hold me tight

Mi 2014... Bueno, no fuel el mejor de los años. No sé si es bueno o malo, pero fue un año que seguramente voy a recordar, y no precisamente bien. Quizás me lo merecía, pues por mucho tiempo estuve deseando algo de drama en mi mediocre vida. Sin embargo era una pelotudez, porque demasiado drama casi me mata.

Supongo que aprendí muchas cosas que ni siquiera recuerdo, pero que cuento con ellas para cuando las necesite. Solo hubo una cosa que marcó mi 2014, algo que aprendí y que no quiero olvidar. Fue un año quemado para mí, todo el d
2014, como mi año de vida número 14. Totalmente quemado y desperdiciado. Lleno de momentos buenos arruinados, no importa si con pequeñeces o problemas grandes, simplemente arruinado y perdido para siempre. Me dolió llegar al final de este año y darme cuenta de que sufrí más de lo que disfruté.

Todo por causa de la importancia que le doy a personas que no valen tanto la pena. Este año cumplí finalmente 15, tal y como siempre lo deseé. Pasé a cuarto año, tal y como siempre quise desde que entré a la secundaria. Sin embargo, siento que el año que viene por delante, el único que me queda antes de perder todo lo que deseé y la causa por la que quemé tanto tiempo, no es suficiente para disfrutarlo como desearía. Y no puedo tener 15 para siempre. Pero no quiero crecer, no quiero seguir avanzando, quisiera poder volver al comienzo de este año y cambiar muchas cosas. Sin embargo es imposible.

Aprendí más que nunca antes la frase tan usada vive el momento. Al terminar este año me encontré desesperada por vivir mi 2014, cuando éste ya había terminado. Me di cuenta de que soy adolescente y que esa no es solo una etiqueta, es una etapa y una de las más duras. Yo también creí con ingenuidad que era solo un cliché. Pero al tener que afrontar algunos problemas de la vida y darte cuenta de que tus hombros ya están cargados con preocupaciones como el estatus social, las calificaciones, las apariencias y los amores platónicos, empiezas a darle la importancia que realmente merece. Darte cuenta de que este tiempo, precisamente este, no es apto para llevar cargas que no nos incumben. Que todo lo que tenemos que hacer (tendríamos que hacer) es preocuparnos por esos pequeños y estúpidos problemas de adolescentes. Lamentablemente en mi caso no me quedó otra que luchar contra ambos y eso es algo que me dejó cansada y muy malherida al final del año. Volver a casa después de un día de preocupaciones cotidianas y tener que lidiar con el peso que las demás personas te tiran encima cuando no genes nada que ver. No sé, para mí fue difícil.

Este año me rompí. Llegué al final, el final por el que uno pelea, y llegué destruida. Ya no quedaba nada que salvar. Al borde de la locura, desesperada y totalmente adolorida, sin exagerar en lo más mínimo. Dicen que solo nosotros podemos juzgarnos, y juzgar la magnitud de nuestros dolores y problemas.

Maduré, tanto como desearía no haberlo hecho. Aprendí y vi cosas que no quería ver ni aprender. Tomé decisiones y dije cosas obligadamente cuando no me incumbían. Y eso fue doloroso. Ahora me veo a mí misma al principio de este año, tan ilusa sin saber lo que me esperaba, creyendo esperanzadamente que al día siguiente todo se terminaría, que aquella noche sería la ultima noche de dolor y que las promesas finalmente se cumplirían. Y veo cómo están las cosas ahora y me duele saber que nada ha cambiado, que las promesas se repiten pero nunca se cumplieron. No recuerdo cuantas veces perdoné este año, y agradezco que al haber terminado el 2014, aun sea capaz de perdonar. Yo estaba confundida y ni siquiera sabía cómo expresar mis dolores. Y ahora sé muy bien lo que me pasaba. ¿Como sobrellevar tantos problemas juntos?

Por otro lado hice nuevas amistades que me decepcionaron menos que las anteriores. Fortalecí una amistad que hasta el día de hoy es testimonio de los altibajos que sobrepasé. Me enamoré solo como una chica de quince años puede hacerlo. Y descubrí que es tan hermoso como doloroso. Observé a mucha gente y aprendí de ella. Especialmente de aquellos mayores que sin palabras, solo con acciones me enseñaron a disfrutar de mi juventud y de mi niñez. Porque estoy rodeada de adultos que podrían darlo todo para disfrutar volver a la edad que hoy tengo. Quiero crear buenos recuerdos que quizás no borren los anteriores pero que me ayudarán a superarlos. Quiero disfrutar el hecho de estar viva sin preocuparme en la manera que vivo. Quiero gritarle a todo el mundo, especialmente a los adultos, que tengo 15. Tengo 15 años y estoy sana, puedo correr, saltar, bailar, reír sin preocupaciones. Tengo buena memoria, buena visión. Quisiera mostrarles a esas señoras mayores mi pelo, que está despeinado y no es perfectamente lacio, pero es totalmente virgen. Quiero hacer muchas cosas que hice y no disfruté este 2014, quiero que llegue el 2015 y olvidarme de las oportunidades perdidas el año anterior. Solo aprovechar las venideras y vivir en todo el sentido de la palabra.