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Guerra de Sexos
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Guerra de Sexos
- FICHA:
- • Título: Guerra de sexos
• Autor: Colectiva.
• Adaptación: No.
• Género: General.
• Advertencias: Dependiendo de los escritores.
• Otras páginas: No.
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El campamento «Sangre de Campeón» exclusivamente de varones, piensa que es momento de hacer convivir a ambos sexos, así que el siguiente verano será completamente mixto. Pero a los chicos y antiguos campistas, no les agrada para nada la idea que ha tomado el fundador del campamento y sienten como si los hubieran ido a dominar y a robar su orgullo o mejor dicho, han ido a invadir su espacio.
Las chicas están completamente entusiasmadas de poder entrar por fin al campamento de sus sueños, el lugar del que todo chico habla, música, diversión, despreocupación y un buen verano; pero ellas no contaban con que los chicos intentarían echarles de ahí, ¿Cómo? Fácil, ninguna chica soportaría una broma pesada o una mala jugada de un chico, pero nadie pensó que ninguna de ellas se dejaría de sus absurdas bromas.
Esta guerra no tendrá tregua hasta que alguien termine destruido, enamorado o quizás hasta que termine el verano.
Las chicas están completamente entusiasmadas de poder entrar por fin al campamento de sus sueños, el lugar del que todo chico habla, música, diversión, despreocupación y un buen verano; pero ellas no contaban con que los chicos intentarían echarles de ahí, ¿Cómo? Fácil, ninguna chica soportaría una broma pesada o una mala jugada de un chico, pero nadie pensó que ninguna de ellas se dejaría de sus absurdas bromas.
Esta guerra no tendrá tregua hasta que alguien termine destruido, enamorado o quizás hasta que termine el verano.
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Última edición por jackson. el Vie 20 Oct 2017, 12:36 pm, editado 2 veces
jackson.
Re: Guerra de Sexos
capítulo 000 - jackson.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Un correo electrónico puede cambiar la vida de miles de personas, en este caso, únicamente cambia la vida de los campistas de Sangre de Campeón. La mañana del Sábado 17 de Junio, todos recibieron el correo tan esperado donde se aceptaba su solicitud para ingresar al campamento, sin contemplar que ese correo llevaría una no tan grata sorpresa.
Mensaje nuevo:
Campamento Sangre de Campeón.
Remitente:
sccampamento @ servicios.com
¡Felicidades! Eres uno de los afortunados (sin contar que tus padres pagaron tu admisión) campistas que fueron seleccionados para divertirse este año en nuestras instalaciones.
Este verano tenemos grandes sorpresas para ustedes caballeros y una de ellas es la admisión de las chicas a nuestras instalaciones, este verano será el más divertido sin duda alguna. Decidimos darles una oportunidad a las chicas en el campamento, de ahora en adelante tendrá que aprender a convivir con ellas en sus veranos (al igual que sus vidas).
De todo corazón deseamos que este verano sea inolvidable para todos.
P.D: No olviden confirmar por teléfono su asistencia y también su nombre para las listas de transporte de los autobuses.
Dentro de ese correo electrónico estaba un gran comienzo para todos los jóvenes del mundo, o bueno, de los afortunados seleccionados.
No había marcha atrás. Las chicas iban a ser parte de sus veranos también y tenían que encontrar la manera de hacerlas desear lo contrario.
Mensaje nuevo:
Campamento Sangre de Campeón.
Remitente:
sccampamento @ servicios.com
¡Felicidades! Eres uno de los afortunados (
Este verano tenemos grandes sorpresas para ustedes caballeros y una de ellas es la admisión de las chicas a nuestras instalaciones, este verano será el más divertido sin duda alguna. Decidimos darles una oportunidad a las chicas en el campamento, de ahora en adelante tendrá que aprender a convivir con ellas en sus veranos (
De todo corazón deseamos que este verano sea inolvidable para todos.
P.D: No olviden confirmar por teléfono su asistencia y también su nombre para las listas de transporte de los autobuses.
Atentamente:
Alexander Graham, Fundador.
Alexander Graham, Fundador.
Dentro de ese correo electrónico estaba un gran comienzo para todos los jóvenes del mundo, o bueno, de los afortunados seleccionados.
No había marcha atrás. Las chicas iban a ser parte de sus veranos también y tenían que encontrar la manera de hacerlas desear lo contrario.
- COME BACK:
- Era más fácil crear otro tema en donde estén solo los capítulos de quienes participamos, el tema general se a vuelto a modificar por si gustan verlo. Hay nuevos cambios en la n.c. y eso me emociona demasiado, por fin pondremos en marcha esta colectiva otra vez
Subiré el primer capítulo que estaba en el tema anterior, si quieren agregar más cosas a sus capítulos o quitar pueden hacerlo sin problemas; cuando vea que todos nuestros capítulos estén ya publicados (seis capítulos en total por que íbamos en la ronda 2) comenzaremos con los nuevos capítulos.
jackson.
Re: Guerra de Sexos
Hey! Bueno primero que nada, todo te quedó increíble, los codes se ven muy bien :)
Me alegra poder regresar a esta NC y que mejor que dar un nuevo inicio en ella, y seguir escribiendo. Aún no decido si cambiar algo de mis capítulos anteriores, pero ya veremos... :aliensoge:
roman.
Re: Guerra de Sexos
capítulo 001 - jackson.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Desde que el fundador del campamento envio ese correo en donde mencionaba que este verano iban a aceptar mujeres todas nos volvimos locas, era algo que habíamos esperado por siglos, bueno, solo años pero por fin se había cumplido nuestro sueño. Había contado las horas, minutos y segundos que faltaban para que por fin iniciara el verano. Estaba decidida a disfrutarlo sin excepción alguna, nada podría arruinar mi verano.
Habíamos salido con una hora de anticipación, no quería llegar tarde a un momento inolvidable en mi vida.
El auto se movía a una velocidad considerable pero sentía que iba demasiado lento.
—¿Podrías ir un poco más rápido, papá? —lo mire por el retrovisor.
—Lavinia —me recrimino mi padre, a él no le gustaba que yo fuera muy ansiosa.
—Lo siento, maneja como más te guste —lo mire por última vez.
Cada minuto que pasaba sentía que era una hora. Cuando los arboles fueron desapareciendo logre notar la enorme entrada del campamento con unas grandes letras destacando el nombre de este; conforme avanzábamos podía mirar a chicas y chicos bajando de sus autos, y del autobús del campamento con enormes maletas. Mi padre se estacionó junto al autobús, no perdí más mí tiempo y salte del auto cuando ya estaba aparcado.
El aire fresco era extremadamente liberador, no tenía mucho problema con estar en un campamento y llegar a ensuciarme hasta más no poder. Mis padres entraron a la oficina del señor Alexander para poder terminar mi inscripción en el campamento y así poder retirarse. Mire a los alrededores mientras mis padres no estaban conmigo, intente hablar con algún chico pero todos me ignoraban por algún extraño motivo —quizás solo estén de mal humor— me gire a una chica que tenía problemas con su enorme maleta e intente ser amable y ayudarla.
—Hola, ¿Necesitas ayuda? —la chica giro su rostro para poder mirarme mientras continuaba halando de su maleta.
—Hola, creo que mi maleta no quiere salir del auto —me dio una sonrisa—. Así que si, necesito ayuda de alguien.
Ayude a la chica a sacar la maleta del auto, no era bastante pesada pero si muy ancha por eso no salía. Cuando logramos sacarla festejamos por todo el esfuerzo que habíamos invertido en esa maleta.
—Muchísimas gracias —estiro su mano hacia mí—. Soy Elisa.
—No hay de que —estreche su mano—, Lavinia pero llámame Nia.
Después de platicar con Elisa, volví al auto para esperar a mis padres. Ellos se despidieron de mí y se marcharon del campamento, las chicas estábamos platicando de lo emocionadas que estábamos de poder ingresar por fin al campamento, los chicos no estaban por ningún lado —claro ya saben qué hacer cuando llegan— nosotras esperábamos a que James nos guiara por el campamento y nos mostrara nuestras habitaciones, las cuales estaban cerca del lago.
Mientras esperábamos fuimos sorprendidas por los chicos, nunca pensé que nuestra bienvenida fuera así. Los chicos nos habían lanzado baldes de agua completamente fría, algunos se reían, otros solo nos gritaban «fuera de aquí». Realmente no pensé en una bienvenida tan... espontánea.
Algunas chicas reían, otras gritaban por su ropa, algunas estaban molestas con la tonta broma de los hombres, yo solo estaba impactada por la broma —no vine a hacer bromas tontas, solo a divertirme— repetía una y otra vez en mi cabeza. James se acercó a nosotros cuando vio a todas las chicas mojadas, el parecía querer reír y estar molesto con los chicos.
—¿Qué paso aquí? —miro a los chicos divertido.
—Solo queríamos darles una bienvenida inolvidable —hablo un chico de cabello oscuro.
—No es la mejor bienvenida, así que saltaremos el protocolo y las llevare directo a sus habitaciones para que puedan ponerse ropa seca —James miro mal a los chicos y después nos hizo señas para que lo siguiéramos.
Esa había sido una bienvenida extraña. Cuando James nos dejó en nuestras cabañas comenzamos a desempacar y a cambiarnos la ropa, había sobre nuestras camas un folleto con las actividades que se realizarían las primeras semanas.
El campamento está entusiasmado por recibir a las primeras chicas. Tenemos un verano lleno de diversión, no olviden la fogata de inicio.
Esperamos contar con la presencia de todos y todas.
Las primeras semanas tendremos una excursión por las montañas, acamparemos y trataremos de sobrevivir en la naturaleza.
Después tendremos variación de actividades, estén pendientes en la cartelera que se encuentra en la oficina del instructor James, la cafetería y el lago.
Habíamos salido con una hora de anticipación, no quería llegar tarde a un momento inolvidable en mi vida.
El auto se movía a una velocidad considerable pero sentía que iba demasiado lento.
—¿Podrías ir un poco más rápido, papá? —lo mire por el retrovisor.
—Lavinia —me recrimino mi padre, a él no le gustaba que yo fuera muy ansiosa.
—Lo siento, maneja como más te guste —lo mire por última vez.
Cada minuto que pasaba sentía que era una hora. Cuando los arboles fueron desapareciendo logre notar la enorme entrada del campamento con unas grandes letras destacando el nombre de este; conforme avanzábamos podía mirar a chicas y chicos bajando de sus autos, y del autobús del campamento con enormes maletas. Mi padre se estacionó junto al autobús, no perdí más mí tiempo y salte del auto cuando ya estaba aparcado.
El aire fresco era extremadamente liberador, no tenía mucho problema con estar en un campamento y llegar a ensuciarme hasta más no poder. Mis padres entraron a la oficina del señor Alexander para poder terminar mi inscripción en el campamento y así poder retirarse. Mire a los alrededores mientras mis padres no estaban conmigo, intente hablar con algún chico pero todos me ignoraban por algún extraño motivo —quizás solo estén de mal humor— me gire a una chica que tenía problemas con su enorme maleta e intente ser amable y ayudarla.
—Hola, ¿Necesitas ayuda? —la chica giro su rostro para poder mirarme mientras continuaba halando de su maleta.
—Hola, creo que mi maleta no quiere salir del auto —me dio una sonrisa—. Así que si, necesito ayuda de alguien.
Ayude a la chica a sacar la maleta del auto, no era bastante pesada pero si muy ancha por eso no salía. Cuando logramos sacarla festejamos por todo el esfuerzo que habíamos invertido en esa maleta.
—Muchísimas gracias —estiro su mano hacia mí—. Soy Elisa.
—No hay de que —estreche su mano—, Lavinia pero llámame Nia.
Después de platicar con Elisa, volví al auto para esperar a mis padres. Ellos se despidieron de mí y se marcharon del campamento, las chicas estábamos platicando de lo emocionadas que estábamos de poder ingresar por fin al campamento, los chicos no estaban por ningún lado —claro ya saben qué hacer cuando llegan— nosotras esperábamos a que James nos guiara por el campamento y nos mostrara nuestras habitaciones, las cuales estaban cerca del lago.
Mientras esperábamos fuimos sorprendidas por los chicos, nunca pensé que nuestra bienvenida fuera así. Los chicos nos habían lanzado baldes de agua completamente fría, algunos se reían, otros solo nos gritaban «fuera de aquí». Realmente no pensé en una bienvenida tan... espontánea.
Algunas chicas reían, otras gritaban por su ropa, algunas estaban molestas con la tonta broma de los hombres, yo solo estaba impactada por la broma —no vine a hacer bromas tontas, solo a divertirme— repetía una y otra vez en mi cabeza. James se acercó a nosotros cuando vio a todas las chicas mojadas, el parecía querer reír y estar molesto con los chicos.
—¿Qué paso aquí? —miro a los chicos divertido.
—Solo queríamos darles una bienvenida inolvidable —hablo un chico de cabello oscuro.
