The Bad Boy (Harry Styles fanfic)

Capítulo 6

Bostecé una vez más, estirando mis brazos y piernas en el sofá. La noche anterior fue horrible, cuando conseguía dormirme volvía a aparecer el rostro de Harry en mis pesadillas y me desvelaba nuevamente. Además de que no faltó la charla de Bruce al entrar en mi cuarto para pedirme perdón por lo que sucedió...


•Flashback•

—¿Abie? —los golpes de mi padre en la puerta me hicieron saltar. Tapé como acto reflejo mi cuerpo con las sábanas cuando la puerta fue abriéndose.— ¿Estás despierta?

—Sí, sí. —contesté, agarrando bien las mantas para cubrirme hasta el cuello. Aún notaba mi corazón latir apresuradamente por el sueño que acababa de tener.— Pasa, papá.

Bruce se veía temeroso de avanzar, de pie en la entrada. Sus ojos vagando por el suelo sin querer verme a la cara y su brazo apoyado contra el marco de la puerta. Pasaba cierta luminosidad del pasillo al interior de la habitación.

—¿Qué haces todavía despierta? —preguntó. Intentaba desviarse del tema, estaba segura.

—Eh... N-no puedo dormir. —tartamudeé.

—Ya veo... —Bruce suspiró y dejó caer sus hombros. Hubo un silencio incómodo antes de que alzara los ojos al fin.— Escucha Abie, lo siento. Por cómo te hablé antes, ya sabes… Pero es que quiero lo mejor para tí, cariño, y no puedo dejar que te ocurra nada malo, ¿me entiendes? —papá volvió a suspirar y rascó su frente, visiblemente incómodo.— Sabes que no sirvo para estas cosas... —rió tristemente con su ceño fruncido y se acercó a mi cama, sentándose en el borde del colchón junto a mi cuerpo estirado.— Mira hija, no quiero que te ocurra como a tu madre...

—Papá...

—No. Déjame acabar. —me cortó, poniendo una mano sobre mi hombro. Tragué saliva, posicionando la cabeza sobre la almohada para verlo mejor.— No cometas el mismo error que ella, te mereces más.

—Papá, aquello no fue... Quiero decir… —me sentía torpe y sin saber qué decir, esto era algo de lo que jamás hablábamos. Apreté su mano, que descansaba sobre su rodilla, a modo reconfortante.

—Queríamos cosas distintas, supongo. Pero no fui justo con ella, no le presté suficiente atención. Fue justo que se marchara. —Bruce sonrió forzadamente, negando con su cabeza, abstraído. Podía sentir su dolor mientras yo no despegaba mis ojos de su rostro crispado. Después, su atención me fue retornada.— Abie, no te impliques en este mundo. El corazón de un boxeador siempre estará en el Ring, nunca podrá entregárselo completamente a una persona… —notaba como lo decía des de su propia experiencia, la razón por la que mamá pidió el divorcio: Bruce pasaba más horas entrenando que con su familia.

—Yo... Lo sé. —el corazón se me encogió. El rostro de Harry revoloteó por mis pensamientos. Pestañeé varias veces para hacerlo desaparecer.

Entonces noté revolverse a Bruce en el colchón hasta dejar de sentir esa presión a mi costado. Se había puesto en pie. Papá caminó hasta la puerta y agarró el pomo para cerrarla, pero antes se giró hacia mí una vez más.

—Te quiero, cariño. —su voz tenía matices de abatimiento. Estaba segura de que esta noche él tampoco podría dormir después de revolver el tema que tan cuidadosamente había guardado durante tantos años en lo más profundo de su corazón.

—Y yo a ti. —asentí con la cabeza, todavía sin despegarla de la almohada y después cerré los ojos para acabar con la charla incómoda.

Los pasos de Bruce se alejaron y la puerta fue cerrada, dejando el cuarto nuevamente a oscuras.

•Fin del flashback•


Respiré hondo. Subí las piernas para estirarlas sobre el sofá y dejé caer mi espalda contra los cojines, quedando tumbada a lo largo. No quería pensar más.

Sin levantarme, cogí una de las galletas del paquete que había abierto recientemente y había colocado sobre la pequeña mesa de café del salón. Mordí un trozo con mis ojos cerrados y la mente en blanco hasta que algo vibró en el bolsillo de mi pantalón de pijama. Metí una mano y saqué mi celular. Tras colocar el patrón de seguridad en la pantalla táctil, descubrí que se trataba de un mensaje de Rym.

“¿Regresaste al gimnasio? ¿Harry estaba allí?”

Contesté sin pensarlo dos veces.

“No, fue peor. Bruce lo trajo a cenar a casa…”

Di otro mordisco a mi improvisado desayuno, disfrutando del silencio de la casa un sábado por la mañana ya que mi padre madrugaba para abrir el gimnasio y, como bien sabía, se tiraba allí todo el día.

El teléfono vibró nuevamente.


Rodé mis ojos y comencé a teclear.


Ni si quiera pude beber un poco de leche de mi taza de porcelana cuando me llegó otro mensaje.

“¡ESO QUIERE DECIR QUE VOLVERÁ A MENUDO POR ALLÍ! ¡ABIE, POR DIOS, NO TE ACERQUES A ÉL! ¿ESCUCHASTE LO QUE TE DIJE, CIERTO? ¡¿LO ESCUCHASTE?! NO QUIERO ACABAR CON MI AMIGA DESCUARTIZADA POR UN TARADO BOXEADOR, ¿OÍSTE?”

En lugar de soltar una risa por su melodrama, me asusté de verás. Pasé mis manos por mi desordenado cabello para despejar mi cabeza de esa maldita pesadilla de anoche.

“Estaré bien, no te preocupes. No tengo pensado acercarme al gimnasio y mucho menos a Harry Styles. Te escuché, tranquila. Todo entendido. Por cierto, ¿empezaste el trabajo de biología? :) x”

Esperé con el celular aún en mano, sabiendo que ese cambio de tema repentino haría que Rym prestase atención a otra cosa y que yo al fin pudiese descansar un poco de todo el “asunto Harry”.

“¡Biología! Mierda, lo olvidé… Hablamos más tarde entonces :D xx
Pd: recuerda lo que te dije ¬¬”

Suspiré, abandonando el aparato sobre la mesa de café junto a las galletas. Busqué con la mirada el mando de la televisión pero no lo hayé cerca, así que decidí levantarme. Pero justo cuando coloqué mis manos sobre los cojines para impulsarme noté algo entre el sofá. Era un papelito arrancado. Lo agarré, acercándolo para verlo mejor. Se trataba de unos números, un número de teléfono para ser exactos, y acababa con una firma:

"Harry ;) xxx"

El poco aire que guardaba dentro de mí salió de un golpe. Investigué el papel, de un color amarillento y con línias marrones en los costados, imitando el tallo de una planta. Eso sólo podía ser de un lugar.

Me encaminé hacia una estantería junto a la alta lámpara que descansaba sobre el suelo. Revolví un cajón y encontré la guía de teléfonos. La abrí por la mitad y fui pasando páginas hasta que di con la que tenía un extremo arrancado. Negué con mi cabeza, sin poder creerlo. ¡Harry apuntó su teléfono anoche!

•••••••••••••••••••••

¡Soy idiota, masoquista, me volví loca! Pero a pesar de todas las cosas con las que me insultaba a mí misma, aquí seguía, sentada en el primer escalón de la entrada a mi casa mirando a la acera del frente. Descansaba los brazos cruzados sobre mis rodillas y la cabeza apoyada en ellos. Sólo quería verlo. Ansiaba ver a Harry entrar o salir del gimnasio; ¡cualquier cosa! Pero, al fin y al cabo, verlo… Esto era absurdo.

El plan era que en cuanto pasara por la acerca o saliera por la puerta del “B&CO GYM”, yo entraría a casa corriendo para evitar problemas y me dedicaría a observarlo por la mirilla de la puerta hasta que estuviese fuera de mi campo de visión. Lo que decía, era absurdo. Suerte que los sábados Bruce se llevaba un bocadillo al gimnasio y no aparecía por casa hasta la tarde, o ya estaría muerta.

—Veo que no es hora de comer para los Tyson, todavía.

Salí de mis pensamientos con sobresalto y volví al mundo real. Oh, no… ¡No, no, no!

—¿Estabas meditando? No sabía que eras budista, o como se llame. —bromeó Harry, recolocando su bolsa deportiva sobre su hombro. Claramente salía del gimnasio de papá, con una camiseta gris que dejaba marcar sus músculos y unos pantalones deportivos negros. Pero no se veía sudado; debía haber tomado una ducha en los vestuarios.

No contesté y me alcé de las escaleras, retrocediendo y dándole la espalda para sacar las llaves del bolsillo de mi chaqueta y poder entrar en casa. De nuevo, el pulso volvió a fallarme.

—Ey, ey, ¡espera! —no escuché sus pasos pero, en un abrir y cerrar de ojos, su voz ya estaba mucho más cerca. — Te debo una comida.

