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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Título: Heartbreak Therapy
Autor: Yo { Fearless ~ }
Adaptación: No, la idea surgió de mi imaginación.
Género: Drama, romance.
Contenido: Tragedia, depresión, romance.
Advertencias: Ninguna
22:45 PM. Kay regresa sola a su apartamento ubicado entre la Calle 116 y Broadway. Al subirse al ascensor, observa lentamente su rostro en el espejo y ve a una joven destrozada. Se le había corrido todo el maquillaje, dejándola semejante a un payaso. Tenía los ojos completamente rojos e hinchados por culpa del incesante llanto. Su piel estaba totalmente pálida y no dejaba de temblar. Su fino, largo y lacio cabello rubio estaba despeinado y alborotado. Su vestido rosa chillón no había sufrido ningún daño, sólo que estaba algo húmedo por las lágrimas que Kay derramó y cayeron en él. Estaba triste, desolada y nerviosa. En esos precisos momentos deseaba que el ascensor llegara al piso de su apartamento, o mejor aún, que el ascensor descendiera como un cohete y la dejara cavada dentro de la tierra en un profundo agujero para no volver a ver más la luz del día.
Por fin, el ascensor llega a destino, al último piso, el 15. Kay, con las manos temblorosas y sudadas, intenta abrir su bolso y encontrar entre el desastre que tenía ahí dentro las llaves de su apartamento. A los quince minutos logra divisarlas gracias al llavero que éstas portaban, pero por el apuro se le caen al suelo. Se agacha rápidamente para recogerlas y logra abrir la puerta de su casa. Entra y cierra la puerta violentamente de un golpe que retumbó en casi todo el edificio, con la intención de que nadie más entrara a su casa... o a su vida.
Deja su bolso de color bordó con flecos tirado en el sillón del Living y se quita sus zapatos con tacos porque ya hacía unas horas que los tenía puestos y por ende empezaron a dolerle los pies. Al quitárselos, siente un gran alivio. Nuevamente las lágrimas vuelven a asomarse en sus ojos verdes, viéndose envuelta en una gran tristeza. Se jala el pelo con fuerza, tratando de arrancárselo mechón por mechón y se golpea la frente diciendo para sus adentros: "¿Por qué? ¿Por qué me tuve que enamorar? ¿Por qué justo de ti? ¿Por qué?". Estos susurros comienzan a convertirse en gemidos y gritos mientras aumentaba el llanto. Del sillón toma un cojín de color turquesa y lo tira con furia logrando que se rompiera el florero de vidrio con orquídeas que le había regalado su madre para su cumpleaños. Luego de unos minutos, toma otro cojín de color verde manzana y lo apunta hacia un pequeño cuadro de color ocre ubicado en su pequeña mesita en la sala de estar. El cojín logra golpear fuertemente al cuadro y éste se desploma en el suelo, roto en mil pedacitos. Kay asemeja el sonido del vidrio roto al caer con la forma en la que a ella le rompieron el corazón. Aún así, la foto que sostenía al cuadro permanecía intacta. En la misma se podía divisar a un joven de hermosos y finos rasgos, con ojos azules que hechizaban, una sonrisa radiante y el cabello castaño desprolijo, pero a la vez, atractivo. Este joven se llamaba Tanner. Él había sido novio de Kay durante los últimos tres años... hasta esa noche. Esa horrible noche de la que Kay quería escapar y ahogarla completamente en el olvido.
Kay se dirige a la cocina con la foto en mano y busca por todos los cajones de la cómoda la caja de fósforos. Al cabo de unos minutos la encuentra, toma uno y lo enciende. Acto seguido, comienza a quemar la foto de su amado desde un extremo. Se le escapa una gruesa lágrima por sus ojos, bailando primero por sus lagras y negras pestañas, brotando ligeramente por sus mejillas hasta desplomarse finalmente en su vestido rosa. Con odio, rencor, amor y tristeza, observa cómo la foto de Tanner se deshace, hasta convertirse en cenizas.
Corre hasta su habitación y comienza a recolectar cosas que su novio le dio para tirarlas a la chimenea y quemarlas por completo, tratando de quemar a su vez sus propios recuerdos. Mientras las llamas crecía, maldijo el día en el que conoció a Tanner, ese maldito día en el que se dejó llevar por sus ojos azules y su cautivadora sonrisa. Ese maldito día en el que lo vio y cayó completamente enamorada. Maldijo el día en el que tuvieron su primera cita. Maldijo las palabras que él dijo ese día: "Creo que te amo." Maldijo ese beso que le dio cuando la llevó de regreso a su apartamento. Maldijo todos los besos, abrazos, bailes, miradas, frases románticas y esas noches fugaces que tuvieron juntos. Maldijo ese día en el que fue con él a esa estúpida fiesta y lo encontró besándose con Marley, quién era hasta ese momento su amiga de toda la vida. Maldijo hasta su propia vida, ya que le había permitido a Tanner entrar en ella.
