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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty WOLVES (Jos Canela x Atl Garza)

Mensaje por Mike Gallagherry Lun 22 Nov 2021, 10:22 am


Ficha de la serie


• Titulo: Wolves
• Autor: El Chico de las Estrellas 
• Adaptación: No
• Género: Fanfic
• Contenido: Alto lenguaje.
• Advertencias: Alto lenguaje.
• Otras páginas: Facebook Wattpad Twitter
Las cosas no son como parecen en la vida de Jos Canela y mucho menos de Atl. 
Mike Gallagherry
Mike Gallagherry


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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty PROLOGO

Mensaje por Mike Gallagherry Lun 22 Nov 2021, 10:29 am

WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Img_2023


PROLOGO


Despierto y no encuentro el rumbo en el que estoy viviendo, alzo mi mirada de mis lentes de sol, su suave movimiento al caminar hace mi corazón palpitar igual que gritos de libertad. Sus cabellos oscuros se mecen con el viento dejando a la vista una ligera cicatriz que se esconde debajo de su remera, no puedo ignorar el hecho de que soy igual que una nube, lo puedo ver pero no lo puedo tocar. 
— Ya vámonos — lo asesino de reojo, aunque si se pudiera asesinar con tan sólo tener el deseo, sería ya unos de los asesinos seriales y psicóticos que se emocionan al ver a las personas plañir por su existencia. — ¿Disfrutas la vista? — se acerca, sé que trata realmente de comprender ese estado tan terco que tengo de quererlo — ¿¡Por qué demonios no puede enamorarse de mí?, ¡carajo! — me levanto de la silla de plástico y arrojo el envase a la arena con la estúpida idea de que se haría añicos, arena llueve entre la botella, caminamos por la  escalinata, me gusta imaginar que algún día lo veré de nuevo, junto con su atrapasueño turquesa.
Llegamos al final de la escalinata a donde está el Jeep, camino a la cabina del lado del piloto, Beto se sube del lado de pasajeros, el mejor que nadie me ha llegado a conocer, aunque a veces siento que él solo le dice lo que me pasa a los demás y no me da un consejo siendo Beto, sino que lo da siendo miembro de la banda, enciendo el auto y acelero de regreso a lo que es la carretera. — ¿Algo que me quieras contar? — niego con la mandíbula apretada, cruzamos con gran velocidad el boulevard Miguel Alemán, el sol comienza a morir igual que yo. 
— José, desacelera — me niego a escucharlo, nos acercamos hacía la Diana Cazadora, doy un volantazo a la izquierda, el olor de la bahía junto con su humedad refrescan mi rostro, aprieto más el volante, acelero para tomar de lleno la avenida que nos llevará a la punta del cerro que divide el área de hoteles con el resto de Acapulco. Pongo segunda y acelero un poco más, Alberto se aferra en su asiento, podría ser un descarado e irme por la montaña, la verdad me importa muy poco lo que tenga que decirme, hace mucho que me perdió, solo cuento conmigo y los chicos.
Doy vuelta a la derecha e ingreso al Maxi-túnel, nos detenemos en la caseta de cobro. — Hola — le sonrió a la chica de la caseta, desvió mi mirada por una fracción de segundo a Beto, tiene el ceño fruncido y la cara roja. Abro la guantera que hay entre los dos y saco la tarjeta de mi billetera, se la entrego, casi de inmediato pongo mi vista hacía enfrente, me entrega mi tarjeta. — Gracias — entramos. — Te pasaste de pinche lanza, cabrón — niego, dentro de unas horas estaremos en un avión para después estar en el apartamento. Concentro toda mi atención en el camino, me fascina ver las señalizaciones neones que hay, me recuerda mucho cuando era más pequeño y me llevaban a la cafetería de Coyoacán a comer hamburguesas y malteadas con mis padres. 
El trayecto no dura tanto, recuerdo que antes se me era eterno entrar por este lado pero después me di cuenta que no, que lo que lo hacía eterno era que ponía atención a mi alrededor y no a cuanto faltaba para llegar al final, a lo lejos diviso el final del túnel. La luz del ocaso comienza a bañar los barrios pobres y favelas que hay, salimos del túnel, me orillo a la izquierda para irnos al aeropuerto. Son vacaciones de fin de año, me gustaría estar ahí a tiempo y no dando las campanadas en el avión.
Ir al aeropuerto es sencillo al igual que la flora de la región, es esteparia así que la considero tranquila, recuerdo que por aquí una vez escuche un coyote y un águila, quizá fue un buitre, pero el chiste era que volaba y era gigante, de hecho me gusta venir cuando llueve, es lindo ver llover en zonas como estas. Pero lo que más me gusta es ver las estrellas en este tipo de zonas, realmente increíble.
La llegada al aeropuerto no fue nada fuera de lo usual, solo tuve que verle la cara a Beto un rato antes de escabullirme entre las personas para irme en un vuelo distinto al suyo, realmente cuando esta de ese humor lo detesto, es casi insoportable.
Mike Gallagherry
Mike Gallagherry


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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 1

Mensaje por Mike Gallagherry Vie 17 Dic 2021, 11:45 pm

WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Img_2010

Capítulo 1.


Corrían los fríos y crudos días de Enero sobre la gran cosmopolita Ciudad de México, el invierno dejaba una ligera niebla que descanzaba sobre el valle dejando a los grandes edificios destacar de la gran urbe. El sol comenzaba a salir, zarpazos dorados pintaban el cielo morado, alumbrando la bóveda nocturna.  
Era ya la cuarta ocasión que me levantaba en la madrugada a causa de la maldita alarma del hotel, a veces detestaba tener que  estar continuamente estar sonriendo para que Jos no pensará que todos estábamos  molestos con él, siendo honesto es algo torpe y romántico. Parece que es un niño todavía su maraña de cabello oscuro y su pálida piel lo hacen ver como zombie. — Porquería de alarma, cállate de una buena vez — masculle mientras cubría de nuevo mi cabeza tratando reconciliar el sueño aunque la verdad no sirvió de nada ya que el sueño nunca volvió.
— ¡Alonso! ¿Viste a Jos? — entró Freddy mientras gritaba por la alcoba. Quería extrangularlo con la almohada y después tirar su cuerpo al río. De verdad tengo ganas de dormir y más porque será un día cansado, un día que de verdad no quiero ni que empiece hasta que Enero acabe — No me mires así — alcé una ceja — Ya lo buscamos por todo el piso e incluso en el restaurante y la terraza pero no lo encontramos, además, creo que te escucho mientras hacías Facetime — sentí como si un balde de agua fría cayera de frente, maldita sea, me incorpore. Será un largo día.

Despertaba sobre una cama de pasto y hojas secas, alcé mi mirada al cielo del ocaso, sentía como los últimos rayos de luz galopaban mi rostro mientras el aire jugaba a mi alrededor. En ocasiones me gusta ver como caen las hojas desde los árboles, cerré los ojos de nuevo mientras veía la luz. 
— Veo que de nuevo disfrutas la vista — abrí mis ojos de golpe, su voz rebotaba en la ahora celda, el pasto era un piso frío de mármol, los árboles se habían convertido en cuatro frías paredes blancas, baje mi mirada tenía los grilletes de nuevo, — ¿Por qué lo haces? — susurre mientras tiraba de las cadenas, el encierro era inevitable en mi cabeza, sólo lograba hacerme daño con las cadenas de recuerdos.
Su sonrisa se ensanchó al verme luchar, para él en vano, para mí era una cuestión de liberación. — ¡Déjame en paz!- me lance sobre él, pero la sensación de caída se hizo presente y para cuando me di cuenta estaba en la parte más oscura del bosque. Mientras caía alcé mi vista al firmamento ya oscurecido, la sensación de tranquilidad se evaporaba conforme un dolor agudo aumentaba junto con las ganas de llorar" 
Estaba en el piso de la habitación, fije mi mirada hacía la ventana en donde la Luna se asomaba, el espectro que dejaba estaba lleno de paz, no me volvería a dormir y necesitaba hablarlo con alguien. Me levanté del piso, me acerque a la ventana para dejar que la Luna cubriera mi rostro con un hermoso manto plateado.
Tome mis pantalones para encaminarme hacia el desolado pasillo del hotel, estaba descalzo entonces podía sentir como la alfombra acariciaba mis pies, tenía un suéter exageradamente largo para mí pero era cómodo para dormir al igual que el pantalón que tome, no sé porque estaba sin el. Encontré la habitación de Alonso, gire con cuidado la perilla. — Maldita sea, es como cuidar a un niño. Sabes que odio estar detrás de él — por alguna razón supuse que hablaba de mí, baje mi cabeza arrepentido de haber entrado a la alcoba. 
Seguí caminando para llegar con Freddy o Alan; Freddy dormía con Bryan entonces al tratar de girar la perilla estaba cerrada con llave así que no había razón de tocar así que fui con Alan, me estaba mordiendo las uñas de nuevo, pero esta vez no era por nervios sino por el miedo a la soledad. — ¿Alan? — abrí la puerta y lo encontré con Julieta, su novia, ambos estaban dormidos. He llegado a considerarlos grandes amigos para mí, mañana habrá tiempo
Camine sin rumbo por el Hotel, ya era más allá de la media noche y lo único en lo que podía pensar era en regresar a casa donde solamente mi sombra me acomodaría. Mis padres y hermana están de viaje en Vancouver así que ni para donde arrimarme, baje mi mirada a mis agujetas, desamarradas claro, negué mientras trataba de saber que haría, por accidente pise mis agujetas y para mi mala suerte había un chico frente a mí
— Perdón — solté después de que lo tirara y termináramos en el piso, alcé mi mirada, un chico de cabello oscuro estaba frente a mi, llevaba un atrapasueños turquesa y una cicatriz, un tanto gruesa de color violácea roja. — No te preocupes — asentí. — Nos hemos visto antes, ¿No? — ladee mi cabeza rítmicamente. — Si — baje mi cabeza un poco. — ¿Me quieres acompañar? — me quede callado, no es que me diera miedo, tenía vergüenza, estábamos sentados en el piso, recogí mis pies para amarrar mis agujetas, vi como se levanto, sus botas eran divertidas, tenían estrellas en la suela. — Ven — me tendió la mano, una vez de pie fuimos a su cuarto. 
— ¿Qué hacías vagando por el hotel tan de noche? — Caminábamos por el pasillo, un vaho salió de mi boca al tratar de hablar, metí mis manos en los bolsillos — Tenía pesadillas, suele pasarme muy a menudo pero en esta ocasión se sentía muy real, sentía como si el miedo lo pudiera tocar, el peligro premonitorio de algo — me miró curioso. Bajamos por las escaleras, sentía el frio de estas — Que maleducado soy, me llamo Atl — sonreí de lado — Es un muy bonito nombre — se detuvo en el rellano, — Gracias — me devolvió la sonrisa. 
Llegamos a otro pasillo, sus manos se mecían de una forma despreocupada, arqueo una ceja y se detuvo frente a una puerta blanca. La mía es azul, giro la perilla, entramos junto con el olor a café, era agradable e incluso reconfortante para mí, por unos momentos logró recobrar mi paz, algo que realmente me hacía falta. — ¿Quieres tomar algo mientras hablamos o solo quieres hablar? — me senté en la orilla de la cama. Su mirada era clara, realmente me recordaba al café con leche. — Fue hace mucho tiempo, supongo que solo debería dejarlo ir, ni siquiera sé porque te lo voy a decir — sonreí nerviosamente — Porque me tienes confianza —exhale. 