—¿Qué? —solamente giré un poco mi cabeza, mirándolo de reojo. Él estaba en la acerca, en la parte baja de los tres escalones que subían hasta mi posición.

—Ayer me preparaste una cena. —su dedo índice me señaló y se encogió de hombros antes de decir: — Te debo otra, ¿no crees?

—Me debes una… ¿cena? —fruncí el ceño. Harry, yo y la oscuridad de la noche se me antojaba algo peligroso.

—Y viendo tu cara ahora mismo, creo que no la aceptarías. —sonrió de medio lado, a lo que yo aparté mi cara sonrojada, dándole la espalda una vez más. — Así que iremos a comer hoy. —aquello no fue una pregunta.

Pestañeé despacio y me armé de valor para encararlo. Uno, dos, tres… Di la vuelta, quedando cara a cara.

—¿Y si me niego? —pregunté a la carrera.

Harry esbozó una sonrisa retadora y sus ojos me dedicaron una mirada de diversión y fiereza a la vez.

—Cómo quieras. —suspiró, dejando caer su cabeza y alzando su mano en son de paz. ¿Se rendía? ¿Así de fácil?

Con mis dudas todavía presentes, fui a meter las llaves en la cerradura sin apartar del todo la atención de Harry, pero él se puso en marcha rápidamente y subió los escalones como una bala, provocando que me espantara y golpeara mi espalda contra la puerta cuando sus manos arrebataron las llaves de las mías.

—No tienes donde ir. —hizo bailotear el llavero colgado de su dedo en frente de mis narices. Luego bajó las escaleras con su mano metida en el bolsillo, donde guardó lo que me acababa de robar.— Un McDonald’s le gusta a todo el mundo. Siento no poder llevarte a otro sitio, pero tu papi quiere que sea puntual esta tarde, así que no puedo irme demasiado lejos.

Lo vi comenzar caminar por la acera con despreocupación mientras yo seguía perpleja en la entrada de casa.

—¿Vienes? —me hizo un gesto con la cabeza en su dirección, sin dejar de andar. — ¿O prefieres quedarte aquí fuera tú sola?

Eché una última ojeada a la puerta de cristal del gimnasio y después a la solitaria calle, como si supiese que alguien me observaba. Salí disparada hacia abajo para seguir a Harry mientras él reía sonoramente por mi cobardía, complacido.

••••••••••••••••••

—Tú decides. —el oji-verde me cedió el turno para pedir a mí primero.

La cajera que tomaba nota al otro lado de la barra de McDonalds’s no dejaba de mirar a Harry con un deje de deseo en sus ojos azules. La chica era joven, probablemente trabajaría aquí para pagarse los estudios. Tenía un piercing de aro en su nariz y traía su cabello rojo algo corto, cosa que no la hacía parecer nada masculina, al contrario, sus facciones finas la hacían lucir muy bien. Me sentí insignificante. Ella con el uniforme de McDonald’s parecía una supermodelo y yo aquí, con mis jeans, mis botas y un jersey blanco holgado de media manga.

—Un Mac Pollo con patatas normales. —pedí al fin.

—¿Para beber?

—Agua.

Una ceja de Harry se levantó cuando dije aquello, pero no le presté atención.

—¿Postre?

—Nada, gracias.

—¿Y usted? —el canvio en su voz fue notable, ahora mucho más coqueto al dirigirse a mi acompañante.

—Un Mac Menú con Coca-cola. Oh, y patatas Deluxe. —acabó de pedir Harry, y estoy segura de que no le pasó desapercibida la mirada de la peli-roja. Miré hacia mis pies, sintiéndome como si sobrara aquí ahora mismo.

—En seguida. —informó la chica antes de marcharse hacia los cocineros.

Retorcí mis manos sin saber qué hacer o decir. Harry, sin embargo, se veía despreocupado apoyando su fuerte brazo contra el costado de la enorme barra mientras observaba a lo lejos, donde preparaban la comida. Entonces me di cuenta de que algunos grupos de chicas que hacían cola también miraban a Harry, cuchicheando y dejando escapar risitas vergonzosas. Vaya, el oji-verde tenía éxito con las chicas, eso sin duda. Aquello me produjo cierto malestar.

—Aquí tienen. —la cajera vino con nuestras hamburguesas y bebidas, dejándolas sobre dos bandejas distintas.

Harry ya tenía preparado un billete en su mano con el que pagó. La peli-roja intentó prolongar un poco la despedida con lujuriosas sonrisas, pero Harry agarró su bandeja y comenzó a marcharse. Lo imité, mordiendo mi labio para no sonreír ante la cara de decepción que se le quedó a la joven.