Kay regresa al Living y comienza a tirar de las cortinas que cubren dulcemente las ventanas de su apartamento, logrando tirarlas y romperlas por completo. Agarra todos los CDs que él le regaló, toma un cuchillo y comienza a rayarlos. En el aparador encuentra las cartas que él le había escrito y las rompe en miles de pedacitos.
Sentía que su mundo se había derrumbado por completo y en ese momento se sentía totalmente sola. Su vida ya no tenía sentido alguno ya que había perdido al amor de su vida y también a su mejor amiga. Ya no tenía a nadie en quién confiar, puesto ya que no confiaba ni siquiera en su propia sombra. Desconcertada, toma una botella de Whisky de su licorera. La abre y bebe todo el contenido de un trago, como si fuera agua mineral. En ese instante comienza a sentir graves mareos. Tanteando, logra llegar hasta su habitación y cae en la cama, totalmente ebria. Mira el techo con los ojos perdidos y ve que los ojos de Tanner comienzan a dibujarse en la madera que la cubre de la lluvia. Trata de cerrar los ojos con fuerza para deshacerse de la visión y mira hacia la derecha de su habitación, donde se encuentra su mesita de luz. Enciende su mini-lámpara y se queda tildada mirando la pared de color azul Francia. Otra vez vuelve a presenciar una visión: el rostro perfecto de Tanner comienza a aparecer en la pared. Kay sentía que estaba enloqueciendo y toma una almohada para llevársela a la cara y apretársela con fuerza. Lanza un grito ahogado a la pobre almohada y comienza a golpearse la cabeza y las piernas. Retira la almohada de su rostro y ve que está totalmente sucia por el maquillaje que se le corrió al llorar. Suelta un largo suspiro que parece un bufido y empieza a blasfemiar en voz alta con la intención de que él la oiga: "Maldito. Me engañaste, siempre lo hiciste. Imbécil, arrogante. Parecías un ángel, pero eras peor que un demonio. Espero que te pudras en el infierno, eres una mierda." Kay sigue insultando a la nada, pero los efectos del alcohol y la borrachera la vencen y logra quedarse profundamente dormida.
* * *
Kay estaba en la Universidad de Economía de Nueva York, en su primer día de clases. Observó su horario y veía que estaba llegando tarde a la clase de Historia Económica, entonces comenzó a acelerar el paso por los largos pasillos de la Universidad hasta encontrar el aula 43. Ni siquiera miraba por dónde iba y estaba tan apurada que se llevó por delante a alguien, provocando que se le cayeran todos los libros y las cosas que llevaba en la mano.
— Ay, disculpa ¿Estás bien? — dijo Kay, con tono de desesperada.
— Tranquila, no pasa nada. Es normal que en esta época del año estén todos atolondrados. — dijo la voz, que de por sí, era de un chico.
Kay ríe algo nerviosa y se agacha para recoger sus cosas. Las hojas de sus apuntes estaban desparramadas por todo el piso y ya de por sí estaba llegando oficialmente tarde a la clase.
— ¿Quieres que te ayude a ordenarlas? Soy bueno para ordenar cosas — dijo el joven.
— No me vendría mal un poco de ayuda en mi primer día — dice Kay, entre risas.
Kay se acomoda uno de los mechones de su pelo que se había salido de lugar y levantó suavemente la mirada del piso para ver quién era este chico que se estaba ofreciendo a ayudarla en su atolondrado primer día de clases. Lo mira fijamente y por los nervios, trata de no ponerse colorada. El chico era extremadamente atractivo: su rostro era perfecto, no tenía defecto alguno; tenía los ojos tan azules como el cielo despejado en un caluroso día de primavera y su sonrisa la había hechizado por completo. Su cabello era castaño claro y un mechón le caía sobre sus ojos. En ese instante, Kay no pudo evitar morderse el labio inferior.
— Listo, creo que están bien ordenados. La próxima vez, ten más cuidado — dijo.
— Gra-gra-gra- gracias por el consejo — tartamudeó Kay, extremadamente nerviosa. — Ah, y por cierto, mi nombre es Kay.
