No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]

— Ya vete, Hazza. —Dice Horan, abriendo la ventana—. Debo llevarla a su casa.
— ¿Por qué no me dijiste que tenías una novia tan bonita?
¿Novia? ¿Quién? ¿Yo? Abro los ojos como plato, él acababa de decirme “bonita”.
— Ella no es mi novia, idiota. Es… —Me observa unos segundos y mi corazón comienza a latir rápido, vuelve hacia el chico de los rulos para agregar—. …la chica nueva del instituto.
La sonrisa de sorpresa que reveló aquella persona me dejó varada en la nada. Horan suspiró otra vez con fuerza y apuntó hacia él.
— Yo no diré nada si tú no dices nada, ¿De acuerdo?
Un asentimiento de parte de su no-invitado aceptó aquella pregunta, pero ¿Por qué? «¿Por qué no debes de decir nada?»
— Pero sabes que hablaré con Louis, de todas maneras, él es el mayor. —Su voz hace que Horan se estremezca, haciendo temblar su mano y dirige su mirada hacia el volante.
Enciende el motor, una última mirada hacia el chico y comienza a manejar.
— Soy Harry Styles, si me permite… —Dice caminando a nuestro lado.
Mi pecho se acelera y Horan aumenta la velocidad de a poco. Trago el nudo de mi garganta y le respondo:
— ____ Filian.
Apenas termino de decir mi apellido y el auto se aleja de él, dejándolo con una gran sonrisa observándonos por el espejo retrovisor.
Volteo hacia mi conductor. «¿Qué hiciste?», quiero gritarle. Pero no puedo.
Su mirada se posa en mí unos segundos con el ceño levemente fruncido y sigue su camino sin nada más que decir, hasta llegar a mi casa.
Apaga el motor y toma la bolsa de papel que aún continuaba sobre mis piernas. Ve el interior y suelta un gemido furioso.
— Maldito Styles, siempre es lo mismo. —Ahora no intenta susurrarlo, lo está gritando.
«¿Qué es siempre lo mismo?», no puedo preguntarle.
— Le dije que quería las de frambuesa…
«¿Frambuesa?» Abro la boca para hablar y entonces voltea hacia mí, dejándome con las palabras atrapadas en mi garganta.
— Deja de estar tan interesada en lo que hago, por Dios. Estás mirándome así desde que le respondí al profesor acerca del ejercicio de logaritmos.
Oh.
Siento mis mejillas encenderse, ¿De verdad lo he estado haciendo? No me había dado cuenta hasta ahora.
— Escucha, —Dice mirando el contenido de la bolsa—. Todo lo sucedido en este día, olvídalo. No quiero que porque te haya dejado venir conmigo comiencen los falsos rumores que siempre sacan.
«Rumores»
Le asiento, desviando mi mirada hacia la entrada de mi casa.
— ¿Puedes siquiera decir algo? Lo único que haces es quedarte callada como una niñita.
Con lo último, me deja sorprendida. Soy una niñita. Volteo hacia él.
— ¿Niñita…? —Le pregunto.
Ah, no. Eso no me gustó.
— Eres… —Murmuro.
Su frente se arruga con confusión. Tomo el aire suficiente y digo:
— ¡…Un imbécil!
Las palabras se acomodaron tan perfectamente en mi boca que no creí haberlas dicho. Mi pecho palpitaba con tanta rapidez que pensé en un paro cardíaco, pero me calmé instintivamente y saqué mi cinturón de seguridad.
Abro la puerta y camino hacia la entrada de mi casa. Ahí me siento a salvo, a salvo de personas que no me insultan y se escapan de clases solo porque el profesor sea aburrido, a salvo de Niall Horan.
Termino de cerrar la reja y el auto desaparece, en ese momento me doy cuenta de que tengo el paquete de papel en mis manos.

