I almost do |Zayn Malik|

Bloqueo. Eso era lo que era capaz de sentir en estos momentos. No era capaz de crear algo lo suficientemente creativo. Me llegaba a sentir, incluso algo inútil.
Resoplé mientras cerraba el portátil de un golpe. Me sentía completamente frustrada. Fruncí el ceño a la vez que me masajeaba las sienes con ambas manos. Esto no me había pasado nunca.
Miré por la ventana de mi cuarto, el cual no era muy grande. Las paredes estaban pintadas de un azul cielo, las cortinas de un color pastel, me tapaban algo de la vista de Londres. En el cual, llovía como siempre. El resto de los muebles eran parecidos al color de las cortinas. Las paredes decoradas con cuadros y un montón de fotos que contenían toda mi vida allí.
La fotografía, era mi pasión. Observé la cámara que estaba posada en la mesa de estudio. También era una apasionada de la pintura y el baile, lo mío eran las artes. Me levanté de la cama, con ganas de despejar mi mente del bloqueo mental que me impedía escribir algo que fuese de mi agrado.
A pesar de la lluvia, decidí salir a correr, eso era lo único que podía relajarme en estos momentos de total frustración conmigo misma. Me puse ropa deportiva y un chubasquero.
Abrí la puerta de mi casa y rápidamente me puse mi capucha, tampoco es que quisiese enfermar. Empecé a correr por un parque cercano a mi casa. Lo bueno de los días de lluvia, es que no había absolutamente nadie en la calle.
Alcé mi cara hacía la lluvia, permitiendo que me golpeara el rostro con delicadeza. Nirvana resonaba fuertemente a través de mi Ipod.
De repente, la lluvia dejó de caerme encima. Abrí los ojos y me giré bruscamente hacía la persona que sostenía el paraguas.
Tenía el aspecto de esa gente que lleva una vida perfecta, sin preocupaciones, que tenía dinero. Justo el tipo de personas que yo era incapaz de soportar. Llevaba su pelo negro levantado y peinado con un aspecto casual, pero yo sabía que había sido cuidadosamente puesto para que tuviese ese aspecto. Su piel era algo oscura, morenita. Lo que más resaltaba de aquel chico eran sus ojos color miel, rodeados por las pestañas más largas que una vez haya visto. Una sonrisa educada, practicada mil y una veces se extendió por su rostro.
- ¿Se encuentra bien? – su voz era grave, profunda, poseedora de un acento extraño.
Era el hombre más atractivo que había visto en mis 17 años de vida.
- Sí, muy bien – no sabía a qué se debían estos nervios repentinos, bueno sí, yo y mi timidez.
- Pensé que necesitaba ayuda, cuando la encontré aquí, así – volvió a sonreír.
- No, gracias.
Comencé a caminar, alejándome de él, pero me seguía, tapándome con el paraguas.
- ¿Se te ha perdido algo? – sí, ser borde era uno de mis grandes defectos.
- No, simplemente no puedo dejar que una señorita camine así sin nada – volvió a sonreír.
Respiré varias veces, no me había traído las pastillas. Necesitaba relajarme o podía perder los nervios de un momento a otro.
- Mira, cómo sea que te llames, no necesito que nadie me acompañe a ningún lado, ¿vale? Si estaba aquí sola es porque me ha dado la gana.
- Vaya, tiene mal genio – le aplaudí con sarcasmo mentalmente.
- Sí, así que si no te importa, déjame en paz.
Se me quedó mirando con la burla cincelada en aquellos bellos ojos miel. Sin pretenderlo, me comencé a perder en ellos. Con brusquedad aparté la mirada.
“Es un niño rico, ni se te ocurra.”
Ya estaban otra vez allí, esas voces que tenían las riendas de mi vida. Pero, esta vez las daba la razón, esta clase de chicos nunca son los suficientemente buenos para gente como yo.
- Lo siento, he sido educado para ser amable con bellas señoritas, como la que mis ojos están viendo ahora mismo. ¡Pero qué olvidadizo soy! Se me olvido presentarme. Soy Zayn, Zayn Malik.
Me gustaba el nombre, era original.
- Bien, pues no me importa cómo te llames.
Una pequeña risa, absolutamente melodiosa se escapó de aquellos labios rosados.
- ¿Te hago gracia? – pregunté enfadada, más de lo que ya estaba.
- En efecto, me resulta bastante graciosa su conducta. Permítame decirle una cosa, me muero por saber si su nombre es tan bello como usted.
Oh, mierda, me había sonrojado. Evité su mirada, cosa rara en mí, ya que a mí nadie me intimidaba, pero tenía que ocultar aquel inoportuno sonrojo.
- Alice, Alice Biers – aquellas palabras salieron de mi boca sin pretenderlo.
- Lo que yo dije, tan bonito como la dueña.
Otro estúpido sonrojo.
- Bien, ahora déjame en paz, me piro a casa.
Y sin más salí corriendo de allí.
Llegué a mi casa, subí corriendo las escaleras, decidida a darme una ducha. Me duché rápidamente, me puse el pijama ya que no tenía pensado salir en lo que me quedaba de día de casa. Me tiré sin más a la cama.
Sin quererlo, me descubrí pensando en aquellos ojos color miel, en su tez oscura, en su sonrisa perfecta, en aquellos labios rosados y en aquella voz tan melodiosamente varonil. Pero, todo indicaba el estilo de chico que era. De esos que llevaban una vida perfecta. El tipo de vida en el que nunca le faltaba nada y en que sobraba gente para lamerle el culo con gusto.
Esa clase de vida, en la que personas como yo, no encajaban.