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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Boda con el Magnate Griego (Joe&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Boda con el Magnate Griego (Joe&Tu)
CAPITULO 3
______ pasó el resto de la mañana trabajando y, a la hora del almuerzo, le pidió a su secretaria que hiciera que le enviaran un sándwich de pollo con ensalada a su despacho.
La puntualidad le parecía importante y se presentó en el despacho de Joseph a las tres y media en punto.
Él estaba de pie cerca del ventanal con vistas al puerto, estaba hablando por teléfono y, con un gesto, le indicó que se sentara.
Con el fin de llevarle la contraria, ella continuó de pie y logró captar en los ojos de Joseph un brillo de diversión mientras continuaba conversando en francés... con una mujer, a juzgar por el suave tono de voz que estaba empleando.
¿Una amante? ¿Pasada o presente? Desde luego, alguien con quien tenía una relación íntima.
Se dijo a sí misma que no le importaba y, de verdad, no le importaba. En ese caso, ¿cómo explicar el repentino calor que sentía en las venas y esa angustia?
¿Acaso envidiaba a esa mujer por ser objeto de la atención afectiva de él?
No. Ella no quería otro hombre en su vida.
Y menos ese hombre. Impresionante, demasiado poderoso, demasiado.
¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? Aquel griego exudaba un magnetismo sexual que rayaba en lo primitivo.
La promesa sensual estaba ahí, era casi algo tangible. Y durante unos instantes, se preguntó cómo sería sentir las caricias de esas manos, de esa boca... ser poseída por él.
Un cataclismo.
«¡Basta!», se dijo a sí misma en silenciosa amonestación. «Concéntrate en el aquí y ahora».
El despacho de Dimitri había sufrido algunas alteraciones: lo último de la tecnología electrónica había sustituido al ordenador de su padre, varios expedientes ocupaban una esquina de la mesa y también había un MP3. Todo ordenado, pero el lugar de trabajo de un hombre muy ocupado.
—¿Nos vamos?
_______ lanzó a Joseph una engañosa fría mirada mientras él se metía el móvil en el bolsillo, agarraba la cartera, el portátil y la indicaba que saliera delante de él.
—Me reuniré contigo en la oficina del abogado —dijo ella mientras bajaban en el ascensor al aparcamiento.
—Iremos en mi coche.
—Sería más fácil que te siguiera en el mío.
Joseph le lanzó una mirada analítica al salir.
—¿Has decidido poner objeciones a todo lo que yo diga?
La atmósfera se cargó de una tensión que ella se negó a definir.
—Te pido disculpas —dijo ______ con una dulce sonrisa—. Tengo la tendencia a olvidar que la mayoría de las mujeres existen sólo para complacerte.
—Pero tú no —respondió él con una nota de humor.
—No —logró decir ella en tono socarrón—. Sin embargo, en este caso, voy a ceder y tomaré un taxi para volver a la oficina.
Al llegar al Aston Martin, Joseph desbloqueó los cerrojos con el control remoto, metió la cartera y el portátil en el maletero y luego lo cerró.
—Yo mismo te traeré a la oficina antes de continuar hasta el aeropuerto.
—No te pilla de paso.
—Entra en el coche, _____ —dijo Joseph con una suavidad que traicionaba el tono de advertencia.
______ se metió en el coche y esperó a que Joseph estuviera al volante antes de decirle con intencionada dulzura:
—¿Eres siempre tan arrogante?
Joseph encendió el motor.
—Cuando lo requiere la ocasión.
El trayecto les llevó quince minutos y otros cinco encontrar un lugar donde aparcar, justo delante de la oficina del abogado.
_______ notó que Joseph la estaba observando detenidamente después de pulsar el botón del piso en el ascensor.
—¿Qué pasa? ¿Se me ha corrido el rímel? ¿Crees que llevo demasiado maquillaje?
—Estás perfecta —respondió él en el momento en el que se abrieron las puertas del ascensor y salieron al espacioso vestíbulo.
Al cabo de poco tiempo ______ había firmado los documentos pertinentes respecto a las condiciones del testamento de Dimitri. Un contrato prematrimonial que cubría toda posible contingencia.
Ella ya había visto las copias. ¿Por qué entonces, de repente, se le había hecho tal nudo en el estómago?
Porque cada paso que daba la acercaba a un matrimonio que no deseaba y con un hombre en el que no le quedaba más remedio que confiar.
Joseph puso su firma en los mismos papeles y entonces el abogado declaró:
—Considero un honor ser uno de los testigos de su boda el viernes. De poder estar aquí, Dimitri se sentiría muy contento.
_______ logró esbozar una débil sonrisa tras las palabras del abogado.
¿Y ella, acaso no contaba? ¿Acaso era un peón en un juego diabólico?
«Ni se te ocurra pensar eso. Ya está hecho». Casi. El siguiente paso... la boda.
Joseph esperó hasta entrar en el coche a la salida del despacho para preguntar mientras encendía el motor:
—¿Puedo dejar en tus manos la elección de un segundo testigo?
Sólo había una persona a la que se le ocurriría pedírselo: Lacey Pattison, su amiga de toda la vida, que irónicamente había sido la dama de honor principal de su primera boda.
—Sí.
Recorrieron en silencio las calles de la ciudad camino a las oficinas de la empresa. Al llegar, Joseph paró el coche y dijo:
—Tienes el número de mi teléfono móvil, por si necesitas algo.
Ella le miró fijamente.
—¿Es aquí donde te deseo un buen viaje?
Joseph esbozó una sonrisa.
—Te llamaré el jueves por la tarde.
—Puede que esté en un striptease masculino, de despedida de soltera.
¡Como si fuera a hacer semejante cosa!
—En ese caso, pásatelo bien.
¿Eso era todo? ¿Nada de estallidos machistas?
Y al instante siguiente, Joseph se inclinó sobre ella y, apoderándose de su boca con la suya, le dio un lento beso que la dejó sin respiración
Después, Joseph se enderezó y empequeñeció los ojos al ver la expresión de desorientación de ella, al notar la palidez de sus mejillas.
Con un rápido movimiento, ______ se soltó el cinturón de seguridad, agarró el bolso, salió del coche y entró en el edificio sin una sola mirada atrás.
Al llegar al ascensor se permitió reflexionar.
Aún sentía la boca de él en sus labios y se los tocó con los dedos.
¿Qué había sido eso?
Nada la había preparado para aquella inesperada sensualidad... ni para su propia reacción.
La llamada a Lacey desembocó en una vertiginosa serie de preguntas, a las que tuvo que responder con sinceridad.
—Está bien —dijo Lacey con deliberada calma—, hemos hablado de quién, por qué, cuándo y dónde. He hecho las exclamaciones pertinentes. Ahora vamos a lo que importa: ¿qué te vas a poner?
—Debo tener algo que me valga en el armario.
—Mañana al mediodía nos vamos de compras.
—No, Lacey.
—Sí. En Double Bay —Lacey nombró un lugar—. Estaré allí a las tres.
—No acabo de trabajar hasta las cinco.
—Eres la jefa. Sal antes.
—Y tú eres imposible.
—Sí, ya lo sé. Por eso soy tu amiga. A las tres, _______. Y no te retrases, tenemos un montón de cosas que hacer.
______ abrió la boca para protestar, pero Lacey ya le había colgado el teléfono.
A la mañana siguiente, _______ llegó pronto a la oficina, no tomó un descanso para almorzar y se reunió con Lacey a la hora acordada para comprar el vestido de boda.
—Primero un café doble con dos cucharaditas de azúcar —dijo ______ antes de indicar una de las calles de Double Bay con exclusivas boutiques.
—No, querida. Primero el vestido y luego el café.
—Necesito tomar algo.
—Estás intentando retrasarlo. Vamos a comprar tu vestido de novia, necesitamos tiempo, necesitamos mirar.
—Vamos a una boutique —declaró ______ con firmeza—, elijo un vestido, me lo pruebo, lo pago y nos marchamos.
La sonrisa de Lacey fue impía.
—Eso es lo que tú crees, ¿no?
______ alzó los ojos al cielo.
—Sabía que venir contigo iba a traerme todo tipo de problemas.
—Venga, vamos dentro —dijo Lacey delante de una pequeña boutique con un modelo en el escaparate.
La vendedora las saludó con refinada educación.
—Blanco, por supuesto —declaró Lacey.
—Marfil —le corrigió ______.
—De largo hasta los pies —dijo Lacey.
—A media pierna.
—Deslumbrante.
_____ alzó los ojos al techo.
—Sencillo.
—Quizá pudiera ayudarlas si me dijeran cómo va a ser la ceremonia, el tipo de fiesta, el número de invitados... —sugirió la empleada.
—Una boda por lo civil en una casa privada con dos testigos.
—Ah. Entiendo —hizo un suave chasquido con los dedos mientras examinaba el delgado cuerpo de______—. Creo que tengo algo adecuado.
El diseño estaba bien, pero no el color.
—Es un rosa pálido.
—Gracias, pero no.
La segunda boutique tenía el vestido perfecto. Chanel. Pero sólo lo tenían en negro. ______le prestó cierta consideración, pero Lacey dijo firmemente:
—No vas a casarte de negro.
—Eh, que la que se casa soy yo.
—Sí, tú. Pero que no se trate de una boda tradicional no significa que no se deba hacer bien. ¿De acuerdo?
Lacey tenía razón.
—Necesito un café —insistió______.
—Pronto, te lo prometo. Venga, vamos.
Lacey la agarró del brazo y la llevó hasta el coche.
—Entra y conduce. Voy a llevarte a un sitio.
—Más te vale que sea bueno.
Y lo fue. Encontraron el vestido en una preciosa y pequeña boutique. Era un vestido ceñido de color marfil y champán de seda con un borde de fino encaje.
—Sandalias de tiras finas con tacones enormes —aconsejó Lacey—, El mínimo de joyas, sólo unos pendientes de brillantes. Quizá una pulsera.
______ se quitó el vestido, se lo dio a la vendedora. No parpadeó cuando le dijeron el precio. Dio su tarjeta de crédito y al cabo de unos minutos salieron de la tienda con el vestido envuelto.
—Sandalias de tiras —insistió Lacey—, Después vamos a tomar el café. ¿De acuerdo?
—Gracias —_______le dio un abrazo a su amiga—. No podría haber hecho esto sin ti.
Más tarde, mientras tomaban café, Lacey adoptó una seria expresión cuando dijo:
—Mereces ser feliz.
______ sonrió a modo de respuesta.
—Joseph es un buen hombre.
—¿Y eso cómo lo sabes? —preguntó_____.
—Lo he visto algunas veces, ¿o lo has olvidado? Me cae bien.
—¿Y eso debe convencerme? —preguntó ______antes de beber un sorbo de café.
—Y qué ojos... y qué boca... —Lacey lanzó un lascivo suspiro—, ¡Y qué todo!
_______sonrió traviesamente.
—Creo que necesitas meter comida en el cuerpo. Además, estoy en deuda contigo. Vamos a cenar, invito yo.
Lacey, encantada, lanzó una carcajada.
—¿Dónde?
—Donde tú quieras.
Lacey se permitió unos segundos para deliberar.
—Un italiano. Conozco un pequeño restaurante. Está al otro lado de la ciudad.
_______ se puso en pie y pagó los cafés.
—Pues vamos.
Las siguientes horas fueron maravillosamente tranquilas. Disfrutaron la cena, tomaron vino, recordaron viejos tiempos y rieron.
La amistad era algo que ______ valoraba enormemente y entró en su casa aquella noche con ánimos renovados.
La recurrente pesadilla ocurrió antes del amanecer y se despertó casi sin respiración y bañada en sudor.
______encendió la lámpara de la mesilla de noche y el dormitorio se iluminó.
Se llevó una mano al rostro, casi esperando revivir la misma hinchazón, el mismo dolor...
Una silenciosa voz le dijo: «no te preocupes, estás bien. Estás aquí y sola».
Apartó la ropa de la cama, se levantó, fue a la cocina y se preparó un té. Después, se sentó en un sillón, encendió la televisión y eligió un canal en el que echaban una comedia. No se movió hasta que el amanecer gradualmente iluminó el cielo y éste pasó de azul oscuro a gris.
Entonces _______ se dio una ducha y se vistió. Desayunó yogur, fruta y café. Después se maquilló, agarró su portátil, el bolso, las llaves y se fue al centro de la ciudad.
«Concéntrate en el trabajo», se dijo _______ a sí misma mientras subía en el ascensor al alto piso que albergaba Karsouli Corporation.
