Need to be strong.

Need to be strong

Cáncer. Sin duda la palabra más dolorosa, despreciable y destructora que puede existir. Es duro darse cuenta de que el cáncer siempre ataca a las mejores y más increíbles personas, haciéndolas sufrir y agonizar hasta el día en que desee llevárselas de nuestras vidas.
Su cuerpo yacía en la camilla de hospital, tan pálido como el papel; sus ojos cerrados y varios cables conectados a su cuerpo. Su respiración era tan lenta y débil que se me hacía difícil no pensar que estaba muerto.
Respiré profundo y tomé asiento justo a su lado colocando mi mano sobre la suya. Momentos así hacen que quiera acabar con todas las cosas malas que la vida trae consigo, pero es simplemente imposible.
La vida trae el sufrimiento y dolor para que “aprendamos” a ser fuertes. Pero, ¿Y si somos fuertes desde que nacemos y ella es la que nos hace débiles? Es decir, a medida que vamos creciendo encontramos diferentes obstáculos y situaciones; y tratamos de resolverlos llenos de angustia, quizás eso es lo que nos hace débiles.
No poder solucionar los problemas nos hace débiles, porque los problemas que nos envían son tan gigantescos que no podemos con ellos. Como lo es el cáncer. ¿Por qué debe existir? ¿Sólo porque les dio la gana de que las mejores y más increíbles personas sufrieran? Porque eso es claramente lo que creo.
Desde que conocí a Zack sentí esa vibra que no todas las personas poseen. Sentí la amabilidad, el carisma, la felicidad que emanaba por cada uno de sus poros y eso es lo que todo el tiempo me gustó de él. Sí, me gustó, me gusta, el chico que yace frente a mí me gusta con la fuerza de todos los dioses del olimpo luchando entre sí.
Sequé las lágrimas que había derramado y centré mi mirada en su bello rostro. Su piel estaba tan pálida y reseca que dolía verla, sus hermosos labios ya no tenían el color y brillo que tanto lo caracterizaba y que muchas veces me negué a besar.
La máquina a un lado empezó a hacer un ruido extraño, sólo pitidos rápidos y descontrolados inundaban la habitación. Entré en pánico. Nunca he pasado por cosas así y no sé cómo reaccionar a ellas, por lo que simplemente salí y llamé con todas mis fuerzas a las enfermeras que hacían guardia al final del pasillo.
Llegaron corriendo, cada una con un aparato diferente. Yo las seguí pero me lo impidieron dejándome fuera de la habitación con el corazón en la garganta y las lágrimas rodando por mis mejillas.
No debería pasar por esto yo sola. Debería tener a alguien en quien apoyarme y llorar hasta el fin de los días, alguien que me diga que todo estará bien aunque no sea así, pero que simplemente me ayude a creer que esto puede mejorar.
Sentí una mano en mi hombro, tan delicada como una pluma y supe de inmediato que se trataba de Jessie, la hermana menor de Zack. Me di la vuelta y la abracé sintiendo las lágrimas rodar con más fuerza que nunca y sintiendo su sollozo sobre mí.
Ya había perdido a mis padres, no tenía amigos y nunca conocí a mi familia. Creo que simplemente estoy destinada a estar sola y no querer a nadie. Sola y con heridas que nunca cerraran por completo.
Levanté el rostro y me encontré con los hermosos y rojos ojos de Jessie. Su labio inferior temblaba y sus mejillas estaban rosadas. Entonces reaccioné.
No puedo ser débil frente a ella. Ella necesita a alguien que la apoye y la sostenga porque ya no tiene a nadie. Perdió a su madre por la misma causa que está perdiendo a su hermano y su padre la abandonó cuando sólo era un bebé.
Sequé mis lágrimas con las mangas de mi sweater y le sonreí a medias. No necesitaba ver como otra persona se desmoronaba y desaparecía. La tomé en entre brazos y la abrecé fuertemente dejando que llorara sobre mí. 
Segundos después la puerta se abrió dejando ver a las tres enfermeras que habían entrado anteriormente. Suspiré observando sus rostros y cómo una de las enfermeras aguantaba las lágrimas.
—Lo siento— comienza a decir una de ellas —pero no pudo resistir a los choques— calló.
—Ha muerto— termina de decir la de pelo negro. Jessie, quien aún seguía abrazada a mí, se desplomó y comenzó a llorar tan fuertemente que quizás todo el edificio podía escucharla.
La abracé con la misma intensidad y acaricié su pelo mientras trataba de no romperme en mil pedazos frente a ella.
Debes ser fuerte. Me repetía una y otra vez tratando de sostener a Jessie, la dejé llorar cuanto pudo, la dejé desahogarse mientras pensaba en cómo iba yo a salir de esto. Cómo iba ser fuerte por las dos y cómo iba a evitar que ella callera en el abismo en que yo había caído alguna vez.

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