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"Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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"Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Nombre: Obsidian
Autor: Jennifer L. Armentrout
Adaptación: Si, es una adaptación del primer libro de la saga "Lux".
Género: Drama, Romance, Ficción.
Advertencias: Para mayores de 13 años. Si no les gusta la ficción, no lean.
Otras páginas: De mi parte por lo menos no.
Autor: Jennifer L. Armentrout
Adaptación: Si, es una adaptación del primer libro de la saga "Lux".
Género: Drama, Romance, Ficción.
Advertencias: Para mayores de 13 años. Si no les gusta la ficción, no lean.
Otras páginas: De mi parte por lo menos no.
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
OBSIDIAN
Cuando nos mudamos a West Virginia, justo antes del último curso de instituto, creía que me esperaba una vida aburrida, en la que ni siquiera tendría internet para actualizar mi blog literario. Entonces conocí a mi vecino, Zayn. Alto, guapo, con unos ojos claros impresionantes… y también insufrible, arrogante y malcriado.
Pero eso no es todo. Cuando un desconocido me atacó, Zayn congeló literalmente el tiempo y me confesó que no es de nuestro planeta.
Sí, lo habéis leído bien. Mi vecino es un alienígena sexy e inaguantable. Resulta que, además, él y su hermana tienen una galaxia de enemigos que quieren robar sus poderes. Y, por si fuera poco, ahora mi vida corre peligro por el simple hecho de vivir junto a ellos.
_____________________________________________________
Holi, bueno aquí les traigo el primer libro de una de mis sagas favoritas "Lux". Espero les guste tanto como a mí.
Se que una chica subía una adaptación con Zayn aquí, pero nunca la siguió. Yo ya leí los 5 libros y pensé que estaría bueno subirla completa. ¡Espero sus comentarios! Besos<3
Última edición por RochyTomiPayne el Mar 17 Feb 2015, 7:14 pm, editado 1 vez
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Prólogo.
Empezar de nuevo apesta.
Cuando nos mudamos a West Virginia justo antes del último curso, ya me había resignado al acento raro, a tener mala conexión de internet y a aburrirme como una ostra... hasta que vi a mi vecino sexy, tan alto y con esos impresionantes ojos mieles. Las cosas parecían ir mejorando.
Y luego abrió la boca.
Zayn es insufrible. Arrogante, desquiciante. No nos llevamos nada bien. Nada, nada bien. Pero cuando un desconocido me ataco y Zayn congelo el tiempo, literalmente, con un movimiento de su mano... bueno, sucedió algo... inesperado.
El sexy alienígena que vive al lado me marco.
Si, han oído bien. Alienígena. Resulta que Zayn y su hermana tienen una galaxia entera de enemigos que quieren robar sus habilidades, y el contacto de Zayn ha hecho que parezca uno de esos iluminados carteles de Las Vegas. El único modo de salir con vida de todo esto es mantenerme pegada de Zayn hasta que mi “luz” extraterrestre se apague.
Eso si antes no mato a Zayn, claro.
____________________________________
Ahí está el prólogo<3
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Capitulo I
Miré la pila de cajas en mi nuevo dormitorio, deseando que la conexión a internet estuviera configurada. No haber sido capaz de actualizar mi blog de reseñas desde que me mude aquí era como perder un brazo o una pierna. De acuerdo con mi mamá, “La Loca Obsesión de____” era mi vida entera. No completamente, pero era importante para mí. Ella no apreciaba los libros de la misma manera que yo.
Suspiré. Habíamos estado aquí dos días, y aún quedaba mucho sin desempacar. Odió la idea de cajas cerradas alrededor. Incluso más que la idea de estar aquí.
Al menos, finalmente había dejado de saltar ante cada pequeño crujido desde que nos mudamos a West “Olvidada de Dios” Virginia, y esta casa parecía sacada de una película de terror. Tenía una torre —una escalofriante torre. ¿Que se supone que voy a hacer con esto?
Ketterman no era muy grande, lo que significa que no es realmente una ciudad. El lugar más cercano era Petersburgo— un pueblo con dos o tres semáforos y con algunos otros pueblos alrededor que probablemente no tenían un Starbucks. No nos llegaría la correspondencia a nuestra casa. Deberemos conducir hasta Petersburgo para buscar nuestro correo.
Una barbaridad.
Era como una burla en mi cara, esto me jodía. Florida desapareció— se quedó atrás en los miles de kilómetros del loco recorrido de mamá para comenzar de nuevo. No es que yo extrañara Gainesville, el clima, mi vieja escuela, o siquiera nuestro departamento. Apoyada contra la pared, froté la palma de mi mano sobre mi frente.
Extrañaba a papá.
Y Florida era papá. Allí era donde él nació, donde conoció a mi
mamá, y donde todo había sido perfecto… hasta que todo se vino abajo.
Mis ojos ardían, pero me rehusé a llorar. Llorar no cambiaría el pasado, y papá odiaría saber que yo lloraba aún tres años después.
Pero extraño a mamá, también. La mamá antes de que papá murió, quien se acurrucaba en el sillón a mi lado y leía una de sus novelas románticas de mala calidad. Parecía que eso fue una vida atrás. Sin duda, fue un medio país atrás.
Desde que papá murió, mamá había comenzado a trabajar más y más. Ella solía querer estar en casa. Entonces, pareció querer estar lo más lejos posible. Se dio finalmente por vencida en esa opción y decidió que necesitábamos irnos muy lejos. Al menos desde que llegamos hasta aquí, incluso cuando aún trabajo como un demonio, estaba determinada a participar más en mi vida.
Decidí ignorar mi interior impulso de orden y dejar las condenadas cajas sin desempacar hoy, cuando el olor de algo familiar me hizo cosquillas en la nariz. Mamá estaba cocinando. Esto no era muy bueno.
Bajé las escaleras corriendo.
Ella estaba frente la estufa, vestida con un pijama de lunares. Ella podía vestir de lunares de los pies a la cabeza y todavía arreglárselas para verse bien. Mamá tiene un glorioso y sedoso cabello rubio y ojos brillantes. Incluso con pijama ella me hacía parecer sencilla con mis ojos grises y mi cabello castaño claro.
Y de alguna manera yo terminé más… curvilínea que ella. Caderas curvilíneas, labios hinchados, y unos ojos enormes que mamá adora, pero me hace parecerme como un bebé de plástico.
Se dio la vuelta y me saludó con la mano con la cual sostenía la espátula, los huevos a medio cocinar salpicaban en la estufa. —Buenos días, cariño.
Miré el desastre y me pregunté cual era la mejor manera para sacarla de la cocina sin herir sus sentimientos. Estaba tratando de hacer cosas de mamá. Era un enorme progreso. —Estas en casa temprano.
—He trabajado casi un doble turno entre anoche y hoy. Me puse a trabajar de miércoles a sábado, de once hasta las nueve de la mañana.
Eso me deja con tres días de descanso. Estoy pensando en trabajar a tiempo parcial en una de las clínicas de por aquí o posiblemente en Winchester. —Ella sirvió los huevos a medio quemar en dos platos y colocó uno frente a mí.
Que rico. Supongo que era demasiado tarde para detenerla, así que busque en una caja revuelta lejos del mostrador que tenía escrita “Vajilla & Cosas.”
—Sabes que no he podido desempacar nada, así que voy a hacerlo
pronto.
Sí, lo sé.
La mayoría de los padres probablemente preferirían romperse el brazo izquierdo antes de dejar a una adolescente en casa casi todo el tiempo, pero no la mía. Ella confía en mí, porque nunca le he dado una razón para no hacerlo. No era como si me portara siempre bien. Bueno, está bien, quizás sí.
Yo era un poco aburrida.
En mi viejo grupo de amigos en Florida, yo no era la más callada, pero nunca me salté clases, mantuve mi buen promedio, y era más o menos una buena chica. No porque tuviera miedo de hacer algo imprudente o salvaje; Yo no quería darle más problemas a mamá. No cuando…
Agarrando dos vasos, los llené con el jugo de naranja que mamá había comprado de camino a casa. —¿Quieres que vaya a comprar comestibles hoy? No tenemos nada.
Ella asintió y habló con la boca llena de huevos. —Piensas en todo. Ir a comprar comestibles suena perfecto —Cogió su bolso de la mesa, sacando dinero en efectivo—. Esto debería ser suficiente.
Metí el dinero en mis vaqueros sin mirar cuanto era; Siempre me daba de más en primer lugar. —Gracias —murmuré.
Ella se inclinó hacia adelante con un brillo en sus ojos. —Así que… esta mañana vi algo interesante.
Sólo Dios sabe a lo que se refiere. Sonreí. —¿Qué?
—¿Has notado que hay dos chicos de tu edad al lado?
—¿De verdad?
—No has estado afuera, ¿eh? —sonrió—. Estaba segura que ya habrías salido a reemplazar las feas flores al jardín.
—Planeo hacerlo, pero las cajas no se desempaquetan solas —Le di una mirada impaciente. Amo a esta mujer, pero me molestaré si no continua con el tema—. De todas formas, regresa a la parte de los chicos.
—Bien, una chica que parece de tu edad y hay un chico, también — sonrió mientras se ponía de pie—. Es un bombón.
Suspiré. Habíamos estado aquí dos días, y aún quedaba mucho sin desempacar. Odió la idea de cajas cerradas alrededor. Incluso más que la idea de estar aquí.
Al menos, finalmente había dejado de saltar ante cada pequeño crujido desde que nos mudamos a West “Olvidada de Dios” Virginia, y esta casa parecía sacada de una película de terror. Tenía una torre —una escalofriante torre. ¿Que se supone que voy a hacer con esto?
Ketterman no era muy grande, lo que significa que no es realmente una ciudad. El lugar más cercano era Petersburgo— un pueblo con dos o tres semáforos y con algunos otros pueblos alrededor que probablemente no tenían un Starbucks. No nos llegaría la correspondencia a nuestra casa. Deberemos conducir hasta Petersburgo para buscar nuestro correo.
Una barbaridad.
Era como una burla en mi cara, esto me jodía. Florida desapareció— se quedó atrás en los miles de kilómetros del loco recorrido de mamá para comenzar de nuevo. No es que yo extrañara Gainesville, el clima, mi vieja escuela, o siquiera nuestro departamento. Apoyada contra la pared, froté la palma de mi mano sobre mi frente.
Extrañaba a papá.
Y Florida era papá. Allí era donde él nació, donde conoció a mi
mamá, y donde todo había sido perfecto… hasta que todo se vino abajo.
Mis ojos ardían, pero me rehusé a llorar. Llorar no cambiaría el pasado, y papá odiaría saber que yo lloraba aún tres años después.
Pero extraño a mamá, también. La mamá antes de que papá murió, quien se acurrucaba en el sillón a mi lado y leía una de sus novelas románticas de mala calidad. Parecía que eso fue una vida atrás. Sin duda, fue un medio país atrás.
Desde que papá murió, mamá había comenzado a trabajar más y más. Ella solía querer estar en casa. Entonces, pareció querer estar lo más lejos posible. Se dio finalmente por vencida en esa opción y decidió que necesitábamos irnos muy lejos. Al menos desde que llegamos hasta aquí, incluso cuando aún trabajo como un demonio, estaba determinada a participar más en mi vida.
Decidí ignorar mi interior impulso de orden y dejar las condenadas cajas sin desempacar hoy, cuando el olor de algo familiar me hizo cosquillas en la nariz. Mamá estaba cocinando. Esto no era muy bueno.
Bajé las escaleras corriendo.
Ella estaba frente la estufa, vestida con un pijama de lunares. Ella podía vestir de lunares de los pies a la cabeza y todavía arreglárselas para verse bien. Mamá tiene un glorioso y sedoso cabello rubio y ojos brillantes. Incluso con pijama ella me hacía parecer sencilla con mis ojos grises y mi cabello castaño claro.
Y de alguna manera yo terminé más… curvilínea que ella. Caderas curvilíneas, labios hinchados, y unos ojos enormes que mamá adora, pero me hace parecerme como un bebé de plástico.
Se dio la vuelta y me saludó con la mano con la cual sostenía la espátula, los huevos a medio cocinar salpicaban en la estufa. —Buenos días, cariño.
Miré el desastre y me pregunté cual era la mejor manera para sacarla de la cocina sin herir sus sentimientos. Estaba tratando de hacer cosas de mamá. Era un enorme progreso. —Estas en casa temprano.
—He trabajado casi un doble turno entre anoche y hoy. Me puse a trabajar de miércoles a sábado, de once hasta las nueve de la mañana.
Eso me deja con tres días de descanso. Estoy pensando en trabajar a tiempo parcial en una de las clínicas de por aquí o posiblemente en Winchester. —Ella sirvió los huevos a medio quemar en dos platos y colocó uno frente a mí.
Que rico. Supongo que era demasiado tarde para detenerla, así que busque en una caja revuelta lejos del mostrador que tenía escrita “Vajilla & Cosas.”
—Sabes que no he podido desempacar nada, así que voy a hacerlo
pronto.
Sí, lo sé.
La mayoría de los padres probablemente preferirían romperse el brazo izquierdo antes de dejar a una adolescente en casa casi todo el tiempo, pero no la mía. Ella confía en mí, porque nunca le he dado una razón para no hacerlo. No era como si me portara siempre bien. Bueno, está bien, quizás sí.
Yo era un poco aburrida.
En mi viejo grupo de amigos en Florida, yo no era la más callada, pero nunca me salté clases, mantuve mi buen promedio, y era más o menos una buena chica. No porque tuviera miedo de hacer algo imprudente o salvaje; Yo no quería darle más problemas a mamá. No cuando…
Agarrando dos vasos, los llené con el jugo de naranja que mamá había comprado de camino a casa. —¿Quieres que vaya a comprar comestibles hoy? No tenemos nada.
Ella asintió y habló con la boca llena de huevos. —Piensas en todo. Ir a comprar comestibles suena perfecto —Cogió su bolso de la mesa, sacando dinero en efectivo—. Esto debería ser suficiente.
Metí el dinero en mis vaqueros sin mirar cuanto era; Siempre me daba de más en primer lugar. —Gracias —murmuré.
Ella se inclinó hacia adelante con un brillo en sus ojos. —Así que… esta mañana vi algo interesante.
Sólo Dios sabe a lo que se refiere. Sonreí. —¿Qué?
—¿Has notado que hay dos chicos de tu edad al lado?
—¿De verdad?
—No has estado afuera, ¿eh? —sonrió—. Estaba segura que ya habrías salido a reemplazar las feas flores al jardín.
—Planeo hacerlo, pero las cajas no se desempaquetan solas —Le di una mirada impaciente. Amo a esta mujer, pero me molestaré si no continua con el tema—. De todas formas, regresa a la parte de los chicos.
—Bien, una chica que parece de tu edad y hay un chico, también — sonrió mientras se ponía de pie—. Es un bombón.
Un pequeño trozo de huevo se atrapo en mi garganta. Era seriamente asqueroso escuchar a mamá hablar sobre chicos de mi edad.
—¿Un bombón? Mamá, esto es raro.
Mamá se apartó del mostrador, recogió el plato de la mesa, y se dirigió al fregadero. —Cariño, quizás sea vieja, pero mis ojos aún funcionan bien. Y estuvieron funcionando muy bien hace rato.
Me encogí. Doblemente asqueroso. —¿Te estás convirtiendo en una puma? ¿Es un tipo de crisis de la mediana edad de la cual necesite preocuparme?
Enjuagando el plato, me miró por encima de su hombro. —____, espero que hagas un esfuerzo por conocerlos. Creo que sería bueno para ti hacer amigos antes de que la escuela comience —se detuvo, bostezó—.Ellos podrían mostrarte los alrededores, ¿no? —Me rehusé a pensar en el primer día de escuela, la chica nueva y todo.
Eché los huevos sin comer a la basura. —Sí, sería bueno. Pero no quiero que vayas a tocar su puerta, suplicándoles para que sean mis amigos.
—No sería suplicar. Si te pones uno de esos lindos vestidos veraniegos que usabas en Florida, no tendrás que pedirlo —jaló el dobladillo de mi blusa—. Sería como coquetear.
Bajé la mirada. Era como decir: MI BLOG ES MEJOR QUE TU VLOG. Hay algo mal en ello. —¿Por qué no mejor presentarme en ropa interior?
Ella tocó su barbilla pensativamente. —Eso definitivamente daría una buena impresión.
—¡Mamá! —reí—. ¡Se supone que eres responsable de mí y debes decirme que esa no es una buena idea!
—Cariño, no me preocupa que hagas algo estúpido. Pero seriamente, haz un esfuerzo.
No estaba segura de cómo “hacer un esfuerzo”.
Bostezó otra vez. —Bueno, cariño, me voy a dormir.
—Está bien, voy a ir a comprar las cosas a la tienda —Y quizás algo de abono y plantas. Las flores en el jardín son horribles.
—¿___? —Mamá se detuvo en el umbral de la puerta, con el ceño fruncido.
—¿Sí?
Una sombra de preocupación apareció en su rostro, oscureciendo sus ojos. —Sé que esta mudanza es dura para ti, especialmente antes de tu último año en el instituto, pero fue lo mejor que podíamos hacer. Quedarnos allí, en ese apartamento, sin él… era hora de que comenzáramos a vivir nuevamente. Tu papá no habría querido eso.
Apareció un nudo en la garganta que pensé que había dejado atrás en Florida. —Lo sé, mamá. Estoy bien.
—¿De verdad lo estás? —Sus dedos se curvaron en un puño. La luz solar que entraba por la ventana se reflejó en la banda de oro alrededor del anillo en su dedo anular.
Asentí rápidamente, necesitando tranquilizarla. —Estoy bien. E iré con los vecinos. Quizás puedan decirme donde está la tienda. Ya sabes, hacer un esfuerzo.
—¡Excelente! Si necesitas algo, llámame. ¿De acuerdo? —Los ojos de mamá se cerraron por otro largo bostezó—. Te amo, cariño.
Comencé a decirle que la amaba también, pero ella desapareció subiendo las escaleras antes de que las palabras salieran de mi boca.
Al menos ella estaba tratando de continuar, y yo estoy intentando de al menos encajar aquí. No ocultarme en mi habitación, en mi portátil, todos los días como mi mamá temía. Sin embargo, mezclarme con chicos que ni siquiera conozco no era uno de mis talentos. Prefiero leer un libro y hacer reseñas en mi blog.
Mordí mi labio. Podía escuchar la voz de mi papá, su frase favorita para animarme: “Vamos, Kittycat, no seas un espectador.”
Cuadré mis hombros. Papá nunca dejaría que su vida se estancara por…
Preguntar por la tienda más cercana era un pretexto lo suficientemente inocente como para presentarme. Si mamá tenía razón y ellos eran de mi edad, quizás la mudanza no será un error épico. Esto era una estupidez, pero iba a hacerlo. Me apresuré a cruzar el césped hacia mis vecinos antes de acobardarme.
Salté en el amplió pórtico, abrí la puerta mosquitera y toqué, luego di un paso atrás y alisé las arrugas de mi camisa. Soy increíble. Haré esto. No hay nada extraño en preguntar por direcciones.
Los pasos pesados llegaron desde el otro lado, y entonces la puerta se abrió y miré un muy ancho, bronceado, musculoso pecho. Un pecho desnudo. Mi mirada bajó y mi respiración se… contuvo. Los vaqueros colgaban de sus caderas, revelando una fina línea de vello oscuro por debajo de su ombligo y desapareciendo debajo de la pretina de los jeans.
—¿Un bombón? Mamá, esto es raro.
Mamá se apartó del mostrador, recogió el plato de la mesa, y se dirigió al fregadero. —Cariño, quizás sea vieja, pero mis ojos aún funcionan bien. Y estuvieron funcionando muy bien hace rato.
Me encogí. Doblemente asqueroso. —¿Te estás convirtiendo en una puma? ¿Es un tipo de crisis de la mediana edad de la cual necesite preocuparme?
Enjuagando el plato, me miró por encima de su hombro. —____, espero que hagas un esfuerzo por conocerlos. Creo que sería bueno para ti hacer amigos antes de que la escuela comience —se detuvo, bostezó—.Ellos podrían mostrarte los alrededores, ¿no? —Me rehusé a pensar en el primer día de escuela, la chica nueva y todo.
Eché los huevos sin comer a la basura. —Sí, sería bueno. Pero no quiero que vayas a tocar su puerta, suplicándoles para que sean mis amigos.
—No sería suplicar. Si te pones uno de esos lindos vestidos veraniegos que usabas en Florida, no tendrás que pedirlo —jaló el dobladillo de mi blusa—. Sería como coquetear.
Bajé la mirada. Era como decir: MI BLOG ES MEJOR QUE TU VLOG. Hay algo mal en ello. —¿Por qué no mejor presentarme en ropa interior?
Ella tocó su barbilla pensativamente. —Eso definitivamente daría una buena impresión.
—¡Mamá! —reí—. ¡Se supone que eres responsable de mí y debes decirme que esa no es una buena idea!
—Cariño, no me preocupa que hagas algo estúpido. Pero seriamente, haz un esfuerzo.
No estaba segura de cómo “hacer un esfuerzo”.
Bostezó otra vez. —Bueno, cariño, me voy a dormir.
—Está bien, voy a ir a comprar las cosas a la tienda —Y quizás algo de abono y plantas. Las flores en el jardín son horribles.
—¿___? —Mamá se detuvo en el umbral de la puerta, con el ceño fruncido.
—¿Sí?
Una sombra de preocupación apareció en su rostro, oscureciendo sus ojos. —Sé que esta mudanza es dura para ti, especialmente antes de tu último año en el instituto, pero fue lo mejor que podíamos hacer. Quedarnos allí, en ese apartamento, sin él… era hora de que comenzáramos a vivir nuevamente. Tu papá no habría querido eso.
Apareció un nudo en la garganta que pensé que había dejado atrás en Florida. —Lo sé, mamá. Estoy bien.
—¿De verdad lo estás? —Sus dedos se curvaron en un puño. La luz solar que entraba por la ventana se reflejó en la banda de oro alrededor del anillo en su dedo anular.
Asentí rápidamente, necesitando tranquilizarla. —Estoy bien. E iré con los vecinos. Quizás puedan decirme donde está la tienda. Ya sabes, hacer un esfuerzo.
—¡Excelente! Si necesitas algo, llámame. ¿De acuerdo? —Los ojos de mamá se cerraron por otro largo bostezó—. Te amo, cariño.
Comencé a decirle que la amaba también, pero ella desapareció subiendo las escaleras antes de que las palabras salieran de mi boca.
Al menos ella estaba tratando de continuar, y yo estoy intentando de al menos encajar aquí. No ocultarme en mi habitación, en mi portátil, todos los días como mi mamá temía. Sin embargo, mezclarme con chicos que ni siquiera conozco no era uno de mis talentos. Prefiero leer un libro y hacer reseñas en mi blog.
Mordí mi labio. Podía escuchar la voz de mi papá, su frase favorita para animarme: “Vamos, Kittycat, no seas un espectador.”
Cuadré mis hombros. Papá nunca dejaría que su vida se estancara por…
Preguntar por la tienda más cercana era un pretexto lo suficientemente inocente como para presentarme. Si mamá tenía razón y ellos eran de mi edad, quizás la mudanza no será un error épico. Esto era una estupidez, pero iba a hacerlo. Me apresuré a cruzar el césped hacia mis vecinos antes de acobardarme.
Salté en el amplió pórtico, abrí la puerta mosquitera y toqué, luego di un paso atrás y alisé las arrugas de mi camisa. Soy increíble. Haré esto. No hay nada extraño en preguntar por direcciones.
Los pasos pesados llegaron desde el otro lado, y entonces la puerta se abrió y miré un muy ancho, bronceado, musculoso pecho. Un pecho desnudo. Mi mirada bajó y mi respiración se… contuvo. Los vaqueros colgaban de sus caderas, revelando una fina línea de vello oscuro por debajo de su ombligo y desapareciendo debajo de la pretina de los jeans.
Su estómago era plano. Perfecto. Invitándote a tocarlo. No era el tipo de estómago que yo esperaba de un chico de diecisiete años, lo cual me hace suponer que es mayor, pero si es así, yo no me quejaba. Yo no estaba hablando. Y sólo lo miraba.
Mi mirada finalmente viajo al norte otra vez, noté las pesadas y oscuras pestañas casi llegando hasta sus pómulos altos y ocultando el color de sus ojos mientras bajaba la mirada para verme. Necesitaba saber el color de sus ojos.
—¿Puedo ayudarte? —Labios ligeramente gruesos, besables, convirtiéndose en enojo.
Su voz era profunda y firme. Del tipo de voz que está acostumbrada a hacer que la gente lo escuche y obedezca sin cuestionar. Sus pestañas se elevaron, revelando unos ojos brillantes que no podían ser reales. Eran de un intenso color ámbar que destacaban en contraste de su piel tan bronceada.
—¿Hola? —dijo otra vez, colocando una mano en el marco de la puerta mientras se inclinó hacia adelante—. ¿Eres capaz de hablar?
Contuve mi respiración y di un paso atrás. Una ola de caliente vergüenza corrió por mi cara.
El chico levantó un brazo, apartando un mechón de cabello sobre su frente. Miró sobre mi hombro, luego de regreso a mí. —Si no…
Por fin encontré mi voz, me quería morir. —Yo… estaba preguntándome si sabías donde está el supermercado más cercano. Mi nombre es ____. Me mudé al lado —señalé hacia mi casa, pareciendo una idiota—. Como dos días atrás…
—Lo sé.
Biiieen. —Bueno, esperaba que alguien que conoce más que yo esté lugar pudiera decirme donde está el supermercado y quizás un lugar que venda plantas.
—¿Plantas?
Por alguna razón, no sonó como si él me estuviera haciendo una pregunta, pero me apresuré a contestar de todos modos. —Sí, verás, hay unas flores muy horribles en el patio de enfrente…
Él no dijo nada, sólo arqueó una ceja con desdén. —De acuerdo.
La vergüenza fue desvaneciéndose, reemplazándose por una creciente ira. —Bien, verás, necesito comprar plantas…
—Para el patio de enfrente, lo capté —Apoyó su cadera contra el marco de la puerta y cruzó sus brazos. Algo brillaba en sus ojos mieles. No era ira, pero si algo más.
Tomé una profunda respiración. Si este chico me interrumpía una vez más…
Mi voz tomó el tono que mi madre solía usar cuando yo era más pequeña y jugaba con objetos afilados. —Me gustaría encontrar una tienda donde pueda comprar comestibles y plantas.
—Eres consciente de que este pueblo solo tiene un semáforo, ¿no?—Ambas cejas se arquearon hasta donde su cabello caía, como si él preguntara cómo podía ser tan tonta, y fue entonces cuando noté lo que vi en esos ojos brillantes. Él estaba riéndose de mí con una buena dosis de condescendencia.
Por un momento, todo lo que pude hacer fue mirarlo. Era probablemente el chico más sexy que he visto en toda mi vida, y era un patán total. Debí imaginarlo. —Sabes, todo lo que quería eran direcciones. Es obvio que vine en un mal momento.
Uno de los lados de sus labios se curvó. —Cualquier ocasión que toques mi puerta será un mal momento, niña.
—¿Niña? —repetí, con mis ojos muy abiertos.
Una oscura ceja se arqueó con arrogancia otra vez. Estaba comenzando a odiar esa ceja.
—No soy una niña. Tengo diecisiete.
—¿De verdad? —parpadeó—. Parece que tienes doce. No. Quizás trece, pero mi hermana tiene una muñeca que me recuerda a ti. Con sus ojos grandes y vacíos.
¿Le recordaba a una muñeca? ¿Una muñeca vacía? El fuego ardía en mi pecho, esparciéndose por mi garganta. —Sí, que sorpresa. Lamento haberte molestado. No volveré a tocar tu puerta otra vez. Créeme — comencé a darme la vuelta, para marcharme antes de que cediera al desenfrenado deseo de estampar mi puño en su rostro. O llorar.
—Oye —gritó él.
Me detuve en el escalón inferior, pero me negué a girarme, dejándole saber lo molesta que estaba. —¿Qué?
—Ve hacia la Ruta 2 y gira hacia U.S 220 Norte, no Sur. Te llevara a Petersburgo —dejo escapar un suspiro irritado, como si me estuviera haciendo un gran favor—. Hay un supermercado justo en esa ciudad. No puedes perderte. Bueno, quizás tú podrías. Hay una tienda de refacciones al lado, creo. Allí podrías conseguir cosas para el patio.
—Gracias —dije y agregué en voz baja—, Patán.
Él rió, una risa profunda y gutural. —Eso no es muy propio de una dama, Kittycat.
Me di la media vuelta. —No vuelves a llamarme así —espeté.
—Es mejor llamar a alguien patán, ¿no? —Él salió del umbral de la puerta—. Ha sido una visita estimulante. Me reiré por mucho tiempo.
Bien. Eso era todo. —Sabes, tienes razón. Que equivocada he estado en llamarte patán. Porque un patán es alguien demasiado agradable en comparación contigo —dije, sonriendo dulcemente—. Eres un imbécil.
—¿Un imbécil? —repitió—. Que encantador.
Lo ignoré.
Él rió otra vez y bajó su cabeza. Un lío de ondas cayó hacia adelante, casi ocultando sus intensos ojos verdes. —Muy civilizada, Kitten*. Estoy seguro que tienes una amplia lista de nombres y señas obscenas para mí, pero no me interesa.
Tenía mucho más que decir y hacer, pero mi dignidad me lo impidió, camine con pasos pesados de regreso a mi casa, sin darle el placer de ver cuán realmente cabreada estaba. Siempre había evitado la confrontación en el pasado, pero este chico sacaba lo peor de mí. Cuando llegué a mi auto, abrí de golpe la puerta.
—¡Nos vemos más tarde, Kitten! —gritó, riéndose mientras cerraba la puerta principal de su casa.
Lágrimas de rabia y vergüenza ardieron en mis ojos. Metí las llaves en la ignición y eché el auto en reversa. “Haz un esfuerzo” había dicho mamá. Esto es lo que ocurre cuando haces un esfuerzo.
Mi mirada finalmente viajo al norte otra vez, noté las pesadas y oscuras pestañas casi llegando hasta sus pómulos altos y ocultando el color de sus ojos mientras bajaba la mirada para verme. Necesitaba saber el color de sus ojos.
—¿Puedo ayudarte? —Labios ligeramente gruesos, besables, convirtiéndose en enojo.
Su voz era profunda y firme. Del tipo de voz que está acostumbrada a hacer que la gente lo escuche y obedezca sin cuestionar. Sus pestañas se elevaron, revelando unos ojos brillantes que no podían ser reales. Eran de un intenso color ámbar que destacaban en contraste de su piel tan bronceada.
—¿Hola? —dijo otra vez, colocando una mano en el marco de la puerta mientras se inclinó hacia adelante—. ¿Eres capaz de hablar?
Contuve mi respiración y di un paso atrás. Una ola de caliente vergüenza corrió por mi cara.
El chico levantó un brazo, apartando un mechón de cabello sobre su frente. Miró sobre mi hombro, luego de regreso a mí. —Si no…
Por fin encontré mi voz, me quería morir. —Yo… estaba preguntándome si sabías donde está el supermercado más cercano. Mi nombre es ____. Me mudé al lado —señalé hacia mi casa, pareciendo una idiota—. Como dos días atrás…
—Lo sé.
Biiieen. —Bueno, esperaba que alguien que conoce más que yo esté lugar pudiera decirme donde está el supermercado y quizás un lugar que venda plantas.
—¿Plantas?
Por alguna razón, no sonó como si él me estuviera haciendo una pregunta, pero me apresuré a contestar de todos modos. —Sí, verás, hay unas flores muy horribles en el patio de enfrente…
Él no dijo nada, sólo arqueó una ceja con desdén. —De acuerdo.
La vergüenza fue desvaneciéndose, reemplazándose por una creciente ira. —Bien, verás, necesito comprar plantas…
—Para el patio de enfrente, lo capté —Apoyó su cadera contra el marco de la puerta y cruzó sus brazos. Algo brillaba en sus ojos mieles. No era ira, pero si algo más.
Tomé una profunda respiración. Si este chico me interrumpía una vez más…
Mi voz tomó el tono que mi madre solía usar cuando yo era más pequeña y jugaba con objetos afilados. —Me gustaría encontrar una tienda donde pueda comprar comestibles y plantas.
—Eres consciente de que este pueblo solo tiene un semáforo, ¿no?—Ambas cejas se arquearon hasta donde su cabello caía, como si él preguntara cómo podía ser tan tonta, y fue entonces cuando noté lo que vi en esos ojos brillantes. Él estaba riéndose de mí con una buena dosis de condescendencia.
Por un momento, todo lo que pude hacer fue mirarlo. Era probablemente el chico más sexy que he visto en toda mi vida, y era un patán total. Debí imaginarlo. —Sabes, todo lo que quería eran direcciones. Es obvio que vine en un mal momento.
Uno de los lados de sus labios se curvó. —Cualquier ocasión que toques mi puerta será un mal momento, niña.
—¿Niña? —repetí, con mis ojos muy abiertos.
Una oscura ceja se arqueó con arrogancia otra vez. Estaba comenzando a odiar esa ceja.
—No soy una niña. Tengo diecisiete.
—¿De verdad? —parpadeó—. Parece que tienes doce. No. Quizás trece, pero mi hermana tiene una muñeca que me recuerda a ti. Con sus ojos grandes y vacíos.
¿Le recordaba a una muñeca? ¿Una muñeca vacía? El fuego ardía en mi pecho, esparciéndose por mi garganta. —Sí, que sorpresa. Lamento haberte molestado. No volveré a tocar tu puerta otra vez. Créeme — comencé a darme la vuelta, para marcharme antes de que cediera al desenfrenado deseo de estampar mi puño en su rostro. O llorar.
—Oye —gritó él.
Me detuve en el escalón inferior, pero me negué a girarme, dejándole saber lo molesta que estaba. —¿Qué?
—Ve hacia la Ruta 2 y gira hacia U.S 220 Norte, no Sur. Te llevara a Petersburgo —dejo escapar un suspiro irritado, como si me estuviera haciendo un gran favor—. Hay un supermercado justo en esa ciudad. No puedes perderte. Bueno, quizás tú podrías. Hay una tienda de refacciones al lado, creo. Allí podrías conseguir cosas para el patio.
—Gracias —dije y agregué en voz baja—, Patán.
Él rió, una risa profunda y gutural. —Eso no es muy propio de una dama, Kittycat.
Me di la media vuelta. —No vuelves a llamarme así —espeté.
—Es mejor llamar a alguien patán, ¿no? —Él salió del umbral de la puerta—. Ha sido una visita estimulante. Me reiré por mucho tiempo.
Bien. Eso era todo. —Sabes, tienes razón. Que equivocada he estado en llamarte patán. Porque un patán es alguien demasiado agradable en comparación contigo —dije, sonriendo dulcemente—. Eres un imbécil.
—¿Un imbécil? —repitió—. Que encantador.
Lo ignoré.
Él rió otra vez y bajó su cabeza. Un lío de ondas cayó hacia adelante, casi ocultando sus intensos ojos verdes. —Muy civilizada, Kitten*. Estoy seguro que tienes una amplia lista de nombres y señas obscenas para mí, pero no me interesa.
Tenía mucho más que decir y hacer, pero mi dignidad me lo impidió, camine con pasos pesados de regreso a mi casa, sin darle el placer de ver cuán realmente cabreada estaba. Siempre había evitado la confrontación en el pasado, pero este chico sacaba lo peor de mí. Cuando llegué a mi auto, abrí de golpe la puerta.
—¡Nos vemos más tarde, Kitten! —gritó, riéndose mientras cerraba la puerta principal de su casa.
Lágrimas de rabia y vergüenza ardieron en mis ojos. Metí las llaves en la ignición y eché el auto en reversa. “Haz un esfuerzo” había dicho mamá. Esto es lo que ocurre cuando haces un esfuerzo.
_____________________________________________________
*Kitten: Gatita.
Biiiieen, aquí está el primer cap. ¡Espero les guste mucho!
¡Mañana subo más!
Un beso :*
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Capitulo II
Me tomo todo el camino hasta Petersburgo para tranquilizarme. Incluso entonces aún sentía una mezcla de ardiente ira y humillación remolinando en mi interior. ¿Qué diablos le pasa? Pensé que las personas de pequeños pueblos se suponían que eran agradables, no que actuaran como el hijo de Satanás.
Encontré la calle principal sin ningún problema, ya que literalmente parecía ser la calle principal. Ahí estaba la Biblioteca del Condado de Mount View, y me recordó que necesitaba tramitar mi tarjeta de biblioteca. Las tiendas de comestibles eran limitadas. A la tienda del supermercado le faltaba una letra, y se encontraba justo donde el imbécil
había dicho que estaría.
Los aparadores estaban cubiertos con fotografías de una persona desaparecida, una chica de mi edad con largo cabello oscuro y ojos risueños. La información decía que ella había sido vista por última vez hace más de un año. Había una recompensa, pero después de haber estado desaparecida por tanto tiempo, dudo que la recompensa fuera reclamada. Entristecida por ese pensamiento, me dirigí al interior.
Era una compradora rápida, no perdía tiempo paseando por los pasillos. Lanzando los objetos en el carrito, noté que necesitaba más de lo que había pensando, ya que sólo tenía las necesitadas básicas para el hogar. Pronto, mi carrito estuvo completamente lleno.
—¿______?
Perdida en mis pensamientos, salté por la suave voz femenina y dejé caer una caja de huevos en el suelo. —Mierda.
—¡Oh! ¡Lo siento mucho! Te tomé por sorpresa. Lo hago a menudo — Unos brazos bronceados se agacharon para tomar la caja y colocarlo de regreso en el estante. Ella tomó otra y la sostuvo en sus delgadas manos—.Estos no están rotos —Levanté la mirada de la yema brillante esparcida en el piso de linóleo y me quedé atónita por un momento. Mi primera impresión fue que la chica era demasiado hermosa para estar en un super mercado con una caja de huevos en la mano.
Sobresalía como un girasol en un campo de trigo.
Todos los demás eran pálidos en comparación. Su cabello castaño era ondulado y más largo que el mío, llegando hasta su cintura. Era alta, delgada, y su rostro casi perfecto contenía una cierta inocencia. Me recordaba a alguien, especialmente esos sorprendentes ojos ámbar. Apreté mis dientes. ¿Cuáles eran las probabilidades?
Ella sonrío. —Soy la hermana de Zayn. Mi nombre es Dee — Colocó la caja de huevos en buen estado en mi carrito—. ¡Ya tienes huevos nuevos!
—¿Zayn?
Dee hizo una seña hacia una bolsa rosa dentro de su carrito. Un móvil estaba recostado encima de ella. —Hablaste con él hace una media hora. ¿Te detuviste… pidiendo direcciones?
Así que ese era el nombre del imbécil. Zayn… parecía adecuado. Y, por supuesto, su hermana era tan atractiva como él. ¿Por qué no? Bienvenida a West Virginia, la tierra de los modelos perdidos. Comenzaba a dudar que pudiera encajar aquí.
—Lo siento. No esperaba que alguien supiera mi nombre —me detuve—. ¿Él te llamó?
—Sí —Apartó hábilmente su carrito del camino de un travieso niño corriendo frenéticamente por el pequeño pasillo—. De todos modos, las vi mudarse, y tenía la intención de conocerte, y cuando él dijo que vendrías aquí, bueno, estaba tan emocionada por conocerte que corrí hasta aquí. Me dijo que eras desagradable. —Podía imaginar el tono en que lo dijo.
La curiosidad se plasmó en su rostro mientras me mirada con sus intensos ojos mieles.
—Sin embargo, no pareces nada de lo que él dijo, pero de todos modos, me gustaría conocerte. Es difícil conocer a alguien nuevo por aquí. —Observé a un niño sucio escalar el exhibidor del pan.
—No creo que tu hermano tenga una buena impresión de mí.
Sus cejas se fruncieron. —¿Qué?
—Tu hermano… creo que me odia. —Me giré hacia el carrito, jugueteando con un paquete de carne—. Él no fue muy… accesible con las direcciones.
—Oh, no —dijo, y se echó a reír. La miré bruscamente—. Lo siento. Mi hermano estaba de mal humor.
No me digas. —Estoy bastante segura de que él está siempre de mal humor.
Negó con la cabeza. —Tuvo un mal día. Él es peor que una chica, créeme. No te odia. Somos gemelos. Incluso yo quiero matarlo de vez en cuando. De todos modos, Zayn es solo duro por fuera. No se lleva bien con… las personas.
Reí. —¿De verdad?
—¡Bueno, me alegro encontrarte aquí! —Exclamó, cambiando de tema una vez más—. No estaba segura si te molestaría que viniera aquí, quizás estarías ocupada y eso.
—No, no ha sido una molestia —traté de seguir el ritmo de la conversación. Ella pasaba de un tema a otro como alguien que toma mucha cafeína.
—Deberías haberme visto cuando Zayn me dijo que eras de nuestra edad. Casi corría hasta casa para abrazarlo —se movió emocionada—. Si hubiera sabido que fue grosero contigo hubiera sido probable que lo hubiera golpeado en tú lugar.
—Puedo imaginarlo —sonreí—. También quise golpearlo.
—Imagina ser la única chica en el vecindario y pegada a su molesto hermano la mayor todo el tiempo —Miró por encima de su hombro, sus delicadas cejas se fruncieron.
Seguí su mirada. El pequeño niño ahora tenía un cartón de leche en cada mano, lo cual me recordó que necesito leche. — Regreso enseguida —Me dirigí hacia la sección de refrigerados.
Encontré la calle principal sin ningún problema, ya que literalmente parecía ser la calle principal. Ahí estaba la Biblioteca del Condado de Mount View, y me recordó que necesitaba tramitar mi tarjeta de biblioteca. Las tiendas de comestibles eran limitadas. A la tienda del supermercado le faltaba una letra, y se encontraba justo donde el imbécil
había dicho que estaría.
Los aparadores estaban cubiertos con fotografías de una persona desaparecida, una chica de mi edad con largo cabello oscuro y ojos risueños. La información decía que ella había sido vista por última vez hace más de un año. Había una recompensa, pero después de haber estado desaparecida por tanto tiempo, dudo que la recompensa fuera reclamada. Entristecida por ese pensamiento, me dirigí al interior.
Era una compradora rápida, no perdía tiempo paseando por los pasillos. Lanzando los objetos en el carrito, noté que necesitaba más de lo que había pensando, ya que sólo tenía las necesitadas básicas para el hogar. Pronto, mi carrito estuvo completamente lleno.
—¿______?
Perdida en mis pensamientos, salté por la suave voz femenina y dejé caer una caja de huevos en el suelo. —Mierda.
—¡Oh! ¡Lo siento mucho! Te tomé por sorpresa. Lo hago a menudo — Unos brazos bronceados se agacharon para tomar la caja y colocarlo de regreso en el estante. Ella tomó otra y la sostuvo en sus delgadas manos—.Estos no están rotos —Levanté la mirada de la yema brillante esparcida en el piso de linóleo y me quedé atónita por un momento. Mi primera impresión fue que la chica era demasiado hermosa para estar en un super mercado con una caja de huevos en la mano.
Sobresalía como un girasol en un campo de trigo.
Todos los demás eran pálidos en comparación. Su cabello castaño era ondulado y más largo que el mío, llegando hasta su cintura. Era alta, delgada, y su rostro casi perfecto contenía una cierta inocencia. Me recordaba a alguien, especialmente esos sorprendentes ojos ámbar. Apreté mis dientes. ¿Cuáles eran las probabilidades?
Ella sonrío. —Soy la hermana de Zayn. Mi nombre es Dee — Colocó la caja de huevos en buen estado en mi carrito—. ¡Ya tienes huevos nuevos!
—¿Zayn?
Dee hizo una seña hacia una bolsa rosa dentro de su carrito. Un móvil estaba recostado encima de ella. —Hablaste con él hace una media hora. ¿Te detuviste… pidiendo direcciones?
Así que ese era el nombre del imbécil. Zayn… parecía adecuado. Y, por supuesto, su hermana era tan atractiva como él. ¿Por qué no? Bienvenida a West Virginia, la tierra de los modelos perdidos. Comenzaba a dudar que pudiera encajar aquí.
—Lo siento. No esperaba que alguien supiera mi nombre —me detuve—. ¿Él te llamó?
—Sí —Apartó hábilmente su carrito del camino de un travieso niño corriendo frenéticamente por el pequeño pasillo—. De todos modos, las vi mudarse, y tenía la intención de conocerte, y cuando él dijo que vendrías aquí, bueno, estaba tan emocionada por conocerte que corrí hasta aquí. Me dijo que eras desagradable. —Podía imaginar el tono en que lo dijo.
La curiosidad se plasmó en su rostro mientras me mirada con sus intensos ojos mieles.
—Sin embargo, no pareces nada de lo que él dijo, pero de todos modos, me gustaría conocerte. Es difícil conocer a alguien nuevo por aquí. —Observé a un niño sucio escalar el exhibidor del pan.
—No creo que tu hermano tenga una buena impresión de mí.
Sus cejas se fruncieron. —¿Qué?
—Tu hermano… creo que me odia. —Me giré hacia el carrito, jugueteando con un paquete de carne—. Él no fue muy… accesible con las direcciones.
—Oh, no —dijo, y se echó a reír. La miré bruscamente—. Lo siento. Mi hermano estaba de mal humor.
No me digas. —Estoy bastante segura de que él está siempre de mal humor.
Negó con la cabeza. —Tuvo un mal día. Él es peor que una chica, créeme. No te odia. Somos gemelos. Incluso yo quiero matarlo de vez en cuando. De todos modos, Zayn es solo duro por fuera. No se lleva bien con… las personas.
Reí. —¿De verdad?
—¡Bueno, me alegro encontrarte aquí! —Exclamó, cambiando de tema una vez más—. No estaba segura si te molestaría que viniera aquí, quizás estarías ocupada y eso.
—No, no ha sido una molestia —traté de seguir el ritmo de la conversación. Ella pasaba de un tema a otro como alguien que toma mucha cafeína.
—Deberías haberme visto cuando Zayn me dijo que eras de nuestra edad. Casi corría hasta casa para abrazarlo —se movió emocionada—. Si hubiera sabido que fue grosero contigo hubiera sido probable que lo hubiera golpeado en tú lugar.
—Puedo imaginarlo —sonreí—. También quise golpearlo.
—Imagina ser la única chica en el vecindario y pegada a su molesto hermano la mayor todo el tiempo —Miró por encima de su hombro, sus delicadas cejas se fruncieron.
Seguí su mirada. El pequeño niño ahora tenía un cartón de leche en cada mano, lo cual me recordó que necesito leche. — Regreso enseguida —Me dirigí hacia la sección de refrigerados.
Finalmente, la madre del niño giró por una esquina, gritó: —¡Timothy Roberts, deja eso donde estaba ahora mismo! ¿Qué estás…?
El niño le sacó la lengua. A veces ver un niño así de travieso era el perfecto programa para la abstinencia. Por otra parte, no necesito ese programa. Regresé con mi leche a donde Dee esperaba, mirando el suelo. Sus dedos se retorcían sobre el mango de su carrito, apretando sus nudillos hasta que estuvieron blancos.
—¡Timothy, ven aquí ahora mismo! —La madre agarró su regordete brazo. Los mechones de cabello se habían caído de su severo moño—. ¿Qué te he dicho? —siseó—. No estés cerca de ellos.
¿Ellos? Esperé ver a alguien más. Excepto que éramos Dee y… yo. Confundida, miré hacia la mujer. Me sorprendió ver sus oscuros ojos llenos de disgusto. Pura repulsión, y detrás de eso, en la forma en que sus labios se apretaban en una línea dura y temblaban, había también miedo.
Y ella estaba mirando a Dee.
Luego tomó al niño travieso en sus brazos y se fue, dejando su carrito en medio del pasillo.
Me volví a Dee. —¿Qué diablos fue eso?
Dee sonrió, pero era falsa. —Pueblo pequeño. Los lugareños son raros aquí. No les prestes atención. De todos modos, debes estar muy aburrida después de desempacar y luego venir a hacer las compras. Es como una combinación mortal. Quiero decir, podrías estar haciendo otras cosas. ¿Creo que te puede tomar una eternidad desempacar cajas y comprar comestibles? —No pude evitar sonreír mientras luchaba por seguir el ritmo de la charla sin parar de Dee y a la vez que terminábamos de cargar nuestros carritos. Normalmente, alguien puede desgastarme en cinco segundos, pero la emoción en sus ojos y la manera en que ella se balanceaba en sus talones era contagiosa.
—¿Tienes más cosas que comprar? —preguntó—. Yo casi termino. Realmente vine sólo para conocerte y de paso ir al pasillo de los helados. Estaban llamándome.
Reí y miré mi carrito lleno. —Sí, casi he terminado.
—Vayámonos entonces. Así podemos pagar juntas.
Mientras esperábamos para pagar nuestros artículos, Dee parloteaba, y olvidé el extraño incidente en el pasillo de leche. Dee creía que Petersburgo necesita otro super mercado—porque aquí no venden comida orgánica—y ella quería pollo orgánico para hacerle la cena a Zayn. Después de unos minutos de difícilmente seguir el ritmo de su
conversación, comencé a relajarme. Ella era burbujeante, simplemente… viva. Esperaba no contagiarme.
La fila de la caja se movió más rápido del tiempo que tomaba en las grandes ciudades. Una vez afuera, ella se detuvo al lado de un nuevo Volkswagen y quitó la alarma.
—Lindo auto —comencé. Ellos tenían dinero, obviamente, o Dee tenía un trabajo.
—Me encanta —dio unas palmaditas en el parachoques trasero—. Es mi bebé.
Moví mis compras en la parte de atrás de mi Sedan.
—¿_____?
—¿Sí? —Giré las llaves alrededor de mi dedo, esperando que no fuera un comentario sobre el imbécil de su hermano, ella quería pasar el rato más tarde. No había manera de despertar a mamá ahora que finalmente se fue a dormir.
—Me disculpo por mi hermano. Conociéndolo, estoy segura de que él no fue nada agradable.
En cierto modo sentí pena por ella, estaba emparentada con un patán. —No es tu culpa.
Sus dedos se retorcieron alrededor de su llavero, y sus ojos se posaron en los míos. —Él es muy sobreprotector, por lo que no se lleva bien con los extraños.
¿Cómo un perro? Casi sonreí, pero sus ojos estaban muy abiertos y parecía realmente asustada de que no la perdonara. Teniendo un hermano tan odioso. —No fue gran cosa. Quizás él tuvo un mal día.
—Quizás —sonrió, pero pareció forzado.
—En serio, no te preocupes. Estamos bien —dije.
—¡Gracias! No soy una acosadora. Lo juro —me guiñó un ojo—. Pero me encantaría pasar el rato esta tarde. ¿Tienes algún plan?
—En realidad, estaba pensando quitar las flores que hay en el jardín de enfrente. ¿Quieres ayudarme? —Tener compañía sería divertido.
—Oh, suena grandioso. Déjame llevar esta comida a casa, e iré directamente a la tuya —dijo—. ¡Es emocionante hacer jardinería! Nunca antes he hecho eso.
Antes de que pudiera preguntarle qué clase de infancia tuvo para no incluir sembrar una planta de tomate obligatoriamente en clases, ella se había escabullido en su auto y salía del estacionamiento. Me obligué a moverme y dirigirme al lado del conductor. Abría la puerta del auto y me subía en él cuando la sensación de ser observada se apoderó de mí.
Mis ojos volaron por el estacionamiento, pero sólo había un hombre en un traje negro y gafas de sol oscuras mirando la fotografía de una persona desaparecida en el periódico mural del pueblo. Todo lo que pude pensar fue Hombres de Negro.
Lo único que necesitaba era ese pequeño dispositivo que borra la memoria y un perro que habla. Podría haberme reído, excepto que nada en el hombre era gracioso… especialmente ahora que él está mirando directamente hacia mí
Y ella estaba mirando a Dee.
Luego tomó al niño travieso en sus brazos y se fue, dejando su carrito en medio del pasillo.
Me volví a Dee. —¿Qué diablos fue eso?
Dee sonrió, pero era falsa. —Pueblo pequeño. Los lugareños son raros aquí. No les prestes atención. De todos modos, debes estar muy aburrida después de desempacar y luego venir a hacer las compras. Es como una combinación mortal. Quiero decir, podrías estar haciendo otras cosas. ¿Creo que te puede tomar una eternidad desempacar cajas y comprar comestibles? —No pude evitar sonreír mientras luchaba por seguir el ritmo de la charla sin parar de Dee y a la vez que terminábamos de cargar nuestros carritos. Normalmente, alguien puede desgastarme en cinco segundos, pero la emoción en sus ojos y la manera en que ella se balanceaba en sus talones era contagiosa.
—¿Tienes más cosas que comprar? —preguntó—. Yo casi termino. Realmente vine sólo para conocerte y de paso ir al pasillo de los helados. Estaban llamándome.
Reí y miré mi carrito lleno. —Sí, casi he terminado.
—Vayámonos entonces. Así podemos pagar juntas.
Mientras esperábamos para pagar nuestros artículos, Dee parloteaba, y olvidé el extraño incidente en el pasillo de leche. Dee creía que Petersburgo necesita otro super mercado—porque aquí no venden comida orgánica—y ella quería pollo orgánico para hacerle la cena a Zayn. Después de unos minutos de difícilmente seguir el ritmo de su
conversación, comencé a relajarme. Ella era burbujeante, simplemente… viva. Esperaba no contagiarme.
La fila de la caja se movió más rápido del tiempo que tomaba en las grandes ciudades. Una vez afuera, ella se detuvo al lado de un nuevo Volkswagen y quitó la alarma.
—Lindo auto —comencé. Ellos tenían dinero, obviamente, o Dee tenía un trabajo.
—Me encanta —dio unas palmaditas en el parachoques trasero—. Es mi bebé.
Moví mis compras en la parte de atrás de mi Sedan.
—¿_____?
—¿Sí? —Giré las llaves alrededor de mi dedo, esperando que no fuera un comentario sobre el imbécil de su hermano, ella quería pasar el rato más tarde. No había manera de despertar a mamá ahora que finalmente se fue a dormir.
—Me disculpo por mi hermano. Conociéndolo, estoy segura de que él no fue nada agradable.
En cierto modo sentí pena por ella, estaba emparentada con un patán. —No es tu culpa.
Sus dedos se retorcieron alrededor de su llavero, y sus ojos se posaron en los míos. —Él es muy sobreprotector, por lo que no se lleva bien con los extraños.
¿Cómo un perro? Casi sonreí, pero sus ojos estaban muy abiertos y parecía realmente asustada de que no la perdonara. Teniendo un hermano tan odioso. —No fue gran cosa. Quizás él tuvo un mal día.
—Quizás —sonrió, pero pareció forzado.
—En serio, no te preocupes. Estamos bien —dije.
—¡Gracias! No soy una acosadora. Lo juro —me guiñó un ojo—. Pero me encantaría pasar el rato esta tarde. ¿Tienes algún plan?
—En realidad, estaba pensando quitar las flores que hay en el jardín de enfrente. ¿Quieres ayudarme? —Tener compañía sería divertido.
—Oh, suena grandioso. Déjame llevar esta comida a casa, e iré directamente a la tuya —dijo—. ¡Es emocionante hacer jardinería! Nunca antes he hecho eso.
Antes de que pudiera preguntarle qué clase de infancia tuvo para no incluir sembrar una planta de tomate obligatoriamente en clases, ella se había escabullido en su auto y salía del estacionamiento. Me obligué a moverme y dirigirme al lado del conductor. Abría la puerta del auto y me subía en él cuando la sensación de ser observada se apoderó de mí.
Mis ojos volaron por el estacionamiento, pero sólo había un hombre en un traje negro y gafas de sol oscuras mirando la fotografía de una persona desaparecida en el periódico mural del pueblo. Todo lo que pude pensar fue Hombres de Negro.
Lo único que necesitaba era ese pequeño dispositivo que borra la memoria y un perro que habla. Podría haberme reído, excepto que nada en el hombre era gracioso… especialmente ahora que él está mirando directamente hacia mí
Un poco pasada la tarde, Dee tocó en la puerta principal. Cuando salí, la encontré cerca de los escalones, moviendo los talones en sus zapatillas veraniegas. Yo no consideraría el atuendo perfecto para la “jardinería”. El sol proyectaba un halo alrededor de su oscura cabeza y tenía una sonrisa pícara en su rostro. En ese momento, me recordó una princesa de hadas. O quizás a la loca de Campanilla, considerando su hiperactividad.
—Hola. —Di un paso fuera del pórtico, cerrando la puerta sin hacer ruido detrás de mí—. Mi mamá está durmiendo.
—Espero no haber despertado a tu mamá —musitó en voz baja. Negué con la cabeza. —Nah, ella no se despertaría ni aunque viniera un huracán. De hecho ya sucedió.
Dee sonrió mientras se sentó en el columpio. Parecía tímida, abrazando sus codos. —Tan pronto como llegué a casa con la comida, Dee se comió la mitad de una bolsa de mis papas fritas, dos de mis barras de chocolate, y luego la mitad de un frasco de mantequilla de maní.
Comencé a reír. —Wau. ¿Cómo le hace para seguir tan…? —Sexy—.En forma.
—Es increíble —Subió sus piernas y envolvió sus brazos alrededor de ellas—. Come tanto que por lo general tenemos que ir de comprar tres veces en una semana a la tienda —Me miró con una mirada maliciosa en sus ojos—. Por supuesto, yo puedo comer a fuera de casa y en casa también. Supongo que no deberíamos estar hablando.
Mi envidia era casi dolorosa. No estaba bendecida con un rápido metabolismo. Mis caderas y trasero pueden dar fe de ello. No tenía exceso de peso, pero realmente odiaba cuando mi madre se refería a mí como “curvilínea”.
—Eso no es justo. Yo como una bolsa de papas fritas y aumento un kilo.
—Tenemos suerte —su sonrisa parecía forzada—. De todos modos, tienes que contarme todo sobre Florida. Nunca he estado allí.
Me apoyé contra la barandilla del pórtico. —Piensa en un montón de centros comerciales y estacionamientos. Oh, pero la playas… vale la pena las playas —Amo el calor del sol en mi piel, los dedos de mis pies hundiéndose en la arena mojada.
—Wau —dijo Dee, su mirada fue hacia su casa como si estuviera esperando a alguien—. Te tomara mucho tiempo acostumbrarte a vivir aquí. Adaptarse puede ser… difícil cuando estás fuera de tu ambiente.
Me encogí de hombros. —No lo sé. No parece tan malo. Por supuesto que cuando me enteré de esto fue como, tienes que estar bromeando. Ni siquiera sabía que existía esté lugar.
Dee rió. —Sí, mucha gente no sabe de este pueblo. Nosotros estuvimos en shock cuando vinimos aquí.
—Oh, ¿Entonces ustedes tampoco son de aquí?
Su risa se desvaneció mientras su mirada esquivó la mía. —No, no somos de aquí.
—¿Tus padres se mudaron aquí por trabajo? —Aunque yo no tenía idea de qué tipo de trabajo podrían tener en este lugar.
—Sí, trabajan en la ciudad. No los vemos mucho.
Tuve la impresión de que era más que eso. —Debe ser duro. Pero… tienes muchas libertades, supongo. Mi mamá raramente esta aquí, también.
—Entonces, supongo que tu lo entiendes —una mirada extraña llenó sus ojos—, el tipo de vida que llevamos.
—Y uno pensaría que nuestras vidas no podrían ser más emocionantes que esto, ¿verdad?
Ella me miró anhelante. —¿Alguna vez has escuchado eso de ten cuidado con lo que deseas? Solía pensar eso —se balanceó hacia atrás y hacia adelante, ninguna de nosotras llenó el silencio que siguió. Sabía perfectamente lo que quiso decir. No puedo recordar cuantas veces me he quedado despierta en la noche y esperado que mamá llegara y
quisiera seguir adelante—y ahora estamos en West Virginia.
Oscuras nubes aparecieron de la nada, proyectando una sombra en el patio. Dee frunció el ceño. —¡Oh, no! Parece como si vayamos a tener uno de nuestros famosos aguaceros de la tarde. Por lo general tardan horas.
—Que mal. Supongo que será mejor hacer jardinería mañana. ¿Estarás libre?
—Claro —Dee se estremeció por el repentino aire frío.
—Me pregunto de donde vino la tormenta. Parece que salió de la nada, ¿no? —pregunté.
Dee saltó del columpio, limpiándose las manos en sus pantalones. —Eso parece. Bueno, creo que tu mamá se despertó, y tengo que ir a despertar a Zayn.
—¿Está durmiendo? Es un poco tarde.
—Él es raro —dijo Dee—. Regresaré mañana, y podremos ir a la tienda de jardinería.
Riendo, me aparté del pórtico. —Suena bien.
—¡Fantástico! —Corrió hasta los escalones de su pórtico y se dio la vuelta—. Le diré a Zayn que dijiste ¡Hola!
Sentí mis mejillas arder. —Uh, eso no es necesario.
—Confía en mí, ¡Lo es! —rió y luego entró en la casa de al lado.
Mamá estaba en la cocina, con el café en la mano. Mientras ella me daba la cara, el humeante líquido marrón se derramaba en el mostrador. La mirada inocente en su rostro no me la creí.
Agarrando una toalla, me acerqué al mostrador. —Vive al lado, su nombre es Dee, y me encontré con ella mientras estaba en el super mercado —Deslicé la toalla sobre las manchas de café—. Tiene un hermano. Su nombre es Zayn. Son gemelos.
—¿Gemelos? Interesante —sonrió—. ¿Dee es agradable, querida?
Suspiré. —Sí, mamá, es muy agradable.
—Estoy tan feliz. Ya era hora de que salieras de tu caparazón.
No noté que estuviera dentro de un caparazón.
Mamá sopló suavemente y luego tomó un sorbo, mirándome por encima del borde. —¿Has hecho planes con ella mañana?
—Lo sabes. Estabas escuchando.
—Claro —me guiñó un ojo—. Soy tu madre. Eso es lo que tengo que hacer.
—¿Escuchar conversaciones ajenas?
—Sí. ¿Cómo se supone que sabré en que estás metida? —preguntó inocentemente.
Rodé mis ojos y me giré para regresar a la sala. —Privacidad, mamá.
—Cariño —gritó desde la cocina—. Aquí no hay tal cosa como privacidad.
—Hola. —Di un paso fuera del pórtico, cerrando la puerta sin hacer ruido detrás de mí—. Mi mamá está durmiendo.
—Espero no haber despertado a tu mamá —musitó en voz baja. Negué con la cabeza. —Nah, ella no se despertaría ni aunque viniera un huracán. De hecho ya sucedió.
Dee sonrió mientras se sentó en el columpio. Parecía tímida, abrazando sus codos. —Tan pronto como llegué a casa con la comida, Dee se comió la mitad de una bolsa de mis papas fritas, dos de mis barras de chocolate, y luego la mitad de un frasco de mantequilla de maní.
Comencé a reír. —Wau. ¿Cómo le hace para seguir tan…? —Sexy—.En forma.
—Es increíble —Subió sus piernas y envolvió sus brazos alrededor de ellas—. Come tanto que por lo general tenemos que ir de comprar tres veces en una semana a la tienda —Me miró con una mirada maliciosa en sus ojos—. Por supuesto, yo puedo comer a fuera de casa y en casa también. Supongo que no deberíamos estar hablando.
Mi envidia era casi dolorosa. No estaba bendecida con un rápido metabolismo. Mis caderas y trasero pueden dar fe de ello. No tenía exceso de peso, pero realmente odiaba cuando mi madre se refería a mí como “curvilínea”.
—Eso no es justo. Yo como una bolsa de papas fritas y aumento un kilo.
—Tenemos suerte —su sonrisa parecía forzada—. De todos modos, tienes que contarme todo sobre Florida. Nunca he estado allí.
Me apoyé contra la barandilla del pórtico. —Piensa en un montón de centros comerciales y estacionamientos. Oh, pero la playas… vale la pena las playas —Amo el calor del sol en mi piel, los dedos de mis pies hundiéndose en la arena mojada.
—Wau —dijo Dee, su mirada fue hacia su casa como si estuviera esperando a alguien—. Te tomara mucho tiempo acostumbrarte a vivir aquí. Adaptarse puede ser… difícil cuando estás fuera de tu ambiente.
Me encogí de hombros. —No lo sé. No parece tan malo. Por supuesto que cuando me enteré de esto fue como, tienes que estar bromeando. Ni siquiera sabía que existía esté lugar.
Dee rió. —Sí, mucha gente no sabe de este pueblo. Nosotros estuvimos en shock cuando vinimos aquí.
—Oh, ¿Entonces ustedes tampoco son de aquí?
Su risa se desvaneció mientras su mirada esquivó la mía. —No, no somos de aquí.
—¿Tus padres se mudaron aquí por trabajo? —Aunque yo no tenía idea de qué tipo de trabajo podrían tener en este lugar.
—Sí, trabajan en la ciudad. No los vemos mucho.
Tuve la impresión de que era más que eso. —Debe ser duro. Pero… tienes muchas libertades, supongo. Mi mamá raramente esta aquí, también.
—Entonces, supongo que tu lo entiendes —una mirada extraña llenó sus ojos—, el tipo de vida que llevamos.
—Y uno pensaría que nuestras vidas no podrían ser más emocionantes que esto, ¿verdad?
Ella me miró anhelante. —¿Alguna vez has escuchado eso de ten cuidado con lo que deseas? Solía pensar eso —se balanceó hacia atrás y hacia adelante, ninguna de nosotras llenó el silencio que siguió. Sabía perfectamente lo que quiso decir. No puedo recordar cuantas veces me he quedado despierta en la noche y esperado que mamá llegara y
quisiera seguir adelante—y ahora estamos en West Virginia.
Oscuras nubes aparecieron de la nada, proyectando una sombra en el patio. Dee frunció el ceño. —¡Oh, no! Parece como si vayamos a tener uno de nuestros famosos aguaceros de la tarde. Por lo general tardan horas.
—Que mal. Supongo que será mejor hacer jardinería mañana. ¿Estarás libre?
—Claro —Dee se estremeció por el repentino aire frío.
—Me pregunto de donde vino la tormenta. Parece que salió de la nada, ¿no? —pregunté.
Dee saltó del columpio, limpiándose las manos en sus pantalones. —Eso parece. Bueno, creo que tu mamá se despertó, y tengo que ir a despertar a Zayn.
—¿Está durmiendo? Es un poco tarde.
—Él es raro —dijo Dee—. Regresaré mañana, y podremos ir a la tienda de jardinería.
Riendo, me aparté del pórtico. —Suena bien.
—¡Fantástico! —Corrió hasta los escalones de su pórtico y se dio la vuelta—. Le diré a Zayn que dijiste ¡Hola!
Sentí mis mejillas arder. —Uh, eso no es necesario.
—Confía en mí, ¡Lo es! —rió y luego entró en la casa de al lado.
Mamá estaba en la cocina, con el café en la mano. Mientras ella me daba la cara, el humeante líquido marrón se derramaba en el mostrador. La mirada inocente en su rostro no me la creí.
Agarrando una toalla, me acerqué al mostrador. —Vive al lado, su nombre es Dee, y me encontré con ella mientras estaba en el super mercado —Deslicé la toalla sobre las manchas de café—. Tiene un hermano. Su nombre es Zayn. Son gemelos.
—¿Gemelos? Interesante —sonrió—. ¿Dee es agradable, querida?
Suspiré. —Sí, mamá, es muy agradable.
—Estoy tan feliz. Ya era hora de que salieras de tu caparazón.
No noté que estuviera dentro de un caparazón.
Mamá sopló suavemente y luego tomó un sorbo, mirándome por encima del borde. —¿Has hecho planes con ella mañana?
—Lo sabes. Estabas escuchando.
—Claro —me guiñó un ojo—. Soy tu madre. Eso es lo que tengo que hacer.
—¿Escuchar conversaciones ajenas?
—Sí. ¿Cómo se supone que sabré en que estás metida? —preguntó inocentemente.
Rodé mis ojos y me giré para regresar a la sala. —Privacidad, mamá.
—Cariño —gritó desde la cocina—. Aquí no hay tal cosa como privacidad.
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Aquí, está el segundo capitulo. Y la verdad que voy a seguir subiendola igual, pero estaría bueno que comenten ¿no creen?
Bueno, que lo disfruten ¡Un besoteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee! :*
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Capitulo III
El día que mi conexión a internet estuvo configurada fue mejor que tener a un chico sexy mirando mi trasero y pidiendo mi número telefónico. Dado que era miércoles, escribí una rápida entrada de “Waiting On Wednesday” en mi blog sobre un libro YA (género literario para jóvenes) con un chico caliente que poseía un toque mortal—esa era la trama— me disculpé por mi larga ausencia, respondí los comentarios, y visité algunos otros blogs que me encantan. Era como volver a casa.
—¿_____? —gritó mamá subiendo las escaleras—. Tu amiga Dee está aquí.
—Voy —grité de regreso y cerré la tapa de mi portátil.
Bajé saltando los escalones de la escalera, y Dee y yo nos dirigimos a la tienda de herramientas, la cual no estaba cerca del super mercado como Zayn había dicho. Tenían todo lo necesario para quitar las horrorosas flores del patio.
De regreso a casa, cada una agarró un lado de una bolsa y la sacamos del maletero. Las bolsas eran ridículamente pesadas y para cuando las sacamos del coche, el sudor nos empapaba.
—¿Quieres algo de beber antes de comenzar con el verdadero trabajo? —ofrecí, con mis brazos doloridos.
Ella se secó sus manos una contra la otra y asintió. —Necesito hacer ejercicio. Mover estas cosas me agotó.
Nos dirigimos al interior y tomamos té helado. —Recuérdame unirme al gimnasio local —bromeé, enseñándole mis enclenques brazos.
Dee rió y apartó su cabello empapado de sudor de su cuello. Todavía se veía hermosa, incluso con la cara roja y cansada. Estoy segura de que yo parecía un asesino en serie. Al menos ahora sabíamos que yo era demasiado débil para hacer un daño real. —Umm. Nuestra idea de hacer ejercicio será arrastrar el bote de basura hacia el final del camino o
limpiar la casa. —bromeé sobre mi poco genial vida pueblerina.
Únicamente estuvimos dentro por diez minutos, pero cuando volvimos a salir, todas las bolsas de tierra y abono estaban apiladas junto al pórtico.
La miré, sorprendida. —¿Cómo llegaron aquí?
Cayendo de rodillas, ella comenzó a arrancar las malas hierbas. — Probablemente fue mi hermano.
—¿Zayn?
Asintió. —Siempre es un héroe maleducado.
—Héroe maleducado —murmuré. No me gustó. Prefiero creer que las bolsas levitaron por aquí por cuenta propia.
Dee y yo atacamos las malas hierbas con más energía de la que pensé que teníamos. Siempre he pensado que arrancar hierbas era una manera de desahogarme, y si los movimientos bruscos de Dee eran una indicación, ella tenía mucha frustración dentro. Teniendo un hermano como Zayn, no estaba sorprendida.
Después, Dee miró sus uñas quebradas. —Bueno, adiós manicura.
Sonreí. —Te lo dije, debiste haber usado guantes.
—Pero tú no estás usando nada —señaló.
Levanté mis manos sucias. Mis uñas estaban generalmente cortas. — Sí, pero estoy acostumbrada.
Dee se encogió de hombros, se levantó y agarró un rastrillo. Parecía graciosa con su falda y sandalias altas, las cuales ella insistió que era un uniforme de jardinería, y comenzó a rastrillar sobre la tierra. —Esto es divertido.
—¿Mejor que ir de compras? —bromeé.
Ella pareció considerarlo seriamente, arrugando la nariz. —Sí, es más… relajante.
—Así es. No pienso en nada cuando hago esto.
—Funciona bien —comenzó a rastrillar el abono, esparciéndolo por el jardín—. ¿Lo haces para no pensar?
Echándome hacia atrás, desgarré la otra bolsa de abono. No estaba segura de cómo responder a esa pregunta. —Mi padre… Él amaba hacer cosas como esta. Tenía el don para las plantas. En nuestro viejo departamento no teníamos un jardín o algo parecido, pero teníamos un balcón. Juntos hicimos un jardín allí.
—¿Qué pasó con tu papá? ¿Tus padres son divorciados?
Apreté mis labios. Hablar de él no era algo que hacía a menudo. Nunca. Él fue un buen hombre… un grandioso padre. No merecía lo que sucedió.
Dee se detuvo. —Lo siento. No es de mi incumbencia.
—No. Está bien —Me levanté, sacudiendo la suciedad de mi camisa. Cuando levanté la mirada, ella apoyaba el rastrillo contra el pórtico. Su brazo izquierdo parecía borroso. Pude ver la barandilla blanca a través de ella. Parpadeé. Su brazo era solido de nuevo.
—¿_____? ¿Estás bien?
Mi corazón latía con fuerza, posé mis ojos en su rostro y después de regreso a su brazo. Estaba entera. Perfecta. Negué con la cabeza. —Sí, estoy bien. Umm… mi papá, él estaba enfermo. Cáncer. Era terminal… en el cerebro. Estuvo teniendo dolores de cabeza, viendo cosas —tragué saliva, apartando la mirada. ¿Entenderá lo que quiero decir? —, Pero
aparte de eso, él estaba bien hasta el diagnóstico. Inició la quimio y radiación, pero todo… se fue a la mierda tan rápido. Murió dos meses después.
—Oh, Dios mío, _____, lo siento. —su rostro era pálido, su voz suave—.Es terrible.
—No te preocupes —Forcé una sonrisa que no sentía—. Eso fue hace tres años. Es por eso que mi mamá quiso mudarse. Un nuevo comienzo y todas esas cosas.
Con la luz del sol, sus ojos brillaron. —Puedo entenderte. La perdida no se vuelve más fácil con el tiempo, ¿no?
—No —Por la manera en que sonó, ella sabía lo que yo sentía, pero antes de que pudiera preguntarle, la puerta de su casa se abrió. Un nudo se formó en mi estómago—. Oh, no —susurré.
Dee se dio la vuelta, dejando escapar un suspiro. —Mira quien ha salido.
Ya pasaba la una de la tarde, y Zayn parecía como si acabara de salir de la cama. Sus jeans arrugados, su cabello revuelto y despeinado.
Estaba al teléfono, hablando con alguien mientras pasaba su mano sobre su mandíbula.
Y no vestía camisa.
—¿No tiene camisas? —pregunté, agarrando una pala.
—Desafortunadamente, creo que no. Ni siquiera las usa en invierno. Siempre está a medio vestir —gimió—. Es molesto tener que verlo tan… desnudo. Qué asco.
Asco para ella. Y una jodida maldición para mí. Empecé a cavar varios agujeros en lugares estratégicos. Sentía mi garganta seca. Hermoso rostro. Hermoso cuerpo. Horrible actitud. Era la santa trinidad de los chicos sexys.
Zayn estuvo al teléfono durante unos treinta minutos, y su presencia tenía efecto en mí. No pude ignorarlo, ni siquiera cuando estaba de espaldas a él, podía sentirlo observando. Mis hombros se estremecieron bajo su pesada mirada. La única vez que miré hacia atrás fue para comprobar que él se marchó, pero regresó segundos más tarde con la camisa puesta. Maldición. Fue una lástima.
Estaba de rodillas en el suelo cuando Zayn llegó, dejando caer su pesado brazo sobre el hombro de su hermana. Ella trató de liberarse, pero él la abrazó más. —Hey, Dee.
Ella rodó sus ojos, pero sonreía. Una mirada de admiración llenó sus ojos mientras lo veía. —Gracias por mover las bolsas.
—No fui yo.
Dee rodó sus ojos. —Como sea, cabeza de chorlito.
—No me hables así —Él la acercó, sonriendo, realmente sonriendo, y le hizo verse más atractivo. Debería tratar de hacerlo más seguido. Entonces, me miró y sus ojos se entrecerraron, como si apenas notara que yo estaba aquí, en mi jardín. La sonrisa desapareció por completo.
—¿Qué estás haciendo?
Me miré a mí misma. Parecía bastante obvio teniendo en cuenta que estaba cubierta de tierra y había varias plantas dispersas alrededor de mí. —Estoy…
—No estaba preguntándote a ti —se giró hacia la cara colorada de su hermana—. ¿Qué estás haciendo tú?
No iba a dejar que él me molestara de nuevo. Me encogí de hombros y recogí una planta en su maceta. Saqué la planta de su maceta y arranqué algunas raíces.
—Estoy ayudándola con el jardín. Sé bueno —Dee lo golpeó en el estómago antes de liberarse de él—. Mira lo que hemos hecho. Creo que tengo un talento escondido.
Zayn llevó sus ojos a mi obra de arte en el jardín. Si tuviera que escoger un trabajo ideal ahora mismo, estaría trabajando al aire libre y haciendo arreglos florales. Sí, me llenaba el cuerpo de tierra, pero me sentía mejor con mis manos hundidas en la tierra. Me encanta todo sobre ella. La sensación relajante que esto me traía, la manera en que olía a tierra y humedad, y cómo con un poco de agua y tierra fresca podría regresarle la vida a algo que se estaba terminando y muriendo.
Y era buena en eso. He visto todos los programas sobre las plantas. Sabía dónde colocar plantas que necesitan más sol y las que prosperan en las sombras. Como podarlas, como hacerlas crecer más rápido, más altas y con las hojas verdes, y como decorar jardines. Todo lo que tenías que hacer era darme algo de tierra ¡Y listo!
Zayn arqueó una ceja.
Mis entrañas se revolvieron. —¿Qué?
Él se encogió de hombros. —Es lindo. Supongo.
—¿Lindo? —Dee sonó tan ofendida como yo me sentí—. Es mejor que lindo. Quedo increíble. Bueno, _____ lo hizo increíble. Yo sólo le entregaba las cosas.
—¿Esto es lo que haces con tu tiempo libre? —me preguntó, ignorando a su hermana.
—¿Qué…? ¿Estás decidido a hablarme ahora? —sonreí forzadamente, agarré un puñado de abono y lo tiré. Repetí el proceso—. Sí, es un tipo de pasatiempo. ¿Cuáles son los tuyos? ¿Patear cachorros?
—No estoy seguro de sí debería decirlo en frente de mi hermana — contestó, su expresión se volvió malvada.
—Qué asco —Dee hizo una mala cara.
Las imágenes que vinieron a mi mente no eran aptas para menores de edad, y pude saber por su expresión que él lo sabía. Agarré más abono.
—Pero no es tan ñoño como el tuyo —agregó.
Me congelé. Las ramas del cedro rojo se quebraron en mis dedos. — ¿Por qué es ñoño?
Su mirada decía, ¿Realmente tengo que explicártelo? Y sí, la jardinería no era algo impresionante. Ya lo sabía. Pero no era ñoño. Porque me agradaba Dee, cerré mi boca y comencé a esparcir el abono.
Dee empujó a su hermano, pero él no se movió. —No seas un idiota. ¿Por favor?
—No estoy siendo un idiota —negó él.
Arqueé mis cejas.
—¿Qué pasa? —dijo Zayn—. ¿Tienes algo que decir, Kitten?
—¿Aparte de que me gustaría que nunca me llames Kitten? No —terminé de esparcir el abono, luego me levanté, admirando nuestro trabajo. Eché una mirada a Dee, sonriendo—. Creo que lo hicimos bien.
—Sí —empujó a su hermano una vez más, en dirección a su casa. Él todavía no se movió—. Lo hicimos bien, no es soso ni nada de eso. ¿Y sabes qué? Creo que soy una ñoña.
Zayn miró fijamente las flores recién plantadas, casi como si fuera un experimento científico.
—Y creo que necesitamos esparcir nuestra ñoñez en el jardín de nuestra casa —continuó, sus ojos estaban llenos de emoción—. Podemos ir a la tienda, conseguir las cosas y puedes…
—Ella no es bienvenida a nuestra casa —espetó Zayn, girándose a su hermana—. En serio.
Sorprendida por el veneno de sus palabras, di un paso atrás.
Dee, sin embargo, no lo hizo. Sus delicadas manos se cerraron en puños. —Estaba pensando que podríamos trabajar en el lecho de flores, el cual estaba afuera —no dentro— la última vez que lo vi.
—No me importa. No la quiero allí.
—Zayn, no hagas esto —susurró Dee, sus ojos llenos de lágrimas—. Por favor. Ella me agrada.
Algo notable ocurrió. Su rostro se suavizó. —Dee…
—¿Por favor? —pidió ella de nuevo, saltando como una niña pidiendo un juguete nuevo, fue extraño dado que ella era bastante alta. Quería patear a Zayn por convertir a su hermana en una chica claramente hambrienta de amistades.
Él maldijo en voz baja, cruzando sus brazos. —Dee, tienes amigos.
—No es lo mismo, y tú lo sabes —Ella imitó sus movimientos—. Esto es diferente.
Zayn me miró, sus labios curveados. Si todavía sostuviera la pala probablemente se la hubiera lanzado a la cabeza.
—Son nuestros amigos. Son como tú. No necesitas ser amiga de alguien… alguien como ella —Me quedé en silencio porque no sabía si debía inmiscuirme y no quería decir algo que pudiera molestar a Dee. Ese imbécil era su hermano, después de todo, pero esto, esto era pasarse de la raya.
—¿Qué quiere decir, alguien como yo?
Él inclinó su cabeza hacia un lado y dejó escapar un largo suspiro.
Los ojos de su hermana se movieron entre nosotros con nerviosismo. —Él no lo dijo en serio.
—Pura basura.
Ahora mis manos estaban hechas puños. —¿Cuál es tu jodido problema?
Zayn me encaró. Había una extraña mirada en su rostro. —Tú.
—¿Yo soy tu problema? —Di un paso hacia adelante—. Ni siquiera te conozco. Y no me conoces.
—Ustedes son todos iguales —Un músculo apareció en su mandíbula—. No es necesario llegar a conocerte. Y no lo quiero.
Levanté mis manos, frustrada. —Eso es perfecto para mí, amigo, porque yo no quiero conocerte tampoco.
—Zayn —dijo Dee, agarrándola del brazo—. Detente.
Él sonrió mientras me miraba. —No quiero que seas amiga de mi hermana.
Dije lo primero que me vino a la mente. Probablemente no lo más inteligente, y normalmente no soy del tipo de personas que habla sin pensar, pero este chico me molestaba tanto que me hacía ver todo rojo.
—Y a mí me importa una mierda lo que tú quieras —Un segundo él estaba al lado de Dee y al siguiente justo enfrente de mí. Y quiero decir, justo enfrente de mí. Él no podía moverse tan rápido. Eso era imposible. Pero él estaba allí, casi encima de mí y bajando la mirada.
—¿Cómo… cómo te moviste tan…? —Di un paso atrás, las palabras me fallaban. La intensidad en sus ojos envió escalofríos a mis brazos. Mierda…
—Escucha con atención —dijo, dando un paso adelante. Di uno hacia atrás, y él emparejó mis pasos hasta que mi espalda estuvo pegada a uno de los altos árboles. Zayn inclinó su cabeza hacia mí, sus mieles ojos innaturales tomaron posesión de mi mundo. El calor salía de su cuerpo—. Únicamente voy a decírtelo una vez. Si algo le ocurre a mi hermana yo… —se detuvo, tomando una profunda respiración mientras su mirada caía a mis labios entreabiertos. Contuve mi respiración. Algo brilló en sus ojos, pero se entrecerraron de regreso, ocultando lo que había estado en ellos.
Las imágenes regresaron. Nosotros dos. Calientes y sudorosos. Mordí mi labio y traté de que mi expresión estuviera en blanco, pero mientras trataba de ocultar lo que estaba pensando su expresión se volvió de molesta a arrogante. Más allá de arrogante.
—Eres un poco sucia, Kitten.
Parpadeé. No puede ser. No puede ser. No puede ser. —¿Que has dicho?
—Sucia —repitió, su voz tan baja que sabía que Dee no pudo escucharlo—. Estás cubierta de suciedad. ¿Qué pensaste que significaba?
—Nada —dije, deseando que él se fuera de una maldita vez. Zayn estaba tan cerca que no estaba precisamente cómoda—. Estaba plantando flores. Te ensucias cuando haces eso.
Sus labios temblaron. —Hay maneras más divertidas para… ensuciarte. No es que yo vaya a mostrarte como.
Tuve la sensación de que él me conocía de manera intima. Un sonrojo se esparció desde mis mejillas hasta mi garganta. —Prefiero rodar entre el estiércol que dormir contigo.
Zayn arqueó una ceja y luego se dio la vuelta. —Tienes que llamar a Matthew —dijo a su hermana—. Justo ahora y no dentro de cinco minutos.
Me quedé apoyada contra el árbol, con los ojos muy abiertos y sin moverme hasta que él desapareció dentro de su casa, la puerta cerrándose detrás de él. Tragué saliva, mirando a una angustiada Dee.
—Bueno —dije—. Eso fue intenso.
Dee se dejó caer en los escalones, sus manos cubrieron su rostro. — Realmente lo amo, de verdad. Es mi hermano, mi único hermano —Hizo una pausa, levantando su rostro—. Pero es un imbécil. Sé que lo es. No siempre fue así.
Sin habla, la miré. Mi corazón estaba corriendo, mi pulso estaba acelerado. No estaba segura de si era el miedo o la adrenalina lo que me estaba haciendo marearme, pero finalmente me aparté del árbol y me acerqué a ella. Y si yo tenía miedo, me preguntó si debería tenerlo.
—Es difícil tener amigos con él cerca —murmuró, mirando sus manos—. Aleja a todos.
—Vaya, me preguntó por qué —Realmente me lo preguntaba. Su posesividad parecía un poco fuera de lo normal. Mis manos estaban temblando, y aunque él se había ido, todavía podía sentirlo —el calor que él emanaba. Había sido… emocionante. Tristemente.
—Lo lamento tanto, tanto —Saltó desde los escalones, juntando y separando sus manos—. Es algo sobreprotector.
—Entiendo que lo sea, pero no es como si yo fuera un chico tratando de aprovecharme de ti o algo así.
Una sonrisa se asomo en sus labios. —Lo sé, pero se preocupa mucho. Sé que él… se calmara, una vez que te conozca.
Lo dudo.
—Por favor, dime que él no te ha asustado, también —se puso enfrente de mí, con el ceño fruncido—. Sé que probablemente piensas que pasar el rato conmigo no vale la pena…
—No. Está bien —Pasé una mano por mi frente—. Él no me ha asustado… no lo hará.
Pareció tan aliviada que pensé que se desmayaría. —Bien. Me tengo que ir, pero arreglaré esto. Lo prometo.
Me encogí de hombros. —No hay nada que arreglar. Él no es tu problema.
Una expresión extraña cruzó en su rostro. —Pero no está bien como se comporto. Te veré más tarde, ¿De acuerdo?
Asentí, la observé dirigirse de regreso a su casa. Agarré las bolsas vacías. ¿Qué demonios había sido todo esto? Nunca en mi vida alguien me había disgustado tanto. Negando con la cabeza, tiré las bolsas en la basura.
Zayn era sexy, pero era un idiota. Y un patán. Y fue en serio lo que le dije a Dee. Él no iba a asustarme para no ser amiga de su hermana. Tendría que lidiar con eso. Llegué aquí para quedarme.
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RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
Capitulo IV
Me salté la habitual publicación del lunes en mi blog, principalmente porque se trataba del tema, “¿Qué estás leyendo?” y yo no estaba leyendo nada nuevo en este
momento.
En cambio, decidí que mi pobre auto necesitaba una lavada. Mamá se sentiría orgullosa cuando lo supiera, vería que estuve afuera durante el verano y no encadenada a mi portátil. Aparte de mi temporada ocasional de jardinería, normalmente estaba en línea.
El cielo estaba despejado y el aire traía un olor almizclado de luz con pino. Poco después de que comenzara a limpiar el interior de mi auto, me sorprendió la cantidad de bolígrafos y ligas para el cabello que encontré. Ver mi mochila en el asiento trasero me provocó un escalofrió. En un par de semanas comenzaría en una nueva escuela, y sabía que Dee estaría rodeada de amigos—amigos que Zayn probablemente aprobaría, lo cual no era mi caso, porque él obviamente pensaba que yo era una vendedora de drogas.
Luego, saqué una cubeta y una manguera y enjaboné la mayor parte del coche, pero cuando llegué a la cima del techo, terminé totalmente mojándome a mi misma y remojé la esponja una docena de veces. No importaba de qué lado tratara de limpiar el techo, no podía limpiarlo por completo. Maldiciendo, quité un puñado de suciedad y de hierba de la esponja. Quería lanzarla en el bosque más cercano. Frustrada, terminé arrojando la esponja en la cubeta.
—Parece que necesitas un poco de ayuda.
Salté. Zayn estaba a unos metros de mí, con las manos en los bolsillos de sus jeans desgastados. Sus ojos brillaban con la luz del sol.
Su repentina aparición me había sorprendido. Ni siquiera lo había escuchado. ¿Cómo alguien podría moverse tan malditamente silencioso, especialmente cuando eres tan alto como él? Y bueno, traía una camisa puesta. No estaba segura de sí debería sentirme agradecida o decepcionada. Si abría la boca, se me caería la baba. Me alejé, preparándome para la inevitable pelea verbal.
Él no sonreía, pero al menos no parecía como si me quisiera matar en este momento. En todo caso, su expresión adquirió una máscara de educación a regañadientes, probablemente como yo me vería cuando leo un ansiado libro y descubro que no llenó mis expectativas.
—Te vi mientras lanzaste esto otra vez —Con el brazo señaló hacia la esponja flotando en la cima de la espuma—. Pensé en hacer mi buena acción del día e intervenir antes que todas las esponjas inocentes pierdan la vida.
Aparté un mechón de mi cabello fuera de mis ojos, no muy segura de que decir.
Zayn se inclinó rápidamente y apretó la esponja, exprimiéndola del exceso de agua. —Parecía como si estuvieras haciendo algo más que lavar un auto. Nunca pensé que lavar un coche podría ser tan difícil, pero después de observarte por estos últimos quince minutos, estoy convencido de que debería ser un deporte olímpico.
—¿Has estado observándome? —Que escalofriante. Que halagador. ¡No! No es halagador.
Se encogió de hombros. —Podrías haber llevado el auto a un lavado automático. Sería mucho más fácil.
—Los lavados de autos son un desperdicio de dinero.
—Es cierto —dijo lentamente. Se arrodilló y comenzó a limpiar una mancha que no había notado en la defensa, cerca de una llanta, antes de concentrarse en el techo del auto—. Necesitas neumáticos nuevos. Estos son lisos y el invierno es una locura aquí.
No me importaban mis neumáticos. No podía entender porque estaba aquí, hablando conmigo, cuando la última vez que hablamos él actuó como si yo fuera el anticristo, y prácticamente me acorraló contra un árbol, hablando de la manera en que él se podía ensuciar. ¿Y porque no cepillé mi cabello está mañana?
—De todos modos, me alegro de que estés aquí —terminó de limpiar el techo en un tiempo récord, y cogió la manguera. Esbozó una pequeña sonrisa hacia mí y comenzó a rociar con agua el carro, la espuma corría por todos lados como un vaso desbordándose—. Creo que debería disculparme.
—¿Crees que deberías?
Zayn me encaró, sus ojos estaban entrecerrados para protegerse del brillante sol, y yo apenas esquivé un chorro de agua mientras él rociaba el lado opuesto del auto. —Sí, de acuerdo con Dee tengo que traer mi trasero hasta aquí y ser amable. Murmuró algo sobre que asesinó sus oportunidades de tener una amiga “normal.”
—¿Una amiga normal? ¿Qué clase de amigas tiene?
—No normales —contestó.
¿Prefería llamar a las amigas de su hermana “no normales”?
—Bueno, disculparte y no sentirlo arruinan tu plan de pedir disculpas.
Asintió. —Es verdad.
Lo miré. —¿Hablas en serio?
—Sí —arrastró la palabra, trabajando alrededor del auto mientras seguía enjuagando la espuma del jabón—. En serio, no tuve elección. Tengo que ser amable.
—No pareces una persona que hace algo que no quiera hacer.
—Normalmente no —se movió alrededor de la parte trasera del coche—. Pero mi hermana tomó las llaves de mi auto y hasta que sea amable contigo no las tendré de regreso. Estoy tan malditamente molesto por no tener repuestos.
Traté de evitarlo, pero reí. —¿Tomó tus llaves?
Frunció el ceño, regresando a mi lado. —No es divertido.
—Tienes razón —reí—. Esta para morirse de risa.
Zayn me lanzó una mala mirada.
Crucé mis brazos. —Bien, lo siento. No acepto tu no-tan-sincerasdisculpas.
—¿Ni siquiera cuando estoy limpiando tu auto?
—No —sonreí mientras él entrecerraba sus ojos—. Nunca verás esas llaves otra vez.
—Bueno, maldita sea, mi plan no funcionó —Una sonrisa curvaba tenuemente las comisuras de su boca—. Pensé que si realmente me portaba bien, entonces al menos estaría perdonado.
Una parte de mi estaba molesta, pero había una parte de mi que le hacía gracia verlo esforzarse a regañadientes. —¿Eres normalmente así de cálido y encantador?
Pasó a mi lado y cerró el agua. —Siempre. ¿Normalmente te quedas mirando fijamente a los chicos que les pides direcciones?
—¿Siempre abres la puerta medio desnudo?
—Siempre. Y no respondiste mi pregunta. ¿Siempre te quedas mirándolos?
El calor se esparció por mis mejillas. —No estaba mirándote fijamente.
—¿De verdad? —preguntó. Esa media sonrisa estaba allí otra vez, haciendo alusión a sus hoyuelos—. De todos modos, me despertaste. No soy una persona mañanera.
—No era mañana. —señalé.
—Estaba durmiendo. Es verano, ya lo sabes. ¿No duermes hasta tarde?
Aparté un mechón de cabello que había escapado de mi coleta. — No. Siempre me despierto temprano.
Gimió. —Suenas igual que mi hermana. No me extraña que ella ya te ame tanto.
—Dee tiene buen gusto… a diferencia de otros —dije. Sus labios temblaron—. Y ella es grandiosa. Realmente me agrada, así que si estás aquí en plan del gran y malvado hermano, olvídalo.
—No, no es por eso que estoy aquí —Él levantó la cubeta y varios productos de limpieza. Probablemente debería ayudarle con algunas cosas, pero era fascinante verlo tomar las riendas de mi pequeño proyecto de limpieza. Aunque él me seguía lanzando esa extraña media sonrisa, me di cuenta de que este intercambió era incómodo para él. Qué bien.
—Entonces, ¿Por qué estás aquí, además de tu porquería de disculpa? —No podía dejar de mirar su boca cuando hablaba. Apuesto a que él sabe cómo besar. Besos perfectos, no esos que son babosos y asquerosos, del tipo que hace que se enrosquen los dedos de tus pies.
Necesitaba dejarlo de mirar.
Zayn colocó todos los suministros en los escalones del pórtico y se enderezó. Estirando sus brazos sobre su cabeza, su camisa se levantó, revelando un poco de sus músculos. Su mirada se detuvo en mi rostro, y el calor se esparció en mi vientre. —Quizás sólo estoy curioso de porque ella te quiera tanto. No se lleva bien con extraños. Ninguno de nosotros lo
hace.
—Una vez tuve un perro que tampoco se llevaba bien con los extraños.
Zayn me miró un momento, luego rió. Fue un sonido profundo y retumbante. Lindo. Sexy. Oh, Dios, debo alejarme. Él era el tipo de chico que rompía corazones y dejaba atrás una larga fila de corazones destrozados. Era un problema. Quizás del tipo de problema que podría ser divertido, pero era un idiota, también. Y no me gustan los idiotas. No es que
me gustara alguien.
Aclaré mi garganta. —Bueno, gracias por lo del auto.
Repentinamente, él estuvo justo en frente de mí. Tan cerca que sus pies casi tocaban los míos. Contuve fuertemente el aliento, queriendo dar un paso atrás. Él tenía que dejar de hacer esto.
—¿Cómo te mueves tan rápido?
Ignoró la pregunta. —A mi pequeña hermana pareces gustarle — dijo, como si no entendiera el por qué.
Me ericé y eché la cabeza hacia atrás, pero centré mi mirada sobre su hombro. —¿Pequeña? Son gemelos.
—Nací cuatro minutos con treinta segundos antes que ella —se jactó, sus ojos se encontraron con los míos—. Técnicamente, ella es mi hermana menor.
Mi garganta se sentía seca. —¿Es la bebé en la familia?
—Si, por lo tanto, yo soy el hambriento de atención.
—Supongo que eso explica tu pésima actitud, entonces —repliqué.
—Quizás, pero las personas me encuentran encantador.
Iba a responder, pero cometí el error de mirar sus ojos. Inmediatamente estuve atrapada por ese innatural color, me recordaba las partes más profundas en el Everglades. —Encuentro… difícil creer eso.
Sus labios se curvaron. —No deberías, ____ —tomó un mechón suelto de cabello que se había escapado de mi coleta, lo giró alrededor de su dedo—. ¿Qué tipo de color es este? No es castaño o rubio.
Mis mejillas ardían. —Lo llaman castaño claro.
—Hmm —dijo, asintiendo—. Tú y yo tenemos planes que hacer.
—¿Qué? —Me aleje de su gran cuerpo, tomando una profunda respiración mientras adquiría algo de distancia. Mi corazón latía con fuerza—. No tenemos planes.
Zayn se sentó en los escalones, extendiendo sus largas piernas y apoyándose sobre sus codos.
—¿Cómodo? —Espeté.
—Mucho —Levantó la mirada hacía mí—. Sobre esos planes…
Me quedé a unos metros de él. —¿De qué estás hablando?
—Recuerdas eso de “traer mi trasero hasta aquí y ser amable”, ¿No? ¿Eso que involucra las llaves de mi auto? —Cruzó sus tobillos mientras su mirada se deslizaba hacia los árboles—. Esos planes involucran tener mis llaves de regreso.
—Necesitas darme algo más de explicación que eso.
—Claro —suspiró—. Dee escondió las llaves. Es buena para esconder cosas, también. Ya he buscado por toda la casa, y no puedo encontrarlas.
—Entonces, oblígala a decirte dónde están —Gracias a Dios por no tener hermanos.
—Oh, lo haría si ella estuviera aquí. Pero dejó la ciudad y no regresará hasta el domingo.
—¿Qué? —Nunca mencionó tener que salir de la ciudad. O tener familiares cercas—. No lo sabía.
—Fue algo de último minuto —Descruzó sus tobillos y tamborileó un pie rítmicamente—. Y la única manera de que ella me diga dónde están ocultas las llaves son con puntos. Mira, mi hermana tiene un sistema de puntos desde el jardín de niños.
Comencé a sonreír. —¿Y…?
—Tengo que ganar puntos para tener mis llaves de regreso —explicó—. La única manera en que puedo ganar esos puntos es haciendo algo bueno por ti.
Me eché a reír de nuevo. La expresión en su cara era asombrosa. — Lo siento, pero esto es muy gracioso.
Zayn respiró hondo, disgustado. —Sí, muy gracioso.
Mi risa se desvaneció. —¿Que vas a hacer?
—Se supone que debo llevarte a nadar mañana. Si hago eso, entonces ella me dirá donde están escondidas mis llaves… y yo tengo que ser bueno.
Tenía que estar bromeando, pero cuando más lo miraba, noté que él hablaba en serio. Mi boca se abrió. —¿Así que la única manera de recuperar tus llaves es llevándome a nadar y siendo amable conmigo?
—Wau. Eres muy inteligente.
Reí otra vez. —Sí, bueno, puedes dale un beso de despedida a tus llaves.
La sorpresa estuvo reflejada en su rostro. —¿Por qué?
—Por qué no iré a ninguna parte contigo —Le dije.
—No tenemos opción.
—No. Tú no tienes opción, pero yo sí. —Miré la puerta cerrada detrás de él, preguntándome si mamá estaba en algún lugar tratando de escuchar—. Yo no soy quien tiene las llaves perdidas.
Zayn me observó por un momento, y luego sonrió. —¿No quieres pasar el rato conmigo?
—Uh, no.
—¿Por qué no?
Rodé mis ojos. —Para empezar, eres un idiota.
Asintió. —Puede ser.
—Y no pasaré tiempo con un chico que está siendo obligado a hacerlo por su hermana. No estoy desesperada.
—¿Segura de que no lo estás?
La ira llegó de golpe, y di un paso adelante. —¡Largo de mi porche!
Él pareció considerarlo. —No.
—¿Qué? —escupí—. ¿Qué quieres decir con no?
—No me iré hasta que aceptes ir a nadar conmigo.
Estoy segura de que salía vapor de mis orejas. —Bien. Quédate sentado allí, porque prefiero comer vidrio antes de salir contigo.
Rió. —Eso suena drástico.
—No tanto —repliqué, subiendo las escaleras.
Zayn se giró, atrapando mi tobillo. Su agarre era flojo, su mano increíblemente cálida. Bajé la mirada hasta él, y me sonrió, tan inocente como un ángel. —Me sentaré aquí todo el día y toda la noche. Acamparé en tu porche. Y no me iré. Tenemos toda una semana, Kitten. O bien acabamos de una vez mañana y sales conmigo, o estaré justo aquí hasta
que aceptes. No podrás salir de la casa.
Lo miré boquiabierta. —No puedes hablar enserio.
—Oh, claro que sí.
—Sólo dile que salimos y que la pasé muy bien —Traté de liberar mis pies, pero él se aferró más—. Miente.
—Sabrá si estoy mintiendo. Somos gemelos. Sabemos esas cosas —Se detuvo—. ¿O eres demasiado tímida para nadar conmigo? ¿La idea de estar casi desnuda cerca de mi te incómoda?
Agarré la barandilla y tiré de mi pie. Él cabeza de chorlito sólo me sostenía ligeramente, pero mi pie no se movía. —Vengo de Florida, idiota. Pasé la mitad de mi vida en un traje de baño.
—¿Cuál es el problema?
—Yo no te gusto —Dejé de tirar y me quedé allí. Su mano parecía hormiguear en mi piel. Era la misma extraña sensación de siempre—.Suelta mi tobillo.
Muy lentamente, levantó cada dedo mientras sostenía mi mirada. — No me iré, Kitten. Vas a hacer esto.
Mi boca se abrió al mismo tiempo que la puerta detrás de nosotros. Mi estómago se revolvió, me di la vuelta para ver a mamá allí en toda su gloria con su pijama de conejos. Oh, por el amor de Dios.
Sus ojos iban de mí a Zayn, malinterpretando todo. La alegría en sus ojos me daba ganas de vomitar sobre la cabeza de Zayn. —¿Eres el vecino?
Zayn le sonrió. Tenía dientes perfectamente blancos y rectos. — Me llamo Zayn Malik.
Mamá sonrió. —Kellie Swartz. Un gusto en conocerte —me miró—. Puedes entrar si quieres. No tienes que sentarte afuera con este calor.
—Es muy amable de su parte —Él se puso de pie y me codeó, no muy suavemente—. Quizás deberíamos entrar y terminar de hablar sobre nuestros planes.
—No —dije, mirándolo fijamente—. No va a ser necesario.
—¿Qué planes? —preguntó mamá, sonriendo—. Yo apoyo los planes.
—Estoy tratando de convencer a su encantadora hija de ir a nadar conmigo mañana, pero creo que le preocupaba que a ti no te guste esa idea —Él me jaló del brazo y casi me caí en la barandilla—. Y creo que ella es tímida.
—¿Qué? —Mamá negó con la cabeza—. No tengo ningún problema en que vaya a nadar contigo. Creo que es una gran idea. He estado diciéndole que tiene que salir. Pasar el rato con tu hermana es muy bueno, pero…
—Mamá —Le entrecerré los ojos—. No es cierto…
—Le estaba diciendo a _____ la misma cosa —Zayn dejó caer su brazo sobre mis hombros—. Mi hermana salió de la ciudad y llegará hasta la próxima semana. Pensé que podría salir con ______.
Mi mamá sonrió, complacida. —Es tan dulce de tu parte.
Envolví mi brazo alrededor de su estrecha cintura, enterrando mis dedos en su costado. —Sí, eso es dulce de tu parte, Zayn.
Él contuvo la respiración y la dejó salir lentamente. —Sabes lo que dicen sobre los chicos de al lado…
—Bueno, sé que _______ no tiene planes para mañana —Me miró, y pude prácticamente verla imaginando a Zayn y a mi futuros hijos. Mi mamá no era normal—. Es libre de ir a nadar.
Bajé mi brazo y me aparté de Zayn. —Mamá…
—Está bien, cariño —Comenzó a entrar, dándole a Zayn un guiño—. Fue un placer conocerte finalmente.
Zayn sonrió. —Lo mismo pienso.
En el momento en que mi mamá cerró la puerta detrás de ella, me di la vuelta y empujé a Zayn, pero él era como una pared de ladrillos. — Idiota.
Sonriendo, bajó de regreso los escalones. —Te veré al mediodía, Kitten.
—Te odio —siseé.
—El sentimiento es mutuo —Miró sobre su hombro—. Veinte dólares a que te pones un traje de baño de una pieza.
Era insoportable.
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¡Cuarto capitulo aquí! Espero les guste, espero comentarios. Besitoooos <3
RochyTomiPayne
Re: "Obsidian" - Z. M. (Adaptada)
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