Metamorfosis de Narciso.

Ondulado, con rizos hasta en la sonrisa, danzaba, amigo del agua (o de sí), comenzando un pleito. La belleza dando vueltas por allí, cantando el Requiem de Mozart, ¡a los gritos!, por milésima vez esperando a la muerte porque así le habían enseñado a vivir. Enloquecida se encontraba, incontrolable. ¿Acaso había algo más que hacer además de esperar a la muerte? La vieja amiga de Jesús y de las flores que la visitan cada otoño, quién sabrá si felices por no morir gracias al otoño sino gracias a las manos. Pero se cree que a las flores les encanta morir. 
Su cuerpo sostenía su cabeza con tanta suavidad y prudencia para que ésta pueda seguir amándose en lo más profundo del petricor, con esa lágrima vaga, pecando sin saber que pecaba. Y eso que el sol era espléndido; jamás se supo qué pasaría sin él, aunque la perdición se advierte porque el hombre no sabe qué hacer sin la luz. Pero él era su luz, lo veía abrazándose las piernas, llorando con todo menos fragilidad, pues lloraba lágrimas de guerra con un toque de amor (¿amor hacia qué?). Lo veía y caía en los fieles brazos de la locura sin un solo quejido, cada vez con ganas de más, más tiempo para poder mirarlo perdidamente. Tenía unas manos que tentaban a uno a la avaricia, como si ellas fueran la riqueza más grande, y por supuesto que lo eran, con ellas se podía ver la carne pútidra de los pensamientos del ser más retorcido, aclamaban la insanía y eran impunes. Aquellas manos padecían de artrosis, eran unas desgastadas manos con una hermosa piel pálida y con lunares que parecían inyecciones de la más fuerte crueldad, de las cuales salían más lágrimas todavía, tal vez estas sí tenían algo de fragilidad; debían de salir del inconsciente. 
Algunos nadaban por la calle sin saber para qué y lo hallaban llorando de sorprendente manera, soltando carcajadas y risas llenas de ternura, tal vez eran risas maternales. Alguien lo consolaba mientras lloraba y por eso reía, alguien le decía lo magnífico que era el ajedrez. Los autos eran invisibles pues lo que menos había por allí era humo, todo era fresco y lleno de aire sin lluvia tan limpio que las caricias se olvidaban  y la gente se convertía en amante del viento. Tan amantes del viento eran que se olvidaban de aquel que lloraba y se convertía en flor. Aquel que lloraba se desnutría, haciéndolo más bello, exquisito, inigualable. Sublime. Lo comenzaba a envolver la sequía y la muerte lo observaba de reojo con una frívola expresión que hacía que en todo el mundo sea invierno. Pero en realidad el único que no lo miraba de reojo al desnutrido que lloraba era él, él se miraba directamente, con lujuria. 
Y fue ahí cuando murió de sed. Notó la increíble belleza del agua más que la del viento, las caricias se las hacía ella con una gota dulce. Se atragantó de agua hasta derramar sangre, la cual contenía pura belleza y aroma a nostalgia. ¡Ay, pero si lo que acaba de morir es la belleza que peca! Con una sonrisa en la cara fue a lo más profundo, encontrándose con las memorias más escondidas del atardecer que guardó todos los días desde hacía quién sabe cuánto, con los llantos de aquel que nadie conoce y consigo mismo, dando vueltas de histeria, arrancándose los pelos y sus lágrimas tan reconocidas escondiéndose tras el agua dulce, sin saber qué hacer: si ser de desahogo o de muerte. La persuasiva muerte les cantó, la muerte que la belleza danzante tanto esperó en vida. Y las lágrimas fueron directamente a los ojos negros de la muerte. Pero la misma también conllevaba la vida. Fue así como decidió que el desnutrido que vivía para llorar de felicidad muriera mas la mente nunca muere, sino que florece. 
Y floreció como la de ninguno.

Te juro que cada fragmento del texto tiene su propia luz. Si lo citaras por partes no perdería ese sentimiento y brillo propio del escrito en conjunto porque todo es único y bello. Las descripciones, tanto como de él que era un guerrero que de la misma felicidad lloraba y portaba una luz propia de sí mismo (y lo que creo yo su fortaleza misma) y su espíritu no muere pero aún así espera su muerte a todo momento (o al menos eso me diste a entender); como la muerte que puede llegar a ser tan dura y evitar los sentimientos, a ver el sufrimiento dejándolo florecer en su felicidad y al mismo tiempo en su miseria; todo es bello y artístico como dijo Mare.

Te re luciste Leo, espero que lo ganes porque realmente lo mereces, es muy atractivo el texto al lector y honestamente cada palabra es oro puro. Te mereces ese título de beta como nadie, te lo aseguro. Me encantó, besitos.

Respondo ahora a sus divinos comentarios porque: 1) me olvidaba, 2) cuando me acordaba, no sabía qué responder. 
Mare: te agradezco muchísimo, sabés, porque no hay nada más lindo que esas palabras con respecto a un escrito, y estoy segura de que lo sabés más que bien. Me alegra que hayas sentido algo y que veas arte en algo que no se entiende mucho; vos sos arte, Mica. Y vos sabé que te amo.  
Male: también, muchas gracias, en serio. Te debo lo excepcional, pero me alegra que te haya gustado. No sé qué más decir, soy re mala para estas cosas (?). Ahr mil gracias.  
Val: creo que entendiste todo lo que escribí, y eso me pone muy contenta. A todas les voy a decir mil veces gracias pero es lo máximo que puedo decir. Y sí, le doy mucha importancia a los comentarios, porque me alientan muchísimo a hacer algo que verdaderamente me gusta. Gracias. x10000