraía de la cuestión, sonrió irónicamente, ese “algo” solía ser la simple presencia de (TN): ella tenía tal poder sobre su voluntad que a veces se preguntaba si se encontraba bajo el influjo de algún extraño hechizo. Mientras Lucas le ensillaba a Impetuoso él lo observaba descaradamente: debía admitir que el joven era atractivo, de semblante y trato agradable; no sería descabellado suponer que podía atraer la atención de cualquier mujer; intentó desechar este pensamientos pero el veneno de la sospecha había hecho mella en él y horribles imágenes de (TN) en brazos de Lucas atormentaron su pensamiento. Sabía que él había sido el primer hombre para ella, las manchas rosadas de sus muslos se lo habían confirmado, pero eso era lo único que tenía seguro y un sentimiento terrible y desconocido iba apoderándose de él: los celos. Cuanto más lo pensaba más factible le parecía; no vio otra solución para disipar sus miedos que espiar esa tarde a la joven y ver si realmente ella se reunía con Lucas y si era así qué hacían. Apretó los labios y montó, saliendo del establo sin dirigirle ni una palabra al sorprendido Lucas. Ese paseo fue el más turbulento que él había dado jamás, las ideas se contradecían en su mente, en un momento le parecía posible que realmente entre (TN), su (TN), y Lucas hubiese una profunda relación afectuosa, en otro le venían imágenes de la forma en que la joven se entregaba a él, en cuerpo y alma, sin reservas….no, no era posible que esos momentos fuesen fingidos, pero a pesar de esta convicción rezaba porque su madre estuviera equivocada ya que él, sin saber muy bien cuándo ni cómo había caído total y profundamente enamorado de (TN); sonrió para sus adentros, desde luego parecía una broma del destino, él, que se había cansado de jurar que el amor no existía estaba absolutamente cautivado y sabía que era más que el deseo lo que le impulsaba hacia ella: lo volvía loco con su forma de ser, su cuerpo, sus ojos, había en (TN) una mezcla imposible de inocencia, pureza y seducción que no había visto antes en otra mujer. Su ceño se frunció, debía reconocer que la conocía desde hacía poco y aunque podría describir con los ojos cerrados cada detalle de su cuerpo, hasta el último lunar, la forma en que sus ojos se achinaban al reír, las distintas inflexiones de su voz según su estado de ánimo, reconocía asimismo que eran otras muchas cosas de su vida las que no conocía: detalles de su infancia, de su estancia en la escuela de señoritas donde había pasado los últimos cuatro años…suspiró, era el paseo más insatisfactorio que había dado jamás así que puso rumbo a la mansión y con semblante serio volvió.
 
Esa tarde, sin saberlo, (TN) selló su destino. Durante todo el día se había sentido nerviosa y expectante, todo por un comentario susurrado al oído por Kevin
cuando esa mañana se encontraba en la habitación con Charles, mostrándole la manera adecuada de dirigirse a las personas según su rango. El conde había llegado, los había observado un rato, animando a su hijo cada vez que este daba la respuesta correcta y luego, posando una mano en su nuca y acercándose al oído le había susurrado haciendo que todos sus nervios reaccionaran: “hoy se disiparán todos tus temores, amor mío”, ella no pudo preguntarle a qué se refería pues enseguida se marchó, pero a pesar de las palabras esperanzadoras de su amado había algo que la inquietaba, que la mantenía en tensión; suponía que su relación con el conde, a pesar de ser lo más maravilloso que le había pasado en la vida le pasaría factura de una u otra forma ya que era consciente de que cada vez más gente estaba al corriente de lo que sucedía entre ambos…pero…¿le importaba acaso? La magia que sentía cuando estaba con él era algo a lo que no pensaba renunciar: había descubierto en el conde, que antaño le pareciera tan hermético e inasequible a un hombre admirable, divertido, profundamente responsable con sus deberes e inteligente, capaz de adorar a su hijo y por lo que le había demostrado, a ella misma; se sonrojó pensando como él pasaba horas contemplándola, acariciándola, besándola en cada rincón de su cuerpo hasta que ella le suplicaba que acabara con su tormento, que la hiciese suya. No podía haber nada malo en lo que ambos compartían y decidió de una vez por todas desechar sus temores y tal y como le había pedido, confiar plenamente en él.
Como hacía a menudo se dirigió hacia el establo dispuesta a pasar un rato con su querido Lucas, que en un aparte en las cocinas le había dicho que tenía algo importante que contarle. Al llegar allí se lo encontró inusualmente inquieto y eso hizo que se preocupara ¿iría a preguntarle él también por los rumores que la vinculaban con Lord Kevin? Hasta el momento el joven parecía no haber notado nada extraño en la cada vez más evidente intimidad que compartía con el conde aunque ella sabía que Lucas siempre había sido un hombre ajeno a cotilleos y rumores, pero en cuanto Lucas empezó a hablar sus temores se disiparon, de hecho dudaba que hubiese oído los rumores siquiera, tan absorto estaba en su relación con Emily.
- (TD), he decidido pedirle a Emily que se case conmigo.
Ella lo miró estupefacta y al momento lo abrazó mientras gritaba de alegría:
-¡Oh Lucas!¡Eso es maravilloso! –en ese momento se separó de él y frunció el ceño - ¿tienes suficientes motivos para creer que ella aceptará? –la actitud introvertida de la joven doncella le hacía dudar.
Él la miró algo inseguro, pero cuando le contestó su voz sonó vehemente:
- (TD), hay miradas, gestos, que son muy difíciles de malinterpretar …. sinceramente creo que ella siente por mí lo mismo que yo y si no es así al menos lo sabré y dejaré de atormentarme.
- Tienes razón Lucas, además yo también estoy segura que ella te ama profundamente … ¿cómo podría ser de otra manera?
Ante el halago de su gran amiga Lucas se sonrojó ligeramente.
- Vamos (TD) –murmuró algo incómodo – no todo el mundo piensa como tú.
- Todos los que te conocemos, sí.
El joven decidido a cambiar de tema metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña cajita. Se la tendió a (TN).
- Ábrela y dime qué te parece.
Mientras la joven obedecía él la miraba esperando su reacción con ansiedad. Se trataba de un sencillo aro de oro, con un delicado arabesco grabado. Era una joya modesta pero seguro que a él le había costado muchos años de sus ahorros.
- ¡Oh Lucas! –se sentía emocionada por el paso trascendental que el joven se disponía a dar – es preciosa, estoy segura que le encantará – y volvió a abrazarlo mientras lágrimas de alegría rodaban por sus mejillas; Lucas era lo más parecido a un hermano que tenía.
Ninguno de los dos se había percatado de que alguien había seguido toda la escena: Kevin, casi sin ver, se alejó del establo, andando como si estuviera borracho. Había estado mirando a través de un pequeño ventanuco bastante alejado del lugar donde los dos jóvenes hablaban y aunque no había podido distinguir sus palabras con claridad lo que acababa de suceder estaba muy claro. No podía conciliar lo que sabía de (TN) con la traición que acababa de presenciar y en consecuencia sentía que le costaba respirar, le dolía el pecho y su visión se había vuelto borrosa, se dio cuenta de que era a causa de las lágrimas y furiosamente se las secó con la manga. Una vez en la biblioteca trató de asimilar lo que había visto…eran demasiadas las preguntas que quedaban sin respuesta, las cosas que no encajaban, ¿porqué se había entregado a él si amaba a otro? Y ella no había fingido mientras la tenía entre sus brazos de eso estaba totalmente seguro: su pasión había sido tan real como la suya propia; la única explicación posible es que tratara de conseguir algún beneficio económico: sin duda sería muy provechoso para ella ser la amante de un conde. Se sintió asqueado y de pronto la imagen de (TN) desnuda en los brazos de Lucas fue demasiado como para soportarla, de un manotazo arrasó con todos los objetos que había en el amplio escritorio; éstos cayeron al suelo desparramándose tinta, hojas y cristales por toda la alfombra. Debía expulsarla de allí ¿cómo podría seguir mirándola después de su engaño? Quería causarle daño, que sufriera tanto como él estaba sufriendo; respecto a Lucas….sentía ganas de retorcerle el cuello con sus propias manos aunque realmente el joven no tenía porqué conocer la perfidia de (TN), tal vez ella los había engañado a ambos además le resultaba humillante ver al conde de Colchester destrozado, hundido y total y absolutamente celoso de un simple mozo de cuadras. Si era sincero consigo mismo no quería tampoco favorecer el que ambos se fueran de rositas y se rieran de él; no, a Lucas no le diría nada, la echaría sólo a ella, la dejaría en la calle sin referencias y si a sus padres no les parecía bien, que se fueran también, eso sí, sin una sola palabra a su favor. Las sienes empezaron a latirle furiosamente y unas terribles náuseas se apoderaron de él; sin darse cuenta de lo que hacía agarró un precioso jarrón de porcelana de Sêvres que había sobre la repisa de la chimenea y lo estrelló contra la pared. Al oír el estruendo Sommington asomó la cabeza y en su semblante, siempre impasible, se reflejó el estupor al ver el estado de la biblioteca.
- ¿Milord?
Sin apenas mirarlo Kevin dijo:
- Diga a su hija que venga.
Sommington preocupado vaciló un momento antes de disponerse a cumplir la orden de su señor pero la salvaje mirada que este le dedicó y, sobre todo, sus treinta años de leal servicio a los condes de Colchester le hicieron reaccionar, aunque una gran inquietud se había apoderado de él. Al igual que casi todo el personal de la mansión estaba al tanto de los rumores que vinculaban a su hija con el conde pero hasta ese mismo momento no les dio verdadero crédito. Rezó porque no hubiera sucedido algo irreparable.
No habían pasado ni un par de minutos cuando Kevin sintió un leve golpe en la puerta, dio su permiso y (TN) pasó. ¡Dios mío! ¡Qué hermosa era! Se despreció a sí mismo por el violento latir de su corazón al mirarla ¿cómo había podido equivocarse tanto? La odiaba ¡cuánto la odiaba!: por lo que le había hecho ya que se había permitido creer en el amor por primera vez en su vida y ella había pisoteado sin piedad sus sentimientos, la odiaba porque aún después de saber hasta que punto ella había actuado con perfidia seguía deseándola. Debía dejar de mirarla, debía alejarla rápidamente de allí antes de cometer la indignidad de suplicarle una explicación de rogarle que desmintiese lo que sus propios ojos habían visto; por ello le dio la espalda y con voz dura dijo:
- Quiero que hoy mismo salgas de mi casa y no vuelvas jamás.
- ¿Kevin?
Al oír como ella murmuraba su nombre con voz lastimosa se volvió con los ojos inyectados en sangre, se acercó y la agarró cruelmente por los brazos:
- Jamás vuelvas a dirigirte a mí por mi nombre ¿me oyes? –ella empezó a llorar, no sólo porque le hacía daño si no porque se sentía aterrada ante las palabras que él estaba diciendo.
- Pero, pero…¿qué ha pasado? –sus palabras fueron un grito desgarrado, ella buscaba sus ojos tratando de entender su reacción.
Por toda respuesta él la apartó dándole un empujón que la estrelló contra la puerta, ¡Dios! ¿porqué sus ojos seguían pareciendo tan inocentes como siempre? Desde luego era una actriz de primera porque él sentía cómo su voluntad flaqueaba; para evitarlo respiró hondo y con voz contenida exclamó:
- Vete ahora mismo y no quieras conocer las consecuencias si vuelvo a verte.
Ella lo miró horrorizada, incapaz de hablar; la imagen de él se le volvió borrosa y supo que las lágrimas inundaban sus ojos; cuando pudo reaccionar dio media vuelta y salió. Entonces él sintió que algo se rompía en su interior, se dejó caer de rodillas y por primera vez desde que había dejado de ser niño lloró amargamente con la cara entre las manos.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:46 pm

Capítulo 9
 
Tres años después.
 
(TN) subió cansada al primer piso de la vieja escuela.; en la planta baja se encontraba la espaciosa aula donde impartía clases a los niños y niñas del pueblo un pequeño pero próspero lugar cerca de Tilbury y en el primer piso residía ella junto con su pequeña hija Laura, de dos años y la señora Buttercup, su particular ángel de la guarda, ella había sido la asistenta de la anterior maestra y había decidido continuar con (TN) aunque el único beneficio que recibía era el alojamiento y la comida; (TN)  no sabía cómo podría apañárselas sin su ayuda, principalmente con su pequeña, a la que cuidaba mientras ella trabajaba en la escuela. Llevaba viviendo allí dos años y para todos era viuda; a veces sentía remordimientos por engañar a la bondadosa señora Buttercup que las trataba a ella y a su hija con afecto maternal, pero sabía que se escandalizaría si supiera la verdad y perdería su puesto como respetada maestra algo que ella no podía permitirse ya que los ingresos que recibía de la comunidad era el que las mantenía a las tres; por supuesto sus padres la ayudaban en todo lo que podían, enviándole comida y ropa para Laura. Sonrió tristemente al pensar en ellos….¡cuánto los había hecho sufrir! En un primer momento cuando supieron lo que el conde le había dicho quisieron dejar Greenhill y marcharse con ella pero la crueldad de Lord Kevin no había consistido sólo en echarla sin explicaciones, también se había negado a proporcionar referencias a ella o a su familia. (TN), a pesar de que vivió esos días como en una pesadilla, sacó fuerzas de flaqueza para convencer a sus padres de que continuaran en la mansión ya que era el único medio de sustento que poseían y ella iba a necesitar su ayuda más que nunca. A regañadientes supieron ver la sensatez de sus palabras y continuaron allí, aunque sólo Dios sabía la rabia que les producía trabajar para quien había tratado a su hija con tanta injusticia. (TN)  recordaba confusamente los días que siguieron a su salida de la mansión; en un principio se alojó con su tío materno, que era párroco en una pequeña población no demasiado lejos de Greenhill. Él si estaba al corriente de lo sucedido con su sobrina pero en lugar de juzgarla se apiadó de ella y condenó la actitud del conde ya que no era extraño que los nobles se “divirtieran” con las sirvientas y luego, cuando se cansaban de ellas, las arrojaran sin más a la calle. A ella le costó algún tiempo asumir que esto era lo que había sucedido pero los hechos eran evidentes…¿cómo había podido estar tan ciega? Aunque debía reconocer que no todo era culpa suya: él le había hecho promesas, le había dicho que la amaba…y ella, enamorada hasta el tuétano, lo había creído. Aún no podía pensar mucho en esos momentos porque a pesar del tiempo trascurrido las duras palabras del conde le seguían doliendo como el primer día y a pesar de que había prohibido a sus padres nombrar a Lord Kevin en su presencia o delante de la niña a fin de olvidarlo lo cierto era que cada día a su pesar pensaba en él, rememoraba sus últimas palabras e incluso a veces su mente la traicionaba recordando los momentos de pasión que habían compartido, en esos momentos se maldecía por no ser capaz de olvidarlo definitivamente. Lo único bueno que había quedado de todo aquello era su pequeña hija Laura; en un principio, cuando descubrió que estaba embarazada había querido morir, su estado había imposibilitado que continuase viviendo con su tío aunque este se había preocupado de buscarle un nuevo alojamiento y así había sido como había llegado a su actual residencia: embarazada de cuatro meses, asustada y totalmente deprimida. A veces se extrañaba de que su hija fuese tan alegre y feliz ya que pasó todo el embarazo llorando, noche tras noche, hasta el punto de enfermar; la señora Buttercup pensando que era la tristeza por la muerte de su “marido” lo que la hacía estar tan deprimida cuidó de ella y la atendió como si fuera su propia madre ya que la verdadera sólo podía visitarla los domingos y no siempre podía viajar hasta donde ella se había instalado.
La señora Buttercup había preparado el té y se sentaron juntas a tomarlo junto con unos sándwiches mientras la pequeña Laura tomaba una papilla de avena; su hija le hizo infinidad de preguntas en su media lengua que tanto le recordaba a Charles. Por un instante su mirada se tornó melancólica recordando al pequeño al que tanto había querido; ya tendría unos seis años, seguiría guapísimo y esperaba que tan agradable como siempre; se preguntó qué le habrían dicho respecto a su partida, sabía que su cariño había sido ampliamente retribuido por el niño y lamentó la confusión que pudiera haber experimentado por culpa de su involuntario abandono.
- ¿Qué tal el día hoy, señora Tyler?
- Bien, como siempre – ya se había acostumbrado a responder cuando oía que se dirigían a ella por el nombre de su supuesto marido aunque al principio le había costado -. Hoy ha faltado la pequeña Lucy Jones, por lo visto dice su hermano que tiene fiebres, espero que no sea nada contagioso, si no pronto me quedaré prácticamente sola dando las clases como sucedió el año pasado.
- Bueno –respondió la señora Buttercup moviendo su cabeza de rizos grises- a mí me preocupa que la pequeña Laura vuelva a coger la enfermedad que tuvo la primavera pasada….
(TN)  arrugó el ceño con preocupación mientras recordaba la extraña enfermedad que había asolado a su hija el año anterior; si bien no le había dado fiebre le había costado muchísimo respirar y a veces tuvo la terrible impresión de que se ahogaría. El doctor Campbell no había sabido de qué enfermedad se trataba exactamente aunque afortunadamente no había durado mucho tiempo y con un tónico a base de cebollas había logrado que Laura mejorara algo. En ese momento su hija anunció que había terminado la papilla; al mirarla, no pudo evitar echarse a reír: sin ninguna duda había más papilla en su cara y manos que la que había ingerido, aunque ella insistía en comer sola.
- Muy bien, hija mía –a la vez que decía esto se levantaba y la cogía de la mano- pues ahora vamos a limpiarnos la cara y a prepararnos para dormir.
La pequeña casa sólo disponía de dos dormitorios así que ambas compartían cama y la señora Buttercup dormía en el que había sido su dormitorio de siempre. Tras asear a su hija y ponerle el camisón, la arropó y la arrulló dulcemente con una conocida nana mientras le acariciaba distraídamente la cabeza. Su cabello era ligeramente ondulado y muy suave, negro como el ala de un cuervo, del mismo color que sus grandes y expresivos ojos. Eran el pelo y los ojos de su padre.
Al pensar en Lord Jonas –ya hacía mucho tiempo que había dejado de llamarle para sí misma por su nombre- sintió como la hiel ascendía hasta su garganta. A pesar de sus intensos deseos de olvidarlo no lo conseguía aunque estaba segura que eran el odio y el rencor los que la hacían recordar constantemente los momentos pasados junto a él: otro motivo más para detestarle, por su culpa se había convertido en una mujer resentida, apenas quedaba en ella algo de la serenidad y alegría que la habían caracterizado antes; si no fuese por Laura estaba segura que su alma se habría secado para siempre. Mirando a su hermosa hija sintió que la rabia se acrecentaba: ella era la verdadera víctima de la injusticia del conde, jamás sabría quién era su padre y nunca disfrutaría de los privilegios que le habrían correspondido si el conde hubiese cumplido sus promesas, aún recordaba sus palabras “¿confías en mí?”, ¡Dios! ¿cómo había sido tan ingenua? Ahora Laura no tenía derecho a nada por haber nacido no sólo como bastarda sino además sin ningún tipo de reconocimiento por parte de su progenitor. Al sentir cómo la amargura se apoderaba cada vez más de ella se esforzó por desechar sus
pensamientos y mentalmente se dispuso a pensar en el día siguiente, repasando la rutina de sus tareas como una letanía que le ayudaba a alejar sus negros pensamientos.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:47 pm