“Los árboles del vecindario estaban desnudos ante la plomiza luz del cielo, la muerte me susurraba al oído mientras me arropaba más, mi gorro de lana comenzaba a querer volar, deje de abrazarme para enterrar más el gorro. Iba a su casa, supongo que era una costumbre de cada martes, pero esta vez sería distinto. Se lo iba a decir.
Los carros estacionados frente a las casas eran igual que lapidas, de hecho todo este clima sombrío me recordaba mucho a un panteón, la hojarasca se arremolinaba en el asfalto y en mis pies. Llegué a su casa, toque la puerta, junte las puntas de mis zapatos, odiaba ser inseguro y en cierto punto torpe a la hora de hablar, la mayoría piensa que soy la persona más segura e incluso un buen orador pero siendo honesto siempre me desconecto del mundo por lo nervioso que estoy. 
Salió con una jovial sonrisa, esa sonrisa que siempre me encantaba ver cuando nos veíamos en clase o estábamos en los ensayos e incluso cuando íbamos de gira. Nos adentramos a su casa de nuevo, la tibieza de la casa era agradable. Llegamos a su sala de donde estaba una mesita de café frente a una chimenea a gas y un piano a un costado, casi hasta la esquina. — Voy por algo de café — el realmente detesta el sabor real del café así que usa una cucharada por dos de azúcar y un chorrito de leche. Regresó de la cocina con dos tazas, una era chocolate y la otra era su café, siempre servía exageradamente caliente las cosas.
Recuerdo que ese día platicamos casi por dos horas seguidas, ni siquiera recuerdo a qué hora anocheció. — Tengo algo que decirte — se detuvo mientras bajaba su segunda taza, ni siquiera había empezado con esa taza. — ¿Quién te gusta? — mi rostro se sonrojo al máximo, mi corazón se aceleró de gran manera e incluso llegaba a sentir como punzaba todo mi cuerpo. — Tú — su sonrisa se borró, me tomo del cuello de la sudadera para arrojarme contra la mesa, los trozos de cerámica de las tazas se incrustaron en mi espalda, el líquido de ambas se pegó a mi ropa, sentía cómo sudaba sangre.
— ¡Ah! — rugió mi garganta pero fue silenciado por un puñetazo de Alonso, estaba arriba de mí, se levantó de mí para tomarme del cabello, estaba en ese momento de trance, supongo que me golpeo en la sien o fue el miedo de ese momento, realmente me asombro la fuerza que tenía, me arrastraba desde la sala a la planta de arriba de mi cabello — Detente — trataba torpemente con mis manos de soltarme pero me era muy difícil.  
Trataba de hacerlo razonar pero evidentemente no lo logre, trataba de recuperar la movilidad de mis extremidades pero era difícil, cerré los ojos al momento en que se detuvo, escuche abrir la puerta y percibí el olor de la humedad. ¿Qué demonios hago en el baño? — Basta — solte débilmente, miles de pensamientos me acosaban en ese momento, seguía con los ojos cerrados así que no podía ver algo. — Le daremos un buen uso — el vapor acaricio mi rostro. — No es cierto — alcance a susurrar, el calor del agua quemaba mi rostro lentamente, sentí como entraba por mi nariz y mi boca mientras gritaba, burbujas y chapoteos salían de la tina. Buscaba cualquier cosa para defenderme, sentía cómo el agua oscurecía mi visión, con mis manos logre encontrar un objeto de metal, cerré los ojos y lo estampe contra Alonso, me soltó siendo ese momento en el que resbale dentro de la tina.
Salí como pude en medio de chapuzones, aun no recuperaba mi respiración, me trato de matar. Estaba en el piso, no sabía si estaba inconsciente pero lo que si supe fue que era momento para correr, peine mi cabello hacía atrás y aventé el palo de madera aún lado, camine a un costado de él. No observe ningún golpe, corrí escaleras abajo, pero en los últimos escalones resbale por el agua, caí rodando hasta llegar al piso, me levante apoyándome de la pared. Cojeaba un poco pero logré salir de la casa. La lluvia arreciaba contra las casas, relámpagos caían uno tras otro creando venas de oro en el cielo, resbale de nuevo en el piso pero esta vez escuche el crujir de mi tobillo, el chapoteo de las gotas en los charcos empapo mi rostro.
— ¡José! — un rugido se escuchó dentro de la casa, giré hacía debajo de un carro,  me tapé la boca con mis manos, escuche su puerta abrirse y cerrarse. Giré mi rostro hacia donde oía las pisadas, vi sus converse. — ¡Maldita sea! — pateo el carro, escuche un tintineo y una puerta cerrarse. Rodé fuera del auto, trate de levantarme apoyado del pie bueno, me puse la capucha de mi sudadera, comencé a cojear de regreso a casa, más bien arrastraba mi pie, dolia pero no tanto como si lo pusiera bien. 
Las luces de la calle me ayudaban un poco para ubicarme, me apoye contra un poste de alumbrado, realmente estaba agotado pero me faltaba poco para llegar a casa de nuevo. Como era costumbre mis padres no estaban al igual que mi hermana, ellos por trabajo y mi hermana por su especialización como médica, a veces no llega a casa y se queda con una de sus amigas en su departamento. Me solté del poste para seguir caminando, si es que se le podía llamar así. 
Llegue a la puerta de casa, introduje la llave y empuje la puerta, caí de bruces al piso, me arrastre hasta estar dentro completamente, patee la puerta como pude para cerrarla, hice la misma acción que hice todo el trayecto para levantarme, jale mi pierna hasta llegar a las escaleras, inhale sonoramente, me senté en las escaleras, arremangue mi sudadera y comencé a subirlas así, sentado y con ayuda de mis brazos. Podía sentir la cerámica moverse e incluso soltarse de mi espalda. Llegue al descanso, me levante con ayuda del barandal. 
Entre a mi cuarto, ya estaba cerca del baño. De cierta manera eso me alentó, al llegar al baño me senté en la taza, me quite las botas con cuidado junto con los calcétines, pude ver mi tobillo hinchado, tenía una bola en vez de tobillo, se estaba poniendo de un rojo intenso. Me quite toda la ropa con cuidado, abrí la llave y espere a que se templara el agua y me metí a bañar. El agua eliminaba los rastros de la pegajosa nata. 
Un ardor me invadió toda la espalda, me sostuve de las llaves y recargue mi cabeza, lentamente abrí los ojos, el agua salía roja, comencé a llorar del coraje y desesperación, giré mi cabeza lentamente a mi playera, estaba manchada de sangre y nata, mi respiración se aceleró. Con cuidado me agache y pude verlo, no era nata lo que estaba pegado a la camisa, era un pedazo de piel lo que estaba en ella. — José, ¿Todo está en orden? — trate de hablar pero no pude, estaba del otro lado mi hermana. — No — susurre, pero supongo que ella lo escucho bien, giro la manija de la puerta. — Dios — salió del baño pero regreso al poco rato con una toalla y una sábana azul. 
Me ayudo a enrollar la toalla en mi cintura. — ¿Puedes sentarte? — asentí. — Bien, tendrás que ayudarme con esto, ¿Has visto como levantan a una persona de la silla de ruedas? — asentí de nuevo. — Bien, haremos lo mismo pero por favor. Si sientes que te vas a resbalar avísame, ¿Okay? — volví a asentir, no es que no pudiera hablar, pero sabía que si abria la boca volvería a llorar. — Una, dos, Tres — puso sus manos en mis axilas y me levanto, sabía que no me aguantaría por sí sola, así que me apoye del empuje hacia ella lo suficiente para que no me cargara de lleno. Me gire con cuidado y pase uno de mis brazos sobre su cuello — Bien — arrastre mi pie al caminar de nuevo. Al estar frente a la cama nos sentamos, ella se levantó y yo solo me gire con cuidado para poder estar boca abajo. — José, ¿Qué paso? — 
Antes de que pudiera contestar salió del cuarto, la escuche llegar de nuevo pero esta vez arrastraba algo pesado. — Ves, si ocupo tus regalos de navidad — era una maleta médica. Prendió las luces del cuarto, cerró los ojos por instinto. — Necesitaré que te relajes, voy a sacar la lasca de tu espalda — asentí. Una a una las fue quitando, unas dolían más que otras, unas eran más largas que otras pero sin duda, las que dolieron más fueron en donde me faltaba piel. — Esto es una quemadura de segundo grado, la lluvia te ayudo pero no lo suficiente, voy a colocar gasas y encima de estas compresas frías — abrió un paquete de gasas, me preparé mentalmente. — Resiste — su voz resonó en la habitación, el contacto de la tela en mis heridas, me hacían maldecir hacía dentro. — ¡Puta madre! — solté cuando unas gotas de agua cayeron en donde el área de la quemadura. — No puedo aplicarte nada ahí, existe el riesgo de irritación — eso significaba que existía la posibilidad de tener que ir a urgencias. 
— Ahora iremos con tu tobillo — tomo la sabana azul y la dejo caer sobre mí. — No queda de otra, hermano. Tendremos que ir al hospital para ver la gravedad de tu fractura — baje la mirada, si tendríamos que ir después de todo. — ¿Qué sucedió? — exhale profundamente. Ella sabía el rollo que tenía con Alonso así que cuando le dije lo que sucedió se limitó a besarme en algún punto de mi cabeza, acarició mi cabello. — Vámonos — se levantó de aun lado mío, me arrojo una muda de ropa que fuera fácil de quitarme. Salió del cuarto para que me vistiera, me gire con cuidado tirando las compresas y una que otra gasa, era mi tobillo derecho el que estaba fracturado. Exhale, sabía que estaba emputada pero que dejaría que yo tomará el asunto en mis manos y si veía que iba a caerme de nuevo intervendría.
— Termine — dije, entró, la luz dejo verla bien, tenía los ojos cansados pero aun así seguía de pie. Me ayudó a levantarme para ir al carro, una vez dentro aceleró y nos fuimos al Hospital. Ella dijo que estaba en la cocina haciendo la cena pero no me di cuenta que estaba estrellado el garrafón de agua y eso fue lo que origino todo. Siendo franco, ni yo me lo creía pero al parecer para los doctores fue suficiente, me dieron un par de analgésicos para aliviar el dolor de la espalda, me enyesaron el pie y me dieron una crema que ayudaría a cicatrizar mi quemadura. Al girarme a ver el reloj me di cuenta que apenas eran las cuatro de la mañana. Me dieron un par de muletas. 
— Gracias Yaya — me volteo a ver mientras caminaba con las muletas. — No agradezcas, Jos. Mereces personas que te den, no que te quiten, ya te lo he dicho — baje la mirada — Tranquilo, estaré aquí para ayudarte — nos detuvimos y me abrazo, solté las muletas para corresponder también, su calidez arrullaba mis miedos en ese momento. Se separó de mí con los ojos llorosos, se agacho a recoger lar muletas y me las entrego. — Vamos a casa — me abrió la puerta. Una vez dentro caí rendido en el auto, el trayecto no era largo, no sé qué paso mientras dormía, solo supe que amanecí en la cama.
Había una tarjeta en mi buró. “No saben”, sonreí de lado. — Jos, ¿Ya despertaste? — mi madre estaba del otro lado de la puerta. — Si má — giro la manija, se recargó sobre el marco de esta. — ¿Qué intentabas hacer allá abajo? — Dijo mientras negaba — Me debes una vajilla nueva, José Miguel — asentí. — Me alegro que no haya pasado a mayores y cuida ese tobillo, carajo — empecé a reírme nerviosamente. — No te preocupes por los chicos, aún no saben — baje un poco la mirada. — Les puedes decir que me enferme — alzo una ceja — ¿Tu? ¿El chico que come helado bajo la lluvia, que come en la calle cualquier porquería y no necesariamente comida, enfermo? — mis mejillas empezaron a arder. — Déjamelo a mí — se acercó a la orilla de la cama, se sentó y me abrazo mientras inclinaba su cabeza sobre la mía. — Descansa, Cinaferonte — rodé los ojos. — Ma — se giró mientras sostenía la manija — Gracias — me regalo una sonrisa y cerró la puerta.             
Atl estaba recargado contra la pared, tenía los brazos cruzados y una mirada difícil de describir, no sabía si era enojo, tristeza o alegría. Se separó de la pared — ¿Alguien sabe de esto aparte de mi o tu hermana? — Asentí — Mi madre, lo supo ese día, no quería mentirle, además ella es mi guía y yo su aprendiz. Todo lo que pueda decirme mientras esté viva lo voy a aprovechar, también lo sabe mi padre pero él es más reservado — tomó una almohada — Me alegro de saber eso Jos, no te quedes callado — se levantó y me arrojó la almohada, tome su campera y se la arroje dando inicio a una guerrilla de cosas, creo que eso fue el inicio de algo que quizá no estaba en mis planes pero hay algo de cierto. Sería algo de lo que estaba seguro que no me arrepentiría. 
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 2.

Mensaje por Mike Gallagherry Vie 17 Dic 2021, 11:48 pm

WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Img_2024

Capítulo 2.


La mañana parecía ir cada vez más lento, alcé mi vista y lo vi durmiendo sobre la cama de manera horizontal, parecía muerto, tenía los brazos extendidos pero estaba de manera vertical, la luz del amanecer pintaba su cabello, ahora sé que es una maraña castaña y no negra como la mía. Lo que me confirmo que aún estaba vivo era que tenía sus labios ligeramente separados dejando escapar un silbido. 
Trate de levantarme con cuidado, a pesar de que ha pasado ya seis meses desde el accidente aún me duele mi tobillo en las mañanas, con sumo cuidado flexione mi pie para no mover tanto a Atl. Logré sacar mi pie y ahora sí, busque mis botas, no recuerdo en que momento las avente o en qué momento me las quite pero eso es lo que menos me preocupa, las encontré y me las calcé, me encamine a la puerta, comenzaba a dolerme horriblemente, era como si me lo quebraran de nuevo. 
— ¿A dónde crees vas bestia?- me giré — ¿Bestia? — me recargue contra la pared, de verdad me está doliendo — sí, Bestia, duermes igual que una pero golpeas tan débil como un pug — lo mire de reojo, en realidad no me molestaba que me dijera bestia, lo que me enojaba era que comparara con un pug — Voy a mi cuarto por mi cargador y después iré a desayunar — Aprendí a guardar la calma ante el dolor así que era fácil engañar a las personas cuando me dolía, sentía como martillarán sobre mi tobillo — Te veo en el café de enfrente, ¿vale? — asentí.
Salí de su cuarto caminado bien, lento pero seguro. Me sentía como la bruja de Blanca Nieves de los Hermanos Grimm, bailando en zapatos de acero caliente como castigo, el dolor es intenso todo el día y es difícil apaciguarlo con analgésicos durante todo el día, aparte de que no puedo estar medicándome todo el tiempo. Llame al elevador, las puertas se abrieron, afortunadamente estaba vacío, llegue a mi piso y con cuidado comencé a caminar. Juro que podía oír crujir mi tobillo, el dolor se elevaba, comenzaba a detenerme, a ser paralizado por la intensidad, logré arrojarme a la perilla girándola, comencé a arrastrarme a la cama, pase de sentir un cinco a un siete, me levante sobre mis codos, estaba cerca, aceleré mi paso.
— Aquí estas — saque el estuche, arremangue mi suéter arriba de los codos. Mis manos temblaban, inhale controlando mis temblores. La jeringa ya estaba preparada así que solo tuve que clavarla en mi antebrazo, la sensación de adormecimiento comenzó, me inyecte los cinco mililitros. 
— No serás ni eres un adicto, Jos. Es para aminorar el dolor, no es medicamente correcto. Puede generar problemas a corto plazo debido a las cantidades que te prescriben — mi madre y Fernanda estaban paradas a un lado de la cama con un estuche turquesa — Te ayudaré a controlarlo y como calcular cuánto debes inyectarte, Jos — asentí. Levantó las cobijas para descubrir mi brazo — Relájate y platícame algo — cerré los ojos al sentirme raramente anestesiado — Duerme Jos, lo lograrás con el tiempo — escuché a mi madre. 
Los doctores dijeron que el dolor iba a ser permanente pero que sería más intenso en climas fríos y en las mañanas, tiene que ver con algo residual. Como a las personas que les quitan la vesícula y a la mayoría les duele el hombro derecho cuando hace frio, es el ejemplo más cercano que tengo. Traté de incorporarme lentamente, ya estaba acostumbrado a la sensación e incluso a sus efectos que vendrían después. Me acerque a la mesita de noche para sacar el cargador, ronde alrededor de la habitación para ir acostumbrando mi caminar. Salí de la habitación hacia el elevador, lo llame. 
Las luces neones blancuzcas iluminaban mi rostro, me miré en los espejos. No había forma de aminorar el efecto en las pupilas más que usar lentes de sol, salí al lobby. Las calles estaban desiertas, no los culpo, ni yo me recuperaría de las vacaciones de fin de año, cruce Campos Elíseos a la cafetería que estaba frente al W. Entre lentamente, realmente trato de ser veloz mientras estoy bajo el efecto las primeras horas pero me resulta difícil, aparte de que parezco autómata.
— ¡Ey! — giré mi cabeza a donde estaba Atl. Espero no cagarla, en serio no quiero. Salude con mi mano, me balanceaba al ritmo de la música del local. Me senté frente a él. — ¿Fuiste por eso? — agite el cargador que estaba en mi mano. — Lo puedes conectar, por favor — asintió lentamente, sonrió de lado mientras se agachaba. — Hola bienvenidos a Entre semillas de café. ¿Ya saben que pedir o gustan una recomendación? — Atl se levantó rápidamente — Un smore’s con un Frappe de Oreo, por favor — sus cabellos se habían despeinado, las luces del local eran amarillas y cálidas. — Una malteada de chocolate y una dona Homero — el chico nos vio y se fue.
— Deberías probar esas donas, son muy buenas — asintió de nuevo — Lo haré, deberías de probar el frappe de Oreo, es muy bueno — dijo alzando la mirada al techo. — Lo haré — me recargué contra la ventana del establecimiento. — ¿Estás cansado? — Asentí mientras le daba una sonrisa o el intento de una. No lo negaré, a veces siento la necesidad de irme, como el instinto de un pájaro que le dice que es tiempo de migrar. — Sabes, a veces siento que soy tan monótono, cómo el blanco en un hospital. Siento que si yo me fuera de la banda muchas cosas marcharían bien e incluso les iría mejor — me veía con expectación. — No te menosprecies tanto José, todos tenemos rachas malas e incluso llegamos a sentir que el mundo se desmorona, pero vamos es parte de madurar. Cada nuevo número en nuestra escala de emociones nos acerca al diez, un diez tan metamórfico que puede ser alegre, triste, frustrante, doloroso — me despeinó del cabello — ¿Cómo las grageas de chocolate de Harry Potter? — me sonrió — Exacto, igual a las grageas — llegaron nuestras bebidas. Realmente no estoy seguro de cómo hacer las cosas, quiero salirme de la banda de una manera amigable pero dejando en claro porque me voy y quiero llevar mi vida. No quiero estar atado a tiempos prediseñados, quiero disfrutarlo y envejecer bien, cómo los vinos. 
— Me saldré de CD9, Atl — bajo su vaso mientras acercaba más la silla. — ¿Por qué Jos? — sentí una pesadumbre nacer de mi nuca, me giré hacía el lobby del hotel, estaban ahí. — ¿Tienes algo que hacer? — sacó su celular del bolsillo. Movió su pulgar de manera ágil. — No hasta las tres en Plaza de las Estrellas“Vive tu vida como debes, no cómo sabes hijo”, asentí. Tome la dona y el celular mientras Atl iba a pagar, la sensación de ingravidez y lentitud se había disipado con la azúcar así que no tendría problemas al correr. Salimos del restaurante. — Ven, vamos lejos — caminé rápido hacía el Parque Wistorn Churchill, Atl venía detrás de mí — ¿A dónde vamos, Jos? — miré hacía el otro lado de Paseo de la Reforma, estaba el parabus del metrobús frente a nosotros. — Vamos a dar un paseo —
Cruzamos el parque, no era necesario que volteará hacia atrás para confirmar que nos habían visto; las luces lamian la tierra en colores y nuestros pasos sacudían las hojas caídas, corrimos sobre la avenida al ver que se acercaba el autobús. Abordamos el autobús justo en el momento en el que ellos se quedaban en medio del camellón, saqué mi cartera: “La necesitarás José”. Gracias madre, pasé dos veces la tarjeta y subimos al segundo piso. — Ya no me siento a gusto estando ahí, simplemente ya no, incluso me es difícil decirlo. — estábamos sentados hasta atrás.
— Qué tus decisiones no se basen completamente en una persona y menos si es una decisión de ese grueso — suspire. Recargue mi cabeza sobre su hombro mientras comía la dona, eso era lo que menos quería, que esto se basará completamente en  Alonso.
— Tranquilo, ¿Tienen algo grueso que hacer juntos? — asentí — Todo menos una gira o grabar un disco — suspiré sonoramente — Solo un disco, Atl — nos desparramamos sobre los asientos. — ¿Cómo piensas salirte? — mi bolsillo comenzó a vibrar, sabía que eran ellos. — Pienso decírselos individualmente, primero con Alan, él ha sido quien me ha cuidado después al final de cuentas — me sorprendía que realmente fuera a tomar esa decisión. — Empezaré a vivir mi vida como debo y no como sé — sentí como giró su cabeza hacía mi, beso mi coronilla — Todo estará bien, Jos. Ya lo verás — nos acomodamos mejor en los asientos. Me encanta eso de las mañanas en las vacaciones de Enero, no hay muchas personas que se atrevan a salir con este frio. El estaba recargado del lado de la ventana y yo sobre su regazo, era tan maravillosa la vista trasera del asiento de enfrente. “Llegando a Hamburgo, correspondencia con línea 1, dirección Indios Verdes – El Caminero” Giré mi cuerpo, ahora mis ojos ven hacia el techo y las largas pestañas de Atl. — Antes de que te duermas, ¿Dónde nos bajamos? — miro hacia la ventana. — En la Alameda Central, vamos a la pista de hielo antes de que la quiten, ¿Qué hora es? — revisa su reloj. — Son dos y media, hagamos esto, acompáñame a Plaza de las Estrellas y después no venimos a la pista de hielo. ¿Te parece? — Asentí. 
“Llegando a: Glorieta de Colón, correspondencia con línea 4 Ruta sur, dirección Buenavista – San Lázaro” — Aquí — nos levantamos y corrimos a la salida, las puertas se cerraron detrás nuestro. — Pido un Uber y nos vamos para allá — asentí. — Viejo, ni siquiera nos hemos bañado — bloquea su teléfono, hace boca de pato mientras revisa a su alrededor. — Hacemos esto, entramos al Hotel Imperial reservamos una habitación por una noche y dos días, nos bañamos… ¿De que número calzas? — fruncí el ceño, mierda ¿Qué talla soy?. Me desamarre la bota y revisé. — Soy del siete y medio — asiente. — nos cambiamos de camisas, sudaderas y zapatos. ¿Va? — asentí. Entramos corriendo al lobby del hotel. Era completamente blanco con excepción de ligeros manchones maple y verdaceos de las bancas que eran adornadas por un cipres limón. Me encantan esos árboles diminutos, le daban un toque soberbio a la recepción.
Atl hizo la reservación, me aleje del mostrador observando el enorme tragaluz que adornaba el techo de una manera cómicamente divina, la escasa luz de ese día nublado bastaba para iluminar tenuemente. — Vamos — asentí, caminamos sobre el pasillo en carcacol, la luz le daba un toque galáctico espectacular. Tomamos un pasillo a la derecha –de lo que creo es el primer piso- adentrándonos, el susurro de mis botas era acompañados por el goteo de sus Vans, pasamos varias puertas al cruzar el pasillo de luces crema, paramos frente a una puerta, deslizo la tarjeta y nos adentramos, el contraste de los tipos de azul era semejantes al cielo al anochecer, nos adentramos casi corriendo al cuarto, Atl comenzó a sacarse la sudadera con todo y camisa mientras trataba de quitarme las botas.
Salió corriendo sin zapatos al baño, la lluvia comenzó a caer, yo ya estaba solamente en pantalones así que saque mi celular con el cargador de mi sudadera, los conecte a un costado de la cama. Lo desbloquee y comencé a revisarlo. 
>>”José, es lo más irresponsable que has hecho, largarte del hotel en medio de la noche. Estas jodido, cabrón.” 
>>”Viejo, ¿Dónde estuviste toda la noche? Si era por las pesadillas sabes que tenías la puerta abierta a mi cuarto, aunque me alegra que Atl te haya encontrado, espero y estés bien. Avísame cuando llegues a casa, dejaré tus cosas ahí.”    
Bloquee el teléfono, peine mi cabello hacía atrás. — ¿Qué sucede? — Eso había sido rápido, Atl estaba frente a mí con la piel escurrida en perlas. — El primer mensaje es de Alonso y el segundo de Alan — le entregue mi teléfono antes de meterme al baño, corrí la puerta antes de levantar la manija para que lloviera de nuevo, el agua comenzó a caer de nuevo, mi piel se despintaba en ella dejando mis tatuajes libres de nuevo. El ancla en la muñeca salía de la arena de mi piel hasta quedar a la vista, el fénix broto de mi antebrazo junto con la telaraña en mi codo. 
La espuma nevaba a las baldosas del baño, vi el antebrazo en el que me inyectaba, tenía un aspecto más pálido que el derecho y con ligeros puntitos morados verdeceos, “No soy un adicto, no lo soy” puse mis brazos en la pared, serpientes de agua se deslizaban hasta el suelo, baje la mirada. “Realmente no soy un adicto” alcé mi vista, baje la manija y la lluvia paro. Me vestí mientras secaba mi cuerpo, salí con la toalla enrollada en mi pecho. — Flash ¿En qué piensas? — negué mientras agarraba su ropa, realmente me sorprendía que me cupiera su ropa e incluso sus zapatos. — El Uber ya está afuera — tome el celular con cargador antes de irnos corriendo de nuevo al lobby.
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 3.

