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Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis)

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Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) Empty Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis)

Mensaje por Fireworks. Miér 25 Jul 2012, 6:39 pm

Nombre: Never gonna leave this bed.
Autor: Ale_WriterLerman
Adaptación: No, ninguna. Todo es de mi retorcida mente. MUAJAAJAJA.
Género: Creo que puede haber comedia, algo de drama pero no sé... sería también como general.
Advertencias: Eh... Es hot ._. creo que ir al grano es mejor(?
Otras páginas: Posiblemente, en metroBlog la publicaré pronto:B




Never gonna leave this bed.

We'll always be best friends I

Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) Tumblrlf0f79nvob1qbcp0y

Elizabeth siempre fue diferente a las demás. Ella siempre fue especial ante los ojos de cualquier persona que la rodeaba. Ellie, como todos solían llamarla, estaba perdida y tremendamente enamorada de su mejor amigo, Adam. Pero gracias a su mala suerte, no era correspondida. Estaba acostumbrándose a escuchar qué tan bueno en la cama era él, y no podía hacer nada. ¿Y saben qué era lo peor? Que cuando él la invitaba a su casa, a él le parecía casi existencial que ella se quedara a dormir. No le tocaba ni un sólo cabello. Ni siquiera la miraba por debajo de la barbilla. << El amigo perfecto. >> pensaba.

Pero en sus ratos de soledad, se sentaba frente al espejo de su baño y con lágrimas en los ojos se preguntaba qué tenía de diferencia a todas las chicas con las que él se acostaba. ¿Era fea? Se preguntaba mientras analizaba su reflejo. Sollozando, golpeaba el espejo antes de ver más y después caminaba hacia su habitación, buscaba una camiseta XXL blanca con el logotipo de unos cursos de verano, se sentaba en el sofá con un bote de helado y comía como sí no hubiera mañana, mientras las lágrimas jugaban entre sus mejillas, su cabello se enmarañaba conforme ella enroscaba sus dedos entre las hebras desesperadamente.

Se maldecía a sí misma por ser sólo amiga del chico de sus sueños. ¿Por qué tenía que conformarse con mirarlo de lejos? ¿Por qué tenía que conformarse con escuchar cómo sus múltiples amantes hablaban maravillas de él? ¿Por qué jamás sería vista como algo más que una amiga? Por lo menos... que no la tomara como a uno de sus camaradas. Se conformaba con incluso ser la típica mejor amiga, pero no "una de los chicos".

Hace años, ambos habían patinado, jugado juntos al fútbol e incluso aprendieron al mismo tiempo a jugar béisbol, quizá por eso, lo más femenino que escuchaba era un "bateas como niña" cuando en realidad, se lo decía molesto porque, una vez más, lo había vencido. Había sido él quien la vio crecer. Había sido él quien le tumbó su primer diente. Había sido él quien le había enseñado a andar en bicicleta. Incluso, había sido él quien chocó el viejo auto de su padre, la hizo enfadar y estuvo más de un mes rogando por su perdón. Todos los días. En esos momentos, se sentía tan importante. Pero eso era sólo la adolescencia.

La universidad llegó y él metió a Ellie en el cajón de "cosas que nadie puede tocar" y ni siquiera él había violado la regla. Había estado, incluso, trabajando duro para ahuyentarlos a todos de ella, y lo había logrado. ¡Es que no le entraba en la cabeza que su mejor "amiga-casi-chico" tuviera un novio. De hecho, no soportaba los comentarios de sus amigos. Siempre que sacaban el tema de las chicas más "buenas" de todo el instituto, él deseaba con el fondo de su corazón ser un sordo y no poder escuchar cómo sus amigos contaban sus fantasías con la chica que batea mejor que cualquier otro chico al que haya visto. No soportaba escuchar como ellos admiraban la forma de sus pechos, sus bonitas piernas cuando jugaba soccer. No soportaba ni siquiera que la miraran y se los hacía saber. En el momento adecuado y siempre y cuando su nueva presa no anduviera cerca.

Él se prohibía a sí mismo verla como algo más. Por la simple y sencilla razón de que ella era especial y la conocía a fondo: con defectos y todo. La conocía en sus días buenos y reían a carcajadas, pero también la conocía en sus días oscuros donde peleaban, lloraba e incluso tenían pláticas completamente serias. Sabía casi hasta cuando tenía el Síndrome Pre-Menstrual y no le sorprendía su comportamiento. La conocía tan bien que hasta, a veces, podía saber lo que le pasaba por la mente y siempre estaba ahí para ayudarla. Así como ella. Ella sabía todo de él, incluso, lo conocía más de lo que él mismo se conocía y eso no dejaba de sorprenderlo. Era una de las cosas por las cuales él le temía. Temía enamorarse de ella porque sabía que una vez que eso sucediera sería su fin. Ella era una maestra cuando se trata de leer su mente y parecía haber nacido programada para ser perfecta ante sus ojos. Así como él lo era para ella. Pero había algo que los separaba. Un lazo sagrado. Una amistad con más de 15 años de edad y no podían quebrarla por un sentimiento tonto que probablemente los hundiría a los dos. Esa era la razón que él daba para huir.

Y Ellie lo amaba. Ella lo admitía en su mente, pero nunca podía decirlo en voz alta. Aun cuando todos esperaban que un día u otro, ambos terminaran saliendo, ella no se permitía el lujo de si quiera confesar que ella también lo deseaba. Se negaba el privilegio de admitir estar enamorada de su mejor amigo. Y es que le horrorizaba poder perderlo, que prefería tragarse todo y fingir que las cosas iban jodidamente bien.

La graduación llegó y todo salió como ambos deseaban: ella sobrevivió al verlo devorar los labios de su cita y él aceptó que ella fuera con un casi nerd. Pero hay que admitir que ninguno de los dos durmió en la noche.

Él, después de irse al departamento de la rubia barata, hizo su "trabajo" extremadamente rápido, fue a su casa, se duchó y se tiró en la cama boca arriba para mirar el techo y maldecir a su mejor amiga. ¿Por qué tenía qué haberse puesto ese hermoso y extremadamente corto vestido? Cuando en realidad, llevaba un vestido normal. ¿Por qué tenía qué haberse puesto perfecta? Cuando en realidad, sólo se había maquillado. Apretaba fuertísimo sus puños al recordar la imagen de ese perdedor apretándole la cintura mientras intentaba seguirle el paso ante una canción lenta. ¿Por qué no había bailado con él? ¡Él era mejor bailarín! Se lamentaba.

Y ella... ella había llegado a su casa, se había tirado en el sofá y había sollozado hasta tener todo el maquillaje corrido. Se desvistió y fue a la terraza. Sacó sangre de su labio mientras intentaba ahogar los gritos de dolor que querían salir de su garganta al casi poder escuchar los gemidos de esa chica con la que él estaba pasando la noche. Y en toda la noche no logró cerrar los ojos, no sin poder dejar de pensar en los de él. En la manera en cómo se cerraban cuando parpadeaba. En la manera en cómo se iluminaban cuando sonreía.

Entonces supieron que estar lejos era lo mejor. Que no podían seguir así. Que ese sentimiento les hacía daño. Y fue hasta ahí cuando decidieron tomar caminos distintos. Él se fue por el camino de la música y ella se centró en su licenciatura para poder ser profesora. Sus caminos no volverían a encontrarse hasta dentro de mucho, mucho tiempo y probablemente eso sería mejor. Así ambos podrían olvidar su horrible confusión y salir adelante. Tratarse como lo que en verdad son: mejores amigos.


Pero ese tiempo que estuvieron separados sólo les sirvió para una cosa. Darse cuenta de cuánto se amaban y necesitaban. Todas las mañanas, él despertaba, miraba a su lado y la cama estaba siendo ocupada por una de sus Barbies de turno. Y le entraban unas ganas de estrujarla hasta que se convirtiera en la única persona con la que quería despertar: Elizabeth. Cada vez que veía a una pelinegra quería saltar sobre ella y transformarla en su adorada Ellie. Pero no podía. No podía reemplazarla, por el simple hecho de que él quería a la única. A la real. A su mejor amiga, la que lo vencía en videojuegos y bateaba mejor que nadie.
Y ella… Ella se lamentaba también. Todos los días, cuando alguien le cortejaba, ella negaba con furia. Su corazón gritaba que ya tenía dueño y su cerebro discutía sobre salir adelante. Era una batalla interna que a menudo ocasionaba muchas lágrimas y en las noches, le quitaba el sueño.


Así pasaron 5 años.

Cinco años donde ambos buscaban una salida desesperadamente, pero poco a poco, habían aprendido a resignarse. Ella salía con un tipo cualquiera. Su nombre era Peter. Tenían planes de matrimonio en poco tiempo. Él la trataba como si fuera perfecta. Como si fuera de oro y porcelana y eso, aunque fuera adorable, no terminaba por ser lo que ella deseaba.

Adam estaba por fin intentando una relación seria con una modelo de piernas largas. Le servía de mucho en las noches, e incluso, poco a poco había dejado de pensar en Ellie. Pero seguía en sus pensamientos. No podía arrancársela tan fácilmente.

Y ahí estaba de nuevo. En su cama, desnudo, con su novia de turno al lado. April era su nombre. Ella estaba dormida y él le acariciaba la mejilla con la yema de sus dedos. Llevaba tiempo haciéndolo y esperaba que pronto ella despertara. Así fue. La mirada felina de esa chica le dio los buenos días al mundo mientras comenzaba a besar la mandíbula de Adam, sintiendo un cosquilleo por su barba de dos días. Él la tomó por la cintura y la colocó sobre él. Torso contra torso. Piel contra piel. Comenzaron a besarse. Primero lento, después suave y poco a poco se fue tornando caliente y desenfrenado. Sus lenguas jugueteaban, él enroscaba la de ella y juntas danzaban en su cavidad bucal. Ella rodeó su cuello con sus brazos, apegando su pecho aún más al de él, quien gimió por lo bajo mientras ella ronroneaba y continuaba el beso. Antes de que éste llegara a donde habían acabado la noche anterior, el teléfono sonó.

–No contestes. – rogó ella, con la respiración agitada. –
– ¿Y sí es alguien importante? – susurró sobre la piel de su cuello antes de darle un beso húmedo sobre la piel suave y tersa de la rubia, dejando un chupetón. –
– ¿Quién podría ser importante a estas horas? – gruñó mientras tomaba su nuca y lo apegaba más a ella. –
El teléfono seguía sonando y el sonido comenzaba a hacerse desesperado. Contiguo. No paraba. En él ya estaba despertando la furia y ella luchaba por calentarlo de más.
–Para. – le dijo suavemente mientras se giraba, dejándola debajo de él. – Contestaré para que de una buena vez se callen. – se inclinó para darle un último beso y sonrieron. –

Bajó de la cama y la arropó, mientras se acercaba al aparato telefónico que se encontraba en su habitación. Tomó éste y verificó que era un número desconocido. Con algo de temor, acercó el aparato a su oído y casi cae petrificado al escuchar la suave voz del otro lado de la línea. Parecía hablar con alguien más que aparentaba estar con ella, a su lado, mientras ella hacía la llamada. No podía respirar.

–Shh. – calló a la persona misteriosa – Eh… ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? –preguntó curiosa. –
Un escalofrío recorrió la columna vertebral del chico y una chispa pareció llamear en su pecho. ¡Era ella!
– ¿Elizabeth? – pronunció de manera ronca, intentando recuperar la compostura. –
– ¡Adam! – exclamó animada. – ¿Te he despertado? ¡Por favor, dime que no!
–En realidad… no estaba haciendo nada importante. ¿Ocurre algo? –preguntó interesado. Un sentimiento nunca antes experimentado lo abrumó. Debía haber una buena razón por la cual Elizabeth lo llamaba a esas horas.

A sus espaldas, April bufaba. Estaba indignada. Pero era lo suficientemente perra como para dejarse comprar por sexo y no pedir nada a cambio. Un atisbo de celos la recorrió por completo y entonces, al ver la espalda desnuda de él con aun sus arañadas de ayer, sonrió ampliamente. Él nunca encontraría a alguien mejor que ella en la cama. Y por más interesante que fuese la chica del otro lado de la línea, ella ahora estaba con Adam. No esa tal “Elizabeth”, sino ella. Ella ahora acababa de pasar una noche salvaje con SU novio y nada, nada podría cambiarlo.

Volviendo con Adam, él se encontraba aún más sorprendido. La noticia le había caído como un balde de agua fría y no podía ni siquiera parpadear.

– ¿Cuándo estarás ahí? – preguntó ansioso. –
–Estoy en el aeropuerto, me encantaría que vinieras, de verdad.
–Llegaré en la tarde. No te preocupes. Sí. Lo juro. –Y sin más, April lo vio acercarse a ella. –
Inmediatamente, la rubia saltó a sus brazos y él la apartó con algo de brusquedad.
–Vístete. Conduciremos hasta Santa Bárbara, mi mejor amiga se casa. – incluso, al decirlo, sintió un gran nudo en su garganta. –
– ¿Eh? – frunció el ceño. –
–Es Elizabeth, una vieja amiga. Está en California, se casarán aquí. Nos han invitado. – le sonrió con un poco más de confianza, para convencerla. –
–No quiero ir. – gruño mientras buscaba poder besarlo, pero él le negaba sus labios. –
–Bueno, entonces iré solo. No pienso faltar.
–Está bien. – Dijo sin ganas – Iré a casa de mi madre.
–Salúdala de mi parte. – sonrió insolentemente, sabiendo que ella estaba enojada. –
Ya tendría tiempo para arreglarlo. La chica rugió y entró en el cuarto de baño para arreglarse. Él fue a otra de las habitaciones y pasó a hacer lo mismo.


Nunca había pasado tanto tiempo probándose ropa. Ni siquiera cuando tuvo su primera cita con Peter. Y por más que buscaba no encontraba la ropa adecuada. Se sentía débil, vulnerable y su corazón palpitada fuertemente contra su pecho.
Logró encontrar al final de la maleta un vestido floreado blanco, con detalles rojos y rosas. Tomó unas sandalias y sin más salió a su destino.
Habían quedado de verse en una cafetería bien conocida por ambos. De ahí, se irían a platicar al departamento de soltero que él tenía cuando ambos iban a la Universidad.


