Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥

por **Patu** Mar 14 Dic 2010, 6:35 pm

subiras ahora? q bien :happy:

por **maru!!** Mar 14 Dic 2010, 6:43 pm

Capítulo 3
1/3
__(tn) no estuvo mucho tiempo sola. Su captor volvió enseguida con la bolsa y la cámara. Las dejó en la cama junto a ella y _(Tn) las agarró como si fueran su único vínculo con el mundo exterior.
—¿Por qué me las das? —preguntó ella mirándolo con perplejidad.
—Dijiste que la cámara no funciona sin tarjetas de memoria.
Ella rebuscó en la bolsa, aunque sabía que no en contraría ninguna tarjeta. Él se las había quedado. El placer de recuperar la cámara se empañó.
—No debería habértela dado. Debería haber protegido mis fotos.
—Daba igual que me la hubieras devuelto o no. La tarjeta que te llevaste de la cámara estaba vacía. Era nueva. Las cambié antes de dejar la cámara fuera.
__(tn) se apartó el pelo de la cara. Tenía tanto calor que quería gritar.
—No es verdad. Es un cuento.
—¿Un cuento? —La miró fijamente a los ojos—. Me imaginaba que dirías eso.
Ella aguantó su mirada para demostrarle que no la intimidaba.
—Efectivamente, es lo que digo. Un cuento.
—No me ando con cuentos. Estaba poniéndote a prueba —sus ojos negros eran como brasas—. No la has superado.
—No me extraña. Para que lo sepas, es difícil congeniar contigo o con tu causa cuando desprecias completamente el trabajo y los sentimientos de los demás.
—No sabes bien con quién o con qué estás tratando, ¿verdad?
Ella lo sabía muy bien. Era un bandido y un secuestrador y no sería sensato provocarlo demasiado, pero estaba tan furiosa, que no podía pensar con claridad.
—No se pone a prueba a la gente.
—Claro que se hace. Es una buena estrategia. Hay que conocer los puntos fuertes y débiles de los demás.
—¿Crees que conoces los míos?
—Creo que no eres digna de confianza —él apretó los labios—. Aunque hay poca gente que lo sea.
Ella apartó la mirada. Los ojos le abrasaban y esa artimaña le había dolido mucho. Él había jugado con ella, pero lo que más le dolía era su actitud.
—Tienes una forma espantosa de entender la vida.
—Es efectiva. Nos mantiene vivos a mi pueblo y a mí.
Se oyó una voz y el anciano de la noche anterior apareció con una bandeja llena de frutas, pan ácimo y unas tazas humeantes con té de menta. El hombre dejó la bandeja en la alfombra y desapareció.
Joe se sentó en la alfombra.
—Me acompañarás —no fue una invitación, sino una orden.
—No tengo hambre.
—Tienes que comer —replicó él mientras le señalaba la alfombra.
—Nunca había conocido un bereber más grosero —farfulló ella en voz baja, aunque supo que él la había oído.
—Los hay peores —replicó él mientras tomaba uno de los panes.
Ella también tenía que comer y beber, pero temía ponerse enferma.
—¿Qué tengo que hacer para recuperar mis fotos?
—No quiero volver a hablar de ese asunto.
—Es importante…
—Ya no lo es. No vas a tomar fotos aquí.
—¿Qué voy a hacer mientras esté aquí?
La miró inexpresivamente durante un buen rato.
—Nada.
—¿Nada?
—No voy a obligarte a hacer nada. Estoy satisfecho de tener las tarjetas y puedo esperar.
—¿A qué?
—A la verdad. Saldrá a la luz. Siempre sale a la luz.
—Es posible, pero puede tardar mucho tiempo.
—Así es. En ese caso, tendrás que aprender a disfrutar de la vida del desierto durante un tiempo indefinido.
—Indefinido…
—Salvo que quieras decirme la verdad en este momento, mujer.
—Ya te he dicho la verdad y no me llamo «mujer». Me llamo «__(Tn)».
—Nunca había oído ese nombre. No es un nombre —un brillo perverso iluminó sus ojos y esbozó algo que parecía vagamente una sonrisa—. Te llamaré «mujer».
Ella sintió una rabia sin límites y no supo si fue por las palabras, el tono o el brillo de sus ojos.
—No contestaré.
—Lo harás.
—No lo haré.
—Lo harás —sus ojos era abrasadores—. Aunque tardes días o semanas —por primera vez la miró de arriba abajo—. O años.
Ella sintió que las mejillas le quemaban. Era el mismo calor que recorría sus venas.
—Años… no.
—Algún día me contestarás, mujer. Cuanto antes lo aceptes, antes mejorará tu vida.
Ella quiso tirarle algo. Las tazas de té, la bandeja, un almohadón… Era insoportable.
—Entonces, yo te llamaré «hombre».
—Eres muy impertinente para ser mujer —él dejó de sonreír—. Puedes llamarme Joe.
—¿Por qué tú tienes un nombre y yo soy «mujer»?
—Porque yo te he traído aquí y soy responsable de ti. Eso te convierte en mi mujer.
—Eso no tiene sentido.
—Para mí sí lo tiene y con eso basta, puesto que estás en mi tribu y eres mía.

Espero q les guste el cap
se q esta medio corto hoy pero eso tiene una
explicacion y es q... estoy muerta de sueño y quiero dormir
pero no queria dejarlas sin alguna parte del cap 3
mañana la sigo
COMENTEN!!
byebye

:D :D

por **Géne!** Mar 14 Dic 2010, 7:02 pm

dios mio ese Joe no tiene remedio XD espero que la sigas pronto maru bye ;*

por **Julieta♥** Mar 14 Dic 2010, 7:25 pm

jajja yo sere su mujer su esclava lo que quiera jajajaj
siguelaaaaaaaaaa

por Invitado Mar 14 Dic 2010, 8:15 pm

NUEVAA LECTORAA!!!
Ohh Myy Goddd! hahaha
buenisimaaa novelaa ;)
me encantoo :D
hahaa, y me interesa mas
porqee tengoo decendencia arabe :P

por **Patu** Mar 14 Dic 2010, 8:43 pm

ay dios, cada vez odio mas a joe ¬_¬ (en la nove en la vida real no )
maru tengo una duda dudosa: ¿joe secuestro a ___(tn) para obligarla a casarse con el ? bueno siguela!!! :P

por **♫ Laura Jonas ♥** Mar 14 Dic 2010, 9:37 pm

julieta0615 escribió:jajja yo sere su mujer su esclava lo que quiera jajajaj
siguelaaaaaaaaaa

Yo igual!!!!!!!!!!!!! :D :D :D
Sigue la nove!!!!!!!!!!!!!!!!

por **maru!!** Miér 15 Dic 2010, 6:00 am

BIENVENIDA Debby Jacob;

:D

chicas gracias x comentar ahora subo la parte dos del cap3!

