Inquilinos {n.c)

Capitulo 002

Una mezcla de violeta, rosa y gris funde el cielo en un espectáculo colorido cuando el anochecer comienza a asomarse y se refleja en la superficie del agua. Cada atardecer es especial en Los Ángeles aunque los favoritos de Lory son aquellos que presencia con sus propios ojos contemplando el océano, con los dedos de los pies descalzos enterrados en la arena, el cabello suelto y algo húmedo volando por la fresca brisa, aunque la mejor parte de ello es sentir los dedos de Todd enredados con los suyos.

Venice Beach es difícil de encontrar sola y mucho más en un fin de semana, a pesar de estar anocheciendo las personas permanecen con los pies en el agua disfrutando el momento, a pesar de estar rodeados por cientos, incluso tal vez miles, de personas Mallory siente que aquel momento es especialmente para ella y el chico que se encuentra sentado a su lado. En Texas no tenían esa clase de paisajes y cada que se escapaban para presenciar uno subían al techo del viejo edificio en el que vivían para enredar se en mantas juntos hasta que los encontraban y forzaban a bajar con los demás.

Un suspiro inesperado sale de los labios de la chica y su amigo aprieta su mano con fuerza.

— No pienses más en eso.

Hay veces en las que Lory no puede evitar recordar el pasado en el orfanato, los días siendo ignorados, las raciones de comida insípidas y las muecas molestas de las monjas cuando los encontraban juntos. El desprecio hacia las chicas como Mallory era notorio en varias de las otras residentes aunque ella jamás cedió a los castigos que le implicaban, a pesar de que la retaran ella seguía yendo a la habitación de Todd por las noches para dormir abrazados, aunque él tampoco se ponía razonable cuando llegaba su turno, como aquella vez en la que terminó encerrado con llave por una semana por negarse a devolver las batas de dormir que la niña le había dado una vez que se quedó a dormir en su habitación, ambos comparten la misma historia pero la diferencia es que Todd aparenta muy bien haber superado todo mientras Lory finge hacerlo.

Con su mano derecha siendo sostenida por la de su compañero de toda la vida puede sentir la mirada imaginaria de las personas que les rodea juzgándola y criticándola. “Eres mala Lory". Un escalofrío recorre su espalda descubierta por el bikini y mira disimuladamente hacia los lados. Nadie les está observando, todos están metidos en sus asuntos.

— Ven aquí.

Todd tira de sus manos unidas hasta que ambos están de pie. Una sonrisa ancha cubre los labios del chico mientras le da una mirada juguetona que Lory conoce muy bien.

— Una carrera de aquí al muelle.
— ¿Qué está en juego? —Los ojos color jade de la chica brillan al instante; una apuesta es una apuesta.
— El desempate por la alita de pollo extra. —Con quince alas en el combo grande la batalla por quién merece una de más es uno de los principales temas de discusión desde que comenzaron a ser clientes habituales del restaurante que quedaba a unas cuadras de su apartamento—. ¿Juegas o no?

Lory ni siquiera contesta antes de salir disparada por la arena a toda velocidad, sus pies descalzos apenas dejando huellas en la arena húmeda y su cabello castaño agitándose a sus espaldas como un látigo, Todd duda un segundo, observando con una pequeña sonrisa, para después correr detrás de ella. El sonido de la risa de la ojiverde hace que varias cabezas volteen a mirarlos pero ninguno se da cuenta de eso.

Solamente son Mallory Flowers y Todd Dalton disfrutando de la libertad.

Desde temprana edad Lory poseía una velocidad que ni siquiera los años de entrenamiento y resistencia de Todd pueden superar. La carrera es solamente un juego más entre ellos en donde ambos conocen al vencedor incluso antes del resultado.

Para cuando el muchacho llega a la zona debajo del muelle la castaña está esperándole con una sonrisa triunfante y los puños colocados en las caderas, la falda de su uniforme de trabajo está un poco subida por la carrera revelando gran parte de sus muslos, su risa contagiosa tintinea en el aire y el sonido de la marea es un zumbido lejano para la burbuja imaginaria que les rodea. Ya no hay rastro de la melancolía anterior en sus delicadas facciones.

— Veintiún años y no puedes superarme todavía, que lástima Toto, creo que te han estafado en todos esos gimnasios.

El apodo que ella le había otorgado de niños siempre causaba que arrugara la nariz, cuando eran adolescentes y ella todavía le llamaba así él solía decirle que parecía el de una mascota, solamente cuando estan solos y, aún así, muy raramente le llama por aquel nombre.

— Bueno, yo no voy a desperdiciar mi tiempo en la caminadora, me enfoco en otras cosas.
— Todavía no encuentro lo genial en pagar por ir a ejercitarte si puedes salir a correr y es gratis.
— No todo el mundo tiene piernas fuertes como tú.

