~Acercate al Viento~ (Joe & Tu)

SIGUE LA NOVE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! :cheers:

siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

SUBIENDO CAP :D

Capítulo 17


Un silencio antinatural llenaba la casa. De pie junto la ventana delantera, ________ miró por encima de su hombro. Frunció el entrecejo al percatarse de que Consuelo se había marchado sin su habitual saludo de “buenos días”.
Este enervante silencio también debió afectarla, pensó ________.
Sus dedos tocaron la delantera abotonada de su blusa. Joe le había ordenado, desapasionadamente, que usara las ropas que él le había comprado. Era lo último que ________ podía recordar que él le había dicho directamente a ella.
Su notable indiferencia de esta mañana y este mediodía desmentían sus atenciones de la noche anterior. Sexualmente, ella podía haberlo hechizado, pero por cierto, en ningún otro sentido él estaba bajo un encantamiento. En cierta forma, a _________ le parecía que la verdad era precisamente lo contrario. Ella vacilaba entre el amor y el odio cada vez que él se encontraba cerca, como un barómetro atrapado entre dos frentes de tormenta. Se preguntó cuánto tiempo esas dos emociones podrían seguir batallando entre ellas antes que una saliera vencedora.
El sonido de cascos de caballos hizo que volviera su atención a la ventana. Juan apareció trayendo la yegua roana, Arriba, y el bayo de Joe. ________ sintió que la piel de la nuca se le erizaba como advertencia, se volvió y encontró a Joe de pie en el medio de la habitación había entrado en animal silencio. Sintió que su estómago se crispaba en un nudo de deseo cuando miró esos ojos entornados, impasibles y remotos.

—Juan está aquí con los caballos. —Trató de que tono sonara natural y tranquilo—. Supongo que saldré a cabalgar —agregó tersamente, con un asomo de desafío.
—No.
—Entonces, por qué…

Nuevamente empezó a mirar por la ventana.

—Es la hora del castigo de Juan Ortega. El sol a mediodía está muy caliente y hay un buen trecho hasta el lugar para hacerlo andando. Pensé que preferirías un caballo —dijo Joe, con un brillo duro y sardónico sus ojos, y agregó:—. ¿Tienes ganas de ver cómo lo castigan?
—Yo…

________ vaciló. No estaba segura de lo que quería, salvo que ansiaba borrar de su mente todos 1os recuerdos del ataque de Juan.

—Anoche estabas lo bastante ansiosa para clavarle un cuchillo en la espalda y después por que yo lo matara por ti. ¿Tu estómago se ha vuelto débil con la salida del sol?

________ leyó entre líneas. Joe estaba acusándola de tener una conciencia culpable, de haber invitado a Juan a entrar en la casa sin estar preparada para enfrentar las consecuencias. Él estaba sugiriendo que a la violenta luz del día, ella podía sentirse igualmente culpable de lo sucedido a causa de la supuesta invitación.

—No, no es así —repuso ella con energía—. Disfrutaré mirando cómo lo castigan.

Él inclinó ligeramente la cabeza, en arrogante aceptación de la decisión de ella.

—Los caballos están afuera.

________ pasó junto a él y cruzó la puerta. Un Juan silencioso y de rostro solemne le entregó las riendas de la yegua. Los dedos de Joe la tocaron en el codo para ayudarla a montar, pero ella se apartó y rechazó desdeñosamente el ofrecimiento.
A horcajadas sobre la silla, sus ojos vieron la mirada que se posaba en la marca púrpura de su mandíbula. Había visto en el espejo esa marca que la desfiguraba y sabía que su aspecto era muy feo.

—¿La señora está bien? —preguntó Juan, con amable preocupación.
—Sí, estoy bien —repuso ella, pero el tono le salió más cortante de lo que había querido.

Cuando apretó con fuerza los dientes, una punzada de dolor le atravesó la mandíbula. ________ hizo volverse a la yegua y la dirigió hacia el distante grupo de casas. Conocía el destino que llevaban al gran hoyo más del corral. Por el rabillo del ojo, notó que Joe azuzaba a su bayo para ponérsele a la par, pero ella no dio señales de haber notado su presencia, ni siquiera con una mirada.
No había señales de vida cuando pasaron junto a las construcciones de adobe. Al llegar al agujero, ________ descubrió el motivo. Todos los hombres, mujeres y niños que vivían en el cañón estaban junto al pozo. Pese a la quietud, se oía poca conversación. Sólo los niños más pequeños estaban jugando, pues no sabían lo que estaba por suceder de un momento a otro.
En el borde del pozo, ________ detuvo a la yegua y él hizo lo mismo con su caballo. Inmediatamente se convirtieron en el centro de todas las miradas. ________ observó que las cabezas se volvían en su dirección y sintió los susurros se hacían más pronunciados.
Laredo estaba con otros hombres en medio del pozo, cerca de los dos postes. Ella vio que la cabeza del joven americano se volvía violentamente cuando notó su presencia al lado de Joe. Laredo se separó de los otros y se acercó al borde del pozo con pasos largos y elásticos.

—¿Qué demonios está haciendo ella aquí? —le preguntó a Joe, con una expresión de furia.

La máscara que cubría las facciones de Joe no alteró en lo más mínimo.

—La señora Townsend quiso venir.

_______ se puso pálida ante esa fría formalidad. Había pasado de _______ a señora y ahora era nada menos que la señora Townsend. Si él trataba de probar que estaba relacionado con ella sólo físicamente, no hubiera podido elegir una forma mejor.

—Este no es lugar para ella —insistió Laredo—. No hay ninguna razón para que presencie esto. Déjala que se vaya, Joe.
—Yo no le ordené que viniese —repuso Joe, con imperturbable serenidad—. Ella se queda o se marcha por su propia voluntad.

Laredo se volvió a ella con sus ojos azules relampagueantes.

—Por Dios, ________, vete de aquí. No necesitas mira esto. Enviaré a Juan contigo.
—Te olvidas… —Se volvió para que él pudiera ver su mejilla y el lado izquierdo de su mandíbula, desfigurados por el golpe—. Tengo sobrados motivos para desear estar aquí cuando lo castiguen, Laredo.

Él aspiró hondo y sacudió la cabeza con exasperación.

—Eres o terca o estúpida. Espero que sepas lo que estás haciendo.

Sus ojos azules relampaguearon otra vez en dirección a ella antes de que él se volviera y alejara. Una orden dada en español, en voz baja, salió de Joe. Laredo se detuvo y se acercó para tomar las riendas del bayo mientras Joe se bajaba. No volvió a mirar a _______ pero ella sintió el latigazo burlón de esos ojos de obsidiana antes que Joe se alejase de los caballos.
La atención cambió y se centró en el centro del pozo. Por primera vez, _______ notó a dos hombres que sujetaban a su atacante. Debajo del color oscuro de la piel del hombre había una definida palidez y los ojos negros miraban, nerviosamente, a uno y otro poste. Ella casi pudo ver las gotas de sudor que le caían por la cara. Aunque él permanecía inmóvil, ________ supo que interiormente estaba temblando. Lo miró y todavía sintió repulsión, pero poco temor.
Gradualmente, fue consciente de que todo el mundo estaba mirando a Joe, aguardando. Él estaba de espaldas pero fue como si sintiera la atención de ella y hubiera estado esperándola. En el instante que lo miró, ________ lo oyó empezar a hablar en español. Su voz era serena y suave, aunque sin esfuerzo llegaba a todas partes.
Laredo estaba de pie junto al bayo, cerca de _______. Ella se inclinó hacia adelante en su silla y su mirada no se apartó de Joe.

—¿Qué está diciendo? —preguntó.

Laredo se volvió a medias mostrando su perfil sin apartar su atención de _________.

—Está explicando por qué Juan tiene que ser castigado.

Cuando Joe terminó su explicación, quedó callado. La mirada de ________ pasó sobre la gente reunida alrededor del pozo. Todos se miraban como esperando algo.

—¿Qué sucede ahora? —preguntó nuevamente ________ a Laredo.
—Si alguien quiere protestar por la decisión, se le permite hablar ahora en defensa de Juan.
—¡Qué democrático! —comentó ella secamente y enseguida recibió de Laredo una mirada de reproche.

