Que esperar cuando estas esperando

“Continuando con las noticias de nuestros famosillos, queremos darles la triste exclusiva , el jugador de los Tigers, Dalton “La bala” Mickelson, y nuestra conductora favorita de Despierta New York, Madeleine Wright, han decidido poner fin a su relación de tres años, rompiendo así su reciente compromiso.”
—Ugh, malditos programas de farándula. —Murmuró Madeleine fastidiada.
—No te enojes con tu rubro, solo necesitan comer. —Respondió su hermano Vincent, tomo el control de la televisión y la apago, dando fin al bullicio.
—Eres un pesado. —Declaró la chica acariciando a uno de los gatos que se encontraban en la veterinaria de su hermano.
—Mira, aunque agradezco que me acompañes en este turno nocturno, creo que necesito saber por qué terminaron su relación. —Aseguró. 
—Eres un chismoso, sigue viendo esas mierdillas de programas de farándula. 
—¿Esos que antes presentabas? —Soltó una risa, ante la mirada molesta de su hermana, y cambio de tema. —Bueno, ¿Qué haremos el sábado? 
—¿De qué?
—Es tu primer sábado soltera en tres años, te mereces un poco de diversión. —Dijo jugando con la silla de su escritorio. —Y, además, tu hermano mayor te acompañara en esa travesía, ¿no es lo mejor?
—Saldremos, tú invitas.
—La famosa eres tú, deberías invitarme. —Se quejó.
—Eres dueño de una clínica veterinaria, ¿de qué te quejas?
—Mmm, ¿te engaño? —Preguntó desviando el tema.
—No, yo pagare si dejas de hacer preguntas.
—Es un trato. —Sonrió satisfecho. —¿Quieres ver el juego? —Bromeó soltando una carcajada que solo irrito a su hermana.

Contrario a la creencia popular, la noche de hombres en el bar Hunters, no era lo que se imaginaba. Cada jueves por la noche, “Hunters”, realizaba su aclamada noche de hombres, que consistía en nada mas y nada menos que litros de cerveza, canastas de pollo frito y dardos, todo esto en el segundo piso del local. Aiden, el dueño, creó esa noche en favor a los solteros que acudían cada jueves por diversión. Por esa razón dos chicas se encontraban en el primer piso, en una esquina alejada a las escaleras, para evitar las insinuaciones de los solteros que acudían felizmente e interrumpían su amena conversación.
—¿Luke Hamilton? —Preguntó, Juliet, incrédula.
—El mismo. —Respondió Diana. 
—¿Qué debería hacer? —Continuo Diana acomplejada, dio un largo trago a su cerveza y miro a su amiga preocupada. —¿Si pido un cambio en la conferencia?
—¿Qué?, no. —Contestó. —Demuestra que ya no eres la misma persona que el dejo atrás.
—Tienes razón. —Asintió. —Lo hare.
—Esa es mi chica. —Chillo Juliet sonriente, llamando la atención de algunos clientes.
—¿Qué hacen estas señoritas? —Pregunto Aiden abrazando a Juliet por la espalda y depositando un beso en su mejilla. —¿Necesitan algo más?
—¿Algo que me de valor? —Preguntó Diana, provocando las risas de sus amigos.
—¿Qué tanto? —Aiden alzo una ceja.
—¿Cómo para volver a ver al ex novio que me abandono? 
—Tequila, corre por cuenta de la casa. —Sentenció.

Noah Wells caminaba apresurado por los pasillos del hospital, “Presbiteriano St. Jacobs”, con una ficha clínica en mano se dirigía hacia la estación de enfermería. 
—Doctor Wells. —Llamó su atención la enfermera Miller, en cuanto llego a su destino.
—Señorita Miller. 
—El paciente de la habitación doscientos quince ha rechazado la cirugía y ha pedido el alta.
—Ha ocupado el cupo de otro paciente en vano. —Negó el cirujano molesto. —Hay gente que pasa horas en la sala de espera para poder ser atendida y estas personas juegan con nuestro tiempo.
—Lo se. —Respondió la enfermera dejando una hoja sobre el mesón. —Aquí esta la firma, quedando de acuerdo en retirarse en contra de las indicaciones médicas, el doctor Yoon vendrá a darle el alta.
Las puertas de ingreso se abrieron abruptamente, dando paso a dos bomberos que empujaban una camilla, en ella se encontraba un niño unos cinco años. Rápidamente una doctora y tres enfermeras se acercaron a la escena.
—Me necesitan en maternidad. —Murmuro Miller al reconocer uno de los bomberos. —Voy a cubrir el servicio hasta que la otra enfermera vuelva de su post natal.
—¿Aún siguen peleados? —Cuestionó Noah desviando la mirada de la tableta que tenia en su mano. 
—Tu hermano es un cabezota, le dije que no volvería a ese departamento hasta que llamara a un plomero, así que llevo setenta y dos horas en este hospital. —Aclaró Mackenzie.
—Hablare con Jackson, ¿se supone que lo arreglaría?
—Si, solo termino inundando nuestro piso. —Negó la chica. —Dile que me envié un mensaje cuando terminé.
El doctor solo asintió con una pequeña sonrisa. Reviso el listado de pacientes en las salas, hasta que un nombre llamo su atención, sin pensarlo se dirigió a la sala en que este se encontraba.
—Señor Dong, que sorpresa encontrarlo aquí. —Pronunció el doctor en cuanto vio al hombre que hacia posible las exposiciones que tanto le encantaba visitar.
—Doctor Wells, que gusto verlo. —Mencionó Taesun aliviado de ver una cara conocida.
—¿En qué podemos ayudarte?
—Me torcí el tobillo al salir de la oficina, ahora no puedo apoyar el pie sin que duela. —Dijo.
—¿Todo bien? —Pregunto el novio de Taesun, Juwon, entrando junto a Caroline.
—Si, pediré que venga alguien de ortopedia a revisarle el tobillo y con suerte solo será la hinchazón que le incomoda.
—Eso es genial. —Celebró Caroline.
Juwon y la chica habían abandonado apresuradamente el edificio universitario, en el cual se encontraban trabajando, al recibir la llamada de que Taesun se había caído a la salida de su trabajo. 
—Bien los dejo, tengan un buen día. —Sonrió Noah antes de abandonar la sala.
—Te dije que no sería nada grave. —Le reconfortó Juwon acariciando su mano.

Desde las gradas las personas gritaban en señal de apoyo al equipo New Yorkino. Los jugadores corrían con la esperanza de ganar unos cuantos puntos y así afianzar su camino a los playoffs.
—¿Qué le sucede a Mickelson? —Preguntó, Mei, molesta.
Su amigo Nathaniel se encogió de hombros mientras seguía con su improvisada, y pequeña, sesión de fotos luciendo los colores del equipo. 
—Si hubiera sabido que jugaría así nos hubiéramos quedado en la pista.
—Tú quisiste venir. —Recordó el chico prestando atención al juego. —Aunque tienes razón, es lamentable.
—Claro que tengo razón, le pateare el trasero a Mickelson cuando lo vea. —Su mirada seguía atentamente el balón que era pasado de mano en mano. —Si no anotan en los próximos cinco minutos nos vamos a la pista.
—Disfruta el deporte, que no te importe el resultado.
—¿Qué? —Pregunto exaltada. —Vamos Dalton, concéntrate. —Gritó, siendo consiente que sus gritos se perderían con el bullicio del lugar.
—Para la próxima necesitare unos tapones de oído.
Solo se gano un golpe en el brazo, por parte de Mei, gracias a esa pequeña broma.

—Mickelson, te juro que si no te concentras hare que escribas un maldito ensayo de porque no traemos nuestros jodidos problemas personales a la cancha. —Grito el entrenador López.
La amenaza distrajo unos segundos al jugador, antes de que volviera en sí. Tenía razón, todos tenían problemas y no por eso hacían un juego deplorable.

—¿Estas segura de que quieres seguir aquí? —Le preguntó Aidan a su novia.
Felicia había accedido a acompañarlo al juego, después de enterarse que su amigo no podría hacerlo. A pesar de que prefería ocupar su tiempo en otra actividad, el día de mañana tendría una anécdota que contarles a sus alumnos.
La chica asintió con una pequeña sonrisa tranquilizadora. 
—Tendrás que explicarme nuevamente cual es el equipo que apoyamos. —Mencionó riendo por lo bajo.
—Los de color vino, son los Tigers. —Dijo Aidan sin quitar su vista del partido. —Normalmente no son tan lamentables.
—Ya veo. —La chica observo el panel de puntuaciones y frunció el ceño. —Mis alumnos estarán decepcionados con estos resultados.
—Aún hay tiempo para recuperarnos. —Le dio una mirada rápida.
La chica asintió conforme con su respuesta. 

Las personas que habitaban la gran ciudad vivían su día a día de manera acelerada, rara vez se detenían a pensar en lo que tenían. Las sorpresas solían alborotar sus rutinas, a veces estas solían ser una gran alegría para esas personas, aunque para algunos podían destruir todos los planes que tenían. 
Con el tiempo descubriremos que deparara New York para este grupo de personas.