La muchacha se encoge de hombros y se acerca para tomar con ambas manos su mano derecha. Aquella en donde tiene un tatuaje que comparten a juego.

— Vámonos, ya casi está oscuro.
— ¿No quieres quedarte a ver el anochecer?
— Si nos vamos ahora podemos verlo en la carretera de regreso.
— Bien.

Lory comienza a andar, sin soltar su mano, algo que hace inconscientemente como un hábito y del cual Todd se ha familiarizado tanto que es tan natural como respirar. Son un par, después de todo, que nada ni nadie puede separar.


— ¿Mañana te dejo el desayuno?
— No gracias, puedes preparar algo para ti si quieres, estaré bien. Yo me cocinaré algo más.

Ambos se encuentran sentados en la cama de Mallory, mirando un programa en la única televisión que hay en el departamento, una canasta de cartón vacía descansa entre ambos cubierta restos de salsa BBQ y huesos. La chica estira los brazos hacia arriba y mueve sus dedos en el aire mirándolos brevemente. Puede sentir la mirada del moreno.

— ¿No vas a ir al trabajo?
— Ajusté mis horarios la semana pasada y tengo descanso prioritario por las mañanas y fines de semana ahora. —La ojiverde evita mirar a su amigo y decide enfocarse en las carcajadas fingidas del programa cómico.
— Estas bromeando, ¿verdad?
— ¿Qué?
— ¿De verdad ajustaste tu horario solamente por eso?
— Pero yo no...
— Lory no me mientas. —Los ojos oscuros del muchacho están serios, como usualmente hace solamente cuando algo le preocupa, la chica le mira finalmente—. Ni siquiera te gustan los niños.
— Dije que no quería tener hijos, nunca mencioné que no me gustaran.
— ¿Usarás eso como excusa?
— Ni siquiera tendría que darte explicaciones, es asuntó mío, quiero hacerlo. —Soltó en tono frío frunciendo el ceño.
— ¡Es un policía y estas cuidando a su hija! ¡Puede descubrirnos si empieza a sospechar!
— ¡Es Landon, es mi amigo, y no te metas en mis asuntos!
— ¡Me preocupo por ti, Lory, no quiero que nada te pase! —El siseo alterado con el cual lo dijo hizo retroceder a la castaña hasta el borde de la cama—. Yo... sabes que posiblemente si nos atrapan nos separarían y quién sabe cuando te vuelva a ver. Además, no creo que la prisión sea un lugar bonito.

Todd baja la cabeza, avergonzado, mirándose el regazo y sintiéndose como el adolescente que era cuando se fugaron del orfanato años atrás. No es común ver al moreno tan alterado y con sus pensamientos expuestos tan a flor de piel.

Pero no podía evitar actuar paranoico cuando un asunto involucra la libertad de ambos y, en especial, desenterrar el pasado de Lory.

— Toto.

Siente a la chica moverse por la cama pero se niega a mirarla. En su lugar traga saliva sonoramente cuando el peso a su lado se hunde y se hace un ovillo al sentir los delgados brazos de su amiga. El artificial aroma a flores le embriaga por todos lados.

— No dejas de preocuparte por mí incluso ahora que ya somos mayores. —La cabeza de Mallory está pegada mejilla con mejilla con la de Todd y el aliento de sus palabras cariñosas es cálido cuando las susurra en su oreja—. No tienes porque asustarte siempre.
— Apenas si somos mayores, tampoco exageres.

La risita baja que suelta le hace sonreír. Es un efecto increíble el que tiene ella para curarle con su buen humor incluso en el peor de los días.

Todd se aleja del abrazo y coloca una mano en la cabeza de la castaña. Agita su cabello con cariño hasta que ella chilla que le deje en paz y él está riendo entre dientes.

— Soy mayor y no me respetas.
— Lory, los meses que te pusiste de más en tu identificación no cuentan, ya te lo dije.
— ¡Ante la sociedad si y eso significa que nos llevamos seis meses!
— Sigue soñando. —Con la punta de los dedos tamborilea en su rodilla flexionada—. Pero ten cuidado, en serio, nunca bajes la guardia.
— ¿Acaso lo he hecho alguna vez?

Los ojos jade se encuentran con los oscuros y ambos llegan a un silencioso acuerdo sin detallar más. Algo que les persigue desde su fuga y la nueva vida que llevan.

Nunca bajamos la guardia.




— Buenas noches, bienvenido a folklore, ¿se le ofrece una bebida o un aperitivo?
— Dos cafés medianos, de grano colombiano, y sin leche.
— En seguida.
— Bien, gracias señorita... ¿Lory?
— Ese es mi nombre corto, el completo no cabía en la etiqueta.

El hombre de cabello rubio y engominado da un asentimiento rápido con la cabeza, fingiendo que entiende, lleva unas ropas holgadas pero de marca y por el portafolio que carga consigo además del aparato complejo que lleva en la oreja le da la impresión a la chica de que es un asistente.

La cafetería en donde Mallory había encontrado empleo quedaba un poco retirado a la carretera más cercana a Abbey, pero eso era lo que encontró y ofrecieron por un buen sueldo, está más bien ubicada cerca de un set de grabación cerca de Universal Studios. No es nada extraño encontrar a algunas personas soñadas en el mundo del espectáculo ordenando sus bebidas favoritas para mantenerse frescos o algún aperitivo para disfrutar durante su descanso. Una vez incluso Lory estaba segura de que había entrado un actor famoso del Hollywood antiguo que no conocía pero su jefa estaba bastante encantada hasta el punto de sacarse una foto y colgarla en la pared "de las estrellas", como ella le llamaba, ahí estaban los recuerdos de las celebridades que habían pisado el suelo pulido color marfil del local.

Es un buen lugar para trabajar y el chisme siempre llegaba por esos lugares antes que en ningún otro. Siempre se enteraba primero que las revistas de moda quién sería el protagonista de la próxima cinta del verano o quién sería la chica que debutaría como joven actriz influencer en la próxima película de acción.

Todd siempre dice que Lory es amante del cotilleo y ella ni siquiera puede negarlo porque el cariño que le tiene a su trabajo no es exactamente por ganas.

— Dos medianos, colombianos y sin leche. —Llama encima del hombro a Christa, su complacerá de turno, ambas son siempre las últimas del día y las que se quedan a atender la menor cantidad de clientes habituales.
— Lo escuché perfectamente, tiene una voz bastante mecánica, parece un robot. —La chica de cabello oscuro mira burlonamente al hombre que se alejó para hablar por su comunicador de pie en una mesa lejana—. ¿Señorita Lory?
— Nadie me había llamado señorita antes.
— Tal vez porque es del siglo pasado.
— A mí me parece galante.
— Pero es que a ti todo te parece deslumbrante, parece que viviste bajo una toca o algo así.

Mallory aprieta los labios en una fina línea. La lengua larga y la característica imprudencia de su compañera es algo con lo que todavía no se acostumbra a convivir después de un año y por ende algo por lo cual no la puede culpar, porque así es Christa, además no tiene ni la más mínima idea de que vivir en un orfanato hasta los diecisiete es casi equivalente a vivir bajo una roca.

El hombre termina la llamada y se acerca al mostrador con una mirada cansada.

— ¿Hoy tiene un día largo? —La curiosidad siempre hace hablar a la ojiverde y no se puede contener cada que encuentra a un asistente de alguna posible celebridad.
— Ni siquiera ha empezado y he tenido que cubrir horas extra antes.
— Debería pedir un aumento.
— No me atrevería, posiblemente me despedirían y reemplazarían en un segundo.
— ¿Son tan poco considerados con las buenas personas que hacen mandados por otros? Eso es monstruoso.
— Gracias.

No dice más porque Christa coloca ambos vasos de cartón biodegradable en el mostrador de madera oscura con un murmuro. Lory le dice al hombre la cantidad que debe pagar y el busca en su billetera con gesto pensativo antes de entregarle un billete.

— Aquí tiene.
— Gracias, espere su cambio que es...
— No es necesario, quédatelo, así está bien.
— Pero...
— Muchas gracias. —Christa se adelanta a guardar el billete en la caja con una sonrisita.
— Y, toma, está es mi tarjeta —dice con voz neutra extendiendo una pequeña tarjeta de presentación que deja en el mostrador al lado de la caja registradora—; mi teléfono está ahí. Me gustaría hablar contigo algún día, eres muy guapa, podría ayudarte si quieres ser famosa.

Mallory guarda silencio por unos segundos y después sonríe, todo dientes y labios rosados en su delicado rostro, asiente con la cabeza ligeramente y fórmula un "gracias" con los labios antes de soltar una risa tonta. El hombre le devuelve la sonrisa, con una mirada ahora coqueta, y sale. Apenas la puerta se cierra detrás de él Christa silba y toma la tarjeta entusiasmada.

