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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
No named |HS|
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: Músicos :: One Direction
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No named |HS|
Nombre: No named.
Autor: OneOnething1d.
Adaptación: No.
Genero:De todo un poco.
Advertencias:Ninguna.
Otras páginas: Wattpad.
Autor: OneOnething1d.
Adaptación: No.
Genero:De todo un poco.
Advertencias:Ninguna.
Otras páginas: Wattpad.
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Pienso que cada tres días felices que puedo vivir, seis malos se avecinan por la puerta de mi habitación. Pienso que es así. Pienso en el destino, en lo que me deparará nada más levantarme del colchón, en las consecuencias que supondrá cada acción que yo haga o en cada palabra que yo diga. Pienso en mis oportunidades y en mis desgracias, en los miles de gilipollas que se me cruzarán día a día, de lunes a viernes, para recordarme que no soy como ellos. Pienso en mi misma escribiendo estas palabras.
¿Y si todo esto fuera el principio de un largo final? Junto a sus momentos dramáticos, claro está, pero también con aquellos que merecerán la pena. Pero simplemente, con un final.
¿Y si todo esto fuera el principio de un largo final? Junto a sus momentos dramáticos, claro está, pero también con aquellos que merecerán la pena. Pero simplemente, con un final.
Invitado
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Re: No named |HS|
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Comparemos las vidas presentes en esta sala. Maddie, 4 años, su única preocupación se centra en terminar cuando antes el dibujo que tiene entre manos y su gran alegría es demostrarle a todo el mundo que su cerebro ya puede almacenar los números del 1 al 10. Es una grabadora en repetición continua. Ojalá por unos momentos pudiera meterme en su pequeña cabeza y dejarme inundar por sus pensamientos. Hoy me ha contado que Víctor, su futuro marido, se ha ofrecido para jugar con ella en el recreo y según dice ella, ha logrado darle celos a Carla, su "super, super, pero super, ¿eh?" enemiga.
Luego estoy yo, Abbie, 17 años, mi única preocupación se centra en mis 18 años, no quiero cumplirlos y mi gran alegría es demostrar lo madura que soy pero lo inocente que me siento al imaginarme un futuro lejos de aquí. Y es que mi vida ha girado en torno a este Internado, y mi imaginación no da para historias fuera de este lugar y menos, historias sobre mí.
Prueba de fuego es como podría considerar a mi vida, pero, ¿qué hay de las cenizas que quedan de su presencia?
Simplemente son envueltas de nuevo en una gran llama. No me considero una chica alegre y divertida, lo soy, pero solo en mi interior. No puedo abrirme fácilmente a la gente, si menospreciarlas, pero, ¿qué se espera de una chica en la que las risas sobre la definición de ser "rara" caen sobre ella?
Rousseau dijo en su momento: "El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado."
No puedo estar mas segura de aquello.
-Será mejor que nos vayamos pequeña..-Susurré sobre su melena rubia, llevándome como respuesta una mirada verdosa curiosa.
-¿Ya es la hora de cenar?
-No quedará poco ya, cielo..-Le guiñé de forma divertida un ojo mientras mis piernas me impulsaban a levantarme de aquel sitio. Mis manos viajaban por los bordes de los cuadernos de ambas cerrándolos al instante y guardándolos en sus respectivas mochilas. Miré de reojo a Maddie, viendo como sus morros quedaban en un puchero intentando que con sus pequeños dedos, los botones de su chaqueta entraran en los agujeros. Sonreí ante aquello. -Anda trae...
Sus ojos verdosos se fijaron en mí, mientras sus manos se daban por vencidas. En pocos segundos, su chaqueta ya estaba perfectamente atada. Elevé mis cejas mostrandole que no era tan complicado como su pequeña mente formulaba. Besé su suave frente para después agarrar sus cosas y salir de ahí. La biblioteca.
-¡Hey, Abbie! Hola Maddie..-Dijo él dedicándole una sonrisa a la pequeña que no tardo en contestar con un pequeño movimiento de mano.-¿Puedo hablar un momento contigo Abbie?
Lo miré por unos momentos para luego asentir ante su pedido. Bajé mi altura hasta llegar a la de Maddie mientras le indicaba que luego nos veríamos en la cena. Ella me sonrió depositando un beso en mi mejilla antes de marcharse. Carraspeé mi garganta, volviendo a la altura de Max, bueno el Señor Max.
-Dígame...
-Bueno, pensaba que ya te había llegado la noticia de que soy tu nuevo tutor, pero por lo que parece ya veo que no. -Bajé mi mirada sonriendo mientras negaba con mi cabeza repetidas veces. Mordí mi labio nerviosa a la vez que volvía a fijarme en él.
-No no es eso, solo que, es extraño, ¿sabe? -Su ceño se frunció mientras acomodaba mejor sus pies sobre el suelo esperando una respuesta más convincente. -Quiero decir, usted es el director del internado y es extraño que después de tanto tiempo, usted quiera hacerse cargo de mí.
Esbozó una leve sonrisa mientras se dejaba escuchar un chasquido de su lengua.
-Te conozco Abbie, dulce Abbie y sé tu pánico a tener los 18 años y llegar a encontrarte sola. -En realidad no era así. -O mejor dicho, a imaginar tu futuro lejos de aquí. -Correcto. Suspiré para luego dejar paso a mi saliva por mi esófago, Noto aquello ya que sonrió más ampliamente. -Y dime, ¿qué tal va esa cicatriz, todavía te sigue doliendo?
La cicatriz. Jodida y asquerosa cicatriz. Esa marca que se dejaba mostrar en mi antebrazo izquierdo, siempre había días que llegaba a dolerme como el demonio, y otras en cambio, era como si no existiera. Es extraño que una cicatriz duela o incluso me llegue arder, pero según la enfermera, logré hacermela cuando era pequeña con ciertos productos químicos que me quemaron la piel y era normal. Max lo sabe, ya que muchas veces hemos coincidido en la enfermería. Él, sufre problemas en la pierna derecha, según él, una pierna más larga que la otra, herencia de padre.
-No, ya no tanto, ya sabe que va por extrañas épocas...
-Max, ¿recuerdas mi nombre? -Sus cejas se elevaron dejando ver con mayor claridad sus ojos color miel. Otra vez le había vuelto a decir de usted. Asentí lentamente. Vi como su mirada iba más allá de mi hombro para luego volver a observarme. -Tengo que irme, luego nos vemos Abbie.
Me despedí de él con una cálida sonrisa para luego soltar todo el aire acumulado una vez que se marchó. Mi nuevo tutor, había recibido noticias sobre aquello, pero me resultaba, y me resulta, demasiado extraño considerar ahora al director, mi tutor. Si fuera una adolescente caprichosa y consentida, esto habría sido un regalo bendecido pero, ¿qué pasa si soy Abbie?
Si en el reglamento de esta gran institución de educación, estuviera la normativa de bajar a cenar en pijama, sería la primera en hacerlo.
Después de haber matado un poco el tiempo en leer un libro, ignorando por completo las "palabras" de mis compañeras de habitación, baje a alimentar mi estomago. Entre las mesas me encontré a Madie junto a sus amigos analizando los platos que tenían enfrente suyo, su cena. Le dediqué un par de besos mientras ella hacía movimientos con sus manos, era preciosa. Puedo hacerme la pregunta, ¿no tengo envidia de Maddie junto amigos? No, puedo ser la chica más marginada de todo el edificio pero, algo tengo claro, ¿de qué me sirve tener unas amigas donde la imagen es todo, teniendo como compañera mi imaginación y un par de libros? Puede sonar muy dramático o muy "chica socializate que acabaras mal" pero, a la larga compensa. Los raros son ellos, yo lo soy, pero en mi mundo. Puedo ser una inocente pero no siempre logran callarme la boca y si es que he llegado al punto en el que han remplazado el nombre: "Abbie la inocente" a "Abbie la rara" es por mis ganas de no callar.
Guardé cola junto a mi bandeja lista para recibir mi cena. Observé lo que se ofrecía. Nada bueno. Nada de presupuesto para mejores alimentos. Por mi mente paso la idea de que ya que soy la hija tutelada de Max, podría proponerle un nuevo menú a las horas de las comidas.
Noté como alguien lograba anticiparse a una manzana que quedaba sobre un frutero. Al ver una mano cogerla antes que yo llegara, una queja salió de mis labios.
-¡Eh, yo iba primero, esa manzana me corresponde a mí! -Dije decidida.
Que decir, sus ojos se clavaron en mí, un juego entre color esmeralda y marrones color "osito de peluche" o por lo menos así lo denominaba Maddie. Su mano junto a la manzana se posicionó entre sus labios, dejando ver después una dentadura perfecta sobre ella. Por unos segundos se quedó ahí posicionada para luego dar un primer mordisco, ese mordisco debería de ser para mí, yo quiero esa manzana para mí. Elevó sus cejas mientras pasaba por mi lado de forma chulesca. No me digas, otro igual. Dejándome con ganas de una fruta. Suspiré frustrada volviéndome hacía la cocinera quién aun servía platos.
-¿Queda otra manzana?
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