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"El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Holaa !!
Nueva Lectora espero que no te moleste ...
Debo decirte que me encanto la trama esta genial, y ahora me quiero leer el libro!
Muy buena :3
Nueva Lectora espero que no te moleste ...
Debo decirte que me encanto la trama esta genial, y ahora me quiero leer el libro!
Muy buena :3
MariahLozanoJB
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Nueva lectora :cheers: espero que la sigas e? Bueno xau
PD:todos los capis que as puesto han estado muy como decirlommmmm,........no tengo palabras
PD:sigue la
Xau
PD:todos los capis que as puesto han estado muy como decirlommmmm,........no tengo palabras
PD:sigue la
Xau
marts1
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Muy buen capitulo, espero y actualices pronto me encanto :cherry:
Besos&abrasos
- Elizabeth J.M.
Besos&abrasos
- Elizabeth J.M.
Invitado
Invitado
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Continua,
Ese Nick Jonas -.- En fin, es la triste realidad del ahora.
Un abrazo :hug: , me encantaron los dos capitulos n___n
Ese Nick Jonas -.- En fin, es la triste realidad del ahora.
Un abrazo :hug: , me encantaron los dos capitulos n___n
Lisy
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
ATENCIÓN
Se que no he puesto ningún capitulo pero últimamente he andado un poco depre :(, pero hoy les pondré dos capítulos más solo los edito y subo :) gracias por sus comentarios y sobre todo por pasar de pagina tan rápido :p bueno les mando muchos besos y en seguida me pongo a editar
Se que no he puesto ningún capitulo pero últimamente he andado un poco depre :(, pero hoy les pondré dos capítulos más solo los edito y subo :) gracias por sus comentarios y sobre todo por pasar de pagina tan rápido :p bueno les mando muchos besos y en seguida me pongo a editar
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
ME ENCANTO
ESTOY LLORANDO
SIGUELAAA
QUE LA AMO
FUE TAN AHSKFGLD
ESTOY LLORANDO
SIGUELAAA
QUE LA AMO
FUE TAN AHSKFGLD
Invitado
Invitado
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
HOLA! soy nueva ya lei esta historia pero la original y WOOW me encanto, PERO ES AUN MEJOR LEERLA CON TOM! la amo me encanta asi que sigue sigue y si puedes para quitarte la depre pasate por mi nove saludoooooooooos!
@dannlopezg
@dannlopezg
dannielaa
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Tres
Me sentía perdida. Necesitaba esconderme. Escapar.
Sólo se me ocurrió un remedio para aliviar el dolor. Recurrí a los únicos cuatro chicos que nunca me fallarían. Los únicos cuatro chicos que jamás me partirían el corazón, que no me decepcionarían.
John, Paul, George y Ringo.
Lo entenderá cualquiera que se haya aferrado a una canción como a un bote salvavidas. O que haya puesto una canción para despertar un sentimiento, un recuerdo. O que haya hecho sonar mentalmente una banda sonora para ahogar una conversación o una escena desagradable.
En cuanto regresé a mi habitación, destrozada por el rechazo de Nick, subí el volumen de mi estéreo hasta tal punto que la cama empezó a temblar. Los Beatles habían sido siempre una especie de manta reconfortante que me aportaba seguridad. Formaban parte de mi vida incluso antes de que naciera. De hecho, de no haber sido por los Beatles, no habría llegado a nacer.
Mis padres se conocieron la noche en que John Lennon murió de un disparo, junto a un altar improvisado en un parque de Chicago. Ambos eran fans de los Beatles de toda la vida, y con el paso del tiempo decidieron que no tenían más remedio que llamar a sus tres hijas con los nombres de tres canciones del grupo: Lucy in the Sky with Diamonds, Lovely Rita y _______.
Eso sí, mis dos hermanas mayores tuvieron la suerte de que les pusieran segundos nombres corrientes, pero a mí me otorgaron el título completo de Lennon y McCartney:_______. Incluso nací el 7 de febrero, aniversario de la primera visita de los Beatles a Estados Unidos. No creía que fuera una casualidad. No me habría extrañado que mi madre se hubiera negado a empujar para que yo naciera en esa fecha concreta.
Casi todos los viajes familiares tenían como destino la ciudad de Liverpool, en Inglaterra. En todas nuestras felicitaciones de Navidad aparecíamos recreando la portada de un disco de los Beatles. Aquello debería haberme incitado a la rebelión. En cambio, los Beatles se convirtieron en parte de mí. Ya me sintiera feliz o desdichada, sus letras, su música me suponían un consuelo.
Ahora, traté de sofocar las palabras de Nick con una explosión de Help! Mientras tanto, recurrí a mi diario. Al cogerlo, el ejemplar encuadernado en piel se notaba pesado, cargado por los años de emociones que contenían sus páginas. Lo abrí e inspeccioné las entradas, casi todas con letras de los Beatles. A cualquier otra persona le habrían resultado asociaciones absurdas; pero, para mí, el significado de las letras iba mucho más allá de las palabras. Eran instantáneas de mi vida: de lo bueno, lo malo y lo relacionado con los chicos.
Cuánto sufrimiento. Me puse a examinar mis relaciones anteriores.
Dan Walker, de segundo de bachillerato y, según Tracy, mejor «un tío bueno». Salimos cuatro meses, cuando empecé cuarto de secundaria. Las cosas comenzaron bastante bien, si por «bien» se entiende ir al cine y a tomar pizza los viernes por la noche con el resto de las parejas de la ciudad. Al final, Dan empezó a confundirme con el personaje de la película Casi famosos, también llamado _______. Era una groupie empedernida, y a Dan se le metió en su cabeza hueca que, si tocaba a la guitarra Stairway to Heaven, me rendiría. No tardé mucho en darme cuenta de que el atractivo físico no conlleva necesariamente las dotes de un buen guitarrista. Una vez que se hubo percatado de que mis bragas seguían en su sitio, Dan cambió de melodía.
Después vino Derek Simpson, quien —estoy convencida— sólo salió conmigo porque pensaba que mi madre, farmacéutica, le podía conseguir pastillas.
Darren McWilliams no fue mucho mejor. Empezamos a salir justo antes de que este verano me entrara la locura por Nick. Parecía un tipo encantador hasta que le dio por frecuentar a Laura Jaworski, quien resultó ser una buena amiga mía. Acabó quedando con las dos el mismo día. No se le ocurrió que compararíamos nuestras agendas.
Dan, Derek y Darren. Y sólo en cuarto de secundaria. Me engañaron, me mintieron y me utilizaron. ¿Qué lección aprendí? La de mantenerme alejada de los chicos cuyo nombre de pila empiece por «D», ya que todos ellos eran el diablo personificado.
Puede que el verdadero nombre de Nick fuera Dante el Destructor de Deseos. Porque era diez veces peor que los tres «D» juntos.
Aparté el diario a un lado. Estaba furiosa con Nick, es verdad. Pero, sobre todo, estaba furiosa conmigo misma. ¿Por qué me presté a salir con ellos? ¿Qué saqué de aquellas relaciones, aparte de un corazón destrozado? Yo era más inteligente que todo eso. Tendría que haberlo sabido.
¿En serio quería seguir siendo utilizada? ¿Es que había alguien ahí fuera que mereciera la pena?
Había creído que Nick sí merecía la pena, pero estaba equivocada.
Cuando me levanté para llamar a Tracy —tenía que compartir mis penas con ella—, algo me llamó la atención. Me acerqué a mi póster preferido de los Beatles y empecé a pasar los dedos por las letras: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Había contemplado aquel póster día tras día durante los últimos siete años. Había escuchado aquel álbum, uno de mis favoritos, cientos de veces. Era como si, para mí, siempre hubiera sido una única palabra muy larga: SgtPepper’sLonelyHeartsClubBand. Pero ahora tres términos se desligaban del resto, y descubrí en la expresión algo completamente nuevo.
Lonely.
Hearts.
Club.
Entonces, sucedió.
Algo relacionado con aquellas palabras.
Lonely. Hearts. Club.
Club. Corazones. Solitarios.
En teoría, podría sonar deprimente. Pero en aquella música no había nada deprimente.
No, este Club de los Corazones Solitarios era justo lo contrario a deprimente. Era fascinante.
Había tenido la respuesta delante de mis ojos, desde el principio. Sí, había encontrado una manera para que dejaran de engañarme, de mentirme, de utilizarme.
Dejaría de torturarme al salir con fracasados. Disfrutaría de los beneficios de la soltería. Por una vez, me concentraría en mí misma. Primero de bachillerato iba a ser mi año. Todo giraría alrededor de mí, _______ Bloom, fundadora y socia única del Club de los Corazones Solitarios.
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
COME TOGHETER
“… you've got to be free…”
“… you've got to be free…”
Cuatro
Los chicos habían muerto para mí. La única pregunta era: ¿cómo no se me había ocurrido antes?
Sabía que la idea era una genialidad; pero me habría gustado que mi mejor amiga dejara de mirarme como si me hubiera fugado de una institución para enfermos mentales.
—____, sabes que te quiero, pero…
«Ya empezamos».
Estábamos celebrando una reunión de emergencia (con los correspondientes palitos de queso empanados, imprescindibles para superar rupturas) en nuestra cafetería habitual, menos de una hora después de mi golpe de inspiración. Tracy dio un sorbo de su batido mientras asimilaba mi perorata sobre los problemas que los chicos me habían causado a lo largo de los años. Ni siquiera había llegado al asunto del club ni a mi decisión de no volver a salir con nadie.
—Sé que estás disgustada, y con razón —dijo Tracy—. Pero no todos los chicos son malos.
Puse los ojos en blanco.
—¿De verdad? ¿Quieres que repasemos tus listas de los dos últimos años?
Tracy se hundió en el asiento. Año tras año elaboraba un listado de los chicos con los que quería salir. Se pasaba el verano sopesando sus opciones antes de redactar la lista para el curso escolar, y clasificaba a cada uno por un orden de preferencia basado en la relación entre el aspecto físico, el grado de popularidad y (otra vez) el aspecto físico.
Sin lugar a dudas, aquella lista causaba más sufrimiento del que se merecía. Hasta el momento, Tracy no había salido ni una sola vez con ninguno de los candidatos. De hecho, nunca había tenido novio. No se me ocurría por qué. Era guapa, divertida, inteligente y una de las amigas más leales y fiables que se pudiera querer. Pero, como si yo necesitara otro ejemplo de por qué los chicos apestaban, ninguno de los alumnos del instituto McKinley parecía darse cuenta de que tenía madera de novia.
«Mejor para ella», pensaba yo. Pero Tracy lo veía de otra manera.
—No sé de qué me hablas —respondió.
—Vale. ¿Me estás diciendo acaso que no tienes una lista nueva, preparada para la inspección?
Tracy trasladó su bolso a la silla que tenía al lado.
Por descontado que tenía otra lista. Sólo nos quedaban unos días para empezar primero de bachillerato.
—Lo que tú digas —respondió, ofendida—. Me figuro que debería tirar esa lista a la basura ya que, según tú, todos los hombres son imbéciles.
Sonreí.
—Empezamos a entendernos. ¡Vamos a quemarla!
Tracy soltó un gruñido.
—Has perdido la cabeza, está claro. ¿Te importa ponerte seria un momento?
—Ya estoy seria.
Ahora le tocó a Tracy poner los ojos en blanco.
—Venga ya. No todos los solteros de este planeta son seres despreciables. ¿Qué me dices de tu padre?
—¿Y qué me dices de Thomas Grant? —contraataqué yo.
Tracy se quedó boquiabierta.
Lo admito, puede que me pasara un poco. Thomas había estado en la lista del curso anterior. Tracy se había pasado un semestre entero coqueteando con él en la clase de Química. Por fin, Thomas le había preguntado si tenía algo que hacer el fin de semana. Tracy estaba exultante… hasta que una hora antes de la cita, Thomas le envió un mensaje por el móvil en el que decía que le había «surgido» algo. Después, no le hizo el menor caso durante el resto del curso. Ni una explicación, ni una disculpa. Nada.
Típicamente masculino.
—¿Y Kevin Parker? —presioné.
Tracy me lanzó una mirada asesina.
—Bueno, no tengo la culpa de que no sepa que existo.
El primer nombre de la lista de Tracy siempre era el mismo: Kevin Parker, alumno de último curso y jugador de fútbol americano sin igual. Por desgracia, Kevin nunca había dado señales de estar al tanto de que Tracy estaba viva. Cuando yo salía con Derek, invité a Kevin y a sus amigos a mi casa con el único propósito de que llegara a conocer a Tracy. Pero no le prestó la menor atención. Una de las pocas razones por las que aguanté tanto tiempo con Derek fue porque Tracy necesitaba su dosis diaria de Kevin Parker.
El simple hecho de pensar en aquella lista y en lo mucho que influía en la felicidad de mi mejor amiga me provocaba ganas de arrebatársela del bolso y romperla en mil pedazos. Porque sabía que tendría que ir tachando los nombres uno a uno y acabaría hecha un mar de lágrimas.
Tracy exhaló un suspiro y, luego, recobró la compostura.
—Este curso va a ser distinto, mejor —juró—. No sé, tengo una corazonada, en serio —sacó la lista y empezó a contemplar pensativamente los aspirantes del año.
¿De verdad me había creído que Tracy iba a entender mi necesidad de acabar con los chicos? Ella sólo pensaba en quedar con ellos.
Me di por vencida… de momento.
Tracy no era la única que tenía una corazonada acerca del nuevo curso.
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Cinco
Primer día de clase. Aún no había llegado al instituto y ya tuve que enfrentarme al enemigo. No se trataba de; Nick se había marchado. Pero era alguien de su bando.
—¡Uf! ¿Te puedes creer que mi hermano pequeño ya va al instituto? —Tracy señaló el asiento posterior de su coche, donde su hermano Mike hacía sonar un iPod a todo volumen—. Y ¿sabes, ____? No veo que tenga cuernos de diablo en lo alto de la cabeza.
—Todavía —le dediqué una sonrisa arrogante.
El pequeño Mikey Larson era un alumno de tercero de secundaria…, un chico…, uno de ellos.
Me pregunté cuándo empezaría a actuar como el resto de los alumnos del McKinley. ¿Existiría una especie de aula secreta en la que enseñaban a los chicos a convertirse en tíos buenos con la cabeza hueca?
Cuando Mike se bajó del coche de Tracy, no pude evitar fijarme en que se parecían más que nunca, con su pelo rubio oscuro, sus ojos color avellana y su óvalo de la cara en forma de corazón.
Tracy me miró de arriba abajo.
—Pen, esos zapatos son increíbles. Hoy estás deslumbrante —se aplicó una nueva capa de brillo de labios mirándose en el espejo retrovisor—. ¿Decidida a impresionar a alguien en particular?
Solté un gruñido.
—No. Quería estar guapa para mí, nada más.
La mirada que me lanzó dejaba claro que no se lo creía.
Me daba igual. Iba a ser el comienzo de un curso alucinante. Abrí la puerta del instituto, emocionada por empezar el año escolar sin toda aquella locura de los chicos.
La sonrisa en mis labios se desvaneció a toda prisa, pues la primera persona que me encontré fue Dan Walker, que llevaba la cazadora con las iniciales del instituto que me había «prestado» cuando salíamos. Qué oportuno ser recibida por un recordatorio de antiguos novios terribles. Menos mal que Nick estaba en Chicago, a kilómetros de distancia. Doblé la esquina para alejarme de Dan y vi a Kevin Parker, quien, al parecer, seguía siendo demasiado creído como para dirigirle la palabra a Tracy.
Mi frustración fue en aumento según iba inspeccionando a mis compañeros de clase. Había recorrido aquellos pasillos en miles de ocasiones, pero me daba la sensación de haber abierto los ojos por primera vez. No veía más que chicas que se desvivían por ligar con chicos, parejas que caminaban de la mano, chicos que… Bueno, chicos a secas: escandalosos, detestables, engreídos. No buscaban a las chicas; las chicas los buscaban a ellos.
Noté una vibración en mi bolso y saqué el móvil. Me detuve en seco y Brian Reed se chocó contra mí.
—¡Cuidado! —vociferó mientras su novia, Pam, me lanzaba una mirada furiosa. A Dios gracias, no les era posible ir cogidos de la mano las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Salí de mi aturdimiento. Estaba convencida de que tenía que haber un error. Pero no: el teléfono, cruelmente, confirmaba la verdad. Era un mensaje de Nick. Cómo no, había encontrado una manera de torturarme aun sin estar cerca de mí.
Que tengas un buen primer día de clase.
¿Cómo? En primer lugar, sabía que yo no le hablaba. En segundo lugar, sólo habían transcurrido dos semanas, ¿pensaba acaso que se me había olvidado? En tercer lugar, el mensaje no podía haber sido más patético. Lo borré y guardé el móvil en mi bolso de un empujón.
Me negué a permitir que Nick Jonas arruinase un solo día más de mi existencia.
—¡Bloom, te has metido en un buen lío! —Tom Felton estaba apoyado en su taquilla, con los brazos cruzados y una sonrisa traviesa en los labios.
Genial. No estaba de humor para hacer caso de sus estupideces.
—¿Qué pasa? —pregunté con impaciencia mientras abría mi taquilla, a tres puertas de la suya.
Tom se quedó mirándome, desconcertado.
—Mmm, no importa —cogió mi horario de clases, en lo alto de mi pila de libros.
Tom Felton era uno de esos chicos con una novia pegajosa cuya vida giraba en torno a él. Se trataba del mayor cliché del instituto: un destacado atleta con buenas notas que, mira por dónde, también era guapísimo. De constitución delgada, superaba el metro ochenta de estatura; tenía unos ojos azules increíbles, y siempre se estaba pasando las manos por el pelo, negro y ondulado. Naturalmente, también era uno de los mayores conquistadores del instituto. Tiempo atrás, yo solía sucumbir a sus encantos; pero esta vez no me apetecía seguir alimentando su ego.
Era un chico. Un chico en toda regla. No me habría extrañado que ocultara cadáveres de niños y de cachorros en su taquilla.
Me costó reconocerlo sin Diane Monroe pendiente de sus movimientos. Tom y Diane llevaban saliendo toda la vida. Bueno, en realidad, empezaron en primero de secundaria; pero en el instituto eso significaba desde siempre. Diane era la clásica novia para un triunfador del estilo deTom: larga melena rubia y brillante, ojos azul translúcido, cuerpo esbelto en plan modelo y siempre, absolutamente siempre, impecable: la clásica animadora / presidenta del Consejo de Alumnos.
— ¡Vaya! Por lo que se ve, sólo coincidimos en Historia Universal —me estaba diciendoTom—. Todd también está en esa clase. Apesta a tope.
—Sí, apesta —no intenté disimular la nota de sarcasmo en mi voz.
— ¡Hola!
Miré pasillo abajo y divisé nada más y nada menos que a la señorita Diane Monroe, que caminaba en nuestra dirección con una enorme sonrisa plasmada en el rostro. Debía de tener una especie de sexto sentido que le advertía de que Tom estaba hablando con otra chica. Traté de no poner los ojos en blanco mientras sacaba los libros de la taquilla.
— ¡Feliz primer día de clase! —exclamó.
Cerré la taquilla de un golpe y me dispuse a encaminarme a la clase de Español, pero me encontré el paso bloqueado por Diane, parada frente a mí con una sonrisa que se acrecentaba por momentos, lo que, de alguna manera, me resultaba inquietante.
—Eh,________ —dijo—. ¿Qué tal el verano? —sus ojos prácticamente lanzaban chispas de entusiasmo. Me entraron ganas de vomitar.
Me quedé mirándola, desconcertada. ¿Por qué me hablaba? No nos habíamos dirigido la palabra desde hacía siglos.
—Eh, hola, Diane —no entendía por qué todo el mundo sentía la necesidad de sacar a relucir el verano el primer día de clase. Resultaba irritante. El verano había terminado. No hacía falta pensar en él. Nunca más.
—Bueno, ¿es que no notas nada? —Diane empezó a girar sobre sí misma. Todo en ella resultaba perfecto; es decir, no se habían producido grandes cambios. De modo que me limité a encogerme de hombros—. ________ —Diane parecía estupefacta—. Mi conjunto. ¿Es que no te acuerdas?
Examiné la ropa que llevaba: chaqueta ceñida de tela vaquera, camiseta de lentejuelas negras, minifalda de volantes rosa y sandalias rosa con tacón de diez centímetros. Encogí los hombros otra vez. Era evidente que no me acordaba.
—¡_______! —Diane se abrió la americana para dejar al descubierto la camiseta de lentejuelas, que llevaba un logotipo de los Beatles—. Y ahora, ¿te acuerdas? Siempre nos poníamos una camiseta de los Beatles el primer día de clase.
Me quedé boquiabierta. Sí, claro, cuando teníamos diez años… y nos hablábamos.
—Mmm, lo siento —me disculpé—. Ha pasado mucho tiempo.
Los hombros de Diane se hundieron ligeramente. No le había ofrecido la respuesta con la que había contado.
¿Qué esperaba? La última vez que yo había seguido el ritual del primer día de clase fue en segundo de secundaria. El día en que llegué tarde al instituto porque Diane no pasó a buscarme, como hacía siempre. El día en que a mi mejor amiga se le olvidó ponerse una camiseta de los Beatles. Y resultó que ese día, por fin, me di cuenta de que nuestra amistad había terminado. Habíamos sido las mejores amigas durante casi diez años. Nuestras madres se habían conocido en un club de lectura cuando ambas usábamos pañales y decidieron reunirnos de vez en cuando para que jugáramos. Su madre nos recogía al salir de clase y nos llevaba al parque, o íbamos a mi casa y correteábamos en el jardín de atrás.
Pero nada de eso importaba ya. A Diane no volvió a interesarle ninguna otra cosa desde el momento en que Tom entró en escena.
Diane decidió que en su vida sólo existía espacio para una persona.
Tenía que elegir entre su mejor amiga y su novio.
Adivina por quién se decidió.
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Seis
Me alejé de Tom y de Diane a la mayor velocidad posible, antes de que se convirtieran en «Dianey-Tom» en mitad del pasillo. Pero el nombre de Diane volvió a surgir durante el almuerzo.
—Imagina quién ha intentado charlar conmigo en Biología, y también en Francés, como si fuéramos amigas —me comentó Tracy mientras nos dirigíamos a la cafetería al acabar las clases de la mañana—. Diane Monroe, ¿te lo puedes creer? Debe de estar maniobrando para conseguir votos para que la nombren reina en la fiesta de antiguos alumnos.
—Sí, actúa de forma rara —coincidí.
—Puf, no la soporto.
Tracy nunca había sido una gran fan de Diane, la verdad; pocas chicas en el instituto lo eran. Tal vez fuera por su apariencia perfecta, o por el hecho de que sobresalía en todos los aspectos.
Pero aquello no eran más que pequeñas envidias.
En realidad, había una única persona en el McKinley que contaba con una razón de peso para odiar a Diane Monroe.
Yo.
Por si no resultaba lo bastante malo que fuera el prototipo de «chica-que-abandona-su-identidad-por-culpa-de-un-chico», también me había abandonado a mí. Yo siempre había considerado que las chicas que renuncian a sus amigas cuando un chico se interesa por ellas son patéticas. Pero cuando me convertí en una de esas amigas, descubrí lo mucho que dolía.
Otro ejemplo más de cómo los chicos habían arruinado mi vida. Por si no tuvieran bastante con tratarme como si fuera basura, me robaban a las amigas.
Aunque odiaba la lista de Tracy por lo mucho que le hacía sufrir, por lo general me alegraba en secreto cuando resultaba ser un fracaso. No quería perder a Tracy de la misma manera en que había perdido a Diane.
Una vez que hubimos sorteado la larga cola de desconcertados alumnos de tercero que aún no estaban al tanto del veneno que servían en la cafetería, Tracy y yo nos sentamos a nuestra mesa del almuerzo, la misma del curso anterior. Nuestras amigas Abby y Kara no tardaron en llegar.
—Eh, chicas —nos saludó Abby mientras ella y Kara tomaban asiento—. Mis padres me están dando la paliza para que elija más actividades extraescolares de cara a la solicitud para la universidad. ¿Os lo podéis creer? Ya tengo que empezar a preocuparme por la universidad. ¡Pero si acabamos de empezar primero de bachillerato!
Las cuatro asentimos con la cabeza. Kara se rebulló, incómoda, y jugueteó con su manzana mientras las demás nos lanzábamos a nuestros respectivos almuerzos. Costaba no darse cuenta de que había adelgazado aún más durante el verano, si es que era posible. Prácticamente desaparecía dentro de su sudadera gris con capucha, del instituto McKinley.
De pronto, el cuerpo de Kara se clavó en la mesa por culpa de una chica bajita, de pelo rizado, que debió de resbalarse en el suelo. Estrelló su bandeja contra la cabeza de Kara y su bebida se le derramó a nuestra amiga por el hombro.
— ¡Oh, no! —Gritó la chica—. ¡Mi refresco!
Conmocionadas, nos quedamos mirando mientras la desconocida recogía su vaso de plástico y examinaba su ropa, ignorando a Kara por completo. En mi vida había visto a aquella chica, por lo que me imaginé que sería de tercero. Nunca se me habría pasado por alto, aunque no podía medir más de metro y medio. Todo en ella resultaba exagerado. Las uñas acrílicas pretendían pasar por una manicura francesa; el pelo, castaño oscuro, tenía un exceso de mechas rubias; llevaba las cejas depiladas al máximo y los labios, demasiado perfilados. Vestía una diminuta minifalda vaquera y top de encaje. En otras palabras, daba la impresión de que se disponía a contonearse por la pasarela, y no a almorzar en la cafetería del instituto.
—¿Estás bien?—Abby le entregó a Kara unas servilletas para que se secase.
—¡Ash-ley! —Gritó la chica a su amiga—. ¿Me he manchado la camiseta?
Tracy giró la cabeza de golpe.
—Perdona, ¿qué tal si le pides disculpas a mi amiga, a la que acabas de poner como una sopa?
La chica se quedó mirando a Tracy como si ésta le estuviera hablando en un idioma extranjero.
—¿Cómo dices? Se me ha caído el refresco.
Tracy le lanzó su particular «mirada asesina»: ojos entornados en forma de diminutas rendijas, labios fruncidos y expresión de la furia más absoluta.
—Sí, se te ha caído el refresco… encima de mi amiga. ¿Sabes lo que es una disculpa?
La chica, molesta, abrió la boca. Masculló algo que, me imagino, se suponía que era una disculpa (sonó más bien a una pregunta: «¿Per-dón?») y se alejó.
Tracy volvió a sentarse.
—Increíble. El primer día de clase y estos de tercero ya se creen los dueños del instituto. Qué barbaridad, mirad la mesa a la que van.
Había una hilera de mesas junto a los ventanales que invariablemente ocupaban los deportistas y las animadoras, incluyendo al infame y elitista grupo de Los Ocho Magníficos: Tom Felton y Diane Monroe, Brian Reed y Pam Schneider, Don Levitz y Audrey Werner, Todd Chesney y una de sus numerosas novias rotatorias.
Tracy y yo nos contábamos entre las pocas chicas de nuestra clase que no se habían sentado a aquella mesa en calidad de novia provisional de Todd. Nunca me había apetecido formar parte de aquella demente versión del Arca de Noé, donde sólo sobrevivías si formabas pareja con un miembro del sexo opuesto. Si tuviera que elegir entre salir con Todd y perder el barco, estaría plenamente decidida a ahogarme.
Tanto Kara como Abby habían salido con Todd. En el caso de Abby fue en segundo de secundaria, y Todd se dedicaba a contar mentiras al equipo de baloncesto sobre hasta dónde había llegado con ella. Una vez que la hubo abandonado, Abby se fue haciendo cada vez más popular entre los chicos de la clase, hasta que cayó en la cuenta de que era porque la tomaban por una chica fácil.
Habría cabido imaginar que Kara aprendería de los errores de Abby. Pero no. Todd se las arreglaba para desbaratar el sentido común de cualquier chica. Kara había pensado que, en su caso, sería diferente, así que se lanzó al agua… para después descubrir que una tal Tina McIntyre nadaba en la misma piscina y al mismo tiempo.
No podía evitar preguntarme por qué un chico conseguía encontrar dos chicas estupendas con las que salir simultáneamente, cuando nosotras las chicas no éramos capaces de encontrar un solo chico pasable.
El rostro se me encendió al recordar la cantidad de problemas que Todd había causado; no sólo con Morgan y Kara, sino con prácticamente la mitad de nuestra clase. Jamás entendí el poder que ejercía sobre las chicas. Era el típico atleta estúpido: un tipo grande con el pelo rubio oscuro cortado a maquinilla y ropa que siempre ostentaba los logotipos de al menos dos equipos deportivos.
Al pensar en Todd caí en la cuenta de que yo no era la única chica del McKinley que se podría beneficiar de un boicot al sexo masculino.
Aquellas fastidiosas alumnas de tercero se le estaban echando encima, y él lo disfrutaba al máximo.
—Los chicos son idiotas —declaré, prácticamente a gritos.
Una risa escapó de la garganta de Tracy.
—Venga ya, ¡como si no te pasaras la vida coqueteando con Tom y Todd!
¿Como si no QUÉ?
—Pero ¿qué dices?
—¿Me tomas el pelo? Cuando estás con Tom te pones a ligar como una loca.
Sí, bueno; eso era la antigua _______. La nueva _______ había dejado de ligar. Me habría encantado no tener que hablar con ningún chico durante el resto del curso.
—Los chicos de Los Ocho Magníficos no son el problema —apuntó Abby—. Esas chicas son superficiales y no tienen nada (repito: nada) de que hablar, aparte de sus novios.
—Bueno —repuso Kara—. Diane siempre es amable conmigo. Pero Audrey y Pam son unas creídas.
Abby dirigió una mirada indignada hacia aquella mesa.
—Venga, por favor. Podrán ser animadoras y salir con los mejores atletas (¡menudo aburrimiento!); pero la verdad es que no le caen bien a nadie. ¿Y sabéis lo más ridículo de todo? Que a los de ese grupo, supuestamente el de los más populares, los desprecian casi todos los alumnos. Cada vez que son amables con alguien que no pertenece al grupo es siempre, siempre, porque andan buscando algo.
— ¡Exacto! —Intervino Tracy—. Hoy mismo, en clase, Diane pretendió ser mi mejor amiga del alma. Y para colmo, intentó lo mismo con ____, esta mañana.
Abby asintió.
—Exacto. Salta a la vista que quiere algo.
—Sí. Bueno, pues sea lo que sea —dijo Tracy, volviendo la mirada hacia la mesa de Los Ocho Magníficos—, os aseguro que no lo va a conseguir.
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
CHICAS
Les he dejado 4 capítulos, espero que los hayan disfrutado al igual que yo, disculpen enserio la demora pero han surgido ciertos contratiempos que no me han permitido subirlos.
Me gusta que hayan nuevas lectoras BIENVENIDAS :) y también a las lectoras fantasmas, porque me imagino que hay, yo he sido lectora fantasma en muchas novelas :P me encantaría que comenten que les parecen los capítulos, que emociones les provocan, si les gustan los personajes, con cual se sienten identificadas; yo me sentí indentificada con Abby (su nombre real en la novela es Morgan), tanto que decidí hacerme parte de la novela y más adelante les dire el motivo ;) en fin, espero que sean pacientes y discúlpeme, mañana tratare de subir capitulo en la mañana o en la noche es una promesa con el dedito chiquito, si no mandenme un AVADA KEDAVRA!!
Les he dejado 4 capítulos, espero que los hayan disfrutado al igual que yo, disculpen enserio la demora pero han surgido ciertos contratiempos que no me han permitido subirlos.
Me gusta que hayan nuevas lectoras BIENVENIDAS :) y también a las lectoras fantasmas, porque me imagino que hay, yo he sido lectora fantasma en muchas novelas :P me encantaría que comenten que les parecen los capítulos, que emociones les provocan, si les gustan los personajes, con cual se sienten identificadas; yo me sentí indentificada con Abby (su nombre real en la novela es Morgan), tanto que decidí hacerme parte de la novela y más adelante les dire el motivo ;) en fin, espero que sean pacientes y discúlpeme, mañana tratare de subir capitulo en la mañana o en la noche es una promesa con el dedito chiquito, si no mandenme un AVADA KEDAVRA!!
MissKeynes96
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Hahaha, me gusto abby, pero ¿no tom es rubbio? Alli dice que tiene cabello negro, bueno siguela amorsh
Vanellope
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Ola que bueno que escribiste y una pregunta Tom no tiene el pelo Rubio? Bueno en fin Siguela quiero saber que pasa xau :hi: :D
marts1
Re: "El club de los corazones solitarios" (Tom Felton y _______)
Siete
Entré en la clase de Historia Universal y me encontré acorralada por todas partes.
Nuestra profesora, la señora Barnes, había adjudicado los pupitres por orden alfabético (¡qué original!) y me colocó entre Tom y Todd, con Derek Simpson sentado dos filas más atrás y Kevin Parker (la gran obsesión de Tracy) y Steve Powell (más abajo en la lista) a escasa distancia.
Sólo había otras tres chicas en la clase, y terminaron situadas lo más lejos posible de mí.
—Caramba, hola, señorita _______ —me dijo Todd a modo de bienvenida. Aquella mañana habíamos estado juntos en la clase de Español y (para mi gran disgusto) nos habían asignado como pareja de conversación. Todd se pasó casi todo el tiempo inventándose palabras, para lo que añadía una «o» final a las palabras inglesas: el chairo, el sandwicho, el footballo.
Tom se sentó a mi lado.
—Qué sorpresa —comentó.
Todd se inclinó sobre mi mesa.
—Eh, _______, ¿qué nombre español vas a elegir? —encogí los hombros. No me había parado a pensarlo, la verdad. Todd prosiguió—: Es que estaba pensando en elegir Nachos, y si tú eligieras Margarita, cuando hagamos un trabajo juntos, la señora Coles tendrá que decir: «Margarita y nachos, por favor».
Todd soltó una carcajada; luego, se inclinó hacia delante y puso la mano en alto.
Hice todo lo posible por ignorarlo.
—¿Qué pasa, Bloom? —Preguntó Tom—. ¿Es que me estás engañando con Chesney? En serio, pensaba que tenías mejor gusto.
«Sí, como si fuera yo quien engaña. Yo no soy quien tiene novia».
Todd dedicó a Tom un gesto grosero y, acto seguido, los dos se pusieron a decir estupideces acerca de cuál de ellos iba a dar más vueltas en el entrenamiento de aquella noche.
Me pregunté si por la zona habría institutos sólo para chicas.
Cuando escuché el último timbre del día, me sentí más aliviada que en toda mi vida. Salí del aula como si huyera de un fuego y me fui derecha a mi taquilla. Allí me encontré a Diane, esperando. No a mí. A Tom. Cómo no.
Aun así, me saludó con la mano.
¿Es que no tenía una taquilla propia?
—¡Eh, _____--! —exclamó a medida que me acercaba—. ¿Vas a ir al partido del viernes por la noche?
—Sí —fingí estar ocupada buscando mi manual de Biología. No entendía por qué, de repente, mostraba tanto interés por mi calendario social.
—Como si alguien fuera a perderse semejante movida —terció Todd, que se acercaba con Tom, y, tras hacer el comentario, se paró para entrechocar las manos con él—. Hasta el padre de Felton va a estar. Sólo por eso hay que ir. Ocurre muy pocas veces, en plan, no sé, como un eclipse lunar o algo por el estilo…
Tom lanzó a Todd una mirada furiosa y cerró su taquilla de un portazo. Yo conocía a Tom desde primaria y nunca había visto a su padre. A su madre y a su padrastro, claro que sí. Pero a su padre no. Sólo sabía que era un pez gordo entre los abogados de Chicago.
Se produjo un incómodo silencio en el grupo de Tom , un grupo con el que no quería involucrarme. Cogí el móvil y se me hizo un nudo en el estómago al ver que tenía otro mensaje de Nick.
No podrás ignorarme toda la vida.
Pulsé la tecla «Borrar». Desde luego, pensaba intentarlo.
—¿_______? —era la voz de Diane.
— ¿Qué? —levanté la mirada y me fijé en que estaba sola. No me había dado cuenta de que Tom y Todd se habían marchado. ¿Por qué seguía allí Diane?
—Eh, mmm…, me estaba preguntando… —empezó a decir, nerviosa, mientras doblaba una esquina de su cuaderno—. Verás, hace mucho que no hablamos, y me encantaría que saliéramos alguna vez. Al cine, o a cenar; lo que prefieras.
«Tiene que estar de broma», pensé.
—Bueno, yo, eh…
«¿Por qué no me dices qué andas buscando y acabamos de una vez?».
—¿Tienes algo que hacer mañana por la noche? —preguntó.
—Mmm… —me anduve con rodeos, tratando de improvisar una excusa para no quedar con ella.
—Estaba pensando que podíamos ir al centro comercial y luego picar algo. Lo pasaríamos bien, ¿verdad?
«Pues no, la verdad es que no…».
Me quedé mirando a Diane. Tenía los ojos abiertos de par en par, y daba la impresión de que, realmente, le apetecía salir conmigo. O eso, o bien que estaba tan desesperada por ser la primera alumna de primero de bachillerato en convertirse en reina de la fiesta de antiguos alumnos que estaba dispuesta a llevar su campaña de promoción más allá de las líneas enemigas.
«Un momento —pensé—. Ésta es Diane Monroe. La misma Diane que me dejó plantada un millón de veces. La que nunca anteponía a una amiga frente a Tom. Si accedo, tendrá que cancelar un plan con Tom. Hay cosas que nunca cambian».
—Sí, estará bien —repuse. Sabía que siempre me podía inventar una excusa (como que tenía que trabajar en la consulta dental de mi padre), si es que ella no me plantaba primero.
Diane dio un saltito en el aire.
—¡Guay! Te pasaré a buscar mañana, después de clase.
No pensaba esperarla con los brazos abiertos.
MissKeynes96
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