Mensaje por Mike Gallagherry Lun 10 Ene 2022, 10:32 am

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Capítulo 3. 


Estaba finalizando el concierto de Atl en Plaza de las Estrellas, me había dejado con su Staff desde el inicio del concierto, me parece realmente asombroso como a pesar de que es de familia es un chico con una humildad increíble. De vez en cuando revisaba mi celular en caso de que me llegará un mensaje de Yaya o de Alan, pero lo único que tenía era un mensaje de WhatsApp de Alonso, guarde mi celular, las luces del escenario convertían el recinto en un ambiente bohemio. 
— Oye, pregunta Atl que si quieres salir al escenario — se me acerco un chico de ojos venado con una diadema en la cabeza — Claro — el chico se quito la diadema y me la entregó. “Ahora conmigo un invitado muy especial”  me fui acercando a la escalinata, antes de salir me detuve, escuche las voces rugir estallar. “Alan, Plaza de las Estrellas” lo envié, “Un aplauso para Jos” voces gritaron aún más. Salí por un costado entrando al escenario, había un banco alto junto con una guitarra. Salude, realmente me era raro estar compartiendo escenario sin la banda, me senté. — ¿Qué vamos a cantar? — tome la guitarra nervioso, la adrenalina se sentía cómo el primer escenario. — New Rules — sentí una presión en mi pecho. 
One, don’t pick up the phone. You know he´s only calling ’cause he’s drunk and alone1
“Apenas había pasado una semana desde el accidente, Alan junto con Julieta y Freddy eran los únicos que se habían parado a verme desde el accidente. Alan sospechaba que no había sido un accidente de cocina, sospechaba de Alonso. La noche en la que me vinieron a ver estaba con el cielo despejado, la luna entraba tranquilamente por la ventana. Mi celular comenzó a vibrar en el buro, me estiré para tomarlo, era Alonso.
La luz de la luna se volvió espesa, comenzó a arrastrarse el aire frio debajo de la cama, un crujido rasguño mi tranquilidad. Comencé a inhalar miedo, las sombras se escurrían por mis ojos. No estaba listo aún para enfrentarlo, me faltaba coraje para encararlo. El teléfono ceso, quizá se equivocó. La pantalla se iluminó de nuevo, el miedo brillo en mis ojos, cerré los ojos y fui devorado por mis miedos, realmente quería desaparecer en ese momento, sentí la sensación de humedad sobre mi piel. No podrás esconderte siempre, José. Su voz retumbaba en mi cuarto, sentí cómo si me estuviera ahogando, abrí los ojos y estaba mi mirada lechosa, solo veía en crema y húmedo. El calor volvía. — ¡No! — sentí mis manos sujetadas mientras luchaba por salir, el ardor comenzaba a atacarme  de nuevo. La vista lechada se iba escurriendo en oscuridad. — ¡Hijo estás conmigo! — giré hacia donde estaba mi madre. Mi cuerpo estaba húmedo. — No podrá hacerte nada, es solo un recuerdo — gire mi vista pensando que estaría Yaya o mi padre ahí. Solo estaba ella, se acostó conmigo, sus latidos eran fuertes y tranquilos. Comenzó a tararear una canción, lo que más recuerdo de la letra era: Hay veces que quisiera ahogarte en un grito y olvidarme de esa imagen tuya, pero no me atrevo.”
Two, don’t let him in. You’ll have to kick him out again.
“Estaba frente a Alonso de nuevo, todos pensaban que éramos los mejores amigos e incluso que éramos pareja, pero las personas que estuvieron desde el inicio de la banda sabían que la persona a la que soy más cercana en la banda era Alan. Siempre fue así y siempre lo será, él era quien me ayudaba cuando estaba mal, él era quien sanaba las heridas cuando me peleaba con Alonso o con alguno de mis novios. No él. Quiero a Alonso, la verdad y no negaré que es atractivo pero simplemente éramos imagen, solamente eso. 
El atardecer peinaba su cabello tras los cristales arcoíris del metrobrús, era cómo ver un arcoíris en el infierno, un infierno en donde hay agua. Simplemente la maldad tenía nombre y apellido. Muchos lo conocía como Edom, yo lo conocí con el nombre de Alonso Villalpaldo. 
Los autobús venían e iban — Vamos, borrón y cuenta nueva — sabía que volvería a pasar, baje mi mirada al tobillo. Un metrobús se acercaba hacía El Caminero, le toque la mejilla, tensó su mandibula. — No puedo perdonarte, pero si puedo ayudarte a que este sueño no acabe — comencé a caminar con las muletas hacía el bús que iba llegando, lo aborde dejándolo ahí. 



Three, don’t  be his friend. You know you’re gonna wake up in his bed in the morning and if you’re under him, you ain’t getting over him.
Su recuerdo me corroía, sentía cada segundo peor que el anterior, el portazo detrás de mi madre me regresó a un estado de somnolencia, quería ir a buscarlo, estar a su lado. Las lágrimas comenzaron a salir, sentía cómo una presión en mi pecho acababa con mis ganas de vivir, con mis ganas de salir adelante. — ¿Por qué no me mataste? — mi voz resonó en la tarde del cuarto.   
—  ¿Algo que quieras decirme Jos? — me levanté de golpe, me giré con el corazón en la garganta y con el rostro ardiendo. Estaba ahí, no se había ido. Claro que le dije todo, sus ojos arena me veían con suma atención. — Tenías muchas razones para irte, ¿Por qué te quedaste? — mis hombros se hicieron plomo, un dolor abisal crujió en mi columna fragmentando mi espíritu, mi amor. — Porque lo amaba — sus ojos me vieron con dureza, una dureza que vivía dentro de ella. — Escucha lo que te diré José, nadie a quien dices amar te daña de adrede y mucho menos trata de asesinarte, no quiero decir te lo dije, pero… él era malo, muy malo pero creiste que podías cambiarlo — hizó una pausa — No puedes cambiar a las personas — inhale, me dolía todo el pecho. — Alonso es de Alonso y nada más, José — “

Acabamos, baje la guitarra mientras veía a Atl. Se levantó de su banco hasta donde estaba, me levanté y me abrazó, sabía que aún no lo hubiera sentido ya era un mar de lágrimas. — Lamento mucho lo que te haya pasado — beso mi coronilla — No te preocupes, ya pasó — nos acercamos a la orilla del escenario, nos despedimos en una reverencia antes de bajarnos. — No había visto que tenías tatuajes — me rasque la cabeza. — No me dejan tenerlos, pero bueno como te diste cuenta no soy muy bueno haciendo caso — reí nerviosamente. 
Salimos por el estacionamiento, realmente no queríamos lidiar con la prensa. — Yo pido el Uber esta vez — asintió mientras guardaba su celular. Salimos del lado de Marina Nacional, nos sentamos en la banqueta mientras lo esperábamos. — Tengo un ancla en la muñeca — alcé mi brazo y baje mi manga — una telaraña y un fénix — arremangue la sudadera un poco del otro brazo. — Wow, también tengo tatuajes, son cuatro apenas — un auto se detuvo frente a nosotros. — ¿José Miguel? — nos levantamos, ambos nos pusimos atrás. Iríamos a la pista de hielo del Zócalo y al Filux, creo que eso ameritaba una deliciosa cena, realmente me moría de hambre y bueno, siendo honesto creo que es momento de que sea libre, igual de libre que los leones en lo salvaje.     
El auto giro a la derecha, el Sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas de la Ciudad, me acosté en el asiento y recargue mi cabeza sobre el regazo de Atl, a veces el ocaso iluminaba mi rostro, él solo se dedicaba a acariciar mi cabello mientras yo me encargaba de ver el techo y muy de vez en cuando por lo que me dejaba ver la ventana. Entraríamos por Rio Mississippi para arribar la Diana Cazadora y con ello Reforma. — Me voy a dormir un ratito — el arrullo del auto junto con el apapacho de Atl me gustaba y era algo que me tranquilizaba. 

“El atardecer soplaba sobre mi cabello al igual que sobre mis pensamientos, me tiré de espaldas y un par de brazos me sostuvieron, me giré y ahí estaba una melena pelinegra, me regresé y comencé a correr. Mi playera ondeaba con la luz, giré mi rostro, Atl venía detrás de mí, su risa era contagiosa y se perdía con el viento que colorea la noche detrás de él, giré mi rostro observando cómo los campos de trigo se abrían paso hacía nosotros. El aire despeinaba su cabello que lo hacía ver un borrón de tinta sobre el anochecer, giré mi cabeza justo en el momento en el que me abrazaba para tirarnos sobre el pastizal” 

— Jos, levántate — me incorporo  en cuanto sale Atl salgo detrás de él, estábamos sobre Balderas, cruzamos la avenida esquivando el metrobús. Estabamos en la Plaza de la Soledad, los puestos de comida y ropa estaban enfilados en los costados, recuerdo que al salir del Palacio de Bellas Artes por algún trabajo de la prepa o después de surtirme de Comics en la Friki Plaza venía a comer aquí.  — Venden unos Hot Dogs muy buenos ahí — Atl me giró a ver con rareza. — Hazme caso — caminamos esquivando a la gente, el vapor a salchicha y pan golpearon mi rostro. — Jovenazo, ¿Cuánto tiempo? — nos sentamos en los bancos verdes, puesto que se respeta sus bancos son verdes o azules — Ya mucho, Ferras. Me das tres con todo y… — Atl se quedó viendo el menú. — Unas papas sin crema — Ferras caminó hacia otro puesto en donde estaba Zuricata, uno era lo contrario del otro. Ferras era alto, con cuerpo y agilidad de mesero que era acompañado de un cabello cobre con ojos hazel y Zuricata era un exjugador de americano de cabello miel y ojos grises. Ambos estudiaron en Ciudad Universitaria pero uno en Negocios Internacionales y otro Economía y formaban parte del Sindicato de Comerciantes del Corredor Turístico Juárez – Alameda, mejor conocido como Jabalí. Ni yo entiendo de donde salió el nombre clave.
Al poco tiempo regreso Ferras con las papas de Atl, ni corto ni perezoso comenzó a prepararlos. — ¿Para llevar? — asentí, los puso en una charola con las servilletas encima. Pagué y nos fuimos. — Ahí me saludas a todos — me chiflo antes de perdernos entre la gente. — Me cayeron bien — acoto Atl mientras buscaba un lugar donde sentarnos. — Si — sonreí de lado, ¿Por qué diablos todas mis historias comienzan con algo trágico? Es algo que me he preguntado desde que tengo conciencia. La forma en que he conocido a las personas que quiero inicia con algo triste, tan triste como la misma decepción amorosa. — ¿Quieres? — me tendió las papas y yo los Hot Dogs, les dio un mordisco mientras yo me llevaba varias a la boca. 
— Jos, saben deliciosos — dijo mientras trataba de comerse ese mordisco que tenía en la boca. — El tocino le da el toque — alzo su mirada al cielo e hizo un llamado a Chewbacca o algo parecido. Ambos estallamos en carcajadas, el trato de pasarse el bocado sin morir en el intento. — Teasy Romero lo logró — negué, reía sonoramente. Nos sentamos en los peldaños que subían a la plazoleta. El festival estaba frente a nosotros, no sé en qué momento termine de comer y comencé a tararear la canción, no era una canción cualquiera. Era la canción, la canción con la que estaba aquella noche de regreso del hospital. — Oh, I've been shaking i love it when you go crazy, You take all my inhibitions, baby, there's nothing holding me back —
Es una muy buena canción, Jos. — Lo giré a ver, tiramos la basura en el bote que ahí estaba, me tomo de la mano mientras comenzábamos a correr, nuestras pisadas levantaban las hojas que habían caído, la oscuridad del cielo reflejaba los colores del aire y proyectores que ahí estaban. Algunos de los árboles se elevaban cómo grandes pilares que sostenían la ligereza del viento. Las fuentes de Poseidón y Atenea eran iluminadas por el Filux, seguíamos corriendo tomados de la mano esquivando mentadas de madre, codazos y carriolas. — ¿A dónde me llevas? — se detuvo frente al kiosco, estaba cubierto por un tela en la que se alumbraban elefantes y jirafas. El agua de las fuentes se pintaban en atardecer. — Es muy bonito — gire a ver a Atl que tenía la mirada fija hacia la estatua de Beethoven. 
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Re: WOLVES (Jos Canela x Atl Garza)