Capítulo 10
 
Unas semanas después ocurrió lo que tanto temía la señora Buttercup: Laura empezó a tener dificultades para respirar, le lloraban los ojos y la nariz le moqueaba constantemente; lo peor eran las noches durante las cuales la pequeña apenas podía dormir ya que le costaba muchísimo tomar aire y hacía unos ruidos terribles que ponían los pelos de punta a (TN). Volvió a consultar al doctor Campbell, pero este no conocía más remedios que los que ya le había dado el año anterior, el problema era que esta vez Laura no se recuperó con tanta rapidez. Después de dos semanas sin notar la más mínima mejoría en su hija (TN)  se sentía totalmente desesperada; el doctor visitaba a la niña cada dos días y los pocos ahorros de (TN)  se habían esfumado, siendo necesario que sus padres le proporcionaran algo de dinero para seguir contando con la atención del doctor. La situación se había vuelto insostenible y tanto (TN)  como la señora Buttercup comenzaron a temer en serio por la vida de la pequeña cuando una noche esta sufrió una tremenda crisis en la cual perdió la consciencia a causa de sus dificultades para respirar; (TN), tras las duras palabras con las que el conde la había echado de Greenhill pensó que jamás volvería a experimentar tanto dolor, pero en esos momentos se dio cuenta de que se había equivocado; desesperada en mitad de la noche salió corriendo a buscar al doctor Campbell suplicándole que acudiera a atender a su hija; lograron reanimarla dándole friegas con alcohol y haciéndole respirar vapores de abedul, pero (TN)  estaba decidida a que su hija se curase como fuese porque sabía que no aguantaría muchas más crisis como esa. Cuando consiguieron que la pequeña se quedara apaciblemente dormida la señora Buttercup, aún pálida tras el terrible susto que habían pasado, preparó té y los tres se sentaron pensativos y silenciosos a tomarlo. (TN)  rompió el silencio, su voz reflejaba la angustia que había pasado:
- Doctor Campbell, sea sincero, ¿cree usted que mi hija podría….podría morir en una de estas crisis?
El doctor la contempló sopesando la conveniencia o no de tranquilizarla o ser totalmente sincero con ella. Finalmente se decidió por esta última opción: la señora Tyler ya había sufrido demasiado y merecía poder prepararse para lo peor.
- Verá señora Tyler no estoy muy familiarizado con este tipo de enfermedades respiratorias cíclicas y aunque no es el primer caso que he visto sí se trata de la paciente de menor edad que he tenido y que la padece….yo diría que tal vez su organismo, al ser menos fuerte que el de un adulto, acuse fatalmente este tipo de crisis y…
- Por favor dígame lo que sea sin andarse por las ramas doctor –lo interrumpió bruscamente (TN).
- Sí, es posible que una de estas crisis sea definitiva.
Se hizo un terrible silencio sólo interrumpido por el sollozo de la señora Buttercup; (TN)  siguió tomando su té con la mirada vacía, pensando, odiando un destino que parecía solazarse en quitarle todo aquello que más amaba y, sobre todo, odiando a Lord Kevin al que en última instancia culpaba de la situación de su hija: si no se hubiesen visto obligadas a vivir en un lugar tan húmedo en el que a pesar de los esfuerzos combinados de la señora Buttercup y ella siempre hacía frío tal vez su hija no hubiese enfermado. Ya no quedaba nada de la alegre y optimista joven que había sido, la amargura había ocupado el lugar que antes ocupaba la esperanza y la ilusión, aún así no se resignaba a quedarse de brazos cruzados viendo como quizá su pequeña Laura, la única razón que tenía para vivir, moría sin que ella pudiese evitarlo.
- ¿No hay absolutamente nada, ningún remedio, que pueda ayudar a mi hija?
- Bueno…- el doctor Campbell titubeó – en las afueras de Londres el doctor Lindsend tiene una residencia en la que trata sólo enfermedades respiratorias.
- ¿El doctor Lindsend?...jamás había oído hablar de él.
- Es discípulo del doctor Bostock, John Bostock, quien revolucionó hace algunos años el estudio de las enfermedades respiratorias con el descubrimiento de una especie de sensibilidad a ciertos elementos de la naturaleza….
(TN)  se sintió un poco más animada, podría hacer algo más que esperar sentada a ver como su pequeña Laura languidecía poco a poco.
- Bien, pues ya está todo decidido, mañana mismo iré a hablar con el doctor Lindsend y Laura podrá comenzar en esa residencia su tratamiento.
El doctor Campbell movió la cabeza apesadumbrado, precisamente era esto lo que temía de dar esperanzas a una madre desesperada.
- Verá, señora Tyler, esa residencia es un lugar muy exclusivo, perteneció a los duques de Westmoreland y sus precios son tan prohibitivos que sólo los pacientes más acaudalados pueden permitirse el ingreso allí.
La señora Buttercup volvió a sollozar pero (TN)  se limitó a apretar la mandíbula tenazmente: ya lo tenía decidido, al día siguiente iría a Londres y si le daban la más mínima esperanza para su hija haría todo lo que estuviese en su mano para conseguir que ingresara en la residencia.
 
Cuando el carruaje que había alquilado con las últimas monedas que le habían dado sus padres la dejó frente a la entrada de la residencia que regentaba el doctor Lindsend sintió que algo del optimismo y la energía que la habían empujado hasta allí desaparecía: verdaderamente se trataba de una imponente mansión con enormes jardines bien cuidados y que exudaba elegancia y lujo por todos sus costados. A pesar de esto se obligó a mantener la cabeza alta y franqueó la enorme verja; una vez dentro la hicieron esperar en una pequeña salita a la vez que le ofrecían un té que ella aceptó pues se sentía agotada tras el viaje; a pesar de que se había puesto el mejor vestido que tenía, el de viaje azul añil, la criada que la atendió la había mirado de arriba abajo; (TN)  viendo el lujo que la rodeaba estaba segura de que ella no era, ni mucho menos, como los clientes que habitualmente frecuentaban la residencia del doctor Lindsend. Cuando le trajeron el té lo cogió entre sus frías manos con avidez, ansiando notar en sus entumecidos dedos el calor que desprendía la taza, notó un ligero temblor al llevarse la taza a la boca lo que le hizo tomar conciencia de la ansiedad con la que esperaba la entrevista con el doctor Lindsend. Tras unos minutos de espera entró un hombre de mediana edad, alto y desgarbado, con profundas entradas en su pelo rubio y cara de concentración. Ella se levantó nada más verlo.
- Siéntese señora….
- Tyler, (TN)  Tyler –volvió a tomar asiento y a continuación él hizo lo mismo.
- Soy el doctor Everett Lindsend, ¿cuál es su caso?
Evidentemente se trataba de un hombre muy ocupado que no perdía el tiempo en convenciones sociales; ese hecho agradó a (TN)  dándole una impresión de seriedad y profesionalidad. Ella le explicó en qué consistían los síntomas de la pequeña Laura y él le hizo un montón de preguntas relacionadas con la niña, el tratamiento que le habían recomendado, los momentos del año y del día en los que se habían producido los episodios y, lo más sorprendente, el tipo de flora y fauna del lugar dónde vivían. Luego le explicó que el doctor Bostock, de quién había sido ayudante había descubierto que esas enfermedades respiratorias respondían a menudo a hipersensibilidad al polen de determinadas plantas, agravado por condiciones climáticas y el mal uso de tratamientos y remedios. (TN) lo escuchaba con atención sintiendo que estaba dando los pasos adecuados; una vez que el doctor Lindsend dejó de hablar, ella pasó a preguntarle algo que le interesaba sobremanera:
- Y bien doctor, ¿cuánto tiempo duraría el tratamiento?
- Bueno, nuestra política es tener a los pacientes aquí ingresados en el balneario para determinar mejor los síntomas y escoger el tratamiento más adecuado. Una vez que determinamos esto lo aplicamos y esperamos hasta que los síntomas o bien remiten o mejoran de forma ostensible – por primera vez el doctor pareció fijarse realmente en ella y su voz sonó algo incómoda al proseguir: - El tiempo de estancia depende de cada paciente…en cualquier caso, señora Tyler, contamos con personal de lo más especializado, enfermeras, cocineras….y los niños cuentan con los servicios de niñera y maestra, además de sus horas de juego y paseo…por todo ello el tratamiento es bastante caro.
Sintiendo un presentimiento de fatalidad (TN)  hizo la pregunta que más temía:
- ¿Y de cuánto dinero estaríamos hablando exactamente?
- Bueno, el precio lo determinará la duración del tratamiento, pero puedo asegurarle que no menos de trescientas libras.
El color abandonó el semblante de (TN); esa era una cantidad totalmente prohibitiva para ella, ni con todos los ahorros de una vida de sus padres podría pagar ese dinero; el doctor Lindsend se dio cuenta de su consternación y la miró con simpatía y conmiseración. Visiblemente violento el doctor añadió que él sólo era el jefe del equipo médico, pero que la administración del balneario no le correspondía a él, siendo sólo un asalariado. (TN)  se obligó a sonreír agradeciendo la amabilidad del doctor, se levantó y realizando una pequeña reverencia con la cabeza dio las gracias una vez más y salió.
De camino a su hogar de nuevo en el mismo carruaje alquilado que la había llevado a Londres iba pensando en todo lo que el doctor le había dicho. Sus pensamientos no podían ser más pesimistas pues no tenía manera de hacer frente a ese gasto. Por otro lado se rebelaba contra la idea de resignarse a no hacer nada; verdaderamente el doctor Lindsend le había dado muchas esperanzas y ella estaba decidida a hacer todo lo que estuviera en su mano para salvar a su hija. De repente se le ocurrió la única solución posible y a pesar de que algo en su interior se revolvió supo que era la única posibilidad: le pediría el dinero al conde de Colchester.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:48 pm

Capítulo 11
 
El señor y la señora Sommington se hallaban consternados: su hija les acababa de contar su plan y si bien adoraban a la pequeña Laura y se sentían dispuestos a hacer cualquier cosa por ayudarla, no creían, ni por asomo, que el conde accediera a prestarle el dinero que necesitaban para costear el tratamiento de la niña. A pesar de que (TN)  les había pedido expresamente que jamás le hablaran de él ellos habían notado el enorme cambio que se había producido en Lord Kevin desde aquel aciago día en que expulsó a su hija de Greenhill: había pasado una semana encerrado en su habitación sin querer ver a nadie, sin apenas comer y bebiendo sin parar. Sólo los lloros y el miedo del pequeño Charles habían conseguido que saliera de su encierro pero su comportamiento había cambiado drásticamente, apenas se dirigía a nadie que no fuese su hijo y sólo hablaba lo mínimo con la servidumbre. Asimismo sus visitas a Londres se habían intensificado, prolongándose más de lo habitual; era imposible no saber que fuese lo que fuese lo que le había hecho tratar de esa forma tan cruel a (TN)  a él también le había afectado profundamente. A pesar de la rabia que sentían por la forma injusta en que había sido tratada su hija no podían evitar sentir lástima por el conde pues su amargura era obvia para todos: sólo con el pequeño Charles volvía a vislumbrarse un reflejo del antiguo Lord Kevin.
- Hija mía- su padre cogió cariñosamente su mano a la vez que le hablaba - ¿has pensado bien lo que estás diciendo?
- Por supuesto que sí, papá. No tengo otra opción.
- Pero cariño –su madre retorcía nerviosamente sus manos –tal y como el conde te echó de Greenhill no puedes presentarte allí como si nada a pedirle trescientas libras…
- Entonces, ¿que me sugerís? –su voz era dura al dirigirse a sus padres - ¿qué me siente tranquilamente a ver como mi hija se muere?
- ¡Oh Dios mío! ¡Por supuesto que no!
Su padre tomó la palabra y con la serenidad y el aplomo que le caracterizaban manifestó:
- Te apoyaremos hija mía y haremos todo lo que esté en nuestra mano para ayudarte.
- Muchas gracias papá; por ahora sólo os pido que os mantengáis al margen.
 
Esa tarde (TN)  habló con la señora Buttercup y con su hija; la primera conocía el motivo de su viaje a Greenhill aunque no sabía nada de lo sucedido allí tres años antes; a la pequeña Laura le explicó que necesitaba hacer un viaje con los abuelos y que trataría de volver cuanto antes. La pequeña se quedó triste pero como había vivido junto a la señora Buttercup desde su nacimiento no supuso ninguna extrañeza quedarse a solas con ella. (TN)  daba ánimos a todos y procuraba lucir en todo momento una sonrisa para no preocupar a su hija pero la verdad era que se sentía enormemente angustiada: por una parte temía una nueva repetición de la crisis de Laura mientras ella estuviera fuera, por otra, el volver a ver a Lord Kevin la llenaba de una inquietud que hacía que su pulso se acelerase sin remedio, aunque se decía a sí misma que todo era por el bien de Laura: no quería ni imaginar lo que sucedería si él se negaba a prestarle el dinero que le pedía, aunque esta posibilidad teniendo en cuenta cómo la había tratado era más que real ella pensaba apelar a su sentido de la decencia y el honor si es que le quedaba algo de eso, ya que sin ningún motivo ni razón aparente él había arruinado su vida no dándole ni siquiera referencias que le permitieran encontrar un buen empleo. Ella sentía que tenía derecho a ese préstamo, además Laura también era hija suya, aunque eso él no debía saberlo jamás. No confiaba absolutamente nada en el conde de Colchester y temía que si conocía la existencia de la niña insistiera en quitársela aunque sólo fuera por hacerle daño y antes prefería estar muerta que perder a su pequeña.
Iba reflexionando sobre todo esto en la pequeña carreta que la llevaba de vuelta a Greenhill junto con sus padres; la presencia de estos la reconfortaba aunque sabía que bien poco podían hacer para ayudarla. Ni siquiera se había parado a pensar qué le diría a Lord Kevin ni cómo plantearía la cuestión; sabía que las cosas no iban a salir como ella las planeara. Sólo esperaba- y rezaba fervientemente para que así fuera- que no se le notara en la cara el enorme odio que sentía hacia él.
 
Kevin se hallaba en la biblioteca repasando los últimos informes que le había proporcionado su secretario de Londres cuando el señor Sommington le anunció que tenía una visita.
- ¿Una visita? ¿Ha dicho de quién se trata?
Sommington vaciló lo que hizo que un sorprendido Lord Kevin levantara la cabeza; jamás había visto a su mayordomo titubear o dudar sobre alguna cuestión relativa a la casa o al funcionamiento de la misma. Notó que Sommington estaba visiblemente incómodo y esto le hizo arquear las cejas con sorpresa; a pesar de saber que no era santo de su devoción desde que había echado de Greenhill a su hija jamás había habido nada reprobable en la conducta de su mayordomo por eso le sorprendía su actual actitud.
- ¿Y bien? –inquirió impaciente.
- Se trata de la señorita Sommington, milord.
Por un terrible momento Kevin creyó que no había oído bien pero en seguida el acelerado latir de su corazón y la amarga bilis que sintió subir por su boca le hicieron comprender que a su oído no le pasaba nada, que realmente ella se había atrevido a desobedecer su orden y se había presentado allí, en su propia casa. Pensó decirle a Sommington que la echara sin contemplaciones pero la furia que hervía en su pecho era tan grande que necesitaba una salida y por Dios que iba a ser ella la que se la proporcionara.
- Dile que pase.
Sommington no se inmutó al oír el frío permiso de Lord Kevin; sabía que lo que se proponía su hija era una locura entendible sólo por el dolor y la impotencia que sentía por la situación de la pequeña Laura; dio un pequeño suspiro mientras salía al recibidor a comunicarle la respuesta del conde.
(TN)  recibió un breve gesto de asentimiento por parte de su padre y soltó el aire, que sin saberlo, había estado conteniendo: la primera parte de su misión estaba cumplida al menos no se había negado a recibirla. Llenando el pecho de aire y haciendo oídos sordos al loco retumbar de su corazón avanzó hacia la biblioteca pasando con la cabeza erguida a través de la puerta que su padre mantenía abierta mientras la anunciaba. En un principio no pudo verlo debido a la penumbra que reinaba en el lugar pero un movimiento a su derecha le advirtió su presencia. Él se volvió y ella sintió que se le paraba el corazón; por unos estremecedores segundos fue como si los tres años que habían pasado desde la última vez que lo vio no hubiesen existido tan angustioso fue el anhelo que experimentó al volver a ver su rostro; por un loco instante quiso dar media vuelta y huir sorprendida y horrorizada por lo que acababa de sentir.
Kevin no esperaba sentir el golpe que notó en el pecho cuando la vio allí, parada, con un sencillo vestido oscuro….¡Dios! ¡estaba preciosa! más bella incluso de lo que la recordaba. Se obligó a sí mismo a apartar estos pensamientos de su mente y se concentró en el profundo rencor que sentía hacia ella.
- ¿Cómo te atreves a presentarte aquí en mi casa cuando te prohibí expresamente que volvieras?
Al escuchar el frío tono del conde (TN)  tragó saliva pero haciendo un esfuerzo de voluntad levantó la barbilla: a pesar de la actitud de Lord Kevin era ella la agraviada, no él. Debía recordarlo para que la furia del conde no la amedrentara.
- Créame, no habría venido si no fuese absolutamente necesario.
- No hay nada lo suficientemente importante que justifique tu presencia aquí –la voz del conde destilaba tal cantidad de desprecio que (TN)  sintió un estremecimiento.
- Creo que su ira hacia mí no está justificada, si bien es cierto que me permití soñar con que….- en ese momento Lord Kevin la interrumpió, agarrándola violentamente por los brazos y haciendo que ella sofocara un grito dolorido. Sus ojos quedaron a pocos centímetros porque ella se negó a bajar la vista y lo miró desafiante.
- ¡De todas las furcias que he conocido sin duda eres la peor!
- ¿Cómo te atreves a hablarme así? – diciendo esto se desasió violentamente, ni siquiera fue consciente de que había empezado a tutearle tan grande era su enfado.
- Te hablaré como me dé la gana….. - él se pasó la mano por el pelo con frustración; sentía unas enormes ganas de estrujarla, de sacarle una disculpa aunque fuese a empujones pero la falta de arrepentimiento de ella era como un puñal que se le clavaba en el pecho. Para que ella no notara su dolor le dio la espalda – Vete ahora mismo antes de que olvide que soy un caballero.
- ¡Ja! ¿Un caballero? –una risa histérica brotó de su garganta sin poder evitarlo – el porquerizo más miserable que exista tiene más de caballero que tú.
- ¡¡Maldita seas!! –de nuevo se acercó a ella ya incapaz de dominar su furia. Volvió a agarrarla y la besó aunque fue un beso totalmente distinto de los que habían compartido hacía ya tres años: fue un beso cuya finalidad era humillarla, hacerle daño ya que tuvo que morder sus labios para obligarla a abrirlos. Ella forcejeaba salvajemente y él de repente la soltó.
- ¿Ves? ¿de qué me serviría comportarme como un caballero con una….zorra como tú?
- ¡Eres despreciable! ¡¡Te odio!! –A la vez que le escupía estas palabras se limpiaba la boca con la manga de su vestido.
- Bueno “querida”, te puedo asegurar que el sentimiento es mutuo.
(TN)  se sentía totalmente desconcertada, no esperaba que el conde la recibiera con los brazos abiertos pero esperaba que después de tres años hubiese recapacitado y se sintiera algo culpable por la forma egoísta en que la había tratado; evidentemente no era así y ella no podía comprender tanta animosidad por parte de él, (TN)  pensó que tal vez estuviera loco. Las frágiles esperanzas que la habían conducido hasta allí empezaron a desvanecerse. Sin volver a dirigirle la palabra se dio media vuelta y se dispuso a salir de la biblioteca.
Kevin nunca supo que fue lo que le hizo detenerla pero si era sincero consigo mismo debía admitir que no deseaba que se fuera; algo perverso dentro de él, morboso tal vez, encontraba un gran placer en tenerla allí, en poner de manifiesto su desprecio, en humillarla…además sentía verdadera curiosidad por saber qué motivo la había llevado de nuevo a Greenhill.
- Espera –ella se detuvo pero no se volvió – Dí lo que hayas venido a decir, considéralo un “favor” por los servicios que me proporcionaste.
Ella apretó los labios a la vez que se volvía lentamente. Por un momento consideró marcharse sin más pero el recuerdo de su hija le impedía irse sin siquiera intentarlo: era su única posibilidad.
- Necesito una cantidad de dinero que sólo usted me puede prestar.
De todas las respuestas que podía darle esta es la que más sorprendió a Kevin.
- ¿Y qué te ha hecho pensar que te dejaría ese dinero?
- Tal vez en consideración a los “servicios” que le proporcioné –ella le arrojó sus propias palabras como si fueran un puñal.
Él no pudo evitar admirar su valentía; cualquier otra mujer hacía ya rato que habría salido de allí llorando, o peor aún, se habría desmayado, pero ahí estaba (TN)  pidiéndole dinero como si fuera lo más normal del mundo después de traicionarlo con la crueldad que lo había hecho.
- Y ¿para qué necesitas el dinero, si puede saberse?
Ella titubeó debería haber inventado una excusa creíble ya que era lógico que el conde le hiciese esa pregunta.
- No puedo decírselo pero créame, es un asunto de vital importancia, ninguna otra cosa podría hacer que me acercase a usted.
- ¿Nadie te ha dicho que cuando pretendes un favor debes ser humilde?
Por toda respuesta ella lo miró con todo el desprecio que sentía aunque Lord Kevin se limitó a sonreír burlonamente….¿cómo había podido estar tan ciega y creer alguna vez que ese monstruo era alguien digno de su amor?
- Supongamos que decido darte ese dinero….
- Trescientas libras.
- Bueno, supongamos que te doy esas trescientas libras, ¿qué estarías dispuesta a ofrecer a cambio?
- Eres un cerdo.
- Puede ser, pero si te doy ese dinero espero poder amortizarlo y puesto que dudo que estés en condiciones de devolverlo quiero garantías de recibir algo a cambio.
Por un momento la rabia amenazó con ahogarla pero luego cayó en la cuenta de que él no se negaba a prestarle el dinero: ahí tenía la solución para Laura. Si para salvar a su hija tenía que acostarse con ese hombre lo haría ya que si su hija moría ella nunca podría perdonárselo.
- ¿Y qué querría “su excelencia” a cambio de darme el dinero?
Sintiendo que por fin había ganado en lo que a ella concernía Kevin meditó su respuesta durante unos segundos:
- Quiero que estés a mi servicio absoluto digamos….durante un par de meses.
- ¿A su servicio absoluto? ¿Qué significa eso?
- Significa que tú me asistirás cuando me levante, me traerás el desayuno, limpiarás mis botas, me secarás la comisura de los labios si así te lo pido….
Al menos él no le había pedido explícitamente que fuese su amante y aunque sabía que él no perdería ninguna ocasión de humillarla sólo tendría que aguantar un mes.
- De acuerdo, pero yo también tengo algo que pedir.
- ¿Más todavía?
Ignorando su sarcasmo respondió:
- Debo tener los domingos libres, es absolutamente necesario.
Tras meditarlo unos instantes el conde asintió con la cabeza y murmuró: - Está bien.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:49 pm

 
Capítulo 12
 
Cuando (TN)  salió de la biblioteca Kevin se dejó caer pesadamente en el sillón; se sentía como si acabase de sobrevivir a un tornado: sus emociones vapuleadas y oscilando entre la euforia y la amargura. No estaba del todo satisfecho con el trato al que habían llegado porque era consciente de que este evidenciaba que no la había olvidado del todo….¡a quién pretendía engañar! Había pensado en ella todos y cada uno de los días de su vida desde que la había conocido, alimentando su rabia, su desesperación….por eso cuando había entrevisto la posibilidad de tenerla en su poder no había tenido la fuerza de voluntad necesaria para echarla sin más. Pero esta vez él no saldría perjudicado, no sería su corazón el que se rompiese, se protegería de ella como quien se protege de una epidemia. Un incómodo recuerdo vino a turbar sus pensamientos: el beso que le había dado hacía unos minutos y que a pesar de estar destinado a humillarla había conseguido calentar su sangre y hacer que sintiera una excitación que hacía tres años que no sentía.
Por su parte (TN)  salió a los jardines buscando aire fresco, no podía comunicarles a sus padres la buena noticia hasta que consiguiese tranquilizarse; por supuesto no pensaba contarles las condiciones del trato al que habían llegado pues sufrirían innecesariamente. Buscó refugio en el laberinto de setos y se sentó sobre el mullido césped para evitar que pudiesen verla desde la casa tal y como había sucedido tres años atrás cuando su madre la descubrió junto al conde. El corazón aún le latía con desesperación y se odió a sí misma por reaccionar tan intensamente a la presencia de Lord Kevin. Era el odio y no otro sentimiento más perturbador el que hacía que se sintiese tan agitada, se lo repitió una y otra vez ¿cómo iba a ser de otra manera después de la forma abominable en que él la había tratado? Sin ninguna duda debía estar loco; nunca había escuchado que ninguno de los condes de Colchester padeciese delirios mentales, tal vez Lord Kevin fuese el primero. Al cabo de casi una hora decidió volver a entrar en la casa tenía que contárselo todo a sus padres y quería mandar un mensaje a la señora Buttercup para tranquilizarla. Ese domingo acompañaría a su hija a la residencia y soportaría con gusto la cercanía y las humillaciones de Lord Kevin sabiendo que de esa forma aseguraba la salud de Laura.
Sus padres se alegraron mucho cuando les contó que tendría el dinero para la cura de Laura; por supuesto se sorprendieron de que el conde sólo hubiese pedido que ella trabajara allí durante un mes pero ella los convenció asegurándoles que sin duda se sentía culpable por la forma injusta en que la había tratado con anterioridad, evidentemente no les explicó los detalles del acuerdo. (TN)  temía el momento de ver a sus antiguos compañeros ya que imaginaba la cantidad de rumores y habladurías que su extraña marcha habría propiciado pero sólo recibió muestras de simpatía y preocupación sinceras por su estado. No le contó a nadie que tenía una hija, todos atarían cabos y comprenderían que era hija del conde, simplemente les explicó que volvía a trabajar pero en calidad de criada y aunque este hecho suscitó miradas de extrañeza nadie quiso hacerle más preguntas. (TN)  no podía imaginar cómo la relación con ella había afectado al conde pero el resto de los habitantes de Greenhill sí lo sabían e intuían que entre ellos había cosas que aún no estaban resueltas.
Esa noche decidió cenar a solas con sus padres, estaba cansada del viaje y la terrible tensión emocional que le había producido su encuentro con Lord Kevin la había dejado exhausta. Mientras cenaban se acordó de Lucas y entonces su madre le contó que se había casado hacía dos años con Emily y que ella estaba encinta de su primer hijo. (TN)  se alegró mucho: finalmente su querido Lucas había conseguido casarse con la mujer de sus sueños…¡de qué formas tan distintas habían acabado sus historias de amor! También le dijeron que la condesa viuda se hallaba en el continente, en Francia e Italia con su amiga la marquesa de Westerley; esta noticia la alegró pues sabía que a la perspicaz condesa no la engañaría tan fácilmente como al resto de habitantes de la casa. (TN)  se retiró pronto a dormir; ahora ya no tenía un dormitorio para ella sola en el piso superior si no que dormía junto con Jane y otras sirvientas en una habitación al lado de las cocinas. Antes de quedarse dormida pensó en Charles, aún no lo había visto y tenía muchas ganas de comprobar cómo había crecido, también pensó en su hijita…era la primera vez desde que esta nació que dormían separadas y este pensamiento hizo que dos silenciosas lágrimas rodaran por sus mejillas.
Al día siguiente antes de que amaneciera ya estaba en pie, había desayunado y se disponía a esperar órdenes. Estas no tardaron en llegar, Crowley, el ayuda de cámara de Lord Kevin, le comunicó que éste deseaba que le subieran el desayuno a su habitación. (TN)  apretó los dientes; sabía que el conde generalmente bajaba al salón a desayunar pero estaba claro que él no iba a desaprovechar ninguna de las posibilidades que se le presentaran de humillarla. Tras preparar la bandeja con el desayuno que le informaron solía tomar el conde subió cuidadosamente las escaleras. Al llegar a la puerta se vio obligada a tocar con el hombro pues no confiaba en poder sujetar la enorme bandeja con una sola mano. La profunda voz del conde le autorizó la entrada.
(TN)  no pudo evitar un estremecimiento cuando vio a Lord Kevin recostado en la cama con un batín de seda y el pelo ligeramente revuelto; también la enorme cama trajo hasta ella recuerdos que la perturbaron profundamente; tratando de evitar que el conde notara su consternación apartó rápidamente la mirada pero él había notado la turbación femenina y su cuerpo había reaccionado al instante…trató de convencerse a sí mismo de que era una reacción normal: hacía muchísimo tiempo que no estaba con una mujer, ni siquiera quería recordar la última vez, con una puta londinense: él estaba borracho y al terminar la había llamado (TN). Cada vez que lo recordaba sentía que volvía a enrojecer de vergüenza; y ahí estaba la culpable de sus desvelos, de su sufrimiento, con esa apariencia tan inocente…verdaderamente era la más astuta de las zorras que había conocido. Se concentró en su animadversión hacia ella para ocultar la respuesta de su cuerpo traidor.
- ¿Qué te pasa (TN)? ¿Acaso recuerdas lo bien que lo pasábamos entre estas sábanas?
Ella se tragó la colérica respuesta que pugnaba por salir de su boca y se limitó a preguntar dónde dejaba la bandeja. Lord Kevin con un gesto le señaló la mesita que tenia al lado; se disponía a salir cuando él le dijo:
- Ahora puedes limpiar la habitación.
Ella se volvió hacia él lanzando llamas por los ojos pero mordiéndose el labio asintió y murmuró que volvía en un momento. Él comenzó a comer lentamente reflexionando sobre el extraño placer que sentía por tenerla tan cerca; al momento ella volvió con un barreño donde se veían trapos y un tarro que olía a ceras. Sin dedicarle siquiera una mirada comenzó a limpiar bajo la escrutadora mirada de Lord Kevin; si conseguía olvidar que estaba allí podría actuar con naturalidad; el problema es que era totalmente consciente de cómo la miraba y además sabía que lo hacía para molestarla, “serán sólo un par de meses” se dijo para darse ánimos.
 
Los días que siguieron fueron agotadores: el conde la requería desde que se despertaba hasta que se acostaba y no perdía ocasión de molestarla o ruborizarla con sus comentarios. Era abiertamente maleducado, haciéndole limpiar las cenizas de sus puros a la vez que seguía fumando; sólo tenía un par de horas de respiro cuando él salía a supervisar sus terrenos y hablar con los encargados, momentos que ella aprovechaba para descansar y recuperar el tiempo perdido hablando con sus padres que se encontraban menos ajetreados ya que con la ausencia de la condesa viuda la actividad de los sirvientes se había relajado un poco y Lord Kevin apenas recibía visitas. (TN)  echaba muchísimo de menos a Laura y estaba deseando que llegase el domingo para volver a ver a su hija y acompañarlas a ella y a la señora Buttercup a la residencia del doctor Lindsend. Aprovechando que Lord Kevin acababa de salir decidió acercarse a la pequeña casita cerca de los establos que ocupaban Lucas y Emily; a pesar de que aún no había visto a ninguno de los dos su madre le había contado que Emily había sido relevada del servicio a la condesa debido a su avanzado estado de gestación. Justo cuando salía de la casa para dirigirse hacia allí se encontró cara a cara con Charles que venía corriendo, seguido de cerca por su nueva institutriz, una mujer ya de edad avanzada a la que había visto brevemente mientras limpiaba la biblioteca. Aunque ya llevaba varios días en Greenhill era la primera vez que veía a Charles y sintió una enorme emoción cuando el niño se paró y la miró atentamente.
- Hola Charles –ella se agachó para mirarle directamente a la cara- ¿te acuerdas de mí?
El niño se limitó a asentir brevemente, se encontraba algo cohibido y esto era muy evidente así que (TN)  pensó que sería buena idea dar un paseo con el pequeño. Para ello pidió permiso a la señorita Eaglen, la nueva institutriz, contándole que ella había sido la primera institutriz del pequeño. La señorita Eaglen acogió la propuesta con agrado, sin duda contenta de poder descansar unos minutos del cuidado y atención del pequeño.
- ¿Te apetece pasear por el jardín?
Charles por toda respuesta se limitó a asentir brevemente con la cabeza. Elizabeth sonrió quedamente, el niño ya no era tan extrovertido como cuando era más pequeño así que suponía que para romper el hielo debería llevar ella el peso de la conversación. Se había sorprendido a sí misma por la oleada de afecto que había experimentado al ver a Charles; no podía evitar encontrar semejanzas con su hija, ambos compartían el mismo color y textura de pelo y la misma forma de boca y barbilla.
- Has crecido mucho.
- Sí, ya tengo seis años.
- ¿Sabes? Te he echado mucho de menos.
El niño la miró de reojo y contestó tímidamente:
- Yo también –ambos se sonrieron y en ese momento fue como si los tres años que habían permanecido separados se hubiesen borrado de un plumazo.
En ese momento vieron al conde que se dirigía hacia el lugar donde estaban, la dureza de su expresión no auguraba nada bueno; al llegar revolvió cariñosamente el pelo de su hijo y le dijo que volviera a la casa. El niño así lo hizo no sin antes despedirse con un tímido “Hasta luego (TN)”. A (TN)  se le había hecho un doloroso nudo al ver la ternura con la que el conde trataba a su hijo echando de menos ese trato paternal hacia su pequeña Laura. Cuando el niño se hubo alejado lo suficiente Lord Kevin se dirigió a ella con la voz teñida por la ira:
- No quiero volver a verte hablando con mi hijo.
Ella se estremeció por la crueldad con la que el conde pretendía privarla de todo aquello que le produjera el más mínimo placer.
- No veo que daño puedo causar hablando con Charles….
- ¿No lo ves? –él acercó su cara a la de ella a la vez que apretaba los dientes-. Pues déjame que te lo explique: eres mi sirvienta, no tienes más derechos que los que yo decida otorgarte y desde luego engatusar a mi hijo para luego dejarlo no es uno de los que estoy dispuesto a darte
- ¡Si lo dejé no fue desde luego por voluntad propia! –la indignación hizo que levantara la voz.
- No quiero hablar más de esto: limítate a mantenerte alejada de Charles si quieres que nuestro trato siga en pie.
La tensión de lo días pasados y la injusticia de las órdenes del conde hicieron que amargas lágrimas escaparan de sus ojos sin que pudiera hacer nada por evitarlo.
- Algún día recibirá el castigo que merece por su crueldad.
Él se limitó a sonreír sardónicamente mientras ella, furiosa, se dirigía hacia la casa. Kevin la miró alejarse mientras pensaba que ya llevaba tres años sufriendo el peor de los castigos y ya no deseaba sufrir más aunque para ello tuviese que destruirla a ella.
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MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA)

Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:49 pm

Capítulo 13
 
Emily se encontraba en la pequeña casita que compartía con Lucas, acababa de notar una patadita en su barriga y había dejado durante un momento de preparar el guiso que estaba haciendo para sentarse y sentir mejor los movimientos de su hijo. A pesar de las molestias que el embarazo le causaba y del miedo que le producía saber que el parto era cada vez más inminente se sentía muy feliz: Lucas era encantador, siempre estaba pendiente de ella y le ayudaba en todo lo que podía; ya llevaban dos años casados pero aún notaba un agradable cosquilleo en el estómago cuando lo veía venir tras cumplir sus obligaciones en los establos. En ese momento el objeto de sus pensamientos entró por la puerta y con una gran sonrisa se acercó y le dio un suave beso en los labios.
- ¿Cómo te encuentras hoy?
- Si no fuera por este dolor de espalda, te diría que muy bien –Emily observó que ese día Lucas parecía el gato que se ha tragado al ratón - ¿Porqué sonríes así? Algo te traes entre manos.
- ¡Qué bien me conoces! – a la vez que decía esto Lucas se acercó a la habitación que compartían, donde sabía que encontraría una jarra con agua fresca para lavarse y quitarse un poco el olor a caballo-. No te imaginas quién ha vuelto.
Emily sintió una especie de frío en sus entrañas, sólo se le ocurría una persona que pudiera provocar tal alegría en su esposo, aún así negó con la cabeza.
- ¡TD! –la voz de Lucas sonaba excitada – no podía creérmelo cuando la vi entrar en el establo. Aunque….hay algo raro pues ahora ya no será la institutriz del señorito Charles, si no que está realizando labores de sirvienta.
A pesar de su conmoción Emily trató de imprimir a su voz un tono de educado y amistoso interés:
- ¿Y ella no te ha explicado porqué ha regresado?
- Sólo me ha dicho que necesitaba el trabajo y que el conde amablemente se lo ha ofrecido, aunque ya te digo –la frente de Lucas se frunció – yo veo algo raro en todo esto.
Y Emily también aunque no le dijo nada a Lucas. Aún recordaba la consternación del que ahora era su marido cuando la joven se fue de Greenhill sin despedirse de nadie. Hubo muchos comentarios y rumores entre la servidumbre, pero Emily dudaba de que Lucas los escuchara, tan afectado y preocupado estaba por la extraña marcha de la joven. Esos fueron días muy duros para ella pues todas las dudas que sentía al respecto de los sentimientos de Lucas se le despejaron de un plumazo: era evidente que los afectos del joven se dirigían hacia (TN)  pues de otro modo no le habría afectado tanto su repentina marcha. Sin embargo a los pocos meses Lucas le había pedido que se casara con él y a pesar de la molesta sensación de que ella había sido la segunda opción aceptó encantada. En los dos años que habían trascurrido desde ese día Emily había llegado a estar segura del amor de Lucas pero ahora todo lo que había creído volvía a tambalearse. Recordó la atractiva figura de (TN)  y sus profundos ojos grises; ella estaba gorda y deforme, para colmo casi nunca hacían el amor porque a ella ya no le apetecía y Lucas sentía temor de dañarles a ella o al niño: desde luego ahora no era rival para nadie; el día que pocos minutos antes le había parecido tan luminoso de repente se volvió gris. Lucas continuaba hablando sobre (TN)  sin reparar en la evidente consternación de su mujer.
- Se ha alegrado mucho por nosotros cuando se ha enterado de que esperamos un hijo –volviendo de la habitación y secándose cara y cuello con una toalla continuó diciendo -. Le he dicho que venga un día a tomar té.
- ¿Y qué te ha contestado ella?
- Que está muy ocupada pero que intentará buscar un hueco porque le apetece mucho saludarte.
 
(TN)  se encontraba como casi todas las tardes limpiando la biblioteca a petición del conde; desde luego debía ser la estancia más limpia de toda la casa junto con su habitación. Para la joven era una tortura tener que estar continuamente tan cerca de él, cuando comía o cenaba pedía que ella le sirviera, debía llevarle el desayuno todas las mañanas y quedarse a ordenar y limpiar la habitación mientras el conde claramente remoloneaba y la miraba intensamente, sin ninguna duda para ponerla nerviosa y la verdad es que lo conseguía. De vez en cuando lanzaba comentarios despectivos que ella procuraba ignorar, aunque un nudo de rabia se instalaba en la boca de su estómago y sólo el recuerdo de las trescientas libras que le había dado para el tratamiento de Laura hacía que se tragara unas palabras que le sabían a hiel. El domingo anterior había acompañado a Laura y a la señora Buttercup a la residencia del doctor Lindsend; había sido fantástico volver a ver a su hija y además ésta se había tomado muy bien el hecho de quedarse un tiempo en la residencia ya que se había sentido muy impresionada por la enorme mansión y los cuidados jardines que la rodeaban. La señora Buttercup se quedaría con ella puesto que en el caso de los niños menores de cuatro años permitían la presencia de un acompañante; este hecho tranquilizaba mucho a (TN)  pues ahora podía estar segura de que su hija no se encontraría sola en ese lugar. Se despidieron ambas muy emocionadas y (TN)  prometió a su hija ir a verla todos lo domingos; aunque el viaje era largo y pesado lo haría con gusto, no sólo por ver a su hija, si no por alejarse de la perturbadora presencia de Lord Kevin.
En ese momento se hallaba limpiando los cristales del enorme ventanal que había tras el escritorio del conde, éste estaba revisando unos papeles y (TN)  no podía evitar echar furtivas miradas a su cabeza inclinada recordando cómo era la sensación de su pelo negro entre los dedos, del tacto de su cuello en sus labios….¡Dios santo! ¿cómo podía seguir teniendo esos pensamientos sobre él después de todo lo que había pasado entre ellos? Sin duda había algo que no funcionaba bien en ella, pero era inútil negárselo, se lo negaría a todo el mundo, sobre todo a él, pero era absurdo ocultárselo a si misma : lo deseaba, a pesar de todo seguía estremeciéndose cada vez que lo veía y le hubiese encantado decir que era el asco lo que motivaba su reacción pero eso habría sido una gran mentira. El rencor que sentía hacia él era muy real, no olvidaba la forma en que la había utilizado y las consecuencias que eso había traído a su vida por no hablar de la abominable y sutil manera que tenía de humillarla y molestarla, pero seguía sintiéndose atraída hacia él: jamás ninguna otra persona había anulado de esa forma su voluntad.
Por su parte Kevin trataba de olvidar la presencia de la joven pero le resultaba totalmente imposible. Mientras ella había estado quitando el polvo a las estanterías de libros él la había observado igual que un halcón vigila a su presa, sintiendo un enorme calor en su entrepierna, observando como el sencillo vestido negro de criada que llevaba puesto se ajustaba a sus pechos y sus caderas….jamás había encontrado a nadie que enardeciera de esa forma su sangre y se despreciaba a sí mismo por ser tan débil, siempre había hecho lo que tenía que hacer independientemente de si era de su agrado o no, pero con (TN)  tenía que luchar constantemente contra sus propios deseos y cada día que pasaba le estaba costando más y más trabajo a su voluntad imponerse. Menos mal que en ese momento la joven se hallaba a su espalda limpiando los cristales, esto le daba un respiro aunque el ligero crujido de sus faldas y su respiración hacía que le resultara imposible concentrarse en el documento que tenía entre sus manos. En ese momento oyó un chasquido y un grito ahogado, se volvió justo a tiempo para ver cómo (TN)  caía desde la escalera en la que se hallaba subida; Kevin se levantó tan bruscamente que tiró el pesado sillón en el que había estado sentado y con el corazón desbocado se acercó corriendo hacia donde la joven yacía inmóvil; (TN)  estaba pálida y con los ojos cerrados y él sintió que el terror se apoderaba de su pecho. Con sumo cuidado levantó su cabeza.
- ¡ (TN)! ¡Por Dios dí algo! – mientras decía esto palpaba su cabeza, descubriendo un enorme chichón en la parte alta de la misma. El pánico atenazaba su pensamiento, aún así siguió hablándole, tranquilizándose un poco al notar la respiración de la joven. Justo en ese momento ella abrió los ojos, su mirada se fijó en él aturdida, sin saber muy bien qué le había pasado.
- ¡¡Shhh!! Tranquila, no pasa nada –(TN)  sintió que soñaba al oír el afectuoso tono con el que el conde se dirigía a ella- te has dado un golpe en la cabeza…¿cómo te encuentras?
- Bien….-su voz sonaba titubeante- no sé cómo he podido caerme.- ¡Oh! ¡Pero claro que lo sabía! En vez de prestar atención a las ventanas había estado observándolo furtivamente contemplando como la luz jugaba con su pelo negro.
- Bueno, no te preocupes, voy a avisar a tu madre –con sumo cuidado volvió a apoyar la cabeza de (TN)  sobre la alfombra y salió de la biblioteca.
Al momento sus padres entraron bastante alarmados y aunque ella los tranquilizó asegurándoles que ya se encontraba bien ellos insistieron en avisar al doctor, la ayudaron a levantarse y la acompañaron hasta su habitación. Al conde ya no lo volvió a ver ese día y no pudo evitar notar una punzada de decepción, sintiéndose una tonta por ello.
El doctor llegó un par de horas más tarde, la examinó y dictaminó que lo único que necesitaba era descansar y al día siguiente ya estaría como nueva. Cuando el doctor se marchó (TN)  empezó a rezar fervientemente: le pedía a Dios que le diese la entereza que sabía que no tenía para evitar los confusos sentimientos que el conde le inspiraba. Si era duro lidiar contra el traicionero deseo que su cuerpo sentía cuando se encontraba cerca de Lord Kevin, tras la caída estaba siendo aún más complicado entender sus emociones pues había vuelto a vislumbrar algo del antiguo Lord Kevin.
 
Esa noche mientras cenaba Kevin echaba de menos la presencia silenciosa de (TN). Sin que nadie lo supiera había preguntado al doctor antes de que se marchase cómo se encontraba la joven y había sentido un enorme alivio al saber que sólo se había tratado de un susto. Pero la intensidad de su terror al ver a la joven tendida en el suelo había provocado en él enorme confusión y los sentimientos encontrados que experimentaba no le agradaban en absoluto, al igual que le molestaba notar de una forma tan clara la ausencia de la joven. Debía recordarse una y otra vez la perfidia de (TN), la forma ruin en que había jugado con él, el estado desastroso en el que había quedado cuando lo había descubierto todo…, y cuando pensaba en todo esto su furia volvía a renacer y por esto mismo no comprendía cómo aún podía continuar deseándola, cómo podía importarle si estaba o no estaba, pero la verdad es que le importaba y esta contradicción le estaba amargando la vida. Decidió ir al día siguiente a Londres para hablar con Olivia: su amistad nunca se había roto, de hecho ella había supuesto un gran apoyo para él tres años antes y tal vez podía dar una explicación a los sentimientos que lo estaban torturando.
 
Al día siguiente Lady Olivia Bronster recibió la visita de Lord Kevin; ella se extrañó mucho cuando su ama de llaves le anunció la presencia del conde porque a pesar de que otras veces la había visitado siempre había sido coincidiendo con estancias en Londres para tratar sus múltiples negocios y ahora suponía que había ido con el único propósito de verla. Al entrar en la sala lo vio de pie con los guantes en las manos y mirando por la ventana; al sentir su presencia Kevin se volvió.
- ¡Olivia! ¡Qué placer verte! –mientras besaba su mano le guiñó un ojo y añadió: -Cada día estás más guapa.
- ¿Y es por eso por lo que te prodigas tan poco por mi casa? – a la vez que decía esto tomó asiento haciendo una señal a la doncella para que sirviese el té.
- Sigues tan directa cómo siempre.
- Sí y por eso sé que hay algo que te ronda en la cabeza.
Kevin esperó a que la doncella terminara de servir el té y Olivia le hiciera un gesto para que abandonara la estancia. Entonces comenzó a hablar.
- (TN)  ha vuelto a Greenhill.
De todas las cosas que Olivia hubiera podido suponer esto era lo único que no se le había pasado por la cabeza.
- ¿Que ha vuelto? ¿Por qué?
Kevin rió sardónicamente antes de contestar:
- Para pedirme dinero.
Se hizo un silencio entre ambos mientras Olivia trataba de digerir la respuesta.
- No parecía la clase de mujer capaz de hacer chantaje….
- Tampoco parecía el tipo de mujer capaz de engañar tan completamente a quien decía amar….,pero no, no me está chantajeando.
- Entonces ¿en concepto de qué te ha pedido el dinero?
- Según ella es una cuestión de vida o muerte…
- Y supongo que si está en tu casa es porque has accedido a dárselo.
Kevin se levantó del asiento y comenzó a deambular por la sala mesándose nerviosamente el cabello. Parándose se volvió hacia donde Olivia lo contemplaba estupefacta.
- ¡Sí, maldita sea! ¡¡Sí!! se lo he dado a condición de que sea mi sirvienta y esté a mi disposición las veinticuatro horas del día.
- ¿Eso incluye tu cama?
El conde volvió a sentarse y miró a Olivia con una expresión que reflejaba a las claras la confusión que sentía.
- Sí….no, bueno, en un principio pensé que sí, que la obligaría a acostarse conmigo, la humillaría y le haría pagar caro su engaño…
- Pero tus tiernos sentimientos te impiden actuar así – una ligera ironía asomó a la voz de Olivia al interrumpirlo.
- Por supuesto que no – Kevin la miró como si acabara de afirmar que las vacas tenían tres patas-. Nada de tiernos sentimientos: es el deseo que siento hacia ella lo que me frena para tomarla –sabiendo que Olivia no lo entendería a no ser que se explicara mejor volvió a levantarse y a andar por la sala a la vez que continuaba hablando: -No debería desearla de esta forma después de la conducta que tuvo, no comprendo que aún me afecte tanto y por otra parte temo que si vuelvo a hacerle el amor ella note cuánto la deseo e intente volver a ejercer el poder que tenía sobre mí…¡¡no pienso volver a convertirme en un pelele!!
- Querido yo lo veo absolutamente claro: sigues profundamente enamorado de ella.
Kevin que se hallaba contemplando la calle a través de la ventana se volvió como si una víbora le hubiese picado.
- Eso es absurdo.
- No cariño de hecho estoy convencida de que es exactamente lo que te sucede. Además, ¿quién sabe? Tal vez ella también esté enamorada de ti, ¿por qué si no habría recurrido en un momento de necesidad a quién la echó sin contemplaciones?
- Porque se ha hecho la idea, desgraciadamente acertada, de que soy idiota.
- Nunca le diste la oportunidad de explicarse…
- ¡¡¡No era necesario!!!¡¡¡¡Lo vi todo con mis propios ojos!!!!!
- A veces los sentidos nos engañan y tal vez has cometido una enorme injusticia con esa joven.
Exasperado Kevin replicó:
- Lo que he cometido es una estupidez viniendo a hablar contigo…, tienes el cerebro lleno de fantasías románticas.
Olivia soltó una ligera carcajada y Kevin la contempló como si se hubiera vuelto loca.
–      Querido no me tomes a mí como blanco de tus iras; mejor trata de enfrentarte a lo que sea que esa joven está provocando en ti.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:50 pm

Capítulo 14
 
Kevin se propuso no regresar inmediatamente a Greenhill, podía permanecer unos días en Londres, asistir a su club y tratar de reanudar su inexistente vida sexual en el exclusivo burdel de Madame Greyland. Al día siguiente ya estaba de regreso. Se convenció a si mismo de que lo que motivaba su vuelta era, simplemente, hacer uso de las trescientas libras que le había dado a (TN)  ya que si él no estaba ella se vería liberada de la mayoría de sus tareas, pero una molesta certeza daba vueltas en su mente y es que sabía que en realidad disfrutaba teniendo a la joven tan cerca, en su poder. A veces se preguntaba a si mismo con algo parecido al remordimiento porqué la despreciaba continuamente aprovechando cada oportunidad que se presentaba para degradarla y molestarla, él jamás había sido cruel, duro e inflexible sí, pero nunca cruel ni déspota; tal vez era la única forma en que soportaba estar en presencia de la joven conservando su orgullo y entereza. Las palabras de Olivia habían estado molestándole durante todo el viaje: ciertamente él nunca le había explicado a (TN)  porqué la había echado de Greenhill pero ella era lo suficientemente inteligente como para atar cabos y seguro que había adivinado que él conocía su doble juego con Lucas. Al pensar en el mozo de cuadras frunció el ceño, ¿se habrían vuelto a ver? aunque ahora Lucas estaba casado con la doncella de su madre y creía recordar que estaban esperando un hijo, sonrió para sus adentros: ese romance no se reanudaría, sobre todo porque él la iba a mantener lo suficientemente ocupada para que no tuviera más pensamientos que el de descansar siempre que pudiera.
 
(TN)  se preguntaba si el conde volvería ese día, sabía que había ido a Londres porque se lo había comunicado su padre; al haberse llevado consigo a Crowley y a Thomas ella había supuesto que estaría varios días fuera. Esto produjo en ella cierto alivio y no sólo porque sus obligaciones se reducían drásticamente si no porque así sus maltrechos sentimientos tendrían un respiro, sin la constante presencia del conde ella podría reflexionar y recordarle a su cuerpo traidor porqué no debía volver a sentirse atraído hacia Lord Kevin.
Esa noche mientras charlaba tranquilamente con su madre en la cocina llegó su padre anunciando que Lord Kevin acababa de llegar y que en una hora (TN)  debía servirle la cena; ésta suspiró interiormente: se había acabado el breve momento de paz conseguido. Cuando llegó al salón vio que Lord Kevin se hallaba sentado ante la enorme mesa con el pelo revuelto y el ceño fruncido: si las furias mitológicas hubiesen sido hombres sin duda tendrían su cara. Durante la cena ella le sirvió en silencio, como siempre, y extrañamente él no aprovechó para molestarla como hacía a menudo aunque al levantarse le dijo quedamente:
- Llévame una copa de oporto a mi habitación.
Ella se limitó a asentir con la cabeza y esperó a que el conde saliera para preparar la copa en la bandeja y subirla tal y como le había pedido. Cuando llegó se sorprendió al ver que Lord Kevin se había quitado la camisa, el chaleco y los botines y sobre los ajustados pantalones grises se había puesto un corto batín de color berenjena. El hombre se hallaba sentado frente al escritorio y miraba un papel que tenía todo el aspecto de ser una carta privada. (TN)  se acercó a la mesa para dejar la bandeja dispuesta a marcharse enseguida pero al agacharse junto a él para dejar la copa de oporto sus brazos se rozaron y ella sintió una descarga eléctrica que le hizo levantarse bruscamente dando un bote; él también lo sintió pero le impidió irse tomándola del brazo y poniéndose en pie hasta que la obligó a levantar la vista para mirarlo.
- ¿Qué extraño hechizo has lanzado sobre mí?
Ella asustada por su cercanía y por el acelerado latir de su propio corazón trató de desasirse:
- No sé de qué me habla…suélteme.
Él la miró durante un interminable instante y la soltó bruscamente a la vez que decía:
- No me extraña que mi padre te tuviera en tan alta estima….¿le prometiste un lugar en tu cama quizá?
- ¡¡¡Cómo te atreves!!!! –ella lo miraba horrorizada – Eres un monstruo.
- Sí, todo tiene sentido: como mi padre murió no pudiste sacarle nada más así que lo intentaste conmigo…
Sin poder evitarlo la mano de (TN)  salió disparada y se estrelló con fuerza contra la mejilla del conde.
- ¡Eres un puerco!
Kevin agarró fuertemente la muñeca de la joven a la vez que la acercaba a su cuerpo; tenía la mandíbula apretada y una vena latía en su sien.
- ¡No creo que una zorra como tú pueda permitirse el lujo de insultarme! – y agachando la cabeza se apoderó de sus labios y la besó fieramente.
En un principio (TN)  intentó resistirse, se sentía profundamente indignada por las viles acusaciones del conde, pero cuando la boca masculina se volvió más tierna y empezó a lamer sus labios con la punta de la lengua una terrible descarga de deseo se apoderó de la joven que no pudo hacer otra cosa que responder al apasionado beso. Permanecieron unidos así durante una eternidad hasta que Kevin comenzó a lamer el cuello de (TN)  y ella respondía besando cualquier parte de él que quedaba a su alcance. Algo muy dentro de ella le decía que eso no estaba bien, que él era un ser despreciable que sólo pretendía utilizarla pero el deseo era demasiado poderoso para resistirlo, además, en muy poco tiempo se iría, volvería a su solitaria vida de viuda y sabía que jamás reaccionaría así con ningún otro hombre porque pese a todo y en contra de lo que le dictaba el sentido común, amaba a Lord Kevin y esa certeza se abrió paso a través de la bruma en la que la había sumido el profundo placer que le provocaban sus caricias.
Él comenzó a desabrochar su sencillo vestido mientras sus manos acariciaban sus pechos y caderas; cuando (TN)  quedó totalmente desnuda se apartó para contemplarla y se dejó caer lentamente de rodillas abrazado a las caderas de la joven a la vez que hundía la cabeza entre los rizos femeninos, provocando en (TN)  suaves gemidos de intenso placer.
- ¡Dios! ¡No puedo aguantar más! ¡te deseo demasiado! –diciendo esto el conde la levantó en sus brazos y la llevó hasta la inmensa cama, despojándose de su ropa y tendiéndose sobre ella, a la vez que volvía a besarla.
(TN)  deseaba con toda su alma que él la penetrara, su cuerpo se lo pedía a gritos, pero ese ansia por ser poseída la avergonzaba de tal forma que permaneció callada, soltando gemidos que ni siquiera sabía que escapaban de sus labios; por eso cuando Lord Kevin comenzó a acariciar sus pechos a la vez que su boca se deslizaba cada vez más abajo no pudo aguantarlo más y le suplicó que la tomara. Kevin reaccionó instantáneamente ya que él mismo se notaba a punto de estallar y abriendo suavemente las rodillas de la joven la penetró en una única embestida que los dejó a ambos paralizados por un intenso rayo de placer. A la vez que se movían siguiendo el compás de una melodía que sólo ellos escuchaban Kevin sintió una paz que hacía mucho que no sentía, exactamente tres años, y supo que jamás volvería a experimentar esas sensaciones con nadie. Justo en ese momento la joven soltó un ahogado grito y él sintió que se derramaría también, como así sucedió, teniendo un orgasmo tan intenso que durante unos minutos no pudo ver ni escuchar nada. Relajados y satisfechos casi sin darse cuenta se quedaron ambos dormidos con los cuerpos desnudos entrelazados como si estar así fuese lo más natural del mundo para ellos.
 
Apenas entraba una grisácea claridad por la ventana cuando un leve sonido despertó a Kevin, entreabrió los ojos y vio a (TN)  que terminaba de vestirse. No le dio tiempo a decirle nada porque la joven enseguida salió cerrando suavemente la puerta del dormitorio. Kevin volvió a recordar los momentos que ambos habían compartido la noche anterior sintiendo que la excitación volvía a apoderarse de su cuerpo… ¿es que no tenía defensas contra el deseo que en él despertaba la joven? Sabía claramente cual era la respuesta y era algo que debía admitir: jamás había deseado a alguien como deseaba a (TN)  y tras haber vuelto a hundirse en los placeres de su cuerpo no se sentía con fuerzas para renunciar a ella, claro que ya no sería tan tonto como para honrarla haciéndola su esposa pero muy bien podría convertirse en su amante: solo le costaría ponerle una casita en Londres donde todo sería mucho más discreto y hacerse cargo de sus gastos, eso sí, a cambio de su generosidad le exigiría fidelidad absoluta, no estaba dispuesto a compartir a la joven con nadie. Ese sería el arreglo ideal, y tal vez, tras un par de años, llegaría a cansarse de ella y podría, por fin, sacarla de su mente y de su vida.
En ese momento oyó el sonido de un caballo que piafaba en el patio, extrañado se pregunto quién sería pues aún no había amanecido del todo, así que, desnudo como estaba se levantó de la cama y se asomó por la ventana. A pesar de que la visibilidad no era muy buena pudo distinguir perfectamente la figura de (TN)  que había cambiado su vestido de criada por uno gris algo más formal; por un momento sintió que el pánico lo invadía ¿dónde iba la joven?...hasta que recordó que era domingo, su día libre. Por primera vez él se preguntó qué hacía ella cuando llegaba el domingo y haciendo memoria se dio cuenta que los dos domingos anteriores no había visto por Greenhill rastro de la joven ¿dónde iría? Sintiendo un desagradable presentimiento se prometió a sí mismo averiguar qué se traía (TN)  entre manos.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:51 pm

Capítulo 15
 
Si (TN)  había albergado alguna duda sobre cuáles serían las intenciones de Lord Kevin respecto a lo que había sucedido entre ambos pronto se le resolvieron. Apenas habían pasado un par de días desde la noche en que se habían vuelto a acostar cuando él la mandó llamar a su habitación y, sin más preámbulos, le ordenó que se quitase la ropa. Ella no pudo evitar que un intenso sonrojo se apoderase de todo su cuerpo y como no podía hablar, tan intensa era su turbación, negó firmemente con la cabeza. El conde la observaba recostado en su cama y cubierto con la sábana de lino.
- Cuando me pediste el dinero aceptaste estar a mi disposición.
- Pero nunca pensé…
- ¡Vamos! ¡No seas mentirosa! –el conde la interrumpió bruscamente: -Sabías que es lo que se me pasaba por la cabeza cuando te propuse el trato y aún así lo aceptaste.
(TN)  bajó la cabeza avergonzada a la vez que apretaba fuertemente los puños. Debía haber supuesto que esto le iba a pasar: no podía resistirse a él y a los deseos que le provocaba y, en consecuencia, él sabía que estaba totalmente a su merced…¡cómo pensar que un hombre tan horrible iba a dejar pasar semejante oportunidad!
- Si no estás dispuesta a compartir mi cama daré por finalizado el trato y tendrás que devolverme el dinero.
Ella levantó bruscamente la cabeza y a la vez que comenzaba a desabrochar los botones de su vestido murmuró entre dientes:
- Siempre te despreciaré por esto.
- Querida, sabes que lo disfrutas tanto como yo.
Incapaz de replicar ante semejante verdad (TN)  siguió desvistiéndose en silencio mientras gruesas lágrimas de humillación rodaban por sus mejillas; ella no podía dejar de reaccionar como lo hacía cuando él la tocaba o la besaba y el resultado es que él la trataba como lo que parecía: una ramera.
Por su parte (TN)  la contemplaba extrañado preguntándose qué necesidad tan acuciante la hacía necesitar ese dinero y exponerse a una situación que a todas luces la incomodaba; al pensar esto sintió algo parecido al arrepentimiento pero mientras la piel de la joven iba quedando cada vez más expuesta él fue dejando a un lado sus objeciones, al fin y al cabo ella era la experta en utilizar a las personas como muy amargamente había tenido él ocasión de comprobar.
Cuando estuvo totalmente desnuda (TN)  alzó la mirada y enfrentó al conde con la barbilla levantada intentando que él no llegase a notar cuánto le dolía la situación en la que se encontraba, pero la mirada burlona del conde había desaparecido sustituida por una intensa mirada de deseo y adoración.
- ¡Eres perfecta! –a la vez que decía esto tendió su mano invitándola a acostarse a su lado.
Lord Kevin estaba desnudo bajo las sábanas y en cuanto ella se tumbó junto a él la besó profundamente en la boca a la vez que se acomodaba entre sus piernas; enseguida ella sintió que su cuerpo se humedecía y él, acariciándola en su punto más sensible, lo notó también, sintiéndose inexplicablemente satisfecho de la pronta respuesta de la joven. Su necesidad de ella era tan grande que no pudo esperar más, así que lentamente la penetró gozando de la sensación de sentirse dentro de ella. Enseguida (TN)  se vio devorada por la vorágine de deseo y pasión que el conde despertaba en ella, sin poder evitarlo sintió cómo su cuerpo respondía al del hombre, saliendo al encuentro de sus cada vez más rápidas embestidas, suplicándole con las manos y los labios que se apresurara, que pusiera fin al dulce tormento que la consumía, cuando creía que ya no iba a poder soportarlo más llegó la liberación final que la hizo soltar un agudo gemido de éxtasis. Al instante el conde se derramó en ella sorprendido por la intensidad de su goce; por un instante solo pudo abrazarla contra su pecho, a la vez que luchaba con las ganas de besarla por todos lados y agradecerle humildemente el inmenso placer que le proporcionaba. Haciendo gala de una enorme fuerza de voluntad se separó de la joven, se dio la vuelta y le dijo:
- Ahora vístete y vete: no te necesitaré más por hoy.
 
Los días pasaban y las obligaciones de (TN)  se habían reducido prácticamente a una: compartir la cama del conde siempre que éste lo deseara. Esta situación que al principio le resultó tan vejatoria pronto se convirtió en el momento más anhelado por la joven pues en contra de la razón y el sentido común tenía que admitir que amaba a ese hombre por más que supiera que no era digno de su amor. La historia estaba llena de dramas románticos y tenía que aceptar que a ella le había tocado vivir uno: enamorarse perdidamente de un hombre que sólo se interesaba por su cuerpo. A pesar del dolor, el recelo y el miedo que Kevin le había hecho sentir, cuando se encontraba entre sus brazos notaba que la amargura que emponzoñaba su alma se diluía en la dicha de volver a sentirse viva. Sabía que en breve todo se terminaría y a pesar del dolor que sentía por la imposibilidad de su amor deseaba volver a recuperar su vida y su propia serenidad. Lord Kevin no le hacía ningún bien a su paz mental, sólo su cuerpo renacía y se sentía pleno con la cercanía del conde. A pesar de sus pensamientos tan pesimistas y de la fría manera en que el conde la había tratado días atrás en su habitación, tenía que reconocer que el deseo que él sentía por ella era tan apasionado como el suyo si no más; el lenguaje de sus manos y sus labios al hacerle el amor no mentía: la adoraban, idolatraban cada parte de su cuerpo y en los momentos de máxima pasión él se lamentaba en voz alta de su imposibilidad de resistirse a ella, la acusaba de ser una droga, una hechicera que se había apoderado de su voluntad.
Las cosas entre ellos se habían suavizado bastante, a veces Lord Kevin la llamaba a la biblioteca, le pedía que le sirviera una copa y que se sentara junto a él y le hacía preguntas sobre su vida a las que ella respondía sin decirle nada de interés: no quería que él llegase a descubrir la existencia de Laura. Muchas veces había fantaseado con la idea de hablarle al conde de la niña sobre todo en esos momentos que ambos compartían en la biblioteca pero sólo se trataba de fantasías, pues el recuerdo de la crueldad del conde al echarla de Greenhill mantenían su boca sellada ante el temor de que, por dañarla, le arrebatara a su hija.
En la casa todos comentaban la nueva situación que se había establecido entre ellos pues si bien nadie conocía los detalles de su relación actual todos habían podido notar como la actitud hostil y fría del conde hacia la joven se había ido distendiendo poco a poco. Por su parte, el señor y la señora Sommington veían la nueva cercanía de su hija y Lord Kevin con gran preocupación ya que no podían olvidar el sufrimiento de (TN)  y a pesar de que la joven jamás había querido volver a saber nada del conde ambos sabían que nunca lo había olvidado y que su empeño en odiarlo no era más que miedo a reconocer sus verdaderos sentimientos. Con gran pesar decidieron hablar con su hija para hacerle ver que nada bueno saldría de su relación, fuese la que fuese, con Lord Kevin.
 
A medida que se iba acercando el domingo Kevin pensaba más y más en las misteriosas salidas de (TN). Sabía que se iba muy temprano y que no llegaba hasta que era noche cerrada y a pesar de sus intentos por lograr que la joven le confiara su secreto no había conseguido sacarle ni una palabra. Era precisamente por la inquietud que le provocaban las escapadas de la joven por lo que aún no le había propuesto ser su amante, antes quería controlar y conocer todos los aspectos de su vida, quería tenerla a su merced, ser su dueño absoluto, algo menos era inaceptable para él tan grande era la obsesión que sentía por (TN). Mientras paseaba con Impetuoso por los bosques que circundaban Greenhill fue fraguando un plan: haría llamar a Alistair y le pediría que siguiera a la joven; era tan sencillo que tenía que funcionar. Nada más pensarlo y preso de la impaciencia volvió a la mansión: quería enviar el mensaje cuanto antes. Al llegar al establo Lucas se acercó presto a atender al animal; Lord Kevin remoloneó un poco en las caballerizas mientras observaba al joven, dudando sobre si preguntarle si él conocía los detalles de la vida de (TN)  que él ignoraba o no; finalmente desistió de hacerlo pero aún así le preguntó por Emily y su embarazo.
- Oh milord, se encuentra bien pero muy incómoda pues la criatura le aprieta bastante…
- Supongo que estarás contento.
- Por supuesto milord.
- Eso está bien –y sin añadir nada más salió.
Lucas se quedó de pie observando como el conde se alejaba y preguntándose que bicho le habría picado cuando desde hacía bastante tiempo apenas le dirigía la palabra; en fin todo el mundo sabía que los nobles estaban hechos de una pasta distinta a la gente normal, no podía aspirar a comprender sus extrañas formas de pensar y comportarse.
 