— Tanner, un gusto.
* * *
Hacía más de tres horas que Kay se encontraba delante del espejo de su cuarto. Estaba completamente nerviosa ya que iba a ser la octava cita que iba a tener con Tanner. Hacía casi un mes que estaba saliendo con él. Iban a ir al cine, en la función trasnoche y ella no encontraba el atuendo ideal. No sabía si para el cine tenía que ir elegante o informal, teniendo en cuenta que no era la primera vez que salía con él. Luego de horas y horas de revolver en su armario, opta por unos Shorts de Jean con flecos en los bordes de color azul oscuro y una camisa beige con lunares color naranja ladrillo. Decidió dejarse el pelo lacio, ya que no era muy amante de los peinados. Se da un toque de maquillaje natural y espera. A los 30 minutos alguien tocó el timbre. Bajó por las escaleras del edificio rápidamente y ve que Tanner la está esperando en la puerta con un ramo de flores y un peluche. Vestía con una camisa blanca con pequeñas pintitas negras y un Jean negro.
— Por nuestra octava cita oficial — le dijo cuando le entregó las flores y el peluche.
Kay no pudo evitar rodearlo en sus brazos y él la besa. Kay siente que ese beso está desarmando su cuerpo, se siente tan liviana como una flor. En ese momento, sentía que un calor abrazador invadía su cuerpo electrificando todos sus sentidos al entrar en contacto con su cuerpo.
— Siento que cada día estoy más enamorado de ti ¿Lo sabías?
— No lo sabía, pero creo que lo supuse — dijo Kay, con voz atontada, entre suspiros.
Kay le muerde el labio inferior con cariño y le dice al oído
— Vamos, que llegamos tarde a la función.
Se subieron al coche y tomaron camino hacia el cine más cercano. Mientras Tanner manejaba, Kay le tomaba suavemente la mano y comenzó a acariciarle sus suaves dedos .
Llegaron justo a la medianoche. El cine parecía un descampado, ya que no había ni un alma. Pidieron dos boletos para la primera función y se dirigen directo a la sala. Ambos sentían una gran satisfacción al saber que estaban solos y eran los únicos en la sala. La película había comenzado y ambos la empezaron a ver completamente maravillados. Al cabo de un rato, Tanner fingió bostezar y estiró su brazo, rodeándola a Kay con él. Ella se apoyó en su hombro y comienza a tomar palomitas del gran tarrón que habían comprado en la entrada. Sin que él se dé cuenta, ella lo miraba de reojo, con ansias de querer acariciar y besar su cuello. Kay se estaba dando cuenta que miraba más a su novio que a la película ya que se había puesto a contar los lunares que rodeaban el cuello de Tanner, que eran bastantes. Él la descubrió, voltea y la miró. Ambos se miran. Kay distinguió un destello en sus ojos azules que nunca había percibido. Él la tomó del mentón como si fuera un actor de Telenovelas y lentamente comenzaron a acercarse hasta lograr darse un beso. Ese beso dejó a Kay sin aliento.
— Te amo, Kay — le susurró en el oído dulcemente.
Luego de dos horas de película, Tanner le ofreció que se quedara a dormir en su casa. Kay aceptó, aunque estaba algo dudosa ya que nunca había ido a la casa de un chico de noche. Pero confiaba plenamente en él, así que no lo contradijo.
Él la invitó a pasar a su habitación y en ese momento Kay se puso muy nerviosa y un pensamiento invadió su mente: hacía apenas un mes que estaba saliendo con Tanner ¿Y ya él se quería encamar con ella? Parecía algo medio apresurado. Él se acercó lentamente y comenzó a besarla apasionadamente, logrando que las piernas de Kay se aflojaran. Sus brazos comienzan a deslizarse en la espalda hasta la cintura de la joven.
— Amor, creo... — trató de decir Kay, interrumpiendo ese lujurioso momento — creo que estamos tomando las cosas a la ligera. No creo que sea ahora el momento...
— ¿De hacer el amor dices? — respondió Tanner — Tranquila, yo tampoco me siento preparado ya que hace un mes que salimos nomás.
— Me alegro que lo entiendas — dijo Kay, aliviada — Pero igual quiero que sepas que...
— ¿Qué...
— Estoy perdidamente enamorada de ti — concluyó.
— Y yo de ti.
Esta vez fue Kay quién se adelantó a besarlo, tratando de transmitirle en ese beso todo lo que sentía por él. Kay se sintió como si estuviera cercana al Sol, ya que un calor comenzó a invadir su piel. Sintió grandes deseos de arrancarle la camisa a Tanner y poder admirar su musculosa silueta, pero trató de aguantarse ante la dulce tentación.