Mensaje por Mike Gallagherry Lun 10 Ene 2022, 10:35 am

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Capítulo 4


Cruzamos Eje Central hacia Madero, un arco de “hielo” nos recibió, el aire soplo trayendo nieve y hojas. Me abrazo por detrás mientras caminábamos al Zocalo, realmente se veía fantástico. Las series deslizaban sus luces por los balcones y se escurrían hasta el piso, hileras de faroles con heno y esferas decoraban todo la calle dando un toque chingón. 
Las luces coloreaban la oscuridad de la calle, el aire soplaba moviendo las hileras de los faroles y espirales metálicos en la calle, luces de bengala escurrían de las varitas que traían mis primos. Una inmensa piñata era movida de izquierda a derecha mientras Alan trataba de alcanzarla, las risas y las voces derretían mi dolor. — Vamos Jos, con las muletas — dijeron cuando termino Alan. Mi madre estallo en carcajadas al igual que Yaya. 
— ¿Qué recordaste? — nos detuvimos en el último de los semáforos antes de llegar a la plancha. Una iglesia se alzaba, una mole del color del chocolate con torres puntiagudas y un enorme campanario nos veía. — Un día bonito nada más — me recargue sobre la reja que las separaba de la calle. — ¿Sabes? Esta iglesia me recuerda un poco a una historia de guerreros que matan demonios — me miro mientras la ciudad se reflejaba en ellos. — Si, Nefilim se llaman. Guerreros al servicio de la Iglesia, se decía que tenían sangre de ángel — asentí, me tomo de la mano y cruzamos la calle, se abria paso un enorme árbol de navidad iluminado de rosa, verde, blanco, morado y azul. 
La calle estaba cada vez más concurrida, de hecho estaba muy concurrida. Cruzamos hacia la plancha del zocalo, hasta ahorita agradezco que todos estén metidos en sus teléfonos. Mi bolsillo vibro:
>> Jos, viejo. Llámame cuando llegues. 
>> Okay.
La “nieve” seguía cayendo, los toboganes eran iluminados en base al color del árbol, me detuve por unos minutos. Me sentía por un momento bien, no tenía que esforzarme por estar bien porque ya lo estaba, simplemente era genial, simplemente esa era la palabra que lo definía. Genial. — Ven — caminamos hacia el tobogán. — Hola chicos, sus boletos — me giré hacia Atl, el solo saco su celular y le enseño un documento. — El chico sonrió y nos acompañó hacía arriba — Bien, les daré estos tapetes, por nada del mundo se les vaya a ocurrir sacar las manos o pies de este tapete, ¿Entendido? — asentimos, ya estábamos arriba. Sin duda alguna tenía la mejor vista de todas, la catedral iluminada en un fulgor perlado, los palacios antiguos de gobierno eran iluminados de navidad y posadas. Realmente me gusta como prospera esto. — ¿Estás listo, Jos? — mire a Atl, me acosté sobre el tapete, Caray, si estaba alto, gire a verlo, estaba sentado sobre el tapete, dos chicos nos empujaron.
Nos deslizamos sobre el tobogán, este se iluminaba conforme a la presión que se le ejercia. El color rasguño el aire, sentía la velocidad despeinarme, cerré los ojos por esos instantes en los que era libre y feliz. 

“— Vamos Jos tu puedes — me habían quitado el yeso del tobillo y era momento de que comenzará a caminar, Fer ya me había dado mis primeras dosis para comenzar a controlarla. Me levante del sillón de la sala, miré a mis padres y comencé a caminar, al dar mi primer  paso con mi pie derecho me tambalee mi madre estaba a punto de correr hacia mi cuando estiré mis manos en gesto de que se detuviera. — Tropezaré pero no caeré, no otra vez. — mi madre junto sus manos en un puño sobre su pecho. Estaba con las rodillas semi-flexionadas, me erguí. Es hora. Comencé a caminar, camine a mis padres que me sostuvieron en un abrazo. — No creí que la vida me regalaría otra vez el momento de ver como aprendes a caminar —“

— ¡Jos! — me giré hacia Atl, me tendió la mano para ayudarme a levantarme, realmente este chico es increíble. Me ayudo a levantarme, les entregamos a los chicos los tapetes para ir a la pista de hielo. — Vámonos — comenzamos a caminar hacia la pista — Hola Jos — una niña me detuvo, tenía un par de colitas de caballo que reflejaban la luz. — ¿Puedo tomarme una foto con ustedes? — Atl se agacho a la altura en la que estaba, saco su celular de su abrigo esmeralda. Sonreímos y me di cuenta, Atl me estaba viendo en la foto. — Gracias, ¿es tu novio? — Mis mejillas ardieron, estaba por contestar cuando sus padres llegaron —  hija no vuelvas a irte así — sus padres alzaron su mirada. — Amor, esos no son los chicos que te gustan — asintió — Ya les pedí una foto — se soltó y me abrazo, apenas me llegaba a la cintura su cabeza, me soltó para ir con Atl y abrazarlo — Serían una bonita pareja — regreso con sus padres, los tomo de las manos y se fueron perdiéndose entre la gente con su abrigo esmeralda. — ¡Lindo abrigo! — la chica giro su cabeza y nos dedicó una mirada. 
Llegamos a la pista de hielo, dejamos nuestros zapatos y nos calzamos los patines de hielo. — Recuerden en no poner todo su peso de un solo lado porque podrían caerse feo, piernas rectas y como si fuera en tierra — nos recordó otro chico, salimos de las gradas a la pista, había un muchacho alto de cabellera castaña que sostenía a otro más bajo, la pista iluminaba los ojos zafiro del menor. Ambos estaban tomados de la mano mientras el mayor cargaba al de ojos cielo, el chico enrollo sus piernas en la cadera de este al igual que sus manos en el cuello, el más grande lo sostuvo de los muslos. Sonreí de lado, realmente hacían una linda pareja, el mayor patinaba como si fuera respirar, con esa sencillez. 
— ¿Hacen linda pareja no? — Atl asintió mientras me tomaba de la mano para adentrarme un poco a la pista, mis pies estaban rigidos, bastante diría yo parecían de plomo, caí con fuerza hacia delante. Atl se arrodillo — ¿Te duele algo? — me gire para ver el cielo — Solo el orgullo — se me había ido el aire cabrón. — ¿Si quieres los podemos ayudar? — eran los chicos que estaban ahí, Atl me ayudo a levantarme — Soy Hayes y el es Aaron — ya una vez bien incorporado pude verlos bien. Aaron, el más grande, tenía un rostro salpicado de pecas — Soy el novio de Hayes — lo tomo de la cintura. — Claro, ¿Cuál es el secreto para no morir en el intento? — se adelanto Atl — Esta en confiar en que tu pareja no te va a dejar caer, también en estar bien con tu confianza, sumando eso a que no recargues todo tu peso hacia un lado ya tienes esto ganado — Hayes vio a Aaron. — Gracias chicos — ambos se despidieron no sin dejarnos sus teléfonos por si se armaba algo. 
— En vez de bestia te diré Bambi, Jos. —  ya era la enésima vez que me resbalaba y la enésima vez que me levantaba. — Tengo que lograrlo — Atl ya lo había dominado, se agacho a donde estaba — Y lo harás, no lo dudo, pero hoy no. Ven, vamos por algo que comer y despues te llevo a cualquier lado — asentí. Patinamos  hacia la salida, realmente trataba de no morir en el intento pero era difícil, simplemente era como si correr sobre los carriles de Paseo de la Reforma fuera más fácil que patinar, Atl me tomo de la mano llevándome a la salida, entregamos los patines. Algo de lo que me di cuenta apenas es que los patines tenían un LED detrás que dejaba un espectro de luz de color. 

— ¿Estás bien? —me gire hacia él, en ocasiones pienso que hubiera pasado si yo no hubiera estado en la banda, si me hubiera negado desde un principio; las luces siguen iluminando la noche y brillando en su rostro, caray. ¿Tendría todo lo que tengo ahora? Y no me refiero a las cosas si no a las personas, las lecciones aprendidas, ¿Las tendría? — Si, solo pensaba… — — … un mundo alterno donde no eres un CD9 — asentí apenado — Jos, que te quede claro, estarán las personas que tengan que estar en tu vida, no importa si decidias ser abogado, veterinario o un conductor de trenes. Estarán las personas que tengan que estar — le sonreí, realmente agradezco haberlo encontrado hoy en la madrugada. 

Caminamos hacia la azotea de uno de los palacios aledaños al zócalo, realmente me parecía increíble lo rápido que pasó el tiempo y la poca hambre que tenía, diablos. Subimos por una escalera sumamente estrecha que era iluminada por series amarillo perlado, ¿Sabes? En algún momento creí que encontraría el amor en Alonso, no importaba que me peleará con él, siempre estaba a su disposición y lo cuidaba, recuerdo una vez que estábamos en la Prepa y estábamos peleados; mandé a Alan que lo vigilará, que me avisará si se iba con Victoria o con alguno de sus amigos. Al final del día me dijo que se había ido con ella. Ese día lloré, una de tantas veces por él, eventualmente nos volvimos a hablar, me llevo a tomar un café y platicamos por horas. Lo había vuelto a hacer y volvía a caer. Antes del accidente recuerdo que el estaba soltero y yo estaba empecinado en que lo lograría pero al final de su cumpleaños, de haber sabido que mis esperanzas se irían con el atardecer no hubiera ido. 

“ — Entonces Villalpaldo, ¿Ya tienes a una chica? — gire a ver a Freddy, las luces de los autos se escurrían en su rostro, realmente me sorprendía que no me lo hubiera dicho. — Claro, solo espero a conocerla bien — Mi tiempo se detuvo, me sentí un estúpido en ese momento, Freddy sospechaba que me gustaba Alonso, creo que trato que la regara. —Viejo me tengo que ir — me despedí, tomé un taxi al azar y subí.”

Fue cuando entendí que el problema radicaba en las ilusiones, la mayor parte del tiempo era así. Piensas que esa persona te va a dar una chance y una oportunidad porque piensas que te dió una señal pero la realidad es otra, una muy distinta, algunos tienen el tino de darse cuenta que es una ilusión, una utopía; pero está el otro lado de la moneda, quienes nos estrellamos, en mi caso, casi morir en manos de quién amo y ahí está el problema. A pesar de que casi me mata lo sigo queriendo y esperando a que tenga una oportunidad con él. ¿Síndrome de Estocolmo, dónde? Aunque no creo estar tan mal de la cabeza, espero.
Las luces que iluminan el pasillo de la escalera deslavaban en luz el rostro de Atl, sonreí al ver como sus ojos desaparecían en la sombra que creaban  sus pestañas o quizá su cabello, solo se que se ve genial. — ¿Que sucede? — me sonrió — Me recuerdas a Cato, el hijo de la Catrina y el Catrín — se recargo contra la pared, ahora sus pómulos sombreaban sus mejillas — Te ves increíblemente guapo — sentí mis orejas arder, realmente se lo había dicho. Atl por su parte ladeó su rostro a manera tal de que sus “cuencas” me vieran, camine hasta quedar a un lado de él. Caray, subimos hasta llegar a la terraza, una chica nos sonrió y nos llevo hasta nuestra mesa, estábamos en una esquina en donde se veía perfectamente la plancha del Zócalo. Las sillas eran sillones individuales de respaldo alto.
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 5

Mensaje por Mike Gallagherry Lun 10 Ene 2022, 10:38 am

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[size=48]Capítulo 5.[/size]


— Van a ser dos capuchinos y una orden de galletas de las que son amarillitas y suavecitas — dije mientras el mesero se acercaba con él menú, Atl me sonrio mientras yo me cruzaba de piernas sobre el sillon. — De mantequilla —  informó el mesero con mal genio, asentí con una sonrisa, rodó los ojos y se retiró. Atl se recargó sobre el respaldo mientras me veía fijamente. — Creo que dejamos una platica inconclusa desde la mañana —  La brisa de la ciudad arrullaba mi cabello al igual que el de Atl, tuve la fortuna de que no nos cegó la luz de villa navideña. Me gusta venir a este lugar, en donde no encierras luciérnagas en frascos sino focos. Focos muy bonitos, no hay sillas, hay sillones que ocultan a las personas y las dejan comer a gusto. 
— ¿Qué quieres hacer si te sales de la banda? — solté un largo suspiro, ¿Qué vergas quiero hacer con mi vida? — Tiempo después de cuando pasó el accidente me hice la misma pregunta, quiero ser veterinario. — ladeo un poco su cabeza — ¿Por qué? — inhale un poco.

“Estábamos en la hacienda del hermano de mi padre, íbamos cada verano a la fiesta que hacían en el pueblo en honor al Arcángel Samuel. Estaba en una región, que a pesar de ser un lugar estepario no era tan seco, nos quedábamos  en la casa solariega de mi padre que estaba dentro de la hacienda. Era una casa espectacular, tenía unos ventanales tan grandes que dejaba entrar la luz del sol y de la luna, simplemente genial.
Recuerdo una tarde en específico, estaba en la cocina ayudando a mi madre a hacer de comer cuando giré mi cabeza hacia el patio de la hacienda vi a mi padre y su hermano tirar a una oveja, la iban a sacrificar, deje de hacer lo que estaba haciendo y corrí, corrí tan rápido como podía y sin dudarlo me lancé sobre el animal.
— José, ¿Qué haces? — me giré hacia ellos — No la van a matar, ayuden con la pirotecnia o den de comer otra cosa. Pero no lo maten — mi padre ladeó su cabeza entrecerrando sus ojos — Es un animal — me gire a ver a la oveja, tenía miedo, tenía los pies  y el hocico amarrados. Mi tio lanzo el cuchillo al estómago del animal — Salvalo y haremos otra cosa de comer, falla y lo vas a desollar, solo — ambos se retiraron. 
Corrí a casa de nuevo, mi madre me vio — José ¿qué te pasó? — señalo mi camisa de franela manchada de sangre — Luego te explico — corrí a su cuarto y saque su kit de costura del esquinero, me giré al cuarto de baño y tome el botiquín. Regresé al patio, la oveja gimoteaba dejé las cosas a un lado, abrí el botiquín y tome el agua oxigenada y desinfecte la aguja al igual que alrededor de su herida  — ¿Cómo te anestesio? — trate de insertar el hilo en el ojal pero no podía. — ¡Puta madre! — sentí como mi madre se ponía a mi lado. 
— Increible que no puedes ni realizar una simple tarea — mis ojos ardía de impotencia — Respira y dime ¿Cómo llegamos a esto? — inhale mientras seguía intentando meter el hilo — Clinicamente y sin emociones — desvie mi mirada a la casa de mi tia, detrás de los cristales veía a mi padre y a mi tio verme, me levante de nuevo y esta vez corrí del patio a la cocina, fui al refrigerador y saque del congelador la compresa. El hielo amortigüaría el dolor junto con la adrenalina del animal. Regresé y volví a desinfectar mis materiales mientras colocaba la compresa sobre la herida, logré meter el hilo en el ojal y comencé a coserlo”
— Wow, cómo describes a tu madre pensé que era un pan de Dios — lo vi divertido — Me educo para dar un 20 en vez de 10, ella supo que si me exigía lo lograría — llegaron dos enormes tazas vaporosas junto con una charola de estrellas comestibles — Tengo dos preguntas ¿Lograste salvarlo? y ¿Cuántos años tenías? — me recoste un poco — Tenia 18 cuando paso y si pero murió despues, al finalizar mis vacaciones en esa casa llegó el capataz, se quito el sombrero y me dijo que había muerto por la mordida de un perro en la madrugada —  no logré decifrar la mirada de Atl pero esperaba que fuera algo bueno.
— ¿Cómo te hiciste esa cicatriz? — exhalo — No es un linda historia pero creo que eres de las pocas personas que ha sido tan directo para preguntarme eso — se rasco la barbilla 
Era el principio del verano, realmente me dolia la garganta a madres, el doctor decia que era una tos de calor pero yo sentía que era demasiado, hasta me dolia tomar agua. Si me ves pálido ahorita, en ese momento era un cadáver andante, pensé que era cáncer porque había comenzado a comer poco; esa noche recuerdo que ibamos a irnos a La Habana pero no paso.
Era de noche cuando paso, comencé a sentir que me ahogaba me levante de golpe y comencé a toser, pero a madres, pensé que escupiría mis pulmones pero no, escupí sangre. Me levanté y fui al cuarto de mis padres, cuando iba para allá me tope a mi madre, me vió. Se acerco a mi y me ayudo a bajar las escaleras, mi padre estaba abajo con mi hermana planeando el Airbnb al que nos iriamos.
El viaje al hospital fue rápido, me internaron y ahí supe que tenía cancer de garganta y requería de una operación. Mi mundo se detuvo, ¿Cómo carajos tenía cáncer?, esa era la pregunta. La respuesta llegó rápidamente, mi padre al fumar, no importaba que fuera en el jardín, nos intoxicaba a todos, ese cáncer me había estado matando desde que tenía 18 y apenas a los 19 había cimbrado mi salud.   
El doctor se fue para dejarme con mi familia, abrace a mi hermana y a mis padres. Ellos dieron luz verde para la operación, me cambie para ponerme la bata y antes de que me llevaran al quirofano mi padre me abrazó, era el unico que no aceptaba que hubiera dejado la carrera de música trunca a pesar de que ya estaba promocionando mi primer disco. Me abrazó y me pidió perdón, hasta a mi se me hizo raro — No tienes porque disculparte — me acoste en la camilla y me conectaron el suero para pasar al quirófano. 
¿Sabes? cada persona siente y ve distinto la forma en que te anestecian, cuando salí de la operación y estaba en recuperación una de las enfermeras me hablo, me dijo que cuando a ella le hicieron su cesaria sintió como se consumía en llamas, cómo si fuera un fénix. Me pregunto que había visto y yo le dije que oscuridad perpetua, ¿la verdad sabes que sentí? sentí como si cayera sobre un monte de hojas secas y después sobre agua, agua oscura que me envolvía. Podía respirar en ella pero no podía hablar. 
Ya en cuidados intensivos otra enfermera me dijo que nosotros somos los unicos que nos podemos regresar, que si nosotros decidimos quedarnos es por nuestra decision.”

 — Vaya, ¿Qué nos sucede somos perfectos el uno al otro? — soltó sin más Atl, mis mejillas ardieron, realmente creo que estaban igual que un par de jitomates. Las estrellas caían sobre nosotros igual que flashes de una cabina de fotografías, desde el momento en que lo vi en el Acapulco sabía que pondría mi mundo de cabeza. — ¿Quizá le tenemos miedo al exito? — comencé a reír mientras él sorbía de su taza. Baje la cabeza negando — Vamos, no le tengas miedo al éxito — inhale sonoramente. 
Seguimos hablando por un par de horas más hasta que la host se acercó a nosotros para decirnos que estaban a punto de cerrar, salimos por Madero, teníamos que regresar al Hotel Imperial tan siquiera para dormir un poco. Estábamos caminando por la ya solitaria calle cuando Atl se subió a una de las bancas y salto hacia mi espalda, lo agarre bien de los muslos y comenzamos a caminar hacia el Metro Allende, solo era cuestión de bajar unas calles. Me abrazaba del cuello, giramos en Motolinia para llegar a Allende. Ese tramo estaba desolado pero con varios macetones que le daban un aspecto un tanto siniestro. Se bajo de mi espalda y comenzó hacer parkour. Metí mis manos en mis bolsillos mientras lo veía moverse dando maromas de un lado a otro, llegamos a la estación y bajamos las escaleras. 
— Hola buenas noches — la muchacha que estaba ahí me vio extrañada, arrancó dos boletos de su faja y me los entrego, le di el dinero pero en ningún momento despego su mirada de mis ojos. — ¿Cómo le haces para tener unas pestañas así? — negué mientras reía — No lo sé, las herede de mi madre — le di un boleto a Atl y los pasamos por los torniquetes. Bajamos las escaleras para el cambio de dirección, me tomó de la mano y comenzó a correr, empezó a subir de dos en dos las escaleras mientras yo trataba de seguirle el paso. Nos fuimos hasta atras y justo en ese momento llegó el tren, el aire nos despeino, me tomó del cuello de la camisa y me beso. Atl Garza me estaba besando.     
Lo tome de la mejilla, el tren se detuvo, nos separamos para subirnos al vació vagón, nos bajabamos en Revolución no eran tantas estaciones pero vamos, estaba por comenzar una nueva versión de mi. Espero. Se agarro del pasamanos mientras yo me recargaba entre el espacio que había de las puertas de la izquierda y la “pared”. Se solto de ahí, me tomo de la cintura, yo lo atraje hacia mi abrazandolo.  
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 6.

Mensaje por Mike Gallagherry Miér 02 Feb 2022, 2:48 pm

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Capítulo 6.


Me levante en la mañana por el sol que daba de la ventana, giré mi rostro a donde estaba Atl. Tenía su cabello enmarañado, sonreí de lado. Tome mi celular y vi que tenía dos mensajes y una llamada perdida y un montón de mensajes de Whats. La mayoría eran del grupo que teníamos desde que iniciamos CD9 y los otros eran de mi madre, de Alan y Julieta.
“Llamar a Emergente” los pitidos me daban mal augurio de esto pero me mantenía positivo. — Hijo, ¿Dónde carajos estas? — sonreí al escuchar a mi madre — Estoy bien, estoy en un hotel y no estoy con los chicos  — exhalo sonoramente — Alan pasó a tu cuarto antes de que llegará la de limpieza y saco tu medicina, la trajo para la casa, así que si fuera tu me vendría rápido a casa — suspire mientras peinaba mi cabello hacia atrás. — Voy para allá — escuche su sonrisa — Te quiero, te veo en casa — sentí en mi pecho una sensación cálida  y especita, como miel al escuchar a mi madre decir eso — Tambien te quiero ma —
— Atl, vamos a desayunar — lo removí un poco — ¿A que hora es? — revise mi celular — Son las ocho y cuarto — hundió más su cabeza — Desayunas muy temprano pero vamos — dijo bostezando. Ambos salimos de la cama y nos calzamos nuestros zapatos. A veces no entiendo esta parte del tratamiento, hay días que duele mucho y diario pero luego hay días que no duele, como hoy. Salimos de la habitación a la recepción, la recepcionista estaba ahí con su termo de Starbucks arcoiris sobre el escritorio. Entregamos la llave y salimos, pedí un Uber para irnos. Recosté mi cabeza sobre el cristal para ver el cielo plomizo, por el reflejo de éste pude ver a Atl verme con tranquilidad, cerré los ojos mientras trataba de no dejarme llevar por una sensación de hartazgo y agobio que comenzaba a llegar igual que la lluvia.
Ya no quería que me siguiera ésta sensación, quería que se fuera de verdad, nublaba mi juicio. Sentí como Atl se acercó para tomarme de la mano, lo vi por el reflejo, comenzó a deslizar la yema de sus dedos en el dorso de mi mano, mis ojos comenzaron a picar. — Ven — me tomo de mis costados en un abrazo para atraerme a él. Recosté la cabeza sobre su pecho, besó mi coronilla e instintivamente cerré los ojos y las lágrimas cayeron.
“El recuerdo del beso en el metro me reconfortaba, sentir el aire alrededor de nosotros mientras me tomaba de mi ropa y juntaba nuestras bocas en un beso, sentía cómo si la oscuridad alrededor de mi se disipará, aquella maldad que se impregno del cuerpo de Alonso se resbalaba. Quería quedarme en ese lugar, uno en el que todo estaba bien conmigo por unos segundos”

— Jos — abrí los ojos y ya estábamos fuera de casa, asentí. Salimos del auto, el sol se metía entre las nubes dejando un suspiro de luz sobre nosotros, el clima estaba igual que yo. Buscando mejorar. Me tomo de la barbilla alzando mi mirada del suelo. — Estarás bien — me abrazo, era curiosa la forma en que me abrazaba, paso sus manos debajo de mis axilas y con sus manos las frotaba de manera rítmica, como si sus manos fueran limpiaparabrisas. Correspondí con más fuerza, aspire su aroma, tenía un leve olor a leche, raro pero me gustaba.
— José, pensé que nos dejarías por irte de vago de nuevo — escuché como la voz de Alan rompía ese momento, nos separamos y voltee a verlo, mi madre se asomó detrás de él. Sentía como el agobio regresaba con más fuerza, cuanto odio sentirme así, hubo una época en la que me sentía de esta manera, era la época de cuando mis padres interfieran en mis decisiones e incluso trataban de ayudarme para ser alguien en la vida. Mi madre dijo que era para protegerme pero mi padre, él era la cuestión, deseaba que fuera algún ingeniero, de lo que fuera pero ingeniero, llegó a tal grado su insistencia que salí de casa y no regresé en tres días. Me sentía asfixiado.
Caminamos a casa en silencio mientras le dedicaba miradas de disculpa a Atl por lo que, estaba seguro, iba a pasar. — Hola Señora mamá de Jos — mi madre negó divertida mientras la saludaba — Yaya me imagino y tu debes ser Julieta — dijo mientras las saludaba — Alan, viejo ¿Cuanto tiempo? — se saludaron y se giró a mi padre con una sonrisa bromista — Hola Señor Canela — le tendió la mano y solo escuché crujir los dedos de Atl pero no dejaba de sonreír — Tiene una fuerza increíble — acoto. — Vamos a desayunar — caminamos al comedor, los platos estaban servidos, mis padres se sentaron en los extremos, Alan a lado de Julieta y Yaya mientras que Atl y yo frente a ellos. 
Comenzamos a comer lo que había en la mesa, realmente cuando decía mi madre desayuno era la acción de quedarte hasta las doce para luego ir a algún lado a pasear y despues comer en “Los Morales” quedarnos hasta el anochecer y que cada quien, en este caso: Julieta, Alan y Atl, se fueran a casa. Regresando al desayuno, caray, mi madre se ponía explendida, cocinó un desayuno completo. Huevos con jamón, pan dulce, jugo, cecina; una belleza culinaria sobre la mesa a mi parecer.
Escuchaba las risas que soltaban todos al oír las ocurrencias de Atl, no lo voy a negar, yo era quien más se reía, mi estomago ya me dolía demasiado, ni si quiera recuerdo alguna vez haberme reído de esa manera. En un torpe intento trate de tomar pero fracase al ver por el rabillo como hacia bizcos con los ojos, volvieron a rugir las risas en casa, el timbre apenas se escucho entre las risas, me levante para ir abrir. Camine y cuando abrí la puerta mi sonrisa se quebró, estaba frente a mi, sus jades me veían con furia — Alonso que sorpresa — escuché las risas evaporarse, después el rechinar de las sillas, sentí la presencia de mi mamá y de Alan detrás mio. — ¿Me dejas pasar? tenemos que hablar de un asunto — me hice a un lado, mi padre sabía que hacer así que se llevó a las chicas al estudio con la excusa de que le ayudarán a guardar un documento. 
— No tan pronto Atl, tambien te incumbe — iba Atl escaleras arriba, se giró hacia donde estábamos los cuatro, ahora cinco, reunidos en la sala — ¿Por qué te lo llevaste? — soltó sin más, Atl seguía con una sonrisa en el rostro — De hecho nos encontramos, Alonso. Estaba en el pasillo regresando de un evento en Presidente Masaryk cuando nos topamos — se giró a verme — ¿Sabes que teníamos que hacer? — me rasqué la nuca — Alonso… no teníamos mucho que hacer, solo era ir al estudio a … — inclino la cabeza — A seguir planificando las canciones que van dentro del disco — quería que esto terminara. — Alonso, por una vez que ha faltado, mira creo que es pertinente que esto lo arreglemos en la disquera, aquí no es ni el momento ni el lugar — argumento Alan, mi madre se puso a un lado de él — Alan tiene razón, Alon. No es lugar ni el momento — asintió lentamente — Bien, tengan un lindo fin de semana — sonrió antes de marcharse. 
— Cariño, ve a bañarte — se giró hacia mi, me toco la mejilla — Tambien va para ti, Atl. Vete a bañar, puedes hacerlo en el cuarto de Jos o puedes ocupar el baño que está en el cuarto de invitados — me giró a ver, asentí y se subió. — ¡Ni siquiera sabes cual es mi cuarto! — le grite bajo las escaleras de nuevo — “Y entonces subí las escaleras siguiendo las estrellas a mi cuarto” — sonreí al escucharlo. No lo había olvidado, volvió a subir, me giré a verlos. — Es buen chico Jos, ¿o no Marina? — mi madre lo vio incrédula — ¿Como me llamaste? — Alan rasgó sus ojos — Oh vamos, somos socios de crimen, nos conocemos desde hace mucho tiempo, somos casi amigos Mar... — lanzó una mirada retadora — Señora  Madre Autoridad a quien respeto mucho Señora Rivera — empecé a reír de nuevo — Así me gusta Alan — me giré pero fue en ese momento en el que bajo Yaya corriendo y me abrazo — ¿Cuando pensabas decirnos? — palidecí rápido — Perdón — sacó su celular. — Tocaste New Rules con él — por un momento había creído que nos habían tomado una foto en el metro y la habían subido — Supuse que lo sabías — Yaya negó mientras les enseñaba el vídeo de ayer, Alan me tomo del brazo alejándome un poco de ellas — ¿Algo de lo que me tenga que enterar antes que los medios? — mordí mi labio mientras sus ojos me veían — Em, pues… nos besamos… en Allende — la impresión en su mirada me desconcertó un poco — Bien, no me esperaba — antes de que pudiera seguir, mi madre me llamo para que me fuera a bañar, creo que lo retomaremos más tarde.
Subí a mi cuarto, me sorprendia todo lo que había pasado en tan poquito tiempo, abrí la puerta y me encontré a Atl entoallado, baje la mirada. No me mal interpreten, me gusta Atl pero no quiero que piense que me gusta por su físico, me gusta su optimismo, su coraje y que me vea por quién soy, no por lo que quieren aparentar lo soy, solo no quiero estropearlo. Escuché el goteo acercarse a mi, me tomo del mentón — ¿Puedo abusar de tu confianza y tomar ropa prestada? — apuesto lo que sea que me vi igual a un jitomate, asentí y antes que cualquier cosa corrí directo al baño, me desvesti y me metí al agua. 
Terminé de bañarme y me gire al estante de las toallas. Ya no había, podría salir así sin problemas pero la cuestión es que no quería que viera mis marcas, baje la mirada a mi antebrazo, inhale y gire la perilla. Lo ví de espaldas poniéndose una playera, corrí hacia donde estaba la toalla que ocupo, me la puse en el momento en el que terminó de vestirse — Caray, José me he perdido una oportunidad para verte sin toalla — me sonroje de nuevo, creo que ese será mi color natural a este paso, sonreí torpemente mientras me giraba para sacar algo de ropa.
Para cuando me termine de vestir Atl se acerco por atras, me tomo de la cintura y acurrucó su cabeza sobre mi hombro, su respiración acariciaba con cariño dejando un leve olor a jabon entre los dos, sin duda alguna me sentía tranquilo y bien, algunos rayos del Sol se filtraban por la ventana, giró un poco su cabeza haciendo que sus labios rozaran mi piel, pego sus labios a mi cuello y los dejo ahí — Debemos intentarlo — inhale, me voltee para poder tirarnos en la cama. Mi espalda quedo viendo la ventana y la suya la pared — Bien, hay que darnos la oportunidad — con sus manos me acerco más a él, nuestras frentes estaban tan próximas que me di la libertad de observar sus ojos.  
— Jos ya vamonos... — su voz se extinguió al abrir la puerta, junte mi frente a la de él mientras cerraba los ojos. Ahí estaba Alan, cerrando la puerta rápidamente.
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Mensaje por Mike Gallagherry Miér 02 Feb 2022, 2:53 pm

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Capítulo 7.
The Night Is Still Young.