Se sentó en una de sus mesas preferidas mientras miraba las margaritas del centro de mesa y esperaba que él llegara pronto. Así fue. En menos de diez minutos un joven alto, fornido y con tatuajes en sus brazos entraba con una sonrisa que jamás olvidaría. Era él. En cualquier lugar lo conocería. Se acercó a ella y se saludaron de beso. Ella casi suspira al sentirlo tan cerca. Al apreciar su olor. Al sentirlo de nuevo junto a ella. Él estaba en las mismas condiciones.
Sí no se controlaban, todo saldría mal.
Se sentaron y continuaron con su ritual.

(…)
Entraron a la casa en donde habían pasado los mejores años de su vida. Con una sonrisa melancólica recorrieron cada rincón. Él se excusó en ir al ático para hablar con su novia mientras ella entraba a su cuarto, donde verían una película sentados en el suelo, como en los viejos tiempos. Al entrar casi se le cae su alma por los suelos. Todo estaba igual a como lo recordaba. Aun, incluso, se podía oler su perfume. Se acercó tentada hacia una de las almohadas y al reconocer un perfume de mujer casi creyó poder sentir los pedazos de su corazón caer en su organismo. La trajo a la realidad. Él había tenido miles de amantes y una vez, incluso, estuvo una noche entera escuchando los gemidos de una de sus zorras baratas mientras intentaba no sollozar de más.

Todos esos recuerdos la invadieron. Casi podía volver a escuchar las respiraciones agitadas, los gemidos cada vez más altos y en un punto culminante de la noche, un grito de gozo. Casi podía ver a la pareja comiéndose entre esas sábanas, casi podía ver cómo él le desprendía el sujetador con fuerza, fiereza y desesperación y cómo la chica arqueaba la espalda para ofrecerle más. Como él se entregaba a todas y jamás a ella. Como él, su primer amor, jamás la vio como una mujer.

Entonces recordó sus intentos de coqueteo el último día y él como la había esquivado. Entonces recordó la mano de él sobre el trasero de otra chica mientras bailaban completamente pegados. Se preguntó cuantas no habían estado desnudas entre esas sábanas. Se preguntó cuantas chicas no había tomado su mejor amigo, mientras la ignoraba. Y no podía culparlo. Ella era la única culpable. La que se había enamorado de su mejor amigo desenfrenadamente.

Cuando la puerta se abrió su rostro palideció y al ver su rostro contraerse en una mueca supo lo que temía. Estaba llorando.

– ¿Sucede algo? – preguntó claramente preocupado. –
–Nada. No es nada. ¿Tienes algo de alco… –la pregunta quedó en el aire cuando él le mostró la botella de vodka que traía en su mano libre.
– Vamos, un trago te hará bien. – sonrió mientras le servía una copa y después se la pasaba. – Anda, prueba. – le sonrió incitándola, mientras él también tomaba un trago. –
–Brindemos. – sugirió ella. –
– ¿Por qué? – preguntó. –
–Por nuestra amistad, nuestro futuro, nuestro pasado. Porque has sido el mejor amigo que he tenido.

Y casi se le contrajeron las entrañas cuando lo pronunció. Ella quería amarlo. Quería amarlo hasta el final de los tiempos y para él, ella sólo era una amiga.
Él asintió mirándola a los ojos, deseando poder leer su mente una vez más. Brindó acompañándola.




Última edición por Ale_WriterLerman el Jue 26 Jul 2012, 2:56 pm, editado 1 vez
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Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) Empty Re: Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis)

Mensaje por Fireworks. Miér 25 Jul 2012, 6:44 pm

Esta es la primera parte, sólo falta la última. Espero que les guste:$
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Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) Empty Re: Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis)

Mensaje por karlaruiz Jue 26 Jul 2012, 5:03 pm

hey por favor sube el otro capitulo... ya!! lo mas rapido! si... por favor quiero saber que mas pasa...
karlaruiz
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Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) Empty Re: Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis)

Mensaje por Fireworks. Lun 10 Sep 2012, 4:16 pm


II



Sus copas chocaron y antes de que Adam pudiera parpadear, Ellie acababa de empinar la copa hasta sus labios y tomar rápidamente la bebida que ésta contenía. Hizo una mueca mientras el calor bajaba por su garganta y cerró fuertemente sus ojos cuando éste bajó por su pecho. Adam la miraba, tomó un pequeño trago después. Sin apartar los ojos de ella. De la chica de hombros sensuales, rizos descontrolados y ojos grandes. Y gracias al ligero tono rojo que adornaba su nariz él supo que seguía llorando. La miró fijamente a los ojos, antes de tomar de un trago toda su copa.
- ¿Me dirás qué te sucede de verdad? – la miró. –
–No. No aun. – le respondió mirando hacia la nada. –Antes, quiero que sigamos bebiendo.
– ¿No quieres ver la película? – su ceño se frunció. –
Se suponía que para eso habían subido, ¿por qué ahora ella se portaba así? Lo peor del caso, es que verla así lo destrozaba. Le partía el alma y eso sólo le recordaba los antiguos sentimientos ocultos.