Eran de chocolate. Hablo de los muffins que estaban dentro de la bolsa y que habían terminado en mi estómago.
Todo por venganza hacia ese tarado.
— ¿Se encuentra todo bien, Madame? —Aparece Braun en la cocina.
Estoy sentada en el mesón con mis codos apoyados sobre él, mirando el –ahora- paquete vacío.
— Me dejaron sola. —Digo.
Su suspiro puedo escucharlo desde mi posición, se acerca frente a mí y se sienta en uno de los bancos.
— Sus padres nos ordenaron dejarla vivir la escuela en solitario, debe aprender que…
— No quiero aprender cosas que ya sé, Braun.
Mi voz apenas se escuchó, pero hizo callar a mi cocinero. Lo miré a los ojos y el hombre sentado delante me sonrió.
— Existen “cosas” dentro de la escuela que no se pueden conocer con solo estudiarlas, Madame. El hecho de vivir algo totalmente diferente saca provecho de uno mismo.
Lo miro atenta, por un lado tiene toda la razón, hoy especialmente he aprendido dos cosas. Lo que es estar nerviosa y cansada. Por Dios, odio cuando tiene razón.
Le asiento y dejo caer mis manos. Braun dirige su mirada hacia la bolsa en la superficie plana y se sorprende.
— ¿Ha ido de compras, Madame?
El corazón comenzó a latir en crescendo, olvidé el hecho de haber escapado con Horan y entrar a casa con esa evidencia en mis manos. Pero no podía mentirle, yo no suelo mentir.
— Un… compañero me lo ha comprado. —No es una mentira.
Su rostro, de un segundo a otro, se iluminó. Qué le está sucediendo.
— Oh, Madame. Si no tuviese fobia hacia el toque de los hombres la abrazaría en este instante. —Dice alegremente.
— ¿Qué…? —Digo, sin entender nada de lo que está pasando.
— Debo hablar con Lía, sé que le gustará la noticia.
Se levantó instantáneamente y corrió hacia el segundo piso, donde mi asistenta limpiaba las ventanas de mi dormitorio.
¿Por qué se alegró tan rápido? No es que ocurriese un milagro o algo, ¿O si?
Me levanto sin darle más importancia al asunto y me dirijo hacia el baño, debía ducharme y prepararme para otro día de escuela por la mañana. Al entrar, miro mi rostro al espejo, y chillo.
Oh, no. Oh, no. Oh, no.
Ahora entiendo el momento de alegría que Braun tomó al verme, hasta yo me había asustado al ver mis mejillas totalmente sonrojadas. ¡Por primera vez estaba avergonzada!

— La veremos más tarde, Madame. —Dice Lía al dejarme en la entrada del instituto, me hace un guiño y agrega— Suerte con su nuevo compañero.
Braun asiente y ambos se suben al auto, dejándome otra vez sola entre esos desconocidos.
Por la mañana, mi asistenta había dejado sobre la cama un vestido corto de color negro, la parte de arriba color piel y un pequeño moño en la parte del cuello. “Se verá bonito en ti”, Dijo. Y eso era lo que tenía encima. (Aquí)
Caminé un par de pasos, concentrándome en solo atender a las clases y un auto pasó por mi lado, dejándome con los nervios de punta al asustarme con el horrible sonido de su motor.
«¡Ten más cuidado!»
Dirigí mi mirada hacia la persona que me había desequilibrado y quedé hecha una piedra.
Desde la puerta del vehículo, unos rizos me hicieron recordar todo lo sucedido ayer. Era el mismo chico de la tienda, el de ojos verdes. Harry Styles.
— Maldigo el día que te compraron auto, Styles. —Grita un chico a mi derecha.
No lo conozco pero al parecer ellos sí, ya que chocan sus palmas y entran sin problemas al instituto.
“Yo no diré nada si tú no dices nada” Ahora la frase de Horan tenía sentido. Él se había saltado las clases de ayer.