Cuando Joe hizo un leve movimiento de cabeza, los dos hombres llevaron a Juan hasta los postes. Lo subieron entre ellos y empezaron a atarle los brazos, estirándolos entre los dos palos. Cuando eso estuvo hecho, uno de los hombres desgarró la espalda de la camisa de Juan.
Un movimiento cerca de los postes llamó la atención de _______. Su mirada se congeló al ver un látigo flojamente colgado en la mano de un hombre. No estaba segura del tipo de castigo que había pensado que recibiría Juan, por alguna razón dudó que hubiese adivinado una flagelación en público.
Como hipnotizada, observó que el hombre sacudía el látigo y dejaba que cayera como una serpiente al suelo frente a él. El hombre levantó el brazo. ________ oyó el silbido del cuero crudo en el aire y vio la marca que hizo en la espalda de Juan.
Una lista roja apareció en la carne, a mitad de camino entre los omóplatos y el vendaje que le rodeaba la parte inferior de la espalda, donde _________ lo había herido con el cuchillo. Su cuerpo se sacudió convulsivamente de dolor.
Silbido y latigazo. Silbido y latigazo. Se repitió una y otra vez. Un laberinto de líneas rojas le cubría la espalda. La atención de ________ estaba cautivada por el horror de la escena. No podía apartar los ojos de lo que estaba sucediendo ni ensordecer sus oídos a esos gritos ahogados. Pronto el condenado dejó de emitir sonidos y cayó flácido, como sin vida, sosteniéndose solamente por los brazos atados a los postes.
El látigo de cuero crudo quedó inmóvil en el suelo. Su furia de serpiente despiadada se había agotado. El segundo hombre caminó hasta los palos, con un cuchillo brillando en su mano. La hoja cortó las cuerdas que sostenían al cuerpo. Ella vio que Juan se desplomaba y quedaba inerte en el suelo.
Una fuerza inexplicable de pronto, la hizo mirar Joe. Las torvas facciones de él la miraban y estudiaban impasibles la cara de ella. ________ sintió que se le revolvía el estómago. Estaba a punto de sentirse indispuesta.
Con una rudeza desusada en ella, ________ tiró de las riendas. La yegua retrocedió unos pasos al tratar de aliviar la tensión del bocado del freno. Cuando la yegua volvió las grupas al agujero, ________ le clavó los talones en los flancos y casi cayó de la silla cuando el animal salió disparado hacía adelante.

En la cubierta de los árboles, _________ se bajó antes que la yegua se detuviese del todo y cayó de rodillas. Las violentas contracciones de su estómago no cesaron hasta que no quedó nada. ________ permaneció allí, de rodillas, empapada en sudor frío, débil y mortalmente pálida.
Por fin logró sostenerse con sus piernas temblorosas, pero no tuvo fuerza suficiente para volver a montar la yegua roana. Aferrándose a la silla para conservar el equilibrio, caminó al lado del animal, tambaleándose mientras se abría camino entre los árboles.
“Tengo que marcharme de aquí… Tengo que marcharme de aquí…” La desesperada letanía se repetía incesantemente en su interior y las palabras le martilleaban el cerebro hasta que la presión se tornaba casi insoportable.
Adelante, sus ojos brumosos vieron el cabrilleante reflejo del sol en el estanque alimentado por el manantial. _________ se tambaleó hasta el claro y cayó de rodillas junto a él. Quiso salpicarse la cara con el fresco líquido pero las manos le temblaban demasiado.

Alguien estaba a su lado. Se volvió y vio a Joe, caminando hacia ella. Antes de que pudiera retroceder, estaba aplicándole a la cara un paño mojado para secarle el sudor de la frente y el labio superior. Sus pestañas vibraron hacia abajo al sentir la reconfortante frescura. Y de pronto no le importó qué clase de monstruo estaba prodigándole esas atenciones.

—No disfrutaste como pensabas con el castigo, ¿verdad? —preguntó Joe mientras enjuagaba el paño y lo aplicaba al cuello de ________.
—Fue bárbaro e inhumano —dijo ella y se estremeció recordar la carne lacerada.
—Todo castigo es inhumano —replicó él suavemente, un asomo de melancolía—. ¿Cuál es la alternativa?
—No lo sé —farfulló ________.
—Si encontrases un castigo que fuera humano, resolverías un gran problema para el mundo.

Puso el paño mojado en la nuca de ________ y allí lo dejó. La tomó de los hombros y la hizo ponerse de pie. Cuando ella abrió los ojos, vio que él la miraba profundamente con una enigmática oscuridad en sus ojos.

—Quizá no debiste ver el castigo —dijo Joe lentamente.

Ella hubiera querido no haberlo presenciado pero ahora era inútil. Aún débil, se tambaleó peligrosamente, Joe la tomó en sus brazos. Ella no murmuró ni una protesta cuando él la llevó hasta la casa.

SIGUELA!!!!!!!!!!!!!!!!!

Siguela
Siguela
Siguela
Siguela
:D

me encanto siguela plis :)

SIGUELAAAA :D Esta demasiado buena!

HOLA CHICAS!
GRACIAS POR SUS COMENTARIOS, ENSERIO ♥
DENTRO DE UN RATITO VA A HABER CAP.
BESOS~

sii cap :)

Puso el paño mojado en la nuca de ________ y allí lo dejó. La tomó de los hombros y la hizo ponerse de pie. Cuando ella abrió los ojos, vio que él la miraba profundamente con una enigmática oscuridad en sus ojos.
—Quizá no debiste ver el castigo —dijo Joe lentamente.
Ella hubiera querido no haberlo presenciado pero ahora era inútil. Aún débil, se tambaleó peligrosamente, Joe la tomó en sus brazos. Ella no murmuró ni una protesta cuando él la llevó hasta la casa.

Continuación...

La escena del pozo estuvo atormentándola varios días. Una noche, ________ despertó de una pesadilla sobre aquello y Joe la consoló como a una criatura asustada, la abrazó y le acarició el pelo hasta que el temblor cesó.
Durante las horas diurnas, pasaba la mayor parte de tiempo sumida en profundos pensamientos, considerando la vida, sus valores y contradicciones. Todo el tiempo, una vocecilla en el fondo de su mente seguía repitiendo:
“Tienes que marcharte de aquí”, como sabiendo algo ella ignoraba.
Una semana después, ella y Joe estaban cabalgando en la tibieza de las primeras horas de una tarde de primavera. Inesperadamente él la condujo por el sendero que salía del cañón. Cuando emergieron del paso, él volvió su caballo en ángulo recto para seguir una borrosa huella de animales. ________ dejó que Arriba eligiera sola su camino por el sendero ascendente y empinado.
El sendero terminaba en una estrecha meseta rocosa con algunos árboles retorcidos. ________ se bajó cuando lo hizo Joe y lo imitó cuando él aflojó la cincha de la silla para dejar descansar cómodamente al bayo después de la larga ascensión. Dejando que las riendas se arrastraran por el suelo, fue hasta el borde de roca, donde estaba Joe.
Ese observatorio natural permitía una vista extensa y sin obstáculos del cañón de abajo y de los picos montañosos de la cadena de la Sierra Madre que se alejaban hacia el norte. Ligeramente mareada por el aumento de altitud ________ se sentó sobre una roca lisa para mirar el panorama y el caserío del cañón.
Pronto sus pensamientos fueron otra vez a la siempre dominante presencia de Joe. Él permanecía cerca del borde, con una rodilla ligeramente flexionada mientras una pierna soportaba la mayor parte de su peso. Los pliegues de su poncho ocultaban gran parte de su cuerpo esbelto y musculoso.
La atención de ________ pasó al perfil. Su sombrero caía muy bajo sobre la frente y cubría el pelo renegrido. Sus ojos dorados tenían una expresión de lejanía. La piel bronceada, tensa sobre los pómulos, se afinaba hacia la fuerte mandíbula.
Los surcos que corrían desde la nariz de la clásica rectitud a los ángulos de la boca acentuaban la dura línea de los labios masculinos y la prominencia natural del mentón. Era agresivamente viril, indomable, seguro de sí mismo y de lo que quería. ________ no pudo dejar de preguntarse por qué había llegado a ser así.