Al día siguiente era sábado, Kevin esperaba impaciente la llegada de Alistair, había dado órdenes de que lo condujesen a la biblioteca y allí lo esperaba dando paseos de un lado a otro pensando como plantearle la cuestión minimizando la posibilidad de que se burlase de él. Cuando llegó a la conclusión de que nada impediría que su amigo se riese hasta la saciedad de su evidente obsesión dejó de preocuparse por el tema; justo en ese momento Sommington anunció la llegada de Lord Alistair.
Una vez que se hubieron saludado y Kevin le hubo ofrecido una copa y un puro se dispuso a contarle lo que se traía entre manos; comenzó desde el momento en que (TN)  se había presentado en su casa pidiéndole dinero, el acuerdo al que habían llegado y las misteriosas salidas que la joven realizaba cada domingo para acabar pidiéndole que al día siguiente siguiera a (TN)  con todo el sigilo posible para descubrir donde iba. Contrariamente a lo que pensaba, Alistair no se rió ni se burló de él, incluso parecía algo preocupado mientras lo escuchaba y es que su amigo no había olvidado lo mal que lo había pasado cuando descubrió el engaño de la joven y temía por la intensidad con la que Kevin le contaba los acontecimientos de las últimas semanas que él ya estaba completamente atrapado por la mujer.
- ¿Te has acostado con ella?
- Sí.
Alistair se levantó de su asiento desesperado a la vez que gesticulaba con los brazos:
- ¡Por Dios, Kevin! ¿En qué estás pensando? ¿es que esa mujer no te ha hecho sufrir ya bastante?
- Vamos Alistair, cálmate – Kevin se había sorprendido al ver la reacción de su amigo – esta vez todo es distinto.
- ¿Distinto? ¿En qué es distinto? Me llamas urgentemente para que la siga porque la curiosidad por saber lo que hace cuando no la ves te está matando, la metes en tu cama….¿no te das cuenta de que esa mujer domina tu vida?
Kevin se levantó también y se dirigió a su amigo levantando la voz:
- ¡¡No, no y mil veces no!! Antes pensaba que era digna de ser mi esposa, ahora sólo pretendo que sea mi amante….
- Lo que quieres de ella te lo podría dar cualquier mujer.
- Sólo la quiero a ella.
Tras escuchar esta contundente declaración Alistair miró a su amigo significativamente y este hizo un gesto de fastidio.
- ¿Vas a ayudarme o no?
- Lo haré Kevin, lo haré, pero tienes que saber que cometes un grave error.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:52 pm

Capítulo 16
 
(TN) se hallaba sentada con sus padres tomando té como tantas tardes desde que sus obligaciones se habían reducido a satisfacer el deseo del conde, pero esta vez era distinto pues por la seriedad del semblante de sus padres sabía que había algo que querían contarle y suponía que no le iba a gustar. Efectivamente, fue su madre la que comenzó la conversación:
- Hija mía hemos notado que las cosas entre Lord Kevin y tú han….mejorado un poco ¿no?
- ¿Por qué lo dices mamá?
Esta vez fue su padre quien carraspeó y tomó la palabra:
- Bueno, antes estabas todo el día limpiando, apenas te veíamos para comer y ahora se ve que tus obligaciones se han relajado, al conde no se le ve tan serio y a veces sé que pasáis tiempo a solas en la biblioteca.
(TN) tomó un sorbo de su té a la vez que pensaba en lo que debería contestar; evidentemente la verdad estaba fuera de toda consideración pero decidió sincerarse al menos en lo que a ella respectaba, de todas formas dudaba mucho haber logrado engañar alguna vez a sus padres respecto a los sentimientos que Lord Kevin le inspiraban.
- Bueno, es cierto que con el paso de los días la hostilidad se ha suavizado entre nosotros…y… a veces a Lord Kevin le gusta que charlemos y me pregunta sobre cómo es mi vida actual…
- ¿Le has hablado de Laura?
- ¡¡¡Por supuesto que no!!!! –(TN) apoyó con fuerza la taza sobre el platillo, provocando un soniquete agudo que sobresaltó a su madre – y no debe saberlo jamás.
- Tranquilízate hija, ni tu padre ni yo diremos nada, pero ¿qué es exactamente lo que temes?
- Bueno…., él ya se comportó de manera irracional una vez –“más de una”, pensó para sus adentros – y temo que pueda utilizar a Laura para hacerme daño e intentar quitármela……¡no lo soportaría!
El señor y la señora Sommington se cruzaron una mirada silenciosa pero muy significativa.
- Creía que las cosas entre Lord Kevin y tú se habían normalizado –añadió su padre mirándola mordazmente.
- Nada es normal entre el conde y yo –(TN) enfrentó la mirada de sus padres y en sus ojos se reflejaba todo el dolor que sentía por su amor imposible -. Inexplicablemente sigo experimentando sentimientos muy profundos hacia él pero tal y como ya ocurrió antes no son correspondidos….
- ¡Oh, pobre hijita mía! –exclamó su madre a la vez que cubría su mano con una palmada cariñosa.
(TN) compuso una sonrisa sacando fuerzas de donde no las tenía:
- No os preocupéis por mí, mi corazón se encuentra bien acorazado y además sólo me quedan unas semanas más que estar aquí, luego volveré a mi vida normal – y no pudo evitar preguntarse porqué este pensamiento que antes le resultaba tan tranquilizador ahora provocaba un nudo en su pecho.
 
Esa misma tarde (TN) se acercó a los establos, no había vuelto desde los primeros días en que fue a visitar a su querido amigo, tampoco había tenido ocasión de acercarse a la casa que el joven compartía con Emily para saludar a la joven. Necesitaba desahogarse, además se sentía culpable por no haberse sincerado con Lucas: él era lo más parecido a un hermano que tenía, y ese era el momento ideal ya que el conde llevaba toda la tarde encerrado en la biblioteca esperando a su amigo, Lord Alistair, para tratar “asuntos de extrema importancia”, según sus propias palabras al pedir que nadie le interrumpiera esa tarde.
Encontró al joven limpiando el caballo bayo que solía tirar del carro de los suministros; al verla, Lucas le pidió que esperara un momento mientras se refrescaba utilizando un cubo de agua limpia que tenía reservado a tal fin. Mientras se secaba la cara y las manos se acercó a ella:
- ¿A qué debo el honor de tu visita?
- Pues tenía ganas de verte…
- ¡Oh, vamos (TD)! Te conozco demasiado bien y sé que te traes algo entre manos…¿tiene que ver con Emily? –añadió con la alarma pintada en su rostro.
(TN) sintió una punzada de remordimiento ya que apenas había pensado en el estado de la joven esposa de Lucas tan absorbida estaba por sus propios problemas.
- No, no, no te preocupes, no es de ella de quien te quiero hablar – (TN) titubeó un poco preguntándose cómo comenzar -. Se trata de un asunto que debí contarte hace mucho tiempo pero no me atreví y ahora, que se acerca el momento de irme quiero que no haya secretos entre nosotros…
Lucas presintiendo la seriedad que se escondía tras las explicaciones de la joven se sentó junto a ella, sobre un enorme fardo de paja y la animó a continuar apretando fuertemente su mano. Entonces (TN) empezó a contarle todo: cómo había sido su relación con el conde hacía tres años, la forma cruel en que él la había echado de Greenhill y de su vida, el nacimiento de Laura –que provocó que Lucas soltará una ahogada exclamación de sorpresa -, su enfermedad y el tratamiento que le había obligado a pedirle dinero al conde. Dudó un poco sobre si contarle cuál era el trato al que habían llegado pero al final decidió que ya que estaba sincerándose bien podría hacerlo del todo así que le dijo que volvían a ser amantes y no le ocultó el profundo amor que sentía por él.
Lucas durante unos minutos no pudo reaccionar pero luego se levantó indignado:
- ¡Maldito sea!
(TN) se levantó a su vez, se acercó al joven y lo abrazó a la vez que decía:
- ¡No te preocupes por mí, Lucas! Ya hace tiempo que he admitido que lo nuestro no es posible y además pronto volveré con mi pequeña Laura que me proporciona todas las alegrías y satisfacciones que necesito.
En ese momento escucharon los cascos de un caballo que se acercaba y paraba a las puertas de la caballeriza. Lucas salió para atender al animal y (TN) salió tras él, dispuesta a dirigirse hacia la casa; su mirada se cruzó con la de Lord Alistair que acababa de desmontar y la miraba con el ceño fruncido. Haciendo una leve inclinación de cabeza se dirigió hacia la casa preguntándose a qué se debería el evidente enfado del noble y deseando que los asuntos que tuviera que tratar con Lord Kevin no ensombrecieran también el ánimo de éste.
Por su parte Lord Alistair no perdió tiempo en el establo y salió hacia la casa deseando contarle a Kevin lo que había descubierto y lo que se había encontrado nada más llegar a Greenhill: esa furcia seguía viendo al mozo de cuadra, era evidente por la expresión de ambos que había interrumpido algo que no querían que se supiera: ella se alejó rápidamente con un suave sonrojo tiñendo sus mejillas, él permanecía desusadamente serio y ceñudo. Sabía que sus noticias iban a afectar mucho a su amigo pero cuanto antes supiera qué clase de mujer era la joven mejor para él pues aunque Kevin no lo quería admitir él sabía que su amigo se hallaba profundamente enamorado de ella. En cuanto entró en la casa le informaron de que Lord Kevin se hallaba esperándole en la biblioteca y sin perder ni un instante se dirigió hacia allí.
Encontró a Kevin de pie asomado al ventanal que había tras su escritorio; en cuanto sintió los pasos de Alistair se volvió y se acercó al bar a preparar un par de copas. Alistair aprovechó para quitarse los guantes y tomar asiento esperando a que Kevin se acercara ofreciéndole la bebida. Cuando ambos estuvieron instalados Alistair se disculpó por no haber acudido el día anterior pero, tal como le dijo, un asunto de máxima urgencia lo había retenido en Londres.
- Bueno, qué ¿has averiguado dónde va (TN)?
Alistair terminó de beber un sorbo del excelente licor que su amigo le había preparado y mirando fijamente a Kevin a los ojos respondió muy serio:
- Sí, sé dónde va y créeme, no te va a gustar ni un pelo.
Kevin sintió que un frío temor apretaba sus entrañas, no quería escuchar nada malo de (TN), quería seguir adelante con sus planes: hacerla su amante, pasar largas temporadas con ella en una acogedora casita en Londres, y sí, maldita sea, compartir todo lo que compartían antes y que tanto echaba de menos; había fantaseado con oír palabras de arrepentimiento sincero de boca de la joven que le permitieran perdonarla y empezar donde lo dejaron pero las palabras de Alistair auguraban que probablemente nada de esto iba a ser posible.
- Habla.
- Ha estado en las afueras de Londres, en la residencia de los Westmoreland.
- ¿Los duques de Westmoreland?
- Sí, claro, ¿qué otros Westmoreland podrían ser?
- ¿Y qué hacía allí? –un terrible presentimiento se iba apoderando de él.
- La residencia ya no pertenece a los duques, la donaron para crear una especie de balneario.
Una arruga de preocupación ensombreció la frente del conde:
- ¿Está enferma? ¿Qué le pasa?
Alistair sintió como la furia subía por su pecho al constatar la preocupación de su amigo.
- No, no es ella quien está enferma…..es su hija.
Por un instante Kevin lo miró sin entender lo que Alistair le estaba diciendo.
- ¿Una hija?
Sin poder mantenerse quieto se levantó y comenzó a dar vueltas por la habitación; Alistair lo observaba en silencio dejándole tiempo para que sacara sus propias conclusiones. Tras unos largos minutos Kevin se volvió hacia él con la cara demudada por el espanto:
- ¿Una hija mía?
Alistair lo miró incrédulo:
- ¿¡Tuya!? ¿Crees que no se habría puesto en contacto contigo para pedirte dinero si tuviese una hija tuya? –tomó aliento y siguió hablando: -además, adivina con quién estaba cuando he llegado…..-al ver la mirada horrorizada de Kevin corroboró sus sospechas – sí, con tu mozo de cuadras y ambos han puesto una expresión de lo más culpable cuando me han visto.
Kevin volvió a sentarse y apoyó la cabeza en las palmas de la mano; estuvo así durante tanto tiempo que Alistair se levantó y se acercó preocupado. Justo cuando iba a tocarle el hombro levantó la cabeza y con la mirada perdida le preguntó:
- ¿Has visto a la niña? ¿sabes cuántos años tiene?
- No, no la he visto. Ella estuvo dentro de la residencia durante un par de horas más o menos y en cuanto la vi salir aproveché para entrar y preguntar si la señorita Sommington había acudido ese domingo allí. Me dijeron que no conocían a ninguna señorita Sommington y al describírsela y decirle que suele ir todos los domingos la secretaria que me atendió dijo que esa es la señora Tyler…..
Kevin lo miró incrédulo.
- ¿Se ha casado?
- ¡Oh por Dios Kevin! ¡Claro que no! Seguramente se ha cambiado el nombre para que no la reconozcan….
- ¿Cuántos años tiene la niña?
- Aún no ha cumplido tres.
Cabía la posibilidad de que pudiese ser suya pero tenía que reconocer que si este fuese el caso ella habría aprovechado esta circunstancia para tratar de chantajearlo o habría utilizado este argumento a la hora de pedirle las trescientas libras. ¿Porqué no había tratado de endosarle la paternidad de esa niña? Seguramente era el vivo retrato del joven Lucas; se preguntó si la esposa del joven sabría algo de esto, lo dudaba. Y ¿qué le había dicho Alistair? ¿Qué estaba con él esa tarde?...¡Maldita fuese! Se había jurado a sí mismo que no volvería a permitir que (TN) le hiciese daño y ahí estaba, sintiendo que el corazón que creía que ya no tenía le dolía como si se lo hubiesen apuñalado. No fue consciente de estar apretando el fino cristal de su copa hasta que sintió como este se clavaba en su carne. Enseguida Alistair se levantó al ver como la sangre resbalaba entre los dedos de Kevin, pero no le dio tiempo a quitarle los restos de la copa, pues Kevin la estrelló contra la pared a la vez que un terrible rugido salía de su garganta.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:52 pm

Capítulo 17
 
 
Mucho tiempo después Kevin salió de la biblioteca; Alistair había rehusado permanecer esa noche allí, por lo visto andaba cortejando a una misteriosa dama que lo traía de cabeza aunque le había asegurado que si lo necesitaba para algo no dudaría en cabalgar lo más rápidamente posible a Greenhill. Tenía toda la intención de buscar a (TN) aunque no se había parado a pensar en qué es lo que haría con ella; lo más sensato sería echarla definitivamente de su vida pero hacía mucho tiempo que los últimos restos de su sensatez se habían escapado entre los muslos de la joven . Se dirigía a la cocina seguro de que la encontraría allí, ni siquiera había pensado en mandar a alguien a buscarla tan grande era su furia. Justo cuando pasaba junto al salón verde escuchó las risas de su hijo y unos susurros alegres; a pesar de su ira la curiosidad le hizo asomar la cabeza. Allí estaba efectivamente Charles y junto a él, manejando un cubilete lleno de dados estaba (TN). Kevin  sintió que un velo rojizo ensombrecía su mirada: la joven seguía burlándose ante sus propias narices de sus órdenes; sin pensar en el sobresalto que le causaría a su hijo se acercó a ellos a grandes zancadas y levantó sin miramientos a (TN) del sofá que ocupaba arrastrándola hacia la biblioteca.
La joven lo miraba entre sorprendida y ofendida, suponía que el evidente enfado del conde se debía a haberla encontrado en compañía de Charles cuando él lo había prohibido expresamente pero esa reacción se le antojaba exagerada, sobre todo teniendo en cuenta que el niño lo había visto todo. Iba pensando en cómo apaciguar la ira de Lord Kevin y preguntándose si sabría que los encuentros con Charles habían sido continuos ya que le parecía lo más normal del mundo desafiar al conde cuando sus órdenes eran tan absurdas.
Cuando llegaron a la biblioteca el conde la empujó hacia dentro sin miramientos y cerró la puerta tras él. (TN) se frotó el dolorido brazo y lo miró directamente a la cara alzando la barbilla desafiantemente.
- Sé que me prohibió hablar con Charles, pero debe comprender…
- ¡Esto no tiene nada que ver con Charles! –la interrumpió Lord Kevin furiosamente.
(TN) se limitó a mirarle estupefacta sin entender qué era lo que había provocado en el conde esa explosión de ira pero temiendo una escena parecida a la que tuvo lugar en ese mismo sitio tres años antes; no sabía la razón que tenía.
- ¿Qué he hecho ahora? –la voz de la joven trasmitía un gran cansancio - ¿podré esta vez saberlo al menos?
Kevin la miró furiosamente con los labios apretados en una fina línea y los ojos despidiendo fuego:
- ¡Cómo si no lo supieras! –acercándose hasta dejar a un palmo de la cara femenina la suya prosiguió hablando: -¡¡¡Sé todo lo que hubo entre Lucas y tú y también sé que tuviste una hija de él!!!!
(TN) sintió que la incredulidad se apoderaba de ella, ¿por eso él la había echado? ¿porque creía que lo engañaba con Lucas? Había sentido un dolor tan agudo al perder su corazón tres años antes que creyó que moriría, durante tres años había luchado sola contra todo y contra todos, tenía una hija que nunca podría conocer a su padre y todo porque él había creído que lo engañaba con Lucas. Sin poder evitarlo una risa histérica salió de su garganta y echó la cabeza hacia atrás a la vez que las carcajadas brotaban incontenibles; cuando pudo calmarse un poco enfrentó al conde que la miraba con los puños apretados y a todas luces desconcertado.
- Supongo que lo de mi hija te lo ha contado Lord Alistair ¿no? –y sin darle tiempo a responder prosiguió: -y supongo también que lo próximo que me vas a decir es que me vaya y no vuelva nunca más, ¡¡pues no te preocupes en decirlo!! ¡¡me voy ahora mismo!!
Y sin darle tiempo a replicar salió de la biblioteca dando un portazo. Durante unos minutos Kevin dudó si seguirla o no pero se sentía realmente desconcertado ¿a qué venía el enfado de (TN)? Había esperado una escena de lágrimas, que ella le suplicara perdón o incluso que lo negara todo pero su enfado…un horrible exabrupto salió de sus labios.
- ¡¡Maldita sea una y mil veces!!
Se dirigió hacia la puerta pero antes de llegar dio medio vuelta; mejor así, ella decidía irse y él no debía seguirla como un cachorrito hambriento de caricias, no era más que una puta y ese era el pensamiento que debía sostenerlo en las solitarias y frías noches que se avecinaban.
 
