mr. sandman. {one shot.

Esos momentos en que la gente abusa, pierde todo, necesita ayuda y, no tiene a quién. Bueno, me encontraba así. Un padre del que cuidar, una deuda que pagar, centro de rehabilitación al cual entrar y, una hermana a la cual alimentar y criar. Pues, no me iba tan mal parece, algo de felicidad quedaba en mi. Dentro de discusiones y peleas, sí, era feliz. ¿Necesitaba ayuda? Claro que sí. No es fácil para una chica de 18 tener tantas responsabilidades, no lo es si me lo preguntan. Y hoy tocaba la peor parte, el centro de rehabilitación.
No era de por sí el caso de entrar, firmar papeles y demás, era estar ahí. No soy más adicta, pero lo hago por mi familia, o lo que queda de ella. 

—¿Su nombre señorita?—preguntó una mujer delante mío con varios papeles.
—Lucylee, Lucylee Earph.—respondí sencillamente.
—Bueno, firme aquí. Me dicen que usted viene con el permiso de su padre, Edward Earph, ¿puede ser?—
—Pues sí.—respondí de mala gana, odiaba estar aquí sabiendo que mi padre estaba en mal estado en casa, solo y con mi hermana ahí. 
—Tendrá que volver a traer el permiso de su padre y por fin, mañana entrará a nuestro centro, tenga la autorización que debe firmar.—me dio una hoja en su perfecto estado y la cogí de la peor manera para poder irme sin más nada que decir.

Prendía mi camino hacía casa, el de siempre, el principal en la horrible rutina que tenía que seguir. Crucé a esas calles por donde no pasa mucha gente, hoy de por si era un día raro y fresco, no había tanta gente y eso que se acercaban las festividades de Diciembre. Mientras veía vidrieras y vidrieras encontré pegado un anuncio. Uno de esos que parece de circo y llevaba en grande el nombre de "Mr. Sandman". Tenía a su lado una frase que decía exactamente "los deseos se cumplen, solo si los deseas." ¿Me dejó pensando? Sí, demasiado como para entrar al callejón que estaba justo situado al lado de la pared con el anuncio.
Todo era oscuro, había un fogón de esos en tachos de basura, pero la luz seguía siendo tenue. Y fue cuando escuché la voz más sarcástica en mi vida.

—Sueñan otra vez ¿no? ¿Qué necesitas?—veía una sombra a lo lejos, esta causada gracias al fogón.
—Curiosidad, supongo. ¿Quién es usted?—
—Mr. Sandman, dispuesto a cumplir cada y uno de sus sueños, pero cuidado con lo que deseas porque se podría cumplir, es más, se va a cumplir. Ahora, diga, hable. ¿Hay algo que quiera cambiar de su vida?—
—Mi vida no esta nada bien, hay un par de que debería cambiar, pero, usted es de confianza ¿no?—
—Soy la única persona capaz de cambiar todo, ni Dios, ni nada, soy yo. ¿Eso le hace creer que miento? ¿Que el don que tengo es mentira? ¿No es así, señorita Earph?—
—¡¿Cómo sabe mi nombre?!—esta bien, sí, comencé a preocuparme.—Creo que es hora de irme, preparar todo para navidad, ya sabe, eso.—
—No no, quédese. —salió del oscuro lugar un hombre vestido de gabardina violeta y sombrero negro, un estilo muy de circo, como el mismo folleto que estaba delante.—Déjeme decirle, que soy capaz de cumplir todo lo que quiera.— 
—Vale. Deseo dinero y salud en mi familia, y a mi padre en buenas condiciones.—Y el hombre sonrió, chasqueó los dedos y apagó el fogón. Todo normal, pero corrí de ahí.
Al llegar a casa, papá no tocia, sólo dormía tranquilo en un sillón de la casa. Mi hermana también descansaba de plegarías, y un sobre yacía en la entrada. Dinero. Sí, todo lo que él prometió, todo estaba en casa.
Podría decirse que algo cambio, el hombre de gabardina cumplió lo dicho, mi padre estaba mejor, teníamos dinero y salud, una vida por delante, asumo yo. Pero, seguía con la duda de cómo pudo hacerlo, cómo lograba la felicidad que tanto esperaba en un cerrar y abrir de ojos. 

Y así de rápido también se fue todo. Mi papá falleció, y la que enfermó ahora era mi hermana. Estaba furiosa, porque la felicidad tan deseada duró aproximadamente, dos años. Mi vida caía cada vez más, y no encontraba soluciones, más que.. Sandmann.
Corrí a donde estaba el callejón del famoso hombre, mientras mis lágrimas caían. Mi hermana se encontraba al cuidado de mi vecina, ningún pariente presente al quien pedir ayuda, el único hombre que me mantenía fuerte era mi padre, y no iba a dejar que le ocurriera lo mismo a mi hermana, no mientras yo viva. 

—¡Sandman! ¡¿Sigues aquí?!—grité tan fuerte como pude, el dolor sobraba dentro mío.
—Siempre sigo aquí LucyLee Earph, siempre estuve, ¡desde décadas y a nadie le importo!—
—Oh, ¿esos lo que haces? Te desquitas con el más sensible y torpe que viene con la idea de que su vida cambiará con tus palabras.—
—Una de esas eres tú, y si es así ¡¿qué problema hay?! ¡Nada ocurre por casualidad. Todo lo que pasa tiene un porqué. Tal vez tu cerebro no lo sepa, puede que jamás lo imagina. Pero tu corazón lo sabe. Tu corazón siempre lo sabe! ¿Por qué arriesgas lo único que tienes en lo que yo diga? ¿Te parece real un simple hombre en gabardina? ¿Te parece creíble que pueda cumplir todo cuando ni siquiera tengo casa?—
—¿Por qué te desquitas conmigo? ¡No te conozco! ¡¿Qué te hice yo?! Sólo me equivoqué. Estoy sola, no tengo a nadie, por eso, ¿te desquitas conmigo? ¿Porque me encuentro en las mismas situaciones que tú? Pero esa no es la pregunta que mas te quiero hacer. ¿Por que demonios haces esto? ¡¿Por qué?! Quien sabe a cuántos engañaste, es mentira todo lo que decís, tal vez lograste que mi familia tenga dinero y salud, ¡pero lo quitaste todo al ver la felicidad que tu no tienes! ¿Me equivoco?—
—No terminaste siento tan torpe al fin y al cabo.—y moqueó un poco, ambos nos encontrábamos en mar de lágrimas.—Te seguí todo este tiempo, conté tu vida, la felicidad que te di, te la di yo. Las personas abusan de lo que se les otorga. No fuiste la única, no claro que no. Llevo haciendo esto desde hace mucho. Doy todo lo que tengo a los demás, ¿no te parece demasiado?—
—Dejas que la gente desee con todas sus fuerzas y luego se los quitas, los despiertas.—
—Los deseos son pérdida de tiempo... hay que entrar en acción cuanto antes.—dijo y quedó un silencio seco, este hombre cada vez me caía peor, y no lo conocía del todo.
—No es cierto, nos abstienen de la estúpida realidad.—
—Teme a tus propios deseos, pues pueden cumplirse. No todo es campo de rosas, la melodía siempre es suave, pero la situación, tal vez, no.—Y fue así como la gota colmó el baso de la perdición. Me fui, lejos, en busca de otra solución. 

Tal vez tendría que alejarme de los sueños, de las mañas, de las fantasías. No sé quién era el hombre, pero prendí una búsqueda e investigación del mismo por qué. Él lo dijo, nada ocurre por casualidad. Todo lo que pasa tiene un porqué. Quería saberlo, por lo que me dediqué a eso. Me fue bien, sí. Tuve un buen futuro. Mi hermana cada vez se encontraba mejor, parecía mi hija y mi felicidad de a poco se acercaba. Sé que desear una felicidad demasiado grande supone una dificultad para la misma felicidad. El deseo es un pensamiento imaginario, puede hacerse realidad si tu quieres. Prohibir es despertar el deseo. Los deseos son sueños, ilusiones, anéctotas y pasatiempos que, sin duda, hacen que el tiempo y la vida sean perfectos. Por desear se desea el mismo cielo, por desear, hasta la eterna libertad, pero si no luchas por tus sueños, ¿para qué desear?

bring me a dream: