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penny dreadful
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Re: penny dreadful
capítulo 03
Lavinia golpeteó sus dedos contra su mesa de madera de roble, observando como su madre tomaba calladamente el té. Era fácil identificarla como una prestigiosa dama por su mirada desafiante y de alguna manera calmada, mientras sostenía la taza de té con afinidad y algo muy cercano al desdén. La joven Bellefort observó su Sala de Estar, y comprobó, como era de esperarse, que su padre no se encontraba allí. La única persona que podía ver, además de su madre, era el Mayordomo Charles, un viejo ochentón que no hacía más que apoyar incondicionalmente las decisiones egoístas de su padre. Aclarando levemente su garganta, dirigió nuevamente la mirada hacía su madre.
— Madre... — Vociferó la joven calladamente — ¿Dónde se encuentra Padre en estos momentos? No lo he visto en los Establos ni en los Jardines en mi recorrido matutino, y nunca se pierde el té de la tarde.
— Se ha ido de cacería con los Versac — Respondió su madre en su descomunal acento Americano —. Han salido a hablar sobre tu compromiso con Evelyn Versac.
Evelyn Versac... Lavinia lo había olvidado por completo. Bueno, no por completo — El recordatorio de que en tres semanas se convertiría en Lavinia Versac, y tendría que darle todo su dinero a un muchacho que ya tenía demasiado para su propio bien parecía seguirla a cualquier lugar que fuese. Lavinia, por supuesto, detestaba su forma de ser con cada fibra de su cuerpo, aunque nunca se atrevía a vociferarlo. Sus preocupaciones y pensamientos debían ser exclusivamente personales. Así es como actúa una dama, se recordaba cada día. No estaba por gritarle al mundo que detestaba a su prometido; Arruinaría el buen nombre de la Familia Bellefort y sus oportunidades de encontrar otro esposo. Después de todo, ella era hija mayor de tres, y no tenía primos ni familiares quienes pudiesen heredar la riqueza del linaje Bellefort. Ambos padres eran hijos únicos, al igual que sus abuelos.
Lavinia tomó un sorbo de su té y permaneció en silencio.
— Mi matrimonio con tu padre fue arreglado, también — Interrumpió el silencio su madre. Aunque sus palabras pareciesen intentar ser reconfortantes, su voz permanecía fría como el hielo mismo —. No era el amor de mi vida; No es el amor de mi vida. Pero tengo una vida plena, Lavinia. Todo el dinero que alguien pudiese codiciar...
Eso nunca había sido un secreto, el matrimonio de Lady Amelia Green y Lord Graham Bellefort había sido arreglado desde el momento que la millonaria Familia Green había puesto un pie en Inglaterra. La familia Green era americana, pero parecía que a nadie le importaba en lo más mínimo debido a la gran y generosa cantidad de dinero que poseían. Por supuesto, Lady Amelia conseguía muchas proposiciones de matrimonio (Tanto que la misma aclamaba que se tornaba tedioso rechazarlas), pero aunque encontrase al amor de su vida, el matrimonio ya estaba arreglado.
Lord Graham y Lady Amelia, al comenzar su matrimonio, se detestaban. El padre de Lavinia siempre realizaba comentarios crueles hacía la americana, quien los regresaba con incluso más crueldad al ingles. Pero después de ser obligados a engendrar un heredero, los Bellefort lograron superar aquellas barreras y pudieron formar algo parecido a un vinculo. Pronto nacieron Lavinia, Isobel y Violet, productos de una amistad fuerte, pero nunca amor.
— Evelyn es un buen muchacho — Continuó, con la voz ronca —. Espero que te haga feliz.
— Yo también lo hago, Madre — Repitió, soltando un leve suspiro —. Yo también lo hago.
