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Black and Blue

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Black and Blue Empty Black and Blue

Mensaje por Kurisu Vie 29 Jul 2016, 10:38 am

Black and Blue
There was a time when you, Loved til it was black and blue, Those pretty lies were so untrue, Guess I fooled you...
Un año atrás…
Si su pecado fue estudiar hasta tarde, debe de ser una gran broma.
Reed desde que puso un pie afuera de la biblioteca, sabía que algo andaba mal, el aire se sentía pesado y se podía percibir una increíble aura de tensión. Al principio no hizo más que ignorarlo y comenzar a caminar, seguramente eran su imaginación volando de aquí allá.
Camino con paso rápido a la estación de tren y tomo el primero que se detuvo en el andén, más su felicidad se vio opacada por ver el vagón solo, se recordó que era su imaginación y que posiblemente, el estudio lo había dejado agotado, por lo que coloco sus audífonos y se dedicó a revisar sus mensajes, tal vez contestaría mejor cuando llegara a casa.
Al parar en su estación de bajada y prepararse para llegar a su hogar, fue cuando definitivamente su pesadilla cobró vida. Apenas saliendo del vagón, pudo ver que en efecto no estaba soñando; en un principio solo pudo ver a un enorme perro negro, al cual le corría una especie de fuego por lo que parecían ser sus venas, se detuvo a observar con cuidado como la criatura lo seguía con los ojos blancos y se pellizco varias veces para comprobar que no estaba durmiendo. Luego como si hubieran estado sincronizados, Reed y el animal echaron a correr al mismo rumbo.
Subió corriendo las escaleras de dos en dos y se apresuró a correr por la calle semi-desierta, pero estar al aire libre, no detuvo a su perseguidor. Puso todo su empeño en correr como nunca lo había hecho, pero cada paso que daba, era como si la criatura le pisara los talones, cada vez más cerca.
Dio un grito profundo cuando sintió un increíble dolor recorrerle toda la pierna, dándose cuenta de que finalmente lo había alcanzado. Trato de quitárselo de encima de alguna manera, utilizando su mochila o aventándole piedras, pero al parecer nada funcionaba, la mandíbula de aquella cosa ni si quiera se movía medio centímetro.
Sintió como era arrastrado hacia atrás e intento aferrarse a lo que fuera, pero la fuerza que el perro imprimía era increíble, por lo que pronto se vio encerrado en un callejón que incluso él utilizaba para fumar a escondidas, su casa solo estaba a la vuelta de la esquina.
Pero cuando vio que las luces de la calle ya no llegaban a ese lugar, sintió una desesperación increíble, logro darse la vuelta y se encontró con el rostro del animal a centímetros de él, sus ojos blancos como si no tuvieran vida, lo observaban detenidamente. Atrás de la cabeza principal pudo distinguir como otra era la todavía estaba sujeta a su pie y un escalofrío le recorrió la espalda, luego vio una tercera salir justo por el cuello, y seguido de eso, no pudo sentir nada más que un dolor abrazador, acompañado de una oscuridad que parecía infinita.

Black and Blue BFWkJOu

Al abrir los ojos, lo primero que pensó fue en la pesadilla que tuvo, pero en cuanto descubrió que no estaba acostado en su cama, ni mucho menos se encontraba en su casa, supo que algo iba mal.

— Mira, si logro sobrevivir – chillo alguien a su lado.

Reed giro con cuidado su cabeza sintiendo dolor incluso por eso, pero en cuanto vio a quien tenía enseguida, quiso pegar un salto para correr, más estaba atado a la cama donde lo tenían descansando.

— Myrna, aléjate de él, lo vas a espantar – regaño otra persona atrás de ella.

La tal Myrna bufo y se alejó de Reed, únicamente para recargarse en la puerta de entrada de aquel cuarto. La muchacha en sí, parecía más humana que cualquier otra cosa, aunque sus ojos tenían de la forma de gato con un tono amarillento, añadiéndole las pequeñas escamas negras que tenía alrededor de su ojo izquierdo.

— ¿Puedes escucharnos? – pregunto el hombre que se encontraba vestido de doctor - ¿Sabes quién eres? – al menos él si parecía más humano.
— Si – respondió con esfuerzo, la garganta le dolía como nunca.
— Bien, eso es un buen inicio – asintió – Soy del doctor Hoffman, de la división de excentricidades…
— ¿Excentricidades?
— Luego se te explicará cuando te encuentres mejor – tranquilizo el doctor al ver como Reed intentaba levantarse – ella es mi compañera Myrna.
— Un gusto, es un milagro que te haya encontrado vivo – sonríe a la vez que hace un saludo militar.
— Hace cinco días, fuiste atacado por una criatura que nosotros nombramos excentricidad… – comenzó diciendo el doctor, más se detuvo al ver la reacción del chico.
— ¿Cinco…? Tengo que avisarle a mi hermana – susurro jalando sus brazos.

Trozos de lo que había pasado estaban regresando a su mente y poco a poco, comenzó a sentir como su cuerpo entero quemaba al recordar como aquella cosa ataco sin piedad alguna. Myrna comenzó a gritar que se calmara, pero Reed estaba tan alterado que no reconocía lo que le estaban diciendo. El doctor se apresuró a inyectarle algo directo al cuello pero ni si quiera reacciono al dolor que le ocasiono, todo su cuerpo sentía tal agonía que no distinguía cual era la parte más afectada.
Pronto el tranquilizante hizo su efecto y de nueva cuenta, cayó inconsciente.

Black and Blue BFWkJOu

Cuando volvió a abrir los ojos, las ataduras se habían ido, por lo que llevó su mano enfrente de él para comprobar que seguía siendo humano, pero algo le indicaba que eso había acabado. Se levantó con cuidado y observó en el espejo de cuerpo completo, las vendas que le cubrían el cuello y parte del pecho, aparte usaba solo unos pantalones de hospital, algo que le dio mala señal.
Al cabo de unos cuantos pasos alrededor de la habitación, entro Myrna con una sonrisita en sus labios, parecía que estaba disfrutando la confusión del chico, llevo una mano atrás de su cabeza y dejo que el cabello se soltara de su firme agarre, donde parte del fleco logro ocultar su ojo izquierdo.

— ¿Ya no te vas a poner a gritar? – pregunto aun sonriendo.

Reed se le quedo viendo y ladeo la cabeza, como intentando pensar en lo que estaba pasando, y la única que le podía dar respuestas concretas, era Myrna.

— Logramos contener el fuego que el perro te dejo dentro – dijo ahora bastante seria – pero estuviste durmiendo dos semanas…
— Es una broma…
— Te lo juro – siguió Myrna – ahora, puedes retirar la vendas, si quieres te puedo ayudar en eso.
— Puedo hacerlo solo – interrumpió asintiendo con pesadez.
— Bien, hay ropa en aquel estante que puedes utilizar, te estaré esperando afuera.

Comenzó quitando las vendas de poco a poco, encontrando su piel tal y como estaba, Reed se encontraba casi seguro de que era completamente humano, de no ser por el color de su ojo derecho, este había cambiado a uno negro, contrastando con el azul del izquierdo.
Siguió con su tarea vistiéndose e ignorando por completo el color de su ojo, tal vez Myrna le explicaría, estaba seguro de que se había topado con una pesadilla viviente. Cuando salió de la sala, Myrna estaba jugando con su teléfono.

— ¿Listo? – el chico solo asintió – bien, vamos con el doctor – se enderezo y comenzó a caminar.
— ¿Puedo saber qué era eso del “fuego”? – preguntó haciendo comillas aéreas.
— Es una condición que las excentricidades dejan, otros tienen hielo en las venas – se dio unos golpecitos en el brazo y supo que se refería a ella – te daré mi ejemplo – empezó diciendo con su sonrisa habitual – tenía doce años, y por casualidades del destino, encontré una especie de tesoro en el lago – contaba a la vez que daban vueltas por el lugar – pero en cuanto toque fuera del parque en donde se encontraba el tesoro, apareció mi excentricidad.
— Un tesoro custodiado – susurro recordando sus clases de historia antigua.
— Exacto, es decir, pensé que esas cosas no existían – se encogió de hombros – me ataco hasta que estuvo seguro de que no iba a volver por los alrededores, y fue cuando el doctor me encontró en el suelo, literalmente me salvó la vida.
— ¿Qué excentricidad era? – cuestiono pensando en aquel perro.
— Te vas a sorprender – se soltó riendo – era un dragón.
— Han perdido la cabeza – murmuro Reed.
— No, no, claro que no – Myrna seguía riendo – existen de verdad, dragones, quimeras, grifos, fénix, elfos y ninfas…existen todas esas criaturas que están en los libros.
— No me voy a creer eso.
— Es tu decisión, pero, quien sea atacado por una excentricidad, se vuelve una.
— ¿A qué te refieres? – trago en seco y espero.
— Yo tengo mis ojos en esa condición por lo que ocurrió, y el hielo corre en mis venas, por ese jodido dragón… - volvió a sonreír.
— Pero yo solo tengo mi ojo negro – intervino nervioso, como queriendo negarlo.
— Sí, claro, y el fuego en las venas no es nada…
— ¿Qué fue lo que me ataco?
— El guardián del infierno, cerbero en persona.

Por como lo dijo, pensó seriamente que era una broma, que nada tenía sentido, un mundo donde había dragones y esas criaturas mitológicas de las que solo sabía por los libros, no podían hablar en serio.
Recordó aquella noche y comparo el aspecto de aquella cosa con los estudios de la clase de historia. Cerbero era el que cuidaba las puertas del infierno, se decía que un humano no entraba, así como un muerto no salía, ¿Qué tenía que ver él en todo eso?
Los dos se sumieron en sus pensamientos a la vez que se adentraban al laboratorio del doctor, quien los recibió con una mirada cansina, eso solo podían ser malas noticias.

— Sigue atacando – hablo mientras su computadora mostraba un mapa, Myrna se adelantó y observo los puntos de ataque.
— ¿Qué busca? – pregunto Myrna en general – desde hace dos semanas que no se queda quieto… ¿Hay sobrevivientes?

El doctor negó y Myrna apretó la mandíbula.

— Pasa hijo – invito el mayor hablándole a él – veo que tus venas resistieron el fuego…
— ¿Me puede explicar? – pidió irritado – nada tiene sentido.
— Le decimos fuego porque es parte de cerbero y viene del infierno, que lo hayas podido contener significa, en cierto punto, que eres compatible, deberías de tener mejor oído, mejor vista…
— ¿Y qué con todo eso? No me dice nada – se quejó haciendo que Myrna frunciera el ceño – acaso me van a decir que existen los dioses, Zeus, Hades…
— No lo descartamos – intervino Myrna haciendo reír a Reed.
— ¿Por qué no me mato? – preguntó en voz baja haciendo que Myrna se adelantara.

No pudo ni ver cuándo se había movido, pero de pronto, tenía a la chica de pelo negro enfrente de él tomándolo por el cuello, sus ojos irradiaban una clara señal de molestia, pero Reed intento mantenerse impasible.

— Te quejas demasiado – hablo en voz baja – allá afuera, hay gente siendo atacada por estas cosas, más seguido cada vez, y solo el tres por ciento de esa gente, logra sobrevivir y ahora te atreves a decir eso.
— Myrna – suspiro el doctor, ella lo soltó de golpe – si quieres hacer tu vida normal, solo tienes que entrenar para controlarte.
— ¿A qué se refiere?
— Mírate en aquel espejo – ordeno Myrna de pronto.

Reed lo hizo a regañadientes y se echó hacia atrás al observar el resplandor naranja en su piel, podía sentir una leve picazón, más pasaba inadvertida, el color corría por donde se supone que estaban sus venas, y se imaginó que por debajo de la camisa, su tórax estaba igual.  

— Reacciona conforme te enfadas – inicio diciendo el doctor – si no lo controlas antes de salir del laboratorio, podrías incendiar una ciudad entera sin que te des cuenta.

Imagino eso, él en el centro de la ciudad mientras observaba como todo se consumía a su paso, pero lo único que le importo de aquello, era su hermana Elizabeth, ella no tenía que verse envuelta en nada de eso.

— Entiendo – asintió con pesadez – pero me puedo ir en cuanto termine todo ¿Cierto?
— Si lo deseas, eres libre – acordó el doctor ahora con un poco más de energía – aunque me gustaría hacerte una pregunta.
— ¿Conoces a Roger Hawkey? – pregunto Myrna directamente, ganándose una mirada de desaprobación de Hoffman.
— Sí, es mi padre – se cruzó de brazos e intento contener su molestia al escuchar su nombre - ¿Por qué?
— Porque parece ser que él desato la ira de nuestro cachorrito guardián – sonrió la muchacha y amplifico una imagen en la pantalla de la pared.

En ella, pudo ver el cuerpo de otra de las víctimas, en la espalda de aquel pobre hombre, se encontraba escrito en fuego el nombre de su padre, luego, simultáneamente, todos los cuerpos de los demás, presentaban el mismo nombre.
Pero, en cuanto se enfocó más en el rostro de aquella persona, pudo ver con claridad quien era. Se acercó a la computadora y vio de cerca las fotos de las demás víctimas, todos conocidos.
Cayó de rodillas y pronto sintió la ira crecer dentro de él, más Myrna lo detuvo poniéndole una mano helada en su hombro. Aquel perro estaba masacrando a su familia, y su hermana también podía estar en la mira.
¿Dónde estaba su padre? Era incierto. ¿Qué hizo para que la familia sufriera eso? Tampoco lo sabía. Pero era su culpa por lo que estaba pasando.

En la actualidad...

— ¡Oye! ¡Ya me puedes ayudar! – indico su subordinado esquivando los golpes que aquella quimera intentaba dar.
— No eres tan débil, Ian – grito Reed mientras comía su almuerzo.
— Así eras al principio – opino Myrna detrás de él, comiendo y observando.
— Claro – Reed rodo los ojos – tanto que tuve que conseguirme clases fuera de tus entrenamientos…
— ¡Chicos! – grito nuevamente Ian con pánico, solo deteniendo los golpes que aquella bestia le propinaba.

Myrna suspiro cansada y bajo los escalones dando saltitos, en cuanto toco el suelo, este comenzó a congelarse e Ian tuvo que saltar a las gradas del estadio para no ser parte de aquello. La quimera con cabeza humana, mitad león y mitad serpiente, intento golpear a la chica de ojos amarillos con una de sus cinco colas, más era inútil para la distancia que los separaba.
El chico con ojos bicolor se acercó a su aprendiz y le dio un golpe en la nuca, a lo que el menor respondió con una mirada fulminante.

— ¿Qué te he enseñado? ¿Qué no puedes echar fuego por la boca? – Ian solo se cruzó de brazos.
— Pude verme involucrado en la llamarada – intento explicar, pero se ganó un golpe de parte de su maestro.
— Los tipo fuego no son dañados por su propia llamarada, idiota – hablo Reed ahora bajando de las gradas.

La quimera estaba a la espera, viendo a los tres presentes con un resentimiento enorme. Reed en el año que llevaba en la agencia de excentricidades, se había ganado una fama entre muchos, su mejoría era increíble de un día para otro, incluso había escalado tanto en las posiciones de mando, y cuando menos se dio cuenta, ya estaba a la par de Myrna.

— Bien, bien – hablo acercándose a la criatura que seguía en guardia – me supongo que puedes entendernos, tienes la cabeza de un hombre…

Un sonido retumbante resonó en todo el estadio, Ian se había cubierto los oídos y Reed simplemente se quedó impasible mientras esperaba que la quimera terminara de reírse.

— No pensé que vinieras – siseo aquella criatura.
— Ni yo – se encogió de hombros mientras sonreía – venir a ver a una cosa como tú…son de los peores monstruos que deseo ver en un bonito día como este.
— ¿Y qué te trajo entonces? – no podía creer que eso le estuviera sonriendo.
— ¿Dónde se escondió cerbero? – preguntó en voz baja acercándose al rostro de la quimera.

Las colas de serpiente intentaron morderlo para ver si obtenía salvación, más Reed fue rápido y de un movimiento tomo a todas las serpientes de la boca, incinerándolas hasta que no quedo más que el cuerpo de ella, la quimera soltó un chillido al sentir aquello y ahora veía con ira al muchacho.
Luego de la masacre a su familia, cerbero había desaparecido. Su hermana no se vio envuelta por los pelos, pero dos días después de eso, las excentricidades perdieron la razón y comenzaron a atacar personas indiscriminadamente, los gobiernos apenas podían contener aquella locura.

— El único sobreviviente del can infernal, será quien traiga destrucción a esta era – recito la criatura sonriente de pronto.
— ¿No me vas a decir?
— El cazador de excentricidades – sonrió ante su apodo – asesinando a tus hermanos.
— No son mis hermanos, no soy como ustedes.

Solo basto un chasquido de dedos para que la quimera se encendiera en llamas, pero está en lugar de pegar chillidos como cualquier otra excentricidad, solo se soltó riendo como si fueran cosquillas. Cuando el sonido se detuvo, Myrna se colocó a su lado y sonrió.

— Es un buen apodo – comento sonriendo – a mí me dicen ojos de gato…
— ¿Y por eso te da tristeza?
— Bueno…
— ¡Chicos! – grito Ian detrás de ellos, haciendo que voltearan a verlo molestos – vengan a ver esto – su rostro era pálido como la nieve.

Reed y Myrna corrieron a donde señalaba su aprendiz, pero los dos se detuvieron en seco cuando observaron lo que estaba dentro de la enorme habitación. En el centro se encontraba el cuerpo de una enorme serpiente, y las cabezas de dicho animal estaban regadas por todo el lugar.

— La hidra de Lerna – susurro Myrna entrando al recinto con cuidado – nunca había visto una…
— ¿Quién pudo…?
— Están reviviendo los trabajos de Heracles – hablo Ian a sus espaldas, estudiando una cabeza de la hidra.
— ¿Qué? – Reed estaba a punto de volver a darle un golpe.
— Piénsalo, hace meses encontraron despellejado un león…
— El león de Nemea – murmuro Myrna.
— Y el último trabajo es…
— Capturar a cerbero y sacarlo de los infiernos – hablo Reed por lo bajo.
— ¿Alguien intenta limpiar sus pecados? – sonrió Myrna mientras se detenía – vean esto y díganme que no estoy soñando.

Ian y Reed se adelantaron a donde su amiga les señalaba, pero se quedaron en seco al ver lo que estaba a sus pies, Reed se agacho y observo como de aquel cuerpo humano iban creciendo las extremidades, los brazos se regeneraban y no pudo evitar sonreír, logrando desconcertando a todos.

— Existe alguien como nosotros…de parte del león de Nemea…
— Ella es de la hidra – Ian dijo apenas perceptible.
— Tal parece que están intentando convertir humanos…
— En los trabajos de un héroe mitológico – completo Reed la oración de su discípulo.
— Esto se está poniendo más divertido – hablo Myrna sonriendo.

El cuerpo de la muchacha estaba completamente regenerado, y en cuanto este se terminó, ella abrió los ojos de golpe, mostrando que los tenía de color verdoso, su forma asemejaba a los de una serpiente, y sus parpados, estaban cubiertos por escamas.
¿Qué relación tenía eso con lo sucedido con cerbero hace un año? Reed esperaba saberlo pronto, aunque esa misión, se estaba transformando en la más divertida de todas.
Había ocasiones, en las que agradecía haberse quedado en la división de excentricidades.

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