Seguí al musculoso cuerpo de Harry hasta un puesto alejado de la multitud, con dos sillones acolchados colocados uno frente al otro y la mesa entre los dos. Me acomodé en uno y el oji-verde se sentó frente a mí, dejando caer su bolsa deportiva al suelo.

El tiempo que tardamos en abrir los paquetes de comida lo pasamos en silencio. Yo no me atreví a levantar el rostro y llevé una patata a mi boca antes de que él entablase conversación:

—¿Encontraste mi número? —preguntó, a lo que vino a mi mente el papel arrancado que encontré en el sofá esa mañana.

Tragué la patata y asentí con la cabeza sin hablar, para después juguetear con la botella de agua entre mis manos.

—Eres la primera persona que conozco que no pide una Coca-cola con el menú. —insistió, cambiando la charla de dirección.

Contesté con un encogimiento de hombros:

—No me gusta.

Su risa baja hizo eco entre nosotros.

—Eres rara, ¿sabes?

—¿Debería darte las gracias por eso? —lo apunté con otra patata que sostenía en mi mano y él esbozó una pequeña sonrisa, sin dejar ver sus dientes.

—Lo decía en plan bien. —contestó, aún divertido. Al segundo siguiente tomó una de sus patatas Deluxe y la lanzó al aire hasta que cayó en su boca y la comió. Cuando la masticó, empujó su bandeja hacia mí. — Coge, si quieres.

Levanté mis manos en señal de negativa, sonriendo un poco para no parecer demasiado ruda. Después comencé a comer mi hamburguesa de pollo. Si Rym me viese ahora mismo seguramente me hecharía una charla de las largas y dramáticas suyas.

—Dime algo. —levanté la vista cuando Harry habló. — ¿De verdad eres tan callada? No sé, eres así de… ¿reservada?

—Bueno, no suelo contarle mi vida entera a un desconocido. —contesté, poniendo mis ojos en blanco.

—¡Venga, no soy un desconocido! —Harry me lanzó una de sus patatas, que chocó contra mi frente y calló a la mesa. Fruncí mis labios y entrecerré los ojos en su dirección, produciendo que él estallara en una sonora carcajada. — No irás a negar que no te he salvado de muchos problemas, ¿verdad?

Rodé mis ojos y le lancé una patata de las mías, que dio en su hombro. Él mostró una sonrisa traviesa y abrió la tapadera de plástico de su vaso de Coca-cola, metió sus dedos en la bebida y sacó de ella uno de los cúbitos de hielo que la enfriaban. Todo eso sin dejar de mirarme juguetonamente.

No adiviné lo que se disponía a hacer hasta que se levantó de su butaca, rodeó la mesa y se agachó hacia mí para llegar hasta la parte trasera de mi jersey. Me quejé y grité, pegándome a la pared, pero él ya había dejado caer el hielo en mi espalda. El frío envió un calambre a mi columna y di un bote, abalanzándome contra su cuerpo.

—¡Ahhhhhh! —agarré su camiseta entre mis puños con fuerza mientras saltaba. — ¡Frío, frío, frío!

Harry se partía de risa y sentía su pecho subir y bajar. Me removí más aún hasta que dejé de sentir ese trozo helado contra mi piel. Respiré aliviada, aunque todavía notaba el frío que me había dejado en la espalda.

—¡Pero qué débil eres! —rió a todo volumen, provocando mi sonrojo cuando me percaté de que casi medio McDonald’s estaba pendiente de nosotros. — Normal que tu padre te proteja tanto, no vaya a ser que su pequeña niñita se haga daño. —me guiñó un ojo, pero yo aún seguía muy ruborizada.

Volví a sentarme, enfadada por el ridículo que me había hecho pasar. Cuando Harry iba a hacer lo mismo, aún con un amago de sonrisa, una voz nos interrumpió.

—¡Styles! Veo que no pierdes el tiempo.

El enfado se desvaneció y fue substituido por nerviosismo tan pronto como vi al chico alto, de cabello corto cobrizo y una sonrisa agresiva, parecida a la de un felino al atacar, parado tras de Harry. Vestía con un chaleco marrón y unos jeans desgastados con cadenas colgando de sus bolsillos. El hombre estaba con dos chicas cada una a un costado. Una de ellas de piel morena y cabello rizado y la otra totalmente opuesta; rubia y de piernas largas.

Me fijé en Harry entonces, esperando que él me aclarase la situación, pero su rostro había pasado a ser diferente ahora. Me recordó a la noche en que me salvó de aquellos borrachos en el callejón. Sus ojos se habían oscurecido y ya no me miraban, su mandíbula se apretaba y sus puños estaban crispados, haciendole verse blancos los nudillos. Quise salir de allí en aquel instante, esto no era buena señal.