Hace un rato que salí del estudio y la verdad me siento fatal, Alonso les contó la razón por la que no fui a las oficinas; no me molestó que se los dijera, si no la forma en que lo dijo. Alan trató de ayudarme pero simplemente no logró mucho, es más creo que se enojaron más. Caminaba hacia Marina Nacional, no tenía ganas de llegar aún a casa, al llegar me senté en un parabus, es curioso que aún me duelan las heridas a pesar de que ya cicatrizaron. Escuecen en mi pecho, como algo que se clava para quedarse y recordarte algo. ¿Un corazón destrozado puede seguir latiendo? me imagino que sí, sigo aquí. 
El cielo se quebró, la lluvia era fuerte como la de esa noche — ¡Jos! — Me gire, venía hecho sopa. Reí un poco, me abrazo y recargue mi cabeza en su hombro — ¿Dia pesado? — asentí — Bueno, todos tenemos días pesados pero no por eso hay que dejar que formen parte esencial de nuestras decisiones — sonreí un poco, nos separamos, su palidez se resaltaba aún más. Insisto, le quedaría bien el apodo de #Calavera, metí mis manos en mis bolsillos, comenzamos a caminar hacia Chapultepec, cruzamos Homero, Horacio y Presidente Masaryk por Moliere, Atl se convirtió en un guía turístico que de vez en cuando nos metía a una tienda o a una panadería para poder tener algo que picar mientras caminábamos. El se terminó su dona mojada mientras yo masticaba Nerd’s. Llegamos a Parque Lincoln por una de las calles que cruzaban entre Moliere y Masaryk, la lluvia se hizo más intensa, nos adentramos en el, lo tome de la cintura, acarició mi mejilla, me acerque a él besándolo de lado, mordí su labio, sonrió al instante. Nos separamos, ambos estabamos sonriendo de lado, negué mientras me reía — Acabo de darle color a un fantasma — 
Estabamos caminando por la Fuente de Petroleos cuando nos dimos cuenta que en esa parte del bosque no había llovido e incluso estaba despejado, la luna brillaba en azul, estábamos con una vista estupenda. Me tomo de la mano mientras corríamos por un puente para bicicletas que nos llevaba al centro de la Segunda Seccion del bosque. Era un recorrido increíble a la luz de la luna, ¿Saben? me encanta sentir esto, que solo ha pasado una hora pero realmente ya llevamos toda una tarde juntos. — y es por eso que me he dado cuenta que no me has puesto atención — alcé mi ceja, ¿Hace cuanto lleva hablando? — Lo siento, me apendejas un poco Atl y bueno, ya te habrás dado cuenta — nego mientras reía. — ¿Quien te viera Jos? — lo acorrale contra el tubo del puente, lo tome de la cintura besandolo. — No te acostumbres al poder, Jos, ya será mi turno de nuevo — dijo mientras caminamos al final del puente, estábamos a un costado de la Feria de Chapultepec, lo voltee a ver y corrimos hacia una bicicleta, creo que era de un oficial. 
Atl conducía, yo viajaba en los peldaños de la bicicleta, pedaleó tan rápido que me di cuenta de dos cosas: lo fuerte que era y lo delgado que estoy. Llegamos a CasadelLago, la luna se reflejaba en el agua.

“La noche ya caía y nosotros no podíamos terminar un ensayo acerca de la vida de Elena Garro. Ya estaba fastidiado al igual que él pero lo sobrellevabamos gracias a las sonrisas que nos dabamos de apoyo. 
— José, ya no puedo más — alcé mi mirada de mi laptop — ¿Por qué? — se levantó para irse a la cocina — Porque no entiendo que tiene que ver Elena Garro y Angelina Beloff, no creo que hayan compartido la época o se hayan conocido — me levanté y camine a donde estaba — Es sencillo, ambas mujeres tuvieron un trabajo espectacular y se casaron con hombres que más tarde se volverían grandes y que a la larga se divorciaron — puso cara de -no me estas diciendo algo nuevo- — Octavio Paz se dio cuenta de lo bueno que eran los escritos de Elena sin él por lo que trato de hacerla caer en el olvido pero lo que él no contaba es que ella sería quien diera origen a un movimiento literario grande: El realismo mágico. Garro siempre peleó por no ser opacada por él, ahora bien, Angelina se casó con DIego Rivera, pero no tuvo tanto éxito con no ser devorada por la fama de él, cayó en un olvido, si no prematuro pero si denso, si es valido el termino — me tomo del rostro — Y eso por eso que tu eres el inteligente — 
La lluvia comenzó a caer de manera queda, nos subimos a su cuarto y me quite los zapatos mientras el se quedaba en ropa interior, me quite también la chamarra y me metí entre las cobijas, ambos nos dábamos la espalda pero podía sentir su calor, al poco rato se quedo dormido, yo aún veía a través del cristal como llovia y en el momento en el que cayo un trueno se giró y puso su brazo encima mio — Siempre te voy a cuidar, Jos — susurro antes de empezar a roncar” 

Cerré los ojos y lo abracé; — ¡Jos, déjalo ir! — me reprocho. alcé mi vista, — No es cierto — lo empinado de la rampa me asusto y aún más cuando acelero. Me aferre a él sin ahorcarlo, cruzamos de nuevo la Feria hasta llegar a Fernando Alencastre y girar en Molino del Rey e incorporarnos a Paseo de la Reforma. Las luces le daban un toque increible a las gotas de lluvia que caían de las hojas, el color brillaba en ellas hasta reventar en la oscuridad, seguía pedaleando, las luces de color del alumbrado generaban una emoción indescriptible en mí, las hojas cayendo a nuestro alrededor, la luna observándonos, su risa. Simplemente perfecto, seguía pedaleando con fuerza mientras me sostenía de su cuello sin ahorcarlo, los escasos autos que circulaban por Reforma iluminaban su cabello dejando al descubierto un caoba que no me cansaba de ver sin importar si estaba mojado, sucio o lleno de hojas. La Ciudad de Cristal se alzaba imponente ante nosotros, cerré los ojos. 

“Estaba en el cuarto con un chico que llevaba una cicatriz en su cuello que se escondía debajo de su remera, que portaba un atrapasueños turqueza y que sin duda alguna lograba mantener a raya mis miedos cada vez que respiraba. La luna iluminaba perlado el cuarto y parte de su rostro, dormía en mis pies, tenía mi chamarra en la cabeza”

Se detuvo y abrí los ojos, estabamos frente a uno de los parabuses del Metrbús, baje de la bicicleta, nos sentamos a esperar el autobús — ¿Es real que nos iremos en metrobús? — asintió, me despeino en el momento en el que una rafaga de aire nos envolvía. Nos levantamos y entramos, Atl sacó su tarjeta y pago. Nos quedamos en el piso de abajo, las luces neon blanquecinas nos daban un toque de película. Me recargue en una de las esquinas en el area de las sillas de ruedas, dejo la bicicleta recargada y puso sus manos en los tubos rodeandome, negue por lo posesivo que se comportaba — ¿Y a donde me vas a llevar? — hice una mueca dubitativa — Te bajaré las estrellas — 
Observamos como la ciudad se transformaba en sus ojos, dejabamos las torres de cristal detrás nuestro dando comienzo a la piedra labrada en tiempo y memorias, ahora veía como se comenzaban a levantar unos cuantos cerros en donde las estrellas bailaban alrededor de ellos, habíamos abierto una de las ventanas haciendo que nuestros cabellos se movieran sin control, me pegue a su pecho escuchando sus latidos, eran fuertes y constantes. Me tomo del menton besandome con el aire caliente de su cuerpo y frio que entraba por la ventana, un hormigueo en mi nuca se hizo presente. Movía sus labios mordiendo mi lengua o cautivando mi garganta con la vibración de su risa, sentí mi cerebro convertirse en un potente veneno.   
— Ven — coloco la bicicleta a un costado suyo y bajamos en Euzkaro. El tiempo y la distancia volaron, realmente mucho, caminamos a un costado de la avenida, el alumbrado público dejó de ser blanquecino para volverse anaranjado, no sabía a dónde íbamos o que es lo que haríamos pero sabía que sería algo sin precedentes. Nos subimos de nuevo en la bicicleta, creo que quiere llegar rápido. Aceleramos pero en esta ocasión iriamos a quien sabe donde para que me enseñará quien sabe que — ¿Cuéntame de tus antigüas parejas, Jos? — mordí mi labio con el solo hecho de escucharlo — No es algo de lo que me enorgullezca demasiado Atl, fueron personas oscuras en mi vida — asintió mientras se detenía en un semáforo — El que más me marcó, no fue Alonso — inhale sonoramente — Se llamaba Tony, era un chico que lo que tenía de carismático lo tenía en belleza. Sus ojos eran un atardecer sin duda alguna de los más bellos que había visto en una persona, tenía problemas con sus padres pero eso jamás detuvo nuestras pláticas de la madrugada, nos íbamos a dormir juntos e incluso nos despertabamos juntos, ellos estaban divorciados así que él era la papa caliente en los fines de semana. Lo ame y me di cuenta cuando la cagué Atl — me miró curioso — Ninguno se propuso ser la pareja del otro, solo se dió pero fuimos muy inmaduros para cruzar la realidad — el aire se llevaba mis lágrimas, en ese momento me di cuenta que empecé a llover. 
— Vaya, Jos no pensé que había alguien que te hizo sentir igual que Alonso — soltó el manubrio y extendió los brazos — Confía — me solté de él y extendí mis brazos, el aire galopaba en mi pecho y rostro llevándose mi dolor para dejarme en  un estado de mejoramiento. Fotosíntesis. Regreso sus manos al manubrio y yo a sus hombros mientras detenía la bicicleta, alcé mi mirada contemplando la Iglesia de la Luz. Estábamos en La Raza. — Atl, o estoy muy delgado o tienes una fuerza descomunal — sonrió de lado y caminamos hacia la entrada del metro — ¿Cómo entramos? — arranque uno de los rayos, camine de forma sigilosa hacia la puerta e introduje el rayo sobre el candado y entramos. — Recuérdame ser a la primera persona que llame cuando se me olviden las llaves — rodé los ojos. 

Tire las cadenas a un lado y empuje la  puerta, caminamos con la escasa luz que entraba por las puertas, saltamos los torniquetes — ¿Ves aquellas luces? — el aliento de Atl me estremeció en mi nuca — Si — me tomo de la mano — Nos guiarán al Universo — bajamos las escaleras para cambiar de dirección, las luces fluorescentes nos guiaban hacia un túnel que era débilmente alumbrado por la flourecencia. Subimos unas escaleras y ya estábamos del otro lado de donde habíamos entrado — ¿¡Qué haces!? — masculle cuando sentí como me cargaba mientras girabamos — Shhhh despertarás al mamut — se detuvo y rodé los ojos, sabía que no podía verme bien — Ven — me bajo y entrelazó nuestras manos — A donde sea — comenzamos a correr siguiendo las fotografías que resplandecían en la oscuridad, nuestros pasos bailaban al compás del otro mientras sentía ingravidez por todo mi cuerpo, me sentía flotar, giramos bruscamente y él quedó sobre mí. Fije mi mirada al techo, constelaciones, galaxias y estrellas resplandecían al igual que nuestra ropa — If you were by my side & we stumbled in the dark. I know we'd be alright — sonreí de lado, acarició mi mejilla mientras se acercaba. Cerré los ojos al sentir sus labios sobre los míos, mordía y succionaba dejando escapar algunos jadeos mientras hacíamos que el universo bailará a nuestro alrededor.
— ¿Qué quieres hacer ahora? — se separó, podía verle en la oscuridad. —La noche es joven, hagamos lo que sea, vayamos a donde sea, solo tu y yo — nos abrazamos, podía olerle y escuchar el latir de su corazón atravesar mi piel. Desvié mi mirada hacia el pasillo que proyectaba las fases de la luna. “Cada luna es distinta. Cada luna tiene su propia historia. Dichosos quienes pueden olvidar su mejor luna.”alcancé a leer, cerré los ojos. Prometo que seré mejor.
Mike Gallagherry
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WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Empty Capítulo 8.

Mensaje por Mike Gallagherry Miér 02 Feb 2022, 2:56 pm

WOLVES (Jos Canela x Atl Garza) Etf5ns10
Capítulo 8.
— Buenos días — sonreí a la mujer de la ventanilla, el cielo comenzaba a alumbrar servicios escolares — José, que gusto verte de nuevo por aquí — sonreí por instinto, me devolvió la sonrisa — ¿Qué va a hacer ahora? — inhale mientras esperaba que los pocos alumnos que merodeaban se fueran — Mi historial académico, voy a retomar mi carrera — abrió la boca de sorpresa mientras sonreía con los ojos — Me alegro de escuchar eso, eres un alumno muy destacado en tu área — — Gracias, no sé qué decir — sentí mis mejillas arder, hizo un gesto con la mano — No te preocupes — se giró hacia la máquina y tecleo mi número de cuenta, la impresora imprimió mi modesto historial, Yolanda se giró hacía mi — Mirá, debes Práctica de medicina preventiva y salud pública veterinaria, práctica de desarrollo rural y práctica de inocuidad y calidad de los alimentos de origen animal — asentí levemente — Gracias, te mando mensaje y salimos a jugar bolos — asintió.
Me giré y caminé hacia el estacionamiento de estudiantes, lo cruce y llegue a mi Mustang, me adentre en el — Mierda — revise el plan de estudios y las materias que debía para pasar a décimo semestre. ¿Cómo carajos lo haré?, tire de la palanca para reclinar el asiento, ¿Cómo haré las prácticas sin tener a la prensa sobre mi? Quiero que sea una sorpresa de Navidad para mi familia, aparte, es algo que quiero terminar — Bien, ya pude con nueve semestres puedo con un último — enderece el asiento y encendí el motor para salir del estacionamiento, arribe por Circuito Escolar y mi celular comenzó a vibrar, miré por el rabillo, era Alan — ¿Qué me cuentas, castor? — escuché su risa en el carro — Solo para avisarte que la junta de hoy se cambia de hora — puta madre — ¿A que hora? — — Vamos tarde por una hora — exhale — Creo que no vamos a llegar — — Yo se los dije pero no quisieron hacerme caso, estaban muy tercos entonces no le vi mucho caso seguir hablando con ellos — me orille para aparcar — Entonces no querían que fuéramos, raro — escuche como lanzaba un agobio — ¿Te parece si nos vemos en el Cuadro? — — Te veo la prepa — miré por el retrovisor y me incorpore de nuevo. Que con estos muchachos, de verdad que me sorprende lo infantiles que pueden llegar a ser. En fin.
Mi celular volvió a vibrar, giré a la izquierda y conteste — ¿Que me cuentas, Teasy Romero? — escuche cómo tosía su risa — Estoy en mi break y quería ver que hacías — sonreí, dejé que cruzaran unos chicos de bata blanca y avance — Voy a verme con Alan, ¿Qué grabas? — me incorpore a la avenida saliendo de Ciudad Universitaria —¿Quieres oirla? — sonreí más — Claro, sería un placer — seguí avanzando por la avenida, aún tenía parte de mi desayuno en el asiento del copiloto — Es que no se como llegarte he intentado muchas maneras , quizá no soy lo que espera pero yo haría lo que fuera si lo supiera, dame una señal que yo paso a rescatarte… ¡Atl ven aca! — me afiance al volante, mierda, inhale y me fui orillando para girar a la derecha. Escuche como gruñía y de pronto me puso en espera giré y aceleré. Desvié mi mirada hacía Oasis Coyoacán y mi pecho dio un vuelco, un día lo voy a traer a comer aquí — Jos, ¿Sigues ahí? — — Si, sigo aquí — me detuve en un semáforo — Era mi manager, pensó que le andaba filtrando a alguien de prensa la canción — baje la palanca de velocidad y arranque — ¿Que no te asegura que lo hice? — comenzó a ronronear una risa peligrosa — Confió en ti — me orille a la izquierda.  
 Ya estaba cerca de Cuadro — Me alegro de ello — giré a la izquierda y me adentre a una calzada estrecha que me llevaría al Jardín Hidalgo — ¿Y donde lo vas a ver? — disminuí la velocidad del Mustang  — En un café/bar que está por Coyoacán — el olor a churro y el crujir de las hojas de jacaranda comenzaban a sentirse más intenso. Cuántas veces nos fuimos pinta, cuántas veces me fui a tocar a Cuadro solo, cuántos cafés tomados y sin olvidar los churros y también los de mota en la terraza — Jos, ¿sigues ahí? — inhale — Fuerte y claro — tosí una risa, el amanecer comenzó a entrar por la cabina galopando mis recuerdos, casi podía sentir la risa de los cinco en el auto — Te fuiste — me detuve para dejar pasar a otro carro — Solo recordaba — arranque otra vez — Te decía que si algún día me llevabas — sonreí mientras la plaza se abría ante mí — Claro que si — dos cuadras más y llegaría — Te mando la canción por WhatsApp — me fuí orillando para estacionarme, podía ver el auto de Alan dejándome un lugar — Claro, pero no me hago responsable si aparece colgada en un Post de Twitter o Tumblr — sonreí — Espero que no — comencé a estacionarme — Hablamos al rato — miré por el retrovisor, si soy muy meticuloso para estacionarme — Ajá, te mandaré la reseña por nota de voz pero se escucha prometedora — divise por el retrovisor como Alan me esperaba afuera — Ey guapo te quiero — apague el carro y colgó.
Tome mi celular y mi cartera y salí, trote al otro lado de la calle — Alan, hermano ¿cómo estás? — lo abrace, me apretó tronandome la espalda. Cabrón — Bien, ¿Entramos? — asentí. Nos adentramos a un portón, cruzamos un patio enfilado de macetas con cactus y rosas, tenían aviones de papel enormes pegados en el techo y con bombillas a diferentes alturas,  Me siento otra vez un Preparatoriano de 18 años; es agradable, cruzamos un umbral y un par de mesas estaban regadas con algunos chicos en  ellas fumando marihuana, bebiendo café o desayunando — ¿Te acuerdas cuando Freddy se embriago porque tiró su colilla de cigarro en su trago? — sonreí mientras nos sentábamos — Cómo olvidarlo, recuerdo que su madre no lo dejó salir por una semana con nosotros a pesar de que él fue quien lo hizo cuando nadie lo vio — llegó un chico con rulos y nos entregó una carta, la verdad no la necesitábamos porque el menú no ha cambiado mucho desde la última vez que venimos juntos.
— Tres tacos de Spaghetti y una Coca-Cola de vidrio — miré a Alan — Torta de tamal verde con un café — le entregamos la carta y se fue — ¿Viste sí apuntó? — negué mientras me reía — ¿Entonces el chico calavera? — sonreí por inercia — Si, estamos dandonos la oportunidad de conocernos más —  entrelazo sus manos y recargo su barbilla — No doy crédito, no me malentiendas solo que no había visto esa faceta en ti, es verte en un modo tan libre, muy feliz, muy tú — sonreí — Ni yo, todo es nuevo y avanza de manera tranquila como se supone que debería ser. Yo recuerdo que quería andar con él desde que regrese de Acapulco con el idiota de Alberto — se acomodo en la silla — A ver, explicate — inhale y sentí mi pecho temblar — Lo vi desde el primer día que llegué a Acapulco, estaba acostado en un camastro con una playera horrible de pericos y cocos — sonreí de lado — No me dijiste porque te fuiste — desvié mi mirada hacia la ventana — Quería estar solo, el plan era que nadie supiera a dónde iba pero al parecer Alberto lo supo, bueno, el chiste es que me llamó la atención desde la primera vez que lo vi e hice lo posible por acercarme o que se diera cuenta de mi existencia pero no lo lograba y supuse que no lo vería de nuevo pero bueno, henos aquí platicando de él — negó en una sonrisa  ─ José, estás loco de verdad ─ me recargue sobre la mesa.
─ ¿Cómo vas con Julieta? ─ sonrió mientras desviaba su mirada a la barra ─ Vamos de maravilla Jos, sinceramente no había estado mejor ─ sonreí mientras llevaba mi mirada hacia la barra, había un grupo de chicos que se nos quedaban viendo, regresamos la mirada hacia nosotros ─ ¿Alguna vez tuviste una relación con una chica? ─ negué mientras veía como se iban acercando las chicas del grupo ─ Viejo quería comer tranquilo ─ cerré un ojo ─ Eso te pasa por tener bonitas pestañas ─ sonreí ─ Es la cruz que me toco cargar ─ me giré hacia las chicas que se habían acercado ─ Oye, le gustaste a mi amigo ─ fruncí el ceño sin quitar la sonrisa de mi rostro y sin deberla ni temerla señalaron a un chico que estaba recargado en la barra, sus orejas se pusieron rojas.
─ Diganle a su amigo que mejor él venga ─ sonreí, las chicas comenzaron a reír muy agudo y se fueron a donde estaban los demás ─ Se lo diré a tu niño calavera ─ desvié mi mirada a otro lado del lugar ─ No es necesario porque no va a pasar nada ─ asintio levemente mientras tomaba su celular, lo levanto y en ese momento llego la comida. Rico ─ Sonríe Canela ─ tome un taco y sonreí, lo ví escribir y una notificación vibró en mi bolsillo Niño calavera, cuidare bien de Canela. Leí, puse mi celular en la mesa — ¿Sabes que no tardarán en llegar? —asintio mientras le daba un sorbo a su café.  
Mi celular vibró de nuevo — Ni se te ocurra Rivera — sonreí por inercia — No pensaba en revisarlo, tengo demasiada hambre como para ponerme a revisar mi celular — le di el primer mordisco a mi taquito y de pronto comenzó a vibrar mi celular junto el de Alan, creo que los habíamos invocado, deje mi taco y tome mi celular. 
— Dice Alonso que nos están están esperando en el estudio — frunció el ceño —¿Entonces? — levanté una ceja — Ni pienses que iré al estudio, ellos fueron los que movieron todo — mordí mi labio inferior — No tenía planes de ir — sonreí con malicia — Extrañaba saltarme clase contigo — comenzamos a reírnos y dejamos los celulares sobre la mesa — ¿Y que piensas contestarle? — sonreí — Por educación le diré que no iremos e iremos a Six Flags, ¿Te parece? — cerró un ojo y desvío su mirada hacia el celular — ¿Puede venir Julieta? — rasgue mis ojos — ¿No tiene clases hoy? — me miró dubitativo — Le digo que se salga — sonreí — ¿De que te burlas, pinche chueco? — todo una risa — De que te va a mandar a muy lejos, pero va, cierrame el hocico — amaneció malicia en los ojos de Alan — No te voy a contestar — sonreí y pestañee — No has ganado Canela — se levantó y se fue a una esquina, tomé mi celular 
AtlGarza vía Twitter — Tu eres una obra de arte @JosDice 
Sonreí "¿Quieres ir conmigo a Six Flags?" Mande por privado en Twitter, esboce una sonrisa más amplia al ver que Alan levantaba el pulgar, mi celular vibró y revise, Atl me había etiquetado en un link de un tweet. Lo abrí y comenzó a descargarse una pista, me llegó otra notificación "Claro, te veo Plaza Satélite" sonreí. 
— ¿Y que te dijo? —me miró con malicia — Haber levanta el hocico —oculte mi rostro entre mis brazos — ¿Y que te dijo tu calavera? — entrecerre mis ojos — Que en cuanto se desocupara se iba a lanzar para allá — negó en una sonrisa — Llevo años leyendote, ¿Que te dijo? — trone mi lengua, no podía ocultarlo — Que lo vea en Satélite — levantó sus cejas rítmicamente — Alguien va a tener una cita — negué mientras le daba un sorbo a mi Coca-Cola. La verdad me llena de emoción verlo, no lo voy a negar, me gusta y le gusto entonces creo que se puede dar algo bien, no me agobio ahorita con ello — No sé si se le puede denominar cita — me dió un zape — Claro que sí es una cita wey — sonreí ampliamente — Terminemos de comer y vayamos por nuestras citas — asentí, no sé me gusta demasiado está sensación y creo que estoy repitiendolo una y otra vez lo mismo.
Seguimos comiendo mientras Alan me habla acerca de que le gustaría retomar sus cursos de Diseño Gráfico, de comprar Snapchat o de agregar nuevos filtros a Instagram. La verdad es que se ha dado la imagen de vanidoso y si lo es en cierta medida pero no lo define completamente y eso me consta; la verdad es que él ha diseñado las portadas de los álbumes e incluso tiene una fundación en secreto que ayuda a futuros artistas a abrirse camino o poder financiar sus proyectos para poderlos presentar. Eso sin olvidar que es quien apadrinó al FONCA cuando esté surgió de las cenizas y diseño la línea ocho del metrobús, la está rompiendo lo único que le falta ha sido ese curso, ¿Irónico, no? 
Terminamos de comer y pedimos la cuenta — Oye, Canela — regreso mi mirada hacia él — Eu — me entrega su celular Tremendo beso entre Atl y José Canela, integrante de CD9. Sentí una presión en mi pecho. Mi celular de inmediato comenzó a vibrar, lo tome y conteste — No te dije la hora y en dónde acabo de caer en cuenta — "Es él" leí en sus labios, asentí — No, no me dijiste — escuché como tosió una risa — Te parece si en media hora te veo allá adentro de Italiannis… ¡ATL! — otra vez la voz de la chica — ¡No estoy hablando con nadie de prensa! —un par de tacones se escucharon aproximándose — No es eso, quieren hablar contigo — "Relájate" rodé los ojos — Diles que mañana, ahorita estoy ocupado — escuché un suspiro cansado — ¿No crees que ya lo hice? — escuché un suspiro derrotado — Hagamos esto, vamos y ¿Te parece si te marco cuando termine? — escuché un rumor de murmullos aumentar — Claro aunque creo que nos tomaron una foto — escuché como bufaba — Lo sé, fue Paty Chapoy — dejé caer mi rostro hacia adelante — Bueno no ella, alguien que trabaja con ella, supongo que nos siguió desde Plaza las Estrellas — trague seco — Tranquilo Jos, estamos juntos en esto, yo tengo a Moira y tú tienes a Alan. Nada malo nos pasará — exhale — Escucha lo que te mandé — asentí mientras imaginaba nuestra tarde en Six Flags — Te marcó cuando termine — el chico regresó con el cambio y se fue — Creo que es hora de irnos — inhale mientras veía como un grupo se iba formando del otro lado del lugar — En un segundo le traigo sus cortesías — sonreí mientras el mesero se iba — Vámonos — nos levantamos y caminamos hacia la salida, estamos por llegar pero un río de personas comenzaron a entrar. Nos replegamos a las orillas y logramos salir, cruzamos la avenida y entramos a nuestros carros, arrancamos justo en el momento que unos chicos se giraban a vernos — ¡Ahí están! — dejamos atrás a la multitud, mi celular vibró de nuevo, conteste en altavoz y arroje el celular a un lado — ¿Qué más ocultas, José? — escuché a Alonso bastante molesto, el tiempo fue más lento — Nada que te incumba, Alonso — escuché un portazo — ¿Le dijiste de nosotros? — trague seco — Jamás existió — colgué y me detuve en un alto. Mi celular vibró de nuevo —Oye, iré por Julieta y te veo en el Kilahuea — inhale — Claro, cualquier cosa te aviso — gire a mi derecha para incorporarme a Circuito Interior mientras él se iba de frente para ir al Tec de Monterrey.

[***] 