—No es la mejor bienvenida, así que saltaremos el protocolo y las llevare directo a sus habitaciones para que puedan ponerse ropa seca —James miro mal a los chicos y después nos hizo señas para que lo siguiéramos.
Esa había sido una bienvenida extraña. Cuando James nos dejó en nuestras cabañas comenzamos a desempacar y a cambiarnos la ropa, había sobre nuestras camas un folleto con las actividades que se realizarían las primeras semanas.
El campamento está entusiasmado por recibir a las primeras chicas. Tenemos un verano lleno de diversión, no olviden la fogata de inicio.
Esperamos contar con la presencia de todos y todas.
Las primeras semanas tendremos una excursión por las montañas, acamparemos y trataremos de sobrevivir en la naturaleza.
Después tendremos variación de actividades, estén pendientes en la cartelera que se encuentra en la oficina del instructor James, la cafetería y el lago.
- :
- Capítulo uno publicado, no cambie nada espero con ansias volver a ponernos al corriente con esta colectiva
love para todos
jackson.
Re: Guerra de Sexos
que emoción volver con ésta increíble nc
¡karls! que gusto volver a leer tu capítulo, de verdad que sí, espero el de roman
trunks
Re: Guerra de Sexos
capítulo 002 - roman.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] A pesar del clima en el exterior, en el pequeño departamento se sentía como si fuese un horno. El chico resopló frustrado, incapaz de seguir recostado sobre la cama, las sábanas se adherían incómodamente contra su piel. El Sol comenzaba a ocultarse entre los otros edificios, entrando por la ventana a su costado, apenas una nítida luz con tonos naranja iluminaba el lugar. Rebuscó entre la pila de ropa descartada a su costado, en busca de su cajetilla de cigarrillos, teniendo éxito después de unos segundos. Lo puso entre sus labios y lo encendió, sintiendo rápidamente como el denso humo pasaba por su garganta. Sábado por la noche significaba recorrer los centros nocturnos y beber como si no hubiese un mañana, y ayer no fue la excepción. Después de la quinta o sexta ronda de Whisky o alguna otra bebida (posiblemente la mezcla de todo el menú), todo comenzó a verse borroso en los bordes: la música estaba muy fuerte, había demasiadas personas para estar cómodamente en esa habitación, simplemente eran demasiadas sensaciones a la vez. El reloj eléctrico a su derecha marcaba las siete de la tarde. Vaya, sí que habían dormido demasiado, después de conciliar el sueño alrededor de las once de ese mismo Domingo.
Se puso de pie, tomó su ropa interior del suelo de madera, y con cuidado de no caer (sentía que todo daba vueltas a su alrededor), los deslizó sobre sus piernas poniéndolos en su lugar. No teniendo cuidado alguno, se dejó caer de nuevo sobre la cama (que se encontraba convenientemente al raz del suelo). Por el rabillo del ojo, pudo presenciar movimiento a su izquierda, no le importaba en lo más mínimo el haberla despertado con el movimiento brusco.
Primero se escuchó un bostezo sonoro, y después una voz cansada. — ¿Qué haces despierto tan temprano? Es Domingo, relajate un poco, Dios. — la chica, Jenna, resopló molesta aún con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño de nuevo.
— En primer lugar —comenzó, retirando las gruesas sábanas del rostro de la chica, ganándose un sonido de molestia de su parte —, no es “temprano” como dices, son pasadas las siete de la tarde. Y en segundo lugar, estoy lo suficientemente relajado, gracias.
Jenna rió sonoramente al oírlo. — Maldición, creo que esos tragos no eran tan suaves después de todo, ¿ugh? —se puso en una posición recta, recargándose contra la cabecera de la cama y tomó el cigarrillo de la mano del chico, inhalando profundamente —. ¿No tienes resaca o algo parecido? Tu padre debe estar preguntándose dónde diablos te metiste toda la noche, te va a dar una paliza, o mejor dicho, mandará a que te den una paliza.
La chica comenzó a reír sonoramente, a lo que él respondió con una gran sonrisa falsa — Sí, sí, muy graciosa. Y no, no estoy ni cerca de tener una resaca, he tenido noches peores que esta. Mi padre quizá ni siquiera se dió cuenta que no dormí en casa. —mintió, Kian no tenía por qué contarle de las más de treinta llamadas y varios mensajes, su padre quizá sí le daría esa paliza, después de todo.
Su teléfono volvió a su sonar a su lado, pero no se trataba de una llamada. Se puso de pie una vez más, y se dirigió a la cocina, tomando una botella de agua del refrigerador y regresando a su lugar. Tomó su teléfono con una mano y vió que era un correo electrónico, intrigado, desbloqueó su celular y buscó entre sus correos, se trataba del campamento. Era esa maldita parte del año. Comenzó a leer sin mucho interés las palabras del fundador del lugar, estaba a punto de cerrar todo y bloquear el dispositivo, cuando leyó una palabra: “chicas”.
— Carajo, carajo, carajo. —dijo entre dientes apretados. Jenna apareció a su costado, tratando de ver lo que había causado la reacción en el chico.
— ¿Qué es lo que pasa? ¿Hay algo mal?
— Por supuesto que hay algo mal, lee el correo que acaba de llegar.
La chica siguió con la mirada las palabras en el dispositivo, haciendo una mueca que demostraba que no estaba entendiendo la causa del alboroto. — Actúas como si tener a un grupo de chicas alrededor de ustedes fuese el fin del mundo, K. Bueno, pensándolo bien, es mejor que no te agrade la idea de tener otras mujeres a tu alrededor, estaría muy celosa si la noticia te emocionara. A ninguna mujer le agradaría que su novio estuviese rodeado de mujerzuelas, eso te lo aseguro.
Otra vez esa palabra: “novio” , ¿Qué se creía esta chica? Kian dejó su teléfono en el suelo, decidiendo tratar de conciliar el sueño un poco más, cerrando sus ojos y acurrucándose cómodamente. El regaño de su padre podría esperar un poco más.
Y si para el final de ese día, tenía algunas contusiones en el costado izquierdo, y un ojo morado, no era asunto de nadie más, que el suyo.
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Era un infierno que se repetía año con año, Kian odiaba lo molesto que era empacar, el largo viaje hasta el lugar, y tener que sacar sus pertenencias de sus maletas, todo en el mismo día. Estaba ahí por decisión de su padre, sus escapadas a centros nocturnos y en ocasiones bajas calificaciones, eran puestos de lado, con tan sólo estar en este campamento en medio del bosque por un tiempo. Estaba recostado sobre su cama en la cabaña que se le había asignado, extremadamente aburrido. Alguien abrió la puerta, pero aún así no desvió la mirada del techo.
— K, me sorprende que estés aquí solo. Pensé que te gustaría estar afuera, como el resto. —dijo tímido, lo conocía desde el año pasado, el chico era un poco bobo, pero era mejor que aburrirse todo el verano sin hablar con nadie. Kian aún recuerda vívidamente cómo conoció a este chico: Era el inicio de otro año de campamento, a la mayoría de los campistas con varios años les gustaba mantener la tradición de recibir a los nuevos con una bienvenida “especial”.
Hasta este día, no puede ver una soga, porque a su mente llega la imagen de Quentin atado de ambos pies, con pegamento por todo su cuerpo desnudo, y plumas sintéticas por doquier. Todos rieron, incluso Kian, fue un buen año.
— Y dime, Quentin, ¿Por qué te sorprende tanto que esté por mi cuenta? No es precisamente una regla estar siempre rodeado de los demás. —dijo molesto, comenzando a jugar con una pequeña pelota de tenis, arrojándola al aire y atrapándola, repitiendo el proceso una y otra vez.
— Bueno, los demás están muy emocionados con la llegada de las chic-
Kian detuvo sus movimientos bruscamente, la pequeña pelota siguió con su curso, llegando hasta el cuello del otro chico, quien comenzó a quejarse sonoramente por el dolor agudo. El otro lo miró por primera vez, con curiosidad genuina. — ¿Las chicas están aquí?
— Sí, lleg-
— ¡¿Qué estás esperando?! ¡Mueve tu trasero, Quentin! Rápido. —Kian se puso de pie, y comenzó a caminar al exterior de la cabaña. Divisó un grupo grande de chicos, llegó hasta ellos y se abrió paso un poco más cerca para ver qué sucedía.
Fue recibido con la imagen de un grupo grande de chicas, algunas temblando y otras gritando enfurecidas con chillidos sumamente altos. Genial, camisetas mojadas. Todos los chicos reían a su alrededor, viendo como las chicas caminaban a sus cabañas con la ayuda de su guía. Si esa pequeña broma inofensiva causó esa reacción en ellas, no podía esperar a ver lo que harían más adelante. Definitivamente, tener un grupo nuevo a quien fastidiar sería entretenido (la mayoría de los chicos perdieron el interés, pues las bromas se repetían constantemente, simplemente perdía su gracia si eran el mismo grupo de personas una y otra vez).
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Con la fogata y el discurso del fundador, oficialmente el campamento había comenzado. Varios chicos se quedaron un poco más para conversar entre ellos, e incluso las chicas parecían estar pasándola bien (tan bien como podrías pasarla, sabiendo que la parte masculina del campamento no tolera tu presencia), Kian rió por lo bajo contra el árbol en el que estaba recargado, frente a él, Quentin trataba de hacerse el “interesante” (obviamente tratando de captar la atención de alguna chica). Él era un caso perdido, tenía el corazón demasiado blando como para odiar a alguien, Kian desvió un poco la mirada de su ridículo compañero, y sonrió lobunamente cuando vió a un par de chicas sentadas en un tronco cerca del fuego. Específicamente, la rubia atrapó su mirada, tenía la cabeza echada hacia atrás mientras reía junto a su acompañante. Después de un tiempo observándola, la rubia no dejaba de mirar a su derecha, Kian siguió con la mirada la misma dirección que ella, y después de algún tiempo, pudo darse cuenta de lo que era. Tener su atención sería lo más fácil del mundo, soltó una carcajada (que para la gente cerca, debió parecer un demente), las mujeres eran sumamente predecibles, al diablo con ese mito de no poder entenderlas o que son extremadamente complicadas de leer correctamente. Las mujeres eran predecibles y moldeables, y Kian estaba seguro que esta chica no sería la excepción. La chica había dejado su asiento rápidamente y se dirigió a donde un chico castaño estaba parado, y comenzó a tener una conversación con él.
— … -ndo, pero sí, hasta ahora me agrada el campamento. —Kian llegó a mitad de la frase e hizo notar su presencia entre los dos — Ummh, disculpa, ¿Necesitas ayuda con algo? —cuestionó la rubia, mirando directamente a los ojos al recién llegado.
— No necesito nada, simplemente me cansé de mirarte desde lejos —respondió con todo normal, la expresión en la cara de la chica reflejaba total confusión. Kian casi sintió pena por ella, casi —. Y estoy jodidamente seguro que necesitas una mejor compañía, porque veo que estás perdiendo el tiempo aquí, si yo fuera tu, iría a probar suerte con otro que sí me correspondiera o se interesara de lo que estás hablando. Aunque si comienzas a hablar de cuál actor de Hollywood es mucho más atractivo que otro, seguro tienes su atención completamente.
Kian miró al chico con un aire de superioridad, y este, se sintió intimidado por la intensidad de la misma. La chica no entendía la actitud de este chico, pero estaba claro que no tenía filtro alguno al hablar.
— ¿Ah, sí? ¿Y cómo es eso?, Me vas a decir que hay otro chico por aquí que valga la pena —dijo en tono sarcástico, Kian se encogió de hombros, asintiendo afirmativamente. El chico frente a ambos, estaba nervioso e incómodo con la situación. Pobrecillo —¿Qué te hace creer que elegiría a un patán como tu, en lugar de a alguien como a él?
Kian movió su cuerpo fluidamente hacia adelante, cuidando de no cubrir la vista a la chica en su costado. Entró al espacio personal del otro chico repentinamente, y tomándolo por sorpresa, selló sus labios en un beso descuidado. La chica miró la escena perpleja, vio como el chico que había estado observando toda la tarde, se encontraba petrificado en su lugar, que al cabo de unos segundos, respondió el beso con la misma energía. Después de un tiempo, los chicos se separaron, y Kian regresó a su lugar junto a la rubia, con una sonrisa de lado a lado.
— Porque al igual que tú, a él le atraen los tipos como yo. Soy Kian, por cierto. —dijo, mientras estiraba su mano, la cual, la chica después de un momento de titubeo, estrechó junto a la suya y se presentó de igual manera. Nina rió sonoramente de lo ridículo que parecía la situación, de hecho, Kian parecía un chico agradable. No tan agradable como para confiar en él totalmente, o que su presencia fuese paz y felicidad. Había algo mucho más profundo e intenso en su persona, y Nina se vió estúpidamente atraída hacia ese misterio.
Algo era seguro, si querían a todas las mujeres fuera del campamento, tenía que empezar a pequeña escala, haciéndole la vida imposible a esta chica. Las mujeres no pertenecían ahí, ¿Qué podrían hacer ellas para detenerlos? Nada, ¿cierto?.
Se puso de pie, tomó su ropa interior del suelo de madera, y con cuidado de no caer (sentía que todo daba vueltas a su alrededor), los deslizó sobre sus piernas poniéndolos en su lugar. No teniendo cuidado alguno, se dejó caer de nuevo sobre la cama (que se encontraba convenientemente al raz del suelo). Por el rabillo del ojo, pudo presenciar movimiento a su izquierda, no le importaba en lo más mínimo el haberla despertado con el movimiento brusco.
Primero se escuchó un bostezo sonoro, y después una voz cansada. — ¿Qué haces despierto tan temprano? Es Domingo, relajate un poco, Dios. — la chica, Jenna, resopló molesta aún con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño de nuevo.
— En primer lugar —comenzó, retirando las gruesas sábanas del rostro de la chica, ganándose un sonido de molestia de su parte —, no es “temprano” como dices, son pasadas las siete de la tarde. Y en segundo lugar, estoy lo suficientemente relajado, gracias.
Jenna rió sonoramente al oírlo. — Maldición, creo que esos tragos no eran tan suaves después de todo, ¿ugh? —se puso en una posición recta, recargándose contra la cabecera de la cama y tomó el cigarrillo de la mano del chico, inhalando profundamente —. ¿No tienes resaca o algo parecido? Tu padre debe estar preguntándose dónde diablos te metiste toda la noche, te va a dar una paliza, o mejor dicho, mandará a que te den una paliza.
La chica comenzó a reír sonoramente, a lo que él respondió con una gran sonrisa falsa — Sí, sí, muy graciosa. Y no, no estoy ni cerca de tener una resaca, he tenido noches peores que esta. Mi padre quizá ni siquiera se dió cuenta que no dormí en casa. —mintió, Kian no tenía por qué contarle de las más de treinta llamadas y varios mensajes, su padre quizá sí le daría esa paliza, después de todo.
Su teléfono volvió a su sonar a su lado, pero no se trataba de una llamada. Se puso de pie una vez más, y se dirigió a la cocina, tomando una botella de agua del refrigerador y regresando a su lugar. Tomó su teléfono con una mano y vió que era un correo electrónico, intrigado, desbloqueó su celular y buscó entre sus correos, se trataba del campamento. Era esa maldita parte del año. Comenzó a leer sin mucho interés las palabras del fundador del lugar, estaba a punto de cerrar todo y bloquear el dispositivo, cuando leyó una palabra: “chicas”.
— Carajo, carajo, carajo. —dijo entre dientes apretados. Jenna apareció a su costado, tratando de ver lo que había causado la reacción en el chico.
— ¿Qué es lo que pasa? ¿Hay algo mal?
— Por supuesto que hay algo mal, lee el correo que acaba de llegar.
La chica siguió con la mirada las palabras en el dispositivo, haciendo una mueca que demostraba que no estaba entendiendo la causa del alboroto. — Actúas como si tener a un grupo de chicas alrededor de ustedes fuese el fin del mundo, K. Bueno, pensándolo bien, es mejor que no te agrade la idea de tener otras mujeres a tu alrededor, estaría muy celosa si la noticia te emocionara. A ninguna mujer le agradaría que su novio estuviese rodeado de mujerzuelas, eso te lo aseguro.
Otra vez esa palabra: “novio” , ¿Qué se creía esta chica? Kian dejó su teléfono en el suelo, decidiendo tratar de conciliar el sueño un poco más, cerrando sus ojos y acurrucándose cómodamente. El regaño de su padre podría esperar un poco más.
Y si para el final de ese día, tenía algunas contusiones en el costado izquierdo, y un ojo morado, no era asunto de nadie más, que el suyo.
Era un infierno que se repetía año con año, Kian odiaba lo molesto que era empacar, el largo viaje hasta el lugar, y tener que sacar sus pertenencias de sus maletas, todo en el mismo día. Estaba ahí por decisión de su padre, sus escapadas a centros nocturnos y en ocasiones bajas calificaciones, eran puestos de lado, con tan sólo estar en este campamento en medio del bosque por un tiempo. Estaba recostado sobre su cama en la cabaña que se le había asignado, extremadamente aburrido. Alguien abrió la puerta, pero aún así no desvió la mirada del techo.
— K, me sorprende que estés aquí solo. Pensé que te gustaría estar afuera, como el resto. —dijo tímido, lo conocía desde el año pasado, el chico era un poco bobo, pero era mejor que aburrirse todo el verano sin hablar con nadie. Kian aún recuerda vívidamente cómo conoció a este chico: Era el inicio de otro año de campamento, a la mayoría de los campistas con varios años les gustaba mantener la tradición de recibir a los nuevos con una bienvenida “especial”.
Hasta este día, no puede ver una soga, porque a su mente llega la imagen de Quentin atado de ambos pies, con pegamento por todo su cuerpo desnudo, y plumas sintéticas por doquier. Todos rieron, incluso Kian, fue un buen año.
— Y dime, Quentin, ¿Por qué te sorprende tanto que esté por mi cuenta? No es precisamente una regla estar siempre rodeado de los demás. —dijo molesto, comenzando a jugar con una pequeña pelota de tenis, arrojándola al aire y atrapándola, repitiendo el proceso una y otra vez.
— Bueno, los demás están muy emocionados con la llegada de las chic-
Kian detuvo sus movimientos bruscamente, la pequeña pelota siguió con su curso, llegando hasta el cuello del otro chico, quien comenzó a quejarse sonoramente por el dolor agudo. El otro lo miró por primera vez, con curiosidad genuina. — ¿Las chicas están aquí?
— Sí, lleg-
— ¡¿Qué estás esperando?! ¡Mueve tu trasero, Quentin! Rápido. —Kian se puso de pie, y comenzó a caminar al exterior de la cabaña. Divisó un grupo grande de chicos, llegó hasta ellos y se abrió paso un poco más cerca para ver qué sucedía.
Fue recibido con la imagen de un grupo grande de chicas, algunas temblando y otras gritando enfurecidas con chillidos sumamente altos. Genial, camisetas mojadas. Todos los chicos reían a su alrededor, viendo como las chicas caminaban a sus cabañas con la ayuda de su guía. Si esa pequeña broma inofensiva causó esa reacción en ellas, no podía esperar a ver lo que harían más adelante. Definitivamente, tener un grupo nuevo a quien fastidiar sería entretenido (la mayoría de los chicos perdieron el interés, pues las bromas se repetían constantemente, simplemente perdía su gracia si eran el mismo grupo de personas una y otra vez).
Con la fogata y el discurso del fundador, oficialmente el campamento había comenzado. Varios chicos se quedaron un poco más para conversar entre ellos, e incluso las chicas parecían estar pasándola bien (tan bien como podrías pasarla, sabiendo que la parte masculina del campamento no tolera tu presencia), Kian rió por lo bajo contra el árbol en el que estaba recargado, frente a él, Quentin trataba de hacerse el “interesante” (obviamente tratando de captar la atención de alguna chica). Él era un caso perdido, tenía el corazón demasiado blando como para odiar a alguien, Kian desvió un poco la mirada de su ridículo compañero, y sonrió lobunamente cuando vió a un par de chicas sentadas en un tronco cerca del fuego. Específicamente, la rubia atrapó su mirada, tenía la cabeza echada hacia atrás mientras reía junto a su acompañante. Después de un tiempo observándola, la rubia no dejaba de mirar a su derecha, Kian siguió con la mirada la misma dirección que ella, y después de algún tiempo, pudo darse cuenta de lo que era. Tener su atención sería lo más fácil del mundo, soltó una carcajada (que para la gente cerca, debió parecer un demente), las mujeres eran sumamente predecibles, al diablo con ese mito de no poder entenderlas o que son extremadamente complicadas de leer correctamente. Las mujeres eran predecibles y moldeables, y Kian estaba seguro que esta chica no sería la excepción. La chica había dejado su asiento rápidamente y se dirigió a donde un chico castaño estaba parado, y comenzó a tener una conversación con él.
— … -ndo, pero sí, hasta ahora me agrada el campamento. —Kian llegó a mitad de la frase e hizo notar su presencia entre los dos — Ummh, disculpa, ¿Necesitas ayuda con algo? —cuestionó la rubia, mirando directamente a los ojos al recién llegado.
— No necesito nada, simplemente me cansé de mirarte desde lejos —respondió con todo normal, la expresión en la cara de la chica reflejaba total confusión. Kian casi sintió pena por ella, casi —. Y estoy jodidamente seguro que necesitas una mejor compañía, porque veo que estás perdiendo el tiempo aquí, si yo fuera tu, iría a probar suerte con otro que sí me correspondiera o se interesara de lo que estás hablando. Aunque si comienzas a hablar de cuál actor de Hollywood es mucho más atractivo que otro, seguro tienes su atención completamente.
Kian miró al chico con un aire de superioridad, y este, se sintió intimidado por la intensidad de la misma. La chica no entendía la actitud de este chico, pero estaba claro que no tenía filtro alguno al hablar.
— ¿Ah, sí? ¿Y cómo es eso?, Me vas a decir que hay otro chico por aquí que valga la pena —dijo en tono sarcástico, Kian se encogió de hombros, asintiendo afirmativamente. El chico frente a ambos, estaba nervioso e incómodo con la situación. Pobrecillo —¿Qué te hace creer que elegiría a un patán como tu, en lugar de a alguien como a él?
Kian movió su cuerpo fluidamente hacia adelante, cuidando de no cubrir la vista a la chica en su costado. Entró al espacio personal del otro chico repentinamente, y tomándolo por sorpresa, selló sus labios en un beso descuidado. La chica miró la escena perpleja, vio como el chico que había estado observando toda la tarde, se encontraba petrificado en su lugar, que al cabo de unos segundos, respondió el beso con la misma energía. Después de un tiempo, los chicos se separaron, y Kian regresó a su lugar junto a la rubia, con una sonrisa de lado a lado.
— Porque al igual que tú, a él le atraen los tipos como yo. Soy Kian, por cierto. —dijo, mientras estiraba su mano, la cual, la chica después de un momento de titubeo, estrechó junto a la suya y se presentó de igual manera. Nina rió sonoramente de lo ridículo que parecía la situación, de hecho, Kian parecía un chico agradable. No tan agradable como para confiar en él totalmente, o que su presencia fuese paz y felicidad. Había algo mucho más profundo e intenso en su persona, y Nina se vió estúpidamente atraída hacia ese misterio.
Algo era seguro, si querían a todas las mujeres fuera del campamento, tenía que empezar a pequeña escala, haciéndole la vida imposible a esta chica. Las mujeres no pertenecían ahí, ¿Qué podrían hacer ellas para detenerlos? Nada, ¿cierto?.
- pocos cambios :
- Bueno aquí dejo el segundo capítulo, le cambié algunas cosas aquí y allá, si gustan volver a leerlo, es totalmente su decisión. Y como dijo Karls, espero ponernos al corriente y comenzar a escribir cosas nuevas en esta nc :D
roman.
Re: Guerra de Sexos
Hola Andy, y bienvenida. Me alegra que te agrade la historia, y que te decidieras a salir de las sombras hahaha :D
roman.
Re: Guerra de Sexos
al igual que con karls, me da el mismo gustó leer tu capítulo de nueva cuenta, roman, tus personajes me impresionaron como la primera vez y estoy ciega de seguro, sorry xd me pareció no muy cambiado a la versión anterior del capítulo, so, me encantó
me pongo a editar los errores en mi cap para subirlo corregido ahora sí procuraré no demorar mucho porque también me gustaría llegar a avanzar en la trama de la nc.
me pongo a editar los errores en mi cap para subirlo corregido ahora sí procuraré no demorar mucho porque también me gustaría llegar a avanzar en la trama de la nc.
¡y bienvenida andy! que grata sorpresa tenerte por acá; espero que disfrutes de la lectura
trunks
Re: Guerra de Sexos
Que alegría volver a leer tu capítulo roman
¡Bienvenida Andy! es bueno tenerte por acá también, esperamos y disfrutes de esta n.c.
jackson.
Capítulo 003
capítulo 003 - mieczyslaw
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]—It's like catching lighting...
Con un tono más agudo de lo normal continué la canción inclinándome de izquierda a derecha en el asiento que compartía con un chico, el cual no parecía satisfecho con mi linda presencia a su lado, percibí con el rabillo del ojo que el autobús se había adentrado en un terreno ya poblado en donde había autos estacionados y gente caminando por todos lados. Inferí que habíamos entrado al campamento y ni siquiera me había percatado de ello con anterioridad.
Mi canto cesó para fijarme especialmente en la vista de la ventana con la cual contaba mi compañero de asiento, me gustaba el lado con la vista en cualquier medio de transporte pero al haberme retrasado a la hora de partir no tuve elección salvo sentarme en el lugar desocupado más próximo que resultó ser el de un castaño que no hizo intento alguno de interactuar en todo el camino, mi mejilla involuntariamente rozó su torso cuando me incliné más sobre su asiento para tratar de ver el panorama por lo cual le escuché gruñir.
—Están algo locas las cosas afuera —opiné batiendo mis pestañas mientras hablaba para tratar de convencer, una de sus cejas se alzó y asintió, no obtuve lo que deseaba—, aunque supongo que es así siempre, pero por haber chicas esta vez seguro hay más autos, ¿no?
—Supongo.
—¿Has estado en el campamento antes?
—Sí.
No hubo más respuestas y el camión se detuvo de inmediato causando gritos de júbilo al igual que un ligero movimiento del autobús al ponerse todos de pie para caminar de un lado a otro.
Mi compañero de asiento saltó de su lugar tan pronto como pudo y me pasó de largo para tomar sus cosas y retirarse sin decirme absolutamente nada.
Seguramente tenía novia y por ello no me había hablado, sí, eso debió de ser. Repetía mi cabeza al ser rechazada por el primer campista que había conocido.
Me apresuré a bajar del autobús antes de ser aplastada por las manadas humanas que venían conmigo, afuera olía a pino y el aire era tan fresco como tomar una ducha helada en pleno verano, con una rápida mirada a mi alrededor deleité mi vista con un increíble paisaje que dudaba volver a encontrar en mi hogar.
Mi familia era del tipo que solía apegarse lo más que podía a las viejas costumbres y no las dejaba por nada del mundo, eso conllevaba vivir en Rochester de por vida para conservar el linaje Lawrence de dicha ciudad, dejar Nueva York no estaba en los planos de mudanza por lo cual mi sueño frustrado de estudiar en Canadá jamás fue bien visto. En cambio, conseguí la autorización para pasar el verano en el famoso campamento Sangre de campeón con la intención de complacerme mínimamente; estaba bien para mí.
—¡Lynn!
—¡Jess!
—Que horrible volver a ver tu cara de nuevo, Lucas.
—Igual, dude.
Diversas conversaciones se llevaban a cabo alrededor del transporte mientras esperábamos por nuestras pertenecías para cargar con ellas, la variedad de sexos era bastante notoria al igual que el mínimo trato que parecían darse, ¿acaso todos eran igual de reservados como el chico del autobús? Yo esperaba que no.
Mis ojos se posaron en el misterioso muchacho que había sido mi compañero en todo el viaje, atractivo pero bastante callado para mi gusto, se encontraba con cinco sujetos más haciendo bromas y riendo recargados a un costado del autobús.
Así que después de todo no era mudo ni mucho menos malhumorado... sólo lo era conmigo. Pasé por su lado sin ser notada para buscar mis pertenencias entre las maletas que estaban sacando del medio de transporte y eran depositadas en el suelo.
—No creo que sea tan malo tener chicas en el campamento, ¿saben? —habló uno de cabello dorado mirando a su alrededor—, puedo acostumbrarme a estar rodeado de ellas por aquí.
—No sabes lo que dices, unas no son tan buenas como lo parecen, la que iba sentada conmigo en el autobús no paraba de cantar algo que mi hermana de trece años escucha. Pobre loca inmadura.
Las risas que vinieron a continuación de su comentario causaron que mi ceño se frunciera sin dejar de mirar el equipaje, podía tolerar insultos de cualquier índole salvo los que involucraban mis preciados gustos, que el inexpresivo del camión insultara mi talento para cantar en sincronía con Troy Bolton mientras todos en el camión preferían ignorarse mutuamente hirió profundamente mi ego. Ni siquiera se había dignado a hablarme pero estaba juzgando a mis espaldas, y yo era la loca inmadura en la situación, claro.
Me giré para estar de frente al grupo de chicos.
Si las miradas hubieran podido ser capaces de matar el sujeto maduro-anti-chicas vivo ya no estaba cuando caminaba hacia él, los varones ni siquiera se daban cuenta de que una muy enfadada rubia caminaba en su dirección cuando estaba a un metro de ellos, el de cabello claro fue el que lo hizo primero y carraspeó para llamar la atención de los demás. Varios pares de ojos de posaron en mí.
—Hola.
Mis brazos estaban en forma de jarra pero se cruzaron en mi pecho al escuchar el saludo de un chico en el grupo. Un saludo era lo que menos esperaba, incluso ellos parecían tan sorprendidos como yo al escuchar a uno de los suyos tratando de ser amable conmigo, sonreí con fingida pena acercándome al círculo humano que formaban.
—Hola. —Había visto imágenes de criaturas adorables que ladeaban su cabeza y parecían una lindura a los ojos de todos, imité la pose unos segundos, mientras formulaba una presentación más emocionante—. Me presentaría pero creo que ya me conocen, sí, soy la pobre loca inmadura, un gusto.
—Woa, que coincidencia. —El castaño lucía tan reacio a parecer agradable que todo sentimiento cordial se esfumó por completo de mi ser—. No importa, de todas formas, rubia debías de ser.
—¿Acabas de hacer lo que creo... —Comenzó uno de sus amigos bastante sorprendido.
—Eres un idiota, hombre, sólo es una chica. —La voz de otro resonó entre el bullicio de comentarios que comenzaban a surgir en la manada—. Es una lástima que te des esos aires de campeón y creas en los estereotipos todavía. —Las palabras estaban cargadas de burla y resignación pero mi enojo me impedía despegar mis ojos del inexpresivo chico para ver a quién pertenecían los comentarios aunque estaba segura de que en cierta parte él debía de haberse sentido ofendido por el comentario también y no sabía el por qué hasta que volvió a hablar—. Yo soy rubio también, por si no lo habías notado antes, y no creo que sea algo malo.
El muchacho de cabello dorado sonreía de lado cuando dio un paso al frente, enfrentando al castaño con la mirada, los demás presentes comenzaron a darse cuenta de que algo ocurría, y lo único que yo quería era darle un puñetazo en la nariz al idiota del camión para tomar mis cosas e irme. No era tan sencillo que mi primera petición en el campamento se cumpliera por lo que me quedé como un personaje secundario en la escena de duelo que se llevaba a cabo; mi especialidad era ser la protagonista y no dejé que me apartaran del asunto tan rápido.
—¡Alto! —Levanté mis manos mientras me interponía entre ambos—. Nada de pelea, no sangre y mucho menos un héroe. Éste es mi problema y sé cómo lidiar con ellos por mi propia cuenta.
—¿Cantando? —Se burló el monstruo que aparentaba ser un chico castaño que detestaba High school musical.
—Nope.
Tomé sus manos entre las mías con las palmas hacia arriba, sus cejas se elevaron con sorpresa y percibí a su grupo echarse hacia atrás exceptuando al rubio, achiqué mis ojos y con una sonrisa burlona clavé mis uñas en la blanda carne de su palma. El sonido que emitió fue similar al de un simio gritando que sonó como música para mis vengativos oídos.
—¡Suelta!
—Con gusto, pero hasta que te disculpes.
—Ya, ¡lo siento! ¡Déjame! ¿Okay?
—Hecho. —Con un brusco movimiento solté sus manos y me retiré del anillo de personas que se habían amontonado alrededor para mirar, tomé mis pertenencias entre el montón para después pasar al lado de los estupefactos sujetos que aún me miraban, retirándome en completa paz—. Con permiso, gracias, quiero pasar, gracias.
Era consciente de las miradas clavadas en mi nuca, o en otras partes del cuerpo incluso, pero lo único que tomaba mi completa atención era mi pesado equipaje que le costaba avanzar con las llantas por el suelo de tierra. Enfrente mío se extendía el camino a lo que parecía el pabellón principal, campistas iban y venían en fachas demasiado casuales para tratarse de un primer día, la vista era tan increíble que parecía de ensueño.
¿Era acaso yo tan insensible para comportarme como si nada después de haber clavado mis larguísimas uñas en la piel delicada de un chico? No, la verdad era que no concordaba, pero él había tocado muy fondo y no podía quedarme de brazos cruzados. Tampoco era común en mí dejar a otros luchar mis batallas, eso era para cobardes incluso si era una chica, por eso rechacé la repentina defensa —que me pareció más bien una simple excusa para la violencia bárbara de hombres— del misterioso rubio.
Sacudí mi cabeza para deshacerme de aquella escena y disfrutar de la belleza que presenciaba.
Bosques tan puros y grandes como el que rodeaba el campamento no podían compararse a los que había visto en Estados Unidos, la tonalidad de sus pinos al igual que el aroma a naturaleza eran tan únicos que no me tomó mucho recordar que estaba en otro país para vivir una experiencia única; incluso Elena, mi hermana menor por sólo cuatro años, había llorado para que la dejasen venir también, por suerte no había funcionado y fui víctima de su hostilidad desde que recibí la aceptación de mis padres para realizar el viaje.
Di mil disculpas para todos aquellos que se chocaron conmigo en el camino, que habían sido bastantes realmente, una americana de buena familia no siempre se salía con la suya para disfrutar de la otra frontera. Mis ojos no se despegaban de las puntas en el cielo de los pinos.
—¡Chicas por aquí! ¡Las recién llegadas por éste lado, por favor!
Por un megáfono la voz de un hombre llegó a mis oídos en el momento que salía de mi trance al irse acabando la hilera de árboles para abrirle paso al claro lleno de cabañas, un puñado de chicas yacían alrededor de un sujeto que trataba de llamar a todas las personas del sexo femenino para orientarlas, me acerqué aún tambaleándome con las pesadas maletas que arrastraba y esperé a que todas estuvieran reunidas para que nos guiaran a nuestras cabañas. Sólo rogaba internamente para que mis compañeras fueran las adecuada para crear un Burn Book mental, lo hacía cada que estaba en un lugar nuevo y las personas del campamento no podían librarse de la experiencia completa que involucraba a June Lawrence a su alrededor, los prejuicios siempre fueron mi debilidad por lo que solía anotarlos en una lista cerebral que nadie que no fuese de mi clan podía saber; era una lástima que pocas chicas guardaban información que perjudicaba a los demás tan bien como yo procuraba hacer.
Tomar la iniciativa en todo momento era una cualidad de la que muchos solían quejarse de mi persona, defecto o no, yo carecía de la necesidad de depender de otros, no me tomó bastante tiempo desesperarme por la espera y comencé a abrirme camino entre la multitud para llegar al tal James que debía de llevarnos lo antes posible a dejar nuestras pertenencias. Mis piernas estaban entumecidas por el viaje en autobús y quería una ducha lo antes posible.
Ese pensamiento pareció desatar una coincidencia para nada agradable en el momento.
La blusa ombliguera que tenía puesta se pegó a mi pecho cuando fría agua impactó en la cara cuando estaba en el borde del círculo que formábamos, la visión de enfrente quedó completamente obstruida y lo único que podía percibir era una estampida de no sabía qué exactamente pero que estaba en contra nuestra por los gritos de horror que las demás soltaron, la coleta alta que llevaba sujetando mi cabello se vino abajo en una masa de cabello irreconocible. Jamás había sido buena para las temperaturas bajas —aún soportando los fríos inviernos en Rochester— por lo cual mi piel se erizó cuando el agua me recorrió la espina dorsal helando hasta en lo más profundo que mi ligera ropa permitía.
Retiré con el dorso de mi mano el exceso de agua en mis ojos y los abrí preparándome para enfrentar al enemigo: ni más ni menos que el chico de cabello dorado que había tratado de defenderme con anterioridad. Él se estaba riendo al unísono de todos los demás chicos que se encontraban rodeando el grupo, escuchaba voces bastante molestas pero lo único en lo que podía enfocarme con claridad eran las sonoras carcajadas junto con los abucheos de los muchachos, ¿cuál era su maldito problema?
—Te hubieras quedado en el centro del grupo, Barbie, ahí no te hubiera lanzado el balde de agua en la cara a ti sola.
—¿No era que trataste de defenderme antes? —indagué revisando con desesperación las maletas que había arrastrado conmigo hasta el borde del grupo, por suerte nada de había salido de ellas y sólo estaban mojadas las valijas, de mis glamurosas prendas que llevaba puesta no podía decirse lo mismo y mis dientes comenzaron a castañear del frío—. Eres un sinvergüenza.
—Me han dicho cosas peores. —Arrugó su nariz burlándose de mí—. Yo que tú me ponía algo encima, ropa blanca mojada... —Tiró el balde que llevaba en las manos para hacer un ademan señalando su pecho y después presionó la camiseta al cuerpo con más fuerza para que su torso se marcara bajo ella—. Ya sabes, una desgracia, pero veo que te gusta la lencería rosa.
Miré hacia abajo y descubrí que mi sujetador estaba marcado bajo la mojada tela de mi blusa, justamente el día en el que había decidido usar el conjunto nuevo que dejaba al menos un cuarto de la piel de mi pecho expuesta, negué con la cabeza mientras formaba una sonrisa socarrona.
—Mi favorita. —Elevé mi rostro al suyo tan repentinamente que le tomó tiempo reaccionar, el muy descarado aprovechó mi momento de debilidad mirándome a través de la ropa mojada, elevó sus cejas—. No es como si fuera un secreto lo que tiene una chica, ¿no?, creo que puedo con esto, gracias por el tip.
—Cuando quieras, amor.
Me lanzó un beso y se alejó poco a poco caminando hacia atrás con una sonrisa coqueta en sus carnosos labios.
En ese momento el sujeto de cabello dorado era una prioridad para tomar en cuenta en mi próximo ejemplar intelectual del Burn Book de verano.
No había nada mejor para apaciguar las cosas entre los campistas que una buena bienvenida, una fogata, buen ambiente y, lo más importante, ropa seca para todos.
Apenas había tenido tiempo para sacar todas mis pertenencias, acomodarlas y darme un baño cuando estaba llegando tarde a la bienvenida, todo mundo estaba allí en el momento en el cual llegué, vestidos tan casualmente que me hizo desconcertarme un momento con lo que consideraba algo casual; en comparación con las camisetas de franela y los típicos converse que llevaban la mayoría mis botas de tacón bajo junto con un vestido de tirantes delgado con textura de gamuza parecían estar fuera de escena.
Mi sentido de la moda jamás encajaba en ningún lugar, solían decir que era bastante excéntrica para toda ocasión, y lo vi una vez más en aquella fogata.
No me tomó más de escasos segundos encontrar a alguien que estuviera repartiendo refrescos y comida antes de que el protocolo de iniciación comenzara, caminé hasta una mesa algo apartada del fuego en donde había una gran variedad de alimentos y bebidas para elegir, tomé un vaso con refresco de cereza y me fui a sentar en un tronco de la última fila frente a la hoguera. La marcada separación entre chicos y chicas era un poco menos notoria pero aún así había chicas apartadas en el ambiente al igual que grupos de varones sin incluir a ninguna de ellas en la plática; algo patético e infantil para gente que se suponía ya eran adultos en su mayoría.
—¿Disfrutando de tu soledad o el calor del fuego después de una ducha helada? —La voz ronca inconfundible del rubio doble cara se hizo presente cuando miraba un punto muerto enfrente mío, se sentó en el lado izquierdo del tronco con un Hot Dog en cada mano, su hombro rozaba con el mío de tan cerca que estaba.
—Ambas. —Le miré de lado con el desinterés más profundo que pude presentar—. No me gusta el frío y prefiero entrar en calor por mi cuenta.
—Una lástima porque venía aquí para ayudarte con eso.
—Que considerado eres —hablé con sarcasmo mirándolo con fingida simpatía, un gesto burlesco adueñó sus facciones cuando intentaba no burlarse, de inmediato interpreté sus palabras que vinieron después de las mías con doble sentido sin darme cuenta—, oh, ¡eres un bárbaro!
—Mi madre lo ha dicho, seguro. —Rió por lo bajo y me ofreció el plato de su mano derecha—. ¿Un Hot Dog? Es mi ofrenda de paz.
—Seguro.
Tomé su “ofrenda” gustosa con doble intención en mi acción. El enigmático muchacho no podía quedarse más en el anonimato y estaba segura de que bastaba con un poco de flirteo para saberlo; lo otro era cosa aparte.
No era aficionada a la comida chatarra pero la comida del campamento era realmente buena y no costó más de unas mordidas para terminar el alimento complacida de tener algo sólido en mi estómago después de no haber comido más de una barra frutal junto a una botella de agua, comer frente a los demás no me incomodaba como a muchas y me contuve de mirar al rubio que lo hacía a mi lado, seguramente él si se hubiera incomodado al tener mis ojos encima cuando trataba de terminar su comida con tanto esmero al igual que yo.
—Entonces... —Comenzó a hablar cuando tenía la boca aún llena de la última mordida que le había dado a su cena, arrugué mi nariz con disgusto y negué con la cabeza, eso no le impidió él seguir hablando—. ¿Paz?
—No si te mantienes hablando cuando todavía estás comiendo, eso es asqueroso.
—Oh, vamos, todos los años me sentaba aquí a comer y charlar al mismo tiempo sin problema alguno.
—Con tus compañeros, yo no soy parte de ellos, y además soy una chica.
—Sí, lo he notado. —Me digné a mirarlo cuando ya no había restos de pan y salchicha en su boca mientras emitía palabras—. Digo, es obvio, y quedó claro cuando tu camiseta quedó empapada dejando mucho a la vista.
—Sigue así y lo próximo que sabrás es que no sólo el símbolo del campamento será lo que arderá en la hoguera ésta noche.
Golpeó su rodilla con fuerza y soltó una sonora carcajada que detuvo casi tan pronto como salió, sus azulados ojos se abrieron a tope mientras me miraba aparentemente avergonzado, supe en ese momento que no se enorgullecía del sonido de su risa espontánea y lo comprendía bastante bien; parecía estar ahogándose y chillando a la vez. Algo en verdad horrible de apreciar.
—Tienes sentido del humor.
—Más del que me gustaría reconocer.
—Que buena virtud.
—Lo considero un defecto a veces.
—¿Por qué?
—Me gusta tomarme las cosas en serio pero es difícil con tanta desgracia que se presenta en mi vida. —Me encogí de hombros—. Difícil de ignorar.
—¿Qué consideras bueno entonces?
—Mi buen criterio a la hora de elegir a qué ser leal —comentaba mientras me ponía de pie y él me miraba desde abajo—, no soy rencorosa, pero la venganza es dulce.
—¿Ah?
Fruncí mis labios en una línea apretada mientras derramaba el resto de mi bebida de cereza en su linda cabellera dorada que se vino hacia abajo por el agua, soltó una maldición por lo bajo y se echó hacia atrás por lo cual terminó tirado de espaldas en el suelo, arrojé mi vaso tan lejos como pude y aplaudí.
—¡Ooops! —Dejé de regocijarme en mis propios aplausos y me crucé de brazos—. Te hubieras quedado con tu grupo, Ken, ahí no te hubiera lanzado el refresco a ti solo. Algo peor que estar en la lista negra de June Lawrence es formar parte de su Burn Book; tú lo encabezas.
Su cara era un verdadero dilema al rojo vivo cuando terminé de copiar parte de su discurso cuando me mojó ese mismo día por la tarde, sus mejillas se inflaron y los hermosos ojos azules que poseía me fulminaban de una manera que no había visto en nadie más antes, temí que se viniera abajo el numerito que estaba montando cuando se pusiera de pie por lo que decidí huir de ahí antes que nada.
Claro estaba, que en mi vida nada era fácil, y le escuché gritar a mis espaldas cuando estaba dándome por victoriosa en la batalla.
—¡Bastian Devis, amor, anótalo en la primera página con negritas. Y considéralo un empate por ahora!
Aquel fue el grito de guerra entre ambos sin que me hubiera percatado de ello.
Con un tono más agudo de lo normal continué la canción inclinándome de izquierda a derecha en el asiento que compartía con un chico, el cual no parecía satisfecho con mi linda presencia a su lado, percibí con el rabillo del ojo que el autobús se había adentrado en un terreno ya poblado en donde había autos estacionados y gente caminando por todos lados. Inferí que habíamos entrado al campamento y ni siquiera me había percatado de ello con anterioridad.
Mi canto cesó para fijarme especialmente en la vista de la ventana con la cual contaba mi compañero de asiento, me gustaba el lado con la vista en cualquier medio de transporte pero al haberme retrasado a la hora de partir no tuve elección salvo sentarme en el lugar desocupado más próximo que resultó ser el de un castaño que no hizo intento alguno de interactuar en todo el camino, mi mejilla involuntariamente rozó su torso cuando me incliné más sobre su asiento para tratar de ver el panorama por lo cual le escuché gruñir.
—Están algo locas las cosas afuera —opiné batiendo mis pestañas mientras hablaba para tratar de convencer, una de sus cejas se alzó y asintió, no obtuve lo que deseaba—, aunque supongo que es así siempre, pero por haber chicas esta vez seguro hay más autos, ¿no?
—Supongo.
—¿Has estado en el campamento antes?
—Sí.
No hubo más respuestas y el camión se detuvo de inmediato causando gritos de júbilo al igual que un ligero movimiento del autobús al ponerse todos de pie para caminar de un lado a otro.
Mi compañero de asiento saltó de su lugar tan pronto como pudo y me pasó de largo para tomar sus cosas y retirarse sin decirme absolutamente nada.
Seguramente tenía novia y por ello no me había hablado, sí, eso debió de ser. Repetía mi cabeza al ser rechazada por el primer campista que había conocido.
Me apresuré a bajar del autobús antes de ser aplastada por las manadas humanas que venían conmigo, afuera olía a pino y el aire era tan fresco como tomar una ducha helada en pleno verano, con una rápida mirada a mi alrededor deleité mi vista con un increíble paisaje que dudaba volver a encontrar en mi hogar.
Mi familia era del tipo que solía apegarse lo más que podía a las viejas costumbres y no las dejaba por nada del mundo, eso conllevaba vivir en Rochester de por vida para conservar el linaje Lawrence de dicha ciudad, dejar Nueva York no estaba en los planos de mudanza por lo cual mi sueño frustrado de estudiar en Canadá jamás fue bien visto. En cambio, conseguí la autorización para pasar el verano en el famoso campamento Sangre de campeón con la intención de complacerme mínimamente; estaba bien para mí.
—¡Lynn!
—¡Jess!
—Que horrible volver a ver tu cara de nuevo, Lucas.
—Igual, dude.
Diversas conversaciones se llevaban a cabo alrededor del transporte mientras esperábamos por nuestras pertenecías para cargar con ellas, la variedad de sexos era bastante notoria al igual que el mínimo trato que parecían darse, ¿acaso todos eran igual de reservados como el chico del autobús? Yo esperaba que no.
Mis ojos se posaron en el misterioso muchacho que había sido mi compañero en todo el viaje, atractivo pero bastante callado para mi gusto, se encontraba con cinco sujetos más haciendo bromas y riendo recargados a un costado del autobús.
Así que después de todo no era mudo ni mucho menos malhumorado... sólo lo era conmigo. Pasé por su lado sin ser notada para buscar mis pertenencias entre las maletas que estaban sacando del medio de transporte y eran depositadas en el suelo.
—No creo que sea tan malo tener chicas en el campamento, ¿saben? —habló uno de cabello dorado mirando a su alrededor—, puedo acostumbrarme a estar rodeado de ellas por aquí.
—No sabes lo que dices, unas no son tan buenas como lo parecen, la que iba sentada conmigo en el autobús no paraba de cantar algo que mi hermana de trece años escucha. Pobre loca inmadura.
Las risas que vinieron a continuación de su comentario causaron que mi ceño se frunciera sin dejar de mirar el equipaje, podía tolerar insultos de cualquier índole salvo los que involucraban mis preciados gustos, que el inexpresivo del camión insultara mi talento para cantar en sincronía con Troy Bolton mientras todos en el camión preferían ignorarse mutuamente hirió profundamente mi ego. Ni siquiera se había dignado a hablarme pero estaba juzgando a mis espaldas, y yo era la loca inmadura en la situación, claro.
Me giré para estar de frente al grupo de chicos.
Si las miradas hubieran podido ser capaces de matar el sujeto maduro-anti-chicas vivo ya no estaba cuando caminaba hacia él, los varones ni siquiera se daban cuenta de que una muy enfadada rubia caminaba en su dirección cuando estaba a un metro de ellos, el de cabello claro fue el que lo hizo primero y carraspeó para llamar la atención de los demás. Varios pares de ojos de posaron en mí.
—Hola.
Mis brazos estaban en forma de jarra pero se cruzaron en mi pecho al escuchar el saludo de un chico en el grupo. Un saludo era lo que menos esperaba, incluso ellos parecían tan sorprendidos como yo al escuchar a uno de los suyos tratando de ser amable conmigo, sonreí con fingida pena acercándome al círculo humano que formaban.
—Hola. —Había visto imágenes de criaturas adorables que ladeaban su cabeza y parecían una lindura a los ojos de todos, imité la pose unos segundos, mientras formulaba una presentación más emocionante—. Me presentaría pero creo que ya me conocen, sí, soy la pobre loca inmadura, un gusto.
—Woa, que coincidencia. —El castaño lucía tan reacio a parecer agradable que todo sentimiento cordial se esfumó por completo de mi ser—. No importa, de todas formas, rubia debías de ser.
—¿Acabas de hacer lo que creo... —Comenzó uno de sus amigos bastante sorprendido.
—Eres un idiota, hombre, sólo es una chica. —La voz de otro resonó entre el bullicio de comentarios que comenzaban a surgir en la manada—. Es una lástima que te des esos aires de campeón y creas en los estereotipos todavía. —Las palabras estaban cargadas de burla y resignación pero mi enojo me impedía despegar mis ojos del inexpresivo chico para ver a quién pertenecían los comentarios aunque estaba segura de que en cierta parte él debía de haberse sentido ofendido por el comentario también y no sabía el por qué hasta que volvió a hablar—. Yo soy rubio también, por si no lo habías notado antes, y no creo que sea algo malo.
El muchacho de cabello dorado sonreía de lado cuando dio un paso al frente, enfrentando al castaño con la mirada, los demás presentes comenzaron a darse cuenta de que algo ocurría, y lo único que yo quería era darle un puñetazo en la nariz al idiota del camión para tomar mis cosas e irme. No era tan sencillo que mi primera petición en el campamento se cumpliera por lo que me quedé como un personaje secundario en la escena de duelo que se llevaba a cabo; mi especialidad era ser la protagonista y no dejé que me apartaran del asunto tan rápido.
—¡Alto! —Levanté mis manos mientras me interponía entre ambos—. Nada de pelea, no sangre y mucho menos un héroe. Éste es mi problema y sé cómo lidiar con ellos por mi propia cuenta.
—¿Cantando? —Se burló el monstruo que aparentaba ser un chico castaño que detestaba High school musical.
—Nope.
Tomé sus manos entre las mías con las palmas hacia arriba, sus cejas se elevaron con sorpresa y percibí a su grupo echarse hacia atrás exceptuando al rubio, achiqué mis ojos y con una sonrisa burlona clavé mis uñas en la blanda carne de su palma. El sonido que emitió fue similar al de un simio gritando que sonó como música para mis vengativos oídos.
—¡Suelta!
—Con gusto, pero hasta que te disculpes.
—Ya, ¡lo siento! ¡Déjame! ¿Okay?
—Hecho. —Con un brusco movimiento solté sus manos y me retiré del anillo de personas que se habían amontonado alrededor para mirar, tomé mis pertenencias entre el montón para después pasar al lado de los estupefactos sujetos que aún me miraban, retirándome en completa paz—. Con permiso, gracias, quiero pasar, gracias.
Era consciente de las miradas clavadas en mi nuca, o en otras partes del cuerpo incluso, pero lo único que tomaba mi completa atención era mi pesado equipaje que le costaba avanzar con las llantas por el suelo de tierra. Enfrente mío se extendía el camino a lo que parecía el pabellón principal, campistas iban y venían en fachas demasiado casuales para tratarse de un primer día, la vista era tan increíble que parecía de ensueño.
¿Era acaso yo tan insensible para comportarme como si nada después de haber clavado mis larguísimas uñas en la piel delicada de un chico? No, la verdad era que no concordaba, pero él había tocado muy fondo y no podía quedarme de brazos cruzados. Tampoco era común en mí dejar a otros luchar mis batallas, eso era para cobardes incluso si era una chica, por eso rechacé la repentina defensa —que me pareció más bien una simple excusa para la violencia bárbara de hombres— del misterioso rubio.
Sacudí mi cabeza para deshacerme de aquella escena y disfrutar de la belleza que presenciaba.
Bosques tan puros y grandes como el que rodeaba el campamento no podían compararse a los que había visto en Estados Unidos, la tonalidad de sus pinos al igual que el aroma a naturaleza eran tan únicos que no me tomó mucho recordar que estaba en otro país para vivir una experiencia única; incluso Elena, mi hermana menor por sólo cuatro años, había llorado para que la dejasen venir también, por suerte no había funcionado y fui víctima de su hostilidad desde que recibí la aceptación de mis padres para realizar el viaje.
Di mil disculpas para todos aquellos que se chocaron conmigo en el camino, que habían sido bastantes realmente, una americana de buena familia no siempre se salía con la suya para disfrutar de la otra frontera. Mis ojos no se despegaban de las puntas en el cielo de los pinos.
—¡Chicas por aquí! ¡Las recién llegadas por éste lado, por favor!
Por un megáfono la voz de un hombre llegó a mis oídos en el momento que salía de mi trance al irse acabando la hilera de árboles para abrirle paso al claro lleno de cabañas, un puñado de chicas yacían alrededor de un sujeto que trataba de llamar a todas las personas del sexo femenino para orientarlas, me acerqué aún tambaleándome con las pesadas maletas que arrastraba y esperé a que todas estuvieran reunidas para que nos guiaran a nuestras cabañas. Sólo rogaba internamente para que mis compañeras fueran las adecuada para crear un Burn Book mental, lo hacía cada que estaba en un lugar nuevo y las personas del campamento no podían librarse de la experiencia completa que involucraba a June Lawrence a su alrededor, los prejuicios siempre fueron mi debilidad por lo que solía anotarlos en una lista cerebral que nadie que no fuese de mi clan podía saber; era una lástima que pocas chicas guardaban información que perjudicaba a los demás tan bien como yo procuraba hacer.
Tomar la iniciativa en todo momento era una cualidad de la que muchos solían quejarse de mi persona, defecto o no, yo carecía de la necesidad de depender de otros, no me tomó bastante tiempo desesperarme por la espera y comencé a abrirme camino entre la multitud para llegar al tal James que debía de llevarnos lo antes posible a dejar nuestras pertenencias. Mis piernas estaban entumecidas por el viaje en autobús y quería una ducha lo antes posible.
Ese pensamiento pareció desatar una coincidencia para nada agradable en el momento.
La blusa ombliguera que tenía puesta se pegó a mi pecho cuando fría agua impactó en la cara cuando estaba en el borde del círculo que formábamos, la visión de enfrente quedó completamente obstruida y lo único que podía percibir era una estampida de no sabía qué exactamente pero que estaba en contra nuestra por los gritos de horror que las demás soltaron, la coleta alta que llevaba sujetando mi cabello se vino abajo en una masa de cabello irreconocible. Jamás había sido buena para las temperaturas bajas —aún soportando los fríos inviernos en Rochester— por lo cual mi piel se erizó cuando el agua me recorrió la espina dorsal helando hasta en lo más profundo que mi ligera ropa permitía.
Retiré con el dorso de mi mano el exceso de agua en mis ojos y los abrí preparándome para enfrentar al enemigo: ni más ni menos que el chico de cabello dorado que había tratado de defenderme con anterioridad. Él se estaba riendo al unísono de todos los demás chicos que se encontraban rodeando el grupo, escuchaba voces bastante molestas pero lo único en lo que podía enfocarme con claridad eran las sonoras carcajadas junto con los abucheos de los muchachos, ¿cuál era su maldito problema?
—Te hubieras quedado en el centro del grupo, Barbie, ahí no te hubiera lanzado el balde de agua en la cara a ti sola.
—¿No era que trataste de defenderme antes? —indagué revisando con desesperación las maletas que había arrastrado conmigo hasta el borde del grupo, por suerte nada de había salido de ellas y sólo estaban mojadas las valijas, de mis glamurosas prendas que llevaba puesta no podía decirse lo mismo y mis dientes comenzaron a castañear del frío—. Eres un sinvergüenza.
—Me han dicho cosas peores. —Arrugó su nariz burlándose de mí—. Yo que tú me ponía algo encima, ropa blanca mojada... —Tiró el balde que llevaba en las manos para hacer un ademan señalando su pecho y después presionó la camiseta al cuerpo con más fuerza para que su torso se marcara bajo ella—. Ya sabes, una desgracia, pero veo que te gusta la lencería rosa.
Miré hacia abajo y descubrí que mi sujetador estaba marcado bajo la mojada tela de mi blusa, justamente el día en el que había decidido usar el conjunto nuevo que dejaba al menos un cuarto de la piel de mi pecho expuesta, negué con la cabeza mientras formaba una sonrisa socarrona.
—Mi favorita. —Elevé mi rostro al suyo tan repentinamente que le tomó tiempo reaccionar, el muy descarado aprovechó mi momento de debilidad mirándome a través de la ropa mojada, elevó sus cejas—. No es como si fuera un secreto lo que tiene una chica, ¿no?, creo que puedo con esto, gracias por el tip.
—Cuando quieras, amor.
Me lanzó un beso y se alejó poco a poco caminando hacia atrás con una sonrisa coqueta en sus carnosos labios.
En ese momento el sujeto de cabello dorado era una prioridad para tomar en cuenta en mi próximo ejemplar intelectual del Burn Book de verano.
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No había nada mejor para apaciguar las cosas entre los campistas que una buena bienvenida, una fogata, buen ambiente y, lo más importante, ropa seca para todos.
Apenas había tenido tiempo para sacar todas mis pertenencias, acomodarlas y darme un baño cuando estaba llegando tarde a la bienvenida, todo mundo estaba allí en el momento en el cual llegué, vestidos tan casualmente que me hizo desconcertarme un momento con lo que consideraba algo casual; en comparación con las camisetas de franela y los típicos converse que llevaban la mayoría mis botas de tacón bajo junto con un vestido de tirantes delgado con textura de gamuza parecían estar fuera de escena.
Mi sentido de la moda jamás encajaba en ningún lugar, solían decir que era bastante excéntrica para toda ocasión, y lo vi una vez más en aquella fogata.
No me tomó más de escasos segundos encontrar a alguien que estuviera repartiendo refrescos y comida antes de que el protocolo de iniciación comenzara, caminé hasta una mesa algo apartada del fuego en donde había una gran variedad de alimentos y bebidas para elegir, tomé un vaso con refresco de cereza y me fui a sentar en un tronco de la última fila frente a la hoguera. La marcada separación entre chicos y chicas era un poco menos notoria pero aún así había chicas apartadas en el ambiente al igual que grupos de varones sin incluir a ninguna de ellas en la plática; algo patético e infantil para gente que se suponía ya eran adultos en su mayoría.
—¿Disfrutando de tu soledad o el calor del fuego después de una ducha helada? —La voz ronca inconfundible del rubio doble cara se hizo presente cuando miraba un punto muerto enfrente mío, se sentó en el lado izquierdo del tronco con un Hot Dog en cada mano, su hombro rozaba con el mío de tan cerca que estaba.
—Ambas. —Le miré de lado con el desinterés más profundo que pude presentar—. No me gusta el frío y prefiero entrar en calor por mi cuenta.
—Una lástima porque venía aquí para ayudarte con eso.
—Que considerado eres —hablé con sarcasmo mirándolo con fingida simpatía, un gesto burlesco adueñó sus facciones cuando intentaba no burlarse, de inmediato interpreté sus palabras que vinieron después de las mías con doble sentido sin darme cuenta—, oh, ¡eres un bárbaro!
—Mi madre lo ha dicho, seguro. —Rió por lo bajo y me ofreció el plato de su mano derecha—. ¿Un Hot Dog? Es mi ofrenda de paz.
—Seguro.
Tomé su “ofrenda” gustosa con doble intención en mi acción. El enigmático muchacho no podía quedarse más en el anonimato y estaba segura de que bastaba con un poco de flirteo para saberlo; lo otro era cosa aparte.
No era aficionada a la comida chatarra pero la comida del campamento era realmente buena y no costó más de unas mordidas para terminar el alimento complacida de tener algo sólido en mi estómago después de no haber comido más de una barra frutal junto a una botella de agua, comer frente a los demás no me incomodaba como a muchas y me contuve de mirar al rubio que lo hacía a mi lado, seguramente él si se hubiera incomodado al tener mis ojos encima cuando trataba de terminar su comida con tanto esmero al igual que yo.
—Entonces... —Comenzó a hablar cuando tenía la boca aún llena de la última mordida que le había dado a su cena, arrugué mi nariz con disgusto y negué con la cabeza, eso no le impidió él seguir hablando—. ¿Paz?
—No si te mantienes hablando cuando todavía estás comiendo, eso es asqueroso.
—Oh, vamos, todos los años me sentaba aquí a comer y charlar al mismo tiempo sin problema alguno.
—Con tus compañeros, yo no soy parte de ellos, y además soy una chica.
—Sí, lo he notado. —Me digné a mirarlo cuando ya no había restos de pan y salchicha en su boca mientras emitía palabras—. Digo, es obvio, y quedó claro cuando tu camiseta quedó empapada dejando mucho a la vista.
—Sigue así y lo próximo que sabrás es que no sólo el símbolo del campamento será lo que arderá en la hoguera ésta noche.
Golpeó su rodilla con fuerza y soltó una sonora carcajada que detuvo casi tan pronto como salió, sus azulados ojos se abrieron a tope mientras me miraba aparentemente avergonzado, supe en ese momento que no se enorgullecía del sonido de su risa espontánea y lo comprendía bastante bien; parecía estar ahogándose y chillando a la vez. Algo en verdad horrible de apreciar.
—Tienes sentido del humor.
—Más del que me gustaría reconocer.
—Que buena virtud.
—Lo considero un defecto a veces.
—¿Por qué?
—Me gusta tomarme las cosas en serio pero es difícil con tanta desgracia que se presenta en mi vida. —Me encogí de hombros—. Difícil de ignorar.
—¿Qué consideras bueno entonces?
—Mi buen criterio a la hora de elegir a qué ser leal —comentaba mientras me ponía de pie y él me miraba desde abajo—, no soy rencorosa, pero la venganza es dulce.
—¿Ah?
Fruncí mis labios en una línea apretada mientras derramaba el resto de mi bebida de cereza en su linda cabellera dorada que se vino hacia abajo por el agua, soltó una maldición por lo bajo y se echó hacia atrás por lo cual terminó tirado de espaldas en el suelo, arrojé mi vaso tan lejos como pude y aplaudí.
—¡Ooops! —Dejé de regocijarme en mis propios aplausos y me crucé de brazos—. Te hubieras quedado con tu grupo, Ken, ahí no te hubiera lanzado el refresco a ti solo. Algo peor que estar en la lista negra de June Lawrence es formar parte de su Burn Book; tú lo encabezas.
Su cara era un verdadero dilema al rojo vivo cuando terminé de copiar parte de su discurso cuando me mojó ese mismo día por la tarde, sus mejillas se inflaron y los hermosos ojos azules que poseía me fulminaban de una manera que no había visto en nadie más antes, temí que se viniera abajo el numerito que estaba montando cuando se pusiera de pie por lo que decidí huir de ahí antes que nada.
Claro estaba, que en mi vida nada era fácil, y le escuché gritar a mis espaldas cuando estaba dándome por victoriosa en la batalla.
—¡Bastian Devis, amor, anótalo en la primera página con negritas. Y considéralo un empate por ahora!
Aquel fue el grito de guerra entre ambos sin que me hubiera percatado de ello.
- hey:
- no cambié mucho, sólo corregí unos fallos que tenía el capítulo, así que básicamente está igual xd
Última edición por mieczyslaw el Dom 08 Oct 2017, 10:04 pm, editado 1 vez
trunks
Re: Guerra de Sexos
Fue muy agradable volver a leer el capítulo, tuvo momentos muy divertidos y la forma en que "coqueteaban" entre ambos fue muy entretenido de leer. Al final de la nc, van a terminar con neumonía por todo el líquido que se lanzan entre todos jajaja.
De nuevo, te digo que muy muy buen capítulo y ya falta menos para los capítulos nuevos :D
roman.
Re: Guerra de Sexos
capítulo 04# - california.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Las vacaciones de verano que se veían tan lejanas por fin habían llegado y por una vez en la vida había pasado todas mis materias con notas altas por lo que este verano iba estar libre de preocupaciones. Tomando mi ropa y doblándola contra mi pecho, terminaba de llenar mi maleta, probablemente al verla mi padre diría que es una exageración —lo que quizás sea cierto— pero no iba a desaprovechar la oportunidad de lucir mi nueva ropa y más cuando se trataba de ir a Los Alpes. Mi padre me había prometido que este año iríamos a Suiza a pasar un verano “familiar”, bueno si familiar se refería a él y yo. Mi madre se había divorciado de mi padre hace menos de tres años y todavía estaban decidiendo que hacer conmigo con respecto a las visitas y fiestas varias, algo que no me importaba en absoluto, los dos solo eran un constante dolor de cabeza que trataba de evitar.
Después del divorcio mi madre decidió recorrer el mundo para disfrutar su soltería o es lo que ella siempre repite cada vez que la visito en Santorini, Grecia donde ella se la pasa la mayor parte del tiempo. Desde mi habitación podía ver como las chicas de mi fraternidad Alpha Gama Zeta entraban y salían por lo que traté de apresurarme. En el fondo, la música de Britney Spears sonaba alto haciéndome bailar y tararear la letra de la canción. “Al diablo, esta es mi canción” Dije en mi mente, tiré los jeans que tenía en mis manos y lo tiré al interior de la maleta y alzando mis manos empecé a bailar enfrente de mi espejo, mi cadera se movía al ritmo de la música mientras que mis manos se escondían dentro de mi cabello para pasar deslizándose por la curvatura de mi cintura, se sentía bien ser libre por fin. Una mano más grande se posó en mi abdomen y me atrajo hacia un cuerpo cálido haciendo que mi cuerpo mandara escalofríos de alerta por toda mi espalda, una respiración en el cuello bastó para zafarme de la persona y voltearme hecha furia. La sonrisa socarrona del chico me hizo rodar los ojos, ¿Por qué todos los hombres tenían que ser tan imbéciles? Caminé hacia mi móvil y apagué la música, mi buen humor se había desvanecido como mis ganas de seguir todavía en Boston.
— ¿Britney en serio? ¿En qué año estamos 2009? — rio.
— ¿Qué quieres Connor? — dije juntando los brazos contra mi pecho, la mirada del chico enfrente mío era juguetona y esperara que yo me riera con él, a lo que le correspondí con una mirada fría y una cara seria.
— Quería saber si tú — jaló una de mis manos y se lo permití — quisieras acompañarme a mi casa de campo en Malibu ¿Qué dices?
De manera sarcástica mordí mis mejillas y solté una risa, ¿Qué me creía, una zorra? Lo volví a mirar a los ojos negros, su mirada dejó de tener ese brillo con la que me vio por primera vez y ahora era algo más preocupada, probablemente repetía la frase en su mente para ver que había dicho mal, pobre ingenuo.
— Oh, lo dices en serio — Volví a reír, con mi mano de regreso apunté a su pecho con mi dedo índice — ¿Y por qué crees que yo iría a tu casa de campo?
Atónito balbuceó un poco un gesto que me hizo sonreír maliciosamente, “oh como me encanta hacer esto” pensé.
— ¿Qué pensaste Connor? ¿Que diría que sí y así por fin te acostarías conmigo? Por favor que tan poca me crees — lo empujé con el dedo índice, se veía un tanto herido pero no me importaban sus sentimientos en absoluto ¿Les parezco demasiado mala? Pues les diré algo, la mala del cuento no termino siendo yo. Connor Brown estaba completamente obsesionado conmigo, desde el inicio de la universidad siempre ha tratado de pasar primera base para después presumirlo pero para su desgracia no ha podido ni lograr llegar al campo. Siempre resentido, trata de buscar cualquier oportunidad para decir que habló conmigo y obviamente modificar las cosas a su favor. No necesitaba de este tipo de chicos alrededor de mí, por lo que prefería sacar la pelota del estadio. — Primero que nada ¿Quién te dejó entrar? Dios mío es una fraternidad de mujeres y segundo ¿No tienes otras que hacer aparte de acosarme?
— Mia...
— Ya estoy cansada de esto y no tengo tiempo para este tipo de cosas — giré mi cuerpo hacia las maletas, tomé la ropa que me faltaba doblar y la metí a la fuerza; siendo una maniática del control me dio ganas de componerlo pero prefería salir huyendo, terminé y las bajé de la cama, tomé mi bolsa de mano y me la colgué en el hombro, gracias a Dios sabía que en ella no faltaba nada gracias a las listas sobre todo lo que necesito tener. Me puse mis lentes Gucci y miré por última vez a Connor —, Tengo un vuelo que tomar, cierra cuando salgas ¡Y no pienses rebuscar en mi ropa interior!
Corrí por todas las escaleras con mis tres maletas de tras mía y aunque sentía que en cualquier momento me caería pero no me detuve hasta llegar hasta el estacionamiento. Reconocí el carro Lincoln de mi padre, como si fuera niña chiquita chillé de alegría. El chofer de mi padre me ayudó con las maletas para después subirme en la parte trasera del auto para toparme con una mirada fría examinándome meticulosamente, tragué saliva, todo el rastro de felicidad de mi cara se esfumó cuando la puerta se cerró a mi costado.
— Llevo casi media hora esperándote Mia, ¿Dónde demonios estabas? — Pronunció mi padre entrelazando los brazos en su pecho, sus ojos azules me fulminaron y por un momento pensé que alzaría la voz, pero no lo hizo —¸ ¿Cuándo vas a entender que no dispongo de demasiado tiempo?
— Lo siento, me entretuve con algo y... — Quise continuar pero no pude ya que una llamada interrumpió la conversación lo que me hizo girar los ojos, bien igual y ni le importaba, me dije a mí misma.
— Sí ya vamos al aeropuerto, sí, claro que en autobús — Tragué saliva y mi cara se transformó completamente ¿Había dicho autobús? Grité interiormente —, Vale.
Y colgó y sentía que empezaba tener náuseas, lo miré buscando alguna expresión en su rostro pero no había ningún sentimiento, ninguna emoción. Quise hablar pero mis palabras se atoraron en mi garganta, era obvio que no iríamos a los Alpes. Con la voz rota solo pude pronunciar: — ¿Y ahora qué hiciste? — su mirada se volvió a poner sobre mí y luego hacia la ventanilla, era claro que ocultaba algo y no quería decirme. Con firmeza volví a repetir la oración y suspiró.
— Mia no quiero discutir ahora, por favor guarda silencio. — Se unos lentes de sol y se acomodó en el asiento.
— ¿No iremos a los Alpes verdad? ¡Me mentiste de nuevo! — chillé.
— ¿Cómo deseas ir a Europa si casi me dejas en bancarrota el mes pasado? Crees poseerlo todo Elizabeth pero ya no más ¿Me oíste? no más Los Alpes, no más viajes a Santorini y no más compras — gritó, las lágrimas rogaban por salir pero no quería llorar y menos frente a mi padre. — Irás a un campamento en Canadá te guste o no.
— ¿Y qué pasará con mi madre? Le prometí visitarla después de ir a Suiza y ya sabes cómo se pone — rogué jalando de su saco, mi comportamiento infantil era algo que lo hacía enojar más pero no me importaba.
— Tendrás que decirle que hay cambio de planes — respondió mientras jalaba su brazo para despegarme.
Hubo un silencio incómodo en el auto pero prefería que así se quedase, no tenía ganas de volverle a dirigir la palabra a mi padre en un largo tiempo o por lo menos lo intentaría. Boston desaparecía a nuestras espaldas y poco a poco el aeropuerto se veía más cercano. Me recosté en el asiento haciendo pucheros con los labios y abrazándome a mí misma esperando llegar lo más rápido posible y así salir del maldito auto. Cuando llegamos, no esperé que me abrieran la puerta y salí dando un portazo, el maletero se elevó y con agilidad bajé todas las maletas las cuales golpeaban fuerte contra el suelo por la fuerza con la que las sacaba. Mi padre me miraba callado, era obvio que no me ofrecería su ayuda pues obviamente él sabía que me alteraría y haría una de mis “escenas”.
— Si me llego a enterar que has hecho alguna de tus barbaridades me aseguraré que no veas ninguna tarjeta negra más en tu vida, ¿Entiendes Mia? — señaló mi padre.
Me dediqué a asentir rodando los ojos, mientras más lejos estuviera de él mucho mejor y mi madre no daría señales de vida hasta finales de verano, una serie de palabrotas brotaban en mi cabeza, “Este verano será el peor verano de toda mi vida” pensé. Pasando documentación, seguridad y una infinidad de pasillos, por fin abordé el avión hacia Canadá.
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El autobús estaba lleno de chicos gritándose y empujándose por subir, había chicas que se veían emocionadas por asistir al campamento riendo al ver como los hombres se comportaban, resoplé. Me senté en la tercera fila esperando que el ruido se disipara a mis espaldas pero en vez de eso, el ruido aumentaba un poco más lo que me fastidió; mi bolsa de mano reposaba en el asiento izquierdo mientras yo me recostaba en la ventana esperando llegar para esconderme en la cabaña que me había tocado. Había estado en campamentos antes pero nunca duraba más de 2 semanas por mi mal comportamiento, sí, desde mi infancia fui una niña terrible pero siento que he cambiado al menos un poco o al menos eso quiero creer.
— ¿Está ocupado? — preguntó un chico de lentes dirigiéndose a mi bolsa.
— Sí, por mi bolsa — reí.
— Jaja, puedo ver que tienes sentido del humor pero — tomó mi bolso y lo lanzó hacia mí y en respuesta pegué un chillido de sorpresa—, Atrás no hay espacio y no tengo humor para tus bromitas.
Me quedé callada mirando como el chico se ponía sus audífonos y pretendía ignorarme de esa forma, un tanto estupefacta me giré para darle toda la vista a la ventana esperando dormirme el resto del viaje, pero no pude. Me dediqué a ver camino repleto de diferentes clases de pinos, algunos eran más grandes tanto para subir la mirada y los demás eran de tamaño intermedio y cuando menos lo esperaba caí plenamente dormida. No tardó mucho tiempo y vi que varias personas empezaron a bajar del camión con entusiasmo y para mi desgracia me dolía el cuello por haber dormido en una mala posición. El chico que se había sentado conmigo todo el camino había desaparecido ya cuando volteé hacia el pasillo del bus pero no me sorprendió en lo absoluto. Un poco atontada caminé hacia la salida tratando de no caer, me apoyaba tomando impulso de la parte superior de los asientos y por lo que veía era una de las ultimas en salir.
¿Cómo había pasado de estar feliz y plácidamente cómoda en mi fraternidad a estar en un campamento fuera del país donde quizás no había Wi-Fi disponible? Con furia jalé mis maletas que se iban a los lados por el peso que contenían haciendo que me cabreara más de lo debido y gruñera cuando trataba de jalarlas. Cuando llegué al grupito de chicas que se había formado para recibir indicaciones, me puse a observarlas rápidamente: algunas se veían extasiadas por iniciar y otras —como yo— se encontraban apáticas o serias. De sorpresa, mi cuerpo se encontraba mojado por agua fría haciéndome abrir la boca para tomar aire ¡No! Mi ropa se lava en seco, grité para mis adentros, los varones reían en frente de nosotras mientras yo temblaba de frío lo que aumentó mi rabia.
