unleashed.

—Necesito que aguantes toda la tristeza que yo no puedo.
—¿Y si lo aguantamos todo juntos?

—Estoy cansada de todo, ¿sabes? Éste puto dolor que siento en el pecho nunca parará. Quiero morir, para dejar a un lado todo, e irme en paz.
—Cariño, no vamos a darles la satisfacción de suicidarnos. Les haremos pagar cada segundo que nos hicieron sufrir.

—Estás solo, Niall. Perdido en tu propio mundo. Haciendo de cuenta que no existo —Mr. Devil hizo una breve pausa—. Imaginando que alguien está a tu lado, dándote calor y amor.
—¿Dices que alguien me amará? —musité ilusionado. La idea me daba... esperanza.
—¡No! ¡El amor no existe! Sólo dolor —gritó ferozmente, su áspera y diabólica voz haciendo eco por todo el lugar. No me dignaba hacer contacto visual. Tan sólo la idea de encontrarme con esos ojos amarillentos y siniestros me provocaban un escalofrío—. El amor atropella, engaña y decepciona. Tú eres un asesino, no te importa el amor. Recuérdalo.

—No duraré mucho en este mundo tan podrido.
—¿Por qué Niall? —me pregunta Michelle, a quien le destella la tristeza en sus ojos. Oh, por favor, no llores pequeña.
—Estoy solo, y dado por muerto —río con amargura, mientras nos movemos al son de la melodía. Escucho cómo su respiración se corta, y ahoga un sollozo; así que mi boca viaja hacia su mejilla, depositando un beso en ésta—. Entonces, digamos adiós a este mundo mientras bailas con el Diablo ésta noche.

El atardecer en el mar es simplemente magnifico.

Las gaviotas volando, las olas grandes y espumosas que dejaban caer una suave brisa sobre el mar. La playa de arena morena y fina que se humedecía al contacto del agua, las palmeras agitando sus hojas con rudeza, haciendo que su cabello volara por todo su rostro. Aquel atardecer. El sol ya cayendo. Las estrellas aparecen, llenando el inmenso cielo que cada vez se iba oscureciendo. Los ojos de la morena se enrojecieron... no se sabe si por la plena luz que desprendía el horizonte o, inundada de recuerdos en soledad. Mientras sus delicados pies se dejaban acariciar por la suave agua del mar, iba cerrando sus ojos lentamente suspirando ante semejante belleza.

¡Se sentía hipnotizada!

Se sentía libre. Se sentía como si estuviera en casa. Como si nada fuera imposible. Y eso bastó con hacerla entrar en razón, que todo lo que vemos difícil se puede hacer realidad.

Nuestra Colombia herida por los que no conocen sus entrañas, por aquellos que niegan sus raíces y no ven lo sublime y hermosa que es, siempre heridos y sanándonos con nuestros cantos y músicas desde el África, desde nuestras selvas indígenas, desde el europeo, y otros más que llegaron y se quedaron atrapados en su embrujo curándose de sus dolores en esta tierra que es la madre que llora y nos consuela al mismo tiempo. Gracias por toda esta gente que hace que la magia y la belleza surjan al espacio.

La torrencial lluvia cae con brutal potencia, los vientos cada vez más fuertes, y desde aquí, todo se me resulta escalofriante. Eso no impide que el bullicio de la gente y la música rock se escuche a pesar de la fuerte tormenta. El frío de la noche me sosiega y cuela por mis pulmones, mientras avanzo y empujo a las personas. Ofrezco insultos a varios idiotas que se burlan de mi ropa; de mi pelo escurre el agua, mi ropa está empapada, y sin importarme una mierda, me adentro aún más, dejando un terrible charco en el suelo. Sostengo mis brazos contra mi pecho, buscando algo de calor. Maldito seas, Thomas.

Veintitrés minutos fueron los que me tardé en llegar, y encima, caminando; ni siquiera tuve dinero para pagar un táxi y evitar estar en éste estado.

Ojalá tenga una buena explicación.

Mis pies se arrastran hasta la alta figura que momentos antes me había abandonado en medio de la nada. Indignación y resentimiento me llegan de sorpresa al verlo charlar animadamente con una muchacha morena, ríen y se divierten tomando tranquilamente de su cerveza. La respiración se atasca en mi garganta cuando intento hablar; mis piernas tiemblan y algo dentro de mi se rompe al momento que sus labios se dirigen a su cuello mientras ella ríe.

Siento que mi corazón se salta un latido, y en mi garganta se forma un nudo. Las lágrimas se forman en mis ojos, mi pecho se contrae mientras reteocedo, aún observando a la pareja coqueteando y riendo. Thomas alcanza su mano y la lleva a sus labios, depositando un beso, mientras la mira a los ojos de la misma forma como él lo hacía. Ella le sonríe, claramente enamorada por su gesto, y se acerca a él, sus labios rozando su oído.

Mi cabeza da vueltas, y las lágrimas empiezan a bajar por mis mejillas; mi estómago dando vueltas y la ira llenando mi ser.

Me habían engañado. Me habían utilizado. Otra vez...