Antes de dejarlo responder, ella se sentó a horcadas sobre él, el vestido le estorbaba y por esa misma razón, sin dejar de mirarlo a los ojos, llevó sus manos a su espalda y ella misma se desabrochó el zipper, bajándolo completamente. Sin quitarlo del todo, y consiente de la mirada confusa que él le dirigió, tragó el último gramo de orgullo que le quedaba y acercó sus labios a los de él, atrapándolo por la nuca. Comenzó a besarlo. Sus labios se movían desesperadamente sobre los de él, presionándolos, apretándolos. Él gruñó por lo bajo y antes de que ella volviera a tomar el control, él mordió levemente su labio inferior, tirando de él un poco consiguiendo que ella abriera su boca y entonces pudiera probar su sabor.
Toda su vida soñó con besarla. Toda su vida anheló probar el sabor de su lengua, anheló sentir la sensación de su húmeda lengua juguetear con la suya, sentirla gemir al mismo tiempo. Pero esto era mejor. Siempre creyó que sus labios sabrían a dulce, pero no era así. Sabían a frutas. No había algo más afrodisiaco que ese sabor. El sabor sutilmente natural que desprendía su cavidad bucal y podía transportarlo a otra dirección. Entonces, se maldijo por dentro. ¡¿CÓMO ERA POSIBLE QUE SE HUBIERA RESISTIDO TANTO?! Años y años besando chicas patéticas y no sentir nada más que asco. Y ahora, ahora, besando a la mujer de su vida podía saber que no había cosa más excitante en el mundo. Pero no podía creer que había vivido tanto tiempo lejos de ella. No podía permitirse perderla. No podía hacerlo. No quería. Ella tenía que estar por el resto de la eternidad besándolo de esa forma.
Y entonces, Adam gimió. Esa chica estaba acariciando su boca con su cálida lengua y le provocaba cosquilleos. Ellie arqueó un poco sus caderas y ronroneó al momento de sentir el gran bulto del chico cobrar vida. Adam creyó fallecer. La tomó de la cintura apegándola más a él, mostrándole lo que provocaba. Sin dejar de besarla. En cuestión de segundos, el oxígeno exigió atención y entonces se separaron sólo un poco. Sus respiraciones estaban agitadas.
–Esto está muy mal. – susurró él. –
– ¿Y qué? Toda mi vida hice lo correcto, quiero hacer algo malo ahora. – lo miró a los ojos y él conoció una mirada cargada de placer. –
–Por Dios… te casas mañana. –la regañó entre jadeos. –
Ella llevó sus manos hasta el bulto de él y éste no tardó en mostrar una afectuosa reacción. Un “click” se escuchó. Ella había desabrochado su pantalón. Él tragó saliva ruidosamente. ¡Al diablo con todo!, pensaba.
–Déjame cumplir un último deseo. – susurró. –
– ¿Qué dices? – preguntó extrañado. –
–Quiero tenerte en esta cama. – dijo segura. – Quiero sentir lo que todas ellas sintieron estando contigo aquí.
Y su corazón dio un vuelco. Ahora lo entendía todo, o eso creía. Sin pensarlo más, Ellie bajó su vestido hasta la altura de la cintura, mostrándole sus respingados y sonrojados pezones rodeados por unos pechos grandes. Nunca en su vida ella había sido precisamente una chica segura de sí misma o de su cuerpo, pero ahora nada le importaba. Sólo viviría el momento. El último.
Adam luchaba por no mirarla debajo de la barbilla, pero lo deseaba más que nada. Incluso su entrepierna le dolía. Palpitaba debajo de la feminidad aun cubierta por unas braguitas de encaje, de ella. Su respiración se estaba agitando y sólo la miraba a los ojos. Esos ojos verdosos estaban nublados en una mirada que jamás creyó conocer. Lujuria. Sólo lujuria. En un impulso bajó su mirada. Pasó por su clavícula y bajó hasta el comienzo de sus pechos y la manera en que éstos se juntaban. Jadeó. Bajando la mirada un poco más, logró encontrarse con esos pezones rosados que se veían jugosos y completamente deseosos por su toque. Fue una mala idea mirarla de esa manera, porque su miembro cobró vida y ya estaba completamente erecto, probablemente, la cremallera se le quedaría impresa de por vida. ¡Cuánto le dolía!
Ella se relamió los labios y se acercó para besarlo de nuevo. Él no dudó en seguirle el beso, mordiéndole el labio superior mientras succionaba el inferior. Disfrutaba al máximo del afrodisiaco sabor de aquellos labios carnosos hasta que una ráfaga de conciencia nubló su mente. Regresándolo a la realidad.
–No. No, no, no y no. No podemos, Elizabeth. Te casarás mañana. Estás ebria. – la regañó quitándosela de encima, antes de que algo más sucediera. –
Pero ese algo, sucedió. Al momento de pasarla a un espacio contiguo al suyo antes de levantarse, logró notar el movimiento de sus senos al rebotar y casi, casi se le cae la baba. Otra pulsación en su entrepierna. ¿Cómo era posible que sintiera que fuera a derramarse con sólo verle los pechos? Estaba loco. Se estaba volviendo viejo. O eso era lo que él quería pensar.
Pero no eran más que simples excusas. Excusas como las cuales le decía a ella para negarse a hacerla suya, no por desinteresado, sino por miedo. Y entonces, se preguntó por qué no había dicho que él tenía novia. La respuesta fue rápida y salió desde el fondo de su alma. Él no amaba a su novia. Él no deseaba a su novia. Él deseaba a Elizabeth. Él la amaba. Y respetaría al estúpido que sería su marido el día de mañana.
Ella lo miró a los ojos, antes de levantarse imitando la acción que él realizó, parándose frente a él. Al instante, su vestido cayó al suelo y unas bragas negras de encaje y diminutas se lucieron para Adam.
–Lo único que deseo es que me hagas tuya. Sin compromisos, sin sentimientos. Como a todas esas perras que traías aquí. – murmuró casi con un ronroneo. –
Pero sólo ella sabía cuánto dolor le causaba recordar aquello.
