Fuego.

Fuego

Querido fantasma:

Supongo que debo empezar esta carta sin preámbulos. Te extraño, demasiado, te extraño tanto que mis músculos se tensan, esperando a que llegues algún día, que cruces aquella puerta y formes una sonrisa en tu rostro mientras me abrazas fuertemente, provocando que el frío que corre por mis venas se vaya lejos de nosotros. No puedo dormir, me levanto, camino, pero nada sirve, ya no estás allí para protegerme de los fantasmas que atacan mi sueño. Las noches pasan lentas, lo único que puedo hacer es mirar la luna y las estrellas, preguntándome en que lugar estarás.

Quiero sentir tus brazos rodeando mi cuerpo una vez más, deseo tus labios presionando los míos por última vez. Pero luego me doy cuenta de que no volverás y caigo en el suelo, destruida. No siento las lágrimas, parecen caer y caer, como si yo fuera el cielo y las nubes hubieran roto mi felicidad. Estoy en un eterno invierno, no siento el sol en mi rostro y tampoco logro oír a las aves cantar. Y es que tú eras mi sol, tú hacías que las aves cantaran en mi ventana.

Recuerdo el día como si fuera ayer, y cada vez que lo diviso en mis sueños, despierto con sudor en mi rostro, esperando encontrar tu mano a mi lado, deseando que me rodees y me digas que todo está bien, que todo fue una pesadilla. Pero no lo es.

Te veo en todos lados. En mis sueños, en mi imaginación. Cuando la puerta suena, bajo las escaleras corriendo, esperanzada, con el corazón en la mano. Dicen que existe una posibilidad de que hayas escapado; sin embargo, la esperanza de que fuera así se fue junto a ti. Hay veces en las que doy vueltas y vueltas en mi cama, y en el momento que parpadeo, te veo allí, mirándome con tus ojos cafés, tus labios forman una sonrisa y siento tu brazo en mi cintura. Puedo oír tu voz diciendo que me duerma, pero luego me doy cuenta de que no estás allí. Y entro en desesperación.

Me estás volviendo loca, escucho tu voz llamándome, susurrando a que te siga, que me vaya contigo. Lo he pensado, pero no sé si pueda. Soy cobarde, después de todo. Te visito todos los días, aunque no haya nada en aquella tumba, siento que ahora es ahí donde pasas tus días. Cada vez que voy a verte, te diviso entre las sombras, pero sé que es producto de mi imaginación. Cuando me arrodillo en aquel lugar, puedo sentir el tacto de tu mano en mi hombro, puedo verte sin necesidad de usar mis ojos. Me sigues, sé que lo haces, hay un aire nuevo que no reconocía hace unos meses atrás.

No sé si pedir que me dejes en paz, porque a pesar de todo, me gusta imaginar que sigues a mi lado, me gusta sentir tu respiración en mi cabello. Pero no sé si pueda aguantar mucho más. Mis ojeras demuestran mi insomnio, y aunque trate, no puedo comer, cada vez estoy más débil. Estoy muerta, pero mi cuerpo sigue funcionando, tratando de buscar alguna solución para esta muerte que estoy sufriendo. Es lenta y dolorosa, se asemeja a una pesadilla que jamás termina.

Traté de imaginar lo que sentiste aquel día. Prendí fuego y lo pasé por mi mano. Mis padres llegaron y me gritaron. Yo sólo rompí en llanto. Pero lo que sentí no se pudo haber parecido a lo que sufriste. Sé que te asfixiaste, sé que luego de eso el fuego te consumió, transformándote en cenizas que nunca podré tener.

Me siento sola. Y necesito ayuda. A nadie le parece importar de verdad lo que me está ocurriendo. Mis hermanos se limitan a traerme un vaso de agua con comida. Creo que ellos son los únicos que se preocupan por mí. Y esa es la razón por la que no te puedo acompañar. Debo quedarme por ellos, no quiero desaparecer y dejarlos solos, no quiero que sufran la muerte que estoy viviendo. Me aterra.

Sé que no podré olvidarte, que la herida no se irá y que mi corazón estará destruido siempre. Pero tal vez puedo aprender a vivir con ello. Alguna vez me dijiste que solíamos acostumbrarnos a los cambios, ocurría de forma lenta, pero lo hacíamos. Y creo que puedo acostumbrarme a la profunda herida que tengo.

Siempre me pregunto si habrás pensado en tu familia, o tal vez sólo pensaste en escapar de allí. Quizá pensaste en mí, pero me niego a creerlo. Eso me destrozaría más.

En mis sueños puedo ver tu hogar ardiendo en llamas, puedo divisarte en la ventana, gritando y tratando de salir de aquel lugar. En otros, te observo sentado, como si nada ocurriera a tu alrededor, como si estuvieras acostumbrado a las llamas quemando tu ser.

Te gustaba el fuego, ¿recuerdas? Adorabas sentarte con la estufa a un lado. A veces solías dormir allí, con el fuego iluminando tus ojos. Supongo que eso fue lo que más me atraía de ti, cuando aún no nos conocíamos. Siempre decías que me mantenía congelada, fuera invierno o verano. Pero siempre me abrazabas, me trasmitías aquel calor que tanto me gustaba, que tanto disfrutaba.

Recuerdo haber gritado cuando me enteré de lo que te ocurrió. En un principio no podía creerlo, pero luego las lágrimas acudieron a mis ojos y sentí una presión en mi pecho. Presión que hasta el día de hoy, sigo sintiendo.

Sueño con volver a tocarte, con volver a sentir tus labios. Sueño con que hayas escapado de aquel infierno. Y sueño con que resurjas de tus cenizas. Deseo que vuelvas a vivir. Necesito que vuelvas a vivir. Pero ahora sé que los deseos no se cumplen. Tú no volverás, jamás lo harás.

Seguir escribiendo se me hace imposible. Mis ojos están empañados, las lágrimas caen en el papel. ¿Qué haré con la carta que sostengo en mis manos? ¿Qué será de ella, y de mis palabras, que fluyen como el agua? No tengo la menor idea. Pero espero que si sigues ahí, que si te encuentras a mi lado, que si tu mano se encuentra en mi hombro... Espero que la leas, si es que puedes hacerlo.

Me siento estúpida haciendo esta carta, después de todo, sé que es imposible que la veas. Supongo que sigo teniendo la esperanza de que te encuentres conmigo, vigilándome y protegiéndome de los peligros. Pero con cada segundo que pasa, se me hace más ridículo.

De todas formas, terminaré lo que empecé alguna vez. Quiero agradecerte por todo lo que hiciste para hacerme feliz. Quiero decir "te amo", porque lo hago. Y siempre lo hice. Quiero que sepas, también, que te extraño demasiado. Creo que ya lo mencioné, pero me es imposible no dejar de decirlo. Te extraño. De sólo pensar que nunca más veré aquella sonrisa, de imaginar que jamás podré observar tus brillantes ojos mirándome, de que nunca escucharé tu voz nuevamente... Me rompe el corazón.

Yo... yo no quiero olvidarte. Sé que no lo haré, pero también sé que es la única manera para salir de este infierno en el que me encuentro. Me duele pensar en aquello. No obstante, sé lo que me habrías dicho. Habrías formado una sonrisa, y luego dirías "es mejor que me olvides".
Siempre termino lo que comienzo, y lo sabes. Esta vez, quiero terminar contigo. Quiero terminar lo que comenzamos, quiero que descanses en paz, cariño. Deseo empezar de nuevo, y deseo que tú también lo hagas, donde quiera que estés.

Te amaré, te extrañaré, y tendré un vacío en mi corazón eternamente, pero tengo la esperanza de que podré vivir mi vida de nuevo. Empezar de cero.

Luego de esta carta, iré a dormir. Sé que no tendré pesadillas, porque ya no tengo miedo. Te perdí, y no podré recuperarte de nuevo. Mi miedo más grande se cumplió, ya no tengo nada de que temer.

Y tú tampoco, querido.

No sé como terminar esta carta, así que sólo escribiré algunas palabras.

Descansa en paz, cariño.

Mags, oh mi dios, es lo primero que leo escrito por vos y realmente me ha fascinado; hasta tuve que parar la música para concentrarme en cada detalle. Es muy lindo, y muy triste. Me pone feliz que lo hayas subido, es impresionante. Espero muchos más, besos.