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Mensaje por Dilingdingdong Jue 06 Dic 2012, 6:43 pm

Capítulo 8

¡Qué confiara en él! ___________ no habría podido imaginar una expresión más irónica. Pero en aquel momento no se trataba de confianza, sino de vergüenza. Sintió que le ardía la cara mientras se imaginaba a sí misma desnuda ante él. O, más que desnuda, desnudada.
Louis, por su parte, se había quedado sorprendido al ver que se ruborizaba por segunda vez. Pero no había tiempo para hablar. ¡Era la hora de la acción!
___________ se dejó abrazar y besar en un principio, contenta de dejarle la iniciativa. Después de todo, eso se le daba muy bien: mandar. Se había mostrado extremadamente dominante cuando se conocieron, deslumbrándola de tal forma, que había tenido poco tiempo para preocuparse o sorprenderse de que se hubiera fijado en ella. Pero eso era lo que necesitaba en ese momento: entregarse ciegamente a la pasión que él parecía demostrarle. Por eso había aceptado aquella segunda luna de miel. Para volver a hacer el amor con él una vez más.
Por otro lado, ___________ no se hacía ilusiones sobre el futuro de su matrimonio. ¿Cómo habría podido, cuando ella no deseaba tener otro bebé?
Se recordó que no debería haberse sentido culpable. Era él quien debería sentirse arrepentido. Pero Louis y la culpa eran términos incompatibles. Era un ser implacable, de sangre fría…
No. lo de la sangre fría no era cierto, pensó con un gemido mientas se dejaba abrazar. La evidencia de su deseo, clavándose con desesperada urgencia en su vientre, así lo demostraba. Excitada, le echó los brazos al cuello y pudo sentir sus senos estrechamente apretados contra el duro muro de su pecho.
De alguna manera consiguió levantarla en brazos sin despegar los labios de su boca, y el beso se prolongó mientras pasaban del dormitorio al baño. Segundos después la bajaba al suelo, decidido a sacarle la blusa por la cabeza.
—Por mucho que me encante este precioso sujetador negro… —le dijo mientras arrojaba la blusa descuidadamente a un lado— tendrá que desaparecer.
Le soltó el broche delantero, sin dejar de mirarla a los ojos. A ___________ le pareció que transcurría una eternidad hasta que las dos copas se separaron. El corazón le latía a toda velocidad.
Sólo entonces Louis bajó la mirada.
—Pero esto es todavía más precioso…
___________ aspiró profundamente, preparándose para la inminente caricia. Pero la caricia no llegó. En lugar de ello. Louis apoyó las manos en la cintura de sus téjanos blancos.
Esa vez el pulso se le disparó. Muy pronto, Louis podría ver con sus propios ojos lo que ella se había hecho. ¿Se quedaría sorprendido? ¿Agradado, complacido? ¿Le gustaría ese tipo de cosas? ______ suponía que a la mayoría de los hombres sí.
Esperaba que a Louis también. No podría soportar ver una mirada de disgusto o desagrado en sus ojos…
—Louis —pronunció de repente.
—¿Qué?
—Yo… tengo que decirte algo.
—Espero que no sea nada malo.
—En realidad no…
—Eso suena todavía peor.
___________ se arrepintió de haber hablado. Cada vez le resultaba más incómodo confesarle lo que simplemente estaba a punto de descubrir por sí mismo. Pero ya era demasiado tarde.
—Ayer… —empezó, tragando saliva… cuando fui al salón de belleza, yo, er… me hicieron un trabajo a la cera.
Louis frunció el ceño, sorprendido.
—¿Y?
—Que me lo hicieron por todo el cuerpo.
Vio que arqueaba las cejas. Pero luego sonrió. Una sonrisa decididamente sensual.
—Pequeña picara…
Esa vez le encantó su rubor, la manera en que podía sentirse avergonzada y excitada al mismo tiempo… Hasta que conoció a ___________, no había querido saber nada de vírgenes. Siempre había preferido chicas con experiencia.
Pero al fin había descubierto por qué algunos hombres tenían esa debilidad por las chicas vírgenes, especialmente aquéllas que se mostraban dispuestas a aprender los numerosos y variados placeres de la carne. Que era precisamente el caso de ___________ en aquel momento. Tenía la cabeza llena de infinitas posibilidades eróticas, y posturas…
—Dame sólo un segundo, corazón —le dijo mientras empezaba a desabrocharse los botones de la camisa—. Creo que debo desnudarme antes de seguir adelante contigo. Estás tan sexy ahora mismo… —añadió al terminar de quitársela—. Me gustaría tenerte medio desnuda durante todo el tiempo que estemos aquí. O quizá desnuda del todo, sólo con esas sandalias tan sexys…
___________ se alegró de que hubiera mencionado las sandalias, dándole una excusa para bajar la mirada en lugar de clavarla en su desnudez. Se había olvidado de lo avasalladoramente masculino que era su cuerpo.
—Casi me da lástima que tengas que quitártelas —continuó él, con sus calcetines volando hacia el otro lado de la habitación, junto con el resto de su ropa—. Pero siempre podrás ponértelas después cuando salgamos de la ducha.

