From dad to his princess. (Segundo Lugar: Drabble Navideño)

La familia Hemmons vivía de la sonrisa de la más pequeña del lugar, no tenían la mejor economía, pero ella tampoco pedía más que una buena relación entre ellos; su hermano mayor, Robert, apenas iba a casa ya y su madre se la pasaba limpiando; mientras que su padre Edward vivía en el trabajo, ella trataba de comprender aunque era la menor del hogar, pero no podía evitar pensar que todo lo que hacían, era por ella. 

Era un veintitrés de diciembre cuando Kaylee escucho los sollozos de su madre y la fuerte voz de Robert retumbar por aquellas paredes.

—Mamá, no. Sabes que trabajo todos los días para pagar sus medicamentos y los desinfectantes para la casa, no podemos gastar más dinero solo porque ella quiere un árbol de navidad ¡Es su salud primero! No me rompo la espalda para caprichos, lo hago para que este bien y no más que eso. —Se quedó estática viendo como el chico se sentaba y sorbía de del vaso lleno de vino. —Tendrá que saber que no todo se puede en esta vida, la navidad es solo una fecha más entre tantas.

Los ojos cristalinos de la niña viajaron por la sala, por su madre que de vez en cuando levantaba sus hombros, tratando de retener su llanto, mientras que su hermano seguía tomando y su padre… Edward se había ido hacia tres días sin decir nada cuando la niña le comentó que su sueño era salir y ver aunque fuera un solo pino de navidad, grande como para que tocara el techo y lleno de ramas para decorar.

Miro sus manos regordetas, llenas de banditas y colores, se había pasado horas sentada dibujando, escribiendo una carta para Santa y armando una media de color azul, porque era la única tela que había encontrado en su habitación, la cual era antes un vestido de la primer muñeca que le había quedado después de casi cuatro años.

Las tres personas presentes en la casa levantaron la cabeza casi al mismo momento  cuando escucharon la ventana delantera sonar con repetidos golpes. El hombre de cabellos negros al cual Kaylee llamaba su padre se encontraba allí, sonriendo, temblando de frío y sosteniendo, a duras penas, un gran árbol de navidad.

— ¡Papi! —Grito la pequeña, mientras Robert fruncía el ceño y la alejaba de la puerta.

Los dos mayores dejaron a la pequeña adentro y ayudaron a que el árbol junto con Edward, pasaran por la puerta. Kaylee corrió a abrazarle, importándole poco el protocolo de limpieza; su enfermedad era poco con la felicidad que sentía en ese momento; su padre había hecho todo por ella, por su pequeña.

—Este es mi regalo para ti, quiero que tengas la mejor navidad de todas. —Acaricio su pequeña cabeza y sollozó, sin dejar de abrazarla. —De papá a su princesa.

hey: