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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por fernanda Vie 08 Nov 2013, 12:51 pm

DIOS ESOS CAPS ESTUVIERON ASOMBROSOS , TIENES QUE SEGUIRLA!
fernanda
fernanda


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:10 pm

Capítulo 19    1/4
 parte 1:
______estudió su reflejo en el espejo largo y estrecho que ocupaba la pared del fondo del único cuarto de baño de señoras del Stars Complex. Un suéter holgado, gris y con capucha que había elegido llevar ese día la abrigaba desde el cuello al muslo. Debajo del suéter, una falda a juego de lana caía  suavemente hasta la mitad de la pantorrilla, donde los calcetines grises y las deportivas cubrían lo que quedaba. Se había peinado el pelo estilo paje, y lo retiraba de la cara con una diadema de terciopelo gris. Sólo sus enormes
pendientes de plata de forma irregular y su ancho brazalete en la muñeca la diferenciaban de una pandillera.
Era bueno que Viktor no la pudiera ver en ese momento porque se moriría de risa. Pero no le importaba. Por primera vez en su vida, disfrutaba vistiéndose de forma diferente. Ahora cuando se ponía sus ropas más provocativas, era porque disfrutaba llevándolas puestas, no porque quisiera parecer quien no era.
Lycra y lamé dorado siempre tendrían un hueco en su armario, pero ya no tenía miedo de ponerse ropa más convencional.
Se giró ligeramente y frunció el ceño mientras pasaba las manos sobre sus caderas. No eran juvenilmente delgadas ni siquiera echándole imaginación. Tal vez Joe  la veía gorda y por eso no le había hecho ninguna insinuación de querer hacer el amor con ella desde la noche del baño del avión, hacía casi dos meses. Cuando dejó el cuarto de baño, se preguntó si alguna vez reclamaría el “ahora” que ella le había prometido.
Pooh trotó hasta ella, el lazo de cuadros rojos y verdes que _____ acababa de atar en sus orejas estaba otra vez desatado. Los empleados de administración se habían ido hacía una hora, y después del caos del día, el edificio parecía extrañamente silencioso. Atravesó oficinas decoradas con bolas doradas y rojas por la cercana Navidad, para la que faltaba menos de una semana. Pooh fue suavemente al vestíbulo para acercarse a uno de sus lugares favoritos cerca de la puerta.
Joe  elegía la hora de la cena para hacer deporte porque podía tener la sala de pesas para él sólo, y ______había adquirido el hábito de entrar para hablar con él antes de irse para casa. Oyó su respiración rítmica incluso antes de entrar. Estaba tumbado sobre un banco acolchado con las rodillas dobladas y
los pies en el suelo, sostenía unas pesas con una alarmante carga sobre su pecho. Sus músculos estaban contraídos y en los antebrazos destacaban las venas como cordones gruesos y oscuros mientras bajaba y subía lentamente las pesas. Observó sus músculos pectorales tensarse bajo el algodón empapado en
sudor de su camiseta y sintió como se le quedaba la boca seca.
Él no la había visto aún, así que no tenía que disimular su anhelo mientras lo contemplaba. Los músculos en sus muslos estaban tensos y sus ojos ascendieron por las aberturas de las perneras de los pantalones cortos.
Apreciaba su creciente amistad, pero al mismo tiempo la frustraba. Quería ser su amante, no sólo su amiga, pero comenzaba a creer que era como desear la luna. Conseguir superar toda una década de traumas con respecto a los hombres había sido difícil y ahora temía, cada vez más, que ella no tuviera lo que él deseaba en una mujer.
Con un ruidoso gruñido, dejó caer la barra en los apoyos y se enderezó.
Su pelo estaba húmedo y despeinado y el sudor brillaba en su cuello mientras le sonreía.
—¿Cuándo vas a venir aquí con idea de sudar un poco tú misma?
—Volveré a tomar clases de aeróbic un día de estos  —dijo sin mucho entusiasmo—. Además, Pooh y yo caminamos todas las noches.
—Seguro que eso es un deporte.
—No es para presumir. No todos queremos tener músculos de talla mundial.
Él sonrió ampliamente.
—¿Así que piensas que mis músculos son de talla mundial?
—Para un hombre de tu edad. Definitivamente.
Él soltó una carcajada, se levantó, y se sentó encima de otro banco, este con un rodillo acolchado. Mientras él ajustaba los pesos, ella se sacó las zapatillas y se subió en la báscula de pesar elefantes del fondo de la sala. Si consideraba que cinco kilos eran de la ropa, pesaba justo lo que quería.
El dial tenía unos números del tamaño de una señal de stop, así que se bajó antes de que él tuviese posibilidad de leerlo. Caminó hasta el banco que él acababa de dejar, cuando se sentó cruzando las piernas, su suave falda de lana cayó en decorosos pliegues alrededor de sus pantorrillas. En el partido del domingo pasado, había llevado un vestido que era una versión actualizada de la ropa del charleston, que había tenido gran éxito entre los seguidores, pero estrenar un traje nuevo cada semana hacía menguar su asignación semanal.
—Las oficinas estaban hoy a tope —dijo ella—. Desde que los Bears no tienen posibilidades, todo el mundo está como loco por los Stars.
Él engachó los tobillos bajo el rodillo acolchado y se puso a levantar con las piernas un montón impresionante de pesos.
—En Chicago gustan los deportes.
Los Stars habían obtenido dos victorias más desde el partido con los Giants, y luego habían perdido contra los Saints y los Buffalo Bills a finales de noviembre. Desde entonces se habían ganado tres partidos contra adversarios formidables, y su palmarés les hacía candidatos al titulo de la AFC.
El desarrollo de la liga AFC había seguido una sorprendente trayectoria.
Joe  le había contado el devastador efecto que las lesiones podrían producir, y ella lo había visto en los Portland Sabers. Lo que había comenzado como una temporada brillante para ellos se les había agriado cuando perdieron un talentoso quarterback y otros tres jugadores cruciales. Después de estar invicto
durante cinco partidos seguidos, habían perdido todos los partidos. Sin embargo, su quarterback estaba recuperado, y los expertos esperaban que volvieran para jugar los playoffs .
—Veamos si lo entiendo. —Ella se sacó una de las deportivas, lo sostuvo con los dedos del pie y dejó que se meciera de acá para allá. La pulsera de su tobillo, con abalorios diminutos de cristal, brillaba a la tenue luz—. Podemos ganar el título de la AFC si ganamos esta semana y si Houston pierde contra los
Redskins. ¿Correcto?
—Sólo si los Bengals gana a los Steelerdors. —Él gruñía por el esfuerzo excesivo—.Y te recuerdo que jugamos contra los Chargers este fin de semana.
La última vez que jugamos contra ellos, su defensa nos hizo polvo siete veces.
—Bobby Tom me dijo que no teme a la defensa de los Chargers.
—Bobby Tom es capaz de decir que no tiene miedo a la guerra nuclear, así que no tendría en cuenta su opinión.
El sistema de clasificación era tan complicado que llevaba a ______a preguntar siempre. Aunque todavía no captaba completamente todas las variables, sabía que si los Stars ganaban el campeonato de la División Central, había posibilidades de ganar en los playoffs de la AFC, lo cual los llevaría a disputar la copa de la AFC la tercera semana de enero. Si ganaban, ella sería la dueña indiscutible de los Stars, y su padre comenzaría a revolverse en su tumba.
No podía señalar el momento exacto en que la idea de tener los Stars había comenzado a ser mucho más atrayente que regresar a Nueva Cork para abrir una galería. Era algo más que la atracción que sentía por Joe , más que algún tipo de venganza póstuma sobre su padre por el engaño que había planeado
contra ella. Cada día presentaba nuevos desafíos. Le encantaba sentarse tras el ordenador y manejar los números en las hojas de contabilidad. Le encantaban las reuniones, las llamadas telefónicas, la tarea pura, un trabajo imposible de realizar y para el cual era tan tristemente incompetente. En algún momento en los pasados meses, ella había comenzado a temer la idea de cederle el equipo a Reed.
—Francamente, desearía que fueras un poco más optimista. ¿Dónde están ahora todos esos ánimos que te oigo dar a los jugadores?
—Ahora sólo estamos nosotros —jadeó— … y tú te juegas mucho más que ellos. No quiero darte falsas esperanzas. Hemos conseguido un equipo de fútbol genial, y nos hacemos mejores cada partido. —Él continuó mirándola y por alguna razón inexplicable, de repente pareció irritado—. Nadie nos consideró siquiera a principios de temporada, pero aunque nuestros jugadores ponen todo su corazón, son jóvenes y aún pueden cometer errores. Los Chargers tiene un equipo condenadamente bueno, y con Murdrey repuesto para los Sabers….¿Puedes dejar de hacer eso? —Los pesos cayeron con estrépito.
—¿De hacer qué?
—¡Lo que estás haciendo!
Él miraba encolerizadamente la zapatilla que ella mecía de acá para allá en los dedos del pie. Ella se detuvo.
—¿Por qué estás tan gruñón?
Él se levantó de la máquina.
—¡Trato de concentrarme, eso es todo, y tú estás ahí sentada mostrando las piernas!
Su falda se había subido hasta lo que eran cinco escandalosos centímetros por debajo de la rodilla.
—Estás de broma. ¿Esto te molesta?
—Eso es lo que he dicho, ¿no es cierto?
Él se puso delante de ella con las manos en las caderas y esa expresión testaruda en su cara que le decía que él no tenía intención de retractarse aunque debía de saber que estaba camino de hacer un ridículo espantoso.
Ella se esforzó por no sonreír, pero una burbujita de felicidad crecía dentro de ella.
—Lo siento. —Mirándolo con expresión contrita, se levantó—. No tenía ni idea de que fueras tan sensible.
—Yo no soy sensible.
Ella dio un paso, acercándose a él.
—Por supuesto que no lo eres.
Él se mostró cauteloso.
—Tal vez no deberías acercarte más. Estoy sudoroso.
—Caramba, apenas me doy cuenta. Supongo que eso es lo que sucede cuando una pasa tanto tiempo con un equipo de fútbol.
—Vaya, vale.
Con el coraje que da la desesperación, colocó la palma de su mano sobre la camiseta húmeda, directamente sobre su corazón.
—Has estado trabajando duro.
Él no se movió. Ella podría sentir el latido fuerte y rápido de su corazón y esperaba que no fuese simplemente una reacción al entrenamiento. Cerró los ojos, y ella experimentó un anhelo tan intenso que sabía que se mostraba en su cara.
—Ésta no es buena idea. —Sus palabras sonaron tensas y sofocadas, pero él ni siquiera intentó echarse atrás.
Ella encontró el coraje.
—No te importó que te tocara la noche que volamos a casa desde Meadowlands.
—No pensaba correctamente esa noche.
—Entonces no pienses correctamente otra vez. —Cerrando los ojos, extendió los dedos sobre la parte superior de sus brazos y lo besó. Cuando él no devolvió el beso, ella rozó sus labios sobre los de él, rezando que él
respondiera antes de perder el coraje.
Con un gemido, sus labios se abrieron y él metió la lengua con fuerza en su boca. Él extendió una de sus manos sobre su trasero y ahuecó su cabeza con la otra, apretándola duramente contra él. Sus bocas se encontraron, las lenguas exploraron. Sus manos lo recorrieron, lo deseaba. Lo sentía duro, tenso. Tal vez
ahora…
Él asió sus hombros y suavemente la apartó. Ella notaba lo que le costaba controlarse.
—No deberíamos hacer esto, _____.
—¿Por qué no? —Aturdida, ella trató de asimilar su rechazo.
—Aquí estáis…
Ella giró hacia la puerta mientras Reed entraba. Su abrigo negro de lana estaba desabotonado y una bufanda blanca de cachemire colgaba de su cuello.
¿Cuánto había visto?
Cuando los Stars comenzaron a ganar partidos, la cordialidad de Reed comenzó a revelar grietas. Él nunca había esperado que eso supusiera una barrera para tomar el control del equipo. Aunque él tenía todavía cuidado al hablar con ella cuando había gente alrededor, cuando estaban solos, ella vislumbraba al joven matón que había despedazado la foto de su madre.
Él se quitó un par de guantes de cuero negros.
—Me alegro de verte, Joe . Quería hablar contigo sobre el borrador. Tengo algunas ideas que necesitamos discutir.
—Estaría encantado de hablar contigo, Reed —dijo Joe  amablemente—. Pero hasta que perdamos, me temo que sólo puedo hacer caso de lo que me diga _____.
Ella veía que a Reed no le había gustado que se lo quitaran de encima, pero era demasiado listo para mostrárselo a Joe . En vez de eso, se puso la sonrisa condescendiente que hacía que ella quisiera sacarle los ojos.
—______no sabe nada sobre el borrador.
—Te asombraría lo que sabe _____. De hecho, fue su opinión sobre Rich Ferguson la que prevaleció en Michigan State. ¿No es cierto, _____?
—Ese chico realmente vale —contestó ella con notable confianza, teniendo en cuenta que no tenía ni idea de quien era Rich Ferguson.
—Es asombroso lo que una mujer lista puede aprender en sólo unos meses. Sin embargo, eso no significa que esté de acuerdo contigo sobre Jenkins.
—Puede que tengas razón. Consideraré la idea. —Señor, que no me haga decir más mentiras. Apreciaba la defensa de Joe , pero no se podía soslayar el hecho innegable que prácticamente se había lanzado en sus brazos y él la había rechazado.
Reed sintió una alianza y no le gustó.
—Tendrás que tratar conmigo tarde o temprano —dijo tensamente—. Y me temo que mi estilo de gestión va a ser involucrarme más que _____.
—Espero que hagas las cosas a tu manera —contestó Joe , negándose a tragar el anzuelo.
Gary Hewitt, que trabajaba cada semana casi tantas horas como Joe , metió la cabeza por la puerta.
—Lamento interrumpir, Joe , pero ha llegado una película nueva que quiero que mires. Creo que podemos solucionar el problema con Collier.
—Ya voy, Gary. —Él miró a _____, y alzó levemente una ceja preguntando sin palabras si quería que se quedara para prestarle apoyo moral.
Ella sonrió.
—Podemos acabar de hablar mañana.
Se puso la toalla alrededor del cuello e inclinando la cabeza hacia los dos, se marchó.
Reed golpeó los guantes negros de cuero contra la palma de la mano.
—Deja que te invite a cenar. Nos dará oportunidad de charlar.
—Lo siento. Intento comer con Molly durante la semana.
Sus ojos se entrecerraron un poco.
—Aun no te he dicho como admiro la manera en que has asumido su cuidado. No eres del tipo maternal, así que supongo que ha sido todo un sacrificio.
—Disfruto con Molly. No ha sido un sacrificio en absoluto.
—Me alegro. Ahora que Bert no está, no puedo menos que sentirme al menos un poco responsable de ti. Supongo que es lo natural porque soy tu único pariente masculino vivo.
—Gracias por tu preocupación, pero estoy bien.
—Menos mal que eres una mujer de mundo. Es obvio lo que vi cuándo entré aquí esta noche; los tiburones merodean…
—¿Tiburones?
Él se rió entre dientes.
—Ya vale, _____. No tienes que fingir conmigo. Estoy seguro que encuentras el cortejo de Joe  tan divertido como yo. Nadie esperaba que los Stars llegaran tan lejos, ni siquiera su entrenador. Supongo que es natural que equilibre los riesgos de su apuesta, aunque habría esperado que fuera algo más sutil.
—Explícate, no tengo ni idea de qué hablas —dijo rígidamente.
Su frente se frunció de preocupación.
—Oh, Dios Mío, _____, lo siento. ¿No sabía que te lo tomabas en serio?
Dios mío, me siento como un asno. No tenía intención de ser tan torpe con todo esto.
—Por qué no acabas de decir lo que te preocupas. —______mostraba una calma que no tenía.
Él la contempló como si él fuera un buen amigo.
—El fútbol es lo más importante en la vida de Joe . Los dos lo sabemos.
Tener la posibilidad de poner las manos en los Stars tiene que volverle loco.
Ahora te está usando sin ningún tipo de riesgo. Si los Stars pierden, deja la relación sin ningún tipo de remordimiento. Pero si no pierden  —apretó la mandíbula— creo que deberías esperar que nuestro querido entrenador te proponga matrimonio tan rápido que te dará vueltas la cabeza.
Joe  tenía sus defectos, pero no la usaría para tener los Stars, y nunca le había gustado Reed y menos en ese momento. Era astuto y seboso, completamente sin principios y completamente egoísta. Incluso así, ella sabía
que probablemente creía lo que decía porque era lo que él habría hecho si estuviese en los zapatos de Joe .
—Te agradezco la preocupación, pero creo que tomas más en serio mi relación con Joe  que yo. —¡Mentirosa!
—Me alegro oírlo. Quizá incluso no debería haberlo mencionado. Esto ni siquiera tendrá sentido el domingo. Los Stars no ganaran este fin de semana.
Espero estés preparada para que el equipo pierda.
—Ya veremos.
Después de que Reed saliera, ella se puso de pie en la vacía sala de pesas y pensó lo irónicas que eran sus sospechas sobre Joe . Si Joe  estaba tratando de poner sus manos en los Stars liándose con ella, entonces estaba haciendo un trabajo realmente chapucero.
 
*****
 
Ron tuvo que hacer una llamada de última hora desde el teléfono del coche y ______estaba sola cuando entró en el impresionante vestíbulo plateado y azul de uno de los clubs de campo más nuevos y prestigiosos de DuPage County. Hacía tres días de Navidad y aún estaba todo decorado con ramas de acebo y bolas plateadas. Como Jason Keane era uno de los fundadores del club, ella no estaba sorprendida de que hubiera escogido su comedor privado para esa reunión que ella había solicitado.
Ella todavía intentaba aceptar que las esperanzas de los Stars se mantuvieran intactas una semana más. Contra la predicción de Reed, como los Stars habían ganado a los Chargers por un gol de campo, en un partido insoportablemente lleno de suspense el domingo, podían intentar conquistar el título de la División Central AFC sobre los Steelerdors, qué habían perdido contra los Bengals en el tiempo de descuento. Ahora tenía la oportunidad de mantener vivo el sueño.
Indudablemente sentía que estaba entrando en una trampa. Bert había intentado sin éxito, durante años, renegociar el contrato del estadio con Jason Keane, y no tenía ningún motivo para creer que podría resolver una situación que había derrotado a su padre. Semanas de estudio la habían hecho comprender medianamente las finanzas del equipo, pero no tenía experiencia en negociaciones complicadas.
La lógica dictada que simplemente firmara el nuevo contrato que habían presentado los abogados la semana anterior. No habría más alivios temporales de último momento para los Stars; Su siguiente derrota los echaría
permanentemente de la competición. Si de alguna manera lograba mejorar las condiciones del contrato del estadio, sólo estaría beneficiando a Reed. Por otra parte, hasta que los Stars perdieran el siguiente partido, ella era todavía la dueña e iba a hacer lo que creía más conveniente para el equipo.
Pensando en lo que se avecinaba esa noche, se le había revuelto el estómago. La sensación subía rápidamente cuando la puerta de cristal grabada con el rótulo solo para miembros se abrió y dejó a la vista a una persona al otro lado, en el vestíbulo del club de campo. Contuvo la respiración cuando identificó
al hombre alto y bien parecido, vestido con esmoquin, como a Joe .
Planificar esa tarde había mantenido su mente ocupada para no pensar en el rechazo de su beso en la sala de pesas hacía una semana. Ahora el dolor retornó y se puso rígida mientras caminaba hacia ella.
—¿Qué haces aquí?
—Soy socio. ¿Creías que no asistiría a la reunión con Keane?
—¿Cómo sabías que me iba a reunir con él?
—Me lo dijo Ron.
—Se supone que es confidencial.
—No se lo he dicho a nadie.
—Deliberadamente me estás entendiendo mal. Se supone que no tenías que saberlo.
—Eso no tiene sentido, _____. ¿Cómo me podría invitar Ron si no me contaba para qué era la reunión?
Esta noche ya iba a ser bastante difícil sin tener a Joe  como testigo de algo que en cada momento se podría convertir en un desastre.
—Me temo que tengo que retirarte la invitación de Ron. Llegamos al acuerdo de que iba a ser una reunión privada entre nosotros dos, Jason Keane y algunos de sus asesores.
—Lo siento, _____, pero Ron es cruel cuando no hago lo que dice. Tengo miedo de llevarle la contraria desde que me dio aquel golpe en el ojo.
—¡No te dio ningún golpe en el ojo! Estás siendo de lo más ridículo.
Estaba sulfurada, Joe  tuvo que esforzarse para no inclinarse y lamer la mueca que se había formado en su boca. Una oleada, cien por cien, pura lujuria lo había recorrido como un relámpago en el momento que la había visto. En lugar de acostumbrarse a mantener las manos lejos de ella, no tocarla había sido cada día más difícil. Todo en ella lo tentaba. Ahora mismo, por ejemplo, cuando todas las mujeres que vestían de etiqueta llevaban el pelo recogido en un moño rígido y lleno de laca. ______lo llevaba suelto. Suaves ondas rubias caían casi hasta sus hombros, rizándose en las puntas como si él acabara de pasar los dedos por ellas. Y tenía el cuello más bonito que había visto nunca en una mujer, largo y elegante.
Se dijo que debería estar agradecido de que el resto de ella estuviera todavía cubierto por ese abrigo negro. Incluso esas ropas tan apropiadas para el trabajo que se ponía últimamente, no podían ocultar lo que había debajo.