(TN) metía furiosamente sus escasas pertenencias en el pequeño bolso de mano que había llevado al mudarse allí bajo la seria mirada de su madre. Lágrimas de impotencia y dolor rodaban por sus mejillas mientras a trompicones contaba el porqué de su precipitada partida. Su madre se retorcía las manos, nerviosa.
- Pero hija, ¿porqué no le has contado la verdad? –a pesar de la furibunda mirada que la joven le dirigió siguió hablando: -cualquiera en esta casa le habría podido contar la verdadera relación que os une a Lucas y a ti.
- ¡Mamá! ¡El conde me dijo que me amaba, que confiara en él y al mínimo contratiempo que surge me echa de su casa y de su vida sin darme ni una explicación! – cerrando con dificultad el bolso continuó, subiendo el tono de voz: - ¿¡Eso es amor!? Dí ¿es amor?
- Pero hija, debes pensar en Laura, no sólo en ti…..
- Todo lo que he hecho ha sido pensando en ella.
Una vez que terminó de preparar su bolso fue a despedirse de su padre y de Lucas; en tres días iría a recoger a Laura que había experimentado una importante mejoría y todo volvería a la normalidad, todo menos ella: jamás volvería a ser la misma; volver a estar entre los brazos de Kevin, sentir sus caricias, sus besos… las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos al constatar que lo había perdido definitivamente. Él se había apresurado a juzgarla de forma deleznable y a ella sólo se le ocurría una explicación: no la respetaba ni la consideraba una dama, siempre pensaría en ella como en una aprovechada y como a una de ellas la juzgaría, la avariciosa institutriz que trataba de escalar posiciones acostándose con su señor. Despedirse de sus padres fue triste pero a ellos los seguiría viendo de vez en cuando, en cambio, despedirse de Lucas fue realmente difícil. El joven la abrazó en silencio dejándola llorar y luego la separó un poco y le dijo:
- Siempre podrás contar conmigo ¿lo sabes no?
(TN) se secó las lágrimas a la vez que asentía con la cabeza.
- Lamento mucho no poder conocer a tu hijo…despídete de Emily por mí ¿vale?
Ahora le tocó el turno a Lucas de asentir tratando de reprimir las lágrimas que pugnaban por escapar de sus ojos. En ese momento vieron a Thomas que se acercaba dispuesto a llevar a (TN) a su lugar de residencia; la joven por precaución le había pedido que la llevara a Londres, no quería que el conde averiguara donde vivía. Sin querer mirar atrás siguió a Thomas, se subió en el sencillo carruaje y se dispuso a abandonar para siempre Greenhill.
 
Esa tarde cuando Lucas llegó a su casa Emily notó enseguida que había pasado algo terrible, la cara de su esposo estaba descompuesta y una profunda arruga ensombrecía su frente. Ella le puso la cena pero Lucas apenas la probó.
- Cariño ¿qué te pasa?
- Se trata de (TD)…., el conde ha vuelto a echarla de Greenhill.
En ese momento y observando el evidente dolor que sentía su marido Emily no pudo aguantar más y toda su amargura escapó como un torrente.
- Bueno, pues me alegro ¿sabes?
Lucas levantó la vista y miró a su esposa como si a este le hubiesen salido alas de repente.
- ¿Por qué dices eso?
Emily se levantó y desesperada le hablo con tono acusador:
- Sé lo que sientes por ella, sé que siempre la has amado pero creía que ahora ya no te importaría tanto que después de tanto tiempo la habías olvidado, en cambio desde que ha aparecido no has hecho otra cosa que hablarme de ella –ahora que por fin había dado rienda suelta a todas las dudas e inquietudes que había sentido respecto a la relación de Lucas y (TD), la joven no podía parar - ¿no puedes siquiera disimular ante mí? ¿te has parado a pensar en el dolor que me causáis? –y diciendo esto escondió el rostro entre las manos y rompió a llorar amargamente.
Lucas la miraba estupefacto, miles de ideas y palabras se cruzaban en su mente ¿de verdad Emily no sabía el afecto fraternal que sentía por (TD)? La sorpresa y la pena le hicieron levantarse y abrazarla ¡cuánto debía haber sufrido su esposa pensando que él amaba a otra!
- ¡Emily, Emily! ¿de verdad no sabes que sólo te amo a ti?
Al oírlo la joven arreció en sus sollozos a la vez que Lucas, amorosamente, la acunaba contra su pecho.
- Cuando llegué a Greenhill era un pobre huérfano que no tenía donde caerme muerto, el señor Sommington, por caridad, decidió darme un puesto de trabajo. No tendría más de diez años y (TD) era una chiquilla de seis o siete; nos criamos juntos, como hermanos, todos en la casa lo saben.
Emily levantó la cabeza y lo miró entre sus pestañas mojadas ¿podría ser cierto lo que le contaba Lucas? Él continuó hablando:
- La quiero como si fuese mi verdadera hermana, al igual que el afecto que siento por el señor y la señora Sommington es lo más parecido al afecto que me podrían inspirar mis verdaderos padres –comenzó a besarla suavemente por toda la cara secando con sus labios el rastro de lágrimas- ¡tontita! Me pasaba el día hablándole de ti, pidiéndole consejo…¿entiendes ahora porqué me duele la forma tan cruel en que el conde la trata? Ella no merece esto es una de las personas más bondadosas que he conocido nunca.
- ¡Oh, Lucas! ¿Podrás perdonarme?
- No tengo nada que perdonar cariño, a fin de cuentas tú llevas poco tiempo en Greenhill, es normal que no conocieras la relación que nos unía, sobre todo porque cuando tú llegaste (TD) estaba en esa escuela de señoritas…., pero ahora que sabes la verdad debemos ayudarla –Lucas dudó un poco sobre si debía seguir hablando o no, pero confiaba plenamente en Emily, sabía que era de nobles sentimientos y suponía que él en su lugar también se habría sentido celoso –. Verás Emily, lo que voy a contarte no debe saberlo nadie, ¿lo prometes?
- Por supuesto Lucas –Emily lo miraba sorprendida por la repentina seriedad de su esposo.
- (TD) tuvo una hija del conde, por eso volvió, porque la niña está enferma y necesitaba ayuda, pero Lord Kevin no sabe nada de esto…
Emily sintió que se mareaba tan grande fue el horror que sintió al oír las palabras de Lucas: ¡(TD) tenía una hija! Dios mío ¿qué había hecho? Aunque no conocía los detalles sabía que la partida de la joven tres años atrás tenía algo que ver con lo que ella le había contado a la condesa ¡cómo había podido estar tan equivocada! Sin poder evitarlo rompió a llorar de nuevo mientras Lucas, sorprendido, la abrazaba fuertemente.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:53 pm

Capítulo 18
 
Los días que siguieron fueron los peores en la vida de Emily, peores incluso que cuando creía que Lucas amaba a (TD): los remordimientos y la culpabilidad no la dejaban ni siquiera dormir. No se había atrevido a contarle a Lucas cuál había sido su papel en las desventuras de la joven y aunque sabía que acabaría contándoselo había algo que debía hacer primero, sólo estaba haciendo acopio de valor para acometer la que sabía era su obligación, pero no era fácil tomar esa decisión pues la joven temía que el conde, con razón, la echara de Greenhill y ahora que su hijo estaba a punto de nacer necesitaban más que nunca un hogar.
La actitud del conde no la ayudaba, ni mucho menos, a decidirse: su semblante siempre estaba taciturno parecía que nada le importaba; Lord Alistair le visitaba muy a menudo y ambos en esas ocasiones bebían más de la cuenta: daba la impresión de que también el vizconde estaba atravesando su infierno particular. Los días transcurrían y el ambiente de la casa era cada vez más opresivo: el conde no hablaba con nadie, el señor y la señora Sommington a pesar de que cumplían con sus tareas de manera impecable lo hacían de forma distante, Lucas y ella también se habían dejado absorber por el desánimo aunque cada uno por una razón diferente, hasta el pequeño Charles empezó a hacer gala de una rebeldía muy poco común en él.
 
Por su parte (TN) había vuelto a su vida normal, por fin tenía a su hija Laura con ella, muy mejorada, aunque el doctor Lindsend le había dado varias recomendaciones a tener en cuenta, sobre todo, que evitara jugar en el jardín en la época de eclosión de las plantas y que se asegurara de que su habitación estuviese siempre libre de polvo. A pesar de la alegría que sentía por ver a su hija sana y volver a estar con ella (TN) buscaba a menudo encontrarse a solas pues el dolor que sentía por la pérdida de Kevin se le hacía insoportable. La señora Buttercup notó la tristeza de la joven y por más que lo intentó no logró sonsacarle nada, a veces la sorprendía llorando, entonces la abrazaba amorosamente hasta que (TN), avergonzada, se secaba las lágrimas y retomaba sus tareas. Solamente el cuidado de su hija hacía que se esforzara por salir del terrible pozo de desesperación en el que sentía que se estaba hundiendo.
Al poco de su vuelta de Greenhill empezó a visitarla con cierta frecuencia el señor Tim Robbinson. El señor Robbinson era un acomodado granjero unos quince años mayor que (TN), alto y desgarbado, con un fino cabello de color rubio ceniza y un semblante por lo general agradable y sonriente. Siempre había mostrado una gran amabilidad con ellas, a menudo les traía hortalizas y frutos de su granja y se había ofrecido un par de veces a llevarlas en su carreta a Tilbury cuando necesitaban adquirir alguna mercancía. Ahora su interés por (TN) era más que evidente y solía visitarla casi todas las tardes y acompañarlas los domingos a la iglesia.
La señora Buttercup la animaba para que alentara los avances del hombre, era uno de los mejores partidos del lugar, un hombre respetable y formal, de buen carácter y a todas luces encandilado por ella; pero a pesar de que (TN) siempre era amable con él y disfrutaba de su compañía no podía imaginarse compartiendo su vida y su cama con alguien que no fuera Lord Kevin. No obstante con cada día que pasaba iba pensando más en la posibilidad de aceptar las evidentes atenciones amorosas del señor Robbinson: su amor por Kevin Jonas era imposible y Tim sería un buen padre para Laura. Tenía que pensar en su hija y él estaba en condiciones de proporcionarle unas comodidades que ella no podía ofrecerle. Poco a poco fue cambiando sutilmente su manera de relacionarse con el señor Robbinson: aceptaba siempre sus propuestas de pasear juntos e incluso empezó a aceptar pequeños regalos que el hombre le hacía a ella o a Laura: cintas para el pelo, muñecas talladas en madera, hasta una hermosa tetera de porcelana. Debía admitir que la compañía del señor Robbinson era muy agradable, se trataba de un hombre atento que siempre procuraba que se sintiera cómoda en su compañía y generalmente lo lograba. (TN) sabía que su unión con él estaría exenta de sobresaltos, sería un matrimonio tranquilo y falto de pasión, pero al menos se acabaría su soledad. Debía olvidarse definitivamente de Lord Kevin.
Una tarde mientras paseaban por el bosquecillo de abedules que rodeaba el pueblo el señor Robbinson le pidió que se detuvieran y quitándose el sombrero a la vez que carraspeaba, comenzó a hablar:
- Verá señora Tyler, espero que no considere un atrevimiento lo que me dispongo a decirle, aunque creo que usted ya sabrá lo que me anima a decirle estas palabras.
(TN) sintió que su corazón se aceleraba….¡oh, Dios! no se sentía aún preparada para tomar una decisión definitiva y estaba muy claro lo que el hombre le iba a pedir. Sin emitir ni una sola palabra le sonrió trémulamente, animándolo así a continuar hablando.
- Hace mucho tiempo ya que debería haber tomado una esposa pero nunca había sentido el peso de la soledad hasta que la conocí a usted. Me sentía completamente feliz con mi granja y no echaba de menos nada más –en este punto enrojeció violentamente y (TN) supo que ese iba a ser el momento en el que le pediría que fuese su esposa -. Pero ahora, desde que la conozco ya nada me satisface como antes y sólo pienso en lo agradable que sería que usted….que accediera a convertirse en mi esposa.
A pesar de esperárselo (TN) no pudo evitar dar un respingo; el señor Robbinson, notándolo, la cogió de las manos y prosiguió hablando atropelladamente:
- Sé, por la señora Buttercup, que estaba usted muy enamorada del señor Tyler y que sufrió mucho con su muerte. No aspiro a que me ame igual aunque espero que el tiempo y el afecto mutuo nos lleve a compartir un cariño parecido al que ustedes se profesaban. Le prometo que siempre las trataré bien a usted y a la pequeña Laura.
(TN) sintió una gran ternura hacia el hombre que con tanto esfuerzo le abría su corazón sin reservas ¡si nunca hubiese conocido al conde de Colchester se sentiría más que feliz de recibir una proposición como aquella! aún así un resto de esperanza le hizo no aceptar del todo la propuesta del señor Robbinson:
- Señor Robbinson debo decirle que me siento profundamente halagada por su proposición. Efectivamente mis sentimientos hacia…el difunto señor Tyler eran muy profundos pero soy consciente de que ya nunca lo podré recuperar. Aún así antes de aceptar su propuesta me gustaría que nos conociésemos un poco más…si a usted no le importase que siguiéramos viéndonos un tiempo como hasta ahora antes de tomar ninguna decisión….
Besándole la mano, el señor Robbinson contestó:
- Por supuesto querida, esperaré todo lo que sea necesario.
 
Había pasado más de un mes desde que (TD) se había ido cuando Emily decidió ir a hablar con el conde: el momento del parto se acercaba y retrasar lo inevitable era absurdo, sólo serviría para prolongar su sufrimiento. Esa tarde le dijo al señor Sommington que deseaba hablar con Lord Kevin; éste, con su legendaria imperturbabilidad no demostró ninguna sorpresa por la extraña petición de la joven, se limitó a trasmitírsela al conde que accedió distraídamente a recibir a la joven.
Cuando ésta entró en la biblioteca hizo ademán de hacer una reverencia pero Lord Kevin se lo impidió con un leve movimiento de la mano. Viendo el rubor y la evidente incomodidad de la joven le preguntó amablemente:
- Bien, ¿qué es lo que quería decirme señora…?
- Travel, Emily Travel, milord –Emily tragó saliva y se dispuso a contarle cuál había sido su papel en el malentendido que había acabado con (TD) expulsada de Greenhill.
A medida que la esposa de Lucas iba hablando, Kevin sentía que el color abandonaba su rostro hasta el punto de empezar a encontrarse físicamente enfermo….si todo lo que la joven le decía era verdad había cometido un error terrible, imperdonable…entre brumas oyó las últimas palabras de Emily:
- …por lo visto todos en la casa saben de la relación de hermanos que han mantenido siempre Lucas y (TD), no era nada extraño que se vieran y hablaran de sus cosas.
- Pero…, pero yo los vi cuando él le mostró un anillo – Kevin se había levantado y andaba aturdido por la biblioteca.
- Ese anillo era para mí, recuerde que al poco tiempo de irse (TD), Lucas y yo nos casamos….
- ¡Oh, Dios mío! ¿qué he hecho? – agarrándose los cabellos agachó la cabeza.
Emily, observando el evidente tormento por el que estaba pasando el conde no pudo evitar romper a llorar.
- ¡¡Lo siento!! ¡¡Lo siento mucho!!
- ¡¡¡Vete!!! –la voz del conde sonaba ahogada: - ¡Fuera de aquí!
Emily, llorando, salió rápidamente de la biblioteca, oscilando su estado de ánimo entre el alivio por haber cumplido con el consideraba su deber y la culpabilidad al ser testigo de todo el daño que sin saber había causado; ahora debería hablar con Lucas, explicárselo todo y rogarle que la perdonase.
Mientras Kevin, al ver que Emily salía se dejó caer lentamente al suelo incapaz de soportar el peso de su equivocación: había alejado de su lado a la única mujer a la que había amado y a la que podría amar jamás ¿porqué no había confiado en ella? ¿cómo había podido estar tan ciego? Nunca supo cuanto tiempo permaneció así, horas seguro, pues el día dio paso a la noche; lo sacó de su estupor un breve golpe en la puerta y la entrada del mayordomo que abriendo los ojos como platos al verlo arrodillado en el suelo le anunció que Lucas Travel quería verlo.
- Dile que pase –a la vez que decía estas palabras se incorporaba lentamente del suelo –y quédate tú, lo que Lucas va a decirme te interesa a ti también.
Cuando Lucas entró vio al conde pálido, con una extraña mirada en sus ojos. Emily se lo había contado todo y pensó que debía ir a hablar con el conde para aclararle cualquier duda que pudiera quedarle.
- Lord Kevin –exclamó respetuosamente a la vez que inclinaba la cabeza-. Emily me ha contado todo lo que ha pasado, cómo ella habló con la señora condesa y le dijo que la relación entre (TD) y yo era….de índole amorosa….
En este punto el señor Sommington no pudo evitar exclamar:
- ¡Dios del cielo! ¿Qué le hizo pensar semejante barbaridad? Lucas es como mi propio hijo, lo más parecido a un hermano que tiene (TN)…
Kevin les cortó bruscamente:
- Todo eso ahora lo sé, lo único que quiero es que me digan dónde puedo encontrar a Elizabeth.
El señor Sommington carraspeó y con enorme dignidad añadió:
- Me temo que eso no va a ser posible milord, (TN) jamás me lo perdonaría.
Kevin lo miró atónito y por un momento pensó recurrir a las más horribles amenazas que se le venían a la mente pero sabía que eso empeoraría aún más el concepto que (TN) debía tener de él, además, lo único que deseaba era pedirle perdón, suplicárselo, arrastrarse si era necesario y ella jamás lo perdonaría si perjudicaba, de alguna manera, a sus padres o a Lucas. Tendría que encontrarla de otra manera: pondría a trabajar a los más reputados detectives de Londres tras la pista de la joven, la buscaría él mismo si hacía falta, pero debía intentar recuperarla pues sin ella su vida era una sucesión de días grises y monótonos sin la más mínima alegría.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:54 pm

Capítulo 19
 
El señor y la señora Sommington veían pasar los días compadeciéndose de los esfuerzos que hacía Lord Kevin por dar con el paradero de (TN). Al menos tres detectives habían desfilado ya por Greenhill, además el conde preguntaba a todos, sirvientes y aldeanos si alguien podía darle alguna pista del destino de la joven. La señora Sommington estuvo a punto de apiadarse de él una noche que tuvo que acudir a su dormitorio alertada por los terribles ruidos que se oían: el conde se hallaba borracho, destrozando los cuadros y el mobiliario y repitiendo sin cesar el nombre de su hija, aún así supo contenerse ya que no había tenido ocasión de hablar con (TN) desde que esta se había ido y no quería traicionar la confianza que ella había depositado en ellos. Asimismo sabía que en cuanto salieran para visitarla, Lord Kevin los seguiría y según la opinión del señor Sommington sería prudente esperar más tiempo antes de propiciar que ambos se encontraran, hecho este que sabían inevitable.
 