Levantándose rápidamente de su asiento, Lavinia sintió un leve mareo y sintió como su cuerpo le pedía, casi a gritos, volver y acostarse en su cómoda cama. Todo este asunto de Evelyn Versac la estaba agotando hasta el cansancio. Su madre la ojeó, y parecía considerar cuestionarla sobre el repentino cambio cuando sus hermanas menores entraron por la puerta. La joven agradeció en silencio; No quería estresar a su madre aún más con sus problemas amorosos, así que rápidamente se disculpo y se dirigió hacía la puerta principal. Mirando al escuálido lacayo que le había abierto la puerta para que esta escapase, asintió levemente y le sonrió con gratitud.
— Por favor, avísele a Su Señoría que he salido a dar un paseo para aliviar un poco mi mente — Habló, calladamente —. Sí ha de preguntar específicamente donde he salido, has de decirle que he ido a la Iglesia — El lacayo asintió—. Gracias, James.
Lavinia se había aprendido los nombres de toda la servidumbre de la Mansión, para poder agradecerles de una manera debida cada vez. Sus hermanas menores, quienes siempre se la pasaban planeando maneras de arrancarse la cabeza mutuamente, siempre cuestionaban sus razones. Lavinia creía que la educación era una parte esencial de ser una dama, hecha y derecha.
Lady Bellefort se dirigió hasta la entrañas del pueblo, buscando la Iglesia con la mirada. Usualmente Lavinia no daba paseos por sí sola, pero después de la oleada de cansancio la había golpeado tan desprevenidamente, decidió que un paseo era lo que mejor le haría. ¿Y qué mejor lugar que la Iglesia del pueblo? Era un lugar tan magnifico... — No es que la Mansión Bellefort no fuese magnifica, de hecho, era más que magnifica — pero había algo en la estructura de aquella Iglesia que Lavinia disfrutaba inmensamente. No solo por el hecho de que fuese el Templo de Dios, sino que también se sentía bien cada vez que se encontraba en ella. Casi feliz.
La vida de la joven Bellefort nunca fue demasiado feliz; Nació en una Mansión en donde obtuvo todo lo que siempre quiso, pero también en un matrimonio que no estaba basado en el amor y junto a dos hermanas venenosamente celosas. Desde pequeña se la forzó a abstenerse a actuar como una niña, sino como una prestigiosa dama, a la cual no se le permitía nada más que decir, "Sí, Padre" o, "Gracias, lacayo". Desde que Lavinia llegó al mundo, lo detestó. Por supuesto, Lavinia mantenía sus pensamientos para si misma, y nunca se los reveló a nadie.
Había algo en el pueblo que Lavinia siempre detestó. Las calles de Londres eran obscuras y viscosamente misteriosas. Algo que Lady Bellefort detestaba de las calles victorianas era que mostraban cuán cruda la gente del pueblo era. Las prostitutas, los fumadores compulsivos, las ancianas vendiendo extraños líquidos y el pálido brillar del comienzo de la noche. Lavinia dedujo que eran alrededor de las seis; debía estar en casa pronto para cenar.
Se abrió paso entre la multitud, quienes la observaban con ojos hambrientos. Que una mujer joven y rica como Lavinia se pasease por la ciudad sin un acompañante era simplemente estúpido. Pero a la joven Bellefort nunca le importaron aquellos riesgos, y mientras las primeras gotas de lluvia hacían contacto con las calles del pueblo, llegó a la Iglesia. Dentro se encontraban millones de familias ricas - Lavinia había olvidado que era Domingo. La mayoría de las familias se reunía en la Iglesia a estas horas. De repente, la Iglesia no parecía tan magnifica como antes.
Giro sobre sus talones exasperadamente, sin antes ser vista por las Julianne Crawley, quien la tomó repentinamente del hombro y la saludo con un beso en la mejilla. Los Crawley eran una familia rica originaria de Irlanda, y parecía que nadie en el pueblo podía aguantar sus acentos y extravagantes palabras.
— ¡Querida Lavinia! — Exclamó felizmente, con una sonrisa notablemente falsa — ¿Cómo has estado? ¡Un pajarillo me ha dicho que estas comprometida con el hijo del Varón Versac! ¡Apuesto a que es un hombre de lo más interesante!