—¿Quién eres, Joe? —Ladeó la cabeza.

Él se volvió hacia ella y enarcó una ceja, como si hubiera olvidado que estaba allí. Sus ojos entornados la observaron durante un minuto.

—Soy un hombre —respondió simplemente.

Fue una afirmación sin pretensiones. ________ comprendió que no conocía a ningún otro que hubiera respondido así a su pregunta. Todos los que había conocido hasta entonces se hubieran identificado por su ocupación o profesión elaboradas para darse importancia. Pero no Joe.

—¿Pero quién eres? —insistió ella—. ¿Cuál es tu verdadero nombre? ¿De dónde vienes? ¿Qué hacías? ¿Por qué estás aquí?

La boca de él se crispó en una expresión divertida, como si encontrase tontas las preguntas de ella.

—¿Qué cuentos te han dicho los otros sobre mí?
—¿Los otros? ¿Te refieres a Juan y Laredo? Me han contado varias historias, todas diferentes —admitió _______—. ¿Alguna vez estuviste en prisión?
—Sí.

Nuevamente una respuesta sin una explicación.

—¿Por qué?
—Por cometer un crimen. Es el motivo habitual--. Hubo un asomo de sonrisa en torno a su boca.
—¿Qué crimen?
—¿Acaso importa? —replicó Joe—. He cometido desde entonces otros crímenes en cantidad suficiente para que el primero parezca una minucia en comparación.

_________ comprendió que era inútil seguir preguntando. No tenía intención de contarle y era demasiado astuto para dejarse atrapar.

—¿Y te fugaste? —preguntó, eligiendo otra línea de interrogatorio.
—Sí.
—¿Por qué?
—Nunca has estado en una prisión, por eso preguntas eso. —La estudió con frialdad—. Estar enjaulado como un animal es una tortura igual que la agonía física del látigo, especialmente cuando aquellos que amas deben soportar también la vergüenza de tu castigo. La situación es peor si ni tú ni tu familia tienen dinero para comprar las pequeñas libertades. Entonces se vive como un animal. Ha habido mejorías, pero…

Levantó un hombro en un leve pero expresivo encogimiento y dejó el resto sin expresar.
La atención de Joe había sido atraída por la frase “aquellos que amas”.

—¿Tienes familia? ¿Hermanos, hermanas?
—Tenía una familia.

Joe se volvió hacia la cadena de montanas.

—¿Tenías? ¿Han muerto?
—Para mí, sí —respondió él con una completa ausencia de emociones—. No puedo volver a ellos sin mancharlos con lo que me he convertido.
—Los hechas de menos —dijo ________, casi sin darse cuenta de que había expresado sus pensamientos en alta voz.
—Yo ya no los conozco y ellos ya no me conocen a mí. —Sus ojos dorados se clavaron en los de ella y los retuvieron—. No podemos volver a ser lo que fuimos una vez. Un momento pasado no puede ser recuperado. Sólo un tonto lo intentaría.
—¿Cómo te convertiste en lo que eres? Un… —Buscó el término correcto. Por alguna razón, “bandido” y “delincuente” no encajaban con él, aunque ella sabía que eran parcialmente exactos—. ¿Un mercenario? —dijo, todavía insatisfecha con su elección.
—Una vuelta del destino. Un hombre que escapó conmigo había dejado a un amigo en la prisión. Quería volver a buscarlo y me ofreció una pequeña suma de dinero si yo lo ayudaba. Yo no tenía dinero y no podía arriesgarme a acudir a mi familia. Tenía tres opciones: pasar hambre, robar o ayudarle.
—Si tuvieras que volver a hacerlo, ¿tomarías la misma decisión?
—¿Quién sabe? La vida no permite que su sendero sea vuelto a recorrer ni que se cambie su dirección.
El hoy puede cambiar al mañana, pero no al ayer.

Se volvió, se apartó del borde y se puso en cuclillas, muy cerca de _______. Su brazo se movió debajo de su poncho. Segundos después, asomó con un cigarro delgado y oscuro entre los labios. Después de ponérselo entre los labios, él encendió un fósforo contra una piedra y usó las dos manos para proteger la llama del viento caprichoso. La misma brisa, pronto llevó hasta la nariz de _______ el aroma picante del tabaco encendido.