—Garrett. —Harry volteó a verle, por lo que quedó de espaldas a mí.

— ¿Un nuevo juguete? —preguntó, señalándome con la cabeza. Me encogí. — ¿Qué te parece si la compartimos?

El gruñido de Harry salió directamente de su pecho, posicionandose entre aquel desconocido y yo, tensando los músculos de sus brazos.

El corazón me latía apresuradamente. El supuesto Garrett era ahora a quien temía y, por una vez, no quería que Harry se apartase de mi lado aún estando con este comportamiento agresivo.

—Oh… Ya veo. —Garrett llevó los dedos a su mentón, haciéndose el pensativo. — Si te importa tanto debe ser muy buena en la cama, ¿no, Styles?

Mi sonrojo apareció y mi miedo paralizó hasta mi respiración. Harry dio un paso hacia el enemigo, para diversión de éste. Garrett quería provocarlo.

—Una lástima que no podamos compartirla. —el hombre chasqueó su lengua y después miró a Harry con nuevos ánimos. — Pero, ¿sabes? No estoy dispuesto a perder algo que parece ser tan bueno como para que Harry Styles se ponga así. ¿Qué te parece si decidimos quien se queda con tu juguetito esta noche? —la sonrisa felina se desvaneció de su rostro y pasó a ponerse serio. — Tu, yo y nuestros puños.

La espalda de Harry subía y bajaba, pero no contestó una sola palabra. A mí me estaba entrando el pánico. Miré a un lado y a otro pero la gente parecía hacerse la distraída a propósito para no meterse en problemas. Allí a lo lejos, en la barra de pedidos, los empleados miraban disimuladamente el pequeño enfrentamiento.

—Puedes aceptar, a menos que prefieras dármela ya y que lo pase bien esta noche con tu muñequita.

Temí por lo que diría Harry. ¿Me abandonaría? Recé porque la respuesta fuera negativa, a pesar de que todavía no conocía lo suficiente al oji-verde para saberlo del cierto.

No aparté mis ojos de él hasta que dijo con voz ronca:

—Esta noche a las 10. En el descampado.

—Hecho. —sonrió Garrett. A continuación hizo una reverencia hacia mí, a lo que Harry gruñó de nuevo, y después se marchó del local con sus dos acompañantes agarradas a sus brazos.

Regresé de Itália!
La verdad es que no he andando tanto en TODA mi vida ._. ¡¡Subí 463 escalones hasta lo alto de la Basílica de Florencia!! :imdead: Y me arté de comer macarrones de todo tipo cada día haha Pero me lo pasé genial :’) Ahora ya estoy de vuelta en España y la verdad es que me tenía que poner a escribir, y me vino de lujo porque justo ahora estamos en Semana Santa, lo que significan vacaciones por una semana (uhuuuu!). Creo que en este capítulo me pasé un poco… Comencé a escribir y rellené 9 páginas de Word, ¡con letra pequeña! En fin, espero que les guste de todas formas y dejen su opinión :3
Siento no poder hacer 'Answer Time' pero es demasiado tarde aquí en mi país para contestarlas a todas... :misery: A la próxima lo haré, lo prometo!

Las quiere... :bye:
Jess xx

Me encantooooooooooooooooooooooooooooo.
Dios, enserio me encanto.
Amo ese misterio de Harry, en como hace todo!!
Pero no me gusto para nada ese Garret..
mas le vale proteger a Abie de ese tonto D:
Me alegro que te haya ido bien en Italia!
Siguela cuando puedas <3

Wowww me encantooo el capituloooo!!
Harry es taan asjsjsgah con Abbieee lo amooooo
Siguelaaa prontooooooo
Por mi puedes escribir todos los caps asi se largoos :)
Cuidateee siguela prontooooo

Asdfghjkl, síguela pronto :D

Soy nueva lectora tu novela me facino desde el primer capitulo siguela porfa esta genial <3

:imdead: Imposible que la dejes ahi!! Me matastaeee D: Siguelaaaaa me encantaaa

Nos dejas con toda la intriga! (;

Omg! Amo tu nove!! Es perfecta!! Síguela!!!

Holaa,nueva lectora (L'.
Quería decirte que me encanta pero me encanta tu novela asi que porfavor te lo pido de corazón que hagas maratoooooooooon pisplis:')

Bueno hasta mañana..

SUBI EL PROXIMO

síguela!!!!!!!!!!!!!!!

Que carajos? HAAAAAAAAAA SEGUILA