Para Lord Kevin el tiempo que había trascurrido desde la partida de (TN) había sido el peor de su vida, peor incluso que tras la primera partida de la joven tres años atrás porque entonces la furia le ayudó a seguir adelante, pero ahora, sabiendo que todo lo que había creído de la joven era mentira la culpabilidad y los remordimientos no lo dejaban vivir. Él la había arrojado a la calle….a ella y a su hija. Al pensar en esa niña sintió un dolor insoportable en el pecho, su hija, había estado enferma y él no había movido un dedo por ayudarla, ni siquiera podía enfadarse con (TN) por no habérselo dicho después de la forma en que él la había tratado….¡Dios! cualquier castigo que se le ocurría le parecía poco para pagar sus culpas, excepto el de perderlas, eso era algo que no podía aceptar por más que se lo mereciera. Como siempre durante todos esos largos días se hallaba pensando dónde podría estar la joven; suponía que estaba bien, pues vigilaba muy de cerca al mayordomo y el ama de llaves y sabía que si algo malo les sucediese a (TN) o a la niña correrían enseguida a socorrerlas. Volvió a pensar en la pequeña: ni siquiera sabía su nombre. Como impulsado por un resorte tiró de la fina cadena que servía de llamador; al instante apareció Sommington.
- ¿Qué desea milord?
- Siéntese y dígame cómo es mi hija.
Por un instante el señor Sommington dudó sobre si satisfacer la curiosidad del conde o no pero sabía que a Lord Kevin se le podían reprochar muchas cosas pero no precisamente la de no ser buen padre. Pensó que no le hacía daño a nadie si respondía al conde.
- Laura es una niña encantadora, vivaz y alegre, tiene su pelo y sus ojos, aunque los rasgos de su cara son más parecidos a los de su madre…..cualquier hombre se sentiría orgulloso de tener una hija como ella.
- Y…¿cuál es su enfermedad?
- Bueno, es un tipo de enfermedad respiratoria que le causa crisis muy alarmantes, pero con el tratamiento del doctor Lindsend ha respondido muy bien…mi hija está muy contenta.
Lord Kevin se quedó pensativo…había algo, un detalle que se le había escapado por su obviedad: ¡la residencia de los Westmoreland! Allí seguramente tendrían datos sobre la pequeña paciente ¡cómo no se había dado cuenta antes! Ansioso por ir cuanto antes se levantó bruscamente, haciendo que el señor Sommington se levantara a su vez azorado:
- ¿Ocurre algo milord?
- Nada, dígale a Lucas que vaya preparando a Impetuoso mientras yo me cambio de ropa.
Sentado en la misma sala en la que, casi tres meses antes había estado (TN), Kevin esperaba a que el doctor Lindsend pudiera atenderlo. Había utilizado su nombre y título para asegurarse ser recibido cuanto antes; al llegar había quedado gratamente sorprendido por el ambiente que reinaba en el lugar, le alegraba saber que su hija había estado en uno de los mejores balnearios de toda Inglaterra, comprendía perfectamente para qué había querido (TN) las trescientas libras y no pudo evitar admirarla por haber soportado tantas humillaciones sólo para lograr que su hija, la hija de ambos, tuviera lo mejor. Este pensamiento le hizo ruborizarse: otro pecado más que añadir a la lista; sabía que no era digno de una mujer tan honesta y leal como ella pero el renunciar a conseguirla estaba fuera de toda consideración: la amaba demasiado como para imaginarla lejos de su vida, era egoísta, lo sabía, pero con (TN) sería como el perro callejero que ha encontrado un hueso: no la soltaría jamás. Tras cinco minutos el doctor Lindsend apareció disculpándose torpemente por la espera.
- No se preocupe doctor Lindsend.
- Dígame milord, en qué puedo servirle.
- Verá, hay una persona a la que me urge encontrar y he recordado que …su hija –había estado a punto de decir “mi” pero se había corregido a tiempo- estuvo aquí ingresada hace poco tiempo.
- Y ¿de quién se trata milord?
- De la pequeña Laura Tyler. Busco a su madre, la señora Tyler.
El doctor Lindsend lo miró fijamente, su semblante se había vuelto grave.
- Sí, las recuerdo perfectamente a ambas…disculpe mi osadía pero….la señora Tyler parece una mujer encantadora y no me gustaría causarle ningún perjuicio.
- No tema nada de mi parte doctor, le doy mi palabra de que no tengo la más mínima intención de causarles daño a ninguna de las dos.
El doctor Lindsend no tenía modo de saber que lo que le decía Lord Kevin era cierto, pero uno no se negaba a los deseos de un conde alegremente así que no tuvo más remedio que creer en su palabra.
- Bien, siendo así mi secretaria, la señora McGilly le dará todos los datos que usted necesite.
 
(TN) se hallaba paseando por los alrededores de la escuela con Tim; desde que este le había pedido matrimonio había insistido en que lo tuteara y dejasen de lado las formalidades. Cada vez consideraba más seriamente su propuesta, él era un buen hombre y les proporcionaría a ella y a su hija una vida sencilla pero sin estrecheces, además se sentía cansada de soñar y esperar algo que sabía que nunca podría ocurrir. En ese momento Tim le estaba diciendo que tal vez a Laura le gustaría tener un pollito.
- ….podríais venir un día a la granja, por supuesto en compañía de la señora Buttercup, así Laura podrá elegir el que más le guste.
- Eres muy amable Tim, seguro que le encantará la idea –se miraron y sonrieron.
A pesar de que jamás podría llegar a amarlo como amaba a Lord Kevin sabía que no le costaría ningún trabajo respetarlo y sentir un profundo cariño hacia él y eso era más de lo que muchos matrimonios llegaban a compartir en la vida.
En ese momento oyeron los cascos de un caballo que se acercaba.
- ¡Qué extraño! –murmuró Tim - ¿quién podrá ser?
(TN) hizo pantalla con la mano sobre los ojos a la vez que miraba hacia el caballo que se acercaba; conforme iba aproximándose una expresión de perplejidad se fue dibujando en su cara…no era posible, ese caballo era igual que Impetuoso y el jinete tenía los mismos hombros anchos y el mismo pelo negro que Lord Kevin ….sí, no había duda, era él, pero ¿cómo la había encontrado?
Al llegar junto a ellos Kevin frenó a Impetuoso y descabalgó; el corazón le latía a mil por hora y sentía una enorme alegría por haberla encontrado al fin, por poder decirle todo aquello que llevaba semanas dando vueltas en su cabeza. Sólo tenía ojos para ella: sus grandes ojos, la curva decidida de su barbilla, el pelo, tan brillante….por un instante no pudo decir nada, se limitó a mirarla tan fijamente que Tim, incómodo y sorprendido carraspeó diciendo:
- Disculpe señor….
Por fin Kevin notó la presencia del hombre, este tenía la mano de (TN) apoyada sobre su antebrazo y frunció el ceño sin poder evitarlo.
- Lord Jonas, conde de Colchester.
Tim se sintió impresionado, era la primera vez que veía un conde tan de cerca y desde luego este no parecía ser un dechado de virtudes y modales, su cara seria, el gesto adusto y los profundos ojos negros que lo miraban tan fijamente hicieron que se pusiera un tanto nervioso, aún así se presentó a su vez con voz firme:
- Lord Jonas, es un honor conocerlo. Mi nombre es Tim Robbinson y esta es la señora…
- Sé perfectamente quién es y me gustaría hablar con ella a solas.
Tim se sentía reacio a dejar a (TN) a solas con el conde pero ella asintió ligeramente y le dio unas palmaditas sobre el brazo, tranquilizándolo:
- No te preocupes Tim, hablaré con el conde y enseguida iré a la casa.
- De acuerdo.
Kevin observó toda la escena con el ceño fruncido, no le gustaba la evidente familiaridad que había entre ellos pero sabía que no tenía ningún derecho a reprochárselo: (TN) no le debía nada, en todo caso él era el que tendría que dar muchas explicaciones.
- ¿Cómo me has encontrado?
- Fui a la residencia del doctor Lindsend y allí me dijeron lo que necesitaba saber…
- Y ¿puede saberse porqué te has tomado tantas molestias?
- (TN)…sé que te acusé injustamente, que la relación entre Lucas y tú es la relación de dos hermanos, sé que Laura es mi hija…
- ¡¡No!! –(TN) que se había quedado anonadada al escuchar el tono de súplica en la voz del conde sintió el pánico atenazarle el pecho cuando este nombró a su hija – Laura es hija mía, no me la quitarás.
- Tranquila – Kevin hizo ademán de acercarse pero ella se alejó y él, cerrando los puños, prosiguió hablando –no tengo ninguna intención de quitarte nada, he venido a pedirte, a suplicarte que me perdones….no podía soportar la idea de que me estuvieras engañando y enloquecí, no supe mirar más allá de lo que parecía evidente….
- Bueno, si es eso lo que quieres, estás perdonado y ahora perdóname tú a mí, pero debo volver a la casa.
Kevin la agarró suavemente del brazo para impedir que se fuera.
- Por favor (TN), escúchame, sé que no tengo derecho a pedirte nada….
- No, no lo tienes.
- Aún así te suplico que me escuches y luego….luego si quieres no te molestaré nunca más.
(TN) sentía que su voluntad flaqueaba frente a la presencia del conde, la mano que la agarraba, la curva de su boca….., su corazón temblaba de anhelo y su razón la llamaba idiota una y otra vez pero accedió levemente con la cabeza y Kevin la soltó y pasándose nerviosamente una mano por el pelo comenzó a hablar:
- Hace tres años, cuando te fuiste…
- Cuando me echaste.
- Cuando te eché, sentí que mi vida se había acabado, si no hubiese tenido a Charles no sé cómo habría salido de la desesperación en la que me hundí: te odiaba pero a la vez eras lo que más anhelaba del mundo y me odiaba a mí mismo por seguir deseándote a pesar de lo que creía que me habías hecho.
(TN) no se atrevía a mirarlo pues lo que Kevin le estaba contando era exactamente lo que ella había sentido.
- Cuando volviste la esperanza, que creía haber perdido, renació en mí con la fuerza imparable de un torrente. Quería vengarme de ti pero sobre todo disfrutaba viéndote, teniéndote al alcance de mi mano, porque nunca, jamás, te he olvidado; llegó un momento en el que tenía que recordarme a mí mismo porqué tenía que despreciarte pues la alegría de tenerte a mi lado era muy superior a cualquier otra consideración…
Silenciosas lágrimas rodaban por las mejillas de (TN), ella ni siquiera era consciente de que estaba llorando. Creía a Kevin pero tenía miedo de volver a confiar en él temía ver su corazón otra vez expuesto al dolor y a la traición.
- Lo siento…yo –no pudo continuar hablando y los sollozos que pugnaban por salir de su garganta estallaron. Kevin se acercó y la abrazó -. Yo he sufrido mucho, no comprendía por qué te portabas así y ahora estoy tratando de rehacer mi vida, una vida en la que prefiero que no estés tú…
- (TN)….por Dios, ¿no puedes perdonarme?
- No se trata de eso, Kevin , mi vida ahora es más tranquila sé que esperar de ella.
- ¿Tiene algo que ver en esta nueva vida el señor Robbinson?
- Oh, el señor Robbinson ha sido un ángel con nosotras y….-(TN) enmudeció, no podía decirle que no era capaz de amar a nadie que no fuera él y sabía que eso sería así siempre.
Kevin se quedó en silencio sabiendo que no tenía derecho a reclamarla, que le debía al menos darle lo que le pedía pero no podía resignarse a perderla, a ver como se iba con otro hombre...; ella aprovechó su vacilación para dirigirse lentamente hacia la casa pues sabía que cada instante que pasaba cerca de él sus defensas se debilitaban. No había dado más de dos pasos cuando Kevin la agarró y dándole la vuelta la besó apasionadamente; ella intentó resistir pero era una batalla que sabía perdida de antemano y con un suspiro se rindió a los labios de Kevin. El familiar éxtasis fue apoderándose de todos sus miembros dejándola débil, suavemente el conde fue separando sus labios de los de ella aunque la mantuvo fuertemente apretada contra él, con la barbilla apoyada sobre la cabeza de la joven.
- No te vayas con él, quédate a mi lado –al notar la voz quebrada de Kevin (TN) levantó la mirada y se sintió profundamente conmovida al ver la humedad en los ojos del conde – si no lo haces por mí hazlo por nuestra hija, por Charles, por estar con tus padres, busca una razón, la que sea, a mí me servirá, ¿no te das cuenta? Perderte acabará conmigo….¡te amo tanto!
- ¡Oh, Kevin! ¡¡Tengo tanto miedo!!
- ¡Shhh, cariño! Voy a dedicar mi vida a hacerte feliz, es lo único que deseo –viendo que profundos sollozos sacudían los hombros de la joven volvió a besarla con toda la pasión que sentía por ella.
Al rato (TN) se separó con los labios hinchados por la pasión y los ojos brillantes:
- No tengo mas opción que creer tus palabras porque no puedo imaginar una vida sin ti….
Sonriendo Kevin la alzó en sus brazos dando vueltas con ella hasta que (TN), entre risas, le pidió que la bajara. El conde así lo hizo y de repente, la expresión de sus ojos cambió y con cierto titubeo sacó una pequeña caja que tenía en el bolsillo tendiéndosela a (TN) en silencio. La joven la abrió con dedos torpes y no pudo evitar una exclamación de placer y sorpresa cuando vio un precioso anillo de oro con un diamante grisáceo.
- ¡Oh Kevin! ¡Es tan bonito!
- Lo compré hace tres años iba a pedirte que fueras mi esposa….lo guardé sin saber porqué, pero ahora sé que siempre he tenido la esperanza de volver a recuperarte –arrodillándose sobre el césped y abrazándose a sus piernas con reverencia le preguntó: - ¿Me honrarás casándote conmigo?
(TN) entre risas y sollozos de profunda alegría se dejó caer al suelo junto a él y besándole suavemente en los labios dijo:
- No hay nada que desee más en este mundo.
Sonriendo ampliamente el conde dijo:
- Ahora creo que hay una personita a la que debes presentarme…
- ¡Oh, Laura! …Ella no sabe quién es su padre.
- Bien, pues ha llegado el momento de decírselo.
Cogidos de la mano se dirigieron hacia la casa sintiendo ambos que, por fin, todo a su alrededor era como debía ser.
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Mensaje por PEZA Dom 25 Ago 2013, 7:54 pm

Epílogo
 
Un año después.
Sobre las rodillas de su marido (TN) reía con la descripción que éste le hacía de la cara de Lord Pembroke al ser rechazada su propuesta en el parlamento.
- Me encanta cuando ríes así, haces que tenga pensamientos lujuriosos –dijo el conde a la vez que besaba la comisura de sus labios y trataba de meter la mano bajo las faldas de su esposa.
Esta le dio un ligero manotazo aunque sus ojos brillaban de expectación al decir:
- Aquí no, pueden entrar los niños en cualquier momento.
Como si los hubiera convocado con sus palabras la puerta de la sala se abrió con fuerza dando paso a Laura, que venía corriendo:
- ¡Mamá, papá! ¡ Charles me ha enseñado la salida del laberinto!
Kevin viendo la evidente excitación de su hija se levantó para cogerla en sus brazos a la vez que depositaba un cariñoso beso en su mejilla:
- Eso es maravilloso cariño pero recuerda que jamás debes entrar sola allí pues es muy fácil olvidar el camino.
- Ya se lo he dicho yo papá – (TN) miró con cariño a Charles.
Desde el principio había aceptado a Laura con gran cariño y entusiasmo, desarrollando una faceta protectora que los había sorprendido a todos. En ese momento la señora Buttercup asomó la cabeza:
- ¡Niños! ¡La merienda ya está preparada! –los niños salieron corriendo entre gritos de alborozo.
Al quedarse solos de nuevo Kevin volvió a cerrar la puerta dirigiendo una explícita mirada a su flamante mujer.
- Bueno, ¿dónde nos habíamos quedado?
- No lo recuerdo…
- A ver yo te refrescaré la memoria –agarrándola por la cintura bajó la cabeza y la besó apasionadamente acariciando sus pechos por encima de la fina muselina de su vestido.
De fondo oyeron las voces de sus hijos y se separaron con renuencia; a pesar de haber sido interrumpido en un momento tan placentero Kevin sonrió y dijo:
- Adoro el sonido de sus risas en la casa…
- ¿Sí? ¿y cómo te sentirías si te dijera que ese sonido va a aumentar dentro de seis meses?
Al principio Kevin la miró sin comprender; cuando se dio cuenta de lo que (TN) trataba de decirle la abrazó fuertemente.
- ¡¿Eso es cierto?!
- Sí, cariño –confirmó ella entre risas.
- Amor mío, me haces el hombre más feliz del mundo –y bajando la cabeza la besó con todo el amor que sentía por esa increíble mujer que le había robado el corazón.
 
 
FIN
 
 
PEZA
PEZA


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MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA) - Página 2 Empty Re: MI QUERIDA INSTITUTRIZ- KEVIN JONAS Y TU - ADAPTADA (TERMINADA)

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