a love like a book {novela colectiva.

Katie camino entre las mesas, una leve brisa revolvía sus negros cabellos, llevaba tres platos en su mano derecha y cuatro en la izquierda, el único pensamiento que pasaba por su cabeza era el no tirar los platos, estaba usando unos shorts de mezclilla y la playera del local en el que se encontraba trabajando.
Llevo los platos hasta la mesa de unos amigos que reían muy divertidos sin poder parar, uno de los que se encontraba sentado en la orilla la miro y le dedico una encantadora sonrisa, sonrisa que Katie respondió en modo cortes.
Una de sus compañeras le había dicho sobre los hombres que coqueteaban con las meseras, pero Katie no estaba interesada en una relación, la última no había terminado muy bien, regresaba a la estación de meseras, desde el restaurante se podía ver el pequeño faro blanco que adornaba la costa, era verano y hacia un clima agradable, el azul del cielo resplandecía y casi no había nubes había algunas gaviotas flotando alegremente por los cielos. Limpio un poco la estación y sintió como alguien tocaba su hombro, en realidad no reconoció a la chica, quiero decir había estado trabajando en ese lugar poco tiempo y aun no se sabía los nombres de todas.
— ¿Podrías tomar otra mesa? —pregunto amablemente la otra chica, claro que Katie no tendría ningún problema en hacerlo, ella necesitaba el trabajo.
—Claro.
Desde su posición podía escuchar las distintas conversaciones, durante el tiempo que llevaba en Salem se había dado cuenta de que ese pequeño restaurante era el lugar favorito de familias, parejas y amigos, no había nadie en el pueblo que no comiera ahí.
Camino hacia la nueva mesa para tomar la orden y no se detuvo para hablar con los clientes, no era como a mayoría de las meseras que podían sacar conversación de prácticamente todo, pero era eficiente y educada, así que los clientes no les importaba.
Ella había sido contratada la semana pasada en un día lluvioso, cuando el dueño le dijo que podía comenzar a trabajar el lunes requirió de toda su fuerza para no abrasarlo y llorar, estaba quebrada y no había comido en dos días.
Regreso al comedor con las ordenes y Sam el cocinero le guiño el ojo como siempre lo hacía, Katie sabía que Sam se sentía atraído a ella, pero esperaba con todas sus fuerzas que no fuera a hacer algún movimiento, después de recibir y servir las ordenes su turno había terminado.
Sam como siempre se ofreció a llevarla a su casa, sin embargo Katie lo rechazo como siempre usando la excusa de que no vivía tan lejos y que necesitaba hacer las compras, cosa que no era completamente una mentira.
Salió del restaurante cubriendo su pecho con la chamarra que llevaba, sentía la brisa agitar su negro cabello debajo de su nuca, vio el pequeño local que atendía las necesidades de los habitantes de Salem, un pequeño súper que tenía todo lo que los habitantes pudieran necesitar, era ya tarde por lo que Katie decidió hacer sus compras en la mañana.
La noche oscura agitaba el bosque donde se encontraba la pequeña casa de Katie, ella la había rentado así apropósito, puesto que se encontraba alejada del poblado, de cierta manera la hacía sentir segura, pese a que estaba haciendo calor ella no abría las ventanas, pensaba en hacerlo, simplemente aún no se sentía a gusto.
Alex se encontraba abriendo la tienda, él día anterior había tenido que cerrar temprano, su pequeña Kristen se había sentido un poco mal durante el día, así que le llevo a casa, amaba ver a su pequeña jugar con Josh, pero hacia que extrañara mucho a su novia y sus padres, en cierta manera le dolía un poco.
El día estaba hermoso, los cielos eran azules y estaban despejados, Josh estaba de vacaciones y Kristen aun no comenzaba la escuela, por lo que los había llevado a la tienda, Josh estaba en la parte de atrás sentado en la cubierta tratando de pescar algo, Kristen por otra parte se encontraba jugando con sus muñecas.
Había llegado un cargamento con detergente, por lo cual decidió salir a desempacarlo y así poder surtirlo en la tienda, si algo le gustaba sobre su trabajo era el hecho de que podía conocer a personas y uno de sus logros personales es que conocía a todos, desde los ricos hasta los que no tenían mucho dinero y así todas las personas compraban en su tienda y conocían a sus pequeños, no importa lo importantes que fueran, sabían que en la tienda de Alex podían conseguir todo lo que necesitaran.
Escucho a lo lejos la campana, pero la ignoro pensando que sería algún cliente frecuente, cargaba una pesada caja llena de detergentes, miro de reojo hacia la cubierta, Josh estaba bien, después miro hacia la tienda, la pequeña Kristen se encontraba riendo y mostrándole su muñeca a una chica que no conocía, cuando observo a la chica nueva decidió entrar a la tienda, nunca la había visto ahí y quería saber si había encontrado todo lo que buscaba.
—Entonces el azul o el morado —balbuceaba alegremente Kristen (puesto que aún no hablaba bien) mostrando dos vestidos sobre una muñeca que Alex no recordaba el nombre, pero lo tendría que averiguar sutil mente.
—Yo opino que el azul, me gusta más que el morado —respondió Katie sin notar la presencia de Alex.
—A Vanessa también le gusta ese. —Con que ese era el nombre Vanessa, ahora podría lucir como un buen padre. — ¿Tú qué opinas papi? —pregunto balbuceante.
—Yo creo que Vanessa se ve bien —Alex le sonrió a la pequeña y después observo a Katie quien se había sobresaltado al escucharlo hablar. — ¿Encontraste todo lo que necesitabas?
— ¿Tienes sopas instantáneas? —pregunto la pelinegra intentando no mirarlo a los ojos.
—No acostumbro venderlas mucho, pero que bien que me dices, así me asegurare de tenerlas la próxima vez.
—No es necesario, en serio —Katie respondió y le entrego el resto de sus compras.
Había algo en Katie, algo misterioso y Alex quería saber que era.
Podía ver que Katie era una chica linda, pero tal vez demasiado pálida y delgada, podía ver los círculos violáceos debajo de sus ojos, aun así la consideraba bonita.
Katie salió de la tienda sintiendo un rubor esparcirse por sus mejillas, Alex el dueño era un joven alto y bello, con sus hermosos ojos azules y su cabello negro, sus facciones duras y su complexión delgada, ella había recorrido de arriba abajo al muchacho, había reparado en sus dos perforaciones y en sus múltiples tatuajes, justo como ella, no sabía porque lo había observado de la manera en la que lo había hecho, sin embargo no se sentía avergonzada de eso.

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