Promesas rotas.

titulo: Promesas rotas.
autor: angie; Barnes.
adaptación: no, inspiración de la canción "Promise - exo"
genero: drama; romántica.
advertencia: tal vez alguna escena para mayores, pero serán avisadas.
otras paginas: no.

Yo era de esas chicas, de las que siempre sonreían y mantenían su ánimo por los demás, la que siempre encontraba la solución a todo, aquella chica que siempre contaba lo que le pasaba y no se guardaba nada. Pero… como cualquier otra adolescente, cambie.
Mayormente, les echo la culpa a ellos, ellos prometieron siempre ser uno y todo se esfumo, todos esos discursos y todas las veces que habían dicho esas tres palabras que eran todo para mí. Deje de sonreír, deje de escuchar su música, deje de creer que alguien podría mantener su palabra. Tenía solo quince años cuando ellos la rompieron, cuando mi personalidad cambio por completo.
Tenía quince años, cuando mis sueños se destrozaron. Tenía quince años cuando deje de creer. Tenía quince años cuando mi mundo se oscureció. Tenía quince años cuando ellos rompieron su promesa. Tenía quince años cuando… cuando mi corazón dejo de latir.

Spoiler:

Mary era mi nombre, aunque, no sé en qué momento me empezaron a llamar Lola. Mi estadía era en Argentina, vivía en un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires con mis padres y con mis hermanos más pequeños. Aunque el pueblo no tenía atracciones por la cultura, ambas escuelas daban un programa de intercambio, donde yo siempre me postulaba pero por mi notas, nada se era posible y siempre permanecía en el mismo lugar.
Era mi último año para postularme, ya había perdido la esperanza y no quería volver a intentarlo. Estaba cansada, es más, había intentado varias veces tachar mi nombre de la lista pero siempre me pillaban. No tenía a nadie más que extrañar que no fuera a mi familia, poco me importara lo que me pasara.
El timbre sonó a las cinco y media de la tarde para dar por sentado las clases del día viernes. Tome un suspiro y empecé a guardar las hojas para luego salir por la puerta del salón; el que ya me había cansado. Esas paredes color azul y blanco y las de mi casa eran las únicas que conocía, no había otros paisajes en mi mente. Con cansancio, acomode mi carpeta y mis auriculares para ir camino hacia mi casa.
Lo único que se podía escuchar en las calles era mi tararear, no era muy difícil de seguir el ritmo. Aun así, no llegue a escuchar por completo la canción cuando ya estaba en mi casa, sentía que debía terminarla, pero me era imposible, mis ojos se cerraban, así que solo la quite y entre a mi casa, donde se notaba que estaban todos.
—Hola mamá, estoy en casa. —Le hable apenas entre.
—Mary, por favor, anda a tu pieza que tengo que hablar algo con tus hermanos. —Me miro con una sonrisa y me señalo el pasillo, donde me llevaba a la habitación.
—Bien. —Me encogí de hombros y me encamine a la pieza.
No les voy a decir que no me interesaba lo que les fuera a decir, pero tampoco me molestaba mucho. Estaba cansadísima y no pensaba gastar tiempo en escuchar a escondidas, porque sabía que donde fuera que me escondiera, me quedaría dormida. Así que solo me encerré en mi habitación.
Pero recordé que tenía algo pendiente por hacer antes de dormir.
Tome mi laptop e introduje la contraseña, luego de eso ingrese a YouTube y deje de seguir todas las cuentas que estuvieran relacionadas con ellos, los quite de todas mis redes sociales, ellos ya no existían para mí. Para distraerme un poco, también empecé a eliminar las imágenes y videos que tenía guardados; pero mi mama me interrumpió antes de poder hacerlo.
—Mary… —Toco la puerta.
—Podes pasar, estoy haciendo estupideces en mi computadora. —Le dije mientras cerraba otra vez mi computadora.
—Me han mandado esto de tu escuela, me dijeron que solo vos lo podías abrir. Si quieres, te dejo sola. —Me tendió un paquete marrón que parecía contener bastantes papeles.
—Bien. Quédate mamá, no debe ser nada. —Le indique que se siente en mi cama.
Me sonrió y se sentó tranquilamente mientras yo abría la carta. Y las primeras palabras que leí fueron “Corea del Sur”, cuando yo ya me había dado cuenta de lo que estaba pasando.