— ¿Es el décimo tercero? —pregunta con las cejas alzadas.
— No llevo la cuenta, pero creo que te acercas, no estoy segura.
— Mierda, no sé por qué no has aceptado ninguna propuestas, digo, entiendo que es un riesgo porque hay muchos estafadores, pero creo que alguno de esos pudo haber sido real y estarías bajo la luz de los reflectores.
— Sabes que no es lo que quiero.
— ¿Entonces por qué hablas lindo con toda persona que entra y parece ir directo a un set de grabación?
— Trato de ser educada. —Mallory se recarga en la pared y se cruza de brazos—. No intento nada más.
— Creo que te sale natural ser encantadora o algo así. ¿A Todd no le molesta que seas así todo el tiempo?
— Ya hablamos de esto, Chris, no es mi novio.
— No me creo que vivas con un chico al que llamas mejor amigo por años y que se miren como si fueran un oasis en medio del desierto.
— No tengo por qué... ¿Oasis en el desierto?
— Trataba de ser poética.

La pelinegra se encoge de hombros y la castaña niega con la cabeza solamente.

Siempre supo que no había gente en el planeta que entendiera el vínculo que compartía con Todd y que saltaran siempre a retarla como si fuera una niña tonta que no se da cuenta de sus sentimientos. Claramente quiere al chico, lo adora, pero lo hace de una manera que jamás ha visto a hacer a otra persona en realidad o ficción como para ponerle una categoría social. Ella siempre lo llama mejor amigo porque suena mucho mejor que alma gemela y aún así nadie los entiende.

Ambas chicas terminan el día y limpian para poder irse a las diez en punto. Ponen candado a la persiana metálica que lo protege y miran juntas la noche resplandeciente de las luces que brillan por las atracciones no tan lejanas de los espacios turísticos. Christa enciende un cigarrillo y sé lo ofrece a Lory después de una calada. Ella lo acepta.

— Sé que no quieres arriesgarte a brillar por algo, no me explico por qué y es algo que no me importa claramente, te esfuerzas en no llamar la atención pero eres agradable, linda y coqueta, obviamente atraes a la gente de Hollywood. Deberías de al menos considerarlo para que tengas una vida mejor. No siempre estarás cobrando en esta cafetería y lo sabes.

La ojiverde guarda silencio y expulsa el humo del cigarro con aire distante. Claro que sabe que no siempre estará en Los Angéles, trabajando en una cafetería de ensueño fingiendo hacer amistades, tarde que temprano huiría con Todd a otra ciudad y el hacerse ilusiones en vano es algo que siempre negaba. Aunque no puede decir eso a Christa.

— ¿Puedes hacerme un favor personal y considerarlo?
— No tengo otra opción, ¿verdad?
— En efecto. Toma.

Ella le tiende la tarjeta de presentación del hombre rubio y, con decisión, Lory la toma con la mano que no sostiene el cigarrillo.

— ¿Te llevo? —Christa saca de su bolso las llaves de su pequeño auto y las agita en el aire.
— No hoy, gracias, me recogerán.
— ¿Todd?
— Sam.

Sammuel Solvedo, el hermano menor de Landon, había mensajeado unos días antes para pedirle una noche salir y la chica decidió fijar una hora después del trabajo en sábado porque el domingo sería su día libre. Las cosas con ambos nunca iban demasiado en serio desde que se conocen pero en las últimas semanas los mensajes y llamadas se han vuelto mucho más frecuentes que nunca.

La pelinegra niega con la cabeza con una ligera sonrisa. Lory le tiende el cigarrillo de vuelta y ella se lo arrebata de inmediato antes de lanzarlo al suelo y rebuscar en su bolso con furia.

— Si vas a salir con tu crush no deberías de fumar antes, olerás a nicotina, te daré unos chicles. —Extrae un paquete que sugiere un sabor a fresa por el color del empaque y las figurillas, se lo tiende a su compañera de trabajo, lo acepta dudosa—. Van muy en serio y seguro se besaran, si es que no van más allá.
— ¡Christa!
— No tengo la misma edad que tú, primor, soy mayor por tres años y sé con seguridad lo que hay al final de las citas cuando llevan tiempo de conocerse y tenerse ganas.
— Llevamos meses así y estamos bien.
— Nunca digas nunca. —Guiña un ojo almendrado—. Además no bromeaba con lo de ir en serio, me lo parece, se ven al menos una vez por semana e incluso viene a recogerte de sorpresa algunas veces. Está interesado.

Sopla una brisa fresca y Mallory se abraza, sintiendo su blusa de encaje sin mangas demasiado ligera por primera vez en la noche, la falda larga ceñida y sus sandalias altas no hacen demasiada ayuda para las repentinas sorpresas del clima variante de la ciudad. Su piel se eriza y lo interpreta como una reacción natural de su cuerpo por la brisa aunque su amiga la mira con aire curioso.

Christa es demasiado bocazas al igual que demasiado curiosa y parece que meter la nariz en la vida personal, en especial la romántica, de Mallory se ha vuelto su pasatiempo favorito. Incluso cuando no existe tal vida del todo.