Los siguientes días transcurrieron vertiginosamente y aquél, en particular, resultó sumamente ajetreado. Su secretaria se había puesto mala, el ordenador se le estropeó y costó tiempo arreglarlo. A consecuencia de ello, no almorzó y se mantuvo a base de cafés y agua, aunque logró tomar un plátano al mediodía.
A las cinco de la tarde sintió la tentación de dar el día por terminado e irse a casa, pero decidió quedarse trabajando una o dos horas más.
Estaba a punto de terminar cuando sonó su móvil y respondió la llamada automáticamente, sin mirar quién llamaba.
—_______.
La profunda voz con ligero acento era inconfundible.
—Hola.
______ pasó el resto de la mañana trabajando y, a la hora del almuerzo, le pidió a su secretaria que hiciera que le enviaran un sándwich de pollo con ensalada a su despacho.
La puntualidad le parecía importante y se presentó en el despacho de Joseph a las tres y media en punto.
Él estaba de pie cerca del ventanal con vistas al puerto, estaba hablando por teléfono y, con un gesto, le indicó que se sentara.
Con el fin de llevarle la contraria, ella continuó de pie y logró captar en los ojos de Joseph un brillo de diversión mientras continuaba conversando en francés... con una mujer, a juzgar por el suave tono de voz que estaba empleando.
¿Una amante? ¿Pasada o presente? Desde luego, alguien con quien tenía una relación íntima.
Se dijo a sí misma que no le importaba y, de verdad, no le importaba. En ese caso, ¿cómo explicar el repentino calor que sentía en las venas y esa angustia?
¿Acaso envidiaba a esa mujer por ser objeto de la atención afectiva de él?
No. Ella no quería otro hombre en su vida.
Y menos ese hombre. Impresionante, demasiado poderoso, demasiado.
¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? Aquel griego exudaba un magnetismo sexual que rayaba en lo primitivo.
La promesa sensual estaba ahí, era casi algo tangible. Y durante unos instantes, se preguntó cómo sería sentir las caricias de esas manos, de esa boca... ser poseída por él.
Un cataclismo.
«¡Basta!», se dijo a sí misma en silenciosa amonestación. «Concéntrate en el aquí y ahora».
El despacho de Dimitri había sufrido algunas alteraciones: lo último de la tecnología electrónica había sustituido al ordenador de su padre, varios expedientes ocupaban una esquina de la mesa y también había un MP3. Todo ordenado, pero el lugar de trabajo de un hombre muy ocupado.
—¿Nos vamos?
_______ lanzó a Joseph una engañosa fría mirada mientras él se metía el móvil en el bolsillo, agarraba la cartera, el portátil y la indicaba que saliera delante de él.
—Me reuniré contigo en la oficina del abogado —dijo ella mientras bajaban en el ascensor al aparcamiento.
—Iremos en mi coche.
—Sería más fácil que te siguiera en el mío.
Joseph le lanzó una mirada analítica al salir.
—¿Has decidido poner objeciones a todo lo que yo diga?
La atmósfera se cargó de una tensión que ella se negó a definir.
—Te pido disculpas —dijo ______ con una dulce sonrisa—. Tengo la tendencia a olvidar que la mayoría de las mujeres existen sólo para complacerte.
—Pero tú no —respondió él con una nota de humor.
—No —logró decir ella en tono socarrón—. Sin embargo, en este caso, voy a ceder y tomaré un taxi para volver a la oficina.
Al llegar al Aston Martin, Joseph desbloqueó los cerrojos con el control remoto, metió la cartera y el portátil en el maletero y luego lo cerró.
—Yo mismo te traeré a la oficina antes de continuar hasta el aeropuerto.
—No te pilla de paso.
—Entra en el coche, _____ —dijo Joseph con una suavidad que traicionaba el tono de advertencia.
______ se metió en el coche y esperó a que Joseph estuviera al volante antes de decirle con intencionada dulzura:
—¿Eres siempre tan arrogante?
Joseph encendió el motor.
—Cuando lo requiere la ocasión.
El trayecto les llevó quince minutos y otros cinco encontrar un lugar donde aparcar, justo delante de la oficina del abogado.
_______ notó que Joseph la estaba observando detenidamente después de pulsar el botón del piso en el ascensor.
—¿Qué pasa? ¿Se me ha corrido el rímel? ¿Crees que llevo demasiado maquillaje?