La imagen que convocó con aquellas palabras la dejó sobrecogida. La idea de exhibirse desnuda ante él calzada únicamente con unas sandalias de tacón le resultaba demasiado… intimidante.
—Pero lo primero es lo primero —añadió él mientras se disponía a desabrocharle el botón de los téjanos—. No sé tú, pero yo de repente estoy sudando de calor.
Con un brillo de deseo en sus ojos oscuros, le bajó la cremallera, descubriendo la braga de satén blanco. Estaba a punto de bajarle el pantalón cuando ___________ se quedó sin aliento.
Pero, casi inmediatamente. Louis se detuvo.
—Creo que tendrás que descalzarte primero.
Así lo hizo.
—Y ahora el resto —ordenó él—. Hazlo. Quiero verte.
Un nudo le subió por la garganta. Pero no tenía más remedio que obedecerlo, tan excitada como estaba. Era cruel la capacidad que tenía de despertarle aquel deseo… Cruel y despiadada.
Resistirse carecía de todo sentido. En algún momento de la última semana había alcanzado un punto de no retomo, y nada excepto la muerte podía detenerla ya.
Louis no estaba muy seguro de que fuera a hacerlo, lo de desnudarse delante de él. ¡Pero sí! ¡Lo hizo!
Aquella muestra de obediencia le provocó una sensación de triunfo. Se sentía orgulloso de que una chica tan tímida como ella hubiera hecho algo tan atrevido. Descarado, incluso.
Pero esa satisfacción quedó pronto olvidada ante la vista de su cuerpo. ¡Qué hermosa era! Tenía una figura perfectamente proporcionada y deliciosamente curvilínea, de senos llenos y redondeados, fina cintura, caderas anchas y generosas, piernas largas y bien torneadas.
Quizá no debería haberse sentido tan sorprendido. Pero lo cierto era que nunca antes la había visto desnuda de pie ante él: solamente tumbada en la cama, habitualmente cubierta por las sábanas.
—Pareces una diosa griega —murmuró mientras la barría con la mirada—. No, no te cubras… —le advirtió al ver que se llevaba las manos a su sexo—. Quiero mirártelo —«y tocártelo. Y lamértelo», añadió para sus adentros.
Y ella se iba a dejar. Iba a dejar que le hiciera todo lo que gustara con ella.
Ciertamente, seguía tenido una expresión de asombro en los ojos. Pero junto al asombro estaba la excitación. Sus senos subían y bajaban al ritmo de su respiración, entreabría levemente los labios en su esfuerzo por llenarse de aire los pulmones. Louis estaba seguro de que, si en ese instante hubiera estirado la mano hacia su sexo, lo habría sentido muy, pero que muy húmedo.
___________ ansiaba que dejara de mirarla de una vez e hiciera algo. Lo que fuera. Ya le había supuesto un verdadero tormento terminar de desnudarse, sobre todo cuando tuvo que quitarse la braga. Nunca se había sentido tan vulnerable en toda su vida, ni tan excitada tampoco.
—Quédate donde estás —le ordenó él—. No te muevas. No te cubras.
___________ cerró los puños a los lados mientras lo veía descorrer la pantalla de la ducha y meterse dentro pata abrir los grifos. Se tomó su tiempo para ajustar la temperatura del agua y la dirección de los dos potentes chorros antes de reunirse nuevamente con ella.
—Vamos —la tomó de la mano.
La llevó al centro del plato, donde los dos chorros se encontraban, y la colocó de manera que el agua cayera sobre ella como una tormenta tropical, por delante y por detrás. El gemido que soltó _______ fue de sorpresa, porque jamás había imaginado que la sensación del agua pudiera resultar tan erótica. Cuando cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás para apartarse el pelo de la cara, el impacto de los dos chorros en los senos provocó que los pezones se le endurecieran aún más.
Cuando volvió a abrir los ojos, vio que Louis había entrado en la ducha y estaba de pie frente a ella.
Estaba a punto de atraerla hacia sí cuando la miró a los ojos. Nunca había visto tanto deseo en los ojos de una mujer.
Le pidió que se diera la vuelta para poder abrazarla por detrás. Apretándola contra su cuerpo con un brazo, utilizó su mano libre para prepararla convenientemente. Pero no tardó en descubrir que no hacía falta. No sólo estaba húmeda: estaba en llamas mientras acudía al encuentro de su mano y alzaba las nalgas de la manera más provocativa posible. No tenía sentido andarse con preliminares. ¡Tenía que entrar en ella ya, rápido!
Cuando Louis la hizo volverse de nuevo, ella le echó los brazos al cuello y alzó la pierna derecha para rodearle la cadera. En esa posición, se preparó para penetrarla.
—Sí… —gruñó en el instante en que sintió su carne cerrándose sobre la suya.
El ronco gemido de ______ fue como un reflejo de su propio placer. Placer y pasión. No le bastaba con estar dentro: el deseo de moverse era tan violento como urgente. Louis la llevó en vilo hasta la pared de azulejos, buscando un punto de apoyo.