— Señora Crawley, es un gusto verla — murmuró con gentileza —. Y me alegra comunicarle que sí, los rumores son ciertos. Aunque todavía no he conocido al Señor Versac, he oído que es de lo más gentil.
— ¡Oh, deseo que lo sea! — Sonrió, tomando de repente la mano de su hija Samantha, quien parecía a verse escondido detrás de su madre todo este tiempo — Mi hija Samantha ha conocido una gran cantidad de caballeros, pero nunca un explorador de tal calibre...
— Estoy segura de que algún día lo hará — Habló Lavinia, dando un pequeño paso hacía atrás y dando sus excusas para escapar al fin. Sí, la Iglesia había perdido toda su magnificencia. Por lo menos hasta que los Crawley y demás se fuesen.
La lluvia rápidamente se desató mientras ella se encontraba en la iglesia, y solo habían pasado cinco minutos. Parecía extraño ver como los tiempos cambiaban... en como la lluvia podía arruinar un día tan bello en tan poco tiempo, en como en tres semanas su vida cambiaría por completo. ¡Oh, como anhelaba no tener que casarse con aquél hombre que ni siquiera conocía! Pronto pasaría de ser Lady Lavinia a Lady Lavinia Versac, cónyuge del heredero y explorador Evelyn Versac. En realidad no tenia mucho de que quejarse: tendría riquezas, una buena vida y todas las mujeres del pueblo la envidiarían a tal punto que tendría que esconderse bajo las piedras para no ser asesinada en manos de alguna pueblerina envidiosa. Pasaría a la historia como la cónyuge de Versac y tal vez sus hijos serian mencionados en libros futuros. Tendría un nombre.
Pero Lavinia nunca quiso un nombre. Lavinia nunca deseó los celos de una muchedumbre de jóvenes... Lavinia solo deseaba escapar.
— ¿Qué hace una Señorita cómo usted por si sola en un lugar así?
La joven Bellefort paró estrepitosamente antes de darse cuenta donde se encontraba. Parecía ser un callejón desierto, y la noche repentinamente se había presentado. Un escalofrío recorrió su espalda, y lo único que logró pasar por su mente en esos momentos fue un escandaloso "Llegaré tarde para la cena".
Lavinia lo observó de arriba abajo. El hombre prometía un mal camino: Usaba harapos viejos, un sombrero semi-arruinado y olía a muerte, prostitutas y sangre. Aunque, si las circunstancias fuesen diferentes, Lavinia probablemente lo hubiese considerado como guapo.
— Parece que has escogido una de las frases más cliché que ha cruzado por vuestra mente, desconocido — Reprochó con una sonrisa forzada. La lluvia seguía cayendo sin mucho cuidado, y Lavinia seguía empapada de los pies a la cabeza. Arrinconándose un poco más contra la pared, la joven heredera habló, con la voz algo temblorosa —. Mi nombre es Harriet.
— No me mientas, Lady Lavinia — Pronunció el hombre, acercándose cada vez más a su delicada figura, haciendo que se estremezca con cada paso que daba —. Todos por aquí conocen tu nombre.
Lady Bellefort se quedó en silencio, observando el rostro del hombre. Poseía unos enormes y casi cautivantes ojos café. Era guapo. Pero su rostro... parecía siniestro. Sus labios estaban curvados hacía arriba, formando una sonrisa para nada amistosa. Lavinia casi podía imaginar manchas de sangre empapadas en su rostro, corriendo por sus mejillas y desapareciendo debajo de su mentón...
— Vengo a asesinarla, Señorita Lavinia — Habló de nuevo el hombre. Lavinia no hizo más que estremecerse levemente. Un hombre no acosa una señorita en un callejón meramente para tener una charla. Menos si sabía sobre su fortuna —. Aunque me gustaría darle una opción... Digamos que mi jefe y yo no estamos en términos amistosos, Lady Bellefort.
Los ojos del hombre se tornaron más oscuros, e incluso en la lluvia Lavinia podía notarlo. Este parecía esperar una respuesta, pero lo único que obtuvo fueron algunos estornudos y escalofríos. La lluvia parecía estar afectándole gravemente.
— N-n-no es mi lugar interrumpirlo S-señor... — Interrumpió el silencio la joven, mirando a su alrededor, pensando en la mirada de disgusto de su madre si la hubiese oído tartamudear de esa forma, pero Lavinia no se atrevía a prestarle atención a eso mientras la imagen de su cuerpo descuartizado y desangrándose en ese callejón también luchaba por atención en su cabeza —. Pero, ¿Po-podríamos ir algún otro lugar a ...?
Pero cuando volvió a mirar a este, no se encontraba en el mismo callejón. Al contrario, se encontraba en su Sala de Estar, completamente seca. Confundida a más no poder (O tal vez, por la lluvia y sus mareos) Lavinia cerró sus ojos y calló en la inconsciencia.
— ¡Lavinia! — Exclamó alguien, distantemente. Bufando, la misma abrió los ojos, encontrándose con la furiosa mirada de su madre, escuchando levemente la risa de su padre en algún lugar de la Mansión. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde se encontraba? — ¡Cuántas veces he de decirte que no puedes dormir en la Sala de Estar!
De repente los recuerdos de aquella tarde volvieron y la noquearon, haciendo que volviese a recostar su cabeza en lo que parecía ser los almohadones del sofá. Tornándose de un color escarlata, se levantó estrepitosamente y pidió disculpas. La risa de su padre paró estrepitosamente.
— No sé que me sucedió, Madre... — Se excusó.
— ¡La próxima vez ve a tu habitación si tienes tanto sueño, Lavinia! — Dijo exasperadamente su madre.
— Sí, Madre — Habló Lavinia, con la cola entre las patas —. Me temo que debo ir a prepararme para la cena de esta noche...
— Vé — Comandó su madre. El momento que Lavinia comenzó a irse, su madre la tomó de la mano, interrumpiendo su escapada —. Oh, sí. Un hombre se acercó para decirte que debías encontrarte con él para discutir sobre el pastel de bodas en la Calle Downton a las siete en punto mañana — ¿Pastel...?—. Ha dicho que es un asunto de vida o muerte. Parece un panadero bastante exagerado, ¿No lo crees, Lavinia...?
Oh, esa discusión. Parecía que la había olvidado de un momento para otro.
¿Qué sucedía si no iba? Tal vez conseguiría salir de todo este extraño lío en el que parecía haberse metido... Tal vez... No. Lavinia debía hacerlo. O tal vez ella y su familia pagarían las consecuencias luego.
— Esta bien, Madre. Nos vemos dentro de una hora para cenar.
El resto de la noche no estuvo cerca a interesante, o al menos no tanto como la excitante tarde que había tenido Lavinia, pero cuando intentó irse a dormir, encontró que conciliar el sueño sería mucho más difícil de lo que creyó.
sigue: O'NIEL
Invitado
Invitado
Re: penny dreadful
sinceramente lu me gustó mucho <3 me gusta como has introducido la vida cotidiana de lavinia, en verdad lamento tanto que la pobre se vea obligada a casarse con ese hombre. después por otra parte ese misterioso hombre que es capaz de aparecer y desaparecer, con ese aire misterioso. creo que le dará un poco de vidilla a ella ah.
y bueno déjame decirte que personalmente me alegro muchísimo de que formes parte de la enecé, me gustó mucho tu escritura.
✦ ausente.✦
pixie.
Re: penny dreadful
vanessa se pregunta por que no comentan y escriben ya cap(?)
✦ ausente.✦
pixie.
Re: penny dreadful
Ay perdón, yo juré que ya había comentado
Amé totalmente el capítulo. Me encanta eso de la jerarquía de los personajes y como lo narrás, es perfecto. En serio disfruté mucho el capítulo.
Amé totalmente el capítulo. Me encanta eso de la jerarquía de los personajes y como lo narrás, es perfecto. En serio disfruté mucho el capítulo.
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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