— ¿Y si sólo nos desvestimos, nos acariciamos, nos besamos y ya? Como si fuera una práctica, pero sin relaciones — dijo Tanner, como si le hubiera leído la mente.
— Me parece una gran idea.
Comenzaron a desvestirse lentamente en la presencia del otro. Kay quedó con los ojos abiertos como platos al observar el cuerpo de su novio: parecía que había sido tallado por los mismísimos Dioses Griegos del Olimpo. Soltó un largo y dulce suspiro y en ese momento se dio cuenta de que estaba completamente desnuda ante él y se ruborizó.
— ¿Tienes calor? Estás colorada como un tomate — ríó Tanner.
— Es que... nunca había dejado que un chico notara mi desnudez. Salvo mi padre cuando era bebé, obviamente — dijo Kay.
— ¿Te avergüenzas de tu cuerpo acaso?
— Algo. Nunca he estado 100% cómoda con mi cuerpo. Nunca sentí que tenía un lindo cuerpo.
— No tendrías que sentirte avergonzada, para mi eres perfecta. Para mi, tu cuerpo es perfecto. No tiene que serlo para los demás, pero sí para mi.
Kay trataba de pellizcarse, queriendo saber si su novio era real o no. Casi se le caían las lágrimas ante las hermosas palabras que él le dijo. Se acercaron cada vez más y comenzaron a besarse hasta caer tendidos en la cama. Sus cuerpos se rozaban con una gran delicadeza y a su vez pervertida intención. Sentía que cada vez que Tanner tocaba su piel, le ardía y la excitaba en un cierto punto. Esa noche de caricias y besos fue la más perfecta para Kay desde que habían comenzado a salir. Vencida por el cansancio, Kay se acurrucó en el pecho de Tanner. Mientras él acariciaba su cabello largo y rubio, Kay se quedó profundamente dormida.
* * *
Kay se despierta agitada y sobresaltada, con algo de resaca. Los recuerdos de su novio la seguían atormentando hasta en sus sueños. Entra en un estado de pánico y desesperación total que ya no sabe qué hacer con su vida. Entre mareos y tropezones provocados por la bebida logra entrar al cuarto del baño. Se desnuda y abre la canilla para que se llene la bañadera con agua tibia. Cuando la misma está a punto de desbordar, Kay se mete en la misma. Al cerrar los ojos, miles de recuerdos y flashbacks vuelven a recorrer su mente: el rostro de Tanner, su perfume, cómo la abrazaba, su voz al decirle "Te amo", la primera vez que hicieron el amor juntos, las innumerables veces que se quedaba desvelada mirando en lo profundo de sus ojos azules... todos esos recuerdos tendrían que ser ahogados y diluirse en el agua como si fuera tinta china. Kay no aguanta más, atormentada por sus pensamientos y se sumerge en la bañadera, sin respirar. Por accidente se golpea la cabeza con el borde de la bañadera y cae desplomada en el agua. Unas manchas de sangre salientes de su nuca comienzan a teñir el agua de transparente a rojo. En ese momento, toda la tierra para Kay se silencia y oscurece lentamente mientras poco a poco pierde la conciencia.
* * *
A la mañana siguiente, Kay se encuentra en la habitación de un Hospital. Había sufrido un gran golpe en la cabeza y había quedado inconsciente desde hacía casi ya dos días. Los médicos que la atendían murmuraban que había sido un milagro que siguiera viva, ya que ese golpe que sufrió pudo haber puesto su vida en peligro. Su cabeza estaba cubierta por varias capas de vendas y estaba conectada a un respirador artifical, ya que no podía respirar bien debido al golpe. Estando inconsciente, no sentía casi nada debido a los sedantes que le habían administrado, pero sí podía escuchar voces.
En un momento, siente una sensación extraña, una sensación familiar para ella. Comienza a sentir un calor acogedor en su mano derecha y unas suaves caricias entre sus dedos. Puede captar un aroma... un perfume. Logra oír unas súplicas en su oído casi como un susurro: "Por favor, abre los ojos. Despierta..." Siente el calor provocado por un beso dado en su mejilla izquierda, un ligero y dulce beso.
Pasadas ya unas pocas horas, Kay logra despertar y lo primero que ve son unos ojos... ojos azules... los mismos ojos azules de aquel joven que robó sus suspiros... los mismos ojos azules de los que ella se había enamorado.
Autor: Yo { Fearless ~ }
Adaptación: No, la idea surgió de mi imaginación.
Género: Drama, romance.
Contenido: Tragedia, depresión, romance.
Advertencias: Ninguna
22:45 PM. Kay regresa sola a su apartamento ubicado entre la Calle 116 y Broadway. Al subirse al ascensor, observa lentamente su rostro en el espejo y ve a una joven destrozada. Se le había corrido todo el maquillaje, dejándola semejante a un payaso. Tenía los ojos completamente rojos e hinchados por culpa del incesante llanto. Su piel estaba totalmente pálida y no dejaba de temblar. Su fino, largo y lacio cabello rubio estaba despeinado y alborotado. Su vestido rosa chillón no había sufrido ningún daño, sólo que estaba algo húmedo por las lágrimas que Kay derramó y cayeron en él. Estaba triste, desolada y nerviosa. En esos precisos momentos deseaba que el ascensor llegara al piso de su apartamento, o mejor aún, que el ascensor descendiera como un cohete y la dejara cavada dentro de la tierra en un profundo agujero para no volver a ver más la luz del día.
Por fin, el ascensor llega a destino, al último piso, el 15. Kay, con las manos temblorosas y sudadas, intenta abrir su bolso y encontrar entre el desastre que tenía ahí dentro las llaves de su apartamento. A los quince minutos logra divisarlas gracias al llavero que éstas portaban, pero por el apuro se le caen al suelo. Se agacha rápidamente para recogerlas y logra abrir la puerta de su casa. Entra y cierra la puerta violentamente de un golpe que retumbó en casi todo el edificio, con la intención de que nadie más entrara a su casa... o a su vida.
Deja su bolso de color bordó con flecos tirado en el sillón del Living y se quita sus zapatos con tacos porque ya hacía unas horas que los tenía puestos y por ende empezaron a dolerle los pies. Al quitárselos, siente un gran alivio. Nuevamente las lágrimas vuelven a asomarse en sus ojos verdes, viéndose envuelta en una gran tristeza. Se jala el pelo con fuerza, tratando de arrancárselo mechón por mechón y se golpea la frente diciendo para sus adentros: "¿Por qué? ¿Por qué me tuve que enamorar? ¿Por qué justo de ti? ¿Por qué?". Estos susurros comienzan a convertirse en gemidos y gritos mientras aumentaba el llanto. Del sillón toma un cojín de color turquesa y lo tira con furia logrando que se rompiera el florero de vidrio con orquídeas que le había regalado su madre para su cumpleaños. Luego de unos minutos, toma otro cojín de color verde manzana y lo apunta hacia un pequeño cuadro de color ocre ubicado en su pequeña mesita en la sala de estar. El cojín logra golpear fuertemente al cuadro y éste se desploma en el suelo, roto en mil pedacitos. Kay asemeja el sonido del vidrio roto al caer con la forma en la que a ella le rompieron el corazón. Aún así, la foto que sostenía al cuadro permanecía intacta. En la misma se podía divisar a un joven de hermosos y finos rasgos, con ojos azules que hechizaban, una sonrisa radiante y el cabello castaño desprolijo, pero a la vez, atractivo. Este joven se llamaba Tanner. Él había sido novio de Kay durante los últimos tres años... hasta esa noche. Esa horrible noche de la que Kay quería escapar y ahogarla completamente en el olvido.
Kay se dirige a la cocina con la foto en mano y busca por todos los cajones de la cómoda la caja de fósforos. Al cabo de unos minutos la encuentra, toma uno y lo enciende. Acto seguido, comienza a quemar la foto de su amado desde un extremo. Se le escapa una gruesa lágrima por sus ojos, bailando primero por sus lagras y negras pestañas, brotando ligeramente por sus mejillas hasta desplomarse finalmente en su vestido rosa. Con odio, rencor, amor y tristeza, observa cómo la foto de Tanner se deshace, hasta convertirse en cenizas.
Corre hasta su habitación y comienza a recolectar cosas que su novio le dio para tirarlas a la chimenea y quemarlas por completo, tratando de quemar a su vez sus propios recuerdos. Mientras las llamas crecía, maldijo el día en el que conoció a Tanner, ese maldito día en el que se dejó llevar por sus ojos azules y su cautivadora sonrisa. Ese maldito día en el que lo vio y cayó completamente enamorada. Maldijo el día en el que tuvieron su primera cita. Maldijo las palabras que él dijo ese día: "Creo que te amo." Maldijo ese beso que le dio cuando la llevó de regreso a su apartamento. Maldijo todos los besos, abrazos, bailes, miradas, frases románticas y esas noches fugaces que tuvieron juntos. Maldijo ese día en el que fue con él a esa estúpida fiesta y lo encontró besándose con Marley, quién era hasta ese momento su amiga de toda la vida. Maldijo hasta su propia vida, ya que le había permitido a Tanner entrar en ella.
Kay regresa al Living y comienza a tirar de las cortinas que cubren dulcemente las ventanas de su apartamento, logrando tirarlas y romperlas por completo. Agarra todos los CDs que él le regaló, toma un cuchillo y comienza a rayarlos. En el aparador encuentra las cartas que él le había escrito y las rompe en miles de pedacitos.
Sentía que su mundo se había derrumbado por completo y en ese momento se sentía totalmente sola. Su vida ya no tenía sentido alguno ya que había perdido al amor de su vida y también a su mejor amiga. Ya no tenía a nadie en quién confiar, puesto ya que no confiaba ni siquiera en su propia sombra. Desconcertada, toma una botella de Whisky de su licorera. La abre y bebe todo el contenido de un trago, como si fuera agua mineral. En ese instante comienza a sentir graves mareos. Tanteando, logra llegar hasta su habitación y cae en la cama, totalmente ebria. Mira el techo con los ojos perdidos y ve que los ojos de Tanner comienzan a dibujarse en la madera que la cubre de la lluvia. Trata de cerrar los ojos con fuerza para deshacerse de la visión y mira hacia la derecha de su habitación, donde se encuentra su mesita de luz. Enciende su mini-lámpara y se queda tildada mirando la pared de color azul Francia. Otra vez vuelve a presenciar una visión: el rostro perfecto de Tanner comienza a aparecer en la pared. Kay sentía que estaba enloqueciendo y toma una almohada para llevársela a la cara y apretársela con fuerza. Lanza un grito ahogado a la pobre almohada y comienza a golpearse la cabeza y las piernas. Retira la almohada de su rostro y ve que está totalmente sucia por el maquillaje que se le corrió al llorar. Suelta un largo suspiro que parece un bufido y empieza a blasfemiar en voz alta con la intención de que él la oiga: "Maldito. Me engañaste, siempre lo hiciste. Imbécil, arrogante. Parecías un ángel, pero eras peor que un demonio. Espero que te pudras en el infierno, eres una mierda." Kay sigue insultando a la nada, pero los efectos del alcohol y la borrachera la vencen y logra quedarse profundamente dormida.
* * *
Kay estaba en la Universidad de Economía de Nueva York, en su primer día de clases. Observó su horario y veía que estaba llegando tarde a la clase de Historia Económica, entonces comenzó a acelerar el paso por los largos pasillos de la Universidad hasta encontrar el aula 43. Ni siquiera miraba por dónde iba y estaba tan apurada que se llevó por delante a alguien, provocando que se le cayeran todos los libros y las cosas que llevaba en la mano.
— Ay, disculpa ¿Estás bien? — dijo Kay, con tono de desesperada.
— Tranquila, no pasa nada. Es normal que en esta época del año estén todos atolondrados. — dijo la voz, que de por sí, era de un chico.
Kay ríe algo nerviosa y se agacha para recoger sus cosas. Las hojas de sus apuntes estaban desparramadas por todo el piso y ya de por sí estaba llegando oficialmente tarde a la clase.
— ¿Quieres que te ayude a ordenarlas? Soy bueno para ordenar cosas — dijo el joven.
— No me vendría mal un poco de ayuda en mi primer día — dice Kay, entre risas.
Kay se acomoda uno de los mechones de su pelo que se había salido de lugar y levantó suavemente la mirada del piso para ver quién era este chico que se estaba ofreciendo a ayudarla en su atolondrado primer día de clases. Lo mira fijamente y por los nervios, trata de no ponerse colorada. El chico era extremadamente atractivo: su rostro era perfecto, no tenía defecto alguno; tenía los ojos tan azules como el cielo despejado en un caluroso día de primavera y su sonrisa la había hechizado por completo. Su cabello era castaño claro y un mechón le caía sobre sus ojos. En ese instante, Kay no pudo evitar morderse el labio inferior.
— Listo, creo que están bien ordenados. La próxima vez, ten más cuidado — dijo.
— Gra-gra-gra- gracias por el consejo — tartamudeó Kay, extremadamente nerviosa. — Ah, y por cierto, mi nombre es Kay.
— Tanner, un gusto.