—Estás perfecta —respondió él en el momento en el que se abrieron las puertas del ascensor y salieron al espacioso vestíbulo.
Al cabo de poco tiempo ______ había firmado los documentos pertinentes respecto a las condiciones del testamento de Dimitri. Un contrato prematrimonial que cubría toda posible contingencia.
Ella ya había visto las copias. ¿Por qué entonces, de repente, se le había hecho tal nudo en el estómago?
Porque cada paso que daba la acercaba a un matrimonio que no deseaba y con un hombre en el que no le quedaba más remedio que confiar.
Joseph puso su firma en los mismos papeles y entonces el abogado declaró:
—Considero un honor ser uno de los testigos de su boda el viernes. De poder estar aquí, Dimitri se sentiría muy contento.
_______ logró esbozar una débil sonrisa tras las palabras del abogado.
¿Y ella, acaso no contaba? ¿Acaso era un peón en un juego diabólico?
«Ni se te ocurra pensar eso. Ya está hecho». Casi. El siguiente paso... la boda.
Joseph esperó hasta entrar en el coche a la salida del despacho para preguntar mientras encendía el motor:
—¿Puedo dejar en tus manos la elección de un segundo testigo?
Sólo había una persona a la que se le ocurriría pedírselo: Lacey Pattison, su amiga de toda la vida, que irónicamente había sido la dama de honor principal de su primera boda.
—Sí.
Recorrieron en silencio las calles de la ciudad camino a las oficinas de la empresa. Al llegar, Joseph paró el coche y dijo:
—Tienes el número de mi teléfono móvil, por si necesitas algo.
Ella le miró fijamente.
—¿Es aquí donde te deseo un buen viaje?
Joseph esbozó una sonrisa.
—Te llamaré el jueves por la tarde.
—Puede que esté en un striptease masculino, de despedida de soltera.
¡Como si fuera a hacer semejante cosa!
—En ese caso, pásatelo bien.
¿Eso era todo? ¿Nada de estallidos machistas?
Y al instante siguiente, Joseph se inclinó sobre ella y, apoderándose de su boca con la suya, le dio un lento beso que la dejó sin respiración
Después, Joseph se enderezó y empequeñeció los ojos al ver la expresión de desorientación de ella, al notar la palidez de sus mejillas.
Con un rápido movimiento, ______ se soltó el cinturón de seguridad, agarró el bolso, salió del coche y entró en el edificio sin una sola mirada atrás.
Al llegar al ascensor se permitió reflexionar.
Aún sentía la boca de él en sus labios y se los tocó con los dedos.
¿Qué había sido eso?
Nada la había preparado para aquella inesperada sensualidad... ni para su propia reacción.
La llamada a Lacey desembocó en una vertiginosa serie de preguntas, a las que tuvo que responder con sinceridad.
—Está bien —dijo Lacey con deliberada calma—, hemos hablado de quién, por qué, cuándo y dónde. He hecho las exclamaciones pertinentes. Ahora vamos a lo que importa: ¿qué te vas a poner?
—Debo tener algo que me valga en el armario.
—Mañana al mediodía nos vamos de compras.
—No, Lacey.
—Sí. En Double Bay —Lacey nombró un lugar—. Estaré allí a las tres.
—No acabo de trabajar hasta las cinco.
—Eres la jefa. Sal antes.
—Y tú eres imposible.
—Sí, ya lo sé. Por eso soy tu amiga. A las tres, _______. Y no te retrases, tenemos un montón de cosas que hacer.
______ abrió la boca para protestar, pero Lacey ya le había colgado el teléfono.
A la mañana siguiente, _______ llegó pronto a la oficina, no tomó un descanso para almorzar y se reunió con Lacey a la hora acordada para comprar el vestido de boda.
—Primero un café doble con dos cucharaditas de azúcar —dijo ______ antes de indicar una de las calles de Double Bay con exclusivas boutiques.
—No, querida. Primero el vestido y luego el café.
—Necesito tomar algo.
—Estás intentando retrasarlo. Vamos a comprar tu vestido de novia, necesitamos tiempo, necesitamos mirar.
—Vamos a una boutique —declaró ______ con firmeza—, elijo un vestido, me lo pruebo, lo pago y nos marchamos.
La sonrisa de Lacey fue impía.
—Eso es lo que tú crees, ¿no?
______ alzó los ojos al cielo.
—Sabía que venir contigo iba a traerme todo tipo de problemas.
—Venga, vamos dentro —dijo Lacey delante de una pequeña boutique con un modelo en el escaparate.
La vendedora las saludó con refinada educación.
—Blanco, por supuesto —declaró Lacey.
—Marfil —le corrigió ______.
—De largo hasta los pies —dijo Lacey.
—A media pierna.
—Deslumbrante.
_____ alzó los ojos al techo.
—Sencillo.
—Quizá pudiera ayudarlas si me dijeran cómo va a ser la ceremonia, el tipo de fiesta, el número de invitados... —sugirió la empleada.
—Una boda por lo civil en una casa privada con dos testigos.
—Ah. Entiendo —hizo un suave chasquido con los dedos mientras examinaba el delgado cuerpo de______—. Creo que tengo algo adecuado.
El diseño estaba bien, pero no el color.
—Es un rosa pálido.
—Gracias, pero no.
La segunda boutique tenía el vestido perfecto. Chanel. Pero sólo lo tenían en negro. ______le prestó cierta consideración, pero Lacey dijo firmemente:
—No vas a casarte de negro.
—Eh, que la que se casa soy yo.
—Sí, tú. Pero que no se trate de una boda tradicional no significa que no se deba hacer bien. ¿De acuerdo?
Lacey tenía razón.
—Necesito un café —insistió______.
—Pronto, te lo prometo. Venga, vamos.
Lacey la agarró del brazo y la llevó hasta el coche.
—Entra y conduce. Voy a llevarte a un sitio.
—Más te vale que sea bueno.
Y lo fue. Encontraron el vestido en una preciosa y pequeña boutique. Era un vestido ceñido de color marfil y champán de seda con un borde de fino encaje.
—Sandalias de tiras finas con tacones enormes —aconsejó Lacey—, El mínimo de joyas, sólo unos pendientes de brillantes. Quizá una pulsera.
______ se quitó el vestido, se lo dio a la vendedora. No parpadeó cuando le dijeron el precio. Dio su tarjeta de crédito y al cabo de unos minutos salieron de la tienda con el vestido envuelto.
—Sandalias de tiras —insistió Lacey—, Después vamos a tomar el café. ¿De acuerdo?
—Gracias —_______le dio un abrazo a su amiga—. No podría haber hecho esto sin ti.
Más tarde, mientras tomaban café, Lacey adoptó una seria expresión cuando dijo:
—Mereces ser feliz.
______ sonrió a modo de respuesta.
—Joseph es un buen hombre.
—¿Y eso cómo lo sabes? —preguntó_____.
—Lo he visto algunas veces, ¿o lo has olvidado? Me cae bien.
—¿Y eso debe convencerme? —preguntó ______antes de beber un sorbo de café.
—Y qué ojos... y qué boca... —Lacey lanzó un lascivo suspiro—, ¡Y qué todo!
_______sonrió traviesamente.
—Creo que necesitas meter comida en el cuerpo. Además, estoy en deuda contigo. Vamos a cenar, invito yo.
Lacey, encantada, lanzó una carcajada.
—¿Dónde?
—Donde tú quieras.
Lacey se permitió unos segundos para deliberar.
—Un italiano. Conozco un pequeño restaurante. Está al otro lado de la ciudad.
_______ se puso en pie y pagó los cafés.
—Pues vamos.
Las siguientes horas fueron maravillosamente tranquilas. Disfrutaron la cena, tomaron vino, recordaron viejos tiempos y rieron.
La amistad era algo que ______ valoraba enormemente y entró en su casa aquella noche con ánimos renovados.
La recurrente pesadilla ocurrió antes del amanecer y se despertó casi sin respiración y bañada en sudor.
______encendió la lámpara de la mesilla de noche y el dormitorio se iluminó.
Se llevó una mano al rostro, casi esperando revivir la misma hinchazón, el mismo dolor...
Una silenciosa voz le dijo: «no te preocupes, estás bien. Estás aquí y sola».
Apartó la ropa de la cama, se levantó, fue a la cocina y se preparó un té. Después, se sentó en un sillón, encendió la televisión y eligió un canal en el que echaban una comedia. No se movió hasta que el amanecer gradualmente iluminó el cielo y éste pasó de azul oscuro a gris.
