Maestra: ¿¡Qué hace Stewart!? –me arrebató ambas cosas.
Joder, ¿¡cuando llegó hasta acá!? Todos voltearon a vernos.
Yo: ¿Qué le parecía que hacía? Estaba por fumarme este cigarrillo –la miré obvia.
Le arrebaté el cigarro.
Maestra: Pues no en mí clase señorita –rodee los ojos.
Yo: Mejor póngase a dar su clase y déjeme en paz –frunció el ceño.
Maestra: Pues no acepto a drogadictas en MI clase –remarcó “mí”
¿¡Qué diablos..!? ¿¡Drogadicta!? ¿¡Yo!? 
Yo: Pues mejor ser una drogadicta a una vieja estúpida como tú –se puso roja de la rabia.
Apuesto a que yo estaba igual e incluso más roja que ella.
Maestra: ¡Suficiente! ¡A la dirección! ¡Y no la quiero volver a ver en MI clase! –tomé mis libros– Tomlinson, llévela –bufé.
Yo: Favor que me haces, Patrick –así es su apellido– y puedo ir sola, no necesito de niñero.