Sabía que debía estar feliz de que se vistiera como una mujer de negocios conservadora, pero la verdad era que no lo hacía, se encontraba añorando esos días cuando ella mostraba más de lo que ocultaba. No era que lo fuera a admitir delante de ella.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:16 pm

Parte 2:
La cosa más dura que había hecho en su vida había sido dejar de besarla esa última vez. Aunque él estaba tratando de ser honorable cuando se apartó, la expresión melancólica de su rostro lo había hecho sentirse como un gusano.
Excepto por esos segundos en que había perdido el control, no había hecho nada en esos dos meses para animarla. Debería de sentirse bien por ello, pero se sentía miserable. Continuaba diciéndose que ______volvería pronto a Manhattan y todo iría mejor, pero en lugar de animarlo, ese hecho lo deprimía.
______iba todavía por él. Esos rasgados ojos suyos se habían puesto más oscuros, con el color legendario del brandy, mientras descubría lentamente su imprevista presencia esa noche. Deseaba que Sharon se enfrentara a él como lo hacía _____, pero Sharon era una cosita dulce, sin una sola onza del descaro de _____, no se podía ni imaginar que discutiera con él.
Aunque veía a Sharon al menos una vez a la semana, ésta era la  primera vez que había salido con una mujer tímida, y no se había acostumbrado.
Algunas veces la naturaleza humilde de Sharon había comenzado a irritarle, pero entonces había recordado el beneficio. Nunca en su vida tendría que preocuparse de que Sharon Anderson les diera una bofetada a sus hijos cuando estuviera molesta. Nunca tendría que preocuparse de que ella tratara a sus hijos como su madre lo había tratado a él.
______golpeaba ligeramente el suelo con la punta de uno de sus altos tacones haciendo que sus pendientes se balancearan de acá para allá entre su pelo.
—¿Por qué quiere Ron que asistas? No me dijo nada al respecto.
—Eso tendrás que preguntárselo a él.
—Intenta adivinarlo.
—Bueno, dijo algo sobre que tal vez fuera necesario un quarterback de respaldo.  En caso de que pierdas las formas o algo así.
—¿Ah, sí?
—Tienes la costumbre de perderlas a veces, lo sabes.
—¡No lo hago!
Ella abrió bruscamente el botón de su abrigo, y cuando él vio lo que llevaba puesto debajo, su diversión se desvaneció.
—¿Pasa algo? —Con una sonrisa enloquecedora, se sacó el abrigo, dejando
los hombros al aire.
Él sintió como si se hubiera desnucado. ¿Cómo podía llevar algo así? Él se había reprimido durante demasiado tiempo, y ahora explotó.
—¡Maldita sea! ¡Cuando estoy a punto de pensar que has aprendido a tener un poco de sentido común, haces que cambie de opinión! ¡Hasta ahora realmente creía que podrías tener algo de cabeza para este negocio, pero me doy cuenta de que ni siquiera te acercas!
—Caramba, caramba. Alguien está algo gruñón esta tarde. Quizá deberías ocuparte de tus propios asuntos e irte a casa. —Terminó de quitarse el abrigo y lo llevó al ropero, contoneando las caderas de lado a lado. Cuando se volvió hacia él, sintió el latido de su pulso en la sien. Justo unos momentos antes, había pensado en cuánto disfrutaba las ropas provocativas de _____, pero eso fue antes de ver lo que llevaba puesto en ese momento.
Ella estaba vestida como la prostituta de una casa de esclavitud. Desplazó la mirada por el largo vestido negro y ceñido que parecía más un arnés de S&M que una prenda de vestir. La mitad superior estaba hecha de red y tirantes negros. Uno de los tirantes rodeaba su cuello como un collar, del que salía una especie de abanico que se abría hasta un tira ligeramente más ancha que un cinturón que se situaba en el punto medio de sus pechos y que no cubría mucho más que sus pezones. Todo cubierto por una red que tenía agujeros de gran tamaño por los que podía ver la parte superior e inferior del pecho presionando contra la estrecha tira negra.
En su cintura la red se transformaba en una tela fluida que se pegaba a cada curva de sus caderas como si fuera pintura. Cerca de sus muslos, el vestido estaba adornado con cadenas doradas que parecían ligueros, pero los ligueros deberían estar ocultos en vez de estar donde todo el mundo los pudiera ver. Añadiendo más leña al fuego, la prenda estaba cortada en tiras por todos lados de manera que se veía prácticamente todo.
Él deseó cubrirla con su chaqueta y esconderla del mundo porque no quería que otras personas vieran tanto de su cuerpo, lo cual era una completa ridiculez considerando lo que le gustaba exhibirse sin ropa. La agarró del brazo y la condujo hacia una alcoba al lado del vestíbulo donde la podía ocultar de la vista de todo el mundo y reprenderla en serio.
—¿Esta es la idea que tienes de cómo te debes vestir para una reunión de negocios? ¿Esta es tu idea de qué llevar puesto cuando quieres negociar un contrato? No me digas que no sabes que lo único que vas a negociar arreglada así, es como puedes chasquear un látigo sobre el trasero desnudo de un hombre.
—¿Y cuanto pagaste por eso la última vez?
Antes de que él pudiera recobrarse de esa puya, ella se deslizó detrás de él. Cuando se giró, vio que Ron entraba, y fue obvio por la expresión atontada de su cara que estaba igual de sorprendido por el atavío de _____. Los ojos de los dos hombres se encontraron, y Joe  se preguntó si parecía tan indefenso como Ron. ¿No se daba cuenta ______de que estaban en DuPage County? Las mujeres no se vestían así en DuPage County, Cielo Santo. Iban a la iglesia y votaban a los republicanos, tal como sus maridos les decían.
Mientras se acercaba a ella con la vaga idea de cogerla desde abajo para luego cargarla sobre su hombro, se acercó uno de los lacayos de Keane. Antes de que Joe  la pudiera detener, ella se dirigía hacia él.
No tuvo otra elección que seguirla. Por acuerdo tácito, él y Ron aligeraron sus pasos hasta apartar al lacayo y posicionarse a ambos lados de ella. Al final del vestíbulo, atravesaron la puerta al comedor privado de Jason Keane.
Joe  conocía a Keane desde hacía casi diez años. Habían coincidido en fiestas algunas veces, habían jugado un poco al golf. Una vez que habían pasado un fin de semana pescando en las aguas profundas de las Caymans con un par de modelos de lencería. A Keane siempre le había atraído las mujeres y, por lo que había oído Joe , llegar a los cuarenta años no le había hecho querer asentarse.
 
El pequeño comedor parecía la biblioteca de una casa solariega inglesa, con alfombras orientales, butacas de cuero y paneles revestidos de madera oscura.
Pesadas molduras enmarcaban el falso techo, meticulosamente adornado con medallones de yeso y vides que se movían trémulamente provocando sombras con el fuego de la chimenea. Los pesados cortinajes de terciopelo se habían cerrado delante de la ventana, ocultando la vista verde que había detrás. La mesa ovalada de cubierta adamascada estaba meticulosamente puesta para seis con cubiertos de plata y porcelana china decorada en borgoña y dorado.
Jason Keane, junto con dos de sus colegas, aguardaba al lado de la chimenea con una copa del cristal en las manos. La atmósfera era decididamente masculina, y cuando Joe  entró en la habitación con _____ vestida con sus ropas de esclava, el incómodo recuerdo de uno de los libros pornográficos favoritos de Valerie volvió a él. Negó la desagradable sensación de que ______era una colegiala y que estaba a  punto de ofrecerla a la
hermandad.
Keane vino hacia ellos, con la mano extendida. El arrollador multimillonario era un hombre de mundo, pero tampoco pudo ocultar su asombro ante el vestido de _____. Ese asombro rápidamente se convirtió en algo más íntimo, y Joe  tuvo que contenerse para no apartarlo de un empujón, ponerse delante de ______y decirle a Jason que pusiera sus ojos en otro sitio que esa rubia tonta era suya.
Keane chocó la mano de Joe .
—¿Cómo te va en el golf, colega?¿Ya eres capaz de hacer dieciocho hoyos delante de cualquiera?
—Me temo que no.
—¿Por qué no quedamos en Pebble el mes que viene para jugar?
—Estaría bien.
Keane saludó a Ron, que le presentó a _____. Para disgusto de Joe , ella interpretó su papel: voz susurrante, caídas de ojos, pechos presionando contra la estrecha banda negra. Mientras se mostraba a Keane y sus chicos, no miró ni una vez en dirección a Joe .
Joe  observaba con una combinación de repulsa y furia como Keane curvaba la palma de su mano sobre el hombro desnudo de ______y la atraía hacia la chimenea. Keane era la perfecta imagen de un hombre de mundo, con esmoquin a medida y camisa de pliegues con gemelos de diamantes de medio quilate. De altura y constitución común, tenía el pelo oscuro y la frente alta.
Hasta esa noche Joe  había considerado a Jason un tío bien parecido, pero ahora decidió que su nariz era demasiado grande y sus ojos demasiados separados.
Joe  tomó un copa de un camarero y saludó al otro hombre presente, Jeff O'Brian, el contable de Jason, y Chet Delahunty, su abogado. Tan pronto como pudo escaparse, se acercó a la chimenea para escuchar a escondidas. Ron obviamente tuvo la misma idea porque se colocó a su lado.
______estaba de espaldas a ellos, y él estaba casi seguro de que podía ver hasta la raja del culo bajo ese material fluido del vestido. Ella estaba provocando a Jason con los ojos y apoyándose en él como si fuera una farola de la calle. La presión sanguínea de Joe  subió hasta la estratosfera.
—¿Te puedo llamar Jason? —coqueteó—. Tenemos tantos amigos en común.
Joe  esperó que Keane babeara.
—¿Cómo quien?
—La mitad de Manhattan. —Ella descansó la mano posesivamente en su manga, la posición de sus uñas rojas hacía que parecieran gotas de la sangre brotada por algún látigo—. Conoces a los Blackwells y a Miles Greig, por supuesto. ¿No es Miles un bribón? Y Mitzi Wells, con ella fuiste un demonio…
Jason obviamente estaba bajo el influjo de ella, porque la adoración hacía que su sonrisa fuera todavía más amplia.
—¿Conoces a Mitzi?
—Por supuesto. Casi rompiste su corazón.
—No lo hice.
Ella habló cada vez más bajo hasta que su voz fue un susurro, luego se lamió el labio inferior de una manera que hizo que Joe  sintiera como si su cabeza se desinflaba.
—Si te confieso una cosa, ¿no pensarás mal de mi?
—Te lo prometo.
—Le pedí que nos presentara, antes de que los dos salierais en serio, y se negó. Casi rompimos nuestra amistad, pero ahora que te conozco, puedo entender que fuera tan posesiva.
Joe  podía ver a Jason tratando de estudiar el vestido de loba de _____, supuso que para no destruirlo cuando se lo sacara más tarde. Con un murmullo furioso, inclinó hacia atrás la cabeza y vació el vaso. Si Keane le quitaba el vestido sería sobre su cadáver.
La cena estaba lista y tomaron sus lugares alrededor de la mesa, con Jason en una de las cabeceras y Ron y ______a cada lado. Joe  se sentó en la otra cabecera, entre Jeff O'Brian y Chet Delahunty. La comida pareció avanzar lentamente todo el rato. Cuando el plato fuerte fue retirado y el postre servido, todos  los hombres de la mesa habían perdido las esperanzas de intentar conversar, así que se dedicaron a escuchar.
 
Joe  observó como ______chupaba una fresa fuera de temporada con su pornográfica boca. Mientras ella miraba fijamente a los ojos de Keane, se dijo a sí mismo que se iba a declarar a Sharon Anderson ese mismo fin de semana.
Ron apenas había levantado la vista de su plato durante toda la cena, pero cuando se sirvió el café, finalmente pareció volver a la vida, casi noventa minutos tarde, por lo que a Joe  concernía.
—Perdóname por interrumpir tu conversación, _____, pero creo que deberíamos centrarnos en la razón de la reunión de esta noche.
______lo miró tan inexpresivamente que Joe  estuvo a punto de sacudirla.
¿Estaba ella tan ansiosa de sumar a Keane a sus conquistas que se había olvidado de por qué estaban allí?
—¿La razón? —dijo.
—El contrato del estadio —le recordó Ron.
—Oh, bah. He cambiado de idea, Ronnie. No quiero hablar esta noche. ¿Por qué no te relajas y pasamos un buen rato? Jason y yo somos amigos ahora, y todo el mundo sabe que no se debe hacer negocios con los amigos.
—Esta mujer me gusta. —Jason se rió entre dientes.
—Ronnie sólo piensa en los negocios. Es tan aburrido. Hay cosas más importantes en la vida que un viejo contrato.
Joe  se enderezó en su asiento. Algo pasaba aquí. ______se preocupaba por el contrato, y nunca llamaba Ronnie al presidente.
Keane le echó a Ron una sonrisa engreída.
—¿Por qué no tomas más vino, McDermitt?
—No, gracias.
—No pongas mohines, Ronnie. Llamas a Jason mañana y le dices lo que he decidido.
—¿Y que hay que decidir? —dijo Keane llanamente—. Todo está bastante claro de antemano.
Otra vez, ella curvó los dedos en su manga.
—No exactamente, pero no vamos a estropear esta noche hablando de negocios.
Keane se puso casi imperceptiblemente alerta.
—Te hemos enviado un contrato común y corriente. El mismo que tu padre firmó. Espero que estés satisfecha.
—Yo no estoy satisfecho —dijo Ron con una energía que ganó la admiración de Joe . Esperó con interés oír la respuesta de _____.
—Oh, no estoy satisfecha —se rió nerviosamente—. Ronnie me hizo ver el mal trato que tenían los Stars y me convenció que tenía que hacer algo. — Cómo un niño pequeño recitando una lección adecuadamente aprendida, ella dijo—: Ronnie continúa recordándome que ahora soy una mujer de negocios, Jason. Y aunque probablemente sólo poseeré el equipo durante poco tiempo más, tengo que pensar que ahora soy la dueña.
Joe  mantuvo la expresión cuidadosamente en blanco mientras se reclinaba en su silla para mirar la función. ¿Qué se traía entre manos su rubia tonta, que tan lista había resultado?
Ella puso los ojos en blanco.
—Sé lo que estás pensando. Crees que ______Somerville no es lo suficiente mujer de negocios para hacer las llamadas difíciles, pero no es cierto.
—No pienso eso.  —La sonrisa perezosa de Keane era afilada como un hacha mientras la miraba fijamente—. ¿Qué tipo de llamadas difíciles tienes que hacer? Tal vez te pueda ayudar. Tengo mucha experiencia con ese tipo de cosas.
La boca de Ron se inclino de tal manera que, en cualquier otro hombre, hubiera sido una burla.
—Trata de manipularte, _____. Ten cuidado.
______arrugó la frente.
—No seas grosero, Ronnie. Jason no haría nada así.
Los ojos de Keane eran como rayos x taladrando su cráneo, como si tratara de ver lo que guardaba su mente.
—Por supuesto, no lo haría. Todos nosotros tenemos que hacer llamadas difíciles a veces.
La cantinela de ______se convirtió en algo cercano a un quejido.
—Pero éstas eran realmente duras, Jason. Ronnie continuó diciéndome que no sería una locura, pero ahora no estoy tan segura. No creo que estés muy contento cuando los Stars se muden.
Jason se atragantó con el café que estaba bebiendo.
—¿Mudarse? —Su taza aterrizó en el platito con estrépito, y toda su coquetería desapareció—. ¿De qué diablos hablas? ¿Mudarse dónde?
Joe  observó como el labio inferior de ______realmente comenzaba a estremecerse.
—No te disgustes. Ronnie me lo explicó, y todo estará bien. Vamos a ejercer esa opción de un año que tenemos contigo para la próxima temporada, así que no nos moveremos inmediatamente. Tendrás tiempo de sobra para encontrar otro equipo que juegue en tu estadio.
Keane habló entre dientes directamente a _____.
—¿Exactamente donde crees que vas a llevar los Stars?
—A Manhattan, tal vez. ¿No sería genial? No estoy absolutamente segura, claro está, de que los otros dueños de equipos estén de acuerdo, pero Ronnie contrató a estos sabihondos para hacer un gran estudio de mercado y le dijeron que el área de Manhattan definitivamente puede soportar a otro equipo de fútbol.
Keane, decidiendo donde obviamente residía el poder real de los Stars, le echó a Ron una mirada de pura furia.
—¡Eso es ridículo! Los Stars no podrán usar el Giants Stadium. No hay manera de que jueguen allí dos equipos.
Pero ______no estaba lista todavía para pasarle la pelota a su presidente, así que otra vez ahuecó el brazo de Keane.
—No el Giants Stadium. Eso está en Nueva Jersey, por el amor de Dios, y nunca voy a Nueva Jersey a menos que esté camino de Filadelfia. Solo que no posea el equipo, no quiere decir que no planee ver cada partido. Estoy loca por el fútbol ahora que conozco a todos los jugadores.
—¡No puedes mover al equipo a menos que tengas un estadio! —Keane casi gritaba—. ¿No te dijo eso McDermitt?
—¡Pero es que esa es la mejor parte! Donald acaba de recobrarse de todas esas cosas horribles que le ocurrieron hace unos años y quiere construir un estadio en forma de domo en esos terrenos de West Side que posee. —Sus cejas se arquearon sugerentemente—. Somos muy amigos, sabes, y me dijo que me daría mi propio palco como regalo si firmaba un contrato con él antes de que el equipo sea de Reed. —Pareció afligida—. No te disgustes, Jason. Tengo que hacer lo qué Ronnie me dice. Él se molesta si no me comporto como una mujer de negocios real.
Joe  estaba agradecido de que nadie le prestara atención a él porque se había mareado. Sin embargo, tenía que descubrirse ante el chico. Ron se reclinaba en la silla con la pose presumida de un mafioso que tenía interés mayoritario en una compañía de hormigón.
La actitud de Keane experimentó una sutil transformación, y miró a _____ de una manera que tenía poco de amistosa y condescendiente. Por la mente de Joe  pasó el pensamiento de que Keane, con todas sus maneras, debería tener cuidado. Joe  sabía después de pasar por la experiencia que no era fácil vérselas con los dos estafadores.
—Tengo que advertirte que aunque la cosa parece tentadora, es sumamente dudoso que la liga estuviese de acuerdo en un tercer equipo en el área de Nueva York. Si yo fuera vosotros, no apostaría por mover los Stars a
Manhattan.
______le echó la misma risita que sólo diez minutos antes había hecho rechinar los dientes de Joe . Ahora sonaba musical como las campanas de una iglesia. ¿Cómo podía haber dudado de ella? No sólo era como un látigo, tenía agallas.
—Eso es exactamente lo que dijo Ronnie —gorgojeó— pero tengo un plan B.
—¿Lo tienes?
Ella se apoyó más cerca.
—Te puedes creer que Baltimore quiere tener su propio equipo en la NFL. Desde que tuvieron los… —Recorrió con la mirada la mesa hacia Joe , y él finalmente la conocía lo suficiente como para reconocer el destello de sus ojos.
Mientras continuaba con expresión inescrutable, su pecho se hinchó de orgullo—. ¿Cuál era el nombre del equipo que dejó Baltimore? —preguntó.
—Los Colts.
—Ese. Desde que los Colts se fueron, Baltimore no tiene equipo. Y también está Orlando.  —Una expresión de pura dicha se reflejó en su cara—. Esos hombres son los tíos más simpáticos del mundo. La semana pasada cuando hablamos, me regalaron una pluma de Montblanc con las orejas del ratón Mickey de oro. —Gimió suavemente, como Minnie y suspiró con gusto—. Oh, me encanta Orlando. La situación del estadio sería justo al lado de Disney World.
Keane pareció quedarse estupefacto.
—Así que ya ves, soy una buena mujer de negocios. —Se quitó la servilleta del regazo y se levantó—. Ahora si los caballeros me disculpan, voy a visitar el baño de las chicas. Y, Ronnie, sé cortés con Jason mientras no estoy. Has obtenido todo lo que querías, así que puedes ser generoso.
Cuando se alejó de la mesa, todos los ojos la siguieron. La puerta se cerró.
Joe  quiso dejarse caer precipitadamente ante sus pies y besárselos. En ese momento, supo sin duda alguna que no podría casarse con Sharon Anderson, y sintió como si le hubieran quitado un peso enorme de los hombros. _____ llenaba su corazón, no Sharon, e iba a tener que replantearse todo otra vez. El futuro que antes se presentaba lóbrego y deprimente ante él, ahora se tornaba inesperado, haciendo que experimentara un ataque de regocijo.
Jason tiró la servilleta sobre la mesa, se puso precipitadamente de pie, y se volvió en contra de Joe .
—¡Pensaba que éramos amigos! ¿De que demonios va esto?
Joe  embozó su júbilo con indiferencia.
—Es un asunto administrativo. Yo no me meto.
—¡Ni siquiera cuando tu equipo de fútbol puede acabar por llevar puestas una jodidas orejas de ratón en los cascos!
Joe  colocó la taza sobre la mesa y deliberadamente pasó la servilleta sobre su boca.
—Considerando todo, creo que Baltimore es más probable. Está más cerca de Manhattan.
Jason revolvió su cólera contra Ron.
—Todo esto es obra tuya, McDermitt. ¡Has manipulado a esa jodida cerebro de mosquito! ¡Dios mío, la llevas donde quieres por la jodida nariz!
La sonrisa de Ron reveló los dientes de un tiburón recién nacido.
—Hice lo que tenía que hacer, Keane. Llevas años jodiéndonos, y finalmente encontré la manera de detenerte. Bert nunca consideraría mover el equipo, pero ______no tiene su sentido de la tradición, y fue realmente fácil
persuadirla de que mirara a otro sitio. Tiene contactos maravillosos, lo sabes, y no quiero ni preguntar demasiado como lo ha hecho. Un día está en el teléfono con Trump. Al día siguiente con Disney. Han ofrecido rentas bajas, porcentajes altos. Pagarán la cuenta de seguridad. Supongo que esto dejará el estadio
vacío, pero quizá los Bears…
—¡Que se jodan  los Bears! —gritó Keane—. ¿Crees que quiero a McCaskey oliéndome el culo? —Sus ojos viajaron de Ron a Joe  y otra vez a Ron. Y luego se estrecharon suspicazmente. Miró a su abogado—. Vigila la puerta y entretén a ______si regresa. O'Brian, llama a Trump.
Joe  pudo ver el parpadeo de alarma en los ojos de Ron, y no pudo evitar una súbita desilusión. Lo hiciste lo mejor que pudiste, _____, pensó.
Desafortunadamente, Keane no era tan fácil de engañar como él había creído.
Un silencio pesado descendió sobre la habitación mientras esperaban la llamada. Después de varios momentos de espera, O'Brian le pasó el teléfono a su jefe.
Keane habló al aparato con falsa cordialidad.
—Donald, soy Jason Keane. Lamento interrumpirte, pero he oído un rumor interesante.  —Caminó hacia la chimenea—. Por aquí se dice, que planeas levantar un estadio en esos terrenos de West Side que posees. Si es cierto, podría interesarme el negocio. ¿Tienes pensado algún equipo?
Él agarró el aparato más fuerte con la mano, mientras escuchaba.
—¿Es ese? No, entiendo. Creía que eran los Jets… ¿En serio? Bueno, esas cosas ocurren. Sí, ciertamente. Oh, ciertamente…
Hubo una pausa larga.
—Lo haré. Por supuesto. También me alegro de haber hablado contigo.
Su cara estaba gris cuando colgó el teléfono con fuerza.
—El hijo de puta quiere a los Stars. Me dijo que le ha ofrecido a ______un palco de mármol rosa. El bastardo tuvo el morro de reírse…
El silencio cayó en la habitación.
Ron se aclaró la voz.
—¿Quieres que consiga los nombres de los hombres con los que habló en
Orlando y Baltimore?
—No te molestes. —Mordió. Joe  casi podría ver los engranajes que movían la mente bien engrasada de Keane—. Joe , recuerdo que admirabas ese palo antiguo que tengo de George Low Wizard. Es tuyo si consigues que ______se vaya.
—Estoy encantado de ayudar a un amigo —dijo Joe  lentamente.
—Y tú. —Keane señaló a Ron con el dedo—. No vas a ninguna parte hasta que firmemos un nuevo contrato. Ron se tomó tiempo para seleccionar un puro de la caja que había llegado a la mesa junto con el brandy. Lo rodó entre sus dedos como un Daddy Warbucks en miniatura.
—Tendrá que ser una oferta  atractiva, Jason. Muy atractiva. A mi me encanta Orlando.
—¡Será suficientemente atractiva, asqueroso hijo de puta!
—Entonces negociemos. —Ron sonrió colocando el puro en una esquina de su boca—. Y Keane, no te olvides que tenemos a Trump.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:29 pm

CAPÍTULO 20   2/4
 
Parte 1:
—¿Estás seguro que me has dicho todo lo que ocurrió después de que saliese al baño? —Ya que la calefacción del Ferrari estaba a tope, los dientes de ______no castañeaban de frío, sino de una sobredosis de adrenalina.
—Todo lo que puedo recordar.
Realmente todavía no podía asimilar el asombroso hecho de que ahora mismo, Ron y Jason Keane estaban renegociando el contrato del estadio. Pensó en su padre y experimentó una extraña y familiar sensación de paz al percatarse de que nunca había tenido que probarle nada a él, sólo a sí misma.
El Ferrari rebotó contra un bache del camino y repentinamente se dio cuenta de que estaban en el campo.
—Creía que me llevabas a casa.
—Lo hago, a mi casa.
—¿Por qué?
—Porque la última vez que pasé por tu casa, Molly estaba allí con tres de sus amigas. Creo que nunca creí que cuatro adolescentes pudieran gritar tan alto. —La miró—. Creo que tú y yo necesitamos algo de privacidad para poder discutir a fondo algunas cosas.
______no podría pensar en nada que tuvieran que decirse que no pudiera esperar hasta el día siguiente. Después de lo sucedido la semana anterior en la sala de pesas, no podría soportar otro rechazo, y sabía que no debería estar a solas con él. Pero como ya habían tomado la senda que conducía a su casa, era un poco tarde para pedirle que diera media vuelta.
—Primero vamos a hablar —dijo él— y luego vamos a quemar ese vestido que llevas.
Él miraba ceñudo, así que dudaba que su comentario tuviera algún tipo de intención sexual; cuando el Ferrari aceleró bajo los árboles desnudos cuyas esqueléticas ramas destacaban a contraluz en el cielo de la noche, se percató de que tenía las manos húmedas.
—Es un Versace.
—¿Perdón?
—Mi vestido. Es de Versace. El diseñador. O al menos es una copia de un Versace. Tengo una amiga en Manhattan que puede copiar a cualquier diseñador…
—¿Qué le pasa a tu voz? Suena rara.
—Me tiemblan los dientes. —El coche cogió un bache y rebotó.
—Pues he puesto la calefacción. Hace calor.
—No tengo frío. Supongo que es una reacción atrasada. Estaba un poco nerviosa esta tarde.
—Lo hicisteis condenadamente bien. _____, en toda mi vida vi nada como lo que hicisteis esta noche. Sin embargo, estoy un poco resentido con Ron por no haberme contado tus planes, sobre todo teniendo en cuenta que me invitó a presenciarlo todo.
—Ron no sabía exactamente qué pensaba hacer.
—¿Estás diciéndome que él estaba improvisando allí dentro?
—No del todo. Le dije que tipo de actitud quería que asumiera, pero no le conté los detalles de lo que tenía intención de hacer. Tiene ese problema de la  arritmia. Le viene cuando se pone demasiado nervioso, y temí que pudiera delatarme. Pero es bueno improvisando, así que no estaba demasiado preocupada.
—Mi respeto por mi buen amigo Ron aumenta día a día.
Se detuvieron delante de la granja de piedra, donde débiles charcos de luz dorada salían de las ventanas de la sala de estar encima del porche. La vid colgaba seca y marchita sobre el emparrado del fondo del porche, pero de alguna manera lograba ser bella en la fría noche de diciembre. Ella esperó hasta que él le abrió la puerta, y cuando lo hizo, se vio forzada a sacar primero sus piernas para salir porque su vestido era demasiado estrecho.
Él tendió la mano para ayudarla. Cuando sus dedos se cerraron alrededor de los de ella, trató de reprimir un temblor de excitación. El crujido de una hoja sonó bajo el tacón de sus zapatos negros cuando Joe  y ella subieron los escalones al mismo tiempo.
Él abrió la puerta y la dejó pasar delante.
—Creí que todo había terminado cuando Keane realizó esa llamadita a tu buen amigo, Donald Trump.
—Donald tiene mucho sentido del humor. No me costó nada persuadirle de que avalara mi historia.
El vestíbulo estaba iluminado por una sola lámpara de latón situada encima de una consola antigua.  Lo siguió a la sala de estar, donde encendió más luces hasta que el interior de la habitación se llenó de una incandescencia acogedora.
Por segunda vez, volvió a descubrir su casa. Una sudadera azul marino colgaba sobre el brazo del sofá a cuadros verdes y rojos, mientras ejemplares de todos los periódicos de Chicago, junto con el Wall Street Journal, estaban
desparramados por el suelo cerca de una de las sillas reclinables. Olía a ajo y canela.
—Este lugar es muy hogareño —dijo ella con tristeza.
Él siguió la dirección de  su mirada hasta una cesta donde se habían amontonado piñas para la chimenea.
—Me gusta tener alrededor cosas naturales.
Él se despojó de la chaqueta del esmoquin y, al tiempo que atravesaba con grandes pasos sobre la alfombra hacia la chimenea, tiró de la pajarita. Los extremos colgaban cuando se inclinó hacia delante para colocar madera para encender el fuego. Después de que prendió, cerró la pantalla de la chimenea y se enderezó.
—¿No te quitas el abrigo?
Tal vez fuera el resultado de todas esas agotadoras semanas de perlas y diademas, pero no quería estar con él vestida con el vulgar vestido que había usado para desarmar a Jason Keane, no mientras la envolviera la comodidad acogedora de esa vieja casa maravillosa.
—Tengo un poco de frío.
Si él supo que mentía, no dio ninguna muestra de ello.
—Voy por una cerveza. ¿Quieres algo caliente? ¿Café? ¿Té?
—No, gracias. —Cuando él se movió hacia la cocina del fondo, ella se quitó el abrigo y lo reemplazó con la sudadera de cremallera que reposaba en el brazo del sofá. Mantenía el fresco aroma del detergente mezclado con un olor ni muy especiado, ni muy cítrico, pero que era indiscutiblemente de Joe  Jonas . Se sentó en un extremo del sofá cuando él regresaba con una botella de Old Style en la mano.
Él se sentó en el otro extremo, se apoyó contra el respaldo, colocando un tobillo sobre la rodilla contraria.
—Ron y tú sois realmente buenos montando charadas de esas. La de esta noche fue incluso mejor que la que me hicisteis a mí. De paso, te diré que soy un hombre lo suficiente maduro para admitir que tenías razón sobre él y yo estaba equivocado.
—Gracias.
—Incluso admitiré que tenías algo de razón sobre que el equipo estaba demasiado tenso al principio de temporada.
—¿Sólo algo de razón?
—Bueno, bastante —concedió— pero eso no significa que espere con ilusión volver a oír otro discurso sobre jugadores de fútbol desnudos. —Hizo que se estremecía—. ¿Crees que la próxima vez que Ron y tú la montéis, me lo podríais decir con anticipación? Espero que te dieras cuenta de que casi cometí asalto y agresión esta noche, aunque no tengo seguro si hubiera ido por Keane o por ti.
—Probablemente por Keane. A pesar de todos tus gritos, no te puedo imaginar golpeando a una mujer.
—Olvidas a Valerie.
—Se la deberías presentar a Jason. Son perfectos el uno para el otro.
—¿Cómo lo sabes?
—Instinto. Es el tipo de hombre que disfrutaría de esos juegos salvajes que le van.
—No sé. Algunos de ellos…
—Déjalo. Tengo el estómago débil —Aunque Joe  le había dicho que ya no se encontraba con Valerie, pensar en ellos juntos hacía que se encendiera sus celos, y su voz sonó más sarcástica de lo que esperaba—. Estoy segura que las demás mujeres te deben parecer dóciles después de estar casado con una congresista salvaje.
Él suspiró.
—Pretendes pelearte conmigo, ¿no es cierto?
—No pretendo hacer nada.
—Sí, lo pretendes, y no estoy de humor para pelear. —Él descruzó sus piernas y colocó en el suelo, sobre la alfombra de lana, la botella de la cerveza—. Para lo único que tengo humor es para ir por un par de alicates y ver si te puedo sacar ese vestido.
Ella contuvo el aliento y una oleada de calor atravesó su cuerpo, seguida de incertidumbre.
—Joe , no bromees sobre esto.
—No estoy bromeando. —Su expresión era tan solemne que casi la asustó—. Créeme, he tratado de mantener mis manos alejadas de ti. Pero no lo puedo resistir por más tiempo.
—¿Esto es ahora? —preguntó quedamente.
—¿Dije ahora?
—No.
—Entonces no es ahora. Es sólo lo que dije.
—Ah… —Ella se humedeció los labios secos.
—Primero me gustaría que te quites mi sudadera. El fuego ya está encendido y hace bastante calor.
—Prefiero dejármela puesta.
—¿Me estás diciendo que no quieres hacer el amor?
—No. —Deseó no haber precipitado la respuesta y trató de razonarla—. En el momento que veas el vestido, volverás a gritar otra vez.
—_____, cualquier mujer con medio cerebro se daría cuenta que gritar es lo último que quiero hacer en este momento.
—Eso es lo que dices ahora, pero tu temperamento es imprevisible. No se te ha ocurrido que hice exactamente lo que esperas que haga el equipo.
—¿Quieres volver a eso otra vez?
—Puse mi cuerpo en la posición más ventajosa. ¿No es eso lo que se hace en el fútbol?
—Estás empezando a sacarme de quicio. ¿Lo sabes, verdad?
Ella no se podía resistir a esas pequeñas luces verdes de diversión que bailaban en sus ojos.
—Hay un pequeño cierre en la parte de atrás del cuello.
—Deslízate hacia aquí y enséñamelo.
Ella hizo lo que le dijo y él suavemente apretó sus hombros, indicando que quería que se pusiera boca abajo sobre su regazo. Ella descansó la mejilla en su rodilla, medio tumbada sobre su muslo.
Él acarició su pelo, sacando las hebras que se habían quedado bajo la sudadera.
—Mira, este es nuestro plan. Comenzaremos aquí delante del sofá e iremos trabajando según surja hasta llegar al dormitorio.
—Suena como una limpieza de primavera.
Él suavemente separó la tela fina y suave de sus hombros, se la sacó y la dejó caer al suelo. Las puntas de sus dedos le acariciaron la espalda sobre la tela de red.
—Supongo que podría haber un paralelismo. Puedo pensar en algunas cosas realmente apetecibles que podríamos hacer con jabón y agua.
—Considerando tu historial, probablemente sabes hacer cosas realmente apetecibles con casi todo. —Contuvo el aliento cuando él tocó un lugar particularmente sensible de su nuca.
Él se rió entre dientes y ahuecó la parte posterior de su cabeza con la palma de la mano.
—¿Estás segura que no quieres que te sacuda?
Ella sonrió contra su muslo.
—Estoy segura.
—Esa es otra cosa que me gusta de ti.
Rozó su trasero a través de la sedosa tela del vestido, acariciando sus redondeces, para luego recorrer con la punta del dedo el valle entre ellas, hasta que ella pensó que no lo podría soportar más. Giró la cabeza y presionó sus labios contra su cremallera para descubrir que estaba totalmente excitado.
Él gimió.
—Vas a acabar conmigo antes de empezar.
La levantó por los hombros hasta que pudo envolverla entre sus brazos.
Por un momento sus ojos se encontraron, y ella temió que se apartara como había hecho anteriormente, pero en vez de eso, sus grandes manos de deportista la acercaron más sobre su regazo. Sus labios se encontraron,
abiertos e indagadores. Ella pasó sus brazos alrededor de su cuello y se hundieron en el sofá.
A través de la tela de red, sentía sus manos por todo su cuerpo. Él cambió de posición, tirando del vestido para poder tocarla por todas partes, mientras, ella empezó a tirar de los faldones de su camisa. Los dos se olvidaron de lo precario de su posición hasta que sintieron que caían  del sofá. En cuanto golpearon la alfombra, él se giró para no aplastarla con su peso.
Incluso después de caer, no apartaron inmediatamente la boca el uno del otro. Cuando finalmente abrió los ojos para mirarle bajo ella, él sonreía.
—¿Es suficiente diversión para ti?
—Quiero más.  —No se pudo resistir a besar la pequeña cicatriz de su barbilla.
—_____, querida, tengo que conseguir que salgas de ese vestido.
—No grites… —murmuró.
—Creía que ya te lo había explicado.
— … pero no tengo nada debajo.
Él parpadeó.
—¿Nada? Sé que llevas pantys, yo ví…
Ella negó con la cabeza.
—No llevo pantys. Ni liguero. El vestido es demasiado ceñido.
—Pero llevas medias negras…
—Del tipo que se sujetan solas en el muslo.
Él se salió de debajo de ella.
—______Somerville, ¿me estás diciendo que ni siquiera llevas bragas?
—Se marcan.
—¿Sólo dos medias negras?
—Y unas gotas de White Diamonds.
Él se levantó de un salto y la puso de pie sin ningún tipo de suavidad.
—Nos vamos de cabeza al dormitorio, cariño. Hay probabilidades de que tenga un ataque al corazón antes de que termine la noche y quiero morir en mi cama.
Su absurda broma la hizo sentirse como la mujer más deseable del mundo.
La acurrucó contra su costado mientras caminaban hacia el vestíbulo y subían la escalera. Cuando llegaron arriba, la condujo a través de una puerta que había a la derecha, a un espacioso dormitorio, que parecía ser el resultado de unir varias habitaciones más pequeñas. El techo se inclinaba a ambos lados y la pared de la derecha era de piedra. Al fondo de la habitación había una confortable zona para sentarse, al otro lado había una vieja cama cubierta con una manta india en tonos ocres que iban del negro al naranja, pasando por
verde y crema.
Él se detuvo en medio de la habitación y alcanzó bajo su pelo para abrir el broche de la tela que rodeaba su garganta. Sus habilidosas manos bajaron más y encontraron las fijaciones de la correa que cruelmente se ceñía a sus pechos.
Ella suspiró aliviada cuando la presión se aflojó y el corpiño de red cayó hasta sus caderas.
—¿Duele?
—Un poco.
La rodeó desde atrás y suavemente acarició sus pechos, masajeando las marcas rojas con los pulgares.
—_____, prométeme que nunca te pondrás otra vez algo parecido a esto.
Ella se giró en sus brazos y lo besó para no tener que contestar; porque no le iba a hacer ningún tipo de promesa hasta que ella hubiera oído alguna.
Las grandes manos de Joe  se deslizaron arriba a lo largo de su columna. Él quería seguir besándola para siempre. No tenía suficiente de su boca, de la sensación de su piel, de su dulce esencia de mujer. Pero había esperado demasiado para tenerlo, y lo necesitaba rápidamente, entonces la soltó.

Ella gimió desilusionada cuando él dio un paso atrás. Le gustó que ella no quisiera que se alejara. Sacando el faldón de la camisa de sus pantalones, se  hundió en una silla para mirarla. Un montoncito de tiras y tela de red colgaba en su cintura, y sus pechos, redondos e hinchados, eran tan bellos que no podía arrancar los ojos de ellos. ¿Cómo se había podido imaginar que podría casarse con Sharon cuando sentía algo semejante por _____? Su corazón había sabido la verdad mucho antes que su mente.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:33 pm

 
Parte 2:
 
Él levantó los ojos y lo impactó la incertidumbre que vio en su expresión.
Frunció el ceño, esa vacilación de su gesto estaba completamente en contradicción con su cuerpo pecaminoso. Parecía tan vulnerable que lo asustaba. Alguna parte de él la quería agresiva e indagadora, preparada para poner una muesca más en el poste de la cama al lado de su nombre. Pero su corazón no quería eso. El sonrió para aliviar la creciente tensión entre ellos.
—Me podrías hacer un hombre muy feliz, querida, si dejaras caer ese vestido totalmente, muy despacio, así podría ver si me has mentido o no sobre tu ropa interior.
Sus labios y sus ojos se abrieron suavemente, como si nunca en su vida se hubiera quitado la ropa para un hombre. Esa mirada de tímida inocencia combinada con su cuerpo explosivo casi lo hizo desistir.
Como ella no se movió, él inclinó la cabeza y preguntó suavemente,
—¿No querrás hacer nuevamente eso de la virgen esta noche, no, cariño? Porque me temo que el humor que tengo es para algo más picante
—¿De la virgen? Oh, No. No, yo… —Cogió los trozos de tela de su cintura y comenzó a bajarla.
—Ahora no tan rápido ¿Podríamos fingir, y no tomes esto por la vía equivocada porque no significa nada irrespetuoso, que planeo dejar después un billete de cien dólares en el tocador, y que espero sacar provecho por el strip- tease que voy a pagar?
Su sonrisa era un poco temblorosa.
—Lo que hay debajo de este vestido, definitivamente vale más que cien
dólares.
—Coge mi American Express, y pon tú el precio.
Ella jugueteaba con el vestido justo donde había caído, un poco por debajo de la cintura. Aunque había introducido los pulgares bajo la tela como si se preparara para bajarlo, no pasaba de su ombligo.
—Creía que eras un hombre reformado. Dijiste que no querías más cosas salvajes…
—Eso fue antes de verte con ese maldito vestido.
—¿Te sacarías la camisa primero? Me gusta mirarte el pecho.
—¿Te gusta? —No era la primera mujer que admiraba su cuerpo, pero se sintió inexplicablemente feliz. Lanzó la pajarita sobre un cojín y luego quitó las cintas de la camisa. Sin apartar los ojos de ella, se quitó los gemelos y se despojó de la camisa.
Sus ojos lo recorrieron, lo cual hizo que se sintiera todavía mejor.
—Tu turno —dijo.
Ella bajó el vestido más abajo de sus caderas, pero se detuvo poco antes de que llegara a la parte realmente buena y le echó esa mirada traviesa que él amaba.
—¿Cual es el límite de la American Express?
—Deja de preocuparte del límite de mi tarjeta y comienza a preocuparte de si vas a ser capaz de caminar cuando acabe contigo.
—Tiemblo, Sr. Tío Rudo. —Hizo sobresalir su labio inferior mientras levantaba la cabeza. Luego bajó la fluida tela negra, poco a poco sobre esas caderas redondas y llenas, por esos muslos proporcionados, haciéndolo tan eróticamente que pensó que explotaría antes de haberla tocado siquiera.
Incluso antes de que levantara primero un tacón y luego el otro para dar un paso fuera del charco de red y tiras que se había formado a sus pies, vio que no había mentido acerca de que no llevaba nada debajo.
Dos medias negras de nailon y un par de eróticos zapatos de tacón alto era todo lo que quedaba. Era salvaje y escandalosa y, por el resto de la noche, suya.
Él quiso pasar sus manos sobre cada centímetro de ese cuerpo, metiendo los dedos en cada hendidura, pero tendría que levantarse para hacer eso, lo que quería decir que se perdería esa increíble vista. Así que se quedó donde estaba y la acarició con los ojos, deslizando su mirada por esas increíbles piernas, demorándose en el lugar entre ellas.
Los segundos pasaron, uno tras otro, y el silencio se alargaba haciendo que volviera el nerviosismo de _____. ¿Por qué no decía nada? Cuanto más la miraba, más creía que él había encontrado algo malo en ella. Había rebosado de confianza erótica, pero ahora recordó que ella no era precisamente una flaca modelo tan a la moda. Sus muslos no eran lo suficientemente delgados, sus caderas eran definitivamente demasiado redondas, y la única vez que su estómago había estado realmente cóncavo fue cuando estuvo enferma. Cuando él siguió sin romper el silencio, ella perdió los nervios y se inclinó para recoger las tiras de su vestido.
Él se puso inmediatamente de pie, con la preocupación surcando su frente.
—_____, cariño, estaba bromeando sobre esa cosa de la prostituta. ¿Lo sabes, no? —Quitó el vestido de sus dedos y la cogió en brazos.
Su pecho era caliente contra sus senos. Ella presionó la mejilla contra uno de sus duros músculos pectorales. Su mente le decía que no estaba a salvo en sus brazos, pero su corazón sentía como si hubiera llegado a casa.
—Dime que está mal, cariño. ¿Me he pasado con las bromas? Sabes que no quería herir tus sentimientos.
Podía ocultarse detrás de sus coquetas evasivas de siempre o, podía ser
honesta.
—Me avergonzó que me miraras así.
—¿Así como?
—Sé que debería perder cinco kilos, pero no soporto estar a dieta, y a ti te gustan las mujeres más delgadas. Valerie lo es…
—¿Qué tiene que ver Valerie en todo esto?
—¡Ella es flaca, y yo soy gordita!
—Oh, por el amor de Dios. Me doy por vencido con las mujeres. Definitivamente me rindo.  —Mientras se quejaba, comenzó a acariciar sus caderas, la piel de sus sienes zumbó con el suave roce de sus labios—. Se que hay muchas mujeres que se sienten inseguras de sus cuerpos, y sé que debería ser comprensivo sobre eso. Pero _____, cariño, que tú te preocupes de estar demasiado gorda, es como al millonario que le preocupa que su dinero sea demasiado verde.
—Me estabas mirando.
—Tú me condujiste a ello, pero he aprendido la lección. De ahora en adelante, cerraré los ojos. —Elevó ambos pechos con las palmas de las manos, inclinó la cabeza y tomó el pezón izquierdo con su boca. Cuando lo succionó, sintió como si un líquido burbujeante y caliente se dispersara por todo su cuerpo. Sus inseguridades se desvanecieron mientras echaba los hombros para atrás y se ofrecía a él.
No supo cómo llegaron a la cama, ni lo que sucedió con los zapatos, sólo que él la colocaba sobre la suave manta estampada. Observó como él se quitaba el resto de sus ropas y se acercaba para yacer a su lado.
—Todavía llevo puestas las medias.
—Lo sé. —Pasó sus manos sobre el nailon negro hasta la piel suave, sin protección, del interior de su muslo, y ella se dio cuenta de que las medias lo excitaban.
—Abre las piernas para mí, cariño.
Ella hizo lo que le pidió.
—Más —la urgió—, sube las rodillas.
Ella hizo eso, también.
—Estás mirando de nuevo. —Ella veía su cabeza.
—Y eres tan preciosa aquí como en el resto de tu cuerpo.
Ella apenas podía respirar cuando él recorrió su parte más húmeda con la punta de su dedo índice. Tomándose tiempo. Mirando como su dedo la llenaba.
Algunas veces presionando sus labios en el interior de sus muslos. Murmurando tonterías contra su piel.
Su dedo se puso resbaladizo cuando presionó un poco y luego se retiró, dando vueltas y vueltas en una lenta e interminable misión. Ella se quedó sin respiración, aspiró abruptamente, cogiéndola desprevenida. Su cuerpo ya no estaba en la habitación, ya no descansaba sobre la cama, sino que estaba subiendo vertiginosamente hacia alguna tierra húmeda y caliente.
Él inclinó la cabeza y la tomó con su boca. Ella se perdió en el placer.
Después no sintió un dedo, sino dos, deslizándose profundamente.
Ella supo que la miraba. Oyó las alabanzas a su pasión.
—Eso es bueno, nena. Tan bueno. Deja. Deja, cariño…
—No —ella se quedó sin aliento, casi sin poder hablar—. No. Te deseo
Sus dedos profundizaron más.
—¿Lo haces, nena? ¿Lo haces?
—Sí, yo…
Sus ojos se abrieron repentinamente. ¡Esos dedos! Estaban por todas partes. No tenía vergüenza.
Él se rió como un demonio, carnal y lujurioso.
—Relájate, cariño. Relájate y déjame sentirte.
Ella gimió y lo dejó hacer lo que quisiera, porque nada en la tierra podía hacer que le dijera que se detuviera, ni siquiera cuando tomó su sensible botón en la boca y lo succionó duramente, llevándola a la cima de la montaña.
Ella voló por el espacio, más allá, subiendo vertiginosamente, llegando al sol y luego cayendo de vuelta a la tierra. Él la recogió con seguridad antes de que se golpeara.
Pasaron unos momentos antes de que abriera los párpados.
—No te pude esperar —murmuró finalmente.
—No te dejé —Se situó entre sus piernas.
 
 
Ella estaba húmeda y resbaladiza, pero todavía tenía problemas para albergarle. Sintiendo esa dulce presión, ella inclinó las caderas para sentirlo ahondar más, luego gimió cuando lo consiguió.
Él se quedó paralizado.
—¿Estoy lastimándote?
—No —susurró roncamente sin aliento— es maravilloso.
Él arqueó la espalda como un gran gato salvaje, movió las caderas, y ella se corrió otra vez.
Él rió cuando sintió sus estremecimientos, luego llenó su boca con su lengua y envolvió su cuerpo. Era suyo ahora. Dulces despojos ganados en un sedoso combate. Cada centímetro le pertenecía, y la tomaría como deseaba.
Duro y profundo, haciéndola sentir el crudo poder de una fuerza mucho mayor que la de ella. Usándola vergonzosamente. Sensualmente. Haciéndola gritar de pasión una y otra vez.
El sudor bruñía su cuerpo pero no se permitiría alcanzar el clímax hasta que no hubiera terminado con ella; No había sido suficiente, ni siquiera cuando había puesto sus rodillas sobre sus hombros y había penetrado tan
profundamente en ella que se había quedado sin respiración.
¡No era suficiente! Quería más. Más de su sexo. De su corazón. De su alma.
Ella dio un grito suave que le hizo pedazos, y algo dentro de él se desató, algo que debería haber permanecido envuelto, totalmente cerrado y seguro.
Asustado por instintos que había desarrollado en su infancia, instintos que lo advertían contra el dolor abrasador e insoportable de las emociones, la giró y la puso de rodillas. Con una mano presionó su nuca para mantener sujeta su cabeza, levantó sus caderas, doblando sus rodillas. Su cabello rubio formaba remolinos, como una trama dorada, sobre la almohada. Él empujó en ella desde atrás, al tiempo que ahuecaba sus generosos pechos en sus manos y rodaba los pezones entre sus dedos, llevándola al más dulce de todos los confines de este lado del placer.
Ella gritaba su nombre, rogándole que la llevara más allá del borde otra vez, y esta vez supo que no la podría enviar sola.
Su cara estaba oculta, su sexo sobresalía para su uso. Mientras la penetraba profundamente como un animal, no debería haber sentido toda esa ternura envolvente, esas sensaciones tan calientes y suaves que casi lo hacían llorar. Intentó mantener alejados esos sentimientos, maldiciéndose a sí mismo, pero cuando ella se convulsionó alrededor de él, habría matado por ella.
La dureza lo abandonó y la giró para poder contemplar esa bella cara suave, las mejillas enrojecidas, los labios abiertos. Apretándola contra él, cerró los ojos con fuerza, oponiéndose a la oleada de emociones que se negaba a dar nombre.
Con un gran grito, la inundó.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:46 pm

CAPÍTULO 21   3/4
 
Parte 1:
                
Joe  atravesó el dormitorio, sin ser consciente de su desnudez. Mientras, ella yacía en la cama y contemplaba las muchas cicatrices de su cuerpo, pensando en todos los golpes que habría sufrido durante años. Él tomó un
albornoz blanco del armario y se lo puso en silencio.
—_____, tenemos que hablar.
Nunca lo había visto tan serio y recordó lo qué había ocurrido la primera vez que habían hecho el amor en aquella habitación del hotel de Portland.
Él se acercó a la cama y se sentó en el borde cerniéndose sobre ella.
—Me temo que perdimos el control. No usé nada.
Ella lo contempló sin expresión en la cara.
—No sé lo que sucedió. Nunca he sido tan descuidado, ni  siquiera cuando era joven.
Llegó la comprensión y con ella un irracional sentimiento de desilusión ante la idea de que dejarla embarazada fuera tan perturbadora para él.
—No tienes que preocuparte. Tomo la píldora. —Él nunca sabría qué poco hacía de eso, desde justo después de la noche del avión.
—Estamos en los años noventa. Me preocupa algo más que el control de natalidad. Desde hace años no me he acostado nada más que con Valerie, y mi contrato con los Stars requiere que pase exámenes médicos regularmente. Sé que estoy sano. —El la miró directamente a los ojos—. Pero no sé lo mismo de ti.
Ella clavó los ojos en él.
—Has llevado una vida un tanto promiscua —dijo quedamente—. No te estoy juzgando, sólo quiero saber que precauciones has tomado y cuanto tiempo hace que te has hecho un análisis de sangre.
Finalmente entendió lo que quería decir. ¿Cómo podía admitir ante este hombre de mundo que el SIDA no había sido importante la última vez que ella se había acostado con otro hombre? Incorporándose, se apoyó en la almohada con un codo y lo contemplo a través de un mechón de pelo que le había caído sobre un ojo.
—Te aseguro que sabes como hacer que una chica se sienta bien.
—Esto no es una broma.
—No, no lo es. —Sacó las piernas por el otro lado de la cama y se dirigió a la silla donde él había dejado caer la camisa del esmoquin. No quería mantener esta conversación desnuda y no se podía hacer a la idea de forcejear para volver a meterse en su vestido mientras él observaba—. No tienes de que preocuparte. Estoy limpia como una patena.
—¿Cómo lo sabes?
Ella deslizó los brazos en las mangas de la camisa.
—Lo sé.
—Me temo que con eso no llega.
—No tienes de qué preocuparte. Créeme. —La camisa no tenía botones, solo cintas, se las envolvió dos veces alrededor de su cintura y aseguró los extremos.
—No me estás mirando. ¿Qué me ocultas?
—Nada —mintió.
—Entonces siéntate, y así podremos hablar cara a cara.
—No tengo nada que decirte. Quizá sea mejor que me lleves a casa.
Él se levantó.
—No hasta que hablemos. Me estás asustando.
No sonaba asustado. Sonaba enfadado. Se puso los tacones.
—Estaba bien en mi último reconocimiento médico.
—¿Cuándo fue?
—En primavera.
—¿Con cuantos hombres te has acostado desde entonces?
Su pregunta era justa, pero ella todavía estaba mareada por dentro.
—¡Docenas! ¡Todo el mundo sabe que me acuesto con todo el que me lo pide!
En dos grandes pasos estuvo a su lado.
—¡Maldita sea, no hagas esto! ¿Cuántos?
—¿Qué quieres nombres y direcciones? —Se mordió el labio, tratando de parecer dura y difícil.
—Primero dime cuantos.
Sintió el escozor de las lágrimas en sus ojos.
—Vas a tener que confiar en mí. Te he dicho que no tienes de qué preocuparte. Mi vida sexual no es asunto tuyo.
—Ahora mismo, si lo es. —La cogió del brazo, sin lastimarla, pero dejándola saber que no la dejaría escaparse—. ¿Cuántos?
—¡No me hagas esto!
—¿Cuántos, maldita sea?
—No ha habido nadie, sólo tú.
—Seguro —dijo arrastradamente.
Su escepticismo fue el toque final para una noche que había sido una montaña rusa emocional, y las lágrimas se derramaron de sus ojos.
—Cree lo que quieras. —Se apartó de él para dirigirse a la puerta.
Su voz fue suave cuando la cogió antes de que pudiera escaparse, girándola en sus brazos hasta que la pudo abrazar contra su pecho.
—No llores por mi culpa. No tienes que llorar, cariño. Solo dime la verdad…
—No ha habido nadie desde hace mucho tiempo —dijo con cansancio—, mucho tiempo.
Él la echó hacia atrás lo suficiente para poder mirarla a los ojos, y ella vio que su cólera había sido reemplazada por desconcierto.
—¿Estás diciendo la verdad?
Ella afirmó con la cabeza.
Él deslizó sus dedos en su pelo y la apretó contra el hombro del albornoz.
—No entiendo nada.
—Supongo que no —murmuró.
La llevó hasta una cómoda butaca y la sentó en su regazo.
—¿Qué vamos a hacer sobre esto? Me has puesto la vida del revés desde que te conozco. —Acomodó su cabeza bajo la barbilla—. ¿Cuándo dices que hace mucho tiempo, estamos hablando de más de un año?
Ella asintió.
—¿Más de dos?
Asintió con la cabeza otra vez.
—¿Bastantes más?
Otra inclinación de cabeza.
—Comienzo a entenderlo. —Acarició su pelo—. ¿Realmente amaste a Flores, no es cierto?
—Más de lo que haya amado a nadie. —Hasta ahora, pensó.
—¿Estás tratando de decirme que no ha habido nadie en tu vida desde entonces? ¿Es eso? _____, ¿no se murió hace seis o siete años?
Iba a tener que hacerlo. No había esperanzas para un futuro juntos a menos que se atreviese a decirle la verdad y le dejara ver como era en realidad, con todas las cicatrices y demás. Pero revelar todo eso, la asustaba muchísimo.
Cuando se levantó de su regazo y se giró hacia la cama, él no trató de impedírselo. Se sentó en el borde de la cama de cara a él, con las rodillas apretadas y las manos agarrando los pliegues de la camisa que le caía hasta las rodillas.
—Joe , Arturo era gay. No fue mi amante. En todos los aspectos que cuentan, era mi padre.
Ella nunca lo había visto parecer tan desconcertado.
—Ahora si que no entiendo nada.
Confiar de esa manera en otro ser humano era lo más difícil que había hecho nunca, pero lo amaba y no podría volver a vivir en las sombras.
Reuniendo todo su coraje, le habló de la violación, con frases entrecortadas y retorciéndose las manos mientras luchaba por explicarse. No se percató, hasta que vio la afrenta en su cara, que se había preparado inconscientemente para su incredulidad, y entonces las palabras acudieron con más rapidez. Mientras le hablaba de esos horribles meses en París cuando se había acostado con tantos hombres, él no exteriorizó condenación alguna, sólo una simpatía que relajó laexpresión de su cara e hizo que ansiara encontrarse entre sus brazos. Pero se quedó donde estaba, mientras trataba de describir lo paralizada que se había sentido durante años y por qué había sido imposible que intimara con nadie.
Cuando terminó, se quedó en silencio, con los músculos tensos, esperando que se percatara de que él era el hombre con quien había decidido dejar atrás tantos años de celibato. Él no le había ofrecido ningún tipo de compromiso, pero ella le estaba dejando saber sin palabras lo que significaba para ella.
Nunca se había arriesgado tanto.
Ella estaba rígidamente sentada en el borde de la cama mirándolo. Cuando él fue hacia ella, sintió su furia reprimida en la tensión que ceñía los músculos de su cuello, pero, al mismo tiempo, la suave compasión de sus ojos le dio a entender que no iba dirigida a ella.
La envolvió en sus brazos, y cuando habló, su voz estaba ronca de la emoción.
—Lo siento, cariño. No sabes como lo siento.
Inclinando la cabeza, comenzó a  besarla, curándola con el calor de la caricia de sus labios. En ese mismo momento, quiso decirle que lo amaba, pero su beso se  hizo más profundo y comenzó a acariciarla. Antes de que pasara mucho tiempo, dejó de poder razonar, mientras él vencía las sombras del pasado con la profunda dulzura de sus caricias sobre su cuerpo.
Eran las tres de la madrugada cuando la llevó de vuelta a casa. Se había puesto su vestido de esclava, con su sudadera y el abrigo de noche. Después de la confusión emocional de esa noche, sentía mucha paz, y él, también parecía relajado.
—Vas a estar exhausto mañana —le dijo apoyándose contra su brazo.
—No necesito dormir demasiado. Ni siquiera cuando era bebé, gateaba por la cama y salía.
—Eras un bribón.
—Era un pequeño malditamente terco. Mi madre me pegaba cuando me pillaba, pero por más que me golpeó, seguí haciendo lo mismo.
Su tono había sido humilde, pero ella levantó la cabeza con rapidez.
—¿Tú madre te pegaba?
Un músculo pequeño latió en su mandíbula.
—Mis padres no utilizaban precisamente teorías modernas para educar a los niños. Vivian en un lugar aislado, eran adolescentes cuando tuvieron que casarse. Los dos se sintieron bastante resentidos por estar ineludiblemente comprometidos con un bebé.
—Lo siento.
—No te entristezcas. Mejoró cuando crecí. Mi padre se sintió realmente orgulloso de mí en cuanto comencé a jugar al fútbol.
Ella experimentó un destello de furia hacia un padre que había necesitado que su hijo destacara para demostrar amor.
—¿Y que pasó con tu madre?
—Era alcohólica. En sus días buenos, también estaba orgullosa de mí. Se mataron en un accidente de coche mi primer año en la universidad.  —Ella entendió lo que le costaba revelarle tanto de sí mismo, y guardó silencio para que pudiera decirlo a su modo.
—Si quieres saber la verdad, entonces sentí como si los hubiera perdido mucho tiempo antes. Es extraño. Hace un par de meses, había un tío que me seguía… —le contó sobre Ray Hardesty, el jugador de los Stars que habían expulsado del equipo, y la aparente vendetta de su padre contra Joe — no he visto a Hardesty desde entonces, así que supongo que recuperó la cordura.
Pero cuando aplasté a ese hombre contra su furgoneta, sentí como si mirara a mi viejo a los ojos una vez más. Fue obvio que Hardesty nunca había hecho nada por sí mismo, y había vivido su vida a través de su hijo. No lo lamentaba por Ray; Sólo por sí mismo. Está enfermo.
Ella tembló ante la idea de que Joe  tuviera a alguien acosándole.
Su voz se tornó dura.
—Esto es algo difícil de explicar, pero la familia es importante para mí. Una familia de verdad, con niños y padres que se preocupen los unos por los otros.
—¿Por qué entonces se rompió tu matrimonio?
—Val nunca quiso tener hijos. No la culpo porque las cosas no funcionaban, entiendes. Fue más culpa mía que de ella. Debería haber ordenado mis prioridades antes de casarme con ella. Ella siempre decía que estaba celoso de su carrera, pero no era eso. La dedicación de Val a su trabajo es una de las cosas que más admiro de ella. Pero también quería que se preocupara por nosotros. No permitiré que me vuelva a pasar con otra mujer. No quiero que mis hijos crezcan con el tipo de padres que yo tuve. No quiero ser un padre que hace que su hijo sienta que debe ganarse su amor. Y quiero que tengan una madre de verdad.
______aprovechó que él estaba conduciendo el coche para observarlo, tratando de entender lo que quería decir. ¿Estaba simplemente compartiendo su pasado con ella porque le había contado el suyo, o había un significado más profundo detrás de esa conversación? La intimidad entre ellos era demasiado nueva y frágil para preguntarle.
La ayudó a salir del coche y cuando alcanzaron su puerta, la besó primero en la sien y luego en los labios. Pasó un buen rato antes de que se separaran.
—Voy a echarte de menos.
—Nos veremos todos los días.
—Lo sé, pero no es lo mismo. —Él apartó el pelo de su mejilla con el pulgar—. Estaré demasiado ocupado el resto de la semana preparando el partido contra los Bills, y no me concentraré si vengo aquí de visita.
Ella sonrió.
—Lo sé.
—Esta semana, no pierdas el ánimo, ¿me oyes?  —Le acarició el pelo, echándole una mirada tan tierna que ella sintió como si estuviera haciendo el amor con ella otra vez—. Cariño, sé lo que te juegas el sábado. Vamos a dar todo lo que tenemos.
—También sé eso.
Por un momento creyó que iba a decir algo más. Pero lo único que hizo fue apretar su mano, besarla otra vez y girar para marcharse.
—¿Joe ? —Cuando se dio la vuelta, dijo en un tierno susurro—: Patea el trasero de los Buffalo por mí,  ¿Vale?
Su respuesta fue tan suave como una brisa de Alabama.
—Por supuesto, cariño.
 
*****
 
Si bien la semana fue increíblemente frenética, ______sintió como si se la hubiera pasado bailando. Riendo sin razón alguna y coqueteando con todo el que se ponía delante: hombres, mujeres, jóvenes, viejos, no había diferencia.
Sorteó con facilidad las entrevistas de la prensa e incluso logró ser educada con Reed cuando llamó para desear buena suerte, aunque se notaba que no podía ocultar su frustración por lo que tardaba en poner sus manos en los Stars.
Mientras más cavilaba en las revelaciones de Joe  sobre su infancia, más quería creer que la estaba tanteando para averiguar sus sentimientos sobre tener familia. Sus cavilaciones le permitieron dar rienda suelta a todos esos sueños preciosos que había encerrado en su interior durante años, sueños de un marido que la amara y de una casa llena de niños que crecieran sin saber lo que era no ser queridos.
Las pocas veces que Joe  y ella se cruzaron en el vestíbulo, sintió algo cálido y maravilloso entre ellos. Pero, su amor por él la asustaba. ¿Cómo iba a poder recoger los pedazos si él no la amaba? Había vivido demasiado tiempo en las sombras. ¿Era posible que finalmente pudiera caminar bajo el sol?
 
El partido entre los Stars y los Bills acababa de llegar al final del primer cuarto, y cuando ______dejó el campo y subió al palco, estaba tan tensa que deseó poderse pasar los siguientes tres cuartos viendo un video de alguna vieja película de Doris Day. Se sirvió un vaso de zumo de tomate en la barra y observó como la imagen de los dos televisores del palco se transformaba en un anuncio de Nike.
—Siempre te quejas de tener que ver el partido con hombres, así que te he traído una compañera.
Ella vio a Ron a su lado acompañado de una joven con el pelo rojo y rizado y una sonrisa acogedora, más bien tímida.
—Mi amiga estaba sentada en el palco VIP de aquí al lado, pero le molestaba el humo de los cigarrillos.
—Espero que no te importe —dijo la mujer—. El humo me hace respirar con dificultad, y Ron dijo no dejabas que fumaran aquí.
—Tampoco lo aguanto. —Había algo encantador en los rasgos menudos, casi traviesos y la nariz pequeña. ______decidió que era definitivamente mejor que las mujeres de la jet-set con quienes Ron había estado saliendo últimamente y se encontró automáticamente devolviéndole la sonrisa.
Uno de los asistentes de Ron apareció a su lado, y él se excusó.
—Siento haber entrado sin invitación —dijo la joven.
—Tonterías. Agradezco la compañía. Quizá me puedas ayudar a distraerme.
Estaba intentando pensar como iba a soportar el resto del partido, si vomitando o desmayándome. —Extendió la mano—. Soy ______Somerville.
—Sharon Anderson. —La mujer devolvió el apretón de manos.
—Deja que te ofrezca algo de beber. —______la acompañó a la barra dónde Sharon pidió una Pepsi Light—. Veo que, como yo, no eres una gran bebedora.
—El alcohol me da dolor de cabeza. Me votaron la chica más aburrida en la hermandad de la universidad.
______se rió. No tenía amigas, y le gustaba el sentido del humor sencillo de esa joven.
El segundo cuarto estaba comenzando y llevaron sus bebidas hasta los asientos junto a la ventana. ______primero observó a Joe  abajo en el campo y luego en la pantalla del televisor mientras impartía órdenes por el auricular del su casco dejando la mirada fija en la defensa de los Stars.
Ella se sobresaltó cuando los Bills comenzaron a correr al encontrar un hueco enorme en la línea defensiva de los Stars y avanzaron quince yardas antes de que Webster los parara.
—No creo que pueda aguantar tres cuartos más. Me gustaría que alguien me noqueara y estar fuera de combate hasta que termine.
—Debe de ser duro ver un partido cuando te juegas tanto.
—Odiaba el fútbol. Era… —gritó con desilusión y se levantó de un salto de su asiento cuando los Bills lograron un pase de veintiuna yardas—. ¡Vaya! Tengo que salir aquí. Quédate y diviértete; Voy a dar un paseo por el vestíbulo para tranquilizarme.
Sharon se levantó.
—Voy contigo.
—No tienes porqué. De verdad.
—No me importa. Para ser honestos, no soy una gran aficionada al fútbol. A menos que prefieras estar sola.

—Agradecería la compañía.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 6:54 pm

Parte 2:
 
El vestíbulo alfombrado de fuera estaba desierto pero lleno del ruido de los sonidos de los televisores, vítores y gemidos que provenían de las puertas de los demás palcos.
______se cruzó apretadamente los brazos sobre el pecho y comenzó a caminar. Esperando distraerse, preguntó—: ¿Cuánto tiempo lleváis saliendo Ron y tú?
—Ah, no estamos saliendo. Nos conocimos hoy. Sin embargo, parece una persona estupenda.
—El mejor. De hecho ni siquiera se da cuenta de que es guapísimo.
—Debo admitir que me encantan los hombres que no son mucho más altos que yo. Como soy tan baja, casi todos me ponen nerviosa. Eso es una de las mejores cosas de mi trabajo. Todo el mundo es más bajo que yo.
—¿En que trabajas?
—Soy maestra en una guardería.
—¿Te gusta?
—Me encanta. Aunque espero con ilusión el final del día. Los niños son preciosos, pero agotadores.
Llegaron al centro del vestíbulo. ______no quería ni mirar la acción ni ir demasiado lejos, así que dio media vuelta para desandar sus pasos.
—Mi hermana Molly a veces hace de canguro de unos gemelos que viven en la casa de al lado. Algunas veces los trae a casa, cuando están totalmente alterados y tiene problemas para controlarlos. Son un poco bichos, pero me encanta jugar con ellos.
Sharon la miró con curiosidad.
—No pareces el tipo de mujer que… —se interrumpió por completo, luego bajó la mirada con vergüenza.
—¿No parezco el tipo de mujer que disfruta con niños?
—Lo siento. Eso suena como un insulto, y no lo pretendía. Eres demasiado sofisticada.
—Gracias, pero no eres la primera persona que piensa eso de mí. Ni siquiera alguien con mucha imaginación parece poder verme como una madre.
—Se mordió los labios mientras toda la ansiedad que sentía sobre un futuro con Joe  pesaban sobre ella.
—¿Pasa algo?
Un gemido colectivo salió de los palcos cercanos, todos ocupados por seguidores de los Stars, y ______aceleró el paso.
—Los niños tienen mucha importancia para el hombre con el que estoy saliendo. También la tienen para mí, pero él aún no lo ha descubierto. —Sonrió con tristeza—. Me temo que es más fácil para él imaginarme saliendo de una tarta de una despedida de soltero que como la madre de sus hijos. Y como no ha declarado sus intenciones, estoy pensando como hacerle saber que me siento de la misma manera que él sobre la idea de formar una familia.
—Créeme, te entiendo por experiencia personal.
—¿Estás saliendo con alguien?
—Sí.  —Repentinamente pareció tímida, y ______le dirigió una sonrisa alentadora. Sharon suspiró—. Es una relación extraña. Toda mi vida he atraído a los hermanos de mis amigas, simpáticos, pero no precisamente excitantes, sólo estables.  Y entonces apareció en mi vida, saliendo de la nada, un dios griego, el tipo de hombre que nunca se fija en mujeres ordinarias como yo, sino en las mujeres encantadoras como tú. Él ha dejado caer sutilmente indirectas sobre matrimonio y niños durante semanas, y estoy bastante segura que va a
proponérmelo cualquier día de estos, pero aún no tengo claro que ve en mí.
—Tal vez lo mismo que yo, una mujer muy agradable que sería una esposa maravillosa.
—Gracias, _____. Desearía poder creerte. Pero me saca de quicio. En estos tiempos…, quiero decir, si fueras a proponer matrimonio a alguien, no podrías esperar…,  —Sharon se puso roja y soltó bruscamente—: ¡Me trata como si fuera la Virgen María!
—¿No os acostáis juntos?
Sharon se tiró con fuerza del pelo y pareció avergonzada.
—No me puedo creer que estemos teniendo esta conversación. Ni siquiera se lo he contado a mi hermana y se lo cuento todo.
—Es una crisis. Como cuando dos desconocidos están sentados uno al lado del otro en un avión a punto de caer. —Otro coro de gemidos brotó de los palcos cercanos, y ______se sobresaltó—. Tu secreto está a salvo conmigo. Si te digo la verdad, tengo un poco de envidia. Por lo menos nunca podrás pensar que te quiere sólo por el sexo.
—Supongo que estás en lo cierto. Y para ser honestas, no lo he animado tampoco. Es el hombre más excitante que he conocido nunca, pero parece que no me puedo relajar con él. Es complicado… —______recordó lo que había dicho Ron, que Sharon estaba en el palco siguiente, el que los Stars usaban para acomodar a sus invitados más importantes. El pretendiente de Sharon era obviamente alguien con un alto cargo, y no se pudo resistir a sondear suavemente—. No he oído ningún tipo de rumor, así que tú y tu dios griego debéis ser muy discretos.
—La prensa local hizo una fiesta con su divorcio, así que hemos tenido cuidado de no aparecer juntos en público. Éste es el primer partido al que asisto. De hecho, ha habido más rumores sobre vosotros dos que sobre nosotros. Tu amistad parece significar mucho para él.
______la miró irónicamente, y luego súbitamente se heló por dentro. Una aclamación impresionante salió de los palcos, pero ella no la oyó. No oyó otra cosa que el dolor que rompía su corazón.
Sharon no se dio cuenta de que algo iba mal.
—Supongo que no debería sorprenderme de que nunca me mencionara.
—No. No lo hizo. —Su voz pareció venir de una gran distancia.
—Es muy reservado en muchas cosas. No me rebajo cuando digo esto pero realmente no sé que ve en mí.
______si lo veía. Sharon Anderson era la chica simpática y sencilla de la que un hombre se enamoraba y con la que se casaba. ______era la rubia tonta y sexy a la que un hombre follaba y luego olvidaba. Otra ronda de
aclamaciones se desató. No supo cómo volvieron al palco o cómo logró contestar en la entrevista del descanso. Afortunadamente, las aclamaciones desatadas de los otros dos cuartos imposibilitaron cualquier tipo de conversación durante el resto del partido. Cuando terminó, apenas se dio cuenta de la decisiva victoria, Stars 24, Bills 10.
En los dos televisores que colgaban del techo, el comentarista explicaba como había ocurrido. «Los Bills comenzaron a flaquear en algún momento durante el segundo cuarto y nunca se recobraron. No se pueden cometer tantos errores ante un equipo con tanto talento como los Stars. Este equipo ha mejorado tanto a lo largo de la temporada que sin lugar a dudas, podemos decir que es la cenicienta de esta liga.»
Entretanto, la dueña del equipo cenicienta se había quedado con el corazón roto y su zapatilla de cristal se había hecho un millón de pedazos. Horas más tarde, de pie delante de la ventana de su dormitorio, se preguntó como iba a encontrar el valor para seguir adelante. Había sufrido una traición tan profunda y retorcida, que se sentía como si la hubieran desgarrado. Por primera vez en su vida, se había atrevido a esperar ser digna de ser amada, sólo para descubrir una vez más, que estaba equivocada.
Ya no tenía más lágrimas. Sus entrañas estaban tan vacías como un vaso roto. Te amaba, Joe . Por qué no podías amarme tú.
 
*****
 
La tarde del martes siguiente Sharon guardaba las últimas pinturas en un estante cuando Joe  entró en el aula. Estaba totalmente desarreglada, como era  usual, y se volvió a meter la camisa dentro de los pantalones. ¿Por qué siempre tenía que tener esa pinta cuando él venía?
—Te perdiste a los niños. Salieron hace casi una hora.
—Me gustaría haberme podido escapar antes.
—Me sorprende que te hayas podido escapar. —Se tocó nerviosamente los puños de la camisa para bajarlos a las muñecas—. ¿Cuándo sales para Miami?
—Esta noche. Tenemos el primer entrenamiento mañana por la mañana.
—Una victoria más y jugareis los playoffs de la AFC.
—Bueno, aún tenemos que ganar a los Dolphins para llegar ahí. —Se metió las manos en los bolsillos—. Tengo que encontrarme con unos periodistas a las cinco y media. ¿Por qué no vamos a tomar algo rápido?
—No sabía que vendrías y le prometí a mi hermana que saldría de compras con ella.  —Se dio cuenta de que parecía particularmente nervioso—. ¿Pasa algo?
—Puedo esperar.
—¿Estás seguro? Sé lo justo que andas de tiempo. Ni siquiera pudimos vernos después del partido del domingo.
—Necesitaríamos un poco de privacidad. Éste probablemente no es el mejor lugar para hablar.
Ella no era una persona naturalmente impulsiva, especialmente con él, pero quería acabar de una vez. Acercándose a una de las pequeñas mesas, sacó una silla y se sentó.
—Estamos apartados de todo el mundo, así que no seremos interrumpidos. Hablemos ahora.
Él debería haber parecido ridículo bajando su gran cuerpo a la diminuta sillita de al lado de la de ella, pero logró hacer el movimiento con la misma gracia que hacía todo lo demás. De una manera que la hacía sentirse confusa e insegura de sí misma. ¿Cuándo se encontraría a gusto con ese hombre?
Él la cogió de la mano y la sostuvo entre las suyas.
—Sharon, eres una de las personas más agradables que conozco.
Su corazón comenzó a latir con temor. Había esperado ese momento durante semanas, pero ahora que había llegado, no estaba lista.
—Tan pronto como te conocí, me di cuenta de que eras todo lo que admiraba en una mujer. Eres dulce, tranquila, amable…
Él hizo una lista de sus virtudes, pero en lugar de sentirse halagada, quiso soltar su mano. Todo en él era demasiado grande para ella, desde su tamaño a su reputación. Era demasiado guapo, demasiado fuerte, demasiado rico. ¿Por qué no podía ser normal?
Él frotó su mano.
—Hasta ahora, he acariciado la idea de que podríamos tener un futuro
juntos. Sospecho que lo sabes.
Él iba a declararse, y tendría que aceptar, porque una mujer estaría loca para rechazar a un hombre como él. ¿La vida se las había arreglado para darle el anillo de oro, y ella se sentía como si quisiera bajarse en marcha?
— …por eso es tan duro decirte que me he equivocado. —Él miraba a su mano.
—¿Equivocado?
—Te he intentado llevar hacia algo que creía que era correcto, pero recientemente me he dado cuenta de que no lo es.
Ella se puso más derecha en la sillita y se permitió el primer parpadeo de
esperanza. —¿De verdad?
—Sharon, lo siento. He estado pensando sobre nosotros dos durante muchos días…
—¿Si?
—Es culpa mía. Soy lo suficientemente viejo para conocerme bien y no cometer este tipo de error.
Ella temió morirse de suspense si él no iba directamente al grano.
—Con lo especial que eres, y eres especial, esta relación ha sido importante para mí… —Otra vez su voz se desvaneció.
—¿Joe , estás rompiendo conmigo?
Él pareció horrorizado.
—¡Dios Mío, no! No es eso. Somos amigos…
—¡Lo estás haciendo! Estás rompiendo conmigo.
Ladeó la cara.
—Me siento como un imbécil por esto. Me obsesioné contigo y los niños y todo eso. Pensarás que a estas alturas debería tener claro que quiero de la vida. Lamento que hayas tenido que padecer mi crisis de mediana edad.
—¡No, no, está bien! De verdad. Lo entiendo. —Ella apenas podía ocultar su regocijo—. Supongo que hace tiempo que sé que no somos el uno para el otro, pero no sabía como decírtelo. Me alegro de que vinieras, y aprecio que hayas sido tan honesto conmigo. La mayoría de hombres no habrían venido. Sólo habrían dejado de llamar.
—No podría hacer eso.
—Por supuesto que no podrías. —Ella no pudo controlar la sonrisa que se extendía por su cara.
Él comenzaba a parecer divertido.
—¿No quieres llorar o golpearme o algo así?
No siempre entendía sus chistes, pero este lo entendió.
—Supongo que puedes pensar que estoy demasiado aliviada. Me he estado sintiendo un poco agobiada durante semanas. Eres el sueño de todas las mujeres, y sabía que debía enamorarme de ti.
—Pero no lo hiciste.
Ella negó con la cabeza.
—Sharon, no puedo creer que vaya a hacer esto, pero no esperaba exactamente que esta conversación resultara tan bien. Ayer, un amigo mío me preguntó por ti. Al principio pensaba que tenía curiosidad porque sabía que eras mi invitada en el partido del domingo, pero entonces me di cuenta de que le interesabas.
—La única cosa que tengo clara después de estos meses es que no estoy a gusto con deportistas.
—Perfecto.
Ella no podía entender porque estaba tan sonriente.
Todavía sonriendo ampliamente, se levantó de la pequeña silla.
—Mi amigo no es deportista. Juega al baloncesto, pero sólo conmigo, es algo patético.
—No sé.
—Es Ron McDermitt, nuestro presidente.
—¿Ron?
—¿Te importa que le dé tu número de teléfono?
—¿Si me importa? Oh, No. No, no me importa en absoluto.
Ella debía haber sonado demasiado ansiosa porque él comenzó a reírse entre dientes. Inclinándose, le dio un beso en la mejilla.
—Tengo el presentimiento de que nos veremos pronto.
Él todavía negaba divertido con la cabeza cuando se dirigía a su coche. Su vida comenzaba una vez más, y el futuro ya no era lóbrego, era claro como el cristal. Ahora que había arreglado las cosas con Sharon, podía decirle a _____ cuánto la amaba. El conocimiento había estado dentro de él desde hacía tiempo, pero había estado demasiado confundido por la parodia erótica que la rodeaba para darse cuenta. Su preciosa rubita tonta, tan lista y audaz. Creía que nunca olvidaría la manera que lo había mirado sentada sobre su cama descubriendo todos sus secretos. Cuando le había contado lo de su violación, había querido echar hacia atrás la cabeza y aullar. Ella le hacía sentir cosas que lo asustaban de muerte.
Llegó al coche, y una parte de su euforia se desvaneció. Había sobrevivido a su infancia aprendiendo a no amar demasiado a nadie y la profundidad de las emociones que ______le provocaba lo aterrorizaba bastante más que cualquier defensa a la que se hubiera enfrentado. Siempre había reservado algo de si mismo con las mujeres, pero no había sido posible con ella. Decirle cuánto la amaba sería el riesgo más grande que había corrido, porque siempre había la posibilidad de que le echara los sentimientos a la cara.
Se recordó a sí mismo que bajo todo el descaro, _____, era la persona más tierna que había conocido. Seguramente no había ninguna necesidad para asustarse. Seguramente, su corazón estaría seguro con ella.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 7:07 pm

CAPÍTULO 22   4/4
 
Parte 1:
 
—Quita ese ceño, Darnell. Asustas a los fotógrafos. —______apretó el brazo de Darnell Pruitt, en una acción inhibidora que era casi tan efectiva como tratar de abollar una barra de hierro. Ella inclinó la cabeza hacia los reporteros.
Toda la semana había intentado seguir con su vida, determinada a no dejar que nadie viera su desesperación. Darnell había sido una buena compañía esa noche, y ella estaba agradecida de que él hubiera estado de acuerdo en actuar como su escolta en la cena de confraternización entre las directivas de ambos equipos, la noche anterior al partido contra los Dolphins.
Sus ojos se entrecerraron en crueles rendijas mientras fruncía el ceño ante la prensa local y le decía a ella en un suspiro—: No quiero que en el vestuario de los Dolphins aparezca una foto mía sonriendo.
—Demos gracias a Dios de que no haya niños cerca.
—No sé por qué dices eso. Me encantan los niños. —El toque de queda de las once de la noche estaba cerca, cuando dejaron la cena y se acercaron al ascensor. El  cortejo de la señorita Charmaine Dodd por parte de Darnell no progresaba tan rápido como quería y esperaba que en alguno de los periódicos de Chicago se publicase una foto suya con _____, que haría que la señorita Dodd se revolviera de celos.
______había evitado dentro de lo posible el contacto con Joe , esperando hasta esa tarde para volar a Miami y apenas le había dado tiempo de arreglarse para la cena, con un viejo vestido que había comprado para una fiesta de Navidad hacía algunos años. Era como una funda con el cuello alto, ceñida por un delgado cinturón sobre la tela color carne. Darnell llevaba el esmoquin con una camisa negra de seda y pajarita dorada que hacía juego con el diamante que adornaba su diente.
El ascensor estaba vacío cuando lo cogieron, permitiendo que Darnell continuara con la discusión que había mantenido tres cuartos de hora antes.
—No entiendo por qué todo el mundo piensa que el capitán Ahab es malo. Joder, si no fuera por su pierna, no me importaría que estuviera en mi equipo. ¿No ves que no suelta su presa? Esos son los tíos que ganan los partidos.
Moby Dick era uno de los libros que le había recomendado y que Darnell había devorado en los meses en que se había intentado superar a sí mismo. No le había llevado demasiado percatarse de que el fútbol a lo mejor había dotado a Darnell de cosas materiales, pero al mismo tiempo lo había privado de usar su inteligencia. Como Darnell era un negro grande y fuerte, nadie se había molestado en descubrir que también tenía un cerebro maravilloso.
Darnell mantuvo sus alabanzas al capitán Ahab hasta la puerta de su suite del hotel. Temía estar a solas con sus pensamientos y hubiera deseado que no tuviera toque de queda para poder invitarle a entrar. En vez de eso, le deseó buena suerte con un beso en la mejilla.
—Tritura algunos huesos para mí mañana, Darnell.
Él sonrió ampliamente y recorrió el pasillo con sus enormes zapatos.
Suspirando ella cerró la puerta. Charmaine Dodd era tonta si no lo agarraba rápidamente.
El teléfono sonó. Ella se sacó uno de sus pendientes de cristal y se sentó en el sofá de la habitación para contestar.
—Hola.
—¿Dónde diablos te has metido toda la semana?
Los bordes afilados del cristal de su pendiente se clavaron en la palma de su mano. Cerró los ojos con fuerza ante la fría oleada de dolor que la recorrió.
—Hola a ti también, entrenador.
—Pasé por tu casa el martes por la noche para poder vernos antes de salir para aquí, pero Molly me dijo que ya te habías ido a la cama. Estabas en una entrevista cuando llamé el jueves a la oficina y también el viernes, y no me cogió nadie en tu casa ayer por la noche. Voy para tu habitación.
—¡No! —Se mordió los labios—. Estoy cansada. Ha sido una semana muy dura.
—Necesito verte.
No hacía falta una bola de cristal para saber para qué. Quería sexo, un revolcón rápido con la rubia tonta mientras su futura novia permanecía intacta.
—No esta noche.
Él estaba claramente exasperado.
—Mira, dame el número de tu habitación. Tenemos que hablar.
—En otro momento, Joe . Estoy exhausta. —Tomó aire temblorosamente—. Buena suerte mañana. Te veré en el campo.
Sus ojos brillaban por las lágrimas cuando colgó el teléfono. Puso el cartel de “no molesten” en la puerta y se dirigió a la ventana donde miró fijamente las luces que intermitentemente brillaban sobre Biscayne Bay.
Había aprendido bastante de los jugadores en los pasados meses. Ella había aprendido que si jugabas, tenías que saber soportar los golpes. Eso es lo que ella intentaba hacer ahora. Soportar los golpes. Joe  le había dado un golpe aniquilador, pero no iba a dejar que viera lo que le había dolido. Mañana, cuándo oyera la música de “Ain’t she sweet”, llevaría la cabeza muy alta, saludaría a los aficionados y animaría con aplausos a su equipo. Nadie sabría que lamía sus heridas.
 
 
 
*****
 
La tarde que los Stars ganaron a los Dolphins en las semifinales AFC, Ray Hardesty estaba sentado en su guarida con su 38 en el regazo y deseando que hubiera suficiente whisky en casa para emborracharse. En una semana los Stars jugarían contra los Portland Sabers por la copa de la AFC. Llevó la botella a su boca y tomo de golpe lo que quedaba, pero ni siquiera el fuego de su garganta era tan ardiente como su furia. Los Stars nunca habían llegado tan lejos cuando Ray Jr. estaba en el equipo y ahora llegaban sin él.
Con un sonido confuso, apenas humano, arrojó la botella por la habitación.
Chocó violentamente contra un estante de trofeos y se hizo pedazos, pero no le importaba el ruido porque no había nadie que lo oyera. Después de treinta años de matrimonio, Ellen lo había dejado. Le había dicho que estaba loco y que necesitaba ir a un psiquiatra o algo por el estilo. Joder con eso. No necesitaba ir a ningún psiquiatra. Sólo necesitaba ajustar cuentas con Joe  Jonas .
Después del partido contra Chargers, había pensado matar a Jonas .
Había rechazado la idea temporalmente, no por escrúpulos, sino porque la muerte de Jonas  no garantizaría necesariamente que los Stars perdieran.
Necesitaba algo ineludible. No era lo suficientemente rico para sobornar a nadie. Además, los jugadores ganaban demasiado dinero para venderse y la mayor parte de los árbitros eran honestos. Quería algo seguro.
______Somerville apareció en la pantalla de televisión. La semana pasada había estado escondido en el bosque al lado de la casa de Jonas  cuando el entrenador la había llevado a su casa. Las luces del dormitorio se habían encendido media hora después. Los había estado espiando durante meses, en coches prestados que Jonas  no conociera, y sabía que su relación ya no era algo casual. Aunque tenía la información, hasta ahora no había sabido qué hacer con ella.
La idea que había comenzado lentamente a formarse en su mente era a la vez complicada y asombrosamente fácil. Probablemente lo atraparían, pero para entonces ya habría acabado el tiempo y de todas maneras no le importaba lo que podía pasar. Lo único que le importaba era que los Stars no ganaran la copa de la AFC.
En la televisión, la entrevista de ______Somerville había acabado y las cámaras volvieron al entrenador de los Stars. Ray levantó su 38 y apagó la tele de un disparo.
 
*****
 
Joe  había pasado por todo lo que rodeaba jugar una final del campeonato como jugador, pero nunca como entrenador y decidió que era bueno que casi no necesitara dormir para vivir. Incluso así, cuando se tomó un tiempo libre la  tarde del martes después de la victoria ante los Dolphins, estaba definitivamente atontado. También estaba totalmente cabreado con _____.
Cuando aparcó en su camino de acceso y salió del coche, decidió que la primera cosa que iba a hacer cuando finalmente la viese sería besarla. Luego le iba a echar una bronca. Sabía exactamente lo ocupada que estaba, también él lo estaba, pero podía haberse permitido diez minutos en algún momento, durante los últimos dos días para hablar con él. Los dos habían estado bajo mucha presión, pero eso no quería decir que debían ignorarse el uno al otro. Ni siquiera había volado a casa con el equipo la noche del domingo, algo que él
había esperado con ilusión. La última vez que la había visto fue en el vestuario después del partido cuando Ron la había hecho bajar para felicitar al equipo.
Como coincidió en la puerta con el ama de llaves de _____, Peg, esta lo dejó pasar antes de salir. Dejó caer el abrigo sobre la barandilla de la escalera y siguió los agudos chillidos que venía del fondo de la casa. Al principio no reconoció los sonidos, no por inusuales, sino porque eran totalmente inesperados.
Pooh salió para saludarle. Con la perra en sus talones, atravesó la sala intentando no pisarla, luego se paró en seco al llegar al pasillo abovedado que llevaba a la cocina. Lo que vio allí casi lo tumbó.
—¡Quiero hacer eso, _____!
—¡Es mi turno!
—¡Es el mío!
—¡Callaros! Podéis hacerlo los dos, bichejos. Aquí tenéis, una espátula para cada uno. Así, Jared. Bien, Jason. Se te está cayendo por ahí. No, Jared, no se lame el…, oh bueno… ¿qué son unos gérmenes entre amigos? ¿No colega?
Jesús. Sabía que no era simplemente falta de sueño lo que hacía picar sus ojos, sino emoción. Nunca había visto nada más bello en la vida que _____ decorando ese pastel de tan mala pinta, con esos dos niños arrodillados a su lado en las sillas.
No se parecía demasiado a la madre que siempre había imaginado. Sus uñas mata-hombres estaban pintadas de rojo como las de una vampiresa.
Grandes aros de gitana asomaban entre los mechones de su cabello de chica de calendario, y al menos tres brazaletes tintineaban en cada muñeca. Llevaba puesta una enorme sudadera de los Stars, eso al menos estaba bien, pero en vez de llevar unos vaqueros de los que se suponía que se ponían las mamás, llevaba el par de pantalones dorados, más apretados y brillantes, que había visto en su vida.
No, no parecía la madre de nadie, pero esos dos niños, con chocolate manchando todas sus caras, obviamente la adoraban, como lo hacía él, con todo su corazón. Imaginó como acudiría a las reuniones de las APAS del colegio de sus hijos, con raso rojo y diamantes falsos, pero en lugar de asustarle, la idea lo llenó de placer. Ella se casaría con él. Por supuesto que lo haría.
Mientras la observaba, se negó a dejar que las sombras de su infancia le hicieran dudar. Una mujer no mandaba a la mierda quince años de ayuno sexual con un hombre que no amaba.
—Canta esa canción otra vez, ______—pidió uno de los niños mientras Pooh lamía las migas de chocolate que habían caído bajo la mesa.
—¿Qué canción?
—Aquella de los monstruos
—¿La canción del hombre lobo? —Cuando los niños asistieron con la cabeza, ______comenzó una animosa versión de la canción de Warren Zevon, "Werewolves of London",  entonando el ritmo al tiempo que mecía esas asombrosas caderas suyas. Dios mío, que bella era; al mirarla, sintió un extraño sentimiento de paz. No podía pensar en nada mejor que pasar el resto de su vida con ella.
Ella sacó a los gemelos de las sillas para bailar, dando todavía la espalda a la puerta. Él vio como llevaba el ritmo y sonrió cuando los niños trataron de imitarla. Bailó con ellos comenzando a girar, luego se paró al verlo.
—No pares la fiesta por mí —le dijo con una gran sonrisa.
—¿Qué haces aquí?
—Peg me dejó entrar cuando salía.
Los niños comenzaron a retorcerse y ______los soltó.
—Me temo que llegas en mal momento.
Jared tiró con fuerza de su mano.
—El pastel ya está adornado. ¿Podemos Jason y yo tomar un trozo?
—Por supuesto. Voy a coger los platos.
Sintió las manos torpes cuando cogió los platos. Vio que Joe  se había arrodillado ante los niños, bajando a su nivel. Líneas de fatiga surcaban su cara, pero no se permitió ni un solo atisbo de simpatía. Mantener una relación con dos mujeres a la vez era indudablemente extenuante. Parpadeó para evitar que
sus ojos se inundaran ante el brote de dolor.
—Ese pastel tiene muy buena pinta, tíos. ¿Lo habéis hecho vosotros?
—Lo hizo Peg —contestó Jared.
—Pero ______nos dejó adornarlo —añadió su gemelo.
—Con chocolate —aclaró Jared innecesariamente, puesto que tenía chocolate por todas partes.
Joe  se rió entre dientes, y el sonido rasgó el corazón de _____.
Rápidamente puso un trozo de pastel en cada uno de los platos y los colocó sobre la mesa desordenada.
Joe  observó como los niños volvían a sus sillas.
—Si señor, ese pastel tiene muy buena pinta.
Jason no vació su boca antes de hablar—: El señor quiere un poco, _____.
Ella intentó que su voz sonara normal.
—No metas tanto en la boca, bruto, te vas a atragantar.
Molly irrumpió en la cocina.
—¡Ya estoy en casa! Hola, bichos. Hola, entrenador.  —Le dio a cada gemelo una palmadita, se inclinó para acariciar a Pooh, que estaba saltando hacia ella, luego miró a ______con cautela—. ¿Te dijo Peg que pasó?
—Dijo que tenías una reunión en el colegio.
—Había un problema en el taller de escritura, y la Señora Miller quería aclararlo. Gracias por cuidar a los niños —dijo de mala gana.
______lavó el chocolate de sus manos y las secó con un paño de cocina mientras Molly se ocupaba de los gemelos. Joe  se colocó detrás de ella.
—¿Ahora que está de guardia Molly, qué te parece que demos un paseo?
—Hace demasiado frío.
—Qué dices, este tiempo se considera bueno en Chicago. —Sin darle la oportunidad de protestar más, asió su muñeca y la sacó de la cocina. Ella no tenía intención de discutir con él delante de los niños, así que se dejó llevar hasta que llegaron al vestíbulo y no les podían oír.
—¡Suéltame!
Por un momento él no dijo nada; Simplemente la estudió con los ojos entrecerrados.
—Me parece que he sido algo lento en darme cuenta. Creí que estabas ocupada la semana pasada, pero me has estado evitando.
—He estado ocupada.
—Necesitamos algo de privacidad. Coge el abrigo.
—Ni hablar.
—Estupendo. —La agarró por el brazo y tiró de ella para que subiera las escaleras.
—¡Para! —Siseó— no quiero hacer esto.
—Es una pena. —La llevó al dormitorio y cerró la puerta. Sólo entonces la soltó, apoyando las manos en las caderas como hacía cuando miraba los entrenamientos. Tenía la misma expresión en la cara que cuando miraba un partido.
—Muy bien, suéltalo. ¿Por qué te comportas así?
Ella había tratado de posponer el encuentro, incluso había creído que lo podría haber evitado, pero debería haber sabido que no hubiera sido posible.
Joe  no era el tipo de persona que evitara los enfrentamientos. Se mordió el interior de la mejilla porque, una vez que comenzaran a caer las lágrimas, no pararían, y no soportaría que la viera sufriendo una crisis nerviosa de ese calibre.
—¿Estás enfadada porque no te llamé después de que nos acostáramos juntos? Sabes porqué no lo hice. Pensé que lo habías entendido. —Echó una mirada al reloj—. Lo cierto es que ahora mismo no tengo demasiado tiempo.
Tengo una reunión con mis ayudantes a las seis.
—Entonces será mejor que te des prisa y te quites la ropa. —Trato de sonar indiferente, pero en su voz había un filo de dolor.
—¿De que coño estás hablando?
—De sexo. ¿No es por lo que estás aquí? ¿Para un polvo rapidito antes de la reunión? —Las palabras la lastimaban más de lo que podía soportar.
—Joder. ¿Ésta es una de esas cosas de mujeres, no? Estás muy cabreada, yo te preguntaré por qué estás tan cabreada y tu me dirás que si no lo descubro yo solo, tú no me lo vas a decir. Maldición, no quiero un jueguecito de esos en este momento. —Ella sentía como aumentaba su cólera.
—¡Perdona! —Ella sacudió con fuerza los brazaletes de una de sus muñecas y los tiró sobre la cama, con la seguridad de que la furia era una emoción más segura que el dolor—. Vamos al grano entonces. —Se sacó los zapatos, pateándolos a través de la habitación—. Deprisa, entrenador. Aún tienes puestos los pantalones.
Él acortó la distancia entre ellos y la cogió por los hombros, sus dedos se clavaron en su carne.
—¡Para! No me lo puedo creer. ¿Qué coño te pasa?
Ella ya había llegado a la resolución de que iba a llevar lo que quedaba de enfrentamiento con dignidad, y se tensó aún en sus brazos. Tomando aire temblorosamente, habló en un susurro.
—No me voy a volver a acostar contigo, Joe . Fue un error, en primer lugar ni debería haber ocurrido.
Él se echó para atrás y dejaron de tocarse. Aunque su voz ya no sonaba
beligerante, había una cautela peligrosa en sus ojos.
—Sé que te importo. No te habrías acostado conmigo si no fuera así.
—Conocí a Sharon en el partido contra los Bills. —La mirada culpable que brilló en sus ojos se lo dijo todo—. Es muy simpática. Tienes buen gusto.
—Sharon no tiene nada que ver con nosotros. Si crees que me estaba acostando con las dos a la vez, estás equivocada.

—Si lo entiendo. ¿Tuviste lo mejor de ambos mundos, no es cierto? —Su voz sonó llena de dolor—. Podías sacarte los picores con la rubia tonta mientras te contenías con tu virginal novia.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 11 Nov 2013, 7:40 pm

 
Parte 2:
 
En lugar de parecer culpable, parecía furioso.
—¿Es ese el tipo de hombre que crees que soy?
—Es difícil pensar otra cosa.
Ella sentía como él luchaba por dominar su mal genio.
—Había preparado que Sharon viniera al partido de los Bills semanas antes
de que se jugara, no lo podía cancelar en el último momento. Pero ya no salgo con ella. Creía que era todo lo que quería en una mujer, pero luego, después de que estuviésemos juntos la última vez, supe que me estaba engañando a mí mismo.
Saber que Sharon y él no se veían la debería haber hecho feliz, pero no lo hacía. Necesitaba oírle decir que la quería para algo más que sexo, que era amor, y hasta el momento que dijera las palabras, nada podría estar bien entre ellos. Su voz era suave e insegura.
—¿Dejaste de verla porque no era lo suficientemente caliente para ti?
Los músculos en su garganta se tensaron cuando tragó.
—No hagas esto, _____. No empieces a decir cosas que luego no puedas borrar. Te conté lo jodida que fue mi familia. Hace tiempo que quiero casarme y tener un matrimonio de verdad no sólo una orgía caliente como era con Valerie. Quiero tener hijos.
—Así que hiciste una audición para elegir la madre de tus futuros hijos, y Sharon ganó la medalla.
—No debe se difícil ver qué fue lo que me atrajo de ella. Necesitaba a alguien que le gustaran los niños, alguien que no les pegara en cuanto yo me diera la vuelta.
—Ya entiendo. ¿Exactamente de quien iba a ser madre? ¿De tus hijos o tuya?
Él se sobresaltó, pero ella no sintió satisfacción al saber que le había hecho daño. No quería eso. Sólo quería que se fuera antes de que le diera una crisis nerviosa.
—Eso ha sido un golpe bajo.
—Supongo. Pero también sospecho que es cierto.
Su voz sonó ronca.
—No sabes que pensé cuando te ví con esos niños ahí abajo, pensé que era el hombre más feliz del mundo. Durante unos minutos, pensé que todo era perfecto para nosotros.
Él vaciló, y ella repentinamente supo qué venía. Era como si él ya hubiera dicho las palabras, y aunque en la habitación hacía calor, sólo sintió frío. ¡No lo digas! Dime que me amas, no me digas eso. Dime que es amor lo que quieres de mí, no sólo niños.
Él metió las manos en los bolsillos.
—Nunca te había visto con niños. Creía que pensabas igual que Valerie sobre ellos. Pero vi como te comportabas con esos niños, y no es difícil darse cuenta que están tan locos por ti, como tú por ellos.
Todo su cuerpo le dolía.
—¿Eso quiere decir que tengo posibilidades de ganar ahora que Sharon esta fuera del juego?
—No sé por qué lo dices así, pero sí, creo que serías una madre maravillosa.
Ella tragó.
—¿Y voy de primera ahora o hay otras mujeres en la cola delante de mí?
Él rechinó los dientes.
—No hay ninguna otra mujer.
—Así que soy la única candidata por el momento.
—Llevo más días de los que puedo recordar, sin dormir más que dos horas —dijo tensamente— me mantengo a base de comida basura y adrenalina y no voy a disculparme por querer casarme contigo.
Por supuesto que quería casarse con ella. Eran geniales en la cama, sabía que no pegaría a sus niños y había alguna posibilidad que tuviera los Stars como dote.
Hasta ese momento, se había olvidado de la taimada insinuación de Reed, pero ahora se abrió paso en su mente. La habitación comenzó a girar. Ella luchó para poder hablar.
—Este repentino deseo por casarte  conmigo… —carraspeó— ¿Se debe a qué me viste con los gemelos o tiene algo que ver con que estoy a un partido de poseer los Stars para siempre?
Él se quedó completamente quieto, hizo una mueca.
—¿Exactamente qué estás sugiriendo?
—Nos conocemos desde hace meses, pero ésta es la primera vez que has indicado que quieras algo más que sexo de mí. ¿Es de eso de lo que se trata? ¿Estás poniendo los cimientos para una propuesta de matrimonio en caso de que el equipo gane el domingo?
—No me puedo creer que digas eso.
Ella soltó una risa sofocada.
—Supongo que, hasta este momento, realmente no lo había pensado así. Si los Stars ganan, quien sea que se case conmigo tendrá pechos grandes y uno de los mejores equipos de fútbol. Soy la fantasía de todos los hombres…
Su cara estaba totalmente rígida.
—No digas ni una palabra más.
—Serías la envidia de todos los entrenadores de la liga.
—Te advierto…
—¿Estarás todavía tan ansioso por casarte conmigo si los Stars pierden?
Un músculo comenzó a palpitar en su mandíbula.
—Lo que pase en ese partido el domingo no tiene nada que ver con nosotros.
—Pero si ganas, ¿Cómo podré estar segura? La única manera en que sabré que eres sincero será si pierdes y si aún así, todavía quieres casarte conmigo. —Dime que me amas, Joe . Dime que quieres casarte conmigo porque me amas, no porque te excito en la cama, ni porque quieres tener niños, ni porque puedas conseguir mi equipo de fútbol. Dime que me amas y aparta toda esta porquería.
—Voy a ganar ese partido.
—Entonces no tenemos ninguna posibilidad —murmuró.
—¿Qué quieres decir?
Ella sangraba por dentro y quería que parara el dolor. Su garganta estaba tan apretada que no podía hablar.
Él la miraba fija y fríamente.
—Yo no tiro la toalla.
Al principio ella no entendió lo que quería decir. Pero cuando vio la expresión poco prometedora de su cara, se mareó.
Su voz era dura y furiosa y ella recordó que él ocultaba sus emociones más profundas detrás de la cólera.
—He jugado duro toda mi vida, pero siempre he jugado limpio, nunca me tentaron por mucho que lo intentaran. Me han ofrecido dinero. Me han ofrecido drogas y mujeres. Pero no tiro la toalla. Por nadie. Ni siquiera por ti.
—No quería decir…
Sus ojos la recorrieron con desprecio. Luego salió de la habitación
 
*****
 
Ella era sólo débilmente consciente de que el tiempo pasaba mientras estaba sentada en el borde de la cama con las manos cogidas sobre su regazo.
Oyó voces en el vestíbulo cuando Molly llevó a casa a los gemelos y luego regresó poco después. Pooh rascó en la puerta, pero se fue al no abrirle. Siguió sentada en la habitación y trató de volver a juntar todos los pedazos de si misma.
A las diez, oyó correr agua en el cuarto de baño de Molly. Se sacó sus propias ropas sin saber lo que hacía, luego se puso en silencio su bata más vieja, encontrando comodidad en la tela suave y usada. Sonó un golpe en su puerta.
—¿Estás bien, _____?
En otras circunstancias, se hubiera alegrado que Molly se hubiera detenido a preguntar por ella, pero ahora sólo se sentía vacía.
—Me duele la cabeza, te veré mañana antes de que vayas a la escuela.
Ella se acercó a la ventana y abrió las cortinas para mirar hacia abajo, al bosque de detrás de la casa. Las lágrimas nublaban sus ojos.
—¿_____?
No había oído entrar a Molly, y no la quería allí. Tarde o temprano le tendría que decir a su hermana que dejaban Chicago, pero no lo podría hacer esa noche.
—La puerta estaba cerrada.
—Lo sé. ¿Pero estás segura que estás bien? —Encendió la luz.
Ella continuó mirando por la ventana porque no quería que Molly viera que había estado llorando. Oyó los suaves pasos de Pooh sobre la moqueta.
—Es simplemente un dolor de cabeza.
—Joe  y tú tuvisteis una pelea ¿No es cierto?
—Joe  y yo siempre estamos peleando.
—Son bromas, no son realmente peleas.
—Esta vez no fue una broma, Molly. Esta vez fue de verdad.
Hubo una larga pausa.
—Lo siento.
—No sé por qué. Me odias, ¿recuerdas? —Sabía que no era justo pagarlo con Molly, pero había llegado a un punto en el que no le importaba. Pooh golpeó sus tobillos, casi como si le estuviera riñendo.
—Yo no te odio, _____.
Las lágrimas frescas nublaban sus ojos.
—Necesito estar sola, ¿vale?
—Estás llorando.
—Es sólo una debilidad temporal. Lo superaré.
—No llores. Joe  se sentiría mal si supiera que te ha hecho llorar.
—Sinceramente, lo dudo.
—Creo que estás enamorada de él.
Ella tragó saliva mientras las lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.
—Eso, también lo superaré.
Molly le tocó el brazo con suavidad. Su garganta se cerró totalmente y algo pareció romperse dentro de ella. Sin saber cómo, se encontró en los brazos de Molly.
Molly le palmeó el brazo y frotó su espalda.
—No llores, _____. Por favor, no llores. Ya se arreglará todo. Realmente, lo hará. No llores. —Molly la arrulló dulcemente igual que lo hacía con Pooh.
Como era unos centímetros más baja que _____, su posición era incómoda, pero se agarraron la una a la otra de cualquier manera.
______no tenía ni idea de cuánto tiempo estuvieron así, pero nada en la tierra podía haber hecho que soltara a su hermana. Cuando finalmente dejó de llorar, Molly se apartó, sólo para volver algunos momentos más tarde con unos pañuelos que había ido a buscar al cuarto de baño.
______se sentó en el borde de la cama y se sonó la nariz.
—Mañana estaré mejor. Sólo siento lástima por mí misma.
El colchón se hundió cuando Molly se sentó a su lado. Pasaron un rato en silencio.
—¿Estás embarazada?
______la miró con ojos alarmados.
—¿Por qué piensas eso?
—Una chica de mi clase de historia está embarazada. Sé que puede ocurrir,
puede pasarle también a las personas mayores que se supone que conocen
métodos anticonceptivos y todo eso. Si lo estás, estoy segura que Joe  querrá
casarse contigo, pero si no lo hace, estamos las dos —habló deprisa—. Yo te
ayudaría a cuidar del bebé. No tienes que tener un aborto, ni dárselo a nadie,
ni cuidarlo tú sola, ni nada.
Como ______vio la intensidad de la expresión de su hermana, una parte
de su insensibilidad desapareció, y le dirigió una sonrisa acuosa.
—No estoy embarazada. Pero gracias. Te lo agradezco mucho.
—¿No irás a ponerte a llorar otra vez?
______inclinó la cabeza y se sonó la nariz.
—No lo puedo remediar. Eso ha sido lo mejor que se han ofrecido nunca a hacer por mi. —Hipó—. Te quiero Mol, realmente te quiero mucho.
—¿En serio?
—Sí. —______se pasó un pañuelo por las lágrimas.
—¿Aunque me haya comportado como una mocosa?
______sonrió débilmente.
—Eres una mocosa.
—Nadie me había querido nunca.
—Tu madre te quería.
—¿En serio?
—Te quería muchísimo.
—No la recuerdo. Bert decía que era una rubia tonta.
______sofocó una risa.
—Lo era. Igual que mi madre. Era el único tipo de mujer con el que Bert se casaba. Le gustaban las rubias sexys y no demasiado listas. Heredamos nuestros cerebros de él, Mol, no de nuestras madres. —Estiró el pañuelo entre sus dedos—. Pero tú madre era una de las mejores mujeres que he conocido y te quería muchísimo. Yo me escapé cuando tú aún eras un bebé, pero aún recuerdo como te sostenía durante horas, incluso mientras dormías, como si no pudiera creer que te había tenido.
—Desearía poder recordarla.
—Era una mujer muy agradable. Me contaba historias sobre ser una showgirl. Como Cooki, que fue la segunda esposa de Bert. Las dos eran estupendas.
Molly bebía cada palabra que decía.
—Háblame sobre ellas.
Ella inhaló por la nariz y se frotó la nariz.
—Bueno, Bert encontró a sus tres esposas en Las Vegas. Ninguna de ellas era demasiado lista, solo realmente guapas, pero eran mujeres excepcionales.
Algunas veces creo que lo de la rubia tonta es simplemente otra cosa que los hombres inventaron para poder sentirse superiores a las mujeres que son mejores supervivientes que ellos. —Pooh subió de un salto a su regazo y ella acarició su suave pelo—. En lugar de sentir lástima de sí mismas, las esposas de Bert trabajaron duramente para buscar su lugar en la vida. Sobrevivieron a las malas condiciones de trabajo, a hombres piojosos, a bronquitis por ir casi desnudas y lo hicieron con una sonrisa. Tu madre no estuvo amargada ni
siquiera cuando se enteró del tipo de hombre que era Bert. —Sonrió a Molly con vacilación—. Tienes lentejuelas y mallas en tus genes, Mol. Estate orgullosa de eso.
Su hermana, con la cara solemne y su espléndido cerebro, estaba claramente encantada con la idea. Mientras ______la miraba, un pensamiento horrible atravesó su mente, ahuyentando su sufrimiento.
—¿Tienes alguna foto suya, no?
—No. Se las pedí a Bert un par de veces, pero me dijo que no tenía ninguna.
—¡No me puedo creer que no se me ocurriera preguntarte! —Levantándosede la cama, ______entró en el vestidor y volvió unos momentos más tarde con una de las cajas de cartón que había traído de Nueva York. Mientras Molly observaba, esparció el contenido en la cama buscando lo que quería—. Sé que está aquí dentro en alguna parte. Aquí está… —Extrajo un marco dorado con una foto de Lara sentada sobre una silla de rejilla de la piscina y sujetando a una Molly recién nacida en su regazo. El cabello rubio de Lara estaba retirado
de su cara con una diadema de flores y le sonreía a Molly, que estaba envuelta en una manta rosa.
Ella contuvo el aliento mientras le pasaba la foto a su hermana.
Molly la tocó con cautela, casi como si tuviese miedo de que se fuese a disolver entre sus manos, y miró fijamente la cara de su madre. Una expresión de temor la invadió.
—Es muy guapa.
—Creo que tienes sus ojos —dijo ______suavemente.
—Desearía haberla conocido.
—Desearía que así hubiera sido.
—¿Puedo quedármela?
—Por supuesto que puedes. La llevé conmigo cuando me escapé. Solía fingir que era mi madre.
Molly clavó los ojos en ella, y luego un sollozo se escapó de sus labios. Esta vez fue ______la que la sostuvo.
—Lamento haber sido tan horrible. Estaba celosa de ti porque Bert te amaba y a mí me odiaba.
______palmeó el pelo de su hermana.
—Ni te odiaba a ti, ni me quería a mí.
—Sí, lo hacía. Siempre me comparaba contigo. —  Lentamente se echó hacia atrás, para que ______pudiera verle la cara, manchada de lágrimas—. Decía que le ponía la piel de gallina y que parecía que me fuera a desmayar cada vez que me hablaba. Decía que tú le hacías frente.
______se acercó otra vez.
—No me enfrenté a él hasta que fui mayor. Créeme, cuando tenía tu edad, todo lo que hacía era intentar mantenerme fuera de su camino.
—Lo dices para que me sienta mejor.
—Bert era un matón, Molly. Era un hombre que sólo tomaba en cuenta la opinión de los hombres. Ni siquiera miraba a las mujeres con las que no podía acostarse. Eso nos deja fuera a las dos.
—Lo odio.
—Por supuesto. Pero cuando seas mayor, aprenderás a compadecerlo. — Mientras hablaba, sintió que algo se desvanecía dentro de ella y se dio cuenta de que el rechazo de su padre finalmente no tenía ningún poder sobre ella—. Bert tuvo dos de las mejores hijas del mundo y ni siquiera le importó. Lo encuentro muy triste, ¿tú no?
A Molly pareció considerar la idea.
—Sí, supongo que si.
Mientras la luz de la luna de invierno iluminaba la cama, sus dedos se encontraron sobre la cabeza de Pooh.
Se los cogieron con fuerza.

 


Bueno chicas, les tengo una mala noticia, la novela esta a poco de llegar a su fin :( , aunque viéndolo por el lado amable, muy pronto conocerán el final, todo depende de como lo quieran ver :P  .  en fin, me despido. Espero que les haya gustado este maratón de capítulos. Mil besos y nos leemos muy muy pronto. :bye: 
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por helado00 Dom 17 Nov 2013, 7:48 pm

Dios mío!
Terminé llorando! No me puedo creer todo lo que ha sucedido en los caps que has posteado!
En verdad espero que la sigas pronto para saber que sucede!!
Gracias por el marato!!
helado00
helado00


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por JB&1D2 Dom 17 Nov 2013, 8:57 pm

Siguela por favor
JB&1D2
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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por JB&1D2 Jue 21 Nov 2013, 1:19 pm

Siguelaaa
JB&1D2
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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Dom 24 Nov 2013, 9:10 am

CAPÍTULO 23
 
Parte 1:
 
La banda tocó con energía "Ain’t she sweet" y las animadoras, las Star Girl, formaron un túnel de pompones azules y dorados para que ______pasara por el medio. Cuando pisó el campo para la final del campeonato de la AFC, resplandecía con una chaquetita de terciopelo llena de miles lentejuelas azules, doradas en la parte superior a juego con la minifalda, medias caladas y zapatillas doradas llenas de estrellas brillando intermitentemente encima de los  dedos de cada pie. La afición la saludó con silbidos y aplausos mientras las
Stars Girls meneaban sus pompones y contoneaban sus caderas.
Mientras saludaba con las manos y lanzaba miles de besos, sentía que la tensión aumentaba entre los seguidores y se reflejaba en las expresiones sombrías de los jugadores arrodillados en los márgenes del campo. Evitó mirar a Joe  mientras llegaba al final del banquillo para sus rituales de prejuego.
Muchos de los jugadores creían que ella les traía buena suerte, y la habían involucrado en un montón de  rutinas como golpear cascos y hombreras o meterle monedas de buena suerte en los zapatos. Bobby Tom, sin embargo, se negaba a perder su beso de buena suerte.
—Lo conseguiremos hoy, _____. —Él le dio un sonoro beso y la bajó otra vez al terreno.
—Sé que lo haréis. Buena suerte.
Ella observó como los Sabers se unían a los Stars en el campo. Su quarterback estaba listo para jugar el último partido, cosa que a los Stars no les gustaba nada, pero Ron ya la había avisado de que, aún herido, los Sabers eran un equipo muy bueno.
Cuando el kicker se colocó, ya no pudo evitar mirar a Joe . Vio los tendones tensos en su cuello mientras hablaba por el auricular del casco a sus ayudantes y luego le dijo algo Jim Biederot, que estaba a su lado. Sólo cuando los jugadores estaban colocados para empezar el partido se dirigió hacia ella. Sus ojos estaban entrecerrados, pero su expresión estaba en blanco, sin revelar ninguno de sus sentimientos. Ella buscó el chicle en el bolsillo de su chaqueta mientras venía hacia ella.
Ya habían pasado los rituales previos al partido que tenían los Stars y los hinchas miraban hacia el campo, para no perderse el momento en que el kicker pusiera en juego la pelota, después miraban como ______le pasaba los Wrigley. Cuando Joe  se paró a su lado, trató de sonar normal.
—No olvidé tus chicles.
Él la estudió por un momento, su boca dibujaba una línea apretada y dura.
—Bobby Tom te da un beso y yo sólo consigo un paquete de chicles. Me parece que no.
Sus ojos se abrieron cuando él se quitó el casco y el auricular. Antes de que pudiera reaccionar, él se inclinó y le dio un beso largo y castigador.
Las luces del campo brillaron intermitentemente y la multitud lo celebró con gritos, risas, bocinazos y aplausos. Cuando Joe  se apartó, ______se obligó a sonreír. Los hinchas pensaban que era un chiste, pero ella sabía que no lo era.
Su beso había estado lleno de cólera y había tenido intención de hacerle daño.
Le hacía saber que no le había perdonado por insultar su honor.
Él se alejó abruptamente y fijó toda su atención en el campo mientras la pelota surcaba el aire. El hombre de los Sabers lo atrapó justo en la endzone
de los Stars.
A pesar de sus emociones turbulentas, ella estuvo rápidamente absorta en la excitación del juego. Sabía por Ron que parte de la estrategia de Joe  era forzar a los Sabers a salir de sus posiciones, y que el juego agresivo de la defensa los engañaría al menos cuatro minutos del partido, cuando Elvis Crenshaw golpeó la pelota liberó el atasco del campo. Los Stars rápidamente tomaron el control y al final del primer cuarto, habían avanzado siete posiciones y los Sabers las habían retrocedido.
Se preparó para subir al palco, dónde la atmósfera estaba tan tensa como en el campo. Los Stars dominaban en ese momento mientras los Sabers aún estaban peleando por entrar en el partido, pero era demasiado pronto para que bajara la intensidad. Diez minutos más tarde, cuando los Stars interceptaron un pase de treinta yardas, ______supo que no podría aguantar la tensión todo el tiempo. Jugaban brillantemente, ¿pero que ocurriría si finalmente dejaban de dominar el juego?
Le murmuró a Ron que iba a dar una vuelta, se puso la cadena del bolso en el hombro y abandonó el palco. Saludó al oficial de seguridad de la puerta y entonces comenzó a pasearse de un lado a otro del desierto vestíbulo. Cuando otra algarabía llegó desde las puertas cerradas, dobló la esquina del final del vestíbulo.
Hubiera deseado que Molly estuviera con ella en lugar de sentada fuera con sus amigos. Los últimos días habían sido mágicos entre ellas, con Molly hablando sin pausa, decidida a poner a su hermana mayor al tanto de cada detalle de su vida. ______sonrió. No importaba lo que pudiese lamentar sobre todos esos meses, nunca se arrepentiría de la decisión que había tomado de que Molly viviera con ella.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que apenas se enteró de dónde había caminado, hasta que la puerta de uno de los palcos cercanos se abrió repentinamente, haciendo que se oyeran mucho más los gritos de alegría.
Sus dedos apretaron el bolso cuando Reed salió. Lo último que quería en ese momento era encontrarse con él, pero él ya la había visto, así que no pudo retirarse.
La última victoria de los Stars había puesto fin a su fingida afabilidad y ahora no mostraba otra cosa que hostilidad. Cuando la alcanzó, encendió un cigarrillo con un mechero de oro y la miró entre el humo.
—¿Te aburre el partido?
Ella no deseaba otro enfrentamiento, y se encogió los hombros con indiferencia.
—No. Solo estoy nerviosa. ¿Y a ti que te pasa?
—Salí a fumar un cigarrillo, eso es todo.
La nube de humo que había flotado en el aire del vestíbulo cuando el abrió la puerta del palco aún no se había disipado por entero.
—No podías aguantar mirar el partido.
Inmediatamente deseó haberse callado la boca. Aunque no había hecho la declaración como si fuera un desafío, él la había tomado así.
—Ni siquiera hemos llegado al descanso. Yo aún no comenzaría a celebrarlo.
—No lo estoy haciendo.
Oyeron otra ronda de gritos y él dio una rápida calada, enojado.
—Has tenido suerte siempre. Eres la única persona que me he encontrado en la vida que podría coger una cagada y obtener oro de ella.
—Yo siempre he pensado que el afortunado eras tú.
Él dio un bufido.
Ella agarró la correa de su bolso.
—Después de todos estos años, ¿todavía me odias? Cuando era niña, no me podía creer que lo hicieras. Tú tenías todo lo que yo quería.
—Seguro que sí —se mofó— crecí en un apartamento diminuto, con una madre neurótica y sin padre.
—Tuviste un padre. Tuviste el mío.
Sus labios se apretaron con burla.
—Es cierto, lo tuve. A Bert le importaba más yo de lo que alguna vez lo hiciste tú, hasta el día que murió. Él sólo quería enseñarte una lección. Seguía diciendo que eras su único fracaso, y pensó que te asentarías si te pudiera apartar de esos maricas con los que estabas siempre. —Reed apagó su cigarrillo en unos de los ceniceros llenos de arena que colgaban de la pared—. Bert nunca supuso que podría ocurrir algo así. Nadie podría haber predicho todos los eventos fortuitos que ocurrieron en esta liga. Los Sabers pierden a
Simpson y McGuire, los Chargers pierden a Wyzak, los Bills y los Dolphins sufren una crisis nerviosa. ¡Cristo, si él se hubiera imaginado que los Stars llegarían a los playoffs, entonces nunca te habría dejado acercar al equipo, ni siquiera por un día!
—Pero los Stars llegaron a los playoffs. Y por lo que se oye, están ganando.
Su cara se ensombreció con ferocidad. El exitoso hombre de negocios había desaparecido, dejando en su lugar al cruel matón de su infancia.
—Maldición, te sientes satisfecha, ¿no es cierto?
—No.
Pero su negativa llegó demasiado tarde porque la presionó contra la pared con su cuerpo. Ella se sobresaltó cuando sus hombros chocaron y su bolso cayó al suelo.
—¡Lo has echado todo a perder! ¡Siempre lo haces!
Asustada, empujó contra su pecho con las palmas de las manos.
—¡Déjame ir o gritaré!
—¡Hazlo! Si alguien nos ve, pensarán que me estás haciendo insinuaciones amorosas igual que se las haces a todos los demás.
—¡Lo digo en serio, Reed! Déjame.
Ella se quedó helada cuando sintió su mano moverse sobre su pecho. Lo apretó.
—Eras una calentorra cuando tenías dieciocho años y todavía lo eres ahora.
La impresión la dejó paralizada.
—Sácame las manos de encima.
—Cuando me dé la gana.
Ella luchó para apartarse de su contacto obsceno, pero estaba aprisionada por su cuerpo. La expresión en su cara la asustó. Suponía que vería lujuria, pero en su lugar vio algo mucho más peligroso. Vio odio y la necesidad de ejercer su poder sobre ella igual que antes.
—Puede que te quedes con los Stars, pero antes de que pienses que has reído la última, hay algo que deberías saber.
El triunfo en su expresión hizo que el temor corriera por sus venas como si fuera veneno. Era una niña otra vez, mirando como sujetaba la foto de su madre fuera de su alcance. Podían estar rodeados de ochenta mil personas, pero nunca se había sentido más sola.
Su labio se curvó.
—Esa noche en la caseta de la piscina.
—¡No! ¡No quiero oír esto!  —Todas las viejas pesadillas volvieron a su mente. Podía oír los truenos, sentir el calor caliente y pegajoso. Otra vez, tratóde apartarse de él, pero no la soltaba.
—¿Recuerdas la tormenta? ¿Lo oscuro que estaba?
—¡Detente! —Había comenzado a sollozar. Él apretó más su pecho.
—Tan oscuro que no se podía ver la mano delante de los ojos.
—¡No hagas esto!
—Esa noche cuando Craig te folló…
—Por favor.
— …no fue Craig…
Sintió nauseas, y un gemido escapó por sus labios mientras sus palabras la golpeaban. Sus pulmones dejaron de funcionar y sintió como si se asfixiara hasta morir.
— … fui yo el que te encontró en ese cobertizo.
Iba a vomitar. ¿Lo había sospechado siempre en lo más profundo de su subconsciente o era algo nuevo? La alcanzó el olor de su colonia.
Él soltó su pecho sólo para agarrar su pelo con sus dedos. Se mordió los labios para no gritar cuando tiró con fuerza.
—Y lo mejor es, que no hay una maldita cosa que puedas hacer al respecto, Señorita Estirada, porque ocurrió hace demasiado tiempo. Sería tu palabra contra la mía, y mientras tú has estado con todo lo que tiene
pantalones y yo he sido don Limpio. Cuando comiences a sentir una oculta satisfacción sobre los Stars, sabrás que recordaré la manera que gritaste cuando hice estallar esa dulce cereza tuya.
—¿Está todo bien, señorita Somerville?
Reed se echó hacia atrás mientras un guardia de seguridad se acercaba por la izquierda. Ella presionó sus dedos sobre los labios.
—¿Señorita Somerville? ¿Está todo bien?
Ella luchó por hablar.
—No, yo…
—Te veré más tarde, _____. —Reed enderezó su corbata, luego cruzó el vestíbulo hacia el palco. Se giró y le echó una falsa sonrisa—. Gracias por ese pastel de cereza. —Abriendo la puerta, desapareció dentro.
Ella presionó la mano contra el estómago. El guarda de seguridad la tomó del brazo.
—Todo va a estar bien, Señorita. Déjeme ayudarla…
Ella se movió como un robot a su lado mientras la dirigía por el vestíbulo.
Los recuerdos de esa noche terrible la asaltaron. No había ventanas en el cobertizo de metal, y el calor atrapado dentro había sido denso y pesado.
Cuando él había abierto la puerta, ella sólo había visto una gigantesca silueta masculina contra las hojas oscurecidas por la lluvia. Había asumido que era Craig, pero no había visto su cara.
Él se había acercado a ella, antes de que pudiera moverse. Le había desgarrado la blusa y mordido los pechos como un animal. Recordó la aspereza del accidentado suelo de cemento raspando sus nalgas desnudas cuando le había levantado la falda y sacado las bragas. Su cabeza había golpeado contra el suelo cuando le había abierto las piernas. Él había hecho un sonido gutural mientras empujaba en ella, pero luego, los únicos sonidos que podía recordar eran sus gritos.
El suelo desapareció debajo de ella y elevó la cabeza rápidamente. Por un momento se sintió desorientada, y luego se percató de que el guarda de seguridad la había llevado a un ascensor.
—¿Dónde me lleva?
—La llevo hasta la caseta de primeros auxilios.
—Estoy bien. No necesito primeros auxilios.
—Está blanca como un papel. No sé lo que ese tío trataba de conseguir, pero quizá sea mejor que se tumbe unos minutos hasta que se sienta mejor.
Ella comenzó a protestar pero se percató que no estaba en condiciones para volver al palco en ese momento. Unos pocos minutos lejos de ojos curiosos le darían la oportunidad de volver a recuperar el control.
—Bueno. Puede ser.
Mientras el ascensor descendía, olió el humo del cigarrillo del guarda de seguridad, y otra oleada de nauseas la invadió porque le recordó a Reed.
Estaba sobrecogida por la impotencia. Él iba a salirse con la suya. Estaba en lo cierto. Había pasado demasiado tiempo para que pudiera acusarlo de algo.
El guarda de seguridad comenzó a jadear. Era demasiado grueso, probablemente rondaba la cincuentena, con pelo gris y cara brillante. Gotas de sudor cubrían su frente. Ella leyó el nombre impreso en letras de molde en la
etiqueta plástica.
—Debería dejar los cigarrillos, Sr. Hardesty.
—Sí.
Las puertas del ascensor se abrieron. Vio las tuberías en lo alto y se percató de que estaban en alguna parte del segundo sótano.
—¿Dónde estamos?
—Hay un puesto de socorro para los empleados aquí abajo. Estará lejos de los hinchas.
Ella le siguió fuera del ascensor a un corredor estrecho, que estaba pintado con el mismo gris que los barcos de guerra. Los silbidos siseaban sobre su cabeza y oyó un sonido que le recordaba un trueno lejano. Se dio cuenta de que lo que oía eran los rugidos amortiguados de la gente en el domo por encima de ellos.
Giraron al llegar al fondo.
—Aquí dentro. —La cogió por el codo y abrió la manilla de una puerta sin marcar.
Sintiendo el primer temblor de desasosiego, vaciló. Con un empujón duro, la introdujo en el interior.
—¿Qué hace? —Ella se quedó sin aliento.
Sus ojos se abrieron con espanto cuando vio que había sacado su pistola y apuntaba directamente sobre ella. Una impresión de irrealidad la invadió. Reed era su enemigo, no este hombre que no conocía. Por encima de ellos la multitud gritó como una bestia en su jaula, mientras ella estaba atrapada en una pesadilla donde había escapado de un terror para ser absorbida por otro.
Él cerró la puerta.
—¡Adentro!
—¿Porqué está haciendo esto?
—¡Venga!
Ella tropezó, y gradualmente fue consciente de que la había metido a la fuerza en una habitación que parecía a la vez una oficina y un almacén. Vio un  abollado escritorio de acero gris, un archivo, y una estantería metálica llena de cajas de cartón y piezas de máquinas.
Él apuntó con la pistola hacia una silla sin brazos y con ruedas que tenía una pequeña mancha con forma de V en el asiento negro de vinilo.
—Siéntese.
Sus piernas temblaban cuando se dejó caer en la silla. El respaldo chirrió y se movió ligeramente cuando se reclinó. Miró fijamente con sombría fascinación a la fea pistola negra que apuntaba su corazón. No parpadeó mientras él se agachaba para coger un pedazo de cuerda de tender ropa de una caja de embalaje que había en la estantería metálica frente al escritorio.
—¿Quién eres? —murmuró.