—¿Eres… fuiste un revolucionario?

Apartó un mechón de pelo descolorido por el sol.
Los ojos de él brillaron intensamente.

—En México todos somos revolucionarios. Todavía pueden oírse los gritos de “¡Viva la revolución!” en las calles, en días de fiesta. Aquí es lo mismo que en tu país. Una vez que es disparado el primer cañón por la libertad, la bala se vuelve inmortal. —Joe hizo una pausa, inhaló levemente de su cigarro y soltó una sutil nube blanca de humo. Hizo rodar entre sus dedos el delgado cigarro y lo estudió como si de pronto lo encontrara interesante. ________ no habló, sintiendo que él estaba considerando sus preguntas iniciales antes de responder directamente—. Quizá, cuando vine a las montañas, fue con los sueños de muchacho de corregir injusticias.

________ percibió el cinismo, la seca burla contra sí mismo en la voz de él.

—¿Qué pasó con esos sueños? —preguntó quedamente.
—Vistos desde una distancia, quizá. Ustedes tienen una expresión —su mirada, oscura pasó del cigarro encendido a la cara de ella— acerca del bosque y los árboles.
—No se puede ver el bosque a través de los árboles —dijo ________ asintiendo con la cabeza.
—Sí, eso es —dijo Joe—. Vi que la libertad no se ganaba a punta de revólver. Se la encuentra sólo cuando se baja el revólver. Y aprendí lo que siempre han sabido los hombres más sabios… que los cambios duraderos suceden lentamente.
—¿Y México? —preguntó ella.
—Está sucediendo lentamente. —Su boca se crispó—. Pero todavía tenemos muchos hombres que trabajan duro por muy poco y van a la cantina más cercana para ahogar en alcohol sus frustraciones, mientras sus mujeres van a la iglesia a rezar.

El leve desdén de este último comentario impulsó ________ a preguntar:

—¿No crees en Dios?
—Creo que hay un dios —admitió Joe—. No creo que un dios sea responsable de la forma en que vivimos nuestras vidas. Cada uno elige sus propios pasos.

Se levantó y caminó hasta el borde de la meseta. El humo del cigarro se enroscó en una sutil y graciosa nubecilla dispersada enseguida por el viento. Él parecía remoto. Aunque había respondido las preguntas de ella con generalidades, le había confiado algunos de sus pensamientos. Ahora se retiraba; la actitud remota volvía a imponerse.

—Si las preguntas terminaron —Joe arrojó el cigarro al suelo y lo aplastó con el tacón de su bota—, es hora de que empecemos el descenso.
—Hay una pregunta más que he estado queriendo hacer —dijo _______ con voz queda, pero decidida.
—¿Qué es?
—¿Cuándo vas a dejarme marchar?

Lo observó con atención, pero no hubo ningún indicio de emoción detrás de la máscara impasible.
Sin responderle, él caminó hacia los caballos que mordisqueaban las matas de hierba que crecían tercamente en el suelo rocoso. Recogió las riendas que se arrastraban por el suelo y llevó los animales hacia donde estaba _______. Una luz dorada brillaba resueltamente en los ojos de ella. No iba a permitirle ignorar su pregunta.

—Ha habido mucho tiempo para pagar el dinero de mi rescate —señaló—. ¿Por qué no me dejas marcharme?
—No se ha recibido ningún rescate —dijo él y le tendió las riendas de la yegua.
—No te creo. —________ meneó la cabeza—. Mi padre ya hubiera sido capaz de pagar casi cualquier suma. ¿Cuánto le pediste?

Inconscientemente, tomó las riendas de las manos de él. Joe se apartó un paso y fue hasta el lado izquierdo de su bayo. Pasó las riendas sobre el cuello del caballo y cogió el estribo para ajustar la cincha. ________ le tomó brazo y sus dedos se cerraron sobre la tela del poncho.

—¿Cuánto? —repitió con voz trémula.

Él la miró con ojos entornados en los cuales se reflejaba solamente la imagen de ella y ninguno de los pensamientos de él.

—No se ha pedido ningún dinero.