Seguía comiendo mi Fusilli sin mucho ánimo que digamos, mi celular no había parado de vibrar con llamadas de los chicos y la mesa directiva. Miraba distraído por el ventanal que tenía una vista panorámica de Ciudad Satélite envidiable, podía ver desde aquí las Torres. "En esta ocasión tuve la oportunidad de ir al FILUX, Pedrito y adivina a quién se encontraron muy juntitos" trague en seco, no sé cómo reaccionar se siente irreal "Ay Paty" rió nervioso mientras miraba a otro lado "Pues ni más ni menos que a Atl Garza y a Jos Canela" pasaron las tomas de la presentación de Plaza las Estrellas "¿¡El de CD9!? No pues que guardadito se lo tenían" acotó Daniel Bisogno, ay tragame tierra "Pues que tiene, Daniel. No le están poniendo el cuerno a nadie" Gracias Pedrito "Bueno, dices eso porque batean del mismo lado" silencio incómodo "Que reprimido estás, Daniel" 
— Disculpe — di un brinco, me gire y veo su sonrisa a mi lado, se sienta frente a mi — No te asustes — se sienta frente a mi — ¿Somos sensación, eh? — sonrió despreocupado — Si lo sabe Dios que lo sepa el pinche mundo — mi preocupación se disipó — Es la primera vez que me encuentro así — tenía mis manos sobre la mesa, se estiró y las tomo — Precioso, tranquilo. También es la primera vez que me encuentro en esta situación — asiento — ¿Ya comiste? — negó en una sonrisa. Levanté mi mano y el mesero regreso a la mesa con una carta en la mano — Gracias — sonríe mientras el chico se va para otra mesa — Tengo ganas de pizzas — cambio mi expresión a una de tranquilidad, me limpio con la servilleta — Hay una sección de pizzas aquí — me levanto y me pongo a su lado, doy vuelta a la página y ahí le muestro las que hay — Pero tengo unas ganas cabronas de comer algo más urbano — toso una risa y miró hacia otro lado — Podríamos ir a las Pizzas del Perro Negro —sonríe maliciosamente. 
Terminó de comer y el mesero se acerca sigiloso — ¿Le puedo ofrecer algo más? — miró a Atl quien niega — La cuenta por favor, voy a pagar con tarjeta — asiente y se marcha, mi nuca se tensa — Oye — levanta su vista de su celular — ¿Qué ocurre? — se acerca el mesero y me entrega una cartera, pero tiene la terminal en la mano, abro la cartera "Sigame" le entrego la tarjeta y veo que detrás de Atl se comienzan a arremolinar la prensa, tomó mi celular, nos levantamos me mira de manera rara. Lo tomo de la mano hacia donde nos lleva el mesero, entramos a la cocina y cruzamos esquivando al personal de cocina, diablos si que huele delicioso. Llegamos al back y una puerta se abría — Caminen sobre este camino y cuando vean unas escaleras de incendios bajan, los dejará en el estacionamiento en el área de proveedores — me entregó un boleto de estacionamiento — Sólo tienen quince minutos — mi corazón dió un vuelco — Gracias, de verdad — negó y se metió de nuevo al restaurante — ¿Por qué hizo eso? — negué y comencé a correr hacia donde nos había dicho. 
Las personas que iban caminando por ahí nos veían raros — ¿Había prensa, no? — esquivamos a unas chicas que salían de Taf — Claro que había — a lo lejos visualice las escaleras que decía el chico, ni su nombre le pregunté qué ingrato soy. "Wey si son" y comenzamos a escuchar como empezaban a perseguirnos por el pasillo, me detiene del brazo obligandome a regresar a él — Veamos que quieren — asiento, no estoy convencido del todo. 
— Oigan — dicen cuando nos alcanzan, una de ellas se recarga sobre sus rodillas — Wey me bofee, ¿Nos podemos tomar una foto con ustedes? — — Claro — se adelanta Atl, nos colocamos en medio y las chicas a los lados, una de ellas sostiene su celular y de pronto siento un beso en mi mejilla, cierro los ojos sonriendo — Súper si hacen una bonita pareja — la chica que está a mi lado me sonríe — Súper si — voltean a ver a Atl — Cuidalo fuckboy, es de los que valen la pena — me volteo a ver y regreso a ellas — Tenganlo por seguro — nos abrazaron y se marcharon — Vamonos — corrimos hacia las escaleras y comenzamos a bajar, ¿cómo llegó aquí?  me detuve — ¿Cómo llegaste? — las palabras murieron en su boca — No traigo mi carro — fruncí mi ceño, no sé porque no creo en ello, me tomo de la mano — Me trajo Moira, sabíamos que estarían aquí, me esperaban fuera del estudio — asentí levemente, mi carro estaba en el último sótano y por lo que veo aún nos falta bajar un poco más.
— ¡Alto ustedes dos! Es una área restringida — escuchamos como comenzaba a bajar más a prisa, Atl afianzó más su agarre y me jaló haciendo que bajaramos más rápido, las escaleras terminaron — ¡Corre! — comenzamos a correr hacía el área del estacionamiento, fuera del área de proveedores. Brincamos las barda que dividía las áreas pero caí sobre alguien — ¿¡Que te pasa!? — me giré y visualice una cabellera castaña, Atl me levanto por el cuello de la camisa. Si que tiene fuerza — Déjame te ayudo — lo ayude a levantarlo — ¿Estás bien, no te lastime verdad? — negó — Solo mi trasero — tosí una risa — ¡Vamonos! — desvié mi mirada hacia Arnold Schwarzenegger con esteroides que levantaba su arma, me giré y corrimos hacía donde estaba mi auto — ¡Allá van! — vi por el rabillo de mi ojo como algunos de prensa corrían en búsqueda de la salida del rellano de cristal, aceleré mi paso para llegar primero, abrí la puerta y me metí, abrí la puerta del copiloto y Atl entró segundos después, arranque en reversa, cambie a primera y aceleré quemando las llantas dejando atrás a la prensa.
Miré por el retrovisor como el chico que acababa de tirar hablaba por teléfono — ¿Hacia dónde vamos? — seguí subiendo hasta que llegue al nivel 0, disminuí la velocidad y me fuí acercando hacía la salida — Iremos al Circuito Cirujanos y de ahí iremos a Periférico y de ahí a avenida Universidad para ir por pizza — sonreí mientras sacaba el boleto que nos había dado, estaba todo arrugado carajo — Tranquilo — ingrese el boleto en la taquilla y la pluma se levantó — Oye, me acabo de dar cuenta que eres buenísimo para los escapes — negué — Solo fueron reflejos — mi celular comenzó a vibrar, lo saque de mi pantalón — ¿Qué pasó? — escuche el soplar del aire — Eso mismo te iba a preguntar, ¿Ya vienes para acá? — miré a Atl, pusé el altavoz y comencé a conducir — Este, pues en eso estamos — baje la ventana — Hola Alan — la voz gruesa y aterciopelada de Atl me encantaba — Hola Atl, ¿Dónde andan? — me miró — Apenas vamos a llegar al libramiento de Lomas Verdes, hermano — nos miramos — ¿Te parece si vamos todos al Centro Histórico a comer pizzas? — hablo Julieta — Hola Julieta — dijimos, demonios que mal educados somos — Me parece buena idea — me fui orillando para incorporarme a Periférico — Por dos — y entramos
— Bien, nos vemos allá — dijeron — Claro — y colgaron — Ocuparemos los titulares — asentí mientras bajaba la visera cubriendome del Sol — ¿Que rey?¿Te molesta el Sol? — pase a segunda y me incorpore a los carriles centrales — Ponte algo de musiquita — prendí el radio y comenzó a sonar Arabella  —Mierda amo esa canción — subí el volumen — Arabella's got a seventies head but she's a modern lover, It's an exploration, she's made of outer space, and her lips are like the galaxy's edge, and her kiss the color of a constellation falling into place — vi por el rabillo de mi ojo como me miraba — Y creer que hace unas noches ni te atrevias a mentar madres — sonreí y me coloque mis lentes de sol que estaban en la guantera — Estoy en la zona y voy paso a paso — levante la visera y comencé a acelerar — ¿Qué pasó Moira? — puso el altavoz y baje el volumen de la música — ¿Qué demonios hicieron en Plaza Satélite? Están diciendo que provocaron destrozos — nos miramos — El único destrozo del que nos pueden culpar fue cuando Jos chocó con un chico — se quedó en silencio.
— Un chico delgado, alto con cabello castaño medio guerillo — — Si — inhalo — Pues Jos le cayó encima a Alexander Fuentes de María — con razón algo me decía que era conocido — Espera, esta hablando  — nos miramos "Estoy perfectamente bien, si me cayó encima fue porque lo estaban persiguiendo" pauso y su voz cambio a una de reclamo "Vieron como salieron, eso lo provocaron ustedes bajenle a su nivel de intensidad. Ya tuvimos con Lady D y con los niños Veltran y Siqueiros" es la primera vez que alguien me compara con el Miguel Veltran y con Eduardo de Goya y Siqueiros.
Fue un chico que tuvo el atino de ser hijo del General de Fuerzas Armadas Nacionales y hermano de dos psicópatas asesinos junto con una madre desquiciada quienes están encerrados en el Hospital Psiquiátrico de San Juan de Ulúa en Veracruz. Era un chico del cual se hablaba mucho pero se sabía muy poco y de su padre ni se diga, llevaba más de 24 años en el mismo cargo así que no ayudaba demasiado a que lo dejaran de acosar por las calles o al lugar al que fuera. A pesar de tener 21 años ya estaba graduado de la universidad y era el principal fundador de programas y estrategias de seguridad, educación y salud del estado de Michoacán, así que aumentaba más el misterio del hijo del general, pero al ser el único que se preocupaba por el bienestar de las personas de aquel estado empezaron a llamarlo El hijo de las Tarascas, pero un día salió su nombre en todos los titulares del país con la leyenda de que Miguel Veltran y Eduardo de Goya y Siqueiros eran novios anexada con la misma foto en cada uno de los tabloides, los dos en un balcón besandose en el Mardi Gras, en Nueva Orleans. Ambos eran ridículamente famosos y con esa intromisión acaudalaron más atención y fama de la que ellos pudieran manejar, bueno es como yo lo veo. En fin, se convirtieron en las más grandes figuras de la última década, todos querían una entrevista con ellos dos u otra foto de ellos juntos pero por más que lo intentaron no lo consiguieron hasta después de dos meses de acabada la semana santa. 
El estado de Michoacán le pisaba los talones a la Ciudad de México en cuanto a calidad de vida o desarrollo humano así mismo su infraestructura hospitalaria y de movilidad sustentable iban ganando terreno gracias a las políticas de Miguel y por otro lado Eduardo estaba estrenando nuevo disco, una nueva pinacoteca llamada entre Berlín y un Corazón de Cantera así como su fundación que ayudaba a combatir los estragos de la Tercera Guerra Mundial. Así que para reconocer la labor humanitaria y artística de ambos los citaron en la sede de la ONU en Nueva Zelanda, ambos hicieron creer que estaban en ciudades diferentes hasta que Eduardo posteo en Twitter una foto de ambos en República Checa a las orillas de un lago, horas más tarde fue Miguel quien posteo en Instagram que se encontraban en las costas de Macedonia comiendo. Se les veía felices, riendo y comiendo mientras uno grababa al otro. Mientras tanto su padre era cuestionado por la prensa nacional sobre la orientación de su hijo en plena inauguración del Proyecto Ferroviario Metropolitano de Michoacán, el trataba de ignorar la pregunta pero eran cada vez más insistentes hasta el punto en que los habitantes de Pazcuarito corrieron a los de prensa. 
Los dos llegaron en la noche a Nueva Zelanda, horas antes del evento en Wellington. Ya había un fuerte dispositivo de seguridad para separarlos de la prensa pero al llegar rompieron la separación que eran unos paneles de cristal templado si mal no recuerdo. Ellos saludaban y se tomaban algunas fotos con el personal cuando paso eso, hay un vídeo de ello, Eduardo toma a Miguel del brazo y comienzan a correr hacia un pasillo, los reporteros y camarógrafos habían creado una estampida de proporciones que no se veían desde tiempo de Diana. En esa estampida murieron cuatro personas, tres aplastadas y una ahorcada por los cables de cámaras y micrófonos, eso lo supimos después de que murieron. Antes de que ellos pudieran abordar el vehículo otro lo impacto, haciéndolo girar mientras aplastaba algunos transeúntes, fue todo un caos pero ellos no murieron en ese accidente.
Uno de los reporteros tuvo la osadía de sobornar a uno de los ingenieros que le daban el mantenimiento a los elevadores para que los dejará suspendidos entre el piso 98 y 99 de la torre; quedaron atrapados por quince minutos mientras ese reportero les preguntaba sin obtener una respuesta, en el vídeo que se recuperó se puede ver cómo los dos están bailando en el ascensor abrazados, de pronto las luces parpadean pero es en vano el intento de volver a activar su seguro contra caídas, es entonces que los vemos caer más de cuatrocientos metros de caída libre. Nunca encontraron sus restos pero se les hizo un bonito homenaje tanto en Michoacán como en Madrid. 
Tiempo después de los homenajes y la reestructuración del mundo nos enteramos que andaban desde que Miguel tenía diez años y Eduardo once; se enviaban gmails junto con algunas notas de ideas o proyectos que tenían en mente o que ya habían diseñado pero querían saber la opinión del otro, también que sus padres sabían de su relación cuando Miguel cumplió quince años y Eduardo fue quien lo organizo, de que ambas familias prometieron guardar silencio ya que ellos decidirían cuando y como hacerlo, se hizo un  así una de las uniones más fuertes y secretas; su grupo de amigos eran pocos pero de gran confianza. Uno de ellos era Alexander Fuentes de María quien desde siempre lo habían relacionado con él. Cuando salió esto a la luz también salió a la luz la grabación de aquella noche, apresar de que no se escucha nada hay una imagen icónica de ambos abrazándose segundos antes de caer. 
— Jos, ¿En qué pensabas? — parpadee varias veces, ya estaba en el estacionamiento de las pizzas, acaricie su nuca — En nada — levantó una ceja — No hablaste en todo el camino y ya es decir algo, ¿Es por lo que dijo Alex? — asentí — Es muy pronto para pensar en ello no crees, lo importante es que vivamos esto sin presión — sonreí mientras asentía, se estiró y me abrazo. Alcancé a percibir su aroma a té verde, era raro que alguien oliera así — Vamos — salimos del Mustang y entramos. Un arcade nos recibió con luces neones y luz negra, de verdad que me encanta esto, fuimos avanzando mientras Rolling Stones sonaba con fuerza, fuimos caminando para llegar al restaurante tres pisos desnudos se abrían ante nosotros — Hey — Alan levantó su mano, nos escabullimos y quedamos frente a ellos —Ya vamos a subir — hablo Julieta y volteo a verlo — Julieta un gusto — mierda — Perdona, Julieta él es Atl — se saludaron de beso — Julieta Montes — levantó su mano y la seguimos — Buenas tardes chicos, mi nombre es Sebastián — un chico de cabello oscuro y tatuajes en el cuello nos llevó hacía un elevador de minería — ¡Hey, es para más de cinco! — una chica de cabello rosa le gritó mientras le arrojaba un trapo el cual tomo en el aire y bajo la palanca — ¡Demasiado lentooooo, Romina! — en un traqueteo comenzamos a subir, la risa del chico era contagiosa. Subió la palanca y se detuvo en el último piso — Síganme — camino a la izquierda, traía una playera negra con una camisa sin abrochar de cráneos con diamantes. Cool, nos indicó nuestra mesa que era una tipo picnic pero hecha de malla, nos entrego una revista — Vuelvo en un rato — se regreso hacia el elevador. 
— Así que — Alan alargó la e — Menudo espectáculo que se han montando en Plaza Satélite — nos entregó su celular, no lograba distinguir si es emoción o reclamo, lo tomé en mis manos mientras veía como el inicio de Alan se atascaba de varias fotos de nosotros corriendo hacia el auto. Sonreí al ver el vídeo de ambos corriendo, de nosotros con las chicas, no me había dado cuenta que se le pintaba de rojo y morado su cicatriz — ¿Estás enojado? — negó, gracias al cielo — No voy a negar que si me preocupa como es que aprendiste a manejar así pero estoy feliz de que estés bien viejo — miró a Atl — Te vigila — el solo atino a reír mientras Sebastián se acercaba a nosotros — ¿Listos? — ordenamos pizzas de chiles rellenos, de chilaquiles verdes, de pastor y papas de gajos con agüita de mango con aguacate, se retiró Sebastián — Agüita, mamón —mire a Atl quien solo reía — Hoy soy tierno, te jodes — me comencé a reír. 
— Ví un Street Fighter allá abajo, ahorita vengo — se levantó Alan — Jalo contigo bro — se levantó y ambos se fueron por el pasillo. Nos quedamos en silencio, yo miraba como la tarde caía — ¿Entonces Atl Garza? — sonreí mientras regresaba mi vista a Julieta — Estoy emocionado — sonreí — Se nota —me tomo de las manos — Mereces este privilegio de querer y que te quieran, oí lo que dijo el Fuentes de María ese, pero quiero que sepas que sin importar con quién te comparen siempre serás la misma personas para quienes te queremos; aparte me alegra que ya no ocultas tus tatuajes — nos levantamos y la abrace — De verdad gracias — — No tienes nada que agradecer, solo no te pongas el pie solo — regresamos a nuestro sitios y apareció Sebastián con las papas dentro de un plato metálico de perro. Nos sonrió y se fue — Uy que vintage — Julieta comenzó a reírse mientras yo veía hacia abajo — Hay una pista de skate — regrese mi mirada. Después de comer iría a darle una vuelta. 
— ¿Deberíamos ir por ellos, no? — y llegó Sebastián con las cuatro pizzas — Tal vez — desvío su mirada hacia un lado, seguí su mirada. Era un mural de Miguel y Eduardo en el elevador, abrazados con una secuencia de números en rojo con una leyenda a lado "Viven" sonreí de lado al instante — 1, 4, 2, 6, 2, 10, 5, 1 — leyó en voz alta — ¿Qué serán esos números? — negué mientras nos grabamos para ir por ellos. Caminamos por la escalera que había a un lado del ascensor, comencé a teclear los números y di en buscar — Deja eso que te vas a tropezar — guarde el celular para al instante vibró, había encontrado algo, bajamos otro piso y los escuchamos subir, me detuvo con su brazo Julieta y me hizo señas para subir "Wey cuídalo, ya pasó por mucho" fuimos subiendo con cuidado "Claro, no te preocupes" escuchamos como subían en silencio "No lo digo porque piense que no sabe cuidarse, lo digo en sentido de que cuides lo que está surgiendo" "Eso mismo entendí, me contó lo de Alonso y sé que mi fama me precede pero creeme que no busco solo un rato de placer" Llegamos a nuestro piso y nos sentamos en la mesa, ya hasta habían llegado las bebidas, aparecieron sonrientes — ¿Y quién ganó? — Alan rodó los ojos y lo señaló — Teasy Romero ganó — se sentó a mi lado y besó mi frente.
Mike Gallagherry
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