happiness

Rose observó detenidamente el ambiente que se sentía a las afueras de la clínica, en la que se encontraba junto a su familia. Era claramente festivo, pues eran vísperas de navidad. Cuando era pequeña amaba todo lo relacionado con ella, ahora no, su madre estaba a punto de morir por la culpa del maldito cáncer.  Su madre fue alguien saludable, hasta que le diagnosticaron cáncer de mama, sin embargo era tratable con la quimioterapia. Sus padres tomaron esto con tranquilidad y al principio todo era soportable, su progenitora seguía siendo la misma de siempre, horneándoles galletas, pintando y dedicándo cariño maternal único e inigualable,  con el pasar del tratamiento, era común que su progenitora pasarán en el baño, por náuseas y vómitos, luego comenzó a decaer y con ella su padre, por consecuencia sus pequeños hermanos pasaron  a segundo plano, ella con tan solo dieciséis años, tuvo que ser el pilar fundamental de su ya destruida familia, tenía que asegurarse por el bienestar de sus hermanos menores, también el de su hermano mayor, James y su padre.
Se sentía sola.
Intentaba ser empática con su padre, inclusive entendía que él estuviera desecho, él estaba perdiendo al amor de su vida, poco a poco, sin embargo él no tenía excusa para dejar botados a ella y sus hermanos, y mucho menos para emborracharse todas las noches, luego tenía a James, en vez de ayudarle, le causaba más problemas de lo que ya tenía. Aún peor, su dulce madre desconocía la situación que ocurría en su hogar. Así que cuando ingreso a la habitación, tenía un intento de sonrisa gravado en el rostro.
—Buenas noches o debería decir nochebuena, cariño—a pesar del mal chiste, escucho una cuantas risas. —Harry, necesito que saques a los niños de aquí—extrañados por la petición se retiraron— ¿Cómo estas, Rose? 
—Bien, me encuentro bien—murmuro intentando convencer a su madre y tristemente a ella misma.
—No mientas, Rosie—intentó debatir, pero su madre continuó—Hija, quiero saber cuál es el origen de tu tristeza—expresó lo último con una sonrisa maternal, que a Rose la enfureció, porque solo ella comprendía la complejidad del asunto.
— ¡MAMÁ, TÚ ESTÁS MURIENDO Y SONRÍES! Sinceramente no entiendo cómo tú puedes estar feliz en esta situación—su madre la miraba con angustia.
—Rose, cariño la felicidad es como el fulgor de una vela, es efímera, mientras que el dolor es la cera, puede durar una eternidad y cada vez que se derrita te quemara, eso es lo que te está sucediendo, y necesito que me digas lo que te sucede.
De pronto a la habitación la asoló una tranquilidad y un silencio, que fue interrumpido por un dulce e infantil canto producido por su pequeña hermana Lucy.

Jingle bells, jingle bells,
Jingle all the way;
Oh! what fun, joy it is to ride
In a one-horse open sleigh.

Rose sonrió, por primera vez en muchos meses de felicidad, porque realmente quería hacerlo. Y se sintió preparada para contar todo lo que había escondido. 

moraleja y detalles :