Las luces de los autos al pasar frente a la calle le dan un brillo travieso en los pequeños ojos de la barista de folklore.

— ¿De verdad no le molesta a Todd que salgas con el hermano de su vecino?
— En absoluto.
— Ya. —Coloca sus manos en las caderas y le manda un beso—. Entonces diviértete y cuídate. Nos vemos el lunes.
— Claro, adiós.

Se va caminando despreocupadamente alzando una mano para despedirse. Mallory cambia el peso de su cuerpo de una pierna a otra observando como desaparece al doblar a la esquina con una sonrisa plástica tirando de sus labios.

Mentiras, eso es lo que siempre responde a las preguntas directas de Christa, había tratado de evadirlas antes pero después de un tiempo optó por mentir cuando trata de entrometerse demasiado en su vida personal. No confía en nadie para hablar tan libremente de Todd y mucho menos exponer su terrible temperamento cuando todos creen que es un encanto de pies a cabeza.

La verdad es que el moreno desprecia a los Solvedo en lo más profundo de sus sentimientos, mucho más al menor que al mayor, aunque jamás lo ha dicho en voz alta Lory nota en la expresión de sus ojos oscuros y las muecas minuciosas de sus labios torcerse cuando los hermanos están presentes en el mismo espacio que él. Una sola mención de Sam basta para hacerle poner los ojos en blanco y mencionarle que saldría con él aquel día por mensaje de texto ocasionó la respuesta seca de un emoji cansado antes de un ten cuidado.

Los años de amistad forjaron un carácter un tanto protector hacia ella del cual no podía liberarse tan fácilmente. Todd actúa como el guardaespaldas personal de Lory e incluso, si ella se lo permitiera, interpretaría el rol de chaperón en cada una de las citas que tuviera. Era por eso que evitaba tocar el tema de las citas y los chicos con él tanto como pudiera.

¿Acaso ella es igual con las chicas? No, en definitiva que no lo es, eso es lo que Lory piensa cada que la pregunta se hace presente en su cabeza aunque lo cierto es que Todd no pasa el tiempo con una chica como ella lo hace con chicos. No al menos que ella supiera.

Aunque eso no es problema alguno porque, después de todo, ambos son mejores amigos solamente.

holi:

Capitulo 003

Estás despierta?
Lamento haberte abandonado.
¿Puedo dormir en tu sofá?
No quiero ir a casa.

Estaba enojada.
Su amiga la había dejado plantada, otra vez. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había sucedido lo mismo. Pero así era Vee, su amiga de fiestas, su mano derecha a la hora de salir.
Se acomodó el vestido azul que había decidido utilizar esa noche para asistir al Eternity y levanto la mano para pedir un taxi, ignorando los comentarios de un grupo de amigos sobre lo buena que estaba. Estúpidos, pensó.
Quizás esa no había sido una buena noche después de todo, pero ya estaba arreglada y esos tacones negros merecían más reconocimiento.
Aun así, su conciencia no le permitía ser mala con su amiga.

Te perdono sólo si me cuentas.
Aunque creo que lo sé.
Te dejaré la llave en la maceta.

Escribió y apretó enviar al mismo tiempo que se subía a un auto color amarillo. Le dio la dirección al chófer y volvió su mirada al teléfono esperando la respuesta de su amiga que aun aparecía en línea.


Había pasado de largo una vez más estudiando y no lo había conseguido. Claramente ya no sabía cómo sobrellevar todo lo que le estaba pasando.
Respiro profundo y cerro la computadora dejando a un lado la devolución de su trabajo marcado con un rehacer en letras grandes y rojas.
Hacía ya cinco meses que había sacado a Charlize de su vida y aunque fue la mejor decisión que había tomado en mucho tiempo, Nikolas no entendía porque todo estaba patas para arriba desde que ella se fue.
Miro por la pequeña ventana que tenía a su lado, esperando que el mundo le diera alguna señal sobre lo que tenía que hacer, pero solo hizo que se sintiera más estúpido. El pequeño apartamento donde vivía y el cual ya tenía que dejar, solo tenía vista a las paredes laterales del edificio continuo. Una pared de ladrillos rojos y llenos de moho y contaminación no le iban a decir absolutamente nada.
Posiblemente, nadie lo haría.
Se levantó de su escritorio y prendió un cigarrillo mientras continuaba empacando los libros de su biblioteca. Era tiempo de mudarse.


Charlie bajo del auto después de pagarle al conductor. Su amiga no volvió a dar señales de su existencia así que supuso que iría a su departamento. Ya tenía en mente varias cosas para decirle a Vee y aunque ella no era la chica perfecta, tendrían que replantearse varias cosas.  