Es ahí cuando lo vi, podría reconocerlo en cualquier lado; su cabello negro y su cara seguían intactas más su actitud era diferente. Thomas Wolf. Y pensar que mi verano ya se veía muy mal, ahora era el doble de malo. A lo lejos pude escuchar que nos llevarían a nuestra cabaña para cambiarnos pero yo no estaba pensando racionalmente, movida por la ira y el odio acumulado caminé hacia donde él olvidando completamente mis maletas a la intemperie, Thomas se iba acompañado de sus amigos al parecer, trotando me acerqué lo más posible tratando de guardar compostura.
— ¡Wolf! — grité, no tardó mucho en darse vuelta y dejarme sin palabras, había cambiado mucho desde la última vez que lo vi, tragué saliva esperando no acobardarme. Me miró por unos segundos, analizándome de arriba para abajo para lamerse los labios, carajo.
— Swan — sonrió. — Que coincidencia... nunca esperé verte en un campamento y menos...
— ¿Fue tu idea? — repliqué.
— ¿Lo del agua? Para nada, pero ojalá lo hubiera sido — rio acercándose a mí, claramente él era más alto que antes y su cuerpo ahora estaba más fornido, pero para su desgracia eso no me intimidaba... tanto —, ¿Qué pasa patito, no te gustó el chapuzón?
Mi mano se estrelló en su mejilla y mi palma se quejó dándome hormigueos, sus compañeros se reían a sus espaldas haciendo la típica “Oh” para iniciar una pelea; una sonrisa se formó en su cara ladeada para luego lanzarme una mirada animada y burlona.
— Creo que me merecía eso — movió su mandíbula para comprobar que seguía en la posición correcta.
— Vamos a poner esto en claro, no te atrevas a hacerme la vida imposible todo el verano y estaremos en paz pero si por el contrario se te ocurre otra de tus bromitas a ti o a ellos, te las verás conmigo ¿Entendiste? Te hice la vida imposible una vez Thomas, no me hagas volver a repetirlo — mic drop, Mia Swan fuera. Me di media vuelta dispuesta a llegar a la cabaña.
— Lo que digas, Patito — gritó.
Paré en seco para levantarme el dedo medio, el rio y yo solo rodé los ojos, mi mano seguía escociendo por el golpe y mi corazón iba a mil por hora, ese subidón de adrenalina era lo que me faltaba para sentirme en casa. Empecé a caminar hacia donde estaban las cabañas, con un poco de orientación llegué a mi preciosa y cómoda cabaña donde me quedaría de ermitaña toda el verano, a lo mucho saldría solo una vez al día por un par de galletas y una botella de agua.
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La fogata había empezado y todos se reunían alrededor de ella pero yo prefería quedarme detrás observando como todos disfrutaban del cálido fuego y para mi sorpresa varios chicos se habían acercado a las chicas, quizás para molestarlas o para coquetear con ellas, rodé los ojos, preferiría estar en mi cabaña pero tenía que admitir que las vistas eran preciosas, tomé un sorbo de mi agua embotellada me senté lo más lejos que pude de la gente, pero no tardó mucho tiempo hasta que una sombra se paró a mi lado.
— Mia Swan, pensé que ya te habías largado de aquí — La voz de Thomas no me sorprendió en lo absoluto y solo decidí ignorarlo. — ¿Me extrañaste?
— La pregunta real Tommy, ¿Tú me extrañaste? — hice un puchero para después regalarle una sonrisa ladeada. — ¿Qué pasa Thomas? ¿Vienes a declararte de nuevo? ¿Vienes a decir que soy el amor de tu vida? Ya sabes cómo terminó eso la última vez.
— Oh vamos, tienes que superar eso Mia, fue hace más de 3 años — rio dando un trago de su lata de cerveza —, Las cosas han cambiado desde que te mudaste a Boston.
— Eso puedo notar — Y era cierto, Thomas era un chico muy diferente al actual, siempre callado en las clases que tomábamos juntos durante preparatoria con una actitud desinteresada. Él estuvo enamorado de mí por un corto tiempo pero lo rechacé, algo que al parecer le afectó y más cuando mis padres me llevaron a Boston para terminar su divorcio.
— Parece que todavía no has sobornado a alguien para que sea tu minion, eso es lo que le llamo un gran progreso, Mia — dijo guiñándome el ojo.
— Es el primer día Wolf — bebí de mi botella y pude verlo sonreír. — ¿Por qué haces esto después de lo que te hice?
— Se llama estrategia, familiarizarte con el enemigo para saber más acerca de sus planes malévolos — dijo serio y por un momento pensé que no sería ninguna broma, tragué saliva —, Dime estúpido pero a veces me gusta creer que la gente cambia. — una risita salió involuntariamente de mi boca por llamarse estúpido así mismo —, Pero, puedo ver que sigues siendo la misma chica rica mimada con problemas paternales que su único propósito en la vida es encontrar el mejor conjunto de ropa para cada día de la semana.
Me paré molesta y me acerqué a él y antes que mi mano aterrizara de nuevo en su cara me agarró por la muñeca fuertemente, chillé por el dolor. Sus ojos verdes se veían oscuros de lo normal y nuestros cuerpos estaban a pocos centímetros de tocarse, miré mi brazo que seguía atrapado y lo jalé con fuerza para zafarlo y cuando ya podía sentirme libre de nuevo me acercó hacia él con fuerza.
— La primera vez te la perdoné Mia pero no volverás a pegarme ¿Entiendes? — susurró en mi oído mientras mi mano se posaba en su pecho empujándolo inútilmente pues él no se movía ni un milímetro de mí. — Te quise por mucho tiempo pero eso se acabó ahora lo que tengo es lástima por ti, ya espero verte renunciar al campamento en unas semanas.
— No estés tan seguro de eso Tommy porque no pienso irme, ya encontré un propósito por el cual quedarme— me mordí el labio inferior —, hacerte sufrir todo el verano.
— Ya veremos quién sufre al final, preciosa.
— Lo tomaré como un reto.
Lo empujé con ambas manos abriéndome paso hacia las cabañas, ¿Pensaba que me iría por una simple bromita? Para nada, soy demasiado terca para abandonar un reto, Oh Tommy, Tommy, Tommy te metiste con la “niña de papi” equivocada.
Invitado
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Re: Guerra de Sexos
Sus capítulos siempre me dejan intrigada sobre sus historias y personajes.
Amo como escriben las dos
Amo como escriben las dos
jackson.
Re: Guerra de Sexos
capítulo 005 - jackson.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Ya había pasado un día desde que dio inicio el campamento y mi padre continuaba llamándome para que regresara a casa. Habían dos cosas en este mundo que no soportaba: la primera era mi padre tratando de controlar mi vida y la segunda que invadieran mi espacio personal.
¿En dónde aplicaba la segunda? Las chicas en el campamento. Aunque no me molestaba tener un montón de pechos a mi alrededor, sabía que en algún momento iba a necesitar de ellos.
Coloque mi almohada de nuevo en mi cabeza, el tipo que era mi compañero de cabaña acostumbraba a pararse una hora más temprano que yo. Odiaba eso de él, algunas veces había pensado en amarrarlo a la cama para que me dejara dormir un poco más.
Resignado me levante de mal humor, no me quedaba de otra más que salir a hacer ejercicio, me cambie por mi ropa deportiva, tome mi celular y audífonos, no pensaba quedarme un poco más con ese chico que arruinaba mis horas de sueño.
—¿Tan rápido me abandonas? —aquel chico tenía una sonrisa burlona.
—Oh, tranquilo. Volveré a ducharme, quizás quieras acompañarme —le di un guiño y salí de ahí riendo.
Eran casi las nueve de la mañana y la mayor parte de las personas dormía, las actividades solían comenzar a medio día. Coloque mis audífonos y comenzó a sonar Broken de Lund.
Me encantaba correr por el bosque ya que era demasiado relajante, algunas veces me quedaba más de una hora ejercitándome solo para estar en la tranquilidad de este.
Mire el reloj de mi muñeca y marcaba las 11:15 am, tenía que regresar para tomar una ducha y almorzar. En mi camino me topé con una chica que también regresaba, comencé a trotar a su lado.
—Menuda manera de venir a correr, creo que mi camisa de tirantes cubre más que tu top.
La chica me miro petulante, parecía buena onda hasta que hablo.
—La mayoría de las personas no se fijan en cómo se visten cuando van a correr, deberías de concentrarte y dejar de ver mis pechos.
Aumento la velocidad y me dejo atrás, no podía quitar la tonta sonrisa de mi cara; me había descubierto mirándole los pechos. Menuda manera de ligar la mía.
Llegue a la cabaña y Bastian ya estaba terminando de arreglarse, ese tipo sí que era rápido. Lo pase de largo, tome mi toalla de la silla y me dirigí hacia el baño.
Entre a la cafetería y tome mi cappuccino con un plato de verduras y carne. Me senté junto a la ventana, muy rara la vez intercambiaba palabras en la cafetería con alguien. Estaba concentrado en mi comida que no había notado a la chica que estaba parada justo enfrente de mí. Levante la mirada hacia ella, la reconocí de inmediato.
—Vaya, parece que te acabas de enamorar de mí. Pero para serte sincero… —le di una mirada rápida a toda ella— no eres para nada mi tipo, así que puedes marcharte.
—Oh… no te preocupes, no me interesas en lo más mínimo. Este es el único lugar disponible en toda la cafetería.
Asentí. No servía de nada correrla, ella tenía la intención de tomar el lugar de enfrente. La mire detenidamente, llevaba el cabello suelto, unos jeans y una camiseta blanca. Se acababa de ocurrir una gran idea que podría hacerla molestar. Me levante de mi lugar, tomando mi plato vacío y mi café medio lleno; pasando por su lado y sin pensarlo dos veces fingí que me tropezaba y le vacié mi café sobre su camiseta blanca, una enorme mancha café se mostró sobre ella.
Lavinia.
Menudo hijo de perra, me acababa de vaciar su café sobre mi camiseta. Mi primera reacción fue gritarle, iba a tardar en salir esa maldita mancha de mi camisa, siempre trataba de ser amable pero él me había atacado sin yo hacerle nada.
—¡Joder! ¿Sabes lo que voy a tardar en sacar la mancha?
—Lastimosamente… no lo sé. Para eso tengo personal que se dedica a eso, además fue un accidente; si quieres puedo ayudarte.
Su sonrisa petulante me irritaba, odiaba me que se sintiera la gran cosa por tener dinero. Mis instintos me decían que lo matara y después lo lanzara al lago con una enorme piedra atada a él.
—Oh… claro que puedes —le dedique una sonrisa mientras bajaba mis manos hacia los bordes de la camiseta, lentamente la deslice hacia arriba quedando únicamente en mi brasier de encaje blanco.
La sorpresa de todos se hizo presente, segundos después los silbidos y cumplidos por parte de todos los chicos; una que otra chica me llamaba por cosas insultantes.
Le lance mi camiseta, sin esperar su respuesta me marche de la cafetería con la cara en alto. Después caí en conciencia y me di cuenta que me había mostrado semidesnuda ante todos.
Minly, mi compañera de cabaña llevaba casi 5 minutos preguntándome qué demonios pensaba al quitarme mi camiseta ante todos, que esa imagen viviría por siempre en la mente de todos y bla bla bla.
—Ly, enserio… actué sin pensar —me tape los ojos con mi almohada.
—¡Demonios! Ese chico sí que se quedó con la boca abierta cuando te sacaste la camiseta.
Comencé a reír junto con ella, esto iba a quedar plasmado por siglos en mi vida.
Dos horas después nos encontrábamos en el lago todos, los coordinadores querían que conviviéramos un poco más antes de adentrarnos al bosque en forma de equipos.
Todos estábamos pasando un buen rato, yo incluso había olvidado un poco la escena que había hecho. Me encontraba tomando el sol en mi traje de baño color rosa pálido, estaba demasiado tranquila hasta que aquel tipo se puso en mi campo de visión.
—¿Por qué no entras al agua? —su estúpida sonrisa volvía a aparecer de nuevo.
—Por si no lo has notado, estoy tomando el sol.
Cerré los ojos nuevamente, hasta que sentí que era levantada de mi lugar y arrojada sobre el hombro de él.
Trate de golpearlo pero lo único que tenía a mi alcance era su trasero, no quería tocar más de la cuenta y después ser señalada por pervertida. Segundos después me vi siendo lanzada al agua, estaba tan helada que salí rápido a flote.
—Eres un imbécil, voy a morir congelada.
Mi cuerpo temblaba mientras le lanzaba agua al rostro.
—Tranquila, Kay te ayudara a entrar en calor nuevamente.
Me abrazo por la espalda y beso mi cuello, odiaba que se tomara la libertad de mantener sus manos en mi cuerpo. Este chico realmente me iba a hacer la vida imposible.
jackson.
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