Spoiler:

Con mis ojos casi cerrados y completamente rojos, baje del avión. Mantuve todas mis fuerzas para bajar mis bolsos, mientras pensaba que por fin estaba en otro lugar que  no fuera mi casa o mi salón de clases. Eran las doce de la noche cuando por fin llegue a corea y si, los aeropuertos de veían como en aquellos dramas que siempre miraba; solo que yo no estaba ahí para despedir al amor de mi vida.
Corrí hacia la parte donde se recogían los bolsos, donde pude divisar solo el mío con siete muñecos colgando. Odiaba a mi madre por haberme puesto aquellos estúpidos muñecos, estaba bien que sean de mi banda favorita, pero ¿Era necesario tener juguetes de ellos? Quería asesinarla. Está bien, no asesinarla, pero reclamarle el hecho de que ya no era una niña pequeña.
Bufando, arrastre mi bolso hasta la parada de los taxis, había pasado máximo una hora para poder encontrar uno que no se estuviera durmiendo. Pero una gran persona paso, sí, eso era un taxista que tomaba café; se la paso todo el camino hablando de lo mucho que le gustaba y le servía el café para su trabajo, que cuando volvía a casa todos sus hijos le regalaban café y que tenía mucha curiosidad sobre mí-algo que me pareció completamente extraño, todos prefieren evaluarme antes de conocerme- y le conté sobre toda mi experiencia con la policía por ser menor de edad y haber tenido que viajar sola.
Cuando por fin llego a lo que sería mi departamento, prefirió no cobrarme porque era “nueva en corea” y que algún día fuera a su casa para conocer a todos sus hijos. Yo solo asentí y le di las gracias, baje mis bolsos y tome un suspiro.
Antes de entrar, me senté en el pasto y comencé a observar los alrededores. Era un barrio tranquilo y no se encontraba en el centro de corea, la vista era bonita, los arboles eran muchos y todo parecía estar en completa armonía; la luna estaba acompañada de las estrellas y yo sonreí, algo que no hacia hace tiempo. Todo eso me parecía un sueño, por ello no estaba tan exaltada, tenía miedo de despertar y volver a esas cuatro paredes azul marino.
Decidí que ya era momento de entrar y que debía dormir para al otro día recibir a la asistente social que me visitaría una vez por semana. Saque las llaves y abrí el departamento que se encontraba en el primer piso, le tenía una tremenda fobia a los ascensores así que por eso decidí vivir en el primero y evitarlo lo más posible.
Cerré las puertas con seguro y antes de hacer una recorrida, busque inmediatamente mi habitación. Mis ojos solo veían la cama, no podía pensar en otra cosa que no fuera dormir, siempre pensaba en dormir. Tire mi bolso, puse la alarma en el teléfono y solo me acosté con toda la ropa que tenía puesta, abrigos, bufandas, todo. En corea era verano, así que sabía que al otro dio despertaría completamente transpirada, pero no daba más del cansancio.
Pero, ¿Saben lo que más odiaba? El momento antes de dormir, pensaba sin voluntad propia. Pensaba en los primeros momentos que los veía, pensaba en la vez que los descubrí, pensaba en las letras de sus canciones, pensaba en la promesa que había hecho, pensaba en como rompían esa promesa poco a poco, pensaba en mi corazón partido en millones de pedazos, pensaba el día en el que todo ese dolor pasara. Pensaba, que por favor, pudiera dormirme sin pensar.
Pensaba en sus ojos verdes y en su sonrisa. Pensaba en su tierno hoyuelo y pensaba lo feliz que me haría si ellos no hubieran roto su promesa.

Spoiler: