I won't say I'm in love

I WON'T SAY I'M IN LOVE

—Esto no puede ir a peor, ¿verdad?

—Por supuesto que sí, tú dame un minuto.

—¡No me hace una puta gracia, Jude!—le grito enfadada. El cabrón me ignora, más centrado en hacer funcionar en el motor que en mí.

Había sido una semana muy difícil para ambos. Los exámenes nos dejo exhaustos por igual, tanto que dormí una semana completa en su casa mientras estudiábamos. Hasta lloramos juntos porque por la frustración, sufriendo pesadillas sobre los jodidos exámenes y con un humor de mierda que nos descargamos el uno con el otro, tanto así que su abuelo intervino para patearnos el culo. Habremos sido tan escandalosos que nos escuchó del otro lado de la mansión Uddobain.

Cuestión que Jude sugirió que nos escapemos a Los Ángeles porque también tiene una de sus casas de rico allí. Yo acepte porque sabía que sería tratada como toda una reina en cuanto llegara. Este idiota prefirió sacar a pasar su coche nuevo en vez de ir en su jet privado. Yo, que no tengo ni un tercio de lo que él sí, soy mucho más práctica. Pero no, Jude quería vivir una aventura en carretera o una pendejada así que saco de alguna película, a lo Thelma y Louise.

Me froto a mi misma mientras siento el frío calarse por la chaqueta delgada que llevo puesta. Lo único que traje porque prometió que me compraría todo lo que quisiera con una maleta nueva incluida. Solo era un viaje de casi ocho horas en que maneje tres y otras dos me la pase durmiendo. Nos falta relativamente poco para llegar, pero hasta llamando a una grúa tardaría alrededor de dos horas y un poco más.

—Bueno, me rindo —dice con simpleza, limpiando sus manos manchadas con un poco de grasa con un pañuelo antes de echarse un poco de alcohol en gel que siempre lleva encima.

Ahogo un grito, todavía frustrada y cagada de frio. Jude sonríe, divertido por todo el berrinche que hago.

—¿De qué putas te ríes?

—De tu cara de pendeja, ¿de qué más? —se burla con felicidad. No hay nada como tocarme los ovarios para que sea feliz.

—Púdrete.

—Una grúa ya está en camino hace media hora. Deja de lloriquear—cierra de golpe el capo del auto antes caminar hacia el baúl de este —¿Tienes frío?

—Es invierno—le recuerdo por si el estúpido se olvido.

—Bueno, era un encargo para la tía Joss, pero comprare otro.

Y saca de allí un increíble tapado de piel de pantera negra que me deja con la boca abierta. No dudo en correr de inmediato hacia él y arrebatárselo bruscamente, rodeando mi cuerpo con la preciosa piel. Hasta me atrevo a girar para ver la parte inferior levantarse con elegancia. Necesito un espejo y confirmar que esto ha nacido para mí aunque ya lo sé de sobra.

—¡Es hermoso! —chillo eclipsada por la bella textura del tapado, pasando mis manos por todos lados.

—¿Te gustan esas cosas? —inquiere con el ceño fruncido y la boca hacia un lado con rechazo—Prácticamente matan animales para estas estupideces.

—Uy, si. Qué triste—le comento distraídamente, sin importarme una mierda —Bueno, tendré que usarlo con más razón. Para que valga la pena.

—Al menos finge que te indigna un poco, Cruella De Vil.

Pongo los ojos en blanco por su odioso y sensible corazoncito. Llorón.

—Cállate y volvamos al auto.

Las temperaturas son demasiado bajas para quedarnos afuera, al menos adentro del coche se mantiene un poco el calor de la calefacción que usamos en el camino. Como el abrigo es suficientemente grande para los dos, lo compartimos sentándonos en la parte trasera. Quedamos tan cerca que Jude pasa un brazo por mis hombros, estrechándome contra él. Le abrazo apoyando mi cabeza en su hombro, ansiando su calor corporal para no morir de hipotermia. Odio el puto invierno.

—Al menos estamos juntos en esto, ¿eh?

—¿Por qué lo dices como fuera bueno? —inquiero con desagrado.

Jude se ríe, inmune a mi mierda. Me aprieta mas contra si, dejando un pequeño besito en mi frente, siendo tan cariñoso como este último tiempo ha sido conmigo desde que comenzamos esta extraña relación en que no somos nada, pero nos gusta besarnos y follar de vez en cuando. No puedo decir de mi parte que exactamente es amor. Menos fingir que no me atrae de la manera en que lo hace, ya sea porque es sexy, folla bien y tiene dinero. Mucho dinero.

Quiero pensar que sigo quedándome a su lado porque debo mantener de alguna manera mi empleo como su honey y aprovecharme de su dinero mientras pueda. A veces me encuentro con que mis sentimientos son más fuertes de lo que creo, pero aun así decido sostener la mentira porque sé que cuando el año acabe todo terminara entre nosotros. No aspiro a quedarme toda una vida con él a sabiendas que no estoy a su altura. A las expectativas que tiene su familia para él.

Además, Jude es demasiado bueno para mí. Tiene buen corazón, a diferencia del mío. Es entregado a las personas que ama, admite sus errores si se equivoca y se responsabiliza de ellos, y es una gran compañía en que puedes confiar que serás escuchada y tu secreto estará a salvo. El problema es que Jude siempre se muestra muy diferente a lo que es en realidad por temor al qué dirán. Oculta que ama a la música de Ariana Grande, salir de compras con sus amigas y que es mucho más sensible de lo que se permite ser. Me llevo tiempo ver quien realmente es y deshacerme del prejuicio de que solo era un niño pijo con complejo de Ricky Ricón.

—¿Qué te gustaría hacer al llegar? —pregunta acariciando mi mejilla, conectando su dulces ojos con los míos.

—Bañarme y dormir.

—¿Y mañana?

—Spa, compras y champagne. Mucho champagne. —enumero sin pensarlo, casi deseando que ese momento llegue en vez de estar aquí cagándome de frío.

—Bien, eso haremos—asegura, dejando caer su cabeza sobre la mía.

Nunca me pide nada a cambio si se trata de usarlo. Porque Jude sabe que lo estoy usando a mi conveniencia y eso me hace sentir mil veces peor. ¿Será por qué tal vez, solo tal vez…? Bueno, eso…

—¿Qué quieres hacer tu? —pregunto de regreso, intentando sonar desinteresada.

—Nada en especial. Solo quiero estar contigo —entrelaza suavemente mi mano con la suya. Acción tan sencilla pero tan significativa en estos momentos.

Se me cierra la garganta en lo que me debato a mi misma si romper mis propios límites. No sé si es porque temo que escale a sentimientos que no quiero aceptar o porque temo lastimarlo más de lo que lo lastimaré cuando me vaya.

Pero finalmente le doy lo que ambos queremos.

—Entonces, hagamos eso—mascullo con cierta timidez, sintiendo las mejillas sonrojarme al escuchar lo estúpida que sueno.

Le siento sonreír sobre mi cabeza y luego en mis labios, cuando me besa con ternura que me cuesta seguir fingiendo que no me gusta, que no le quiero y que realmente deseo quedarme con el mucho más tiempo de lo que queda del año.

Quiero pensar que es posible.