— ¿Quién se cree que es? — dijo dejando las llaves en la mesita junto a la puerta. —Acaso no pensó, no se... ¿Qué tengo una vida?
— ¿Y ahora que paso? — preguntó su concubino saliendo del baño.
— Vee me dejo plantada en la puerta del Eternity...
— Relájate Charlie, quizás le paso algo. Vee no haría eso —dijo Peter tirándose en el sofá.
— ¿Es broma no? —  Charlie lo miró seria y el chico soltó una carcajada. —Vee siempre hace eso.
— Charlie, tú también haces eso.
— Pero ese no es el punto Peter, y tampoco estamos hablando de mi persona.
— Claro que si— le sonrió. Amaba hacerla enojar. Charlie era una mujer que creía en la posibilidad de lograr la paz mundial, pero era muy sencillo hacerla salir de sus casillas. Peter dudaba en la fidelidad de las clases de meditación que tomaba a diario. —O tengo que recordarte las veces que me has dejado plantado en cosas verdaderamente importantes. O las veces que dejaste plantado a...
— ¡No lo menciones! —lo interrumpió con un grito. —Él no tiene nada que ver en esto, Peter. ¡Supéralo!

Charlie abrió el refrigerador en busca de comida, no sin antes quitarse los tacones negros que ya le resultaban un infierno. Había aumentado su apetito en los últimos días, posiblemente su periodo se acercaba. Saco dos pedazos de pizza del día anterior y los metió al microondas, sin plato. Odiaba lavar.

— Además, ya hablamos de esto. El me dejo por otra, ahora es feliz y tiene una hermosa chica a su lado que lo entiende y lo amaba como él dice que se merece—le respondió entonando cada palabra al mismo tiempo que movía sus manos para darle más importancia.
— Charlie... Sabes que no es así.
— Es así Peter. Nikolas hizo su vida antes de dejar la mía, y yo fui la única estúpida que pensó que todo estaba bien. Lo sabias, lo sabían... todos menos yo. ¿Porque? ¿Por qué soy demasiado cabrona como para asumir que ya no me aman? — saco la pizza, ahora gomosa del microondas y le dio un mordisco. —Pues no, porque no soy lo suficientemente adulta y autosuficiente como para entender lo que está pasando.

Peter miro como su amiga devoraba la comida desde el sofá. Quiso decirle que Nikolas fue quien metió la pata hasta el fondo en eso, pero ella no se quedaba atrás. Charlize y su amigo habían terminado de la peor manera posible, pero, aun así, su relación no era la más sana y maravillosa. Se estaban lastimando mutuamente.
Charlie quería libertad y Nikolas quería alguien que se despertara con él todos los días, desayunaran juntos mientras escuchaban The Beatles. Quizás su amigo tenia alma de viejo, o quizás Charlie no encajaba en su vida. Pero cuando su amigo le presento a Megan, se volvió loco de ira, porque ella merecía algo más que eso.
La chica podía ser despistada, no siempre recordaba su aniversario, podía no gustarle el compromiso o la cotidianidad, pero jamás se le hubiese pasado por la cabeza engañar a Nikolas. Lo amaba demasiado, o al menos lo amo.

— ¿Qué tal esa pizza? — le preguntó para cambiar de tema. Peter siempre sabia hasta donde llevar a Charlie y cuando parar con sus bromas.
— Horrible— contestó ella y le dio otro mordisco. Su amigo soltó una risa y se levantó para sacarle el pedazo extra que ella había calentado.
— Pues sí, esta horrible.

Ambos rieron esta vez, los dos a la par frente a la barra que dividía la cocina del living y el comedor. El apartamento que compartían hacía ya cuatro años era pequeño pero funcional. Cada uno tenía su habitación y tenían un pequeño balconcito con dos sillas que no combinaban para nada, pero quedaban lindas con la decoración vintage con un toque industrial que habían elegido.  

— Vee vendrá a dormir, le voy a preparar el sofá—  comentó dejando el borde de la pizza en la basura.
— Debería considerar mudarse con nosotros. Prácticamente duerme aquí todas las noches.
— Podríamos cobrarle una pensión— bromeó Charlie mientras buscaba en un pequeño armario unas mantas y la almohada extra que tenían.  
— Mejor le pido que me presente algún amigo— dijo Peter elevando sus cejas de forma picara.
— Ya te ha presentado amigos antes, Peter. Pero eres histérico.
— ¡No soy histérico! —  tiró la mitad de pizza que le quedaba y siguió a su amiga al sofá—  Solo necesito a alguien que aguante. Tengo gustos caros—  Charlie puso una cara de desagrado ante su comentario.
—  Tal vez si dejaras de comprar en marcas que explotan animales, tu estabilidad económica no estaría colgando de un hilo.
— Charlie querida, mi estabilidad económica sería un asco con o sin Gucci—  respondió Peter. —Vivimos en un mundo capitalista que no le da oportunidades a los recién graduados a no ser que tengas contactos que acomoden un par de papeles y te hagan entrar por arte de magia mientras pretendes que todo lo que has logrado es por tus propios méritos. Hasta entonces, prefiero lo primero.