En lugar de contestar, la empujó contra el asiento de la silla con el pie, haciéndola girar para que quedara de cara a la pared. Ella automáticamente extendió la mano para no chocar, permitiendo que cogiera sus brazos y los echara hacia atrás. Dio un grito de alarma.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Dom 24 Nov 2013, 9:15 am

 
Parte 2:
 
Él respiraba con dificultad mientras ataba sus muñecas y las aseguraba a la barra vertical que sujetaba el respaldo. Se movió alarmantemente sobre su eje, tirando de sus brazos y lastimándola. Cuando estuvo atada, le dio a la silla otro empujón, dirigiéndola hacia la esquina más alejada. Ella se detuvo con los pies antes de chocar contra la pared y luego, aterrorizada, se giró a sí misma para quedarse frente a él.
Se sintió agradecida de que no le hubiera atado las piernas, pero las cuerdas estaban cortando sus muñecas, enviando fogonazos de dolor hacia arriba. Él recogió la pistola de uno de los estantes metálicos donde la había
colocado mientras la ataba y la devolvió a la pistolera de cuero de su cadera. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que Ron advirtiera que ella no estaba?
Ella reprimió la histeria que aumentaba dentro de ella, con la seguridad de que costara lo que costara, tenía que mantener la mente clara. Fue consciente del distante sonido de música y se dio cuenta de que la función del descanso había comenzado. Tratando de ignorar el dolor de sus brazos y muñecas, se obligó a fijarse en todos los detalles de la oficina.
El abollado escritorio gris estaba situado contra la pared y lleno de un montón de manuales muy usados, catálogos y tarjetas de identificación. Sobre la parte superior de un archivo de cuatro cajones, situado justo enfrente de ella, había una pequeña televisión portátil, su carcasa color café claro llena de grasientas huellas digitales. De ganchos de la pared con forma de L, colgaban papeles y un calendario con la foto de una mujer desnuda que sostenía una pelota de playa de colores.
El guarda encendió un cigarrillo y lo sujetó entre sus gruesos dedos manchados de nicotina.
—Esto es lo que hay, señora. Si su novio hace lo que le digo, no tiene de que preocuparse.
—No entiendo de qué habla.
—Bueno, pues creo que no hay mucho que entender. —Se dirigió al archivo y encendió el televisor. La pantalla en blanco y negro mostraba a los comentaristas sentados en las cabinas para las emisiones por radio. — «los Stars jugaron brillantemente en el primer tiempo. La ofensiva realizó sus jugadas. Protegieron la pelota adecuadamente. Los Sabers van a tener que ser bastante más agresivos si quieren  volver al partido.» —El letrero al pie de la pantalla mostraba el resultado: Stars 14, Sabers 3.
El guarda maldijo y bajó el volumen de la música. Ella le miró más estrechamente mientras caminaba de un lado a otro por el estrecho espacio de la oficina cercano para la puerta, fumando con furia. Sus ojos cayeron sobre la tarjeta plástica de identificación.
HARDESTY.
En ese momento, recordó el relato de Joe  sobre aquel hombre que lo había estado acechando, el padre de un chico que había jugado en los Stars. Su nombre era Hardesty.
Un anuncio de cerveza parpadeó silencioso en el televisor. Se humedeció
los labios secos.
—Me duelen los brazos. La cuerda está demasiado apretada.
—No la voy a desatar.
—Solo necesito que esté más floja.
—No.
Tenía que hacerle hablar. Se volvería loca si no sabía lo que pretendía hacer.
—Esto es por tu hijo, ¿no es cierto?
La señaló con el cigarrillo.
—Le diré algo, señora. Ray Jr. era el mejor defensa que jugó en los Stars. No había ninguna razón para que ese bastardo lo echara.
—¿El entrenador Jonas ?
—La tenía tomada con Ray. Ni siquiera le dio una oportunidad.
—Joe  no actúa de esa manera.
Nubes de humo gris rodeaban su cabeza, y no dio muestras de haberla oído.
—Le diré lo que pienso. Pienso que sabía que Ray Jr. era mejor jugador de lo que él había sido. Pienso que estaba celoso. La prensa dijo cosas buenas de Jonas , pero no era nada comparado con mi Ray.
Se dio cuenta de que aquel hombre estaba loco. Tal vez desde  hacía mucho tiempo, o tal vez desde la muerte de su hijo había sido el golpe maestro. Ella trató de ocultar su miedo.
—Los jugadores cambian todo el tiempo. Es parte del juego.
—¡No sabes de que hablas! Un día eres alguien especial y al día siguiente nadie sabe tu nombre.
—¿Estás hablando de ti o de tu hijo?
—¡Cállate! —Sus ojos se hincharon y su tez cobró un débil matiz amoratado.
Tuvo miedo de empujarlo demasiado lejos y se calló.
La señaló con el dedo.
—Mira, no significas nada para mí. No quiero lastimarte, pero lo haré si tengo que hacerlo. Porque cueste lo que cueste, no voy a dejar que los Stars ganen este partido.
 
*****
 
Ron alcanzó el túnel cuando los jugadores regresaban al campo. Temía lo que tenía que hacer. Joe  había sido un oso malhumorado toda la semana, irrazonable e imposible de apaciguar y no tenía ni idea de cómo reaccionaría ante esa noticia tan inquietante.
Joe  salió del vestuario y Ron adaptó su paso al de él.
—Me temo que tenemos un problema.
—Pues arréglalo. En caso de que no te hayas dado cuenta, intentamos ganar un partido de fútbol en estos momentos y …
Ron presionó su pañuelo doblado contra su frente.
—______no está.
Joe  se detuvo de golpe y su cara se puso pálida.
—¿De qué coño estás hablando?
—Salió del palco durante el segundo cuarto y no volvió. Alguien encontró su bolso en el vestíbulo. He llamado a su casa y su oficina. He mirado en primeros auxilios y he mandado a alguien a cada palco. No está, Joe , y me da la impresión de que es por algo malo.
Ron había visto a Joe  en situaciones de presión, pero nunca había visto tal expresión de pánico en sus ojos.
—¡No! Ella es… Cristo. ¿Llamaste a la policía?
—Sí, pero es demasiado pronto, no lo toman tan en serio como tú o yo. Odio hacerte esto en este momento, pero se me ocurrió que podrías pensar en alguna parte donde buscarla. ¿Tienes alguna idea? ¿Se te ocurre algún sitio donde mirar?
Él se quedó paralizado, sus ojos tenían una expresión salvaje que destacaba en la palidez de su cara.
—No. —Agarró el brazo de Ron—. ¿Hablaste con Molly? ¡Jesús! ¡Habla con Molly! Tal vez ______esté con ella.
Ron nunca había visto a Joe  así y supo en ese mismo momento que había algo más profundo de lo que él había sospechado en la relación entre la dueña de los Stars y el entrenador.
—Molly no la ha visto desde antes que empezara el partido. Está bastante alterada. Ahora está con ella la esposa de Tully.
—Si le ocurre cualquier cosa a _____…
—¿Joe ? —Uno de sus asistentes apareció en la boca del túnel. Joe  se volvió hacia él, con los tendones del cuello tensos como cuerdas.
—¡Joder, déjame en paz!
Ron sentía la desesperación de Joe , y agarró el otro brazo del entrenador
con urgencia.
—¡Has de regresar al campo! No hay nada que puedas hacer ahora por _____. Te haré saber de inmediato cuando la encontremos.
Joe  le dirigió una mirada demoníaca.
—¡No dejes que le ocurra nada, Ron, por el amor de Dios, encontrarla!
Ron quiso consolarle, pero sólo pudo decir—: Haré todo lo que pueda.
 
*****
 
Un nivel por debajo, Hardesty metió la mano en el bolsillo para coger un paquete nuevo de cigarrillos. A ______le picaban los ojos por el humo, acrecentando el dolor de sus brazos y muñecas. El silencio entre ellos había tensado sus nervios y fuera como fuera tenía que hablar.
—¿De quién es esta oficina?
Por un momento creyó que no le contestaría. Luego se encogió de hombros.
—De uno de los ingenieros. Tiene que quedarse con los generadores hasta que las portillas se cierren, así que no vendrá de improviso para una visita, si eso es lo que esperas.
La pantalla mostró los Sabers haciendo el saque inicial. Ella se sobresaltó cuando él elevó el volumen.
—No vas a poder escapar.
—¿Sabes qué? No me importa. ¡Si consigo que los Stars piersan el
campeonato lo demás no me importa!
Hardesty miró la tele, luego se movió al escritorio, dónde había un teléfono y apretó cuatro botones. Pasaron varios segundos antes de que hablase por el aparato.
—Soy Bob Smith de los Stars. Estoy con ______Somerville, y quiere hablar
con el entrenador Jonas . Pasa la llamada al banquillo ¿vale?  —Hizo una pausa, escuchando—. A ella no le importa esa mierda de la autorización. Dice que es importante, y es la jefa, pero tú eres un asno, así que hazlo.
Quien fuera que estuviera del otro lado debió resolver estar de acuerdo con la petición, porque Hardesty deslizó el teléfono el lado del escritorio más cercano a donde ella estaba sentada. Las ruedas chirriaron cuando él enganchó la silla por detrás y la acercó. Él esperó silenciosamente, empuñando el aparato con su mano, luego se tensó.
—¿Jonas ? Hay alguien aquí que quiere hablar contigo. —Puso el teléfono junto a la oreja de _____.
—¿Joe ? —Su voz fue un susurro aprensivo.
—¿_____? ¿Dónde estás? Jesús, ¿estás bien?
—No, yo…  —Gritó cuando Hardesty metió los dedos en su pelo y tiró bruscamente.
En el banquillo, Joe  se puso rígido.
—¡_____! ¿Qué ocurre? ¿Estás ahí? ¡Háblame!
Su corazón golpeaba contra sus costillas y un sudor frío cubría su frente.
______estaba aterrada y no había nada que él pudiera hacer. Con cegadora claridad, la fuerza de su miedo rompió todas las capas que lo protegían y reconoció lo profundamente que la amaba. Si le ocurría algo, no querría vivir más. Gritó su nombre, tratando de transmitir todo lo que sentía por ella pero que nunca había podido decir.
Una voz masculina y ronca le llegó a través del auricular.
—La tengo, Jonas . Si no quieres que le haga daño, escucha con atención lo que voy a decir.
—¿Quién eres?
—Los Stars perderán hoy. ¿Entiendes? Tu jodido equipo pierde o la señora muere.
Joe  oyó la dificultosa respiración en la voz del hombre y lo envolvió una horrible sospecha.
—¿Hardesty? ¡Eres tú, lo eres, loco hijo de puta!
—Tu equipo no ganará el campeonato sin mi niño.
El hecho de que Hardesty no intentara ocultar su identidad incrementó el miedo que Joe  sentía. Sólo un hombre al que no le importaba vivir o morir sería tan descuidado.
Sabía que no tenía mucho tiempo y habló rápidamente con voz enérgica.
—Escúchame. Ray no querría que hicieras esto.
—Estabas celoso de él. Por eso lo echaste.
—Esto es entre tú y yo. ______no tiene nada que ver. Déjala ir.
—No llames a la policía. —Hardesty tosió, un sonido seco y jadeante—. Estoy viendo la tele y si veo cualquier cosa inusual, lo vas a sentir.
—¡Piensa, Hardesty! Has cogido a una mujer inocente.
—Si suben más puntos al marcador de los Stars, le haré daño a tu novia.
—¡Hardesty!
La línea quedó muerta.
Joe  se quedó allí, estupefacto. Oía la alegría de la gente y se congeló por dentro cuando recordó la serie de jugadas que acababa de ordenar. Se giró hacia el campo. Lleno de un terror al que no podía poner nombre, observó como la pelota surcaba el aire y llegaba directamente a la zona de gol de los Stars.
El marcador brilló intermitentemente, y Joe  Jonas  sintió el toque frío de una mano en su corazón.
 
En el segundo sótano del domo, Ray maldijo y pateó la silla de _____. Ella dejó escapar un grito mientras se deslizaba a través del suelo resbaladizo y chocaba contra la pared del fondo. Su hombro percibió el impacto y ramalazos de dolor atravesaron su cuerpo. Sintió el sabor de la sangre en su boca al morderse la lengua.
Asustada por lo que podría hacerle después, luchó contra el dolor y giró la silla para quedarse de cara a él. Pero él no la miraba. Clavaba los ojos en la televisión y mascullaba para sí mismo.
Un fotograma de la cara de Joe  llenó la pequeña pantalla. Parecía frenético, y como la puntuación favorecía ahora a los Stars 17-3, los comentaristas hacían un chiste sobre eso. Verlo la hizo sentir como si le hubieran arrancado las entrañas. Podía morir hoy. ¿Iba a ver su cara cuando ocurriera? La idea era insoportable y obligó a sus entumecidos dedos a empezar a trabajar en los nudos que la ataban a la silla. Resistiendo el dolor que sus movimientos le causaban, recordó su última conversación y la convicción inconmovible en su voz cuando él le había dicho que nunca tiraba la toalla.
No hago eso, _____. Por nadie. Ni siquiera por ti.
 
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por helado00 Dom 24 Nov 2013, 2:55 pm

oh dios!! oh dios!! no puedes dejarla así!!
Tienes que seguirla!! por lo que mas quieras!!
helado00
helado00


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 6 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

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