Photograph.

We'll keep this love in a photograph

Nicolette siempre ha disfrutado fotografiar, en especial a aquel chico que suele sentarse en el parque a misma hora y en la misma banca todos los días.

Para ella, a través de los días, se hace totalmente inevitable preguntarse qué pasa por la mente de Dixon, el chico del parque, cuando se sienta allí y su mirada queda perdida en el pasto. Y algo que Dixon no puede ignorar sobre Nicolette, tampoco. Así que cuando su inevitable encuentro ocurre, pronto descubren que no pueden estar el uno sin el otro.

Pero, ¿Dejará Dixon su pasado atrás para así poder estar con Nicolette? 

Links

Loving can heal, loving can mend your soul 

Capitulo uno{Ella

Cerré el computador de golpe al escuchar a mi madre llamarme. Me levanté y dirigí a su habitación a toda prisa, su voz estaba llena de desesperación, lo que provocó que también me desesperara. Segundos antes de llegar a la habitación sus gritos cesaron y temí lo peor, entré y la encontré tirada en el suelo con sus ojos cerrados y la piel tan pálida como un papel.
Corrí hasta ella y me agaché tomándola entre mis brazos, las lágrimas inundaron mis ojos y la desesperación me atacó provocando que las lágrimas comenzaran a salir. Observé la habitación y de repente recordé las películas y series que suelo ver, coloqué una mano en su cuello y sientí un pequeño bum bum, tan silencio y débil como la brisa.
Me puse de pié de golpe y tomé su celular de la mesa de noche, marqué el 911 y esperé a que contestaran 3 tonos después.

—Necesito una ambulancia de urgencia en la calle Russon— dije con la voz entrecortada.
— ¿Qué sucede? — pregunta un hombre al otro lado de la línea.
—Mi madre está en el suelo inconsciente— respondí casi gritando.
—¿Qué sucedió? — vuelve a preguntar el hombre.
—¿Cree que si lo supiera lo supiera lo estuviese llamando? Manden una maldita ambulancia a la calle Russon.
—Va en camino— dice. Cuelgo el teléfono y vuelvo hacia mi madre, la tomo entre mis brazos y la abrazo con fuerza.

Desde pequeña siempre hemos sido solo ella y yo, no puede ser que después de tanto tiempo compartiendo con ella y siendo su único sostén luego del divorcio, simplemente me vaya a dejar, aquí, sola.
Ahogué un pequeño grito de solo pensarlo. Ella es mi madre, no puedo solo perderla sin más.
Cinco minutos después escuché el timbre de la puerta y corrí escaleras abajo. Abro la puerta y dejo entrar a los paramédicos, los dirijo a la habitación y ellos la colocan en una camilla. 
Me monté junto a ellos en la ambulancia y fuimos rumbo al hospital. Sostuve su mano todo el camino, estaba tan fría y frágil, mientras que la mía temblaba como si fuese un celular en vibración.
Al llegar la llevaron a toda prisa y la entraron a una sala a la que no me dejaron entrar. Respiré profundo y me dejé caer en el suelo, tapé mi rostro con mis manos y lloré, por primera vez en más de dos años estaba llorando por dolor. Había olvidado la sensación que producía en el corazón y eso hacía que doliera mucho más.
Me sequé las lágrimas y me senté en una de las sillas frente a la sala de emergencias donde habían ingresado el cuerpo de mi madre. Coloqué ambos pies sobre la silla tomando la posición que tanto utilizaba y coloqué ambas manos sobre las rodillas, dejando caer mi rostro en ellas una vez más. Pero, ésta vez no lloré, debo ser fuerte para cuando mi madre despierte me encuentre bien.
Ella despertará, eso espero, eso quiero, porque no podría volver a soportar tanto dolor.
Suspiré con pesadez lamentando no tener a quien llamar en momentos como éste. Sin padre, sin hermano y sin siquiera un solo amigo en quien confiar. Es extraño, lo sé, una adolescente que no tiene un amigo, pero, cuando la vida te da tantas traiciones, principalmente las de un padre, dejas de confiar en las personas. Se vuelven algo así como una clase de serpientes que solo buscan morderte y matarte.

—Familiares de Anastacia Greece— escuché decir. Levanto el rostro y luego mi cuerpo para ir hacia el doctor.
—Soy su hija— digo al llegar.
—Señorita— comienza a decir con el ceño levemente fruncido y la mirada puesta en su porta papeles —Su madre está estable, pero tengo malas noticias en cuanto a su situación actual.
—¿Qué sucede doctor?— pregunto sintiendo un nudo formándose en mi garganta.
—Su madre padece de cáncer, tumor en la cabeza, específicamente— suspiré sintiendo como las lágrimas amenazaban con volver a salir. Respiré profundo y las evité a toda costa.
—¿Puedo pasar a verla?— pregunto.
—Claro— asiento con desgano y entró a la habitación. Su cuerpo yacía en la camilla de hospital, su piel tan pálida como el papel; sus ojos cerrados y varios cables conectados a su cuerpo. Su respiración era tan lenta y débil que se me hacía difícil no pensar que estaba muerta.

Tomé asiento a su lado y acurruqué su mano entre las mías sintiendo las lágrimas resbalarse por mis mejillas. Respiré profundo una vez más tratando de aguantar el sollozo pero se me hizo imposible.
Sollocé sobre su mano como una nena. Hace tiempo me hice la promesa de que nunca lloraría, sea cual sea la situación, nunca dejaría ver lo débil que soy. Pero, creo que no todas las situaciones son fáciles de aguantar sin llorar.
Me sentía débil y frágil, como una niña sin un lugar al que ir y sin alguien en quién refugiarse, pero creo que así era. El único lugar al que podía ir quizás era mi casa, pero no tendría a nadie en quien refugiarme o que me diga que todo estará bien aunque sepa perfectamente que no será así.
Y eso es lo peor de estar solo y no confiar en nadie. Nunca tienes a esa persona que te recuerda que no estás solo y las cosas podrían cambiar.

Holis soy Denns Asdfg estaba dando vueltas por esta sección y encontré esta hermosa historia y no pude no comentar Para empezar, la idea en si ya me gusto   y el secreto le agregó un toque super genial y me está volviendo loca  
Asdf el capítulo me dejo sensible(? es que osea, su madre tiene cáncer y... y.... y fue muy lindo como no le soltó la mano en todo momento. Las traiciones si que te hacen daño 
Ella necesita amigos y a Dixon   Espero que la sigas pronto, acá estoy para leerte 

Capitulo dos{Él

Apreté las cuerdas con un poco más de fuerza para lograr el sonido que tanto deseaba obtener, pero me era imposible. Los acordes no concordaban con la letra, la cual está peor que el Borussia en la Bundes liga hoy en día, y el ritmo era peor que el funeral de un sacerdote.
La inspiración había escapado y había dejado la frustración en su lugar. Tiré la guitarra a un lado y me levanté de la cama, necesitaba salir con urgencia del lugar o moriría de estrés.
Tomé la camisa blanca de Arctic Monkeys que yacía sobre la silla del escritorio y me la puse. Salí de la habitación tomando mi celular de la mesita al lado del escritorio, bajé las escaleras a paso lento y salí del lugar cerrando la puerta con llave.
Saqué los audífonos de la parte delantera del jean y pulsé aleatorio en mi lista de reproducción. Nickelback sonó con lullaby inundando mi cuerpo de tranquilidad. Quizás muchos digan que es una canción deprimente y que sólo los suicidan la escuchan para “sentirse mejor” cuando en verdad es todo lo contrario.
Y, sin duda alguna, es mi canción preferida. El vídeo me recuerda demasiado a mi vida pero en sentido abstracto, es algo así como que el 50 por ciento del vídeo es mi vida, y el otro 50 lo que podría haber sido.
Llegué al parque todavía escuchando Nickelback y me senté en la misma banca que solía sentarme a observar a los niños jugar cuando era pequeño. Este siempre había sido mi lugar de pensar, como mi refugio.
Apreté el botón de encender para desbloqueé el teléfono y así poder buscar una canción que me hiciera serenar un poco mi mente. Encontré How to save a life de The Fray y la pulsé.
Where did I go wrong I lost a friend cerré los ojos con fuerza evitando que las lágrimas salieran. Por Dios, soy un hombre, está prohibido que los hombre lloremos y mucho más en público.
Sin tan sólo hubiese estado ahí, la hubiese abrazado y nada de esto hubiese pasado y ambos estuviéramos bien ahora. Pero no, no estuve allí, no contesté cuando me llamó por estar pendiente a la estúpida tarea y sacar excelente nota. No estuve con ella luego de tanto.
Suspiré y abrí los ojos pero no los moví, me quedé estático observando el césped. Siempre me he lamentado de aquella decisión, no es justo que por sólo un error pudiera perder tanto. Levanté la mirada y observé el cielo, estaba gris y era obvio que en poco tiempo iba comenzar a llover.
Me levanté del lugar y caminé hacia el pequeño café que había con vista al parque. Entré haciendo sonar una pequeña campana y me dirigí hacia una mesa cerca de la ventana.

—Buenas tardes, joven, ¿Qué puedo servirle?— pregunta una señora un poco mayor con una cálida sonrisa en su rostro. Sonrío en respuesta y observo el pequeño menú que se encontraba en la mesa.
—Sólo un cappuccino de caramelo y una dona sin glaseado, por favor— respondo colocando el menú en su lugar. La señora asiente con la misma sonrisa de antes y se da media vuelta para después desaparecer en lo que parece ser la cocina.

Desvié la mirada de la señora y la volví hacia mi teléfono. Tenía un mensaje de mi madre.

Mamá: ¿Dónde estás?
Yo: En un café frente al parque, ¿Por?
Mamá: Sólo quería saber, no te vi en casa cuando llegué.

Bloqueé la pantalla y levanté la mirada encontrándome con una pelirroja con la vista fija en una vieja cámara. Tenía una media sonrisa en rostro y su pelo caía sobre sus hombros en ondas. Llevaba una camiseta negra con La sirenita en un estilo punk.
Fruncí el ceño preguntándome qué habría en aquella vieja cámara que la hiciera sonreír así. De pronto levanta la cabeza y me observa de la misma forma en que yo lo hacía, sólo que sonrojada, lo cual es gracioso, tenía un aspecto rudo pero estaba sonrojada.
Desvió la mirada y la volvió hacia la cámara, continuaba viendo fotos que la hacían sonreír y seguía preguntándome de qué eran aquellas fotografías.

La chica continuaba en la misma posición que antes cuando me levanté del lugar. Pero, ésta vez tenía una libreta y no la cámara, su sonrisa había desaparecido y ahora sólo se encontraba con los labios fruncidos en una línea.
Me volví a preguntar qué provocaba esa reacción en ella, y me molestaba, se supone que es su vida y que no debería estar interesado en ella. Suspiré y salí del local dejando la lluvia caer sobre mí. Hacía rato que había comenzado a lloviznar pero no me importaba, la lluvia es lo mejor que tiene la naturaleza y no estaría mal picar un resfriado, no tendría que ir a la escuela mañana.

"La inspiración había escapado y había dejado la frustración en su lugar". No preguntes el motivo pero me encantó esa frase  soy re rara xd
ok esa pequeña pista que pista más la introducción en tu firma me vuelve más loca de lo que estoy 
al principio pensé que era la madre, pero descarté la idea porque le envió un mensaje  tal vez sea la hermana, novia, prima asdfg no se y eso no me tranquiliza xdd
ya hicieron contacto  ahr ¡esto está genial! de verdad, me encanta esta idea  Espero que la continúes pronto

Capitulo tres{Ella

Llegué a casa totalmente empapada, creo que luego de que el chico del parque se fuera no había más nada que hacer en el café, lo único que estaba haciendo era torturarme con las cuentas que debía pagar. El tratamiento de mamá es uno de los más caros y no encuentro como si quiera pagarlo.
Podría buscar trabajo, pero estoy en la escuela y entre las tareas y el curso de fotografía no tendría tiempo para un trabajo de, ni siquiera, medio tiempo. Aunque, creo que lo mejor sería dejar el curso de fotografía, es gastar dinero del que no tengo.
Me quité los zapatos al segundo en que entré a mi habitación y los tiré debajo de la cama, me lancé sobre ella y observé el techo. Los últimos días me los he pasado de la escuela a la casa y de la casa al hospital, y eso me estresa. Últimamente no he podido si quiera ir al parque a fotografías al chico de cabello negro.
Lo sé, es un poco psyco que vaya a fotografiar a alguien que ni siquiera conozco, pero es que hay algo en él que me llama y me dice “tienes que conocerme”.
Suspiré y me levanté para poder ir a tomar un baño e ir de nuevo al hospital, hoy es la última noche de mi madre y debía ir organizar todo para mañana.

Las puertas automáticas se abrieron desde que puse un pie en el lugar. Cerré el paraguas y me dirigí hacia la habitación de mi madre, no sin antes saludar al grupo de enfermeras que tan amablemente nos han atendido en los últimos días.

—Hola mamá— saludé entrando a la habitación. El doctor se encontraba con ella y ambos conversaban animadamente.
—Hola, mi niña— dijo en respuesta. Sonreí y coloqué el paraguas a un lado de la puerta. Me dirigí hacia ella para besar su frente.
—Te traje un poco de espagueti— digo entrando mi mano en el bolso para sacar el envase que contenía los deliciosos espaguetis que a mi madre tanto le encantaban. Le entregué el envase y un tenedor para después sentarme, el doctor había salido en cuanto entré a la habitación.
—¿Cómo te fue hoy en la escuela?— pregunta llevándose un poco de pasta a la boca.
—Bien— respondí subiendo los pies a la camilla mientras me acomodaba en el sillón al lado de la ésta.
—¿Sólo bien?— En realidad no, todo había sido un desastre, no presté atención a las clases por pensar en ella, me gané detención, aunque no sea tan nuevo, y no he comido nada en todo por falta de apetito. Pero, no podía decirle todo eso, simplemente le caería mal y podría empeorar su estado.
—Sí, solo bien— me limité a decir con una pequeña sonrisa.

Duramos alrededor de una hora hablando hasta que se quedó completamente dormida. Me coloqué los audífonos y pulsé play dejando que Radiohead me hiciera sentir menos mal en estos momentos.
Aunque, a decir verdad, no era muy buena idea, Radiohead me hacía querer morir más de que vivir. Pero, sus letras son tan perfectas que no puedo evitar calmarme un poco con ellas.

Desperté por el fuerte ruido que emitía la pequeña máquina a la que mi madre estaba conectada. Su corazón había dejado de palpitar. Corrí hacia el pasillo gritándole al grupo de enfermeras que se encontraban al final de éste, todas corrieron hacia la habitación y sacaron una máquina del pequeño armario al lado de la camilla.

—Pequeña, por favor, llama al doctor, está en el 6 piso— asentí sin protestar y corrí al escritorio dónde se encontraban las enfermeras anteriormente. Tomé el teléfono y verifiqué la lista de números que yacía al lado del mismo. Marqué el número del 6to piso y esperé a que contestaran, 2 tonos después.
—Necesito al Dr. Snow, es una emergencia— digo apenas entendible.
—¿Qué sucede?— ¿Por qué demonios siempre deben preguntar eso? Supongo que si llaman es porque es una emergencia.
—Anastacia Greece tuvo una decaída— respondo.
—Ya va en camino— asiento como si me estuvieran viendo y cuelgo el teléfono. Corro de vuelta a la habitación y encuentro 4 enfermeras sosteniendo a mi madre mientras una le da electroshocks.

Segundos después el doctor aparece a mis espaldas y pide a las enfermeras que me saquen del lugar, pero me niego mientras observo a mi madre volverse cada vez más pálida.
Dos de las enfermeras me toman por ambas manos y me sacan de la habitación provocando que callera sobre mi trasero. Cierro los ojos y las lágrimas comienzan a rodear mis mejillas, una detrás de la otra, como si fuese una carrera hasta llegar al mentón y desaparecer.
Me reúso a ver como mi madre cae en los brazos de la muerte así que me levanto y salgo corriendo del lugar. No podría ver a la única persona que ha cuidado de mí muriendo, escapando de mí sin retorno.
Ambas puertas se abren dejándome salir sin problema alguno, todavía llovía pero aun así no me moleste en volver y taparme. Corrí hacia el parque esperando allí encontrar un poco de tranquilidad para poder llorar sin que nadie me viese y no pensar en que mi madre quizás no esté cuando vuelva al hospital.
De repente, mientras cruzo la avenida que dividía la ciudad del parque, una luz se hace presente más fuerte de lo que debería ser, una bocina suena y siento mi corazón acelerarse al ver el auto tan cerca de m. Sin dejarme oportunidad de escapar.    

holis perdón, me había ido de vacaciones y llegué recién ayer así que me estoy poniendo al día
noo, que feo u.u Son decisiones difíciles pero es triste que tenga que dejar el curso de fotografía aunque es totalmente comprensible u.u
OSEA NO para, yo comento a medida que leo y eso último me dejo en shock
No no no no no no no ¿primero la madre y ahora ella? Vas a hacer que me agarre un ataque
necesito que la sigas yo quiero que venga Dix a salvarla
esto es demasiado, es hermosa esta historia chau, al tercer capítulo ya me enamoré

Capitulo cuatro{Él

Salí del auto a toda prisa. El corazón parecía querer salirse de su lugar y, por un momento, se detuvo al ver la chica tirada en el suelo, me agaché con el corazón aún en el estómago y quité el cabello de su rostro. Arrugué el entrecejo y tomé el teléfono para llamar a emergencias pero la chica de pelo rojo se movió, al parecer no la había matado. Suspiré de alivio y mi corazón volvió a su lugar.

—¿Qué demonios?— susurra intentando reponerse. La tomo de ambas manos y la ayudo a sentarse.
—Lo siento— digo rascándome la parte de atrás de la cabeza. Sus ojos se achicaron y pude notar las pequeñas arrugas de estrés que se forman en éstos.
—¿Qué sientes?— pregunta llevándose una mano a la cabeza. Al parecer le dolía ¿Y si perdió la memoria? ¿O le provoqué un derrame cerebral? Okey, Dix, cálmate, si tuviera un derrame no hablara.
—Casi matarte— contesto. Ella ríe secamente e intenta levantarse pero falla. La sostengo y ayudo a apoyarse del auto.
—No lo sientas— dice mirando a sus pies.
—Te llevaré al hospital, sube al auto— ella levanta la mirada y puedo ver lágrimas tratando de escapar de sus ojos, pero las retiene no queriendo llorar frente a mí —¿Qué sucede?—
—No es nada— dice apenas audible. Intenta reincorporarse pero falla una vez más, así que la llevo al auto y nos ponemos en marcha hacia el hospital.

Sus ojos estuvieron en la ventana todo el camino hacia el hospital, su pierna derecha no paraba de moverse, parecía algo así como un tic nervioso. La observé por el rabillo del ojo, su cabello cubría su rostro, otra vez, por lo que no podía descifrarla.
Volví la vista al camino. Una vez más llevaba una camiseta de La sirenita, solo que esta vez no era un estilo punk, sino hipster y me pareció tierno, es decir, es casi una adulta pero no duda en ponerse camisetas de princesas.
Una pequeña risa salió de mis labios, una en mucho tiempo, ganándome una mirada de su parte. Su entrecejo estaba unido y su nariz estaba un poco arrugada, lo cual la hacía mucho más tierna de lo que ya la había imaginado.
Negué con la cabeza haciéndole saber que no era nada importante y ella volteó su rostro una vez más, estaba perdida en sus pensamientos, como lo estaba hace un par de horas en el café y me volví a preguntar qué la perturbaba tanto.
Llegamos al hospital y aparqué el auto justo en la entrada para darle a la pelirroja la oportunidad de salir más fácil. Salí del auto y lo rodeé abriendo su puerta y tomándola del brazo para que no se fuese a caer, no quería ser responsable de dos accidentes en menos de diez minutos.   
La llevé hacia adentro donde un par de enfermeras nos atendieron. Ambas la llevaron hacia la sala de emergencias, donde un doctor la atendería. La acompañé todo el tiempo para asegurarme de que estuviera bien.

—¿Qué tenemos aquí?— murmura un señor de edad mayor, con canas en el cabello y un portapapeles en su mano.
—Lo siento, es mi culpa, iba concentrado en otra cosa y no me di cuenta que iba cruzando— digo. Su mirada cayó sobre mí en una milésima de segundo.
—Bien, espero que no haya sido en tu teléfono— niego con la cabeza al ver la mirada de reproche que tenía el doctor —Nicolette, ¿Estás mal de la cabeza? ¿Cómo se te ocurre salir así, a esta hora de la noche y con éste clima?— ésta vez iba dirigido hacia la pelirroja. Nicolette, hermoso nombre. Sonreí a medias observando cómo volvía a unir el entrecejo y arrugar su nariz.
—Disculpe si no quería ver a mi madre morir— dice con tanta indiferencia que dolía escucharla. El doctor negó con la cabeza al escuchar las palabras de la pelirroja.
—Ella no murió pequeña, sólo tuvo una decaída— sus ojos parecieron ver la luz cuando el doctor dijo aquello. Sus hombros se relajaron y su entrecejo y nariz volvieron a la normalidad.

Se bajó de la camilla y salió corriendo-cojeando de la sala de emergencias. Intenté salir detrás de ella para que no le fuese a pasar nada malo pero el doctor detrás de mí me sujetó de la mano y negó con la cabeza dejándome saber que debía dejarla ir.
Quizás sólo necesitaba un momento a solas, según escuché, su madre había tenido una decaída pero, ¿De qué? ¿Qué había provocado aquella decaída?

Me tiré en la cama desde el momento en que llegué a mi habitación. Había tenido que pasar por el supermercado luego del hospital a comprar algunas cosas para mi madre por lo que ya eran casi las doce de la noche.
Observé el techo mientras sonaba The Beatles en el pequeño radio de la mesita de noche.  Hey, Jude, don’t make it bad, take a sad song and make it better canté por lo bajo, dejándome llevar por la melodía de una de mis canciones preferidas de la banda británica.
Moví la cabeza al ritmo de la música, cerré los ojos y me dejé caer por el sueño que tenía días sufriendo.