Entonces _______ se dio una ducha y se vistió. Desayunó yogur, fruta y café. Después se maquilló, agarró su portátil, el bolso, las llaves y se fue al centro de la ciudad.
«Concéntrate en el trabajo», se dijo _______ a sí misma mientras subía en el ascensor al alto piso que albergaba Karsouli Corporation.
Los siguientes días transcurrieron vertiginosamente y aquél, en particular, resultó sumamente ajetreado. Su secretaria se había puesto mala, el ordenador se le estropeó y costó tiempo arreglarlo. A consecuencia de ello, no almorzó y se mantuvo a base de cafés y agua, aunque logró tomar un plátano al mediodía.
A las cinco de la tarde sintió la tentación de dar el día por terminado e irse a casa, pero decidió quedarse trabajando una o dos horas más.
Estaba a punto de terminar cuando sonó su móvil y respondió la llamada automáticamente, sin mirar quién llamaba.
—_______.
La profunda voz con ligero acento era inconfundible.
—Hola.
locasxjonas
Re: Boda con el Magnate Griego (Joe&Tu)
—Estoy subiendo.
¡Estaba ahí, había vuelto! Joseph le había dicho que la llamaría, pero ella no había contado con verle. Tampoco había previsto el repentino hormigueo que sentía en todo el cuerpo.
Al cabo de unos minutos Joseph estaba allí, imponente.
—¿Trabajando todavía?
Joseph notó inmediatamente las ojeras de_____. Parecía agotada, casi frágil.
_____ , intencionadamente, clavó los ojos en la pantalla del ordenador.
—¿Cómo es que has venido a la oficina?
—He venido a recoger unos archivos que no han sido grabados en el sistema.
¿Un punto negativo en el expediente de la última secretaria de Dimitri?
Su padre había exigido eficacia a sus empleados, pero no al nivel que Joseph exigía.
—¿Un día duro?
—Sí, pero ya casi he acabado.
—Bien. En ese caso, vamos a cenar comida china.
______ levantó la cabeza y entonces vio la bolsa que él acababa de dejar encima del escritorio.
—¿Has traído comida? —el estómago le dio un vuelco con anticipado placer.
—Hoy me he saltado el almuerzo —explicó Joseph , que había rechazado la comida del avión.
Joseph la oyó suspirar cuando ella apagó el ordenador. Con rápidos movimientos, abrió los estuches de cartón con la comida y le pasó unos palillos chinos.
—Come.
Y ______ comió, con evidente placer.
—Gracias. Esto está mucho mejor que la ensalada y los huevos cocidos.
—¿No ha habido despedida de soltera?
—No, los del striptease se han puesto malos.
—¿Y no han podido sustituirles? —preguntó él con humor.
—Desgraciadamente, no.
La presencia de Joseph la ponía nerviosa. Ese hombre poseía una peligrosa química sexual mezclada con un primitivismo que prometía demasiado.
La llenaba de una curiosa tensión, turbación y expectación.
Lo que era una locura porque Joseph ni siquiera le caía bien.
«Deberías marcharte», se dijo a sí misma en silencio.
Con esa idea en la cabeza, ____ agarró la chaqueta, el portátil y el bolso.
—Te dejo. Tienes trabajo.
Joseph se puso en pie.
—Te acompañaré hasta el coche.
—No es necesario.
Joseph se limitó a arquear una ceja y le indicó que le precediera.
—Yo considero que sí lo es.
_____ fue a protestar. Sin embargo, al final decidió esbozar una sonrisa.
—Qué... amable.
Sus ojos se agrandaron cuando Joseph le pasó un dedo por la mejilla y el gesto la dejó sin respiración.
—Y duerme —Joseph bajó la mano y ella se quedó inmóvil unos momentos antes de ponerse en movimiento.
Por suerte, la puerta del ascensor se abrió al instante y pronto llegaron al aparcamiento. En cuestión de minutos, estaba sentada al volante recorriendo el trayecto a su casa.
Al entrar en su piso, lanzó un suspiro de alivio. Se dio una ducha, se puso el pijama, se preparó un té y se sentó en un sillón a ver la televisión durante un par de horas: después, se metió en la cama.
Adormilada pensó que el día siguiente era el día en que iba a casarse con Joseph.
Compartiría su casa y. al cabo de un tiempo, su cama.
¿Cuánto tiempo le permitiría Joseph dormir sola en una cama individual? ¿Unas cuantas noches, una semana...?
¿Tenía importancia?
Se dijo a sí misma que le daba igual. El sexo era sólo eso, sexo. En la oscuridad podría cerrar los ojos y esperar a que el acto llegara a su fin.
Bueno espero que les guste y comenten c:
¡Estaba ahí, había vuelto! Joseph le había dicho que la llamaría, pero ella no había contado con verle. Tampoco había previsto el repentino hormigueo que sentía en todo el cuerpo.
Al cabo de unos minutos Joseph estaba allí, imponente.
—¿Trabajando todavía?
Joseph notó inmediatamente las ojeras de_____. Parecía agotada, casi frágil.
_____ , intencionadamente, clavó los ojos en la pantalla del ordenador.
—¿Cómo es que has venido a la oficina?
—He venido a recoger unos archivos que no han sido grabados en el sistema.
¿Un punto negativo en el expediente de la última secretaria de Dimitri?
Su padre había exigido eficacia a sus empleados, pero no al nivel que Joseph exigía.
—¿Un día duro?
—Sí, pero ya casi he acabado.
—Bien. En ese caso, vamos a cenar comida china.
______ levantó la cabeza y entonces vio la bolsa que él acababa de dejar encima del escritorio.
—¿Has traído comida? —el estómago le dio un vuelco con anticipado placer.
—Hoy me he saltado el almuerzo —explicó Joseph , que había rechazado la comida del avión.
Joseph la oyó suspirar cuando ella apagó el ordenador. Con rápidos movimientos, abrió los estuches de cartón con la comida y le pasó unos palillos chinos.
—Come.
Y ______ comió, con evidente placer.
—Gracias. Esto está mucho mejor que la ensalada y los huevos cocidos.
—¿No ha habido despedida de soltera?
—No, los del striptease se han puesto malos.
—¿Y no han podido sustituirles? —preguntó él con humor.
—Desgraciadamente, no.
La presencia de Joseph la ponía nerviosa. Ese hombre poseía una peligrosa química sexual mezclada con un primitivismo que prometía demasiado.
La llenaba de una curiosa tensión, turbación y expectación.
Lo que era una locura porque Joseph ni siquiera le caía bien.
«Deberías marcharte», se dijo a sí misma en silencio.
Con esa idea en la cabeza, ____ agarró la chaqueta, el portátil y el bolso.
—Te dejo. Tienes trabajo.
Joseph se puso en pie.
—Te acompañaré hasta el coche.
—No es necesario.
Joseph se limitó a arquear una ceja y le indicó que le precediera.
—Yo considero que sí lo es.
_____ fue a protestar. Sin embargo, al final decidió esbozar una sonrisa.
—Qué... amable.
Sus ojos se agrandaron cuando Joseph le pasó un dedo por la mejilla y el gesto la dejó sin respiración.
—Y duerme —Joseph bajó la mano y ella se quedó inmóvil unos momentos antes de ponerse en movimiento.
Por suerte, la puerta del ascensor se abrió al instante y pronto llegaron al aparcamiento. En cuestión de minutos, estaba sentada al volante recorriendo el trayecto a su casa.
Al entrar en su piso, lanzó un suspiro de alivio. Se dio una ducha, se puso el pijama, se preparó un té y se sentó en un sillón a ver la televisión durante un par de horas: después, se metió en la cama.
Adormilada pensó que el día siguiente era el día en que iba a casarse con Joseph.
Compartiría su casa y. al cabo de un tiempo, su cama.
¿Cuánto tiempo le permitiría Joseph dormir sola en una cama individual? ¿Unas cuantas noches, una semana...?
¿Tenía importancia?
Se dijo a sí misma que le daba igual. El sexo era sólo eso, sexo. En la oscuridad podría cerrar los ojos y esperar a que el acto llegara a su fin.
Bueno espero que les guste y comenten c:
locasxjonas
Re: Boda con el Magnate Griego (Joe&Tu)
asia años que no me pasaba!
espero que porfaaaa! la sigas!
plis,plis,plis siguelaaa!!
me muero si no se que pasara!!
espero que porfaaaa! la sigas!
plis,plis,plis siguelaaa!!
me muero si no se que pasara!!
☎ Jimena Horan ♥
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