La castaña abrió la boca para responderle, pero ya no tenía caso. Si algo había aprendido de todos esos años siendo activista a favor de los derechos de los animales y la protección de la naturaleza, era no pelear. Mucho menos si esa persona era un amigo o familiar.
Charlie intentaba propagar su lucha de una manera más pacífica, mostrándole a todo el que pudiera lo bueno que podía llegar a ser disminuir el consumo de carne, cuidar las plantas y dejar de tirar basura en la calle. Si bien, estaba muy lejos del veganismo, ya que su hipotiroidismo y su déficit de hierro se lo impedían, había cambiado su dieta intentando dar lo mejor para su salud, pero reduciendo el impacto ambiental al máximo.
Por esa razón, apostaba a los mercaditos orgánicos, a la medicina oriental siempre que fuera seguro, y por su puesto a evitar marcas de lo que sea que testearan en animales o peor aún, los utilizaran para crear un bolso imposible de costear a no ser que fuese alguna de las Kardashian.

— ¿Aun sigues en búsqueda de trabajo? —  cambio de tema. Su amigo solo asintió. - Deberías volver con Nikolas, no puedes seguir enojado para siempre porque él me rompió el corazón, aunque lo agradezco.
—  No es solo eso, Charlie— dijo su amigo mientras se sentaba en el sofá individual que decoraba el salón. — A él tampoco le está yendo muy bien que digamos. Nadie en su sano juicio dejaría que dos novatos diseñen logotipos para su empresa. ¡Y peor aún! Nik no tiene su título aun... — Charlie frunció el ceño. Sabia cuanto significaba la empresa de diseño que habían creado ambos y también sabía todo lo que su ex se esforzaba para graduarse.
— ¿Aun no termino la carrera? — se atrevió a preguntar. Si su memoria no fallaba, lo había dejado con una tesis casi en manos y por finalizar. Su amigo negó. Raro.

Se quedaron en silencio unos minutos mientras Charlie terminaba de armar el sofá cama para su amiga, quien ya debía estar cerca.

— Charlie...
— No, Peter. Ya hablamos de eso muchas veces.
— No te cuesta nada.
— ¡NO! — reiteró—  No voy a hablar con mi padre para que te deje trabajar en su empresa.
—  Pero es solo un mensaje, no tienes por qué hablar de hablar con él— insistió.
—  No es por hablar de hablar-respondió la chica— Es todo lo que viene después de esa "charla"—  dijo acompañando la frase con sus dedos simulando las comillas. —Me pedirá que hable con mi madre, que vuelva a casa, que vaya a comer con él, y peor aún... Que vuelva a la universidad.
— Puedes ignorarlo...— comentó Peter, aunque sabía que a su amiga no le gustaría nada. Charlie le aventó uno de los almohadones.
—¡No llamare a mi padre Peter! — gritó, antes de que una sensación nada agradable la sorprendiera. La pizza estaba en la entrada de su garganta y no pudo evitar salir corriendo al baño.
Su vista estaba borrosa cuando se arrodillo contra sanitario y dejo salir aquella porción y posiblemente el almuerzo también. Logro escuchar los pasos de su amigo de fondo, pero estaba demasiado descompuesta como para entender lo que estaba diciendo. Solo sintió como recogía su cabello hacia atrás y la ayudaba a sostenerse.
Respiro un poco y dejo caer su cabeza contra la pared al mismo tiempo que todo giraba a su alrededor. Ya había olvidado cuando fue la última vez que había vomitado y eso que solía beber bastante, pero era demasiado astuta y en general lo solucionaba con una botella de agua fría o un baño antes de acostarse. Quizás hacía años que no le sucedía o por lo menos, que no se sentía tan mal. Las mariposas en la panza era avispas en ese momento y la cara de su amigo era muy lejana.

—Creo que me cayó mal la pizza—logró decir, casi en un susurro. Su amigo rio, pero seguía preocupado por su amiga.
—No lo sé, Charlie. Pero si me asustaste—respondió Peter mientras le pasaba una toalla para que pudiera limpiarse. La castaña seco su boca antes de responder.
—Ayúdame a sacarme este vestido, me está apretando— extendió sus manos y Peter logro levantarla sin problema. Ella recogió su pelo en un moño alto y su amigo le bajo la cremallera que se encontraba atrás para dejar caer su vestido.
Sentía las piernas cual Bambi recién nacido, y estaba muy segura que se veía como uno, solo que menos adorable y más enfermo.

—Estas muy pálida— comentó Peter. —¿Quieres que vayamos a un hospital?

Charlie solo pudo negar con la cabeza ya que otra arcada volvía a apoderarse de su cuerpo y rápidamente se encorvó para dejar salir quien sabe qué. Ya no tenía muchas cosas en su estómago, o quizás sí.


Nikolas guardo un libro más. Desde pequeño había tenido esa fascinación con la literatura. Su madre solía comprarle una vez al mes algún libro y lo leían juntos antes de ir a dormir.
Su infancia había sido de lo más feliz, con mucho amor. Por eso, él quería lo mismo para sus hijos. Quizás algún día todos esos libros infantiles que guardaba todavía en su antigua habitación de pequeño serian de ellos y les leería antes de ir a la cama, con un beso en la frente y un "Buenas Noches".
Suspiro con nostalgia.

—Creí que ya habías dejado ese vicio—comento Megan entrando al departamento con más cajas vacías y una bolsa que seguramente contenía cinta para embalar. No vivían juntos aun, pero Megan tenía su llave.
—Ocasión especial— respondió ante la queja de su novia. Sabía que a ella no le gustaba el olor a cigarrillo ni el sabor que le dejaba en la boca, pero aun así le dio un beso en los labios cuando se acercó a saludar. —¿Qué tal tu día?
—Nada especial— respondió la chica recogiéndose el pelo para que no le molestara a la hora de empacar. Nik amaba su pelo largo y moreno, hasta la cintura. Podía estar horas jugando con sus ondas. — Solo me dieron más trabajos para hacer y discutí con un profesor.

El chico rio ante su comentario al mismo tiempo que apagaba su cigarrillo. Megan estudiaba diseño gráfico, y aunque él estaba más adelantado en la carrera, la había conocido en un taller de colorimetría y sabía muy bien que su novia se hacía escuchar.  

—Deberías dejar de hacer eso, aunque lo apoyo. Pero hay profesores que no les gusta demasiado que discutan sus ideas—respondió. Megan puso los ojos en blanco.
—Esos mismos profesores son los que deberían tomar una actualización. Estamos casi en el siglo veintidós y no puedo creer que ellos sigan pensando que una mujer no puede expresar sus opiniones o peor aún, que una mujer no es lo suficientemente capaz de hacer un diseño para autos que deje a todos con la boca abierta. ¡Que le den!
—Pues no puedes esperar mucho de profesores que piensan que debes ir con traje a los exámenes por respeto.
—¡Exacto! —respondió la morena tomando uno de los libros para ayudar a su novio.

Nikolas reconoció la portada al instante y tuvo la intención de decirle a su novia que lo dejara donde estaba, pero aquellas pequeñas fotos cayeron al piso antes de que pudiera abrir la boca.

— Pensé que no tenías nada de ella— comentó Megan, recogiendo las polaroids del suelo. No era una mujer celosa, ni mucho menos posesiva, pero ver aquellas fotos de su novio besando a su ex le hicieron sentir unas punzadas en la panza.

Alice in the wonderland. El castaño se lo había regalado a su ex para un cumpleaños. A Charlize le gustaba mucho y el sentía que tenía un gran parecido al personaje. Libre. Siempre detrás de sus sueños.
Podría decirle a su novia que ese libro no era de él, y mucho menos las fotografías. Pero tendría que explicar la parte en la que su ex había aparecido una noche, hacia dos meses atrás, borracha en la puerta de su apartamento, con el libro en la mano y el maquillaje corrido.
"No quiero nada tuyo, maldito idiota", le grito tirando el libro y luego lo beso. ¿Tenía que mencionar también que él le correspondió? Y la parte en la que habían terminado en el sofá, desnudos, teniendo sexo.  
No era una gran idea. Mucho menos porque cuando se despertó a la mañana siguiente, Charlie no estaba. Como siempre. Y entonces, todo eso que había sentido con aquella chica, su perfume, su piel y sus gemidos mientras le hacia el amor, se esfumaron. Ese día volvió a recordar porque se había alejado y nunca más supo de ella, aunque todavía tenía su número agendado en el celular.

— Lo había olvidado — respondió, sintiéndose el peor novio de todos. Le había mentido en su momento a Charlie y ahora le mentía a Megan.

Tomo el libro de las manos de la morena y lo dejo en la caja de donaciones, mientras que tiraba a la basura aquellas fotografías, cerrando todas las puertas para ingresar a una nueva etapa y hacer las cosas mejor. Se lo debía a Megan y en parte, también a Charlize.
Todos merecían ser felices y encontrar sus caminos, separados.

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