–No… no sabes lo que dices. – titubeó él. –
–No pensemos, Adam. Al diablo todo lo demás. – lo miró, acercándose más a él, pegando su pecho al de él, aun cubierto por su camisa. –
Él suspiró. Ella se frotó contra él y no pudo evitar gemir descaradamente.
– ¿Lo ves? Tú también lo deseas. – lo acusó. –
Adam se alejó de ella, caminó hasta otro de los bordes del lecho, frente a la mesita de cama, tomó la botella que aun tenía suficiente como para un trago largo y profundo y la tomó sin más. El ardor bajó por su garganta hasta su pecho y acabó con su cordura. Pero no cedería tan rápido. La dejaría jugar. Esa noche sería demasiado larga.
Ella no tardó en acercarse hasta él, mirándolo fijamente. Le quitó la botella de sus manos y lo empujó de espaldas al colchón. Él gruñó mirándola fijamente. Analizando todos sus movimientos y la reacción que estos tenían en sus senos.
Elizabeth se subió a la cama y caminó a gatas hasta él. Se sentó a horcadas sobre Adam y ambos gimieron ante el contacto. Ella llevó sus manos hasta los jeans de él y los bajó hasta las rodillas, acariciando los centímetros de piel que quedaban al descubierto, sin exentar su miembro aun debajo de su ropa interior.
Una vez que sus pantalones estuvieron bajados hasta sus rodillas, ella se sentó sobre la cadera de él y dio un pequeño brinco.
Gimieron al unísono. Ella comenzó a moverse sobre él, mojando aun más la tela de sus bragas. Comenzó a hacer movimientos frenéticos. Arriba y abajo, adelante y atrás. Sus senos se movían, saltaban y rebotaban, era un espectáculo que lo tenía derramando el líquido pre-seminal. Apretó un poco más sus cuerpos antes de volver a moverse sobre él, provocándolo. Era justo lo que él había deseado toda su vida.
Él se levantó un poco para comenzar a besarla salvajemente. Ella atrapó sus hombros mientras le seguía el beso sin dejar de moverse sobre él.
–No sabía que ya no eras virgen. – murmuró él y ella se sonrojó. –
–Shh. No lo arruines. –le respondió con la respiración agitada, besando su mandíbula y pasándole la boca abierta sobre su cuello, sin besarlo, sólo torturándolo. –
Él bajó sus manos hasta el trasero de ella y lo apretó un poco. La tomó bien de la cintura y la giró, quedando sobre ella. Siguieron el juego de lenguas por unos minutos más. Simplemente no podían dejar de besarse. Eso les provocaba un placer inexplicable. Una sensación completamente nueva. El corazón de ella dio un vuelco. Bien. Su primer plan había sido conquistarlo, llegar al matrimonio a su lado completamente pura y entregársele de manera pura. Pero no podía con eso. Sabía que sí decía sus sentimientos probablemente el saldría huyendo, así que por ahora se conformaba con que la hiciera suya como a una más. El único problema es que para él, ella no era una más. Y temía admitirlo.
Ella no dejaba de acariciarle el cabello, despeinándolo. Sus labios se movían a un compás rápido, lento, sin inhibiciones. Ella lamió los labios de él al momento de separarse para tomar aire. Soltó un jadeo, sólo para provocarlo, antes de morderle su labio inferior, y jalarlo un poco hacia abajo. Él gruñó y la restregó contra su cuerpo. Ella, desesperada, comenzó a desabrochar la camisa de él con una rapidez inigualable. Los últimos tres botones fueron víctimas de su fiereza. Jaló con fuerza la camisa hasta que estos salieron volando, disparados. Sin quitársela por completo se refregó contra el torso de él, necesitaba sentirlo piel con piel. Y, oh, Dios Santo, era mejor de lo que alguna vez pudo haber imaginado. Era millones y millones de veces mejor a como lo describían en libros, películas o cosas así. Era muchísimo mejor; tanto, que ni siquiera alguien puede describirlo, había que vivirlo. Y ambos lo estaban viviendo en ese preciso momento. Parecían haber nacido para eso. Para estar juntos, abrazados. Por siempre. Sin más barreras que se atrevieran a separarlos.
–Estás loca. –susurró con la voz más ronca de lo normal, cerca de su oído, antes de besar su cuello. –
–Y es fabuloso. – gimió flojo. –
Eso fue lo único que le faltaba a Adam para perder la paciencia. La apretó contra él, y ella aprovechó para darse la vuelta y comenzar a moverse sobre el miembro de él, excitándolo. Más de un gemido se escapó de los labios de él y decidió enseñarle cómo le gustaba. La tomó por la cintura, la colocó en el punto perfecto y comenzó a moverla, sin dejar de mirarle las puntas rosadas. Ella daba pequeños brinquitos, y por lo que su ropa interior delataba, estaba mojadísima. Sonrió con satisfacción. Ella se inclinó un poco más hacia él, arqueando la espalda. Él supo que era una invitación y no pudo declinarla. Alzó el cuello y metió a su boca su pezón izquierdo, tirando de él hacia abajo, lamiéndolo y dándole pequeños mordiscos traviesos, mientras con su otra mano estimulaba al derecho con pequeños pellizcos.
De inmediato se dio la vuelta, de nuevo, dejándola bajo él. Atrapó sus senos y se metió lo poco que cabía de uno a la boca, mordiéndolo, succionándolo, disfrutándolo. Ella no podía parar de gemir y echar su cabeza hacia atrás. Todo era tan placentero. Todo era tan perfecto. Pasó hacia el otro, repitiendo el proceso, mientras con su mano libre bajaba por el abdomen de ella hasta llegar a su diminuta ropa interior. Inmediatamente, apartó esta bajándola lentamente. Le separó los pliegues con sus dedos y entonces pudo comenzar a torturarla, moviendo su mano en círculos, evitando su clítoris. Ella se arqueó contra él y gritó en un volumen casi alto. Él soltó una pícara risa y continuó acariciando con la lengua los senos de ella, sin dejar de mover su dedo.