No hubo ternura alguna en aquel acto: sólo la desesperada necesidad de desahogar la frustración de los últimos meses. Pero no era una frustración puramente física, sino también emocional. Quería experimentar el orgasmo de ___________ tanto como el suyo propio. Sólo entonces podría saber con seguridad que había vuelto a recuperar a su esposa y que podían tener un futuro juntos. Porque había llegado a temer que su segundo matrimonio terminara fracasando como el primero.
Pero ya no. Evidentemente ___________ todavía lo amaba y lo deseaba. «Más que nunca», añadió para sus adentros con una jubilosa sensación de triunfo cuando la sintió derretirse en sus brazos, en perfecta sintonía con su propio clímax. Apoyando ambas manos en la pared, cerró los ojos con fuerza y se concentró en paladear la intensidad de sus contracciones internas. Contracciones que se prolongaron una y otra vez, mientras Louis se vertía en ella de la manera más satisfactoria posible.
Hasta que finalmente cesaron, y ______ dejó caer los brazos a los lados. Con un suspiro saciado, Louis se retiró; sólo entonces abrió los ojos, y se quedó sorprendido al ver que tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¡___________! ¡Cariño! —exclamó, preocupado y alarmado—. ¿Qué pasa?
No parecía capaz de responder. Simplemente movió la cabeza de lado a lado, con las lágrimas rodando por las mejillas.
—¿Te he hecho daño?
Volvió a negar con la cabeza.
—Estás cansada —la meció cariñosamente en sus brazos—. Los viajes cansan mucho —o eso o había experimentado algún tipo de depresión después del orgasmo. Había mujeres que se emocionaban mucho después de hacer el amor, sobre todo si habían tenido un orgasmo como el de ___________. Nunca antes la había visto llorar después de hacerlo. Pero la gente cambiaba. Y ___________ había cambiado.
Tampoco podía descartar que aquellas lágrimas tuvieran algo que ver con el bebé que hacía tan poco había perdido.
—Vamos bajo el agua —le dijo, al ver que empezaba a temblar de frío—. Así está mejor, ¿no te parece? Date la vuelta y apóyate en mí, que voy a dejarte toda limpia.
No había tenido intención de excitarla de nuevo con el gel. Tampoco había imaginado que pudiera suceder tan rápido. Pero en el instante en que le rozó los pezones con la mano, los sintió endurecerse. Sintió que toda ella se excitaba. ¡Increíble!
Apenas unos segundos antes se había quedado totalmente saciado, convencido de que tendría que esperar a recuperarse antes de volver a hacer el amor con ella. Pero ahora ya no estaba tan seguro. Por supuesto que podría. Sin embargo… ¿le dejaría que le hiciera lo que tenía en mente?
Sólo había una manera de averiguarlo.
—Espera un poco, preciosa —le dijo mientras cerraba los grifos—. Se impone un cambio de escenario.
___________ apenas tuvo tiempo para pensar antes de que se viera enérgicamente secada con una toalla y envuelta en otra. Y tampoco quería hacerlo. Pensar sólo serviría para entristecerla, como le había ocurrido hacía unos minutos, después de que Louis le hubiera hecho el amor de una manera tan brusca en la ducha.
Había disfrutado mucho, desde luego. No había tenido ninguna queja. ¿Pero qué había hecho su mente después? La había impulsado a desear la luna; eso era. Le había hecho desear lo que no podía tener: su amor.
¡Como si eso pudiera suceder! Podía acicalarse y vestirse de la manera más provocativa del mundo, y lo único que podría esperar de Louis sería que la deseara algo más… Había estado casado con una top model, por el amor de Dios, y no la había amado. ¿Qué posibilidades tenía ella?
«Concéntrate en el sexo, ___________», se ordenó con severidad mientras se dejaba llevar en brazos al dormitorio. «Al menos podrás disfrutar».
—Agárrate a mi cuello —le dijo él mientras aguantaba su peso con una mano y retiraba la colcha de la cama con la otra.
Las sábanas eran de satén de color crema; Louis la tumbó y acto seguido le quitó la toalla. Se tendió a su lado. Gotas de agua perlaban la oscura mata de vello que cubría su pecho.
—Así está mucho mejor —murmuró mientras le apartaba el cabello todavía húmedo de la cara—. Estamos mucho más cómodos.
La besó entonces. La besó y acarició hasta que la dejó toda excitada, temblando. Cuando se cernió sobre ella, ___________ contuvo el aliento a la espera de sentirlo nuevamente dentro. Pero Louis no hizo nada de eso. Con los ojos muy abiertos, vio que empezaba a deslizar los labios todo a lo largo de su cuerpo, trazando un sendero de besos. Primero por sus senos, su estómago, su vientre…
«Oh, Dios», pensó, aturdida, cerrando los dedos sobre las sábanas.
Una parte de su ser se estremeció al imaginárselo allí abajo, haciéndole lo que le estaba haciendo. Pero al resto de su persona no le importó lo más mínimo. ¡Sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que estaba disfrutando!
Sus labios y su lengua parecían estar en todas partes, besándola, lamiéndola, chupándola. Sus dedos se mostraban igualmente implacables, aumentando su erótico tormento con una exploración increíblemente íntima. No podía creer que le estuviera haciendo todas aquellas cosas. No podía creer que ella estuviera disfrutando tanto con aquellas escandalosas libertades que él se estaba tomando con su cuerpo.
Y tampoco podía creer que se hubiera detenido tan de repente. El grito que soltó fue de pura frustración.
—Confía en mí —le pidió Louis con la cabeza apoyada sobre la leve curva de su vientre, antes de deslizar los dedos por la suave piel de su pubis—. Me encanta verte así —murmuró con una sonrisa perversa.
Era un hombre perverso, pensó ___________, sin aliento, cuando lo sintió reanudar sus caricias. Más perverso de lo que había imaginado. La tensión que le estaba provocando por dentro era tanto de placer como de dolor. De tormento y de éxtasis. En aquel momento habría sido capaz de hacer lo que fuera por él…
Pero una vez más Louis volvió a interrumpirse y alzó la cabeza.
—Es increíble —le dijo con una expresión casi perpleja—. Yo creía que ya no podía más, y de pronto resulta que sí. Pero como en el avión me dijiste que debíamos ser sinceros el uno con el otro, tengo que confesarte que no soy un gran aficionado a la postura del misionero. Así que… ¿te importaría que probáramos algo diferente?
No esperó su respuesta. Simplemente se incorporó y la ayudó a sentarse. Después, sentado frente a ella, la atrajo hacia sí y la acomodó sobre sus muslos, con las piernas bien abiertas.
Y, antes de que ______ pudiera darse cuenta, la penetró.
—No es la mejor posición del mundo para que un hombre pueda moverse —gruñó mientras la aferraba de las caderas—. No tengo mucho espacio para apoyarme, así que tú tendrás que colaborar. Con tus músculos internos. Apriétame todo lo que puedas, hacia atrás y hacia adelante. Sí, así… Aaaah, sí… ¿ves lo bien que se te da? Y a ti también te gusta. Puedo verlo.
¿Qué si le gustaba?, se preguntó _____, admirada. Le encantaba. Pero quería más.
—Bésame —le ordenó ella.
A Louis le emocionó aquella apasionada exigencia. Era justamente lo que quería en una esposa. Una mujer con necesidades que fueran un reflejo de las suyas propias. Nunca había imaginado que ___________ podría estar a la altura de aquellas expectativas; que fuera capaz de proporcionarle el grado de placer que había disfrutado con Eleanor.
Pero se había equivocado. ___________ prometía ser una pareja aún más excitante. Y la perspectiva de enseñarle todo lo que sabía también lo era. Además, ella nunca le daría motivos para sospechar que su placer podía ser fingido. No, su placer era real, su amor era real… Toda ella era real.
Le acunó el rostro entre las manos y la besó, ansioso de devorarle la boca y la lengua. Las caderas de _____ seguían moviéndose como si tuvieran voluntad propia, con sus músculos tensándose y distendiéndose alrededor de su miembro… El clímax le robó a Louis el aliento, arrancándole un grito ronco. Por un instante temió que fuera a sufrir un colapso cardiaco, tal fue la opresión que le atenazó el pecho, como si se lo hubieran apretado con un tomo. Pero luego sobrevino el orgasmo de _____, y ya no sintió nada que no fuera placer. Oleada tras oleada de placer. ¡Un placer glorioso, arrebatador, explosivo!
Estaba empezando a volver a la realidad cuando sintió la boca de ___________, cálida y húmeda, en el cuello. Se había acurrucado en su regazo, abrazado a él… y el suspiro que soltó fue el de una mujer saciada, feliz.
Aquel suspiro le provocó una satisfacción enorme, incomparable. Si alguien en el mundo se merecía estar contenta, saciada, ésa era ___________. Lo único que le faltaba era concebir un bebé. Con un poco de suerte, en una semana, sería capaz de hacerle eso también.
Mientras tanto…
Esperó unos minutos antes de moverse, hasta que resultó obvio que se había quedado dormida. Con mucho cuidado, la tumbó en la cama antes de apartarse. Bostezó; él también estaba cansado.
¿Qué sería lo siguiente que intentaría con ella?, se preguntó cuando ya empezaba a adormilarse.
Las posibilidades, sin duda, eran infinitas…
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Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT*  (TERMINADA) - Página 8 Empty Re: Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT* (TERMINADA)

Mensaje por Dilingdingdong Jue 06 Dic 2012, 6:52 pm

Capítulo 9

Louis se despertó antes que ___________. Durante un rato, se quedó en la cama, mirándola y pensando en lo afortunado que era de haberse casado con ella. En un cierto momento, todavía dormida, ___________ se volvió hacia él y se acurrucó en su regazo, con sus senos desnudos presionando contra su pecho.
Sintiendo que se excitaba. Louis pensó en despertarla para volver a hacerle el amor. Pero el reloj de la mesilla marcaba las cinco y media; la tarde estaba cayendo. Sería mejor dejarla descansar.
Muy cuidadosamente, se alejó de la tentación. ___________ no se despertó; tan sólo emitió un leve gemido mientras se encogía en posición fetal. Louis se levantó de la cama, la cubrió con la sábana y salió a la terraza de madera que rodeaba la piscina. El agua, calentada por el sol, no estaba todo lo fresca que le hubiera gustado, así que echó a correr por el estrecho sendero que llevaba a la playa y se zambulló en el mar.
A Louis no le gustaba la idea de sentarse aquella noche en un restaurante, en su actual estado de excitación. Le gustaban los restaurantes lujosos, pero esa noche tenía otros planes. Esa noche quería volver con ___________ a la villa a una hora razonable, y perfectamente sobrio para lo que tenía en mente. Aunque no le importaría volver un tanto achispado…
Para cuando volvió al dormitorio, todo mojado. ___________ todavía seguía dormida. Se dirigió directamente al baño, donde se duchó. No se afeitó, pese a que ya tenía una sombra de barba. A partir de ese momento, o al menos mientras duraran aquellas vacaciones, pensaba ofrecerle a su esposa una imagen distinta. Y convertirse en un amante muy diferente del más bien conservador compañero de cama que había sido hasta la fecha.
Seguía dormida cuando Louis salió del baño, con una toalla atada a la cintura. Se acercó a la cama para mirarla enternecido. Debía de estar exhausta, después de un viaje tan largo y un sexo tan excitante… Sospechaba, además, que debía de estar emocionalmente agotada. Tomar decisiones y cambios de vida siempre tenía un precio. Louis lo sabía demasiado bien: su trayectoria vital no había sido tan fácil y cómoda como algunos pensaban, siendo como era hijo de millonario.
Lo que la gente no sabía era que su padre era un canalla dominante y avasallador que había maltratado a su esposa y que había programado la vida de sus dos hijos casi desde su nacimiento. Su hermano mayor, Harry, había aceptado resignado los planes de su dominante padre… hasta que se cansó. Pero él siempre había sido un rebelde, y demasiado a menudo había recibido el mismo castigo que todos los miembros de la familia que habían osado contrariar la voluntad de Mick Tomlinson. Al principio había sufrido maltrato físico, y después la retirada de todo apoyo económico.
Si no hubiera sido por el dinero que Harry le había legado a su muerte. Louis nunca habría podido permitirse estudiar Derecho. Su padre le había dado un ultimátum la misma noche de su graduación en el instituto, apenas una semana antes del accidente que le costó la vida a su hermano. O se integraba en el negocio familiar, o se quedaba solo y sin ayuda de ningún tipo. Louis había escogido lo último, incluso antes de haber heredado el legado de su hermano, que incluyó un apartamento en el centro de la ciudad y una cartera de acciones que le permitieron sobrevivir hasta que obtuvo la licenciatura.
Fiel a su amenaza, su padre le retiró la palabra. Ni siquiera se la dirigió cuando Louis acudió a visitar a su madre moribunda al hospital, algunos años antes. Cada vez que había entrado en aquella habitación, él había salido inmediatamente, ajeno al dolor que aquel gesto había ocasionado a su esposa. Por supuesto, tampoco había asistido a su boda.
De todas formas, él tampoco lo había invitado.
Eleanor sabía la verdad. Enamorado como había estado de ella, Louis había sido lo suficientemente estúpido como para contárselo todo. ___________, en cambio, no sabía nada. Louis sólo le había dicho que su padre viudo vivía en los Estados Unidos, y que no se encontraba en condiciones de viajar. Cuando no recibieron regalo alguno de bodas, la excusa que puso fue que su padre no era aficionado a los regalos, algo de lo que siempre se había encargado su esposa.
De manera extraña, la prensa nunca había sacado a relucir ese alejamiento. De cara al público, con los medios, Mick Tomlinson siempre había elogiado a su hijo. Y Louis había evitado cuidadosamente el tema en sus declaraciones.
Durante algún tiempo. Louis no había querido ni casarse ni tener una familia. Los malos ejemplos familiares solían producir ese efecto. Después del fallecimiento de su madre, sin embargo, había empezado a cambiar de idea, para obsesionarse progresivamente con el proyecto de convertirse en un buen marido y en un buen padre. Desgraciadamente, con Eleanor no había sido capaz ni de lo uno ni de lo otro.
Eso se había debido, en parte, a que Eleanor había sido incapaz de tener hijos. Además de que habría sido una pésima madre.
___________, por el contrario, sería una madre maravillosa. No tenía una sola pizca de maldad, y tampoco era vana ni materialista. Era dulce, tierna, cariñosa. Louis había lamentado terriblemente lo mucho que había sufrido al perder al bebé, pero… ¿quién podía saberlo? Quizá todo aquello había sido para mejor. «Lo que no te mata te hace más fuerte», decía el refrán.
La semana pasada. ___________ había salido por fin de su dolor convertida en una persona mucho más fuerte. Louis profesaba un gran respeto a las personas que se esforzaban por combatir la adversidad, en vez de quedarse sentadas sin hacer nada, compadeciéndose de sí mismas. Algo que ___________ había corrido serio peligro de hacer. Pero ya no, afortunadamente.
De repente se sintió tentado de despertarla para poder decirle lo mucho que la admiraba. Al final optó por no hacerlo. Su cumplido habría podido interpretarse como una invitación a tener sexo. Y dado que le parecía absolutamente irresistible en ese terreno, y que quería reservar fuerzas para después, decidió dejarla dormir.
En lugar de ello, intentó mantenerse ocupado en algo. Lo primero que hizo fue revisar los mensajes de su móvil. No tenía ninguno, afortunadamente. Sabía que a ___________ no le gustaría descubrir que seguía trabajando en su segunda luna de miel. Aun así, no lo apagó. Podría necesitarlo.
La nueva agencia de casting que había montado en Images seguía en fase de desarrollo. Había formado a una plantilla capaz, pero todavía algo inexperta, que no vacilaría en llamarlo para pedirle consejo. Era algo improbable que eso ocurriera durante ese fin de semana, pero las cosas podían complicarse para la siguiente.
Llamó luego a recepción y reservó una mesa para las siete y media en uno de los restaurantes informales, el Hibiscus. Al parecer tenía un menú muy variado, desde marisco hasta platos asiáticos. El servicio era rápido y no tendrían que vestirse de punta en blanco.
Acto seguido, deshizo su equipaje y el de ___________. Se sorprendió al ver la ropa que había llevado: toda era nueva y tremendamente sexy. Había, por ejemplo, un diminuto biquini rojo y se moría de ganas de verla con él puesto…
Como a las seis y media ___________ seguía durmiendo, estuvo a punto de despertarla, pero antes decidió vestirse. Escogió unos pantalones de lino beige, una camisa negra de seda y mocasines italianos. Estaba de pie al lado de cama, poniéndose su Rolex de oro, cuando se repente vio que ___________ tenía los ojos abiertos.
—Vaya, vaya, vaya… —sonrió—. La Bella Durmiente ya ha retornado al mundo de los vivos.
—Estás vestido.
—Lo siento, cariño, pero no puedo salir en cueros.
—¿Salir? —repitió extrañada, como si estuviera hablando otro idioma.
Louis suspiró.
—Ciertamente me resulta muchísimo más atractiva la perspectiva de meterme de nuevo en la cama. Pero, mientras estemos aquí, no vamos a poder hacer el amor todo el día y a todas horas: me temo que de cuando en cuando tendremos que hacer un descanso. Es triste, lo sé, pero cierto. Dado que no soy muy aficionado a los picnics, he pensado que salir a cenar cada noche podría ser la solución adecuada. Después de todo… —añadió con una sonrisa irónica— si nunca salimos, ¿cuándo vas a ponerte toda esa ropa tan sexy que has traído?
___________ se lo quedó mirando con la boca abierta.
—¿Has deshecho mi maleta?
—Me he permitido esa libertad, sí…
—¿Dónde has puesto mi bolsa de aseo?
—En el baño, por supuesto.
—No me la habrás abierto también, ¿verdad?
—Cielos, no. Tus secretos femeninos están a salvo —añadió con una sonrisa mientras miraba su reloj—. Son más de las seis y media, y he reservado mesa para las siete y media. Dispones de unos cuarenta y cinco minutos para prepararte. ¿Crees que te dará tiempo?
—Tendré que arreglarme el pelo. Con el corte a capas que me han hecho, tardo años en secármelo.
—Llévalo como lo llevaste el lunes por la mañana. Estabas muy sexy.
«Y tú también», pensó, mirándolo. En aquel momento, tenía un aspecto espléndido. No le había visto nunca los pantalones de lino y la camisa de seda negra que llevaba. Se había arremangado la camisa, exhibiendo el bronceado que había adquirido ese verano. Su pelo corto todavía tenía restos de humedad, señal de que acababa de ducharse. Sin embargo, no se había afeitado, lo cual no era muy propio de él. Habitualmente se afeitaba hasta dos veces al día.
Se le aceleró el pulso mientras lo recorría con la mirada. Imágenes de lo que habían hecho poco antes en la cama asaltaron su cerebro. De repente, quiso volver a experimentar todo aquello. Desesperadamente. En aquel mismo momento. Ojalá no hubiera reservado mesa en aquel restaurante…
«¡Oh, Dios mío!», exclamó para sus adentros.
—¿Qué hora has dicho que era?
—Más de las seis y media.
—Será mejor que me prepare, entonces… —saltó de la cama y corrió al cuarto de baño. Solía tomar la píldora sobre las seis, una hora que había elegido porque a esas alturas del día siempre estaba despierta. Desde que tuvo el aborto, las mañanas no habían sido precisamente el mejor momento del día para recordar nada.
Si hubiera estado tomando una píldora normal, no habría tenido importancia que se pasara o se adelantara una hora. Pero estaba tomando la mini píldora, y el médico le había advertido sobre la importancia de tomarla siempre cada día a la misma hora.
Después de encerrarse con llave en el baño, se apresuró a sacar las píldoras de su bolsa de aseo, y se tomó una a toda velocidad con un poco de agua. Acto seguido las escondió en un bolsillo interior.
Se estremeció sólo de pensar en lo que habría pasado si Louis se hubiera atrevido a sacarle los cosméticos y demás artículos de la bolsa de aseo. Seguro que habría visto el paquete de pastillas. ¡Eso habría sido un desastre!
—Salgo en seguida —le dijo a través de la puerta.
—Bien. Te espero en el salón.
___________ soltó un suspiro de alivio, contenta de poder estar unos momentos a solas para recuperarse. Y para pensar sobre lo que había sucedido desde que llegaron a la isla.
___________ siempre había sabido que Louis era un buen amante. Pero ahora se daba cuenta de que era algo más que eso. Era un perfeccionista en lodo lo que hacía. Obviamente había aprendido las técnicas y las posturas adecuadas para proporcionar el máximo placer a su pareja.
Y, desde luego, a juzgar por lo que le había dicho antes, la postura del misionero no figuraba entre ellas.
No era que no hubiera gozado antes con Louis haciéndolo en esa postura. Había gozado, por supuesto. Le había gustado especialmente que pudieran mirarse a los ojos en todo momento. Era la postura del amor verdadero, del romance.
Lo que Louis le había hecho ese día, y lo que le había prometido hacerle en el futuro, no tenía nada que ver con el verdadero amor, ni con el romance. Todo se reducía al sexo. Sexo salvaje, adjetivo. Obsesivo.
Abrió el grifo de la ducha y volvió a estremecerse. Podía verse a sí misma, haciendo el amor allí, apoyada en la pared… Cuando fue a recoger el frasco de gel, recordó lo que Louis le había hecho después, la manera en que le había enjabonado los senos, el sexo… Sin pensarlo, se sorprendió haciendo lo mismo, reviviendo aquella experiencia, sintiendo cómo sus pezones se endurecían bajo sus dedos…
Se detuvo justo a tiempo, consciente de que cualquier clímax que hubiera alcanzado en esas condiciones no hubiera podido compararse con nada de lo que había experimentado con Louis. Se reservaría para él.
Cerró el grifo, salió de la ducha y descolgó una toalla. Una vez seca, se lavó los dientes y recogió el pelo tal y como Louis le había sugerido antes. Después de maquillarse, retrocedió un paso y se miró desnuda en el espejo de cuerpo entero.
«Estás sexy, ___________», se dijo. «¿Y ahora qué te vas a poner?».
Se había comprado varios vestidos para estrenar allí. Todos muy sensuales, cada uno a su manera, atrevidos y coloridos. Pero uno en especial destacaba sobre todos los demás.
Era rojo, de un rojo oscuro, de seda. Tenía un diseño moderno, de cintura alta y falda corta, con vuelo. El escote era pronunciado y los tirantes muy finos. ___________ se había comprado unos zapatos a juego para acompañarlo, junto con ropa interior de satén: un sujetador sin tirantes, de medias copas, y tanga. Naturalmente, no se pondría medias.
En resumen: el vestido perfecto si lo que quería era volver a casa cuanto antes con su marido para… lo que viniera después.
¡Sí, definitivamente el rojo!