— Entonces, si multiplicamos 3,5 con 10^-6, habremos pasado de Microcoulumb a simplemente Coulumb…
Física. Un área totalmente monstruosa para mí. Sí, no me agradaba la idea de aprenderme todas esas fórmulas para qué, si no la ocuparíamos en nuestra vida diaria. Suspiro agotada.
Un papel cae sobre mi mesa y rápidamente me distrae. Lo tomo en mis manos y lo abro.
“¿Niall te está tratando bien?” es lo que dice. Miro un poco más abajo y está escrito “Hazza”
¿Quién es Hazza?
Miro hacia mi derecha y ahí está, el chico de la tienda de muffins. Oh, recuerdo que Horan le llamó de esa manera. Hazza.
Agarro uno de mis lápices y escribo “Está dormido…” No sé como terminarle. ¿Filian? ¿Madame Filian? No, sería muy formal. Termino de escribir y dejo que la suerte esté de mi lado para que quede sobre su mesa.
Una sonrisa aparece en su rostro al leer el final de mi nota. Al parecer, “Solo ____” le causó gracia.
— ¿Qué le escribiste? —Dice una voz a mi lado, sorprendiéndome.
Doy media vuelta y los ojos de Horan están observándome, directamente.
«No te importa»
— N-Nada… —Tartamudeo. ¿Por qué es tan difícil hablar con él?
— No te acerques a Harry. —Me advierte, con su ceño fruncido. Molesto.
La piel se me pone de gallina, me estaba dando miedo el cómo me miraba, me hablaba, me sentenciaba. Estaba controlándome con solo haberme conocido el día anterior.
— ¿Por qué no debo…?
— No lo hagas. —Me interrumpe.
«¿Quién eres para ordenarme qué hacer?», quería decirle en ese momento. Pero solo bajé la mirada y seguí con la clase. Él, por otro lado, siguió durmiendo. Cada segundo a su lado me daban ganas de arrojarle los cuadernos a la cabeza, era realmente molesto estar como su compañera de banco.
Cuando tocaron la campana, Horan fue el primero en salir, seguido del resto de los compañeros hacia el siguiente salón. Artes.
— ¿Todo bien, Solo ____?
La voz de Harry Styles me hace saltar, ahora se encontraba caminando a mi lado en el pasillo mientras me sonreía.
Es un chico raro. Y sonríe en cada momento.
— ____. —Susurro.
— ¿Qué? No escuché…
— N-Nada…
Casi dejo que aquel total desconocido se refiera a mí por mi nombre. Debo ser fuerte, encáralo y dile cómo debe llamarte, ____.
— Debes…
Y comenzó.
Ese sentimiento de aproximarse alguien por la espalda y querer tocarte sin poder evitarlo. No tengo que ser experta en mi fobia pero lo que sentía a solo segundos de mi cuerpo era el de un chico, uno que había tropezado y sus manos se sostuvieron de lo primero que encontraron al alcance. O mejor dicho, de la primera.
Mis ojos se fijaron en sus palmas, pegadas totalmente a mi cintura. Luego el grito fue indispensable, comenzó desde la punta de mis pies y siguió creciendo hasta reunirse en mi garganta. Cerré los ojos y me abracé a mí misma para soltar el tan espantoso ruido que detesto desde que tengo memoria.
Estoy gritando. De rodillas en el suelo, con la cabeza apoyada en su superficie.
«No puedo ser tocada, no puedo ser tocada, no puedo ser… tocada»
No sé que está ocurriendo a mi alrededor, solo escucho las voces de mis compañeros a mi alrededor intentando explicarse mis gritos. Pero es demasiado tarde para hacerlo, se los advirtieron y heme aquí, totalmente aterrada hasta los huesos en mi propio círculo personal.
«No puedo ser tocada», me digo por última vez y mi cuerpo tiembla. Otra persona se está acercando. Puede ser otro chico. Me levanto rápidamente y caigo sentada otra vez, retrocediendo ante todos hacia la pared más lejana y apoyándome en ella como refugio.
— No puedo ser tocada, —Digo en voz alta—. No puedo ser tocada, no puedo ser tocada.
Sigo repitiendo eso, una y otra vez. Hasta que lo tengan bien en claro.
“¿¡Eres un imbécil!?” escuché decir a alguien. Yo solo seguía atormentada hasta morir en el suelo, concentrándome en nada aparte de mí y solo de mí. Leves recuerdos borrosos llegaron a mi mente y luego se desvanecieron, cuando esa voz ahora estaba llamándome.
“Filian” Decía.
Dejo de hablar. Su voz se escucha lejana.
“Oye, ¿M… escu…as?”
«No, yo…
— …no te entiendo… —Pienso que dije.
“Serás llev…a a la enf…ería” Aún no puedo entender muy bien lo que dice.
Abro los ojos, queriendo saber quién me está hablando. Tiene su rostro pálido, con suaves tintes rosados sobre sus mejillas. Su cabello… es rubio… y sus ojos…
“Filian, soy Horan”
Y mi corazón deja de latir.