Poco a poco ella sintió como el calor acumulado entre sus piernas parecía salirse de control. Y entonces entendió lo mucho que se perdió sin él. Tiró su cabeza hacia atrás y dio un grito largo y profundo en el momento en que llegó. Él sonrió complacido. Sin dejar que pudiera recuperarse él mismo bajó su ropa interior y se apegó a la entrada de ella, sin penetrarla. Ella jadeó su nombre, ordenándole que continuara. Enrolló sus piernas en la cadera de él y entonces no tuvo otra escapatoria. Gimió fuerte y procuró no penetrarla, aún. Necesitaba abrazarla. Necesitaba decirle que la amaba. Necesitaba hacerle saber todo lo que estaba sintiendo, pero sobre todo, necesitaba saber exactamente qué sentía. Qué sentía cuando la veía sonreír, cuando la veía echar su cabeza hacia atrás después de soltar una carcajada, cuando la veía correr hacia una base mientras jugaban béisbol, qué sentía cuando la miraba a los ojos, cuando tomaba su mano, cuando la besaba, cuando ella lo acariciaba, -y ahora algo nuevo- qué sentía cuando la veía teniendo un orgasmo. Siempre había sido demasiado egoísta en las relaciones sexuales, pero con ella era lo contrario, quería darle placer, no recibirlo.
Y la respuesta a todas sus dudas era demasiado simple y clara. La amaba. La amaba más que a nadie. La amaba y por primera vez sentía esa emoción. Por primera y última vez. Con su mejor amiga, que se casaba al día siguiente.
Perdido en sus pensamientos y un poco molesto la penetró sin más preámbulos, y no tuvo compasión. Hasta que escuchó un grito lastimero salir de la garganta de ella. Se sintió malísimo y en ese mismo momento bajó la velocidad, dedicándose a ir lento. Entraba y salía lentamente, procurando no hacerle daño. La miraba a sus ojos, y ella también lo hacía. Tenía un gesto demasiado gracioso: mordiéndose el labio inferior y aparentando ahogar sus gritos. Él, sólo por un momento, creyó que podría reír de tanta ternura. Esa mujer era perfecta.
Las respiraciones de ambos se volvieron más rápidas. Sus cuerpos les exigían aumentar sus movimientos, y los complacieron. Iban a una velocidad extraordinaria y con una rudeza inigualable. No podían dejar de gemir o jadear; inclusive, ella enterraba sus uñas en la espalda de él, y eso lo excitaba de sobremanera. Volvió a golpearla con fuerza, y ambos dieron un grito profundo. Cerraron sus ojos y se rindieron al placer máximo. Pero había algo más que solo placer. Estaba la necesidad de gritar dos palabras. Y no sabían si serían capaces de hacerlo, así que el cuerpo respondió por sí solo.
– ¡Te amo, Adam! –gritó ella, mientras las convulsiones se apoderaban de ella y temblaba un poco. –
Él dio una última estocada y le besó con ternura el cuello, decidiéndose a reposar en él hasta que recuperara la respiración.
Había sido mágico, poderoso, cansado y majestuoso. Pero querían más. Lo querían por el resto de sus vidas.
–Te amo, Ellie. – susurró él, sobre la piel de su cuello. –
Y ella ya estaba dormida. Completamente exhausta después de tanta magia.