por **maru!!** Miér 15 Dic 2010, 6:13 am

Capitulo 3
Parte 2/3
—Para mí sí lo tiene y con eso basta, puesto que estás en mi tribu y eres mía.
—Por favor, ¿podrías dejar de decir que soy tu mujer? No lo soy. No soy la mujer de nadie y no estaba espiándote ni nada parecido en la medina de El Saroush. ¿Por qué iba a espiarte? Ni siquiera sabía quién eras. Además, ¿Qué sentido tendría espiar a un grupo de hombres mugrientos a lomos de unos caballos.
—¿Hombres mugrientos? —preguntó él entre dientes.
—Hasta tus caballos son mugrientos —insistió ella con los brazos cruzados.
—No es verdad —replicó él ardientemente—. Nuestros caballos son unos de los mejores caballos árabes del norte de África. Los criamos nosotros mismos.
—Están sucios. Todos estáis sucios…
—Tendrías que verte.
—¡Me daría un baño si me dejaras! También me encantaría tener ropa limpia, pero me temo que no habrás secuestrado también un poco de ropa para mí.
—Voy a cortarte esa maldita lengua ahora mismo.
Ella debería haber tenido miedo, pero no lo tuvo. Él era enorme y aterrador, pero no parecía cruel ni un hombre que cortara lenguas impulsivamente.
—El asunto es que yo ni siquiera me había fijado en ti cuando estaba en el pueblo. Sólo me interesaban los niños que estaban jugando y sólo quiero que me dejes ir a Casablanca.
—¿Por qué a Casablanca?
—Es la siguiente etapa de mi itinerario.
—¿Tienes amigos allí? —le preguntó él con recelo.
—No. Estoy sola.
—Casablanca es un baluarte de los rebeldes.
—Estás un poco obsesionado con eso de los terroristas, ¿no? —le preguntó ella con un suspiro.
Él la miró fijamente durante un rato, le tomó la cara con una mano y le levantó la barbilla.
—¿Cuántos años tienes? ¿Treinta? ¿Más?
Ella intentó soltarse. No le gustaba que él la tocara. Hacía que sintiera un hormigueo.
—Acabo de cumplir treinta años —contestó ella débilmente.
—No llevas anillo —comentó él sin dejar de mirarla a la cara—. ¿Tu marido ha muerto?
—No he estado casada.
—¿Nunca?
—No quiero un marido.
Él la soltó y bajó la mirada para esconder su expresión. Estaba evaluándola a ella y a la situación.
—No eres virgen, ¿verdad?
El tono de él había cambiado y ella no supo si era de impresión o de respeto, pero, fuera lo que fuese, le indignó. Su vida, su pasado, sus relaciones y, sobre todo, su vida sexual, eran asunto suyo y de nadie más. Y menos de un bárbaro del desierto.
—Tengo treinta años, no trece. Claro que he tenido relaciones y experiencias, pero he elegido seguir soltera. Así puedo viajar y hacer lo que quiero.
Joe seguía mirándola como si fuera extraterrestre o alguien fascinante por algún motivo. __(tn) no sabía si le gustaba esa expresión. La ponía nerviosa y hacía que se sintiera vulnerable.
—¿Tus padres… viven?
Ella asintió con la cabeza y cierta rigidez. No sabía adónde quería llegar él y tampoco quería saberlo.
—¿No se preocupan por ti? —insistió él.
—No —se sonrojó y lo miró a los ojos—. Quizá lo hagan un poco, pero ya están acostumbrados. Saben que soy así y trabajo en esto. Además, tienen otros hijos que les han dado nietos y esas cosas.
Joe se sirvió una taza de té.
—Te buscaré un marido.
—¿Qué?
Él asintió con la cabeza antes de dar un sorbo de té.
—Necesitas un marido. Es lo correcto. Te encontraré uno. Te alegrarás.
—No.
A __(tn) le daba vueltas la cabeza. Él estaba completamente equivocado y a ella no le salían las palabras. Sólo podía dar bocanadas de aire.
—Las mujeres son como la fruta —dijo él mientras tomaba un dátil en la mano y lo exprimía delicadamente—. Las mujeres necesitan un marido e hijos o se secan.
__(tn) pensó que era imposible que él hubiera dicho que se secaban mientras exprimía un dátil. Era una pesadilla. La habían secuestrado, le habían quitado las fotos y querían casarla con algún bárbaro del desierto.
—Por favor, déjame que me marche a casa. Enmienda esto antes de que acabe mal.
—Me ocuparé de que tu marido sea el ideal. No te preocupes —esbozó lo que él consideraba una sonrisa y ella pudo ver sus dientes perfectamente blancos—. Come. A los hombres bereberes les gustan las mujeres con algo de carne. Con formas, no escuálidas como tú.
__(tn) notó que el pánico se apoderaba de ella. No podía seguir allí.
—Por lo menos tienes que beberte el té —Joe frunció el ceño—. Estás deshidratada. Puedo notarlo en tus ojos y en tu piel.
__(tn) no era llorona, pero estaba a punto de ponerse a llorar. No podía aguantar más.
—¿No te gusta el té? —Insistió él con cierta desesperación—. ¿Prefieres agua?
—¿Agua embotellada?
—Es agua del pozo —contestó él con perplejidad.
—¿Está tratada?
Acababa de pasar una semana tomando antibióticos para combatir un parásito. Se le ponían los pelos de punta sólo de pensar en las cuarenta y ocho horas que había pasado en el hospital de Atiq.
—Verás, no puedo tomar agua que no esté depurada. He tenido algunos problemas…
—Eres la mujer más delicada y melindrosa que he conocido.
—No soy melindrosa ni especialmente delicada…
—Asma, sofocos de calor, problemas con el estómago, deshidratación…
—¡Yo no te pedí que me secuestraras! Si no te gusta que sea tan delicada, la próxima vez que vayas a secuestrar a una mujer entérate de cómo es.
—No vas a facilitarme la tarea de encontrarte marido —Joe sacudió pesarosamente la cabeza—. A los hombres no les gustan las mujeres tercas.
__(tn) estuvo a punto de soltar una carcajada. Él la llamaba terca…
—¿Sabes que tienes muy buen vocabulario para ser un bandido del desierto?
—Me gusta leer cuando no estoy saqueando un pueblo —Joe chasqueó los dedos—. Ahora, bebe. Ninguno de mis hombres se casaría con una moribunda.
—No me interesa ninguno de tus hombres.
—Te gusta mucho discutir.
—Tengo opiniones propias y, aunque no te lo creas, no suelo ser complicada. Tú sacas lo peor de mí. No había tenido un ataque de asma desde hacía años, hasta ayer. Lo tuve porque estuviste a punto de asfixiarme con esa espantosa capucha. Fue una crueldad.
—Ya me di cuenta —él arqueó las cejas—, pero al menos estuviste callada.
Ella se tapó la cara con las manos e intentó respirar profundamente para no oler la menta del té ni el olor a sándalo y humo de la piel de Joe. No podría pasar otro día en el desierto con aquel hombre.
—¿Te importaría marcharte? —le pidió a Joe casi a punto de llorar—. ¿Te importaría dejarme sola?
Él no contestó. Se quedó tan callado que, al cabo de un minuto, ella creyó que se había ido, pero al levantar la cabeza se encontró que él seguía sentado enfrente. No tenía una expresión compasiva, sino que tenía las mandíbulas apretadas y ese gesto que ya conocía de condescendencia y análisis.
—Bébete el té —le dijo él con cierto cansancio—. Estamos en el desierto y el calor es muy traicionero. Tienes que estar hidratada si quieres vivir para hacer otra foto o para llegar a Casablanca —le brillaron los ojos mientras le acercaba la taza de té—, que en mi opinión está sobrevalorada.
Ella arqueó las cejas. ¿Era una broma? ¿Esa expresión seca e impasible era su concepto de una broma?
—No me fío del agua —replicó ella mientras rechazaba la taza de té—. Efectivamente, tengo sed y beberé, pero agua embotellada.
—¿Agua embotellada?
Ella no hizo caso de su tono de incredulidad. Él no entendía los problemas que había tenido por haber bebido agua en Atiq.
—Sí, agua embotellada. Se vende en las tiendas.
La miró cono unos ojos que dejaban muy claro lo enfadado y ofendido que se sentía.
—¿Ves alguna tienda por aquí cerca?
—No, pero sí las hay en El Saroush.
—¿Estás proponiéndome que mande a alguien para que compre agua embotellada?
—Estoy proponiéndote que mandes a alguien para que me deje allí.
Él suspiró profundamente y se frotó las sienes con los dedos.
—Es una cantinela muy aburrida.
—No he hecho más que empezar —replicó ella entre dientes.
—Debería haberte cortado la lengua.
—No creo que te convenga —le espetó ella—. A lo mejor no le gustaba a mi nuevo marido…
—Tienes razón. Podría rebajar tu precio como novia. Así que muérdete la lengua y bébete el té o te lo meteré a la fuerza.
Él le puso la taza delante de la cara y __(tn) la tomó.
—Si me bebo el té, ¿te marcharás?
Él la miró a los ojos con media sonrisa que indicaba satisfacción por la batalla que estaban librando.
—Sí.
—Si me muero de disentería, ¿me prometes que me enterrarás cristianamente?
—No puedo prometértelo, pero llevaré tus cenizas a Casablanca.
__(tn) no sabía si tranquilizarse o preocuparse más por la leve sonrisa de Joe.
—De acuerdo, me lo beberé, pero luego te irás.
Se bebió el té. Le espantó el sabor amargo, pero agradeció el líquido. Tenía la garganta reseca y una taza no sería suficiente, pero era un principio.
—Ya está.
Ella se levantó. Joe también se levantó y la miró desde su imponente altura.
—Por cierto, es posible que seamos unos bárbaros y unos bandidos mugrientos, pero siempre hervimos el agua. El agua de la ciudad puede tener parásitos, pero la mía no.
Joe se marchó con una sonrisa. __(tn) agarró un almohadón y se lo puso en la cara para gritar de desesperación. No podía retenerla allí y mucho menos buscarle un marido. Se estremeció de espanto. No podía comunicarse con nadie y nadie se preocuparía si desaparecía de la faz de la tierra.

Espero q les guste el cap
en la tarde les subo la parte 3 del cap3 :P
COMENTEN!!
byebye

por **Patu** Miér 15 Dic 2010, 8:19 am

"te lo meteré a la fuerza." no se ustedes pero me hizo pensar mal
:twisted: jejeje perdon no se que me pasa, a veces me pongo perver en las mañanas pero yo no soy asi :jeje:
me encanta la nove siguela!!! :lol!:

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 10:25 am

hahahhaah que malo es Joe 8) pero asi me gustaaa! SIIGUELA maru que tenemos que celebrar que sali del COLE YUPIIII fiesta de 7 segundos ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥ - Página 3 88550944

♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥ - Página 3 88550944

por **#Ale** Miér 15 Dic 2010, 10:50 am

SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA
SIGUELA....

por **Julieta♥** Miér 15 Dic 2010, 11:34 am

jaja que atrevido como que me a a buscar un marido jajajaja que sera uno mugriento y mueco
siguelaaaaaaaaa

por **Harriet** Miér 15 Dic 2010, 11:48 am

pato XD escribió:"te lo meteré a la fuerza." no se ustedes pero me hizo pensar mal
:twisted: jejeje perdon no se que me pasa, a veces me pongo perver en las mañanas pero yo no soy asi
me encanta la nove siguela!!! :lol!:

aja ami tmb me hizo pensar mal esa parte :twisted: :roll: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥ - Página 3 223874

♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥ - Página 3 779977

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♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥ - Página 3 48163

por **Harriet** Miér 15 Dic 2010, 11:48 am

SIGUELAAAA :P

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