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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Empty nightmares.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Empty nightmares.
Empty Nightmares
Los sueños son fragmentos. Aquellas pequeñas partes que se encuentran en nuestro subconsciente y toman realidad, a veces los sueños son simplemente vida. Se expresan en nuestros momentos más débiles, cuando nuestros ojos se encuentran sellados y nuestro cuerpo sucumbe al descanso. Pero, ¿Que sucede cuando la imaginación nos golpea con terror? El sueño, se convierte en una pesadilla. Hay pesadillas que nunca finalizan.
La quinta taza de café reposaba a un lado, junto a los innumerables libros y relatos que me habían mantenido despierta en el día, en la noche, cada hora y minuto. Mi rostro parecía haber sido condenado al infierno, entre augurios y lágrimas, cuando solo eran simples memorias que retenían mi vida. Y así, como cada noche desde hacía una semana, mis pasos se escuchaban en la estancia. Entre la oscuridad y la luz tenue de la luna que se colaba por las habitaciones, el único sonido estable era el resonar de la madera agrietada bajo mis pies. Porque nunca más me dejaría en cuerpo a la deriva de mis sueños.
Pero la décima noche cambió todo lo que nunca debió suceder. Finalmente me rendí, pensando que de tanto tiempo habría superado cada rastro, recuerdo, inclusive las pesadillas en las que me insertaba al dormir. Pero todo ocurrió tan rápido, mucho más fuerte, imposible de escapar. Porque cuando mi mirada acalló y la oscuridad se aproximó tan solo me adentré en mis más temibles vivencias.
El aroma a tierra mojada, luego de una gran tormenta, arremetía en mi interior como la poca tranquilidad que podría conseguir. Esta misma se colaba entre los dedos de mis pies, y el murmullo del viento acrecentaba de tal manera que no se me fue difícil descubrir a dónde mi dirigía, pensando entre los árboles del inmenso bosque. Como cada noche corrí hasta la antigua lápida sin descripciones que se imponía entre la fina hierba y la oscuridad. El cuerpo al que pertenecía la piedra tallada era incierto, no tenía palabras, nombres o fechas. Tan solo era una piedra moldeada al estilo fúnebre. Mantenía su luz propia, un destello tenebroso que aumentaba los escalofríos a medida que el tiempo avanzaba, el tiempo que no sabía decir que existía o tan solo estaba detenido para poder soñar. Inevitablemente, me encontraba parada frente a esta sin saber que ocurriría, sin escapar, gritar, sollozar. Porque no era dueña de mis actos, tan solo era una espectadora atrapada en el cuerpo del protagonista.
Y yo sabía aquella vez, que sería diferente y que finalmente esto terminaría, porque había vuelto más fuerte. En vez de desvanecerse, se había convertido en una fuerza macabra y detonante. Si este no era el final, dudaba poder asegurar cuando lo sería. Algo nuevo se avecinaba.
Palabras sin sentido, suspiros, murmullos y carcajadas huecas se instalaban en mis oídos junto al temor. Un temor que calaba mis huesos y paralizaba mis sentidos. La brisa de la noche se apaciguaba y la luz cada vez más tenue me advertía que en algún momento sola me quedaría.
Finalmente ocurrió, entre miradas petrificadas y toques imperceptibles, todo oscureció. El viento sopló, cada vez más fuerte a mí alrededor y se alzaba como una tormenta, reteniendo en sí cada recuerdo y memoria, cada hueco cavado en la tierra y aquellas voces que advertían que el fin vendría. Giré sobre mi cuerpo, una, dos, tres, ya ni recordaba cuantas veces. Mi respiración era irregular, anormal. Dejé que mis párpados cayeran, que mis ojos se cerraran, que al temor esté expuesta.
Un rechinado me despertó dentro del sueño, y mis pies entre la tierra por fin se movieron por última vez paso a paso hasta llegar a la lápida. Mis perlas azules parecían brillar, porque cada rincón se bañaba con este color, tan intenso y tan frío, como cada parte de mi alma. En esta piedra enterrada sobre las ramas de un árbol caído, una fina letra se descubría con mí mirar, y allí supe que la historia había cambiado. Como una mano invisible ante mis ojos, destapaba cada pequeña letra que antes ausentaba, y ahora tanto significado otorgaba. Porque aquella era mi tumba, mi vida estaba relatada entre las inscripciones "La oscuridad nos encadena como débiles esclavos y nos lleva a su infinito manto entre penumbras" junto a esto se descubría mi nombre y finalmente la fecha. Era aquél día.
Retrocedí unos pasos pudiendo recobrar algo que me pertenecía, me recuperaba. Entonces, con los ojos aguados y el corazón desbocado, unas fuertes manos se enredaron en mi cadera clavando sus yemas en la piel, ardía y quemaba como si el fuego contrastase en mi interior con el frío de mi pesar.
Creí reconocer su toque como aquél que me reconfortaba cuando lo necesitaba, un toque antiguo pero tan presente que podría describirlo como el primer día que lo sentí, dudé, de si era él. Pero esta vez me estaba llevando al olvido. Sus ojos, sus perlas cristalinas solo eran huecos vacíos, sin emociones o sentimientos tan solo un aura blanquecina las envolvía creándolas irreconocibles para mí, para todos mis recuerdos. Me desprendí de las cadenas que se enredaban invisiblemente a mí alrededor, y allí el miedo se abalanzó sobre mí y supe que hasta mi mirar temía. Pero entonces, todo comenzó a desaparecer. El temor, el sonido de mi respiración, el tamborileo de mi corazón, la percepción de mis sentidos. Nunca entendí que fue lo que lo espantó, que fue lo que lo hizo observarme entre las ramas de los árboles secos y huir de mí.
No sé cómo, ni quién me despertó. Esa noche envuelta entre mis sábanas recobré mi vida sudando y con el olor a tierra mojada característico de cada pesadilla, ya no eran sueños, eran simples pesadillas que irremediablemente se convertían en realidad. Supe que no estaba segura en la estancia, que sus perlas huecas me conducirían a la extrema locura y agonía. Tuve que rendirme y huir de todo, de lo conocido y lo extraño. A veces miro a mi alrededor sintiéndome observada, entre las personas que me rodean puedo reconocerlo y saber que nunca más fue lo mismo. Hasta en este preciso momento sus ojos me observaban como pesadillas vacías.
La quinta taza de café reposaba a un lado, junto a los innumerables libros y relatos que me habían mantenido despierta en el día, en la noche, cada hora y minuto. Mi rostro parecía haber sido condenado al infierno, entre augurios y lágrimas, cuando solo eran simples memorias que retenían mi vida. Y así, como cada noche desde hacía una semana, mis pasos se escuchaban en la estancia. Entre la oscuridad y la luz tenue de la luna que se colaba por las habitaciones, el único sonido estable era el resonar de la madera agrietada bajo mis pies. Porque nunca más me dejaría en cuerpo a la deriva de mis sueños.
Pero la décima noche cambió todo lo que nunca debió suceder. Finalmente me rendí, pensando que de tanto tiempo habría superado cada rastro, recuerdo, inclusive las pesadillas en las que me insertaba al dormir. Pero todo ocurrió tan rápido, mucho más fuerte, imposible de escapar. Porque cuando mi mirada acalló y la oscuridad se aproximó tan solo me adentré en mis más temibles vivencias.
El aroma a tierra mojada, luego de una gran tormenta, arremetía en mi interior como la poca tranquilidad que podría conseguir. Esta misma se colaba entre los dedos de mis pies, y el murmullo del viento acrecentaba de tal manera que no se me fue difícil descubrir a dónde mi dirigía, pensando entre los árboles del inmenso bosque. Como cada noche corrí hasta la antigua lápida sin descripciones que se imponía entre la fina hierba y la oscuridad. El cuerpo al que pertenecía la piedra tallada era incierto, no tenía palabras, nombres o fechas. Tan solo era una piedra moldeada al estilo fúnebre. Mantenía su luz propia, un destello tenebroso que aumentaba los escalofríos a medida que el tiempo avanzaba, el tiempo que no sabía decir que existía o tan solo estaba detenido para poder soñar. Inevitablemente, me encontraba parada frente a esta sin saber que ocurriría, sin escapar, gritar, sollozar. Porque no era dueña de mis actos, tan solo era una espectadora atrapada en el cuerpo del protagonista.
Y yo sabía aquella vez, que sería diferente y que finalmente esto terminaría, porque había vuelto más fuerte. En vez de desvanecerse, se había convertido en una fuerza macabra y detonante. Si este no era el final, dudaba poder asegurar cuando lo sería. Algo nuevo se avecinaba.
Palabras sin sentido, suspiros, murmullos y carcajadas huecas se instalaban en mis oídos junto al temor. Un temor que calaba mis huesos y paralizaba mis sentidos. La brisa de la noche se apaciguaba y la luz cada vez más tenue me advertía que en algún momento sola me quedaría.
Finalmente ocurrió, entre miradas petrificadas y toques imperceptibles, todo oscureció. El viento sopló, cada vez más fuerte a mí alrededor y se alzaba como una tormenta, reteniendo en sí cada recuerdo y memoria, cada hueco cavado en la tierra y aquellas voces que advertían que el fin vendría. Giré sobre mi cuerpo, una, dos, tres, ya ni recordaba cuantas veces. Mi respiración era irregular, anormal. Dejé que mis párpados cayeran, que mis ojos se cerraran, que al temor esté expuesta.
Un rechinado me despertó dentro del sueño, y mis pies entre la tierra por fin se movieron por última vez paso a paso hasta llegar a la lápida. Mis perlas azules parecían brillar, porque cada rincón se bañaba con este color, tan intenso y tan frío, como cada parte de mi alma. En esta piedra enterrada sobre las ramas de un árbol caído, una fina letra se descubría con mí mirar, y allí supe que la historia había cambiado. Como una mano invisible ante mis ojos, destapaba cada pequeña letra que antes ausentaba, y ahora tanto significado otorgaba. Porque aquella era mi tumba, mi vida estaba relatada entre las inscripciones "La oscuridad nos encadena como débiles esclavos y nos lleva a su infinito manto entre penumbras" junto a esto se descubría mi nombre y finalmente la fecha. Era aquél día.
Retrocedí unos pasos pudiendo recobrar algo que me pertenecía, me recuperaba. Entonces, con los ojos aguados y el corazón desbocado, unas fuertes manos se enredaron en mi cadera clavando sus yemas en la piel, ardía y quemaba como si el fuego contrastase en mi interior con el frío de mi pesar.
Creí reconocer su toque como aquél que me reconfortaba cuando lo necesitaba, un toque antiguo pero tan presente que podría describirlo como el primer día que lo sentí, dudé, de si era él. Pero esta vez me estaba llevando al olvido. Sus ojos, sus perlas cristalinas solo eran huecos vacíos, sin emociones o sentimientos tan solo un aura blanquecina las envolvía creándolas irreconocibles para mí, para todos mis recuerdos. Me desprendí de las cadenas que se enredaban invisiblemente a mí alrededor, y allí el miedo se abalanzó sobre mí y supe que hasta mi mirar temía. Pero entonces, todo comenzó a desaparecer. El temor, el sonido de mi respiración, el tamborileo de mi corazón, la percepción de mis sentidos. Nunca entendí que fue lo que lo espantó, que fue lo que lo hizo observarme entre las ramas de los árboles secos y huir de mí.
No sé cómo, ni quién me despertó. Esa noche envuelta entre mis sábanas recobré mi vida sudando y con el olor a tierra mojada característico de cada pesadilla, ya no eran sueños, eran simples pesadillas que irremediablemente se convertían en realidad. Supe que no estaba segura en la estancia, que sus perlas huecas me conducirían a la extrema locura y agonía. Tuve que rendirme y huir de todo, de lo conocido y lo extraño. A veces miro a mi alrededor sintiéndome observada, entre las personas que me rodean puedo reconocerlo y saber que nunca más fue lo mismo. Hasta en este preciso momento sus ojos me observaban como pesadillas vacías.
- Ficha Obligatoria:
- Título: Empty Nightmares.
Autor: dylan.
Género: Terror. Suspenso.
Adaptación: no.
Otras páginas: Wattpad.
- cosita :
- Holaaaaa Hoy les traigo un nuevo one shot no me acostumbro a hacer estos géneros ´pero este me gusto y eso, spero que les guste a ustedes también. Y es largoooo no se a quien le hablo ¿? Besoos.
katara.
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