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PRIMER LUGAR HOLIDAY INSPIRATION: Christmas Hope.
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PRIMER LUGAR HOLIDAY INSPIRATION: Christmas Hope.
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Christmas Hope.
«La Navidad es la inocencia y el candor, la fascinación de vivir con la esperanza de un mundo mejor». Sin esperanza no hay progreso, y sin este, el mundo solo se sumiría en la oscuridad, una vez más.
Hace tan solo veinte años, el sol dejó de verse en el horizonte para dar paso a una noche inmortal, de la cual ningún ser en la faz de la tierra fue capaz de escapar. El viento se convirtió en el transporte fiel de las sirenas, las explosiones, las lágrimas, y los últimos suspiros. El cielo dejó de ser esa inexplicable felicidad y tranquilidad y comenzó a ser el temor de millones de personas. Y el suelo bajo nuestros pies ya no fue símbolo de fertilidad, sino que la muerte lo fue consumiendo poco a poco, como a cada una de nuestras vidas.
El ser humano dejó de llamarse persona para comenzar a ser denominado sobreviviente. Y entre los pocos miles que habitan esta inhóspita tierra, estoy yo, tan viva como el recuerdo de una margarita marchita y tan presente como el sol tras las nubes de humo.
— Ma... ¿Qué significa esto? - Félix sostenía con sus regordetes dedos un pequeño y chamuscado sobre de papel.
Caminé lentamente entre los escombros de, lo que una vez fue, una de las casas más hermosas del vecindario. Sujeté con fuerza el barbijo que me cubría el rostro mientras leía, de un hermoso papel dorado, la siguiente leyenda:
No hay seto tan alto que el hombre no pueda saltar, no hay pozo tan hondo del cual no pueda salir y no hay océano tan vasto en el cual no pueda nadar si este hombre está impulsado por la esperanza.
Leí con voz trémula cada palabra mientras Félix a mi lado seguía sosteniendo el papel fuertemente, con miedo a que vuele con el resto de los objetos aquella tarde tormentosa.
— ¿Qué es la Navidad? - preguntó luego de repasar las palabras en su mente.
Sus ojitos celestes me observaban atentamente mientras yo no sabía qué decir. ¿Qué era la Navidad? Aquella celebración me parecía tan lejana y a la misma vez tan latente en mis recuerdos.
— Bueno, verás, antes de que todo esté destruido, alguna vez fue algo bello. En esos días, la gente vivía en familia en hogares como estos – indiqué señalando los escombros de la casa -. Y cada año, dejaban de lado sus preocupaciones, sus vidas ajetreadas y los trabajos para reunirse con aquellos a los que más querían. Era una muestra de que aunque los años transcurrían, las personas se alejaban y el odio parecía agigantarse de a momentos aún había unión y, por sobre todo, amor.
— ¿Pero que tenía ese día en especial?
— Para algunos era una fecha importante en el calendario debido a sus religiones, para otros simplemente eran importantes los regalos, pero para los que en verdad sentían la Navidad, era un día para compartir con el prójimo sin importar su religión, su ideología o su apariencia.
— ¿Podemos celebrar la Navidad? - pidió con sus ojitos aguados y ante mi negativa imploró aún más - No importa dónde ¡Pero tenemos que estar todos!
Aquél día regresamos a los túneles minutos antes de media noche. Sin embargo, no volvimos con las manos vacías. Inmensas cajas repletas de adornos rojos, dorados y verdes captaron la atención del resto de las personas. Con cuidado, las depositamos en un rincón debajo de uno de los reflectores del refugio.
La gente comenzó a aglomerarse en torno a nosotros y muchos de ellos profirieron exclamaciones al observar las ramas verdes y sintéticas bañadas en cenizas que aún sostenía entre mis brazos. El pino había sido rescatado de un sótano viejo y en ruinas, y aún así, milagrosamente solo tenía algunos escombros; nada que haya sido irreparable.
Todos aportaron algo para construir el árbol y colocar los adornos. Félix y los demás niños reían sin parar mientras correteaban alrededor del pino con entusiasmo, uno que nunca había visto en ellos; y los adultos contemplaban con añoranza cada objeto mientras la felicidad embargaba sus rostros.
No importó la edad de cada uno de nosotros, ni de donde proveníamos en el pasado. Aquella noche compartimos algo más que el dolor de perderlo todo y vivir con el recuerdo. Por primera vez fuimos testigos de la felicidad que se reconstruía como las ciudades lo hacen luego de una conflagración.
Esa fue nuestra primera Navidad en medio de la guerra, y el principio de muchas más. Resurgimos luego de aquél acontecimiento. Finalmente, la carta tenía razón, no hay impedimento para el hombre que posee una ferviente esperanza. Y la Navidad era nuestra esperanza.
Hace tan solo veinte años, el sol dejó de verse en el horizonte para dar paso a una noche inmortal, de la cual ningún ser en la faz de la tierra fue capaz de escapar. El viento se convirtió en el transporte fiel de las sirenas, las explosiones, las lágrimas, y los últimos suspiros. El cielo dejó de ser esa inexplicable felicidad y tranquilidad y comenzó a ser el temor de millones de personas. Y el suelo bajo nuestros pies ya no fue símbolo de fertilidad, sino que la muerte lo fue consumiendo poco a poco, como a cada una de nuestras vidas.
El ser humano dejó de llamarse persona para comenzar a ser denominado sobreviviente. Y entre los pocos miles que habitan esta inhóspita tierra, estoy yo, tan viva como el recuerdo de una margarita marchita y tan presente como el sol tras las nubes de humo.
— Ma... ¿Qué significa esto? - Félix sostenía con sus regordetes dedos un pequeño y chamuscado sobre de papel.
Caminé lentamente entre los escombros de, lo que una vez fue, una de las casas más hermosas del vecindario. Sujeté con fuerza el barbijo que me cubría el rostro mientras leía, de un hermoso papel dorado, la siguiente leyenda:
No hay seto tan alto que el hombre no pueda saltar, no hay pozo tan hondo del cual no pueda salir y no hay océano tan vasto en el cual no pueda nadar si este hombre está impulsado por la esperanza.
Feliz Navidad Harry.
Leí con voz trémula cada palabra mientras Félix a mi lado seguía sosteniendo el papel fuertemente, con miedo a que vuele con el resto de los objetos aquella tarde tormentosa.
— ¿Qué es la Navidad? - preguntó luego de repasar las palabras en su mente.
Sus ojitos celestes me observaban atentamente mientras yo no sabía qué decir. ¿Qué era la Navidad? Aquella celebración me parecía tan lejana y a la misma vez tan latente en mis recuerdos.
— Bueno, verás, antes de que todo esté destruido, alguna vez fue algo bello. En esos días, la gente vivía en familia en hogares como estos – indiqué señalando los escombros de la casa -. Y cada año, dejaban de lado sus preocupaciones, sus vidas ajetreadas y los trabajos para reunirse con aquellos a los que más querían. Era una muestra de que aunque los años transcurrían, las personas se alejaban y el odio parecía agigantarse de a momentos aún había unión y, por sobre todo, amor.
— ¿Pero que tenía ese día en especial?
— Para algunos era una fecha importante en el calendario debido a sus religiones, para otros simplemente eran importantes los regalos, pero para los que en verdad sentían la Navidad, era un día para compartir con el prójimo sin importar su religión, su ideología o su apariencia.
— ¿Podemos celebrar la Navidad? - pidió con sus ojitos aguados y ante mi negativa imploró aún más - No importa dónde ¡Pero tenemos que estar todos!
Aquél día regresamos a los túneles minutos antes de media noche. Sin embargo, no volvimos con las manos vacías. Inmensas cajas repletas de adornos rojos, dorados y verdes captaron la atención del resto de las personas. Con cuidado, las depositamos en un rincón debajo de uno de los reflectores del refugio.
La gente comenzó a aglomerarse en torno a nosotros y muchos de ellos profirieron exclamaciones al observar las ramas verdes y sintéticas bañadas en cenizas que aún sostenía entre mis brazos. El pino había sido rescatado de un sótano viejo y en ruinas, y aún así, milagrosamente solo tenía algunos escombros; nada que haya sido irreparable.
Todos aportaron algo para construir el árbol y colocar los adornos. Félix y los demás niños reían sin parar mientras correteaban alrededor del pino con entusiasmo, uno que nunca había visto en ellos; y los adultos contemplaban con añoranza cada objeto mientras la felicidad embargaba sus rostros.
No importó la edad de cada uno de nosotros, ni de donde proveníamos en el pasado. Aquella noche compartimos algo más que el dolor de perderlo todo y vivir con el recuerdo. Por primera vez fuimos testigos de la felicidad que se reconstruía como las ciudades lo hacen luego de una conflagración.
Esa fue nuestra primera Navidad en medio de la guerra, y el principio de muchas más. Resurgimos luego de aquél acontecimiento. Finalmente, la carta tenía razón, no hay impedimento para el hombre que posee una ferviente esperanza. Y la Navidad era nuestra esperanza.
- ficha obligatoria.:
- Título: Christmas Hope.
Autor: penny lane.
Tema: Navidad.
Género: ciencia ficción.
Tipo: original.
katara.
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