Sin soltarle el brazo, _______ echó la cabeza atrás. Los músculos de su cuello se contrajeron y ella tragó con dificultad.

—¿Qué quieres decir?
—Exactamente lo que dije —replicó Joe sin alterarse—. No se ha hecho ninguna demanda de dinero a tus padres.
—Pero… —________ estaba confundida, casi perpleja, se pasó una mano por los ojos, como para despejarse la visión a fin de poder ver y pensar con claridad—. ¿Por qué?

Él caminó alrededor de la yegua y ajustó la cincha de la silla de montar de ________. ¿Estaba ignorando la pregunta, fingiendo que no la había oído? No, comprendió ella, ni siquiera estaba fingiendo. La había escuchado pero eso no importaba.

—No vas a dejarme marchar, ¿verdad? —preguntó la con voz tensa y ahogada.

Él la tomó de la cintura. ________ estaba demasiado aturdida para protestar cuando él la levantó hasta la silla, después, Joe pasó las riendas sobre el cuello de la yegua y las dejó sobre el arzón de la silla. Ella lo siguió con la mirada cuando caminó hasta el bayo y saltó sin esfuerzo sobre el lomo del animal.

—No iré a ninguna parte hasta que me contestes —le advirtió _______.

Él hizo volver a su caballo y se acercó hasta rozar con su pierna la pierna de ________. Sus facciones impasibles enfrentaron la expresión recelosa de ella.

—Te quedarás —dijo secamente, e hizo una breve pausa antes de agregar— por un tiempo.
—¿Por cuánto tiempo? —insistió ________—. ¿Hasta que te canses de mí? ¿Qué harás después conmigo? ¿Me entregarás a tus hombres? ¿Me venderás?

Él apretó la boca en una fina línea.

—Haces demasiadas preguntas tontas —dijo.
—¡Tontas! —Se le quebró la voz—. ¿Por qué es tonto querer saber qué será de mí cuando tú hayas terminado conmigo?
—Cuando llegue ese día, estarás en libertad de marcharte —replicó él en tono cortante.
—¿Esperas que me crea eso?
—Te doy mi palabra —dijo él con voz grave y dura.

El ominoso brillo de sus ojos desafió a _________ a que pusiera en duda su afirmación. Ella se tragó sus palabras dudando de si debía creer cualquier cosa que él le dije en ese momento.

—¿Ellos… mis padres, saben que estoy viva?—preguntó ella.
—No lo sé.
—Seguro que debes saberlo —insistió ________—. Tu red de informantes tienen que haberte avisado si ellos estuvieron haciendo averiguaciones sobre mí.
—No he oído nada.
—¿No puedes enviarles un mensaje? —Se le llenaron los ojos de lágrimas al comprender que sus padres probablemente la daban por muerta. Después de todo este tiempo, ¿qué otra cosa podrían pensar?—. ¿Por lo menos no puedes hacerles saber que me encuentro bien?
—No es posible.
—¡Es posible! —Su voz tembló—. Laredo me ha dicho incontables veces que hay formas de averiguar las cosas. Esas mismas “formas” pueden usarse para avisar a mis padres.
—No funciona en sentido inverso —dijo Joe, cortante.
—Dios mío, ¿es que no tienes sentimientos? —La constricción de su garganta le hacía doloroso el respirar—. Debes saber lo que ellos están pasando… sabiendo que yo puedo estar muerta pero sin tener la seguridad.
—También sería doloroso para ellos saber que estás viva y no saber dónde estás ni poder comunicarse contigo —señaló él con rudeza.
—Por favor, Joe, por favor… Avísales —rogó ella.
—Eso no es posible. —Tomó las riendas de la mano de la chica—. No discutiremos esto.
—¡Oh, Dios, cómo te odio! —exclamó ella, respirando entrecortadamente.
—Eso lo has dicho muchas veces —repuso él con frialdad—. Tus palabras empiezan a hartar por lo repetidas.

FLOR!!!
DIOS!!
COMO AMO A JOE!!
LO AMO!! :arre:

Por cierto
Ade nena!!
Me encanto la nueva imagen que tienes del susodicho que amo!!
Me encanto!!