* * *
Hacía más de tres horas que Kay se encontraba delante del espejo de su cuarto. Estaba completamente nerviosa ya que iba a ser la octava cita que iba a tener con Tanner. Hacía casi un mes que estaba saliendo con él. Iban a ir al cine, en la función trasnoche y ella no encontraba el atuendo ideal. No sabía si para el cine tenía que ir elegante o informal, teniendo en cuenta que no era la primera vez que salía con él. Luego de horas y horas de revolver en su armario, opta por unos Shorts de Jean con flecos en los bordes de color azul oscuro y una camisa beige con lunares color naranja ladrillo. Decidió dejarse el pelo lacio, ya que no era muy amante de los peinados. Se da un toque de maquillaje natural y espera. A los 30 minutos alguien tocó el timbre. Bajó por las escaleras del edificio rápidamente y ve que Tanner la está esperando en la puerta con un ramo de flores y un peluche. Vestía con una camisa blanca con pequeñas pintitas negras y un Jean negro.
— Por nuestra octava cita oficial — le dijo cuando le entregó las flores y el peluche.
Kay no pudo evitar rodearlo en sus brazos y él la besa. Kay siente que ese beso está desarmando su cuerpo, se siente tan liviana como una flor. En ese momento, sentía que un calor abrazador invadía su cuerpo electrificando todos sus sentidos al entrar en contacto con su cuerpo.
— Siento que cada día estoy más enamorado de ti ¿Lo sabías?
— No lo sabía, pero creo que lo supuse — dijo Kay, con voz atontada, entre suspiros.
Kay le muerde el labio inferior con cariño y le dice al oído
— Vamos, que llegamos tarde a la función.
Se subieron al coche y tomaron camino hacia el cine más cercano. Mientras Tanner manejaba, Kay le tomaba suavemente la mano y comenzó a acariciarle sus suaves dedos .
Llegaron justo a la medianoche. El cine parecía un descampado, ya que no había ni un alma. Pidieron dos boletos para la primera función y se dirigen directo a la sala. Ambos sentían una gran satisfacción al saber que estaban solos y eran los únicos en la sala. La película había comenzado y ambos la empezaron a ver completamente maravillados. Al cabo de un rato, Tanner fingió bostezar y estiró su brazo, rodeándola a Kay con él. Ella se apoyó en su hombro y comienza a tomar palomitas del gran tarrón que habían comprado en la entrada. Sin que él se dé cuenta, ella lo miraba de reojo, con ansias de querer acariciar y besar su cuello. Kay se estaba dando cuenta que miraba más a su novio que a la película ya que se había puesto a contar los lunares que rodeaban el cuello de Tanner, que eran bastantes. Él la descubrió, voltea y la miró. Ambos se miran. Kay distinguió un destello en sus ojos azules que nunca había percibido. Él la tomó del mentón como si fuera un actor de Telenovelas y lentamente comenzaron a acercarse hasta lograr darse un beso. Ese beso dejó a Kay sin aliento.
— Te amo, Kay — le susurró en el oído dulcemente.
Luego de dos horas de película, Tanner le ofreció que se quedara a dormir en su casa. Kay aceptó, aunque estaba algo dudosa ya que nunca había ido a la casa de un chico de noche. Pero confiaba plenamente en él, así que no lo contradijo.
Él la invitó a pasar a su habitación y en ese momento Kay se puso muy nerviosa y un pensamiento invadió su mente: hacía apenas un mes que estaba saliendo con Tanner ¿Y ya él se quería encamar con ella? Parecía algo medio apresurado. Él se acercó lentamente y comenzó a besarla apasionadamente, logrando que las piernas de Kay se aflojaran. Sus brazos comienzan a deslizarse en la espalda hasta la cintura de la joven.
— Amor, creo... — trató de decir Kay, interrumpiendo ese lujurioso momento — creo que estamos tomando las cosas a la ligera. No creo que sea ahora el momento...
— ¿De hacer el amor dices? — respondió Tanner — Tranquila, yo tampoco me siento preparado ya que hace un mes que salimos nomás.
— Me alegro que lo entiendas — dijo Kay, aliviada — Pero igual quiero que sepas que...
— ¿Qué...
— Estoy perdidamente enamorada de ti — concluyó.
— Y yo de ti.
Esta vez fue Kay quién se adelantó a besarlo, tratando de transmitirle en ese beso todo lo que sentía por él. Kay se sintió como si estuviera cercana al Sol, ya que un calor comenzó a invadir su piel. Sintió grandes deseos de arrancarle la camisa a Tanner y poder admirar su musculosa silueta, pero trató de aguantarse ante la dulce tentación.