***

Estoy en casa, las paredes son realmente blancas ahora que me estoy concentrando en mirarlas. Veo a papá frente a la puerta al lado de la escalera, está sonriéndole a algún invitado especial, y digo especial porque nunca recuerdo la fascinación con la que él solía sonreír. Debía de ser alguien importante, también.
Ahora se voltea hacia mí, llamándome hacia su lado como si fueran a mí a quién buscasen. Su mano se acerca y cuando menos lo pienso, me toca. Está empujándome lentamente hacia el invitado. No lo reconozco al ver de quién trata, su rostro es borroso, pero en el interior siento que hizo mis mejillas sonrojar.
Luego, veo mi reflejo en el espejo de la recepción y entonces es cuando me doy cuenta. Esto es un recuerdo.

Ahora todo es oscuro, o creo que lo es. No, son mis ojos cerrados.
Levanto mis párpados lo más lento que puedo, inspeccionando mi alrededor, estoy en una cama… camilla. ¿La enfermería…? Oh, ya recuerdo.
El sentimiento de aquellas manos sobre mi cuerpo me hace temblar otra vez, moviendo el colchón que produce un pequeño sonido. Unos pasos se acercan hacia mí y la cortina es abierta.
— ¿Cómo se encuentra, Madame Filian? —Dice la enfermera.
«Mal»
— Estoy mejor… —Susurro.
— Muy bien, —Sonríe— entonces creo que puede levantarse sin problemas.
Le asiento y me inclino con ayuda de mis codos. Finalmente, estoy sentada sobre las sábanas. Recorro la habitación para verificar la salida. Sí hay una, junto al sillón que está siendo ocupado por…
— Horan… —Murmuro.
— Oh, ¿Este chico? Ha estado aquí esperando desde que cayó dormida.
«¿Cuánto tiempo he estado dormida?»
— Fue muy amable en traerla en sus brazos.
Me trajo en sus brazos… Alto. ¿¡En sus brazos!?
El corazón otra vez comenzó a latir impaciente, ¿Cómo que él me había traído? ¡Me había tocado!
Gotas de sudor aparecieron por mi frente y la enfermera se exaltó, tomó un paño con agua fría y quitó todo rastro de ellas en mi rostro. Relajándome por el momento.
— No se preocupe, creo que es muy raro lo de su fobia pero déjeme decirle que él fue muy valiente al sujetarla.
No, no, no. Aquel no era el problema, el problema se basaba simplemente en otra cosa. Puedo sentir cuando un hombre va a tocarme, incluso puedo despertar de un sueño experimentando aquella sensación, pero lo que no ocurrió esta vez es que no sentí nada, repito, nada cuando Horan me tomó en sus brazos rozando totalmente su piel contra la mía.