La sangre volverá a correr {Novela de Los Juegos del Hambre}

Con sus cabellos dorados cayendo en cascada por sobre sus hombros, su piel tan pálida y fina como la porcelana, su cuerpo delgado y sus verdosos ojos; Lucy ingresó al escenario, con una enorme sonrisa en su rostro, pero aún así sin poder ocultar la timidez que la rodeaba. Su vestido era una metáfora que me dejó impresionada, de un blanco puro con diamantes, dando a entender que si se forjaba el carbón, material que provenía del doce, resultaban los diamantes. El simple hecho de verla increíblemente hermosa me hice sonreír, tenía esperanzas de que lograra patrocinadores, en especial por su gran carisma. Tímidamente saludó al público, para luego saludarse con un abrazo de Corey y tomar asiento en el típico sofá. Se cruzó inmediatamente de piernas, preocupada de que su falda , que llegaba hasta sus rodillas, no se levantara mucho.

-¡Pero que hermosa te ves, Lucille!- exclamó Corey, mientras que los aplausos del público cesaban, para escuchar lo que ellos decían. La sonrisa de Lucy aumentó y pude notar la presencia de un leve sonrojo en sus mejillas.

-Prefiero que me digan Lucy, Corey- dijo ella, mientras se acomodaba en el asiento- Y tu también te ves maravilloso, si me permites decir.

-Muchas gracias, Lucy- dijo, marcando la última palabra, mientras que el público reía. Ellos parecían reír hasta porque uno respiraba, su forma de actuar siempre me sería confusa- Bueno, iniciemos con esta encuesta. ¿Cómo te sentiste al saber que irías a los Juegos del Hambre?

-La verdad es que fue uno de los sentimientos más inquietantes de la vida, ese momento de no saber si iba o no me volvía loca; al principio temía de no salir con vida de la Arena, pero los entrenamientos me han ayudado completamente a mejorar mis habilidades- ella no se refería a los entrenamientos grupales, estaba más que obvio, pero pude escuchar las risillas de la niña del dos, Trace, y Welt; quienes habían estado en sus entrenamientos, donde lógicamente no había mostrado su habilidad con el arco. Sólo los fulminé con la mirada, recibiendo el mismo trato por parte de la niña de doce años.

-¿Entonces estás confiada de poder ganar estos Juegos?- preguntó Corey, haciendo que Lucy asintiera con la cabeza en forma de afirmación. El sonrió de lado- ¿Con quien te gustaría ganar los Juegos? Como deben de ser de tu distrito, creo que ya debes de conocer a tus compañeros.

Lucy dejó escapar una pequeña risilla y asintió con la cabeza, mientras que se volvía acomodar y se peinaba un poco los cabellos, sin importar que siguiera nerviosa, se podía decir que estaba menos que antes.

-La verdad es que estoy entre dos personas: Broegan, mi mejor amiga de la infancia, y Nathan, mi mejor amigo- ¿Mejor amigo? Eso era algo nuevo para mis oídos. Pude ver como se sonrojaba al decir el nombre de Nathan, y al parecer lo mismo notó Corey.

-¿Nathan? ¿Hay algo de él que llame tu atención?- aquella pregunta llamó no sólo mi atención, sino que la de todo el público, quien se había quedado completamente en silencio. Lucy soltó una suave risa nerviosa, como si le incomodara un poco hablar de aquello, sinceramente no sabía el por qué y estaba comenzando a impacientarme.

-La verdad es que lo considero el chico más dulce y amable del mundo- confesó ella, ganándose unos cuantos "Aw" provenientes del público, mientras que ella se sonrojaba más.

-¿Crees que algo pueda ocurrir entre ustedes dos?- preguntó Corey, esperanzado con que Lucy dijera que sí. En cambio ella sólo se encogió de hombros, dando a entender un "tal vez". Fue en ese momento cuando me quedé petrificada.

Hubieron dos preguntas después de aquello, pero la verdad es que no las tomé en cuenta. Sólo me imaginaba a mi mejor amiga enamorada del chico que quizás me había dado a entender lo que era sentir amor por alguien que no estuviera sanguineamente unido a mi; sabía que ella era mucho más expresiva y dedicada a la gente, sabía que si ella lo deseaba podría estar perfectamente con él. Y ahora, que me ponía a pensar, ¿No harían Lucy y Nathan una espectacular pareja? Ambos son de psicologías parecidas, casi idénticas, ¿Y no deben de pensar igual las personas si son almas gemelas? No me dolería dejar que Lucy estuviera con Nathan, de todas maneras el terminaría siendo mucho más feliz con ella que conmigo, de alguna u otra manera nunca había logrado hacer a alguien feliz que no fuera mi hermana menor o mis padres, quizás Lucy. ¿Cómo haría feliz a Nathan?

Los aplausos finales me indicaron que la entrevista demi amiga había finalizado, poco después escuché sus tacones acercarse corriendo hacia mí y sentí sus brazos rodearme en un abrazo. Lo respondí automáticamente, aún perpleja por lo que había dicho de Nathan, pero me vi obligada a ocultarlo para mostrarle una enorme sonrisa de orgullo a Lucy. Había logrado hacer una perfecta entrevista, no había nada de lo que hubiera dicho que lograría que alguien la odiara; nunca pasaba eso.

El nombre de Nathan iba a ser nombrado, pude ver los nervios en sus ojos grises, los cuales me miraban a mí, en busca de apoyo; le sonreí de manera motivadora, mientras le guiñaba el ojo sin intención de coqueteo, sino que como una manera de motivarlo para seguir adelante. El me devolvió la sonrisa y subió al escenario, Lucy y yo de inmediato miramos a la pantalla frente nuestro, para ver como el ingresaba con una enorme sonrisa en su rostro, sin una pizca de temor o nerviosismo en sus actos, saludando libremente al público, quien aumentó sus aplausos. Se saludó con un apretón de manos con Corey, para luego ambos tomar asiento y esperar a que el público tomara silencio.

-Cuéntame, Nathan, ¿Qué se siente haber tenido unos padres como el Katniss Everdeen y Peeta Mellark?- preguntó Corey. Se pudo notar como la expresión de Nathan se endurecía un poco, por lo que se apresuró a decir- Lamento la pregunta, pero no todos los días se tiene al hijo de dos grandes héroes como entrevistado- Todos rieron, incluyendo a Nathan y Corey.

-Tranquilo, Corey, no me siento mal de hablar de ellos, ¿Por qué lo haría? Si debo de sentirme honrado de poder decir que mis padres lucharon por un Panem libre y justo, el cual duró treinta años- para mi gusto no debió de haber dicho lo último. Hacerlo ver como un chico que juzga al Capitolio no era una buena movida, quizás yo podría soportar con ella, no me importaba, si de todas maneras no saldría de la Arena, pero Nathan necesitaba vivir y no lo lograría viéndose como una amenaza.

-Me alegro por ti, muchacho, aunque lamento mucho su pérdida- se apresuró a decir el presentador. Se acomodó en el sofá, para continuar con las entrevistas- Y cuéntame, ¿Cómo te ha tratado el Capitolio?

-La verdad es que me siento como un príncipe- respondió, provocando risas de espectadores- Todos me tratan de maravillas, pero he tenido varios problemas en el baño debido a la comida nueva para mí- más risas- y la moda es algo que siempre llamó mi atención. En fin, la atención ha sido espectacular.

-Me alegra mucho, Nathan- dijo Corey, apoyando sus manos sobre una de sus rodillas- Cambiando de tema, me he fijado que al parecer una compañera tuya de distrito es bastante cercana a ti, ¿O me equivoco?

Sentí como Lucy se tensaba bajo mis brazos, estaba nerviosa. ¿Por lo que él pudiera responder? Si, realmente Lucy sentía algo por Nathan. Él sonrió enternecido, mirando a la nada misma, para luego volver a enfocarse en la mirada del presentador.

-Si, soy muy amigo de Lucy, por no decir que creo sentir algo por ella- lo último lo dijo mirando al suelo, ignorando las miradas del resto, como si estuviera avergonzado de admitirlo. Mi sangre se heló y mis músculos se tensaron, de golpe solté a Lucy, no sabía por qué, pero deseaba no estar cerca de nadie mientras que escuchaba sus próximas palabras.

-¿Podrías ser más claro, Nathan?

-Estoy enamorado de Lucille Ashwood- confesó. El timbre que indicaba que los cinco minutos habían pasado sonó y Nathan se despidió de Corey con el mismo apretón de manos, una enorme sonrisa para el pública, más una despedida con sus manos.

Cuando bajó del escenario se dirigió de inmediato a nosotras, Lucy lo abrazó de inmediato, con una abrazo un poco más que largo. Sintiéndome fuera de lugar al lado de ambos, lentamente me fui alejando, hasta que me importó un comino si me veían o no irme al loft; al parecer, olvidarme de lo que sentía por Nathan no se me haría tan fácil.