--------------------------------------------
Bueno chicas, espero de verdad me disculpen. Es que estuve de viaje y quise disfrutarlo. Espero les hayan gustado los capis, dos capis por mis dos días de ausencia mas el de hoy. Las adoro, por favor, ¡comenten mucho!
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Mensaje por Good Vibes. Vie 07 Dic 2012, 4:32 pm

¡HOLAAA! nueva lectora por aqui ..tu novela es muy interesante,me muero por saber si tendran otro bebe o no~o~
Good Vibes.
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Mensaje por Keila Styles Vie 07 Dic 2012, 5:28 pm

Oh dios que capítulos! Yo creo que en el fondo Lou la quiere, pero ni él se da cuenta porque está demasiado obsesionado con lo que le hizo Ele! Síguela pronto, ya sabes que soy la fan numero uno de tus adaptaciones! :P
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Mensaje por ANITALUISI Vie 07 Dic 2012, 5:41 pm

asdfghf todo lo que hicieron!!!! dios!! y bueno lou te va a salir el tiro por la culata!! te vas a enomorar y ella te dejara!!! muajajajaja ok no pero si va a ser asi comoq eu me llamo Ana Cristina!!
ANITALUISI
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Mensaje por Dilingdingdong Dom 09 Dic 2012, 4:55 pm

iownmyidols escribió:¡HOLAAA! nueva lectora por aqui ..tu novela es muy interesante,me muero por saber si tendran otro bebe o no~o~

jajksjajs ya veremos. Bienvenida y gracias por comentar.!
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Mensaje por Dilingdingdong Dom 09 Dic 2012, 4:55 pm

Keila Styles escribió:Oh dios que capítulos! Yo creo que en el fondo Lou la quiere, pero ni él se da cuenta porque está demasiado obsesionado con lo que le hizo Ele! Síguela pronto, ya sabes que soy la fan numero uno de tus adaptaciones! :P

ksjkjd si, akjssjaksj. ahorita mismo la sigo \o/
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Mensaje por Dilingdingdong Dom 09 Dic 2012, 5:06 pm

ANITALUISI escribió:asdfghf todo lo que hicieron!!!! dios!! y bueno lou te va a salir el tiro por la culata!! te vas a enomorar y ella te dejara!!! muajajajaja ok no pero si va a ser asi comoq eu me llamo Ana Cristina!!

kajsskjsajkjasj ya veremos!
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Mensaje por Dilingdingdong Dom 09 Dic 2012, 5:07 pm

Capítulo 10

—El rojo te sienta de maravilla —le dijo Louis.
—Gracias —repuso ___________—. No es un color que suela llevar. A mí me pareció demasiado llamativo. Pero Danielle me convenció de que me lo comprara.
Se dirigían al restaurante a bordo del buggy. La noche ya había caído y la estrecha carretera estaba iluminada por farolas que colgaban de las palmeras, de trecho en trecho.
—Nosotros usamos mucho el rojo en publicidad —le explicó él—. Es el más potente de los colores primarios. Un estudio reciente ha demostrado que a los hombres nos parecen más atractivas las mujeres que se visten con ese color.
—¿De veras? Pues me alegro, porque también me he comprado un biquini rojo.
—Ya lo he visto. Me muero de ganas de verte con él. Y sin él —añadió con una maliciosa sonrisa.
___________ sintió el efecto de aquellas palabras en todo el cuerpo: hasta en los dedos de los pies, con sus uñas recién pintadas, también de rojo.
—¿Con o sin sandalias?
La sensual risa de Louis no logró más que excitarla aún más.
—Sospecho que acabarás cansándote de llevarlas —señaló con la cabeza los altísimos tacones.
—Son demasiado altas, ¿verdad?
—Diablos, no. Son estupendas. Sólo que imagino que será difícil andar con ellas.
—He estado practicando.
—Perfecto. Y te dejaré que sigas practicando conmigo esta noche.
A ___________ se le secó de repente la garganta.
—Haciendo… ¿qué?
«Qué deliciosa que es», pensó louis. Se esforzaba por mostrarse atrevida, picante, cuando por dentro seguía siendo la misma chica dulce e inocente de siempre. Le encantaba que estuviera dispuesta a probar nuevas cosas. Pero también que nunca hubiera hecho esas cosas con ningún otro hombre.
Esos pensamientos le despertaron un dulce sentimiento de posesión que jamás antes había experimentado.
—Lo que a ti más te guste, querida —repuso con tono suave.
Cuando se volvió nuevamente para mirarla, la sorprendió humedeciéndose los labios con la punta de la lengua. Así que era eso lo que quería hacer…
La vista de la verja de seguridad delante de ellos anunciaba el fin de la carretera privada. Louis saludó al guardia con un gesto cuando los dejó pasar. El bosque tropical del otro lado terminaba bruscamente, dando paso a más jardines que rodeaban los diferentes edificios del complejo. Había también más carreteras, que se perdían en todas direcciones. Blancos postes de señales en cada cruce indicaban los caminos al hotel, a la playa principal, a las piscinas… y al Hibiscus.
Louis giró a la izquierda y continuó por la carretera que llevaba al aparcamiento del restaurante, que sorprendentemente estaba lleno. Había oído que Dream Island rara vez estaba vacía, pero tampoco había esperado encontrar tanta gente.
El ambiente del restaurante era delicioso, con grandes ventanales que daban a una de las mayores piscinas que Louis había visto en su vida. Cuando llamó antes por teléfono, le habían dado a escoger entre cenar fuera o dentro. Había dudado, ya que le habían advertido de que en aquella época de año solía haber tormentas. En aquel momento se alegró de haber elegido cenar dentro, ya que soplaba una fuerte brisa marina y hacía bastante más fresco que en el interior de la isla.
Un joven y atractivo camarero los llevó a una mesa desde la que se disfrutaba de una espléndida vista de la piscina. El joven se mostró muy atento a la hora de tomarles nota, y les sirvió la botella de vino solícito, algo que le pareció muy agradable… hasta que se fijó en la dirección de su mirada.
Cuando el camarero se tomó su tiempo en abrir la botella y servirles el vino. Louis advirtió con irritación que sus ávidos azules volaban al escote de ___________ con mayor frecuencia de lo que habría sido correcto o decente.
Estaba indignado. Se prometió que si aquel tipo volvía a fijarse en el escote de ___________, él…«¿Tú qué?», le preguntó la voz de la razón, irónica. «¿Montarás una escena? ¿Harás el ridículo? ¿Pedirás otra mesa? ¿Te marcharás dando un portazo?».
Él nunca hacía esas cosas. De hecho, se había pasado toda su vida adulta ejerciendo un férreo control sobre su carácter. El mal ejemplo de su padre, que había tenido la horrible costumbre de estallar por nada, o de volcar su furia en el maltrato físico o de palabra, había vacunado a Louis contra todo tipo de comportamiento desagradable o irracional. Con los años se había ganado la reputación de mantener una perfecta tranquilidad en las situaciones más difíciles, en medio de las peores crisis. Nunca estallaba, ni siquiera cuando la gente hacía cosas estúpidas. Nunca perdía el control.
Y nunca tampoco se había dejado llevar por los celos, ni siquiera cuando había estado casado con una de las mujeres más bellas del mundo.
De ahí su estupor cuando se sorprendió a sí mismo víctima de un ataque de celos que no sólo le resultaba ajeno, sino además casi incontrolable. La tentación de sacar a ___________ de allí, lejos de la mirada lasciva de aquel camarero, resultaba casi insoportable.
Con un enorme esfuerzo de voluntad, logró desviar la mirada y barrió el restaurante con la vista, sin ver nada en realidad, hasta que descubrió que el camarero ya se había retirado después de tomarle la orden a ___________.
Y sólo entonces reconoció a una mujer que se hallaba sentada en una mesa cercana.
—¡Dios mío, pero si es Jessie! —exclamó de pronto. Jessie debió de haber oído su nombre, porque alzó la mirada, sonrió y le hizo una seña. Aunque seguía siendo una cliente de Images, Louis no había seguido personalmente su gran éxito de los últimos años. Una vez que Eleanor entró en escena. Louis juzgó mas prudente encargar la asesoría de imagen de su antigua amante a otro agente, una medida que al final había resultado innecesaria. Pero eso no lo había sabido en aquel entonces.
Jessie seguía teniendo un nombre en el mundo del espectáculo, aunque ya no vendía tantos discos como antes. Hacía ya tiempo que había cumplido los cuarenta y se conservaba muy bien.
Louis la saludó con la mano y miró luego a ___________, que estaba bebiendo un sorbo de vino, algo ruborizada. Que supuestamente hubiera disfrutado de las atenciones de aquel camarero era algo que le sacaba de quicio. ¡De repente no estaba tan seguro de que le gustara en absoluto aquella nueva imagen tan sexy que tenía!
—Tendrás que disculparme un momento, ___________ —le dijo, con un tono más tranquilo de lo que se sentía por dentro—. Tengo que acercarme a saludar a una amiga mía.
___________ se tensó visiblemente. Ciertamente había estado disfrutando de las atenciones del camarero; incluso había descubierto un ligero brillo de celos en los ojos de Louis. La había excitado pensar que estaba celoso.
Pero, de repente, era ella la celosa. Porque sabía exactamente quién era esa amiga de Louis.
—Supongo que te refieres a Jessie Manson.
—¿Eres fan de Jessie?
—Por el amor de Dios, todo el mundo conoce a Jessie y lo que tú hiciste por ella. Durante años estuvo saliendo en todos los periódicos y revistas —que ella no había tenido costumbre de leer por aquel entonces. Si no hubiera buscado a Louis por Internet, no habría sabido absolutamente nada de su relación con Jessie Manson, ni de su vida pasada. Él, por su parte, nunca le había hablado de aquel episodio.
Pero… ¿por qué habría debido hacerlo?, pensó con una súbita punzada de amargura. Ella no era su media naranja. Sólo su estúpida segunda esposa.
¡Qué tonta había sido!
—Pero de eso hace años —repuso él.
___________ se encogió de hombros.
—Creo que yo ya había nacido por aquel entonces. Y sabía leer. Tengo casi veinticinco años. Louis, no cinco.
—Ya.
—¿Por qué no la invitas a que venga? —se oyó decir a sí misma. Dios sabía por qué. Debía de ser masoquista… O tal vez era la curiosidad lo que le había movido a hacer la oferta, el deseo de ver de cerca de una mujer que de lejos parecía tan fabulosa…
—¿No te importa?
—¿Debería importarme?
—No —respondió él, tras una ligera vacilación—. Supongo que no.
No era una respuesta muy reconfortante. Pero ___________ sonrió y Louis se apresuró a invitar a su antigua conquista a acercarse, por señas.
La observó mientras se dirigía hacia ellos, con un paso tan sensual como su rostro y su figura. Vestida como iba con unos vaqueros negros ajustados y un top amarillo tejido, con un escandaloso escote, sus encantos quedaban perfectamente a la vista. «Seguro que se ha operado los senos», pensó ___________ con mala intención. Y la cara, porque de cerca eran muy pocas las arrugas que se distinguían en su rostro, ni siquiera alrededor de los ojos. Por lo demás, iba muy maquillada. Demasiado. La melena, larguísima y muy negra, le daba un aspecto excesivamente juvenil.
—No, no —dijo Jessie cuando él le sacaba ya una silla—. No voy a quedarme. Ya he acabado de cenar y he de irme. Esta noche tengo actuación en el hotel. Sólo quería saludarte y felicitarte a ti y a tu esposa. Me enteré de que te habías vuelto a casar el año pasado. Parece que en esta ocasión has elegido mejor —añadió, sorprendiendo a ___________ con una amable sonrisa—. Es un placer conocerte, querida —le tendió la mano.
—Lo mismo digo —respondió ___________ mientras se la estrechaba.
—¿Sabes? Tu marido es un hombre maravilloso. Me ayudó mucho cuando más lo necesitaba. Siempre le estaré agradecida. No. Louis, siéntate y calla la boca por una vez. ¡Hombres! —exclamó, haciendo un gesto de exasperación—. Simplemente no saben aceptar un cumplido. Bueno, queridos, tengo que irme. Si tenéis tiempo, sería estupendo que fuerais a verme al concierto. Actúo a las nueve, y a las once también. Por supuesto, lo entenderé si no lo hacéis… ¡Me hago cargo de que la gente viene aquí para otras cosas que para verme actuar!
—___________ y yo estamos aquí de segunda luna de miel —le informó Louis.
—¡Qué romántico! Louis debe de quererte mucho, cariño —le dijo a ___________—. Ya sabes que el romanticismo no es precisamente su fuerte.
—¿Qué ha pasado con los cumplidos? —le preguntó él, irónico.
—Louis, querido, imagino que a estas alturas ___________ ya sabrá de sobra lo muy pragmático que eres. Y no es ningún crimen no ser romántico. En mi experiencia, los tipos más románticos son los peores de todos. Prefiero a los que son sinceros. Bueno, me voy. Ha sido un placer haberos visto, de verdad —y se marchó.
___________ se quedó asimilando todo lo que le había dicho Jessie, esforzándose a la vez por no sentirse amargada y celosa al mismo tiempo. Y no sólo porque Louis se hubiera acostado con aquella mujer, sino por lo sincero que, al parecer, había sido con ella.
«Ojalá hubiera sido igual de sincero conmigo», pensó. «Ojalá me hubiera dicho la verdad: que lo único que quería de mí era que me quedara embarazada. Si lo hubiera hecho, yo de todas formas habría sido tan estúpida como para casarme con él, pero al menos habría sabido la verdad…»
Llegaron sus platos sin que ___________ hubiera pronunciado una sola palabra. Ni siquiera dio las gracias al camarero. Una vez que se hubo marchado, bajó la mirada a su plato de risotto: ya ni se acordaba de que lo había pedido.
Louis había pedido un enorme churrasco con ensalada. Pero él tampoco tomó el cuchillo y el tenedor: en lugar de ello, se la quedó mirando con expresión pensativa.
—¿Qué pasa? —le preguntó.
—Nada —mintió.
—No tienes por qué sentirte celosa.
Su intuitivo comentario la irritó todavía más.
—¿Por qué? ¿Por qué hace años que te acostaste con ella?
Louis no pudo evitar sentirse complacido por lo áspero de su comentario. Más que complacido: reconfortado.
Extrañamente, había aborrecido su propio ataque de celos. En cambio, los celos de ___________ le gustaban. Y mucho.
—Yo no amaba a Jessie.
___________ casi soltó una carcajada. «Vaya novedad», quiso decirle. «Tú no amas a las mujeres con las que te acuestas. Ni siquiera a aquellas con las que te casas».
—Ese no es el tema.
—¿Cuál es el tema?
—El tema es que ella te conoce mejor que yo —le espetó ___________—. Tú nunca hablas conmigo, Louis. Sé que no he estado muy comunicativa desde que perdí el bebé, y supongo que la culpa ha sido mía. Pero, antes de aquello, tú no hablaste conmigo. De verdad no, al menos. No sabría absolutamente nada ni de tu pasado, ni de tu carrera, ni de esa mujer… si no me hubiera informado sobre ti por Internet.
Louis se quedó totalmente sorprendido: tanto del genio de ___________ como de aquella revelación.
—¿Me has buscado por Internet?
—¿Cómo si no habría averiguado quién eras y lo que hacías? Estaba locamente enamorada de ti y no te conocía. Y sigo sin conocerte. Como te dije antes. Jessie Manson te conoce mejor que yo.
—En realidad, no.
—¿Cómo puedes decir eso? Trabajaste con ella durante mucho tiempo. Erais amantes. No lo niegues.
—No lo niego.
—¡Qué pena que tu sinceridad sólo haya llegado hasta allí!
Louis frunció el ceño.
—¿Qué has querido decir?
—Nada —tomó su tenedor.
—No, has querido decir algo.
«Ésta es tu oportunidad. ___________», le aconsejó una voz interior. «Díselo. Dile que sabes que no te quiere. Que le ha estado mintiendo durante todo el tiempo».
Pero no podía. ¿Se lo impedía el deseo que sentía por él? ¿O acaso era el amor? Quizá fueran ambas cosas. Soltó un suspiro cargado de frustración.
—El caso es, Louis, que toda esposa quiere comprender a su marido, no sólo amarlo ciegamente. Deberías haber compartido conmigo más cosas sobre tu pasado. Yo te lo he contado todo sobre mí. Que, por otra parte, ha sido muy poco. De increíbles experiencias vitales, o éxitos fulgurantes, pocos. Y de antiguos amantes no he tenido que confesarte nada.
—Pero tú nunca has querido saber nada de mis antiguas amantes —protestó él—. Me lo dijiste tú misma.
Quizá porque, de manera inconsciente, había tenido miedo de saberlo. ¿A qué mujer le habría gustado escuchar historias sobre las bellísimas mujeres con las que había salido su marido?
Pero de repente se dio cuenta de que ya no tenía miedo. Si algo había aprendido durante aquella última semana, era que poseía coraje para hablar las cosas. Algunas cosas, al menos.
—No me refería a tu vida amorosa. Louis… ¡sino a tu vida en general! ¿Cómo eras de niño? ¿Cuáles eran tus esperanzas y tus temores, tus sueños y tus ambiciones?
Louis experimentó una punzada de exasperación ante aquel interrogatorio. Nunca le había gustado contarle la historia de su vida a nadie. Evocar su desgraciada infancia no era precisamente su idea de diversión. Pero ___________ estaba en lo cierto. No se había mostrado muy comunicativo con ella, quizá como reacción a lo expansivo y sincero que había sido con Eleanor, para luego encontrarse con que había desnudado su alma a una mujer que no la tenía.
Ahora se daba cuenta, sin embargo, de lo mucho que eso podía significar para ___________.
Así que procedió a contarle, mientras cenaban, la historia de su familia, lo ocurrido con su padre. No se guardó nada. Le contó toda la verdad. Sólo cuando llegó a la parte de la muerte de su hermano sintió que se le cerraba la garganta. Se las arregló para decirle lo de su testamento, pero luego sencillamente tuvo que interrumpirse.
Suspirando, tomó su copa y la apuró de un solo trago. «Es por eso por lo que no me gusta hablar del pasado», se dijo, triste. «Porque no puedo soportar los recuerdos. No puedo soportar el dolor».
___________ lo miraba fijamente. Había escuchado, horrorizada, todo lo que le había dicho sobre el maltrato que había sufrido su familia a manos de su padre. Todas aquellas historias sobre palizas y humillaciones habían hecho que sus propias quejas sobre su materialista y dominante madre se le antojaran insignificantes. ___________ nunca había dudado de que su madre la quisiera. Como tampoco había dudado de que a su padre nunca le hubiera importado realmente que ella lo tratara así. Henry Donnelly era un hombre débil que siempre había necesitado a su lado a una mujer práctica y con carácter. Pero cruel… eso jamás.
Se le ocurrió de repente que quizá la incapacidad de Louis para amar procediera precisamente de la falta de cariño en su infancia. Quizá si su hermano no hubiera fallecido, las cosas habrían sido diferentes. Harry debió de haberle querido mucho para haberle legado todo su patrimonio en su testamento.
—¿Qué edad tenía Harry cuando murió? —le preguntó, incapaz de recordar lo que había leído por Internet.
—Veintitrés. El forense certificó que se trató de un accidente —esbozó una mueca irónica—. Una combinación de velocidad y alcohol. Pero a mí siempre me pareció muy extraño que Harry redactara su testamento justo un día antes de morir, dejándomelo todo a mí. Antes de eso, jamás se le ocurrió redactar uno. ¿Y por qué ese día precisamente? Eso es lo que me pregunto.
—¿Crees que se suicidó?
—No lo sé —Louis se encogió de hombros—. Nadie lo sabe, excepto quizá mi padre. Sólo sé una cosa: Harry no era feliz. Era un chico muy inteligente. Quería ser médico. Pero nuestro padre se negó a pagarle los estudios de Medicina. Así que Harry se metió en el negocio familiar y se convirtió en su criado, en su peón para todo. Un peón muy bien pagado, obviamente, por la extensión de su patrimonio, pero un peón al fin y al cabo.
—Pero pudo haberse marchado y ser libre como hiciste tú, Louis.
—No era tan fácil. Harry era el primogénito, el hijo responsable. No se quedó en casa porque tenía miedo de marcharse. Pero no por él, sino por mamá. Se quedó para protegerla.
—Oh, Louis, es todo tan trágico…
La compasión que vio en sus ojos lo dejó conmovido. Pero no quería su compasión. Y tampoco quería seguir hablando de su padre ni de su pasado.
—¿Por qué no dejamos la historia de mi vida para otro momento? —le propuso bruscamente—. Dentro de poco volverá ese infernal camarero para preguntarnos si todo es de nuestro gusto… con el verdadero objetivo de mirar tu escote. Te juro que no volveremos más, al menos contigo vestida así.
—No voy vestida más provocativamente que tu Jessie —se defendió ___________, secretamente complacida por sus celos.
—Jessie no es mi esposa. A mí no me importa que le guste que se fijen en ella los desconocidos.
—A mí no me gusta que se fijen en mí los desconocidos… —replicó, indignada—. ¿Cómo te atreves a decirme una cosa así?
Louis se sonrió. Se atrevía porque quería volver al mismo tema que se había prometido evitar antes. El sexo representaba una maravillosa distracción de la angustia y el dolor emocional.
—Estás muy bella cuando te enfadas. Vamos, cómete el risotto.
___________ lo fulminó con la mirada.
—Ya no tengo apetito.
—Yo tampoco —repuso él, y la barrió con la mirada: primero su rostro, luego sus senos, y finalmente sus labios—. De comida, al menos.
___________ se quedó sin aliento. Tragó saliva.
—Pero… pero… ¿qué pasa con la comida? ¿Y el vino?
—Tenemos comida más que suficiente en la villa. Y un montón de botellas de vino.
Se había quedado estupefacta. ¿Cómo se atrevía a hacer eso? ¿Levantarse sin más de la mesa y marcharse? Le parecía escandaloso. Y sin embargo… ella también quería hacerlo.
—No pienses —le ordenó mientras se levantaba y le ofrecía la mano—. Vámonos.
Por un fugaz instante, ___________ todavía dudó, ya que su instinto de supervivencia le advertía de que, si obedecía sin resistirse, estaría perdida. Louis se enseñorearía de su cuerpo, y de su vida. Ya no tendría ninguna posibilidad de abandonarlo. Sería suya, tan suya como nunca lo había sido antes.
¿Fue el brillo de deseo que vio en sus ojos lo que la decidió? ¿O quizá el hecho de que hubiera confiado en ella hacía unos minutos? ¿Qué fue lo que selló su destino?
Levantándose temblorosa, aceptó su mano.

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Espero le haya gustado, por favor, comenten.
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Mensaje por ANITALUISI Dom 09 Dic 2012, 5:22 pm

asdfghjkl este chico es un tonto y debo decir que insaciable jajajajaja yo necesito uno asi(? ok no peor caray de verdad que no se cansa jajajaja

besos
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Mensaje por hearmeroar Dom 09 Dic 2012, 5:56 pm

1- Louis, sexópata.
2- Rayis, confía en ti misma.
3- Me encantaron los capitulos, esta novela es demasiado coooool.
4- Soy la peor lectora ever, por no haber comentado antes, es que no vi que subiste, y recién hoy fui hasta tu galería a buscarla :) x
Siguela pronto
hearmeroar
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Mensaje por Amelia The carrot's girl Lun 10 Dic 2012, 2:36 am

LOL cada vez me pierdo más capis T.T esto no es normal, mierda de exams y d vida en general ¬¬

Pero bueh a lo que me refiero es que me mola y me mato por ver si hy subidos y eso e.e Louis, que malote que eres ehh, rayis lola, deja ya de tirarte a todos mis ídolos por diios que me das una envidia horrorosa, y el SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELA SIGUELAAAAAA.

besitos amore ejfejrgjttjg
<3
Amelia The carrot's girl
Amelia The carrot's girl


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Mensaje por Keila Styles Lun 10 Dic 2012, 3:23 pm

Si si Lou siente celos! La quiere la quiere! *baile de alegría!* Siguela pronto! :)
Keila Styles
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Mensaje por foreveryoung13 Lun 10 Dic 2012, 8:31 pm

yo se que louis en el fondo AMA a rayita, solo ah que darle tiempitooo , y raya tiene que soltarse más para Louis creepygusta ahahaha siguee
foreveryoung13
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Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT*  (TERMINADA) - Página 8 Empty Re: Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT* (TERMINADA)

Mensaje por EstefaniaBieberDirection Lun 10 Dic 2012, 9:16 pm

Nueva lectora oh por Dios esta novela es buenisima me pregunto de donde sacas las novelas que adaptas que son tan Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT*  (TERMINADA) - Página 8 779977... bueno no tengo palabras para explicarlo espero que la sigas pronto

Pd:Siguela!!!!

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Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT*  (TERMINADA) - Página 8 Empty Re: Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT* (TERMINADA)

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