— ¿Y si sólo nos desvestimos, nos acariciamos, nos besamos y ya? Como si fuera una práctica, pero sin relaciones — dijo Tanner, como si le hubiera leído la mente.
— Me parece una gran idea.
Comenzaron a desvestirse lentamente en la presencia del otro. Kay quedó con los ojos abiertos como platos al observar el cuerpo de su novio: parecía que había sido tallado por los mismísimos Dioses Griegos del Olimpo. Soltó un largo y dulce suspiro y en ese momento se dio cuenta de que estaba completamente desnuda ante él y se ruborizó.
— ¿Tienes calor? Estás colorada como un tomate — ríó Tanner.
— Es que... nunca había dejado que un chico notara mi desnudez. Salvo mi padre cuando era bebé, obviamente — dijo Kay.
— ¿Te avergüenzas de tu cuerpo acaso?
— Algo. Nunca he estado 100% cómoda con mi cuerpo. Nunca sentí que tenía un lindo cuerpo.
— No tendrías que sentirte avergonzada, para mi eres perfecta. Para mi, tu cuerpo es perfecto. No tiene que serlo para los demás, pero sí para mi.
Kay trataba de pellizcarse, queriendo saber si su novio era real o no. Casi se le caían las lágrimas ante las hermosas palabras que él le dijo. Se acercaron cada vez más y comenzaron a besarse hasta caer tendidos en la cama. Sus cuerpos se rozaban con una gran delicadeza y a su vez pervertida intención. Sentía que cada vez que Tanner tocaba su piel, le ardía y la excitaba en un cierto punto. Esa noche de caricias y besos fue la más perfecta para Kay desde que habían comenzado a salir. Vencida por el cansancio, Kay se acurrucó en el pecho de Tanner. Mientras él acariciaba su cabello largo y rubio, Kay se quedó profundamente dormida.
* * *
Kay se despierta agitada y sobresaltada, con algo de resaca. Los recuerdos de su novio la seguían atormentando hasta en sus sueños. Entra en un estado de pánico y desesperación total que ya no sabe qué hacer con su vida. Entre mareos y tropezones provocados por la bebida logra entrar al cuarto del baño. Se desnuda y abre la canilla para que se llene la bañadera con agua tibia. Cuando la misma está a punto de desbordar, Kay se mete en la misma. Al cerrar los ojos, miles de recuerdos y flashbacks vuelven a recorrer su mente: el rostro de Tanner, su perfume, cómo la abrazaba, su voz al decirle "Te amo", la primera vez que hicieron el amor juntos, las innumerables veces que se quedaba desvelada mirando en lo profundo de sus ojos azules... todos esos recuerdos tendrían que ser ahogados y diluirse en el agua como si fuera tinta china. Kay no aguanta más, atormentada por sus pensamientos y se sumerge en la bañadera, sin respirar. Por accidente se golpea la cabeza con el borde de la bañadera y cae desplomada en el agua. Unas manchas de sangre salientes de su nuca comienzan a teñir el agua de transparente a rojo. En ese momento, toda la tierra para Kay se silencia y oscurece lentamente mientras poco a poco pierde la conciencia.
* * *
A la mañana siguiente, Kay se encuentra en la habitación de un Hospital. Había sufrido un gran golpe en la cabeza y había quedado inconsciente desde hacía casi ya dos días. Los médicos que la atendían murmuraban que había sido un milagro que siguiera viva, ya que ese golpe que sufrió pudo haber puesto su vida en peligro. Su cabeza estaba cubierta por varias capas de vendas y estaba conectada a un respirador artifical, ya que no podía respirar bien debido al golpe. Estando inconsciente, no sentía casi nada debido a los sedantes que le habían administrado, pero sí podía escuchar voces.
En un momento, siente una sensación extraña, una sensación familiar para ella. Comienza a sentir un calor acogedor en su mano derecha y unas suaves caricias entre sus dedos. Puede captar un aroma... un perfume. Logra oír unas súplicas en su oído casi como un susurro: "Por favor, abre los ojos. Despierta..." Siente el calor provocado por un beso dado en su mejilla izquierda, un ligero y dulce beso.
Pasadas ya unas pocas horas, Kay logra despertar y lo primero que ve son unos ojos... ojos azules... los mismos ojos azules de aquel joven que robó sus suspiros... los mismos ojos azules de los que ella se había enamorado.
Fearless ~
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