___________________________

La tercera parte la subo después:D
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Mensaje por MademoiselleD'Tréville Sáb 15 Sep 2012, 12:08 pm

.______________________________________.
PLANEAS QUE TE CREAMOS CON ESO DE QUE "ES TU PRIMER ONE-SHOT HOT"? AJHAHAHAA.Claro. Estás loca, verdad? Es genial!
Síguela, Ale:D
MademoiselleD'Tréville
MademoiselleD'Tréville


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Mensaje por ch.alzapiedi Vie 28 Dic 2012, 3:48 pm

siguela
ch.alzapiedi
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Mensaje por LalaHoran Dom 20 Ene 2013, 10:31 pm

jhdsgkjashkjgsa no se puedee casaar sino es con Adaam dios acaban de hacer el amooor, se dijeron TE AMO aunqe ella no escuchooo pero deben estar juntooos oseaaa NOOO mee opongoo a que se case con el tal Peter jdghkjsadh necesitoo urgenteemente que la sigaas porfavoooooor muero lentaamenteee x__x grrrrrr
LalaHoran
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Mensaje por marydtrevino Jue 28 Mar 2013, 10:49 am

Llore.no debería llorar pero lo hize ESTA HERMOSO.te molestaría si lo adapto?te daría todos los créditos enserio eres genial para esto de los shots.<3

Saludos xx
marydtrevino
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Mensaje por Fireworks. Vie 05 Jul 2013, 6:24 pm

ch.alzapiedi escribió:siguela

 ¡Ahora mismo la sigo! ¡Mil gracias por pasarte! Espero que estés bien:D
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Mensaje por Fireworks. Vie 05 Jul 2013, 6:27 pm

LalaHoran escribió:jhdsgkjashkjgsa no se puedee casaar sino es con Adaam dios acaban de hacer el amooor, se dijeron TE AMO aunqe ella no escuchooo pero deben estar juntooos oseaaa NOOO mee opongoo a que se case con el tal Peter jdghkjsadh necesitoo urgenteemente que la sigaas porfavoooooor muero lentaamenteee x__x grrrrrr

¡Lamento tanto haberme alejado de esto! De verdad, me desaparecí por tanto... mi computadora murió y ahí tenía el final del shot pero ahora mismo la sigo. En un rato estará publicado. MUCHÍSIMAS GRACIAS POR HABERTE PASADO, DARTE UN TIEMPO DE LEERLO Y PODER COMENTAR! Significa muchísimo para mí, DE VERDAD QUE SI!
Ojalá estés muy bien de salud y emocionalmente:3
Fireworks.
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Mensaje por Fireworks. Vie 05 Jul 2013, 6:29 pm

marydtrevino escribió:Llore.no debería llorar pero lo hize ESTA HERMOSO.te molestaría si lo adapto?te daría todos los créditos enserio eres genial para esto de los shots.<3

Saludos xx

 ¿En serio? ¡Lo siento! ME ENCANTARÍA QUE LA ADAPTARAS! MUCHAS GRACIAS POR PASARTE, DARTE EL TIEMPO DE LEER Y COMENTAR, SIGNIFICA MUCHÍSIMO PARA MÍ!
Ahora mismo subo el final del shot para que puedas subirlo bien:3
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Mensaje por LalaHoran Dom 07 Jul 2013, 11:11 am

y la continuación donde quedo lindaa :lloro:
LalaHoran
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Mensaje por MAACAAREENAA Sáb 13 Jul 2013, 10:41 pm

Y LA TERCERA PARTEEEEEEEEEE? 

voy a morirme si no la subis -.- me quedo la intriga
MAACAAREENAA
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Mensaje por Spark. Mar 16 Jul 2013, 8:45 am

 ¿Y la continuación? ¡Creí que ya estaba!
Súbela por favor estoy ansiosa, quiero saber que pasa!!
Spark.
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Mensaje por LalaHoran Mar 16 Jul 2013, 10:43 am

Never gonna leave this bed. (Adam Levine y Elizabeth Lewis) 1857533193
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